ensayo sobre vita - a zone of social abandonment

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Repensando el abandono Catarina es una mujer joven y sin embargo envejecida por las experiencias que le ha tocado vivir en la vida. Catarina tiene una energía vital que se niega a extinguirse pero que se apaga poco a poco de forma inevitable. Catarina es una madre, hermana y novia, con ganas de salir al mundo, vivir enamorada, tener otro hijo, pero con su movilidad restringida por una enfermedad degenerativa y por los límites de Vita, el lugar ultimo de su abandono. “Espasmo cerebral Espasmo corporal Reumática Paralizada” “Sangre dulce Azúcar en la sangre Perfume Olor Y ciencia Yo te seduzco” Catarina es la persona que conoció João Bielh, el antropólogo brasilero profesor de la universidad de Princeton, que buscando investigar sobre el Sida en Brasil se encontró con Vita, una “zona de abandono social”. En este lugar se encontraban los seres humanos enfermos, locos, pobres y olvidados, aquellos en quienes las familias perdieron la fe y de quienes el Estado se desentendió. En estas personas, subjetivadas como perdidas e inservibles, solo unos pocos encuentran algún interés: un trabajo para él enfermero y el administrador, una fuente de recursos económicos para la familia que se queda con lo poco que tenía el enfermo, o un sujeto de investigación etnográfica para un antropólogo. Vita es una palabra en latín que en español significa “Vida”. Para João Bielh esto es un contrasentido, pues en Vita las personas son dejadas para que mueran. Vita es una especie de muerte en vida, una tumba abierta de la que no se puede salir y donde los enfermos se encuentran en condiciones tan infrahumanas que en ocasiones resulta imposible retratarlos con una cámara. Pasados los años Vita cambia un poco, los administradores son reemplazados, algunos de los pacientes son rehabilitados, hay nueva infraestructura. Sin embargo hay algo que no cambia, y es aquella sección donde las personas no tienen oportunidad de ser regresadas a sus familias, a su vida social, a su condición de ciudadanos. Esta condición está marcada por el hecho de que no hay familias a donde regresar, porque aquellos que fueron hijos, esposos, padres y amigos están ahora Abandonados. Allí esta Catarina, la persona a través de la cual el antropólogo encuentra la Vida que parecía perdida en Vita, con quien aprende sobre el lugar, sobre los otros pacientes, sobre las amistades y los amores que se encuentran en el abandono, sobre las imágenes y representaciones de la locura, la enfermedad y la pobreza.

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Ensayo de reflexión sobre el abandono a partir del libro de Joao Bielh

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Page 1: Ensayo sobre VITA - a zone of social abandonment

Repensando el abandono

Catarina es una mujer joven y sin embargo envejecida por las experiencias que le ha tocado vivir en la vida. Catarina tiene una energía vital que se niega a extinguirse pero que se apaga poco a poco de forma inevitable. Catarina es una madre, hermana y novia, con ganas de salir al mundo, vivir enamorada, tener otro hijo, pero con su movilidad restringida por una enfermedad degenerativa y por los límites de Vita, el lugar ultimo de su abandono.

“Espasmo cerebralEspasmo corporal

ReumáticaParalizada”

“Sangre dulceAzúcar en la sangre

PerfumeOlor

Y cienciaYo te seduzco”

Catarina es la persona que conoció João Bielh, el antropólogo brasilero profesor de la universidad de Princeton, que buscando investigar sobre el Sida en Brasil se encontró con Vita, una “zona de abandono social”. En este lugar se encontraban los seres humanos enfermos, locos, pobres y olvidados, aquellos en quienes las familias perdieron la fe y de quienes el Estado se desentendió. En estas personas, subjetivadas como perdidas e inservibles, solo unos pocos encuentran algún interés: un trabajo para él enfermero y el administrador, una fuente de recursos económicos para la familia que se queda con lo poco que tenía el enfermo, o un sujeto de investigación etnográfica para un antropólogo.

