CONTENIDO

INTRODUCCIÓN ..................................................................................... 3

LA ESTRUCTURA METAFISICA DEL ENTE ....................................... 4

SUSTANCIA Y ACCIDENTES ............................................................. 4

LOS PREDICAMENTOS ....................................................................... 4

LA ESTRUCTURA DE ACTO Y POTENCIA EN EL ENTE ................ 5

LA ESENCIA DE LOS ENTES .............................................................. 5

EL PRINCIPIO DE INDIVVIDUACIÓN ............................................... 6

EL SER, ACTO ÚLTIMO DE LOS ENTES ........................................... 7

EL SUJETO SUBSISTENTE .................................................................. 7

LA PERSONA ..................................................................................... 8

CONCLUSIONES ..................................................................................... 8

INTRODUCCIÓN

Ha sido esa inquietud sostenida del hombre por alcanzar un saber último y universal acerca de la realidad; el estimar que se está sometido a un destino ciego o estar sujeto a un fin previamente establecido por una Principio supremo; lo que llevó al estudio de todas esta cuestiones, constituyendo así, un único saber al que se denominaba filosofía.

Fue el desenvolvimiento del pensamiento en la investigación de diversos fragmentos de la realidad lo que fue constituyendo y distinguiendo las ciencias particulares de la metafísica. Por tanto, reconocemos a la metafísica como la ciencia que estudia lo que es en cuanto que es, al ente en cuanto ente. Las demás ciencias estudian lo que es, lo que tiene ser (ente) en cuanto que es un determinado tipo de ente. La metafísica lo estudia, antes, en cuanto que es ente.

Si toda ciencia es conocimiento de las causas de lo que es, también la metafísica es un conocimiento de causas, y precisamente de los principios y de las causas del ente en cuanto ente. Preguntarse por esto es hacerlo sobre lo primero y fundamental; planteamientos tales como: “¿qué es la vida?”, “¿qué es la cantidad?”, “¿en qué consiste conocer, ver, sentir?”, “¿en qué consiste ser?”, “¿qué es causar?”, “¿cuál es el sentido del universo?”, “¿qué es la verdad?”, etc. A la metafísica le interesa todo, pero todo en cuanto tiene ser, el ente en cuanto ente.

El término ente ( en latín ens) es el participio presente del infinitivo ser (esse). Si al que estudia se lo llama estudiante y al que piensa pensante, al que es, se lo llama ente. El participio presente designa a un sujeto en ejercicio de un acto.

El ente en cuanto ente es inteligible para la razón: al percibir algo nuestro entendimiento comprende en forma inmediata “esto es”. No quiere decir esto que el simple uso espontáneo de la razón baste para hacer metafísica; ni alcanza para ninguna otra ciencia. La gran complejidad en la metafísica se debe a su función orientadora en el mundo de la ciencias, en cuanto es la cumbre del saber. Sea entonces nuestro punto de partida la enunciación de Santo Tomás sobre el acto de ser: “El ser es lo más perfecto de todo (...), es la actualidad de todos los actos (...) y la perfección de todas las perfecciones” (De potentia, q.7, a.2, ad 9).

LA ESTRUCTURA METAFISICA DEL ENTE

SUSTANCIA Y ACCIDENTES Una vez considerada la naturaleza y establecer la noción del ente, la metafísica estudia las diversas modalidades de entes que se dan en el universo; entre las que destacan los accidentes y la sustancia, que son los modos fundamentales del ser (los predicamentos) a los que puede reducirse toda la realidad.

La realidad que se manifiesta de continuo ante el hombre es algo cambiante, múltiple, diversificado. Las cosas aparecen, cambian, desaparecen. Desde la antigüedad los grandes filósofos ha adoptado posturas que van desde un cambio de orden absoluto, donde todo cambia y por tanto, nada hay igual; hasta considerar ese cambio como algo aparente, ilusorio o irreal.

Pero tanto el ejercicio espontaneo de la inteligencia, como la metafísica, coinciden casi siempre en afirmar que todo cambio supone un sujeto fijo; que en las cosas sensibles se registra el cambio y a la vez la permanencia de algo. Así pues, una mutación ese sustrato permanente y estable es la Sustancia; mientras que los Accidentes vienen a ser unas perfecciones secundarias y mudables.

