entre el deber y el amor: castidad y tentación - … · (castidad y tentación) m. a. petersen....

126

Upload: truongminh

Post on 02-Oct-2018

230 views

Category:

Documents


5 download

TRANSCRIPT

Page 1: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre
Page 2: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Entre el Deber y el Amor(Castidad y Tentación)

M. A. Petersen

Page 3: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

ÍNDICEPrólogo

Capítulo 1Capítulo 2Capítulo 3Capítulo 4Capítulo 5Capítulo 6Capítulo 7Capítulo 8Capítulo 9

Capítulo 10Capítulo 11Capítulo 12Capítulo 13Capítulo 14Capítulo 15Capítulo 16EPÍLOGO

Page 4: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Prólogo

El hombre entró a su despacho y en vez de darle la mano, lo palmeó en elhombro, como solía hacer cuando estaba en el colegio y era su profesor. Encierta forma se sentía un poco culpable de sus problemas y de haberlemetido el “bichito” de una profesión que resultaría definitivamentecomplicada para él.

- Rafael, yo sé que el problema no eres tú, que lo que hasucedido no es tu culpa y admiro tu valor, paciencia yperseverancia al no desistir, sin embargo sabes mejor que yo lodifícil que es hallar un lugar para ti, prueba de ello es que aún noencontramos el ideal, pero tengo esperanzas de que esta vezhayamos acertado y topado con la solución. Te deseo lo mejor…

Las renovaciones estaban muy retrasadas. Faltaban sólo tres días para elDomingo, cuando todo debía estar listo, sin embargo la cooperación erapoca, sobre todo de parte de los hombres del pueblo que preferían matar lashoras trabajando para obtener algunas monedas más para llenar la olla quededicarse a la “decoración” con las mujeres. Por lo mismo cuando aqueljoven fuerte y dispuesto a ayudar se presentó en el lugar, su colaboraciónfue inmediatamente bienvenida.

Sin tardar se arremangó las mangas de la camisa y se puso manos a la obra,mezclando el cemento para pegar las baldosas faltantes de la entrada.Luego trasladó los sacos de tierra de hoja y las cajas con plantas hasta eljardín de en frente. Sólo se detuvo a beber una jarra de agua fría cuando lepreguntaron si sabía usar la hoz para limpiar los extensos terrenos tras elcobertizo que tantos codiciaban para sembrar y que habían permanecidoinútiles por años. Tras un par de horas de duro trabajo a pleno sol, seenjugó el sudor del rostro con la camisa que hace rato se había quitado,dejo la hoz sobre un tronco y se volteó a contemplar el campo limpio, frutode su esfuerzo, pero eso no era todo. En ese rato las mujeres habían corridola voz y había un buen grupo reunido para ver al maravillosamenteatractivo forastero que con tan buena voluntad, y sin anillo de hombrecasado, había terminado en unas horas lo que a ella les habría llevado un

Page 5: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

par de días acabar.El se alzó de hombros resignado a que su suerte, por lejos que hubieratratado de escapar, lo había seguido aún hasta ese pueblito inhóspito de lacordillera. Las jóvenes y las no tanto le sonreían, haciéndole sentir que noimportaba donde fuera, siempre acabaría despertando los mismossentimientos y pasiones en la gente: deseo y celos, que se convertirían enlujuria y odio.

Aún sabiendo que tal vez no duraría en aquel lugar más que en losanteriores, siguió ayudando con los preparativos y la noche del sábado seacostó agotado en su cama en la pensión. Al día siguiente se levantó alamanecer, salió del lugar y dispuso todo para la bienvenida. Por fin a lasseis mandó a abrir las puertas y se preparó como lo hacía siempre paracumplir con su misión. Cuando se levantó y se volteó, enfrentando a lagente, la reacción que había esperado atenuar con su llegada anticipada ycon darse a conocer simplemente como Rafael a secas fue la contraria.

Si alguna se hubiera atrevido a volar por allí, se habría escuchado hasta elaleteo de una mosca… seguido de los murmullos que partieron comosusurros y que se hicieron casi ensordecedores, porque aunque habíanagradecido la ayuda y buena voluntad de aquel joven que era centro detodas las conversaciones en los últimos días, nadie pudo suponer queRafael había hermoseado con ellos la casa, los terrenos y la mismaparroquia que, ataviado de austera sotana marrón, dirigiría desde ese díacomo el nuevo párroco. El padre Rafael.

- Señor obispo…- ¿Otra vez, Rafael? Nuestro Señor pone a prueba duramentetu vocación con la apariencia que te ha dado…- Yo no quiero renegar de Sus decisiones, sin embargo…- No lo hagas, hijo. Lo he pensado y creo que lo que Diosquiere es ponerte en otro camino… tú sabes que la misión de losmonjes…- ¡No!- Rafael cogió la mano del hombre mayor y searrodilló, suplicante- El Señor me regaló con una vocación deservicio, no sólo de oración y contemplación…- Tranquilo, no se trata de cualquier monasterio. Supuse que

Page 6: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

más temprano que tarde, volverías aquí, así que esta vez heestado considerando tranquila y concienzudamente esta opción.Tenemos en un lugar agreste una congregación de lo quepodríamos llamar “monjes híbridos”. Son apenas dos padres,franciscanos, como nosotros, que contigo serían tres, que seencargan de la única escuela que hay en kilómetros a la redondaen las islas australes. Los niños viven en un régimen deinternado, con un par de salidas cada semestre nada más, por loque cumplirías con la misión de guiar a un rebaño, sólo que unomás puro e inocente que… bueno… no habría problemas con…tú me entiendes.- ¿Es eso posible?

El obispo miró a su joven aprendiz con cariño. Algo le decía que lareacción aliviada de Rafael, junto con el entusiasmo que veía en esos ojosque hacían pecar a las voluntades débiles… y a las fuertes, eran simple yclaramente la señal que el propio Señor les daba de que esta vez sí habíaencontrado su destino.

Page 7: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 1

- ¡Por Dios! Muchacho, estás empapado. Entra de una vez,anda.- ¿Padre Domingo?- Claro que sí. Y el padre Mariano está en este momento conla clase.

El padre Domingo era un hombre de unos sesenta y tantos años, de aspectoastuto y bonachón, que de inmediato le cayó bien a Rafael, preocupado deservirle un enorme plato de comida, encargarse de colgar su sotanaempapada frente al fuego y ofrecerle ropas secas.

- ¡Santo Dios!- ¿Sucede algo, padre?- No, chico, disculpa mi falta de tacto… es que como por finte he visto bien y me habían dicho que te enviaban aquí porquesueles llamar la atención de la gente de forma algo… picaresca,yo, en mis momentos de ocio, me dediqué a elaborar un buennúmero de teorías al respecto, pero ya entiendo de qué se trata elasunto… ¡Si es que eres como un ángel del cielo!- Mmmm…- Bueno, bueno, a no preocuparte. Felizmente aquí nodespertarás las pasiones a las que se refiere el señor obispo… almenos de mí doy fe… -por el rabillo del ojo el viejo zorro notóque entraba a la cocina el otro cura- …de Mariano no digo nadaporque… bueno, tiene sus excentricidades, ¿entiendes?- Rafael, no le hagas ningún caso a este viejo mañoso ychiflado. -el mencionado padre Mariano era un muchacho inclusomenor que Rafael, bajito y delgado, pero de ojos vivaces ymirada inteligente tras un par de pequeñas gafas ópticas- Comoya escuchaste, le gusta inventar historias como a cualquiera delas veteranas con las que cacarea por horas cuando va a confesar.Mucho gusto, yo soy Mariano.- El gusto es mío de conocerlos a ambos… y de que mepermitieran venir aquí.- ¡Faltaba más, hombre! No te quepa duda que nos hacía falta

Page 8: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

un tercero para interpretar correctamente a los tres chiflados.

Por fin. Esta vez sí que había llegado a un lugar donde se sentiría cómodo yútil. Sintió inmediatamente a sus dos compañeros como parte de sufamilia, como si los conociera de años y, encima de todo, ahora podríaenseñar la palabra del Señor, además de muchas cosas, a los favoritos deJesús, a los niños.

- Sólo falta que conozcas a Clarita.- ¿Una mujer?- No te preocupes. Verás… Clara es un encanto, una chicamuy inteligente y dulce que les enseña canto y danza a los niños.A veces también algo de urbanidad, sin embargo tu aspecto nodebe preocuparte con ella… si hay una mujer a la que no leimporte como luces es Clara, porque a ella no… mmmmm, creoque me estoy enredando...- No quisiera hacer preguntas prejuiciosas, pero…- Lo que mi apreciado Domingo intenta explicar tantorpemente no es que Clara sea extraterrestre, ni lesbiana para noderretirse con tus atributos físicos, mi estimado. Lo que sucedees que Clara es ciega.- Lo lamento.- Eso es bueno. Si te hubieras sentido aliviado, habría tenidoque darte un puñetazo.- Y si te alegrabas, yo te acomodaba una paliza.

Sin duda alguna aquel par no podía ser más de su agrado. Igualmente elhecho de tener que lidiar tan de cerca con una mujer no podía dejar depreocuparle, pero decidió no dejarse influenciar prejuiciosamente y esperara ver que sucedía.

Aunque llovía a cántaros y el cielo estaba más negro que de noche, apenasera media tarde, por lo que decidió poner sus cosas en orden en el pequeñocuarto-oficina que Mariano le había enseñado, para luego ayudar con lacena en la cocina y poder presentarse con los niños.

- ¡Padre Domingo! ¡Padre Domingo!

Page 9: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Rafael se volteó a ver quien gritaba con tanto asombro en su voz,encontrándose con una pequeña niña de no más de seis años que locontemplaba como quien veía a un fantasma, aferrando una vieja muñecade trapo contra su pecho como si fuera un talismán, cuando ambos curas sepresentaron corriendo alarmados.

- Margarita, princesa, ¿qué pasa?- Padre Domingo, el Señor ha enviado a un ángel a prepararla cena…- Jajajajajajaja ¡Niña, por Dios! -el hombre alzó a la pequeñay la puso en brazos de Rafael, cogiendo una galleta y probándolacon expresión crítica, mientras Mariano ocultaba la risa- Mirabien. ¿Te parece a ti que este pobre pecador con mano débil parael dulce puede ser realmente un ángel del Señor?- Hola, Margarita.- la niña dudó antes de poner su mano en lamejilla derecha de Rafael, que acarició con adoración, sin creersedel todo la explicación del padre Domingo- Yo soy el padreRafael.- Pareces un ángel, pero hueles a galletas y no tienes alas.- Pues sus galletas no tienen nada de divino… hay queespolvorearlas con más azúcar.- Domingo, -Mariano entonó la frase como una cancioncilla-recuerda lo del azúcar y la diabetes…- ¡Aguafiestas!

Antes de la cena, varios niños más entraron y salieron sigilosamente de lacocina, acompañados de Margarita, para ver al misterioso ángel de lasgalletas, que sonreía y olvidaba inocentemente algunas sobre el mesóncada vez, las cuales desaparecían junto con los curiosos visitantes.Así debía sentirse la felicidad absoluta, que le había sido tan esquiva.Pensaba que su corazón no podría sentirse más alegre hasta que escuchó alos niños y a alguien más cantando en el comedor. Seguramente debía serClara y, por lo que podía oír, ahora era él quien dudaba si en ese pequeñomonasterio habitaba realmente un ángel. La voz de la muchacha era dulcecomo el néctar de las flores y hasta el más basto de los ignorantesreconocería la hermosura de su timbre, con mayor razón alguien que

Page 10: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

gozaba tanto de la música como Rafael.

- Rafael, anda, siéntate en el comedor que Mariano y yo nosencargaremos de servir con algunos chicos. Hoy es tu cena debienvenida y no estaría bien que tú hagas todo el trabajo, enespecial para que después no hables mal de nosotros con el señorobispo…- Domingo, ¿no crees que estás muy viejo ya para estarembromando a la gente como si fueras un chiquillo? Deja en pazal pobre Rafael. Toma en cuenta que a tus años te va quedandomenos tiempo para arrepentirte de tus pecados…- ¡Y luego soy yo el malvado!- ¿Les puedo ayudar en algo?- Clarita, muchacha… - Rafael agradeció el haberse puestoen un rincón donde no incomodara para cargar las bandejasporque así nadie más pudo notar su expresión asombrada al ver ala chica. Además de tener la más hermosa voz que él hubieraescuchado, sin duda era la criatura más bella que había visto.Bueno, lamentablemente, según pensó, la segunda más hermosa,luego de la de la imagen que le devolvía cada día el espejo- No,no. Lo que puedes hacer es llevarte a Rafael y hacer que de unavez se siente en el comedor, ¿quieres?- Encantada. ¿Padre Rafael?- Sí… -él se sonrojó al notar que Mariano se daba cuenta deque la idea de ser escoltado por Clara lo incomodaba bastante,aunque agradeció que hubiera ignorado la verdadera razón- Aquíestoy…- ¡Es más joven de lo que imaginaba! Venga, cójase de mibrazo. Vamos a sentarnos y así le presento a los niños.- Claro, gracias.

Que Dios lo ayudara si permanecía allí, porque ahora que por fin sentía queencajaba en un lugar, le parecía demasiado dura la prueba de tener queluchar contra los sentimientos de los que él había sido siempre el causante,ahora vividos en carne propia, pues cuando Clara se alzó de puntillas parabesar su mejilla y lo cogió cariñosamente del brazo, hablándole con afectosobre cada pequeño, una sensación que nunca antes había experimentado le

Page 11: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

hizo sentir el corazón acelerado y las mejillas encendidas.

- Clarita, el padre Rafael es un ángel, ¿sabías?- ¡No! -que sonrisa más bonita tenía…- ¿En verdad,Margarita?- Sí. Dios lo mandó aquí a cuidarnos y a prepararnos galletas.- ¿Y tú cómo lo sabes?- Porque cuando…- Anda, no seas tímida, cuéntame.- Bueno. Es que cuando lo vi en la cocina… cuando me mirócon sus ojos tan bonitos, me dieron ganas de llorar, pero decontenta… como cuando ponemos al niño Jesús en el pesebre.

Entonces la niña alzó los brazos para que Rafael la cogiera y una vez másse quedó viéndolo con adoración, besando su mejilla y abrazándose a élcon todas sus fuerzas. Rafael cerró los ojos y se dejó llevar por unmomento. Las palabras y el cariño de la niñita, inocente y puro, también ledieron ganas de llorar de felicidad, por lo que Clara apartó la mano al notarhúmedas las yemas de sus dedos cuando quiso reconocer su rostro,comenzando por sus ojos.

- Perdón, no quise…- No, yo…- ¿Puedo?- Sí… -Rafael secó rápidamente sus mejillas con la mano-Por supuesto.- Si se siente incómodo...- No. -¿una mentira? Eso no era bueno, pero no, en verdad noestaba incómodo, pero sí estaba sumamente nervioso- Es quenunca…- Entiendo. ¿Te puedo llamar Rafael?- Sí.- Relájate, Rafael. –al escucharlo respirar profundo y soltarlentamente el aire, ella sonrió y llevó sus manos a sus mejillas,con el consiguiente aceleramiento a toda máquina de su corazón-Yo no sé discriminar como el común de la gente entre unapersona fea o bonita…

Page 12: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Eso a veces es algo bueno…- Y eso… -sus manos tenían un toque tan delicado, sin serdel todo suaves, seguro por el trabajo, tanto que finalmente serelajó de verdad, deseando que ella no dejara nunca de recorrersus facciones, las mismas por las que más de una vez debióconfesarse por pensar o decir que las odiaba, por lo queproducían en las personas- ¿por qué lo dices?- Mmmm…- Si te molesta hablar de ello, no lo hagas.- No sé si es molestia… es que no quiero que suene mal, peroes difícil explicarlo mejor…- Dime.- Espero que no fuera el caso, pero por lo general siMargarita tuviera diez años más, no habrían sido respecto a Jesússus palabras, más bien inspiradas por el otro lado de… lossentimientos.- ¿Hablas de pensamientos impuros?- Bueno…- Una de las cosas por las que no cuestiono la decisión delseñor de no haberme regalado con el don de la vista, -el últimoroce después de recorrer sus labios suavemente, obligándolo aaguantar un suspiro, había sido sin duda una caricia consoladoraen su barbilla- es que me ha otorgado la gracia de ver con otrosojos, mucho más sabios en estas cosas… la razón y el corazón.- Ese es un buen don…- ¿Y piensas que el tuyo no es bueno?- Yo…- Menos cháchara, muchachos, y a cenar.- ¡Cierto! Haz cocinado galletas toda la tarde sin comer nada.- No lo creas, el padre Domingo se encargó de llenar miestanque en cuanto llegué.- Ah, sí, Domingo. Espero que nos ayudes con él. Por másque intentamos esconder los dulces, las mermeladas y todas lascosas con azúcar, el muy bandido se las ingenia para empeorarcada vez sus glicemias.- Me parece más travieso incluso que muchos de los niños…- En cambio Mariano es un santo… hasta que tienes la mala

Page 13: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

idea de sentarte a jugar cualquier juego de mesa en contra de él,te lo advierto.

¡Dios! El sonido de su risa era tan hermoso y no podía dejar de mirarla.Pero debía hacerlo. Rafael nunca había dudado de su vocación, por máspruebas y dificultades que se le habían presentado y no es que ahora lohiciera tampoco, porque pensaba que Clara generaba en él las mismasemociones que le provocaría el encuentro con un verdadero ángel. ¿Quiénpodría estar frente a un ángel y no sentirse inexplicablemente absorto consu belleza y gracia?

Page 14: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 2

- Aún llueve… ¡Lleva lloviendo así casi diez días! ¿Qué esesto? ¿El nuevo Gran Diluvio?- No sé cuál es tu problema con la lluvia, Domingo, sobretodo en esta zona que es de más días lluviosos que soleados…Parece que no llevaras veinte años viviendo aquí.- No es la lluvia lo que me molesta y lo sabes. Lo que mevuelve loco es el no poder ir por allí a caminar al campo, a hacervisitas y a cumplir con mis labores fuera del internado.- ¡Ah! Ahí estaba la cosa. Lo que te viene haciendo falta esuna buena dosis de rumores y cotilleos, ¡viejo fisgón!- ¡El tiempo es sabio y el diablo, viejo!- Ah, no, ¿ya estamos en lo de los refranes? Mejor voy abuscar a Rafael a la capilla… Creo que le quedaban algunoscaramelos que puedo ganarle todavía en el póquer…- El azar no existe, por eso Dios no juega a los dados…- ¡No inventes! Me largo de aquí.

Rafael llevaba casi tres horas frotando el mismo cáliz, más absorto en suspensamientos que en la labor que se había propuesto hacer para matar lashoras sin clases y con lluvia.

Desde el día siguiente a su llegada al monasterio que intentaba dejar detrabajar sólo las horas necesarias de descanso para cualquier persona. Noes que normalmente fuera un holgazán, para nada, pero si su mente teníaun momento de ocio, inmediatamente era ocupada por el hermoso sonidode la voz de Clara y la completa inocencia y belleza de su sonrisa.

Aún no se sentía lo suficientemente fuerte y preparado para ubicar a lachica en el lugar de su corazón destinado a todos los hijos del Señor, peoraún porque ella no había alcanzado a marcharse a su casa antes de queaquella travesía se convirtiera en un enorme riesgo por las inundaciones yse quedó a alojar allí como solía hacer, pues no era poco frecuente quepasara varios días en el monasterio en pleno invierno.

Además de aquellos acontecimientos fortuitos, se le hacía extremadamente

Page 15: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

difícil permanecer lejos, pues el monasterio era un lugar relativamentepequeño y, sumado a ello, Clara parecía haberse prometido a si mismallegar pronto al mismo nivel de confianza y amistad con él que con losotros dos religiosos, por lo que muchas veces al día iba en su busca,algunas tan sólo para acompañarlo en silencio.

Si ella supiera de la forma que lo afectaba, seguro que se alejaría, tal vezincluso se molestaría, pero, ¿cómo iba a decírselo? Sobre todo porque cadavez que la tenía a su lado se sentía increíblemente feliz, aunque luego loagobiaran aquella suerte de remordimientos por no haberse podido resistiry permitirse aquellos sentimientos.

- Rafael, amigo, por favor no frotes más esa copa, porque elbaño de oro es sumamente fino y creo que estamos a punto deperderlo…- ¿Eh?- ¡Por Dios, hombre! Creo que además de falta de sueño, talvez tienes falta de luz eléctrica y por eso te inquietas… suelepasar que estemos varios días así cuando hay temporal y hay queencontrar alguna forma de distraerse, más un recién llegado de lacapital.- Mariano, ¿sólo viniste a fiscalizarme o acaso quieres algoen especial? ¿Una manito de naipes tal vez?- Me ofendes… una “manito” se acabaría en unos minutos yno quisiera arrebatarte tus golosinas en ese tiempo, aunquepuedo, ¿eh?- No lo dudo… está bien, pero de verdad que lo hago por lasalud del cáliz.- Chico listo… ¿O no? Jajajaja, ya, vente, te prepararé un técon canela y aprovechas de contarme aquello que te hace darvueltas y vueltas en la cama por la noche. -Rafael lo observóasombrado al notar que Mariano se había percatado de aquellopor más que intentó hacer el menor ruido posible- No tepreocupes, es que yo tengo el sueño demasiado ligero, pero nadiemás lo sabe, al menos no por escucharte, pero las ojeras ya se tenotan a unos pasos.- Debe ser que me cuesta creer que por fin he pasado más de

Page 16: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

una semana en el mismo sitio y aparentemente las cosascontinuarán así de bien. La felicidad también quita el sueño aveces…- Y yo te quitaré los caramelos, mi querido muchacho.¡Vamos!- ¡Nada de eso! -Clara les sonreía con la nariz sucia y suhermoso pelo castaño enmarañado desde la puerta- Rafael,recuerda que prometiste afinar el piano que estaba en la bodega yyo ya lo limpié, que era mi parte del compromiso…- Ah, bueno, Clarita. Si es por tan noble misión, te cedo unrato a mi oponente, pero recuerda que cuando acabe con él, es tuturno y sé que te trajiste las ricas calugas que hace tu madre, lashe visto circulando entre esos niños golosos…- ¡Vaya cosa! ¿Y yo no pinto nada en esto?- Anda, Rafael, no te hagas el inocente conmigo, yo sé lo quete traes entre manos…- ¿Entre manos?- de pronto Rafael se sintió descubierto ensus dilemas, sin saber qué decir o cómo reaccionar- Yo…- Sí, ya sé que pretendes excusarte siempre de jugar por tocarel bendito piano, pero alégrate de que disfruto la música y no telo tendré en consideración. Además es mejor para todo el mundoque le quite los dulces a Domingo.- ¡Me has pillado!- Menos charla, caballeros y ven conmigo. -Clara lo cogiódel brazo y lo guió prodigiosamente rápido por pasillos estrechoshasta la bodega donde el pequeño piano reinaba al centro con sumadera pintada lustrada hasta brillar y sus bonitos candelabros alado y lado pulidos prolijamente, al igual que los tres pedales debronce- Creo que te dará bastante trabajo pues tiene algunascuerdas gastadas y teclas rotas, pero confío en que lo repares yme enseñes a tocarlo.- Pero pensé que tú sabías…- No, no habría podido saber… un piano es un instrumentomuy caro y el único que existe en kilómetros a la redonda es éste,legado del padre Agustín, que murió hace unos cinco años y queya desde mucho antes de eso que no lo tocaba precisamenteporque estaba dañado y sin quien lo reparara. Mariano llegó aquí

Page 17: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

a hacerse cargo de su puesto, pero sin saber de música más quegraznar como un cuervo el pobre, por eso la misa la siguecantando Domingo.- Has conocido a la mayoría de los religiosos que han pasadopor este monasterio, ¿verdad?- Sí, claro, al menos desde que yo nací, porque estemonasterio tiene bastantes más años que yo. Mi familia es depastores y casi nunca están un tiempo fijo en casa, ni mis padres,ni mis hermanos. Era complicado dejar sola y casi aislada a unaniña ciega en estos parajes y aunque yo sé que lo habría hechomuy bien, no me dejaban acompañarles, por lo que pasé casi todami infancia aquí… Lo bueno es que aprendí muchas cosas conlos monjes y con el tiempo he podido devolverles el favor ycompensar su cariño con mi ayuda.- Los niños te adoran.- Y los curas. Bueno, Domingo y Mariano…- Aunque apenas nos estamos conociendo, yo también teaprecio, Clara.- ¡¿De verdad?! -¡Ay, Dios! Era injusto que unos ojos tanbonitos no cumplieran su principal función, más cuando seiluminaban así acompañados de una de esas sonrisas que lotenían en grandes aprietos- Yo pensé que…- ¿Qué cosa?- Bueno, -que hermosa era, con sus mejillas sonrojadas antela duda si revelarle o no sus pensamientos- pensé que te tenía yaun poco agotado y fastidiado por pasarme el día entero tras de ti.Pero no es por mal, es que siento en ti algo…- ¿Algo?- No sé decir lo que es, pero… sé que me necesitas, no mepreguntes por qué, pero así es y yo necesito estar allí paraayudarte.- Yo me alegro de tenerte cerca. -no podía expresarle cuántoy no se atrevía a pensar de qué forma, pero era cierto, Rafaelnecesitaba estar cerca de Clara, aunque ello lo hiciera pasar lasnoches en vela y los días con un nudo en la garganta- Eres unajoven realmente encantadora y me agrada mucho tu compañía.- Sí… aunque sea en silencio, me gusta estar contigo, me

Page 18: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

siento muy bien a tu lado. Puedo imaginarte concentrado orando,o cocinando tus famosas galletas, o vendando las rodillaslastimadas de un niño travieso…

¡Dios! No era posible, no debía ser, sin embargo Rafael tuvo que haceracopio de hasta su última baza de fuerza de voluntad para no inclinarse yrozar sus labios con los de ella al tenerla tan cerca.

Hace muchos años, más que la mitad de su vida, que no pensaba en algo asíe incluso entonces nunca se le había presentado tan imperiosamente lanecesidad de aquel tipo de contacto físico. Y como si ya no fuera todoaquello extremadamente confuso y complicado, Clara simplemente loabrazó.¡Señor! ¿Cómo iba a poder contenerse, si lo único que le pedía cada fibrade su cuerpo era estrecharla más contra si? Y si fuera sólo cosa de carne,sería más fácil apartar esas necesidades, pero sentía el corazón hinchado deun sentimiento claramente feliz y que a la vez era terriblementeangustiante.