Vita es una palabra en latín que en español significa “Vida”. Para João Bielh esto es un contrasentido, pues en Vita las personas son dejadas para que mueran. Vita es una especie de muerte en vida, una tumba abierta de la que no se puede salir y donde los enfermos se encuentran en condiciones tan infrahumanas que en ocasiones resulta imposible retratarlos con una cámara. Pasados los años Vita cambia un poco, los administradores son reemplazados, algunos de los pacientes son rehabilitados, hay nueva infraestructura. Sin embargo hay algo que no cambia, y es aquella sección donde las personas no tienen oportunidad de ser regresadas a sus familias, a su vida social, a su condición de ciudadanos. Esta condición está marcada por el hecho de que no hay familias a donde regresar, porque aquellos que fueron hijos, esposos, padres y amigos están ahora Abandonados. Allí esta Catarina, la persona a través de la cual el antropólogo encuentra la Vida que parecía perdida en Vita, con quien aprende sobre el lugar, sobre los otros pacientes, sobre las amistades y los amores que se encuentran en el abandono, sobre las imágenes y representaciones de la locura, la enfermedad y la pobreza.

“Mi amorQue maravilloso fue soñar contigo

AnocheDormí un poco y soñé contigo

Apareciste sonriendo, extendiendo tu mano hacia míDe repente, en menos de un minuto, te transformaste”

La vida de Catarina intriga a João Bielh, quien se siente identificado con sus orígenes y se pregunta cómo es posible que alguien haya quedado en este estado de ex humano. Durante varios años el antropólogo se mueve entre Princeton y Porto Alegre, y en este último se la pasa indagando cómo etnógrafo y de la mano de Catarina sobre las minucias ocultas de lo que significa Vita y las condiciones sociales que la llevaron allí a Catarina.

¿Qué causo Catarina? ¿Que causo a Catarina? Al leer el libro la indignación es el primer sentimiento que embarga al lector. El mismo sentimiento invade a João Bielh, él mismo dice que cuando hablaba con la familia de Catarina le era muy difícil trascender el asignar culpas y encontrar la bondad que Catarina atribuía a su

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familia. El libro nos enfrenta constantemente a la pregunta por el abandono ¿Cómo es posible abandonar a un miembro de la familia? ¿Cómo es posible que el Estado se desentienda de aquellos por quienes nadie responde?

“dólarReal

Brasil está en bancarrotaNo estoy para culparme

Sin un futuro”

Por más que el autor intenta no quedarse en atribuir culpas y aunque hace una profunda reflexión sobre cómo la condición de Catarina es paradigmática de una estructura familiar, médica y política, es inevitable no sentir en sus palabras una desazón y un reproche por lo que Catarina debió ser y no pudo ser. Qué difícil es ver el mundo sin representar nuestras propias condiciones sociales y morales. Que difícil para João Bielh, quien salió de Brasil y se convirtió en un académico respetado en Princeton, quién hace parte de una pareja que se ama y se respeta, quien vive ahora en un país donde los discapacitados reciben pensiones del Estado, entender qué pasó con Catarina. Es imposible no ver lo peor de la sociedad en la historia de Catarina y el reflejo de las más complicadas condiciones a las que puede llegar una familia. Es imposible no sentirse profundamente afectado por una persona que quiere más de la vida pero que no puede salir de donde fue abandonada.

“Nada está muertoEsta acabado

Yo no quiero quedarme aquíYo quiero vivir con mis hijos

Cuando mis hermanos lleguenYo quiero dejar este lugar

Yo no quiero ser engañada por Dios por tercera vezSer la cruz de cada uno de los actores”

Catarina nos lleva a pensar en esas historias sobre los espartanos que mataban a los recién nacidos deformes, o las “tribus” indígenas donde abandonaban a ancianos que ya no podían trabajar. Estas son historias, seguramente verdaderas, que llaman la atención sobre la crueldad humana y al mismo tiempo sobre lo que colectivamente se hace para sobrevivir. ¿Será que la historia de Catarina nos hace pensar en una falta de humanidad, pero que realmente es la condición humana misma? Alguien dijo alguna vez que todos somos unos potenciales genocidas en las circunstancias adecuadas y Catarina en Vita es el resultado de estas circunstancias.

Toda la historia de Catarina, en la forma en que es narrada por el antropólogo nos lleva a pensar que ella no debería haber terminado en las condiciones en que terminó. Su enfermedad genética y un posible desorden del comportamiento requerían un tratamiento muy distinto a las constantes hospitalizaciones, a la sobremedicación psiquiátrica y finalmente a su muerte social anticipada en Vita.

