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Para Marx (1818-1883) existe una sola manera de interpretar la realidad social y es mediante el «método dialéctico materialista» Fue a partir de este método que Marx edificó toda su obra. En este punto existe unánime acuerdo. Sin embargo, a la hora de definir lo que significa «método dialéctico materialista», ya no se vislumbra la misma unanimidad. De tal suerte, concebir la univocidad de la expresión «método dialéctico materialista», sin recurrir a la mera enunciación de un listado de ejemplificaciones, es poco menos que imposible. Se impone, entonces, aceptar la fórmula que caracteriza al marxismo como «la filosofía basada en el método dialéctico materialista», y, a la vez, dar cuenta de una pregunta que sugiere un ejercicio analítico exhaustivo: ¿qué significa método dialéctico?

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Page 1: Enrique García: «Teoría Marxista del Conocimiento y Método Dialéctico Materialista»

UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATAFacultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

«TEORIA MARXISTA DEL CONOCIMIENTO Y MÉTODO DIALÉCTICO MATERIALISTA»

Page 2: Enrique García: «Teoría Marxista del Conocimiento y Método Dialéctico Materialista»

Enrique V. García

21 de JULIO de 2008

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1. Introducción

Para Marx (1818-1883) existe una sola manera de interpretar la realidad

social y es mediante el «método dialéctico materialista» Fue a partir de este

método que Marx edificó toda su obra. En este punto existe unánime acuerdo. Sin

embargo, a la hora de definir lo que significa «método dialéctico materialista», ya

no se vislumbra la misma unanimidad. De tal suerte, concebir la univocidad de la

expresión «método dialéctico materialista», sin recurrir a la mera enunciación de

un listado de ejemplificaciones, es poco menos que imposible. Se impone,

entonces, aceptar la fórmula que caracteriza al marxismo como «la filosofía

basada en el método dialéctico materialista», y, a la vez, dar cuenta de una

pregunta que sugiere un ejercicio analítico exhaustivo: ¿qué significa método

dialéctico?

La expresión «método dialéctico» revela un alto grado de ambigüedad,

en cuanto remite a las normas que conducen al pensamiento hacia la formación

del conocimiento, es decir el método científico asociado a la cuestión dialéctica del

marxismo.

Se sabe que Marx jamás llegó a desarrollar sistemáticamente su

método. Antes bien, se limitó a explicarlo, y en esa explicación, lo sugirió. Esto

quiere decir que el modo del que se valió, que procedía del análisis del capitalismo

y su teoría económica conexa, le proporcionó elementos más que suficientes como

para trazar los lineamientos fundamentales que le permitirían extraer

conclusiones acerca de lo que se entiende por normas que conducen al

pensamiento hacia la formación del conocimiento y su sistematización teórica, es

decir su procedimiento metodológico, su método científico. Pero, ¿cuáles son esos

lineamientos que presumimos implicados en los textos de Marx y que, al

rastrearlos en ellos, nos permitirían relevar lo que significa «método dialéctico»?

Bien, esos lineamientos son: (a) los lineamientos de la teoría marxista del

conocimiento, lo que equivale a decir la «dialéctica materialista»; y (b) los

lineamientos de la perspectiva y de los caminos que conducen a los objetivos

prácticos a los que se dirige una teoría como la referida en (a)

Lo que principalmente, y sobre todo, caracteriza e identifica al

pensamiento de Marx en esos respectos [(a) y (b)], es su manera de abordarlos.

Marx no se propuso sino presentar un esquema explicativo del conocimiento y su

producción.

Marx procuró, antes que nada, comprobar cómo, en la práctica

corriente de los pensadores que lo precedieron, el conocimiento, tal como

efectivamente se elaboró, fue presentado según el pensamiento de quienes lo

perfilaron. El procedimiento de Marx, fue expresado en un pasaje de sus

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Manuscritos de 1857, donde refirió el modelo que adoptó, y que le inspiraron sus

pioneros, los economistas ingleses del siglo XVII [1]

