ensayo de eclesiologia

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7/21/2019 Ensayo de Eclesiologia http://slidepdf.com/reader/full/ensayo-de-eclesiologia 1/37 LA IGLESIA DE LOS POBRES: ECLESIOLOGIA EN LA TEOLOGIA DE LA LIBERACIÓN (Rufno Velasco, La iglesia e !es"s# No podemos poner punto fnal sin decir algo sobre una cuestión que ha removido proundamente la conciencia eclesial desde el concilio para acá, y que seguirá removiéndola, tal vez de ormas inesperadas, en el uturo de la Iglesia. a cuestión de los pobres, y de la evangelización de los pobres, ha tenido siempre, y de una manera muy particular desde el !aticano II, no se sabe qué virtud secreta para obligar a replantearlo todo en la Iglesia, para remitir a una ra"z que, de modos muy diversos, ha rebrotado constantemente en la historia, como ya vimos, y ha hecho irrupción a veces en la conciencia cristiana, despertándola convulsivamente a las e#igencias más elementales del evangelio de $es%s, y conmoviendo los cimientos de determinadas confguraciones históricas de la Iglesia. &n momento histórico privilegiado en este sentido ha sido sin duda, como decimos, el concilio !aticano II, pero la irrupción de esta nueva conciencia ha acontecido clamorosamente en 'mérica atina y en todo lo que llamamos el (ercer )undo. *s lo que vamos a ver ahora resumidamente. $n es%e&'ao& e conciencia +ablar de la Iglesia de los pobres obliga a volver de nuevo a $uan III. !isto el concilio en la perspectiva de un cambio histórico, como lo hemos hecho en este traba-o, es agigantar a la vez la fgura de este papa que, al convocarlo, sab"a muy bien que hab"a llegado el momento de reconocer los signos de los tiempos, de coger la oportunidad y de mirar le-os/01230. *n este sentido, ha podido decirse que sólo pocos miembros de la asamblea conciliar comprendieron todo el espesor de la perspectiva del papa $uan/01240, y el cardenal ercano hablaba de la soledad institucional/ del papa en la etapa preparatoria del concilio121  (res parecen ser los grandes temas en que $uan III ve"a la oportunidad histórica conciliar para mirar le-os5 la apertura al mundo moderno, la unidad de los cristianos y la Iglesia de los pobres. 6obre este %ltimo punto hab"a dicho un mes antes de la apertura del concilio5 7tro punto luminoso. 0rente a los pa"ses subdesarrollados, la Iglesia se presenta tal como es y quiere ser5 la Iglesia de todos y, particularmente, la Iglesia de los pobres/01280. +ablar de Iglesia de los pobres implica, evidentemente, una nueva conciencia sobre la relación entre pobreza e Iglesia, que no puede reducirse a solicitud por los pobres, o a tratar de aliviar sus necesidades, como estando la Iglesia en otra parte. 6e trata de otra cosa proundamente distinta5 de la pobreza de pa"ses enteros, de los pa"ses subdesarrollados/ que son la mayor"a de la humanidad, desde la que debe defnirse y constituirse la Iglesia en su ser y en su misión. 9uede decirse que este lengua-e de $uan III signifcó el inicio de un movimiento, de un proceso que, con sus avances y eclipses, sigue siendo actual, porque todav"a no ha desplegado todas sus posibilidades/01220. *s cierto que el concilio abordó más de rente los dos primeros grandes temas del papa  $uan que el tercero. No obstante, debemos recordar aqu" que, dentro del concilio, se constituyó un buen grupo de padres conciliares decididos a impulsar la nueva conciencia despertada por el papa sobre la Iglesia de los pobres, e incluso a lograr que ocupara un puesto central enucleador de los diversos temas conciliares, sobre todo del tema de la Iglesia. *n la primera sesión conciliar en que, como ya di-imos, se sometieron a discusión y se rechazaron los primeros esquemas preparatorios, el cardenal ercaro, arzobispo de :olonia, conocido ya como el obispo de los pobres, tuvo una notable intervención en que advert"a sobre la urgencia del tema y sobre los peligros de reducirlo a un tema entre otros dentro del traba-o conciliar. ;i-o lo siguiente5 No cumplir"amos con nuestro deber, y no responder"amos a la inspiración de ;ios y a las e#pectativas de los hombres, si no ponemos el misterio de <risto en los pobres y la evangelización de los pobres como el centro y el alma del traba-o doctrinal y legislativo de este concilio/. = más concretamente5 *l tema del concilio es la Iglesia en tanto que ella es , sobre todo, la Iglesia de los pobres/.

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LA IGLESIA DE LOS POBRES: ECLESIOLOGIA EN LA TEOLOGIA DE LA LIBERACIÓN

(Rufno Velasco, La iglesia e !es"s#No podemos poner punto fnal sin decir algo sobre una cuestión que ha removidoproundamente la conciencia eclesial desde el concilio para acá, y que seguiráremoviéndola, tal vez de ormas inesperadas, en el uturo de la Iglesia.

a cuestión de los pobres, y de la evangelización de los pobres, ha tenido siempre, y deuna manera muy particular desde el !aticano II, no se sabe qué virtud secreta para obligara replantearlo todo en la Iglesia, para remitir a una ra"z que, de modos muy diversos, harebrotado constantemente en la historia, como ya vimos, y ha hecho irrupción a veces enla conciencia cristiana, despertándola convulsivamente a las e#igencias más elementalesdel evangelio de $es%s, y conmoviendo los cimientos de determinadas confguracioneshistóricas de la Iglesia.

&n momento histórico privilegiado en este sentido ha sido sin duda, como decimos, elconcilio !aticano II, pero la irrupción de esta nueva conciencia ha acontecidoclamorosamente en 'mérica atina y en todo lo que llamamos el (ercer )undo. *s lo quevamos a ver ahora resumidamente.

$n es%e&'ao& e conciencia

+ablar de la Iglesia de los pobres obliga a volver de nuevo a $uan III. !isto el concilio enla perspectiva de un cambio histórico, como lo hemos hecho en este traba-o, es agigantara la vez la fgura de este papa que, al convocarlo, sab"a muy bien que hab"a llegado elmomento de reconocer los signos de los tiempos, de coger la oportunidad y de mirarle-os/01230.

*n este sentido, ha podido decirse que sólo pocos miembros de la asamblea conciliarcomprendieron todo el espesor de la perspectiva del papa $uan/01240, y el cardenalercano hablaba de la soledad institucional/ del papa en la etapa preparatoria delconcilio121

 (res parecen ser los grandes temas en que $uan III ve"a la oportunidad histórica conciliarpara mirar le-os5 la apertura al mundo moderno, la unidad de los cristianos y la Iglesia delos pobres. 6obre este %ltimo punto hab"a dicho un mes antes de la apertura del concilio57tro punto luminoso. 0rente a los pa"ses subdesarrollados, la Iglesia se presenta tal comoes y quiere ser5 la Iglesia de todos y, particularmente, la Iglesia de los pobres/01280.

+ablar de Iglesia de los pobres implica, evidentemente, una nueva conciencia sobre larelación entre pobreza e Iglesia, que no puede reducirse a solicitud por los pobres, o a

tratar de aliviar sus necesidades, como estando la Iglesia en otra parte. 6e trata de otracosa proundamente distinta5 de la pobreza de pa"ses enteros, de los pa"sessubdesarrollados/ que son la mayor"a de la humanidad, desde la que debe defnirse yconstituirse la Iglesia en su ser y en su misión. 9uede decirse que este lengua-e de $uanIII signifcó el inicio de un movimiento, de un proceso que, con sus avances y eclipses,sigue siendo actual, porque todav"a no ha desplegado todas sus posibilidades/01220.

*s cierto que el concilio abordó más de rente los dos primeros grandes temas del papa $uan que el tercero. No obstante, debemos recordar aqu" que, dentro del concilio, seconstituyó un buen grupo de padres conciliares decididos a impulsar la nueva concienciadespertada por el papa sobre la Iglesia de los pobres, e incluso a lograr que ocupara unpuesto central enucleador de los diversos temas conciliares, sobre todo del tema de la

Iglesia.*n la primera sesión conciliar en que, como ya di-imos, se sometieron a discusión y serechazaron los primeros esquemas preparatorios, el cardenal ercaro, arzobispo de:olonia, conocido ya como el obispo de los pobres, tuvo una notable intervención en queadvert"a sobre la urgencia del tema y sobre los peligros de reducirlo a un tema entre otrosdentro del traba-o conciliar.

;i-o lo siguiente5 No cumplir"amos con nuestro deber, y no responder"amos a lainspiración de ;ios y a las e#pectativas de los hombres, si no ponemos el misterio de<risto en los pobres y la evangelización de los pobres como el centro y el alma del traba-odoctrinal y legislativo de este concilio/. = más concretamente5 *l tema del concilio es laIglesia en tanto que ella es, sobre todo, la Iglesia de los pobres/.

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*n torno a estas ideas surgieron grupos de traba-o muy activos de los que nació el amoso*squema I!, todo un nuevo proyecto de constitución sobre la Iglesia centrado en laIglesia de los pobres. <iertamente, esta perspectiva no ue asumida como tal por elconcilio, y hasta puede decirse que las reerencias a la pobreza evangélica no pasan deser marginales y embrionarias, a pesar de un signifcativo grupo de presión que acompa>óal concilio a lo largo de toda su celebración/. 6alvo el te#to de ? @, de que ya hablamos,

y el %ltimo párrao de '? A, la presencia de ese esquema en los documentos conciliares esmás bien escasa.9ero, además de los documentos conciliares, está el acontecimiento conciliar. = en eseacontecimiento hay que destacar que ese grupo de presión se vio sometido a un procesode conversión muy peculiar en su empe>o mismo por dilucidar el contenido de la Iglesiade los pobres. = e#presó esa conversión a través de un )anifesto/ en que, al concluir elconcilio, se compromet"an a ser obispos de otra manera, a un nuevo estilo de ministerioepiscopal desde las e#igencias de una decidida opción por los pobres.No es aventurado afrmar que en ese grupo se raguó la asamblea de )edell"n, en que laconciencia despertada por el papa $uan logró ya centrar todos sus documentos en laperspectiva de los pobres y de la Iglesia de los pobres012B0. ;e modo que la eclesiolog"ade que vamos a hablar ahora puede describirse inicialmente como una comprensión de

la Iglesia que concreta para 'mérica atina los avances eclesiológicos del !aticano II en lal"nea inaugurada por )edell"n/.

La %e&s%ec'ia la'inoa)e&icana

a teolog"a de la liberación arranca de una evidencia histórica5 la situación de miseria yopresión de la inmensa mayor"a de la gente en todos los pa"ses de 'mérica atina.

9ero lo evidente es todo menos evidente/, sol"a decir Ignacio *llacur"a. o que nos remitea la primera gran difcultad para nuestro traba-o5 tener que hablar de esta teolog"a desdeuera y, lo que es peor, desde un mundo que trata de encubrir por todos los medios lagravedad de esa situación, acaso por no enrentarse con los rasgos más vergonzantes desu propia realidad.

9or eso abordamos este tema con temor y temblor, y con el propósito de atenernos desdeel principio a esta norma5 de-ar hablar lo más posible a los propios autores. Noquisiéramos que estas l"neas sirvieran a nadie para dispensarse de la lectura de suspropias obras, tan abundantes ya y tan e#presivas de una nueva manera de hacerteolog"a, sino al contrario5 para remitir a ellas desde la sugestión de sus propioste#tos012C0.

!amos a ce>irnos, por otra parte, a destacar la  perspectiva desde la que se hace estateolog"a, y desde la que se contemplan a una determinada luz sus contenidos concretos, ocobran particular relevancia unos temas sobre otros. &n componente básico de estaperspectiva es, por cierto, la historicidad constitutiva de toda reDe#ión teológica y, másconcretamente, eclesiológica. 6i la teolog"a de la liberación ha puesto el énasis, por

e-emplo, en el signifcado histórico del reino de ;ios, en los pobres como sus destinatariosprivilegiados, en la práctica de la -usticia como el auténtico conocimiento del ;ios b"blico,etc., es, ciertamente, porque su perspectiva arranca de una situación de miseria in-usta ygeneralizada y de las luchas concretas por erradicarla. 6e comprenderá entonces que laperspectiva eclesiológica undamental sea ésta y sólo ésta5 la Iglesia de los pobres.

a) Desde el reversa de la historia

*n realidad, la teolog"a de la liberación no hace sino concretar históricamente laperspectiva de la Gaudium et Spes sobre la relación de la Iglesia con el mundo.

