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De Barrio Obrero a la Quince

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IMAGEN DE LA PORTADA

Bombardeando desde Barrio Obrero a la 15Ángel Alexis Bousquet

ENTO

RNO

Junta de Gobierno 2010-11 * Arq. Rafael Castro Montes de Oca, Presidente * Arq. Ivonne María Marcial Vega, Vicepresidenta * Arq. Edgar Morell Rivera, Secretario * Arq. Enrique Abruña Lojo, Tesorero * Arq. Nelson R. Rivera Rodríguez, Auditor * Arq. Maricelis Ramos Pérez, Directora de Educación * Arq. Alberto Lastra Power, Director de Ejercicio Profesional * Arq. María Gabriela Flores Kearns, Directora de Asuntos Técnico-Profesionales * Arq. Ent. Elizabeth Castrodad Vélez, Delegada de Enlace de los Arquitectos en Entrenamiento * Arq. Psj. Ent. Ramón Irizarry Acevedo, Delegado de Arquitectos Paisajistas

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EQUIPO DE TRABAJO DE ENTORNO

EditorOscar [email protected]

Diseño gráficoSofía Sáez [email protected]

CorrectoraAmapola Caballero [email protected]

VentasVivian Hernández [email protected]. 787.724.1213 f. 787.724.3295

Almacén e inventarioRamón Ramos

ImpresiónModel Offset Printing

POLÍTICA SOBRE COLABORACIONES

ENTORNO acepta colaboraciones de sus lectores. Los artículos recibidos deben estar redactados en formato WORD, con una extensión no mayor de 1,500 palabras; si incluye imágenes, deben estar en formato JPG con una resolución gráfica de 300 puntos por pulgada cua-drada [“dpi”]. El Comité Editorial evaluará los artículos recibidos y se reserva el derecho de publicarlos o no, al igual que el derecho de editar, titular y/o solicitar la revisión de todo artículo. El Comité no devolverá el ma-terial recibido. ENTORNO no es responsable del con-tenido de los artículos publicados. Cada colaborador es responsable de la veracidad, precisión y autenticidad de su artículo.

AÑO 6VOL. 22011

ENTORNO es la revista oficial de divulgación y difusión del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico (CAAPPR). Tiene por objetivo promover el conocimiento, discusión y debate público sobre tópicos ac-tuales y de interés público relacionados con la arquitectura, la arquitectura paisajista, el urbanismo, la cultura y el buen diseño en general. ENTORNO se publica trimestralmente con una tirada de 3,000 ejemplares. Se distribuye gratuitamente a toda la matrícula del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico, así como a los miembros de la Rama Ejecutiva y Legislativa, a los alcaldes de Puerto Rico, y a diversas asociaciones profesionales, universidades y miembros de la prensa. La publicación también se distribuye a sus suscriptores y se ofrece para la venta al público general en establecimientos seleccionados que incluyen los principales museos, las principales librerías, y varios comercios especializados. Las expresiones vertidas en la revista no necesariamente reflejan la opinión del CAAPPR. Ninguna parte de la revista podrá ser utilizada o reproducida sin la autorización del CAAPPR. Derechos reservados CAAPPR, 2011.

CALLE DEL PARQUE #225SAN JUAN, PUERTO RICO 00912

T. 787.724.1213F. 787.724.3295

WWW.CAAPPR.ORG

COMITÉ EDITORIAL

Rafael Castro Montes de Oca, Presidente CAAPPR

Bennett Díaz,Director Ejecutivo CAAPPR

Irvis González-ColónDirectora ENTORNO

Jorge Carbonell

Víctor Nieto

Carlos Preston

Rafael Pumarada

Omayra Rivera Crespo

COLABORADORA ESPECIALAndrea Bauzá

En ENTORNO queremos saber sus comentarios, sugerencias y opiniones. Por favor, ¡contáctenos! Para colaborar con ENTORNO o someter su artículo a consideración para ser publicado, escriba al Editor a la siguiente dirección:

Editor, Revista ENTORNOColegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto RicoCalle del Parque #225, Santurce, PR 00912

[email protected]

¡Hazte amigo de ENTORNO!

El CAAPPR solicita tu contribución para apoyar su pu-blicación trimestral. Tu aportación complementará los ingresos que obtiene la revista por medio de anuncios para asegurar su autofinanciación. Mediante el “Fondo Amigos de ENTORNO”, puedes hacer una aportación anual en cualquiera de las siguientes clasificaciones:

Amigo Bronce $50.00Amigo Plata $100.00Amigo Oro $250.00Amigo Platino $500.00

Los nombres de todos los amigos contribuyentes serán reconocidos en un lugar destacado de la revista ENTORNO en sus ediciones durante el año.

Para hacerse Amigo de ENTORNO, llame al CAAPPR al 787.724.1213 y comuníquese con Bennett Díaz.

AMIGO DE ENTORNO:

Landy Miguel CaballeroAMIGO DE ORO

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ENTORNO

Mensaje del Presidente Rafael Castro Montes de Oca

Mensaje del Editor Oscar Oliver-Didier

Colaboradores

ARQUITECTURA

XII Bienal de Arquitectura de Puerto Rico

La urbanización no planificada y la estructura del entorno en Puerto RicoEdwin R. Quiles Rodríguez

Casa Ausente, o la promesa de la intemperieLilliana Ramos Collado

Entrevista de la edición: Rodrigo Tisi El Editor

ARQUITECTURA PAISAJISTA

Punto Verde: la muerte prematura de un gran proyecto socialVilma Pérez Blanco

DOSSIER: Reocupar la ciudad

Berlín: entre la grandilocuencia y el urbanismo experimentalJorge L. Lizardi Pollock

Las limitaciones del lente jurídico en la configuración del espacio públicoÉrika Fontánez Torres

Al margen de la ciudad: estrategias urbanas de resistencia y vida públicaAndrea BauzáOscar Oliver-Didier

CIUDAD

Fichero de la ciudad emergente Redacción de ENTORNO

Recorriendo la ciudad en bicicleta Ricardo Miranda

Participando en rehacer Río PiedrasMercedes Rivera Morales

Del empoderamiento social a la autogestión comunitaria agrícolaJulio Vallejo

Ciudad evento: usos temporales del espacio públicoAndrea Bauzá

Visitas al BMW Guggenheim Lab de Nueva YorkMarcelo López Dinardi

Movilizando ciudadanos: transportes públicos y cotidianidades solidariasJuan Carlos Rivera RamosNorma I. Peña Rivera

ARTE Y DISEÑO

Ángel Alexis Bousquet: una mirada desde la calle Cerra en SanturceOscar Oliver-Didier

CODA

Opiniones sobre el estado de la arquitectura en Puerto Rico y ejemplos meritoriosAndrés Mignucci, FAIAPedro M. Cardona RoigMarcelo López Dinardi

Noticias del CAAPPR

Publicaciones recientesRedacción de ENTORNO

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ENTO

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MEN

SAJE

S

Nuestra condición urbana actual repro-duce concretamente las acciones acumulativas de nuestra sociedad. Los planes de desarrollos extensos que parecían factibles hace unos pocos años y nos colmaban de anhelos de progreso, ahora son considerados quimeras por los eco-nomistas y la banca por igual. En cambio, se torna evidente que un país con una economía en recesión, problemas sociales colosales y una población que decrece agudamente no debe invertir sus limitados recursos en iniciativas que estén fuera de su alcance. No obstante, estas mismas circunstancias tampoco permiten

Uno de los retos más grandes al que nos podemos enfrentar es a reflexionar detenida-mente sobre los acontecimientos del presen-te. Cuando se trata de vivencias de la ciudad, antropólogos, sociólogos y cronistas se halan los pelos ante el esfuerzo escudriñado que implica indagar sobre lo que nos rodea. Para esta edición, ENTORNO se enfrenta a tal reto: el de analizar y aprender de nuestra cotidiani-dad urbana.

Hoy, más que nunca, se torna impres-cindible este posicionamiento, ya que las so-luciones predeterminadas de hacer ciudad se han topado con su límite de efectividad. Esto se exacerba cuando con lo que se sueña es con paradigmas de urbanismo importados, hereda-dos, grandilocuentes o enajenados de nuestra realidad económica y demográfica actual. En la mayoría de los casos, el resultado tiende a ser el mismo: soluciones de obsesiva permanencia y de una eterna expansión del territorio que no se sostienen ante un panorama donde el exceso de todo tipo quedó difunto.

Oscar Oliver-DidierEditor

Rafael Castro Montes de Oca, Presidente CAAPPR

Sin embargo, vale preguntar: ¿dónde ya-cen las alternativas?, ¿hacia dónde podemos mi-rar para pensar nuevos modelos de ocupación cuando de la esfera pública se trate? Ante tales inquietudes y en las discusiones consecuentes que ellas producen, ENTORNO agrupó una serie de estrategias —temporeras y/o de pequeña es-cala— que, a nuestro entender, van de la mano con el estado actual de nuestra ciudad. A partir de este intercambio agrupamos y categoriza-mos distintas iniciativas en un documento que titulamos: El fichero de la ciudad emergente.

Narrando las experiencias que nacen, a través de la vida pública misma, aprendemos sobre lo que ya existe, respira y late en la ciu-dad, para así generar un urbanismo a partir del intercambio y de la convivencia de todo tipo. La discusión de sucesos que acontecen en Ponce, Río Piedras y Santurce es solo un primer paso a dar y que decidimos incluir en esta edición.

El paradigma de ciudad que discutimos —común en algunas ciudades europeas, nor-teamericanas y latinoamericanas desde hace un tiempo— se le ha conocido como el urbanismo táctico, pionero o del open source. Una de esas ciudades es Berlín, capital del país alemán, pero a su vez, epicentro de este tipo de intervención del territorio. Presentamos, además, estrategias que han surgido en ciudades como Nueva York y Santiago de Chile, entre otras, contenidas dentro de un marco internacional reciente.

Al igual que Detroit y Manchester, nues-tros sectores urbanos se siguen encogiendo; sin embargo, eso no debería dar paso a que el ur-banismo se mantenga silente y retractado hasta que, como dicen algunos: “las cosas mejoren”.

Implantar un entendimiento de ciudad que no se alinee a las realidades que vivimos —o, peor aún, descartar nuevas posibilidades para otros tipos de comprensiones urbanas— no tan solo es contraproducente, sino que requiere de una actitud obstinada que impacta en térmi-nos negativos a la ciudad y a la vida pública que sostiene.

Inicio como Editor de ENTORNO con esta edición con mucho entusiasmo, pero a la vez muy consciente de la complejidad que implica reflexionar sobre nuestra profesión. Es impres-cindible que los temas que se escojan abordar en estos próximos números nos permitan en-tender nuestro rol como arquitectos dentro de la sociedad de la cual somos parte. Crédito se merece nuestro pasado Editor, Javier Román, quien siempre expresó el potencial del arquitec-to, y también sus percances para alcanzarlo.

En fin, se requiere de una nueva actitud, que surge de cómo el arquitecto se piensa a sí mismo y su rol dentro de la producción del intercambio humano de todo tipo. Negocie-mos con la ciudad, pero más importante aún, gestionemos con nosotros y con nuestras ideas preconcebidas de lo que una urbe debería ser para entonces ver la que verdaderamente es.

Provoquemos nuevos entendimientos ur-banos a partir de nuestras subjetividades, pero acompañadas en todo momento de los sujetos que ya habitan y se viven su entorno. Ellos ya negociaron con su ilusión de ciudad y, en el proceso, encontraron todo lo que anhelaban.

La reflexión de lo cotidiano desata una gran máquina de deseos. En su desenfrenada producción de nuevos imaginarios y escenarios, reocupemos la ciudad.

darnos el lujo de esperar a que la situación sea corregida por fuerzas mayores.

Esta edición de ENTORNO 19 la dedicamos a la puesta en acción de proyectos para recobrar la ciudad y que son gestionados al margen de la iniciativa gubernamental. Las estrategias re-señadas incluyen: instalaciones arquitectónicas temporeras en espacios urbanos subutilizados o en desuso, la incautación de vías de tránsito por parte de ciclistas reclamando el paso, huertos urbanos en lotes abandonados y la utilización periódica de estacionamientos para actividades multitudinarias, entre otras. La mayor parte de los promotores de estos proyectos son miem-bros anónimos de la sociedad que tramitan sus propuestas mediante la autogestión y están mo-tivados por el deseo de aportar positivamente a una transformación que haga nuestras ciudades más habitables. Todos son proyectos modestos en escala, pero de gran alcance pues generan actividad e interés en zonas cuyo potencial no ha sido reconocido ni por el mercado ni por el Estado, en ocasiones para bien. En tiempos de grandes retos sociales, en que los recursos eco-nómicos son limitados, la efectividad de estas iniciativas es esperanzadora.

La acción comunitaria y de ciudadanos re-siste la visión fatalista por la cual la única expec-tativa de mejoramiento radica exclusivamente en un futuro fundado en innovaciones fantásti-cas carentes de arraigo. La gravedad de la situa-ción de Puerto Rico requiere que sumemos es-fuerzos, emulemos iniciativas que funcionaron en el pasado, adoptemos proyectos comenzados por otros —adaptándolos a las necesidades ac-tuales—, trabajemos de manera interdisciplina-ria y busquemos soluciones en conjunto.

Finalmente, en esta edición estrenamos la sección de Opiniones sobre el estado de la arqui-tectura en Puerto Rico y sus ejemplos meritorios, en la que invitamos a colaboradores a presentar sus puntos de vista sobre el entorno arquitectó-nico, la profesión y la educación de nuestra dis-ciplina. El propósito principal de esta sección es promover la crítica concienzuda; ese ejercicio invaluable que impulsa la vanguardia cultural, el mejoramiento socioeconómico y la tole-rancia del “otro”. Confiamos en que luego de varias ediciones de ENTORNO esta sección nos rinda un cúmulo de opiniones y posiciones que sirvan de base para una discusión amplia sobre la arquitectura contemporánea en la Isla.

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COL

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ADOR

ES

Andrea Bauzá es gra-duada de maestría en Ar-quitectura Efímera de la Universidad Politécnica de Catalunya. Posee un bachillerato en Arquitec-tura de la Universidad

Politécnica de Puerto Rico. Durante su estadía en Barcelona, trabajó en el Departamento de diseño de exhibiciones para la empresa Espai-Visual SL y para la firma de diseño urbano Ciudades para Todos. Actualmente es consul-tora para el departamento de Artes Plásticas del Instituto de Cultura en proyectos de mejoras para la Galería Nacional, además de planifica-dora del concurso Galería-Espacio Temporal (GET). También es profesora de Diseño en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. Entre otros proyectos, organiza Desayuno Calle, un evento mensual de activación urbana mediante un desayuno público. En torno a sus intereses sobre la ciudad, ha fundado una plataforma de estudio y gestión de proyectos temporales en espacios públicos denominado urbanoactivo.com.

Érika Fontánez Torres es egresada de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y de la London School of Economics and Political Science. Actualmente es catedrática asociada de la

Escuela de Derecho de la UPR y enseña los cur-sos de Derecho Civil Patrimonial y Teoría Ge-neral del Derecho. Trabaja temas relacionados con el derecho y la teoría social, la sociología y la teoría general del derecho. Ha publicado y hecho investigación sociojurídica aplicada a los temas de propiedad, género, democracia y medioambiente. Es abogada colaboradora de la Clínica de Asistencia Legal de la misma Es-cuela.

Oriundo de Chile, Marcelo López Dinardi se mueve a Puerto Rico donde culmina sus es-tudios en Arquitectura. Cofundador del colectivo CIUDADLAB y cofun-

dador y editor de la revista Polimorfo del 2008-2011. Dirigió la serie de conferencias Recesión del Sentido: ¿Qué es lo próximo? 2009-2010 en Arqpoli, así como la serie de mesas redon-das del 2005-2008. Su trabajo en arquitectura ha sido reconocido en diversas ocasiones en la Isla, y además, ha elaborado exhibiciones e investigaciones sobre Latinoamérica y Eurasia. Actualmente está de sabática de su labor do-cente y es candidato al Master of Science in Critical, Curatorial and Conceptual Practices in Architecture de la Universidad de Columbia en Nueva York.

Vilma Pérez Blanco, M.L.A., es graduada de Harvard GSD y es prin-cipal de la firma Office of Landscape Architecture. Cuenta con mas de 50 años de experiencia en el

diseño de arquitectura paisajista dentro de una extensa gama de proyectos, a incluir: colegios, universidades, parques, plazas, complejos de oficinas, centros comerciales y residencias pri-vadas. Fue ganadora del premio URBE 2008 por el diseño del Eco-Parque Punto Verde, y del EPA Enviromental Quality Award 2009, por el Colegio San Ignacio. Fue nominada en 2009 para el Copper-Hewett Lifetime Achie-vement Design Award, y en 2011, para el EPA Enviromental Quality Award, por el diseño del techo verde del Conservatorio de Música. Fue presidenta del Instituto de Arquitectos Paisajis-tas y profesora en la Escuela de Arquitectura de UPR, actualmente es la tesorera de la junta de síndicos de la Fundación por la Arquitectura.

Mercedes Rivera Mora-les es psicóloga y educa-dora física. Actualmente dirige el Departamento de Educación Física y Re-creación de la UPR. Re-side en Santa Rita, apoya

al Comité Olímpico de Puerto Rico, colabora con la Sala Teatro Beckett —como miembro de la junta de directores—, y tiene su consultorio privado en la calle Robles.

Edwin R. Quiles Rodrí-guez es arquitecto y urba-nista, activista urbano, in-vestigador y escritor sobre el tema de la ciudad y la vivienda popular. Fue ca-tedrático de la Escuela de

Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico donde fundó el Taller de Diseño Comunitario. Ha publicado: ¿Quiénes hacen ciudad? (coau-tor), San Juan tras la fachada, una mirada desde sus espacios ocultos, 1508-1900 (2003 y 2007) y La ciudad de los balcones (2009). Es autor de decenas de capítulos y ensayos en libros y pu-blicaciones diversas. Su obra de diseño incluye proyectos y planes de rehabilitación de comu-nidades en el Caribe y los Estados Unidos. Su trabajo ha sido objeto de múltiples reconoci-mientos, entre ellos, el Premio Henry Klumb del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Pai-sajistas de Puerto Rico, en 2001.

Pedro M. Cardona Roig n. (arquitecto - urbanista - planificador) es experto en el arte de construir, con más de 25 años dedica-dos a la arquitectura. Fue presidente del Colegio de

Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico. Es reconocido por su experiencia en el di-seño y la organización de los espacios urbanos, la interacción de las actividades humanas, la creación de comunidades, entornos peatonales, desarrollos orientados al transporte colectivo y hacia una política pública de uso del suelo. Es una persona que proyecta comunidades, barrios, ciudades y regiones en un equilibrio social y ambientalmente racional, de manera sostenible.

Norma I. Peña Rivera es catedrática asociada de la Escuela Graduada de Pla-nificación, Universidad de Puerto Rico, Río Piedras. Entre sus proyectos de in-vestigación se encuentran

el análisis de las políticas públicas que integra la transportación y el uso de terrenos, los sis-temas de apoyo a la toma de decisiones, y la transportación de carga. Recientemente desa-rrolla trabajos en el área de la transportación en la ciudad con relación a la niñez y la pobreza. La profesora Peña, además ha participado y dirigido iniciativas de planificación y desarro-llo comunitario en Chicago, donde obtuvo su doctorado, así como en Nicaragua y China.

Julio Vallejo es socio de la Cooperativa Orgánica Madre Tierra, colaboró con el Centro de Acción Urbana, Comunitaria y Empresarial (CAUCE) de Río Piedras, y es coordina-

dor agrícola en el proyecto del huerto en Cape-tillo en Río Piedras y de la finca ecológica de la Escuela López Sicardó.

Juan Carlos Rivera es sociólogo egresado de la Universidad de Loyola en Chicago, es especialista en sociología urbana, teoría social y etnografía como método de investigación y

análisis social. Sus trabajos más recientes giran en torno a los siguientes temas: el cine y la ciu-dad; espacialidades, identidades y epistemolo-gías alternas; Puerto Rico en las redes globales de “lo urbano”; movilidades y relaciones de po-der en la experiencia urbana; entre otros.

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Lilliana Ramos Collado, PhD, es catedrática en la Escuela de Arquitectura de la UPR, donde dicta cursos de Historia y Teo-ría de la Arquitectura. Además es curadora del

Museo de Arte Contemporáneo de PR y profe-sora invitada en el Centro de Estudios Avanza-dos de Puerto Rico y el Caribe.

El doctor Jorge L. Lizar-di Pollock es catedráti-co auxiliar y director del proyecto CIUDAD de la Escuela de Arquitectura de la UPR. Cursó estu-dios graduados en dicha

institución y en el Colegio de México. Editó la revista In-Forma y es editor regional de Plan-ning Perspectives del International Planning History Society. Entre sus libros se cuenta SJU 7500: de los escepticismos a la reinvención de la ciudad (San Juan: CAAPPR, 2006) y Espacios ambivalentes: memorias e historias de la vivienda moderna (San Juan: UPR y Callejón, 2012, en prensa).

Andrés Mignucci, FAIA estudió Arquitectura en el Massachusetts Institute of Technology. Su obra ha sido premiada en numero-sas ocasiones incluyendo el Premio Nacional de Ar-

quitectura (2000 y 2001) y finalista en la Bie-nal de Arquitectura Iberoamericana (2004). Es autor de Arquitectura contemporánea en Puerto Rico 1976-1992, Soportes: vivienda y ciudad (con N.J. Habraken), Pintura para un piso espe-cífico (con M.M. O’Neill) y Jesús Eduardo Ama-ral arquitecto. En el 2005 fue elevado al College of Fellows del American Institute of Architects. Es profesor de Diseño en la Universidad Poli-técnica de Puerto Rico.

Su tesis sobre el frente de mar en la Playa de Pon-ce (UPR-EA, 1995) es modelo para los planes de área del municipio. Ricardo Miranda fue coordinador de la Escuela

Taller, un programa de conservación de edifi-cios históricos. Fue premiado en la bienal AIA por su proyecto de rehabilitación de viviendas. Es profesor en la Escuela de Arquitectura de Ponce y apadrina el Movimiento de Arquitectu-ra Social. Colabora en instalaciones de jóvenes artistas y promueve una cultura “bicicletera”. Participa en un comité cívico para el desarrollo de planes de movilidad urbana e integración de personas con impedimentos.

PRÓXIMAS EDICIONES

TEMAS DE ENTORNO PARA EL AñO 2012:

Espacios escénicosabril 2012

El derecho a la ciudad / la vivienda accesibleagosto 2012

Patrimonio edificadodiciembre 2012

PROYECTO DE LA EDICIÓN EN ENTORNO 20: Espacios para las artes escénicas

Nomine a ENTORNO espacios escénicos cons-truidos durante la última década. Se conside-rarán rehabilitaciones u obras de nueva cons-trucción creadas para el teatro, la danza, la música y cualquier manifestación del mundo del espectáculo en general. Incluye salas de espectáculos, pero también espacios arqui-tectónicos o urbanísticos construidos espe-cialmente o habilitado ocasionalmente para realizar cualquier espectáculo en vivo, como son los espectáculos ambulantes del circo, el performance o el teatro callejero.

El CAAPPR ha enviado a todos los colegiados la convocatoria para el Proyecto de la Edición ENTORNO 20, en la que se indican todos los re-quisitos para las nominaciones. Si necesita cotejar estos requisitos, favor comuníquese con el CAAPPR.

Artículos sobre Arquitectura meritoria en Puerto Rico en décadas recientes

En ENTORNO 19 se comenzaron a publicar va-rios artículos cortos sobre “El estado de la arquitectura en Puerto Rico y ejemplos me-ritorios”, en los que se trata críticamente el estado de la arquitectura en Puerto Rico du-rante las últimas dos décadas, y se destacan ejemplos meritorios. Estos se comenzaron a publicar en ENTORNO 19, y se continuarán publicando hasta ENTORNO 22, programado a publicarse en diciembre de 2012.

Se invita a todos los colegiados a colaborar con artículos breves sobre este tema y a identificar hasta cinco de las arquitecturas meritorias de este periodo. Las aportaciones no deben exceder las 1,000 palabras y deben someterse a la consideración del Editor:[email protected] oEditor de ENTORNO CAAPPRCalle del Parque #225Santurce, Puerto Rico 00912

El Comité Editorial evaluará los artículos y se reserva el derecho de publicarlos o no, al igual que el derecho de editar, titular y solicitar la re-visión. No se devolverá el material recibido.

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ENTORNO19

ENTORNO

XII Bienal de Arquitectura de Puerto Rico

11 de noviembre de 2011San Juan, Puerto Rico

ARQ

UIT

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08

Los miembros del jurado de la XII Bienal de Arquitectura de Puerto Rico, reunidos durante los días 8 al 11 de noviembre de 2011, realizaron la evaluación de 58 proyectos distribuidos como se detalla a continuación:

12 proyectos en la Categoría de Investigación y Publicaciones 6 proyectos en la Categoría de Diseño Conceptual15 proyectos en la Categoría de No Construido25 proyectos en la Categoría de Obra Construida

Los resultados que se presentan a continuación fueron por unanimidad y por coincidencia de opiniones de los tres miembros del jurado: Arq. Patricia Meneses, Arq. Fredy Massad y Arq. Laura Cordero Agrait.

ARQ. NATANIEL FúSTER, con la colaboración de Arq. Ent. George S. StewartNatatorio del Recinto Universitario de Mayagüez (para los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2010)

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LAUDO: Por la gran sencillez y elegancia arquitectónica, el exquisito manejo de los materiales y la volumetría, logrando integrar elementos funcionales de forma escultórica.

GRAN PREMIO

NACIONAL DE

ARQUITECTURA

DE

PUERTO RICO

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CAAPPR 9

ARQ

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ARQ. SEGUNDO CARDONA, con la colaboración de Arq. Carmen R. Fortuño y Arq. Ent. Luis YordánBiblioteca del Tribunal Supremo de Puerto Rico

CON

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IDO

LAUDO: Por el adecuado enclave en el entorno, la horizontalidad del edificio que armoniza con el edificio emblemático del Tribunal Supremo y el buen funcionamiento del espacio interior, así como la buena integración de elementos de protección climática en la volumetría general del edificio.

PREMIO

DE

HONOR

MENCIÓN

DE

HONOR

MENCIÓN

DE

HONOR

PREMIO

DE

HONOR

ARQ. JUAN MUBARAk, con la colaboración de Arq. Alejandro Marranzini, Arq. Juan Castillo, Arq. Cristina Pérez y Arq. Joel AbreuProyecto Nuevo Guayacanes, República Dominicana

ARQ. MIGUEL CALzADA, con la colaboración de Arq. Ent. Carlos Camacho y Arq. Ent. Gilberto de JesúsCasa Yunque

ARQ. FRANCISCO J. RODRÍGUEz, con la colaboración del Prof. Francisco Gutiérrez, Prof. Sonia Miranda y estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto RicoCaribbean Affordable Solar House (CASH)

CON

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LAUDO: Por la preocupación en la reordenación no intrusiva del territorio, buscando dotar de servicios e infraestructura a una población desfavorecida, mejorando la calidad de vida de los habitantes. Una buena respuesta arqui-tectónica en la construcción de tipologías de viviendas de una gran sencillez, integrándose en el entorno que las acoge, que al mismo tiempo dan un carác-ter individual a cada vivienda.

LAUDO: Un proyecto que se genera a partir de la exhuberante naturaleza del lugar, un trabajo que busca de forma delicada la integración de su en-torno, con un leguaje contemporáneo e individual recuperando conceptos constructivos de gran valor histórico y generando un espacio habitable en consonancia con la naturaleza.

LAUDO: Por el trabajo de concientización del desarrollo de fórmulas verdaderamente sostenibles y el asumir la importante necesidad de trabajar en esta dirección. Así como el reconocimiento al esfuerzo continuado de la facultad y los estudiantes a través de los años.

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10 ENTORNO19

ARQ. JOSÉ J. TORO, con la colaboración de Arq. Fernando de Jesús y Arq. Marcos RiveraMorada para investigadores de una reserva natural en Ciales

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LAUDO: Un trabajo que no se impone en el entorno logrando una arquitectura sencilla que no se centra únicamente en el edificio sino que también en el paisaje circundante.

PREMIO

DE

HONOR

PREMIO

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HONORPREMIO

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HONOR

ARQ. RAFAEL F. BLANCOLa máquina de la memoria

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LAUDO: Por el interés del arquitecto de realizar una profunda reflexión ge-nerando el concepto como preámbulo indispensable en la creación arquitec-tónica. Un trabajo de gran sensibilidad conceptual y proyectual de gran carga poética.

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ARQ. FRANCISCO J. RODRÍGUEz, ARQ. ENT. CARLOS J. GARCÍA Y PROF. JORGE LIzARDIRevista (in)forma, Vols. 3 y 4

ARQ. JORGE RIGAUPuerto Rico Then and Now

ARQ. JORGE ORTÍzFrade, Arquitecto

ARQ. JORGE RIGAU, con la colaboración de Arq. Ent. José Lorenzo y Arq. Ent. Miguel OrtizCanales de riego en Puerto Rico

ARQ. EMILIO J. BREA Y ARQ. VÍCTOR DURáNArquitectura popular dominicana

ARQ. PSJ. ENT. OLGA E. ANGUEIRAInvestigación de los jardines de Casa Blanca

LAUDO: El jurado decide dar el premio a la Revista por el trabajo divulgativo de la investigación que ha propiciado el debate en arquitectura, por el interés en hablar y reflexionar cuestiones urbanas actuales e incidir en los temas de arquitectura digital, y exhortar a seguir en el trabajo de la difusión de la investigación y el ensayo arquitectónico.

LAUDO: Por el trabajo de documentación de una gran variedad de edificios y espacios históricos y por la calidad de la edición, la cual ayuda a conservar la memoria histórica y a entender el presente.

LAUDO: Por hacernos descubrir la importante faceta arquitectónica de un hombre de larga trayectoria artística.

LAUDO: Por el valor de la investigación exhaustiva de elementos de gran importancia en la historia agrícola de Puerto Rico que conforman el paisaje rural.

LAUDO: Por el trabajo de investigación y preocupación por la documentación del patrimonio histórico de la arquitectura vernácula del Caribe, resaltando su valor arquitectónico y ayudando a su conservación, en una edición cuidada y bien documentada.

LAUDO: Por el estudio de fondo de los jardines de Casa Blanca que ayudan a recuperar el patrimonio paisajístico de un espacio de fundamental importancia en la historia de San Juan.

