enrique lihn - al bello aparecer de este lucero

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ENRIQUE LIHN (1929-1988), es una de las figuras más significati- vas de la literatura hispanoamerica- na contemporánea. En su vasta y sin- gular producción poética sobresalen libros como La pieza oscura (1963), Poesía de paso (1966), La musiquilla de las pobres esferas (1969), Por fuerza mayor (1975), A partir de Manhattan (1979). Al be- llo aparecer de este lucero (1983), Pena de extrañamiento (1986), Dia- rio de muerte y la importante reco- pilación Álbum de toda especie de poemas (1989). De 1995 es la anto- logía Porque escribí. Entre sus obras narrativas deben mencionarse los libros de cuentos Agua de arroz (1964) y La repúbli- ca Independiente de Miranda (1989) y las novelas La orquesta de cristal (1976) y El arte de la pala- bra (1980). Su vasto trabajo críti- co y ensayístieo ha sido publicado recientemente por esta editorial, en un volumen dispuesto y anotado por Germán Marín: El circo en llamas (1997).

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Page 1: Enrique Lihn - Al Bello Aparecer De Este Lucero

ENRIQUE LIHN (1929-1988), es una de las figuras más significati-vas de la literatura hispanoamerica-na contemporánea. En su vasta y sin-gular producción poética sobresalen libros como La pieza oscura (1963), Poesía de paso (1966), La musiquilla de las pobres esferas (1969), Por fuerza mayor (1975), A partir de Manhattan (1979). Al be-llo aparecer de este lucero (1983), Pena de extrañamiento (1986), Dia-rio de muerte y la importante reco-pilación Álbum de toda especie de poemas (1989). De 1995 es la anto-logía Porque escribí. Entre sus obras narrativas deben mencionarse los libros de cuentos Agua de arroz (1964) y La repúbli-ca Independiente de Miranda (1989) y las novelas La orquesta de cristal (1976) y El arte de la pala-bra (1980). Su vasto trabajo críti-co y ensayístieo ha sido publicado recientemente por esta editorial, en un volumen dispuesto y anotado por Germán Marín: El circo en llamas (1997).

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L O M PALABRA D E L A LENGUA YAMANA QUE SIGNIFICA S O L

Al bello aparecer de este lucero © Enrique Lihn © LOM Ediciones

Primera Edición, Ediciones del Norte, 1983, Estados Unidos Primera Edición en Chile: mayo de 1997

Motivo de la cubierta: Moming Sun de Edward Hopper, 1952

ISBN: 956-7369-87-9

Composición, Diagramación e Impresión LOM Ediciones Ltda. Maturana 9 -13 , Santiago, Chile Tels.: 672 22 36 • 672 56 12 Fax: 673 09 15

Impreso en Santiago de Chile.

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ENRIQUE LIHN

Al bello aparecer de este lucero

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Para Claudia. Antes de que pase, como todo lo demás,

el tiempo y la inoportunidad de esta dedicatoria.

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noticia preliminar*

Al bello aparecer de este lucero es, en un cierto sentido, un primer libro de Enrique Lihn. Afirmación desconcertante para sus lectores de Hispanoamérica que han leído muchos otros del autor en sus lugares propios, pero en la que debo insistir porque este libro es el primero en las condiciones actuales: las del ingreso de este poeta en el ámbito hispanoparlante de los Estados Unidos, casi otro país cu-yas cercanías y diferencias son sin duda algo más que la suma o la resta de las cercanías y diferencias que hacen posible el diálogo de un espacio y un texto, en un sitio y en un tiempo específicos.

Hay también otras razones para reducir la afirmación inicial. Deja intocada esta evidencia: E. L. es conocido en USA a través de nume-rosas traducciones en revistas y libros, el último de los cuales y — el más abarcador — es The Dark Room and Other Poems, editado por New Directions en 1978. Pero no es ése el tipo de difusión al que me refiero en el párrafo anterior.

E.L. es uno de los poetas actuales más importantes en lengua española. De esto vienen dando cuenta, desde la década del sesenta, las antologías más exigentes, las revistas especializadas que solici-tan y acogen reseñas y ensayos críticos sobre su trabajo, las diversas ediciones que se suceden en Chile, en México, en el Perú, en España. Los premios recibidos y esas otras formas de reconocimiento que son las becas de fundaciones extranjeras indican asimismo un con-senso valorativo.

* Por su interés informativo, se reproduce la nota de Pedro Lastra a la primera edición, publicada en 1983 en Hanover New Hampshire, por Ediciones del Norte (N. del E.)

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En 1966, E.L. obtuvo el premio Casa de las Américas por Poesía de paso, un libro escrito cuando era becario de la UNESCO. En un orden parecido de azares favorables, una nueva estadía del poeta de paso en New York como becario de la Guggenheim Foundation co-incidió con la edición antológica de New Directions. Ese mismo año escribe A partir de Manhattan, un volumen con el que la Editorial Ganymedes se asoció al año siguiente a la celebración del cincuentenario de E.L. Los testimonios de este suceso del exilio inte-rior fueron recogidos en Derechos de autor (1981), un libro manufac-turado de considerables proporciones, simultáneo en su aparición y desaparición (la tirada de ochenta ejemplares estaba destinada a los amigos literarios de E.L.)

En cuanto a las antologías, no es fácil nombrar una que omita la presencia de E.L.: los lectores avisados de la poesía hispanoamerica-na tendrían un fundado derecho a disentir de tal improbable omi-sión. Y entre las compilaciones significativas en otras lenguas debe mencionarse aquí 16 poetas hispanoamericanos, publicada en Atenas por Rigas Kappatos (1980).

Como narrador, el cuentista de Agua de arroz (1964) ha vuelto a la prosa en el pasado decenio con novelas decididamente experi-mentales, en las que el lenguaje se representa a sí mismo distribuyéndose los roles que la tradición ha asignado a los perso-najes y a los acontecimientos. Las define bien el título de la última: El arte de la palabra (1980).

Como ensayista sobre temas literarios no sólo interesan los artícu-los y notas que E.L. publica con frecuencia en Hispanoamérica y en USA. Considero legítimo incorporar en este rubro al conversador y remitir a un libro que lo confirma: mis Conversaciones con Enrique Lihn (1980).

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La esquemática figuración del quehacer de E.L. que he intenta-do esbozar para los lectores de Ediciones del Norte debe completar-se con otras observaciones. Me las sugiere la disposición misma del diario de poemas que es Al bello aparecer de este lucero. Los días inter-cambiables que lo conforman me inducen a la anotación marginal, asistemática. Un resumen de la idea motivada por el diario: lectura en movimiento suscitada por un conjunto de textos que en este caso no podrá detener la materialidad del libro que lo contiene.

E.L. nos empezó a familiarizar con estos procedimientos desde Poesía de paso, diario de viaje o registro de situaciones, que al verbalizarse como respuestas fragmentarias e inmediatas a los estí-mulos y provocaciones de lo desconocido abrían el espacio de un paradojal reconocimiento: el que alcanza una mirada oblicua, dis-tanciada y ajena, para la cual la percepción de un lugar produce la memoria del mismo. Una primera vuelta de tuerca, en la que se re-vela entonces una diferencia: las fascinaciones del viajero encubren las tentaciones de una instalación imposible fundada en un saber negado de antemano. Porque el poeta de paso no conocerá nunca los lugares de que habla: se limitará a recorrerlos. Sus andanzas "dan cuenta más bien de un cierto desarraigo, que se extiende a la propia existencia sentida como un viaje". (E.L., Conversaciones).

"El viaje es un cambio de escenario que corrobora la persistencia del sujeto que viaja", agrega E.L. Y así lo sentimos en los variados espacios que sus libros parecen escribir, pero en los cuales sorpren-demos de pronto a un sujeto que es escrito por ellos, circunstancia insinuada en los títulos al determinar las menciones espaciales con ciertas marcas —ambiguas— de ruptura de la univocidad: Escrito en Cuba (1969); París, situación irregular (1977); A partir de Manhattan (1979); Estación de los Desamparados (1982).

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Creo que París, situación irregular ilustra con plenitud la eficacia de estos modos escriturales de E.L. y las proyecciones logradas. Carmen Foxley describió en su oportunidad esa escritura en un es-tudio ejemplar, modestamente titulado "Prólogo", y al que deberá regresar sin tardanza el lector cuidadoso. Porque cambiando lo que hay que cambiar (actitud que esa clase de lector siempre está dis-puesto a asumir), advertirá que el diseño del diario de viaje, dibuja-do con tanta precisión por Carmen Foxley en su lectura de aquel libro, traza también algunas líneas aplicables al diseño de este dia-rio de poemas. Otro dibujo, desde luego, pero de un sujeto igual-mente "en situación irregular" con respecto al asunto que genera el discurso de Al bello aparecer de este lucero.

Resumo los avatares de la escritura de E.L. en los últimos veinte años, tomando de más atrás la corrida.

La pieza oscura (1963) explora centralmente "la relación entre la memoria y el lenguaje poético, algo así como una misma actividad que se desarrolla en planos homólogos" (E.L. Conversaciones). En particular el poema que da título al libro y los de la serie que se despliega allí como una constelación, manifiestan una imposibili-dad del sujeto reminiscente o evocador en busca de un tiempo per-dido: la infancia sólo existe gracias a la memoria en un presente que es el texto. Ese viaje es ilusorio: no hay más infancia ni más tiempo pasado que los que produce la memoria en el lenguaje. Comproba-ción sombría, pero que tiene su contrapartida en el mismo carácter ilusorio del rescate: una forma del deseo, un desquite contra la ominosidad de lo real.