 = la primera constatación que se hace, partiendo de la situación de 'mérica atina, es quela entera amilia humana/ de que habla el concilio E?6 1F es, más bien, todo lo contrario

de una amilia5 algo que aparece en todo su dramatismo cuando se contempla el mundo/desde el mundo de los pobres/.

a novedad de esta posición, en relación con otras posiciones adoptadas por la Iglesia y laeclesiolog"a a lo largo de la historia, puede resumirse de esta manera5 a eclesiolog"a dela liberación destaca tres modalidades de conciencia eclesial: la primera se refere a la quela Iglesia realiza desde dentro de s" misma. <orresponde a la situación de cristiandad, eincluye una concepción de la salvación sobrenatural de la cual es ella depositariae#clusiva. *s una conciencia marcadamente eclesiocéntrica que considera a <risto sobretodo como undador.'nte el descubrimiento de nuevos pueblos, plantea su obra misional como deincorporación de ellos a la Iglesia. *s una conciencia históricamente ligada a la culturaoccidental, a la raza blanca, a la sociedad europea.

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*n segundo lugar, la eclesiolog"a de la liberación presenta una orma de conciencia queconstituye una novedad respecto de la anterior y que cristaliza en torno al concilio!aticano II. <onciencia ligada al desarrollo de la sociedad contemporánea, que valora losprogresos y la autonom"a del mundoG que encuentra presente en ellos a <risto como se>orde la historia, el cual desde ah" habla e interpela también a la Iglesia. (oma, pues, laIglesia conciencia de s" misma desde fuera y encuentra as" que ha de e#istir y realizar su

misión como signo y sacramento universal de salvación.0inalmente, la eclesiolog"a de la liberación se>ala que en estos a>os posteriores alconcilio, la Iglesia, concretamente en 'mérica atina, ha ido tomando conciencia de s" misma desde abajo, desde los pobres de este mundo, las clases e#plotadas, las culturasmarginadas. Hedescubre as" a los destinatarios privilegiados del reino de ;ios, y encuentraen <risto al siervo suriente identifcado con los pobres y despo-ados del mundo. = sumisión la piensa en la convicción de que se trata sobre todo de que los pobres de estemundo sean el pueblo de Dios, testigo inquietante del ;ios que libera/.Desde abajo signifca, entonces, un punto de partida que va a aectar a todos los temaseclesiológicos colocándolos en una determinada perspectiva, que va a orientar la reDe#ióndesde la entronización de un nuevo estado de conciencia/01A40, y que apunta a unanueva forma histórica de ser Iglesia, y esboza los rasgos de la misma5 una eclesiolog"a,

pues, vinculada permanentemente a una e#periencia eclesial en la que se va gestando,por la uerza del *sp"ritu, una Iglesia con nuevo rostro, una Iglesia de los pobres. No setrata con ella de imponer una imagen de la Iglesia más o menos original, sino de impulsarla confguración histórica de la Iglesia de acuerdo con las e#igencias de transormación deuna situación infrahumana de dimensiones catastrócas y de acuerdo con la participaciónactiva de los creyentes en esa transormación. *sto e#plica que dicha eclesiolog"a see#prese en tonos proféticos y cuestionadores, y tienda menos a la -ustifcación de actualesposturas y modos de ser institucionales/01A10.*sta reerencia a una nueva confguración histórica de la Iglesia/ hace que la reDe#ióneclesiológica se centre en la Iglesia real, en seguir los pasos de un resurgimiento real de laIglesia de los pobres/. *s lo que se ha llamado acertadamente resurrección de laverdadera Iglesia/, si se entiende bien esta manera de e#presarse. uizás la metáora deJresurrecciónJaplicada a la Iglesia pueda escandalizar o sonar e#ageradamente uerte, como si implicaseque la Iglesia ha estado muerta y comienza a vivir ahora en la Iglesia de los pobres. No esésa nuestra intención al mencionar la JresurrecciónJ de la Iglesia en la Iglesia de lospobres. 9ero si la usamos no como pura metáora, entonces reconocemos que en la Iglesiade los pobres se da, en primer lugar, una novedad sustancial y una ruptura histórica conrespecto a otras ormas de ser Iglesia. =, en segundo lugar, que en esa novedad resurgeuna Iglesia que, de no hacerse Iglesia de los pobres, está seriamente amenazada con elaniquilamiento, la irrelevancia e incluso la traición a su razón de ser, que no es otra que lade proseguir la misión de $es%s/.o que ocurre, por tanto, desde esta perspectiva, es que los pobres se convierten en elauténtico lugar teológico de la comprensión de la verdad y de la pra#is cristiana, y por ellotambién de la constitución de la Iglesia/.&n lugar teológico/ que obliga a replantear la cuestión de Dios, y de las imágenes quenos ormamos de él cuando no tenemos debidamente en cuenta ese lugar. ue obliga areplantear la cuestión de !esucristo, y de las imágenes que nos ormamos de él cuandoolvidamos esa imagen de <risto/ que son los pobres de este mundo. =, lo que aqu" nosinteresa más directamente, obliga a replantear la cuestión de la Iglesia"<uando se parte del enómeno mayoritario, abrumador, escandaloso y desafante de lamiseria de las mayor"as/, y, desde ah", se dirige la mirada a la eclesiolog"a conciliar, loprimero que se advierte es que el pueblo de ;ios/ de que habla la #umen Gentium noencuentra dentro de la Iglesia misma un centro con sufciente uerza histórica a partir delcual se permitiese organizar todas las realidades cristianas y eclesiales/01AK0, y esto es loque se ha impuesto por su propia uerza en la situación de 'mérica atina.*se centro es el que ha obligado a poner en primer plano la Iglesia de los pobres/, y aorganizar toda la eclesiolog"a en torno a ella. *s decir, ha obligado a comprender en suconcreción real que ya no se trata de una Iglesia que, estando uera del mundo de lospobres, le orece generosamente su ayuda/, o que supone que la Iglesia ya estáconstituida con independencia lógica de los pobres y ulteriormente se pregunta qué ha dehacer por ellos/. 'l contrario, lo que se afrma aqu" es relativamente simple al nivelteológico5 que el *sp"ritu de $es%s está en los pobres y desde ellos reLcrea la totalidad dela Iglesia/. o que implica, indudablemente, que la Iglesia de los pobres no es sólo  paraellos, sino que debe hacerse desde ellos, encontrando en ellos su principio deestructuración, organización y misión. = porello sucede también que esta Iglesia noconcibe a los pobres como  parte dentro de ella, aunque la privilegiase, sino que losconcibe como centro de su totalidad/01AB0.

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6e trata, pues, de una eclesiolog"a que no ha podido menos de surgir si se quer"aresponder al reto de la concreta situación histórica de 'mérica atina, y que es a la vezuna honda interpelación para toda eclesiolog"a5 porque este tipo de reDe#ión eclesiológicava a ser, en un primer momento, como la alarmante revelación de una Iglesiadesgarrada" 9ues la Iglesia, en la medida en que no opte decididamente por los pobres yoprimidos, siendo presencia creyente, evangelizadora y salv"fca del 6e>or, est$ separada

del otro rostro de %risto que asimismo está presente en las mayor"as marginadas, pobresy oprimidas/01A@0.;e este modo, la perspectiva en que consciente y e#pl"citamente se ha situado estaeclesiolog"a, el defnirse y el querer ser una eclesiolog"a desde los pobres y oprimidos,desde los que despiertan y avanzan en el camino de la liberación, es lo que la constituyeen un aporte original, en una interpelación eclesiológica seria no sólo en el ámbitolatinoamericano, sino en el de la Iglesia universal/01AC0.

b) Primacía de la misión9uesta en esta perspectiva, la eclesiolog"a de la liberación va a subrayar otro puntodecisivo para la constitución misma de la Iglesia y para la reDe#ión eclesiológica5 lacentralidad de la misión.

*s decir, la conciencia de que la realidad de la Iglesia no reside en ella misma, sino enuna misión a realizar/01K30. 9or tanto, que la Iglesia no es un para s"/, sino un para losotros/, algo constitutivamente e#céntrico/, o e#tático/, sólo pensable y consistente enreerencia a aquello desde lo que e#iste y para lo que e#iste.;icho de otra manera5 que, propiamente hablando, la Iglesia no tiene/ una misión, sinoque la misión tiene a la Iglesia y, por consiguiente, no hay que entender la misión a partirde la Iglesia, sino más bien la Iglesia a partir de la misión/01K40.*sto que, desde el !aticano II, se va haciendo conciencia bastante com%n, en el conte#tolatinoamericano adquiere tintes dramáticos, pues no se trata de cuestiones teóricas, sinode replantear una pra#is donde lo que está en -uego es la vida o muerte de millones deseres humanos. Hehacer la misión de la Iglesia es tomarse en serio al hombre que espermanentemente despo-ado de su humanidad, al ausente de la historia Mporque ha sidomarginado de ellaM cuyo universal clamor es el gran signo de los tiempos/.a cuestión decisiva no es, en este caso, cómo dar sentido a la Iglesia en un mundo que lamargina o la relega a un segundo plano en la escena p%blica, o en un mundo que la de-aatrás en un momento de prounda aceleración histórica. a verdadera cuestión, en que sedecide incluso su sentido, es reencontrar su misión en las circunstancias dramáticas de'mérica atina.

 = este reencuentro se ha hecho real en el surgimiento de una nueva pra#is/ que está a labase de la nueva eclesiolog"a. &na pra#is que ha surgido, en primer lugar, de laconciencia emergente de que la actual situación social es in-usta e inhumana, de que nopuede ser querida por ;iosG conciencia asimismo de que es posible caminar hacia laliberación histórica y de que esto entra en el plan salv"fco de ;ios... = que consiste, ensegundo lugar, en la irrupción de los pobres en el escenario histórico y eclesial. 6e nosabrieron los o-os y vimos que no es posible seguir pasando de largo al lado del surimientoy la opresión in-usta de los pobres. 0uimos a ellos a llevarles el evangelio de la liberación ydescubrimos que éramos evangelizados por ellos. *ntendimos que no pod"amosevangelizar sin comprometernos históricamente en la liberación de los pobres y nos dimoscuenta de que eran los pobres el sujeto prioritario de esa liberación evangelizadoraG lospobres que con su conciencia, con su palabra y con su acción, pronunciaban de unamanera novedosa el evangelio en nuestras tierras/01K80.*n estas condiciones, sucedió que muchos creyentes comprendieron, desde las e#igenciasprimarias de su e, la necesidad de un é#odo hacia las perierias, hacia los lugares deldesamparo donde viven los pobres. = sucedió, sobre todo, la Doración espléndida decomunidades de base entre los pobres donde los pobres mismos han ido comprendiendoel evangelio como cosa suya, y como uerza de ;ios y uerza histórica para la liberaciónde los pobres.*s necesario insistir en esto, porque estamos ante el presupuesto básico de todo este tipode reDe#ión teológica y eclesiológica, de que arrancan sus caracter"sticas másdeterminantes. 9or e-emplo5M a conciencia de que es antes la Iglesia que la eclesiolog"a, como es antes la liberaciónque la teolog"a de la liberación. 9or tanto, que hay un acto primero/ que es la edifcaciónde Iglesia real, en reerencia al cual la eclesiolog"a es un acto segundo/. 6i ya la Iglesiaes una realidad histórica, la eclesiolog"a como acto segundo/ remite muy directamente asu historicidad constitutiva, es decir, a la conciencia de que se hace siempre desde unlugar histórico bien determinado, sin que eso se oponga, sino todo lo contrario, a launiversalidad del mensa-e cristiano en que se unda.os teólogos de la liberación han sido acusados con recuencia de reduccionismo/ en loque ellos consideran concreción/ histórica. = han respondido levantando la sospecha

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comunidades de base, como realización concreta del pueblo de ;ios entre los pobres,constituyen la novedad mayor de lo ocurrido en la Iglesia latinoamericana desde elconcilio para acá, mayor sin duda que la teolog"a de la liberación.

c) Sacramento histórico de liberación'caso esta categor"a eclesiológica sirva como ninguna otra para e#presar sintéticamente

la perspectiva desde la que se hace la eclesiolog"a de la liberación, por su uso recuenteen esta eclesiolog"a y por la orma de enocar y concretizar una categor"a puesta encirculación ya antes del concilio, asumida por el concilio mismo, y utilizadaabundantemente por toda la eclesiolog"a posconciliar.9artiendo de las palabras iniciales de la #umen Gentium: a Iglesia es en <risto comosacramento, o signo e instrumento de la "ntima unión con ;ios y de la unidad de todo elgénero humano& E? 4F, lo primero que hace esta eclesiolog"a es concretar e historizar loque signifca Jtodo el género humanoJ. a JhumanidadJ consiste en participar en la mismaesencia del serLhombre. 9ero esto, aunque verdad, es una abstracción. a ormamayoritaria de ese serLhombre es el serpobre" 9or ello, a un nivel histórico, una Iglesia delos pobres es más realmente sacramento de la unidad de la humanidad que otras ormasde ser Iglesia/.