La sustancia determina precisamente el contenido fundamental de las cosas, les hace ser lo que son, los accidentes, por el contrario, dependen del núcleo sustancial y son determinaciones suyas. Dicho de otra manera: es el sujeto al cual sobrevienen los accidentes, accidente es lo que sucede o adviene. La substancia es lo subsistente en lo que todo lo demás se sujeta. Cabe señalar que la distinción real de sustancia y accidentes no destruye la unidad del ente, pues no son varios entes que se unen para formar un conjunto, dado que no se an accidentes sin sustancia, ni sustancia sin accidentes.

Nuestro entendimiento parte de los accidentes sensibles, concebidos como determinaciones de algo que tiene ser; propiedades que nos llevan a conocer la esencia; y a su vez, captamos los accidentes como derivados de esa sustancia, obteniendo así un conocimiento superior de ellos. Este proceso no se cumple en una sola vez, sino que es iterativo; un ir y venir de los accidentes a la sustancia y de la sustancia a sus expresiones accidentales, logrando gradualmente un conocimiento más profundo de una y de otros.

LOS PREDICAMENTOS Los modos fundamentales de ser a los que se reduce toda realidad son la sustancia y los accidentes. La sustancia junto con los nueve tipos de accidentes, constituyen los diez géneros supremos del ente llamados Predicamentos, los cuales nos son más que la descripción de los modos reales del ser.

Los nueve géneros de accidentes se pueden agrupar según su esencia, es decir, según el modo particular en que afectan la sustancia como sigue:

LA ESTRUCTURA DE ACTO Y POTENCIA EN EL ENTE La distinción entre acto y potencia surge del análisis del movimiento, esa experiencia del cambio a la cual todo es propenso, de cierto modo: universal. Entiendo como potencia a la capacidad de tener una perfección ; no es la simple privación de algo que se adquirirá, sino una capacidad real que hay en el sujeto para ciertas determinaciones. A la potencia se contrapone el acto, que es la perfección que un sujeto posee, en otras palabras, el acto es aquello que ya es; por su parte la potencia es aquello que puede recibir un acto. La transición de la potencia a un acto en particular es lo que denominamos movimiento.

Producto del análisis del movimiento podemos declarar que el acto goza prioridad de perfección sobre la potencia pues como lo declara Tomás de Aquino “cada cosa es perfecta en cuanto que es acto e imperfecto en cuanto que es potencia” (Summa contra gentiles, I, 28). De manera semejante el acto es anterior a la potencia en el orden del conocimiento debido a que toda potencia se conoce precisamente por su acto.

Ahora bien, íntimamente unido a la potencia se encuentra la posibilidad. Lo posible es aquello que puede ser, es decir, la posibilidad se reduce a la potencialidad de las cosas. La potencialidad puede ser entendida por el racionalismo en el sentido de pensabilidad. La gran importancia que se concede a las posibilidades como contrapuestas a las realidades efectivas, no es más que un reflejo del valor que se otorga al pensamiento humano, al que correspondería proyectar lo posible.

Como ya se ha mencionado, el acto y potencia aparecen en primer lugar como principios que explican el movimiento. Pero su alcance trasciende el ámbito de lo móvil y corpóreo, el acto y la potencia se instalan también en el mundo espiritual pues son la dualidad constante que se manifiesta en el estudio de cualquier ámbito del ser finito y remite por la superioridad del acto, a la subsistencia del acto puro de ser, que es Dios.

LA ESENCIA DE LOS ENTES La sustancia finita está compuesta por dos principios, a saber, la esencia y el ser (esse) que se comportan entre sí como la potencia y el acto. Dicho de otra manera, en las criaturas existen dos principios fundamentales: el ser que hace que todas sean entes y la esencia que determina el modo en que cada una de ellas es. La esencia, pues, se define como aquello por lo que una cosa es lo que es.

Géneros de accidentes

Afectan intrínsecamente a la sustancia

La cantidad

Las cualidades

Las relaciones

Accidenntes extrínsecos

El donde

La posición

La posesión

El cuando

Parte intrínsecos y parte extrínsecos

La acción

La pasión

En la constitución de la sustancia es la forma el primer acto que acontece a la materia. Es pues la materia y la forma principios esenciales de las cosas constituirse como entes; por eso, lo que subsiste es el compuesto de materia y forma (esencia), actualizado por el acto de ser.