De modo semejante, o mejor, homólogo, se constituye el viajero denodado que discurre por Poesía de paso y los otros libros (escena­rios) de ese género. Sus desplazamientos se resuelven como

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desencuentros que originan un discurso antiutópico, corrosivo, disfórico, crítico de sí mismo y del contorno que registra sin la me-nor complacencia.

Una imagen une, para mí, la figura de ese viajero con la del per-sonaje que habla en La musiquilla de las pobres esferas (1969): la muer-te de los coribantes y el eco —ahora sólo un ruido— de la música a cuyo son realizaban sus movimientos "descompuestos y extraordi-narios". Ese ruido es el sonsonete vacuo, la lira envilecida que Waldo Rojas sintió fluir por la única y desvencijada ventana que acaso per-siste de la luminosa caverna de Blake ("Nota preliminar" a La musiquilla...).

Al bello aparecer de este lucero puede leerse como un entramado de las varias direcciones recorridas por E.L. hasta llegar a este pun­to. Pero como un entramado no es una suma, se trata aquí de una resultante singular y extrema respecto de algunos procedimientos puestos en práctica en los libros mencionados, y no sólo de poesía (téngase presente una vez más El arte de la palabra).

Recurrencias y resonancias de diversos lenguajes —prestigiosos y llanos— sustentan la escritura de un emisor supuestamente insta-lado en una seguridad. Este hablante cree o simula creer mientras escribe su pasión que eso y no otra cosa es la literatura. Doble seduc-ción: la de un referente (posible) que lo atrae hasta el borde de un vacío que desearía llenar, y la de un distanciamiento que lo niega mediante el reenvío irónico a la literatura. De ahí el juego de intertextualidades (el título del libro procede de un poema de Fer-nando de Herrera), al que no es ajeno la obra anterior de E.L.: como un eco del verso "una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies" (de La musiquilla...) surge esta anotación en un poema presente: "esa misma muchacha a quien amé / en silencio hace cosa de cien años".

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De manera parecida: "Un gran amor, la perla de su barrio / le roba el corazón alegremente /para jugar con él a la pelota" (de La pieza oscura) prefigura o recuerda prospectivamente estos versos actua-les: "El corazón partido en dos por un mordisco / palpitaba melan-cólicamente por ti y alegre...". Intertextualidades reflejas.

A lo largo del libro, el sujeto que describe este cortejo erótico compara su experiencia con la de otros sujetos textuales (desde la poesía medieval a Neruda, pasando por Sade y Masoch), sin adver-tir que esos sujetos, anacrónicamente, también podrían reconocer la suya en Al bello aparecer de este lucero. En el círculo (descentrado) que es el acto literario escenificado en este libro, el hablante distancia la experiencia propia remitiéndola a textos ajenos que lo devuelven a ella y lo inscriben en la dilatada escritura de la poesía amorosa. El lector descubre que —como ocurre a menudo en este género— esa comunicación privada con una destinataria única solapada en el ar-tificio de las atribuciones, citas y referencias que se trenzan a veces con el improperio, es en última instancia la coartada consustancial al arte de la palabra:

"Todo está hecho de palabras no te asustes: son tropos: pavoneos de nada.

Por ti y no de ti está hecho el poema".

P.L.

Santiago de Chile, julio de 1983.

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Al bello aparecer de este lucero

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Ángel de rigor

Tarde por la mañana se hizo ver a mi puerta qué angel más terrible esa misma muchacha a quien amé en silencio hace cosa de cien años

La frustración de padre y señor mío negándose a un incesto metafórico que lo sepulta bajo siete capas del alquitrán del sueño

Y me cogiste en la debilidad del mediodía Un soplo al corazón de la edad media como el golpe que quiebra así el espejo antes del baño, cuando un tipo insomne bebe de la fatiga de sí mismo un trago largo con sabor a muerte

Y no pude dejar de entrar contigo con el cuerpo en la boca, digo, el alma mismamente en la cama de mi hija en un estado de inseguridad el viejo efecto del deslumbramiento

Era como acostarse con un ángel sin la preparación física mínima tras una noche en blanco, de verano Natural fue que nada resultara La indecisión se apoderó de mí y de ti, por rimar, la decepción Herido y muerto del amor que huía

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en el momento mismo de su aparición Disminución de Alicia al ir creciendo al otro lado de un espejo roto en el país de Nada y Nunca Más reverso exacto de esas maravillas.

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No hay Narciso que valga

A los cincuenta y dos años el espejo es el otro No hay Narciso que valga ni pasión de mirarse en el otro a sí mismo. La luna del estanque es despiadada, finalmente dura como una mala foto que él rompe en mil pedazos

Se liquida el espejo: vuelve a su liquidez y licuado ese ojo de vidrio que llorara es, por fin, una poza de agua verde y sin fin: estanque del que fluye, envuelta en sus cabellos y bajo los nenúfares, una ninfa, una ninfa...

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Carne del insomnio

Ruiseñor comí de tu carne y me hice adicto al insomnio que ella contagia, por el cual yo ya tenía una afición extraña

Oigo venir tu canto mudo aún anudando la noche y el deseo de verte Y no duermo jamás, sólo las horas que muerdo el pan de preso y bebo el agua de su Leteo en el tazón de fierro Quieren que sobreviva a esta locura y responda a tu canto con mi grito por eso duermo poco y muero mucho ruiseñor, escuchándote "ave parlera la que fue niña muda".

Me parece la celda no más la emanación de un lindo insomnio y me parece frivolo compararlas con otras de tantas. Es la noche sin ti con el regusto de tu carne que produce el insomnio, Filomela y una adicción al canto con que ese pajarillo virtuoso de mi oído, me desvela — oh maravilla — y maravilla porque es su canto mudo el que estoy escuchando a la niña no al ave, ensangrentada en pájaro.

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El bello pánico

Ya se sabe: la belleza juvenil produce estragos en los hombres de mediana

edad efectos que pueden llegar a ser devastadores Ellos

creen ser visitados por ángeles emisarios de la Divina Prostitución Se suponen acreedores del cielo que les devuelve, por fin, la mano El bello pánico asociado a la autocomplacencia Se hunden en la

somnolencia que les quita el sueño vegetal y les impone la lúcida ensoñación de las intimidades del plancton Allí se generan abstracciones imperceptibles palacios perfectos radiolarios Es un encanto de experiencia desconsoladora en su temor de serlo alimentada por el desconsuelo.

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La realidad no es verbal

Hablar cansa: es indecible lo que es Como se sabe: la realidad no es verbal (cansa el cansancio de decir esto mismo) De las palabras se retira el ser como de la crecida inminente del río los animales que, realmente, lo saben a diferencia de los orilleros humanos Somos las víctimas de una falsa ciencia los practicantes de una superstición: la palabra: este río a cuya orilla como el famoso camarón nos dormimos virtualmente ahogados en la nada torrencial Incapaces, incluso, de saber qué corriente y hacia dónde nos lleva si todavía cabe pensar en un sujeto el verbo ir y como complemento un lugar que no hay — aunque se diga — en el adverbio donde y el hacia qué denota en el hablar de nada (siempre se habla de nada) — lo dice la gramática — la dirección del movimiento reducido, también, a un simulacro.

Tú y yo hablamos del amor.

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Algo más que una fábula

Suplantar a una persona por otra: crimen que don amor quiere legalizar Pero ¿no es él el abogado del diablo? ¿Estoy contando algo más que una fábula?

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Escrito en Guillaume Apollinaire

Qué soy además de encantamiento se pregunta el hada madrina Sin su suave olor, qué mala espina me daría la rosa que siento.

Y la mariposa de ocelos fijos mira con ellos, sin pestañear el terror que la haría volar si no le hubiera dado esos hijos

— soportes ciegos de sus alas — Se pregunta la mariposa: ¿tomaría larva por esposa al que esta noche duplique mis alas?

Quiero saber de ti sin ti murmuras — rosa — a mis oídos — Y si estaríamos vencidos de amor si no fuera por mí.

El hada quiere hacerse mendiga reconvertir en bastón su varilla la realidad la maravilla y quién es quién que la desdiga

Quiere como la rosa loca o la mariposa desesperada

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dejar, para ser, de ser un hada Es el amor quien nos aloca

El niño nos hiere en lo oscuro La luna pierde la razón Pierde su tiempo el corazón intemporalmente inmaduro.

La rosa en la Ley murió del deseo que le dio vida Murió de esa muerte florida ¿Quién puede decir que vivió?

La mariposa que envejece en su cajita de Pandora de polvo y sombra, nada ahora un puro vuelo, me estremece

Y el hada que está aquí por rimar con el señor Apollinaire no es tal sino mi partenaire ni nadie: amo el verbo amar.

Ella, la pobre despavorida que en otra quiere ser amada de otro deseo deseada es y no es y así es la vida.

