enseñanza en contextos críticos

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La enseñanza en contextos críticos 1 Partiremos de dos grupos de problemas: el primero tiene que ver con la situación crítica que vive un porcentaje muy grande de los(as) niños(as) y jóvenes en nuestros países, y las posibilidades de la escuela de modificar eso. El segundo tiene que ver con la enseñanza escolar en sí y con las transformaciones que viene sufriendo a partir de la crisis de la escuela como institución dadora de sentidos colectivos. Es en el marco de esta doble problemática donde se inscribe la pobreza en la educación escolar, lo cual puede formularse en una pregunta: ¿qué papel le toca a la escuela en la tarea de revertir la situación de la infancia y adolescencia desamparada? Y al contrario: ¿en qué medida la crisis de la escuela influye en las dificultades que hoy enfrentamos para educar en contextos sociales de profunda desigualdad y fragmentación social? El “afuera” y el “adentro” de la escuela ¿Por qué actualmente no cesa de insistir la idea de que la escuela está en crisis? ¿De qué crisis hablamos? Algunos autores señalan que la escuela está en crisis desde la Primera Guerra Mundial; para otros, la escuela entra en crisis cuando se hace masiva. Otros, en cambio, aseguran que “crisis” es la situación que hoy vivimos como producto de las mutaciones de las coordenadas que estructuraban la escuela, misma que no sabemos cómo entender y abordar. Por su parte, otros autores sostienen que lo que está en cuestión es la eficacia que la escuela tuvo para producir determinado tipo de sujeto (el ciudadano); tal eficacia se producía, al menos en cierta parte, en la situación de la escuela como un espacio cerrado, donde parecían estar claramente establecidas las fronteras entre el adentro y el afuera escolar. Hoy el afuera penetró los muros de la escuela y comenzó a percibirse en el terreno educativo con un mayor “peso” y mayor “influencia” sobre la función de la escuela en la educación de los(as) niños(as) y los jóvenes. El peso del adentro y el afuera en nuestras sociedades ha abierto las puertas a la pregunta sobre cuál es la relación que existe entre las condiciones de vida de los(as) niños(as) y jóvenes y sus posibilidades de aprendizaje. Esta pregunta no formaba parte de las preocupaciones educativas en los orígenes de los sistemas escolares o al menos no se hacía desde los supuestos que hoy formulamos en torno a esta cuestión. Las respuestas que actualmente se brindan a esta pregunta son múltiples y, de algún modo, tienen efectos en las prácticas cotidianas ligadas a la enseñanza y a la función de la escuela. El reclamo de la cantidad de maestros(as) frente al estado de desnutrición o abandono que tienen los(as) alumnos(as), así como las dificultades que esto conlleva para hacer efectivo su aprendizaje constituye un claro ejemplo de cómo la tarea de educar es percibida como una acción que se encuentra limitada por ese contexto desfavorable. 1 Fragmentos seleccionados del texto: Serra, M. S. y Canciano, E. (2006). Las condiciones de enseñanza en contextos críticos (1ª ed.). Buenos Aires: Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Consultado el 14 de julio de 2014 de http://portal.oas.org/LinkClick.aspx?fileticket=jl4tTlZ9lng%3D&tabid=1896

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metodos de enseñanza

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  • La enseanza en contextos crticos1

    Partiremos de dos grupos de problemas: el primero tiene que ver con la situacin

    crtica que vive un porcentaje muy grande de los(as) nios(as) y jvenes en nuestros

    pases, y las posibilidades de la escuela de modificar eso. El segundo tiene que ver con

    la enseanza escolar en s y con las transformaciones que viene sufriendo a partir de la

    crisis de la escuela como institucin dadora de sentidos colectivos. Es en el marco de

    esta doble problemtica donde se inscribe la pobreza en la educacin escolar, lo cual

    puede formularse en una pregunta: qu papel le toca a la escuela en la tarea de

    revertir la situacin de la infancia y adolescencia desamparada? Y al contrario: en qu

    medida la crisis de la escuela influye en las dificultades que hoy enfrentamos para

    educar en contextos sociales de profunda desigualdad y fragmentacin social?

    El afuera y el adentro de la escuela

    Por qu actualmente no cesa de insistir la idea de que la escuela est en crisis? De

    qu crisis hablamos? Algunos autores sealan que la escuela est en crisis desde la

    Primera Guerra Mundial; para otros, la escuela entra en crisis cuando se hace masiva.