De los dos componentes de la esencia de los entes corpóreos, el más importante es la forma, pues la materia es de suyo pura potencia y está en función de la forma sustancial, que es acto. El elemento determinante de la esencia, lo que la configura como tal esencia y no otra, es la forma, que determina a la materia con cualidades específicas. Cabe resaltar que no existe ningún medio o vínculo por el que se unan la materia y la forma, sino que su unión es inmediata, como corresponde a la potencia con su acto propio.

Una particularidad de la forma sustancial del hombre; por ser espiritual, el alma humana tiene el ser como algo propio. Mientras que en los entes corpóreos el ser es sólo del compuesto, al que llega a través de la forma, en el hombre el ser es el Alma, que lo da a participar a la materia. De lo anterior vemos que la esencia en las sustancias espirituales la prioridad de la forma sobre la materia en cuanto a pincipium essendi evidencia que puede haber algún tipo de formas que subsisten sin materia, denominadas sustancias espirituales, mientras que ninguna materia puede darse independientemente de una forma sustancial: es decir, la materia es por la forma, no la forma por la materia.

Además del alma humana, cuyas operaciones nos manifiestan su espiritualidad, pero que por naturaleza está ordenada a un cuerpo, existen criaturas absolutamente espirituales: los ángeles. Dicho sea de paso, la ausencia de composición en su esencia no sobrelleva que las sustancias espirituales sean totalmente simples, ya que sólo en Dios se da la simplicidad absoluta.

EL PRINCIPIO DE INDIVVIDUACIÓN Si la diversidad de formas produce diversidad de especies, la diversidad de materia individual produce la diversidad de individuos dentro de la misma especie. La esencia, en la especie, permaneciendo específicamente idéntica, se diversifica en realidad en una multitud de entes singulares. De esta manera, entendemos que las esencias no existen como algo abstracto y general, sino como individualizaciones.

La metafísica trata de explicara cómo la esencia, permaneciendo específicamente idéntica, se diversifica en realidad en una multitud de entes singulares. La multiplicación del acto se debe a la potencia, y por eso, la materia es el principio que multiplica las formas. La materia, además de multiplicar a la forma, la individualiza o singulariza: lo que hace posible que existan muchos individuos de la misma especie es la materia, en la que la forma de esa especie es recibida.

Una vez más resulta relevante señalar como la calificación de “individual” no se aplica exclusivamente a las sustancias, sino también a los accidentes. Los accidentes no se individúan por la materia prima, sino por el sujeto propio, que ya es en acto. Por tanto, el principio individualizador es siempre la potencia, a la que corresponde multiplicar y limitar la perfección recibida. De ahí que competa a la sustancia, como potencia propia de los accidentes, el individualizarlos.

En cuanto a las cosas que no tienen materia, Aristóteles las concibe a todas absolutamente y esencialmente unidades. De lo anterior podemos inferir que la esencia divina o Dios, se distingue de todo lo demás por no estar recibida en otro; justamente por ser Acto Puro, se individúa en razón de su infinitud, ya que su Ser es la misma naturaleza divina subsistente.

EL SER, ACTO ÚLTIMO DE LOS ENTES El acto de ser es el acto en sentido lleno y propio, porque no incluye en sí ninguna limitación. Los demás actos, por el contrario, se constituyen como modos de ser particulares y por tanto, como potencia con respecto del ser, limitando al ser como una potencia a su acto. De lo anterior exhibe como el Ser, por reunir de modo cabal las características del acto, puede subsistir independientemente de toda potencia. Esclareciendo así como Dios puede ser denominado metafísicamente como Acto puro de Ser, que contiene en plenitud y simplicidad toda la perfección parcialmente dispersa entre las criaturas y sobreabunda infinitamente toda la perfección del universo entero.

La parte más original, profunda y definitiva de las metafísica elaborada por Tomás de Aquino es la distinción real en todo ente creado, de esencia y acto de ser, de que el ser es el acto de la esencia.