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El mundo de las pasiones

Anoche te acompañé hasta tres cuadras de tu casa y eso ocurrió, hoy, hace muchos años Vi, en el intertanto, en el cine Malamado "El imperio de las pasiones", una película de Nagisa Oshima cuyo tiempo ilusoriamente real se arrastraba con

exasperante verosimilitud entre 1892 y el 95 para una pareja adúltera condenada

por la comparecencia creciente e ineluctable del fantasma del esposo asesinado Un crimen demasiado grande para una comunidad

tan pequeña de siervos de la gleba, reforzado por la supresión del sospechante — el amo — estrangulado repentinamente de un

árbol.

Los japoneses gustan de la morosidad para contar historias transparentes y crueles

en el curso de esos tres años tuve tiempo demás para abundar en la nuestra

como "el proverbial amnésico de Eretria" que "inventa historias para colmar los vacíos de la

memoria que le ocasionan dolor" l

1 Nicomedes Suárez, "Los escribanos de Loén".

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pues por ahora ella es intemporal todo lo más se eterniza entre el momento en que te dejé cerca de tu casa hasta el remoto día de hoy plagado de incertidumbres.

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Fernando de Herrera. 1534-1597

Quiso como simple mariposa su abrasada extinción gélida — ya que no el abrazo y la vida — en "mi

serena luz hermosa" Y temió, pues, que esa luz se esparciera trayéndole

cierto descanso al ánimo afligido.

Suplicó que esa llama — apiadada — no cesara de arder

celadora de la bella imagen — la imagen de la llama — y la quiso como en el Africa, que enciende «El cálido vapor del seco estío / y allí verás que al

corazón no ofende su fuerza toda / que el sutil veneno — que de vos lo penetra lo defiende»

Quiso sobrevivir hecho una brasa viviente, un cadáver alborotado

en la luz de doña Leonor de Milán, fiel esposa de Alvaro de Portugal

segundo conde de Gelves, amigo de las musas y los poetas a partir del momento en que la pareja se estableció

en Sevilla. La excelsa Eliodora lo premió una tarde de otoño

estando a la sazón en el Guadalquivir una parte de la Armada Vencedora de Lepante

y ambos solos en los jardines de palacio El premio fue el reconocimiento de su dolor escrito

y excederlo (la hizo decir Herrera, en un soneto)

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"en pura fe y afectos de terneza". Y el precio de ese premio: la omisión ulterior del más mínimo contacto verbal como no fuera en

público: el límite infranqueable de una cortés amistad.

Fernando de Herrera — mariposa viva y carbonizada — sobrevivió a doña Luz

y a su esposo e intentó, en forma felizmente inútil, desviar su

pluma a la empresa de escribir — manuscrito extraviado -

una "Historia General del Mundo".

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Noche de paz

Nieve artificial que caes y que no caes en la caja de música de una navidad descompuesta

De una casa a otra no hay ni aun el espacio que separa a las estrellas, hay la Ley de la Inexistencia.

No soy tu Papá Noel ni estás posando junto a mí para la eternidad de una postal en familia ni estamos menos separados que los vivos de los

muertos.

La irrisoria noche de paz, la ridicula noche de amor sigue endulzándose a medida que pasa pero yo estoy metido en esta guerra y si me apoyas no firmaré nunca la paz tampoco esta noche que nos separa de un tajo aunque parezca indolora, aunque parezca indolora

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Flagrante espectáculo

¿Qué pasaría si hiciéramos lo primero que se nos pase por la cabeza?

¿Cuántas locuras es prudente no hacer? ¿Se ocultan o se exhiben gato y gata entre las hojas

del acanto cuando se ponen dialécticos? Tomarse de las manos con su enamorada entre los

panteones "antes que de la edad Febo eclipsado" es lo menos

que puede permitirse el caballero y a su edad es un vicio la castidad, un pecado de

angelismo una variación sobre el tema del suicidio.

¿Poco importa que nuestros dedos entrelazados sean los dos juegos de cuchillos?

Aunque haya heridos, la intención vale Que los hubiera habría sido lo último que se nos

hubiese ocurrido Y si nos apareciéramos brotados de la sombra el ensangrentado espectáculo ¿no seríamos nosotros?

Y aún así nos escondemos Por respeto a la tradición.

¿Y qué si en lugar de disolvernos en la noche subiéramos al escenario

y nos diéramos este beso en la boca?

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Ay infelice

Soy una desgracia que les ha ocurrido a todos ustedes

en los últimos meses de esta primavera otoñal: un invierno que decidió no venir, un inesperado

verano No todos los sátiros jubilan, la apoteosis de un canto

delata a un cisne que necesariamente no agoniza a un valetudinario y operático príncipe azul (dirán ustedes con sarcasmo) a un personaje de Francoise Sagan que fuera de ella puede ser menos ridículo que en la banalidad de sus

novelas demasiado conocidas, menos por mí.

A los cincuenta y dos años mi corazón late más allá del infarto

bajo la presión de una criatura de ojos translúcidos, demasiado joven

que se ha puesto a cantar deliciosamente para mí ruiseñor-lengua-cortada pero no muda Hemos redescubierto un acto de magia de cuyos

trucos somos los inconscientes operadores. Con la mayor inocencia.

Soy una desgracia que Philomela acepta porque de allí brota su canto

de ese pequeño manantial de sangre, pero no así tú ni nadie, salvo error o excepción

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Una injusticia un bochorno una ridiculez un escarnio

Somos contemporáneos de historias diferentes que no se equilibran en ninguna línea de circunvalación y al encontrarnos se nos han cerrado una y mil puertas

Vienen, apurados, los empleados de servicio con órdenes de la gerencia de retirar de nuestro

alrededor todo escenario y los músicos huyen para que cantemos a capella, en un teatro vacío por derrumbarse sobre nuestras cabezas abierto, en la oscuridad, a los vengadores: no sólo el que dispara contra mi pecho para poner a prueba mi resistencia al shock y en la

esperanza, pues, de un crimen perfecto identidad del corazón y de una bala imaginaria.

Cuentan de mí historias desalentadoras o de terror al oído de mi partenaire Soy a ratos una desgracia para esta joven y para mí

mismo porque no todas son amenazas siniestras ni estúpidas

frases hirientes. Yo debía contar, además con harpadas lenguas como la tuya, querida brotada del teléfono, en la noche, con la suavidad de una brillante intervención quirúrgica

Pues has vivido el dolor con lucidez y eres capaz en pocas frases de devolvérmelo

tuyo y mío, en duplicado.

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Del crudo amor en este trance no vencido pero maltrecho hasta la desesperación, soy

la desgracia.

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Renacimiento de Venus, la moribunda

Hay un dolor suave en la mentira Filis, cuando a ella obliga la tan mentada Afrodita Tú y yo bajamos con los demás a la playa pero tú ya eras otra y la otra allí estaba — recién se había ido — a unos pasos de ti

Nos tomamos del brazo y ya tú no eras Filis ni tampoco, porque eras, la sombra de ti misma El corazón partido en dos por un mordisco palpitaba melancólicamente por ti y alegre y dolorosamente por este nuevo amor Yo sentía la ausencia presente de la otra y tu presente ausencia como crueles gemelos enemigos, Ay Filis, la de la suave piel y un amor de siete siete años herido por el otro suave pero mortalmente. Acompasé mis pasos a los tuyos y hablamos parte de la verdad. Se había desdoblado el escenario en que nos conocimos No era la misma, para mí, la materia de la reminiscencia puesto que yo veía en medio del oleaje repetirse, y distinto, el nacimiento Filis, de Venus, y tú sólo el recuerdo de lo que había sido ese acontecimiento años atrás. Lo celebramos Pero la cara de la otra Filis llenaba suavemente el escenario

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y la tal Afrodita lejos de ser recuerdo era la diosa misma. Invisible. En persona De pie sobre su concha como pidiendo auxilio bamboleada por ese mar salvaje y no enterarse de ello, una mentira pecado de omisión, misterio escandaloso.

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Del país de los sueños

Cientos, cientos de veces te encontraré a la vuelta de la memoria abundante en esquinas en la enrarecida atmósfera del país de los sueños en que no hay cosa que no esté hecha de nada Me harás, sin verme, un saludo con la mano, pues de

los dos yo seré el único en vernos y no tú la buena amiga de los años reales.

Además allí, en la nada, encuentros y desencuentros ¿en qué se diferencian? El diálogo es su simulacro hecho de las palabras recordadas. La que esté allí es sólo una visión a la espera de un taxi de hace diez o

quince años sin haber envejecido porque en ese país no se vive ni se muere, con tu vestido pasado de moda remedo de algunas escenas que habríamos podido

vivir juntos si todavía fuéramos reales Y sentiré lástima de mí y me invadirá como si fuera

el amor el recuerdo vacío de estas lágrimas.

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¿O no?

De nuestros respectivos paraísos mutuamente excluidos por decreto del amor revertido en otro molde Indiferencia tuya tras el gesto de arrojarte en mis brazos como en — tú lo dijiste — una película muda

Me cogoteaste el corazón, vampira y lo golpeo ahora con un combo para darle otra forma que la tuya.

O ¿no seguiste en eso por horror al vacío que soy, verdad, paloma?

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Escríbete

Que no pase otro día sin que yo tenga el calco de tu voz entrampado en el papel silencioso Y la mano, si no fuera demasiado pedir Quiero tocar tu letra sin bulto con los dedos acercarme otro poco a lo imposible que trasunta la letra y a la publicidad de la escritura no importa lo secreta que sea cuando escribes te circunscribes por iguales partes a ti y al otro, asumes en suma una figura.

