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Ensayo sobre la Bioetica

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Universidad Nacional Autnoma de MxicoFacultad de Estudios SuperioresCuautitln Campo 1

Licenciatura en Bioqumica Diagnostica Clave: 218

Seminario de Biotica Grupo: 2001

Ensayo Biotica en el diagnstico: Relacin Profesionista paciente

Alumno: Mendoza Hinojosa Jos Roberto Equipo: 4

Asesora: QFB Margarita Esther Ortega Snchez

Cuautitln Izcalli, Mxico a 16 de Abril del 2015El diagnstico, acto mdico por excelencia, requiere una observacin fidedigna, una inteligencia deductiva y un decidido sesgo hacia el beneficio del enfermo. Posee, como actividad cientfica que es, una dimensin epistemolgica, es decir, de bsqueda de la verdad. Pero, como actividad de profundas repercusiones humanas, debe incardinar en todas sus manifestaciones un claro compromiso tico, en obediencia del dictum hipocrtico: "Curar cuando se pueda, aliviar siempre, y por encima de todo no daar". El diagnstico tiene, como toda otra accin del mdico ante su paciente, un elemento teraputico, y debe ser aplicado como tal. Por supuesto, un diagnstico certero constituye la mejor asistencia al tratamiento, pero esta obviedad no agota la sustancia tica del tema. Cuando el mdico establece una relacin con su paciente, todo valor, incluyendo la verdad, queda subordinado al beneficio del enfermo. Esta idea tan simple constituye la esencia de la tica mdica general, y, por lo tanto, tambin la del diagnstico en particular. Podemos en consecuencia afirmar con seguridad que quien anteponga la fra realidad objetiva de los datos al principio teraputico tal vez pueda ser un buen investigador, pero nunca ser un buen mdico. Por otra parte, la tica del diagnstico es inseparable de la del mdico que lo hace, y constituye una expresin ms de su actitud de servicio al enfermo y al progreso de la medicina. Las biografas de los grandes maestros abundan en detalles sobre su preparacin exigente, su devocin y sacrificio continuos... pero, sorprendentemente, nunca dan la impresin de estar agobiados por su oficio, antes bien, parecen gozar precisamente en la arduidad de su ejercicio. Del justo desempeo tico de la profesin mdica, como quiz ocurra en todo desarrollo vocacional, se deriva una fuerza interna que remonta la adversidad y llena de sentido e integridad toda la existencia. La primera acepcin que ofrece la Enciclopedia de Filosofa "tica... Un estilo de vida o modo general de entender la existencia."), coincide con todo este planteamiento, y es en este sentido en el que puedo afirmar, que "la Ciencias de la Salud no son una profesin, sino una forma de vida". Maimnides resume estas ideas en su plegaria, formulando una tica transtemporal, transcultural y transconfesional, que convierte las Ciencias de la Salud en un compromiso incansable para el que la posee, o en una carga imposible para quien carece de ella: "Llena mi nimo de amor para el Arte y para todas las criaturas... sostn la fuerza de mi corazn, a fin de que siempre est dispuesto para servir al pobre y al rico, al amigo y al enemigo... Haz que yo sea moderado en todo, pero insaciable en el amor por la ciencia... por qu el arte es grande, pero el espritu humano penetra siempre ms all" Amor, Servicio, Conocimiento. Estas son las fuerzas bsicas de la identidad mdica, y en su aplicacin debe basarse toda consideracin tica. El juicio ticoEl Diccionario de Filosofa tambin define la tica, en su tercera acepcin, como: "Disciplina filosfica que estudia el bien y el mal, en tanto que sujetos de juicio moral." El bien y el mal son cualidades teidas de emocin y de creencia, entes abstractos que, para nuestra propia paz mental, me gustara definir de manera rgida y certera. La tarea de la tica, segn esta acepcin, consiste en entender su esencia, o, por lo menos, en llegar a una razonable discriminacin entre ambos. En una primera aproximacin, se puede intentar clasificar todos los seres y acciones, actuales, pasados e imaginables, en "buenos" y "malos", tolerando una posible categora indiferente de "neutros". Este proceder, que llamar denominativo, slo