Debía hacer algo… algo o los latidos a toda marcha iban a hacer que sucorazón saliera a la carrera de su pecho. Tal vez si…

- Rafael…- ¿Sí?- ¿Te sientes incómodo, verdad?- Bueno, yo… -por suerte Clara no estaba en los mismosproblemas y podía mantener la perspectiva de aquello en sulugar. Sin embargo cuando pensó que se apartaría de él, cogió sumano entre las suyas, mucho más pequeñas y maravillosas antesus ojos y la besó, para luego ponerla en su propia mejilla- es queyo…- No hay nada de malo, ni es pecado que un religioso seaafectuoso, Rafael. De seguro no has podido liberarte en eseaspecto por lo que te ha tocado vivir en otros sitios, pero créeme,yo no voy a hacerte daño ni a hacer que tengas que irte de aquí.- Gracias.- Pues entonces no estés tan tieso y a la defensiva y dame un

Page 19: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

abrazo, ¿sí?- Sí…

Rafael la cogió entonces por la cintura y la alzó para poder abrazarla a sualtura. La risa de Clara al sentirse como una niñita en ese acto se lecontagió en seguida y aunque aún sus emociones eran muchas más de lasque podía revelar, se relajó casi por completo, haciendo caso de laspalabras de ella, dejándose llevar lo más que era posible y correcto para él.

- ¿Lo ves? No hay nada de malo y encima por fin pude sabermás o menos que tan alto eres. Bájame despacito, quiero sentirnuevamente la distancia que hay hasta el suelo.- De acuerdo.- ¡Vaya! Eres todo un roble, tan grandote. Lo suponía por elsonido de tu voz a otra altura que la nuestra, pero es más de loque había imaginado.- Tengo una idea. Dame tu mano.- Sí.- Ahora párate a mis espaldas y deslízala por ella haciaarriba hasta que no haya más de mí y puedas calcular con ellocuanto más alto que tú soy.- ¡Buena idea!

No, mala idea, porque no se le ocurrió pensar en las consecuencias queaquel contacto podría provocarle. Clara deslizó lentamente las manosdesde su cintura hacia su espalda y su cuello y coló los dedos entre su pelo,haciendo que un escalofrío lo recorriera por completo y que volviera asentirse… mejor ni pensar en un nombre para aquello.

- ¡Por Dios! A punto he estado de creer que no me alcanzaríael largo de los brazos. Eres casi un Goliat.- No tanto, es que tú eres bajita.- ¿Me estás diciendo pequeña? -Clara lo enfrentabafalsamente disgustada y de improviso lo hizo inclinarse con unrápido movimiento de su mano que se apoderó de su rodilla porcada costado con una extraña y cosquillosa sensación que lomantuvo así hasta que ella apartó la mano con una sonrisa

Page 20: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

triunfal- Pues tienes razón, soy chiquita, pero sé comoenfrentarme a un gigantón como tú para ponerlo a su real altura.

Eso lo hizo reír. Realmente reír en toda la regla. Ella tenía razón, con algotan simple e inofensivo lo había dejado completamente sometido sinimportar que le sacara más de treinta centímetros de estatura y ni hablar dela diferencia de fuerza o de peso.

- Pues desde hoy serás para mí una “Pequeña David”.- Me gusta, me parece bien que tengas claras tuslimitaciones, grandulón.- Y ahora veamos ese piano. No quiero que vuelvas a tenerque hacer eso de la rodilla cuando te enfades porque me tarde conla reparación.- ¿Acaso te asusto?- Pues… -era cierto, temía, pero no de ella, de él mismo- …algo así.- Muy bien, para que no me hagas enfadar.- De acuerdo.

Tres días después por fin dejó de llover y Domingo y Clara no tardaron ensalir. Cada cual por su parte tardaría un par de días en volver, por lo queRafael se propuso confiscar todos los dulces y reparar y afinar, en loposible sin repuestos, el piano para ayudar a Domingo con su crecienteproblema de diabetes y comenzar en seguida con las lecciones de músicade Clara. Afortunadamente podría dedicarle a ello la mayoría de su tiempoy contaba con la ayuda de Mariano y de los niños mayores para cuidar yalimentar al rebaño, pues habían adelantado bastante respecto a sus clasesen los días en que no había nada más interesante que hacer y ahora podríangastar el tiempo y la energía acumulada jugando por los jardines y a laentrada del bosquecillo.

- Tienes grasa en la cara.- ¿Cómo?- Que te has llenado la cara de la grasa que le estas poniendodentro al piano.- No sabes lo mal que está este pobre ancianito, pero ya casi

Page 21: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

se puede tocar algo sin destemplarte los dientes.- Deberías tomarte un par de horas para ti, Rafael. Desde quellegaste aquí no has parado.- Nunca estuve en el mismo sitio el tiempo suficiente comopara poder acabar con alguna misión que me hubiera propuestocumplir y no es que tema que mi partida se encuentre cercana,espero que Dios me ayude con eso, pero quisiera por una vezsentir la sensación de culminar una obra.- ¿Sabes? No sé si lo que te diré es algo bueno o malo, peroes lo que opino. Me pareces un hombre atormentado buscandodesesperadamente redención…- ¿En verdad? -Rafael apartó la vista del interior del pianopara encontrarse con la mirada pensativa de Mariano- Pues puedeque de cierta forma tengas razón.- No deberías torturarte tú mismo por acontecimientos quehan sido decididos por el Señor. Sólo Él sabe cómo hace lascosas y por qué.- Lo sé, sin embargo a veces pienso que Dios me seguíapresentando una y otra vez la misma prueba a la espera de que yohiciera algo para superarla, sin embargo hasta ahora no lo logré ybueno…- ¿Y sientes que debes deslomarte trabajando ahora que síhas encontrado un camino que te dejen recorrer?- Nunca pude cultivar mi vocación, por más que quise… noquiero sonar arrogante, pero sé que tengo la capacidad de hacermuchas cosas por los demás y sólo por… ¡Dios mío! Erafrustrante querer conversar con un matrimonio con problemassobre la forma de ayudarlos y de educar a los hijos concomprensión y fe cuando el hombre sentía ganas de partirme lacara y la mujer de meterse bajo mi sotana.- Eso de tu aspecto es un don extraño… no lo sería si tuvocación hubiera sido otra e incluso pudiste sacarle provecho, sinembargo ser impresionantemente bien parecido y ser un religiosocon el deber y el sacrificio de la castidad…- Muchas veces he dudado de que sea un don, más bien creoque es una extraña cruz.- Mmmm, es complicado… hay tanta gente que daría su

Page 22: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

mano derecha por ser un poquito más como tú, aunque resultebanal, pero la banalidad es muy humana.- Lo sé, como también es humana la debilidad y yo he sidodébil y renegado muchas veces de esta decisión del Señor dehacerme así…- Bueno, amigo, por suerte aquí tu aspecto sólo impresionapara bien e incluso ha compuesto a los más mañositos de losniños, haciéndolos comer la comida preparada por el “Ángel delas Galletas”.- Margarita es una niña adorable… todos lo son. Los niñosaquí son más inocentes de los que había conocido, ha de ser queno hay acceso a caricaturas violentas o subidas de tono…- A veces los medios y recursos materiales no son un aportepositivo, en especial en mentes en formación. Yo mismo heaprendido de la sabiduría de la vida aquí como nunca aprendí enel colegio, ni en la universidad.- ¿Fuiste a la universidad, Mariano?- Sí, pero en segundo año me retiré de física para entrar alseminario.- ¡Física! Hay que tener una azotea bien amoblada paraestudiar eso…- Bueno, la física es hermana melliza de las matemáticas y lamatemática lo es todo en los juegos de supuesto azar, por eso megustan tanto y me va tan bien en ellos, por lo que te recomiendomantener en mente esa información por tu bien… y la mantengasen reserva, porque es la mejor forma que tengo de alejar aDomingo del azúcar… lamentablemente como a mí los dulces nome gustan y los regalo a los niños y los niños le guardan a él…ya inventaré un método para solucionar aquello.- Mariano, eres un buen hombre y Dios bendiga tuinteligencia.- Tú también eres un buen hombre, Rafael, tal vez muchomejor que Domingo y sin duda mejor que yo. Debes dejar depreocuparte tanto por lograr concretar grandes obras y solucionarlos problemas de los demás tú solo y comenzar a dejar que tusbuenas intenciones y tu fe hagan trabajos más modestos que sesumen unos a otros y verás como también tu vida mejora. Quien

Page 23: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

vive mejor, mejora la vida de los demás…- ¿Sabes? No sólo eres inteligente para las ciencias, enverdad eres un joven sabio, una mezcla difícil de encontrar.- Y a ti es difícil encontrarte tras toda esa mugre. Anda, dateun baño y luego sal a pasear. Yo me encargo de mantener en altoel cuartel.- Gracias.

Page 24: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 3

El viento frío directamente en la piel y el pelo mojado lo hizo temblar,pero también sentirse más vivo que nunca en aquellas lejanías.

El lugar era muy hermoso, más con el sol brillando alegremente, aunquesin el suficiente calor, arrancando resplandores de todos colores a laspequeñas gotas que pendían de las hojas, las ramas y algunos tímidospétalos de las flores que comenzaban prematuramente a florecer.

Muy a lo lejos podían verse los hilillos de humo en las islitas delarchipiélago de las cocinas a leña y las salamandras encargadas de calentara los pastores que habían vuelto de los cerros con el frío metido en loshuesos y de los pescadores empapados de pies a cabeza, pero con las redeshinchadas de escurridizos y brillantes pescados. Tal vez más hacia elverano podría llevar a los niños de pesca y aprovechar de hablarles delpescador de hombres que había sido Jesús.

Rafael cerró los ojos y aspiró profundamente ese aire absolutamente puro,cargado únicamente del exquisito aroma de la tierra y la hierba mojada, delos pinos y los boldos que abundaban y formaban bosquecillos que se ibanentrelazando unos con otros en las quebradas, internándose en ellos amarcha ligera, sintiendo y percibiendo todo a su alrededor.

Sin poder evitarlo, cayó de rodillas y alzó la mirada al cielo que asomabaentre las ramas y las hojas dando gracias por todas esas bendiciones, poraquel lugar hermoso donde se sentía útil y acogido, por Domingo yMariano, que eran como su familia, por todo el cariño y la ternura de losniños… y por Clara.

- Señor, por favor te lo pido, no hagas que deba volver apartir. Me siento feliz aquí, quiero quedarme… Te pertenezco, heentregado mi vida a tu servicio y yo no quiero cometer errores,no quiero hacer ningún mal… sé que Clarita debe ser una de tushijas preferidas por su dulzura y pureza… No quiero pecar ni depensamiento, quiero merecerme esta tarea que me has dado…

Page 25: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Una leve y cálida brisa surcó aquel bosque austral, envolviéndolodulcemente, despeinando su cabello y llevándole el aroma de la naturaleza,calmando su ansiedad, haciéndolo sentir que el Señor aprobaba suspalabras y lo alentaba a continuar allí, donde Él había querido enviarlo.

- ¡Rafael! Ven, Domingo ha vuelto y tiene algo para ti…- ¡Ya voy!- correr colina arriba lo llenó de energías y le diocolor a sus mejillas, además de aquel estado de paz que habíaconseguido que lo hacían lucir, si es que eso era posible, aún másapuesto y regio- ¡Que alegría que volvieras, amigo!- ¡Vaya! Algunos deberían aprender de ti, mi estimadoRafael… -Domingo no podía desaprovechar la oportunidad debromear en cualquier ocasión, uno de los puntos por los que másle simpatizaba a todos, por su alegría y cierta picardía,fingiéndose dolido con su compañero más antiguo- Marianonunca me ha recibido tan contento…- Sabes que eso no es del todo honesto, Domingo, y que todaescoba nueva y bien tratada barre bien.

Mariano hizo entonces como que el otro hombre no estaba presente y sedirigió exclusivamente a Rafael para aclararle la razón de su inexistentedesamor mientras ponía inconsecuentemente la mesa para servirle un granplato de comida al viajero.

- Cuando llegué aquí parecía una de aquellas viejasignorantes que aseguraban que el padre Agustín había dejado estemundo porque yo ya había sido designado como su posiblereemplazante antes de su súbito deceso. Por consecuencia, a míme recibió a regañadientes y se dedicó un par de meses aponerme las cosas cuesta arriba, ¡sería bueno que hicieramemoria!- Mmmm, no recuerdo yo…- Claro que lo recuerdas, como también recuerdas quecomenzaste a portarte como un hombre con dos dedos de frenteconmigo y dejaste de pensar mal de mí cuando tuviste undesmayo por una “subidita de azúcar” y yo, con el favor de Dios,te descubrí ahogándote en la vertiente en una de las vacaciones

Page 26: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

de los niños y pude reanimarte.- ¡Cierto! -Domingo alzó en brazos y besó repetidamente aMariano, que se revolvía intentando soltarse inútilmente debido ala diferencia de tamaño y complexión de ambos curas- Gracias aDios y gracias a mi salvador.- ¡Bah! Pasara lo que haya pasado, a mí no me engañan.Ninguno de los dos. A ambos les encanta este jueguito y ahoratenerme en él para el tira y afloja les resulta mucho másdivertido. Pero yo sé que se adoran, no soy tan bobo comoparezco…- ¡Epa! El muchacho no es sólo una cara bonita jajajajaja,¡felicidades!- Tienes toda la razón, Rafael mío. Yo sabía que no podíanser tus desabridas galletas tu máximo talento o habrías sido unacruel decepción. Es por eso que he venido cargando este grancuenco de miel para que tus preparaciones mejoren e incluso hetenido la deferencia de no meterle mano… bueno, no mucha, sóloun par de probaditas.- Domingo, tú no tienes arreglo.- Así me ama mi Señor Bendito.- No tengo ni la menor duda.

Domingo se la pasó gran parte de la tarde contándole las nuevas de la gentede la zona, repartiendo cartas a los niños mayores de sus familiares y besosde parte de las de los menores a los pequeños.

Mariano le ayudó a transportar el piano a una de las salas de clases paraque hubiera suficiente espacio alrededor para que todos pudieran obtenercierto grado de conocimientos de música, tocándolo o cantando al compás.

Después de cenar y antes de ir todos a la cama, Rafael se escabulló delcomedor y se sentó satisfecho ante el instrumento, acariciando las teclasenchapadas una por una antes de comenzar a tocar. Hacía tiempo que no lohacía, sin embargo siempre había presentado una natural habilidad para lamúsica y no tardó en tener un nutrido público, encabezado por Margarita,que contemplaba con adoración al Ángel de las Galletas desde las rodillasde Domingo.

Page 27: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

En vista de la corta edad promedio de su público, Rafael comenzó a tocarlas canciones que les había escuchado cantar a los niños, los que alegres, loacompañaron con sus voces. Y antes de que se hiciera más tarde, se dio unpequeño gusto personal, interpretando al piano y con su voz grave una desus canciones favoritas: El día que me quieras.

Y entonces la máxima felicidad, pero la máxima angustia que habíasentido a la vez inundaron su corazón, pues de pronto sintió unas manosque se posaban sobre sus hombros con delicadeza y le acariciabancariñosamente al tiempo que la dulce voz de Clara, a dúo con la suya,convertía en magia pura la letra de aquella hermosa canción de amor.

- La noche que me quieras desde el azul del cielo, lasestrellas celosas nos mirarán pasar y un rayo misterioso haránido en tu pelo, luciérnaga curiosa que verá... ¡que eres miconsuelo!- ¡BRAVOOOOOOOOOOO!

Y entonces Clara se inclinó y lo besó en la frente, despertando en él unsentimiento simplemente abrumador.

Sin la menor posibilidad de retorno y sin duda alguna, Rafael se habíaenamorado de ella.

- Muy bien, niños, ahora a dormir y que tengan dulcessueños.

Domingo y Mariano se llevaron a los niños por los pasillos a susdormitorios, dándole tiempo a Clara de apreciar el gran trabajo que habíahecho Rafael al reparar el piano.Y ella le hablaba, sí. Con voz emocionada le contaba algo, pero él no podíaatender a sus palabras, ni siquiera conseguía verla.

En su interior los esquemas de su mundo se le caían a pedazos y su alma sehabía agazapado, mortalmente aterrorizada.

Page 28: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

¿Por qué Dios le había dado aquella señal de aprobación en el bosque, siahora había permitido que se le hiciera imposible continuar en aquel lugarsirviéndole y a la vez que su corazón no pudiera entregarlo por completo aÉl?

Aún peor, ¡no podría hacerlo en ningún sitio! Porque aunque escapara deallí, aunque pusiera medio mundo de distancia y no tuviera un segundomás de descanso hasta el día de su muerte, sabía que aquella joven se habíagrabado a fuego en su alma y no podría olvidarla, sería tan absurdo comoquerer matar un trozo de su corazón y vivir con el resto una vida plenadedicada al Señor.

Sin pensar, como si quisiera apagar las voces de su mente, se puso de pié ycorrió a su celda sin mirar atrás y sin detenerse porque ella lo llamaraasustada, ni siquiera cuando tocó a su puerta preguntándole si seencontraba bien. Sólo al escuchar la voz preocupada de Domingo,respondió algo sobre viejos recuerdos y que necesitaba estar a solas y porfin se encontró él mismo con su verdad y todo el resto de su vida parasufrir por su caída y su pecado.

Page 29: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 4

- Ya van dos días… ¡eso no es sano!- Deberíamos ir y sacarlo de allí a la fuerza, quiera o no.- Muchachos, no sean rudos con él. Pobrecito, Rafael, ¿quiénsabe en qué cosas estará pensando? Recuerden que para él no hasido nada fácil poder cumplir con su vocación…- Clarita mía, un hombre es un hombre, sea religioso o no.Somos simples y básicos. El problema de Rafael es un cuentoantiguo de FALDAS, te lo aseguro.- Puede ser, Domingo, por lo mismo hay que tratarlo condelicadeza y darle su tiempo.- Darle tiempo sí, Clarita, pero no ha querido comer…- Bueno, Mariano, en eso sí tienes razón. No sería bueno quese debilitara con el frío que hace, podría enfermarse…- ¡No se diga más! O sale hoy por las suyas y se sacude losfantasmas o esta noche iré yo, lo sacaré de allí y le espantaré lasmusarañas tirándolo al arroyo, ¿han entendido?- Me parece un poco brusco, pero bueno, después de todo elsuperior aquí eres tú y yo también pienso que no le viene bienestar allí encerrado dándole vueltas y vueltas al problema que seaen la cabeza.- Si no hay más que hacer, al menos permítanme laposibilidad de hablar con él e intentar que se decida por lasbuenas, ¿sí?- De acuerdo.

Clara cogió una bandeja de madera y puso en ella un tazón de café conleche y un gran sándwich con mantequilla y queso de cabra que ella mismahabía traído, además de un vaso de mistela que había preparado Domingo.

Le preocupaba sobremanera la reacción de Rafael. Tenía absoluta certezaque ella tenía algo que ver con aquellos recuerdos, que algo en esa canciónlo había puesto así.

Sólo habían pasado dos días, pero tenerlo allí tan cerca y a la vez encerradoy aislado tan lejos en su mundo interno la hacía sentirse muy

Page 30: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

apesadumbrada. Lo extrañaba muchísimo, aunque nunca hablarandemasiado. Pensaba que él era un hombre demasiado dulce y bueno y queluego de conocer a alguien así era muy difícil acostumbrarse a no sentirlopresente.

- ¿Rafael? -nada, no había ruido y tampoco respuesta, por loque golpeó suavemente a su puerta- Rafael, por favor contesta.

Nada. Ni un sonido, como si él no estuviera allí.

Clara lo pensó un par de minutos, dejó la bandeja en una banca junto a lapuerta y, como sabía que aquellas habitaciones no tenían cerrojo, abriósuavemente para aguzar el oído a ver si podía saber qué estaba haciendo él.

El interior de la celda estaba muy frío, aunque en seguida dejó escapar unsuspiro de alivio al escuchar su respiración… pero no era normal, había unleve silbido en ella y al acercarse a la cama, sin siquiera tocarlo, notó quedesprendía bastante calor y humedad que sus sentidos agudizados por lafalta de visión podían percibir.

Sin perder un segundo, corrió hasta la cocina donde aún estaban Domingoy Mariano bebiendo una copita de mistela.

- Muchachos, Rafael tiene mucha fiebre. Necesito que meayuden.- ¡Vaya tipo más idiota!- Tranquilo, Domingo, déjame ir a mí con Clara, ¿sí?- De acuerdo, pero si no lo notas bien, avísame en seguida.- Sí, por supuesto.

Clara acarició suavemente su frente acalorada y perlada de sudor mientrasMariano le tomaba la temperatura. Efectivamente tenía mucha fiebre, casicuarenta grados y su respiración parecía más dificultosa que antes, como sirespirara por un tubo tapado a medias.

Lo primordial era bajarle la temperatura para que reaccionara, por lo queClara le pidió a Mariano un recipiente grande con agua fría mezclada convinagre y unos paños para refrescarlo. Mientras él iba a buscar todo lo

Page 31: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

necesario, ella dobló hacia atrás la delgada ropa de cama para luego podercambiarla y con dificultad le quitó la sotana, pues ni siquiera se habíacambiado la ropa.

Clara no imaginaba cuantas mujeres habrían dado lo que fuera por estarpor un segundo en su posición, con él desnudo en una cama y a su completadisposición, sin embargo ella ni siquiera sabía lo impactante de ladiferencia del aspecto de ese hombre comparado con el de casi todos losdemás. No por ello no sentía algo distinto por Rafael que por cualquierotro, pero no era el momento de pensar en nada más que en su bienestar,por lo que hurgó a tientas en sus cosas y encontró una camisa limpia yholgada que le puso sin abotonar.Cuando Mariano llegó con los implementos, Clara cogió una de laspequeñas toallas de manos y con ella y un poco de alcohol, frotó porcompleto el torso y el cuello de Rafael antes de poner sobre su abdomenperfectamente esculpido, fruto de una vida austera y de trabajo constanteademás de unos genes favorecidos, otra toalla húmeda y fría con aquellapreparación de agua y vinagre para la temperatura.

Eso lo hizo jadear y entreabrir los ojos, una buena señal, pues habría sidoterrible que no sintiera siquiera aquel contraste tan extremo detemperaturas entre su piel ardiente y la fría humedad del remedio.

- ¿Rafael? ¿me escuchas?- ¿Mmm?- ¿Cómo te sientes? -él parecía bastante confundido y noconseguía centrar del todo la mirada- ¿Te duele algo?- …

Clara humedeció y estrujó otra toalla y con delicadeza la acomodó sobre sufrente cuidando que el agua con vinagre no fuera a escurrir hacia sus ojos.

Mientras Mariano había quitado la ropa húmeda de cama que lo cubría ytenía lista una sábana junto a él, pues había aprendido como tender la camade alguien que no pudiera levantarse para ello trabajando con ancianos.

- Mariano, debemos darle paracetamol para la fiebre y agua,porque ha sudado bastante y tal vez no ha bebido muchos

Page 32: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

líquidos.- Sí, tienes razón. Lamentablemente con los resfríos de losniños estamos sin esa clase de medicamentos. Pero agua sí quehay. Lo levantaré un poco para que tú puedas dársela, ¿bueno?- Sí, por favor. -Clara cogió un vaso y lo acercó suavementea sus labios, haciendo que el líquido entrara lentamente en suboca, sin embargo al momento de tragarla, apenas pudo retenerun poco, pues parecía sentir mucho dolor y más al carraspearpara evitarla- ¡Ay, pobrecito!- Creo que esto es de la garganta, Clarita. Iré a buscar unalinterna para alumbrar mejor. –en un dos por tres estaba de vueltacon la linterna para emergencias- Por favor sostén su cabeza enesta posición para revisarlo… ¡Ay, amigo, con razón te duele!- ¿Qué pasa? ¿Qué tiene?- No soy médico, pero sólo con echar una mirada no temodecirte que es o faringitis o amigdalitis o ambas y por laspequeñas plaquitas blancas, al menos no es contagioso en el aire,pero habrá que lavar muy bien todas las cosas que use por variosdías… esto es una fuerte infección.- ¿Y eso duele mucho?- Bastante, Clarita… lo mejor sería llamar a un médico.- ¡Por Dios! ¿Está muy grave?- Grave como para morir, no, pero no podemos permitir quela infección se expanda y mucho menos que le siga subiendo lafiebre, pues sobre los cuarenta grados para un hombre adultoresultaría… bueno, se pierden neuronas, el resto no es importantepara un religioso.- ¡No permitiré que pierda nada, religioso o no! Le pediré aDomingo que vaya al pueblo y llame a un médico.- Más vale que yo vaya. Aparentemente volverá a llover y elviejo no puede exponerse a eso.- Tienes razón, pero por favor, Mariano, ten muchísimocuidado. No quiero que tú te enfermes también, ni que vayas atener un accidente.- Despreocúpate, mi niña. Yo parezco delgado y un poquitoendeble, pero soy muy resistente… mucho más que nuestro bobograndulón aquí presente.

Page 33: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Pobrecito, de no ser porque nos decidimos a asegurarnos deque estaba bien, podría a estas horas estar mucho más afiebrado.- Has hecho un gran trabajo, Clarita. Acabo de revisar sutemperatura y ahora apenas pasa los treintainueve grados, es casiun punto completo menos que antes…- ¡Gracias a Dios! Y también gracias a tu ayuda, Mariano.- ¿Cómo va todo?- Está mejor ya, Domingo, pero tiene muy inflamada lagarganta y necesitará posiblemente antibióticos. Iré al pueblo atraer al médico.- ¿Y qué haremos nosotros mientras? Al menos vas a tardarunos tres días si hay marejada…- Lo más importante es que se rehidrate, así que conpaciencia, ayúdalo a tomar agua, mejor aún un poco de caldo, asítambién se nutrirá mejor en estos días.- De acuerdo.- Si no les molesta, me gustaría quedarme a cuidarlo.- Claro que no nos molesta, mi niña, pero siempre y cuandono te descuides de ti misma en ello, ¿sí?- No lo haré, Domingo. Si tú lo autorizas, pediré a los chicosmás grandes que me ayuden a traer el colchón de mi cama aquí,así podré descansar y velar por él durante la noche, recuerden quemi oído es mucho más agudo que el de ustedes y despertaría sinoto algo extraño…- Mmmm, bueno, después de todo Rafael no es un monje yademás es por su salud… está bien.- ¿Amigos?- ¡Rafael!- ¿Qué hacen todos aquí?- Y lo preguntas… Hombre, nos has dado un buen susto.- Me siento fatal… -Rafael se llevó la mano a la gargantaadolorida y notó lo inflamada que estaba- ¡Ay! Perdón… a vecesme pongo muy mal de la garganta.- Sobre todo cuando le das vuelta a los recuerdos, ¿no?- Discúlpenme si los preocupé, por favor.- Ya guarda silencio y trata de tomar algo de agua, ¿sí?Mariano va saliendo para el pueblo a buscarte un médico y

Page 34: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Clarita va a ver que la fiebre no vuelva a subirte por la noche. Yopor mi parte, esperaré a que te pongas bien para volver adescomponerte a palos por encerrarte solo y sin confiar ennosotros.- No quiero ser una molestia…- Dios es testigo de que no repetiré esto, así que prestaatención: eres un buen chico y nunca causas molestias, alcontrario. Lo menos que podemos hacer es preocuparnos por tiporque ya te queremos y no podemos evitarlo porque eresadorable.- Realmente son mis mejores amigos.- Ahora duerme un poco mientras yo te preparo un buencaldo de gallina. Clarita va a traer sus cosas y dormirá aquí paravigilar que no te suba la fiebre. Lo haría yo, pero tengo el sueñosumamente pesado y podría estarse cayendo el cielo a pedazossin yo escuchar nada.- Clara, no te preocupes, yo…- Ni se te ocurra reclamar. Mejor te callas y no dices nadaporque me debes una compensación por el susto que pasé al veniraquí y llamarte y que no contestaras.- Lo lamento…- Anda, tampoco te sientas mal. He tenido la felicidad deescucharte algo mejor ahora y eso es muy bueno, me alegramucho.- Gracias.