    Otros, en cambio, aseguran que crisis es la situacin que hoy vivimos como producto

    de las mutaciones de las coordenadas que estructuraban la escuela, misma que no

    sabemos cmo entender y abordar. Por su parte, otros autores sostienen que lo que

    est en cuestin es la eficacia que la escuela tuvo para producir determinado tipo de

    sujeto (el ciudadano); tal eficacia se produca, al menos en cierta parte, en la situacin

    de la escuela como un espacio cerrado, donde parecan estar claramente establecidas

    las fronteras entre el adentro y el afuera escolar. Hoy el afuera penetr los muros de la

    escuela y comenz a percibirse en el terreno educativo con un mayor peso y mayor

    influencia sobre la funcin de la escuela en la educacin de los(as) nios(as) y los

    jvenes.

    El peso del adentro y el afuera en nuestras sociedades ha abierto las puertas a la

    pregunta sobre cul es la relacin que existe entre las condiciones de vida de los(as)

    nios(as) y jvenes y sus posibilidades de aprendizaje. Esta pregunta no formaba

    parte de las preocupaciones educativas en los orgenes de los sistemas escolares o al

    menos no se haca desde los supuestos que hoy formulamos en torno a esta cuestin.

    Las respuestas que actualmente se brindan a esta pregunta son mltiples y, de algn

    modo, tienen efectos en las prcticas cotidianas ligadas a la enseanza y a la funcin

    de la escuela. El reclamo de la cantidad de maestros(as) frente al estado de

    desnutricin o abandono que tienen los(as) alumnos(as), as como las dificultades que

    esto conlleva para hacer efectivo su aprendizaje constituye un claro ejemplo de cmo

    la tarea de educar es percibida como una accin que se encuentra limitada por ese

    contexto desfavorable.

    1 Fragmentos seleccionados del texto: Serra, M. S. y Canciano, E. (2006). Las condiciones de enseanza en contextos crticos (1 ed.). Buenos Aires: Ministerio de Educacin, Ciencia y Tecnologa de la Nacin. Consultado el 14 de julio de 2014 de http://portal.oas.org/LinkClick.aspx?fileticket=jl4tTlZ9lng%3D&tabid=1896

  • Ahora, bien, esta forma de pensar la relacin entre las condiciones de enseanza y los

    contextos crticos puede ser puesta en cuestin si se asume que, aun cuando el

    escenario social sea difcil y hostil, la escuela puede ser un espacio donde se generen

    condiciones de amparo y abrigo para los(as) nios(as) y adolescentes, y para los(as)

    docentes y las familias de estos(as) jvenes.

    Nos gustara invitar a reflexionar acerca de que las condiciones de la enseanza no

    estn dadas, ni son determinadas lineal e irrevocablemente desde el exterior de las

    escuelas o por el contexto social de pertenencia de los(as) alumnos(as), y a interrogar

    acerca de las posibilidades y alternativas que se abren si pensamos qu papel le toca a

    los(as) educadores(as) en la produccin de las condiciones de enseanza.

    Representaciones sobre la pobreza en la tarea de ensear

    Cmo es que el docente llega a ser tal? Cmo es que el docente llega a encarnar la

    autoridad del Estado para, desde all, ejercer la funcin de la enseanza? Si bien la

    figura del maestro es previa a la consolidacin de los Estados como los nuestros,

    los(as) maestros(as) pasan a ser una figura central en las instituciones educativas

    cuando empiezan a ser sostenidos por el Estado a travs de la alianza que ste

    establece con las familias. En el tcito acuerdo que la familia y el Estado celebran, por

    el cual la familia delega en un espacio extrafamiliar cierta porcin de educacin, es

    donde puede ubicarse el reconocimiento de la autoridad y la legitimidad del Estado

    para educar, hacerse cargo y cuidar a los ciudadanos. La posibilidad del

    desplazamiento de la tutela de los(as) hijos(as) desde los padres a las escuelas parte

    del principio de que la familia sola no puede ofrecerle al nio todo lo que ste necesita

    para su educacin. Aquello que la familia no puede ofrecer, s puede hacerlo quien

    posee saberes especficos: el docente.