*s decir, si esta categor"a ha de signifcar algo en la situación latinoamericana, esnecesario precisar mucho me-or lo que se quiere decir con la palabra sacramento/ y conla palabra salvación/ cuando se dice que la Iglesia es sacramento universal desalvación/. = la orma de hacerlo es, sencillamente, historizando/ ambas realidades. ;eah" la órmula5 sacramento histórico de liberación/.&na concepción histórica de lo que sea sacramento/ obliga, ante todo, a desacralizaresta palabra5 (anto la idea de sacramento como la idea de salvación están depreciadas yparecen reeridas a un ámbito sacral que tiene poco que ver con la realidad palpable detodos los d"as... *s menester despo-arlas de su sacralización interesada para recuperar laplenitud de su sentido/.9ero obliga a algo más. Heerido a la concepción de la Iglesia como sacramento/, obliga,por e-emplo, a concretizar de esta manera5 a sacramentalidad de la Iglesia se basa enuna realidad anterior5 la corporeidad de la Iglesia/01B40 y, por tanto, a relacionar másestrechamente la Iglesia como sacramento/ y la Iglesia como cuerpo/ y cuerpo de<risto/, seg%n la e#presión genial de 9ablo, perectamente asumida en la época patr"stica.&tilizando una terminolog"a zubiriana Etomar cuerpo/, incorporación/F, I. *llacur"aentiende que la corporeidad histórica de la Iglesia implica que en ella Jtoma cuerpoJ larealidad y la acción de $esucristo para que ella realice una JincorporaciónJ de $esucristo enla realidad de la historia/.o mismo que $esucristo es sacramento/ en su tomar cuerpo/, que implica unaincorporación/ por la que orma cuerpo con ese cuerpo global y unitario que es lahistoria material de los hombres/ Erecuérdese la órmula de san +ilario5 el sacramento desu cuerpo/, por el que va asumida toda la humanidad en élF, as" es desde estacorporeidad histórica/ como debe entenderse undamentalmente la sacramentalidadhistórica de la Iglesia.

 = lo mismo que la incorporación/ de <risto en el cuerpo global de la historia ueincorporación directa en la historia de los pobres y oprimidos del mundo/, por lo quepuede y debe decirse que son ellos el cuerpo histórico de <risto/, as" habrá que decirque la Iglesia es sacramento de su cuerpo/ en cuanto incorporada/ en el mundo de lospobres, es decir, en cuanto que es por antonomasia Iglesia de los pobres, y, como Iglesiade los pobres, es cuerpo histórico de <risto/.&na concepción histórica de la salvación/ obliga, lo primero, a superar una concepciónde la salvación en términos espiritualistas, personalistas o meramente transh"stóricos/, ya hablar más bien de urgencia histórica de la salvación/, cuando lo que está en -uego esla vida o muerte de millones de hombres.;e manera que más que interrogarse sobre si la Iglesia es o no superDua Ees o nonecesaria para la salvaciónF, se pregunta seriamente cómo debe ser la Iglesia y 'ué debehacer para ser eectivamente sacramento de salvación en la 'mérica atina dehoy/01B10.a salvación aparece, pues, como realidad urgente, pero a la vez como realidad quedesborda a la Iglesia, y a cuyo servicio está la Iglesia como sacramento de salvación.;icho más drásticamente5 No hay salvación porque haya Iglesia, sino hay Iglesia porquehay salvación.)ás que decir que uera de la Iglesia no hay salvación, habr"a que afrmar que uera de lasalvación no hay Iglesia/.

 = superando teorizaciones abstractas sobre la salvación que, a pesar de las aparienciasson también todas ellas históricas/, esta historización de la salvación lleva a la conclusiónde que la liberación es la orma histórica de la salvación/, puesto que no es posiblehablar de salvación sino desde situaciones concretas. a salvación es siempre salvación

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(de& alguien y, en ese alguien, de/ algo. +asta tal punto que las caracter"sticas delsalvador se deberán buscar desde las caracter)sticas de lo 'ue hay 'ue salvar" 9areceráesto una reducción de lo que es la salvación vista desde el don de ;ios, que se adelantaincluso a las necesidades del hombreG pero no es as". = no lo es, porque las necesidades,entendidas en toda su amplitud, son el camino histórico por el queLse puede avanzar haciael reconocimiento de ese don, que se presentará como negación de las necesidades, una

vez que, desde ese mismo don, las necesidades aparezcan como negación del don deDios, de la donación misma de ;ios a los hombres. 9ero es que, además, pueden verse lasnecesidades como el clamor mismo de Dios hecho carne en el dolor de los hombres, comola voz inconundible del propio ;ios que gime en sus creaturas o, más propiamente, en sushi-os/.+istorizar la salvación es, pues, primariamente, un problema teológico, y en consecuencia,y sólo en un segundo momento, un problema eclesiológico. Implica reconocer que ;iostiene un hoy, no sólo un ayer reconocido e interpretado/, y reconocer, por tanto, que;ios puede seguir hablando hoy y con la novedad de ;ios, no simplemente deducible nie#trapolable de lo que ya sabemos acerca de él/.6er sacramento histórico de salvación signifca para la Iglesia colocarse ante el hoy de;ios/, y tratar de darle visibilidad y efcacia en este momento histórico. !isto desde

'mérica atina, signifca reconocer lo siguiente5 Nuestro ;ios es un ;ios encarnado yaba-ado reduplicativamente: aba-ado a lo humano, y aba-ado a aquello que, dentro de lohumano, está más aba-o, lo pobre y débil. *se aba-amiento no es accidental o pasa-ero,sino que en el aba-o de la historia ;ios ha encontrado su lugar""" *l aba-o de la historia, lapobreza real que priva de vida, la in-usticia que priva de raternidad, el mundo deverdugos que produce v"ctimas, ése es el lugar de ;ios en este mundo. No es el %nico,pero sin encontrarle en ese lugar, cualquier otro lugar en que se pretenda encontrarle espeligroso y sospechoso/

 =, en esta situación, no hay ninguna duda de que la Iglesia de $es%s Epara ser sacramentode salvaciónF sólo puede ser Iglesia de los pobres, ciertamente y en directo en el (ercer)undo, pero también en los otros mundos por implicación" = esto signifca ser una Iglesiaque ha hecho una radical opción por los pobres, comprendiendo y practicando esa opciónen orma totalizante, no reduciéndola a algo puramente categorialLpastoral y no de-ándoseparalizar por la casu"stica estéril de si esa opción es o no preerencial. *sa opción por lospobres es o debiera ser una especie de e*istencial, sobrenatural e histórico, que abarcatodo el ser y hacer de la Iglesia/.

*+ El %uelo c&ucifcao

;entro de estas coordenadas se mueve la perspectiva undamental desde la que se hacela eclesiolog"a de la liberación. ' lo que hay que a>adir la conciencia e#pl"cita de que laperspectiva inDuye decisivamente no sólo en la orma como se plantean las cuestiones/,sino también en el hecho de que se hagan unas preguntas y no otras/01B@0.

!amos a terminar nuestro traba-o con una breve reerencia a esta pregunta que viene delos pueblos crucifcados/, y que es la gran pregunta eclesiológica, radical yomniabarcante, que plantea la situación histórica actual de 'mérica atina y de todo el

 (ercer )undo5 visto nuestro mundo desde las v"ctimas, que son la gran mayor"a de lahumanidad, desde esa gran parte de la humanidad literal e históricamente crucifcada/,+es esa (humanidad doliente algo esencial a la hora de ree*ionar sobre lo 'ue es el

 pueblo de Dios y sobre lo 'ue es la Iglesia-&"

*n esta pregunta puede decirse que van envueltas la cristolog"a y la eclesiolog"a enteras,en su carácter de soteriolog"a histórica/01BC0. +ay en este planteamiento algunasimplicaciones más graves que vamos a recoger resumidamente.

M *n primer lugar, hablar de pueblos crucifcados/ es reerirse directamente a la historia,y a la historia vista desde aba-o, desde los perdedores de la historia. 6i en *uropa huboque preguntarse5 cómo hacer teolog"a después de 'uschOitzP/, en 'mérica atina lapregunta radical es esta otra5 cómo hacer teolog"a en presencia de pueblos enteroscrucifcados, y cómo hacerla con tranquilidad de conciencia sin que sirva de algunamanera para ba-arles de la cruzP

;e aqu" arranca, como es sabido, la teolog"a de la liberación, pero esto signifca que, comopregunta radical, es una pregunta dirigida a la humanidad entera. 9orque es cuestión,ante todo, de honradez con la realidad, de no encubrir la verdadera realidad de nuestromundo.!isto desde los pueblos crucifcados, lo que llamamos orden mundial/ está montadosobre el encubrimiento de su propio rostro, de su verdadera realidad tal como ladescubren las v"ctimas. +ay, pues, un primer problema de honradez histórica5 desLcubrir

la enLcubierta realidad de nuestro mundo/. &n problema en que se decide lahumanización o deshumanización de todos. Nadie queda al margen de esta tragedia/

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pueblo crucifcado no entre como elemento integrante en la constitución y comprensióndel verdadero pueblo de ;ios y de la verdadera Iglesia.+e aqu" una voz poderosa dicha desde la pasión y muerte de los pueblos del (ercer)undo, y desde la propia pasión y la propia muerte. &na voz poderosa que es necesarioo"r, en este momento histórico, como portadora urgente de salvación tanto para el uturode la historia como para el uturo de la Iglesia.

&na voz que, ciertamente, sigue resonando en amplios sectores de la sociedad y de laIglesia, a pesar de los esuerzos por soocarla. 'ortunadamente, podemos concluir conuna constatación como ésta5 a teolog"a latinoamericana de la liberación ha caladohondo en no pocas conciencias cristianas adormecidas, ha contribuido a revitalizarimportantes movimientos eclesiales renovadores, entre ellos de manera muy especial lascomunidades de base, ha penetrado en las vie-as aulas de seminarios y acultades deteolog"a, y está de-ando su impronta en los más prestigiosos y creativos teólogos denuestro continente/.

El Va'icano II: una nuea '&a-ec'o&ia

+emos estudiado brevemente el origen de la Iglesia y el desarrollo de su vida y de su autointerpretacióndurante el per"odo del Nuevo (estamento. *l lector se asombrará quizás de que ahora demos un salto de casidos mil a>os y estudiemos la cuestión acerca de la autointerpretación de la Iglesia en tiempo del !aticano II.!ale la pena, indudablemente, hacer una análisis detallado de la evolución de la eclesiolog"a a través de lahistoria de la Iglesia. 9ero tendremos que limitarnos a unas cuantas observaciones y remitiremos al lector a losmanuales de eclesiolog"a para una e#posición más detallada. 'hora bien, el estudio del !aticano II nosorecerá un buen resumen de las ideas normativas acerca de la Iglesia que hallamos en nuestra (radición.