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JORGE RIGAUJardín del desagravioPuerto Rico

ANTONIO PONTÓNPaseo de las Artes de Caguas Puerto Rico

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FERNANDO ABRUÑASolariaPuerto Rico

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EDUARDO COLÓNValcor Samcor Showroom San Juan

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EDGARD L. PÉREzNew Multiuse Facility Colegio San JoséPuerto Rico

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JORGE RIGAUCapilla AnglicanaPuerto Rico

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EDGARD L. PÉREzRes. La RocaPuerto Rico

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JOSÉ A. MORENOCaguas Science & Technology Center Puerto Rico

RICHARD CUEBASBayamón ElderlyPuerto Rico

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MIGUEL E. CALzADACasa árbolPuerto Rico

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THOMAS MARVELIglesia, Palmas del MarPuerto Rico

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MIGUEL E. CALzADAEscuela de profesionales de la salud Puerto Rico

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EDUERDO DÍAz DELUCCAModernización Residencial San FernandoPuerto Rico

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JOSÉ J. TORORehabilitación edificio Domingo Marrero NavarroPuerto Rico

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BRÍGIDA HOGANFase 3 Museo de Arte de PoncePuerto Rico

JOSÉ J. TORONueva verja emblemática para el Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico Puerto Rico

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NILOOFAR TASHAkORIOpen Mobile Store, Las CatalinasPuerto Rico

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JOSÉ J. TOROSantaella Puerto Rico

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JUAN MUBARAkMuseo de la imagenRepública Dominicana

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JOSÉ R. DAVIS PAGáNCasa MarPuerto Rico

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JUAN MUBARAkShowroom Fiat/Alpha RomeoRepública Dominicana

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FERNANDO GONzáLEzLe ParkPuerto Rico

JORGE RIGAUReloj de solPuerto Rico

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EDGARD L. PÉREzRes. Kings View, ViequesPuerto Rico

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FERNANDO ABRUÑAeCobitoPuerto Rico

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VÍCTOR DÍAz PAUNETTOE-LodgePuerto Rico

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EMMANUEL RAMÍREzCasa AñascoPuerto Rico

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MIGUEL E. CALzADACasa CulebraPuerto Rico

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RANATANIEL FúSTERTechno Piscina B&G ClubPuerto Rico

RAFAEL BLANCO RIVERAParadise verdePuerto Rico

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LUIS AYALA RUBIOCentro de estudiantes Manuel González Pató, PUCPRPuerto Rico

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LUIS AYALA RUBIOAnfiteatro Monseñor Vicente Murga,PUCPRPuerto Rico

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FRANCISCO RODRÍGUEzVilla en NoregónPuerto Rico

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ERICk HALLEYInternational Center & GuesthouseGuadalupe

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JUAN JOSÉ TERRASAPlan Maestro de infraestructura verde para la Parguera, Puerto Rico

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VINCENT PIERIRendevous Park, St. LouisPuerto Rico

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JUAN MUBARAkTorre corporativa - Piel ORepública Dominicana

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EDITH CALzADILLAEntrada Isleta de San JuanPuerto Rico

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FERNANDO ABRUÑAVentana Bright ShadePuerto Rico

MARISABEL RODRÍGUEzLegado de los jardines del movimiento modernoPuerto Rico

WILFREDO MÉNDEzEstructura bio-tectónica: arquitectura inspirada en la fisiología humanaPuerto Rico

CRISTINA VON ESSENClimate Response for the TropicsPuerto Rico

FRANCISCO RODRÍGUEzVivir en la ciudad / la ciudad y el urbanismoPuerto Rico

JORGE CALDERÓNVicios del suelo y la direcciónPuerto Rico

FERNANDO GONzáLEzLas Américas Parking BuildingPuerto Rico

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Edwin R. Quiles Rodríguez

La urbanización no planificada y la estructura del entorno en Puerto Rico

Hablamos de desparrame urba-no como sinónimo de urbanizaciones suburbanas y en gran medida esto es correcto. Sin embargo, la dispersión de la ciudad es también consecuencia de la urbanización espontánea en la rura-lía. Pensamos en el campo, el mundo rural, como un espacio independiente, aislado, poco habitado, sinónimo del territorio agrícola, pero ese mundo está ocupado por una urbanización que ha eludido en gran medida al control es-tatal. Quedan pocos lugares en la Isla donde no ha llegado la urbanización, sea formal o informal: nuestro país se comporta por momentos, particular-mente en los ejes costeros, como una gran conurbación.

La manera como hemos aprendi-do a mirar nuestra Isla, basada en ca-tegorías de territorios desvinculados, la manera como desencajamos y des-membramos las cosas para hacerlas más comprensibles nos han llevado por el camino equivocado en la planificación de nuestro entorno. En una isla de ex-tensión limitada como Puerto Rico, la polarización del centro urbano, subur-bio y periferia es cada vez más obsoleta,

incierta y peligrosa. Una mirada desde el cielo muestra una huella de cons-trucción que ocupa una porción signi-ficativa, que deja pocos lugares verdes, y mucho menos terreno agrícola. Hace años viajé de noche desde Culebra hasta San Juan y la única mancha de oscuridad estaba en el bosque de Piño-nes. La construcción de baja densidad, basada en viviendas individuales y dis-tribuida sobre el territorio nacional sin planificar y que no toma en cuenta los efectos ambientales, económicos y sociales, es un modelo de desarrollo no sustentable.

No obstante lo anterior, no es ra-zonable adjudicar responsabilidades por igual a los promotores de desarro-llos dispersos y urbanizaciones de gran escala, y a los que una vez conseguido un terreno construyen una vivienda a su manera. Es necesario diferenciar las escalas, las diferencias en el tamaño de la huella ecológica, los impactos am-bientales y la manera como utilizan la infraestructura física y social.

En el primer caso, por criterios de economía y celeridad, la construcción se lleva a cabo —con pocas excepcio-

Viviendas autoconstruidas en una urbanización popular

nes— en una total confrontación con la naturaleza del lugar: se talan y elimi-nan montes, y se entuban, o en algu-nos casos, se desvían cuerpos de agua. Se acaba con la vida silvestre existente para sembrar nueva vegetación una vez terminada la construcción. En la im-plantación de este modelo de desarro-llo suburbano se hace una limpieza a manera de borrón y cuenta nueva. Por eso el impacto ambiental es enorme. En su ejecución se emplea maquinaria pesada para controlar y establecer una presencia dominante sobre el lugar, para imponer una nueva organización, en muchos casos sin referencia a las

Vecinos construyendo sus viviendas

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Fotos suministradas por el autor

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“NUESTRA RESPONSABILIDAD Y COMPROMISO CON CADA PROYECTO

SE EXTIENDE MAS ALLÁ DE LA PLANIFICACIÓN Y PINTURA”.

IDEAS HECHAS REALIDAD. Sabemos que necesitas apoyo especializad para cada proyecto. Por tal razón, GLIDDEN PROFESSIONAL ofrece soluciones y herramientas innovadoras para ayudarle en el proceso de planificación, selección de colores, estimados y evaluación técnica; tomando en consideración factores como el clima tropical,

regulaciones ambientales, especificaciones LEED y todas las necesidades de cada proyecto. Para información y consultas técnicas, puede visitar www.gliddenprofessional.com o comunicarse con un experto de nuestro equipo al 787-999-1962/379-5520.

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ficar. Entre otras, podemos mencionar varias propuestas de desarrollo para controlar el desparrame, que en algu-nos casos han dirigido el crecimiento de manera más densificada y hacia lu-gares ya urbanizados, y en otros han propuesto la creación de nuevos cen-tros urbanos que aglomeran desarro-llos a manera de nuevas ciudades. Las propuestas, en su momento innova-doras, no tuvieron eco en los espacios decisionales o fueron implementadas parcialmente, sin obtener los efectos deseados.

En la década de 1960, siguiendo los principios de los new town in town ingleses, el equipo de trabajo de la Ad-ministración de Renovación Urbana y Vivienda (ARUV) —brazo técnico de la Corporación de Renovación Ur-bana y Vivienda (CRUV)— propuso el desarrollo de la finca Berwind en Río Piedras, entonces ocupada por un campo de golf y rodeada por urbaniza-ciones de baja densidad. El desarrollo, a base de edificios de vivienda colecti-va, junto a espacios de servicio y tra-bajo, proponía atraer más población al área aprovechando la disponibilidad de infraestructura y la cercanía al cen-tro urbano de Río Piedras.

En 1979, el que subscribe diseñó otra propuesta para crear un nuevo centro urbano para Toa Baja en terre-nos a ser urbanizados de una forma distinta a la convencional, donde se edifican estructuras de una en una, sin darle una mirada al territorio en su totalidad. La propuesta, que formó parte del Taller de Arquitectura y Ur-banismo, consistió en la creación de un sistema de manzanas, conforman-do barrios en torno a un centro, don-de los urbanizadores trabajarían para conformar un ente planificado, cuyas densidades, usos y tipos de edificación estarían controlados y seguirían prin-cipios de la ciudad tradicional, como los usos mixtos y la integración social.

Entre la planificación inefectiva y la actitud del ‘dejar hacer’ de las agen-cias reguladoras de la urbanización, el país ha asumido una fisonomía ato-mizada, limitando las posibilidades de un desarrollo espacial coherente y organizado.

llo se logra mediante construcciones en segregaciones familiares (muchas veces sin permiso, donde median solo acuerdos personales), en lotificaciones privadas con servicios de infraestructu-ra o en terrenos ocupados ilegalmente, como los llamados “rescates de terre-nos” —de los cuales los nombres Villa Sin Miedo y Villa del Sol son comunes en nuestra memoria colectiva—.

Mucha de esta construcción rea-lizada en terrenos de la periferia, su-burbanos o rurales se hace sin permi-so y en fraccionamientos de terrenos no planificados sin planes de control de erosión ni de descargas de aguas residuales y con alta vulnerabilidad a inundaciones, deslizamientos y otros riesgos naturales provocados. Su desa-rrollo no toma en cuenta los impactos sobre la infraestructura (circulación de autos, agua, electricidad, teléfono, ca-ble) ni el uso de los terrenos. Junto a ellos aparecen de forma no planificada instalaciones de servicios y comercios. ¿Cómo ha intentado el Gobierno con-trolar el problema del desarrollo peri-feral suburbano? ¿Qué alternativas ha propuesto? El rol de las agencias de planificación ha sido primordialmente reactivo en lugar de proactivo, es decir, ha carecido de planes efectivos para controlar el desarrollo de la ciudad y el uso de los terrenos. Esperan a que los promotores propongan para actuar.

No obstante, cabe destacar algunas instancias donde se ha intentado plani-

condiciones ni la organización territo-rial existentes.

En el segundo caso, la urbani-zación de menor escala, o popular, también interviene con la topografía y los elementos naturales, pero a una escala menor. Se puede acoplar más a las condiciones existentes por su pro-pia naturaleza de ser una construcción artesanal, de poco a poco, de una en una. Al construir casas individuales en el campo es más fácil construir en tor-no a los elementos del lugar con una menor interferencia. No obstante, no siempre se hace de esa manera y los efectos acumulativos de unas junto a las otras —junto a las maneras teme-rarias como en ocasiones se enfrentan a los retos ambientales como la topo-grafía— resultan nocivas y arriesgadas. La autoconstrucción es una solución tan efectiva como la capacidad de los ejecutores para manejar la tecnología de manera adecuada. No es posible dejar por mucho más tiempo que la solución al problema habitacional sea una acción sin controles. Se impone una mirada integradora que permita la elaboración de controles para la urba-nización del territorio en ambas esca-las: la comercial y la artesanal.

La urbanización popular represen-ta la solución para los que no cualifican o prefieren no comprar una hipoteca ni satisfacer su necesidad de vivienda a través de los medios convencionales de producción comercial. Su desarro-

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El ‘dejar hacer’ tiene, sin embar-go, varias acepciones, varias impli-caciones para la tarea de planificar el territorio. Puede servir para ceder el control de los procesos urbanos, así como también para facilitar proyec-tos participativos donde la ciudadanía

pueda tomar acciones que mejoren su entorno privado y colectivo según sus necesidades, capacidades e intereses. Puede actuar como detonante de pro-cesos creativos o ser un instrumento para darles poder decisional a los que actúan guiados por sus intereses priva-dos y que toman la ciudad como espa-cio de inversión. Cuando se abandona la responsabilidad de velar por el bien común, se delega la obligación de esta-blecer controles, se asume una actitud pasiva de facilitador para la inversión privada y se opta por no hacer nada o hacer muy poco. En estos casos, el ‘dejar hacer’ resulta no solo pernicio-so sino peligroso. Cuando la libertad de actuación es guiada por reglamen-taciones que responden a una mirada global e integradora, el ‘dejar hacer’ es una manera de reconocer la diver-sidad social y personal y crear espacios para la creatividad de los diseñadores. Esta fue la premisa del proyecto para un nuevo centro urbano en Toa Baja. La propuesta, para no dejar al libre al-bedrío y a las fuerzas del mercado la

Plan General de Desarrollo para la finca Berwind, hacia la década de 1960

función de planificar y de organizar el territorio, de asumir una actitud pro-activa en lugar de reactiva como sucede con demasiada frecuencia con la plani-ficación en Puerto Rico, guió también la propuesta de un nuevo centro ur-bano en la finca Berwind. Cuando el ‘dejar hacer’ sirve como guía y control para las acciones individuales y co-lectivas, las ciudades resultan más ricas por lo variadas, complejas y sustentables.

Si bien es cierto que la revitaliza-ción y repoblamiento de los centros urbanos tradicionales son una alter-nativa viable, la complejidad del pro-blema de crecimiento urbano es de tal magnitud que no es posible descansar en esta como única estrategia. Se hace necesario mirar al pasado críticamente, aprender de las experiencias y desarro-llar estrategias para desarrollar adecua-damente el terreno periférico: estrate-gias que junten, integren e incorporen unos desarrollos a otros para crear así ciudades y no meros conglomerados dispersos.

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SE EXTIENDE MAS ALLÁ DE LA PLANIFICACIÓN Y PINTURA”.

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Lilliana Ramos Collado, Ph.D.

Casa Ausente, o la promesa de la intemperie

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La Casa Ausente

“Intemperie” musita el riesgo de estar ahí afuera, “en el tiempo”; tiem-po como clima, como meteoro fugaz impredecible para el no iniciado. “In-temperie” —como estar al descampa-do, al desamparo, a expensas de los elementos— es un lugar de errancias sin término; el afuera invita a trazar rutas, a fundar enclaves, a dar inicios. También invita a dejar atrás, a dar bo-rrón y cuenta nueva, a lanzarse al vacío proceloso que no es otra cosa que “la intemperie”. En nuestra cultura rece-losa y privada, amante del encierro y del secreto, la intemperie propone lo aventurado, lo accidental, el encuen-tro inquietante con lo Otro amorfo y desconocido. Por lo mismo, en la aventura de la intemperie podemos esperar lo venturoso; en lo accidental, la coyuntura incidental; y el encuentro inquietante bien podría traernos la ela-ción mítica de un encuentro feliz, una nueva pasión, una expansión cualitati-va y cuantitativa de nuestra subjetivi-dad. Esa es, precisamente, la promesa de la intemperie.

Con su Casa Ausente, Fernando Abruña trabaja la casa como experien-cia del límite. Se trata de echarle leña al fuego de una vieja pasión: ya había publicado propuestas parecidas hace

años en House à la Miró, donde soñaba con una casa permutativa, arrojada al azar sobre el plano de diseño, casa ma-llarmeana por excelencia para la cual el arquitecto solicitaba del lector que recortarse las formas de cada elemen-to de la casa, las echara en un envase para agitar los topos, y luego los echara sobre el plano: según cayeran esos ele-mentos al vaciar el envase, se trazarían como elementos permanentes de la es-tructura a diseñarse y construirse. Así, podía ocurrir que la columna de la sala cayera atravesando la tapa del piano, o que el inodoro cayera en la cocina, o la cama en el comedor. Con esto, Fer-nando Abruña nos obligaba a repensar la repartición simbólica de los espacios de la casa, a pensarlos como relacio-nes accidentales, carentes de Ananke, es decir, de necesidad. El Abruña de House à la Miró quería, literalmente, demoler la casa y empezar como si la casa nos cayera del cielo, arrojada por suerte y carambola por la por la mano de Fortuna. House à la Miró era una casa libre, incluso libre de nuestros propios impulsos, preferencias, y bue-nas o malas costumbres y tradiciones.

Años después de la publicación de House à la Miró, tuve el privilegio de editar y publicar ¡Casas!, mientras diri-

gía la editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Sobre su encuader-nación anaranjada, su portada en alto contraste que ilustraba un monolito sobre un pedestal como la más primi-tiva de las construcciones intenciona-les (e improbables), el título, abraza-do por signos de exclamación, daba cuenta de un acometimiento plural del tema. Fernando Abruña no quería hablar de la casa, sino que quería pre-sentarnos la casa como un repertorio de posibilidades imbuidas en el entu-siasmo de los signos de exclamación. La pluralidad misma asumía la natura-leza adventicia, móvil, coyuntural, del concepto “¡Casa!”, que ciertamente no es lo mismo que el concepto “Casa”. Para Abruña, la casa acontece en la encrucijada de tantas condiciones, de tantos deseos, de tantos sueños, de tantos propósitos. Casas libres, cada una de sus “¡Casas!” ostenta la im-pronta de una teoría de la “casa”. De-safían su uso, su materialidad, su casi-dad. Empujan, borran, reconstituyen, los límites del concepto “casa”. Así, la Casa Mœbius, madre y maestra de la Casa Ausente, espera que entremos hacia afuera y salgamos hacia adentro, como quería el salserus primus Richie Ray. La Casa Fototrópica buscaba

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cidente y mutación, siendo el propio proceso humano dentro de la casa la fuente posiblemente mayor de acci-dentes dentro de la vivencia de la casa. Así, el proyecto lúdico que vehicula la Casa Ausente tiene que ver con el or-denamiento de esa colaboración difícil —accidentada— con la naturaleza: por ejemplo, hay que ayudar a la com-posta, hay que ayudar a la digestión de los desperdicios, hay que ahorrar eso que a la naturaleza le sobra.

Como proponía en su libro ¡Casas!, esta casa posee, además de planos de diseño y de construcción, un Manual del Residente que explica los procesos de la casa y los intersticios en que se ubica el acto de colaboración de su re-sidente. Abruña nos explica cómo usar la casa. Claro está, el manual —que asumió forma de un libro que se titula Casa Ausente. Diseñar, construir y vivir

Desconectada de la “necesidad”, está, literalmente, “desatada”, y no me sor-prendería que un día simplemente le-vara el ancla —como la famosa com-pañía de seguros que inventa Monty Python al inicio de su genial película The Meaning of Life—. En la Casa Ausente no hay espacio de almacenaje más allá de depósitos de agua y energía solar. Su minúsculo espacio habitable no permite el atiborramiento de obje-tos de consumo, de lujos innecesarios, de souvenirs de lo real. Pudiera hasta decirse que la Casa Ausente es, fun-damentalmente, una casa sin historia, dedicada a reinventarse cada día.

No obstante, sobresale, en la expe-riencia vívida de esta casa es-casa, el que estos juegos conceptuales que ordenan la cotidianidad de la casa no necesiten de aparatos o materiales para que poda-mos lucirnos en el juego. Abruña nos ha dado a vivir un experimento mental —Ludwig Wittgenstein hubiera dado un par de párrafos de sus investigacio-nes filosóficas a cambio de pasar allí un fin de semana—. El experimento con-siste en reducir la experiencia de la casa a manejar su virtualidad, a convertir en acto todo lo que imaginemos que la casa es, para llevarlo del pensamiento a la sensación, del concepto a la carne.

Por eso, esta casa austera invita a placeres que no tienen que ver con la experiencia tradicional de la casa en nuestra cultura. Esta casa nos exige decisiones diarias en cuanto a qué será la casa hoy, cómo manejaremos hoy la casa. Aunque se trata de una casa ex-traña (o “extranjera”, porque no es “de este mundo”…), de una casa que debe producirnos un agudo extrañamiento, una pesada sensación de dépaysement (de desarraigo), la Casa Ausente nos ocupa constante y tranquilamente a crear casa. Se sigue de esto que esta casa da trabajo vivirla, no es lugar de descanso. Por eso precisamente le vie-ne al pelo la propuesta ecológica que mencioné: como la naturaleza, abra-zada a ciclos largos y breves, también está surcada de accidentes, de lo im-predecible. La mutación constante es connatural al ciclo natural. Y así la Casa Ausente nos propone aceptar los ciclos naturales y a la vez aceptar ac-

aprovechar la reacción de las plantas al paso del sol y así darles forma a tronco y ramaje. La Casa Patio y la Casa Pla-za replanteaban los espacios públicos y privados que la casa tradicionalmente suele ordenar. La Casa Teatro, mi favo-rita, convertía la fachada de la casa en espacio de proyección y en pantalla de sueños y deseos. El constante cambio de fachada nos lanzaría hacia la erran-cia del sentido de la casa.

Cada una de las casas de Fernando Abruña viene a desembocar en su Casa Ausente. Casa verdaderamente cons-truida en Toa Alta hace más de diez años, la Casa Ausente existe. Fototró-pica, se altera su forma por el juego de las sombras que arrojan la luna y el sol; como la Casa Plaza, es más pública y abierta que privada y cerrada; como la Casa Patio, el espacio de área verde domina sobre todo lo demás. Al igual que la Casa Mœbius, la Casa Ausente solicita al visitante que entre para afue-ra y salga para adentro. Como la Casa Teatro, su fachada incierta invita a la imaginación desatada del que la obser-va. Al igual que la Casa Psicotecnoló-gica, la Casa Ausente tiene su alcoba para incubar sueños y proyectarlos as-tralmente desde su Patio del Sol y las Estrellas hacia el universo entero.

Vemos que, para Abruña, la casa material es vehículo fenomenológico deliberado, abierto a que el ocupan-te ejercite la suspensión constante de la costumbre de la casa. Desacostum-brarnos, lanzarnos al constante reor-denamiento de los usos del espacio, incitarnos a estar cada día creando casa en esta casa son propósitos ostensibles que invitan al ludus constante de la vivencia, a proponernos que la casa es lugar seguro en tanto podemos meter la mano en ella para hacerla inestable, caprichosa, exactamente como la expe-riencia de la intemperie.

A pesar de esta etimología arqui-tectónica de la Casa Ausente, lo más importante en ella es su propuesta ecológica. La Casa Ausente no solo es ausente en cuanto a casa: su escasez de casa es evidente (se trata de una casa es-casa), sino porque está ausente del sistema público de teléfono, de elec-tricidad y de agua y de alcantarillado.

Maqueta de la Casa Ausente Foto suministrada por Fernando Abruña

una casa ecológica (San Juan: Edito-rial A…Z: 0…9, 2005)—, más que orientarnos, nos desorienta al abrir el proceso de imaginación, diseño, cons-trucción y ocupación de una casa eco-lógica que busca deliberadamente ser una casa ausente. Contrario a tantos y tantos libros sobre cómo hacer y man-tener una casa, el manual ecológico de Fernando Abruña nos va indicando —paso tras alambicado paso— cómo construir una casa para que no esté ahí, cómo construir la ausencia de la casa. Porque lo que persigue el arqui-tecto es hacer buena la propuesta de la que hablaba al principio, hacer buena la promesa de la intemperie.

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Por el Editor

Entrevista de la edición: Rodrigo Tisi 10 de octubre de 2011

ENTORNO: Háblanos un poco sobre tu exhibición y publicación SCL 2110. ¿Cómo fue su acogida y cuál fue el pro-pósito para organizarla? Rodrigo Tisi: La acogida... en un principio no fue bien acogida, ni por la academia, ni por los agentes que podían apoyar el proyec-to en términos financieros. ¿Por qué? creo que porque algo así jamás se había hecho en Chile, entonces frente a lo nuevo y lo incierto mejor no arriesgar-se, me decían. La burocracia habitual tampoco ayudaba en nada. Este pro-yecto caía en los vacíos de una estruc-tura cultural convencional y rígida sin espacios para proyectos de asociativi-dad multidisciplinar. En verdad lo que había era una estructura cultural que no tenía considerado un espacio para un proyecto como este en el cual con-fluían varias disciplinas. Recordemos que el ministro de Cultura señaló, jus-to luego del cierre de SCL2110, en la apertura de la Bienal de Arquitectura

2010, la llegada de nuevos fondos de cultura para la arquitectura y el diseño. Creo que SCL2110 marcó precedentes de un tipo de trabajo en relación con la arquitectura que no se había visto en Chile.

La intención de SCL2110 fue la de llevar a cabo una exposición y un debate para plantear temas críticos en torno a la práctica contemporánea de los arquitectos y, por supuesto, contri-buir en la expansión de todo aquello que se podría entender por proyecto de arquitectura (al menos en este país). Esa fue la principal razón además de cuestionar el rol de un arquitecto en la construcción de una ciudad y cultura contemporánea. La arquitectura no se refiere solamente a los temas que trae consigo la construcción de un edificio. Habitualmente estamos acostumbra-dos a la práctica convencional, esta-blecida y muy poco innovadora. Este proyecto quiso impulsar posibilidades

Instalación participativa de Pablo Rivera para SCL2110

Fotos provistas por Rodrigo Tisi

Es arquitecto y magíster en Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile (1999) y PhD en Performance Studies de New York University (2011). Actualmente se desempeña como decano de la Facultad de Artes, Arquitectura y Diseño, de la Univer-sidad de las Artes, Ciencia y Comunicación UNIACC. Tisi ha dictado clases en varias universidades chilenas y extranjeras además de haber escrito varios artículos para publi-caciones en Chile y el extranjero. De su por-tafolio de proyectos destaca su reciente exposi-ción y debate para el Bicentenario: SCL2110 de arte, arquitectura y performance.

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adicionales para pensar con más liber-tad nuestra profesión.

E: Cuestionas el asunto ético del arte actual, en específico, de a quién perte-nece. ¿Te refieres exclusivamente a la participación de la gente en instalacio-nes y performances? ¿Cómo esto ayuda a formular espacios más democráticos? RT: No solo al de artistas sino que al de arquitectos también.

Creo que los arquitectos tienen mucho de artistas, lo que pasa es que en algún momento se confundió la cosa y la arquitectura se volvió un ob-jeto meramente funcional y “eficiente” para solucionar problemas; si de eso se tratara, entonces sería mejor hablar con un diseñador o un ingeniero, se-guro que ellos harán mejor ese tipo de trabajo. El arquitecto tiene algo mas leve y único, y en esa dimensión desta-co su rol disciplinar como artista, para proyectar los espacios de una sociedad, por ejemplo. La dimensión crítica y reflexiva del arte sobre nuestra realidad social, cultural y política, ciertamente permite y contribuye en la conforma-ción de espacios mucho más democrá-ticos y complejos que solo los que se desarrollan a través de una edificación eficiente y funcional. El arquitecto puede aportar a construir nuevas for-mas culturales o simplemente repro-ducirlas hasta el infinito. Ciertamente que acá me estoy refiriendo al proble-ma de significación y representación que interpreta al objeto arquitectó-nico, creo que esa dimensión se hace fundamental para entender la cercanía entre el arte y la arquitectura. Es cosa de recorrer nuestras ciudades y las ex-periencias en ellas para descifrar cuáles son aquellos lugares con carga. Es justo en esos lugares en donde la tensión en-tre arquitectura y performance se hace evidente. Performance permite leer de manera mucho más compleja lo que la arquitectura trae consigo al contribuir en la construcción de nuestros espacios de experiencia. La participación de las personas en un lugar es lo que hace la existencia de la arquitectura. Una arquitectura vacía es eso: un espacio vacío, que está muerto y no existe (en términos de temporalidad perceptiva).

Diorama - SCL2110. Proyecto para La Plaza Italia de Santiago, Acconci Studio

Diorama - SCL2110. Proyecto para los ascensores de Valparaíso, LOT-EK

Instalación de proyectos para SCL2110. Exhibición de estudiantes post-terremoto Febrero 27, 2010. Escuela de Arquitectura, Universidad de Concepción

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alguna manera dan forma a nuestra modo de vivir. Al provocar, por medio de su obra, el arquitecto desencadena una serie de otras dinámicas que al fi-nal le dan una nueva razón a la existen-cia de las personas. Gracias a los nue-vos espacios proyectados y construidos la comprensión de todo lo que expe-rimentamos cambia, nuestras liberta-des de comportamiento inciden en las acciones que hacemos y que son con-secuencia del espacio físico y mental que habitamos. Todos los espacios que percibimos están también en la mente que decide cómo y cuándo actuar. Esta es la conciencia espacial que se nos ha formado (o deformado), producto de convenciones culturales que comparti-mos para vivir.

E: ¿Cuál es tu acercamiento al per-formance art? ¿Cuáles son las intersec-ciones con la arquitectura, la ciudad y el cuerpo? ¿Qué posibilita o provoca con lo político? RT: Mi acercamiento es múltiple. He tenido experiencias des-de el arte visual hasta el arte escénico, en cualquiera de los dos casos el tema del cuerpo es el punto fundamental, el punto en común para entender per-formance. La arquitectura y el diseño

E: En tu artículo, Arquitecto: ¿un ar-tista instigador?, planteas que el arqui-tecto se debería arriesgar a crear nue-vos usos y soluciones espaciales, pero también mentales. ¿A qué te refieres con esta recomendación? RT: La inversión y la subversión de las convenciones cul-turales (en relación con las prácticas espaciales), sin duda que aportan a la comprensión de nuevos espacios. Si es que estamos de acuerdo con que la arquitectura cambia el mundo, enton-ces podemos decir que el trabajo del arquitecto, en su dimensión sensible de artista, tiene la facultad de provo-car y de aportar hacia ciertos fenóme-nos culturales (socioculturales) que de

también se ocupan del cuerpo, incluso más, ambos se ocupan de proyectar un cuerpo (a veces social). En ese senti-do, cualquier acción que implique la dimensión del cuerpo y la tempora-lidad de las experiencias le interesa a performance. Pero aquí habría que pre-guntarse si es cierto que los arquitectos (y los artistas y diseñadores) trabajan con las experiencias, con los valores simbólicos y también con las ideolo-gías. Performance se puede ocupar de cualquier acción, entendida esta en un sentido amplio (como performance), a propósito de sus efectos. Performance promueve transformaciones en un am-plio campo social y cultural. Creo que es así como podemos entender que performance y arquitectura se acercan. Ambas tocan el ámbito de lo político (socialmente entendido a través del cuerpo construido).

E: Discutes que lo multidisciplinario cambia al diseño y su definición. ¿Cómo crees que se construye ese personaje multidisciplinario? ¿Cuál será el rol de la academia, si alguno, en ayudar a for-mularlo? RT: Ese personaje se construye desde el interés personal de cada uno. Un personaje multidisciplinar es siem-

Video Instalación para SCL2110, Circunvalación Américo Vespucio, URBZ

Diorama - SCL2110. Proyecto paraEl Mercado y La Vega Central de Santiago, Alfredo Jaar

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eso, a performance studies le interesaría analizar las maneras en que se montan, se hacen e interpretan ciertas acciones, o en otras palabras, se interesa en todo lo que se hace para hacer performance. Hacer performance es hacer algo con conciencia de su posible efecto. Por lo tanto, los medios de expresión que se pueden utilizar para hacer performance son múltiples, por supuesto las artes en todas sus dimensiones (incluyendo a la arquitectura, como una de ellas). El lente del performance se interesa por ver las maneras de llevar adelante cier-tas acciones. Instalar algo en un lugar o definitivamente construir un nuevo lugar, desde esta perspectiva, sería una acción de performance. Ahora bien, lo

pre distinto... a alguien le puede intere-sar la arquitectura, el arte y la aviación, a otro la cocina, la decoración y la am-bientación. El valor de la multidiscipli-na radica en la versatilidad de combi-naciones, de asociaciones; entonces no existen los límites... ¿cómo se enseña eso? No se enseña, se promueve... cada individuo de perfil multidisciplinar sabrá qué hacer para hacer su trabajo. El personaje multidisciplinar contiene una cuota de versatilidad en su ADN que no la tienen los personajes más tradicionales, por decirlo así. El pen-samiento y proyecto multidisciplinar está siendo considerado de manera evidente en diversos programas acadé-micos contemporáneos, cada vez más. Estos programas académicos están en los centros globales, principalmente. Creo que no hay receta para darle for-ma al personaje multidisciplinar. Mi interés personal radica en el triángulo de colaboración de las artes, el diseño y la arquitectura (lo que he llamado A.D.A.) y que a veces se cruza con la sociología, la antropología, la eco-nomía e incluso a veces con la psico-logía y la ingeniería. Estos territorios perfilan un tipo de proyecto espacial y social. El personaje multidisciplinar es versátil en el sentido que su fuerte radica en potenciar la asociatividad constante del conocimiento por medio de un proyecto. Esto supone un perfil mas genérico que específico, aunque lo específico es fundamental para poder moverse entre lo multidisciplinario. Es decir, se trata de hacer algo más que arquitectura, pero para eso necesito sa-ber arquitectura y algunas otras cosas, sería algo así como hablar del territorio expandido de la arquitectura, en rela-ción a las ideas de Rosalind Krauss.