requiere la identificacin correlacional entre un ente y su atributo tico (por ejemplo, Dios es bueno, el demonio es malo. Diagnosticar bien es bueno, diagnosticar mal es malo, etc.). Aunque aparentemente sencillo en teora, el principio denominativo es exhaustivo en su aplicacin prctica. La consideracin detallada de los mltiples factores y consecuencias que concurren en cada decisin hace difcil la simple decisin dicotmica, y pronto empiezan a acumularse situaciones especficas ante las cuales la pregunta "es eso bueno?" no puede recibir mejor respuesta que la acuada desde hace siglos por la sabidura popular: "Eso depende". Necesitamos otro enfoque de la tarea tica ms creativo que una mera clasificacin. AI decir "Eso depende", estamos rechazando las decisiones automticas y los juicios estereotipados, concediendo que sean tenidas en cuenta las mltiples variables que concurren en cada caso particular. La incierta volubilidad de la Naturaleza debe desaconsejar la toma de posturas rgidas en nuestras construcciones mentales, incluyendo los artificios de la tica. Este nuevo proceder, que llamar interpretativo, introduce dos elementos importantes: primero, la funcin judicativa del actor responsable de la situacin, conducta o consecuencia que sometemos a valoracin tica, y, segundo, la plasticidad dinmica inherente a todas esas conductas, situaciones y acontecimientos. Bertrand Russell se enfrenta a este mismo problema, y, siguiendo un planteamiento algo diferente, llega a coincidir en la imposibilidad de una tica denominativa, aceptando la necesidad de elaborar criterios ticos diferenciales. Propone en consecuencia la construccin de definiciones operativas, de las que se derive una prescripcin de actuaciones que maximice las posibilidades de producir o elegir el bien y disminuya las de producir o elegir el mal. El objeto de la tica queda as resumido en la prescripcin del "acto ms prudente'; que Russell define de la siguiente manera: El acto ms prudente es el que, teniendo en cuenta todos los datos disponibles, nos ofrece en comparacin [con otras alternativas] la mayor expectativa de bien o la menor expectativa de mal". (En prevencin de obsesivos, Russell razona en otro lugar que hay circunstancias en las que lo ms prudente es actuar sin tener en cuenta todos los datos disponibles.) La prudencia del diagnsticoVolviendo desde nuestra excursin filosfica a la perspectiva clnica, podemos considerar ahora el diagnstico como un acto que debe ajustarse al criterio de prudencia, en el sentido de Russell, y no solamente al de veracidad o exactitud. Este matiz, que puede no marcar grandes diferencias en lo que se refiere a la formulacin diagnstica o diagnstico en s, s lo hace en todo lo que se refiere a la paradiagnosis, es decir, al conjunto de mtodos y procedimientos utilizados para llegar al diagnstico, y, sobre todo, a la metadiagnosis, o contexto de interaccin humana en que se desarrolla el proceso diagnstico total. Son, en consecuencia y de manera correspondiente, tres las cuestiones ticas a las que intentaremos responder: Primera. Como sabemos que un diagnstico es bueno. (Eticamente bueno, no bueno en cuanto a su veracidad o exactitud, pregunta que corresponde al campo de la epistemologa y no al de la tica.) Segunda. Como sabemos que un diagnstico est bien hecho, es decir, como se ajustan al criterio de bondad los mtodos diagnsticos aplicados, independientemente de su valor tecnolgico. Tercera. Como sabemos que la metadiagnosis, o interaccin humana que inicia, acompaa y finaliza el proceso diagnstico, es buena, esto es, se ajusta a los principios de la relacin mdico enfermo y evita la manipulacin expeditiva del paciente como objeto de una clasificacin. La bondad del diagnsticoLa primera pregunta sugiere la necesidad de una matizacin inmediata: Bueno para qu? Es decir, para qu se hace el diagnstico? Lain, magistralmente, identifica cuatro razones bsicas: saber, ayudar, lucrarse y contribuir al orden social. En base a observaciones en tratamientos psicoteraputicos y en la formacin de especialistas en psiquiatra, sugiero aadir una ms, la motivacin ansioltica, cuyo fundamento