entrevista a mag. pte. mariano germán mejía
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Sección Gente
Momentos inolvidables
Mariano Germán: “El hombre no se debe
a sí mismo; se debe a los demás”
10/10/2012 12:00 AM
Mariano Germán siempre supo que sería abogado, lo que nunca pensó fue que un día,
llegaría a ser el Presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Por Evelyn Irizarri
El Presidente de la Suprema Corte, Mariano Germán, recuerda con nostalgia su
infancia y la muerte de sus seres queridos. “Los días de Navidad son motivos
para llorar”. (Danny Polanco)
Mariano Germán es un ser humano revestido de una humildad poco usual para
las funciones que ostenta. Alegre, conversador, de un exquisito trato, sus
cualidades de hombre sensible, padre amoroso, hermano solidario y del buen hijo
que agradece y valora el sacrificio de sus padres, para nada le hacen honor a la
frase que reza que “los abogados saben poco de amor”. En este diálogo, el
presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial,
recuerda su infancia feliz en Las Táranas, sección de Villa Rivas, provincia
Duarte. Al evocar cada instante de esos días, parece volver el tiempo atrás,
ubicarse en una tarde cualquiera rodeado de sus amigos o en alguna de las
inolvidables reuniones de familia, encabezadas por su padre. Es en este
momento, cuando cambia su expresión y debe hacer un gran esfuerzo para
contener el llanto, y con voz entrecortada admite, que a pesar de que han pasado
20 años desde la muerte de su padre, “aún no lo he superado”. Tanto de su padre,
Tomás Germán, como de su madre, Teodora Mejía, heredó la vocación de
servicio.
En alguna oportunidad incursionó en el magisterio, pero estaba seguro de que
éste era un oficio temporal, porque desde que tuvo uso de razón, siempre supo
que sería abogado.
1. Lugar de nacimiento
Nací en la sección Los Palmaritos, del municipio de Castillo, provincia Duarte.
Mi infancia y adolescencia se desarrolla en Las Táranas, sección de Villa Rivas,
provincia Duarte. Mi padre: Tomás Germán (fallecido), agricultor. Un hombre
increíblemente noble y amoroso con sus hijos. Mi madre: Teodora Mejía (a)
Yanka, costurera, de carácter fuerte y de una memoria privilegiada, que aún
conserva.
2. Recuerdos de familia
En la casa familiar nunca oí una discusión entre mi padre y mi madre. Con mis
hermanos nunca discutí, tampoco mis hermanos discutían entre ellos. Aunque no
tuvimos recursos económicos nunca nos dimos cuenta de que nos hiciera falta
algo. Por lo tanto, frustraciones por necesidades insatisfechas nunca llegaron a
mí, ni a mis nueve hermanos. Todos realizábamos las tareas que nos asignaban
nuestros padres y entre mis hermanos nunca hubo discusión por el hacer o no
hacer. Nuestros padres nunca nos maltrataron. Recuerdo a todas las personas de
la comunidad donde viví mis primeros años. Cómo eran físicamente, cómo se
comportaban en la comunidad y frente a mi familia, los hijos que tenían y cómo
éstos se comportaban.
3. Un buen estudiante
Tengo la convicción de haber sido un buen estudiante desde niño. Mis maestros
nunca me reprocharon por trabajos asignados y no realizados, asumía mis tareas
con responsabilidad, no recuerdo castigo alguno, ni siquiera sanción. De mis
primeros años recuerdo a la profesora que me alfabetizó: Altagracia de Jesús de
Martínez (a) La Doña. Y a la profesora del cuarto año: Guarina Amparo.
Recuerdo a cada uno de mis profesores del bachillerato, igual de la Universidad
Autónoma de Santo Domingo y puedo decir que de cada uno de ellos guardo
alguna anécdota.
4. Recuerdos más tristes
Primero, vi morir a mi abuelo paterno: Francisco Germán (a) Pancho, a quien
quise mucho y de quien guardo mis mejores recuerdos. Después, vi morir a mi
hermana Rosa (Rosita). Nunca he aceptado la muerte de mi padre. No lo he
superado. Los días de Navidad son motivos para llorar, al no tenerlo.
5. Recuerdos más felices
El nacimiento de los hijos y nietos. Cada uno me ha dado una felicidad
inimaginable. Siempre he dicho que no hay nada comparable con el amor de un
hijo, pero que hubiese preferido ser abuelo primero que padre. Mis hijos me dan
una felicidad que jamás puedo narrar.
6. Descubre al abogado
En el cuarto año del bachillerato, me convencí de que sería abogado. ¿Por qué en
esta etapa?: porque ya saboreaba la literatura y el valor de cada palabra. Me
detenía, analizaba su contenido y disfrutaba de la misma y entonces me detuve a
razonar: ¿cuál es la profesión más cercana a la literatura, al uso diario de la
palabra con elegancia? el Derecho.
