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Informe de Lectura El extranjero Albert Camus

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Page 1: Ensayo -El extranjero

Informe de Lectura

El extranjero Albert Camus

Nombre: Pamela Sepúlveda Rosales

Felipe Vergara Irarrázaval

Curso: Literatura Contemporánea

Fecha: 14/06/11

Pedagogía en Religión y Filosofía

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EL EXTRANJERO

Albert Camus

Desde el existencialismo ateo planteado por Sartre, se deriva la personalidad de

Mersault del extranjero de Camus. La visión antropológica existencialista postula un

hombre que comienza por existir, es decir, en palabras de Sartre (s.f), que “la existencia

precede a la esencia” (p.02). Con ello se expresa la idea de que el hombre no posee

naturaleza humana y que, por lo tanto, no nace definido por una esencia superior, sino

que se autodefine a partir de su existencia. Es de este modo como el hombre construye

su propia esencia o su propia definición, a partir de lo que quiera ser y lo que quiera

construir, es decir, a partir de sus acciones, de su subjetividad desplegada en conjunto

con la intersubjetividad. Por tanto, en palabras de Heidegger, el hombre no es más que

un proyecto arrojado al mundo, lanzado a un porvenir, responsable de su existencia. A

partir de esto, el hombre elige lo que quiere ser, y esta elección, para Sartre,

“compromete a la humanidad entera” (p.03), pues al elegir el modelo de humanidad

que se quiere ser, se está eligiendo y responsabilizándose del de toda la humanidad. A

partir de esta condición humana es que se despliegan las características de angustia,

desamparo y desesperación, como determinantes de la existencia humana que, por su

condición, está obligada y arrojada en un mundo sinsentido, en el mundo del absurdo.

Justamente es ésta la visión de mundo del enigmático protagonista de “El

Extranjero”, Mersault, para quien su propia vida y los hechos del mundo no le significan

nada, pues vive en una indiferencia total. En definitiva, se comprende como una visión

nihilista y absurda de la vida. Si para el existencialismo el hombre es acción y se define

por ella, en Mersault vemos lo contrario; para él no significa nada hacer una cosa que

otra, vivir de una forma o de otra, casarse o seguir soltero, morir condenado en la

guillotina o morir de viejo. Vemos en él un quietismo, al cual la filosofía existencialista

de Sartre se opone radicalmente; Mersault tiene la convicción de que no hay nada que

hacer en este mundo, a pesar que se da cuenta del absurdo en el que está inmerso, no

hace nada por enfrentarlo, sino que lo asume e intenta vivir siendo indiferente a éste, “es

un hombre al que le da igual actuar como que no, al igual que se calla porque no tiene

nada interesante que decir nunca. La simplicidad recorre su vida y observa los sucesos

venir sin oponerse en absoluto” (Monje, J., s.f, p. 11), deja su vida al azar,

despojándose de cualquier responsabilidad o elección que, para Sartre, su propia

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condición humana le exige. Su indiferencia absoluta frente a la vida se expresa en

pasajes como: “Un momento después me preguntó si la amaba. Le contesté que no tenía

importancia, pero que me parecía que no” (p. 49). o “María vino a buscarme por la

tarde y me preguntó si quería casarme con ella. Dije que me era indiferente y que

podríamos hacerlo si lo quería” (p.56). María, su novia, se muestra como una figura

opuesta a la de Mersault, alegre, disfruta de los pequeños placeres siempre con un

optimismo y esperanza frente a la vida, es una mujer común, determinada por la moral

de su tiempo, que vive sin cuestionamientos ni convicciones, que sigue el patrón común

de un estilo de vida común. Mersault, aunque tampoco cuestiona su existencia, tenía

claro que ésta se fundamentaba en un sinsentido, pensamiento que se expresa en frases

tales como “Todo esto no significa nada” (p. 30) o, cuando se da cuenta que su vida se

va acabar expresa: “Pero no todo el mundo sabe que la vida no vale la pena ser vivida.

En el fondo, no ignoraba que morir a los treinta años o a los setenta importa poco, pues

naturalmente, en ambos casos, otros hombres y otras mujeres vivían…” (p.144). Acá

expresa la idea de que la vida, al estar sostenida en el absurdo, no significa nada, y que

por tanto, sus acciones tampoco significarían gran cosa para la humanidad, por lo que

no importa si seguía existiendo o dejaba de existir, ni tampoco cuánto fuera la duración

de su existencia.

La forma en que concebía su vida en el mundo era un mero “estar”, indiferente

de cual fuesen sus circunstancias, pues, en el caso que fuere, no había nada que hacer;

frente a su condición de presidiario por homicidio, Mersault piensa: “Fuera de estas

molestias no me sentía demasiado desgraciado. Una vez más todo el problema consistía

en matar el tiempo”. (p. 100). Con ello se demuestra que su vida consistía en un

insignificante “matar el tiempo”, el que se veía concretizado o llenado de contenido por

la costumbre.