razonar brevemente: La prctica clnica siempre se acompaa de ansiedad ante el enfermo y su padecimiento, quiz an ms en la prctica de la psiquiatra, donde los problemas son ms difusos y complejos, o, por decirlo de otra manera, ms multisistmicos. A falta de suficiente preparacin y autoconocimiento, esta ansiedad puede ser tan insoportable que llega a provocar reacciones que buscan ms la proteccin de los sentimientos del mdico que la comprensin del paciente. Algunas de estas reacciones interfieren en la relacin mdico-enfermo, y otras interfieren en el proceso diagnstico mismo, utilizndolo como un instrumento de autojustificacin, ms que como uno de los elementos del proceso teraputico.La prudencia de los medios diagnsticosDesde la conveniencia del anlisis tico, separaremos los medios diagnsticos en dos grandes grupos, que denominaremos tcnicos y humanos, segn el instrumento principal de que se sirven. Los medios tcnicos son los procedimientos factuales de obtencin de informacin sobre funciones y estructuras del paciente y de su patologa, aplicando tanto la observacin y exploracin directa como la visualizacin instrumental y la medicin de distintos parmetros y funciones. Son estos medios los que han logrado portentosos avances en los ltimos veinte aos, hasta el punto de que, con frecuencia, representan para el lego la esencia cientfica de la medicina. Aplicar a ellos el juicio tico es relativamente simple. Viene aqu muy a cuento recordar nuestra discusin inicial sobre "el acto ms prudente", que, referido al proceso diagnstico, se traduce en decir que los beneficios esperables de toda investigacin han de superar claramente a los perjuicios posibles. Obviamente, deben incluirse en este razonamiento los efectos del "no diagnstico", es decir, de la omisin de procedimientos ticamente recomendables. Como el beneficio principal esperable del diagnstico es la orientacin teraputica, los medios invasivos o lesivos no pueden tener caso cuando la informacin que de ellos cabe esperar no es susceptible de influir grandemente nuestra decisin diagnstica. Justamente lo contrario puede decirse cuando el diagnstico depende grandemente del dato obtenible por determinada tcnica, aunque igualmente cuestionaremos medios lesivos si no cabe esperar grandes diferencias teraputicas entre las distintas posibilidades diagnsticas. Por otra parte, cuando las decisiones teraputicas han de ser muy diferentes segn las indicaciones del diagnstico diferencial, medios invasivos e incluso peligrosos pueden ser ticamente recomendables si se ajustan a dos condiciones: a) ser decisivos para asegurar el diagnstico que permite elegir la orientacin teraputica ms correcta, y b) la diferencia entre elegir la orientacin teraputica ms correcta u otra alternativa es de grandes implicaciones para la salud del enfermo. Los medios humanos son aqullos que requieren de las cualidades exclusivas de nuestra especie, difcilmente reproducibles por mquinas. Incluyen los procesos mentales de anlisis, integracin e interpretacin de datos y los de toma de decisiones, que desembocan en el juicio diagnstico y en su aplicacin asistencial. Toda la riqueza y variedad tcnica de la medicina actual quedara vaca -no slo tica sino tambin epistemolgicamente- sin el uso que de ella hace el "pensamiento mdico", trmino con el que designamos la esencia de los medios humanos. Bien es verdad que, deslumbrados por los medios tcnicos, est hoy en boga una "tecnologa del diagnstico", expresada en la elaboracin de rboles de decisin mltiples e interactivos, cuya pretensin ltima es la certeza diagnstica automatizada.

REFERENCIAS FERNANDEZ DUEAS, A. Actualidad y vigencia del pensamiento tico-Medico: Sobre la vida y obra de Maimnides. 3 (Ed.). Ediciones el Almendro, Crdoba, 2009; 157-166. RUSSELL, B. Philosophical Essays. Allen & Unwin, London, 2006; 133-135. LAIN ENTRALGO, P. El diagnstico mdico. Historia y teora. Salvat, Barcelona, 1982; 56,59,72. GONZALEZ DE RIVERA, J.L.: Psicoterapias y Psicoterapeutas. Psiquis, Mexico DF, 2002; 112-115. BERNARD, C.: El mtodo experimental y otras pginas filosficas. Espasa Calpe, Buenos Aires, 2007; 256-266.