E: ¿Cómo es que el performance po-sibilita un lente de análisis que le puede servir a la arquitectura? RT: Performance studies promueve un lente de análisis para ver el mundo a través de accio-nes, sean estas grandes o pequeñas. Estas acciones temporales caen de manera amplia dentro del ámbito del performance. Cada una de esas accio-nes puede ser analizada como un per-formance. Si estamos de acuerdo con

que más importa no es la acción por la acción misma, sino por los efectos que se logran a propósito de esa acción. Al performance studies le interesan los efectos de aquellas cosas que hacen las personas para transmitir, comunicar y transformar ciertas cosas; en ese senti-do el lente de análisis que promueve el performance permite analizar a la arquitectura como una operación con voluntad e interesada en hacer o pro-vocar algo. Hablemos de ideas como un deseo intencionado, el arquitecto opera desde ese lugar para proyectar. El lente del performance permite pro-yectar eso que se desea, en cuanto a la comprensión de los efectos que ese proyecto acarrea.

Instalación de fotografía del artista Andrés Durán para SCL2110

Instalación de video interactivo de los arquitectos: Co-op, Spam_Arq, Supersudaca y Emilio Marin para SCL2110

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Vilma Pérez Blanco

Punto Verde: la muerte prematura de un gran proyecto social

El parque Punto Verde es parte de la cultura de San Juan para los millares de niños que en él aprendieron sobre sostenibilidad, a la vez que disfrutaban con sus compañeros de escuela o cam-pamento, con su familia o apagando las velitas de cumpleaños. Asimismo lo es para los trabajadores-dueños, una comunidad que se levantó para emprender una empresa solidaria que presta atención no solo a conseguir su sustento, sino a transmitir valores de convivencia y de amor por el trabajo.

Punto Verde, el ecoparque inte-ractivo, se planificó para operar duran-te diez años. Sin embargo, sin explica-ción alguna, el Gobierno municipal de San Juan lo ha obligado a cerrar con solo dos años de existencia. Esto ocu-rre, precisamente, cuando se preparaba coordinadamente con la Compañía de Turismo para extender el conocimien-to de la cultura de Puerto Rico y sus valores naturales a los visitantes de los cruceros de la compañía Disney.

He aquí su historia:

Punto Verde PT es una corpora-ción propiedad de trabajadores, afi-liada a la Punto Verde GC, una enti-dad sin fines de lucro que opera una incubadora donde se gesta una cultura empresarial para personas de escasos recursos. Incorporada en 2001, era necesario desarrollar un proyecto para operar y materializar la implementa-ción de sus programas sociales. Con este propósito, originalmente se plani-ficó una operación de propagación y venta de plantas ornamentales, pero en el 2005, cuando surgió la oportunidad de arrendar una esquina abandonada del parque Luis Muñoz Marín, se cam-bió el programa por uno más obvio y provechoso para la comunidad: la construcción de un parque temático. El tema…, pues el de mayor relevan-cia para la supervivencia: la “sostenibi-lidad”, o sea, “satisfacer las necesidades de la población actual sin comprome-ter la capacidad de generaciones futu-ras de satisfacer sus necesidades”.

Bajo la rúbrica de sostenibilidad, y la misión de “enseñar a los niños sobre el disfrute y conservación de la natura-leza, por medio del juego”, se procedió

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ros de contención para salvar los des-niveles y formar las cascadas. Y como complemento de esta atracción, Local Rock construyó una caverna en donde el misterio de una densa neblina abra-zaba el correteo de los niños.

Con el asesoramiento del ingenie-ro ambiental David Aponte y para el manejo de las aguas pluviales, se crea-ron cuencas de absorción y un humedal con el consecuente crecimiento espon-táneo de la flora y la fauna; tortugas, coquíes, libélulas y un sinnúmero de pájaros ahora conviven en ese entorno. Estas intervenciones, también parte esencial del diseño de los jardines, in-tegraban el paseo ecológico donde los trabajadores–dueños entretenían a los niños con cuentos educativos sobre los beneficios de la biodiversidad.

Con el recurso de la vegetación, se diseñaron otros espacios, cada uno con un nombre y propósito propios para estimular al niño con el uso de sus sentidos a la aventura y la exploración. En “Punto Sonoro” se hacía música con cachivaches, en “Punto Oloroso” se sembraban yerbas aromáticas y se hacían perfumes con flores, en “Punto en Barro” se disfrutaba del tacto al ha-cer esculturas con fango, así también en “Punto Embeleco”, donde se ha-cían flores y manualidades con botellas plásticas y materiales reciclados.

con la planificación física del parque. Siendo la razón de ser de este proyec-to, la implementación del programa de trabajadores-dueños, su construc-ción recayó en manos de obreros no diestros que en algunos casos nunca habían tenido la oportunidad de un empleo. Mas sin embargo, al trabajar con estas personas, y en el diseño y su-pervisión de este proyecto, he podido satisfacer tanto inquietudes sociales como ambientales. He podido dise-ñar un parque para el entretenimiento y la educación ecológica de la juven-tud, con la oportunidad de resolver los problemas del uso de los terrenos, la localización de las atracciones, la cir-culación, el manejó de las aguas, la to-pografía, etc., todo desde el punto de

vista y usando las técnicas de mi profe-sión: la arquitectura paisajista.

Mediante le aplicación de dichas técnicas, se manejó la topografía para el rescate de una esquina abandonada donde por 30 años yacía un asfalto di-lapidado en un área inundable. En este espacio recobrado se ubicó “Punto Sus-pendido”, un domo con trampolines, y se construyó una fuente de 64 chorros, luz y música, diseñada por la reputada firma española Ghesa. Allí, en “Punto Enchumbao”, con la magia del baile, así como la interacción del niño y el agua, se impartió el conocimiento so-bre este valioso elemento. Gracias a la coordinación del arquitecto paisajista Gustavo Barba, grandes peñones do-nados fungieron como orgánicos mu-

Punto Enchumbao

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1. entrada2. punto de encuentro3. punto chiquitines4. punto sonoro5. punto y coma6. punto suspendido7. paseo ecologico8. punto de vista y baños9. punto enchumbao10. algarabía

11. puente12. punto embeleco13. baños14. punto de embarque15. punto en barro16. punto encaramao17. punto oloroso18. punto enredao19. punto zen20. futuras oficinas en vagones reciclados

Leyenda de atracciones e instalaciones:

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Bajo el diseño del arquitecto Eve-lio Pina, se remodelaron las estructuras abandonadas existentes y se añadieron techos vegetativos donados por Dano-sa y Specco Enviromental. Este último también fue responsable por la instala-ción de un sistema sanitario para po-ner a funcionar unos baños que por 30 años estuvieron inoperantes.

Además, aprovechando los rasgos topográficos, se construyó el anfiteatro “Algarabía”, el laberinto “Punto En-redao” y, como atracción principal de reto y aventura, “Punto Encaramao”, un curso de sogas y torre con tirolina construido con acero de American Agency e instalado sobre pilotes por Fuentes Concrete Piles para ofrecer la mayor seguridad para los niños. Los puentes, a dos alturas y con diferen-tes grados de dificultad, fueron ma-nufacturados por Caribbean Rigging. “Punto Encaramao” es una atracción que ofrece al niño la oportunidad de experimentar un reto físico y social con la posibilidad del éxito, o del fra-caso recuperable, aspectos, ambos, de

gran importancia en el desarrollo de la autoestima.

Todos estos componentes formu-laron un espacio único en el mundo, universal en su aspiración, aunque puertorriqueño en su expresión. Por medio de la arquitectura paisajista se ofreció una mirada alterna y creativa a la ciudad de San Juan, transformándo-se un área yerma y baldía en un espacio sostenible donde los niños interactua-ron con el agua, esculpieron con el ba-rro, apreciaron los aromas de las plan-tas, hicieron música y flores con mate-riales reciclados; treparon, brincaron, exploraron, y soñaron con la magia de hadas y de duendes escondidos tras la densa vegetación recién sembrada.

En el 2008, cuando todavía no ha-bía abierto el parque, tuve la gran hon-ra de obtener el Premio de Honor de Urbe Obra Sobresaliente de Paisajismo por el diseño del Ecoparque Interacti-vo Punto Verde. Pocos meses más tar-de, en junio de 2009, el parque abrió sus puertas, operado por aquellos mis-mos empleados-dueños que lo cons-

truyeron, pero ahora, con sus nuevas responsabilidades y el compromiso de crear experiencias inolvidables para los niños mientras velaban por su seguri-dad. Punto Verde recibió a las familias puertorriqueñas y a los turistas que lo visitaron, enseñó a sus niños sobre sos-tenibilidad, biodiversidad, el valor del agua, y los misterios de nuestra fauna y flora en toda su esplendorosa belleza.

En sus dos años de existencia, el parque Punto Verde fue un bello ejem-plo de convivencia social y económica y un ejemplo de la tradición que re-presenta lo mejor de lo que somos. Un proyecto social en el que sus directi-vos, los mismos trabajadores quienes construyeron y operaron el parque, integraron su compromiso de ayuda a las comunidades vecinas, con el respe-to por la conservación y sostenibilidad dentro de una cultura de progreso y emprendimiento. Sin embargo, en ju-lio de 2011, en medio de un exitoso verano y haciendo preparativos para el recibimiento de los niños de los cruce-ros, el Municipio de San Juan cerró la entrada de Punto Verde, obligó a des-alojar las instalaciones y, por ultimo, envió la orden de desahucio.

Solo me quedaría por decir un ré-quiem por Punto Verde, por la demo-cracia, los derechos humanos, el respe-to por la diversidad, la responsabilidad por la naturaleza, y por el progreso económico y social de Puerto Rico.

Pero, “la esperanza no se pierde, ni los sueños se abandonan”. Irónicamen-te, lo que fue una de las enseñanzas de humanismo y ambientalismo más sin-gulares que se ha trasmitido a los ni-ños de Puerto Rico, es hoy lo que le da la energía a la comunidad de Punto Verde para continuar con su esfuerzo. Quién sabe cómo, y dónde…

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Nombre del Autor

Título del artículo

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Jorge L. Lizardi Pollock

Berlín: entre la grandilocuencia y el urbanismo experimental

Pesadillas y sueños de una capital

Antes de visitarla, Berlín me pa-recía una capital imposible. Primero fue bombardeada sin misericordia durante la Segunda Guerra Mundial. En extensas y céntricas zonas como los suburbios al oeste del Tiergarten —y donde hoy se levantan las vivien-das del IBA de 1957— no quedaron ni árboles después de abril de 1945. Los edificios que flanqueaban las gla-morosas avenidas Unter den Linden o Friedrichstrasse lucían como carabelas desdentadas. Luego, quebrada y en-clavada en el corazón de la estalinista República Democrática Alemana, esta ciudad vivió repartida en pedazos que manejaban los países vencedores de la conflagración. Como si fuera poco, entre 1961 y 1989 un muro aisló a Berlín del oeste, accesible para los ale-manes de la República Federal u otros extranjeros solo a través del aeropuerto de Tegel. Esta división creó separacio-nes absurdas, dejando, por ejemplo, el Reichstag (antiguo Parlamento) de un lado y la Puerta de Brandemburgo del otro. La tensión no dejó otra alterna-tiva que mudar a la ciudad de Bonn todas las operaciones de la República Federal y solo tras agrios debates, el Parlamento reunificado de 1990 de-cidió que el Gobierno central debería regresar a Berlín.

Por ingenuidad llegué a pregun-tarle a un arquitecto berlinés por qué los alemanes del oeste se empeñaron en sostener una isla democrática tras la “cortina de hierro”. Casi parece un milagro que, luego del vía crucis his-

solo dista de las proyecciones, sino que el envejecimiento de sus ciudadanos es notable. Los servicios, la burocracia, el comercio y el turismo constituyen en el presente la base económica de una población estancada. Tal vez por ello, el índice de desempleo en la ciudad es significativamente más alto que en el resto de Alemania y de buena parte de Europa.

Aunque el panorama no parecía favorable en 1990, los veinte años que siguieron a la reunificación alemana convirtieron a Berlín en la capital de las grúas de construcción. El poder de esta ciudad como mito consensuado de la identidad nacional se tradujo en ambiciosos proyectos de revitalización urbana. Nada más el plan para recons-truir Potsdamer Platz, el antiguo cen-tro de la vida social berlinesa, requirió de un esfuerzo conceptual titánico y de una descabellada inversión de recursos. Las cinco manzanas de este barrio an-tes lúgubre y fronterizo, cualificado en gran medida por muros, alambradas y descampados hasta 1989, pasaron a ser la más importante vitrina de expe-rimentos arquitectónicos e inmobilia-rios de la historia de Europa. De he-cho, el plan maestro fue preparado por el italiano Renzo Piano. El diseño de diecinueve edificios comerciales, diez calles nuevas, hoteles, complejos habi-tacionales y plazas fueron, a su vez, en-comendados a diseñadores como Arata

tórico, Berlín regresara a ser la sede de la República Federal Alemana reuni-ficada. El amigo no pudo ocultar su sorpresa, como si esta ciudad pudiese darse por descontada. Afirmó que, in-dependientemente de su valor geopo-lítico, lo hicieron por pura esperanza: mientras existiese Berlín, también latiría la posibilidad de reunificar a Alemania. Hoy día los representantes de los estados alemanes ponen cons-tantes objeciones a las transferencias de dinero que estos tienen que realizar para el sostenimiento de la capital, la más poblada de todas las ciudades de la nación. Sin embargo, las quejas no se traducen en dudas de su preeminen-cia y deseabilidad. La reunión fue muy desigual y necesita de este símbolo de esfuerzo concertado.

Como es evidente, a lo largo de la Guerra Fría, la existencia berlinesa continuó solo por los enormes subsi-dios que la ciudad recibía de ambos bandos. La actividad industrial se ha-bía reducido drásticamente, al igual que el número de habitantes, que nun-ca ha logrado alcanzar los 4.5 millones que tenía en 1939. Más adelante, su restitución como capital del país eco-nómica y culturalmente más podero-so de Europa, no fue acompañada de una resurrección de sus desaparecidas industrias. Asimismo, en 1989 se es-peculaba que los residentes llegarían a 6 millones. En el 2010 ese número no

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concreto, metal y vidrio. ¿Significa que el sueño de una gran capital europea se ha esfumado?

Como se sugiere, en el incon-gruente entramado de Berlín sobran los espacios por planificar y desarrollar. A pesar de la imagen internacional, lo cierto es que durante la euforia de los noventa y principios del siglo XXI se produjeron apenas planes para atender una fracción de todas las propieda-des baldías. Y es que, los traumáticos procesos históricos que dieron forma a esta urbe legaron un sinnúmero de solares de difícil reconceptualización. Abundan, por ejemplo, los parques industriales abandonados, tanto en zonas residenciales como en las perife-rias. Las posibilidades de que estas pro-piedades sean ocupadas con programas análogos a los originales son remotas. Las industrias principales de la ciu-dad son las de servicio, que requieren menos espacio. En todo caso, las po-cas actividades de carácter industrial, como la que lleva a cabo la Siemens, han procurado su descentralización. Numerosas escuelas, centros de cuido, centros comunales o instalaciones de-portivas han cerrados operaciones en zonas donde se han registrado signifi-cativas reducciones en población o un envejecimiento acelerado. Un ejemplo dramático es el distrito de Marzahn-Hellersdof, construido por el Gobier-no socialista durante los años setenta para albergar a 150,000 personas, pero que hoy registra un descenso de un 30% de población. Tan solo en los barrios decimonónicos, más de 1,000 solares que suman 150 hectáreas están vacíos de toda construcción. Por el ele-vado costo de la tierra, otras 200 hec-táreas a lo largo de la ribera del escé-nico río Spree yacen sin redesarrollar. Otras miles corresponden a las “franjas de la muerte” que colindaban con el kilométrico “muro de la vergüenza”, a lotes de servicio de trenes, a almacenes industriales o al antiguo aeropuerto de Tempelhof, solo por mencionar algu-nas.1

1 Al respecto, Klaus Overmeyer (ed.), Urban Pio-neers: Temporary Use and Urban Development in Ber-lin. Berlín: Jovis, 2007.

huella original frente al Altes Museum diseñado por K.F. Schinkel en 1823, ha sido detenida indefinidamente. Esa pausa sin término es un síntoma de los límites de un país para abordar la re-construcción de su capital en tiempo récord. A pesar de que Alemania es el país más rico de la Unión Europea y que la voluntad de las autoridades no tienen comparación con ninguna otra en el continente, los retos han desbor-dado con creces sus capacidades. La escala de la gesta, de los rastros de las guerras y de las décadas de planifica-ción divorciada vinieron a sumarse a la desaceleración económica y al cambio en los perfiles demográficos de la capi-tal. En pocas palabras, las ambiciones de los urbanistas y arquitectos estrellas que han participado en la reconstruc-ción berlinesa chocaron contra un nuevo muro: el impredecible compor-tamiento de la sociedad.

A estas alturas, Potsdamer Platz —el proyecto más representativo de la planificación posreunificación— no ha sido completado. No ha importado que buena parte de las edificaciones que allí se han construido fuesen obras de gigantes consorcios como Sony y Mercedes Benz. Tampoco ha servi-do de mucho la enorme significación política de este espacio para llevar a un feliz término tan solo este, el más importante proyecto de la Alemania reunificada. Que una ciudad no se reconceptualice y reconstruya en dos décadas ni en el más optimista panora-ma, lo demuestra la deuda de 60,000 millones que tiene esta capital de solo 3.5 millones de habitantes. No es difí-cil toparse con estructuras finalizadas, pero vacías, solares yermos en lugares céntricos esperando por algún inversio-nista, edificios históricos restaurados, pero sin inquilinos. Los límites del ur-banismo tal y como lo conocemos sal-tan a la vista en lugares como Leipziger Platz, el devastado centro barroco de Berlín y vecina de Potsdamer Platz. Allí sus desarrolladores construyeron un simulacro urbano con andamios y lonas que simulan edificios, apostan-do a despertar la ambición privada y con ello sustituir las lonas pintadas por

Isozaki, Rafael Moneo y Richard Ro-gers, entre muchas otras superestrellas del urbanismo y la arquitectura con-temporánea. Devolverle el esplendor que tuvo Potsdamer Platz como centro cultural y comercial antes de la Segun-da Guerra Mundial, no exigía menos, según sus planificadores.

La historia se repitió en muchos otros lugares. Por ejemplo, en las man-zanas en torno a la Puerta de Brande-mburgo se encuentra el distrito guber-namental dominado por la cúpula de vidrio del Reichstag, diseñada por Nor-man Foster. Dos bloques más al sur, el paseante encontraría el controvertido Memorial a los Judíos Asesinados en la Segunda Guerra Mundial, concebido por Peter Eisenman. Si continuara al norte, daría con la hermosa biblioteca del Bundestag (Parlamento), diseñada por Stephan Braunfels. A todo lo largo de Unter den Linden, en dirección a la Isla de los Museos, pueden encontrar-se edificaciones de otras tantas estrellas como Frank Gehry (DZ Bank) e I.M. Pei (extensión al museo de historia). Aun para Alexanderplatz, dominada por la emblemática Fernsehturm (torre de televisión) y otras estructuras monu-mentales de la desaparecida República Democrática Alemana, existen ambi-ciosos proyectos de remodelación. Allí la plaza y los edificios que la rodean se han distanciado significativamente de la solemnidad comunista de antaño.

Los vacíos

Al menos, hasta el 2004 todo pa-recía indicar que Berlín reescribiría una vez más su huella urbana. Incluso, el Gobierno aparentaba —en sus dis-cursos— tener la capacidad de borrar las huellas de la división política de la ciudad. No por poca ambición se de-rribó en 2008 el céntrico Palast der Re-publik, edificio que albergó la “cámara popular”, un auditorio con galerías y restaurantes para los ciudadanos “so-cialistas” —con el objeto de reconstruir el desaparecido Stadtschloß— residen-cia de los emperadores de Prusia por más de doscientos años. Sin embargo, la réplica del palacio, que ocuparía su

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suficiente para que los frecuenten mi-les de turistas.

Es imprescindible subrayar que los “pioneros” pocas veces son arquitectos ni planificadores, aunque sí cuentan regularmente con la colaboración de ellos. Como sugerí antes, la mayoría son ciudadanos con mucha iniciativa pero poco capital, y por esto han de-sarrollado destrezas para sobrevivir en un mundo laboral inestable, en don-de el trabajo permanente brilla por su ausencia. Dicho de otro modo, los pioneros son individuos que no nave-gan en las complejas redes del poder político, de poderosas empresas inmo-biliarias ni en las glamorosas esferas de los arquitectos estrellas. Con los usos temporeros hacen la ciudad de abajo hacia arriba y en oposición a los grandilocuentes planes urbanos de las autoridades. Tal vez por ello es que al fenómeno también se le conoce como open source entre los que lo han estu-diado: un proceso abierto, al que se le van sumando actores, ideas, propues-tas, que inscribe trazos en la ciudad, pero los borra y los rescribe cada vez que hace falta. Más dinámico y capaz de reajustar direcciones que la planifi-cación estatal, los urbanismos abiertos son laboratorios de la democracia, de la autogestión; ventanas de oportuni-dad y espacios de creatividad. Aun en aquellos casos en donde sus proyectos

trataciones de alquiler, en caso de que el solar tenga dueño. Claro que esto no excluye que las actividades se pro-longuen por mucho más tiempo que el originalmente establecido, como ya ha ocurrido con algunas al convertir-se en sólidas instituciones y valorados espacios públicos. Los proyectos se or-questan en los terrenos que no tienen posibilidades de desarrollo a corto ni mediano plazo. Llegan a ocupar, in-cluso, solares que tienen un valor in-mobiliario enorme, como ocurre con las propiedades en desuso que pueden encontrarse en la ribera del Spree. En este caso, de hecho, es el distorsionado valor del suelo el que se ha convertido en el mayor obstáculo a ningún tipo de construcción permanente. La ma-yoría de las iniciativas no tienen como objetivo las ganancias astronómicas que generan las industrias inmobilia-rias. Pero la actividad económica que generan sí tiene un importante papel en la apreciación de la tierra urbana y en la generación de empleos. Además, los usos temporeros tienen un impacto significativo en un entramado urbano incongruente, pues estimulan el esta-blecimiento de otros proyectos en es-pacios igualmente residuales. De ese modo mejoran la calidad de vida de los vecinos inmediatos, potencian el apego de los berlineses por su ciudad y, en ocasiones, su radicalidad es razón

Urbanistas “pioneros”

No solo es demasiado espacio para los desarrolladores privados, es tam-bién caro el costo de la tierra, pues la especulación con el futuro de Berlín elevó rápidamente el precio de los sue-los. Además, como antes se señalara, la mudanza de la administración po-lítica de la República no arrastró con ella el interés de los poderosos con-glomerados industriales y financie-ros firmemente establecidos al oeste de la antigua “cortina de hierro”. Sin embargo, desde los primeros años de la reunificación fue tomando forma una de las alternativas más radicales de esta ciudad de experiencias extremas. Se trata de los llamados “urbanismos pioneros”, open source urbanism o “urbanismos temporeros”, así bautiza-dos por el arquitecto Philipp Oswalt —actual director de la Bauhaus— y el paisajista Klaus Overmeyer. Como los trabajos no abundaban en la década de los noventa, en especial los de cuello blanco, los berlineses desarrollaron una gran capacidad para la innovación y el trabajo por cuenta propia, para la experimentación y los proyectos co-lectivos. El dinamismo y la inventiva atrajo, a su vez, a inmigrantes en bus-ca de ciudades abiertas y tolerantes, a intelectuales, artistas, artesanos o pro-motores de actividades culturales, a empresarios de las comunicaciones, de los servicios, de la gastronomía y de la costura, entre muchos otros. Berlín era entonces la ciudad más económica —y en cierta medida lo sigue siendo— de todo el país. No es casualidad que aquí se aventuraran entonces las personas con una gran creatividad pero con es-caso capital operativo.

Durante el auge de la construcción y especulación sobre la gran capital eu-ropea que sería Berlín a principios del siglo XXI, estos “pioneros” pasaron a un segundo plano. En cambio, en me-dio de la recesión económica del pre-sente, han recuperado su relevancia. Como la misma palabra “temporero” indica, todas estas iniciativas aceptan de antemano el carácter efímero de sus acciones y así se reconoce en las con-

Kunsthaus Tacheles, Oranienburger Strasse

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El proyecto multicultural que se desarrolló en el edificio Tacheles repre-senta, por ejemplo, los modos en los cuales un uso temporero fue capaz de institucionalizarse y servir como catalí-tico para la revitalización de una calle, en este caso la Oranienburger Strasse. La Kunsthaus (casa de arte) Tache-les nació luego de que un grupo de jóvenes artistas ocuparan la histórica estructura propiedad del Estado, jus-to antes de su demolición en 1990. El edificio construido como una tienda por departamentos en 1908, y parcial-mente destruido durante la guerra, fue habilitado por sus nuevos y alternati-vos habitantes quienes habían funda-do una corporación para administrar el edificio. El Gobierno del distrito de Mitte —dueño de la edificación— aceptó sus términos, pero solo mien-tras no apareciese un comprador. An-tes de que esto ocurriera, la Kunsthaus creció, y llegó a incluir en sus servicios viviendas para artistas residentes. Fi-nalmente, el inmueble fue comprado, pero su dueño no pudo encontrar in-versores y renegoció los términos de un alquiler temporero por un pago casi simbólico. En sus dos décadas de existencia, las “ruinas” de Tacheles se instituyeron como un espacio vibrante de eventos culturales que llegó a tener fama internacional. Con ello, revalo-ró el solar, mantuvo activo el sector y construyó un espacio de expresiones artísticas, sin duda, radicales. A pesar de que el proyecto ha finalizado y el solar es objeto de un redesarrollo pri-vado, sus integrantes recibieron una compensación millonaria para que pu-dieran continuar su labor en otra parte de la ciudad.5

Un segundo ejemplo firmemente establecido es el Badeschiff —barco de baño— construido en la ribera del Spree. Este fue ideado por la artista Su-sanne Lorenz en el 2004, en el ánimo de establecer una especie de platafor-ma o puente al pasado de la ciudad, cuando existía la costumbre de nadar a lo largo del río. Como no es posi-ble bañarse en las aguas del Spree, Lo-renz propuso transformar una antigua

5 Kunsthaus Tacheles, http://super.tacheles.de/cms/.

vadas del tren al oeste de Manhattan, conocido como el High Line, es tal vez el más vistoso y celebrado proyecto de una transformación urbana “comuni-taria”. Aquí la comunidad desafió y de-tuvo a los agentes inmobiliarios, quie-nes tenían el aval para la demolición y el redesarrollo de las zonas del tren. La gesta tuvo un final feliz: la ciudad con-servará para siempre las vías al conver-tirlas en un parque lineal. Su éxito, sin duda, tiene mucho que ver con el di-seño de la firma paisajista Field Opera-tions y los arquitectos Diller, Scofidio y Renfro. Pero el High Line es mucho más que un parque. Se ha convertido en un hito turístico global y, por ello, ha logrado la multiplicación de peque-ños comercios y oficinas de servicio a lo largo de su trayecto.

Aunque tienen muchas coinciden-cias, las iniciativas berlinesas no nece-sariamente son de carácter comunita-rio, al menos no en el sentido estricto de la palabra. Los llamados “pioneros urbanos” son frecuentemente indivi-duos, pequeñas y hasta medianas aso-ciaciones ciudadanas desbordadas por su creatividad. Tampoco tienen como objetivo la protección de espacios aso-ciados a la historia de la ciudad, si bien no los excluyen como ocurrió con el Palast der Republik, defendido hasta el 2008 por las asociaciones ciudada-nas que le habían encontrado un uso cultural temporero.3 No obstante, se distancian de la experiencia del High Line porque aceptan de antemano el carácter transitorio de sus propuestas. Oswalt y Overmeyer plantean que no son negocios, sino “empresas en proce-so” que pueden lograr institucionalizar-se o pueden desaparecer en la incierta modernidad líquida que vivimos.4 Tras de sí dejan un cúmulo importante de vivencias que servirán a otros por venir y cada uno, a su manera, adelanta la reconstitución de un tejido urbano lle-no de vacíos y contradicciones.

3 Vése Sebastian Schmaling, “Masked Nostalgia, Chic Regression. The ‘Critical’ Reconstruction of Berlín,” Harvard Design Magazine, Fall/Winter 2006, Num. 23.4 Véase Overmeyer (ed.), Urban Pioneers. También refiérase a Zygmunt Bauman, Modernidad líquida. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2003.

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giran en torno a la pura diversión, ar-ticulan redes formales e informales de intercambio de conocimientos, condi-ción inexcusable para la reestructura-ción de ciudades incongruentes.

¿Urbanismo comunitario o temporero?

La primera vez que escuché hablar de los proyectos temporeros de Berlín, en el acto pensé que se trataba de una reinterpretación un tanto nostálgica del Grassroots urbanism o “urbanismo comunitario”. Surgido en los años se-senta, el poco definido movimiento pretendía ser un antídoto a los desma-nes de la planificación desarrollista y hostil a los centros urbanos históricos. Por su vaga definición y difusos resul-tados, casi siempre los historiadores lo asocian con la batalla que librara la líder comunitaria Jane Jacobs contra el todopoderoso tecnócrata urbano Robert Moses, responsable por las más destructivas obras de infraestructura vial en Nueva York. Ese urbanismo “comunitario” o “alternativo” preten-día detener a los contratistas que, con la anuencia del Gobierno, arrasaban vecindarios y edificios en favor de au-topistas, estacionamientos, almacenes, centros comerciales o superbloques de vivienda social. Apoyaban como alter-nativa las expresiones arquitectónicas vernáculas, las tipologías tradicionales, el barrio como pivote de la sociabilidad moderna y calles flanqueadas por edifi-cios de usos mixtos de poca altura.

Durante mucho tiempo, el “urba-nismo comunitario” se plantó como antípoda de la banca hipotecaria, de los consorcios de construcción y del aburguesamiento de distritos céntri-cos. Las luchas para defender el en-torno libradas por grupos sociales con escaso poder político, la apropiación legal o ilegal de solares para las acti-vidades económicas o cívicas, la adap-tación y la improvisación son otras de las características de este elusivo modus operandi desde los márgenes de la pla-nificación.2 El parque sobre las vías ele-

2 Douglas Kelbaugh, “Towards and Integrated Pa-radigm: Further Thoughts on the Three Urbanism,” Places 19, Num. 2, summer 2007, p. 15.