*l proceso de inculturación no aectó gran cosa a la teolog"a de la Iglesia, porque la eclesiolog"a no sedesarrolló plenamente sino en tiempo del <oncilio de (rento. *l proceso se maniestó particularmente en las

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estructuras organizativas de la Iglesia, especialmente cuando las peque>as comunidades cristianas tuvieronque asumir la unción de ser las portadoras de la religión ofcial del *stado. *sta novedad, que comenzó entiempo del emperador <onstantino E848F, condu-o a una lucha entre los dos poderes/5 el poder temporal del*stado rente al poder espiritual de la Iglesia. *l punto más destacado de esta lucha se sit%a en la *dad )edia.os emperadores y los reyes chocaron con los papas y los obispos, lo cual condu-o a un nuevo enoque de laeclesiolog"a. a reDe#ión teológica principal acerca de la Iglesia, durante la *dad )edia, se centraba en laimagen del cuerpo m"stico de <risto/. *sta l"nea de pensamiento, en la que la Iglesia siguió siendo

interpretada dentro del misterio de la salvación, ue siendo desplazada poco a poco por los canonistas y losteólogos, que necesitaban una base -ur"dica para asentar la autoridad de los l"deres de la Iglesia. ;esarrollaronuna eclesiolog"a basada en el concepto de una organización visible, -ur"dica y -erárquica. <omo vimos yaanteriormente, (rento adoptó esta l"nea de pensamiento al construir sus tratados de eclesiolog"a, con el fn deresponder al desa"o de los reormadores.os documentos del !aticano II son hasta cierto punto un resumen de la evolución de la eclesiolog"a. as dosl"neas de pensamiento de la tradición, que contemplan por un lado a la Iglesia dentro de la oerta histórica que;ios hace de la salvación, y que por otro lado la contemplan como sociedad -erárquica, se hallan presentes enla constitución #umen Gentium y en otros documentos. *n el presente cap"tulo dirigiremos nuestra atenciónhacia esos te#tos. *n una primera ase oreceremos un breve resumen de las eclesiolog"as del <oncilio. *nsegundo lugar, analizaremos brevemente cómo esas dierentes eclesiológicas hallaron cabida en losdocumentos. 0inalmente, trataremos de resolver la cuestión más importante de todas5 ué relación guardan,unas con otras, todas esas diversas eclesiolog"asP <uál será nuestro principio para interpretar el <oncilio!aticano IIP

.+ Las '&es eclesiolog/as el Va'icano II<uando el papa $uan III E4CA@Q4CK8F procedió a la inauguración del <oncilio !aticano II, se refrióe#presamente a la necesidad de un aggiornamento, a una renovación dentro de la Iglesia, y a que se abrieranlas ventanas de par en par para que entrara el resco y pudiera entablarse un diálogo con el mundo. 6inembargo, a pesar de todos estos nobles empe>os, el !aticano II conten"a también en s" las semillas de uturosproblemas. <omo mencionamos ya anteriormente, el <oncilio puede considerarse como un proceso deconversión gradual que dio origen a componendas y ambigRedades que quedaron incorporadas luego a loste#tos defnitivos de los documentos. =, as", los que propugnan una comprensión histórica de la Iglesia puedenhallar en los documentos conciliares una base esencial para esa manera de pensar. 9or otro lado, los que seadhieren frmemente a la idea de que la Iglesia es una institución -erárquica permanente, establecida desdesus comienzos por ;ios, pueden también undarse en las declaraciones e incluso en un cap"tulo entero de la#umen Gentium" ;e hecho, los documentos conciliares contienen básicamente tres eclesiolog"as.

a# La sociea&na primera eclesiolog"a puede hallarse en el cap"tulo tercero de la #umen Gentium" *n él, la descripción de laIglesia es casi e#actamente la misma que la que se hab"a desarrollado en (rento y en el !aticano I. a Iglesiaes una sociedad -erárquicamente organizada/ E13F, en la que el Homano 9ont"fce tiene... plena, suprema yuniversal potestad/ E11F. a idea predominante que nos orecen estos te#tos es que la Iglesia esesencialmente una sociedad, la sociedad perecta de los que son salvos/. *ste tipo de descripción no debesorprendernos, porque los padres conciliares admitieron que, en ese cap"tulo, estaban siguiendo las huellasdel <oncilio !aticano I/ E4@F. 6eg%n se hab"a declarado en el esquema del !aticano I5 a Iglesia posee todaslas notas caracter"sticas de una verdadera sociedad. <risto no de-ó esta sociedad sin defnirla y sin darle unaorma f-a. e-os de eso, él mismo le dio e#istencia, y su voluntad determinó la orma de su e#istencia y le diosu constitución. a Iglesia no es parte ni miembro de ninguna otra sociedad. *s tan perecta en s" misma, quees distinta de todas las sociedades humanas y se halla por encima de ellas/.as e#presiones más uertes del modelo institucional de la Iglesia se ormularon en tiempo del <oncilio!aticano I. *l esquema del !aticano I declaraba que la Iglesia de <risto no es una comunidad de iguales en laque todos los creyentes tengan los mismos derechos. *s una sociedad de desiguales..., en la que a unos les hasido dado santifcar, ense>ar y gobernar, y a otros no/. *sta concentración e#trema de poder en manos de una

clase gobernante se evita en el cap"tulo tercero de la #umen Gentium, introduciéndose algunas ideas nuevascomo la de las Iglesias locales, la colegialidad, la coQresponsabilidad, la autoridad como servicio. !olveremos aver estas ideas, más tarde, en otras partes de nuestro estudio. 'hora bien, básicamente, el cap"tulo III dacontinuidad a la concepción -erárquica de la autoridad, seg%n la cual algunos ense>an, santifcan y gobiernan,mientras que otros son ense>ados, santifcados y gobernados. *l !aticano II afrmó la autoridad suprema delvértice de la pirámide5 el papa. *l !aticano II contin%a en la misma perspectiva, pero e#tiende la autoridadsuprema al segundo estrato de la pirámide5 el colegio de los obispos. lama bastante la atención que elesquema sacerdoteQproetaQrey/, utilizado para los obispos en el cap"tulo III, pierda el término de realeza/cuando se aplica a todo el pueblo de ;ios en el cap"tulo segundo, y al laicado en el cap"tulo cuarto.

# Puelo e Dios7tra eclesiolog"a quedó esbozada en los cap"tulos primero y segundo de la #umen Gentium" *l cap"tuloprimero nos orece el marco teológico de la misma, cuando describe a la Iglesia como misterio/. 9ablo !I hizouna e#celente descripción de lo que signifca este concepto, en el discurso inaugural del segundo per"odo del<oncilio. ;eclaró5 a Iglesia es misterio, realidad prounda, penetrada por la presencia de ;ios, y por esosiempre admite nuevas y más proundas investigaciones/. Nos hallamos aqu" en la otra l"nea de pensamiento,iniciada por el Nuevo (estamento. a Iglesia no puede defnirse/ en unción de estructuras organizativas,autoridad, -urisdicción, etc. a Iglesia debe entenderse como parte de la intervención graciosa de ;ios en lahistoria de los seres humanos, como intervención que se maniestó plenamente en <risto E4QAF. ;e esarealidad no podemos hablar sino en s"mbolos e imágenes, que -amás agotarán la realidad total de la Iglesia EKQBF.&na vez establecido el marco, los padres conciliares, en el cap"tulo segundo, siguieron estudiando a ondo ladescripción de la Iglesia inspirada por las tres imágenes principales que se orecen en el Nuevo (estamento5 laIglesia como el pueblo de ;ios, como el cuerpo de <risto, y como el templo del *sp"ritu 6anto E4BF. *l modeloprincipal para la Iglesia, elegido para este cap"tulo,

es el de pueblo de ;iosQ a Iglesia es el nuevo pueblo de ;ios, en peregrinación por la historia y que se dirigehacia el Heino. *s una comunidad de participación, una comunión de vida, caridad y verdad, enviada al mundoentero para que sea luz y signo de salvación. (iene que entrar en la historia de la humanidad. = no debe cesar -amás de renovarse a s" misma hasta que, por medio de la cruz, llegue a la luz ECF.

 (odas las personas están llamadas a pertenecer al nuevo pueblo de ;ios. a Iglesia debe omentar y asumir,en cuanto sean buenas, las capacidades, riquezas y costumbres de cada pueblo E48F. as Iglesias particulares

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conservan su lugar leg"timo. 'quellos que no han recibido a%n el *vangelio, se relacionan de diversas manerascon el pueblo de ;ios. (ambién ellos pueden alcanzar la salvación eterna E4KF. 9or ser pueblo de ;ios, todoslos miembros, incluidos los dirigentes, son undamentalmente igualmente, ya que en primer lugar todos ycada uno participan mediante el :autismo de la %nica vida de e. a Iglesia tiene la tarea de ser signo efcazdel Heino de ;ios, de encarnar continuadamente la iniciativa salv"fca de ;ios en <risto. a Iglesia, comopueblo de ;ios, debe ser testigo y maniestación primordial de la auténtica libertad e igualdad que anhelaproundamente todo ser humano E43Q48, 84Q81F.

c# Se&io&aa constitución pastoral/ Gaudium et Spes elaboró una tercera eclesiolog"a. a constitución trataba deresponder as" al llamamiento de $uan III, que ped"a que se reestableciera el diálogo con el mundo. (aldiálogo no ser"a posible sino cuando elaborásemos una nueva visión de las relaciones entre la Iglesia y elmundo. *l mundo, en su autonom"a propia y leg"tima, es el lugar donde ;ios está actuando. a Iglesia nopuede imponer sencillamente al mundo su propia visión de la salvación, sino que debe entrar en diálogo con elmundo, tratar de leer los signos de los tiempos, y mostrar su disposición para servir a un mundo que se hallatambién buscando los valores del reino, como son la paz, la -usticia, la comunidad, el esp"ritu de compartir,etc.&n collage/ de te#tos de la Gaudium et Spes será quizás la me-or manera de poner de relieve la novedad dela imagen de la sierva/ y del servicio/, que aparece en este conte#to del diálogo con el mundo. *n palabrasde la constitución, a Iglesia sólo desea una cosa5 continuar, ba-o la gu"a del *sp"ritu, la obra misma de<risto, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para -uzgar, para servir y nopara ser servido/ E8F. 'simismo, el mundo... puede ayudar mucho y de m%ltiples maneras a la Iglesia/. = ella,por tanto, debe promover el mutuo intercambio y la mutua ayuda en todo aquello que en cierta manera escom%n a la Iglesia y al mundo/ E23F. a gracia de <risto no sólo se le da a la Iglesia, sino que se halla al mismotiempo en el mundo entero. *n <risto la persona humana recibió una nueva dignidad. (odo esto es verdad nosólo para los cristianos, sino también para todas las personas de buena voluntad en cuyos corazones la graciaobra de manera invisible/ E11F. 9uesto que el mundo es el escenario de las acciones salv"fcas de ;ios, loscristianos que eludan sus responsabilidades terrenas están poniendo en peligro su propia salvación eternaE28F. a Iglesia, al asumir esas responsabilidades, debe escuchar lo que los especialistas de diversos camposdel saber humano tienen que decirle. a Iglesia puede y debe enriquecerse con el desarrollo de la vida socialhumana/ E22F.Hesumiremos las principales caracter"sticas de esta tercera eclesiolog"a, e#presándola en los puntossiguientes5 en primer lugar, la Iglesia es humilde servidora. 9odr"amos hablar de un movimiento centr"ugo, porel cual la Iglesia es llamada a servir a todos los pueblos, y no sólo a las personas creyentes. *n segundo lugar,la Iglesia es una comunidad de diálogo. ;ebe ser una Iglesia abierta, que busque constantemente el diálogocon el mundo. *n tercer lugar, la Iglesia es dinámica, ya que orma parte de la historia y tiene que adaptarseconstantemente a las nuevas circunstancias de un mundo en rápido cambio. 0inalmente, la Iglesia es

escatológica. No es el centro de la historia humana, porque el centro es la realización del Heino.0+ $na -u1'a%osici2n e os isiones el )uno*l hecho, en s" mismo, de que el !aticano II tenga tres eclesiolog"as no debe turbarnos, porque el Nuevo (estamento y la tradición contienen varias eclesiolog"as. a pluralidad de eclesiolog"as es maniestación de lariqueza del misterio del discipulado cristiano, que es algo que no se puede e#presar plenamente mediante unasola imagen de la Iglesia. 9ero lo que nos disgusta en las eclesiolog"as del !aticano II, que acabamos depresentar, es la alta de complementaridad entre la imagen de la Iglesia como sociedad -erárquica, por unlado, y la imagen de la Iglesia como comunidad de participación y humilde servidora, por el otro lado. Noe#iste precisamente un conDicto entre los elementos de las imágenes de la Iglesia. 6ino que Mlo que es másimportante todav"aM hay una oposición básica entre los dos marcos undamentales que subyacen a talesimágenes.