“AsiloLaboratorio

FarmaciaFarmaceutaYo y la cura”

Luego del repudio que genera la situación y que evidentemente invade al antropólogo al pensar en la indiferencia de la familia, es importante recordar algunos elementos de la historia para pensar en las circunstancias, en Catarina como producto de estructuras sociales, en estos ex humanos habitantes invisibles del mundo que habitamos.

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En primer lugar, Catarina es una mujer del campo que migra a la ciudad muy joven y en busca de empleo en fábricas de zapatos. La migración es producto de la oleada de industrialización en los países pobres que atrae mano de obra campesina barata a vivir en condiciones precarias a las ciudades en pro del crecimiento económico del país.

Catarina estudió hasta cuarto de primaria, sabía leer y escribir. De hecho hacía una forma particular de poesía, lo que sorprende al antropólogo desde el comienzo porque seguramente él también pensaba que en semejante lugar no podía haber nada similar. Pero Catarina no tenía conocimientos más allá de su propia experiencia sobre sus derechos civiles, sobre medicina, sobre el sistema de salud, ¿cómo defenderse sin elementos para argumentar más allá de su conciencia de sí misma?

“Catarina está sometidaA ser una nación en pobreza

Porto AlegreSin un heredero

SuficienteYo termino”

Lo mismo aplica a su esposo, a sus hermanos, a sus vecinos, probablemente todos demasiado ocupados por sobrevivir económicamente como para indagar más allá del sentido común construido en las representaciones de lo normal. En ese contexto Catarina, casada a los 18 años, tuvo tres hijos, a los cuáles había que cuidar y alimentar. La presión es evidente, incluso para parejas clase media o con dinero, ahora hay que imaginar a una familia pobre, donde la madre comienza a sufrir problemas al caminar y dolores inimaginables.

“Invalida en las piernasReumática en la cabezaParalizada en los brazosMuñeca desarticulada

Pies rotosDolor

Espasmo”

Todo empeorado en una sociedad profundamente machista, donde el hombre a menudo tiene otras mujeres, donde la mujer carga no solo con el nuevo rol de trabajar y traer dinero al hogar sino además con el rol tradicional de cuidar a sus hijos. Socialmente se esperaba que Catarina cumpliera un rol subordinado que para el antropólogo es evidentemente injusto y desigual pero que para el entorno social donde creció Catarina tenía sentido casi como naturaleza incuestionable.

“MujerSirviente

La sierva de DiosYo serví al pene

Y partíYo serví a un hombre

Mi padreYo soy necesitada

Yo soy legal”

Así, en un contexto de pobreza y de profunda violencia doméstica, sintiendo cómo su cuerpo reacciona cada vez peor ante una inminente enfermedad de la que vio morir a su madre, Catarina comienza a poner temas extraños de conversación, a escuchar voces, a tener cambios repentinos de humor, insomnio, a mostrar poco de cuidado de sí misma y de la casa, a expresar sus ganas de abandonar al marido, y finalmente a pasar días y noches divagando por las calles. Probablemente se trataba de un desorden del comportamiento o de una

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depresión posparto, enfermedades bastante comunes que sin embargo fueron interpretadas por la familia y los amigos como Locura.

“Un nudo en los intestinosUn error medico

Una peleaUn cuchillo en la barriga

PrematuroNacido fuera de tiempo

Fuera de tiempo, fuera de razónEl tiempo ha pasado

El color del bebe ha cambiadoNo respiraSe sofoca

La madre del bebé”

Ante estos comportamientos la Locura era el marco conceptual con el que contaban las personas alrededor de Catarina, demasiado ocupadas en sus propios asuntos, para explicar la difícil situación. El Estado suministraba la posibilidad de llevar al familiar a que fuera hospitalizado psiquiátricamente, allí recibía atención hasta que pasaba la crisis y la persona regresaba a la “normalidad”. Seguramente la familia pensaba al comienzo que algunos días serían suficientes, que Catarina se iba a curar mientras siguiera el tratamiento y que mientras el Estado la cuidaba en su episodio de locura, ellos iban a poder seguir trabajando y lidiando con un difícil día a día donde si no se trabaja no se come.