Tu letra te hace entrar en el papel como al actor el suyo, la puesta en escena Te inscribes en una imagen, en tu imago Pasas, preciosa, articuladamente del cuerpo a tu fantasma y es tu fantasma el que, además, quiero tocar tu ausencia y tu presencia atadas por el lazo de la palabra escrita pasto de los grafólogos, pero delicatessen del eterno plumífero que soy.

Y no te exijas un poema de amor Voy a temblar pensando en lo que puede ser.

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Laberintos

Si una historia que fue llega a su fin porque está en el pasado su futuro y en parte alguna su culminación duele el desenredarse completo del ovillo pero es como si al salir, quizá, del laberinto convertido, por la fuerza del tiempo, en un terreno

llano pudieras ver el sol, de frente, que declina.

Duele más una historia hecha de nada en lo que toca a la sustancia del tiempo Cuando entras al famoso laberinto y ya no estás afuera y avanzas unos pasos con el rumor entero del hilo en su carrete: el susurro de amor de Ariadna en el oído pero como el del mar en una caracola: el rumor ilusorio del ovillo de Ariadna: "¿Qué podemos hacer? Sal de ahí, sal de ahí" Y oyes también al otro, desde lejos, gritándote con una voz frenética: "Concha 'e tu madre, mátame si puedes".

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Magma

Cosas que aún forman parte de mi inagotable ignorancia residuos vivos de los que fueron naufragios, informes

briznas confundidas en el magma con las pulsátiles madréporas, todo esto me agita cuando te veo como si fueras una sirenita de la tierra y yo parte del mar gelatinosa pero transparente y humana

como cualquier animal lo que me pega a ti en este gusto por la restitución, el deseo tardío pero

no menos imperioso de romper en la orilla una ola de vida que no me conocía Existir a ciegas en lugar de perderse como era lo habitual fingiendo lucidez, en un laberinto de espejos.

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Parto de los montes

¿Hicimos bien en no inventar una fábula para ocultar la historia del nacimiento de Venus? Si se nos muere el tiempo de saberlo y ese monte abortara el parto de los otros y Eros naciera muerto ¿Quién de los dos sería el más culpable Yo que vanidosamente cedí a la tentación de la verdad o tú que decidiste confesarla antes de conocerla? ¿Yo, el cincuentón olvidadizo o tú que nada sabes de nada y no lo sabes?

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Leda, presente

Un presente griego es el que me has hecho, Leda de tu linda persona en estos días alborotados Cada cosa tiene su sombra, cada sombra su luz — si se ha de ser inaguantablemente optimista — y cada mujer el reverso sombrío en que se embosca su cancerbero tímido y brutal, aterrado y aterrador El enloquecido que espera bajo la ventana — pajarera sitiada — la salida de Leda y el momento de entrar a saco en esta casa.

Por alguna razón, Leda, tú bien lo sabes hasta los dioses inmortales mentían: se disfrazaban para hacer el amor Sólo tú en honor a la verdad has entregado a un cisne mortal atado de pies y manos dándole mi nombre y dirección al loco de tu esposo.

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No más que suplicante

Fragilísima, perdóname: he desequilibrado, vertiginosamente, la balanza

haciendo pesar en ella mi vacío; justo en el momento en que te sentías fuerte y decidida, por fin a ponerlo todo en una clave maestra Unico pilar, tú, de esta torre de palabras Yo y mi coquetería sepulcral.

He dejado caer sobre tus espaldas el mentiroso grito de: nada con la vida que tartajea Tánatos, el afásico en lugar de confesarme culpable de algo menos sonado que la muerte

en estos casos deuda que no se paga con las penas de amor Todo porque la otra, con su inteligencia proverbial se condolió de mí y no de sí misma Y luego de ese peso, de ese pequeño túmulo granítico

hizo brotar lágrimas mías y suyas mezcladas, de dos usos: "Voy a retirar de tu casa algo que no quiero que

forme parte de otro tejido y lo único que, según parece, hemos

tenido en común una mesa y una silla y algún libro, Fabio, que te presté".

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Ese funeral lo he dejado caer sobre tus espaldas.

Déjame avanzar, otra vez, las palabras que te hicieron fuerte por algunas horas Déjame, déjame — te lo imploro — borrar de la ventana que abres para vencer a la asfixia la otra cara — oscura — de la luna.

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Sin sangre en las venas

"Un pasillo después de la puerta principal y una puerta giratoria. Usted la abre y desciende. Escuche bien. Ahí no habrá nadie que se lo explique".

Vengo a retirar mis fondos de ti Todo lo que queda de nuestra asociación con la cautela de una módica suma de dinero

Vengo a retirarme de la circulación de tu vida procurando evitar un encuentro contigo casi sin sangre en las venas.

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Derechos de autor

Tú eres el primero de mis derechos de autor Filomela, pues descubro que he escrito antes de llegar a ti, mis Obras Incompletas, día y noche,

noche y día sólo para cobrarte en mi edad media y no para convertirme en un best seller No tengo santos en ninguna corte ni milito bajo bandera ninguna Sólo para hacer intempestivamente el cobro de ti a los

dueños no a los destripadores de tu nido, paxarilla Los transgresores somos yo y tu capricho a las convenciones de uso, todo lo que queda de la Ley como se ve, suficiente. Si supiera lo que has delirado a mi oído hasta Tereo te

cortaría razonablemente la lengua Canta, canta, lengua cortada, ruiseñor. Tu carne de la

que comí es la madre de mi insomnio Nunca volveré a quedarme dormido "ave parlera la que fue niña muda" Con tu canto me cobro de los libros que escribí:

lápidas en una alfombra esa colina de papeles muertos. Llora tu canción

deliciosa y aunque con lengua muda dime ese adiós, dímelo mil veces.

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Sólo por ti y para todo lector

Por ti, por nadie más; pero para quien quiera leerlo, te dejo aquí clavada en un poema Filis o mariposa de otro nombre. No agitarás, convulsiva,

las alas como para formar alrededor del tallo de acero una especie de flor más viva que las otras la misma que te ofrezco — obra de la agonía — Todo está hecho de palabras no te asustes: son tropos: pavoneos de nada.

Por ti y no de ti está hecho el poema Si es por mí, para ti (ojalá lo leyeras) no sin luego romperlo en pedacitos — constituye una prueba para la acusación — Pero descuida: no guardas, lindura, en tus calzones el único ejemplar de esto que hago por ti Guardo copias, preciosa, te destino a unas Obras Completas, y, en la vida, a estos besos.

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Olvido de ilotas

Nada hay — los ilotas lo olvidan — de igualmente imperdonable para las mujeres

de nuestros amigos como el llamado abandono por parte nuestra, de la nuestra. Ese peligro es la amenaza de todas y, por consiguiente, nos declaran culpables de una conducta aberrante: "ése no tiene remedio".

No hay perdón para el cambio de objetos libidinales, esos desplazamientos

que lamentamos, son catástrofes de las que ellas nos acusan

como de la muerte de sus pasajeros es, de por sí, sospechoso el conductor del autobús del

que se sabe enseguida que estaba borracho en el momento de la colisión.

Sólo los ilotas esperan ser comprendidos — y la comprensión ocurre una de cien veces

como por parte de magia — y perdonados por aquéllas que son metafóricamente víctimas

de las tropelías, en nosotros, de Eros el verdadero conductor borracho.

Y tienen razón las más denodadas: no existe una razón pura del amor: los amigos que se hacen cómplices de las tropelías del

nuestro

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lo hacen, quizá, por empatia, exponiéndose virtualmente a la causa de todos los sobresaltos.

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La estrella de dos nombres el nombre de dos estrellas

Hay, y son figuras mellizas el dolor del amor que está naciendo — Venus, la estrella del amanecer — y el dolor de la estrella vespertina la de la otra Venus que agoniza No dos figuras (ay) sino un planeta bautizado de nombres diferentes al mismo tiempo, pues, errante y fija.

Alba de la gran puta que titilas mientras yo haya perdido la cabeza ¿cómo podrías eclipsarte a ti misma? ¡que baste para hacer la diferencia un cambio de adjetivos y de horas! No vayas a creerte, Venus, otra aunque lo seas

casualmente tú con la que fue su luz me estás cegando en lugar de una estrella veo dos: luz del amanecer luz del crepúsculo que se distinguen en que son la misma: amor y desamor enamorados.

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Contraguerrillera

Como miembros de un ejército secreto que sólo dispone de nosotros dos

nos reunimos, a la hora exacta, habiendo tomado todas las previsiones

de la invisibilidad Tu cabeza de largo cuelo y el pelo corto de las adolescentes, gira hacia dos o tres de los puntos cardinales Vienes vestida de negro y verde olivo, gacela y no es que poses para una revista de modas en traje de guerrillera, sino que pones de verdad proa al terror del que somos adictos, deslumhrados, en un verano de mierda El deseo de vernos aumenta en proporción directa a

su imprudencia estaríamos cada día más cercados por el enemigo cierto del malestar que nos inspira y que redunda en

su ubicuidad Esta batalla ganó y no la guerra, pero fue un triunfo sonado mantiene minado el territorio que nos pertenece en nombre del amor tan impotente como cualesquiera

de los derechos humanos y no menos lábil o insignificante que ellos pues corren tiempos inhumanos y él bien lo sabe el hosco partidario de las medidas de facto.