a# $na isi2n ualis'a el )uno*l modelo de la Iglesia institucional que hallamos en el cap"tulo tercero de la #umen Gentium, se basa en unavisión particular del mundo5 en una cosmovisión estática, -erárquica y dualista. 6e entiende la realidad como

un orden cósmico inmutable, establecido por un ;ios inmutable y absolutamente trascendente. *se ordenuniversal está compuesto de dos plantas5 en la planta de arriba se halla la esera de la vida sobrenatural, de lagracia, de la Iglesia y de la salvaciónG mientras que en la planta de aba-o se halla la esera de la naturaleza yde la historia. a acción de un ser humano en el mundo no tiene importancia inmediata para su salvacióneterna. (an sólo mediante una vida de e y gracia sobrenaturales, que uno recibe en la Iglesia, podrá elindividuo alcanzar el destino eterno. )ás a%n, el actual orden social, con sus actuales grados y -erarqu"as, esuna realidad establecida por ;ios, y no el producto de procesos y sucesos históricos.*ste marco de pensamiento Mun marco vertical y nada históricoM ue adoptado por el cristianismo en susrealidades con el mundo grecorromano. )encionamos ya en el cap"tulo anterior que el apóstol 9edro hab"asido un gran misionero e inculturizador. levó el mensa-e cristiano a las culturas gentiles, omentando lasarticulaciones creativas de la e mediante la utilización de categor"as y conceptos inteligibles para los no -ud"os. *l ingreso del cristianismo en el ambiente grecorromano ue necesario e inevitable, a fn de que el*vangelio llegara realmente hasta los e#tremos de la tierra/, y no permaneciese limitado a un universo -ud"o.*l cristianismo tuvo que encarnarse/ en una situación cultural nueva. =, en ese proceso, la :uena Nueva nosólo ue grandemente enriquecida, sino que en parte se vio también contaminada.

'l comienzo del cap"tulo, rechazamos la tesis de que todo iba mal cuando la llamada Iglesia constantiniana seapropió la cultura helen"stica. *l cuadro es mucho más comple-o. 6e produ-o un desarrollo que duró quincesiglos y cuyo resultado es lo que denominamos el catolicismo de hoy. *n el encuentro del cristianismo con lasculturas grecorromana y germánica, era inevitable que elementos ambiguos quedaran incorporados a latradición de la e y a las estructuras de la Iglesia. *sto no debiera sorprendernos. Ilustra sencillamente elcarácter histórico undamental del cristianismo. a Iglesia, antes de la realización fnal del Heino, seguirásiendo en todo momento santa y pecadora a la vez. ;esgraciadamente, muchos uncionarios de la Iglesiaolvidan esta %ltima realidad, a saber, el carácter pecador de la Iglesia. = aunque se admita ese carácterpecador, se atribuye %nicamente a las personas. ' menudo se hace caso omiso de la presencia del pecado enlas estructuras predominantes en la Iglesia.*l dualismo del pensamiento flosófco griego Eprincipalmente en 9latónF, el legalismo de la cultura romana, y el universomágico de las culturas germánicas bárbaras/ son e-emplos de elementos ambiguos que han inDuido grandemente en lasormulaciones dogmáticas, en los códigos de moral, en las ideas particulares sobre los sacramentos, etc. a presencia deesos elementos en nuestra tradición católica ue el resultado de un proceso histórico que debemos aceptar honradamente,permitiendo as" que tales elementos sean accesibles al e#amen proesional, a la purifcación y a posibles cambios. 9or

desgracia, en la historia de la Iglesia, hemos tratado de absolutivizar el valor de e#presiones, prácticas y estructurasparticulares de la vida de la Iglesia.

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hasta qué punto hemos llegado en la tarea de dar e#presión concreta a las nuevas perspectivas iniciadas porel !aticano II.

Biliog&a6/a

':*HI?7, ?. Q $766&', $. 9., #a recepción del 5aticano II, <ristiandad E)adrid 4C@BF.:'H'&N', ?uillermo, Eed.F, #a Iglesia del 5aticano II E1 volsF, $uan 0lors E:arcelona 4CKKF.

<'H;' 9l('H<+, $. )., #a Iglesia de %risto" Doctrina central del %oncilio 'ue ha marcado nuestro tiempo,'tenas E)adrid 4C@BF.<7N?'H, =ves, Santa Iglesia, *stela E:arcelona 4CKAF.?&I)7(, 9aul, +/l n de una Iglesia clerical-, 6tudium E)adrid 4CB1F.)7IN', ). '., Diccionario del 5aticano II, :'< E)adrid 4CKCF.9+II96, ?., #a Iglesia y su misterio en el %oncilio 5aticano II" 6istoria, te*to y comentarios a la %onstitución(#umen Gentium& E1 volsF, +erder E:arcelona 4CK@F.%ap)tulo undécimo

EL CONCILIO VATICANO II Vilanova)I! Introd"cción*l concilio ecuménico !aticano II se desarrolló en cuatro sesiones, desde el oto>o de 4CK1 al de 4CKA. 'lcomienzo del pontifcado de 9"o I se hab"a hablado de reanudar el !aticano I, interrumpido en 4@B3G sehicieron algunas encuestas preliminares, pero el proyecto no cua-ó, como tampoco cua-aron los intentosllevados a cabo en el pontifcado de 9"o II4. *n una perspectiva nueva, $uan III anunció, al principio de supontifcado, su intención de reunir un concilio, poniendo el acento en el aspecto pastoral y especialmente conuna notable apertura ecuménica1. a creación, en aquel momento, de un 6ecretariado para la unidad de loscristianos8, la participación activa de observadores no católicos en los traba-os del concilio, as" como laorientación de tantos te#tos que superan el punto de vista postridentino, tuvieron como consecuencia un pasoadelante en el camino de la integración de la Iglesia romana en el movimiento ecuménico contemporáneo. 6e

pudo decir que el !aticano II era el fn de la contrarreorma.9or otro lado, además de las diversas decisiones de aggiornamento7, en particular en materia lit%rgica, elacento puesto por la constitución sobre la Iglesia y otros documentos conciliares en la colegialidad episcopal yen la participación más activa de los laicos en la vida eclesial produ-o una renovación teórica y práctica en elseno de la Iglesia católica.<on el choque del discurso de apertura de $uan III, la asamblea conciliar tomó conciencia de la dimensiónhistórica del momento Eel término historia/, ausente en los te#tos del magisterio, aparece sesenta y tresveces en el concilioF5 la historia se convirtió en el lugar de la inteligencia de la e y la historicidad, en elcoefciente de todos los lugares teológicos. a mutación del mundo y las evoluciones del hombre actualizan elmisterio cristiano en una asunción de las realidades terrenas homogénea a la asunción de la naturalezahumana por el +i-o de ;ios. ;ios ha entrado en la historia5 es la clave de bóveda de la constitución titulada #aIglesia en Ey no y/F el mundo actual8"a asamblea conciliar se mover"a en la conciencia de que la vida de la Iglesia es anterior a la teolog"a. *n otraspalabras5 la teolog"a reDe#iona sobre la pra#is de la IglesiaK, y es esto, por otro lado, lo que poco a poco va

constituyendo el tesoro de su tradición viva. ;esgraciadamente, la teolog"a se hab"a convertido de un modoe#cesivamente e#clusivo en una cuestión de escuela, demasiado separada de la pra#is eclesial. ' menudo sepagó muy cara esa especie de divorcio. 0ue corriente aceptar cierta distancia e incluso un abismo entre ladoctrina, indefnidamente e#plotada por la inteligencia, y las actitudes eclesiales que se hallabaninevitablemente unidas a la historia de los hombres. *s verdad que ya antes del !aticano II se hab"a prestadoatención a dicha historia, se hab"a mostrado una seria preocupación por la misión y la acción pastorales. 9ero,ofcialmente, estas reDe#iones constitu"an una especie de bordado sobre un ondo inmutable de verdades.+ab"an tenido lugar debates importantes sobre la relación entre la edifcación de la Iglesia y la actualidadhistórica, en la l"nea propuesta, por e-emplo, por los padres 0essard o <henu. 9ero no se pod"a decir que erauna asunción ofcial de las relaciones entre la vida de la Iglesia y la historicidad que la aectaba. *n adelantetodo ello resultar"a irrenunciable. =, evidentemente, la teolog"a saldr"a ganando con esa postura. *n eecto, aldesear que se mostrase atenta a la vida eclesial, no se la hac"a in%til, antes al contrario más activa, máscr"tica, más inspiradora. a intuición aectar"a a la misma metodolog"a5 en lugar de ser deductivo, dirigidohacia las conclusiones abstractas M cuyas aplicaciones/ hab"an de encontrar los pobres pastores M, elmétodo se hizo inductivo. *l análisis, llevado a cabo con mirada aectuosa, considera los comportamientos, las

aspiraciones, las angustias de los hombres, individuos y grupos, para discernir en ellos los posibles impactosde la 9alabra de ;ios. 's" procedió la constitución Gaudium et spes, elaborada a partir de una introducción/ amanera de análisis sociológico de la mutación radical y rápida de la humanidad. ' partir de aquel momento, yano se trata de una doctrina social/ ense>ada desde arriba por un magisterio llamado ordinario, sino de unpaciente palpar las coyunturas en las que el mensa-e evangélico actuará de ermentoB.9or tanto, el !aticano n obligó a la teolog"a a insertarse en algo nuevo que se ten"a que construir. Novedad queno era primeramente la novedad de un te#to, sino de una acción. 0ue el hecho/ conciliar, hecho en el quemuchos no estaban dispuestos a creer, hasta que el d"a de la inauguración E44 de octubre de 4CK1F tuvieronque rendirse a la evidencia. 'lgo empezaba. 'quel hecho ten"a un valor eclesial5 era la Iglesia, en sudimensión episcopal, la que quedaba convocada. 9ero en el corazón mismo de este hecho y en su movimientoinicial tendr"a lugar un incidente que revestir"a un signifcado eclesiológico considerable. )e refero a laintervención de los cardenales iénart y 0rings al comienzo de la primera sesión, en el mismo momento deconstituir las comisiones conciliares. *n medio de un aplauso general, los dos cardenales pidieron a laasamblea que se esperase algunos d"as para constituir auténticas comisiones, lo que e#ig"a un tiempo paraconocerse e inormarse. 6in esta intervención de los dos cardenales podemos suponer que el concilio habr"a