Un rato después Clara soplaba cada cucharada de caldo que le daba a él enla boca como si fuera un crío. De nada le había valido negarse con elargumento de las molestias, pues ella no estaba dispuesta a ceder. ¡Queterca era a veces! Sin embargo, aunque en un rincón de su mente unavocecita alevosa no paraba de decirle que era un pecador inconciente,disfrutando de aquellos mal habidos mimos, su corazón y el resto de suinteligencia se habían rendido y se hallaban fascinados contemplando cadamovimiento suyo, cada gesto, sumamente felices a pesar del increíbledolor que sentía cada vez que tragaba, pero eso sí podía disimularlo ycontrolarlo.

Page 35: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- ¿Sabes algo?- Dime.- Aunque has sido el más grandote de mis pacientes, no erestan difícil de cuidar.- ¿A qué te refieres?- Bueno, más de alguna vez he cuidado a alguno de los niñosy suelen ser bastante menos dóciles. Tú una vez que has dejadode intentar hacerte el duro y que no te ayude, has sido un niñobueno y espero que te recuperes muy pronto.- Clara, no quiero que si mi estado vuelve a empeorar teasustes, ¿sí?- ¿Por qué dices eso? –su expresión preocupada y la forma enque inmediatamente había llevado sus manos a sus mejillas ygarganta controlándole la temperatura como a los niños lo hizodeber contener un suspiro- ¿Has vuelto a sentirte muy mal?- No. En este momento estoy bien, pero esto no se curaráfácilmente sin antibióticos, por lo que no quiero que te sientasdesilusionada o acongojada si la fiebre sube. Al menos es señalde que mi cuerpo combate la infección.- Eso es cierto, sin embargo que la combata sin producirtedaño. No dejaré que pase un límite tolerable. No quiero que nadamalo te suceda.- Que dulce eres. Gracias.- Y tú eres un chico bastante peculiar, pero como dijoDomingo, eres adorable. ¿Te puedo decir algo que se me acabade ocurrir?- Sí, por supuesto.- Es que… no te lo vayas a tomar a mal, por favor.- No, tranquila.- Yo creo que aunque todo el mundo dice y todo indica queeres un hombre sumamente privilegiado en cuanto a bellezafísica, todo aquello no se compara con la bella persona que eres ypor eso es que nadie podía resistirse a ti, no sólo porque eres muyguapo.- Yo…- No digas nada. También tengo claro que no eres nadasoberbio y que incluso pretendes combatir cualquier argumento

Page 36: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

sobre lo maravilloso que eres porque tú mismo no quieres darteese mérito. Pero yo tengo mi opinión formada y ni siquiera tú,señor Ángel de las Galletas, podrás cambiarla.

Rafael no discutió, no tanto porque su naturaleza humilde no le insistieraen hacerlo, sino porque ella puso sus dedos sobre sus labios para impedirlereplicar y luego acarició su rostro y su cabello despacito, acercándose máspara casi arrullarlo. Que Dios lo perdonara, pero no podía, ni queríaapartarse y evitarlo, tanto que unos minutos después se durmió apoyado ensu regazo.

- Eso es, pequeño. Duerme, que el descanso te hará muybien.

Page 37: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 5

- ¡Amor!

En menos de un segundo ella había despertado y notaba con el corazónapretado que Rafael estaba hirviendo en fiebre.

- Rafael, ¿me escuchas?- Mi amor… no puedo…- ¿Qué pasa? ¿Qué no puedes? ¿Respirar bien?

Lógicamente la discapacidad de Clara no la hizo preveer que él, sin plenocontrol de sus facultades por la fiebre, al tenerla tan cerca la estrecharasúbitamente contra sí y la besara como un desesperado.

Clara pensó en evitarlo, pero aquello podría haber acabado en un ruidosocombate que espantaría a los niños y haría arrepentirse a Domingo dehaberle permitido quedarse a cuidar a Rafael, porque él la tenía cuidadosa,pero firmemente sujeta contra su cuerpo y algo más que no tuvo tiempo ono quiso ni pensar…

La verdad era que Clara, si trataba de evitarlo era por él, porque si era sólopor ella, se sentía simplemente maravillada. Rafael tenía su largo cabellocastaño enredado entre sus dedos y probaba sus labios como un hombreque encontraba un manantial de agua dulce tras vagar sediento por eldesierto.

Aunque no se había atrevido a mencionárselo, cada vez que habíaacariciado su rostro para reconocer sus detalles, sus labios la habíanfascinado… no tenía muy claro cómo sabía aquello, más con su cortaexperiencia al respecto, pero sin duda eran hermosos, suaves, masculinos ysensuales.

Aunque antes no había podido identificar esa calificación, ahora contra lossuyos lo sabía absolutamente de cierto y no pudo evitar rendirse a ellos yacariciarlo también, dándole claro pie a que continuara, sin poder detenerseninguno de los dos a pensar en lo que estaban haciendo.

Page 38: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

En algún segundo de lucidez, antes de que sus manos partieran librementepor su cuenta y su lengua pasara de acariciar incitadoramente la de Clara aposeer su boca y que aquello cambiara de tono, Rafael pasó de unacreciente intensidad casi sexual a la completa adoración del objeto de suamor, acunando su rostro entre sus grandes y fuertes manos con taldelicadeza que a ella le daban ganas de llorar, mientras repartía suavesbesos por toda su cara, murmurando bajito palabras que no llegaba acomprender.

Pero entonces con un suave beso en la frente que él le dio, Clara volvió a larealidad y tratando de no hacerle daño, lo apartó de sí al intuir de ciertaforma que todo aquello había explotado por un gesto tierno muy similar aaquel. El beso que ella le había dado hace un par de días cantando sentadoal piano. Ese debía ser el recuerdo que lo tenía mal al punto de bajarle lasdefensas y hacerlo enfermar así. Pero no era realmente su beso el que habíatenido ese efecto, era el de otra…

- ¡Dios mío, Rafael! ¿Qué daño te he hecho? Y encima nodebí permitir esto…

El no contestó. Ya no se encontraba presente. La fiebre nuevamente lohabía abrasado y tan sólo murmuraba aún algo ininteligible, mientras serevolvía un poco en la cama.

Clara le quitó las mantas y nuevamente aplicó paños húmedos en suabdomen y su frente, sin embargo ahora se sentía una especie de malévolaJezebel cada vez que rozaba su piel y parecía sentir chispas brotando deaquel contacto.

Bajo ningún punto podía pensar siquiera en reaccionar así con él y queRafael lo supiera. Se sentiría desilusionado, traicionado y, peor aún, tal vezse marcharía de allí por su culpa, porque aunque ella no pudiera gozar de lavisión de su belleza, que era a lo que tanto temía él de las mujeres, sí lahabía percibido con sus otros sentidos…

Su voz grave que a veces le erizaba la piel y que ahora la hacía sentirse

Page 39: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

perversa al haber disfrutado de escucharlo incluso orando.

Su olor absolutamente inconfundible a limpio, a galletas, al incienso demirra que tanto le encantaba y a hombre.

El cosquilleo y la emoción cada vez que él la tocaba o ella a él y que antesconfundió con reticencia ante el contacto.

Y ahora su sabor… ¡Dios! Si algo había cercano al paraíso aún en estemundo, seguro era la maravilla de los besos de ese hombre. ¡Un hombreque no podía ser suyo porque le pertenecía a Dios! A Dios y en parte aaquella mujer de sus recuerdos…

Clara sintió una aguda punzada de celos en el corazón, pero dejó de pensaren todo aquello al sentirlo gimiendo, seguramente adolorido.

- Tranquilo, mi hermoso ángel. Voy a guardar este secreto ylo que he descubierto que siento por ti para que nunca tengas quealejarte de nosotros. Si tu felicidad cuesta lo que vale la mía,pagaré con gusto con tal de no perderte y no hacerte desgraciadoahora que has encontrado tu lugar… Y ahora a ponerte bien, porfavor… nada malo puede pasarte, ¡que Dios no lo permita!

El resto de la noche Clara no dejó de cambiar los paños fríos cada vez quese entibiaban hasta que en la madrugada la fiebre volvió a ceder y lo dejódormir con expresión tranquila.

- ¿Clarita?- ¡Rafael! -aunque él apenas le había rozado suavemente lamejilla con el dorso de su mano desde su cama, Clara despertósobresaltada y un poco desorientada por la falta de sueño, ademásdel efecto devastadoramente exquisito que le producía sucontacto- ¿Estás bien? ¿Te duele mucho?- Tranquila… -¡Dios Santo, que hermosa se veía! Y lomaravilloso que sería que fuera lo primero que vieran sus ojos aldespertar cada mañana, más después de aquel dulce sueño y…¡No! No podía perder el control de sus sentimientos. Aquello era

Page 40: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

el camino directo a la perdición- No sé cómo lo has hecho, perohe amanecido como si nada, sin fiebre y mi garganta casidesinflamada.- ¿¡De verdad?!- Sí. -que difícil iba a ser no pensar cada segundo en ella si lededicaba una más de aquellas sonrisas- Todo gracias a ti.- ¡Que alegría, Rafael! Anoche has estado bastante mal, conmucha fiebre y murmurando cosas…- ¿Cosas? –¡Por Dios!, ¿y si no sólo había soñado que labesaba y que le decía una y otra vez contra sus labios y su pielcuanto la amaba? ¿Y si había hablado en sueños y se habíadelatado?- ¿Qué clase de cosas?- No lo sé, grandulón… no conseguí entenderte.- Bueno, seguro habrá sido cosas de la fiebre, pero ya meencuentro perfectamente bien gracias a tus cuidados.- No sabes cuánto me alegra. Temí mucho que volvieras aponerte mal sin tener aún los medicamentos que necesitas.- Ya no los necesitaré… es más, creo que ya mismo voy alevantarme.- ¡Ni lo sueñes, amigo! -Domingo acababa de entrar con unabandeja con un gran tazón de caldo y una barra de pan conmantequilla recién sacado del horno- Lo que harás será guardarreposo hasta que Mariano regrese con el médico y si él ademásdice que debes permanecer en cama para que hagan efecto losmedicamentos, tú vas a obedecerle, no tengas una sola duda alrespecto.- Pero Domingo, yo…- Tú nada, señor. Nos has tenido sumamente preocupados yte lo advierto, esta es primera y última vez que te vas a encerrar allorar penas pasadas y a ponerte como un pollo asado de fiebre eneste sitio. Para eso nos tienes a Mariano, a Clarita y a mí, quesomos tus amigos y que no sólo estamos aquí para comer tusdichosas galletas, sino también para ayudarte con tus problemas.- Yo no sé como voy a hacer con mi corazón para quererlosmás, porque ya no me cabe en el pecho y ustedes siguen siendotan generosos conmigo.- ¡Bah! Ya cállate y come será mejor. Pareces una de esas

Page 41: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

viejas de las novelas con tanto dulce chorreando de ti… bienpodrías ponérselo a tus horribles galletas.

Todo mundo le quería allí y se preocupaban sinceramente por él, sindobleces, sin hipocresía, sin malas intenciones, ni trampas para llevarlo alpecado.

Aunque él debiera mantener en secreto lo que sentía por Clara, valía lapena la dosis de remordimiento y pena si podía tenerlos a su lado y, decierta forma, comprendió que era tal vez aquello lo que Dios aprobaba yque tal como le había manifestado su señal en el bosque, él podría quedarsea cambio de aquel sacrificio. Entonces sonrió alegremente y se comió hastala última migaja de pan y bebió todo el delicioso caldo.

- ¡Que bien! Enfermo que come no muere, aunque es méritode Clarita tu casi milagrosa curación, con el favor de Dios.- Pobre Mariano, debe estar apenas volviendo del pueblo enbusca del médico, pero por suerte en unas horas estará aquí siparte antes de que haya marejadas… y tú dices que ya te sientesfresco como una rosa, pero como ya te dijo Domingo, tienesprohibido estrictamente levantarte de esa cama hasta que eldoctor te revise y te autorice.- ¡Vaya! Creo que me he conseguido un par de carceleros…si les digo que estoy bien y puedo ser de utilidad.- Pues te vas a tener que aguantar, sobre todo porque se havuelto a poner a llover y tú no puedes salir tras haber estado niayer siquiera hirviendo en fiebre.- ¡Aguafiestas!- Lo aceptamos, ¿cierto que sí, Clarita? -ella asintió conexpresión seria- Dos contra uno y probablemente tres si votaraMariano, así que te quedas aquí y no hay más comentarios.- ¿Y ustedes dónde piensan ir?- No te preocupes, no vamos a tardar…- ¿En qué? ¿Dónde van?- A un lugar al que tú no iras. Buenos días.

Vaya, que tercos eran ambos, no sólo Clara. Domingo era toda una mula, si

Page 42: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

ya se sentía bien y él mejor que nadie conocía la forma de reaccionar de sucuerpo ante la faringitis, la única enfermedad que solía afectarlo cadavarios años y que se presentaba sólo si lo pillaba muy debilitado de ánimo,como cuando murió su padre o cuando había visto llorar a su madre sin queella se enterara al dejarlo en el seminario cuando había decidido ordenarsereligioso.

Por la ventana los vio bajar la colina acompañados de algunos de los chicosmayores, mientras otros se quedaban a cargo de los más pequeños. Alláabajo había algunos corrales, de seguro guardarían los animales quepertenecían al monasterio para que la tormenta que comenzaba a formarseno fuera a arrastrarlos o a dañarlos. Tal como lo pensó, un enorme perro alchiflido de Domingo fue arreando hacia abajo a las ovejas y los corderitos,a unas pocas cabras y a dos vacas por entre el bosquecillo principal conrumbo a los corrales cuando gruesos goterones chocaron ya con el techo detejas causando un incesante sonido como de ramitas contra un troncohueco.Perfectamente él podría haberlos ayudado. Estaba seguro que el techo deuna de las pesebreras estaba en malas condiciones y no se habría tardadonada en repararlo, así no tendrían que usar las más bajas, más cerca delagua, que si la tormenta no pasaba pronto, podrían comenzar a inundarse.

Sin embargo ya les había dado suficientes problemas a todos así que sequedó en la cama a regañadientes, contentándose en pensar a qué altura delcamino vendría ya Mariano de regreso, si había alcanzado o no a coger elbote antes de que hubiera más viento y, por consiguiente, más olas, y enque apenas dejaran de tratarlo como un bebé, se dedicaría a reparar todoslos corrales y también un par más de una familia que vivía a un par dekilómetros colina abajo, casi al borde del mar interior del archipiélago yque había divisado el día de su paseo, plagado de pequeñas cabritas nuevas,gallinas, patos y gansos.

¡Dios, que terco era! ¿Cómo podía pensar siquiera en levantarse después dehaber estado casi delirando de fiebre durante la noche? Rafael sí que teníacosas en común con otros hombres. Hombres como sus porfiados hermanosy su obstinado, aunque querido padre. Siempre la habían tratado como unaniñita indefensa y cándida. ¡Si supieran! Enamorada como todas las otras

Page 43: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

de aquel Adonis en sotana, su delicada y dulce pequeña.

Y no contenta con ello, prácticamente había abusado de su estado febrildejándose que la besara como si fueran novios… no, ese beso no era denovios, ¡era de amantes! Y Clara dudaba si habría podido detenerlo o no sila confundida imaginación de Rafael lo hubiera llevado un paso más allá,haciéndola suya.

No era la virginidad lo que la preocupaba. De muy joven y a causa de laignorancia, ella y un compañerito habían tenido relaciones algunas veces yaún podía recordar las dulces palabras de Domingo cuando la habíaconfesado para hacer su confirmación, preguntándole casi por casualidad alrespecto.

Su problema era si deseaba mantenerse ahora, siendo toda una adulta, lomás pura posible por si algún día conocía a alguien en aquel sitio que no leimportara enamorarse y tener en su vida a una mujer ciega, cosa que a susveinticinco años no daba luces de suceder.Domingo podía ser bastante obtuso en algunos puntos, pero a Clarasiempre la había sentido como lo más cercano que un religioso podríasentir como hija propia a una niña.

Con toda la delicadeza que pudo le explicó que aquel acto debía serrealizado con amor y bendito por el Señor por medio del matrimonio, peroque Él le perdonaría haber pecado, pues no lo había hecho de mala fe, sólopor curiosidad infantil al igual que su amiguito, y que ahora, sabiendoaquello, no volvería a jugar a esas cosas de mayores.

En parte se sentía el causante de lo sucedido al haberle quitado el cuerpopermanentemente al tema sexual con los niños del internado, debiendohaber pensado que sus padres sí que era probable que no les explicarancomo era debido esas cuestiones a sus retoños, pero es que él era unhombre simple y ese era un tema muy complejo.

Pero el hecho de no ser virgen no era excusa ninguna para permitir queRafael le hiciera el amor, no. Sin duda que él, aunque vistiera una sotana,era un hombre con instintos y sentimientos de hombre, con fortalezas y

Page 44: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

debilidades, pero en esos momentos no tenía dominio de si mismo y, sinquererlo, pudo haberlo hecho cometer un terrible agravio contra su orden,porque tampoco era que ella hubiera decidido aprovechar ese momento,para nada. Ella no había podido simplemente oponerse, no había sidodueña de su voluntad bajo las suaves y deliciosas caricias de los labios deRafael y sin embargo sabía que su culpa era mayor, pues ella no estabaenferma, ni había sido presa de los recuerdos.

Es más, él nunca andaba tras ella, en cambio ella sí y ahora ya entendía elpor qué. Lo amaba.

- No he podido encontrarme con el médico. Estabaatendiendo un parto hacia el interior y… ¡Rafael! ¿Pero cómo?- No me preguntes a mí. Han sido los cuidados de Clarita y lapreocupación de todos ustedes, con la Gracia de Dios.- Pero hombre, has estado casi hirviendo de fiebre… ¡Vayaresistencia más buena!- Siento mucho que hayas pasado por tantas molestias por miculpa, Mariano. Por favor, amigo, siéntate y permíteme que tesirva algo de comer y un café para entrar en calor.- Bueno, pues, ¿qué te puedo decir? Gracias.- De todas maneras y ya que eres un joven de criterio muchomás flexible que aquel par de carceleros… si llegan y me cogenaquí en la cocina, por favor apóyame. Quieren que permanezcaacostado hasta que el médico diga que no hace falta y mira ahora,tal vez el médico no venga en varios días o simplemente nollegue y yo no puedo pasármelas acostado. Me voy aenmohecer…- Mmmm, bueno, la verdad es que si has estado bastanteenfermo, no deberías estar ahora levantado, pero te entiendo. Yotampoco soporto guardar cama, sin embargo te respaldaré tansólo si me prometes que no vas a estar haciendo locuras alláafuera, mojándote en la lluvia, que no ha parado en las últimashoras y en general siendo un buen chico, ¿de acuerdo?- ¡Sí, Mariano! Lo que tú digas… ¡Que alivio! Esperaré aque pare de llover y arreglaré todos los corrales, haré un sendero

Page 45: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

de piedras para evitar el barro entre la capilla y el internado yvoy a ayudar a los vecinos también con sus pesebreras alláabajo… Te prometo que creí que si ese par me descubríacocinando iban a atarme al catre.- Pues debimos hacerlo ya que no has sido capaz de sersensato y andas por aquí ya dando vueltas…- Domingo, por favor, de verdad que ya estoy bien y…- ¡Tú, silencio! Y tú, Mariano, ¿por qué no ha venido elmédico contigo?- No hubo forma de contactarlo y estaba en algún caseríocerca de la cordillera atendiendo un parto… Imagínate eso, elbebé iba a esperar a que el buen doctor subiera en mula hasta eselugar para salir del vientre de su madre. Sin embargo de segurolo sabía el doctor y ha ido a revisar que todo marchara bien, nohabrá esperado que el trabajo de parto durara tres días o más…igualmente le dejé el aviso con su mujer, que incluso pensó enllamar a la ciudad para que viniera otro doctor, pero no pudimoscomunicarnos hasta el momento que yo ya me regresaba con losmedicamentos que Rafael suele tomar y que ella me facilitó.- ¿Qué significa eso? ¿Qué no vendrá por aquí en…?- Una semana creo yo, tal vez un poco menos, pero si lo cogela nieve allá arriba, seguro es más.- Ya escuchaste a Mariano. A la cama, con sentencia base deuna semana.- ¡No podría! -Rafael se quedó viendo a Domingo conespanto, creyendo luego que era una broma, pero el hombre nodaba señales de estar de humor, curiosamente en él- Por favor,Domingo…- Nada. Te vas a la cama y al menos vas a permanecer allídos días más en los que no puedes tener ni una mísera gota defiebre antes de revisar tu sentencia.- Eso ya es más lógico, pero de verdad que no necesito…- ¿Vas a seguir insistiendo? Anda, por favor. Vengo agotadode lidiar con animales, no hagas que siga contigo, ¡gran asno!- De acuerdo.

En cuanto Rafael salió de la cocina un poco cabizbajo, Domingo se aseguró

Page 46: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

de que no estaba por el pasillo y se largó a reír. Mariano alzó la mirada alcielo, sabiendo desde el principio que le estaba tomando el pelo y le arrojóel cuesco del durazno que acababa de comerse en son de leve desacuerdocon su chiste, aunque no tanto como para arruinárselo. De todas manerasera importante enseñarle a Rafael que allí no se podía jugar con unaenfermedad debido, por ejemplo, a la dificultad de traer un médico y a laescasez de medicamentos.

- ¿Y Clara?- Ya vendrá. Esa chiquilla sigue tan obstinada como siemprey desde nuestras pesebreras ha partido directamente hacia su casaa ayudar a sus hermanos, pues esperaban que ya las lluviashubieran acabado por esta temporada y tienen dos corderoshuérfanos que cuidar. Uno lo ha adoptado una cabra, pero el otrohay que alimentarlo con biberón y me ha pedido permiso detraerlo aquí.- Y apuesto a que tú le has dicho que bueno y si esa niña te lopidiera, usaría tu cama para que duerma el pequeño animal y tusotana para limpiarle el culo después de cagar.- ¡Que bien me conoces! Sabes que le consiento todo porquela quiero como si fuera mi hija.- ¿Qué piensas hacer el día que venga aquí un hombre conmás corazón que huevos, se dé cuenta de lo maravillosa que es yquiera hacerla su esposa?- Pues que le partiré la cabeza en dos con esta misma escoba,lo amenazaré de muerte si es que se atreve a hacerla sufrir yluego me emborracharé hasta más no poder para no evitar que sela lleve, porque mi niña se merece más que ninguna ser feliz.- Domingo, eres un caso especial…

Page 47: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 6

Apenas había dejado de llover torrencialmente cuando el helicóptero seposó en el patio de juegos del monasterio.

Nada más dejar de girar el rotor principal, una elegantísima y preciosamujer y un hombre con un maletín descendieron del aparato y se acercaronhasta donde los monjes y los niños observaban curiosamente la inusualescena.

- Buenas tardes, hermano, por favor dígame, ¿dónde está mihijo?- ¿Su hijo? -esa señora no se le hacía nada conocida y leparecía sumamente improbable que un niño rico estuvierainternado allí- ¿Cómo se llama su niño?- Domingo, no creo que la señora esté buscando a uno de losniños… ¿Rafael, verdad?- ¡Sí! Me informó Esteban que está enfermo.- ¿Esteban?- Vamos, Domingo, ¿acaso el temporal te dejó aún mástonto? Esteban es el nombre del obispo. Señora, por favor,acompáñeme por aquí.- El señor que me acompaña es doctor…- Que venga también.

La mujer parecía sobrecogida ante la abismante humildad del monasterio.De hecho, durante el incesante peregrinar de Rafael por incontableslugares, nunca había alcanzado a visitar a su hijo, sólo lo veía cada vez quese mudaba de sitio por el día o dos que volvía desilusionado al obispado.

Al entrar finalmente al pequeño y austero cuarto, sintió que se le apretabael corazón. El lugar estaba tan frío que su respiración formaba un vaho enel aire. Era tanto que Rafael se había acurrucado como un ovillo, cubiertocompletamente por las mantas.

- Hijo… -el bulto sobre la cama ni siquiera se movía-Rafael…- ¡Rafael!

Page 48: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- No se molesten. Rafael no está.

Mariano tiró de las mantas para dejar a la vista la almohada y la sotanaenroscada que daban la impresión de alguien durmiendo bajo la ropa decama.

- Pero, ¿qué hace levantado? Esteban me dijo que teníaprobablemente un principio de faringitis.- Mi querida dama, su hijo es… quisiera decirlo de manerasuave, pero no puedo. ¡Rafael es un cabeza hueca!- Aún así yo creo saber donde está. Voy inmediatamente abuscarlo antes que le vuelva la fiebre.

Mientras Mariano se internaba colina abajo por el bosque, el médicoaprovechó de evaluar a los niños uno por uno en la cocina mientrasDomingo acompañaba a la madre de Rafael con una taza de té.

- Dígame, hermano… ¿mi hijo es feliz aquí por fin?- Eso espero.- ¿No lo sabe?- Bueno, yo soy un hombre bastante simple y viendo comoha llegado usted hasta aquí, trayendo un doctor particular y tanelegantemente vestida, pues me entra la duda, porque usted habrácriado a Rafael entre lujos y riquezas, ¿no?- Sí, pero él nunca le tomó importancia a todo eso…- ¿Y cómo era él allá?- Callado, pensativo, estudioso… nunca daba ningúnproblema.- Entonces sí que es feliz aquí.- ¿Cómo lo sabe?- Porque cuando llegó aquí era igual y ahora anda por aquí ypor allá con los niños, divirtiéndose y riendo todo el día, ademásde darnos más de un dolor de cabeza.- ¡¿En verdad?!- Así es.- Eso me alivia…- ¿Por qué?

Page 49: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Usted tendrá que disculparme, Domingo, ¿no? -el hombreasintió y la invitó a continuar hablando- Lo último que yo habríadeseado es que mi hijo fuera un religioso…

De ella había heredado Rafael esos ojos azules y almendrados que parecíanver hasta lo más profundo del alma, ocultando los propios pensamientostras oscuras, largas y rizadas pestañas.