    En el presente esta funcin ha sido tan afectada como lo fue el sistema educativo en

    su conjunto, con el agregado que en las escuelas, la exclusin, la pobreza y las

    turbulencias de los tiempos actuales se hace sentir en cada relacin pedaggica.

    (s. a.). (s. f.). Nia estudiando [fotografa].

    Tomada de: http://sociologiayteorias.blogspot.mx/

  • Los maestros de hoy frente a la pobreza

    La relacin entre escuela y pobreza ha adquirido en las ltimas dcadas otros

    significados, otras respuestas y otras preguntas. Pobreza y educacin son una relacin

    ms compleja que nos exige interrogarnos acerca de las concepciones y posturas que

    actualmente se estn sosteniendo alrededor de lo que la escuela puede y no puede

    hacer frente a la fragmentacin social. En este contexto, una de las cuestiones a

    pensar es que el problema hoy no es la expansin cuantitativa de la educacin, sino

    cmo ofrecer condiciones de enseanza que contribuyan a disminuir los elevados

    ndices de repeticin y desercin que se observan en la educacin bsica y media.

    Dicho de otro modo, ya no se trata del acceso al sistema educativo por parte de un

    grupo que qued afuera, sino de cmo ofrecer una educacin enriquecida

    simblicamente para todos para, as, sostener la permanencia en el sistema. Esta

    situacin ha dado lugar al perverso dilema retencin-calidad.

    El riesgo que trae la pobreza

    En el marco de la relacin educacin-pobreza emerge la nocin de riesgo. Esta

    nocin aparece nominando a un colectivo de sujetos provenientes de sectores de

    pobreza, para quienes se considera que la educacin comn es insuficiente o

    inadecuada previamente a cualquier intervencin pedaggica y basndose en los

    factores de riesgo que se construyen a partir de la vulnerabilidad del grupo social por

    sus condiciones socioeconmicas de vida.

    En este marco, la nocin de alumno creada por el proceso de escolarizacin pierde

    consistencia; a ella se antepone la idea de que el nio que vive en condiciones de

    pobreza es, centralmente, un nio en riesgo social. Esta nueva condicin habilita el

    diseo y la justificacin de circuitos diferenciados incluso dentro de la escuela comn,

    donde el circuito de la pobreza tiene como comn denominador la carencia, la cual, por

    un lado, slo se sostiene y, por otro, interrumpe la idea del margen de indeterminacin

    que existe entre un sujeto y su futuro en la educacin comn.

    Entonces, la inversin es la siguiente: se determina de antemano cmo es el otro,

    cules son sus caractersticas, es decir, a qu grupo pertenecer segn indiquen los

    factores de riesgo y, posteriormente, se estima cules debern ser los modos de

    intervencin pedaggica adecuados segn sus caractersticas.

    Este modo de pensar la relacin entre educacin-pobreza nos coloca, por un lado, ante

    el quiebre del imaginario que defenda una educacin comn e igual para todos

    los(as) nios(as) y, por otro lado, ante la idea de que la condicin de pobreza inscribe

    en el cuerpo de los sujetos marcas que pueden llegar a ser del orden irreversible.

  • Las operaciones pedaggicas presentes sobre los contextos crticos

    Las perspectivas pedaggicas basadas en el supuesto de que la pobreza determina las

    posibilidades de aprendizaje de los(as) alumnos(as) colocan en el centro de sus

    preocupaciones la idea de que, ante la educacin de los(as) nios(as) provenientes de

    sectores carenciados, se tiene que recurrir a estrategias especiales que vengan a

    operar sobre esa falta, carencia o defecto, con el fin de reducir la distancia que media

    entre quienes tienen este dficit y quienes se ubican del otro lado de la lnea, en el

    lugar de la normalidad.

    A qu se refiere en este contexto la nocin de dficit? En primer lugar, la nocin de

    dficit es definida como una distancia negativa en relacin con un parmetro de

    normalidad establecido; en efecto: el dficit se inscribe como carencia, deficiencia,

    incapacidad, retraso o inferioridad.