Marx se complacerá con la valoración que le atribuyera al método

científico con el que regiría su pensamiento. Gracias a su preparación en la

dialéctica hegeliana, Marx logró entrever el sentido de los escritos de sus

inspiradores, los economistas preocupados por la elucidación del proceso de

formación del conocimiento. No examinaremos aquí la inspiración hegeliana de

Marx, porque la «cuestión hegeliana» fue contestada por algunos marxistas de

gran proyección [2] No obstante diremos que es de lamentar que esa «cuestión»

sirviera para contribuir a subestimar la obra de Hegel (1770-1831), donde

indudablemente se encuentran las raíces del «materialismo dialéctico» «Soy un

discípulo de Hegel», supo decir Marx, para luego exclamar que «la vocinglería de

los epígonos que creen haber enterrado a este pensador eminente» le «parece

francamente ridícula», por lo que se ha «tomado la libertad de adoptar hacia» su

«maestro una actitud crítica, de desembarazar su dialéctica de su misticismo y

hacerle experimentar un cambio profundo» [3] Así fue, no habiendo desarrollado

la teoría que sustenta su método, sino limitádose solamente a aplicarlo, es la

dialéctica hegeliana la que cobra importancia para la comprensión del método

marxista, ya que «Hegel cayó en la ilusión de concebir lo real como resultado del

pensamiento .., de reproducirlo como un concreto espiritual» [4]

El rasgo fundamental de la teoría marxista del conocimiento, es la

naturaleza «constructiva» que proyecta el conocimiento. Para Marx, el

conocimiento resulta de la construcción que efectúa el pensamiento, y consiste en

la «representación» mental de lo concreto, elaborada a partir de la percepción y

de la intuición [5] El alcance de esta concepción y su significado, solamente puede

develarse conforme la manera de concebir el conocimiento. Esto fue así antes (e

igualmente después de Marx), no ya como resultante de una elaboración, sino

como «aprehensión» de algo exterior al intelecto, y que una vez aprehendido e

incorporado al pensamiento, se hace conocimiento.

1[?] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858 , Siglo XXI Editores, México, 2002, Tomo 1, p. 21.2[?] Althusser por ejemplo, dice que Marx no es Hegel invertido, y que existe un cambio tanto en los términos, (ya que Marx introduce nuevos conceptos que no se encuentran en Hegel), como en la relación entre los términos (ya que de la relación hegeliana esencia-fenómeno, se pasa a la relación marxista en la que las superestructuras ideológicas, jurídicas, y políticas no son el simple fenómeno de la esencia económica, sino que existen realmente y determinan a su vez este nivel en la estructura social) Cf. Althusser, Louis; La revolución teórica de Marx, (traducción de Marta Harnecker), Siglo XXI Editores, México, 1990, p. 5.3[?] Marx, Karl; El Capital, II/5, p. 658, nota 20 (Manuscrito II (A 65), del libro II, de 1868 a 1870); en Dussel, Enrique D.; El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana, Siglo XXI Editores, México, 1990, p. 337.4[?] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858 , op. cit., Tomo 1, pp. 21 y 22. 5[?] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858 , op. cit., Tomo 1, p. 22.

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Interpretar el conocimiento como «aprehensión», constituyó el mayor

escollo para abordar un análisis adecuado, se insinuó en la generalidad del

pensamiento filosófico, y se prolongó también hasta nuestros días.

2. La perspectiva de Marx

Le cupo a Marx abrir una nueva perspectiva. Mientras Kant (1724-1804)

no sostenía sino «el ser conciente de la conciencia» [6], es decir la estructura que

el albañil crea en la imaginación, antes de erigirla en la realidad [7], y Hegel

abogaba por la dialéctica del «espíritu de contradicción organizado» como uno de

los principios fundamentales de su sistema filosófico en lo tocante «a su contenido,

la ciencia de la experiencia de la conciencia» [8], ambos no hicieron otra cosa que

replicar sobre vías, lógicas, y dialécticas que no son sino «sombras de la realidad»

Marx y Engels (1820-1895), en cambio, se rebelaron contra esa «tiranía de los

pensamientos», contra esos «fantasmas cerebrales, de las ideas, de los dogmas,

de los seres imaginarios» que no se compadecen con «la esencia del hombre» [9]

La exclamación de Marx y Engels: «rebelémonos contra esta tiranía de

los pensamientos», preanunciaba ya una «inversión [reversión] dialéctica» en la

que la exposición del «ser de los hombres» como «proceso de su vida real»,

consiste en considerar a la conciencia «como una parte del proceso social material

humano, y sus productos en ideas» también como «parte de este proceso», al

igual que «los propios productos materiales» [10]

