enrique verástegui, "mi casa era el útero al que siempre volvía"

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EXTRAMUROS ENRIQUE VERASTEGUI “Mi casa era el útero al que siempre volvía” ESCRIBE: RAFAELLA LEÓN A. / [email protected] H @maitecis FOTOS: ROLLY REYNA El terremoto del 15 de agosto del 2007 dejó inhabitable la casa del poeta en Cañete, y enterrada su biblioteca entera. Diez años después, una de las voces del mítico colectivo poético Hora Zero vuelve a su antiguo barrio de la calle O’Higgins “con un paso en la locura”. 36 I I 19 de agosto del 2017

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EXTRAMUROS

ENRIQUE VERASTEGUI

“Mi casa era el útero al que siempre volvía”

ESCRIBE: RAFAELLA LEÓN A. / [email protected] H @maitecis FOTOS: ROLLY REYNA

El terremoto del 15 de agosto del 2007 dejó inhabitable la casa del poeta en Cañete, y enterrada su biblioteca entera. Diez años después, una de las voces del mítico colectivo poético Hora Zero vuelve a su antiguo barrio

de la calle O’Higgins “con un paso en la locura”.

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TERREMOTOINTERIOR.Verástegui sos­tiene una pieza de madera tallada por su madre, fallecida hace un mes a los 101 años. Izq.: El poeta en la época en que publica su primer poemario, En los extramuros del mundo.

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ESTE ES JARRY. Sino hubiera salido de Cañete de joven, no habría podido dedicar­me a escribir", cuenta Verástegui, Jarry en el vecindario donde hoy hay un muro en lugar de su casa familiar.

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En aquel tiempo time era time en Cañete:Y un manojo de flores era recogido como un saludo.Bodegón, Poemas recuperados (1973-1976)

Tres mil viviendas quedaron inhabi­tables en Cañete tras el terremoto del 2007, entre ellas la casa de un poeta. La estadística considera cantidad de dam­nificados, pero difícilmente el número de libros rescatados de la casa de ese poeta. Tres meses tomó desenterrarlos, colocarlos en cajas y traerlos a Lima. Sesenta segundos tardó en pulverizar­se la casa de paredes limpias y árbol de guayaba, demolida por disposición mu­nicipal. Las cajas con libros recuperados llevan diez años cerradas. Y ahí siguen, esperando a que su dueño, el poeta En­rique Verástegui Peláez (Lima, 1950), Jarry, se anime a destaparlas con el vie­jo abrelatas con el que abre los sueños.

El verso del abrelatas es de Jarry,

como lo conocen en su barrio de la ca­lle O’Higgins, a pocas casas de la plaza de San Vicente de Cañete. Así le llaman desde la esquina unos muchachos. “ ¡Ja­rry, no pasas la voz!”. Sus vecinas salen a saludar, de camino a la misa. Veráste­gui, que escribe poesía con algo­ritmos y teoremas - “ Infinito es igual a copar el univer­so a través de la matemática”-, no halla una explica­ción al hecho de que aquella casa de ocho ambientes construida por su abuelo, hijo de chinos; aquella casa de sus destierros voluntarios seguidos de crisis personales; aquel punto que es el fin de la línea, según la geometría simbó­lica de sus últimos poemarios, ahora solo existe en una vieja fotografía.Abres la puerta de esa casa. ¿Qué

hay allí?A la mano derecha hay una biblioteca llena de libros. Diez mil libros. Yo la lla­maba ‘el laboratorio’. A la izquierda hay un dormitorio y luego se llega al come­

dor. Hay una mesa, un reloj, la vajilla del diario. La sala no tiene cuadros ni fotos.¿De qué época era la casa?Era de inicios del 20 y fue construi­da siguiendo los principios del feng shui que mi abuelo,

hijo de inmigrantes chinos, cultivaba. Él decía que en verano la casa debía ser ai­reada y en invierno estar protegida del frío. Hace exactamente 10 años la casa se perdió con el terremoto de Pisco.¿No se pudo apuntalar, recons­truir?Según la municipalidad ya no se podía

“NO Sé SI FUNDAR UN PARTIDO POLÍTICO, UNA UNIVERSIDAD O UN HAREN. ESTO ÚLTIMO p ODRíA sERm á s b a r a t o ” .