    Existen criterios que definen antes de cualquier intervencin educativa quin es el

    otro (un sujeto deficitario que est en riesgo social) y qu tipo de abordaje

    pedaggico debe recibir. Esta forma de interpretar la relacin educacin-pobreza

    opera desde el criterio de normalizacin y desde una relacin con el otro que se fija en

    el criterio de mismidad. Qu significa esto? Significa que lo que se plantea es que

    los(as) nios(as) que viven en condiciones de pobreza siempre son otros: es el otro

    el que no se comporta como nosotros, el que vive otra vida, el que tiene otros

    cdigos y requiere de estrategias especiales.

    Esta visualizacin de la pobreza implica la emergencia de nuevas formas de

    inclusin/exclusin en la medida que se pone en marcha una serie de operaciones que

    convalidan la ruptura de la impronta comn del sistema educativo pblico y legitiman

    la fragmentacin y estratificacin de la educacin escolar. En este sentido, el

    cuestionamiento ms radical se dirige a aquellas perspectivas que insisten en definir

    (de antemano a todo acto educativo) cualquier relacin con el otro: quin es el otro y

    cules son sus caractersticas, como si las respuestas permitieran operar de un modo

    ms eficaz sobre el sujeto y su constitucin.

    Ahora, bien, acaso esa definicin previa no interviene ya en los resultados de la

    operacin pedaggica? Cuestionar e interrumpir estas conc epciones es uno de los

    caminos para comenzar a pensar la educacin en contextos de pobreza desde otro

    lugar. Se trata de preguntarnos por el posicionamiento que asumimos frente al otro y

    sus aprendizajes, pero tambin por las mltiples posibilidades que ofrecemos para que

    la enseanza pueda suceder. En este sentido se torna imperativo cuestionar las

    miradas deficitarias sobre los(as) nios(as) y romper las cadenas de interpretacin

    causales que enuncian pobreza-deficiencias-carencias. All se juegan nuestras formas

    de vincularnos con los otros, pero tambin con el trabajo de ensear.

  • Cuando se habla de nios(as) en riesgo social o en riesgo escolar, o de escuelas

    ubicadas en zonas de riesgo, a menudo suele proponerse una serie de prcticas

    ordenadas en torno a la nocin de prevencin, en tanto accin confiable que puede

    traernos gran parte de la solucin de los problemas que son visualizados como propios

    de los sujetos. Interrogar esta nocin puede contribuir a mostrarnos algunos de los

    efectos que produce en el terreno educativo.

    (s. a.). (s. f.). Nios estudiando [fotografa].

    Tomada de: http://chicama.pe/2011/10/

    Esta transicin significa una nueva forma de concebir a los sujetos y las modalidades o

    estrategias de intervencin social. En las ltimas tres dcadas se ha venido dando un

    proceso de autonomizacin de la nocin de riesgo respecto a la de peligro,

    acompaada de una nueva modalidad de trabajo. La novedad consiste en el abandono

    de las intervenciones de modalidad directa, que se ocupaban del sujeto o del individuo

    concreto, y su reemplazo por la construccin de un flujo de poblacin a partir de la

    articulacin de factores abstractos factibles de producir un riesgo.

    Ahora, pre-venir es anticiparse a lo que est por venir, a lo que vendr. As pues, la

    prevencin es solidaria de la idea de potencialidad (en el sentido de latente) en cuanto

    a que el otro puede ser potencialmente un delincuente, un nio en riesgo o un sujeto

    peligroso. Desde esta lgica, quienes viven en condiciones de pobreza se convierten en

    sujetos potencialmente delincuentes, potencialmente peligrosos, potencialmente

    desertores del sistema escolar. Pensar una educacin que se posicione para evitar

    esos riesgos implica, por un lado, reubicar el lugar social de la educacin (ahora para

    prevenir el orden social ms que para instituirlo) y modificar el sentido de la operacin

    pedaggica, reduciendo lo que tenga que ver con habilitar, incluir a un colectivo o

    igualar. Si se establece de antemano quin es el otro y lo que podr o no podr

    hacer en el futuro, entonces la educacin se encuentra emparentada con aquellas

    prcticas anunciadoras de pronsticos. En este sentido, la educacin se vuelve

    prevencin (antes que transmisin de la cultura) y procura orientar o asignar un modo

    diferencial de atencin incluso dentro del mismo sistema educativo.