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Weekend

De viernes a domingo retomaste el poder absoluto, con unos pasos finitos y algunos gestos Pediste que me llamaran por teléfono a tu reino y saliste como un paje a la puerta de palacio de adobe y palo y jóvenes visitantes y el mundo se me hizo soplado como una pompa algo que uno ciñe por el talle con la mayor delicadeza Como un paje de la corte que te hago, con sus largas

medias verdes y encargado de llevarme, gradualmente hacia ti en el curso de esa noche exquisita Así esperamos que pasaran las horas ni apresuradas ni lentas, en sí mismas perfectas mientras te observaba detrás de mi máscara de charlatán y tú te disponías a tenderte en el sillón donde yo aún simulaba hablar después de haber perdido, al tocarte, el aliento.

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Dueña de mi culpa

Cuando el culpable por naturaleza vive ignorante, es claro, de su culpa en un feliz mortal se constituye Pero yo soy el artificioso culpable y no una víctima pasiva de Eros Yo le tendí una trampa a esa belleza que le venía como anillo al dedo La hice revolotear en torno mío cuando encendí el espejo de esta lámpara.

De buena fe y con mala conciencia como lo dices, dueña de mi culpa te despojé, me despojé de ambos ¿guardas aún mi sombra de recuerdo? El mensajero de la nada soy y la ferocidad de un pobre diablo En uno y otro polo de mí mismo dos veces uso de las mismas lágrimas de amor a una y desamor a otra de desamor y amor enamorados.

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Reina de todo corazón

¿Qué lugar ocupé, después de todo, en tu vida? Yo era el maduro visitante nocturno, el goliardo a quienes las doncellas de palacio impusieron por su sola presencia el trovar clus Y tú, la reina de todo corazón, mi inteligente anfitriona figura central de esa tapicería en que sólo para ti yo estaba finamente incluido yo: la figura superpuesta a ese tejido que no pasaba por ella clavado con chinches sobre esas tiernas escenas familiares, desmadejado y falso.

Qué ausencia, querida, ocupé en mi presencia desfasado, en realidad, de la trama de la que tú eras la figura central y la gran tapicera a

la vez en el sitial de honor desalentada pero no vencida por la impotencia real de incorporarme al tapiz sin dar descanso a esas pacientes manos que fingían

devanadera y telar cansadas en verdad de su trabajo imaginario.

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Recuerdos confusos de Bram Stoker en relación a un caso particular

Yo, el prosaico vampiro que siestea en la casa vacía como un perro que roe un hueso, no: un pedazo de mármol por error pues el sueño no viene ni viene. Sin embargo soy otro en otro sitio, pues he mordido el cuello de la doncella cuando vino, sonámbula, a mi casa a este lugar del que no quiero acordarme Y allí, tal vez, en lo de Mina, soy la catástrofe inconfesada pero que el novio percibe en el aire ausente de su futura esposa O soy la confesión y la catástrofe O el silencio y la reconciliación O ya ella me dijo, temblando, y todos juntos al doctor van Helsing — especialista en vampiros — se desvelan pensando en cómo liquidarme Y tú también mi amor y tú también mi amor.

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Vampiro

He muerto para ti. ¿Quieres aún a un cadáver viviente, a tu vampiro?

Pego mi boca a tu corazón, pero he dejado de beber de ti con dolor del mío, porque ya está sediento de otro. Y es otoñal el beso moribundo que tiernamente une mis dientes a tu carne pero el que doy a otra es delirante y, de verdad, sangriento

Duermo en un ataúd, tengo sueños exaltados que, por desgracia, querida, te excluyen como nunca antes había ocurrido y el insomnio me clava la garra del no sueño a mí, el pobre vampiro

La piedad, desangrada, me ahoga por los tres: porque existe la otra, porque existe la otra.

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Eco de otra sonata

En tu opinión un amor borra a otro y es así, querida, pero en el amor no todo se hace parte del dardo y del carcaj — los borradores — ni de la herida que encandila toda placer toda dolor melliza de la muerte, metáfora del parto

Las víctimas de Eros sobreviven al crimen del que, gozosamente, son los agentes pasivos sus autores en un momento de misterio y no olvidan al menos yo: mi recuerdo de ti independientemente del amor lo retiene como en ese cuadro de Magritte el cielo del amanecer no ha disipado en la calle a la noche ni en su preciosa luna: luz cuajada en el farol que alumbra oscuramente esa calle

Es verdad, el oxímoron no es más que una figura de palabras y puede pecar de

premeditado No así yo, así lo espero, si te digo: un amor no borra a otro La memoria, también, a su manera, ama y, como alguien lo dijo: "no hay olvido".

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Veinte exposiciones

El lente de la cámara es el abejorro y tú, Cloris, una flor de cuyo nombre ni yo puedo estar

seguro pero que debo fijar en veinte exposiciones, manteniéndola

en el anonimato como si fueran las piezas de otros tantos rompecabezas

distintos antes de que se ponga por primera y última vez el sol

del día de hoy Sólo Febo sabrá que eres tú

el encuentro de la cabellera con una de las líneas de tu cuello doblado hacia atrás

metáfora del cisne modernista el escorzo que insinúa la nariz y los pistilos de un ojo

soslayados por una mejilla que rebalsa el encuadre duna aunada con el viento los aretes-ocelos de estas alas de pelo, mirando a la

cámara reunidos por el cuerpo del cuello en una blanca y

gigantesca mariposa de otro mundo Pero tus verdaderos ojos son la tentación del fotógrafo

que circunvoluciona a tu alrededor, desnudo y obsesionado como un autorretrato de Egon Schiele forzado por el acuerdo: que los pétalos impidan ver

la flor Tus ojos, que todo el mundo reconocería, lo obseden tu cara que antes de tomarla se le muestra

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entera en un enfoque prohibido Debe desplazarse hacia lo que de ti se insinúa y te

mantiene a la vez en el anonimato la pequeña mano ocultando parcialmente la frente la nariz fuera de foco la otra mano que parece dibujar una línea maestra

retenida por el antebrazo la cima del hombro llovida por los hilos del cabello

y la punta de unos deditos chupados

Todas las precauciones, Cloris, son pocas y Febo el paparasso lo sabe

Un plano medio que te identificara acostada en esta cama sería la catástrofe.

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Cuestión de creencias

No le creas en nada a los que hablan mal de mí y si soy yo uno de ellos, no me creas Filis, distingue el amor a la verdad de la verdad del amor por el que el uno y la otra no están unidos, como aquí, por palabras ni por historias de más o de menos. Por nonata primero y luego ausente eres de esas historias la excluida y maldita la gracia que muchas de ellas me hacen No te las cuento para entretenerte pero tampoco para que te preocupen despreocupadamente te las cuento porque nos dejen solos mis recuerdos y la que cuenta es la más triste de todas: como sujeto del amor y su objeto en ese entonces me entretuve con Tánatos desbaratando el tejido de Ariadna el hilo rojo de mi propia vida que la devanadera de las parcas recuperaba de los puntos idos del tapiz imposible de acabar innecesariamente laberíntico Nadie puede anidar en una fosa y en ese nido de sepulturero me abandonó, mientras dormía, Febo como el lector a las historias ciegas como el tapiz a los dibujos muertos

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como Teseo a Ariadna en una isla así dejé que hablaran mal de mí y que al llegar tú pudieras, no sin razón, oírlos y escucharlos, en eso, yo mismo me equivoco porque no estabas ni eras Ven ahora a tejerme a que te teja lúcidamente ciegos como dos de esos pájaros que vuelan por parejas, con un ala pugnaces como topos, ciegamente Y no creas de mí lo que se dice piensa en lo que podamos hacer juntos.

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Giovanni Bellini. Annunciation, reverse of an organ shutter of S. María de Miracoli, Venice Academy

Yo soy la Virgen y tú el Angel de la Anunciación — viene a decirme que voy a concebirte — y el Espíritu Santo es la Literatura Lo que se conviene en llamar un oscuro pasado y el nuboso presente se disipan para que en esa escena de palacio veneciano con fondo, en la puerta, de ruinas arrodillado en mi reclinatorio simule yo leer las Sagradas Escrituras (en realidad este poema mismo) bajo la geometría de un techo artesonado sobre una perspectiva de baldosas perfectas

Angel de la azucena ad hoc en una mano y el signo de tocar con la derecha un seno no se sabe si usando de puertas o ventanas entras a mi interior un misterio gozoso para ser concebido en mí, la Virgen no el poeta maldito ni el sabio ni el ilota: la mente virginal la mente vaginal y el bolígrafo intacto: en un principio era el falo Tú el ángel que yo escribo, copista de Bellini según el orden sacro del compás y la escuadra madre de tu inocencia y por partenogénesis.

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Raphael. St. George and the Dragon, about 1502, París, Louvre

Si yo fuera San Jorge y el otro ese dragón vencido, de antemano, por su pinta Yo con mi lindo casco emplumado y la espada que parte en dos al monstruo (el dos de la extinción)

Si yo fuera San Jorge posando en su corcel opulento como una madona caballar y fueras tú la diminuta cautiva

allá, en el fondo huyendo de la escena ¿o entrando en ella a la carrera?