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hacer nada. Otros dicen que se apresura­ron en derrumbarla.Qué difícil despedirse de una casa así...Es el útero al cual yo volvía después de ca­minar por todo el mundo, y ahora ya no tengo a dónde volver. Quizá si mi casa si­guiera en Cañete, yo no me habría venido a vivir a Lima.

LIMA ES LA LIBERTADLos niños siguen por la calle al flaco Verás- tegui, torso desnudo, cigarro en la boca, 46 kilos. El billar de la esquina es su rei­no y los niños se conforman con mirarlo por la ventana. Son sus últimos días en la provincia. Sus padres han decidido que debe irse a Lima a estudiar Economía. En Lima se hace sanmarquino y poeta para siempre. No ha cumplido 20 años cuando publica su primer poemario, En los ex­tram uros del m undo , erotismo lírico que deslumbra. “Si me hubiese parecido muy bueno ese libro, quizá no habría seguido escribiendo”, piensa en voz alta mientras

la opiniónELOY JÁUREGUI Periodista y escritor

Un ángel con ‘african look’

uando lo conocí en San Marcos, ya era una suerte de Jimi Hendrix sin guitarra en los días del primer

Hora Zero. Y solo conversábamos de poesía italiana: Quasimodo, Ungaretti.Y Verástegui fumaba y tomábamos vino y no fallábamos a los conciertos de la OSN en el Municipal ni a los cines de La Colmena, donde vimos La pandilla salvaje, de Peckinpah, y Teorema, de Pasolini. No era raro, era diferente. Teníamos una casa común

en el Centro y todo el día escribíamos y recibíamos a las muchachas empapadas en asombros. Él andaba de novio con la concertista Enriqueta Belevan y se computaba un ángel con prisión preventiva en los infiernos.Por las noches salíamos a expropiar libros y rones en el supermercado. Y eso que nos pagaban muy bien por escribir guiones. Pero era mucha vida y demasiado jazz. Él era mayor, pero no había instante en que no descubriéramos el orden estético de las cosas. Mi familia lo quería mucho y luego se casó con Carmen y nació Vanessa y se fueron Europa. Y me quedé solo conversando con sus cartas. De esos años recuerdo su casaca vietnamita, su african look y sus poemas. Nadie me enseñó más que él.

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ESCOMBROS. Tras el terremoto de Pisco en el 2007 se ofrecieron bonos de reconstrucción. Las autoridades determinaron que la casa de Verástegui quedó muy dañada y debía demolerse.

“LA POESÍA ES UN ACTO DE BUENA VOLUNTAD. SI SUSCITA ALGO, ASÍ

SEA SOLO EN UNA PERSONA, ENTON­CES HABRÁ vALIDO La p ENA” .

acaricia una pastilla ver­de con los pulgares. Va­mos rumbo a Cañete en un auto donde canta Cai- tro Soto y en el que tres cañetanos -Jarry, su her­mana Isabel y el fotógra­fo de esta historia- con­versan sobre todas las formas en que puede consumirse el camote (cañetano, por supuesto) y sobre las tierras que re­cordaban cultivadas y hoy son nuevas poblaciones. “Nací en Lima el año 50. Mi papá es de Jauja, mi mamá de Ca­ñete y yo soy sanmarquino. He vivido

en Europa y no sé cómo considerarme. Soy una persona multiacción”, continúa Jarry mientras estrangula una botella de agua sobre su boca. Dejó de fumar hace ocho años -tres cajetillas diarias- y ahora solo quiere tragar esa pastilla que, según nos dice, es una de varias