Marx concibe el conocimiento como «un producto de la mente que

piensa» como «un producto del trabajo de elaboración que transforma intuiciones

y representaciones en conceptos», y no como un «producto del concepto que

piensa y se engendra a sí mismo, desde fuera y por encima de la intuición y de la

representación» [11] Se trata de una «producción» que parte «de la percepción y

de la intuición» Se trata de una fórmula contrapuesta al idealismo, sobre la que se

apoya el materialismo de la dialéctica marxista, que hace intervenir a los

instrumentos del pensamiento como operaciones mentales, y no como elementos

extraídos de la realidad exterior que el pensamiento aprehendería o reflejaría

como si fuese un espejo. Pero, ¿Cómo es que el pensamiento logra esa producción

que culmina en una representación mental de la realidad objetiva? Marx aborda el

6[?] Marx, Karl H. y Engels, Friedrich; La ideología alemana, Santiago Rueda Editores, Buenos Aires, Argentina, 2005, p. 26.7[?] Marx, Karl H.; El capital, Siglo XXI Editores, México, 1987, T. I., Cap. V, [215]8[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu (traducción al español de Wenceslao Roces), Fondo de Cultura Económica/RBA Coleccionables, S. A., Barcelona, España, 2002, p. 60.9[?] Marx, Karl H. y Engels, Friedrich; La ideología alemana, op. cit., p. 11. 10[?] Williams, Raymond; Marxismo y literatura (traducción de Pablo di Masso), Ediciones Península, Barcelona, España, 1980, p. 76.11[?] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858 , op. cit., Tomo 1, p. 22.

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asunto refiriéndose a los orígenes de la Economía Política como disciplina

científica. Nos proporciona una breve síntesis de lo que constituye «el método

científico correcto» de la elaboración del conocimiento. Dice que «los economistas

del siglo XVII, p. ej., comienzan siempre por el todo viviente, la población, la

nación, el estado, varios estados, etc.; pero terminan siempre por descubrir,

mediante el análisis, un cierto número de relaciones generales abstractas

determinantes, tales como la división del trabajo, el dinero, el valor, etc. Una vez

que esos momentos fueron más o menos fijados y abstraídos, comenzaron [a

surgir] los sistemas económicos que se elevaron desde lo simple –trabajo, división

del trabajo, necesidad, valor de cambio- hasta el estado, el cambio entre las

naciones y el mercado mundial» [12]

El procedimiento que emplea Marx, describe una perspectiva filosófica

original. Se aparta de los procedimientos ordinariamente seguidos por la filosofía

especulativa. Procura examinar los lineamientos seguidos por los fundadores de la

Economía Política, para después caracterizar el método que siguieron, e inspirarse

en él con el propósito de fundar su propio método. Aquello que en los economistas

fundadores no pasó de ser una mera práctica espontánea, empíricamente

conducida por la intuición y el natural talento de los autores, en Marx constituyó el

resultado de la aplicación conciente de un método dirigido a enfocar el camino que

se recorrió en la formación de la teoría del sistema capitalista. La descripción que

hace Marx, en cuanto se refiere a lo esencial del procedimiento que menta en la

cita glosada [12], nos proporciona un punto de partida importante para poder

interpretar y comprender lo que, según él constituye el método científico,

principalmente consistente en la determinación de relaciones a través del análisis.

2.1. El capitalismo interpretado en clave relacional

En el vocabulario de la Economía Política se acostumbra a hablar de

Sistema Capitalista» como «conjunto» donde todos y cada uno de los elementos

constituyentes se integran en una unidad y totalidad, de tal suerte que en tanto y

en cuanto ese conjunto deriva de los elementos que lo componen y está por ellos

determinado, esos mismos elementos, a su vez, derivan su especificidad y su

individualidad del conjunto que constituyen y en el que participan. «Capitalismo»

es la designación que caracteriza a un tipo de organización económica. Menta la

forma de comportamiento de individuos que se ligan colectivamente entre sí en

torno de actividades productivas derivadas y conexas. Se trata de un

comportamiento en el que todos los hechos y situaciones que acaecen, (a) se

hayan estrecha e indisolublemente interconectados, (b) dependen y resultan unos

12[?] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858 , op. cit., Tomo 1, p. 21.