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das, edificios de oficina, de comercio y otros lugares de esparcimiento.6

Las iniciativas “pioneras” son difí-ciles de resumir o de categorizar. Las hay de puro ocio, como Der Haupts-tadt Strand (playa de la capital), Traumstrand, Metaxa Bay y el club Kiki Blofeld, bares con explanadas de arena para asolearse, descansar o divertirse a orillas del Spree, y construidos en lotes que antes eran empleados como asti-lleros o fábricas. El Mellowpark, que comenzó como una simple rampa para patinetas, se ha transformado, con el esfuerzo de muchos voluntarios, en el complejo de deportes extremos más grande de Europa. En menos de cin-co años ya cuenta con su propio hos-tal, imprenta, salones de conferencia, programas de internados, laboratorios de agricultura urbana y viviendas tem-poreras. Y es imposible dejar fuera de esta lista la aparición de espacios para el comercio informal, como el mer-cado al aire libre del Mauerpark. Este último parque y el mercado que allí se encuentra, fueron desarrollados a lo largo de un segmento de la “franja de la muerte” después de la desaparición del muro, y que no ha podido desarro-llarse con obras permanentes. Si bien es una inmensa propiedad privada en el bohemio distrito de Prenzlauer, sus propietarios no han impedido esta ac-tividad ni otras que allí han servido de catalíticos: el anfiteatro para celebrar karaokes al aire libre —probablemente el más concurrido del mundo— bares, cafés y restaurantes informales.

Temporero y perenne

En el pasado, no fueron pocas las ciudades que nacieron de simples campamentos militares. De los mer-cados itinerantes del medioevo, de los lugares sagrados de la cristiandad, de puntos geográficos estratégicos, de ta-bernas o poblados de paso han nacido villas y capitales. Lo temporero como germen de la urbanidad ha sido una constante de la sociedad. Las ciudades crecen, pero también se encogen, ga-

6 Arena Badeschiff Berlin. http://www.arena-berlin.de/badeschiff.aspx

y para exposiciones. Al lugar ahora se le conoce como la “Arena Cultural de Berlín” y se han ideado cubiertas neu-máticas para que la piscina y sus pla-taformas no dejen de funcionar ni en invierno. Habría que tomar muchas notas de la forma en la cual una insta-lación efímera ha logrado impulsar el interés y la revitalización de una zona en donde han aparecido nuevas vivien-

barcaza en una piscina flotante. Los dos puentes de madera que la conec-tarían a la costa se convertirían, a su vez, en plataformas de contemplación del paisaje. El efecto del Badeschiff en esta zona de antiguos embarcaderos ha sido multiplicador. A la instalación se sumaron cafés, bares, saunas, explana-das de arena para tomar el sol o reali-zar deportes, espacios para conciertos

Badeschiff en verano

Badeschiff en invierno

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como un problema que se tiene que erradicar. Sin la fantasía de la perma-nencia, la mayoría de los diseñadores urbanos pierde su norte.

La historia en Berlín ha sido otra. Tal vez porque es una ciudad traumada por los excesos de su pasado, está más dispuesta a aceptar el carácter efímero de los planes urbanistas. ¿Qué pensa-rían en el presente los arquitectos ber-lineses que idearon los pomposos pla-nes de revitalización de la Karl Marx Allee en los años sesenta? ¿Cómo reac-cionaría Joseph Paul Kleihues, el más importante ideólogo de la “reconstruc-ción crítica” e historicista de Berlín del oeste, ante los azarosos giros de su ciu-dad, posmoderna por excelencia? No dudo que hubiesen asumido la misma postura de las autoridades capitalinas, comunidades e individuos del presen-te: buscarían transformar los dilemas en eventos de cambio. La aceptación de usos temporeros, el papel mediador del Gobierno entre “pioneros” y pro-pietarios, los incentivos a las activida-des contingentes y las previsiones para que lo transitorio aporte a la vida en ciudad es muestra de una profunda sa-biduría urbana.

Cabe decir, por último, que San Juan, en franco proceso de achicamien-to demográfico y con una economía en reversa, debería sacar muchas lecciones de estas experiencias. Los límites de la reconstrucción de Berlín destacan cuan iluso es esperar un diluvio de in-versiones que concreten planes como los de Bahía Urbana y Río 2012, ma-yores en escala y ambición que los de Potsdamer Platz. Al igual que los ber-lineses, los sanjuaneros deberían cons-truir condiciones de posibilidad para “pioneros urbanos”, gente quienes no les sobra el dinero, pero sí la imagina-ción y el deseo de regenerar una capital en largo trance.

actividades de construcción. Resulta irónico pues, que en el siglo XX fuese la planificación urbana la que preten-diera ignorar que “todo lo sólido se desvanece en el aire”, y con más veloci-dad en la modernidad que en ninguna época anterior. Del mismo modo, las escuelas de arquitectura y de planifi-cación han sido responsables, en gran medida, de pensar la transitoriedad

nan o pierden protagonismo, generan riquezas, pero también las derrochan, sus ciudadanos reinventan formas de sobrevivir, pero su sociedad agoniza cuando no lo logran. Detroit, Man-chester, Leipzig, incluso San Juan, son ciudades en donde la población ha de-jado de crecer. Si bien esto no es sinó-nimo de empobrecimiento, exige un cambio de perspectiva en cuanto a sus

Traumstrand

Karaoke en el Mauerpark

La historia en Berlín ha sido otra. Tal vez porque es una ciudad traumada por los excesos de su pasado, está más dispuesta a aceptar el carácter efímero de los planes urbanistas.

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Érika Fontánez Torres

Las limitaciones del lente jurídico en la configuración del espacio público

El derecho y el espacio público

¿Qué relación hay con el derecho y el tema del espacio público? Sabemos que precisamente el derecho establece los “límites” y “lo razonable” en ese es-pacio llamado público. A pesar de que ese espacio público es regulado por el derecho, en él también encontramos la poliformia de la ciudadanía, por lo cual no solo el Estado y las institucio-nes oficiales están implicados en que-hacer. Por eso, desde mi abordaje, lo más importante es señalar la conexión que trae a nuestra atención Nicho-las Blomley entre el derecho como discurso y como sistema normativo/representativo y el derecho como po-der. Esta conexión, sin duda, abre un sinnúmero de preguntas sobre cómo y bajo qué prácticas, en relación con lo social y lo político, el espacio social se produce, se mantiene y se transforma.

En primer lugar, habría que llamar la atención sobre cómo la experiencia y la imaginación o representación de los espacios están profundamente mol-deados por nociones legales como los derechos, la propiedad y la soberanía. La premisa es que el espacio social está hipersaturado con entendidos legales sujetos a una multiplicidad de inter-pretaciones. Por ejemplo, no hay duda de que el derecho lanza una línea ima-ginaria o a veces concreta (una verja o un portón) que está impregnada de las concepciones que trae el concepto jurídico propietario. La demarcación del espacio por categorías legales es sin duda una de las formas de construir el espacio. En este sentido, Blomley nos alerta:

Los linderos/límites signifi-can. Estos significan, diferen-cian, unifican el interior de los espacios que enmarcan. Aque-llo que significan se refiere a la constelación de relaciones so-ciales de poder. Y la forma que este significado muchas veces toma –el significado que los actores sociales confieren a las líneas y al espacio- es un signi-ficado legal. El significado surge por medio de la inscripción au-

El tema del espacio público en Puerto Rico se manifiesta como sínto-ma de muchos entendidos: una ciuda-danía que no se ejecuta como tal, un encierro que marca el hiperindividua-lismo, una falsa seguridad, una estética desnaturalizada, y una asepsia hiper-bólica. No hay espacio para las ideas, para los encuentros, para el ejercicio democrático, para —al decir de Han-nah Arendt— Ser ciudadano. Pero el espacio es algo en ebullición, en constante cambio y devenir. El espa-cio de hoy no es el de ayer, se negocia. ¿Cómo?: mediante imágenes, median-te la presencia y la ocupación o aun desde la ausencia del espacio mismo. Para Nicholas Blomley el espacio no es solamente algo que es, sino que además es algo activamente producido. Es un aspecto de la realidad social profunda-mente complejo y dinámico. Y es que al decir de Lefebvre, la ciudad no es un espacio construido para la gente, sino un espacio construido por la gente. En nuestra contemporaneidad muchos espacios construidos por la gente se negocian: aquel espacio del centro co-mercial profanado por los estudiantes universitarios al hacer sus reclamos al derecho a la educación; aquel espacio negociado de “los puntos”; el espacio de los vendedores ambulantes que para algunos “afean” la ciudad; el espacio de la playa…

En estos reclamos la presencia del discurso jurídico no se ha hecho espe-rar. Para abordar los procesos de cons-trucción del espacio hay que mirar los múltiples proyectos y prácticas sociales

en que las formas geográficas y los es-pacios se producen y se cambian. Asi-mismo, hay que mirar los dispositivos discursivos y de poder que se reúnen en la construcción y coconstrucción de estos espacios como públicos. El dere-cho, tanto como discurso como en su forma normativa e institucional, es parte de esa construcción del espacio. El derecho transita por los espacios en formas concretas (mediante su norma-tividad), en imágenes, en conceptos y en linderos; es elemento de poder, tan-to para el reclamo de un espacio como público, como para negar su caracterís-tica de tal.

Desde el derecho, tanto el profe-sional del derecho como las institucio-nes pretenden defender la existencia de un método propio, neutral y capaz de dar una solución “justa” usando principios universales, idóneos para legitimar una determinada decisión jurídica. La operación del sistema le-gal y el tránsito de su discurso activa el efecto neutralizador que pretende te-ner el lenguaje jurídico. Así, se neutra-liza la controversia y se suprimen otros acercamientos epistemológicos a los conflictos. El lenguaje jurídico queda vaciado de contenidos políticos apare-ciendo de una forma neutra por la pro-pia construcción del razonamiento.

¿Cómo hacer evidente esa pre-tensión del derecho? Para eso hay que mirar a las prácticas cotidianas para así identificar las formas en que el derecho se constituye como campo discursivo de poder. Se trata de mirar cómo el de-recho incide en las relaciones sociales, particularmente en su forma discursi-va, y en la construcción de realidades e identidades. Hay que prestar atención a los escenarios ordinarios en que el derecho parece invisible pero es fuente de poder.

En este ensayo abordo rápidamen-te la presencia del derecho en la cons-trucción social de algunos espacios ne-gociados. Daremos una mirada a (1) cómo los discursos y prácticas legales coconstruyen el espacio social y (2) el peligro de un excesivo protagonismo del derecho en la construcción social de ese espacio.

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muchas miradas: la exclusión, el in-dividualismo, el asunto urbano, entre otras. Pero el sistema legal miró el asun-to desde la única óptica que le permite su razonamiento, la jurídica. De esta forma, se justificó lo que a todas luces el sentido común decía que no debía ser: permitir el cierre de las calles era privatizarlas y por ende quitarle a ese espacio su característica pública. Para el Tribunal no hubo ninguna contra-dicción entre las calles como espacio público y el cierre. La Ley del Cierre de Calles de 1987 significaba armonizar dos intereses: aquel que mantiene las calles como espacio público y el de los propietarios que buscan tranquilidad y seguridad. Aun así, dejo claro que el ordenamiento jurídico puertorriqueño reconoce que las calles son bienes de uso público y, a los efectos del ejercicio de la libertad de expresión, se conside-ran foros públicos.

El segundo caso fue Asoc. Pro Con-trol Acceso Calle Maracaibo v. Cardona (1997), que entra a considerar la cons-titucionalidad de la Ley de Control de Acceso. El Tribunal sostuvo la consti-tucionalidad del estatuto y con esto se limitó considerablemente la conversa-ción pública sobre sus implicaciones y deseabilidad.

El centro comercial: ¿es Plaza las Améri-cas un espacio público?

En Empresas Puertorriqueñas v. Hermandad (2000), el Tribunal Supre-mo resolvió que un centro comercial es el equivalente de una plaza públi-

plazas, junto a las calles y los parques, son esos lugares que se catalogan como “foros públicos tradicionales”. El “foro público tradicional”, como la plaza, es un lugar que el derecho considera un espacio tradicionalmente dedicado a la reunión y al debate público, por lo que no se considera válida la pro-hibición de expresión en esos sitios a no ser por medio de la reglamentación conocida como “tiempo, lugar y ma-nera”. Pero aun en estas circunstancias, tanto el Tribunal Supremo de Puerto Rico como el de los Estados Unidos han limitado el alcance de la libertad de expresión y con esto, el alcance del debate. Recientemente contamos con el ejemplo de la huelga en la Univer-sidad de Puerto Rico, a la que el Tri-bunal Supremo convirtió en un foro ‘semipúblico’, y por lo tanto, limitado para el escenario de protestas y, peor aún, el caso del Movimiento de Mu-jeres a quienes se les prohibió pintar un mural que denunciaba la violencia de género. La mirada jurídica, eviden-temente, ha limitado el uso público de los espacios y, más importante que eso, la discusión sobre el tema se ha circunscrito a una racionalidad exclu-siva del pronunciamiento hecho por el Tribunal Supremo.

Las calles

Las calles son un buen ejemplo. En la década de los ochenta, en Puerto Rico proliferaron los cierres de urba-nizaciones y con él la discusión de si debía fomentarse ese tipo de exclusión, cierre, falta de libre acceso a las vías y espacios públicos y en fin, si debía atenderse el problema de criminalidad o falta de seguridad con una medida como el cierre de las calles. Muchos ciudadanos protestaron por esta prác-tica y por la eventual aprobación de la ley que permitió el cierre de las calles, concebidas legal y culturalmente como espacios tradicionalmente públicos.

En Caquías v. Asoc. Residentes Mansiones (1993), el Tribunal Supre-mo finalmente tuvo que atender la to-davía controversial práctica del cierre de calles. Se planteaba el asunto desde

toritativa de categorías legales o por la proyección de imágenes legales e historias en el mundo material de las cosas. El tras-gresor y el indocumentado, no menos que el dueño y el ciuda-dano, son figuras que están lo-calizadas entre los circuitos del poder legalmente definido en referencia a un espacio físico vis a vis un espacio delimitado.

Las categorías, avaladas desde el derecho, son ejemplo de lo que Blomley llama una forma significativa de darle materialidad al poder: “No pase”, “Propiedad Privada”, “Detén-gase”, “Personal Autorizado”, “Blancos solamente”. Blomley sugiere que el derecho consiste en descripciones es-pecializadas y significativas del poder y algunos aspectos del espacio pueden verse como una materialidad de cómo el poder transcurre. Se plantea enton-ces cierta reciprocidad entre los lentes del espacio, el derecho y el poder.

Ante esto, tendríamos que ver cómo se manifiesta en la construcción del espacio público esa forma de racio-nalización desde el derecho y a indagar cómo la mirada desde el lente jurídico reduce o simplifica la controversia, al punto de excluir de otras miradas tan o más importantes. Veamos algunas controversias.

Las plazas

Las plazas, por ejemplo, son con-cebidas desde lo “público”, en con-traposición del espacio íntimo de la propiedad privada. Se conciben, por lo tanto, como espacios poco o nada regulados, desde los cuales la expre-sión, la que fuera —política, artística y cultural— es posible. En cuanto al derecho, lo que puede hacerse y lo que puede regularse respecto al espacio pú-blico, ha sido evaluado y resuelto por los tribunales supremos de EE. UU. y de Puerto Rico como la “doctrina del foro público”. Un sinnúmero de con-troversias se han suscitado con relación a que puede prohibirse o no por parte del Estado en el espacio público. Las

El “foro público tradicional”, como la plaza, es un lugar que el derecho considera un espacio tradicionalmente dedicado a la reunión y al debate público, por lo que no se considera válida la prohibición de expresión en esos sitios a no ser por medio de la reglamentación conocida como “tiempo, lugar y manera”.

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Desde mi perspectiva, en el fon-do se planteaba un debate interesante sobre el control y la limitación a los espacios públicos a beneficio de un grupo en particular —en este caso los propietarios de Ocean Park— en con-traposición a la ciudadanía en general o los residentes de Santurce y el resi-dencial Lloréns Torres. No obstante, el asunto en la esfera pública pronto se convirtió en un debate sobre la legali-dad/ilegalidad de unos portones, qui-tándole complejidad y profundidad a la controversia y sustituyendo las con-troversias planteadas sobre los espacios públicos a un asunto de miopía jurí-dica.

Las limitaciones del lente jurídico

En los casos brevemente reseñados es evidente la presencia del derecho en sus formas discursivas, así como mediante sus pronunciamientos insti-tucionales, para de cierta forma con-formar los espacios. En el caso de las playas, aunque ejemplos sobran, el caso de Ocean Park es quizás el mejor ejemplo en que el derecho como poder discursivo y normativo interviene para construir la realidad de ese espacio (el límite que pone el portón de los pro-pietarios). La delimitación de la con-troversia y del debate público sobre ese espacio dejó de ser uno sobre la playa como espacio de encuentros, de cuer-pos que transcurren o sobre el uso de la playa y el significado cultural de ese espacio, para convertirse en un asunto simple: ¿es o no legal delimitar ese es-pacio mediante un portón?

Al hacer uso del razonamiento legal, o al acudir al sistema legal para pretender darle una solución a cierta controversia, se corre el riesgo de ju-ridificar el asunto. El sistema intenta formalizar el suceso. Al decir de Luh-mann, se reduce su complejidad, y por ende, se busca construir una verdad mediante el código legal: ¿existe un derecho a acceder a la playa por la calle Almendro?

¿Qué queda fuera de la discusión? ¿De qué no se habla? Se deja fuera el problema urbano, el acceso limitado al

sino de la playa misma hacia la calle. Entre las razones esbozadas por los re-sidentes estaba el objetivo de controlar el problema de robos, asesinatos, viola-ciones, drogadicción, prostitución, ba-sura y alboroto en el área. Amparados en su derecho al “disfrute de su propie-dad” optaron por impedir el acceso ve-hicular a toda hora y limitar el acceso peatonal. En contraste, y en reclamo por el libre acceso a la playa, los gru-pos ambientalistas y algunas organiza-ciones comunitarias adujeron que los problemas criminales le competen a la Policía y que el remedio no podía ser tan drástico como limitar o impedir el acceso a un área pública.

Ante la instalación de los porto-nes, los grupos que reclamaron acce-so a la playa acudieron a las agencias gubernamentales. Eventualmente, los grupos constataron la falta de permi-sos para la instalación de los portones y exigieron públicamente su remoción. Pronto se presentó el reclamo como un asunto de ilegalidad. Ante la inacción de las agencias frente a una situación que los grupos catalogaron como una evidente ilegalidad, estos decidieron remover los portones por cuenta pro-pia. La Policía de Puerto Rico trató de impedir el que se removieran los porto-nes. El gobernador condenó el acto de protesta y la remoción y expresó que lo propio era acudir a los tribunales para que fueran estos quienes determinaran la legalidad o ilegalidad de los porto-nes. Semanas más tarde, el secretario de Justicia ordenó la remoción y se pronunció sobre la ilegalidad de estos. En gran medida el discurso que primó fue el de si los portones en controversia eran o no legales. Esto, sin duda, limitó lo que pudo haber sido una discusión pública muy rica y compleja.

Aunque en menor grado, el asunto también se planteó y todavía se plantea desde otras perspectivas. En algún mo-mento, la Coalición Playas Para Todos expuso: “Los ricos se están quedando con las playas, y yo entiendo que los ricos son la minoría, y no creo que una minoría debe dominar sobre una ma-yoría”.

ca. Se trató de una protesta de varias uniones obreras frente a las oficinas de la Puerto Rico Telephone Company en los predios del Mayagüez Mall. El centro comercial solicitó un interdicto para prohibir las manifestaciones en los predios de un centro comercial pri-vado. El Tribunal Supremo expuso que la proliferación de centros comerciales privados a través de la Isla es de todos conocida, y la misma ha cambiado sig-nificativamente nuestros patrones de vida comunitaria.

Es “un hecho incontestable”, expre-só el Tribunal que “el centro comercial en cuestión es un lugar vital para los residentes de la región donde se llevan a cabo múltiples y numerosas activida-des comunales y al cual acuden miles de personas diariamente para atender muchos asuntos importantes”. Es in-teresante que en este caso, el Tribunal Supremo adoptó un razonamiento en gran medida cultural: “Se trata eviden-temente del equivalente contemporá-neo del núcleo tradicional de nuestros pueblos, que ha venido a sustituir la plaza pública, los parques y las calles principales de éstos como centros de reunión y de convivencia de las per-sonas ...”. Pero más allá de eso, ¿queda algo por conversar sobre estos espacios?

Las playas

Se habla de la playa como un espa-cio “de todos y para todos”. Una con-troversia en la zona norte del país nos ilustra extraordinariamente lo plan-teado. Como parte de la ola del cierre de urbanizaciones, intensificada en los años ochenta, los residentes de Ocean Park, cuyas casas colindan con la pla-ya del mismo nombre, y cuyo poder adquisitivo es evidentemente privile-giado respecto a otros residentes del sector, decidieron instalar portones de control de acceso vehicular y peatonal en las calles. En esa ocasión, el cierre de calles provocó limitaciones consi-derables al acceso a la playa de Ocean Park. El punto llegó al extremo cuan-do los residentes colocaron portones, no solo desde la calle hacia la playa,

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entorno, la desigualdad posible en el disfrute del recurso, el espacio que que-remos habitar y el espacio ausente para el amor, al decir de Lalo. Se convierte el asunto en aquello que precisamen-te el Estado quiso delimitar cuando atendió la controversia: ¿es legal o no el portón? Se limita entonces el asunto a la discusión de un memorando de ley que nos diga si lo es. Quedó entonces fuera de la discusión el asunto de la isla amurallada, y peor, quedó fuera de la discusión la falta de espacios públicos desde donde se convive y se vive la de-mocracia.

Por eso, urge señalar que más allá de la configuración de un espacio me-diante el hiperprotagonismo jurídico, se persigan otras maneras de discutir el problema de la configuración de los espacios. Este fetichismo con la legali-dad tiene la consecuencia de que la re-ducción de la complejidad y la excesiva juridificación excluyan de la discusión otras racionalidades desde las cuales atender el asunto. Más allá del uso del discurso legal, del amparo de la ley como fundamento para el reclamo del espacio público, los ciudadanos, deben estar hiperconscientes de las conse-cuencias de la activación y el disimulo del discurso legal. Recordemos las pa-labras de Foucault: “[l]a presencia de la ley consiste en su disimulación. La ley, soberanamente, asedia las ciudades, las instituciones, las conductas y los ges-tos; se haga lo que se haga, por grandes que sean el desorden y la incuria, ella ya ha desplegado sus poderes”.

Mantener un marco de referencia jurídico juega un papel importante en la configuración de los espacios, pero cuanto más protagónica la presencia del derecho, más limitada y, excluyen-te la mirada a las controversias y por ende, menos juego en la construcción de los espacios comunes. La impor-tancia social, cultural de un espacio en particular no se recoge del todo cuando se deja en manos del derecho al estable-cerlo de acuerdo a parámetros exclusi-vos de la categoría legalidad/ilegalidad. La reducción de la complejidad social es inevitable desde la mirada jurídica y ese disimulo hay que atajarlo.

Que nadie se equivoque, el mar-gen está de moda (pero a eso, más ade-lante). Si le echamos un vistazo a lo que actualmente ocurre en la urbe, el mainstream se ha plagado de activida-des que hasta hace poco se considera-ban parte del repertorio estigmatizado dentro de lo marginal. Es por eso que para efectos de este escrito utilizare-mos el término margen. Lo marginal, por lo contrario, en su marco de defi-nición tradicional, se categoriza como una actividad de importancia secun-daria o, curiosamente, de una falta de integración social. Estas interpreta-ciones surgen ser contradictorias para los argumentos que se desean esbozar más adelante. Esto, en gran medida, ya que según explicaremos, el margen se perfila cada vez más como uno de los únicos espacios de relevancia actual y, a su vez, como uno capaz de promo-ver propuestas conscientes en términos sociales. El margen tiene la habilidad de generar movidas contraargumenta-tivas, en especial cuando la urbe y sus prácticas para concebirlas se tornan inútiles, o peor aún, injustas. A cons-ciencia de este hecho, o no, las acti-vidades del margen tienen el potencial de tornarse en maniobras de resisten-cia cultural, y por ende, en acciones y actividades políticas.

Como trasfondo para abordar la relevancia del margen es importante entender que ante la debacle del sis-tema económico actual, y al perder pertinencia sus antiguos esquemas de apoyo y aposento (incluyendo des-afortunadamente a la arquitectura y

Andrea BauzáOscar Oliver-Didier

Al margen de la ciudad: estrategias urbanas de resistencia y vida pública

al urbanismo), se ha provocado un deterioro de la ciudad a niveles físicos, pero peor aún, en la esfera del encuen-tro social. Las prácticas irresponsables de desplazamientos y de los grandes planes maestros se han tornado tor-pes y retrógradas al entendimiento del ciudadano actual (diverso, multicul-tural, entre muchas otras diferencias y divergencias). En su lugar, como suele tanto ocurrir, aparecen oportunidades para que el margen florezca. Prácticas, que como fin comparten (en términos muy generales, por supuesto) las mis-mas metas que el urbanismo tradicio-nal; ciudades supuestamente ricas en alta calidad de vida. Sin embargo, los métodos para alcanzarlo son diame-tralmente opuestos. En el caso de este urbanismo espontáneo —el que sur-ge del margen— lo que se conjuga es una reapropiación de la vida pública, no exclusivamente del espacio, sino de la actividad en colectivo. Lo más im-portante del surgimiento y triunfo del margen es precisamente esto, que deja a un lado el afán por el espacio como único dominio a ser atendido (que por lo general solo hace énfasis en estrate-gias formales y compositivas) y en vez pone al frente el sentir colectivo; cuali-dad intrínseca para una ciudad de alto vigor social y cultural.

Ya una gran cantidad de especia-listas y expertos lo han planteado, cada vez más la producción social —dejan-do a un lado el espectro económico como motor único de medición para la ciudad y la sociedad que alberga— co-bra más relevancia como indicador de una metrópolis productiva y exitosa. Hay que recalcar, para que cualquier democracia florezca tiene que trabajar y fomentar lo cultural, lo social y lo político del mismo modo que lo eco-nómico. Para la democracia es crucial el sentir colectivo. Actualmente, son relaciones y matrices que, a carencia de un poder único que los compilen y dictaminen, florecen en vez desde el margen. Estos encuentros, por ende, se tornan políticos al entenderse como contrapropuestas a un Estado ausente y a un esquema económico que apoye y promueva esa vida en colectividad. Es

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ciudadanos— y establecer capacidades organizativas entre las instituciones público-privadas, entidades sin fines de lucro y sus constituyentes. El “urbanis-mo táctico” se piensa como un labora-torio de experimentación, no como un grupo con soluciones predeterminadas a condiciones de la ciudad. Esto ayuda a abordar el tema de las estrategias del margen precisamente porque son va-riadas, espontáneas y específicas a los elementos particulares del sector y la comunidad que alberga.

DO IT YOURSELF - Revoluciones de lo cotidiano.

Si bien el urbanismo moderno im-pregnó sus estrategias urbanas por mu-chas, si no todas las ciudades del mundo, los males citadinos se convirtieron en preocupaciones globales. Por tanto, los actos de reclamo de la calle, que comien-zan en un lugar, se adoptan y multipli-can por otras, convirtiéndose en nuevos paradigmas de soluciones urbanas.

La acción ciudadana, autogestio-nada, ha variado en sus objetivos, de-pendiendo de la preocupación y la pro-testa que se aborda. La bicicleta como transporte, calles libre de coches, espa-cios de protesta, siembras guerrilleras, ocupación de espacios abandonados, comer como acto social, performances callejeros, son algunas demostraciones realizadas a partir del siglo XX. A con-tinuación mencionaremos algunos de los movimientos precursores de lo que hemos ya denominado como “urbanis-mo táctico”.

Guerilla Gardening (1973)

La ciudad de Nueva York de la década de los setenta presentaba una decadencia urbana en muchos aspec-tos. El abandono y el deterioro de los espacios públicos, la carencia de vida

ticas urbanas. Por lo general, estos son espacios en el olvido o en el abandono que se encuentran al margen de los es-pacios ya cualificados por un uso cons-tante y fijo. En estos destinos surge una oportunidad, a su vez, de replan-tear las prácticas de uso del espacio que suelen ocurrir en los lugares ya en cier-ta medida consolidados y atendidos, para que no tan solo surja el rescate del lugar marginado, sino la reconfigura-ción y el replanteamiento de las prác-ticas del espacio público en general. Esta idea nos lleva inevitablemente a la segunda interpretación del margen; el “contestatario-imaginado”. Este se asocia directamente a la práctica de la vida pública. Surge de un nuevo espa-cio del deseo —potencializado por el margen—, pero que a su vez permite una reimaginación del modo en que nos entendemos como cuerpos/sujetos que participan de una gran multitud en el espacio. Este colectivo es diverso y ese hecho posibilita reconceptulizar los métodos en que interactuamos y participamos de una vida pública que no es predeterminada, pero sí parcial-mente preexistente; al estar informada por prácticas y usos del espacio que ya solían ocurrir en el sitio.

El movimiento conocido como Tactical Urbanism1 nos puede ayu-dar también a entender algunas de las estrategias antes mencionadas. Este grupo estableció una serie de guías y categorías que de algún modo inten-tan organizar y clarificar este modo de intervenir en las ciudades. Estos abo-gan por la implementación de estrate-gias a pequeña escala que no requie-ran grandes inversiones de capital ni demasiados años para implementarse. En vez, los proyectos deben de gene-rar un acercamiento en fases dirigi-do a provocar cambios por medio de soluciones locales para los retos de la planificación local, un compromiso a corto plazo con expectativas realistas, minimizar los riesgos —pero siempre con el potencial de generar grandes recompensas y capital social entre los

1 Mike Lydon, Dan Bartman, Ronald Woudstra, Aurash Khawarzad, Tactical Urbanism, Short Term Action, Long Term Change. http://patterncities.com/archives/175

un motor de producción social basado firmemente sobre los intercambios de todo tipo; comunitarios, sociales, polí-ticos, entre muchos otros.

Estos movimientos nada nuevo son. Los situacionistas franceses, entre otros, en la década del sesenta plantea-ron un modelo relativamente similar que se basaba en un modelo reaccio-nario a las prácticas centralizadas y de implementación racional de la ciudad moderna. En este caso, se proponía un paradigma basado en el usuario. Era en el movimiento, o en el drift como lo denominaban, que surgía el pro-ceso de descubrimiento de la ciudad. Usándola se realizaba el urbanismo. La “situación” era todo aquello que no ha-bía sido coartado por el “espectáculo”. De más está decir que, en la mayoría de los casos, los espacios que se plan-teaban aptos para la “situación” era donde se realizaba las actividades del margen —prácticas separadas del con-sumerismo descontrolado o de la tra-ma urbana que se tornaba predecible por ser dictada por cánones altamen-te racionalizados—. Los situacionistas reformaron el ámbito del urbanismo debido a una simple premisa: los ciu-dadanos podrían decidir los espacios y la ciudad en que querían vivir. Con el juego y la experimentación como una herramienta, crearon estructuras flexi-bles, con una vida útil temporal, y con ella, un punto de vista crítico sobre el medio ambiente urbano.

