entrevista un cura en los toros

11
“Un cura en los toros”

Upload: tomas-lizasoain

Post on 20-Mar-2016

212 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Entrevista realizada por Montse Vinyes Riera a Tomás Lizasoaín

TRANSCRIPT

“Un cura

en

los

toros”

El padre Tomás Lizasoaín, fiel a la admiración que siente por “su” torero, siempre que le es dado, acude a la cita, a la cita que Manuel Amador, su gran amigo, tiene con la vida, la fama y la gloria…

MANOLO AMADOR, ese torero, cantado por el estro del padre carmelita, Tomás Lizasoáin

¿Quién sois? ¿De dónde venís? Vengo rodando la gloria. Vengo buscando en la historia un puesto de honor para mí.

Pdre. Tomás Lizasoáin a Manolo Amador

Si Vds. me preguntasen quién es el padre Tomás, les contestaría, en térmi-

nos taurinos, que es un fenómeno. Y si dejo estos términos aparte tengo que explicarles algo de lo que yo ví en él y entonces serán Vds. taurinos o no tau- rinos los que dirán “es un padre fe- nómeno”. Conocí al padre Tomás, una tarde en Madrid. Su hábito carmelita era marrón, como todos. Su porte era también como el de cualquier padre. Ni alto, ni bajo. Un padre normal y corriente, dirán Vds. Pues sí, a primera vista es, era, un pa- dre corriente. Pero yo al pensarlo me quedé a media frase, pues en los ojos del Padre se adivinaba mucho más. Eran estos ojos de persona inteligente, con mucha vida, ojos que miran y ven el fondo de la persona con quién están hablando. Ojos regidos por un celebro que piensa con rapidez, que analiza, que sabe lo que los otros piensan. Los ojos que descubren cuando se les miente. Ojos que comprenden lo que pasa en el mundo y son humanos. Humanidad es lo que desprende su persona. Hablar con él, no te cohibe. Ves desde el primer momento que es un amigo. No un amigo que te pre- dique las buenas formas de todo, no, es un compañero normal. Te habla de to- do, pero sus ojos te estudian y te cono- cen. Este examen no molesta, es un exa- men hecho con simpatía. A mi me lo presentó Manolo Amador. Todo el que conoce a Manolo sabe posi- vivamente que es una gran persona, dig-

na del mayor aprecio y simpatía. Y el padre Tomás ¡Cómo no! sabe esto y yo creo que mucho más también. Siendo yo amigo de Manolo pasé a serlo, después del examen, también del Padre Tomás. Y desde entonces no ha pasado Navidad, ni fecha importante para mí, en que no haya recibido unas palabras afectuosas de él. Ahora hace pocos días recibí un fo- lleto escrito por él. Lo dedicó a Manolo Amador. Sus versos son sencillos y Bue- nos, en ellos sigue los pasos de Manolo por los ruedos, le comprende, le anima, vive sus triunfos, vibra con sus mismas inquietudes. En ellos hay amistad, ad- miración, respeto… comprensión. - ¿De dónde es Vd.? - Pues mira, Montse, soy de una vi- lla esmeralda con cintas de plata y te- jados muy rojos. Su nombre, Irañeta y se encuentra cerquita de Pamplona ti- rando de una hermosa carretera camino de Vitoria. Navarro, pues. - ¿A qué es debida su afición a es- cribir? - Creo que mi afición a escribir es debida a que soy cazador de bellezas y me gusta vestirlas o quitarles las ropitas según convenga bañarlas o ponerlas al abrigo. - Aparte de esta enjuiciación artística y humana a Manolo Amador, ¿ha escri- to otras cosas? - Oh, si; pero no para el público. Es muy difícil darle más de lo que tiene. Cuanto escribo es para los amigos que, amables, me soportan. ¿Me permites amable Montse, que te obsequie con una de mis últimas piezas cobradas? - Encantada. - No es su título real; pero para que no se asusten las beatas que suspiran pa- ra sí lo que no desean para otros, la llamo:

Solo un saludo de fresa Entonaron tus ojos para mí la canción de tus labios: sólo un saludo de fresa que libera mi alma a la prisión feliz, feliz prisionero en tu estrella de luz azulada. Eres reina de tu reino rayo y fresa, brisa divina de donde y donde arranca y reposa el amor. - ¡Magnífico! ¿Qué hace Padre en el Colegio “Virgen del Carmen”? - Además de cazar pensamientos y enjaularlos en palabra española, tejer redecillas para que hagan los mismo - si gustan - mis alumnos: soy profesor de Filosofía y Lengua Española. - ¿Cómo es su vida allí? - Sencilla como el vuelo de una pa- loma. - ¿Cómo y cuándo conoció a Mano- lo Amador?

- El más vivo de mis primeros recuer- dos de Manolo se lo debo a su unidor- me perfecto del Ejército del Aire. Esta- ba elegante el muchacho. Mi enhorabue- na a su modisto. Con todo y detrás de éste, está el recuerdo, un poco pálido, de la primera vez que nos vimos. Eran las Ferias de Albacete y en casa de don Juan Cullell, entrañable corazón donde caben toreros y curas sin estorbarse. Fuimos presentados. Le llevaba la prisa a la plaza de toros. Nos saludamos y despedimos. Unicamente recuerdo bien su última frase: “Me gustaría escribir- me con Vd.” Hoy, y desde entonces, aquél su deseo es historia. - ¿Le ha visto torear muchas veces? - Menos de las que quise. Solamente en tres ocasiones pude bañarme en la pureza de su toreo. Y por cierto, que fue tan bella y completa la corrida de Málaga que … aún no he devuelto la al- mohadilla. - ¿Antes de conocer a Manolo, iba a los toros? - Las corridas de toros han sido sien pre muy caras y casi siempre, no muy buenas. Sospechando y unas y carecien- do de “lo otro”, y en mi afan de sor- prender toda la belleza en la Fiesta Na- cional, me arriesgué a presenciar el es- pectáculo - con probada garantía - unas doce veces. Hice diana en dos que llevo vivamente impresas: Sanfermines. Ma- nolete… soberano en todas las suertes; La Coruña. Aún conservo en mis ner- vios la huella de la carga y descargo de una cadena de calambres. La culpa la tiene Arruza. Las demás… las he olvi- dado. - ¿Conocía su ambiente?