  • La formacin docente y su papel

    A la hora de pensar en las respuestas que el sistema educativo posee para abordar los

    interrogantes que plantea la agudizacin de la pobreza y de las desigualdades sociales,

    la formacin docente se constituye en uno de los eslabones de este sistema sobre el

    que, en ltima instancia, mayores interpelaciones recaen. Cmo se estn formando

    los docentes? Se encuentran preparados para educar en los difciles contextos de

    pobreza? Cul es la formacin que los docentes deberan recibir para trabajar en

    condiciones sociales tan adversas? Se trata de disear estrategias de formacin

    especficas para educar en contextos de pobreza? Qu problemas y tensiones se

    abren cuando esta interrogante se instala en el imaginario educativo? Con la intencin

    de atender estas preguntas han surgido en los ltimos aos innumerables estrategias

    de capacitacin y formacin docente que asumen que los contextos de pobreza

    implican una formacin puntual y especfica.

    Es as como, por ejemplo, presenciamos la emergencia de especializaciones que se

    dedican a capacitar maestros(as) que trabajan con alumnos(as) en riesgo, lo cual

    marca un punto de inflexin en el tratamiento de las condiciones socioeconmicas

    adversas del alumno. Pero, es la pobreza un rasgo que debe tenerse en cuenta a la

    hora de ensear? Qu supuestos se sostienen cuando se propone una asignatura

    como Didctica de la Matemtica para contextos de pobreza? La enseanza de la

    matemtica requiere de mtodos y estrategias diferentes segn la condicin social de

    quien aprende?

    Lo que se pone en juego es que para ensear en contextos de pobreza, los docentes

    deben poseer una formacin especfica que les otorgue conocimientos acerca de lo que

    el pobre es. Se construye as la idea de que la formacin docente tal como est

    diseada no es suficiente para abordar el problema y se proponen asignaturas que

    sealan la inscripcin de la pobreza en la naturaleza del alumno, en cuanto a que se

    postulan saberes cientficos a travs de los cuales se pretenden describir las

    caractersticas especiales del grupo social individualizado; se enfatiza la construccin

    de un patrn biolgico y psicolgico en cuanto a que pobre es el otro, y sobre qu

    puede y qu no puede debido a su contexto social de pertenencia.

    En consecuencia, la insistencia por una supuesta especificidad que la pobreza trae al

    terreno de la educacin tambin significa una ruptura respecto a la ficcin igualitaria

    sobre la cual estaba estructurada la educacin escolar en la modernidad. La educacin

    funcion como la que poda hacer con el otro una cosa diferente de lo que era. La

    educacin de ahora no sostiene una ficcin igualitaria, por lo que recorta el futuro a

    ese otro pobre. La exclusin que esta inclusin conlleva es negarle, por su pertenencia

    a un determinado sector social, el acceso a la cultura comn, al sistema comn o

    simplemente a otro mundo que la educacin pudiera traer consigo.

  • Es posible que el reconocimiento de la pobreza no obstaculice la posibilidad que trae

    consigo la enseanza de habilitar al otro a conocer otros mundos, transformarse y

    habilitarse a ser diferente? La escuela como lugar de transmisin de la herencia

    cultural y de formacin de las nuevas generaciones tiene la funcin de ofrecer

    herramientas valiosas que les permitan a los(as) nios(as) y los jvenes comprender el

    mundo, analizar las situaciones sociales que da a da nos atraviesan y participar en la

    interaccin con los adultos educadores en la construccin de trayectorias de vida ms

    inclusivas. Resulta imprescindible entonces apostar por una experiencia escolar que

    recupere, tanto para los(as) estudiantes como para los(as) docentes, un encuentro

    productivo con el conocimiento a travs del cual se habiliten nuevas preguntas y se

    brinden otros saberes. La formacin docente tiene que nutrirse de los enfoques y

    aportes que buscan problematizar las miradas educativas que tienden a criminalizar,

    culpabilizar, discriminar y estigmatizara los sujetos que viven en condiciones de

    pobreza. As sera posible que la escuela sea un espacio para debatir cmo han sido

    definidos los sujetos que viven en condiciones de pobreza.

    Enseanza escolar y enseanzas extraescolares

    La escuela fue la institucin que a lo largo del siglo XX se encarg de la transmisin de

    la cultura de un modo casi hegemnico, operando con una lgica anloga a otras

    instituciones del Estado como las de la salud, las policiales y las ligadas al tratamiento

    del delito, desplazando otras estrategias que funcionaban socialmente en muchos

    casos en pos de ofrecer la misma alternativa de educacin a todos los sujetos.