Si yo fuera, después de haber quebrado lanza el autor de ese tajo de calígrafo que extingue al monstruo en dos y no fueras tú la cautiva que huye para que él recupere sus cabezas y no mate a San Jorge el de la espada trunca el caballo de palo y la armadura rota.

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La Naissance de Venus, vers 1485. Florence, offices

Te pintaría Sandro Botticelli si renacieras en el papel de Venus que no es tan linda como tú, pero no del seno de la ostra conyugal que me retuerce con sus valvas los dedos y me golpea en un charco de sangre

Y si yo fuera céfiro y las rosas volaran a tu encuentro, mi amor, y una púdica ninfa te envolviera en su manto sólo para guardar las formas qué bien así desnuda lucirías por una eternidad — la que retiene el manto — Las deficiencias de esta copia no importan: no me arrepentiría de todo lo demás si te pintara Sandro Botticelli.

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Objeto de tus pensamientos

Me haces objeto de tus pensamientos Te vas para pensarme, pero yo me rebelo contra el estado de cosificación la podrida del ser esta angustia de meramente existir en un tiempo estancado que se va la amarrada a una silla de tortura El sexo se desdobla, me brotaron tus brazos Deseo a la deriva sin forma ni figura compostura, carnet de identidad.

Que alguien, no importa qué, me devuelva al sujeto

al verbo transitivo, y, por fin, a la cópula.

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Rueda de la fortuna

Rueda de la fortuna que a mis expensas giras Contigo estuve ayer, reina de corazones hoy estoy en la nada en un lecho de pólvora (como para encender un cigarrillo en tu nombre y volver explosivamente a ese vicio) Rueda de la Fortuna Medieval que hasta el día de hoy gira con la energía de una bestia Ayer tú y yo hicimos el amor como si eso no fuera el paraíso Por la violencia fuimos expulsados de allí por mucho que quisiéramos ser el uno y el otro inocentes serpientes.

Triunfa, triunfa la Rueda, poniendo boca abajo a la reina, rompiendo el laúd del goliardo haciendo un monumento funerario de la felicidad de algunos días.

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Inconvenientes de la memoria

Tú no eres mi recuerdo de ti Tu recuerdo es tu aparición de cada día pero hecha de nada

Tu carita se inclina unos pasos más allá como si se apiadara de no ser más que eso Baja conmigo el cerro Santa Lucía y el sol es una puta como lo dijo el Presidente Schreber

Este es un día hecho, no más, de tu recuerdo La muerte está que habla convirtiéndolo todo en ella, en ti, carita.

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La literata desesperación

La desesperación es literata Casi, casi dejo de existir escribiendo el escriba suspende, al menos, su existencia a imagen y semejanza del jugador de ajedrez cuando se empeña en una partida difícil Y no es fácil escribir un par de buenos versos (no son éstos) con toda desesperación ponerle letra a la lata de la gran literata

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Quevedo erótico

No puedo reducir a doctrina platónica mi amor por Lisi como lo hizo, retorciendo sus versos Quevedo: "amo y no espero porque espero amando" de esta engañosa dialéctica sálvese antes que el alma

el cuerpo No es más que la rodada del siglo diecisiete y, por añadidura, español: un plato que mata el hambre y en seguida al hambriento a falta de pan malas son estas clases de tortas O ¿nos ha dado alcance el siglo diecisiete y no

estaría demás ensayar la receta? Tu celoso quiso hacerme jurar anoche que acataría

yo también a ejemplo tuyo la Ley del Eroscidio Está visto que se propone rescatarte por la vía violenta de mi degenerada manía por corromperte Y que me excuse Quevedo, le cedo la palabra:

"Continúa la significación de su amor con la hermosura que le causa, reduciéndolo a doctrina platónica".

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Corte de pelo

Te pedí que te cortaras el pelo para que volviera a su suavidad natural Como todo lo demás, lo hiciste a medias A medias me rompieron la cara en tu nombre, a la

vuelta de la esquina y a medias me esperabas, entretanto, en la casa, pues

partiste enseguida a refugiarte en otra. Y a medias le habías dicho al

agresor que me amabas. Pero, eso sí, le diste mi nombre y mi

dirección pues no todo ha de hacerse a medias tuviste la honradez de pensar en un cincuenta por ciento.

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Penas de amor

¿Se cumple, alguna vez, con las penas de amor o nos sentencia a todas la última en venir?

La experiencia me enseña que Febo siempre muere pero esta certidumbre, en lugar de consolarme, aumenta

mi desconsuelo mi apasionado escepticismo amoroso.

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Dormir de espaldas

Si me duermo de espaldas despierto en el sueño a la pesadilla mientras al momento de su evaporación el guardián

de mi reposo lo dice todo y es rasgado el tejido de este teatro en que soy el público y el autor, los actores y el

escenario deshaciéndose el todo sobre mi cabeza Nos dividimos los incapaces ya de condensarnos: yo, quien "al bello aparecer de este lucero" hice de mi

escritura el rastro de Leonor de Milán. Yo que escribí con la sangre de mis víctimas reales e imaginarias:

"estoy contento del mal que hago a los demás como Dios está contento del mal que me hace" yo, el autor de La Venus de las pieles, firmando, bajo

la mirada equívoca de su víctima y victimaría el pacto que lo haría su esclavo, objeto de sus

flagelaciones.

Una pesadilla de amor me despierta del sueño.

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Graves inconvenientes

Graves inconvenientes se han constelado en el bello momento de tu aparición Me costarás, lucero, un ojo de la cara: por ti he perdido a la mejor de las mujeres del mundo por ti husmea mi rastro un enemigo peligroso por ti sigo postergando con extravagantes pretextos

mi viaje a las islas Afortunadas Culpa tuya sería si no fuera por ti.

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Sueño y variaciones

Me despierto a las cuatro de la mañana, no porque los sueños — variaciones sobre tu persona —

sean exquisitamente intolerables; me ocurre, de otra manera, lo que a Fernando de Herrera

a quien la imagen del ser querido encendía "en deseo de gozar la belleza amada"

al punto de transformarse, al fin, en ella.

En mi sueño de transformista despierto convertido en ti

sobreexcitado por esa transformación que no dura más de unos segundos pero me desvela

y me arroja a la escritura, un modo aunque insuficiente de prolongar el misterio: la representación del otro por su ausencia que encarna en la palabra.

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Sino

Para sobrevivir el amor en peligro obliga al pacto, impone una legislación extraordinaria y ese capricho se convierte en ley

Tus repetidas infracciones Lisis te han puesto fuera de la ley del amor y éste — ignoro si muerto o congelado — nos abandona, cada cual a su sino y no a una misma suerte buena o mala

Vamos a desgraciarnos separadamente.

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Volatería

Porque nos está negado el retozo y el reposo los animales que somos

pierden toda compostura humana y medio mundo adquiere enseguida

la habilidad de azuzarnos el uno contra el otro como si fuéramos su halcón como si fuéramos su

paloma.

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Cálculos

El uso del guatero para combatir el cálculo renal y la noche pasada en una vela de armas: el citado implemento y la aguja hipodérmica escudo y lanza de mi edad La paranoia objetivo de los amenazados en vísperas de un viaje que no puedo emprender mientras no se resuelvan los susodichos cálculos todo conspira en contra nuestra porque me voy de no poder hacerlo y me quedo, por ti, donde no estás.

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Page 77: Enrique Lihn - Al Bello Aparecer De Este Lucero

Yo el libro

También el cuerpo se descompagina porque lo hojeen distraídamente Soy un imbroglio de maltratado papel entre las manos de una lectora poco atenta un magazine en una sala de espera que irá a parar en unos días más a la bolsa negra de polietileno Antes de que esto ocurra, lee en mí el último capítulo de nuestra historia en común para que sepas.

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Locus horridus

Dirás que estoy en el quinto cielo de mis idilios con Filis mientras haces un tour por el olvido en el Sur pero no es así pues en honor a la justicia inmanente en la que si fuera por mí no creería todas las llagas de mi cuerpo los sueños se han desencadenado en la vecindad del Averno

La joven, es verdad, en esos raros momentos en que ceden el temor y la culpa

se tiende junto a mí en mi lecho de enfermo como Péronnelle junto a Guillaume de Machaut

En estos veinte días he envejecido cinco años y no es juventud lo que me sobra a su lado pues la doblo en edad, como muy bien lo sabes

No será, ya lo sé, llevadero para ti contestar a las preguntas con que te asaltes en el Sur golpe de remo en el chillido de las aves acuáticas pero yo ni aun puedo moverme de aquí desencadenó Eros al Averno y todo el mundo sin excluir a Péronne está ansioso de

que me vaya a Reims o Nueva York para desinflamar — aconseja Fabio — la zona del

conflicto

Enfermo estoy de no se sabe qué tal vez del monstruoso encuentro conmigo mismo

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Page 79: Enrique Lihn - Al Bello Aparecer De Este Lucero

en el centro del laberinto y a pesar del amor (que no deja de ser una palabra) enamorado y desenamorado por culpa de los desórdenes en los que he incurrido y en los que he sido incurrido cinco o seis médicos entran y salen de mi cuerpo sin obtener informaciones precisas Y no puedo irme ni quedarme de aquí.

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Hotel Lucero

Finito todo y también estos brazos que se me tienden en la semipenumbra y un hilo — el de la voz — soplo que apenas brota pero incisivamente de una fuente: la duda El bello aparecer de este lucero ¿El del amanecer? ¿El de la tarde? ¿Abre el día o lo cierra?