Estos, entre muchos otros de los arquitectos de las décadas de los se-senta y setenta, son relevantes para un entendimiento y una apreciación histórica de las prácticas relacionadas con el margen. Al igual que estas, las prácticas contemporáneas por medio del uso y la programación estratégica logran rescatar pedazos de ciudad, y en el proceso, el sentir colectivo que he-mos ya explicado.

Para entender mejor aún el con-cepto del margen, es importante to-mar en consideración dos aspectos o interpretaciones del término. Por un lado, al que denominaremos el “físico-literal”, que es el destino en sí donde suelen ocurrir la mayoría de estas prác-

El “urbanismo táctico” se piensa como un laboratorio de experimentación, no como un grupo con soluciones predeterminadas a condiciones de la ciudad.

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Ahora bien, el proyecto del Par-king Day expresa una coyuntura en que se expresan dos tipos de resisten-cia. Por un lado, la de más espacios verdes para la ciudad, y por otro, la apropiación del espacio del automóvil como espacio para el peatón.

Provos (1964)

Hoy por hoy, muchas personas asocian la ciudad de Ámsterdam como una de las ciudades más bici amigables del planeta. Sin embargo, en los años sesenta este no era el caso. Las calles de la ciudad holandesa también su-frían de problemas de congestión y de accidentes causados por el tránsito de autos, entre otros males urbanos. Lo que nos sorprende es estudiar cómo el cambio de conciencia fue implan-tado, en gran medida, por un grupo de activistas anárquicos llamado Pro-vos. Entre muchos de sus protestas y actos de resistencia, se manifestaban en contra de la proliferación del au-tomóvil, la contaminación ambiental y la opresión del poder del Estado al imponer condiciones injustas de vida. Combatían la violencia por parte de la policía mediante actos subversivos de manifestaciones artísticas, performan-ces y happenings en el espacio público. Una de sus movidas más influyentes fue la del White Plan. Por lo general, estos planes trataban de abordar los problemas sociales para convertir a la ciudad en un lugar más habitable para sus ciudadanos: pintando sus objetivos de blanco, se apuntaban condiciones desde la falta de vivienda asequible hasta los problemas de contaminación ambiental causados por las chimeneas industriales. Una parte del plan co-nocido como White Bicycle Plan3 fue destinado a mejorar los problemas de transporte de Ámsterdam, designando la bicicleta como el vehículo oficial de la ciudad.

El White Bicycle Plan propuso el cierre del centro de Ámsterdam a todo el tráfico motorizado, incluyendo mo-tocicletas, con la intención de mejorar la frecuencia del transporte público en

3 Richard Kempton. PROVO, Amsterdam Anarchist Revolt. Brooklyn: Autonomedia. p 47-58.

natural/verde era un problema que afectaba la calidad de vida de sus ha-bitantes. Ante esta problemática, una artista joven, Liz Christy y un grupo de amigos reaccionaron tomando en sus manos el poder para cambiar un lote vacío de 15,000 pies cuadrados en un jardín comunitario. Localizado en la esquina noreste de las calles Bowery y Houston del barrio del Village nacie-ron los Guerilla Gardeners2. De ahí en adelante, continuaron en esta lucha autónoma. La idea básica consiste en devolver a la ciudad espacios verdes en su entorno público. En este caso no tan solo parques o jardines, sino sembrar en cualquier espacio disponible. Esto incluye macetas que se han quedado sin plantas, huecos en el pavimento, huertos en zonas de escombros, entre otros. A partir de ellos, las semillas del movimiento Guerrilla Gardening cre-cieron alrededor del mundo.

Algunos ejemplos de proyectos de este tipo de apropiación en Puerto Rico son el Huerto y Bosque Urbano de Capetillo y el Bucaré Urban Garden. En ambos casos, los proyectos fueron erigidos sobre espacios abandonados o en deterioro. Al día de hoy, luego de mucho esfuerzo, proveen alimentos y naturaleza verde a las comunidades que los fundaron.

Parking Day (2005)

El movimiento internacional del Parking Day, fundado en 2005 en San Francisco por la firma de diseño y activismo REBAR, comparte unas concepciones similares al Guerrilla Gardening. Ambos reaccionan ante la carencia de espacio verde común en la ciudad. Sin embargo, el Parking Day consiste de una apropiación efímera. Algunos espacios de estacionamiento de la ciudad son ocupados para crear parques espontáneos durante unas ho-ras. Este evento se celebra en mas de cien ciudades alrededor del mundo por un día en el mes de septiembre. En Puerto Rico, el primer Parking Day fue celebrado en el 2009 en el casco de Río Piedras.

2 Richard Reynolds, On Guerrilla Gardening: A Hand-book for Gardening Without Boundaries, Bloomsbury.

más del 40%. Los taxis fueron acep-tados como transporte semipúblico, pero tenían que funcionar con energía eléctrica, corriendo a una velocidad máxima de 25 mph. Los Provos entre-garon un plan para que el municipio comprara 20,000 bicicletas al año que iban a ser de propiedad pública para el uso de cualquier persona. Los planes fueron rechazados por las autoridades de la ciudad. Sin embargo, los Provos decidieron seguir adelante de todos modos. Pintaron 50 bicicletas blancas y las dejaron en las calles para el uso público. La policía confiscó las bici-cletas alegando que tenían que estar atadas con cerraduras por ley. Aunque el grupo se disolvió en pocos años, sus aportaciones a la consciencia colectiva de los holandeses marcaron muchos de los cambios que caracterizan la calidad de vida en la ciudad de Ámsterdam ac-tualmente.

Ciclovía (1974)

Bajo el lema de “Bogotá para el ciudadano” este evento en la capital de Colombia se convirtió también en una referencia para el resto del mundo. El 15 de diciembre de 1974 se realizó el primer ensayo de lo que conocemos hoy como “Ciclovía”. Fue la primera vez que los bogotanos se lanzaron a las calles para apropiarse de un espacio ex-clusivo para los vehículos motorizados. El acto ha pasado por varias etapas de transformación, no obstante, continúa fuerte. Cada domingo y día festivo la ciudad es libre de automóviles de 7:00 a.m. a 2:00 p.m. Este evento también se ha llevado a cabo internacional-mente. En Puerto Rico se celebró por primera vez en Ponce, bajo el nombre de “Ciclo día”, el 20 de noviembre de 2010.

Algunos años después, surgiría otro grupo de protesta, que al igual que la Ciclovía, promovía una ciudad con menos autos y más bicicletas. El Critical Mass o Masa Crítica surge en San Francisco el 25 de septiembre de 1992 bajo su primer nombre Com-mune Clot. Este acto convocó a todo el interesado a correr bicicleta por las carreteras principales de la ciudad. La

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Los participantes se caracterizan por los actos de resistencia frente a lo que designan como la dominación de las fuerzas opresoras de la globalización corporativa. Además, el movimiento okupa suele defender el aprovecha-miento de solares, inmuebles y espa-cios abandonados para su uso público como centros sociales o culturales. En algunos países se penalizan estos actos si se trata de una intrusión sin previa autorización de un espacio privado. Sin embargo, existen países en que existe legislación que tolera condicio-nalmente la okupación, o en que exis-ten concesiones temporales por parte de los propietarios a cambio del man-tenimiento o alquiler del inmueble. Ejemplos de este tipo de negociaciones y de comunidades okupas establecidas son: Christania en Copenhague, Di-namarca y la Kasa de la Muntanya en Barcelona, España.

Para cerrar, regresemos a un tema importante que no podemos olvidar; el de la moda. Ese concepto tan es-curridizo y difícil de definir es por lo general estigmatizado (al igual que lo marginal) y posicionado como de poca relevancia para los problemas “reales” que agobian a una sociedad. Muchos dirán que ahora andar en bicicleta fixed es pura moda hipster, algunos alegarán que conseguir productos orgánicos en un mercado es solo para alguien que está aparentando y quiere ser hippie y otros plantearan que el que vaya a sem-brar en un huerto pronto se cansará de ser organic y regresará al supermerca-do. No lo neguemos, a lo mejor hay un poco de razón en esto, sin embar-go, no podemos olvidar que la moda es un medidor de las fluctuaciones, los intereses y las preocupaciones (en su mayoría inconscientes) de las cultu-ras que las promueven. Plantear estos movimientos como pura moda no es un insulto, es una virtud. Recordemos que la moda de donde primero surge es desde el margen, y estas iniciativas tal vez son reflejo de lo que más añora-mos en nuestro diario vivir; congrega-ción, interacción y vida pública. ¡Qué bueno que están de moda!

En 1996, el artista austriaco Friedman Derschmidt y un grupo de amistades se sentaron a las afueras de un restau-rante en la ciudad de Viena a tomar su desayuno como experimento. De ahí en adelante se convirtió en un ritual donde una persona invitaba a desayu-nar en algún espacio público; las per-sonas invitadas (generalmente cuatro) se comprometían a organizar otro de-sayuno público después con distintas personas. Siguiendo el principio de bola de nieve, habría 1,6 millones de personas desayunando públicamente, a más tardar, el décimo día. El “desayu-no público” se convirtió en una especie de culto, y cada vez más la gente se po-día ver tomando asiento en algún lugar inusual de la ciudad para este acto.

Gran parte del evento del “desayu-no público” es simplemente habitar el lugar. De esta manera hay un reconoci-miento del entorno donde se fomenta la interacción social, además de com-partir bienes comestibles mediante el intercambio.

Permanent Breakfast se ha conver-tido en un nuevo ritual para muchas ciudades. Algunas variaciones del mo-vimiento son Desayuno Calle en Puer-to Rico, Desayuno con Viandantes en Valencia y Desayunos en la Luna en Madrid. El evento se ha convertido en una herramienta para crear comu-nidad y activar el espacio público olvi-dado en las ciudades.

Okupas (1960)

Las recientes manifestaciones del movimiento internacional Ocuppy nos hacen recordar momentos históri-cos de resistencia ciudadana en la calle. En la década de los noventa surgie-ron manifestaciones muy similares en Inglaterra, como lo fue por ejemplo la RTS (Reclaim the Streets, 1995) o The Global Carnival Against Capital, 1999. Muchos de estos actos compar-ten principios de los movimientos co-nocidos como Squatting y Okupa en Europa. El concepto okupa expresa un ideal compartido de la propiedad co-munitaria sobre los espacios públicos.5

5 http://www.hartza.com/okupas3.htm

primera reunión atrajo a 58 personas. En la actualidad, más de 300 ciudades han desarrollado sus propias “masas críticas”. Algunos siguen las reglas es-tablecidas por los que iniciaron el mo-vimiento, mientras que otros grupos lo adaptan a sus propias necesidades. En Puerto Rico se inició una masa en el 2006 que al día de hoy continúa en la ciudad de Ponce, entre otros muni-cipios, y recientemente en San Juan. Otros grupos como Bicijangueo, Bici-jornada y PRFixed también han creado actividades a favor de la bicicleta en la ciudad.

Una de las ideas imperantes de la Masa es que su organización parte de un esquema horizontal. Masa Crítica es a veces llamado una “coincidencia organizada”4, sin dirección o pertenen-cia. Las rutas de algunas de las atrac-ciones se decidieron de forma espontá-nea por el que se encuentra en la parte delantera de la carrera, mientras que otras se deciden antes de la corrida por el voto.

Food (1971)

A principios de la década de los setenta, en la ciudad de Nueva York, el joven artista Gordon Matta-Clark ingenió con sus amigos un restauran-te público, barato y variado en la es-quina de la calle Prince con Wooster. Este proyecto surgió en protesta de los costos elevados de la comida y la falta de lugares de interacción social en esta ciudad. El restaurante espontáneo fue pionero en mezclar comidas de carácter internacional en un mismo espacio. Los artistas invitados preparaban comidas como el sashimi japonés, en una épo-ca donde pocos restaurantes de la gran manzana contaban con esa oferta. Más que un restaurante o negocio, Food era un evento cultural que a su vez practi-caba una economía alterna y accesible.

Permanent Breakfast (1996)

Otro proyecto que parte de la co-mida como generador de cambio social es el movimiento Permanent Breakfast.

4 Philip Ball, Critical Mass. How One Thing Leeds to Another. New York: Farrar, Straus and Giroux. 2004.

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Redacción de ENTORNO

Fichero de la ciudad emergente

A partir de la recesión económi-ca y ante un panorama global en que lo permanente cede paso a lo tempo-rero, el arquitecto se ha visto —en el mejor de los casos— compelido a reinventar su práctica. El entorno de la ciudad ya no necesita grandes pla-nes ni estrategias definitivas y fijas. En vez, las intervenciones efímeras para rescatar la ciudad, de pequeña escala y de alto contenido social, han probado ser más fructíferas que sus contrapartes más estables y pasivas.

Dos tipos de crisis vienen a la mente cuando discutimos estrate-gias de reapropiación y reocupación urbana: la crisis económica y la so-cial. En cuanto a la económica, vale preguntarse ¿cuántas estrategias no surgen precisamente para atender las necesidades que el ciclo económico actual ignora o descarta? Y respecto a la social, ¿serán estrategias adecua-das para atacar la crisis del espacio y del déficit de lo público que agobia nuestra sociedad?

En la Isla, estas ocupaciones de la ciudad provienen de varios indi-viduos y grupos con trasfondos muy diversos: arquitectos, artistas, ciclis-tas, agricultores y comerciantes, en-tre muchos otros. La mayoría utiliza patrones socioculturales existentes como norte para su intervención; otros suplen una necesidad inmedia-ta —tal vez hasta temporera— que pudiera tener un sector o una comu-nidad en particular. Mientras, unos y otros activan de diversos modos lugares en deterioro y olvidados, y descubren potenciales y virtudes de la ciudad en sus actos.

Con esto en mente, lo impor-tante es entender que en casi todas estas acciones imperan la flexibilidad y la transformación, y que se afecta positivamente el entorno urbano de un modo que envidiaría el esquema tradicional de “hacer ciudad”. Aquí yace la virtud de estas estrategias.

Hay que recalcar que este fichero no pretende reseñar ni incluir todos los esfuerzos que ocurren dentro de lo que se considera la “ciudad emer-gente”. Por lo contrario, se confía en que sirva para pensar en muchos otros modelos y ejemplos que actual-mente forman parte de estas enigmá-ticas estrategias urbanas.

Fotos provistas por entidades reseñadas y por Redacción de ENTORNO

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REPENSANDO LA CIUDAD EN BICICLETA

BICI-JANGUEO

Un colectivo compuesto por usuarios de la bicicleta que se reúnen a generar corridas nocturnas por la ciudad con paradas de jangueo entre medio.www.bicijangueo.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

PR FIxED

Agrupación de la cultura fixed o piñón fijo de Puerto Rico. el movimiento es una subcultura que mezcla el riesgo de los deportes extremos con la vida urbana y el ciclismo tradicional.

www.prfixed.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

ECOmENSAJERíA

Colectivo/compañía de mensajeros en bicicleta en Puerto Rico. Promueve la protección del ambiente y una cultura de movilidad alterna en la ciudad.

www.ecomensajeria.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

LIGA DE BIkE POLO DE PUERTO RICO

Agrupación de deportistas que se reúnen para jugar el tradicional juego de polo en bicicleta.

Parque Barbosa (Último trolley)

Domingo: 3:00 pm / Miércoles 5:00 pm

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

CAlenDARio:

BICI JORNADA

Colectivo de ciclistas que organizan eventos culturales, competitivos y recreativos.

Avenida Muñoz Rivera en Puerta de tierra desde el escambrón hasta la plaza Colón

Primer domingo del mes de 10:00 am a 5:00 pm

bicijornada.blogspot.com

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

CAlenDARio:

ContACto:

LA mASA CRíTICA

Movimiento internacional que agrupa grandes cantidades de ciclistas con el fin de generar más empoderamiento de la calle y conciencia social.

Ponce / san Juan

Último viernes de cada mes a las 7:00pm en la estación de sagrado Corazón en santurce y a las 6:00pm en el parque Pedro Albizu Campos en Ponce.

lamasapuertorico.blogspot.com

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

CAlenDARio:

ContACto:

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PR BICyCLE COALITION

entidad sin fines de lucro que se dedica a la defensa y promulgación de los derechos de los ciclistas en Puerto Rico.

www.puertoricobicyclecoalition.blogspot.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

ESFUERZOS POR DINAmIZAR SECTORES EN LA URBE

CINE DEL ESTUARIO

evento nocturno al aire libre en el que se proyectan películas al público en general.

Parque Jaime Benítez de la laguna del Condado

segundo y último sábado del mes a las 7:00 pm

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

CAlenDARio:

JUEvES DE RíO PIEDRAS

evento en el casco de Río Piedras que agrupa diferentes comercios, teatros y galerías con un fin cultural y gastronómico.

casco de Río Piedras

Primer jueves de mes

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

CAlenDARio:

DiReCCión:

ContACto:

SANTURCE ES LEy

Agrupación de galerías y espacios de representación (C787studios, la 15, Galería Yemayá, Galería Petrus, Rica) que activan este sector en santurce con actividades y exhibiciones.

Calle Hoare, calle Cerra y calle ernesto Cerra en santurce

www.santurceesley.com

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DesCRiPCión:

ARTESANTURCE: DE BARRIO OBRERO A LA 15

entidad que organiza y difunde diversos quehaceres artísticos y culturales de este sector, teniendo en consideración la promoción de economías creativas.

De Barrio obrero a la Parada 15 en santurce

www.artesanturce.net

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

ContACto:

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DESAyUNO CALLE

evento efímero que agrupa un grupo de personas conocidas o desconocidas para desayunar en algún espacio público inhabitado o inusual de la ciudad para estimular la interacción social.

Último domingo de mes a las 10:00 am

www.desayunocalle.blogspot.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

CAlenDARio:

PARkING DAy

evento internacional que coarta legalmente espacios de estacionamiento con parquímetros para intervenirlos creativamente y rescatarlos como espacio público.

el tercer viernes de septiembre

www.parkingday.org

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DesCRiPCión:

CAlenDARio:

ContACto:

EvENTOS PARA REACTIvAR EL ESPACIO PÚBLICO

FERIA DEL TRUEkE

Movimiento que promulga y fomenta un modelo socioeconómico basado en el intercambio de bienes o servicios.

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DesCRiPCión:

C787STUDIOS

C787studios es un estudio en un área olvidada de santurce que se dedica al diseño experimental y a fomentar y promover artistas locales en Puerto Rico a través de diversas exhibiciones y eventos.

calle Cerra #734, san Juan, PR 00907

www.c787studios.com

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

ContACto:

LA RESPUESTA

en este espacio se rescata una esquina importante del sector de santurce a través de eventos, conciertos y exhibiciones que activan el encuentro dentro y fuera del local.

1600 Ave. Fernández Juncos, esq. calle Del Parque, santurce, Puerto Rico

www.larespuestapr.com

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

ContACto:

RESCATANDO ESTRUCTURAS URBANAS PARA LA REPRESENTACIÓN y EL ARTE

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DiReCCión:

TEATRO CORIBANTES

espacio teatral que cuenta con una sala de exposiciones, un teatro de arena para 236 personas y otro transformable en salones de ensayo y clases. Queda albergado en una antigua estructura abandonada remodelada en Hato Rey.

Ave. Ponce de león, esq. calle nemesio Canales (dentro del estacionamiento del instituto de Banca) Hato Rey

www.teatrocoribantes.com

>

DesCRiPCión:

ContACto:

SALA TEATRO BECkETT

iniciativa para proporcionar un nuevo espacio de representación que, a su vez, constituye una contribución cualitativa a la rehabilitación del centro urbano de Río Piedras y al desarrollo cultural, social y económico de la ciudad.

1008 Ave. Ponce de león (2do Piso), Río Piedras

www.salateatrobeckett-paca.blogspot.com

>

DesCRiPCión:

DiReCCión:

ContACto:

TRAILER PARk PROyECTS

espacio de exhibición alternativo y galería rodante que se mueve a través de la ciudad en búsqueda de generar eventos y de identificar posibles clientes de arte a un precio módico.

www.trailerparkproyects.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

BETA-LOCAL

Una organización sin fines de lucro ubicada en el Viejo san Juan dedicada a promover el pensamiento, la acción y la producción crítica. es una organización independiente y flexible que auspicia una variedad de programas experimentales.

208 calle luna, san Juan, Puerto Rico 00901

www.betalocal.org

>

DesCRiPCión:

DiReCCión:

ContACto:

EL LOCAL EN SANTURCE

Un espacio creativo donde se va a conversar, beber, bailar, ver películas o comprar cosas hechas por artistas locales, entre otras actividades.

1425 Ave. Fernández Juncos, san Juan, Puerto Rico 00907

ellocalensanturce.blogspot.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

ÁREA

espacio que ofrece instalaciones totalmente libres de costo. Ubicado dentro de un antiguo edificio industrial en Caguas, el espacio se utiliza como un lugar de reunión, intercambio de argumentos, pensamiento crítico y desarrollo de proyectos.

Villa Blanca industrial Park del Angora Center (salida #18, detrás de las Catalinas Mall) en Caguas, Puerto Rico

www.proyectosarea.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

DiReCCión:

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LA ChIwINhA

la Chiwinha facilita un espacio de encuentro para sus clientes, además de proveer productos y servicios que apoyan la sostenibilidad económica, cultural y transpersonal.

1054 calle González, urbanización santa Rita, Río Piedras

www.lachiwinha.com

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

ContACto:

ExECUTIvE mANOLO

Centrado alrededor de su concepto de “mini-mall”, este local provee un espacio temporero y flexible a artistas y pequeños empresarios para que vendan sus productos y ofrezcan sus servicios.

1416 Ave. Ponce de león, santurce, Puerto Rico 00909

www.executivemanolo.com

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

ContACto:

DiReCCión:

mETRO: PLATAFORmAORGANIZADA

Consiste de un espacio que agrupa artistas con el mismo fin de crear una base colectiva que ayudará a la promoción, difusión y facilitación de proyectos de arte.

Calle o’neill # 174 san Juan, Puerto Rico

www.metroplataformaorganizada.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

mERCADO ORGÁNICO DE LA PLACITA ROOSEvELT

la Cooperativa orgánica Madre tierra organiza un mercado orgánico en la placita Roosevelt de Hato Rey, donde se ofrece una gran variedad de productos agrícolas y otros no comestibles elaborados también con ingredientes orgánicos.

Placita Roosevelt, entre las avenidas Roosevelt y Domenech

Primer y tercer domingo del mes

www.coopmadretierra.com

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

CAlenDARio:

ContACto:

mODELO DE PRODUCCIÓN y ACTIvACIÓN COmUNITARIA

ABRACADABRA LOCAL COUNTER CAFé

local que provee comida nutritiva, creativa y divertida y un espacio para la música y la representación cultural y teatral.

1661 Ave. Ponce de león, 00909

[email protected]

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

ContACto:

COmERCIO y “ALGO mÁS”

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mERCADO AGRíCOLA NATURAL

Mercado de productos orgánicos ubicado dentro del patio de la antigua Plaza del Mercado del Viejo san Juan, hoy día el Museo de Arte e Historia de san Juan.

Patio del Museo de Arte e Historia de san Juan, calle norzagaray, Viejo san Juan

sábados de 8:00 am - 1:00 pm

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

CAlenDARio:

mERCADO URBANO

Mercado temporero que se emplaza bajo carpas en la plaza Ventana al Mar en Condado.

Plaza Ventana al Mar, avenida Ashford, Condado

Primer domingo del mes de 9:00 am - 5:00 pm

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

CAlenDARio:

DiReCCión:

hUERTO y BOSqUE URBANO DE CAPETILLO

este huerto busca, mediante el apoderamiento operacional y técnico de líderes comunitarios, fortalecer la estructura económica y comunitaria de los residentes de Capetillo Abajo.

Capetillo Abajo, calle 12, esquina calle Parque, Río Piedras

www.huertocapetillo.wordpress.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

mERCADO ECOLÓGICO DE PONCE

Mercado orgánico ubicado en un parque pasivo lleno de árboles, donde también se ofrecen charlas y talleres educativos, relacionados con la salud o el medio ambiente.

terrenos de la secretaría de Deportes,avenida las Américas, esquina carretera 2R

segundo y cuarto domingo de cada mes www.mercadoecologicodeponce.blogspot.com

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DesCRiPCión:

CAlenDARio:

ContACto:

DiReCCión:

BUCARé URBAN GARDEN (BUG)

este huerto surge después que el dueño de una propiedad baldía le permitió al grupo utilizar el terreno para un jardín orgánico de vegetales.

2400 calle laurel, esq. Bucaré, san Juan, Puerto Rico

[email protected]

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DesCRiPCión:

DiReCCión:

ContACto:

PAPEL mAChETE

Motivados por la necesidad de acompañar y ser un componente de acción en las luchas sociales, este colectivo de teatro callejero –compuesto por trabajadores, artistas, músicos y estudiantes,– se ha dado a la tarea de crear una variedad de personajes empleando diversos estilos de títeres, máscaras, objetos y música para denunciar la injusticia social y brindar apoyo a las luchas de la clase trabajadora, estudiantil y comunitaria.

www.papelmachete.org

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DesCRiPCión:

ContACto:

“PERFORmANCE” CALLEJERO

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mASkhUNT

Grupo, dirigido por Deborah Hunt, que produce obras teatrales de máscaras y títeres experimentales. ofrece talleres y crea eventos site specific internacionalmente.

[email protected]

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DesCRiPCión:

ContACto:

AGUA, SOL y SERENO

Colectivo de producción, gestión y organización dedicado a la enseñanza de las artes, y a proveer un espacio cultural y centro de investigación.

www.aguasolysereno.org

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DesCRiPCión:

ContACto:

y NO hABíA LUZ

Cuenta con un extenso repertorio teatral de piezas originales, creado a través de sus 6 años de trayectoria, con el cual ha tenido la oportunidad de presentarse tanto nacional como internacionalmente. se caracteriza por su enfoque interdisciplinario del arte, fusionando el teatro, la danza, la música, las máscaras, los títeres, los objetos, las miniaturas, y las artes plásticas y visuales.

www.ynohabialuz.com

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DesCRiPCión:

ContACto:

CIRCO NACIONAL

Un circo moderno con una identidad puertorriqueña que se posiciona como un circo de calidad internacional. es un circo creativo y un laboratorio de exploración y desarrollo de todas las facetas de las artes circenses.

[email protected]

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DesCRiPCión:

ContACto:

SOPLO

Grupo de artistas que realiza presentaciones espontáneas, en espacios públicos inusuales.

www.soplo.org

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DesCRiPCión:

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título del artículo

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Ricardo MirandaCIU

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Es de todos conocido que el de-sarrollo moderno de nuestras ciudades ha entronizado al auto como vector principal de ordenación, segregando y dispersando nuestras actividades sobre los terrenos agrícolas y comprometien-do nuestra sostenibilidad. Además, ha destruido el paisaje natural, obligán-donos a desplazarnos por una infraes-tructura cada vez más cara y difícil de mantener.

Defino el carro como una costosa y pesada burbuja que nos amplifica un malsano individualismo, a la vez que nos enajena de la realidad física del espacio público. Dentro del automó-vil vemos a la ciudad y sus transeúntes como desde la pantalla de un televisor. No hay compromiso ni empatía; la radio y el acondicionador de aire no nos permiten sentir la ciudad, salvo cuando los hoyos de la calle nos traen abruptamente de vuelta a la triste rea-lidad. Aunque queramos ignorarlo, internamente sabemos que algo anda mal y que no va a cambiar si no cam-biamos nosotros.

a más de la mitad de su población y a la población flotante más numerosa de la zona sur, en una topografía do-minantemente llana y con un clima mayormente seco.

El tránsito vehicular de Ponce es moderado, su sistema vial tiene bas-tante redundancia en calles secundarias que conectan de este a oeste, mientras que su ordenamiento territorial ha dedicado una red de servidumbres de norte a sur a lo largo de sus ríos. Abun-dan las calles arboladas y un hermoso centro histórico que reconforta del in-tenso sol sureño. La gente de estos lares es generalmente amable y solidaria.

Aún recuerdo mi primera caí-da, en pleno rush matutino en medio de una avenida. Los automóviles se detuvieron parcialmente y hasta un conductor se bajó a socorrerme. Afor-tunadamente no fue nada serio, pero fue un ejemplo claro de humanidad, civismo y tolerancia.

¿Será por eso que Ponce siempre ha estado a la vanguardia de los mo-vimientos transformadores y revolu-

Recorriendo la ciudad en bicicleta

De camino a mi trabajo me cruzo a diario con un promedio de ocho a doce ciclistas en un tramo de apenas dos millas. Es fácil distinguir que no son deportistas en entrenamiento, sino que llevan una agenda de trabajo, estu-dio, gestiones personales o que van de compras. Mientras se desplazan por las calles van creando comunidad, resalta un trato diferente en los patrones de convivencia. Comparten y se relacio-nan con el espacio público, crean vín-culos solidarios cuando intercambian saludos con los vecinos, vendedores, peatones y hasta con algunos auto-movilistas que encuentran en la ruta. Queda evidenciado que usar la bicicle-ta redefine la ciudad.

Hace veinte años me mudé a Ponce desde los suburbios de Bayamón (ciu-dad bien recordada por el chicharrón y su eterno tapón) y en ese tiempo he tenido la oportunidad de usar la bici-cleta y disfrutar de la ciudad. Ponce es y siempre ha sido un lugar ideal para el uso de este medio de transporte. Tiene una zona urbana compacta que agrupa

Fotos provistas por el autor y por Redacción de ENTORNO

Ponce Ciclodía

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cionarios? La revista Munsey publicó en julio de 1899 el primer grupo de ciclistas en Ponce1. El artículo señaló que en ese momento el intensivo uso de la bicicleta estaba fomentando la construcción de redes viales tanto en la Isla como en la metrópolis y que la demanda por la bicicleta iba en creci-miento.

Mis vecinos playeros me cuentan cómo hasta los años setenta era muy común ver las numerosas bandadas de ciclistas obreros de la Porto Rico Iron Works, el puerto y las fábricas atuneras desplazándose por la avenida Hostos en sus buques2 a las horas de entrada y salida. Para esa misma época la cons-trucción de la autopista a San Juan eliminó muchos importantes centros de producción en la zona sur y generó una ola migratoria hacia el norte.

Por otra parte, la política oficialis-ta de desarrollo horizontal basada en el

1 Munsey Magazine, pág. 489. Illustration from Mun-sey Magazine, July 1899 of Ponce’s first American Bi-cycle Club.2 En Ponce es aún común que les digan buques a las bicicletas.

invitaron a correr bici un viernes por la noche por las calles de la ciudad, al margen de lo oficial, sin escolta de policías o ambulancias. Aunque lo en-contré arriesgado, su entusiasmo por la bici venció mi miedo y sentimiento de vulnerabilidad. Esa noche me enteré que la Masa Crítica3 se celebra men-sualmente en más de trescientas ciuda-des del mundo. Este movimiento na-ció en la ciudad de San Francisco para los años noventa, como una protesta por las malas condiciones de las calles y del espacio público. Entendí que más que un ejercicio físico, es un ejercicio cívico y político, que propone que las calles también son nuestras. Así que, desde ese momento, me sumé a las fi-las de Energía Roja y Negra (E=R+N).