- Yo soñaba con verlo casado con una buena mujer, con unaprofesión más tradicional, dándome muchos nietos tan hermososcomo él. Al contrario, cada vez que volvía triste de algún nuevopueblo o congregación donde las cosas no habían resultado…Mucho le pedí a Dios que por fin se rindiera y dejara los hábitos,pero si aquí ha encontrado por fin la felicidad, eso es lo que másme importa.- ¡Lo encontré! -Mariano había llegado tan sólo un par decientos de metros más abajo y había vuelto casi a la carrera- Alláviene, ¿lo ven?

Mariano indicaba hacia un lugar en la base de la colina donde estaba elmonasterio. De allá venía un cristiano embarrado hasta las cejas vestidocon algo que alguna vez pareció una sotana y cargando orgullosamente unenorme saco, seguido de tres pequeños niños que no paraban de saltar yhacer señas. Lo único reconocible de su hijo para la mujer era el angelicalcolor azul de sus ojos.

Sin pensarlo dos veces, la gran mayoría de los niños corrió a su encuentro,encargándose los más grandes del saco y los más pequeños exigiendo queRafael los cargara hasta el monasterio.

- ¡Madre!- Rafael mío…

Reprocharle la falta de cuidado con su salud en ese momento habría sidoun error. Alguien gravemente enfermo no podría tener semejante sonrisa yla mujer debió reconocer con una mezcla de alegría y una gota de dolor enel corazón que su hijo por fin era feliz.

Page 50: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Te he extrañado mucho.- Y yo… -Rafael abrazó a su madre de tal forma que ellasintió su espíritu liviano- …pero por primera vez estoy feliz porlas razones que nos han hecho estar alejados.- Lo sé, mi amor, lo siento en ti.- ¿Y a mí nadie me va a presentar?

Rafael aún no había liberado a su madre de su abrazo y la mujer pudosentir con enorme sorpresa la latente fuerza del macho que era su hijo,liberada por su cuerpo con sólo escuchar esa dulce voz que pertenecía auna hermosa muchacha frente a ella, pero a espaldas de él.

- Clarita mía, -Domingo cogió a la muchacha de la mano y laguió para que saludara a la mujer- la señora es la madre deRafael.

Aunque no estaba segura de como lo supo, salvo porque toda la vida habíansido sumamente unidos, incluso a la distancia, tuvo claro que esa chica erala principal razón del cambio de su hijo y supo también que si Dios no lehabía permitido una y otra vez encontrar su sitio en una congregaciónhabía sido para guiarlo hasta allí, hasta donde se encontraba la mayordisyuntiva de su vida: un lugar donde podría ser un cura… o sersimplemente un hombre.

Sin soltar la mano de Rafael, cogió la mano de Clara para reconocer en éllas sensaciones que le transmitía al estar frente a frente con la muchacha,sorprendiéndose con emociones encontradas a cada segundo.

- Es un gusto conocerla, señora…- Madeleine. Es un gusto conocerte a ti, Clara. Gracias porcuidar tan bien de estos tres muchachos.- No hay nada que agradecer, lo tres son unos verdaderosángeles y dicen incluso que su hijo se ve como uno…

Clara se sonrojó levemente y Rafael apretó un poquito más la mano de sumadre al verla reaccionar así ante el evidente cumplido que había hecho de

Page 51: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

él.- Disculpa, querida, Rafael no me había contado que tú…- Creo saber por que. -ella alzó el mentón con gran dignidad,sin arrogancia- Con el tiempo la gente deja de fijarse en miceguera.- De seguro que es así y me alegro, porque claramente tienesvalores y dones que lo compensan.- Gracias, precisamente eso es lo que espero que produzca elcambio.- Estoy segura de que es así… fíjate en mi hijo, antes eracalladito y serio, como le comentaba al padre Domingo, y ahorase lo ve lleno de energía y tan sonriente que yo sé que estemonasterio y sus habitantes son instrumentos de Dios para obrarmilagros y sólo Él sabe las formas misteriosas para realizar Suobra.- ¿Sabe? Se nota que usted es su madre, son muy parecidos.- Clarita, -Domingo nunca podía perder una oportunidad debromear- no le digas eso tan feo a la señora.- ¡Nada de eso! -Madeleine no perdía de vista a Clara, queríaaprovechar cada segundo de conocerla porque tenía clarísimo queella era simplemente fundamental en la vida de Rafael y leencantó la expresión de total dignidad y sabiduría al defender suspalabras- Decirle a cualquiera que tiene algo en común conRafael es un gran halago. El es una bellísima persona y lo digoyo, que no me he fijado en su legendaria apostura. Es un poquitoterco, pero nadie es perfecto…- Bueno, mi niña, lo admito, tienes razón. Es que tú sabes delo que hablas y lo haces con firmeza e inteligencia, por eso esque te quiero tanto, porque eres igual a mí.- Domingo, ¡eso sí ha sido un insulto a la pobre Clara!

Todos rieron, incluso Domingo, que la había puesto a caldo para quebromearan a sus costillas.

Rafael había bajado casi al alba, cuando la tormenta había arreciado, asacar los animales del monasterio y los de los vecinos de las pesebreras.Estaba seguro de que el agua había subido demasiado y había tenido razón,

Page 52: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

teniendo que rescatar a sus vacas y otros animales de la crecida de la líneade la marea alta. Y como recompensa los vecinos habían insistido enregalarle un cerdo mediano recién beneficiado para que los monjes y losniños pudieran comerlo asado.Domingo se tomó la responsabilidad del fuego, mientras que Clara yMariano preparaban una gran cantidad de arroz y papas para acompañar,enviando a Rafael bajo advertencia de que su desobediencia no pasaríaimpune a bañarse para atender como era debido a su madre.

- Hijo, ¿qué afección tiene Clarita en su vista?- Pues la verdad es que no se sabe, mamá. Ella nació sinpoder ver.- ¿Cómo es posible? ¿Nadie la ha evaluado?- Es que su familia es de por aquí y siempre han trabajado desol a sol y creo yo que nunca hubo oportunidad, ni dinero parallevar a Clara a un especialista, al menos es la explicación queme dio Domingo y que aunque él lo propuso alguna vez, ellos seopusieron, ya que ella ha aprendido a valerse por si misma… Yohe querido preguntarle, sin embargo no me atrevo. No quiero quesienta que me importa demasiado o que tenga que hablarme deun tema que debe serle muy sensible.- ¡Hombres!- ¿Qué quieres decir con eso?- Las mujeres podemos discriminar claramente entre unapregunta por vana curiosidad y una pregunta que no es paraofender, sino porque nos interesa el bienestar de aquella personaa la que interrogamos.- ¿De verdad crees que ella no se sentiría mal? Porque noquiero que tenga ninguna pena…- ¿Me permitirías hablar con ella?- Por supuesto, mamá. Tengo plena confianza en tus buenasintenciones y tu tacto.- Y yo plena conciencia de lo importante que es para ti queella no se sienta turbada.- ¡A comer!

A propósito Rafael se había sentado algo alejado de Clara. Tenía sus

Page 53: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

fundadas sospechas de haberse delatado ante su madre, amén de que nuncahabía habido antes un secreto entre ellos.

Por otra parte no se sentía demasiado preocupado. Madeleine nunca usaríadicha información en su perjuicio, ni siquiera para hacerlo abandonar loshábitos, aunque él supiera que ella siempre había abrigado aquellaesperanza.

Tampoco incomodaría a Clara tratando de encontrar una respuesta en ellarespecto de los sentimientos de su hijo, pues siempre había sido una mujersumamente justa y había transmitido esa experiencia a Rafael, incluso ensituaciones complejas a las que había debido acostumbrarse a medida queél se convertía de un precioso niño a un extremadamente atractivo hombreque despertaba involuntariamente desbordadas pasiones y odios.

Era tal su nivel de confianza que Madeleine sabía con absoluta certeza ysin miedo a poner las manos al fuego por ello que su hijo a sus treinta ydos años, aunque otros religiosos habían tenido experiencias previas a suordenamiento, era completamente casto, que apenas había tenido un par denoviecitas casi en su infancia y tan sólo había llegado a besarse con ellas,uno de los puntos por los que sentía profundo respeto por la decisión de suhijo de ser sacerdote.

Y Rafael no estaba equivocado. Su madre estaba absolutamente al tanto delos sentimientos que tenía él por Clara, sin embargo sus conocimientoseran mayores que los de él, porque también se había dado cuenta que Claraestaba enamorada de Rafael. Además sabía que ambos desconocían estainformación, al igual que los monjes.

¡Que difícil se le estaba haciendo no decirles a ambos que se dejaran detonterías y fueran felices! Pero no era una decisión que le tocara tomar aella y lo único que podía y se había decidido a hacer era intentar convencera Clara de hacerse evaluar en la capital por un oftalmólogo especializadoen casos de ceguera de nacimiento.

Pensaba tocarle el tema con toda delicadeza, aduciendo a lo felices queharía a quienes la querían, sobre todo a los niños, si pudieran mejorar en

Page 54: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

cualquier aspecto su calidad de vida. Siempre era más fácil hacer que unabuena persona hiciera algo por los que amaba que por si misma…

- La verdad, Madeleine, es que cuando era pequeña no sabíaque era ciega, no me había cuestionado la capacidad de visión delos demás hasta que mis padres y hermanos comenzaron aponerme límites, temiendo que pudiera sufrir algún daño por nover.- ¿Y nunca has visitado un oftalmólogo?- Pues no…- ¿Y no te lo plantearías ahora? Yo entiendo que ya tengastus sistemas y…- No hace falta que continúes. Sé hacia donde vas y no tepreocupes por hablarlo directamente conmigo. ¡Claro que megustaría saber lo que tengo! Y por supuesto que me gustaríaconocer los aspectos del mundo que me he perdido si mi cegueratuviera cura, sin embargo a estas alturas ya no es para mí algoindispensable… No por eso me cierro a la posibilidad.- ¿De verdad?- Claro que sí y toda mi vida he estado ahorrando para poderhacerlo, pero siempre se presenta alguna urgencia que me lo haimpedido, aunque nunca he contado a mi familia, ni a losmuchachos aquí que mis ahorros tenían ese fin. Nunca he queridoque nadie se sienta presionado a rechazar mi ayuda o abrindármela si es que no pueden por mi ceguera y sé que tú meguardaras el secreto. Me generas la misma sensación deconfianza que Rafael, sólo que además creo que me comprendesmás a fondo por ser mujer.- No puedo describirte lo mucho que emociona saber que esaes tu postura…- ¿Por qué?- Porque no pienso irme de aquí sin ti, Clarita. Vendrásconmigo y te llevaré a evaluar por los mejores especialistas queexisten. Haremos todo lo que esté en las manos humanas paraque mejores, con la ayuda de Dios, que tanto debe quererte.- No lo sé, no me parece que debas…- ¡Por favor! No te imaginas lo felices que seríamos todos si

Page 55: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

accedes. Imagina que tuviera cura tu ceguera y pudieras hacercualquier cosa que hasta ahora no hayas podido.- Sin duda la oferta es tentadora, pero es que no me pareceapropiado que gastes tu dinero, porque…- Te suplico que no sea el tema del dinero la razón de que teniegues. Clara, yo soy una mujer viuda y la única familia quetengo en el mundo es Rafael, que nunca quiere, ni pide nada…siempre he destinado mi dinero a realizar obras que ayuden a losdemás, ¿cómo no hacerlo en algo que podría hacerlo tan feliz aél?- ¿Y si no hay cura?- Puede ser, no nos hagamos falsas expectativas, sin embargoque no sea la piedra de tope el no intentarlo.- Me resulta bastante difícil negarme…- Deja que te de un simple motivo más para convencerte,aunque sea insistente… ¿Acaso no te gustaría saber lo hermosoque es el blanco puro de la piel de tu corderito, el rojo calido delas manzanas perfumadas que acaba de repartirle Mariano a losniños, el verde relajante de estos hermosos bosques australes, elmaravilloso azul profundo de los ojos de mi hijo…?- Acepto.- ¡Gracias a Dios!- Con una condición eso sí.- Pon la que quieras.- Con mi trabajo, aunque sea poco a poco pagaré por misgastos.- De acuerdo. Si así aceptas, lo que tú me devuelvas lodestinaré a un fondo para las bibliotecas para ciegos.- ¡Cuánto he soñado con saber leer! Pero aquí, como verás,no existen los medios siquiera para aprender lectura braile…- ¿De qué hablan las dos mujeres más hermosas que he vistoen mi vida?- Rafael, siéntate porque lo que tengo que decirte es fuerte…- ¿Mamá? ¿Qué sucede?- Tranquilo, mi amor, es una noticia maravillosa… Claritairá conmigo a evaluarse y a someterse a tratamiento pararecuperar la vista si es que ello es posible.

Page 56: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- ¡¿En verdad?!- Sí, Rafael. Tu madre lo ha planteado de forma imposible derechazar…

Una vez más él la tenía entre sus brazos, estrechamente pegada a sucuerpo, pero esta vez con plena conciencia de sus actos. Amén de ello nobesaba sus labios, pero era tal su felicidad y emoción ante la decisión quehabía tomado que supo con plena certeza que él estaba llorando de alegríamientras la abrazaba.

Los demás al ver dicha reacción se acercaron y cuando Madeleine le contólos motivos que mantenían a Rafael con Clara abrazada sin dejar ni que elaire pasara entre ellos, Domingo y Mariano se abrazaron también a ellos,junto con los niños que podían pillar algún cachito de Clara que quedara asu alcance, gritando y aplaudiendo de alegría.

- ¡Ay, muchacha! De verdad que la madre de Rafael havenido aquí providencialmente. ¡Gracias, Madeleine! No sabe lofeliz que ha hecho a toda esta familia, porque eso es lo quesomos.- Bueno, bueno, pero a no disgustarse conmigo si su amadaClarita se tarda en volver, ¿eh?- Para nada. Cuando vuelva, por favor venga con ella. Con elfavor de Dios los resultados serán propicios y haremos una granfiesta de bienvenida.- Para, Domingo. Recuerda que puede que no recupere lavista y…- ¡Calla, niña! Lo harás, yo no tengo ninguna duda de que asíserá.- De acuerdo.- Muy bien entonces. Clarita mía, esta noche la pasaremosaquí para que puedas preparar tus cosas y mañana partimostemprano, ¿sí?- Sí.

Antes de las ocho de la mañana y tras un frugal desayuno de despedida enque participaron el doctor, el piloto, los religiosos, Madeleine y Clara,

Page 57: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

mientras el helicóptero se elevaba y se perdía en el cielo, Rafael le juró aDios que haría el sacrificio que Él le pidiera con tal de que Clara pudieraser completamente feliz.

Page 58: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 7

- Muchachos, ¡carta de Clarita!- Dame acá, yo se las leeré.- Cada día estás más hecho un crío, Domingo. Bien dicen quellegados a la cima de la vida, no hay descenso, sino retroceso…por suerte no me has arrancado la mano.- ¡Cállate, Mariano! No pensabas que porque la recibiste tútendrías el derecho de ser quien la leyera…- Amigos, no discutan. Finalmente sé que debo ser yo quienla lea ya que la letra de mi madre es incomprensible para el restode los mortales…- Eso te crees tú, pero… ¡Por Dios! Está bien, que Rafael lalea, pero, ¡date prisa, idiota!- De acuerdo.

Había pasado casi un mes desde la partida de Clara y aunque Madeleine sehabía encargado de mantenerlos lo más posible al tanto de sus actividadesen la capital, los telegramas que podían llegar más rápido a la isla seguíansiendo un medio sumamente breve para comunicar cosas. Por suerte paralugares como aquel, aún existía la posibilidad de enviarlos…

- “Queridos Domingo, Mariano, Rafael y mis niños: no daréningún rodeo y de inmediato les contaré que los resultados deeste viaje serán positivos. Los doctores dicen que hace añosexiste una técnica experimental para tratar el problema de lasretinas de mis ojos, cosa que me han explicado en detalle y queresulta un poco técnica para reproducirla literalmente, por loque les resumo aquí lo que yo entiendo. Hay un tipo de célulasque nunca tuve, pero que los doctores generan en unas plaquitaspor medio de unos bichitos y una vez que han sido cultivadas, lasinyectan en los ojos y comienzan a desarrollarse lentamentehasta volverlos normales y que puedan ver...”- ¡¿Qué te sucede?! -Domingo lo agarró por el hombro de lasotana y lo remeció sin sutilezas- ¿Por qué no sigues?- ¡No seas tan bruto, Domingo! -Mariano le dio un codazo enel costado para que se diera cuenta que Rafael se había detenido

Page 59: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

pues sus ojos estaban llenos de lágrimas de emoción y no queríamojar la carta, ni que los niños lo notaran, por lo que aparentabafrotarlos por tener la vista cansada para continuar- Continúa encuanto estés listo…- Sí… “…No es seguro que recupere completamente la vistade inmediato, tal vez esto vaya poco a poco con el tiempo. Losdoctores dicen que los resultados varían de caso a caso, pero quepor pruebas que me han hecho y por mi edad, es probable que elresultado inicial ya sea dramáticamente positivo y que al pocotiempo sea total. He orado mucho porque así sea para poderdarles a todos esa felicidad. Claramente que yo también estoyilusionada con ello. ¡Tengo tantas ganas de verles a todos! Porlo mismo…”- ¿Y ahora qué?- Es que dice algo de mí y…- Bah, léelo igual.- De acuerdo. “…por lo mismo le he pedido a Madeleine queoculte todas las fotos de Rafael que tenga en su casa y así poderverlos a todos por primera vez en persona.”- ¡Ay, que muchacha más dulce! Ya quiero que regrese,aunque tal vez se asuste de verlos a ustedes dos, par deprimates… y a los niños los bañaremos, peinaremos y vestiremosmuy guapos para atenuar el golpe.- ¿Acaso te sientes muy apuesto tú, gran hipopótamo?- ¿Me estás llamando gordo, patas de zancudo?- ¡Por Dios, muchachos! No delante de los N – I – Ñ – O –S…- Los niños saben que así nos tratamos porque nos queremos.- Mmmm…- Bueno, bueno, acaba ya de leer.- “Y ya me despido. Madeleine ha insistido en salir decompras y al salón de belleza, ¿lo pueden imaginar? Yo peinadacomo una chica de ciudad… Les dejo todo mi amor y cuídensebien. Volveré con ustedes en aproximadamente dos meses más.Por favor, que alguien vaya a mi casa y les lea esta carta a mispadres y hermanos y les agradezca por mí el ser personas tanmaravillosas. Los quiere y extraña muchísimo su Clarita”

Page 60: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- ¡Dos meses! Bueno, comparados con toda una vida sinhaber podido ver, estará ansiosa mi pobre muchacha…- No estés preocupado, Domingo. Clara es una chicainteligente y con un carácter maravilloso, además de unapaciencia infinita. Toma por ejemplo que nos aguanta a los tres ya todos estos chiquillos malcriados…- ¡No somos malcriados!- Claro que no, mi vida, es sólo una broma, ustedes son la luzde nuestros ojos y si no fuera por angelitos tan bellos, Domingo,Rafael y yo no estaríamos aquí.- Anda, Rafael, aprovecha la hora y te vas a casa de Clara aleerles la carta a sus parientes.- Pero es que yo…- Nada de peros, si no es difícil. Bajas la colina, te vas hastala casa de los vecinos y allí les vuelves a pedir indicaciones, sonsólo un par de kilómetros más por la costa y luego subes unacolina más baja que ésta, no hay forma de que te pierdas.- Esta bien…

Tal como había dicho Domingo, no había posibilidad alguna de perderse yno tardó mucho tiempo en encontrar la cabañita en la ladera de una colinabaja. Aquel lugar era humilde, pero muy hermoso, con su chimeneahumeando y algunos patos y gallinas picoteando alrededor. De seguroClara adoraría ese paisaje cuando pudiera verlo. El ya lo amaba porque erasu casa.

- Buenas tardes, señora.- ¡Dios Bendito! -la mujer, que lo observaba claramenteimpactada, debía ser la madre de Clara, pues tenía sus mismosojos pardos y la misma figura, con la diferencia de los años y larudeza del trabajo- Usted debe ser el padre Rafael, ¿cierto?- Sí…- Veo que el padre Domingo no mintió al decir que es ustedmuy guapo, pero yo me fío más de lo que me cuenta mi hija yque esos ojos bonitos que yo le veo y tantas cosas más que ellano, no son lo mejor de usted.- Clara es una muchacha muy dulce.- Sí, también dijo que era usted de pocas palabras, sin

Page 61: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

embargo espero que hoy tenga ganas de hablar porque nosotros,mi marido y sus hermanos, esperamos que nos cuente todo condetalle. No me adelante nada, pues nos comprometimos a estartodos juntos.- No lo haré.- Muy bien, pase y siéntase como en su casa. Yo me adelantépara preparar la comida, pero los muchachos están al llegar, asíque debo sacar el pan del horno.- ¿Me permitiría ayudarla?- Pero si usted es nuestro invitado.- Por favor. Me siento inquieto en estos días si no tengo algoque hacer…- ¡Vaya! Un niño de ciudad que tiene espalda para eltrabajo… me agrada eso. De acuerdo, Rafael, aunque no crea queesto es cosa de niños…- Domingo nunca me ha dejado usar el horno de barro porquedice que tiene sus mañas que sólo él le conoce, por lo que meencantará aprender con usted.- ¿Sabe? Ya me cae muy bien y comprendo por que mi hijale tiene tanto cariño… resulta usted como un niñote grande, peroinocente, sobre todo si aún le cree al padre Domingo, que es unzumbón… vamos, usted abra la tapa con cuidado de no quemarsey yo sacaré algunos panes con esta paleta larga… los otros sonsuyos, pero si se tarda y se queman, tendrá que responderle a lamanada de lobos hambrientos que está por llegar…

Afortunadamente logró seguirle el tranco a la madre de Clara con eso desacar el pan a prisa, aunque se sorprendió de la fuerza y habilidad querequería la tarea, más de una mujer pequeña y menuda. Luego la ayudó abatir la mantequilla y acomodó varias cosas en las estanterías altas de lacocina que a ella le habría costado alcanzar. Como premio le tocó el primerpan amasado con mantequilla y queso de cabra de la tarde con un grantazón de leche y hasta una cariñosa palmada en el hombro por su buentrabajo, como si, tal como le había dicho Rosa, fuera un niño más crecidode lo normal.

- ¡Un cura! Y en mi casa, mujer… ya sabes lo que opino al

Page 62: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

respecto.

Al escuchar aquello y ver al recio hombre mayor con expresión de furiaflanqueado por tres hombres de aspecto hosco que lo miraban con recelo ymolestia desde la puerta, casi se atraganta con el último bocado de pan,haciéndolo carraspear.

El hombre se acercó y con su gran manaza le dio un buen golpe, pero en laespalda para ayudarle a tragar, mientras los cuatro se desternillaban de larisa ante la mirada molesta de Rosa.

- ¡Son unos brutos! Pobrecito Rafael, no les haga caso… mimarido tiene lamentablemente el mismo sentido del humor de suamigo Domingo y estos tres chiquillos salieron a él.- Bueno, hombre, ahora que se te ha destrabado la garganta,comienza a hablar, porque no habrás venido aquí sólo a llenartela panza como lo hace Domingo, ¿no?- No, por supuesto…- ¡Ay, ya basta! -Rosa se plantó frente a su marido y lesacudió un dedo enfadada delante de sus narices, lo que aquietóno sólo al bromista, sino a sus tres herederos, que se silenciaronde inmediato- Así está mejor y ya déjenlo hablar. Rafael hatraído una carta que su madre tuvo a bien escribirnos y queClarita le dictó, así que se van a callar y a sentar para que loescuchemos atentamente palabra por palabra, porque la letra dela señora es un poco complicada y él amablemente ha venidoaquí en vez de simplemente mandarla.- ¡Tienes razón! Rafael, discúlpame a mí y a los muchachosy por favor, léenos las noticias de mi pequeña.- Sí, por supuesto y no se preocupe…

Rafael les leyó la carta, pudiendo contener mejor su emoción en estaoportunidad, sin embargo no pasó del todo desapercibida para la madre deClara, que no pudo evitar sentirse contenta pensando que había algunaposibilidad que los sueños de su hija se hicieran realidad.

Llegó al monasterio ya entrada la noche con un cargamento de pan

Page 63: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

amasado, queso, mantequilla y un botellón de leche para el cordero deClara, de cuyo cuidado se había hecho responsable personalmente.

Si otras noches se le había hecho difícil dormir pensando en ella, ésta leparecía algo imposible, más después de conocer a su familia y que tras lasbromas iniciales, lo hicieron sentir como uno más, felices y agradecidosademás de él y de su madre por la ayuda que le estaban dando a su Clarita.

¿Qué opinaría ella al verlo? Se sorprendió deseando por primera vezparecerle atractivo a una mujer, sin embargo lo más probable es que Clarano tuviera conceptos preconcebidos sobre belleza. Eso lo tranquilizaba,pues no podía siquiera imaginarla actuando como otras en el pasado…Pero no, no era eso lo que le importaba, sin embargo pensar en lo que síquería resultaba demasiado perturbador… Peor aún, pensar en su propiaopinión de ella, cada vez menos platónica, era lo que lo hacía desvelarse.

Se sentía como devuelta bruscamente en la adolescencia, con aquellassensaciones y reacciones físicas que le habían sido bastante ajenasentonces y que ahora parecían confabular en su contra para delatarlo.

¡Todo era tan difícil! Sólo el saber que amaba sincera y dulcemente a Clarano lo hacían sentirse una especie de depravado, despertando cada mañanacon notables erecciones, o peor aún, por las noches, empapado en sudor ymás, en medio de sueños indubitablemente eróticos.

Algunas veces conseguía aceptarlo como la consecuencia inevitablementehormonal de estar enamorado y de ser un macho, aunque fuera unreligioso. Otras, se sentía perverso y sucio por tener tales pensamientosrespecto de una muchacha tan dulce y tan pura como Clara.

Sin duda aquello era un pecado, pues un hombre tan íntegro y devotobesando como un sátiro… Pero la hacía sentir maravillosamente y aunquesumamente apasionado, también era tierno y considerado, siempreacariciándola, haciéndola sentir importante y muy amada.

A más lo extrañaba, más le costaba evitar soñar casi a diario con Rafael.

Page 64: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Sus sueños eran extraños, compuestos de colores y formas que no sabía sipodían existir, pero que ella había aprendido a entender como la visión desus emociones.

