ensayo película danton
TRANSCRIPT
Escuela de PsicologíaHistoria Social S. XX Vespertino
2do. Ensayo Película:
“Danton”
Andrzej Wajda
Nombre :Profesor :
María José Álvarez SepúlvedaLeopoldo BenavidesJunio 2010
1974, año II de La República.
Danton vuelve a París. El Comité de Salvación Pública dirigido por Robespierre (y
donde en su origen participara Danton) ha instalado el terror y la represión como
estrategia para mantener el orden social. Danton no está de acuerdo con esta forma de
manejar los asuntos de La República. Tampoco están de acuerdo sus más cercanos
amigos que constituyen el grupo de los Cordeliers y que enfrentan a través de la
denuncia y la propaganda los abusos del Comité.
La libertad, principio por el cual se levantara La Revolución, es puesta entre dicho.
Toda vía de expresión que cuestione el status quo es acallada. El Comité que ve en
Danton una amenaza a su poder, quiere detenerlo y matarlo, mientras Robespierre se
mantiene cauteloso, reconociendo el poder carismático de Danton frente al pueblo.
La película muestra las distintas alianzas que se tejen en nombre del bien común y
la necesidad de establecer un cambio al sistema que oprime y restringe las libertades. Se
tejen conspiraciones, las lealtades se ponen en juego. Todo es incierto en la lucha por el
poder, la vida puesta en juego hace temer y retroceder… hasta traicionar.
Aquí se nos presenta a Danton como el héroe ofrendado en sacrificio. El padre
mártir negado por la locura de la revolución que parece perder el propósito que la justifica.
Pero ¿quién es Danton? ¿Cuáles son los principios que defiende? ¿Qué lugar ocupa en
esta historia? ¿Dónde se asienta su origen?
Y aquel enemigo, cual judas traidor, ¿qué es lo que protege con esta ofrenda
sacrificial? Robespierre, protector del status quo, se presenta como defensor (por simple
precaución) de este héroe que otrora fuera considerado un igual y hoy se presenta como
un enemigo.
¿Dónde está, aquí, el juego por la Libertad? ¿Quién su defensor – protector?
¿Quién representa peligro o amenaza al ejercicio de su existencia?
“La Libertad consiste en hacer lo que no perjudica al prójimo”. Se hace manifiesto,
en la escena donde el niño aprende los artículos de la Declaración de Derechos, la
garantía de que el Estado es el único que tiene permitido el uso de la violencia como
forma de asegurar su defensa. Así, desde el comienzo de la película, queda de manifiesto
la instalación de un sistema de opresión y control.
“El despotismo prefiere matar a varios inocentes a que escape un culpable. el
Comité de Salud Pública lo sabe y restableció la República con la ley del déspota… creen
que la Libertad debe crecer entre gritos y llantos para madurar. Pero basta con desear la
Libertad para disfrutarla” – así señala “el viejo cordelero”. La Libertad de prensa se ve
amenazada, sometida, acorralada, silenciada, destruida por este régimen basado en el
control y el uso del terror como dispositivo. Los cordeleros, en la figura de Desmoulins,
llaman al alzamiento del pueblo, la rebelión contra la represión.
Robespierre interpreta este llamado como locura. Ve detrás de este anhelo de
libertad el peligro irracional que se sostiene en esta posibilidad de alzamiento la amenaza
a la existencia de todo por cuanto ha luchado: la libertad a través de la revolución
representada en La República. Su objetivo claro es defenderla, aun a costa de él mismo.
Se me presenta aquí la pregunta sobre lo legítimo ¿Qué es primero y más
importante, la libertad o el orden? Entre estos extremos se encuentra la lucha de la
Humanidad por definirse a sí misma. Esta tensión permanente entre lo que desea y lo que
necesita: Libertad y Norma (orden, control, ley). De este modo cabe también preguntarse:
la Libertad ¿Es sólo garantía si existe su opuesto? En medio se encuentra la tensión que
tiembla ante la situación peligrosa de cualquier extremo que sugiere el advenimiento de la
locura.
Robespierre, en su lucidez, advierte este peligro y sabe que la represión tiene
delante de sí un límite muy delicado con el desate de lo irracional que deviene en esta
promesa constante de rebelión con su consecuente masacre. La República guillotina esta
amenaza en cada rincón, y aún cuando resulta también en crimen, el respaldo de la
racionalidad y la mantención del orden lo justifican.
En medio de esta tensión es posible observar y comprender la existencia de los
distintos actores en esta convención: Montañeses, Girondinos, sans-culottes, los Comités,
y otros, que ocupan un lugar asumiendo una posición sobre este “estado de las cosas”
sostenido entre la Libertad y el Orden y las ventajas implicadas en cada una de estas
opciones.
¿Qué buscamos, Antoine?, pregunta Robespierre. “El triunfo de la Revolución”,
responde Antoine. Sí -retoma Robespierre- pero no a cualquier precio ¿para qué esta
carnicería? –se pregunta- Hay medios más simples –añade-. Y pregunta Antoine:
¿cuáles? Entonces se produce el silencio. Parece no haber salida.
Más adelante, Robespierre, advertirá frente al Comité de Salud Pública:
“la justicia es una virtud divina. El tribunal revolucionario no puede ser la justicia,
sólo es un arma para castigar a los enemigos de la Patria, pero no a los criminales”
Con ello señala el peligro de matar a Danton, a quién se presume como posible
cabeza de un alzamiento y posterior dictadura. Si matan a Danton, la burguesía se alzará
contra la Revolución, el pueblo dejará de creer en la Revolución. Entonces habrá que
gobernar con el terror.
Y ¿qué es el terror? Pues no es más que desesperación –dirá Robespierre-.
Ahora, una reflexión sobre los tiempos actuales: ¿quiénes serían hoy, en Chile, los
desesperados? No puedo dejar de preguntarme. En medio de toda la confusión entre el
terremoto, la reconstrucción del país y el cambio de los agentes en el gobierno (que hoy
se encargan de exponer todas las fallas que dejó el anterior conglomerado que detentara
el poder), se nos invita también a dudar, a desconfiar del otro (prójimo y conciudadano si
acaso así puede llamarse) que se suponía antes “mi igual”. Los medios de comunicación
que en aquella época sirvieran como instrumento de denuncia, hoy se presta como
instrumento de control y dirección de nuestro pensamiento a favor del poder. Pero esta
práctica de acusar a “mi igual” como una amenaza y un contrario, convirtiéndonos en una
verdadera policía que resguarda el interés de quién nos oprime, viene siendo instalada
por esos mismos que, una vez perdido el poder, quieren volvernos el rostro para “hacer
fratria”.
¿Les creeremos? Será que esta creencia, esta necesidad de creencia, se
sostenga en el deseo de estar seguros frente a la desesperación. Sea cual sea el terror
que elijamos, los enemigos que pretendamos, habrá que creerle a quién, mediante otro
terror, nos proteja del desorden, el desconcierto, el caos de la Libertad.