Este colectivo ponceño de ciclistas urbanos asume una estructura horizon-tal, democrática, pluralista e inclusiva no tradicional, que se acomoda a la es-tructura de liderato según la necesidad o estrategia del momento. Su principal mecanismo de convocatoria está en los medios electrónicos y las redes socia-les. Goza de una amplia red de apoyo y reciprocidad con grupos afines. Man-tiene una activa participación en los asuntos relacionados con la movilidad urbana, el rescate del espacio público y la promoción de una ecología urbana sana y amable.

E=R+N agrupa a ciclistas de los más diversos intereses: ecologistas, de-portistas, recreativos, coleccionistas, restauradores, creativos, artistas, co-merciantes del rubro, ciudadanos sin auto o que buscan una alternativa para su movilidad cotidiana; una pequeña muestra de nuestra fluida y cambiante “cofradía”, que cada último viernes de mes se reconfigura, pero siempre con los mismos objetivos.

Cada mes decidimos la ruta sobre la misma ruta o según las actividades que nos ofrecen las distintas comuni-dades. Patrocinamos a los comercios locales para saciar la sed y picar algo. Hemos adoptado como nuestros el parque Pedro Albizu Campos, punto de reunión, la falda del esclavo en el parque de la Abolición para iniciar a

3 Los portales critical-mass.info y criticalmass.wikia.com identifican cientos de ciudades y ofrecen datos para participar en estos eventos.

uso del automóvil ayudó a distanciar los usos entre sí y a reducir las posi-bilidades reales de caminar o usar la bicicleta en la rutina diaria. El aparato mediático, en general, nos sedujo con el carro como un símbolo de estatus social y medio de “liberación”. En rea-lidad nos fueron sistemáticamente en-cadenando a una actitud individualista que efectivamente distanció y segregó a las comunidades, estigmatizó el uso del transporte público o alternativo y llegó a ser económicamente insosteni-ble para nosotros y para nuestra socie-dad.

Este mal sabor o inconformidad con la movilidad y disfrute del espa-cio urbano ha provocado un crecido activismo por el tema. Vemos como se forman, trasforman, fusionan, alían, extinguen y resurgen movimientos comprometidos con el interés de re-cuperar el espacio colectivo. Ente ellos hoy quiero destacar a quienes de algu-na forma proponen repensar la ciudad en bicicleta.

Hace unos cinco años, un grupo de profesores de la Inter de Ponce me

Ciclistas en la avenida Baldorioty de Castro en santurce

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Los comerciantes han visto nuevos nichos para sus negocios en días y ho-rarios que no les eran productivos. Sus locales se transforman y se vuelcan a la calle haciéndola mucho más amigable. Esto plantea nuevos retos que requie-ren modificar los locales y su infraes-tructura de comunicación para poder cubrir la nueva demanda. Al ocupar la calle de día y de noche la liberamos de la actividad criminal, que simplemente busca otro sitio menos concurrido.

En los tres ciclodías de Ponce han sido mínimos las incidencias delictivas y los accidentes de tránsito. Por otra parte, la ausencia de motores queman-do carburantes de inmediato mejo-ra la calidad del aire. ¿Dígame usted si esto no es calidad de vida urbana? Modelos como Ámsterdam, Bogotá, o la transformación de Times Square en una explanada libre de autos, tomaron mucho tiempo y enfrentaron mucha resistencia. En cinco años esta inocen-te actividad ha sido nuestra estrategia para infíltranos desde la base en la conciencia de los peatones, automovi-listas, comerciantes y oficialidad para venderles la utopía.

Nos hemos reunido con infinidad de candidatos y oficiales públicos de la zona buscando el compromiso con nuestra filosofía, logrando hasta ahora que todos incluyeran parte de nuestra propuesta en sus plataformas. Y en el mejor de los casos, empezamos a ver concretizados algunos de nuestros proyectos. Fomentamos el uso de los transportes públicos, pero no estamos en contra del auto y menos de los au-tomovilistas o del peatón. Proponemos una sana interacción entre todos para aumentar los niveles de respeto y tole-rancia. Estoy seguro de que esto es solo el principio, pero si lo duda, saque su bici y dese la oportunidad de saborear la ciudad.

ción Sustentable del US Green Building Council y del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas, y en varios co-loquios organizados por la Escuela de Leyes Eugenio María de Hostos, entre otros. En este último, se planteó como el inofensivo artefacto puede ser una herramienta de insurgencia pacífica y lograr transformaciones en el carácter social y en la calidad del entorno ur-bano.

Nuestra presencia reiterada en las calles y en los espacios públicos nos ha hecho visibles en la comunidad en ge-neral. Cada vez que surge un problema afín nos contactan o nos activamos por nuestra cuenta para opinar, asistir o re-comendar. E=R+N se presentó en las vistas públicas oficiales oponiéndose a la instalación del Gasoducto del Sur y propuso usar la servidumbre de paso como un conector regional. Intervi-no en el Plan de Área para la Playa de Ponce y la avenida Hostos y colaboró directamente en el diseño de ciclovías urbanas como parte del plan de trans-portación del municipio de Ponce, SI-TRAS4 y su campaña educativa.

E=R+N cuenta como uno de sus logros el que el municipio de Pon-ce instituyera la celebración cada tres meses del Ponce Ciclodía. En esta acti-vidad se cierra el tránsito motorizado en un sector de la ciudad para que se dé todo tipo de actividad de movilidad alternativa en las calles, parques y pla-zas. Este proyecto ha tenido tal éxito entre la gente, los comerciantes y las autoridades que se han extendido los horarios y se ha replicado en Caguas, San Juan y Manatí. A pesar de que sa-bemos que al apoyar estas actividades muchos políticos solo buscan la opor-tunidad de la foto, el pueblo está re-aprendiendo a disfrutar de la calle y a reclamar sus espacios.

4 El Municipio Autónomo de Ponce (MAP) se en-cuentra en la fase final del diseño de un sistema de transportación pública llamado, Sistema Integrado de Transportación del Sur (SITRAS). A través del SITRAS, el municipio espera dar servicio seguro y de calidad a más de 50,000 residentes que no cuentan con automóvil privado. Dentro de este plan de mo-vilidad urbana se desarrolla un programa de bicicletas para fomentar el uso de medios no motorizados de transportación. El programa de bicicletas contará con el desarrollo de rutas de ciclismo para el uso y disfrute de toda la comunidad ponceña. Cabe la posibilidad de que el MAP implante un sistema de alquiler de bicicletas. (Tomado de ponceciclodia.com)

los nuevos maseros, y al “Marullo” de Martorell en la Playa, la Casa de las Tías o el Paseo Tablado de la Guancha para escenario de nuestras actividades más formales.

Es toda una metáfora, cuando esta MASA SOCIAL discurre serena y relajada sobre el pavimento y llega a alguna encrucijada peligrosa. En este momento se activan los protocolos, se toman las precauciones y al grito de “¡Amásense!” nos lanzamos decididos a cruzar con la seguridad que nos da el grupo. Esta masa humana tiene el peso para negociar de buena fe la priori-dad de paso con los usuarios de la vía. Como dice nuestra amiga masera Vi-vien Mattei: “La Masa es una enseñan-za callejera de temas profundos sobre la organización de nuestra sociedad, sobre la solidaridad, sobre compartir responsabilidad del rumbo con cual-quiera que se atreva a proponer una buena ruta”.

Hemos organizado todo tipo de Masas y eventos según las efemérides del calendario. Para estimular a las al-mas creativas diseñamos la Masa-Ween (masa de octubre), certamen de disfra-ces para bicis que ha contado como jurado al Maestro, Antonio Martorell, y a la diseñadora industrial, Nelly To-ledo. En complicidad con la Masa de San Juan nos movimos a la capital para celebrar la tercera Masa Hostosiana dedicada al prócer, y en Navidad corri-mos la Masarranda tanto en San Juan como en Ponce. Con los amigos mase-ros de San Juan y La Rambla Bike de Ponce organizamos un bici-taller en la comunidad de Puerto Viejo-Palmita. Allí participamos de una clínica sobre el cuidado y el mantenimiento básico de la bicicleta y reparamos cerca de treinta bicicletas mientras que las mu-jeres de la comunidad nos obsequiaban con un delicioso almuerzo. Esa tarde de otoño, el antiguo malecón de la pla-ya parecía un típico Día de Reyes.

E=R+N participa en programas de radio como Barrio Adentro, Es Con Us-ted la Cuestión y Casa Pueblo de Adjun-tas, publica con frecuencia en los pe-riódicos locales y nacionales, y divulga en distintas redes sociales las virtudes de la bicicleta. Hemos participado en foros como el Seminario de Transporta-

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Mercedes Rivera Morales

Participando en rehacer Río Piedras

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Tomé la decisión de vivir en Río Piedras cuando visité las hermosas casas estilo Spanish Revival, con sus pisos de losa criolla, los techos altos, el balcón amplio y la terraza mirando al jardín. ¿Qué más se puede pedir? Es un lujo tener todo cerca y poder llegar a pie o en bici a la oficina, a los jardines de la IUPI, a la Plaza del Mercado, a los co-mercios y servicios y al Tren Urbano. Es un lujo residir en un centro cultu-ral, comercial y gastronómico, auto-gestionado por empresarios veteranos y emergentes. Aunque faltan algunos comercios —como un supermercado y una buena panadería—, vivo conven-cida de que esta ciudad universitaria tiene un grandísimo potencial.

Un día de semana normal en Río Piedras comienza en la Plaza del Mer-cado, donde el bullicio empieza a las dos de la madrugada con la llegada de

los camiones llenos de plátanos, cala-bazas, y todo tipo de frutas y vegetales. En la Ponce de León, cerca de la Sala Teatro Beckett, comienza a hacerse fila por el café y los quesitos, y empie-zan a llegar los estudiantes de yoga a Enlight. Desde la madrugada pasan enfermeras, policías, dependientes y comerciantes, maestros de escuelas y colegios, profesores universitarios, y estudiantes de todas las edades. En la esquina de la estación del tren, los es-tudiantes del Colegio San José esperan desde las siete su guagüita pisicorre que los lleva temprano al colegio. Los negocios de comida criolla comienzan a preparar las combinaciones del día y las tiendas de ropa sacan sus estantes portátiles a las aceras y al Paseo De Diego. Un poco más tarde, los em-pleados, estudiantes y profesores de la IUPI comienzan a entrar por los siete

Calle de Diego en Río Piedras

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portones… unos a pie, unos en bici, y otros muchos en carro.

En los últimos años, Río Piedras ha dado un giro cultural positivo. La librería La Tertulia abrió un café en medio de los libros y las revistas; la Li-brería Mágica expandió sus jueves de librería, con sus presentaciones y dis-cusiones de temas variados; el Teatro Yerba Bruja, en la calle Brumbaugh, invitó a presenciar un teatro experi-mental de vanguardia. Más tarde llegó el Jazz Club, que atrajo a un público que disfrutaba de la música y de los espectáculos que se presentaban más allá de las nueve de la noche. Llegó la Sala Teatro Beckett, producto de un junte de amigos que rescatamos —du-rante el verano del 2009— el antiguo Teatro Diplo en la avenida Ponce de León, y nos entregamos en cuerpo y alma a limpiar, restaurar y remodelar la estructura para convertirla en una íntima y acogedora sala de teatro, una terraza con tarima, y el restaurante el Bistró Godot, que complementa la oferta cultural con exquisitas comidas y bebidas.

Pero no todo es positivo. Río Piedras tiene muchas situaciones que enfrentar. La ciudad está muy deterio-rada, física y socialmente. La policía municipal y la estatal ayudan, pero no pueden garantizar la seguridad total. Río Piedras necesita más residentes y aunque el costo de adquirir o alqui-lar una propiedad parece razonable al compararlo con el del Viejo San Juan o Miramar, todavía es muy elevado para un gran segmento de la población. Fal-ta repoblar el área, y hace falta ayuda para aumentar la oferta de espacio co-mercial y de viviendas asequibles.

Muchos ciudadanos han unido es-fuerzos para colaborar en el renacer del vecindario. Uno de los esfuerzos más concretos y emblemáticos ha sido el Jueves de Río Piedras, que se celebra cada tercer jueves del mes. Este proyec-to, auspiciado por CAUCE y en el que colaboran numerosas organizaciones y comercios —como Sierra Club, Gua-tíbiri, Pizzeria Il Carreto, Río Cantina Urbana, Sofía’s Cafe, La Chiwinha,

Sala Teatro Beckett y Café, Librería La Tertulia, Librería Mágica e InJoy Stu-dio—, demuestra que es posible reto-mar la ciudad y los espacios públicos mediante la iniciativa y la creatividad comunitaria. Cada Jueves de Río Pie-dras se dedica a un tema especial, y se invita a la comunidad a salir a la calle, a visitar las librerías y los comercios que permanecen abiertos hasta la no-che, y a participar de los espectáculos artísticos y culturales. Recientemente se celebró un Jueves Bici Amigable de-dicado a promover calles y aceras que permitan el movimiento de las bicicle-tas por la ciudad, y a educar sobre las ventajas de usar la bicicleta. Muchos residentes y comerciantes colaboramos en comprar e instalar racks de bicicleta, en organizar foros sobre las ciudades bici-amigables y en organizar eventos en bicicleta, como un recorrido por Río Piedras, una carrera con estacio-nes de cotejo y un slow bike al filo de la noche. El ser parte de los Jueves de Río Piedras me ha convencido de que nos toca a nosotros, los ciudadanos, rescatar el vecindario apoderándonos de los espacios públicos de la ciudad, auspiciando eventos, encontrándonos en los cafés y restaurantes del área, y respaldando las propuestas artísticas de los trabajadores del arte.

El barrio de Río Piedras Pueblo tiene los elementos necesarios para su renacer: una población de residentes (8,720 personas, según el censo del 2010), escuelas y colegios de todos los niveles académicos, comercios y servi-cios variados, un sistema de transpor-tación público y privado, oficinas de gobierno, el primer centro docente del país y, lo más importante, una comuni-dad activa y organizada. Para que Río Piedras pueda renacer, es importante que sigamos aportando según nuestras capacidades, que permanezcamos en el barrio, que hagamos nuestras com-pras y gestionemos los servicios en el vecindario, y que colaboremos en los grupos de trabajo que laboran en hacer del área un mejor lugar para trabajar y convivir.

Plaza del Mercado en la calle de Diego

Calle de Río Piedras

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Julio Vallejo

Del empoderamiento social a la autogestión comunitaria agrícola

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Dice el dicho que “querer es po-der”. Pero muchas personas han dejado de “querer” y han delegado su poder a los partidos, a través de las urnas, y a las corporaciones extranjeras. Delegan el poder, pero al hacerlo muchos se sienten discapacitados.

Hoy en día, muchas organizacio-nes no-gubernamentales han comen-zado a asumir las responsabilidades por cosas que, por alguna razón, no atien-de el Estado. A través del empodera-miento de individuos, comunidades, instituciones, organizaciones sin fines de lucro, empresas y proyectos comu-nitarios, poco a poco se ha ido creando un cambio positivo en el mundo a tra-vés de los movimientos sociales.

Los movimientos sociales nacen de la necesidad de los pueblos de au-

togestionarse una vida de calidad. Hoy en día muchos le llaman rico al que vive en una casa de lujo con control de acceso, al que tiene carro con aire acondicionado o al que tiene reconoci-miento social. Sin embargo, no se debe olvidar que hay otras formas de ver la vida. Como dijo el gran trovador ca-güeño, Juan “Moralito” Morales: “…yo no conozco el truco del aire acon-dicionado, pues la natura me ha dado esta brisa fresca y pura, y yo vivo en esta altura mejor que un adinerado”.

El status quo de la situación ali-mentaria del país no es arbitrario, es una situación creada por las políticas alimentarias establecidas por funciona-rios que creen que la seguridad alimen-taria es meramente el abastecimiento de alimentos que se logra con acuerdos

Huerto, Vivero y Bosque Urbano Comunitario de Capetillo

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En la comunidad de Capetillo Abajo, al lado de la quebrada Juan Méndez, se transformó un vertedero (no tan) clandestino y un hospitalillo por el que pasaban las aguas negras de la comunidad y las escorrentías con-taminadas del centro urbano de Río Piedras. En tres años, la Asociación de Jóvenes Luchando por Kapetillo (JO-LUK), en colaboración con el Centro de Acción Urbana Comunitaria y Em-presarial (CAUCE) del Recinto de Río Piedras de la UPR, transformaron dos cuerdas en el Huerto, Vivero y Bosque Urbano Comunitario de Capetillo. Con un enfoque social, este proyecto brinda un espacio seguro a los jóvenes de la comunidad y un lugar donde tra-bajar para mejorar su calidad de vida.

En la Escuela Dr. Rafael López Sicardó, que colinda con el residencial López Sicardó y con la urbanización Dos Pinos de Río Piedras, se transfor-mó una cuerda de terreno, propiedad de la Autoridad de Edificios Públicos, en un laboratorio agroecológico don-de la corporación sin fines de lucro Grupo Ambientales Interdisciplina-rios Aliados (GAIA) ofrece educación ambiental a la comunidad escolar y a muchos residentes del área.

En la calle Bucaré, esquina calle Laurel de Punta las Marías, los veci-nos se organizaron para convertir una propiedad en desuso del vecindario en el huerto comunitario conocido como el Bucaré Urban Garden (BUG). Este espacio, más que un mero lugar para la producción ecológica de alimentos para la comunidad, se ha convertido en un espacio donde se cultiva la amis-tad, la cooperación, la ayuda mutua y, en general, un profundo sentido de comunidad.

Esta actividad agrícola urbana también se da en muchos de los cam-pos de Puerto Rico donde muchos agricultores sin tierra trabajan terrenos baldíos para producir alimentos.

De esta forma —en escuelas, en universidades, en urbanizaciones y co-munidades, en ciudades y campos, en espacios públicos y privados—, cada día se ocupan más espacios en desuso

para producir alimentos orgánicos y para lograr la soberanía alimentaria.

Paralelo a estos esfuerzos de pro-ducción, se han ido creando mercados agrícolas a través de toda la Isla. La Cooperativa Orgánica Madre Tierra es una cooperativa de consumo que ha sostenido por más de diez años un mercado en la placita de la urbaniza-ción Roosevelt de Hato Rey. Los pro-ductores del Mercado Agro-Ecológico de Rincón llevan alrededor de cuatro años ofreciendo productos ecológicos en la plaza pública. Desde hace más de un año, productores de toda la isla se reúnen todos los sábados en la antigua Plaza del Mercado del Viejo San Juan para vender sus productos. Similar a estos, muchos otros mercados han ido creciendo y estableciendo un sistema de distribución para la agricultura eco-lógica.

Estos pocos ejemplos —son mu-chos más— demuestran que es posible transformar una adversa situación so-cial y física en una solución parcial al déficit de producción alimentaria del país. Son muchos los que laboran hoy en rescatar el orgullo de la agricultura y en hacer viable el trabajo del agricultor del siglo XXI. Para lograr la soberanía alimentaria es necesario convertir los espacios en desuso de esta isla tropical, llena de recursos y personas hábiles, en lugares proactivos de creación y dis-tribución de una vigorosa agricultura ecológica. “Querer es poder”, y ya son muchos los que quieren.

comerciales para importar alimentos transgénicos producidos por corpora-ciones transnacionales.

Pero hay quienes creen que la se-guridad alimentaria es otra cosa —mu-cho más fundamental— que debe apoyarse en la soberanía alimentaria establecida como un derecho humano. Estas personas creen en un cultivo en armonía con el ambiente, que abarca mucho más que la certificación de ali-mentos orgánicos por el Departamen-to de Agricultura de Estados Unidos. La soberanía alimentaria para estas personas implica el acceso a la tierra, la preservación de la semilla y de las cos-tumbres autónomas, y la autonomía decisional sobre los medios de produc-ción, la distribución y el consumo de alimentos.

La Organización Boricua de Agri-cultura Eco-Orgánica es una red de agricultores y amigos de la agricultu-ra ecológica que existe desde hace casi dos décadas. Bajo el lema “Haciendo Agricultura en Armonía con el Am-biente” se agrupan personas dispuestas a apoyar la agricultura en armonía con el entorno, a trabajar la agricultura a pequeña escala sin la utilización de agroquímicos sintéticos, a organizar brigadas de trabajo para apoyar a los pequeños agricultores y a coordinar talleres e intercambios educativos para rescatar conocimientos agrícolas tradi-cionales.

en Puerto Rico se han realizado muchos esfuerzos de agricultura ecológica.

En la Escuela Vocacional de la Co-munidad del Barrio Botijas II de Oro-covis, por ejemplo, se realiza un pro-yecto de compostaje desde hace más de diez años que convierte materia orgánica —hojas, palos, cáscaras, fru-tas—, en abono ecológico para la agri-cultura. Los estudiantes de la escuela, paralelo a sus lecciones, colaboran con la producción ecológica de alimentos. La escuela utiliza parte de su propie-dad como un laboratorio práctico para el adiestramiento ecológico de sus es-tudiantes y como un lugar de apoyo a la agricultura orgánica del país.

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Bucaré Urban Garden (BUG)

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Andrea Bauzá

Ciudad evento:usos temporales del espacio público

¿Qué hace a Pamplona distinta de cualquier otra ciudad española? Claramente su patrimonio edificado es excepcionalmente rico y relevante para los que la habitan o visitan. Sin embargo, no es por esto que cada año miles de personas migran a sus calles durante el mes de julio. Sin duda, el evento de los San Fermines1 (acto con el cual no simpatizo por su crueldad animal) convierte a la capital de Nava-rra en un destino único en el mundo. Este ritual ocupa un lugar imprescin-dible en la memoria colectiva de los residentes y turistas que lo comparten cada año. Podemos decir lo mismo del Carnaval de Brasil o del Oktoberfest de Alemania, por nombrar algunos ejem-

*Peter Arlt, “Urban Planning and Interim Use”. Tem-porary Urban Spaces; Concepts for the Use of City Spaces, eds. Florian Haydn y Robert Temel. (Basel: Birkhäuser, 2006), 12-13.1 Pamplona celebra el evento de San Fermín con una corrida de toros en la que cientos de personas corren detrás o frente a ellos hasta guiarlos a la plaza de Toros, donde eventualmente mueren a manos de un torero.

plos. En cuanto a la identidad de una ciudad se refiere, ¿son tan importantes los usos temporales y los eventos como el entorno urbanizado que los alberga? Ambos componentes conforman la historia cultural de las ciudades y las naciones. Sin embargo, al momento de trazar las líneas para desarrollar la ciudad, muchas veces se dejan los usos temporales fuera del esquema de pla-nificación y se proyectan espacios ge-néricos que desatienden la noción de lo temporal. En Pamplona, así como en San Juan, los usos temporeros que definen los rituales colectivos son rele-vantes para quienes viven o visitan la ciudad.

La ciudades están llenas de even-tos. En muchos casos, este tipo de uso temporal se apropia de algún espacio, ya sea público o privado, y lo ocupa generando actividad colectiva, inde-pendientemente de si el espacio fue diseñado para este propósito. Algunos eventos son espontáneos o planifica-

En el debate actual sobre el uso del espacio público en la ciudad, los usos temporales son vistos como he-rramientas para activar, estos revelan las posibilidades del espacio. En este sentido, el uso temporal es lo opues-to al urbanismo del master plan: co-mienza desde el contexto y las condi-ciones presentes, no desde una meta distante; parte de lo que ya existe en lugar de reinventar lo que no. —Peter Arlt*

dos, pero sobre todo son tácticos. Lo táctico está relacionado con una pla-nificación a corto plazo. Al igual que la estrategia, ambos provienen de un contexto militar, sin embargo, lo es-tratégico envuelve una planificación a largo plazo. En el ámbito profesional de la arquitectura y del urbanismo, lo estratégico se asocia con el plan maes-tro.2 Ante esta dualidad, ¿cuál es la re-lación entre las estrategias y las tácticas en el espacio, o, visto de otra manera, entre el espacio oficial y el espacio ha-bitado? El primero se refiere al entorno en su estado construido como objeto; el espacio habitado, al espacio que se genera a partir de la actividad huma-na. En su ensayo, Andar en la ciudad, el teórico cultural Michel de Certeau describe la construcción de la ciudad desde dos perspectivas. Por un lado, describe la “vista de pájaro” del plani-ficador, guiada por las fuerzas políticas

2 Michel de Certeau, The Practice of Everyday Life. trad. Steven F. Rendal. (Los Angeles: University of California Press, 1988), 29-42.

lote abandonado en la calle loíza en el que se celebró un evento de Desayuno Calle

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Fotos provistas por la autora

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nes transitorias elevaron la producción cultural de la capital alemana vertigi-nosamente. Berlín es quizás la ciudad que mejor encarna un doble camino: por un lado, la promesa de una nueva ciudad construida a través de grandes proyectos de reestructuración urbana y, por otro, una juiciosa microtrans-formación informal que ha aprendido a sacar provecho de los retrasos, vacíos y huecos dejados por la planificación oficial. Después de la caída del Muro, la ciudad ofrece un gran número de espacios que la ciudad formal no ha-bía podido ocupar, una cantidad di-fusa de los espacios vacíos a la espera de ser ocupados. Una serie de prácti-cas informales ha encontrado espacio en estas zonas. En lugar de considerar los espacios remanentes como vacíos, en espera de un futuro mejor, muchos espacios vacantes fueron diseñados y utilizados para actividades tempora-les o complementarias con respecto a la ciudad planificada y formal. Así es como han surgido los nuevos espacios colectivos: jardines locales, viviendas de bajo costo, mercados, estudios para artistas, entre muchos otros. El pa-radigma de lo temporal ve inmensas posibilidades en los espacios vacantes —ya no solo como espacios en espe-ra por ser ocupados por un proyecto futuro— y los considera en su propia autonomía y legitimidad.

Antes de pensar sobre la manera en cómo se inserta lo transitorio en

y económicas, que controlan el diseño y el flujo del espacio público. Por otro lado, está la del transeúnte que reco-rre la ciudad, haciendo un mapping del espacio a través de la experiencia vivida. El acto del peatón modera y reproduce la narrativa pedagógica del planificador. Por tanto, ambas pers-pectivas deben componer un binomio de hibridez negociable para la produc-ción de realidades múltiples que luego se despliegan sobre los espacios com-partidos de la ciudad. Los dos cami-nos se construyen y se deshacen uno al otro, trabajando como modos que se entrelazan para construir espacio e identidad, o como fuerzas entrópicas. En una ciudad esta relación dual debe estar balanceada; debe existir un equi-librio entre las necesidades de los ciu-dadanos y la demanda de expansión y crecimiento. Esta no es la historia de muchas ciudades contemporáneas, donde el modelo de planificación ur-bana ignora en gran medida las nece-sidades de sus habitantes. La relación se desequilibra debido al plan maestro enajenado de la experiencia vivida. En este sentido, el contexto urbano re-sulta ser como un palimpsesto de un experimento continuo con los modos de vida pública. No da paso a nuevos espacios. En todo caso, permite nuevas dimensiones de experiencias y relacio-nes en la esfera pública.

La relevancia de la experiencia ci-tadina en el proceso de planificación urbana y la transformación del espacio común han sido motivos de debate desde hace tiempo, sobre todo en los foros académicos. A principios de los noventa, muchas ciudades norteame-ricanas y algunas europeas se miraron bajo el lente nostálgico que definió el fin del espacio público.3 Textos y crí-ticas surgieron a manera de reclamo declarando cómo la llegada del centro comercial (entre otros factores) había eclipsado toda actividad urbana, de-jando centros urbanos vacíos e inacti-vos. El acto de consumir en un clima controlado y aparentemente seguro había sustituido al flâneur de Baude-laire. Ciertamente el nuevo espacio

3 Margaret Crawford, John Chase, John Kaliski, Everyday Urbanism (New York: Monacelli Press, 1999), 22-23.

colectivo del centro comercial cobró auge en estos tiempos, tanto como para cambiar los rituales cotidianos de muchos individuos.4 Sin embargo, otro tipo de uso —distinto de aquel que se le adjudicaba al espacio público en el siglo XIX—, se ha estado gestan-do paralelamente de manera espontá-nea, en ocasiones de forma subversiva y táctica. Los espacios que se activaban mayormente eran lotes vacantes, edi-ficios baldíos, espacios intersticiales, muchos de ellos remanentes de la pla-nificación moderna. Ante esta mane-ra de examinar la ciudad, Margaret Crawford, guiada por los principios de Henri Lefebvre y de Certeau, desa-rrolló el término Everyday Urbanism: un enfoque en la experiencia de cómo se vivía la ciudad de Los Ángeles día a día. Los vendedores ambulantes o los garage sales comenzaron a considerarse como elementos que ayudaban a en-tender otras dimensiones del espacio público. Los usos temporales de este carácter cobraron relevancia ya que es-taban más asociados al espacio vivido que a las proyecciones futuras y a las economías cada vez menos sustenta-bles y lejanas de la ciudad actual.

La ciudad de Berlín es otro ejem-plo en que los usos temporeros se convirtieron en objeto de estudio y acción. Tanto eventos como ocupacio-

4 Esta aseveración es parte de una discusión mayor sobre los cambios en los modos de vida en las ciu-dades cuando el acto de consumir se convierte en la actividad pública principal.

Fiesta de los san Fermines en Pamplona, españa

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Mediante el uso de actividades culturales inclusivas, Desayuno Calle se plantea nuevas tácticas para reinven-tar la ciudad. Por un lado, el acto efí-mero de comer en comunidad, en un espacio exterior, deja un impacto mo-mentáneo. Por otro lado, la continui-dad y recurrencia mensual hace que el proyecto cobre un aspecto provisional que posibilita un nuevo ritual en el es-pacio público. El evento prepara para imaginar la ciudad de otro modo, alte-rando, quizás de manera permanente, los rituales de forma positiva. Se debe dar prioridad a descubrir y potenciar otros rituales urbanos, temporeros y permanentes, para incorporarlos a las maquinaciones y deseos de pensar una mejor ciudad.

desatendidos por causa de una plani-ficación fallida– áreas de creatividad donde es posible la experimentación temporal con el espacio público. Los destinos sobran, y estos han inclui-do la parcela adyacente a la estación Roosevelt –con los vagones abandona-dos del proyecto Arte Público–, lugares suburbanos como los alrededores de la estación de Torrimar y un parque en la urbanización de Baldrich. A su vez, el grupo de Desayuno Calle ha demos-trado solidaridad con un sinnúmero de manifestaciones y protestas, inclu-yendo un desayuno en un espacio del Corredor Ecológico del Noreste, uno en los alrededores del Capitolio des-pués que se aprobara la Ley 7 y otro en el caño Martín Peña cuando se eliminó la Ley del Fideicomiso de Tierras.

el esquema de la planificación urba-na, hay que estudiar los matices de la temporalidad. Es ahí donde estriba la diferencia entre significados como lo efímero y lo provisional. Por un lado, lo efímero se refiere a la corta duración de algo. Este término se relaciona con el campo de la biología5 y se refiere a organismos de un solo día de vida que no dejan rastro. Por otro lado, lo provi-sional, que puede parecer similar, es en efecto disímil. Este se define por una condición que es concebida como un substituto de la “cosa real”. El medio provisional prepara al individuo para un porvenir. Los eventos se columpian entre estas dos posturas. Es aquí donde se mide su poder transformativo sobre los rituales en el espacio público.