Aunque con cierta culpa, ya había logrado identificar la gama de sueñosque estaba teniendo con él. Algunos trataban simplemente sobre estar conél compartiendo un momento, tumbados sobre una manta cuidando a losniños en un picnic, escuchando su voz grave y hermosa mientras leía uncuento para los más pequeños a la hora de la siesta…

Otros también eran sobre la convivencia diaria, sin embargo involucrabanmás sentidos, pues ella se permitía acariciarlo mientras lo rasuraba deforma sumamente lenta, sentada sobre sus rodillas y de frente a él,sintiendo el contacto de su cuerpo contra el suyo, o ayudándolo a preparargalletas, ambos con las manos en la masa, nunca mejor dicho, tocándose yacariciándose casi de forma casual…Y otros en que derechamente lo montaba y cabalgaba sobre él con su sexoclavado hasta la raíz en ella, disfrutando de escucharlo gemir y diciéndolepalabras dulces y eróticas mezcladas, pidiendo más y dando más hastaalcanzar juntos el máximo placer mientras él le murmuraba contra suslabios que la amaba y que lo hacía inmensamente feliz.

¿Cómo sería él? Hermoso, según todos decían, pero ¿qué sería la bellezapara ella? Dudaba tener las reacciones meramente carnales ante su visiónque a él tanto lo habían hecho sufrir y vagar en busca de un lugar en que suaspecto no fuera una invitación al pecado, sin embargo temía regresar,abrazarlo y escucharlo y acabar tan excitada como cualquier otra mujer quese derritiera por sus encantos.

¿Acaso no podían notar lo dulce que era? ¿No entendían que él no era unobjeto, mucho menos sexual, sino que casi un niño inocente?

Entonces tuvo un pensamiento revelador y desconcertante. Rafael nunca…¡Dios!

Pensar en ello lejos de calmar sus ansias la había hecho subir de nivel ensueños, pues era recurrente que la despertara la abrumadora, pero

Page 65: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

maravillosa sensación de hacerlo suyo por primera vez…

Page 66: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 8

- Quiero que nos pongamos manos a la obra y pintemos todoel monasterio.- Estoy de acuerdo y tampoco es que esto sea La Santa Sede,así que si mis cálculos no nos engañan, en dos días de trabajo lapintura debería alcanzar bien, pero por si las dudas partiremos dearriba hacia abajo dentro de las salas, así si falta por cualquiermotivo, hay restos de muchas pinturas de colores y podríamosdibujar praderas y lomas y que los niños peguen o pinten casitas,árboles y animales encima.- ¡Me encanta la idea! Incluso podríamos empaparles lasmanos de pintura y que dejen sus huellas los más pequeños.- También puede ser. Hoy hemos amanecido muy artísticos,queridos hermanos. Muy bien, yo iniciaré con el exterior de lacapilla, Mariano puede dedicarse al exterior de las salas y Rafaelal exterior del internado.- De acuerdo.

Faltaba apenas una semana para el regreso de Clara y ya casi todo estabapreparado. Domingo había lavado y planchado las mejores ropas de losniños, Mariano les había cortado el pelo y las uñas a todos y Rafael leshabía enseñado una nueva canción, además de pintar un bonito cartel debienvenida con todos ellos.

Habían ido a conseguir más miel y las galletas esta vez esperabancelosamente guardadas, adornadas con nueces, almendras, pasas y glasé decolores, en forma de muñecas y ositos, incluso algunos corderos blancos.

Las últimas noticias recibidas habían sido simplemente maravillosas. Clarahabía evolucionado favorablemente desde el implante de los cultivos decélulas y les narraba con emoción como ya podía distinguirinequívocamente colores y formas. Era tan rápida su recuperación quesegún los médicos en cosa de días su visión sería totalmente nítida, muyprobablemente antes de volver a casa.

- ¿Clarita?

Page 67: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Buenos días, Madeleine.- ¡Que madrugadora estás! Desde hace una semana que teencuentro todos los días ya levantada y por los jardines cuandoyo apenas comienzo a abrir los ojos.- Si pudiera, no dormiría en días… Quisiera pasar horas yhoras viendo estas flores, estos árboles, el azul del cielo…- ¡Ay, mi niña! Me hace tan feliz lo mucho que hasconseguido en tan poco tiempo. Sólo me apena pensar que estopudo haber ocurrido mucho antes.- No importa, Dios así lo quiso y siempre tiene sus motivos.Tal vez yo antes no lo deseé lo suficiente…- ¿Y qué es lo que ha hecho que ahora todo sea diferente?- Bueno…- Clara se sonrojó y dudó un minuto, sin embargoaquella mujer en pocos días se había convertido en su amiga yconfidente, como si se conocieran de toda la vida- Hay algo, peroes un secreto.- ¿Un secreto que vas a guardar tú sola o puedes compartirloconmigo?- La verdad es que creo que si alguien puede llegar acomprenderme, eres tú…- Pues si así lo deseas, puedes contármelo, que yo loguardaré bien.- Madeleine, yo sé que tal vez estoy mal y que deberíaintentar evitar y olvidar esto, pero… ¡Estoy enamorada de tu hijoRafael!- ¿Y por qué eso debería de estar mal?- Pues, es que él es un religioso… Su corazón pertenece aDios sobre todas las cosas.- Es cierto, sin embargo amar a alguien para bien y connobles sentimientos jamás podría considerarse un pecado, aunqueese alguien sea un sacerdote. Al menos eso es lo que yo creo.- ¿En verdad?- Sí… Aunque ello no quita que debas saber que tal vez tuamor no pueda ser correspondido de la forma en que tú esperas.-¡Dios! Que ganas tenía de decirle que lo único que Rafael queríaen la vida era saber que ella le correspondía, pero no era sudecisión y ellos debían tomar sus propios caminos, sin

Page 68: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

intervenciones, solos los dos- Y aún así no hay nada de malo entus sentimientos.- Es que yo…- ¿Sí?- Yo no sé si esté bien amarlo y que él no lo sepa. Pero esque no se lo puedo decir porque lo pondría entre la espada y lapared… No querría jamás hacer que sienta que debe irse por micausa, porque él no querrá hacerme daño… ¡Ay! Es muydifícil…- Lo sé. Sin embargo me puedo aventurar a asegurarte algocon respecto a él. Pase lo que pase, si te decides a decírselo o no,si llega a darse cuenta o se entera, nunca pensará que es algomalo y menos creerá que es tu culpa. Después de todo él es unhombre y tú una mujer y nadie manda en el corazón. El amornace y ya.- ¿Crees que si se enterara, se iría?- No estoy segura de eso, Clarita.- Yo creo que puedo vivir sin confesarle esto que siento porél, pero estoy segura que no podría vivir sin él. No podríasoportar que se vaya.- Creo que debes tomarlo con calma. Cuando llegues alláahora será todo completamente diferente. Piensa que además detodo lo que has percibido de él y que te ha hecho enamorarte, vasa verlo y… ¿Qué esperas que suceda entonces? Porque tú sabes lareputación que acarrea su aspecto…- Pues no lo sé. El tiempo ha sido poco y aún mi visión no esperfecta, sin embargo creo que ya puedo decir si algo es bello omuy bello, ya que hasta ahora todo me parece bonito. Peroaunque nunca llegara a verlo, para mi él es lo más hermoso queexiste, incluso si su aspecto fuera… Bueno, tú me entiendes.- ¡Claro que sí! Pero no te atormentes más, Clara. Lo quedeba pasar, pasará. Dedícate a disfrutar cada momento y aaprovechar todas estas nuevas experiencias. Como ya sabemosbien, Dios sabe cómo y por qué hace las cosas…- ¡Es verdad! Sólo una cosa más…- Dime.- Gracias…

Page 69: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- No ha sido nada, mi niña.- No, gracias por hacerlo venir a nuestro mundo.- Me lo puedes agradecer cuando termine yo de darle graciasa Dios por hacerme ese regalo.

Todo estaba quedando muy bonito y cada cual ponía su mayor esfuerzopara que la bienvenida de Clara fuera perfecta. A menos de una semana deaquel día, las mejillas cada día estaban más sonrosadas, las canciones másentonadas, los dibujos más hermosos y coloridos. Sólo había uno queparecía más cansado, tenso e incluso algo malhumorado.

- Rafael, ¿tienes tú el martillo?- …- ¡Rafael! ¡El martillo! ¿Lo tienes tú?- ¡No! Es la tercera vez que alguien me viene a preguntar porel dichoso martillo y ya dije que NO lo tengo.- Es que pensé que no me habías escuchado, como estabasallí, como mirando al vacío… -¿el pacífico Rafael contestandoasí, debiendo estar feliz? Allí estaba pasando algo raro desdehace rato…- Pero a ti te sucede algo.- Son ideas tuyas.- Rafael, creo que te conozco ya lo suficiente. Tú jamáshabías estado de mal genio y mucho menos contestado así.- Discúlpame, Mariano. No fue mi intención ser groserocontigo.- Da igual, hombre. Todo mundo tiene derecho a tener unmal día y tú, que has trabajado de sol a sol hace varios días, eslógico que tengas alterado el genio.- Mariano, amigo, te agradezco tu comprensión, sinembargo…- No te preocupes, de verdad.- Amigo, ¡ya no puedo más!

¡Dios! Ahí pasaba algo serio. Rafael había dejado de pulir por enésima vezlos candelabros del altar, se había sentado en el único peldaño ante elpasillo central y se había cogido la cabeza entre las manos como quienlleva un enorme peso en los pensamientos… Y en el corazón.

Page 70: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- ¿Qué te pasa, Rafael? ¿Puedo ayudarte en algo?- No creo que nadie pueda ayudarme, sin embargo sólo tepido que me escuches…- ¿Quieres que te confiese acaso?- No, Mariano. Esto no es un pecado. No puede serlo.- ¡Habla, hombre! Comienzas a asustarme…- Lo único que te pido, aunque sé que no te corresponde, esque me aconsejes ante lo que te diré.- Por supuesto.- Mariano… - Rafael suspiró profundamente y en un gestotal vez involuntario al coger el crucifijo de oro que siempre habíallevado al cuello pendiendo de una cadena, esta se rompió y se lequedó colgando en la mano ante su mirada angustiada, como siaquello fuera una funesta señal, un ladrillo más en la pesadacarga que parecía estar llevando- Yo…- Calma, amigo. Todo tiene arreglo, menos la muerte. Debesestar tranquilo.- No, no puedo estarlo, no puedo hacer nada, no puedodominar mis emociones, ni mis sentimientos, ni mis sueños, nimis pensamientos, ni nada…- ¡Por Dios, hombre! ¡Dime ya qué te sucede!- Estoy enamorado.- ¡¿Qué?! Pero, ¿cómo? ¿Cuándo?- Creo que desde el primer día que llegué aquí.- Pero…- Clara.- ¡Dios!- Ya no sé qué hacer…- …- Ayúdame, Mariano, porque no puedo más con estesentimiento. Es imposible ocultarlo. Me está matando por salir…- Ay, amigo…- Por favor, Mariano. ¿Qué hago? Juré a Dios hacer elsacrificio que fuera necesario para que ella fuera completamentefeliz y ahora volverá y me verá y… No importa lo que sucedaconmigo, mientras ella no sufra por mi gran debilidad.

Page 71: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Por más que lo pienso, es demasiado complicado… Rafael,tú sabes de sobra que Domingo y yo te apreciamos muchísimo yque los niños te adoran, sin embargo por esa misma razón,porque nos importas, no puedo endulzarte los hechos, ni muchomenos mentirte. Un sacerdote cuyo corazón no pertenece sobretodas las cosas y las personas a Dios, no puede… ¡Mierda! Nuncame había topado con una situación así. Amigo, quiero que tequedes, pero por el cariño que te tengo, y mi compromiso conDios, debo recomendarte que dejes este sitio.- Mariano…- Yo no voy a juzgarte. Estoy seguro de que si existe unamujer capaz de generar sentimientos de amor en un hombre esClarita, sin embargo, ¿te has detenido a pensar cómo se va asentir ella si algún día se entera? Creerá que ella te habrá hechodaño, que te habrá hecho dudar y finalmente incumplir con tusvotos…- Ella no tiene ninguna culpa.- Así es. Ella no puede evitar, ni intenta ser como es,simplemente lo es.- Yo entiendo lo que me dices y considero que tienes razón…- Odio ser quien deba causarte este dolor, Rafael. Siempre hepensado que eres un hombre muy bueno, generoso y trabajador.No tengo ni una sola queja de ti y en el fondo pienso queenamorarte de Clara tampoco ha sido un pecado. Dios lo haquerido así, sin embargo y aunque nos va a doler, mi consejo esque pongas distancia…- Sí… Mariano, quiero que sepas que aunque tengo elcorazón destrozado, te agradezco tu honestidad y que me hayasayudado a decidir lo que hacer… Por lo mismo me atrevo apedirte un favor más, uno que no debería pedirte, pero no se meocurre nada más…- Dime.- Me marcharé esta noche, cuando los niños se hayandormido… esperaré a que también Domingo lo haya hecho. Nopuedo estar aquí cuando Clara regrese, no podría resistirlo…Tampoco quisiera que mi madre se enterara… eso serácomplicado, pero no volveré a su casa, necesito estar solo… Por

Page 72: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

favor, cúbreme y que se enteren que los quiero a todosmuchísimo… e inventa alguna razón creíble de mi partida. Yo nisiquiera puedo pensar…

Mariano se sentía realmente horrible, tener que decirle aquellas cosas aRafael, romperle así el corazón… ¡Dios! El hombre frente a él estabadestrozado, totalmente abatido. En un segundo su vida había vuelto aperder el norte y esta vez ni siquiera tenía una siguiente posibilidad, no. Seiría y pensaba alejarse de todos, alejarse de lo más importante, amado ysagrado para él, estar solo… ¿Sólo para qué? ¿Para torturarse a si mismouna y otra vez? Y él no podía impedirlo.

- Rafael…- Amigo, no puedo ser más un religioso, no quiero seguirtraicionando a Dios…- ¡Ay, Rafael! Tú sobre cualquiera de nosotros tenías losdones necesarios, la paciencia, la compasión… Quisiera tantodecirte que olvides todo lo que te he dicho, que hagamos comoque nada sucedió y te quedes… Estaría dispuesto a pecar así sisupiera que mi mentira podría proteger tu felicidad, perocargando ese secreto minuto a minuto acabaría matando tuespíritu y mi pecado sería aún peor por permitirlo.- Mariano, no, no te preocupes. Tú me has aconsejado bien yhecho lo correcto. También pienso que a la larga esto me habríasuperado y podría acabar lastimando a Clara… ¡Y eso sí jamásme lo perdonaría!- Eres un hombre muy valiente, yo no sé si podría.- Ahora, por favor, anda con Domingo y los niños y piensa enalgo sensato que decirles mañana… También dile algo dulce aClara, que sepa que saber que ha recobrado la vista me hizoinmensamente feliz, pero mantenlo a un nivel no tan personalcomo para que llegue a sospechar y a sufrir cualquier pena porello. Yo sé que su corazón es demasiado noble y se entristeceríapor mi culpa…- Incluso ahora piensas en todo mundo primero…- No, amigo. No creas que estoy siendo tan generoso, porquela persona que más me importa que esté bien es Clara. Mi amor

Page 73: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

es egoísta, pero no permitiré que la afecte a ella… y al resto.- ¡Por Dios! Esto es en serio…- Me encantaría volver a verte alguna vez, pero sería injusto,tampoco quiero apenarte a ti. Eres lo más parecido que he tenidoalguna vez a un hermano…- Hombre, ¡por Dios, para!- Vete ya, Mariano. Yo te alcanzo luego en la cocina y harécomo que nada sucede.- Rafael…- Adiós, amigo. Gracias a todos ustedes por haberme hechofeliz.

Page 74: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 9

- ¡No me vuelvas a mencionar a ese tipo, Mariano!- Pero Domingo, Clarita está por llegar y cuando lo hagapreguntará por Rafael, de eso estoy seguro…- ¡Ya lo sé! Vaya sujeto más desgraciado… ¿Cómo se leocurre hacerle esto a nuestra niña? Debió esperarla, recibirla ydespués podría haberse preocupado de sus propias necesidades…Resulta bastante egoísta para alguien que siempre se mostrócomo tan caritativo y generoso… ¡Todo era una careta! Tal vezle encanta que las mujeres se le echen a los brazos y todo…- Estás hablando por la herida y lo sabes, Domingo. Rafael esun gran hombre y si ha querido ser consecuente consigo mismo ysu vocación, eso no lo convierte en ningún egoísta. Impulsivo,puede ser, pero ten en cuenta que es sacerdote hace casi diez añosy nunca ha podido hacer lo que su corazón le dicta. Es justo quetomara su oportunidad y yo sé que Clarita va a comprenderlo…Y tú lo comprendes, lo que pasa es que lo extrañas.- ¿Qué voy a extrañar yo a ese enorme…? ¡Bah! Ya déjameen paz tú también…

Hace menos de una semana había dejado el lugar donde más feliz se habíasentido, donde había sido útil, querido y recibido con los brazos abiertos,sin embargo le dolía tanto la distancia que era como si aquel dolor llevaraaños partiéndole el corazón.

No podía dejar de pensar a cada momento en los niños, en sus compañeros,en especial en Domingo, que se sentiría seguramente decepcionado de éldespués de todo el cariño que le había brindado.

No podía evitar pensar en Clara llegando feliz a ver a todos, incluso a él ysu ausencia empañaría aquel momento que debía de ser hermoso y perfectopara ella…

Llovía en la ciudad, pero Rafael no le prestaba atención a aquello,empapado casi hasta los huesos. Esperaba que Mariano hubiera inventadouna buena excusa para su partida que pudiera aminorarle cualquier pena alos demás. Y ahora, tras pasarse largas horas intentando poner su mente en

Page 75: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

blanco y pensar en algún sentido para darle a su vida, caminaba una vezmás, más triste que nunca, a ver a su maestro para resolver su situaciónclerical y, si Dios lo permitía así, buscar un consejo que lo ayudara a seguiradelante.

- ¡Rafael!- Señor obispo…- Pero muchacho, pensé que no te tendría por aquí por muchotiempo, en especial después de las buenas nuevas que me hatraído tu madre… ¡Ah! Has venido a buscar tú mismo a lamuchacha que vino con ella desde el monasterio, ¿o no?- No, señor…- Rafael, -algo muy extraño estaba sucediendo. Normalmentecuando él volvía de algún sitio donde no había conseguido evitarsu sino, llegaba con pena, pero con cierta rebeldía además ydeseos de recomenzar de inmediato, sin embargo ahora se le veíaabatido, sin alzar la mirada, como si se hubiera rendido- ¿qué tesucede?- Ni siquiera sé como empezar…- Vamos, muchacho, no te atormentes. Si las cosas no hanresultado y has vuelto a tener problemas con…- No, señor. No he tenido… no me han generado a mí ningúnproblema. El problema esta vez soy yo. Es mi culpa…- No comprendo…- Señor obispo, me duele en el alma lo que debo pedirle, sinembargo prefiero aquello que seguir incumpliendo con misvotos.- ¿Cómo? ¿Qué es lo que vas a pedirme, muchacho?- Necesito que inicie mi proceso de secularización.- ¡¿Qué?!- Ya no puedo ser un sacerdote, monseñor.- Pero Rafael, ¿qué ha pasado? Si existe alguien que meparece a mí que nunca ha dudado de su vocación de servicio aNuestro Señor has sido tú y…- Yo sigo sin dudar de querer servir al Padre Celestial…- ¿Entonces? Porque si has cometido algún pecado, sabes quepuedes ser perdonado por la iglesia si no es algo extremadamente

Page 76: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

grave, pero de ti no puedo ni siquiera imaginar algo así y…- Me he enamorado de una mujer.- ¿Enamorado? Pero allá no hay ni… ¡Oh! Ya entiendo… dela muchacha, ¿no? De la chica que trajo tu madre para que ledevolvieran la vista…

Por primera vez desde que había llegado, Rafael alzó la mirada,encontrando la del obispo, que no parecía recriminarle, pero tampocolograba entender. Eso hasta ver la pena y la culpa reflejarse en aquellosincreíbles ojos azules. Ni siquiera se le ocurrió dudar de sus palabras anteaquella visión. Preguntarle si estaba seguro de lo que decía o lo que sentía,que si no estaría acaso confundido, habría sido verdaderamente una ofensa,como si menospreciara sus sentimientos, pues nadie podía parecer tanabatido si no hubiera sufrido una enorme e irreparable pérdida.

- Monseñor, Clara es el ser humano más dulce y tierno queDios ha tenido a bien dejarme conocer. Yo he sido un pecador altratar de mentirme incluso a mí mismo ocultando esto que sentídesde el momento mismo de escucharla y verla por primera vez.Y como si estas emociones que me han embargado no hubieransido suficiente prueba de que mi corazón se rendía de inmediatoa sus pies, ella ha sido la única mujer que no ha sido amorosaconmigo por mi exterior. Nunca ha pensado siquiera enbrindarme una sonrisa o una caricia afectuosa con el fin deseducirme con intenciones impuras, sino que siempre quisohacerme sentir por fin en casa, necesitado, desinteresadamentebien acogido…- Pues vaya que estás bien enamorado, sí.- Yo lamento profundamente estarlo desilusionandoporque…- Muchacho, ¿por qué crees que me has desilusionado? -Rafael volvió a alzar la vista, bastante asombrado, encontrando asu antiguo profesor brindándole una cálida sonrisa- Muy por elcontrario, me causa una profunda emoción ser testigo de eseamor que sientes, con la misma generosidad y dulzura quesiempre te han caracterizado, lo que me deja absolutamente claroque ha sido Dios quien lo ha querido así.

Page 77: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Pero yo prometí entregarle por siempre mi corazón…- Y Él ha decidido que esa entrega la hagas amando a una desus hijas, muchacho querido. Dios va a ser muy feliz al verseservido por ustedes dos, pues entiendo que esta chica Clarasiempre ha trabajado con los monjes al servicio de lospequeños…- No creo que ese haya sido el plan de Nuestro Señor…- ¿Por qué lo dices?- Clara no siente lo mismo que yo.- ¡Ay! Mi pobre muchacho… ¿Entonces tu amor no escorrespondido?- No, monseñor, Clara ni siquiera lo sabe… sólo usted, elhermano Mariano que ha tenido la bondad de ayudarme con unapequeña mentira blanca para no apenar a los niños, y creo que mimadre lo sospecha…- ¡Cuánto lo siento, Rafael! Lamento ser egoísta, pero es quete conozco desde que eras un bebé y me duele saber que toda tuvida ha sido sacada de órbita sin siquiera tener retribución,después de lo mucho que te has esforzado y soportado tantotiempo…- Sí la tiene, señor obispo, porque conocer a Clara ha validotodo, espero que Dios me perdone el ser débil.- Yo sé que no debería siquiera proponerte esto, pero, ¿noquisieras tomarte un tiempo antes de continuar con lo de lasecularización? Puede que tu corazón se apacigüe y… ¿No,cierto?- No. Yo la amaré siempre y no quiero traicionar más losvotos del sacerdocio.- Eres un hombre valiente y admirable…- Sólo intento hacer lo correcto.- Está bien, Rafael. Sólo quisiera saber qué piensas hacer deahora en más con tu vida.- No lo sé, señor.- Comprendo. Han sido tantos años tratando de hallar tulugar en la iglesia…- Sí. Aunque igualmente me imagino que podré encontraralgún trabajo y alquilar un lugar donde vivir…

Page 78: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Hijo, no quisiera atribularte más, pero, ¿tú has pensado quetu aspecto no ha cambiado aunque dejes de ser un sacerdote? Yobviamente eso tendrá sus consecuencias…- ¡Dios! Tiene razón… ¡¿Qué voy a hacer?!- Por ahora, calmarte, porque puedes permanecer aquí en elobispado, que siempre hace falta gente dispuesta a ayudar…- No, monseñor. Le aseguro que tenerme aquí sólo va agenerarle problemas con la gente que venga.- ¿Y qué pretendes? ¿Qué te mande a la calle a sufrir y ya,sin más? ¡Nada de eso…! ¡Ya sé!- Monseñor, de verdad que no quiero que se preocupeporque…- Te ofrezco un trabajo.- ¿Un trabajo?- Sí. Un muchacho grande y fuerte como tú siempre va a serútil en un hogar de ancianos, el que tenemos aquí para nuestrossacerdotes que ya no pueden valérselas del todo por si mismos, yallí podrás estar tranquilo mientras encuentras otras opciones,pues las enfermeras son todas religiosas, la mayoría mujeresmayores.- Monseñor, usted es demasiado bueno conmigo…- ¡No digas tonterías, Rafael! Ya está resuelta esa parte almenos, puedes instalarte en cualquier cuarto del obispado queesté desocupado y verás como va a ser muy útil tu ayuda.- Haré todo lo que esté de mi parte. Muchísimas gracias.- De nada, hijo, no creas que vamos a poder pagarte mucho…- No hace falta que me paguen nada mientras me densuficiente trabajo para mantenerme ocupado, una comida al día yun sitio donde dormir.- ¡Ni que fueras un perro, hombre! Claro que se te pagaráademás de darte techo y comida, es lo justo y no quiero escucharuna sola palabra más.- Gracias.

La colina del monasterio le pareció el lugar más hermoso que había vistodesde que podía hacerlo. Sus tres rudos hermanos parecían niños pequeñoscaminando a su alrededor hablando de todo lo que habían visto en la ciudad

Page 79: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

en ese fin de semana en que fueron a recogerla. A los tres los habíaayudado a elegir un presente para sus esposas y novia respectivamente yhabía gozado viendo a sus padres como si fueran unos muchachosadolescentes de novios por el parque, felices como nunca por todos sushijos.

Todo estaba resultando maravilloso y el corazón se le apretaba esperandoal momento de reunirse con los niños, con Mariano, con Domingo y…¡Ay! Clara se sonrojaba de sólo pensar en que posiblemente se le quedaríauna gran cara de boba al ver a Rafael.

Pensaba en los presentes que había llevado y sabía que a él le encantaría elpequeño piano a cuerda… ¿Cómo sería una sonrisa suya? ¿Y aquel azulprofundo de sus ojos? Ya había visto personas morenas, trigueñas yblancas… ¿cómo sería el color de su piel? ¿De su pelo? No había dejadoque Madeleine le adelantara nada, sólo aquello que le dijo meses atrássobre sus ojos y que la había decidido a ir con ella a la ciudad, volviendocon los mejores resultados que hacían felices a todos sus seres queridos yla maravillaban a ella.

¡Dios! Ahora sus nuevos sueños sí tenían rostros y colores reales yhermosos paisajes y uno de los primeros había sido de un tiposignificativamente alto, de espaldas a ella, pero de frente a una hermosa yverde colina, vestido de sotana y capucha… ¡Ya quería verlo! Iba a subircasi corriendo porque ya no podía más de la emoción, más al sentir lasvoces de los niños cantando una nueva y hermosa canción cuando divisaronal grupo acercándose a la salida ya del bosquecillo.