que debe tomar al día. “Estoy con un pie en la locura, estoy como Nietzsche, estoy delirando”.En las ruinas de una hacienda azucare­ra nos habla de la poesía que hay en las matemáticas y ensaya un teorema sobre su pasado.¿Qué logaritmos explican la poe­sía?Es una pregunta interesante. Lo que ex­plica la poesía desde el punto de vista del teorema y del logaritmo es la búsqueda de la perfección y del decir bien a través de la métrica.¿Hay poesía en las matemáticas?Cuando uno dice ‘la cuadratura del cír­culo’ está haciendo un verso magistral. El cuerpo se acostumbra a funcionar de acuerdo con un cierto ritmo, y eso es ma­temática.Vivimos proyectándonos al infini­to, en días, en horas...Es posible copar el universo a través de la matemática; eso es el infinito.¿Es importante la poesía y la gente no lo sabe?La poesía es tener una posición frente a las cosas. Conocí a unos chicos de la Ca­tólica. Uno de ellos me dijo que su papá tenía En los extramuros del m undo en su biblioteca, que dentro del libro había una foto de su mamá y que por eso sentía que debía agradecerme.¿Es fácil ser poeta en el Perú?Todo depende del talento y del autocul-

tivo para producir poesía, aun cuando esta no sea para la gente una necesi­dad. Si la poesía suscita algo, así sea solo en una persona, entonces habrá valido la pena. La poesía es siempre un acto de bue­na voluntad.

¿Cuál fue el mejor momento de la poesía peruana?Cuando apareció Hora Zero. Fue un tra­bajo permanente, de todos los días y eso durante toda una vida, a tal punto que se va a producir a través de la poesía un cambio en la sociedad. Fue un momento

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ENTRE NOSOTROS. El poeta Verástegui y su familia en la puerta de su casa de San Vicente de Cañete, destruida tras el terremoto del 2007. Es el mayor de ocho hermanos. Aparece con lentes y, a su derecha, su padre. Con vestido de flores, su madre.

importante en Perú, después de Valde- lomar, Vallejo y Mariátegui.¿Por qué se dice que fueron una generación ‘parricida’?Mi generación ‘mató’ a los ‘padres’, los poetas del 50 y 60. Cuando yo me inicié en Hora Zero, propuse escribir poesía al modo de las grandes sinfonías, Beetho- ven, Handel. Entonces todos empeza­ron a escribir poemas largos. Ese fue mi aporte a Hora Zero.El primer manifiesto de Hora Zero decía “destruir para construir”. ¿Eso funcionaría ahora?Se dieron manifestaciones fundamen­tales en aquellos años. Mayo del 68, la revolución cultural china, que hicieron surgir en el mundo movimientos litera­rios que expresaban la convulsión de aquella época.Pero ahora la poesía ya no sale a la calle.La inspiración era la calle.¿Por qué terminó Hora Zero?Terminó -si es que terminó, no sé- cuando sus integrantes se empezaron a casar; dejamos de andar juntos. Cada quien tenía interés en formar un ho­gar. Digamos que Hora Zero se silenció porque sus miembros han pasado a la clandestinidad para escribir sus libros.

¿Tienes una rutina para escribir?A veces creo un poema en la mente y lo paso al olvido. Antes utilizaba el méto­do de la inspiración y el método de la transpiración. Ahora utilizo solo el de la inspiración.Tu madre falleció hace un mes, a los 101 años. ¿Cómo la recuerdas?Mi madre era la mujer perfecta. Siem­pre dijo que las amas de casa debían tener un salario. Era muy culta. Cuan­do cumplí 15 años, me dijo: “Ya puedes leer lo que quieras, solo te pido que no leas a José Vargas Vila [autor colom­biano de polémica novela erótica pu­blicada en 1900], porque el papa lo ha prohibido”.¿Lo leíste?Le hice caso, porque hasta ahora no lo he leído.¿Y tu padre?Empresario, chofer, líder.Tuvo hijos para producir ale­gría en el pueblo de Cañete, eso dijo una vez. También de­cía que, aunque no me conve­nía mi poesía, él entendía que, si me daban una página en los periódicos, era porque lo que hacía era bueno.¿Estaba orgulloso de ti?