Desayuno Calle6—un evento que conceptué al regresar de mis estudios en Barcelona— es ejemplo de un evento efímero que plantea una nueva manera de ocupar la ciudad en Puerto Rico. El acto consiste en activar espacios aban-donados o en desuso convocando un desayuno público con el fin de generar interacción social y reconocimiento del entorno. Desayuno Calle potencia observar en estos predios –olvidados o

5 J. Scott Turner, The Extended Organism; The Phy-siology of Animal Built Structures (Cambridge, Massa-chusetts: Harvard University Press, 2000), 37. 6 Desayuno Calle es una versión adaptada a Puer-to Rico, a finales del 2008, del evento Permanent Breakfast, originado en Viena en 1996 por el artista Friedmann Derschmidt. <www.urbanoactivo.com/desayunocalle>.

evento de Desayuno Calle

evento de Desayuno Calle celebrado en el Corredor ecológico del noreste

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Marcelo lópez Dinardi

Visitas al BMW Guggenheim lab de nueva York

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fronting Comfort 1. Más allá de la mera tendencia de crear un nuevo labora-torio o think tank sobre la ciudad, el BMW Guggenheim Lab ha creado un pabellón temporero y móvil, con una programación tan variada como la ciu-dad que lo acoge: conferencias, pelícu-las, juegos (disponible también online), talleres, reuniones comunitarias, fiestas y un espacio público, añadiendo innu-merables eventos semanales al siempre desbordante calendario neoyorquino. Con tiempo en la agenda, fui a mi primer evento, como lo habrá hecho también el turista, el estudiante, el pro-fesional, el vecino y el curioso. Tuve la oportunidad de escuchar una tarde de verano, por ejemplo, a la socióloga y

1 El proyecto ha sido comisariado por María Nicanor y David van der Leer del Museo Solomon R. Gug-genheim y dirigido en Nueva York por la pareja de arquitectos holandeses, Elma van Boxel y Kristian Koreman de ZUS; el activista de justicia ambiental neoyorquino, Omar Freilla; el microbiólogo nigeria-no, Olatunbosun Obayomi y el periodista canadien-se, Charles Montgomery. www.bmwguggenheimlab.com.

Una visita de un par de horas al Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York en la famosa Quinta Ave-nida de la ciudad cuesta 18 dólares, una suma significativa pero razonable quizá si consideramos la magnitud de las colecciones del museo. Pero, ¿qué tal si durante una caminata por el no menos llamativo East Village pudiése-mos no solo mirar, pero también par-ticipar de un sinnúmero de activida-des avaladas por la misma institución, por un periodo mayor a dos meses, y gratis? Para todos aquellos que viven o pasamos por el mítico barrio durante agosto 3 y octubre 16 del 2011, esa fue la experiencia. Parece que las pre-guntas sobre el rol de los museos hoy en día han calado hondo esta vez y el Museo Solomon R. Guggenheim jun-to a la automotriz BMW han creado un laboratorio activo —fuera de la institución— para repensar la ciudad de Nueva York; el lema ha sido Con-

profesora Saskia Sassen presentar su vi-sión sobre las máquinas, los edificios, la ciudad del futuro y el peligro de pensar la sustentabilidad solo como un pro-blema tecnológico, seguido luego por la discusión del público, incluyendo al también sociólogo Richard Sennett quien sugirió que mientras más una ciudad busca sustentabilidad menos le interesa al sistema capitalista. Otra tarde —en un escape de la Columbia otoñal— fui a ver el documental The Pruitt-Igoe Myth, sobre el desaparecido conjunto habitacional en St. Louis, el cual abona a romper el mito de que el fracaso de la vivienda social moderna fue producto de su arquitectura; argu-mentos raciales, marginalidad, mala administración, entre otros, conver-tían en incertidumbres las aseveracio-nes predicadas por Oscar Newman y Charles Jencks en nuestra disciplina en la década del setenta y ochenta. Escuchar una conversación sobre los desperdicios sólidos y la basura de la

Visitantes jugando Urbanology

Fotos provistas por el autor

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legendaria Denise Scott Brown con el colectivo madrileño Basurama, y ver como ella todavía construye narrativas sobre la cultura popular, fue otro buen paseo al Village. Por qué no decir tam-bién que una tarde jugué urbanology y tuve que compartir las decisiones entre un grupo de cinco —conservative re-publicans included— sobre si la ciudad debería dedicar más o menos dinero a los bienes raíces, la transportación, el ocio, la salud, la sustentabilidad o la calidad de vida; y luego darnos cuenta de que nuestra ciudad fue lo más pa-recido a la actual Shanghai. Sin duda, el lab contribuyó en su temporal esta-día a la discusión sobre la ciudad con voluntad pública, a la vez que sumó al debate sobre las posibilidades del mu-seo en el siglo XXI, y todo esto con una programación —insisto— gratis. El evento de cierre, una fresca noche de domingo, nos ofreció conclusio-nes preliminares que ampliaron por mucho el alcance inicial de confron-ting comfort, como también nos ofre-ció vino, conversación y preguntas sobre qué hacer con el espacio que desocupa.

La arquitectura fue diseñada por los japoneses del Atelier Bow-Wow. El pabellón se ubica sucintamente de nor-te a sur en un espacio entre medianeras entre la congestionada Houston St. y la vecinal 1st. St. Es una estructura clara, ligera —está fabricada de piezas todas desmontables de fibra de carbón— carente de pretensiones y, sobre todo, escenográfica; puede incluso pasar des-apercibida, no así la gente y el evento de turno. La estructura es una pequeña alegoría al teatro; es una suerte de caja escénica envuelta por una malla negra desde donde todo se ilumina, y se es-conden, suben y bajan sillas o gradas, posibilitando así los múltiples escena-rios requeridos para la variación del programa. El BMWGuggLab, como se le conoce en Twitter, viajará por más de seis ciudades en el mundo donde desarrollará tareas similares. Se muda ahora para Berlín —donde pretendo ir a verlo—, luego Mumbai, y culmina-rá su primer ciclo con una exhibición en el 2013, en el Museo Solomon R. Guggenheim.

Para esta ocasión, no sé si será gratis.

Preámbulo a una conferenciaBajando sillas de la caja escénica

Futones, Sofá-camas, Forros & Cojines Carretera 176 Km. 7 Cupey Alto - San Juan - PR 00926

Teléfonos: 787-760-8325 & 787-370-7732

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Juan Carlos Rivera Ramosnorma i. Peña Rivera

Movilizando ciudadanos: transportes públicos y cotidianidades solidarias

Como cuando se revela el rostro de un mimo al quitarse el maquillaje, las crisis desnudan el cuerpo social en toda su desigualdad y violencia. En las crisis se ve con mayor claridad, sin cor-tinas de humo, cómo la democracia, la ciudadanía, la ciudad y el progreso son a la misma vez conceptos y realidades construidas en procesos de profundos conflictos y contradicciones. Gracias a las crisis, las dinámicas del poder —ese producto y productor de relaciones de fuerzas que crea jerarquías, inclusiones y exclusiones, basadas en la clase so-cial, el género, la sexualidad, el color de la piel, la nacionalidad, entre otras dimensiones de la experiencia vital his-tórica—, se pueden señalar a plena luz del día.

La historia de los oprimidos, como nos recuerda Walter Benjamin, de-muestra que el “estado de emergencia” es la regla y no la excepción. Muchos, demasiados, han vivido “en crisis”, sobreviviendo —y muriendo— con-tinuamente. Al mirar la cotidianidad desde esas experiencias se abren nuevas formas de entender y de actuar fren-te a los retos de la coyuntura actual. Cuando se observa la tradición de los oprimidos con humildad crítica, es de-cir, sin prejuicios y con pensamiento crítico, se pueden discernir las múlti-ples resistencias y las creaciones que permiten convivir.

En el día a día de los subalter-nos, también se producen saberes y prácticas cargadas de vida en común: chistes, goces, ritmos, miradas, gestos, trazos, colores, olores, sabores, tiem-pos, espacios, lugares, intercambios y economías, en fin, infraestructuras de convivencia que permiten no solo so-brevivir, sino vivir más. Es desde esta

perspectiva que se reivindica la calle, lo banal y lo cotidiano como dinámicas que recrean espacialidades y tempo-ralidades no dominadas por la lógica mercantil o, al menos, que escapan de muchas de sus persuasiones.

Muchas de las prácticas que se descubren al mirar la ciudad desde los márgenes cotidianos están relacionadas con una dinámica crucial de la vida so-cial: la movilidad. El caminar o correr bicicleta son prácticas que nutren a las personas de experiencias y necesidades al margen de la obligación del consu-mo individualista. El montarse en gua-gua pública o en pisicorre también son actividades del día a día que les recrean la ciudad a los ciudadanos.

Algunas de las tecnologías de mo-vilidad —formadoras de subjetivida-des— recuerdan que una vez se crean los medios tecnológicos —como los barcos, los aviones y los carros—, estos recrean a los ciudadanos, en el sentido de que influyen en la forma en que en-tienden y viven el mundo y sus vidas. Los medios que transportan personas pueden promover o disuadir relacio-nes de convivencia o conflictos. Una guagua requiere que se comparta el es-pacio entre personas diversas y desco-nocidas, y que se vea la ciudad a través de rutas establecidas por otros. En ese sentido, las guaguas o el tren ayudan a socializar a los ciudadanos, pues obli-gan al encuentro y al reconocimiento de la ciudad desde ángulos específicos. En una guagua o en un tren los ciu-dadanos tienen que, como mínimo, compartir el espacio y ser vistos, oídos y reconocidos.

El transporte colectivo en Puerto Rico no lo usa la mayoría de las perso-nas porque opera muy por debajo de

Abordo del tren urbano

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do en implantar su sistema SITRAS de guaguas, y otros municipios como Ca-guas, San Juan, Carolina, Mayagüez, Bayamón y Hatillo han comenzado a ampliar la oferta de transporte colecti-vo. Estas iniciativas son variadas en sus motivaciones y objetivos, que incluyen el reducir problemas de congestión, el ofrecer alternativas de transportación colectiva a los que tienen carro y a los que no, y el promover desarrollo tu-rístico. El mayor reto de estos sistemas municipales es coordinar o integrar los distintos sistemas de transporte, las lí-neas de servicio y los modos de trans-porte.

Es importante que, a nivel estatal y municipal, se promuevan mejores servicios de transportación colectiva y mejores apoyos a la transportación no-motorizada —a pie o en bicicle-ta—, que atiendan al usuario cautivo y al que no lo es, y que se conviertan en opciones reales de movilización y encuentro en la ciudad para todos los ciudadanos. En lo que esto ocurre hay que defender a los pasajeros cautivos y a los valientes que crean las cotidia-nidades de la calle y de lo público a través del caminar, el correr bicicleta y el montarse en guagua, en tren o en pisicorres. Sin encuentros, sin miradas a los rostros, sin la cohabitación de espacios, las solidaridades son mucho más difíciles.

Los medios de transporte no solo deben transportar empleados-consu-midores y permitir mayor eficiencia para la producción económica; la mo-vilidad debe estar en función de movi-lizar ciudadanos y en permitir que estos interactúen entre sí en los espacios de socialización. Sin duda, en la cotidia-nidad también se encuentra la contra-dicción. Desde los actos de amor más sublimes hasta las violencias más des-carnadas suceden en ese ir viviendo-muriendo constante, tan vívidamente contradictorio. Sin embargo, es en los actos que reproducen solidaridad en que la sociedad debe enfocarse. Los planes urbanos y las políticas públicas que se posicionen de esta forma ten-drán la capacidad de abrir espacios y proyectos alternos que miren al futuro desde las cotidianidades solidarias del presente; optar por ello es un impera-tivo ético.

se encuentran cara a cara en vez de a través de los cristales de los carros. La movilidad solidaria permite conocer al otro, ver otras realidades que ayudan a reflexionar sobre cómo uno se ve a sí mismo y cómo se actúa como ciu-dadano.

Un reto para la movilidad es cómo mejorar el transporte colectivo a través del Estado y de los municipios, y cómo mejorar el espacio público para hacer atractivo el tomar el transporte públi-co, el correr bicicleta o el caminar.

El Estado ha asumido la respon-sabilidad de proveer un sistema de transporte para la zona metropolitana a través de autobuses de la AMA y de una primera ruta del Tren Urbano, y de regular las rutas de las pisicorres a través de toda la Isla. Este servicio es deficiente, no empece los esfuerzos aislados que se han realizado para me-jorarlo. La ineficiencia del servicio se recoge en una canción popular en la que un enamorado demuestra su amor a una enamorada indicándole que “hasta cojo guagua por ti”.

Frente a la pobre situación de la oferta de transporte en el país —una encuesta reciente de Ponce ha demos-trado que una cuarta parte de la pobla-ción no tiene carro, más bien camina, coge pon o toma una pisicorre cuando aparece—, algunos municipios han comenzado a asumir la responsabili-dad de crear unos incipientes sistemas de transporte colectivo, mediante gua-guas y la coordinación de las pisicorres. Ponce, por ejemplo, ha estado trabajan-

las condiciones aceptables de eficiencia y cobertura. La mayoría del transpor-te colectivo, al igual que los medios no-motorizados de movilización, son mayormente utilizados por aquellos que no tienen la opción de acceder a un carro privado. El espacio público para tomar la guagua, el tren o las pi-sicorres, y para correr bicicleta o cami-nar, es muy limitado como lugar de in-tercambio porque no lo usa la mayoría de la población.

Un 88% de los viajes en la zona metropolitana de San Juan en el 2008 fueron en carro, según muestra el Cen-so de Población de los Estados Unidos. La ciudad del carro se acepta como un mal necesario. Muchos se resignan a que hay que tener un carro para sobre-vivir, y gastan una parte importante de sus ingresos en él. Pero el problema social y urbano no es el tener o no te-ner un carro; es tener o no una ciudad que promueva una sociedad solidaria que ofrezca alternativas colectivas de movilidad a sus ciudadanos en un es-pacio público digno; es el tener una ciudad con aspiraciones democráticas que ofrezca a sus ciudadanos una vida mejor.

La movilidad en Puerto Rico, profundamente enraizada en el carro, promueve la indiferencia hacia el otro, separa a los ciudadanos y debilita a la sociedad. La movilidad es solidaria cuando incentiva la práctica de lo pú-blico a través de las personas que ca-minan, corren bicicleta, se montan en guaguas y trenes, o cogen pon, y que

Abordando un autobús

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opiniones sobre el estado de la arquitectura en Puerto Rico y ejemplos meritorios

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Esta nueva sección de ENTORNO busca abordar críticamente el estado de la arquitectura en Puerto Rico du-rante las últimas dos décadas, y simul-táneamente ampliar su definición y alcance. Para profundizar en el tema se le dedicará un espacio en los próximos números de la revista a miradas y acer-camientos críticos, hechos por perso-nas allegadas de un modo u otro a la disciplina de la arquitectura. Con suer-te, este esfuerzo servirá para reflexionar sobre la producción arquitectónica del país y, a su vez, para descubrir dónde y cómo se manifiesta.

Con este espacio de discusión que se abre en la revista ENTORNO, se inicia un diálogo sobre la producción arqui-tectónica local y los ejemplos merito-rios que la constituyen.

Se continuarán publicando opi-niones en las próximas tres ediciones de ENTORNO. Se invita a todos los cole-giados a colaborar con artículos breves sobre este tema y a identificar hasta cinco de los edificios meritorios de este periodo.

estADo De lA ARQUiteCtURA en PUeRto RiCo

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centero ofreciendo una alternativa real al uso indiscriminado del au- tomóvil?

¿Cómo insertar una nueva visión sobre la oferta de vivienda en la ciudad y, por ende, de su forma física, diversidad de tipos y meca- nismos de inversión y financia- miento, de manera que atienda a una gama más amplia de la pobla- ción puertorriqueña y cuente con un atractivo real que promueva la vida urbana?

¿Cómo capacitar la ciudad de una infraestructura inteligente en sus redes, sistemas y utilidades que permita y promueva mayores den- sidades dentro de un marco de confiabilidad, seguridad y eficien- cia de servicio?

¿Cómo armar un sistema de re- caudo e inversión justo e inteli- gente que permita reinvertir en la ciudad con miras al mejoramien- to de los sistemas y las utilidades, el redesarrollo físico, el manteni- miento de la obra pública y la pro- gramación de nuevos desarrollos de carácter cívico y cultural?

En su estado actual, estas pregun-tas reflejan agendas incompletas, siste-mas deficientes, mercados colapsados

Considerar el estado de la arqui-tectura en Puerto Rico, en estos mo-mentos en los que atravesamos una crisis local y global, nos fuerza a re-flexionar sobre el binomio vivienda y ciudad. Cinco preguntas reflejan el reto que tenemos por delante en gene-rar una cultura urbana.

¿Cómo recalibrar el espacio pú- blico (calles, aceras, plazas, par ques, jardines) en nuestras ciuda- des, su calidad, forma y progra- mación, de manera que opere como un sistema continuo e inte- grado y no como intervenciones o elementos aislados y desvincula- dos? En otras palabras, que el espa- cio público realmente sirva como sede de lo cotidiano y eje central de la vida en ciudad.

¿Cómo atar los sistemas de movi- lidad y transporte colectivo al del espacio público para que el trayec- to de destino a destino sea uno confiable, eficiente, seguro y pla-

y, por consiguiente, una ciudad no competitiva ante los retos que afron-tamos en el siglo XXI. Peor aún en lo básico, reflejan una ciudad que sen-cillamente no ofrece una calidad de vida positiva para sus ciudadanos. En cara al futuro, sin embargo, presentan un conjunto de oportunidades y una agenda de trabajo intensa y enfocada. Asumir el reto requiere un cambio de paradigma de cómo hacemos ciudad en todos los renglones: político, admi-nistrativo, económico y, por supuesto, urbanístico y arquitectónico.

Existen esfuerzos aislados e instan-tes particulares que apuntan en esa di-rección. El papel que ha jugado la pla-za del Mercado de Santurce de Emilio Martínez en activar su entorno como destino de ocio e intercambio social, los nuevos espacios públicos como el parque de la Laguna del arquitecto JR Davis o nuestras propias interven-ciones en la red de espacios públicos del Condado —particularmente en la Ventana al Mar— son ejemplos de una acupuntura urbana exitosa, pero de re-percusiones limitadas, principalmente debido a la ausencia de una política y visión urbanística unificadas a nivel de distrito y de ciudad. La pregunta; ¿a qué tipo de ciudad aspiramos y cuáles son sus características? es una a menu-do formulada por los gobiernos y ad-ministraciones de turno. No obstante su contestación, o mejor dicho la vi-sión y dirección necesarias para ejecu-tarla, ha sido prisionera del juego polí-tico y de la falta de continuidad reque-rida para trascender las limitaciones de cuatro años de gestión gubernamental. En este renglón, la visión urbanística y las políticas de desarrollo en Port-land, Oregón, el liderato de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa en Bogo-tá, así como el de Pascual Maragall en Barcelona sirven de ejemplos valiosos como modelos de los cuales aprender. En los tres casos, la participación ciu-dadana y la transparencia respecto a las intenciones y los procesos enmarcan una visión urbanística consensuada con la ciudadanía y con un aval, apo-yo y defensa citadina que fortalecen su gestión y aseguran su continuidad.

Dentro de este contexto pode-mos mirar al proyecto Ciudadela en

1Ciudadela: vivienda y ciudadAndrés Mignucci, FAiA

Vista de uno de los edificios de vivienda en Ciudadela

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Santurce como uno particularmente meritorio. Ciudadela, diseñado por el arquitecto Fernando Lugo, forma parte de la visión urbanística que el arquitecto Héctor Arce (1952-2011) plasmó en su Plan Maestro de Santur-ce Centro. El Plan de Revitalización de Santurce, del propio arquitecto Arce, gestado por el Departamento de la Vi-vienda como agencia promotora, sir-vió de marco y vehículo para impulsar una agenda revitalizadora de trabajo a diferentes escalas y niveles de interven-ción. Vemos aquí un ejemplo en que la visión ministerial de la agencia, la del

apoyo a las residencias y la comunidad inmediata, así como otras destinadas a atraer a un público más amplio a nivel metropolitano. Las estructuras princi-pales del Instituto Blanche-Kellogg se rehabilitan y se integran al desarrollo como punto focal del conjunto de jar-dines y plazas que conforman la entra-da al proyecto desde la avenida Ponce de León. La oferta de la vivienda tras-ciende el tradicional prejuicio hacia los apartamentos de tres habitaciones al presentar un repertorio amplio de tipos y tamaños. La vivienda se dise-ña en módulos que se adosan en edi-ficios que conforman un muro urbano continuo junto a tres torres aisladas de diferentes alturas según su localización en la trama urbana. El proyecto, le-jos de concebirse como un desarrollo tradicional de viviendas, se estructura como un tejido urbano variado y di-námico.

Es aquí en que yace el acierto par-ticular de Ciudadela, al concebir el proyecto de manera que opere tanto a escala arquitectónica, del artefacto edificado, como también a la escala urbana, como agente catalítico en la reparación del tejido urbano del vecin-dario. Misión central en este esfuerzo es la de continuar y completar la se-cuencia espacial propuesta en el Plan Maestro al servir de elemento conector entre el jardín del Museo y la avenida Ponce de León. Al romper con el mo-delo de desarrollo típico de vivienda multifamiliar donde el control de la parcela es cercado, privatizado y recla-mado exclusivamente por el privado —dueños, promotores o residentes—, Ciudadela hace público el espacio de su suelo en beneficio de la ciudad.

El esfuerzo de Ciudadela, como microcosmos del Plan de Revitaliza-ción de Santurce —inconcluso y en gran medida paralizado por la crisis financiera— alerta que la ciudad re-quiere de una visión concertada que consolide esfuerzos, agilice procesos y enmarque políticas dinámicas que dirijan su desarrollo. En esto yace la clave de que nuestras cinco preguntas iniciales se traten, no de forma singu-lar, sino en un esfuerzo unificado de hacer ciudad.

2mimos arquitectónicosPedro Cardona

escalinata pública y la estructura del instituto Blanche-kellogg en Ciudadela

Abordar el estado de la arquitectu-ra en Puerto Rico durante las pasadas dos décadas obliga a una incómoda re-flexión, por la proximidad temporal y profesional. Hace 20 años la arquitec-tura en Puerto Rico generaba discusio-nes interesantes entre profesionales lo-cales e internacionales que trabajaban con voluntad la propuesta arquitectó-nica en mesas de dibujo y desarrolla-ban el discurso dentro del pensamien-to posmoderno tardío. Es durante esta época cuando, como resultado de la liberación de una serie de restricciones al desarrollo en áreas centrales, el de-sarrollo se encaminó a uno de mayor densidad y altura en Condado, y co-incidió con proyectos de restauración de mucho alcance como la Casa Fer-nández Cuyar (sede del Colegio de Ar-quitectos y Arquitectos Paisajistas), la Casa de Ramón Power y el Faro de las Cabezas de San Juan, todos de la mano de Beatriz del Cueto.

Esta también fue la época en que se comenzó a hablar de urbanismo y se sentaron las bases jurídicas para tras-cender el plan maestro arquitectónico y dar paso a proyectos de redesarrollo y desarrollo de ensanches de importan-tes sectores de la ciudad a partir de una política pública establecida a través de un proceso de planificación. Parte del esfuerzo de desarrollo del pensamiento se le debe a Héctor Arce, Rafael Puma-rada, Manuel Bermúdez, Jorge Rigau, Ilia Sánchez y Mariano Coronas, quie-nes, junto a otros, fueron articulando propuestas y preparando estudios ur-banísticos de distintos entornos. Esto permitió la redacción y adopción de la Ley de Municipios Autónomos, los reglamentos especiales de Condado y de Santurce, y el Plan y Reglamento para la entrada a la Isleta de San Juan, que resultaron, de una forma o de otra, malogrados. A pesar de la innovación de los planteamientos y la clara volun-tad de reforma que suponían —muy

urbanista, la del desarrollador y, final-mente, la del arquitecto se entrelazan en una cadena en la cual cada uno, dentro de sus papeles y roles particu-lares coinciden en la construcción de una visión y propósito comunes. Junto al arquitecto, el desarrollador Carlos López de Azúa merece un enorme cré-dito por la valentía de asumir riesgos y trascender las fórmulas estrechas que han definido la gestión inmobiliaria en Puerto Rico.

Ciudadela, como desarrollo de usos mixtos, integra estructuras de diversos tipos y alturas y presenta una oferta de sobre 500 apartamentos de vivienda, 150,000 pies cuadrados de espacio comercial y 2,000 espacios de estacionamiento. Las áreas comerciales incorporan una variedad de tipos y ta-maños de tiendas. En su planificación se anticipan locales que sirvan tanto de

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especialmente los reglamentos—, el seguimiento y las revisiones no se lle-varon a cabo como era necesario y se fueron dejando a un lado hasta con-vertirse en casi inoperantes. Hay que destacar en este periodo el esfuerzo por revertir la degradación del centro urbano de Ponce, con sus aciertos y desaciertos, y los trabajos de espacio público en el Paseo de la Princesa y las aceras de Centro Europa.

En la década de los noventa surgió un boom de construcción, que junto con el afán por completar obra y par-ticipar de la actividad económica de la época llevó a poner en suspenso el debate, el planteamiento teórico y la reflexión sobre lo que hacemos. Du-

Comunidad el Peligro en lares por el Arq. Manuel Bermúdez

Biblioteca Municipal de Barranquitas por la Arq. Blanquita Calzada

rante este periodo se diseñó y se cons-truyó una cantidad importantísima de proyectos que muestran capacidades y escalas que no habían sido vistas en muchas décadas, como el Distrito y Centro de Convenciones, el Tren Ur-bano y el Coliseo de Puerto Rico. Estas obras revisten una gran importancia en lo que se refiere a la infraestructu-ra, las dotaciones y los equipamientos, y representan un momento en el que Puerto Rico apostaba a enorme in-versiones en proyectos generadores de dinamismo económico y dejaba a un lado la dimensión social y humana del proyecto público. El tiempo demostró que hacía falta mucho más que la cons-trucción de una dotación de esas esca-

las donde los entornos permanecen en suspenso, inconclusos y generalmente degradados.

En la primera década de este siglo surgieron nuevas estrategias de desa-rrollo económico para los sectores más necesitados a través del Programa de Comunidades Especiales y de la re-vitalización de áreas degradadas bajo el Programa de Rehabilitación de los Centros Urbanos. El Programa de Co-munidades Especiales sirvió de labora-torio para paliar deficiencias históricas a través de las obras de infraestructu-ra y proyectos de vivienda. Este pro-dujo resultados interesantes en varios de sus proyectos de vivienda, como el diseñado por Manuel Bermúdez para la comunidad El Peligro de Lares que resuelve de forma valiente el reto de un emplazamiento con una topogra-fía accidentada, un espacio reducido y una densidad intermedia. Comunida-des Especiales resultó ser un esfuerzo ambicioso, precipitado y con unos retos administrativos no asumidos, donde la actuación en muchos casos no logró los objetivos trazados. Sin embargo, dejó al descubierto la falta de atención a la condición de marginalidad en la que viven muchos puertorriqueños y resaltó el potencial reivindicativo del proyecto de pequeña escala.

El Programa de Rehabilitación de los Centros Urbanos utilizó el proyecto arquitectónico y la modernización del espacio público como catalítico para promover una reinserción de actividad en áreas degradadas. Al igual que con Comunidades Especiales, los resultados fueron diversos y la ambición y la prisa sentaron la pauta de la construcción de lo necesario y de lo que no lo era. Den-tro de este esfuerzo merece destacarse el trabajo de Blanquita Calzada en la biblioteca de Barranquitas: edificio cí-vico de pequeña escala que se inscribe cómodamente dentro del tejido y la es-cala existente, con un vocabulario mar-cadamente contemporáneo, sin excusas y con voluntad de no ser mimético.

Cerca de estas fechas se ha vis-to como el branding ha ido tomando precedencia frente al contenido, y el emplazamiento más común para los proyectos contemporáneos ha sido el espacio de la nube en la web. YouTu-

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be está lleno de vídeos de metrópolis no realizadas, tranvías irreales, te-chos de autopistas, redes, delfinarios, renovaciones de áreas centrales y otros. Imágenes vacuas para una ciudad que no sobrepasa la profundidad de un rótulo.

La transformación más dramática que nos ha tocado vivir en estos tiem-pos es la que resulta del ajuste a la reali-dad de los tiempos en que vivimos. En primer lugar, ya no es posible proyec-tar sin entender claramente de dónde procederán los fondos para financiar la obra —excepto si se es un político—, y en segundo lugar, el cliente no llega de la misma forma que llegaba hace vein-te años. Mucha de la diversificación en la práctica ha surgido de la necesidad de posicionarnos en una crisis econó-mica severa, la inestabilidad social y el deterioro del aparato gubernamental sin precedentes.

Con pesar hay que decir que nos enfrentamos a grandes retos por la pér-dida de relevancia que padece el grupo profesional en la sociedad puertorri-queña y por el silencio en el que nos hemos mantenido en torno a asuntos de gran relevancia para el país. De otra parte, hay que reflexionar sobre la pér-dida de excelencia en el proyecto ar-quitectónico de estas pasadas décadas. En el lado positivo, hay mucho por ha-cer y tanto más por demostrar, así que hay que retomar asuntos y tareas con voluntad de hacer y de lograr alcanzar la excelencia en la práctica.

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Biblioteca Municipal de Barranquitas por la Arq. Blanquita Calzada

Voy a aprovechar este espacio para escribir unos apuntes a considerarse en cualquier análisis sensato que se pre-tenda hacer de nuestra disciplina en los pasados veinte años. Más que un aná-lisis minucioso o historiográfico de los personajes y sus quehaceres, me animo a esbozar el contexto que ha informa-do la arquitectura en Puerto Rico y algunas posibles hipótesis y conclusio-nes de su estado actual. En los días que se me planteaba escribir este artículo escuchaba un diálogo de dos figuras disímiles de nuestro bestiario interna-cional: Peter Eisenman y Mark Wigley. Se debatía en ese octavo encuentro los conceptos Project vs. Practice, es decir, proyectos contra prácticas. Más allá de las múltiples variantes que se ven-tilaron en el diálogo —algunas menos acertadas que otras— encontré una ventana para plantear una hipótesis del estado de nuestra disciplina en la Isla. Se ha vuelto inerte, pensaba. Ha perdido la vivacidad que quizá tuvo en otro tiempo, y que pocas mantienen. Perdió su eficacia, se ha ensimismado cada vez más en un mundo que requie-re de apertura y no ha dejado de ser excluyente. Fantasea con que el pasado fue mejor, un pasado que no volverá, así como no volverá tampoco el mer-cado que la produjo.

Nos hemos preocupado de la prác-tica, en el sentido menos efectivo de lo pragmático y no de pensar ni de crear un(os) proyecto(s) de arquitectura ca-paz de atemperarse a nuestro contexto. Cada vez que las crisis nos han afecta-do, hemos buscado salvación en algún nuevo paradigma que nos garantice algo concreto, estable, en donde po-der refugiarnos. La obra construida, estandarte de la segregación colegial, buena o mala, se convirtió en el obje-to único de aspiración de la disciplina.

Olvidamos elaborar una conciencia de obra que esté vinculada a las transfor-maciones que ha tenido la Isla en estas últimas dos décadas. Esta inercia, sin duda, no es el único síntoma para ex-plicar nuestra aletargada condición, la acompañan el problema generacional, la ausencia de crítica y el conformis-mo; problemáticas más específicas que explico a continuación.