Era lógico que el monje más rellenito y mayor que corrió seguido de losniños a pesar de las advertencias del otro, bajito y con gafas, era Domingo,porque ya lo había imaginado cientos de veces y al abrazarla reconoció suolor a dulces y a pan del horno de barro y su vozarrón alegre, que ahorasólo dejaba escapar palabras entrecortadas entre lágrimas de alegría.

- ¡Clarita mía!- ¡Domingo! ¡Cómo te he extrañado!- Te extrañamos, Clarita.

Page 80: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- ¿Ya puedes vernos bien?- Sí, mis niños, ¡qué hermosos son todos, por Dios! Yotambién los extrañé…- Todos estamos felices de que hayas regresado por fin,Clarita- ella se volteó y abrazó al muchacho que reconocióclaramente como Mariano, con sus pequeñas gafas y su olor atinta y a los pinos donde le gustaba escaparse de vez en cuandode Domingo, además de sus frases correctas e inteligentes-¡QueMaravilla que todo haya resultado tan bien y que guapa estás conese vestido y ese corte de pelo!- Gracias, Mariano. Tú también eres un muchacho muylindo.- Bueno, mi niña, vamos adentro que hemos estado todo eldía preparando cosas ricas para recibirte…- ¡Ah! Me imaginé que Rafael estaría seguramente haciendogalletas…- Bueno…- No precisamente, mi niña.- ¿No?- Es complicado porque…- La verdad es que no importa.- Claro que importa… Ya, dejen la broma y díganle al Ángelde las Galletas que venga a saludarme como corresponde.- Querida mía, no va a ser posible. Te juro que no intentamostomarte el pelo.- Pero no entiendo nada… ¿Dónde está Rafael? -a ambosmonjes se les apretó el corazón al verla otear hacia el monasterioy luego llenarse su mirada de angustia, como nunca antes- ¡Diosmío! ¿Le ha sucedido algo?- No…- Pero entonces, ¿qué es lo que pasa? ¿Por qué no sale arecibirme?- Clarita mía, lo que sucede es que Rafael se ha ido.

Page 81: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 10

- ¿Y cuándo regresa?- Ay, mi niña, la verdad es que no creemos que vaya aregresar…- Pero, ¿por qué? ¿Dónde se fue?- Bueno, sucede que le ofrecieron ser párroco en un pueblitominero del norte y ya que allí no se presentan frecuentementevisitas femeninas, sino que bajan los mineros a sus casas, eramuy posible que por fin pudiera cumplir con su vocación tal ycomo su corazón y Nuestro Señor se lo exigían.- ¿Es decir que no era realmente feliz aquí?

Mariano deseaba fervientemente no tener que seguir mintiendo al respecto,pero si ahora lo hacía, en vez de ayudar a que los niños, Domingo y Clarano se apenaran, iba a hacerlos sentir bastante mal.

- Claro que era feliz aquí, mi niña. Me pidió mucho que lesdejara en claro que si partía sin despedirse era precisamenteporque tal vez no podría hacerlo si cualquiera de nosotros lepidiera quedarse.- Bueno, ya no hablemos más de él y vamos al comedor,¿quieren? Esta es una celebración y no quiero ver ni una sola caralarga más. Rafael está cumpliendo con sus compromisos conDios y nosotros debemos alegrarnos por él y seguir comosiempre.- Lo entiendo, Domingo, sin embargo yo quería verlo…

Domingo abrazó a clara y se encaminó con ella hacia el monasteriosseguido por todos los demás.

Ella hizo todo lo posible por parecer totalmente feliz, en especial cuandocada uno de los niños esperaron ilusionados su turno para que Clarita losreconociera sin decirle ellos sus nombres, gritando y riendo contentos alnotar que ella no fallaba con ninguno o a veces les tomaba el pelo diciendoque tal era un duendecillo o cual un pequeño ogro. Iba bastante bien con eldisimulo hasta que notó que Margarita no probaba bocado y no estaba nada

Page 82: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

contenta, escondiendo algo entre sus manos.

- ¿Qué pasa, mi vida? ¿No tienes hambre?- No sé, no quiero…- Pero, ¿por qué no? Todo está muy rico, deberías probarlo.- Es que… -entonces la pequeña le enseñó la galleta conforma de cordero con sus dientes marcados en el glasé de unaoreja, como si se hubiera arrepentido de morderla bien-…es laúltima galleta del padre Rafael que voy a tener y quieroguardarla.

Por más que lo intentó, Clara no pudo más y tomando a la niña en susbrazos, salió con ella al jardín y allí se permitió llorar.

- Buenos días, padre Ramiro. Mi nombre es Rafael y estoyaquí para ayudarlo en lo que necesite.

Aunque en un primer momento pareció impactado, después de que sepresentara el hombre tan sólo le dedicó una mirada irritada y luego volvióa su lectura.

La madre superiora le había advertido que el padre Ramiro había decididopermanecer en silencio, oración y meditación hasta que el Señor lo llamaraa su lado a razón de su edad y del agravamiento de un cáncer hepático quesufría hace años.Sumado a ello la monja le confidenció que el sacerdote había sido siempreun hombre bastante huraño y un poco hosco, por lo que le agradeció que seofreciera a ser él quien lo cuidara, ya que nunca sobraba tiempo para nadieallí y entre más gratas fueran las tareas de las hermanas, mejor cuidadosestarían los demás ancianos.

- Padre, espero no estarlo molestando. Ahora voy a asear sucuarto, por lo que lo dejaré un rato en el jardín en su silla, ¿estábien? Si quiere cualquier cosa, basta con que lo anote en un papely délo por hecho.

Resultaba bastante más eficiente que un hombre grande y fuerte como

Page 83: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Rafael lo cargara de una sola vez y lo dejara acomodado en su silla deruedas para poder sentarse un rato a contemplar las flores en el jardín, sinembargo como aquel joven era nuevo allí, le conversaba de distintas cosasy a cada momento le preguntaba si algo le hacía falta.

¿De dónde habían sacado a aquel cargante? ¿Acaso no había caído ya en lacuenta de que no pensaba contestarle? Nada más tuviera a mano la libreta,le escribiría un mensajito que lo pondría en su lugar, sí…Rafael acabó de asear la habitación, aprovechando de mover los pesadosmuebles y saliendo de tanto en tanto a ofrecerle un té o un refresco al padreRamiro, pero el anciano tan sólo parecía molestarse cada vez que él lehablaba, por lo que finalmente decidió darse prisa para evitar seguirloincomodando y poder atender a más personas esa mañana.

De seguro con el correr de los días se entenderían mejor. Sin darle tiempoa más, le pidió disculpas por las molestias, volvió a cargarlo, lo acomodóen su cama y se despidió para retirarse.

Hace ya un par de años que se hallaba en aquella casa de reposo parareligiosos y en todo ese tiempo jamás habían dejado todo tan limpio yordenado, obviamente porque aquellas tareas resultaban más fáciles paraalguien con la suficiente fuerza. Además de que cada vez quien fuera quelo atendiera pasaba menos tiempo dedicado a él porque él mismo así loquería y su actitud lograba espantar a las monjas charlatanas yentrometidas, sobre todo a las novicias.

Sin embargo por mucho que amara el orden, la limpieza y la eficiencia,aunque antes de irse paró un rato de cacarear como una gallina, aquel tipohablaba demasiado para su gusto… seguro que el resto de la gente sefascinaba con aquello, con caras de estúpidos viendo a aquel David conropas balbuceando un montón de tonterías, pero él no. Él detestaba la gentedesobligada y charlatana, aunque éste sólo adoleciera de lo segundo, puesharto bien que le había dejado el cuarto. Igualmente a menos blabla y másacción, mejor.

- Señor obispo, las hermanas y yo queríamos agradecerle quenos haya enviado a Rafaelito a ayudar con nuestras tareas.

Page 84: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Me alegra saber que les ha sido útil, porque sin duda eltrabajo y su compañía también es buena para él.- Monseñor, yo no quisiera pecar de indiscreta, pero, ¿porqué él, aunque siempre es de lo más amable y tiene tan buenánimo y disposición, tiene esos ojos tan tristes?- Ah, madre, es complicado. Rafael carga una cruz bastanteextraña…- Me imagino. Se le nota un hombre culto, instruido yextremadamente apuesto. Tal vez suene mal lo que diré, perocreo que alguien así está para más que para trabajar de sol a solen tareas bastante básicas.- No se preocupe, comprendo perfectamente lo que quieredecir. ¿Recuerda que hace tiempo le vengo hablando de un jovenaprendiz mío el cual nunca podía permanecer por largo tiempo enalguna congregación por...?- ¡Oh! ¿Es Rafael? ¿Entonces es él un sacerdote?- Pues sí y así será siempre, sin embargo se encuentra enproceso de secularización.- Después de tanto tiempo se dio por vencido entonces…- No, madre. Sucede que por fin nuestro Padre le hizoencontrar su lugar en la vida, amando a una joven y dulcemuchacha. Ha sido él quien, sin haber incumplido con sus votos,sintió que no era correcto seguir en su condición de sacerdotecompleto si su corazón no pertenecía del todo a Dios.- Esa ha de haber sido una decisión difícil, sobre todo porquellevaba muchos años queriendo conseguir aquello a lo quevoluntariamente ahora ha debido renunciar… ¿Y por qué no estácon ella?- Dice él que ella no siente lo mismo.- Resulta difícil de creer, no sólo porque es impactantementehermoso, sino porque tiene un carácter realmente encantador.Desde mi inexperiencia en el tema, pienso que cualquier mujerestaría más que feliz de contar con un compañero como él.- Pues, ¿sabe? Yo pienso igual, sin embargo respecto de él yanada me extraña. Fíjese que esta muchacha a la que él ama nuncalo ha visto porque nació ciega.- Nuestro Señor a veces da pan a quien no tiene dientes, sin

Page 85: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

embargo aquello me hace sospechar precisamente de ser la razónde que él sienta así por ella. Cuando lo posees todo en la vida esdifícil discriminar quienes están a tu lado por ti o por interés.Pero yo pienso que ella a él debe quererlo…- Rafael me dice que está absolutamente seguro de eso, sinembargo entre cariño y amor hay un paso muy breve y muygrande a la vez.- Ahora entiendo por qué siempre se le nota tan nostálgicocuando se da un minuto para descansar.- Y la historia no acaba ahí.- ¿Hay más?- Pues sí… Estoy seguro que conoce a Madeleine, la madrede Rafael. Es una mujer de unos cincuenta años, alta, delgada, decabello castaño claro y con esos mismos ojos…- Por supuesto que la conozco. ¡Y ahora recuerdo a Rafael,sí! Su precioso niñito que venía con ella a misa los domingos yque a veces se perdía por los jardines mirando las estatuas de lossantos…- Esa misma. Bueno, Madeleine fue a visitar a Rafael almonasterio donde estaba él un tanto enfermo. Ya sabía de Clarapor las cartas de Rafael y cuando la conoció y supo que nuncahabía sido revisada por su ceguera, insistió en traerla consigo a lacapital. Los médicos determinaron que padecía de amaurosiscongénita de Leber y la han sanado completamente.- ¡Alabado sea el Señor! ¿Y qué ha dicho ella al verlo a élpor fin?- Nada, pues Rafael no ha tolerado la idea de hacerla sentirmal por no poder corresponderle, mucho menos pensar endespertar su amor tan sólo por poder verle, por su mero aspectofísico, por lo que ha venido aquí, me ha pedido que proceda consu secularización y, comprendiendo que su apariencia y losproblemas que conlleva no han cambiado, le ofrecí este trabajoen el que puede gastar el tiempo y ocupar la mente en una obrade Dios y a la vez tener un sitio donde estar mientras piensa enqué hacer ahora con su vida…- Sinceramente espero que consiga ser feliz. Es un muy buenhombre.

Page 86: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Una vez más le vio pasar por el corredor entre las salas e intentó seguirlo.Al salir lo vio a lo lejos entrando en la sala del piano. Por un momento sedetuvo a escuchar. No conocía aquella melodía, pero aunque eraacompasada y hermosa, sonaba extrañamente tan triste. No quería que éltuviera pena, mucho menos ser ella la causa. Debía decírselo y caminóhasta llegar a la sala del piano. Allí estaba él, con su sotana y la capuchacubriéndole el rostro, como siempre, pero sin duda era Rafael. Esta vezestaba más cerca que nunca, no podría huir de ella y sin más lo cogió por elbrazo, pero él se desvaneció en el aire como si se tratara de un espectro.Uno que aún no tenía un rostro.

- ¡Rafael, no me dejes!

Su madre la abrazó, intentando calmarla. Los primeros días en que su hijahabía vuelto de la capital parecía llevar con bastante valentía la carga dehaber perdido a su Rafael, sin embargo tras un par de semanas comenzó asoñar cada noche con él de forma intranquila, casi como una pesadilla.Invariablemente despertaba confundida entre la realidad y los sueños,llorando inconsolablemente.

- Clarita, hija, esto no puede seguir así. Si sigues extrañandotanto al padrecito vas a acabar enfermándote de pena.- ¡Ay, mamá! No puedo evitarlo…- ¿Y qué vamos a hacer?- Estoy segura que si pudiera verlo aunque sea por una vez,estos sueños terminarían. Yo sé que lo amo y que ese amor noacabará, pero no conocerlo es un vacío intolerable. De verdad queno me importa como sea él, pero sé que siempre se presentarácomo un fantasma mientras no lo conozca.- Puede ser…- Mamá, he estado pensando… Creo que iré a la capital ahablar con Madeleine. Ella sabe lo que siento por su hijo y creoque me ayudará a encontrarlo.- Pero ella querrá proteger por encima de todo a su hijo y siél es feliz en aquel lugar al que se marchó…- ¿Sabes? He llegado a sospechar que Rafael no se ha ido alnorte, si no, ¿por qué si está contento y haciendo lo que su

Page 87: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

corazón le manda, no nos ha escrito para contarnos?- Tal vez no tenga tiempo, mi amor.- No, mamá. Yo sé que él hubiera encontrado el tiempo. Creoque le ha pedido a Mariano que invente algo así y ni siquiera seha enterado de lo que ha dicho para poder seguirle el juego.- ¿Y por qué no le preguntas a Mariano?- Porque me ha dicho que no puede contarme nada, que loque habló con él la noche que Rafael se fue, fue bajo secreto deconfesión.- Bueno, mi vida, si crees que es lo que debes hacer, yo teapoyo.- ¡Gracias, mamá!

El padre Ramiro era muy suyo, pero no era un mal hombre, por lo que pormás ganas que tenía de coger su bastón y darle un buen palo en la cabezapara que se callara ese loro, se había logrado contener en todo ese tiempo,sin embargo la hiperactividad de Rafael, preguntándole a cada momento sinecesitaba algo o si le acomodaba las almohadas o si quería que él leleyera ya lo había llevado al punto máximo de la exasperación. Una más yno respondía de si, por lo que por fin le envió una nota aclarándole lo quepensaba de personas como él, que sin más penas, ni problemas en la vida,iban por aquí y por allá con sus sonrisas y su chispeante felicidad yconversación, todo lo cual a él no hacían más que irritarlo, por lo que lepedía ya con molestia, que evitara conversarle, que hiciera su trabajo y semarchara.Sí, se había pasado un poco, pero ya había tolerado bastante. No había díaque no sintiera dolores y malestar y simplemente la felicidad ajena, sinnotarlo así, había llegado a convertirse en una molestia para él. Nunca fueel más dulce de los curitas, pero sin notarlo y sin querer se habíaconvertido en un egoísta y un amargado y aquel joven, que reflejaba todolo que él ya no era, había acabado por hacerlo estallar.Y aquel mensaje había dado precisamente el resultado que esperaba.Esa mañana él tan sólo le había saludado apenas y había trabajado enabsoluto silencio, haciéndolo agradecer a Dios por aquello y sintiéndosemuy orgulloso de lograr lo que quería, eso al menos hasta que lo miró dereojo y pudo notar que aquel hombre que siempre intentaba hacerle lascosas más sencillas y alegrarlo, sin ninguna mala intención, se veía

Page 88: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

infinitamente triste, prácticamente conteniendo las lágrimas.

- ¡No puede ser que te hayas tomado tan a pecho lo que tedije como para estar llorando por los rincones!

Por fin la noche anterior había caído rendido a hora medianamente normal,pues no había parado de trabajar y trabajar todo lo que sus energías lehabían permitido y ya sus fuerzas se habían agotado. Sin embargo su sueñotampoco fue tranquilo. Fuera como fuera, claramente su partida sindespedirse había afectado a todas aquellas personas maravillosas que habíaconocido en el monasterio y lo más probable es que la más triste fuera suamada Clara. Ella lo quería, se preocupaba por él y él ni siquiera le habíadado la oportunidad de verlo…Al despertar pidió a Dios que la tuviera bien a ella, que aliviara sus penas yque le diera a él la fuerza para seguir haciendo lo mejor por su bien.Entonces encontró aquella nota del padre Ramiro y pensó con cierta alegríaque por fin el hombre estaba cediendo y comenzando a comunicarse con élpara bien, pero lo que encontró en aquellas pocas palabras lo dejótotalmente desconsolado, haciéndolo sentir que nada más causaba penas ymolestias a aquellos a quienes quería ayudar.

- Bueno, ¿qué te pasa? ¿Acaso Nuestro Señor escuchó misplegarias y el ratón te comió la lengua anoche?- Discúlpeme por molestarlo, padre Ramiro.-Rafael estabatan triste que no notaba que el anciano sacerdote le estabahablando tras dos años de permanecer en absoluto silencio- Noera mi intención, pero no se preocupe, en adelante cumpliré conmis tareas sin estarlo incordiando.- Eso sería realmente un alivio si fuera tal cual lo dices, perome molesta más ser el perverso responsable de entristecer alangelito de las monjas, porque eso es lo que dirán, ¡te lo aseguro!- No se preocupe, no es su culpa.- ¿Y entonces qué es lo que te pasa?- Me hace falta Clara.

Page 89: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 11

- ¿Y quién es Clara?

Sólo en ese momento Rafael se dio cuenta que lo que sucedía no era que élestuviera imaginando una conversación con el anciano y malhumoradosacerdote como solía hacer para sentir una especie de empatía con él, sinoque así era realmente y que encima le había mencionado que extrañaba aClara.

- Si, gran bobo, estamos hablando, por fin te das cuenta, ¿eh?Bien dicen que a más grande, menos sesos… Ahora dí, ¿quién esClara? ¿Es tu novia?- ¡No!- Pero te gustaría, está claro… deberías pedírselo, porque deseguro que aceptaría, si hasta las monjas andan todas derretidaspor ti.- No puedo hacerlo… Y usted debería descansar y no estarsepreocupando por mis cosas.- ¡Ah, no! Ahora que me has hecho el culpable de hacersentir mal al niño bonito de las monjas y que me has colmado lapaciencia con tus charlas, quiero que me lo cuentes todo, no mevas a dejar con la curiosidad viva, ¿o no?- Usted pidió que no me la pasara molestándolo con miblabla…- ¿Y qué? ¿Acaso no puedo cambiar de parecer? Además site aguanté tanto, lo mínimo que me debes es terminar decontarme todo el cuento.- No es un cuento, ¿sabe? No se trata de entretenerlo.- ¡Ah! Por fin has sacado el carácter… eso me parece bien.Ahora siéntate en esa silla, acércala a la cama y me vas a contartodo porque esa pena mantenida dentro va a terminarenfermándote y nadie había ordenado y limpiado este sitio tanbien como tú.- ¿Esa es su forma de decir que no le molesto tanto y queaprecia mi ayuda?- Como quieras tomártelo. Ahora comienza…

Page 90: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Rafael observó al cura que por primera vez lo miraba a los ojos y lo pensópor un momento. Aunque lo que había dicho de mantener dentro una penaera cierto, ¿por qué debería confiarle sus asuntos, si hasta ese momento nohabía hecho nada para ganarse su confianza? Sin embargo el instintosuperó a la lógica y tras servir el vino que el cura ofreció para acompañarlas confesiones, le reveló al padre Ramiro toda aquella historia.

- Con que eres sacerdote también, ¿eh? ¡¿Quién lo habríacreído?! La primera vez que viniste aquí con esa fea cara tuya mecausaste una enorme impresión…- ¿Yo? ¿Por qué?- Vestías todo de negro con cierta emoción lóbregacontenida… pensé que eras el ángel de la muerte que por fin sehabía apiadado de este viejo y venía a buscarme para reunirmecon nuestro Creador…- Ángel… Resulta curioso que todo mundo me identifiquecon aquellos seres de luz cuando yo únicamente he defraudado aquienes más expectativas se han hecho de mí…- Creo que tienes razón. Es ridículo creer que alguien tansoberbio podría ser un ángel.- ¡Vaya! Dentro de la larga lista de mis defectos nunca penséque debería agregar la soberbia…- Pues aunque tú te sientas muy humilde, en verdad eresbastante soberbio para decidir y calificar la satisfacción de lasexpectativas del resto, aunque sean respecto de ti.- No comprendo…- Tu madre, por ejemplo. Me dices que ella esperaba otrascosas para ti, que quería que fueras un destacado político o unfamoso doctor y que te casaras y la llenaras de nietos…- Yo sé que ella quería algo así.- Puede ser, pero cuando me cuentas que te visitó, ¿no creesque ella lo que espera realmente de ti es que seas feliz? Hagas loque hagas tu madre quiere verte sintiéndote realizado ysatisfecho con tus elecciones.- Tiene razón…- Otro ejemplo es el de Monseñor Esteban. Yo creo que él

Page 91: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

tras todos los esfuerzos de ambos por buscarte un lugar dondepudieras ser feliz y servir a Dios como tu vocación lo manda, ¿nocrees que si hubiera esperado que lo más importante fuera que teaferraras a los votos aún a costa de tu felicidad, habríareaccionado como lo hizo cuando viniste aquí y aún tras pedir lasecularización, te mantuviera protegido bajo su halo?- Bueno…- Ah, pero el máximo acto de soberbia lo cometiste conClara.- ¡No!- Sí, claro que sí, padre Rafael. Y con ella no sólo fuistesoberbio, decidiendo qué era lo mejor para su felicidad sinconsultarle su opinión, sino que fuiste cobarde al huir y egoísta alhacerlo sin siquiera dejarla verte. Era su derecho el encontrarteatractivo. Era su derecho el poder fijarse en ti físicamente si esque así debió ocurrir. Incluso era su derecho el rechazarte… PeroNO, el joven y compasivo padre Rafael prefirió anteponer susnecesidades y con ello hacerla sentir menospreciada con tal deseguir haciéndose el santo, ¿verdad?- ¡Por Dios! Yo no…- Lo sé, tus intenciones eran buenas. Aunque seas uncargante parlanchín, eres un buen hombre que trata de actuar conrectitud y honestidad, pero también eres un idiota que sólo segasta en belleza y muy poco cerebro. ¡El camino al infierno estápavimentado de buenas intenciones de hombres justos como tú!- Padre Ramiro…- Rafael sintió como si el aire le faltara y laverdad de la situación lo golpeó de frente como un muro deconcreto- ¡Tiene usted razón!- Claro que la tengo, mi bobo muchacho. Tengo casi ochentaaños y Dios me ha permitido aprender un par de cosas y me losigue permitiendo. Hoy me ha revelado que mis propios doloresme estaban haciendo ser vil con personas que sólo se preocupandesinteresadamente por mí, sin embargo en Su inmensagenerosidad me ha permitido compensar un poquito de mi idiotezpudiendo abrirte los ojos a ti.- Gracias.- No me des las gracias, necio. Agarra tus cuatro trapos y ve

Page 92: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

tú también a compensar un poco tus propios errores. Apuesto aque sabes donde ir primero…- ¿Sabe? – Rafael no pudo contener una sonrisa que alegróhasta su mirada mientras estrechaba la mano de aquel anciano-Después de todo no es usted el ogro que quiere aparentar. Encuanto pueda se lo haré saber a la superiora y verá que compensadejándose mimar a todas las damas que han aguantado su malgenio…- ¡Si lo haces, te arrepentirás, desgraciado!- Pero usted va a sentirse muy bien y eso lo compensa…

El viaje en tren se le hizo prácticamente eterno, sin embargo valía la penacon tal de estar nuevamente a su lado.Confesar sus sentimientos sería muy difícil, pero tenía derecho a enterarsey decidir.Sin duda cariño había de su parte, si no, ¿cómo explicar su forma decomportarse? ¿Los pequeños detalles que siempre le demostraban suafecto?Sin embargo el amor estaba un paso más allá. Uno que requería romperesquemas y reorientar completamente su vida y esa era la parte mássencilla de todo. Lo más difícil era que su amor fuera correspondido.Aún así al llegar a la estación una gran sonrisa iluminaba su cara, más aúnal ver a Madeleine sentada esperándola en la estación.

- ¡Clarita! Que alegría tenerte de vuelta.- Yo también estoy contenta, sin embargo también tengo elestómago apretado de nervios… ¿El se ha enterado de que venía?- No, claro que no. Ni siquiera sabe que yo sé que está en elobispado.- ¡Ay, Dios mío! ¿Crees que vaya a enojarse?- Lo dudo. Estará feliz de verte. Tal vez un poco avergonzadopor haber hecho las cosas de la forma en que las ha hecho…- ¿A qué te refieres?- Bueno, fuera como fuera, Rafael debió esperarte antes departir a cualquier sitio…- Ya eso no importa. Le perdono todo. ¡Sólo quiero verlo!- Pues no nos tardemos más. El chofer nos espera en la

Page 93: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

puerta.

Entró cuidando de no hacer ruido ya que justo se celebraba la misa. Aquellugar era realmente hermoso y lleno de paz. Ojala su corazón estuvierasintiendo lo mismo en ese momento, por más que le comieran las ansias deencontrarse nuevamente más que nada en el mundo.En absoluto silencio se arrodilló en el último banco del fondo y oró porquetodo resultara bien, sin embargo sus inquietudes no lograban ser disipadas.Entonces alzó la vista y trató de adivinar donde se encontraba, sin embargotras ver uno por uno a los presentes, no logró encontrarla. Clara no estabaallí y no pudo contener el levísimo gemido que escapó de sus labios, quehizo notar su presencia a los presentes, impulsado por un gran peso alojadoen su corazón.

- ¡Padre Rafael!- La pequeña Margarita no pudo contener sualegría y aguantar hasta el final de la misa para correr a susbrazos y estrecharlo como si la vida le fuera en ello- Pensé quenunca volvería a verte.- Pero aquí estoy, mi vida. Ahora siéntate a mi lado ydejemos al padre Domingo continuar con la misa, ¿está bien?Luego saldremos a jugar mucho, lo prometo.- De acuerdo, pero no te sueltes de mi mano. No quiero quete vuelvas a escapar.- Está bien.