Bajo la ducha una estrella se apaga que, absurdamente, la comparte contigo Las estrellas que viste nacer, a mediodía estaban muertas desde hace cien años sólo hiciste el amor con una luz olfateaste "la ausente de todos los ramos".

Resuena un timbre en el Hotel Lucero traga y escupe esta boca de sombra para el caso es lo mismo: apariciones y desapariciones instantáneas.

No sé en qué sentido hemos hablado de todo ¿Era la duda el tema que nos hizo vestirnos justo en la hora convenida salir de allí en distintas direcciones y la que me detuvo para ver, y fue inútil, si volvías la cara?

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Conveniencias del otoño

Seré otoñal, el verano pasó y la primavera es, por naturaleza, sangrienta ¿Cuántas veces tendría un animal que caer en la misma trampa? Armada por Eros cubierta por hojas en que se transparenta el resplandor del

cebo: la belleza de Filis y de la cabellera viva de la tierra con sus flores recién

pintadas Pero detrás, Filis, de tu imagen perfecta como lo es todavía un verso de Góngora lo que te falta y lo que te sobra, pastora, allí está Detrás de todas ustedes, doncellas encantadas, se

emboscan los locos terribles de la sierra, los pastores que se enardecen con la idea de matar a palos a quien esto escribe.

Me tiendes, sin saberlo, dos pares de brazos Unos que inmovilizan y otros que muelen.

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La desaparición de este lucero

La desaparición de este lucero lo puso ferozmente en evidencia no era Venus, la estrella vespertina no era Venus, la estrella matutina Era una lucecilla intermitente no nacida del cielo ni del mar y yo era sólo un náufrago en la tierra No era siquiera una mujer fatal bella, sí, pero espuma del oleaje un simulacro de la Diosa ausente Ni de pie sobre el mar: en la bañera ni espuma: algo de carne, algo de hueso un pajarillo, y eso, de mujer dócil al aire pero desalado y desolado, pues volar podía tan sólo cuando el viento lo soplaba ni tuvo al mar por mítico escenario En la ciudad más fea de la tierra se hizo humo a la hora de los quiubos Era fulana, y eso, simplemente y yo, el imbécil que escribió este libro.

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Anything book

1

Ayer nuestras miradas mutuamente insistentes fueron ojos del cielo, sus turbulencias claras Hoy voy, a contrapelo, por el cielo real dejando atrás y adelante tu sombra Nunca estuve más lejos de ninguna ciudad ni tan pintado un fantasma.

2

Los vidrios del viejo autobús no permiten ver más que parte del color de las casas y la degradación de la nieve en el bosque-cilio. Lo que parece ser el cementerio consiente en su centro una fábrica, botes varados lápidas que se amontonan allí en competencia con la nieve Se entredivisa sobre el todo este cielo como de acero y vidrio cuando la ciudad brota de una curva de piedra limpia y feroz y llamada Manhattan.

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Postales de Manhattan

1

Las excitantes vitrinas de la Avenida Madison maniquíes calvos que modelan con los vestidos y los

gestos más sofisticados te citan sin saberlo en su increíble ignorancia

2

No olvides que soy tu corruptor Pesas y mides lo que algún maniquí calvo de Madison

Ave. tus tobillos son lo que las muñecas de otras y tus muñecas caben en un anillo formado por el

pulgar y el índice Pero de tu belleza sin peso ni medida falta aquí toda información porque ninguna, obviamente, la iguala El corruptor incorruptible en este punto, tiene la palabra.

3

Buscando un poco de tu cara entre las bellezas de Manhattan

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que te citan con la imprecisión a la que tienen derecho (la ciudad no es pródiga en estos maniquíes vivientes) soy algo así como el autor de una fórmula que se siente insuperable y víctima incomprendida de los plagiarios condenado a la oscuridad mientras no te declare ¿y a quién y cómo si no estás hecha, como este poema, de palabras?

4

Busco una aguja en el pajar a una belleza, en Nueva York, que se parezca a la tuya Indiferente, por ahora, al juego de las diferencias al espejo de tu cara en el laberinto de las otras.

5

Harta irrealidad había ya en todo esto como para que agregáramos, entre nosotros tamaña distancia Bajo la nieve, en Manhattan repito tu nombre y no te conjuro lo callo y no te exorcizo.

6

Mi incompatibilidad con la máquina mi incapacidad para leer, incluso en mi propio idioma, cualesquiera instrucciones

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en suma, mi torpeza ha malogrado todas las fotografías que te tomé en el

zoológico Ya nunca estarás allí a mediados de enero del remoto

año en curso ni siquiera en imagen posando para la condenada Cannon, de espaldas a

monos y elefantes o aislada en un banco (de piedra) como en un banco

de arena (artificial) algunas de esas aves acuáticas que parecen artistas de cine Ni interpretamos tú y yo esa película muda en doce

tomas recíprocas Tú en tu amplio vestido tejido del color de tu piel tú como una gacela de Salomón y yo como el estúpido que malogró esas maravillas.

7

Tú y yo no somos más que palabras Nuestros nombres no le dicen nada a nadie identidad ilusoria de cada cual Es la especie eterna la que nos ofrece la oportunidad

del amor valiéndose, casualmente, de nuestros cuerpos Se lo agradeceríamos si un protocolo así tuviera el menor sentido Mejor callar olvidados de las formas pronominales como de meros espejismos lingüísticos.

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A la pinta

No te involucres en la frivolidad con que te pinto Es cosa mía, hazme el favor.

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La mar de tiempo

No hace un mes que estuvimos allí en un viaje secreto Cuando cosas así pasan mar y tiempo se unen por la partícula de y la perfección del secreto borra lo que éste guarda

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Los comandos organizados para tomar por asalto la mentalidad burguesa revolucionan la historia pero no cambian la vida que aburguesa a la más cruenta de las revoluciones Estas entregan a sus líderes y a sus comparsas el poder del capital más el aura — versión burguesa del Misterio — Las alteraciones, en profundidad, de la vida nunca dejan de ser superficiales.

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He sido víctima de un sistema político Los celos que enceguecieron a mi rival lo han

convertido en un agente de Seguridad.

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Zoología y religión la llave y la cerradura están en perfecto acuerdo en lo tocante a la conservación de la sociedad humana zoológicamente burguesa Lo demás: libertad de desfacer los sagrados vínculos los derechos del corazón y la ilegalidad del divorcio cosas son que el Orden desbarata a patadas.

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Pascuas en Nueva York"

Momentos antes de que el aire se congelara por las chimeneas del Village brotaba delicadamente

el humo moldeado por manos de artistas y a la luz del sol de hielo

resplandeciente se operaban las cristalizaciones preliminares: charcos y esputos.

Las excepciones confirmaban la regla, no se veía ni un alma

salvo las que, vestidas de cuero y lana, paseaban a sus perros inquietos

por la inminencia de la catástrofe Y se veía al poeta de turno aunque no dejara de pasar desapercibido Las palomas imitaban en el vuelo a los murciélagos,

con un zigzagueo histérico y ciego y él dobló no sabía qué esquinas, una y otra vez porque estaba de paso en la ciudad y ella lo había

seducido: la cara blanca espolvoreada de hielo, los labios amoratados sedientos de rouge, aguardiente y drogas.

Empezaba el día de navidad hundido en el incógnito de las humaredas artísticas

que brotaban de las casas como avalanchas de nieve azotadas por el sol

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y de las chimeneas gigantescas Había hombres diminutos y perros mínimos pero en un número tan escaso que alguno de esos

paseantes podía inspirar una desconfianza sobrenatural.

El poeta bien abrigado que lloraba de frío — copos en lugar de lágrimas

era un vidente: olfateaba la catástrofe y tenía la adicción perruna al callejeo Descendió, pues, en la calle cuarenta y dos a los

infiernos la Gran Estación Terminal retiene allí en sus

concavidades marmóreas un resto de calor y lo redistribuye entre los desventurados:

viejos y agonizantes que fingen esperar el tren entredormidos sobre las bancas

que parecen lápidas Se bajó del Metro vacío, terrible de no ocupantes por equivocación en la catorce street En una de las bocas tapiadas del Metro tuvo, antes de

huir, la entrevisión de una muchacha que parecía un pierrot, vestida de

harapos negros a la espera de un viejo pascuero de las postrimerías

del mundo con su saco de heroína.

Por las chimeneas brotaban nubecillas de nieve, en las vitrinas se congelaban

los desperdicios del veinticuatro de diciembre

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(regalos para el próximo milenio) En los cines sin nadie pasaban películas de terror Entró a uno de ellos, pero lo aterrador era el frío; lo

emocionante, estar allí en la misma ciudad en que el operador ausente

proyectaba en la pantalla simulacro en blanco y negro una maquette de Manhattan flotando en una

palangana de agua helada que emitía un resplandor boreal para luego

desaparecer en él.

La película era muda como el poeta y la muchacha vestida de negro que

le devolvió, por fin, la mirada en la oscuridad Una mirada obviamente glacial, un cuchillo que

podía desprender el alma del cuerpo sin dolor la boca un escupo de sangre lanzado sobre el

petrificado montón de nieve y todo eso que significaba graciosamente el horror.