Primero, el problema generacio-nal. Nuestro grupo de mayor edad vio colapsar (aunque no lo aceptó) cual-quier proyecto basado en una agen-da con forma de historia, cuando sus premisas quedaron en tela de juicio producto del desmantelamiento del posmodernismo historicista. Ese golpe nos llegó tarde, como muchas otras co-sas. Para muestra un botón, el MoMa de Nueva York planteaba su exhibición sobre el (mal) llamado deconstructivis-mo1 para el año 1988 mientras nues-tros arquitectos en Puerto Rico coci-naban el proyecto que salvaría a Ponce de la ruina y la convertiría en una ciu-dad museo anquilosada en el pasado, así como la construcción de proyectos de cuestionable arquitectura que con-memoraban los 500 años de la colo-nia. En Puerto Rico, todavía en el año 2000, había gente buscando refugio en una nueva tendencia formal, sea posmo o deconstructivista. Todos ellos aposta-ban por una fe en la historia institu-cionalizada de la arquitectura filtrada por sus interlocutores primermundistas luego del ocaso de la arquitectura y el proyecto de modernización del país. Al día de hoy, muchas de esas figuras tienen una práctica formulada alrede-dor de prejuicios formales y de un re-pertorio lingüístico muy limitado, que poco tiene que ver con la inserción de la arquitectura —como proyecto y práctica— en nuestro entorno social y cultural.

Se fueron estirando varios con-ceptos para tratar de abarcar el amplio espectro que cubre las condiciones propias, la tradición, la tipología y la historia, convirtiéndose en dogma del

1 Deconstructivist Architecture, Museum of Modern Art, Nueva York, junio 23 - agosto 30 de 1988. Curada por Phillip Johnson y Mark Wigley.

3APUNTES para la discusión sobre el estado DE la ARqUITECTURA en Puerto Rico (sin los ejemplos meritorios)Marcelo lópez Dinardi

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la arquitectura hecha en Puerto Rico2. Las recientes monografías de arqui-tectos en la Isla evidencian e ilustran solo la práctica, pero no el proyecto ni la búsqueda desinteresada del resulta-do de la arquitectura. Sin embargo, no se debe entender que el problema ge-neracional esté principalmente en las manos de sus interlocutores con mayor experiencia, sino más bien en todas las generaciones subsiguientes que no han sabido canalizar sus propias búsquedas y preocupaciones ni han hecho el es-fuerzo para comunicarlas, incluso las más jóvenes. Han sido fieles corderos que han emulado doctrinas luego de ser amaestrados y amansados en los centros de educación. Esto nos lleva al segundo tema, la ausencia de crítica.

Tristemente en Puerto Rico no hay crítica de arquitectura, o al menos no ha sido lo suficientemente significati-va para tener un impacto en nuestra

2 No debemos considerar los libros documentales de las premiaciones del Instituto Americano de Arqui-tectos (AIA) Capítulo de Puerto Rico como ejemplos meritorios por defecto, toda vez que solo constituyen el registro de un evento y no de un ejercicio crítico de valoración de la producción arquitectónica local.

quehacer arquitectónico, dejando de lado la discusión del rol de la disciplina en el contexto más amplio de los pro-blemas del país. Otros han adoptado —recientemente— las tendencias más globales sobre la arquitectura “verde” y el “paisaje” sin problematizar nueva-mente el fin de este nuevo producto de mercado. Los intentos de definir y construir una arquitectura local, ver-nácula y tradicional, encontraron solo algunos adeptos que formaron un mo-vimiento con cierto grado de articula-ción (Revista Plástica #5, Puerto Rico 1900, etc.), que no se debe entender ni imponer, como una aparente voluntad natural de nuestra arquitectura. Nos falta masa crítica para pensar y escribir la historia de la arquitectura de Puerto Rico. Si evaluamos las obras (construi-das o no), pudiésemos rescatar algu-nas, siempre y cuando se enmarquen en un universo limitado de valoración, no como suele ocurrir: como una ado-ración ciega a los aparentes cánones de

cultura arquitectónica. Esta ausencia de crítica nos ha hecho ser promotores de un establishment poco o nada cues-tionado. Hemos valorado mucho de lo que se ha materializado, pero siem-pre con el yugo del control dogmático de las generaciones mayores, ejercido principalmente desde el polo oficialis-ta de las instituciones profesionales de la arquitectura local y de las escuelas de arquitectura. No hace falta más que mirar el grueso del ofrecimiento “edu-cativo” que han impartido tales insti-tuciones profesionales en los pasados años para validar aún más la hipótesis sobre la falta de crítica en virtud de un vuelco excesivo hacia un materialismo bruto y conformista (está incluso ve-tado hacer crítica). Las escuelas al día de hoy se han convertido en un instru-mento más de los mismos vicios per-petuados desde la práctica y, como se debatía en el dueto Eisenman/Wigley, han olvidado tener un proyecto para la arquitectura, una voluntad para pro-ducir y diseñar un resultado desinte-resado para nuestra profesión. Hubo un tiempo en que cada escuela parecía

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tener un norte particular, no exento de cuestionamientos, pero el everything goes heredado de las postrimerías del siglo pasado, el mal entendido profe-sionalismo evidentemente descalifica-do con la crisis financiera y la fe cie-ga en la tecnología como panacea de nuestros pesares las han llevado a caer en una ambigüedad poco deseable si queremos educar a nuestras nuevas generaciones con sensatez de acuerdo al momento histórico que vivimos. Las escuelas no deben ser el escenario oscuro de las necedades que nutren el ejercicio de la práctica profesional, por el contrario, deben ser el espacio de mayor debate y apertura donde dis-cutir los quehaceres de nuestra disci-plina. Un lugar dispuesto a valorar las aportaciones de todas las generaciones, a fomentar la actitud crítica y a desa-rrollar una postura proactiva ante los retos que nos presenta la arquitectura en nuestro contexto.

Por último, y no menos impor-tante, el problema del conformismo. Hemos aceptado que el marco de refe-rencia de nuestra disciplina sea el afán

de armar la historia para justificar la obra en el presente, endiosar el legado de la arquitectura moderna local (ni hablar de su llamada tropicalidad), el limitado modo de ejercer la arquitec-tura solo a través de oficinas con as-piraciones corporativas, el ombliguismo de nuestras bienales y premiaciones, así como la aceptación de que el arqui-tecto debe ser una figura de adoración. Nos hemos olvidado de los múltiples roles que puede adquirir nuestra dis-ciplina (no todos nuevos, por cierto), pocos son los que desde sus trincheras luchan día a día para ampliar nuestras referencias. Algunos lo hacemos desde el taller y el salón de clases, otros des-de la gestión comunitaria, otros con la acción inmediata del espacio público, otros buscando diversificar su oficio en disciplinas afines (prácticas prohibidas en el marco de la legalidad de nuestra profesión en la Isla), pero, la gran ma-yoría no hace nada. Al día de hoy bus-ca sobrevivir de un modelo profesional fracasado y busca alianzas forzadas e hipócritas para establecer un falso sen-tido de comunidad y colectividad. Esa

gran mayoría no se ha bajado del carro de la Cenicienta y va por ahí en carroza de calabaza creyendo ser doncella.

Hace falta construir voluntades, es decir, nuevos proyectos para la arqui-tectura (con énfasis en lo plural), con una clara consciencia de lo colectivo. Hay que escudriñar las historias, no para abusar de ellas ni buscar valida-ción, sino para interrogarlas. Hay que habilitar y estimular las posturas críti-cas, no con el fin de desmaterializar lo existente, sino como catalizadoras de realidades renovadas. Hay que buscar y aprender mucho en la incertidumbre, y eso debe ser en gran medida el rol de las escuelas. No podemos enseñar cer-tezas como dogmas, porque muchas de ellas lo dejaron de ser en los pasados veinte años. Es en el principio de incer-tidumbre donde nos debemos posicio-nar y reconocer que nuestra disciplina ya no tiene una ruta definida que nos obliga a abordar las variables dinámi-cas que motivan su producción; ahí es-tamos aquellos que buscamos aportar desde las posiciones menos acomoda-ticias.

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oscar oliver-Didier

Ángel Alexis Bousquet: una mirada desde la calle Cerra en santurce

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Nació en Santurce, Puerto Rico en el 1980. Estudió Diseño en la Central de Artes Visuales hasta cuarto año, y luego hizo su bachillerato en el Pratt Institute de Nueva York como director de arte y Fotografía. Al terminar la universidad, comenzó a hacer proyectos de arte y dise-ño para diferentes clientes y agencias en Puerto Rico y Estados Unidos. Durante los últimos años se ha dedicado a correr la galería y taller creativo c787studios en Santurce, donde trabaja en dar a conocer nuevos talentos y nuevas tendencias en el campo del diseño y las artes plásticas. Como diseñador gráfico su meta siempre ha sido valorar el diseño mas allá de lo comercial y tratarlo como pieza de arte.

Fotos provistas por Ángel Alexis Bousquet

Mural insiDeoUt, con fotos de personas de santurce así como artistas y gestores culturales del área, (localizado en el estacionamiento frente a C787studios)

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La calle Cerra de Santurce se ha convertido en un nuevo espacio para la exposición del arte y para un sinnúme-ro de eventos singulares que han pues-to en el mapa artístico a este sector. Los responsables son varios individuos que han decidido transformar el área por medio de la creación de nuevos espacios, apoyados, a su vez, en la co-munidad del lugar. Uno de ellos es el artista gráfico Ángel Alexis Bousquet. Nacido en Santurce e hijo de padres coleccionistas de carteles de la década de los años cincuenta, Bousquet abrió hace dos años un espacio dedicado al arte contemporáneo con un enfoque en el diseño y el arte urbano titulado c787studios.

Comenta el artista que “c787 studios es la casa del tráfico de bie-nes gráficos, cuna de muchos de mis proyectos, y cueva creativa”. Y es que Bousquet es uno entre los muchos ar-tistas y personas que han regresado a la Isla después de estudiar o laborar en el exterior en temas relacionados con las artes y el diseño. Estos creen vehe-mentemente que aquí existen grandes oportunidades para desarrollar diver-sos ámbitos artísticos y, a su vez, resca-tar y potenciar áreas de la ciudad que se encuentran en el olvido. Bousquet añade: “Una vez termino mis estudios, permanezco en Nueva York trabajan-do en proyectos independientes para marcas de ropa urbana en Brooklyn y en diferentes proyectos de diseño. Pasa el tiempo y me doy cuenta que nece-sitaba volver a Puerto Rico a tratar de reinventarme y poner en práctica más a fondo mis nuevos conocimientos. Una vez comienzo, me encuentro con la poca presencia de diseño gráfico experimental. Inicio proyectos como Semilla Urbana, en Santurce, dirigido a fomentar el diseño en todas sus face-tas. Luego me dedico a crear diferentes proyectos para clientes creativos e in-dependientes”.

Pasado algunos años, el artista puso sus ojos en la Parada 15 de San-turce. “La calle Cerra era un sueño que tenía hace años. Cada vez que pasaba, realizaba que su vibra era diferente a todas las otras calles de Santurce. San

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gar: “En el proceso voy descubriendo más sobre la calle Cerra. Los vecinos me contaban sus anécdotas y su histo-ria: ‘esto era como Plaza Las Américas, pero al aire libre’; ‘allí en la esquina mataron a uno’; ‘Maelo bebía al lado de San Expedito’; ‘al frente de tu ga-lería era la Hacienda de los Cerra’; ‘el Taller Alacrán estaba al lado de tu es-tudio’. Todas historias fascinantes. Sin embargo, la más que me impactó fue la del Taller Alacrán, ya que, siendo amante del diseño de carteles, ya sabía de este espacio creativo dirigido por Martorell. El área tiene su propia vibra independiente y creativa”.

A base de este interés por lo exis-tente, Bousquet ha desarrollado su plataforma de intervención en el lu-gar. Una de las más importantes es un evento que se realiza allí llamado Santurce es Ley; que recién celebró su tercera edición. Para esta actividad se agrupan galerías, artistas, músicos, entre muchos otros, para exponer y activar la zona, que se ha expandido a incluir otros espacios más allá de la Cerra. “Santurce es Ley surge de mi idea de hacer un festival independien-te donde diferentes gestores culturales del área tuvieran dónde dar a conocer nuevos talentos y propuestas. Al es-fuerzo se unen varias personas con la misma idea de abrir el mundo del arte y de brindarle la oportunidad a nue-vas figuras a la escena. Como segun-da intención, se promueve el unir a la comunidad con este proceso de reha-bilitación del sector a través del arte. Todo funciona de manera abierta. Las propuestas son traídas a la mesa y el único criterio es la calidad de las mis-mas”, explica Bousquet.

“Desde el principio la intención ha sido unificar estas movidas artísti-cas con la comunidad. La comunidad se ha abierto de forma positiva a los artistas participantes. Se les presentó la idea de intervenir en sus propieda-des y ellos han accedido. Entienden lo que hacemos y le ven el lado positivo a que suceda. El evento [Santurce es Ley] no trata de desplazar a sus habi-tantes originales. Por el contrario, todo lo que intenta es que la gente se moti-

de lo que ya existía allí y de lo que al-guna vez existió.

“Un día paso y veo que tienen abiertos algunos locales más abajo; pregunto por ellos y me los muestran. Lo que es ahora una galería de arte, antes era un restaurante famosísimo en el área de Santurce. Se llamaba La Feria. Junto a un colega, comenzamos a restaurarlo poco a poco hasta conver-tirlo en un cuadrado blanco perfecto, listo para crear nuevas ideas”. El artista continúa sobre los particulares del lu-

Expedito era el lugar que inicialmente quería conseguir. Traté por varios años hasta que descubrí que la estructura está en disputa entre familiares por varios años y que la deuda del CRIM era ridícula”. También le interesaba la comunidad y la historia que conta-ban los residentes. Consciente de las implicaciones de las transformaciones abruptas y los desplazamientos de per-sonas que suelen ocurrir por la llegada de nuevos espacios artísticos y de ocio a un sector, el artista quería enterarse

nuevo letrero para san expedito del artista Freddy idoña

local comercial en la calle Cerra con mural del colectivo Dsñotipo

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como guía para poder ver el área de forma macro ya que es donde enfoco mi trabajo y el sector donde deseo tra-bajar la cultura, el arte y el desarrollo y progreso comunitario. Me concentro, a su vez, en lo micro que es Santurce, ya que es lo más cercano a mí en estos momentos. Los puntos o lugares alter-nos de creación [en Santurce] siguen en aumento, por lo que es bueno siem-pre poder apuntalar y analizar dónde está la mayor concentración de estos. A mi entender, Santurce es una ciudad olvidada con grandes oportunidades de crecimiento”.

Para cerrar, el artista nos comenta: “El grid citadino ya está construido, solo falta transformarlo a uno adecua-do para la comunidad y adepto para que entes creativos puedan seguir mol-deando sus espacios. Creo que si aten-demos un área como esta, las demás tomarán nota y seguirán un patrón de desarrollo positivo para la ciudad”.

un artista urbano que busca dejar su huella en la ciudad”.

Bousquet continúa: “Trabajo mu-cho con los refranes, palabras y co-mentarios criollos y de la jerga calle-jera. También mucho de mi trabajo se enfoca en el diseño y la manipulación de tipografías, al igual que la apropia-ción y sátira de iconografías clásicas puertorriqueñas. Mi estética gráfica tiene mucha influencia del arte urbano y también de la estética del diseño mi-nimalista neoyorquino”.

Bousquet, en tiempos más recien-tes, no tan solo ha utilizado a Santur-ce como un lugar para intervenir con sus obras y eventos, sino que parale-lamente lo ha convertido, nos atreve-mos a decir, en su musa artística; en un espacio personal donde coexisten sus subjetividades de la mano con el contexto variado y complejo que que-da fuera de las puertas de su galería.

Con esto en mente, nos comenta más sobre la portada: “El mapa de fon-do es el mapa de Santurce. Lo utilicé

ve a mejorar su área y a buscar nuevas formas de reinventarse. Algo positivo que ocurrió en la última edición fue que muchos de los artistas fueron re-cibidos con comida, agua y equipo de luces para poder trabajar de noche. En cambio, los artistas les regalaron una pieza de arte, que, más allá del dinero, les devuelve valor a sus propiedades de una forma cultural”, apunta Bousquet sobre el evento. En ese sentido, San-turce es Ley sirve de un posible para-digma para lo público; que le apuesta a la comunidad y a los que la visitan utilizando el arte como mediador en-tre los dos.

Referente a la portada que el ar-tista elaboró para esta edición de EN-TORNO, nos comenta: “[la portada] es bastante sencilla, pero creo que habla sobre lo que estoy tratando de hacer actualmente en mi trabajo. Se titula Bombardeando desde Barrio Obrero a la 15, influenciado por el titulo clásico de Willie Rosario cantado por Chama-co Rivera y adaptándolo al proceso de

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Mural del colectivo Hello, Again! en el estacionamiento frente a C787studios

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Medalla de la Arquitectura Ricardo Alegría 2011

El Colegio de Arquitectos y Ar-quitectos Paisajistas de Puerto Rico (CAAPPR) otorgó durante una concu-rrida actividad, en su sede en Santurce, la Medalla de la Arquitectura Ricardo Alegría 2011. Instituida desde el 2004, la Medalla de la Arquitectura Ricardo Alegría es otorgada anualmente en dos categorías por recomendación de un jurado designado por el Colegio y está dirigida a reconocer la aportación realizada por individuos y entidades no relacionadas con la profesión en la defensa, promoción, educación y entendimiento de la arquitectura y la arquitectura paisajista.

Según el presidente del Colegio, Arq. Rafael Castro Montes de Oca, esta “honra el legado de amor y respeto por la arquitectura del Dr. Ricardo Alegría, antropólogo de profesión, quien fuera el artífice de la puesta en valor del Vie-jo San Juan y otros centros históricos, así como de potenciar la preservación y la restauración de nuestro patrimo-nio histórico edificado”.

En la categoría individual, la me-dalla recayó en la planificadora Lyvia N. Rodríguez del Valle, quien funge como directora ejecutiva de la Corpo-ración del Proyecto Enlace del Caño Martín Peña. El jurado destacó sus es-fuerzos para propiciar la participación comunitaria en decisiones del entorno construido y natural, así como su com-promiso por salvaguardar el entorno natural y estimular su incorporación a la vida comunitaria cotidiana. Al reci-bir la medalla de parte del presidente del Colegio, la planificadora Rodrí-guez señaló que entiende que más que un reconocimiento a su persona, la medalla “constituye un reconocimien-to a todo un equipo de trabajo mara-villoso que vibra y está haciendo todo lo posible por echar hacia delante su comunidad”.

Mientras, en la categoría insti-tucional, la distinción fue otorgada a AARP Puerto Rico, organización na-

cional que promueve servicios para personas de edad avanzada, por su puesta en acción del proyecto Calles Completas que, según destacó el jura-do, “fomenta la movilidad dentro de nuestras comunidades, asunto de vital importancia para nuestro porvenir, pues impacta la calidad del diario vivir de los ciudadanos. En particular, por mejorar la movilidad en las calles de nuestros pueblos y ciudades, que son parte esencial de la vida en comunidad y, como tal, deben servir a todos por igual, sean jóvenes o viejos, al conduc-tor, al ciclista y al peatón que camina por sí solo, con un andador, o que se mueve en silla de ruedas”.

Por su parte, José Acarón Ro-dríguez, presidente de AARP Puerto Rico, dijo que “este premio, más que para AARP, es para toda la población de edad avanzada, que necesita y recla-ma que las comunidades y las calles en Puerto Rico sean accesibles para ellos para poder tener una mejor calidad de vida y que todos podamos envejecer con dignidad, independencia y sentido de propósito”.

De izquierda a derecha: arqueólogo Miguel Rodríguez, la Plan. lyvia n. Rodríguez, el Arq. Rafael Castro Montes de oca y el sr. José Acarón Rodríguez

Con la colaboración del Instituto de Arquitectos Paisajistas y de la Es-cuela Graduada de Arquitectura Pai-sajista de la Universidad Politécnica de Puerto Rico, se ofrecieron por primera vez en Puerto Rico las partes gráficas de la reválida de arquitectura paisajis-ta (Sección C y E). Las mismas se ofrecieron el 5 y 6 de diciembre del 2011.

examen de reválida de arquitectura paisajista

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simposio sobre Desarrollo de Vivienda

Plan de usos de terrenos

En el marco de la Semana de la Arquitectura 2011, celebrada del 6 al 10 de septiembre pasado, se celebró el Simposio sobre Desarrollo de Vivienda. Un primer panel discutió los meca-nismos de financiamiento y progra-mas disponibles en el sector público y la banca. Participaron el Sr. George Joyner, director ejecutivo de la Admi-nistración para el Financiamiento de la Vivienda; el Sr. Arturo Carrión, presi-dente de la Asociación de Bancos de Puerto Rico; y el Sr. Graham Castillo, presidente de Estudios Técnicos. Un segundo panel discutió las experiencias de arquitectos desarrolladores, el cual contó con la participación del Arq. Psj. Jorge Nevares, el Arq. Segundo Cardo-na y la Arq. Istra Hernández, junto a la Sra. Carmen Melero, representante de la Asociación de Bancos.

De izquierda a derecha: el Arq. Psj. eduardo nevares, el Arq. segundo Cardona, la Arq. istra Hernández y la sra. Carmen Melero

De izquierda a derecha: el Arq. Juan Gallisá, el lcdo. Fernando lloveras, la Plan. leslie M. Rosado y el Plan. Gabriel Rodríguez

Luego de publicar el documento de Recomendaciones para un Plan de Uso de Terrenos para Puerto Rico, in-corporado en la pasada edición de EN-TORNO, el Colegio impulsó en múlti-ples foros su adopción. El pasado mes de septiembre se discutió su urgente implantación en el marco de la Cum-bre de la Construcción que auspicia la Asociación de Contratistas Genera-les. En octubre, el Colegio reiteró su importancia en el panel sobre Desa-rrollo y Financiamiento de Vivienda, celebrado durante el Congreso de Vi-vienda que organiza la Asociación de Bancos de Puerto Rico. Finalmente, el Colegio impulsó su incorporación como parte de las recomendaciones para el desarrollo económico inmedia-to que preparó la Coalición del Sector Privado.

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Por la redacción de ENTORNO

tres reseñas de publicaciones recientes

Arquitectura Contemporánea en Puerto Rico: 1993-2010 por Francisco Rodríguez y Darwin J. Marrero, editores

Una curiosa disonancia arquitec-tónica se establece al observar este li-bro dentro de su cuadro cronológico. El marco de tiempo que plantea cubrir es digno para que el lector reflexione sobre sus transformaciones y giros en las referencias que emplean las obras publicadas. Arquitectura Contemporá-nea en Puerto Rico: 1993-2010 es el segundo tomo de una publicación que recoge los premios que otorga el Ins-tituto Americano de Arquitectos (AIA por sus siglas en inglés). El primero, editado por el arquitecto Andrés Mig-nucci en el 1992, recogió los años del 1976-1992.

Curioso pensar que en la década del setenta dentro de un marco in-ternacional ya se venía madurando un proyecto plural, contradictorio y ambiguo para la arquitectura, mien-tras que en la Isla recién se estipulaba una modernidad tardía —sin duda heredera del reposicionamiento que ocurrió, sin alejarse demasiado de él, con el canon moderno local—. Por otro lado, a finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando en-tonces la mirada en otras partes del mundo se tornaba hacia un proyecto influenciado, primero, por las lectu-ras del posestructuralismo, segundo, por un nuevo manierismo de referen-

cia historicista y, por último, con un rescate del lenguaje moderno ahora reencasillado con el prefijo de neo, acá intentábamos establecernos dentro de cada uno de estos movimientos con al menos una década de retraso. La obra en la publicación que ahora se reseña no es exenta a esta realidad, aunque afortunadamente la brecha de tiempo se acorta por el fácil acceso a medios que hoy día existe. Que no se malin-terprete, el comentario no se dirige a señalar que siempre estamos atrás de las modalidades que quedan fuera de nuestro límite insular, sino que apun-ta a que el problema es tenerlas como única referencia como dictamen para nuestra arquitectura.

Importante también estipular que en ambos ensayos de introducción al libro, “Tropics of Modernism” de Lars Lerup y “Entre debates y dislates... el jurado falla”, de su editor Francisco Javier Rodríguez, se establece —aun-que hubiera gustado tal vez que fue-ra con más firmeza— el problema de los referentes que se tornan insepara-bles a la formulación de un proyecto (o proyectos) de arquitectura del país. De hecho, son los mismos autores, intentando establecer este punto los que recaen en, por dar un ejemplo, la glorificación y nostalgia por el legado moderno de Puerto Rico; algo que ya estamos tan acostumbrados a escuchar por décadas. Sin embargo, resulta muy enriquecedor cuando Lerup especula en establecer algunos paralelos cultu-rales entre cómo nos vemos y nos en-tendemos como sujetos y como país, y la arquitectura que resulta a través de estos entendimientos. Del mismo modo, Rodríguez aporta un gran co-mentario al modo en que se realiza la arquitectura local, calificando algunas de las obras que se quedan fuera del ca-tálogo como igual o más importantes a las que se publican; insistiendo que los premios no pueden ser nuestro único medidor de arquitectura “meritoria” en Puerto Rico.

Con estas dos aportaciones en mente, quedaría entonces por estable-cer los nuevos paradigmas de nuestra arquitectura —tal vez sin miedo a in-

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Jesús Eduardo Amaral, Arquitecto/Architect por Andrés Mignucci Giannoni

En la más reciente publicación de la Colección de Catálogos de Arqui-tectura de la Fundación por la Arqui-tectura del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico se ataja la obra del arquitecto puerto-rriqueño Jesús Eduardo Amaral. Sin embargo, esta hazaña no es un mero catálogo de obra. El autor del libro, el arquitecto Andrés Mignucci, ensambla la publicación a partir de cinco capítu-los temáticos a través de los cuales va intercalando y presentando la obra de Amaral, empleando así una metodolo-gía muy eficaz para organizar el libro. La simbiosis que ocurre entre discurso, análisis, dibujo y fotografía, no tan solo logra capturar la atención del arquitec-to que lee los recuentos detallados de las estrategias espaciales empleadas por Amaral, sino que cautiva además al lector separado de la profesión, por su lucidez y la atención prestada a expli-car detenidamente cada proyecto.

En el primer capítulo titulado “Preliminares”, Mignucci presenta el contexto histórico de la crianza de Amaral, especulando que su forma-ción militar y musical influyó en su afán por el orden y el ritmo en su obra. En el segundo, “Amaral y Mo-rales: espacios para lo cotidiano”, se abordan las primeras obras realizadas por estos amigos y socios arquitectos. Aquí, interesantemente se presentan

fectarse por prácticas cotidianas locales o abrazando nuestras contradicciones culturales y subjetivas—. En nuestro afán por parecernos al otro, nos que-damos cortos en reflexionar sobre el nosotros. Aquí yace la pertinencia de un libro de esta índole, no para feli-citarnos y agradecernos mutuamente, sino para reflexionar sobre nosotros como arquitectos, reconociendo nues-tros atributos, pero aún más importan-te, nuestras fallas y limitaciones. En-tonces, tal vez logremos establecer un proyecto arquitectónico que goce de los placeres y desagrados de nuestras prácticas culturales más actuales (sin dejar de entender y cuestionarlas), que no tema a observarse desde el cuadro de lo diverso y de lo multidisciplinar, y que no cese en redefinir y ampliar lo que concebimos como arquitectura. Esperemos que esta edición nos sirva para esto y mucho más.

Revista in (forma) 5: narrativas digitalespor Javier Isado, editor

Ha sido publicado el quinto vo-lumen de la revista in (forma) de la Escuela de Arquitectura de la Uni-versidad de Puerto Rico. Como lee su prólogo, “ésta se dedica a las narrativas digitales analizadas desde un esfuer-zo multidisciplinario y editado por el profesor Javier Isado. La investigación y la publicación aspiran a un debate so-bre las virtudes de la relación entre las

narrativas digitales y la criticidad en el discurso académico. Con optimismo, estos facilitarán un paradigma unifica-dor entre techne y poiesis en nuestros estudios y salones de clase”.

Por otro lado, su editorial amplía que al introducir el elemento narrativo en la forma que trabajamos los nuevos medios, se mejoraría la capacidad de transmitir conocimiento dentro de los mecanismos internos a la disciplina. Además, su incorporación con los pro-cesos de diseño serían esenciales para otorgarles significado y cohesión a las formas que resultan del encuentro en-tre tecnologías emergentes y muchos de los quehaceres indiscriminados que a veces se suscitan. Sobre todo, el elemento narrativo sería también útil para ayudar a mantenerse fuera de lo virtual, conservando una señal análoga que sirva como referencia para la inte-racción con los procesos digitales.

La edición incluye varios acerca-mientos al tema, incluyendo dos en-trevistas, una a Manuel de Landa y otra a Alberto Pérez Gómez. Aunque la entrevista a de Landa provoca cierta molestia con su determinismo progre-sivo hacia las tecnologías y su rechazo a lo crítico, él sí logra transmitir un mensaje elocuente acerca de la impor-tancia de la interdisciplinariedad en la arquitectura. Más provocadora surge ser la de Pérez Gómez, en la que es-tablece un escepticismo (llevado entre líneas en su relato) hacia la producción arquitectónica con estos medios y, a su vez, trae a colación una amplia gama de contingencias históricas y contagios con las ramas filosóficas, cognitivas y fenomenológicas para el avance de la arquitectura. Otros artículos que se in-cluyen en la revista son los de Lilliana Ramos Collado, Nader Tehrani e Igna-si Pérez Arnal, por mencionar algunos. in (forma), ahora en su décimo año de publicación, ha podido establecer con este y sus otros números, una constan-te y cuantiosa aportación al discurso arquitectónico y académico local. Es-peremos que así continúe por largos años más.

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las complejas relaciones entre el sujeto, la arquitectura y su contexto que de-sarrollan estos por medio de los arre-glos espaciales y la problematización del límite, ya sea para diluirlo (con-tinuidades entre interior y exterior —lo universal—) o para enfatizarlo (la doble piel, formulación de patios y lugares íntimos —lo local—). En el tercer capítulo, “La célula generado-ra”, se explica la estrategia de Amaral de trabajar a partir de la modulación estructural y programática como gene-radora del diseño; estrategia utilizada, en gran medida, en su obra institucio-

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nal y residencial. En el cuarto, “Re-pensar la educación”, se amplía sobre las contribuciones que hizo Amaral a la educación del arquitecto en el país, siendo su contribución más importan-te la fundación de la primera Escuela de Arquitectura en la Universidad de Puerto Rico en 1966. En el último y quinto capítulo, Mignucci establece la continuidad con la educación, refleja-da en su práctica, que Amaral plantea con su obra construida de tipología educativa. Aquí se explica el modelo de enseñanza que, a partir de arreglos espaciales y programáticos, desarrolla

y pone en práctica el arquitecto. Con este fin crea espacios polivalentes que asumen una naturaleza flexible y diná-mica para la educación.

No por menos, el libro culmi-na con el catálogo de la obra en sí de Amaral. A pesar de que debería de ha-ber existido más material de dibujos acompañando cada ficha, se logra pre-sentar cabalmente lo que se conside-raba ya por algunos, y esperemos que ahora por muchos, un testimonio de una trayectoria arquitectónica de gran influencia y valor para el patrimonio moderno del país.

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