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M 9ueblo de ;ios/ es, por lo mismo, más apto para insertar la comprensión de la Iglesia dentro de una visióndin$mica, evolutiva de la historia, De#ibilizando esquemas r"gidos, intemporales, que no tienen en cuenta loscondicionamientos históricos inDuyentes en la f-ación de esos esquemas.9ara la reorma en proundidad de la Iglesia que el concilio pretende, la categor"a de pueblo de ;ios es másadecuada, sin duda, que la de cuerpo de <risto. *n este sentido se ha dicho, por e-emplo, que, para replantearla cuestión de la pertenencia a la iglesia, se acudió al concepto de pueblo de ;ios, que, ba-o este punto devista, es bastante más amplio y móvil que las categor"as de cuerpo y miembros/0810, con las consecuencias

de gran alcance que esto implica, como ya di-imos, para el ecumenismo y para la relación de la Iglesia con lasgrandes religiones del mundo. Incluir el poseer el *sp"ritu de <risto/ como elemento de pertenencia eclesialE? 42F es echar aba-o el planteamiento estático de esta cuestión que ha permanecido inalterable desde lacontrarreorma hasta la segunda mitad del siglo .M 9ueblo de ;ios/ sugiere más directamente la continuidad con el pueblo de Israel, la alianza con un ;iosque se revela en medio de acontecimientos históricos, que conduce a su pueblo en un proceso de aprender aaprender/ E$. . 6egundoF, que incorpora la historia en su maniestación progresiva hacia una verdad siempremayor.;esde esta perspectiva, la categor"a de pueblo de ;ios centra la tarea undamental de la Iglesia, más que enactividades sacrales o cultuales, en el esuerzo de todos los combates por la liberación y la dignidad de loshombres, allá donde se hace presente el signo del amor de ;ios a los hombres en $esucristo, no sólo en lasliturgias de nuestras iglesias, por muy auténticas que sean, sino dondequiera que los hombres sean v"ctimasdel odio, de la e#plotación, del desprecio, de la alta de amor, de las discriminaciones in-ustas/ .9ero si la categor"a de pueblo de ;ios se histori.a, y se atiende al uso histórico que de ella se hace en elmomento histórico conciliar, es evidente que lo que con ella se pretende, ante todo y sobre todo, es lo

siguiente5 poner en primer plano nuestra condición comn de creyentes como punto de partida paracomprender la Iglesia.<onviene recordar aqu" que hasta el verano de 4CK8 no se tomó la decisión de poner un cap"tulo entero sobreel pueblo de ;ios, antes del relativo a la -erarqu"a. Nos encontramos posiblemente ante el per"odo máscreativo y más innovador de los a>os conciliares. +ubo, en un gran esuerzo de meses, la intención clara dedar un vuelco al planteamiento global de la #umen Gentium, que pon"a en cuestión el tratamiento de otrostemas ya planteados, y que supon"a, ciertamente, un giro copernicano/ en la comprensión de la Iglesia.6e trataba, en defnitiva, de bajar a otro plano; a una dimensión más honda de la Iglesia, olvidada en unaeclesiolog"a multisecular desarrollada en el plano segundo de las distinciones y dierencias entre unos y otros,y centrada en un sector m"nimo, pero identifcado con la Iglesia misma, de ese segundo plano5 el sector de losdirigentes de la Iglesia.9or eso hay que insistir en que la herencia del concilio, en su aspecto eclesiológico, se -uega en gran parte entorno al desarrollo de la teolog"a del pueblo de ;ios. (odo intento de marginar, reducir o limitar esta teolog"acomo e#plicitación del misterio de la Iglesia es infel al concilio... Nuestra fdelidad al concilio pende, por tanto,

de la proundización en las implicaciones de la Iglesia como pueblo de ;ios, en contraste con otrasdefniciones y teolog"as anteriores. 9or eso no tiene nada de e#tra>o que los movimientos o personas másnegativos o reacios a valorar positivamente el concilio tomen distancias de esta defnición y propongansustituirla por otras, seg%n ellos más feles al concilio, pero que de hecho llevan a neutralizar las implicacionesdel cap"tulo segundo de la constitución/o que está aqu" en -uego es, por consiguiente, de tal envergadura que nos vemos obligados a analizarlo ahoracon toda detención.

B+ CONSTIT$CION PRIARIA DE LA IGLESIA: N$ESTRA CONDICION DE CRE=ENTES*s ya aceptado com%nmente que pueblo de ;ios/, en la intención conciliar, designa esa realidad englobantede la Iglesia, previa a toda dierenciación, que remite a lo básico y com%n de nuestra condición eclesial5nuestra simple condición de creyentes como la realidad primaria y undamental desde la que hemos sidoconstituidos en pueblo/ E? CF.6e entiende también, en l"neas generales, que en esta realidad englobante se inscribe todo lo demás y hayque entenderlo en reerencia a ella. )ás a%n5 si en una recta comprensión de la Iglesia lo primero es el pueblode ;ios, habrá que admitir, por consiguiente, que la Iglesia no es primariamente la -erarqu"a.9ero estas afrmaciones, en realidad proundamente subversivas, pueden convertirse en verdades inocentes,prácticamente inoensivas, que no hacen sino recordar lo obvio, lo que se da por supuesto. o mismo que enotra época histórica se convirtió en una obviedad eclesiológica que la Iglesia es una sociedad desigual/,desde la #umen Gentium es obvio que lo primero es la comunidad de todos los creyentes, previa a las distintasunciones, servicios o ministerios, etc. =, por supuesto, que esto implica una igualdad undamental de todos encuanto creyentes.*s claro que por ah" va el cambio conciliar, pero no lo es tanto que ese cambio no pueda consistir,prácticamente, en cambiarlo todo para que todo siga igual, es decir, para que no se trate en orma alguna deun cambio histórico que suponga el paso eclesial de una orma histórica a otra.a situación de cristiandad/, con raigambre de siglos, sigue inDuyendo proundamente en la Iglesia en elsentido de devaluar y banali.ar la condición de cristiano/, de creyente sin más, de lo que se ha llamadotradicionalmente simple fel/. 6er cristiano es lo obvio, lo que hay que ser en determinadas circunstancias,sin que implique mayores e#igencias, puesto que las responsabilidades de la e y la carga de la Iglesia sesupone que pesan sobre otros. 'un en sociedades que están de-ando de ser cristianas, este esquema mental

tiene más vigencia de lo que pudiera creerse.9or encima de eso, prácticamente irrelevante, sigue estando, como es natural, la -erarqu"a de la Iglesia, encuyas manos está, con su poder de decisión y su magisterio, llevar por el buen camino a un pueblo que, deotro modo, no sabr"a hacia dónde dirigirse.

*s decir, mientras quede claro que en el pueblo de ;ios los dirigentes están arriba/ y los demás aba-o/,puede decirse cuanto se quiera sobre la importancia del cap"tulo segundo de la #umen Gentium, y sobre laigualdad fundamental de los creyentes que ese cap"tulo supone.o que no podrá decirse, en modo alguno, es que esa constitución suponga un giro copernicano/ en lacomprensión de la Iglesia. *ste giro se decide, undamentalmente, en una revalorización tal de nuestracondición de creyentes, de cristianos sin más, que sea capaz de sacudir los cimientos de todo un edifcioeclesial montado desde otros presupuestos. 9ero vayamos por partes.

.+ El 7sensus fei8, o la e1%e&iencia e la 6e

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;ec"amos que el planteamiento conciliar nos obliga, ante todo, a ba-ar a otro plano, a un nivel de la realidadeclesial eclesiológicamente olvidado.*n la decisión de colocar el pueblo de ;ios/ por delante de todas las realidades sectoriales de la Iglesia seestá percibiendo lo siguiente5 algo muy proundo estamos olvidando, como en un ensue>o de siglos, que es larealidad primera y %ltima constituyente de Iglesia, y que ha quedado soterrada ba-o un empe>o tenaz porentender la Iglesia desde realidades secundarias.+ay que distinguir, pues, dos dimensiones eclesiales que se mueven a muy distintos niveles, y que remiten a

realidades eclesiales muy diversas. &na dimensión contiene lo que llamar"amos realidad sustantiva de laIglesia, y otra lo que llamar"amos realidades relativas" a primera está descrita, por supuesto, en el cap"tuloprimero de la #umen Gentium, como ya hemos visto, pero sobre todo en el cap"tulo segundo y en el quinto, yculminantemente en el séptimo. a segunda, en los cap"tulos tercero, cuarto y se#to.No ponerlo todo al mismo nivel, ni entremezclar indebidamente ambos niveles, es un requisito undamentalpara entender adecuadamente la eclesiolog"a conciliar. a mayor tragedia eclesiológica consiste en haberindividuali.ado la e#periencia de la e como relación e#clusivamente vertical entre el creyente y ;ios, yhaberla perdido de vista como realidad originaria constituyente de Iglesia. +ay en este punto, en laperspectiva conciliar, una vuelta a los or"genes/, a las e#periencias undantes de la Iglesia, de que hablamosen la primera parte. Nos encontramos, pues, ante una cuestión capital que debemos analizar paso a paso.M 'caso la me-or oportunidad para situarnos en el punto de arranque de la revolución eclesiológica conciliarnos la orezca esta afrmación de la primera carta de $uan5 *sta es la victoria que vence al mundo5 nuestra fe,E4 $n A,2F.&na victoria de tal "ndole que se nos puede decir a los creyentes5 (odo es vuestro5 9ablo, 'polo, <eas, elmundo, la vida, la muerte, el presente, el uturo, todo es vuestro/ E4 <or 8,14L11F, porque todo ha quedado

sometido a la victoria de nuestra e. Naturalmente, una victoria que presupone esta afrmación del se>or"o de, $es%s sobre el mundo5 No temáis5 yo he vencido al mundo/ E$n 4K,88F.<omo vimos en su momento08A0, 9ablo es consciente de que, al ondo de todo esto, hay una acción soberanade ;ios a la que nadie puede sobreponerse. *l, en concreto, en ning%n momento ha pretendido dominarsobre la e/ de los cristianos de <orinto E1 <or 4,12F, pues sabe muy bien que esa acción poderosa de ;ios lereduce a la condición de sirviente/ E4 <or 8,AF, sirviente de algo mucho más importante que él mismo comoapóstol5 la comunidad creyente" a e#periencia de la e que ha dado origen a la comunidad de <orinto es, enrealidad de verdad, la %nica uerza constituyente de Iglesia, a cuyo servicio debe ponerse todo lo demás.M 9ero, obsérvese bien, a lo que ha dado origen, ante todo, esa e#periencia es a la comunidad creyente. No setrata, en primer término, de una e#periencia individual, sino rigurosamente comunitaria.*s decir, al origen de esta e#periencia de e hay, sin duda, una acción gratuita de ;ios, se trata de algo nacidode la iniciativa de ;ios, aunque incluye, evidentemente, la respuesta humana en la e. 9ero lo que el comienzomismo del cap"tulo segundo de la #umen Gentium quiere resaltar es que esa acción gratuita de ;ios que estáal origen de todo es una acción convocante, y lo primero que provoca es la convocación de Dios que es la

Iglesia. o primero que brota de esa acción no es la -erarqu"a, ni los laicos, ni los religiosos, sino el pueblo de;ios como tal, como ruto de una acción que no quiere salvar aisladamente, sino constituyéndonos enpueblo/ E? CF.a convocación de ;ios/ es el ámbito comunitario en que acontece la e. ;entro de esa convocación esdonde acontece que cada uno es llamado/, pero en calidad de conLvocado/, no al margen de esaconvocación. a e#periencia de la e va inscrita, pues, en el interior de una dinámica que nadie puede realizara solas, sino en el ámbito de convivencia y de acción com%n propios de la comunidad creyente. 6oluschristianus, nullus christianus/, es el vie-o aorismo en que quedó plasmada esta conciencia eclesial.M *sto es lo que el concilio nos obliga a poner en primer plano como realidad sustantiva de la Iglesia, oeclesialidad primera, y a distinguirlo cuidadosamente de otras realidades relativas, o eclesialidad segunda.)antener cada cosa en su nivel, dec"amos, es esencial para entender bien la Iglesia.;icho con categor"as neotestamentarias5 uno es el nivel de la Soinon"a/ eclesial, otro es el nivel de lasdiaWon"as/ en la Iglesia. a Woinon"a/ es, a su nivel, la realidad primera y %ltima constituyente de Iglesia,donde se decide la totalidad de la Iglesia en su ser y en su misión. No sólo la realidad b$sica de la Iglesia, sino,a la vez, su hori.onte ltimo de comprensión.