Esta distinción entre esencia y acto de ser se logró en la edad media a partir del concepto revelado de ángel, o espíritu puro creado. Si el ángel es inmaterial, no puede haber en él composición de materia y forma. Pero si es creado, no puede ser simple como el creador. En él debe darse también composición de potencia y acto. La potencia es la esencia, el acto, el acto por excelencia: el acto de ser.

La distinción real entre esencia y ser, permite entender correctamente cómo la criatura depende del Creador. Solamente Dios es Acto Puro, Perfección ilimitada y subsistente por sí misma; las criaturas, por el contrario , son limitadas, tienen el ser recibido de Dios, por tanto están compuestans necesariamente de potencia y acto.

Si la distinción esencia-ser no fuese real, el acto creador no dejaría ninguna huella en la estructura misma de lo creado: ya que la criatura manifiesta su origen de la nada, su indigencia y su finitud, justamente por su composición real de esencia y acto de ser, por lo que el esse no se encuentra contenido de modo necesario en la esencia.

Esto explica la naturaleza de la dependencia que une a las criaturas con su Causa toda la creación pende de Dios como de su Principio radical, más total y profundo. Por consecuencia, el punto de encuentro entre la criatura y su Creador es el ser.

EL SUJETO SUBSISTENTE Subsistencia significa aquello cuyo acto es subsistir, es decir, ser en sí con independencia de otro. La subsistencia pertenece al orden la substancia, excluyéndose el orden accidental y el de los principios substanciales. La sustancia es subsistente en cuanto tiene el ser por sí sola, es decir, ni en otro, ni con otro. La sustancia singular perfectamente subsistente e incomunicable se llama supuesto. Es el individuo propiamente dicho.

El sujeto subsistente o supuesto es el concepto utilizado en la metafísica para designar a los entes concretos con todas sus perfecciones. Se trata de las realidades individuales y tomadas en su totalidad. Las propiedades del sujeto subsistentes se engloban en la definición de un todo individual que subsiste en un único acto de ser y que es, por eso, incomunicable. Se destacan tres notas del supuesto:

- su individualidad: ya que sólo existen realmente los singulares; - la subsistencia: sólo subsiste la sustancia individual, que recibe también el

nombre de individuo. - la incomunicabilidad: en el sentido de que no puede ser participado por

otro.

LA PERSONA

Santo Tomás, siguiendo a Boecio, define la persona como sustancia individual de naturaleza racional. La persona no es, pues, más que un tipo determinado de supuesto: el que posee una naturaleza espiritual.

El nombre de persona designa a los seres más perfectos que existen, es decir, Dios, los ángeles y los hombres. Ser persona, en definitiva, es poseer la semejanza del Ser divino de una forma superior, que es la espiritualidad; es gozar de un acto de ser más intenso.

En suma, toda la dignidad de la persona, la peculiaridad y perfección de sus operaciones, radica en la riqueza de su acto de ser, que la constituye como persona y funda tanto su originalidad psicológica (autoconocimiento, amor espiritual, etc.), como su valor moral y social.

No son, por tanto, ni el conocimiento de sí mismo, ni el libre arbitrio, ni la responsabilidad, ni las relaciones con otros individuos lo que configuran radicalmente a la persona. Todas estas perfecciones pertenecen al ámbito de los accidentes y, en consecuencia, se derivan del acto de ser, auténtico núcleo de la personalidad.

La persona, en virtud de su naturaleza espiritual es imagen de Dios y posee una dignidad muy elevada, que se manifiesta por medio de muchas perfecciones; entre ellas, las de mayor relieve son:

- La libertad. - La responsabilidad - El amor de amistad - La capacidad de dirigir todo su obrar a Dios.

CONCLUSIONES Se hizo un análisis de los elementos que componen la realidad, donde la meta era conseguir un conocimiento más amplio del objeto de la metafísica, a saber: el ente.

La metafísica como todo conocimiento natural, parte la consideración de las cosas creadas, que se presenta como algo limitado y compuesto; y por eso, a medida que se

iban exponiendo los diversos componentes de la realidad creada –sustancia y accidentes, materia y forma, esencia y acto de ser-

Comprendiendo que la composición de esencia y acto de ser no son una amalgamación de realidades completas y acabadas; sino más bien dos principios metafísicos que se unen para constituir un único ente- comprendidos como principios del ente.