El obispo sonrió al escuchar la explicación de aquella hermosa muchacha.Aunque podía notar claramente que no revelaba los motivos de aquellavisita en detalle, de inmediato supo con gran alegría en su corazón queDios había escrito una vez más derecho en líneas torcidas.Aún sabiendo que lo más probable es que todo resultara muy bien, dejó queClara hiciera como venía pensando y pudiera presentarse sola y como cosasuya con Rafael, por lo que le indicó que a esas horas de la mañana élseguramente se encontraba atendiendo al padre Ramiro y llamó a una jovennovicia para que la condujera hasta aquella habitación.La religiosa la dejó frente a la puerta, que se encontraba entreabierta, y seretiró murmurando algo de tenerle miedo al gruñón.Con cuidado de no ser demasiado indiscreta, Clara se asomó por la rendija

Page 94: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

de la puerta con el corazón latiéndole a mil por hora. A sólo un par demetros estaba Rafael de espaldas a ella conversando con un ancianosentado en la cama.Así que su cabello era rubio rojizo y estaba algo más rellenito desde laúltima vez que habían estado cerca, o es que aún no era infalible la relaciónque hacía entre sus recuerdos dactilares unidos a las imágenes visuales queahora tenía…¡Daba igual! Aún sin verlo sabía que para ella sería lo más hermoso quesus ojos pudieran contemplar, pero que quería eso precisamente.CONTEMPLARLO.Cuando sintió que se derretiría cuando él contestara con su hermosa vozgrave que tanto extrañaba escuchar a la pregunta que acababa de hacerle elanciano, sin querer se recargó un poco en la puerta y esta rechinó y se abrióun par de centímetros más.

- ¡Silencio! Tenemos una intrusa en la puerta y no quiero quesiga cuchicheando sin pasar y presentarse.- Perdón, yo soy…-en ese momento el otro hombre se volteóy ella se lo quedó viendo asombrada que aquel era apenas unchico de unos diecisiete años- …Clara.- Con que Clara, ¿eh? Entonces supongo que buscas alenorme bobalicón de Rafael, ¿no es así?- Sí…- Pues gracias a Dios ese loro charlatán se ha largado de aquíayer.- Óigame, señor. Usted ni se imagina lo que he tenido quepasar para llegar aquí a ver a Rafael y le aclaro que si fuera unbobalicón y un loro charlatán, no lo habría hecho.- ¡Ehhh! Tienes carácter… eso está muy bien, para que unavez que lo encuentres, lo metas en cintura, como corresponde.- ¿Cómo? No entiendo…- Da igual. No es mi problema resolver los entuertos entreustedes. Los únicos dos datos que te puedo dar es que estemuchacho es mi sobrino nieto y que tu tonto Rafael debe estar enestos momentos llegando por allá por esa isla del sur a buscarte.Y ahora, por favor, haz lo que es debido y de paso cierra lapuerta, ¿quieres?

Page 95: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Gracias y hasta luego.

Domingo terminó de cantar la misa como si nada sucediera, con la mismaexpresión afable de siempre, pero no hubo dejado de vibrar el últimoacorde y de hacerse más ruidosos los cuchicheos a la espera de poderacercarse cada cual a Rafael, le susurró a Mariano que sacara a los niñospor la salida lateral, incluso a Margarita y cuando se quedaron solos yestuvo frente a Rafael, simplemente no pudo contenerse y le soltó unadescomunal bofetada.

- ¿Cómo te has atrevido a regresar?- Domingo, por favor, lo siento. Yo…- ¡No! ¡Silencio! No quiero escuchar absolutamente nada delo que tengas para decir.- ¡Domingo, ya basta! ¡¿Cómo pudiste pegarle a Rafael?!- Mariano, tú no te metas en esto.- ¡Por supuesto que me meto! Estoy de acuerdo contigo deque Rafael debe darte… darnos una explicación por su regreso,pero le has levantado la mano, hombre, ¡por Dios!- Tienes razón. No debí hacer eso, pero no porque este infelizmalagradecido no se lo merezca, sino porque simplemente él novale la pena.- Domingo, te suplico que me perdones.- ¿Perdonarte? Dios perdona…- Yo sé que Dios te ha dotado de la generosidad para que tútambién lo hagas. Al menos déjame explicarte y que decidas sipuedes hacerlo.- Rafael, Domingo no tiene nada por lo que estarteperdonando o no. Tú sabes que lo que a él lo tiene enrabiadocontigo es la ignorancia y no un motivo real y justo.- Da igual. Domingo fue generoso y preocupado conmigo yse siente traicionado y decepcionado y yo acepto aquello contoda la humildad que me sea posible.- ¡Por Dios! Pareces el príncipe de las tinieblas con toda esapalabrería tan bonita hecha para envolver tus malasintenciones…

Page 96: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- ¡Domingo! ¡Ya estuvo bien!- Estará bien cuando este advenedizo se largue por dondevino, en especial antes de que Clarita vuelva.- ¿Clara se ha ido?- ¡No te atrevas siquiera a nombrarla!- Sí, Rafael. Se marchó hace unos días y no ha regresado.- ¡Debo ir a buscarla!

Page 97: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 12

- ¿A buscarla? ¡No debiste permitirlo, Mariano!- Domingo, lo primero que debes hacer es calmarte. SiRafael fue en busca de Clara es porque tiene sus motivos. Yaunque así no fuera, ¿crees que yo sólo o entre ambos podríamosdetenerle por la fuerza?- ¡Pues al menos intentarlo! ¿No te das cuenta acaso que va ahacerla sufrir otra vez?- No creo que esa haya sido nunca su intención…- Creo que no lo entiendes…- ¿Entender qué?- Si él la busca y luego vuelve a marcharse, le romperá elcorazón a mi niña… ya la situación es difícil con él aquí, pero sise va…- ¿Qué intentas decirme?- Conozco a Clara como si fuera mi hija, Mariano, y aunqueella intente todo lo que quiera engañarnos y disimular, cuandoRafael se fue no me quedó duda alguna de que está enamorada deél.- ¡¿Qué?! Ay, ¡por Dios! Domingo, ¿estás seguro?- Seguro como que la noche sigue al día…- ¡Pero eso es terrible! O no, es… ¡Ay!- ¿Y ahora qué te pasa a ti? Claro que es terrible. Rafael esun sacerdote y no hará feliz a Clara como ella se lo merece.- Domingo, creo que cometí un terrible error…- ¿Error? ¿A qué te refieres?- Yo le dije a Rafael que lo mejor sería que se marchara deaquí…- ¡¿Por qué, hombre?!- Lo hice pensando en su bien y en el de Clarita… si yohubiera sabido que ella estaba enamorada de él… ¡por Dios!- Tal vez fue lo mejor, pero ahora que ha regresado, todo loque Clara pudo haberlo olvidado se perderá.- No, Domingo, no lo entiendes. Yo le aconsejé a Rafael quese marchara porque pensé que Clara no estaba interesada en él yque sus propios sentimientos podrían hacerla sufrir a ella por no

Page 98: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

poder corresponderle…- Habla más claro, porque con tanto enredo que haces no teestoy entendiendo.- Rafael está enamorado de Clara. ¡Por eso se fue!- ¡Dios! ¿Estás seguro?- Completamente. Rafael me lo confesó todo. El pobre estabadeshecho guardando ese secreto, temiendo que una vez másdebiera partir o que Clarita al regresar pudiera interesarse en élcomo ya le había sucedido con otras mujeres por su aspecto…Claro, como él no sabía que ella lo quería sin fijarse en suexterior… Además pensamos que ella se sentiría mal por eso,precisamente porque Rafael es un religioso y ella podría sentirseresponsable de apartarlo de su vocación y sus deberes, y peor sise enteraba de los sentimientos de él y si no le correspondía y esola apenaba por su causa…- Sí, todo suena muy lógico, pero esto no es tan fácil,recuerda que Rafael es un sacerdote.- Lo es, pero pidió al Obispo que lo secularizaran puesaunque no ha roto su voto de castidad, consideraba estar enpecado si su corazón pertenece a nuestra Clarita. ¿No te hasfijado al verlo hoy?- ¿En qué?- No traía sotana, vestía como cualquier cristiano…- Tal vez ya… ¡La vino a buscar!- Eso creo yo también.- Ay, ¡Señor! Yo fui tan duro con él y le pegué…- No eres adivino, Domingo. Tú sólo sabías la mitad de lahistoria, como yo. Obramos de buena fe.- Sí, aún así les hemos puesto las cosas difíciles en vez deayudar…- Dios sabe lo que hace.- Amén.

La pequeña casita en la colina era tan hermosa como la recordaba.El corazón le latía a toda máquina y no por el esfuerzo de haber corridodesde el monasterio hasta allí, sino porque en pocos minutos más volveríaa ver a Clara.

Page 99: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Hola, soy Rafael, ¿puedo pasar?

Nadie respondía. De hecho no salía humo de la chimenea de la cocina aleña, ni tampoco estaban sueltos los patos, que graznaban desde su corralacusando al intruso.De seguro andaban pastoreando y ahora Clara aprovechaba de ir con ellos.No quedaba más que esperar y de golpe todo el cansancio de tantas nochesde mal sueño y los últimos dos días simplemente sin dormir se le vinieronencima.Pensó en regresar al monasterio e intentar hacer entender a Domingo queno estaba allí para inquietar a Clara, pero el camino de retorno ahora leparecía largo y empinado para sus fuerzas. Además tenía la esperanza deque ya que aún era temprano, la familia regresara esa tarde, por lo quedecidió permanecer ahí.

- Gracias, Madeleine.- No es nada, Clarita. Ahora ve y por favor, en cuanto sepasde mi hijo, ponme al tanto.- Lo haré.

En menos de tres horas había conseguido llegar hasta la isla y aunque loque más quería era correr hasta el monasterio, el viento había sido másfavorable para aterrizar cerca de su casa que por aquella zona. Al menostendría la oportunidad de refrescarse y cambiarse la ropa antes de ir abuscarlo.¿Le gustaría a él como llevaba ahora el pelo? No debía volver corriendo oen vez de parecer una señorita peinada y arreglada, sería como una cabramontesa, desgreñada y agitada… una niña en vez de una joven mujer.Entró pensando en el vestido que usaría, pero de inmediato se olvidó deesos detalles al pensar en él. ¿Estaría feliz de verla? Aquel pequeño viejogruñón le había dicho que él se había marchado a buscarla…Su oído aún bastante agudo sintió a las gallinas y los patos agitados. ¡Ufff!No era el momento de tener que espantar zorros, pero no podía dejar que semetieran a los corrales.Cogió un palo y sigilosamente fue hasta el gallinero, pero no había ningunaseñal de zorros, ni nada por el estilo. Al contrario, la puerta del pequeño

Page 100: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

granero estaba entreabierta, cosa que no podía ser obra de un zorro, por loque aferró con más fuerza el palo y se asomó con cuidado para darle unabuena lección a quien quisiera tomar lo que no le pertenecía. Entonces vioal hombre dormido en el pajar y supo de inmediato que no había peligro, esmás, aunque de espaldas a ella en seguida lo supo y contuvo unaexclamación para poder tomarse unos minutos y verlo.Era realmente alto, cosa que ya sabía, pero viéndolo parecía aún más.Tenía una de sus hermosas manos sobre su costado, la otra seguramente alotro, como si tuviera frío y se abrazara a si mismo. Su cabello de suavesondas era apenas más oscuro que la miel, con algunas puntas más claras yno demasiado corto, estaba revuelto y lleno de pequeños palitos de pastoseco. Su piel era prácticamente dorada, como quien es amigo del sol y nosufre por él. Con razón era fuerte, con esa espalda amplia y brazos ypiernas que, más que ser musculosos, tenían proporciones masculinamenteperfectas.Se sonrojó al notarse mirando y encontrando precioso su trasero,escapándosele una risita que él debió escuchar en sueños, haciéndolocambiar de posición, aunque sin despertarse, quedando prácticamente defrente a ella.

- ¡Dios!

Con razón todo. Las mujeres, la lujuria, los celos…Si su cuerpo era hermoso de espaldas y de frente, su rostro no tenía otradescripción posible más que perfecto, tanto que se hacía difícil describirloy hacerle justicia.El hecho notorio de que no se había afeitado en un par de días aumentabasu atractivo más que disminuirlo, enmarcando una quijada angulosa,extremadamente viril, sin ser ni un poco tosca, con labios plenos ysensuales de un color que no pudo nombrar, pero que la hizo recordaraquellos besos febriles que… ¡Ufff! Y sus mejillas algo más sonrosadasque su piel, aunque mucho menos que el único detalle que parecía noencajar: unas profundas y oscuras ojeras, le daban un contraste inocente aun rostro tan erótico, con la nariz recta, perfectamente cincelada alzándoseuna preciosa pizca en la punta, coronada por cejas oscuras, bien perfiladasy hermosas. Sólo un detalle faltaba, oculto por largas pestañas oscuras yrizadas…

Page 101: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Rafael…- ¿Mmm?- Hola, señor Ángel de las Galletas…- ¡Clara!

Afortunadamente él se puso de pie y la abrazó en el acto, pues sintió quelas piernas no la habrían sostenido de no hacerlo ante la mirada de esosojos.

- Azules…- sentía que podía perderse en esos oscurosestanques llenos de emoción que la miraban sin comprender loque había dicho- Realmente ahora entiendo lo que azul significaal conocerlo en tus ojos…- Me estás viendo…- Así es.

Pudo sentir como él se ponía algo rígido, aunque sin dejar de abrazarla alnotar que ella lo veía por primera vez, sin embargo había imaginado tantasveces ese momento que ni aunque Rafael lo intentara, le permitiríaapartarse.Al igual como lo hizo muchas veces antes, llevó las manos a su rostro yesta vez lo recorrió apreciándolo con todos sus sentidos y el alma. Esta vezno era para poder “verlo” a su manera, sino que quería acariciar y hacersuyo cada detalle.

- Clarita, yo…- Shhh, tenía razón el padre Ramiro. Eres como un loritoparlanchín.- ¿Cómo sabes eso?- Lo conocí esta mañana. El me contó que habías venidoaquí.- Pero, ¿cómo? Estás aquí ahora y…- Tu madre amablemente me mandó con el helicóptero.- ¿Mi madre? Y ella sabe… ¡Ay!- Sí, ella sabe que no estabas en el norte y yo también…- Yo…

Page 102: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Tus razones tendrías, Rafael. Lo único es que no esperaríasque luego de habernos unido tanto yo me iba a conformar con noconocerte nunca, ¿no?- Es que yo…- Ya déjate de esas cosas y dame un abrazo más fuerte, ¿sí?Te extrañé muchísimo.- Y yo a ti, Clarita, ¡no sabes cuanto!

Page 103: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 13

- Perdón por despertarte. Debí dejarte descansar más. Lucesagotado…- No, yo… No digas eso. Yo no debí dormirme aquí, pero esque… bueno, pensé que podrías volver pronto con tu familia y…pero no estabas aquí, estabas… ¿dices que fuiste al obispado?- Sí. Fui a buscarte. Ya te lo dije. Te extrañaba demasiado. Yal parecer, tú también…- ¡Claro que sí! No podía dejar de pensar en ti…- No debiste irte así, sin más…- Lo sé. Por favor, perdóname.- No es necesario que lo pidas. Tenerte aquí me alegra tantoque todo queda olvidado, ¿te parece?

¡Por Dios! ¿Acaso el Señor se había decidido a volverlo loco por habersido débil? ¿Cómo iba a poder apartarse de ella alguna vez si lo miraba así,sin soltarle una mano, igual que Margarita, para evitar que se escapara otravez?Su vocación de servicio y amor a Dios era grande, pero tener el poder pararesistirse ante alguien tan maravilloso le parecía demasiado pedir para unsimple ser humano.Al menos el Obispo había agilizado su secularización y, aunque igualmentese sentía terrible pensando que pudiera provocarle cualquier pena a Clara,ahora podría confesarle sus sentimientos y darle la oportunidad de decidirsin sentir que faltaban a Dios. Y fuera lo que fuera que ella eligiera, él loaceptaría, aunque le partiera el corazón. La importante era ella.

Gracias a Dios había ido primero a su casa. De haber llegado al monasterioy no haberlo encontrado allí la habría angustiado hasta lo inimaginable.Seguramente había sido Su decisión el hacer que debiera aterrizar a eselado de la isla para reunirlos lo más pronto posible.Debía dejar de mirarlo como una boba y hablarle sinceramente, aceptandolas posibles consecuencias, pero, ¿acaso podría seguir la vida normalmentesi él volvía a apartarse de su lado? ¿No sería mejor callar y que él siguierapensando que lo quería como a un gran amigo y así poder seguir a su lado,aunque fuera… de lejos?

Page 104: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

¡Por Dios! ¿Y si él había huido porque había descubierto sus sentimientos?Era bastante lógico, no queriendo hacerla sufrir al no corresponderle yahora ya no podría evitarle aquella pena, pues una vez hecha la confesión,no habría marcha atrás… Y él se iría esta vez para siempre, quién sabe quétan lejos…

De pronto su hermosa mirada se había cargado de angustia y sintió quetemblaba. ¿Era posible acaso que hubiera comprendido todo y se sintieraapesadumbrada y culpable por su causa? ¡No! Eso no. Daba igual si debíavolver a marcharse y esta vez no volver a verla más, sin embargo cuandointentó disimuladamente retirar su mano, ella lo sujetó aún con másfuerzas y volvió a abrazarse a él.

- No quiero que te alejes.- Disculpa, pensé que estarías incómoda… mi mano estásucia y sudada y…- ¡Ufff, que pesado eres! Ahí vas otra vez, poniéndote rígidoy ceremonioso como un viejo gruñón. Seguro se llevaban muybien el padre Ramiro y tú…- Pues no mucho, o al menos no todo el tiempo.- Ven, vamos a entrar a la casa, a tomar un tazón dechocolate caliente y voy a darte un masaje en la espalda para quete relajes. Ha sido un largo viaje y me gustaría que pudierassoltarte un poco. Al menos veo que de ropa has podido ser unpoco menos rígido. Ha de ser incómodo subir al tren consotana…

Ella le sonreía y sus grandes y preciosos ojos pardos se llenaban de luzcomo siempre, pero ahora era para él, por su causa, porque estaba feliz deestar a su lado y verlo. Entonces, ¿por qué tenía que estar tan asustado? Noparecía que se hubiera fijado demasiado en su aspecto, aunque sí.Resultaba confuso. Daba la impresión que su actitud era la misma quecuando no podía verlo y aunque eso debería aliviarlo, ¿por qué no lo hacía?¿Acaso habría aceptado que ella lo deseara al verlo en vez de su dulceafecto? ¿Habría podido sentirse bien así, enamorándola por su aspecto? ¿Yhabría aceptado basar… algo en aquel tipo de atracción? No debería, sinembargo dudaba de tener la fortaleza suficiente para apartarse de ella si

Page 105: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

quisiera de él lo que cualquier otra, pero no a causa del morbo, ni de supropio deseo. Si era débil y aceptaba algo así sería por no perderla, pero noera justo…

Sin duda él era hermoso, demasiado para un ser humano, sin embargopodría haber sido bajito, gordito y feo y sería igual de dulce, y ella loamaría con todo el corazón. Pero aunque para ella eso no era importante, aél aquello lo había llevado por tortuosos caminos y seguramente no podíadejar de pensar en ello, menos si se lo quedaba viendo de tanto en tanto conexpresión atontada. Pero no era por su belleza exterior. Aquellos ojosazules maravillosos pudieron ser lodosos y adustos, sin embargo ellaencontraría igualmente la hermosura de su alma en un par de tórridospantanos, como en esos océanos de infinita perfección. Y ella se lo haríasaber. Era lo justo, aunque lo perdiera para siempre, lo que no seperdonaría nunca sería mantenerlo engañado y que él siempre estuvieratemeroso de lo que producía ahora que podía verlo en ella. Nunca sepermitiría que Rafael creyera que le interesaba más su cuerpo que su alma.

- Ahora vas a beber tu chocolate como un buen chico y arelajarte. Si luego te sientes cansado, puedes ocupar el cuarto quequieras para dormir. Nadie vendrá por aquí hasta unos días más ytú necesitas descansar.- No es necesario que te molestes y…- ¡Silencio! Ahora vamos a estar calladitos, ¿sí? Tienes elcuello hecho un nudo.

Clara no pudo dejar de notar que él se tensaba más al sentir el roce de susdedos y dudó si continuar, pero lo hizo, pues sabía que necesitaría toda laserenidad posible para cuando por fin le contara todo.Rafael no pudo evitar estremecerse al sentir el primer roce de sus dedoscontra su piel y notó que ella se detenía. ¿Se habría delatado? Aunque erapoco probable que se hubiera fijado o interpretado aquella tensión comoalgo sexual, sin duda había dudado de continuar, pero lo hizo y aquello,lejos de calmarlo, lo preocupaba más. ¿Cuánto tiempo podría resistirse aatraparla en sus brazos y besarla como había soñado si ella seguíaacariciándolo así? ¿O era que acaso estaba buscando aquello? No, suClarita no pensaría en él como un simple objeto de placer, aunque debía ser

Page 106: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

justo y comprender que ella no era de fierro y aquella cruz de su belleza nohabía desaparecido por un par de ojeras…Por fin en un momento él relajó los hombros y dio un largo suspiro,rendido. Clara cerró los ojos y siguió recorriendo su cuello y sus hombroscon las manos, desabotonándole inconscientemente los primeros botonesde la camisa, sin que él se percatara tampoco, para poder tener acceso amás de su espalda y la parte superior de su torso. Y entonces sus labiosactuaron por voluntad propia y recorrieron las rebeldes ondas de su cabellomientras él respiraba profundamente, cubriendo una de las manos de ellacon la suya, acompañando sus movimientos, ambos como sumidos en undesinhibido trance.Fue al mismo tiempo que Rafael cogió la mano de Clara y se la llevó a loslabios para acariciarla con ellos, que ella llevó los suyos hasta su cuello,probando su sabor.Duró sólo un segundo fugaz, lo que tardaron en reaccionar y quedarseviendo casi con temor.

- ¡Dios mío! Clara, lo siento, yo…- No, por favor, discúlpame tú, pero es que…- Clara, yo tengo algo que decirte…- Igual yo a ti y…- Te amo.- ¡¿Cómo has dicho?!- No puedo ocultártelo más, aunque por ello no quierasvolver a verme…- Pero Rafael, tu vocación…- Lo sé. Le he fallado a todos, sobre todo a Dios… y a ti.- No…- No quiero que sufras por mí. Tú no hiciste nada malo, nadapara provocar que yo… fue desde el primer momento queescuché tu voz, creo y… Me fui porque no quería que sufrieras,yo sé que me aprecias y no puedo soportar que te sientas mal pormi causa. Pero no te preocupes, el Obispo me secularizó y creoque Dios va a perdonar mi debilidad.- Lo que me has dicho no me hace sentir mal, Rafael.- Mi dulce Clara, no hace falta que quieras justificarme,yo…

Page 107: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Ahora hablas sin parar después de que eras bastantesilencioso, ¿no?- Perdóname. Intenté todo lo que pude el estar cerca de ti sinponerte en este predicamento y…- ¡A callar de una vez!

Las cosas no podrían haber resultado peor. Clara lo miraba consternada,como si no lo reconociera o algo… no lograba identificar aquelsentimiento y cuando se acercó y se puso delante de él, agachó la cabeza,resignado a recibir en palabras su enojo, su desilusión y su desprecio, perosin poder sostenerle la mirada.Tan absorto estaba en sus afligidos pensamientos que hasta que ellaacarició sus labios con los suyos, no se dio cuenta que ella sonreía comonunca mientras lo besaba.

- Clara, yo…- ¡Por Dios! ¡Ya cállate y bésame, gran tonto! Yo también teamo desde hace tiempo…

Page 108: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 14

No hacía falta que lo repitiera. Aunque quedaran muchas cosas por aclarary que estuviera prácticamente seguro de estarlo soñando una vez más,Rafael estrechó a Clara contra si y la besó.En ese momento todo pareció desaparecer, esfumarse en el aire y dejarlossolos a los dos en todo el mundo.El tenía las manos acunando el rostro de ella y ella las cubrió con lassuyas, acariciándolo y reconfortándolo, porque él temblaba con una mezclade emociones que no podía controlar.

- Tranquilo, amor.-Clara lo miraba a los ojos y le sonreía,murmurando contra sus labios- Estamos aquí juntitos, ¿sí?- Señor, si otra vez estoy soñando y esto no puede ser, porfavor, no me dejes despertar…- No estás soñando, Rafael…-sin previo aviso , dejó debesarlo y le dio un mordisco no del todo suave al costado de labarbilla que hizo que se quedara viéndola totalmentesorprendido- ¿Ves?- ¿Clarita mía?- ¿Sí, Rafael?- ¿Entonces esto está sucediendo en serio?- ¡Por supuesto que sí! ¿Por qué lo dudas?- Es que…- él se sonrojó y no pudo sostenerle la mirada.Clara sospechaba en qué estaba pensando él, pero tenía quevencer por si mismo sus barreras, sin ayuda- …bueno, yo hace untiempo tuve un sueño…- ¿Y de qué trataba tu sueño?- Fue cuando estuve enfermo…- ¡¿Esa noche soñabas conmigo?!- ¿Eh?- Pensé que… no, nada.- Pero…- ya se había delatado y ahora él esperaba que elladiera el siguiente paso- Dime, por favor…- Sé de ese sueño que tuviste… tenías fiebre, mucha…estabas murmurando…- ¿Y… -Rafael se sonrojó y ella lo besó suavecito en la

Page 109: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

mejilla para que no se sintiera mal- …te dije algo?- No pensé que me lo decías a mí…- No comprendo…- Pensé que le hablabas en sueños a la chica esa de tusrecuerdos que le dijiste a Domingo…- ¿Chica de…? ¡Oh!-esta vez si se sonrojó en toda la regla yClara debió repartir muchos pequeños besos por sus mejillas, suspárpados, su frente y sus orejas para que Rafael se animara aseguir hablando- Fue lo primero que se me ocurrió decir para noexponer mis sentimientos, porque tras esa canción y ese beso queme diste no me quedó más que dejar de mentirme a mí mismo yreconocer que me había enamorado irremediable ycompletamente de ti. No quería ni por nada que algo pudierasepararnos y lo más peligroso de todo podía ser precisamente quedescubrieran mi amor por ti.- Pobrecito mío, cuánto habrás tenido que pasar… Esos díasque estuviste mal resultaron bastante complicados para ambosentonces…- Lamento haberte preocupado.- El premio valió las preocupaciones…- ¿Qué quieres decir?- Bueno…- Clara le sonrió pícaramente y rozó fugazmentesus labios con los de él una vez más antes de continuar- Aunquepensé que sería un secreto que guardaría para siempre,felizmente ahora puedo contártelo sin ningún temor.- Cuéntame.- Tú no soñaste que me besabas, mi niño… estabas casidelirando y yo no me percaté de lo que ibas a hacer hasta que yaestaba atrapada en tus brazos y disfrutando de tus maravillososbesos… habría que haber sido muchísimo más fuerte que yo pararesistirse y tampoco es que lo hubiera intentado demasiado. Noquería formar un escándalo, ni tampoco hacerte sentir mal sidespertabas. Además creo que mi corazón ya sabía lo que yodescubrí tras ese beso, ¡que te amaba muchísimo!- ¡Te amo! De haber sabido esto antes…- Dios sabe por qué hace las cosas y tal vez hoy y aquí era elmomento…

Page 110: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Todo ha valido la pena por esto, Clara. Te juro que no vineaquí esperando tanta felicidad. Sólo quería volver a verte…- Y yo verte.- Perdona por haber partido así.- Creo que ya lo entiendo todo y no tienes por qué pedirperdón, porque sé que cualquier cosa que hayas hecho o pensadohacer fue con la convicción de que me estabas protegiendo.- Así es.- ¡Eres mi Ángel Guardián de las Galletas!