Mi profesora de Literatura en el cuarto año de bachillerato, Carmen Dolores
Flores; quien, por paradoja de la vida, después fue mi alumna en la Universidad
Autónoma de Santo Domingo (UASD), me dijo un día: tú debes estudiar
Derecho. Se me quedó grabada esa afirmación y la prueba es que hoy la puedo
repetir sin dejar ni una sola palabra, ni que me sobre otra.
7. Inicios en la carrera judicial
Durante mi vida de estudiante universitario cubría mis necesidades con dos
salarios de maestro de dos escuelas de enseñanza secundaria. Uno por la mañana
y el otro por la noche, ya que a la universidad asistía en las horas de la tarde. Al
graduarme de Doctor en Derecho, con honores, el 28 de octubre de 1971, en la
Universidad Autónoma de Santo Domingo, renuncio a la docencia durante la
mañana y mantengo la docencia nocturna hasta 1977.
Mis primeros años de ejercicio profesional fueron difíciles. Muchas veces no
ganaba siquiera con qué echar la gasolina de un pequeño carro que había
comprado desempeñándome como profesor de escuela. Pero, poco a poco la
situación comenzó a mejorar; ya para 1977 mis condiciones eran más o menos
buenas y de ahí en adelante nada ha faltado, ni a mí ni a mi familia.
Como dije anteriormente, no soy rico en dinero, pero tampoco pobre. Creo que
Dios me ha dado mucho más de lo que merezco. A él debo dar gracias todos los
días y de hecho así lo hago.
Luego de 1977, el ejercicio de la profesión lo he compartido con la docencia
universitaria, y no sé por qué tantas personas y entidades universitarias han
confiado en mí. Pero lo cierto es que tengo el sentimiento de que mucha gente me
quiere y hasta puedo decir que algunos piensan que soy un gran profesional,
cuando en el fondo debo reconocer que soy un gran ignorante. ¿Acaso no es el
ignorante el que se cree inteligente y sabio?
8. Un accidente
Una vez sufrí un accidente terrible. Una señora venía saliendo de un edificio y
venía a impactarme de frente y yo, tratando de esquivarla, impacté con una mata
de caoba. Mi vehículo quedó con las cuatro gomas hacia arriba y se deslizó un
largo tramo. Detrás venía un joven que resultó ser amigo de mis hijos y llamó a
mi familia. Lo sorprendente es que a mí no me pasó nada.
9. Amigos inolvidables
Todavía voy a mi campo y voy en búsqueda de cada uno de mis amigos de
infancia. Cuando no los encuentro interrogo a muchos sobre su paradero. Cuando
pareciere que se me pierden definitivamente, lo siento en el corazón. Por
ejemplo: no puedo pasar por el “cruce de Maguá” antes de llegar a Castillo, sin
detenerme a preguntar a todos los que veo si han conocido a “Pin”, un
compañero desde el segundo año hasta el cuarto año de bachillerato que se me ha
perdido y nunca he podido saber de él.
10. Un lugar en el corazón
Un lugar especial en mi vida lo ocupan los Misioneros del Corazón de Jesús: El
Padre París, el Padre Emiliano Tardif, el Padre Lucas Lefleure, el Padre Martín
Luzón, el Padre Plinio Reynoso, el Padre Juanito Rodríguez y otros, a quienes
considero mis hermanos en Cristo y de corazón.
Lecciones de vida, consejos valiosos
Estas frases forman parte de su filosofía de vida; “Ningún hombre es necesario,
el hombre es simplemente una circunstancia de la historia”.
“Los niños no valoran la tristeza como los adultos, en el niño la tristeza es sólo
un sentimiento”.
“En el adulto, en la tristeza muchas veces se mezclan el sentimiento y el
razonamiento”.
“Una de las grandes pasiones del ser humano es la política, porque ella se mezcla
con el Poder y el Poder es capaz de animar los más grandes sentimientos hacia
arriba y hacia abajo”.
“La ingratitud, la hipocresía y la mentira son las peores cualidades del ser
humano; éstas siempre serán despreciables para mí”.
“Sólo los mediocres son los hombres siempre disponibles para los demás”.
“La verdad no siempre es la misma, y lo que puede ser verdad a los 20 ó 25 años
puede ser mentira a los 60 años”.
“No hay pasión más fuerte que la de los padres y madres por sus hijos y sus
nietos”.
“Cuando llega a cierta edad, el hombre llega a apreciar como cariño, lo que antes
era regaño”.
“Siempre habrá hombres que sobresalen y hombres que no sobresalen”.
“Para triunfar en la vida, la riqueza espiritual y emocional tienen que acompañar
al talento”.
Bendecido “No soy rico en dinero, pero tampoco pobre. Creo que Dios me ha dado mucho
más de lo que merezco. A él debo dar gracias todos los días”.
Familiar “He sido un hombre dedicado toda mi vida a mi esposa, a mis hijos, a mis padres
y a mis hermanos. De mis hermanos me siento orgulloso”.
Reflexivo “Una de las grandes pasiones del ser humano es la política, porque ella se mezcla
con el poder y el poder es capaz de animar los más grandes sentimientos”.
También se reseña en la dirección de Internet www.elcaribe.com.do.