as diaWon"as/ son, a su nivel, distintas instancias que surgen en la Iglesia en cuanto necesarias para/ larealización de la Woinon"a. Instancias constitutivamente relativas, puesto que toda su consistencia, su razón deser y su inteligibilidad les viene de su referencia a otra cosa5 a la comunión eclesial. +aber sustantivado en laIglesia lo que es relativo ha sido la gran uente de equ"vocos que hace tan di"cil volver a dar con la verdaderarealidad eclesial.a Woinon"a/ es, as", el centro de gravitación en torno al cual giran las diaWon"as/, el punto de reerenciadesde el que se estructuran y dentro del cual se articulan las distintas diaWon"as al servicio de la Woinon"a o,dicho con los términos de la #umen Gentium, al servicio del pueblo creyente. ' esto se alud"a cuando sehablaba de giro copernicano/ en la eclesiolog"a conciliar.*s lo que e#presó admirablemente san 'gust"n en este te#to que recoge la constitución5 6i me aterra lo quesoy para vosotros, me consuela lo que soy con vosotros. 9ara vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano.7bispo es el nombre del cargo, cristiano es el nombre de la gracia. 7bispo es el nombre del peligro, cristianoes el nombre de la salvación/ E? 81F.*l plano del serLcon/ es el plano de la comunión eclesial, el plano del serLpara/ es el plano de la diaWon"a

episcopal. *n el plano del serLcon/ acontecen la gracia/ y la salvación/5 esas realidades soberanas queson, en defnitiva, no sólo lo más importante, sino lo %nico decisivamente importante que nos constituye enpueblo de ;ios, y que la #umen Gentium ha resumido de esta manera5 *ste pueblo mesiánico tiene porcabeza a <risto, Jque ue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra salvaciónJ EHom 2,1AF... (iene por condición la dignidad y la libertad de los hi-os de ;ios, en cuyos corazones habita el *sp"ritu 6antocomo en un templo. (iene por ley el mandato del amor, como el mismo <risto nos amó. (iene, por %ltimo,como fn la prosecución del reino de ;ios incoado por él/ E? CF.

*n el plano del serLpara/ se mueve todo lo reerente al cargo/ y al peligro/5 en este caso el ministerio

episcopal. 9ara san 'gust"n, el terror/ de ser obispo sólo es soportable dentro del consuelo/ de la comunióncon los hermanos en la e. 6e trata de una diaWonia/ sólo realizable desde la inmersión prounda en el

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6e recordará que el te#to ya citado de la constitución sobre la Iglesia que se preparó en el !aticano I undabala desigualdad/ eclesial, no sólo en la dierencia clérigos Z laicos, sino de una manera especial, porque en laIglesia reside el poder 'ue viene de Dios, por el que a unos es dado santifcar, ense>ar y gobernar, y a otrosno/.No vamos a recordar de nuevo las ra"ces históricas proundas de este poder, su confguración como sagradapotestad/ y, particularmente en el papa, como plenitud de potestad/. (odo ello está sufcientemente e#pl"citoen la segunda parte. o que conviene subrayar aqu" es que una determinada concepción del poder/ es la que

está a la base de la Iglesia entendida como sociedad desigual/, y que, en la medida en que este modelo espuesto en cuestión por la #umen Gentium, se nos obliga a la vez a partir de otro concepto de poder/ siqueremos seguir aplicando ese concepto a la Iglesia.M ;adas las resonancias de poder autocrático que trae del pasado toda autoridad, y muy particularmente lacategor"a de sagrada potestad/ acu>ada en la Iglesia, es ácil reconocer al menos que la idea de autoridadeclesiástica está sometida a multitud de intererencias y por ello se ha tornado confusa&0K4+asta el concepto de la omnipotencia/ de ;ios, o del se>or"o/ de $es%s, se han vuelto sospechosos. o cualno es tan absurdo si se tiene en cuenta el inDu-o que esos conceptos han e-ercido en la confguración de undeterminado modelo de autoridad humana y eclesial.6i la afrmación del se>or"o/ de $es%s equivale a esta pregunta5 cómo puede $esucristo seguir siendo poderoso en la sociedad secular de nuestros d"asP/, sin aludir para nada a la debilidad de su cru., es naturalque se sospeche de las consecuencias sociales que pueden derivarse de ese se>or"o poderoso/, plasmado,por e-emplo, en el %risto 0antoBr$tor, ataviado con vestiduras regias, t"pico sobre todo de la iconogra"aoriental. )á#ime si se reconoce, sin mayores precisiones, que es necesario reconducir el poder a su uentedivina, de la que deriva todo poder/.

9or lo cual me parece especialmente urgente en el momento actual recuperar este otro concepto de poder/eclesial5 a Iglesia de los pobres no propone una transerencia del poder de la -erarqu"a al grupo sociológicode los pobres, sin que en esa transerencia quedase tocada la misma noción de poder. o que propone esprecisamente cambiar radicalmente la noción de poder como mediación de ;ios. 9ropone que toda la Iglesiase ponga en la periferia, en la impotencia de los pobres, a los pies de un Dios crucicado, para desde all" alimentar una esperanza cristiana y propiciar la necesaria efcacia Ly, en este sentido, poderL de la acción de laIglesia/.No se trata, en este caso, de distintos modelos o paradigmas en la comprensión del poder/ que la Iglesiapuede e-ercer en una sociedad pluralista/G se trata de algo más radical5 de un cambio de lugar social/e#igido por urgencias muy originales y básicas del evangelio de $es%s. *s decir, se toca aqu" algo muy central ydesconcertante de la e cristiana que obliga, entre otras cosas, a dise>ar un tipo de autoridad en que se ponendel revés las connotaciones normales del poder/.)e parece muy acertada esta observación5 a autoridad en la Iglesia tiene una peculiaridad indeducible delconcepto general de autoridadG no es simplemente una especie dentro de un género superior. *l Jvos autem

non sicJ MJvosotros nada de esoG al contrarioJM Ec 11,1KF rompe toda posibilidad de transerir el modelo deautoridad que rige en JesteJ mundo a la autoridad que debe actuar en la Iglesia, comunidad de e, esperanza y

amor/.9ero hay que a>adir enseguida5 ese vosotros nada de esoG al contrario/ obedece en primer término a quenuestra e nos remite directamente al poder/ de un vencido, de un derrotado por los poderes de estemundo/, al poder de un <rucifcado. &n poder/ e-ercido desde cualquier otro pedestal que no sea la cruz de $es%s no es un poder propio de la Iglesia, ni puede servir de undamento para -ustifcar la autoridad eclesial. =ese pedestal es el de la impotencia de los pobres/, y el del liberador de los pobres/, arro-ado por ello allugar del oprobio/ E+eb 48,48F, al %ltimo lugar, de que hablaremos al tratar del sacerdocio/ de $es%s.

9or eso en los evangelios $es%s mismo se pone en el lugar del sirviente/, y el vosotros nada de esoG alcontrario/ se e#pl"cita de esta manera5 *l mayor entre vosotros hágase el menor, y el 'ue manda como el'ue sirve" 9orque, vamos a ver, quién es mayor5 el que está a la mesa o el que sirveP *l que está a la mesa,verdadP 9ues yo estoy entre vosotros como el sirviente/ E)c 43,2AG c 11,1KL1BF.a diaWon"a/ de que se habla aqu", tomada del lengua-e proano del servicio a la mesa, implica la reducción ala condición de siervo, desde el %ltimo puesto. No es, pues, adecuado decir que la autoridad eclesial implicaeventualmente mandar/, para a>adir que, por su condición de diaWon"a/, no es indigno de la autoridadministerial ocupar el %ltimo puesto/0KK0. 'l contrario5 lo primero e#igido para el tipo de autoridad de quehabla el Nuevo (estamento es ocupar el %ltimo puesto/, y desde este lugar propio suyo, con la debilidad quecomporta y la imposibilidad de imposición, le corresponderá eventualmente mandar/.M *n todo caso, la perspectiva de la #umen Gentium, en consonancia con su planteamiento inicial, va en estadirección5 el verdadero poder/ de la Iglesia, en realidad su %nico poder, es el poder de nuestra e, el de lavictoria de nuestra e/, y es evidente que este poder reside en el pueblo, en nuestra condición com%n decreyentes.*s verdad, por tanto, que en la Iglesia reside el poder que viene de ;ios/, pero no es lo primario aqu", ni loverdaderamente importante, ese poder que a unos es dado y a otros no/, sino el que proviene de laverdadera igualdad/ que nos constituye a todos como pueblo de ;ios.

6e trata, por consiguiente, de cambiar la noción misma de poder" No hay otro poder digno de la Iglesia de $es%s que el poder de nuestra e com%n, de nuestro testimonio comunitario del evangelio, de nuestra pra#istransormadora del mundo en la dirección del reino de ;ios, al estilo de $es%s.0rente a esto está la tentación del poder, a la que $es%s resistió como la peor de todas5 del poder que seimpone, del poder por el cual algunas personas, desligadas del pueblo, pueden creerse con poderes/ en sumano para conducir al pueblo seg%n su voluntad, identifcada sin mayores reservas con la voluntad de ;ios.9arece claro que la #umen Gentium se ha colocado en el buen camino para desmontar en la Iglesia esta ormade poder. =, desde su dinámica de ondo, nos obliga a hacernos esta pregunta5 se puede decir, en el sentidoriguroso de la palabra, que la Iglesia es una democracia-;esde luego que esta palabra se presta a la ambigRedad, pero abandonarla por eso podr"a ser unaambigRedad mayor, y no es nada seguro que sea precisamente ortodo#a la eclesiolog"a que se trata dedeender cuando se afrma, sin más, que la Iglesia no es una democracia. )ás ambigua es, ciertamente, lapalabra monar'u)a, y se ha aplicado durante mucho tiempo tranquilamente a la Iglesia.9or supuesto, lo primero que hay que advertir al abordar este asunto es que la Iglesia no es una democraciaen el sentido sociopol"tico de la palabra, tal como se ha confgurado en los reg"menes democráticos actuales.

as dierencias son notables, y no se trata para nada de homologar la Iglesia a ese tipo de democracia,simplemente por acomodarse a los tiempos que corren, aunque puede y debe aprender, sin duda, muchas

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cosas de esos reg"menes para organizarse y uncionar en consonancia con e#igencias muy undamentales delevangelio.9or decirlo muy brevemente con un solo e-emplo5 en la Iglesia habrá que relacionar constantemente lo quellamar"amos la soberan"a del pueblo/ con la soberan"a del 6e>or $es%s/, de quien proviene toda posiblesoberan"a eclesial. *l problema está en saber si hay que renunciar por eso a hablar en ella de soberan"a delpueblo.*l buen camino abierto por la #umen Gentium nos obliga a partir, como dec"amos, de esta constatación5

propiamente hablando, el %nico poder/ con que contamos en la Iglesia es la victoria de nuestra e/, y,desde la perspectiva conciliar, es evidente que este poder reside en el pueblo5 se trata -ustamente, y convienerepetirlo, del poder de nuestra e com%n, del poder de esas e#periencias básicas que nos ponen a los pies deun <rucifcado/, y as" nos constituyen en el nuevo pueblo de ;ios Ec. 4 9e 1,2L43F.9or tanto, hay realidades muy proundas en la Iglesia desde las que se cumple en ella al pie de la letra lanoción de democracia5 poder del pueblo, poder que reside en el pueblo. Naturalmente que aqu" se trata de esepoder/ e#tra>o y desconcertante que es el poder de nuestra e5 un poder que no trata de imponerse a nadie,ni de dominar a nadie, menos a%n de conquistar el poder/G que es, más bien, la debilidad de nuestra e,pendiente por entero de la debilidad de la cruz de $es%s. 9ero debilidad invencible, porque es paradó-icamente,en su misma debilidad, la %nica victoria que vence al mundo/, el %nico poder capaz de derrocar todos lospoderes de este mundo/.6er"a lamentable que en la Iglesia olvidáramos esta realidad undamental, o la pusiéramos entre paréntesis,para montar sobre ese olvido otro tipo de poderes/ impositivos o coercitivos, mundanos por tanto, yatentatorios necesariamente contra la debilidad de nuestra e, que deberá seguir siendo debilidad, supongoyo, en quienes gobiernan la Iglesia y en las estructuras de la Iglesia.