    Hoy, esa hegemona est siendo desplazada, no slo por el desarrollo de formas

    alternativas de acceder al conocimiento ligadas con la tecnologa, por ejemplo, sino

    tambin por la transformacin del gesto del Estado (en estos tiempos corrido de una

    voluntad nica). Actualmente el problema no es que el Estado se haya debilitado o

    haya desaparecido, sino que ha cambiado su forma, ya que la responsabilidad por los

    derechos del conjunto de los ciudadanos no se toma en los mismos trminos que

    antes. En este escenario el afuera de la escuela crece da a da.

    Para enfrentar los contextos de pobreza existen polticas pblicas nacionales, estatales

    y municipales, que al mismo tiempo y de modo diferenciado se dirigen a los(as)

    nios(as) desde distintas miradas; a estrategias de aprendizaje como modo de

    insercin social; a combinar insercin laboral, social y educativa; y a poner en juego

    estrategias pedaggicas para el tratamiento de chicos y jvenes en problemas con la

    ley. El espacio es muy amplio y va ms all de la escuela, aunque en muchos casos

    trabaja con ella, la suma o simplemente supone su presencia. Si bien la escuela ha

    desarrollado formas especficas ligadas con la educacin de la infancia y la juventud,

    las acciones dirigidas a la comunidad con estrategias educativas ms all de la escuela,

    y cada vez ms numerosas, desarrollan sus propias modalidades de transmisin.

  • A modo de conclusin

    Parte de los desafos consiste en trazar o esbozar aquellas convicciones para poder

    anclar los horizontes de nuestras prcticas de enseanza y que, a modo de medios de

    orientacin, se constituyan en marcos de referencia o herramientas que contribuyan

    para poner bajo sospecha las miradas que tenemos sobre los(as) nios(as) y sobre los

    futuros que ofrecemos en la tarea cotidiana de ensear.

    Junto con lo anterior, se trata de trabajar e instalar en las instituciones discusiones

    acerca de cmo construir hoy condiciones de enseanza basadas en la igualdad: cmo

    hacer de la escuela un lugar de disputa de las injusticias y desigualdades sociales, por

    qu y desde dnde rechazar el conformismo y esa sensacin de que nada se puede

    hacer. Si por enseanza entendemos ese acto poltico de poner a disposicin de las

    nuevas generaciones la herencia cultural que las habilite a apropiarse de los

    interrogantes de este mundo y a elaborar los propios, nuestra responsabilidad se juega

    en esa brecha simblica, imaginaria, que cada da procuramos abrir para dar un lugar

    a nuevas experiencias y al encuentro con mundos hasta entonces desconocidos.

    Todo esto da cuenta de la importancia que tiene para los(as) nios(as) contar con

    maestros(as) que cada da los reciben para ensearles cmo es el mundo y, a travs

    de ese gesto, abrir nuevos horizontes para ellos. Seguramente ello no implica pisar

    siempre un terreno seguro; al contrario, seguramente supone la difcil apuesta de

    sostener, como constitutivo o inherente a todo vnculo educativo, la posibilidad de

    dudar, tener incertidumbres, a veces dolor e inseguridades, as como interrogantes sin

    respuestas certeras acerca de los alcances y posibilidades de la relacin educativa.

    Ensear supone rechazar las comprensiones moralizantes y dictaminadoras de lo que

    debe ser y de lo que es la escuela, para en cambio trabajar sobre la perplejidad que

    nos produce hacerlo en el actual escenario educativo. A su vez, exige sostener la

    confianza como modo de vinculacin vital entre educadores(as) y alumnos(as), como

    una hiptesis sobre la conducta futura del otro que concierne al futuro. La confianza

    es una experiencia inicial y determinante para el ser hablante y deseante por la simple

    y sencilla razn de que no puede elegir. Se trata entonces de responder a la confianza

    del nio dando confianza. El no poder del nio es la causa o la razn de su

    desconfianza, pero la ofrenda que el adulto hace confiando en el nio es lo que le

    permite creer en sus capacidades.

    (s. a.). (s. f.). Nios en escuela [fotografa].

    Tomada de: http://sanluisatiempo.com/?p=1384