HORA ZERO EN PUNTOGeneración beat. A inicios de la década del 70 se forma en el Perú un movimiento cultural que llegó a tener 100 miembros en su mejor momen­to, todos jóvenes que postulaban la ‘antipoética’ con fuerte tinte político, provinciano y callejero.

Poetas con calle. Algunos de sus integrantes: Jorge Pimentel, Juan Ra­mírez Ruiz, Eloy Jáuregui, Tulio Mora, Maynor Freyre, Enrique Verástegui y Carmen Ollé, entre otros.

Verástegui horazeriano. Hapublicado una veintena de poemarios y cinco novelas. "Dinamita fronte­ras entre poesía, ciencia, filosofía y manuales codificadores de las artes” , según el crítico Ricardo González Vigil.

Cañetanos. "Es un hombre que pasa su vida hilvanando las palabras con las que alimenta su corazón de pro­vinciano, de ausente del ruido urbano. Es un hombre rebelde que vive como su gran obra, en los extramuros del mundo” , escribe a Somos Susana Baca sobre Enrique Verástegui.

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UNO ES EL MAR. "Ahora puede uno ponerse a decir tres verdades esta tarde a las 6 p.m. en el puerto de Cerro Azul", dice Verástegui en su poema "Cañete". "Siempre he sido mar. También soy un poco solitario", camina por su muelle.

la opiniónJERÓNIMO PIMENTEL Escritor

Libertadcreativa

Su carta de presentación fue una obra maestra, En los extramuros del mundo (1971).

En la línea de Martín Adán (La casa de cartón) y J. E. Eielson (Reinos), Verástegui nutrió esa curiosidad local que Sánchez alguna vez llamó efebolatría. Había razones para el entusiasmo. La poesía de Verástegui posee una mezcla bastante original de energía, libertad creativa y búsqueda de conocimiento. El poeta se alimentó tanto del ritmo de los beats como de las distintas matrices filosóficas, lo que le ha permitido crear un corpus

que ha borrado las fronteras entre géneros y disciplinas.Su acercamiento a la ética y a las matemáticas, que desde la poesía parece una excentricidad, en algún momento deberá ser sopesado para comprender la parte científica de una obra que, a sus lectores y críticos, hasta ahora, se nos escapa. Lo que no se le pierde a nadie es que más allá de las limitaciones de nosotros, los legos, la sensibilidad nos permite seguir apreciando los fogonazos líricos que Enrique aún se permite: en su Diario de viaje: Arequipa hay más poesía que en buena parte de lo que hoy se hace pasar por verso; mientras que Bodegón, la meritoria recuperación de sus poemas tempranos, es un recordatorio de cómo precocidad y madurez, en algunas raras excepciones, pueden convivir gracias al genio.

Al final creo que sí. Con él publiqué mi pri­mer libro [En los extram uro s del m u n ­do ]. Llegué en la Navidad del 71 a San Vicente de Cañete y dije: “Papá, va a salir un libro publicado por mí con la editorial Milla Batres”. Me dijo: “ ¡Pero cómo estás pidiendo plata a la gente, carajo! ¿Quieres publicar? Yo te doy de mi plata”. “De eso se trata, papá...”.¿Qué pasó con los libros de tu biblio­teca después del terremoto?Están encajonados. Están conmigo, eso sí. Cuando murió mi papá, se fueron mis ganas de continuar escribiendo un diario cotidiano que yo tenía. Desde los años 80 escribí en él puntualmente; ya iba por 1.500 páginas. No supe cómo enfrentar una muerte ineludible.¿No has vuelto a tocar ese diario?Ni sé dónde está; con el terremoto se per­dieron cosas. Tengo que abrir cajas. ¿Cómo te vas a enfrentar a ellas?Con terror. Con ilusión. Haré lo que todo el mundo hace en las librerías: acariciar los libros, mirarlos. //

El poeta Verástegui recorre Cañete y lee unos versos de Bodegón: www.elcomercio.pe

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