Al salir del cine sin haber conseguido romper el hielo que lo separaba de todo

vio cómo el aire convertido en un solo bloque oscilaba de un lado para otro, aunque este fenómeno

pasara desapercibido pues el cielo estaba más que transparente Y se dispuso a participar de la congelación general.

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Decepciones

1

Con sólo mover un dedo desencadenas mi ruina en el alborotado Mar de la Tranquilidad.

2

Venganza de la otra este placer de las diosas después de haber usurpado su lugar se lo dispensas Haciendo como si no lo sabes te has dormido sobre

sus laureles indolencia que eres y de la que eres capaz No me has enviado ni una sola hoja de ese arbusto Nada se me debe, es claro, a mí.

3

¿En qué piensas que no piensas en mí? ¿En lo real? La resaca deja en la orilla las que fueron estrellas como mucosidades pegadas en la pared del urinario Así me dejas, en la irrealidad, al descubierto aplastado sobre el muro.

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4

Decepción de la que se es el actante (actor activo o pasivo) Deseché, al azar, a la reina de corazones y la de bastos se ha ido con la música a otra parte me dejó plantado frente al tapete nevado nunca se sabe en estos casos por qué al arbitrio de la justicia soberana.

5

¿Por qué no me has escrito? ¿quién ha soplado de viva voz sobre este puente de papel por el que pasa, ahora, tu silencio llevados, él y el puente, por el viento?

6

El temor de confundir las palabras hace que las olvide Vive en un mundo de cosas innominadas que como si no fuese de por sí amenazante combina el vértigo y la afasia.

7

Consuélate pensando que no llegaré nunca al centro del laberinto

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el minotauro, como se sabe, era yo y yo, Teseo, el falso salvador de muchachos y muchachas Con una de ellas me partí de tí después de ese enfrentamiento confuso a la vuelta de cualquiera esquina entre el monstruo y yo el monstruo Trampa tendida por tu célebre ovillo que parecía darle una orientación a mi vida.

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El pez en la botella

Un pez algo más chico que una botella con agua en forma de pez donde está en trance de ahogarse pues no puede ponerse de cabeza y su boca coincide con el gollete.

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Piedra sacrificial

No me quiero hacer la víctima A lo sumo estoy cómodamente tendido sobre la piedra

de los sacrificios y un tipo que se limpia las uñas con un cuchillo me dice ¿qué es de tu vida? ¿No te parece que sobra?

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Cupido

No le digas que él es una espantosa serpiente querida Venus, a Psique Ella podría creerlo para verlo encender — contra lo convenido — la luz del velador en ese horroroso hotel parejero (ah, no dispone de un palacio, el dormido) y creer que descubre la verdad: una culebra en la cama.

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Modelo

Posaste una y otra vez para Edward Burne Jones de eso hace más o menos cien años y aunque en la realidad no sigas siendo la misma ¿a quién pueden copiar estos dibujos si tanto te pareces a Psique o a Danae y aún a algunos maquillados ángeles prerrafaelistas? Sobre la otra cayó la tapicería del telón y el telón cayó sobre el telón: nada detrás de nada Después de la Leyenda de la Rosa o de la construcción del templo bíblico la muchacha tuvo que abandonar el taller dejó en el suspenso de estos dibujos la vida para morir como lo ordenaba la lógica de los hechos, no así de la Belleza.

Dibuja que dibuja está Burne Jones detrás de sus dibujos y tú ocupas la escena aunque él no lo sepa ni ella y sí nosotros.

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De moda

Figuras como la tuya se pusieron de moda una vez que, a la siga de la primera dama Eugenia de

Montijo naufragaron las madonas del Segundo Imperio Burne Jones, del otro lado del Canal de la Mancha,

te proyectó obsesivamente con su linterna mágica en el segundo acto del Prerrafaelismo tocando — muda — la Canción del Amor "Hélas je sais un chante d'amour Triste, tour a tour". En 1878 Reapareciste en la Escuela de Viena como Mada Primavesi de Gustav Klimt y luego en su dulce y corrompido discípulo.

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Sobre el amor

Hago mi oficio para los mitómanos para los adolescentes, para madame Bovary para ti, que te la dabas de enamorada absoluta Escribo para quienes creen que van a morir en un

momento de ofuscación sobre el amor.

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El día único

No me digas que en algo tú compites conmigo que tengo la palabra y tienes la belleza la juventud y yo la edad de los que vienen de vuelta No es verdad, no es verdad, de poco o nada me ha servido vivir y desconfío del doble de la muerte: la experiencia Nada tomé de allí que le viniera como el dedo de hoy al anillo de ayer. Hoy es el único día, el día único, no soy yo el que mejor lo sabe, lo sabrás tú mejor.

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Alamos de cajón

Cirros que como rebaños de mejillas ruborosas se apagan por pastar en lo oscuro Cielo que de tan pálido no es ni oro ni azul Lata, espejo en que se mira el campo chileno empotrados potreros Y amor por el que sólo el sol daría un peso estampando su firma de fuego en tu retrato Arreboles, carmín al natural porque aun vacas y álamos de cajón, me emocionan mientras los paso en bus, pensando en ti.

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Mi planta

Planta que obedeció al transtierro de cuajo, trasplantada señora, estás herida: sangran tus raicillas de medusa todo te liga a tus viejos terrones y te abruma el terror de así entenderlo a ratos Porque no siempre te encenizas como "la vulpeja consumida" a mi lado.

Aquí llegaste por tus propios pies, no fui yo quien te hizo volar, planta, a mi encuentro Soy, más bien, la víctima de ese capricho el floradicto que aspira de tus flores artificiales el momento en que ellas, como en un entierro, se

abren extenuadas, mi planta.

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Larga distancia

Persiste en el teléfono, detrás de la voz de la operadora trivial, la sorpresa eco nupcial de lo que fue el matrimonio secreto de la

Magia y la Ciencia deslumbramiento no obstante la oscuridad meridiana Una comunicación de persona a persona convierte en casi nada no importa qué distancia y la deja penosamente intacta.

Voz a voz esos cuerpos que increíblemente no se comunican

de viva vida — toda magia tiene su sombra — comparecen desde las más distintas y distantes

ciudades a la intimidad de un lugar que no hay en el espacio y que cabe de un lado y otro del espacio en el hueco separado de

dos manos auriculares una realidad de la que nadie se asombra como si nunca persona a persona hubiera significado

cuerpo a cuerpo sólo voz a voz, algo que es y no es lo mismo.

Pero tú y yo, fantasmas de carne y hueso, irrealizamos la regla

que nos confirma como si fuéramos su excepción

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Yo el tiempo

El tiempo que me hace pasar como el anverso al reverso

de una hoja — ésta — de papel parece deslizarse como un río navegable parece deslizarse como un gato represento apenas la edad que tengo equivocado — en esto — de papel: error constantemente irreparable un corte transversal a mi fuero interno, eso sí,

pondría violentamente a la luz la huella húmeda de un par de naufragios felina de unas patas delanteras los costurones en el bajo vientre

El corazón ha dejado de ofrecer sus latidos en el mercado libre del amor, arrítmico, al margen de la oferta y la demanda

Te he perdido, Ariadna, en este laberinto que agotó tu ovillo, y el monstruo, querida, soy yo.

"Viejo cansado y triste y pensativo".

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Post data

Leo estos versos como si fueran de otro que nació y murió en mí por unos meses de eso hace ya tan poco tiempo Pudo ser un vampiro y escribirlos con sangre no porque haya cicatrizado la letra en el papel ni porque aún me duelan, pero estoy agotado Sufro, seguramente, de anemia perniciosa.

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índice

Nota preliminar, por P. L. Angel de rigor No hay Narciso que valga Carne del insomnio El bello pánico La realidad no es verbal Algo más que una fábula Escrito en Guillaume Apollinaire El mundo de las pasiones Fernando de Herrera. 1534-1597 Noche de paz Flagrante espectáculo Ay infelice Renacimiento de Venus, la moribunda Del país de los sueños ¿O no? Escríbete Laberintos Magma Parto de los montes Leda, presente No más que suplicante Sin sangre en las venas Derechos de Autor Sólo por ti y para todo lector Olvido de ilotas La estrella de dos nombres el nombre de dos estrellas Contraguerrillera

7 15 17 18 19 20 21 22 24 26 28 29 30 33 35 36 37 38 39 40 41 42 44 45 46 47 49 50

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Weekend Dueña de mi culpa Reina de todo corazón Recuerdos confusos de Bram Stoker a un caso particular Vampiro Eco de otra sonata Veinte exposiciones Cuestión de creencias

en relación

Giovanni Bellini. Annunciation, reverse of an organ shutter of S. Maria de Miracoli, Venice Academy. Raphael. St. George and the Dragon, Louvre La Naissance de Venus, vers 1485. Florence, offices Objeto de tus pensamientos Rueda de la fortuna Inconvenientes de la memoria La literata desesperación Quevedo erótico Corte de pelo Penas de amor Dormir de espaldas Graves inconvenientes Sueño y variaciones Sino Volatería Cálculos Yo el libro Locus horridus Hotel Lucero

about 1502, Paris,

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Conveniencias del otoño La Desaparición de este Lucero Anything book Postales de Manhattan "Pascuas en Nueva York" Decepciones El pez en la botella Piedra sacrificial Cupido Modelo De moda Sobre el amor El día único Alamos de cajón Mi planta Larga distancia Yo el tiempo Post data

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