Entonces Rafael cogió sus manos entre las suyas y se las besó, poniéndosede rodillas ante ella, que supo de inmediato lo que vendría y pensó que sucorazón debía ser fuerte para resistir lo rápido que estaba latiendo en esemomento.

- Amor, cásate conmigo.- ¡Sí!- ¡Ey!-él sonreía con tal felicidad en su mirada que Clarasupo que por más guapo que fuera y que aquello hubiera sidohasta ese día un problema para Rafael, nadie sabía realmente lohermoso que podía verlo ella y que esa belleza nunca sería denadie más- No te lo has pensado mucho rato, ¿eh?- No quiero. Quiero volver ahora al monasterio corriendo ypedirle a Domingo que nos case.- La idea suena maravillosa, pero no sé si Domingo loapruebe…- Lo hará, ya verás.- Eso espero.

Realmente no fueron corriendo hasta que comenzó a llover cuando lesfaltaba poco para llegar, pero en ningún caso eso les bajó el entusiasmo alos novios. Al menos no a Clarita, que abrazó a Domingo sin importarle elrostro de sorpresa del monje al verla toda hecha risas aunque veníaempapada hasta los huesos y con los zapatos bastante embarrados por lacocina. Y no sólo eso, tras ella venía Rafael, quien prefirió guardar un parde metros de distancia para no molestarlo en vistas de que estaba tanenojado por su regreso. Tal vez ahora que Clara le hiciera su súbita

Page 111: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

petición, le daría el coraje que antes le había faltado para partirle elcucharón que llevaba en la mano en la cabeza por poner en tal situación asu querida niña.Y Domingo lo observó con una expresión indescifrable, más aún despuésde que Clara le dijera un par de cosas al oído y se acercara a Rafaeldándose con el mango del utensilio en la otra palma.

- Con que es por esto que volviste, ¿no?- Domingo, yo…- ¡Silencio! Las preguntas las haré yo y tú vas contestando.- Sí.- ¿Estás secularizado ya?- Sí.- ¿Y es verdad que amas a mi niña?- Con toda mi alma.- ¿Y pretendes llevártela contigo a la capital?- Si tú me lo permites y Clara así lo quiere, me gustaría quepudiéramos construir una casa lo más cerca posible delmonasterio y continuar con nuestras labores como siempre.- ¿En verdad?-de golpe Domingo pasó de parecerdesconfiado a estar inesperadamente feliz y Mariano, que nohabía dicho una palabra, parecía más contento que nunca- ¿Túquieres eso, Clarita mía?- Este es nuestro hogar también, Domingo. No lo hemosplaneado, pero creo que sin necesidad de hablarlo, Rafael hainterpretado mis deseos. Por ningún motivo quisiéramos estarlejos de ustedes y de los niños. Somos una familia, como túdijiste alguna vez.- Entonces ven acá, Rafael, acércate.

Clara lo abrazó por la cintura y Domingo levantó la mano, pero esta vez sinmalos entendidos y con la certeza de que tenía ante él a aquel que hacía yharía siempre feliz a su niñita, para bendecirlo

- Está bien, vamos a la capilla. Sé que tu padre me dará unapaliza por casarte sin estar ellos presentes, pero será lo mejorpara que este personaje no incurra en pecado esta noche, creo

Page 112: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

yo…- ¡Domingo!- Bah, no creas que me vas a hacer creer que te escandalizo,Clarita. Desde que han llegado no han parado de mirarse,abrazarse, cogerse las manitas y luego vendrá…- ¡Que viejo más desagradable! Vete por fin con ellos a lacapilla que yo llevaré a los niños y algunas flores para la novia.

La ceremonia fue extremadamente sencilla, pero las palabras de Domingoy los votos de ambos no los olvidarían nunca.A la hora de los anillos, aunque nadie más lo había pensado, Rafael abrióuna bolsita de terciopelo que siempre llevaba con él y que contenía elpequeño rosario de su primera comunión y las alianzas de boda de suspadres, que su madre le había dado para que supiera que siempre estabancon él, fuera donde fuera e hiciera lo que hiciera en la vida.Ya no llovía cuando ambos se despidieron entre aplausos y gritos felices delos niños de vuelta a la casa de Clara.

- Aún me cuesta creer que no estoy soñando, mi amor.- ¿Sabes? Eres extremadamente romántico para ser unsacerdote.- Nunca pensé que sería éste finalmente el camino que Diosme había puesto por delante, pero jamás me cansaré deagradecerle. Siempre sucedía algo, siempre fallaba algo y eraporque no estaba completo sin ti.- ¡Ay, que tierno eres! Yo también se lo agradezcoinfinitamente. Habría sido terrible pasar años y años a tu lado yno poder abrazarte y besarte cuando dices esas cositas tan lindasy de corazón.- Pues ahora ya no hay razón para privarse…

Page 113: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 15

- Es cierto… -Clara lo tomó de la mano y lo llevó con ellahasta una habitación pequeñita, con una cama también pequeñitay entonces se volteó a verlo entre risitas- Tú no vas a caber bienaquí, grandote. Tendremos que tomar prestado el cuarto de mispadres…- Pero podrían molestarse.- Pues pudieran ni enterarse, ya que no volverán aún por unosdías y quiero poder amar cómodamente a mi enormementemaravilloso Ángel de las Galletas.- Clarita…- ¿Sí?- Amor, hay algo… -¡Dios! ¿Cómo podía ser tan inocente yenternecedor un hombre cuyo aspecto hecho para el erotismopodría hacer que se derritieran los polos?- No sé si tú… y no meimporta, ¿eh? Pero es que yo…- Tranquilo, déjame que te ayude.- Clara hizo que se sentaraal borde de la cama y se sentó sobre sus rodillas, desabotonandolentamente su camisa mientras murmuraba y le dejaba besos porla mandíbula y el cuello- No soy una experta, pero he hecho estoalgunas veces, claro que entre niños no es lo mismo que con unhombre tan atractivo como tú, mi amado esposo.- Bueno, es que…- Ya lo sé, mi vida. No tienes que estar nervioso. Tú y yo nosamamos y lo demás surgirá de ello, ¿sí?- Es que me da un poco de vergüenza porque nunca penséque llegaría este momento y no quiero decepcionarte en nada.- Y no lo harás, Rafael. Sólo déjate fluir, ¿sí? Y no te estéspreocupando de nada más.- Sí, mi amor.

En ese momento Clara se puso de pie ante él y con completa naturalidad sequitó el vestido, seguido del sujetador y los zapatos. Rafael se sentía comohipnotizado mirándola. Le parecía tan hermosa, tan auténtica para todo. Nohabía ni el menor asomo de vergüenza en su expresión sonriente, tirándolecon la mano un beso antes de soltarse el pelo y dejar que acariciara sus

Page 114: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

hombros y la parte alta de su espalda mientras él seguía allí sentado,inmóvil, totalmente absorto y fascinado.

- ¿Piensas quedarte toda la noche ahí quietecito y callado?- ¿Eh?- ¿En qué estabas pensando?- En lo preciosa que te ves.- ¿Sabes? – Clara volvió a sentarse sobre sus piernas y trasquitarle la camisa, cogió una de sus grandes manos y la pusosobre uno de sus hombros, a centímetros de su pecho- Tambiéntienes derecho a tocar…- Sí…

Sin duda la deseaba y ansiaba recorrerla toda con las manos, cubrirlaentera de besos, pero aún estaba sobrecogido por todo aquello. Le costabaasimilar quienes eran ahora, que ya no había impedimentos, que sepertenecían total y libremente. En un impulso nacido del alivio mismo deno tener que separarse nunca más de su amada Clara, la abrazó fuertecontra su pecho, besándola en la frente, en las mejillas y finalmente en loslabios con una extraña mezcla entre ansiedad y ternura, que a los pocossegundos se transformó en pura y ancestral pasión.

- Eres tan hermosa…- Ah, ¿sí?- Clara le mordió despacito un oreja mientrasRafael cubría de besos su cuello y hombros, acariciando cada vezcon menor timidez su espalda- ¿No será que sólo te gusto poreso?- ¡Que bobada más grande!- Clara se rió cuando él se laquedó viendo con expresión seria, sacándole la lengua ypasándosela de improviso por la punta de la nariz, haciéndoloreír también- Aunque seas realmente bonita, si sólo eso hubierade hermoso en ti, te aseguro que no habrías puesto mi mundopatas arriba.- Y quiero alterarlo aún más…

Clara lo miraba seductoramente, cogiéndole ambas manos, poniendo unadirectamente sobre uno de sus pechos y llevándose la otra a los labios parabesar uno por uno sus dedos antes de recorrerlos con la lengua, viéndolo a

Page 115: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

los ojos mientras lo hacía para encenderlo aún más.Rafael sentía aquel perfecto y suave monte bajo su mano y de ahí enadelante simplemente se dejó guiar por el instinto.En un segundo sus labios cubrían de besos la piel que acababa de seracariciada por sus manos, tomando con delicadeza el pezón entre ellos,lamiendo la punta mientras succionaba despacio, cogiendo las manos deella y llevándolas hasta sus hombros, reclamando ser acariciado también,desde donde ella no tardo en recorrer su espalda no sólo con caricias, sinotambién bajando por ella con las uñas, ansiosa por apretarse contra esecuerpo grande y hermoso.Rafael tomó a Clara por la cintura y se paró para tumbarla a ella en lacama, reclinándose sobre su cuerpo, cuidando de no apoyar demasiadopeso sobre ella, besando otra vez desde sus cuello hasta sus reciéndescubiertos amiguitos gemelos, haciéndola gemir despacito cada vez quesu lengua los repasaba e incluso mordía suavemente de puro deleite.

- ¿Y tú pretendes hacerme el amor estando aún vestido, mivida?- ¡Cierto!- Clara no pudo contener una risita al verlodesnudarse a toda prisa, sin el menor pudor ahora, apurado porvolver a estar absolutamente pegado a ella- Así está mejor.- Infinitamente mejor…

En el instante mismo en que volvió a la cama, Clara se movió para dejarloa él tumbado y sentarse a horcajadas sobre Rafael a la altura de suscaderas, rozándolo adelante y atrás con el suave encaje de la única prendaque aún la cubría, haciéndolo entre disfrutar de aquello y desesperarse porquerer que aquel contacto fuera de piel contra piel.

- Es tu turno.- ¿Turno de qué, amor?- Anda, no seas así, sabes lo que quiero decir…- No…- Clara compuso una falsa expresión de inocencia,haciendo que él metiera los pulgares por debajo del elástico delas bragas para indicarle que quería que se las quitara, haciendoella como que no se enteraba- No sé lo que quieres, mi vida.Tienes que ser más claro y decírmelo.

Page 116: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Por favor…- Lo que tú quieras, Rafael mío, pero tienes que decirme.- Quiero sentirte toda contra mi cuerpo, sin nada entrenosotros…- ¡Ah! Ya comprendo. Quieres que acabe de desnudarme parati, ¿cierto?- Pues sí, pero como te has divertido a costa mía, ahora es miturno…- No voy a quejarme. Me gusta que vayas siendo másaudaz…- ¡Que bien!

Rafael la sujetó por las caderas y la tumbó boca arriba en la cama,apretándose contra ella, dejándola sentir como su sexo duro y ansiosopalpitaba de deseo entre ellos mientras volvía a besar sus labios, ya sinninguna inhibición, acariciando su lengua con la suya, recorriéndola yprobándola por completo, bajando con ella por su cuello, pasando por suspechos que cogió firmemente en sus grandes manos para lamerlos,apretarlos y succionar y acariciar los pezones entre sus labios, siguiendopor esa ruta para dibujar círculos alrededor de su ombligo y continuar aúnhacia abajo, ayudándose de dientes y manos para acabar de dejarladesnuda, volviendo al punto en que detuvo sus caricias sobre su monte devenus para reanudar los besos que cada vez se volvían más peligrosos porcerca de la cara interna de sus muslos, sus ingles y sus caderas.

- No sé si mis sueños han sido demasiado libidinosos, peroen ellos te he visto hacer lo que estás haciendo y continuar…- Gracias a Dios ahora eres mía, porque en mi mente te heposeído de todas las formas que creo que existen y tal vez hastaalgunas más…- ¡Vaya! Me parece que ya no se siente muy tímido miangelito…- Si esto te parece timidez…- Rafael tomó la mano de Claray la llevó directamente a su sexo. Estaba duro y húmedo, listopara poseerla, haciéndola temblar de anticipación y placer- ¿Quécrees? A mí se me hace a bastante osado, ¿no?- ¡Pues creo que te quiero ya dentro de mí!

Page 117: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- De acuerdo, amor. Tenemos ahora la vida entera paradescubrirnos y redescubrirnos completamente…- Deja que me acomode sobre ti, Rafael, no quiero perder devista ni un solo gesto de mi hombre cuando sea mío y yo suya.- De acuerdo, además que creo que así no temeré hacertedaño con mi peso y… bueno, haciendo algo torpe…- No seas tontito, amor. Sé que estás hecho para mí y yo parati. Cualquier forma en que nos unamos será perfecta siempre.

Rafael se acomodó y Clara sobre él, listos para fundirse en uno, no sintomarse el tiempo necesario para volver a besarse y acariciarse,murmurándole ella cositas al oído para que se relajara completamente.Entonces ambos parecieron decidir que ya era el momento y Clara se alzópara cogerlo firmemente y frotar carne húmeda y al rojo con su perfectacontraparte. Y por fin lo tuvo a la entrada, viéndolo a los ojos, sabiendo loespecial que sería ese momento para ambos.Despacio fue dejando caer su propio peso, sintiendo como poco a poco ibaentrando en ella, cuidando de hacerlo con suavidad para no provocarleningún dolor esa primera vez. Rafael contuvo la respiración y no dejó deverla a los ojos ni por un segundo hasta que por fin quedó sentada ahorcajadas sobre sus caderas, hundido él a fondo en ella.

- ¡Te amo! – Rafael se reclinó y con una de sus manos laatrajo más cerca, besándola con infinita ternura, mientras susdedos acariciaban su nuca y enredaban su melena castaña entreellos- Por fin soy completamente tuyo y tú completamente mía.- Así es, grandote…- tras darle varios besitos pequeños porla cara y los labios, Clara se puso en acción, apretándolo dentrode ella y soltando para aumentar el placer que ya les daba elentregarse mutuamente- Y ahora quiero hacerte dar una miradade nuevo a ese cielo del que te enviaron para mí, mi hermosoángel…- Ufff, pues creo que ya lo estoy viendo, amor, porquerealmente me haces sentir en las nubes…

Cada vez más a prisa y más a fondo Clara se movía para recorrer y estrujarde ida y vuelta su placentera masculinidad, haciendo que Rafael la tomara

Page 118: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

por las caderas cuando ya le perdió del todo el miedo al asunto, sabiendoque sólo podían hacerse gozar y que nada de él podría dañar a su Clarita,haciendo que cada penetración fuera más intensa, más lenta o más rápidasegún lo que el momento pidiera.

- Mmmm, Rafael, así, mi amor, más fuerte y más adentro…- Que golosa eres, mi niña hermosa…- Eres tú, que haces que quiera más y más de ti…- Ven entonces…

Rafael la alzó por las caderas y la tumbó en la cama, acomodándose ahoraél entre sus piernas para volver a poseerla, empleando ahora su mayorfuerza de brazos y peso para complacerla.Aquello era simplemente delicioso, tanto que en un momento Clara nopudo evitar rodearlo con sus piernas para que no saliera más de su interior,apretándolo y soltándolo mientras se besaban y el apoyaba los codos en lacama a sus costados para poder coger sus pechos firmemente e intercalarbesos ardientes y llenos de deseo y necesidad con lametones y caricias quea ella la hacían gemir hasta ponerle a él a hervir la sangre.

- Así, mi amor, no pares, más rápido, sí….- Sí, mmmmmm, ¡me vuelves loco!- Anda, bésame, quiero sentir tus labios contra los míoscuando… ufff, sí, así….- Mmmmmmmm…- ¡¡¡Síííííííííí!!! Ven conmigo…- Te amoooooooooo…

Page 119: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Capítulo 16

- Ven conmigo, quiero enseñarte algo maravilloso…- Sí… ¡¿Pero qué diablos…?!- ¡Shhhhh! No los despiertes. Deben estar agotados…- ¡Pero, mujer! Es el cura con mi hija, en nuestra cama, sinropa y…- ¡Hombres! ¿Por qué no te fijas bien? Mírales las manos aambos, la que ella tiene en la mejilla de él y la con la que él latiene abrazada y protegida…- Pero…- Pobrecitos, han de haber estado tan contentos de habersedado cuenta que se amaban que no han podido ni esperar.- No entiendo… ¡¿Se casaron?!- ¡Ay, viejo querido! Tú sólo tienes cabeza para subir elmonte con las ovejas. Gracias a Dios que también eres guapo yde buen corazón… Déjalos dormir un poco más y ven que tesirvo un buen desayuno a ti y a los muchachos y te lo explicotodo.

Al abrir los ojos y medio verla sonriendo entre sus brazos, por fin pudoasumir que todo era real. Como real era el delicioso olor del pan reciénsacado del horno que estaba revolucionando su estómago vacío.

- Buenos días, mi amor.- Buenos días, grandote mío. ¿Tienes hambre? Porque tesuenan las tripitas desde hace rato…- ¡Vaya! – ambos rieron al siguiente ruido, sin duda sonoroante una buena caja de resonancia prácticamente vacía desdehace dos días- Creo que eso es evidente ahora. Lo que no henotado es en qué momento te has levantado a hacer pan, porquees ese olor el que produce este escándalo…- No me he levantado, Rafael. Desperté no hace más de unosminutos y me he dedicado a contemplar a mi hermoso esposodormido.- Pero, ¿Y entonces…?- Debe ser la familia.

Page 120: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Rafael se paró de un salto de la cama, alarmado ante la noticia, pero volvióa meterse veloz bajo las mantas al ver venir a su suegra por el pasillo conuna bandeja con el desayuno, muerta de la risa ante su expresiónsorprendida de haber sido pillado desnudo e infraganti con las manos en lamasa, por decirlo de alguna manera.

- Bueno, hija mía, me alegra ver que tu marido tiene todo lonecesario para mantenerte contenta, al menos en ciertos temas…- ¡Ya lo sabes!- Sí. Por suerte fui yo quien entró primero al cuarto y notólos anillos, o si no tu padre no lo habría pensado dos veces antesde dejarte viuda.- Yo…- Rafael estaba rojo hasta las raíces del pelo, con lamanta casi tapándole los ojos- disculpe, por favor.- ¿Por qué, Rafael?- Bueno, porque…- Anda, mamá, no seas mala con él. Aún está aclimatándosea tener una vida… marital, por decirlo así. Es decir, sexual, peropara no incomodarlo…- ¡Clarita!- Jajaja, hija, parece que la que se divierte con la timidez detu esposo eres tú.- Vaya, pues creo que la fruta nunca cae lejos del árbol. Y yaque están ambas dispuestas a burlarse de mí, al menos megustaría comer algo antes de ser su patiño.- ¡Eres tan lindo que te mordería! Gracias por el desayuno,mamá. Cuando mi guapo marido y yo estemos correctamentevestidos y desayunados, se lo llevaré a mi padre para que lepueda decir su opinión.- ¿Y tú pretendes que yo conserve el apetito sabiendo que tupadre nos pilló durmiendo desnudos y…? ¡Ay!- Tranquilo, Rafael. Mi marido no come gente y yo ya lo heaplacado. Lo más probable es que te grite un poco, tal vez te déun par de empujones o algo así, pero a la larga no le queda másque aceptarlo…- ¡Vaya! Eso si es muy tranquilizador…

Page 121: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Sin embargo el padre de Clara ni le gritó, ni lo empujó, ni nada por elestilo, pues su suegra se había ocupado de contarle toda la historia y si élera quien tenía tan contenta a su niñita, él también le daba su aprobación.Quien sí se había ganado un correctivo era Domingo, pero probablementetambién podría comprender sus motivos, en especial para resguardar elhonor de Clarita hasta que estuviera correctamente casada.

FIN

Page 122: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

EPÍLOGO

- Hola, guapo.- Hola, mi amor.- ¿Cómo vas con los tijerales?- Muy bien. Si puedo seguir trabajando a este ritmo sinlluvia, podremos mudarnos a principios del siguiente mes.- ¡Que bien! Igualmente me da pena que tengas que trabajartanto y solito, así que vino alguien que quiere ayudarte.- ¿Quién?- Ven, vamos al comedor y te presento. Además preparé algorico para almorzar.- De acuerdo. Últimamente la vida de casado me mantienesiempre hambriento…- fijándose en que nadie los observara,cogió a Clara por la cintura y tiró de ella tras un árbol donde labesó ardientemente con uno de los gemelos cogidos en su mano yla otra apretándola contra su evidente excitación- Sobre todohambriento de ti.- ¡Ey! Compórtate, angelito, que nos están esperando…- Aguafiestas, pero está bien, vamos.

Tan afanado había estado trabajando, que no se percató de la llegada deaquel gran todoterreno con cuatro ocupantes muy familiares. El primero ensaludarlo con la mayor simpatía que le era posible fue el padre Ramiro.

- ¡Con que aquí está mi parlanchín asistente!- ¡Padre Ramiro!- Sí, bobo, pero antes saluda a esta encantadora dama que nosha traído aquí.- ¡Mamá!- Mi Rafael… ¡estás más guapo que nunca, mi amor! Esasonrisa que puedo ver bajo toda la tierra que traes me imaginoque se la debo a Clarita, ¿no?- Sí.-él cogió la mano de Clara y la atrajo hacia si,abrazándola y besando su frente con una mirada entre protectoray tierna que no dejó duda alguna de sus palabras- Ella es laalegría de mi vida.

Page 123: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Perdón por no haber venido antes, pero estábamos a laespera de que el médico de Ramiro lo dejara venir. Después detodo ha sido él quien propició en gran parte que volvieras aquí.- Y te lo cobraré, que lo sepas. Me han dicho que tienesbastante talento en la cocina y he venido aquí a enseñarle historiaa estos rapaces y a comer como se hace en el sur.- Para mí será todo un gusto.- Y además traje conmigo a Jorge y a Andrés, los hijos de tunana Estela, para que te ayuden con la construcción de la casa ycon la ampliación que vas a necesitar…- ¿Ampliación?- Claro. No pretenderás que además de esta manada dechiquillos aquí, también alojemos a los tuyos, ¿o no?- Claro que no, Domingo, pero es que…- A ver, mi amor, ven conmigo un momentito al jardín quetengo algo que contarte.- Pero…- Tú ven, ¿sí?- Sí.

Clara llevó a Rafael hasta el jardín tomado de la mano. Estaba muysonriente, con las mejillas encendidas y los ojos brillantes. ¡Era tanhermosa!Todos los días iban juntos al monasterio a ayudar con los niños y a dossemanas a partir de la boda, comenzaron a construir en un claro delbosquecito una cabaña para poder tener su lugar propio y estar siemprecerca. Y todas las tardes volvían a casa de Clara, donde habíanacondicionado el pequeño granero para los recién casados para darlesintimidad y espacio, dos cosas a las que le sacaban provecho prácticamentetodas las noches… e incluso otras tantas veces antes de desayunar.Llevaban una vida sumamente sencilla, sin embargo no podrían ser másfelices de otra manera.Era asombrosa la velocidad con que Clara había aprendido a leer y el verlacontándole cuentos a los niños lo hacía pensar en cuatro o cinco pequeñasClaritas alrededor de su madre escuchando atentas o corriendo a abrazarsea él al verlo llegar a casa.

Page 124: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

- Rafael…- ¿Sí, mi amor?- ¿En qué pensabas?- En lo feliz que me haces, lo contento que me pone que hayavenido mi mamá con los muchachos y en lo bien que luce elpadre Ramiro.- ¿Eso, nada más?- Bueno, ya sabes que me la paso fantaseando con nuestracasa y estar juntitos y…- ¿Y en las pequeñas Claritas?- Sí.- ¿Y si fuera un pequeño Rafaelito?- También me haría inmensamente feliz porque sería frutodel amor que nos tenemos. Niñas, niños, todos son unas hermosasbendiciones.- Pues, mi amor, tengo que contarte que esta mañana heconfirmado que Dios nos ha bendecido.- ¿Confirmado?- Sí, tu madre me ha traído los resultados de la prueba deembarazo que me hice el día que fuimos al pueblo a comprar losmateriales de la cabaña y ha salido positiva…- ¡¿Vamos a ser padres?!- Sí, mi amor.- ¡Que alegría!- Rafael abrazó a Clara y la besórepetidamente en la frente, los ojos, la nariz y las mejillas-Realmente Dios nos ha bendecido.- ¿Y qué quieres que sea? ¿Niño o niña?- ¡No importa! Con que sea nuestro hijo, ya no puedo pedirnada más, soy completamente feliz.- Y yo, Rafael. Nunca pensé que los caminos de la vida tetrajeran hasta mí y que gracias a Dios y a ti ahora puedo ver,tenerte a mi lado, amarnos y afianzar aún más nuestro amor conun bebito enviado para nuestra felicidad completa.- Uno de varios…- El primero, tienes razón. Me gustan las familias grandes.- Y a mí… y ahora entiendo lo de la ampliación. Comosiempre, el resto del mundo comprende antes las cosas que se

Page 125: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

refieren a nosotros.- Pero somos nosotros finalmente quienes más lasdisfrutamos y que así sea para siempre, con el favor de Dios.- Amén.

Page 126: Entre el deber y el amor: Castidad y tentación - … · (Castidad y Tentación) M. A. Petersen. ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 ... sobre

Table of ContentsPrólogoCapítulo 1Capítulo 2Capítulo 3Capítulo 4Capítulo 5Capítulo 6Capítulo 7Capítulo 8Capítulo 9Capítulo 10Capítulo 11Capítulo 12Capítulo 13Capítulo 14Capítulo 15Capítulo 16EPÍLOGO