Y así comienza el viaje psiquiátrico de Catarina, que como mencionó un amigo psiquiatra al antropólogo una vez comienza, difícilmente la persona puede desligarse de esta identidad psiquiátrica que se le asigna. Desde el primer espacio hospitalario Catarina quedó sometida al tratamiento de los trabajadores urbanos pobres, una psiquiatría estandarizada, con pocos diagnósticos y pocas drogas disponibles, economizadora de recursos, con hospitales rebasados en su capacidad. Posteriormente abandonada a una psiquiatría que buscaba que la familia asumiera el cuidado del paciente. Lo que parecía una idea muy humana de atención integral, en la práctica asignaba una responsabilidad extra a quienes no querían, no sabían o no podían lidiar con la situación. Los medicamentos disponibles se convirtieron entonces en la respuesta a todo problema y sedar al enfermo la mejor forma de desentenderse y deshacerse de los arrebatos de violencia y delirio que probablemente los mismos medicamentos causaban.

“Yo quiero irme y nunca más ser tratada por el EstadoPor las mujeres de esta ciudad

Por Jandir LuchesiSentencia de muerte

Aquí estoy siendo expulsadaYo no tengo mi cuerpo para negocio

No soy una esclavaYo hago lo que puedo hacer”

La enfermedad física de Catarina y su locura nunca fueron vistas como parte del mismo problema. Otros enfermos en la familia no mostraban signos de locura, por lo que es al menos comprensible que ante la falta de conocimientos médicos estas dos dolencias no se asociaran. Cuando João Bielh pregunta a uno de sus familiares si no le hicieron a Catarina en el hospital un examen neurológico la respuesta es que seguramente que sí, pero probablemente la persona se preguntaba en silencio qué sería eso. Cuándo un hermano dice al resto de la familia que Catarina tiene una enfermedad neurológica, a todos les sorprende una explicación diferente a que estaba loca. La gente confía en los médicos, si dan una explicación satisfactoria, esta es suficiente.

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Las circunstancias de Catarina se desenvuelven poco a poco. No se trata de una conspiración malévola para abandonar a la persona y quitarle sus cosas, sus hijos y su identidad. Una cosa va llevando a la otra. Un circulo de personas presuntamente responsables por atender a un ser querido en dificultades comienzan a sentirse desesperados por la situación, a perder todo afecto por la persona, y a sentirse atemorizados de resultar con la responsabilidad de cuidar y mantener a un ser invalido socialmente. Algunos otros oportunistamente se hacen con los pocos bienes de la enferma que ya no puede cuidar de sí misma, y todos con excusas convincentes de su imposibilidad para hacerse cargo de ella, comienzan poco a poco a justificar la necesidad de que Catarina este lejos.

“Yo no merezco estar en una silla de ruedasVámonos al campo y planta

Mi amor”

“No hay lugar donde ponermeEstoy forzada a quedarme aquí

Porque no me puedo moverYo espero ser como era antes”

Una vez en Vita hay unas pocas visitas, están se espacian cada vez más en el tiempo hasta que son nulas. Catarina es abandonada. Catarina se vuelve parte del pasado. Un pasado incomodo que es necesario justificar culpando a la enferma, y que al hacerlo se logra continuar con las vidas cotidianas sin remordimiento, enfrentar sin cargas adicionales las dificultades propias de la condición social y hacer la vida sin la obligación de cuidar a una persona que ni produce ni es comprensible para los estándares de la normalidad.

João Bielh esperaba que al encontrar a la familia de Catarina y explicar sus intenciones lo rechazaran, sin embargo siempre es bienvenido. Oscar, quien lleva a Catarina a visitar a su familia se sorprende de cómo algunos la reciben con cariño y muestras de afecto. Ambos coinciden, y coincide también el lector, que ver en la familia a unos seres malvados y desalmados es más fácil cuando se conoce el abandono de Catarina en Vita que al hablar con estas personas normales que tienen familias, afectos y problemas como cualquier otro.

¿Qué hace la sociedad para que salga a la luz lo peor de las personas? No hay duda de que siempre hay bondad y maldad en cada uno de nosotros.

“Los abandonados son parte de la vida”

Por Susana Carmona

Referencia:

Biehl, João. Vita: Life in a zone of social abandonment. Univ of California Press, 2013.