9or eso es tan importante en esta cuestión aclarar este punto concreto5 ciertamente, en la Iglesia todo estápendiente de la soberan"a del 6e>or $es%s/. 9ero hace alta precisar bien si esa soberan"a es participada, antetodo, por quienes estamos constituidos en pueblo/, o por quienes, dentro del pueblo, están constituidos enpoder/, seg%n el modelo tradicional.9arece claro que la #umen Gentium obliga a decir que esa soberan"a es participada, primariamente, porquienes hemos sido constituidos en pueblo, y que eso e#ige, al propio tiempo, entender del revés en la Iglesia,como di-imos, lo de haber sido constituido en poder/.ate aqu" una concepción de Iglesia que di"cilmente se e#presará en orma adecuada sin decir que la Iglesiaes una democracia o, más e#actamente, desde la singularidad de nuestra e, una democracia de comunión"&na democracia de comunión con undamentos muy hondos en los or"genes mismos de la Iglesia. No ese#agerado decir que el evangelio de $es%s es el %nico manifesto realmente democr$tico en el sentido de querepresenta en la historia la permanente e#igencia de una igualdad y una raternidad que no llegarán -amás alpunto óptimo/0KB0. a verdadera cuestión pendiente consiste en convertir esto en principio real deconstitución y organización de la Iglesia, de una Iglesia que no puede de-ar de decir que se defne como tal

desde el evangelio y para el evangelio.*n este caso, aparecer"a claro, a mi -uicio, que decir que la Iglesia es una democracia tiene muchas másventa-as que inconvenientes. No sólo esto, sino que se ver"a con claridad a la vez que los inconvenientes quepuedan provenir de equiparar la Iglesia a las democracias civiles se superar"an mostrando que, encomparación con ellas, la Iglesia es una democracia por e*ceso, que va más allá que cualquier otrademocracia nacida de la libre voluntad de los pueblos. = que es -ustamente ese e#ceso/, como democracia nacida de la libertad de los hi-os de ;ios, el que la haceno homologable a los actuales reg"menes democráticos, no el solapado autoritarismo en que se está pensandocuando se dice que la Iglesia no es una democracia.

No podemos de-ar de responder, fnalmente, a una ob-eción que surge enseguida cuando se plantea este

asunto5 democracia quiere decir que el pueblo, en quien reside el poder, elige mediante el voto a susrepresentantes, que son as" delegados del puebloG en la Iglesia, por el contrario, los que presiden no sondelegados de la comunidad, sino  puestos por Dios al servicio de la comunidad. ;os cosas más importantesconviene puntualizar sobre esto5M ue democracia no signifca sólo, ni principalmente, ese poder del pueblo de elegir cada cierto tiempo a susrepresentantes. 6ignifca también participación de todos en la tarea com%n, corresponsabilidad, poder dedecisión de todos en las cosas que aectan más gravemente a la marcha de la comunidad o del pueblo, poderde control de todos sobre los posibles abusos de la autoridad. = en todos estos sentidos a la Iglesia le va muy bien el nombre de democracia, si quiere ser fel a lapermanente e#igencia de igualdad y de raternidad/ que viene del evangelio.M = otra cosa más importante todav"a5 hay que terminar en la Iglesia con ese sofsma seg%n el cual decir quela autoridad viene de ;ios quiere decir luego, en la práctica intraeclesial, que viene de la autoridad misma";icho más drásticamente5 que quienes presiden la Iglesia sean, de hecho, elegidos a dedo.No se puede seguir ignorando a estas alturas que ha habido una larga tradición eclesial, como vimos en la

segunda parte, en que se ha pensado esto e#actamente al revés5 que es un derecho del pueblo creyente,entendido incluso como derecho divino/0KC0, tomar parte en la elección de quienes han de presidir la iglesia,hasta tal punto que una elección hecha sin intervención del pueblo se consideraba nula e inválida/.9ero, obsérvese bien, esta intervención democrática en la elección no se consideraba en ning%n momentocomo intervención de un grupo humano cualquiera, sino como intervención de un pueblo creyente, movidocomo tal por el *sp"ritu, y, por esta razón, el elegido por el pueblo era visto por el pueblo mismo como un dondel *sp"ritu/, como puesto por ;ios/ para presidir su Iglesia.*n orma alguna se ve"a contraposición entre puesto por el pueblo/ y puesto por ;ios/. 'l contrario5 siendopuesto por el pueblo creyente es como puede ser e#perimentado por el pueblo mismo como un don de ;iospara su pueblo. ;e modo que, en realidad de verdad, cuando peligra el origen divino/ de la autoridad en laIglesia es cuando se anula el derecho divino/ del pueblo creyente a intervenir en la elección de quien ha depresidirlo.o cual no niega en absoluto, pero coloca en otra perspectiva, la verdad de que la autoridad en la Iglesia esuna autoridad reerida, otorgada y vinculada en su origen y en su perduración al env"o de $es%s/, o de que elundamento de la autoridad es el env"o apostólico y la sucesión/0B30. o que ocurre es que todo eso acontece

en vinculación esencial con su condición de puesta por el pueblo/, en el seno de la comunión eclesial, no almargen de la comunión.

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*n concreto, la sucesión apostólica/ se entiende, no como hilo suelto que se sucede linealmente a s" mismo,sino como hilo inserto en la urdimbre de esa comunión que es la Iglesia apostólica. 6i es de derecho divino/la participación del pueblo en la elección, es evidente que esa participación entra como elemento integranteen el hecho de la sucesión, la cual sin ese elemento se mover"a en el vac"o.9ienso que en todo esto se e#presa una conciencia eclesial diametralmente opuesta a la que más tarde se hizovigente, y lo sigue a%n en nuestros d"as. = que aqu" tocamos el verdadero problema para una auténticademocratización de la Iglesia. No basta decir que la autoridad en la Iglesia debe ejercerse con talante

democrático, pero de-ando intacto el vicio estructural/ de que hablamos anteriormente. )ás importante queeso es precisar cómo se constituye la autoridad eclesial, y entender como un momento interno de esaconstitución la intervención del pueblo en la elección de sus dirigentes. 9orque seguramente la uenteprincipal del autoritarismo en la Iglesia ha sido, y sigue siendo, el simple hecho de que quienes gobiernan seanelegidos sin contar con el pueblo creyente.

e) P"nto crítico, el 0rinci0io cole&ial6e comprenderán ahora me-or las graves difcultades con que se encontró el concilio para superar un sistemaeclesial que seguramente se pensaba que deb"a ser superado, pero que era tan di"cil al mismo tiempo hacerlesaltar uera de su sombra/.M *s evidente, en este sentido, que en numerosos te#tos del cap"tulo tercero de la #umen Gentium respiraotra eclesiolog"a distinta de la que invade todo el cap"tulo segundo. )ás a%n5 que siguen en pie piezasundamentales de un sistema en que la constitución -erárquica de la Iglesia/ parece estar a la base deldiscurso, constituyendo a los dirigentes en el verdadero sujeto eclesial.*sta distorsión se debe claramente a la falta de articulación entre la descripción del pueblo de ;ios, en el queel *sp"ritu suscita ministerios y carismas, por una parte, y, por otra, la constitución -erárquica surgida de laelección de los apóstoles y transmitida por tradición sin ne#o aparente con la primera descripción. 6e llega as" a dos elementos paralelos5 el pueblo convocado y los ministros. *stos dos elementos encuentran su armon"a ala vez en la unidad de origen5 la voluntad de ;ios en <risto, y una articulación moral5 el servicio. 9ero la unióndel pueblo y la -erarqu"a se propone como dato positivo de la *scritura, y no es considerada a partir de lainstitucionalidad necesaria para la marcha del pueblo hacia su fn/.*s decir, sin abandonar los dos géneros de cristianos/, se introduce una especie de armon"a preestablecida/entre ambos que asegura la marcha pac"fca de la Iglesia una vez confrmada como sociedad desigual/. asucesión apostólica/ sigue pensándose como un hilo suelto/ que se sucede al interior de s" mismo. *lpuestos por ;ios/ unciona sin vinculación alguna con el puestos por el pueblo/, y as" la autoridad recaesobre el pueblo seg%n la dialéctica dominaciónLsumisión.9or mucho que se insista en que la -erarqu"a es un verdadero servicio, que en la 6agrada *scritura se llamamuy signifcativamente diaBon)a E? 12F, la sacra potestas/ como categor"a dominante induce a unaconsideración aislada de la -erarqu"a, desvinculándola del pueblo creyente.;e este modo, se deshistoriza en gran medida el problema, se reh%ye el conicto como inherente a la

distorsión entre los intereses, incluso evangélicos, del pueblo cristiano y las organizaciones -erárquicas quepueden no parecer servidos/0B10, y se renuncia a toda puesta en cuestión de la organización institucional dela Iglesia.*n consecuencia, el cap"tulo tercero de la #umen Gentium se elabora en buena medida de espaldas alsegundo, y en lugar de una reorma/ de la autoridad eclesiástica, como lo e#ig"a su articulación en laurdimbre del pueblo de ;ios, lo que se produce es una consolidación de su orma/ tradicional, que se sigueconsiderando inmutable. = lo que es más grave todav"a5 esta consideración de la -erarqu"a se alza poderosamente como un diquecontra el cambio histórico pretendido por el !aticano II. 9ero de esto hablaremos más despacio en el cap"tulodedicado al servicio de presidir/ en la Iglesia.M uisiera f-arme ahora en otro aspecto de este problema. No hay que olvidar que el cap"tulo tercero de la#umen Gentium, por más que se titule5 ;e la constitución -erárquica de la Iglesia/, de lo que va a hablar enrealidad es especialmente del episcopado/. *s decir, el tema central al que va dirigido todo su contenido esel de la colegialidad episcopal que, como es sabido, se convirtió en punto álgido del conDicto intraconciliar.

!istas as" las cosas, me parece claro que las l"neas de ondo de este cap"tulo están en prounda sinton"a con elcap"tulo segundo. o que se trata de mostrar, en defnitiva, es que el episcopado en la Iglesia es, ante todo,comunión en el mismo ministerio" <omo dice e#presamente el 6"nodo *#traordinario del @A, la eclesiolog"a decomunión orece el undamento sacramental de la colegialidad/.o mismo que el cap"tulo segundo parte del pueblo de ;ios como realidad englobante, dentro de la cual hayque resituar los distintos ministerios, carismas, o sectores eclesiales, de igual manera se entiende aqu" que,para comprender el ministerio del obispo, hay que partir del colegio episcopal y, dentro de él, resituar launción de la cabeza y de los demás miembros del colegio.9ara llegar a esta conclusión se parte, como es natural, del colegio apostólico, y se le defne como colegio ogrupo estable, al rente del cual está 9edro, elegido de entre los mismos apóstoles/ E? 4CF.6e asume luego sin mayores disquisiciones, porque no era ésta la cuestión, la afrmación tradicional de que

los obispos han sucedido por institución divina en el lugar de los apóstoles como pastores de la Iglesia/ E?13F. =, una vez asumido esto, se esboza una undamentación teológica del episcopado que permitiera superar lascategor"as -ur"dicas predominantes en el !aticano I. *sa undamentación se centra en el sacramento del orden,cuya plenitud confere la consagración episcopal, de la que dimanan las tres unciones del obispo, también launción de gobernar E? 14F. (odo ello para desembocar en la pretensión undamental de todo el cap"tulo5 la afrmación de la colegialidadepiscopal E? 11F. )ás allá de los debates conciliares que, como es sabido, estuvieron a punto dedesencadenar un conDicto irresoluble, una cosa quedó clara5 que el ministerio episcopal es de naturaleza yorma colegial/.'l margen de cuestiones concretas que siguen siendo discutibles, es claro que la intención básica del conciliova en esta dirección5 reinstaurar en la Iglesia el principio colegial/. *s decir, el misterio de comunión/ quees la Iglesia e#ige por su propia uerza que el ministerio de presidir uncione también en orma de comunión. 'un misterio de comunión/ corresponde un ministerio de comunión/.

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