- Simpática Montse, los toros en Na- varra es sangra en nuestras venas. Re- cuerda que en una de las más espectacula- res batallas la hicimos y ganamos con ellos. Bien pudo Amílcar Barca, que quedó tendido en el Ebro, habernos le- gado una linda crónica de aquella impo nente corrida. Por otro lado… dispone- mos en nuestro viejísimo idioma de la palabra más antigua en lengua alguna - según creo yo - para designar con precisión singular el oficio de “lidiar to- ros”: NI OIARNARI, que quiere decir y dice “yo, el lidiador”. Y a este lado ya… bien sabes como vivimos el 7 de julio y… qué navarro no sabe del aire que tonifica su propia sangre? - ¿Cómo ve a Manolo Amador, hom- bre? - Feliz pregunta para un delicios ca- pítulo si la respuesta te la diera una mujer. Yo, por mi parte, lo hice ya y lo he pintado en los últimos versillos de mi canto: “Pasodoble de pradera”… Canción y promesa de sus ojos ver. des capaces de enamorar y hacer reali- dada el tejido de los sueños de una prin- cesa. Los demás versillos

“… con mirada sin frontera, nariz aguileña, piel morena, cuerpo de espiga, trigo en el alma y el alma en flor en paz con Dios” son claros como lo es Manolo. - ¿Y cómo lo ve cómo torero? - Como torero… veo en él la reali- dad que más se acerca a la figura que del torero llevo dibujada, y admiro con- cretamente - entre otras sorprendentes cualidades - Su honor. Ese honor que despliega en la plaza al compás de su capote, mule- ta y espada. Su elegancia integral en la que va im- plicada la belleza de su toreo. Su valor ante los toros difíciles. Con los tontos lo tiene todos. Su preciada sencillez en los triunfos. Su resignación cristiana en la corri- da… mala para un sector del público mal entendido. Resumiendo: Manuel Amador es la respuesta más próxima a la vocación de una de las más sublimes formas de vida. Te repito que Manuel Amador es la fi- gura que más se acerca a la realidad de mi “Teoría del toreo”. - ¿Cómo nació es Vd. la idea de pu- blicar este folleto? ¿Le fue fácil hacer- lo?

- Voy a separar es ésta tu pregunta dos aspecto: Por qué y como lo hice y… Cómo y por qué lo publiqué. Tienen los dos respuesta satisfacto- ria en mi obrita “UN TORERO EN MI CORRESPONDENCIA”. Trataré de re- sumírtela. Un día de agosto recibí de una poe- tisa gaditana, “Gitanilla del Carmelo”, una linda composición titulada “Mi Buenaventura” para ti, Amador para que la remitiera a Manolo. Me sentí herido. Quien llegaba después a la vida de Manolo, cantaba primero su gesta torera y su corazón entero. Sentí- me dolído. Tomé la punta de un lápiz. Ordené los muchos claveles que de Ma- nolo tenía en mis recuerdos y los fui vistiendo de corto. Solté por correo la canción de Gitanilla y presentéme con la mía en Albacete. En marzo del año siguiente - el pasa- do -, viendo que “la espuma callada” borraba injustamente la memoria de un gran torero, pensé distribuir los versi- llos entre amigos. Un ligero retoque y una presentación decorosa darían pe-

so a lo que casi no tenía. No disponien- do de una perra - ni chica ni de las otras - para la empresa, tómeles el pulso a las carteras de mis sobrinos que hicie- ron de primos. Gracias a la generosidad de esos mismos amigos, he podido de- volverles lo prestado. No es, pues, propiamente una publi- cación. La edición es limitadísima. Si ves algún ejemplar en algún escaparate de Córdoba, Jaén o Albacete, es obra de amigos libreros que creyeron convenien- te extender la memoria de Manolo. - ¿Anécdotas? - Sueltas… ninguna. Un día Manolo y yo nos cruzamos en la vida y desde en- tonces caminamos juntos. Nuestras vidas es historia recogida ya en la antes men- cionada “obrita”. Este es el padre Tomás, mi buen pa- dre Tomás. Al que no se olvida, ni ol- vida. El que sabe de verdad ser amigo de sus amigos. El que desde aquella tar- de, hace cuatro años, no he vuelto a ver. Y al que lamento que no conozcan pues desde aquel colegio de Córdoba tendría un recuerdo sincero para todos. Y ustedes, al recordarle pensarían: Este si que es un padre fenómeno. MONTSE VINYES RIERA

Quieta la planta; erguida la figura; compás abierto y con los brazos desmayados, el padre carmelita Tomás Lizasoáin, lancea en el patio de su colegio Virgen del Carmen de Córdoba. El amigo de los amigo; el padre que con su librito bajo el brazo (hoy en librerías), ha cantado con galanura la vida y aventura del torero gitano Manuel Amador, ese torero de Albacete que en sus lances pone su corazón.