Frente a las relaciones intersubjetivas y, poniendo como ejemplo la relación con

su madre, el protagonista expresa: “…Ni mamá ni yo esperábamos nada el uno del otro,

ni de nadie por otra parte, y que ambos nos habíamos acostumbrado a nuestras nuevas

vidas” (p.111). La vida, para Mersault no era más que un “acostumbramiento” o

“acomodamiento” a las circunstancias que se presentan, una desesperanza frente al

porvenir, una existencia movida únicamente por, como se menciona repetidas veces en

el libro, “la fuerza de la costumbre”, la cual se configura como determinación moral y

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conductual para Mersault, quien considera que toda su vida tiene como dispositivo

configurador de sí, y de algún modo, única forma de sentido dentro del sintentido que

presenta el absoluto absurdo existencial vital, la costumbre, idea que se ve claramente

reflejada en el siguiente pasaje: “En el fondo, no existe idea a la que uno no concluya

por acostumbrarse” (p.146). Incluso la libertad se refleja en la vida de Mersault en un

mero acostumbrarse a las condiciones situacionales. Si para Sartre la libertad se juega

en la elección misma de la vida, para el protagonista del extranjero, la libertad no era

más que un acostumbrarse a las situaciones que depara el azar de un destino. Cuando

está preso, piensa en el primer día que “perdió su libertad” y afirma: “Desde ese día

sentí que la celda era mi casa y que mi vida se detenía allí” (p.92) y en la única forma

que le afectó estar privado de libertad fue en dos necesidades prácticas; no poder fumar

y no poder satisfacer sus apetitos sexuales. A partir de estas carencias es que expresa:

“Al principio de la detención lo más duro fue que tenía pensamientos de hombre libre”

(p. 97). Así, la indiferencia que muestra el protagonista se presenta generalizada en

todos los ámbitos de su vida, pues no se sostiene en ningún pilar fundamental que

viniese a dar sentido a su existencia, por lo que daba lo mismo estar preso que estar

libre.

La condena a muerte de Mesault es justificada a partir de un hecho muy simple:

su inmoralidad. Le condena una sociedad que le castiga “por ser como es. No le

aprueban la indiferencia que siente ante las cosas y el absurdo del mundo” (Monje, s.f,

p. 12). En la narración, la condena se expresa de la siguiente manera: “Se trataba de un

drama crapuloso de la más baja especie, agravado por el hecho de tener delante a un

monstruo moral, (…)(es)un asunto de costumbres inmorales” (pp. 121-122), a la que

Mersault responde para sí: “Declaró que yo no tenía nada que hacer en una sociedad

cuyas reglas más esenciales desconocía” (p.130). Esta afirmación es cierta y tiene una

justificación clara para el existencialismo, “si he suprimido a Dios padre, es necesario que

alguien invente los valores” (Sartre, s.f, p.13), vale decir, si no existe un Dios que venga a dar

sentido a la existencia, el propio hombre es el encargado, por medio de su acción y elección, de

la construcción de ser que se quiere ser, de dar sentido a su existencia. Sin embargo, Mersault

no tenía ningún fundamento existencial que viniera a dar sentido al absurdo sintentido

del mundo: no tenía un Dios, ni tampoco ejecutaba una acción que viniese a dar

valoración y significación a su existencia, es decir, era ateo y además, desinteresado y

desesperanzado, a lo que le sigue una absoluta indiferencia, idea que claramente se ve

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reflejada en este pasaje: “Contesté que no creía en Dios. Quiso saber si estaba bien

seguro y le dije que yo mismo no tenía para qué preguntármelo; me parecía una

cuestión sin importancia” (p. 147). No cree en un Dios ni tampoco le interesa

cuestionarse los motivos de su ateísmo, para él es un tema irrelevante. Así el ateísmo

por una parte y el quietismo por otra, configuran una forma de humanidad en Mersault

que no construye ser y que, por lo tanto, se ve consumida y destruida en el profundo

sinsentido de la vida humana, pues no existe más ser que el que queramos ser y el que

queramos construir.

De esta forma, Mersault representa la fuerte crítica de Camus y, en general, del

existencialismo, a la sociedad de su tiempo. Si el hombre se define por sus actos, y su

vida no es nada más que el conjunto de ellos, se postula el hecho de que no existe

ningún tipo de determinación; el destino del hombre está en sus propias manos, por lo

que “el cobarde se hace cobarde, el héroe se hace héroe; hay siempre para el cobarde

una posibilidad de no ser más cobarde y para el héroe de dejar de ser héroe. Lo que

tiene importancia es el compromiso total, y no es un caso particular, una acción

particular lo que compromete totalmente” (Sartre, p.09). De esta forma, se está

expresando que el hombre se hace y, porque está “condenado a ser libre” (Sartre, p. 05)

está condenado también, a elegir que quiere ser y a hacerse responsable de tal elección y

por tanto, responsable de toda su acción, que es lo que determina su ser. De este modo,

si Mersault representa una forma de humanidad que no se quiere, está en manos de la

humanidad reemplazarla por una forma más digna de vida humana, la que se quiera ser.

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BIBLIOGRAFÍA

Sartre J. (s.f) El existencialismo es un humanismo. Ediciones del 80, Barcelona, España.

Camus A. (1966) El extranjero. Emecé editores, Buenos Aires, Argentina.

Monje, J. (s.f) La estética de los absurdo en Albert Camus (Del héroe trágico romántico

al héroe absurdo del siglo XX). Revista de Filología, lingüística y literatura. Vol. 30 No

1. 127-142.