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de otros, (c) se configuran y determinan mutuamente, (d) constituyen un conjunto

complejo de relaciones distribuidas en el espacio y en el tiempo, y (e) se conjugan

en un todo que constituye el Sistema Capitalista, cuyas partes y elementos se

condicionan los unos a los otros, bien como con la totalidad que integran.

Capital, materiales, fuerza de trabajo, mercaderías, comercialización,

crédito, ganancia, reinversión y tantos otros elementos del capitalismo,

representan formas funcionales características del comportamiento humano, actos

y actitudes de individuos operando colectivamente, funcionalmente dispuestos los

unos respecto de los otros y del sistema conjunto en el que se integran y de donde

derivan sus características y especificidades propias. El papel que cada uno de

esos elementos desempeña, está siempre en función del papel de los demás. El

capital, por ejemplo, está puesto en función de la inversión; la inversión está

puesta en función de la compra de fuerza de trabajo, de la compra de medios de

producción y de la compra de otros insumos que, a su vez, están puestos en

función de la actividad productiva toda, que, a su vez, está puesta en función de las

mercaderías, que, a su vez, están puestas en función de las ventas que permiten la

recuperación del dinero originalmente invertido, más un excedente que

representa el margen de ganancia obtenido por el capitalista en compensación por

las múltiples funciones cumplidas durante el giro de las operaciones implicadas en

un proceso productivo que se repetirá, una y otra vez, al influjo de sucesivas

reinversiones destinadas a recuperar la inversión original, a obtener nuevos

niveles de ganancia, a mantenerse en el mercado y a crecer en él y expandirse.

Tal como puede apreciarse, la noción de «capital» tiene sentido sólo si

se la considera dentro del esquema descrito, y su naturaleza está inscrita en una

trama de relaciones determinadas. Es en esa trama en la que se integra el

conjunto de elementos precedentemente mencionados, donde se sitúa tanto la

naturaleza de cada uno de ellos, como la de la totalidad en la que se interconectan

y forman. No hay «capital» fuera de esa trama de relaciones, y es en ella donde su

naturaleza se agota. De la misma manera, no hay «fuerza de trabajo», ni hay,

tampoco, cualesquiera de los otros elementos del sistema, sino en el Sistema

Capitalista y dentro de la trama de relaciones bosquejada.

Este mismo respecto es el que observamos en todos los aspectos y

situaciones de la realidad: en la naturaleza inanimada, en la naturaleza orgánica, o

en lo que se refiere al hombre y sus actividades. Es decir, hay una trama de

relaciones que estructura y constituye el universo, y en la cual se realiza su

comportamiento, y se manifiesta. Trama sin solución de continuidad. Trama que

envuelve, interconecta, y configura todos los aspectos y situaciones. Este proceso

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se difunde en todas direcciones, no tiene fin, tiende al infinito... y revela cierta

unidad universal.

2.2. La determinación de tramas de «relaciones»

«Relación» es una palabra suficientemente ambigua en el vocabulario

filosófico. Se usó en el meollo de muchísimos debates filosóficos, aunque no

siempre aparezca acabadamente caracterizada, y por consiguiente oficie como

fuente de oscuridades e imprecisiones. Con el propósito de obviar esta dificultad,

aquí se entenderá por «relación», la manera según la cual los aspectos de la

realidad externa que constituyen el objeto de conocimiento, se disponen y

componen en el espacio y en el tiempo; es decir, estriba en captar cómo se

comporta la realidad, y no en puntualizar una mera ligazón exterior entre distintos

objetos que conservan su individualidad, y donde la relación no aporta nada

nuevo, como en la Lógica. Es en esta disposición, en la simultaneidad o en la

sucesión de los diferentes aspectos del universo, o en las relaciones presentes en

la realidad en él incluidas, donde está lo que el pensamiento trata de aprehender y

representar mentalmente, constituyendo lo que entendemos por «conocimiento»

Así, la «relación»: (a) engloba a los objetos relacionados, en una

totalidad; y (b) los engloba en una nueva unidad, en un sistema de conjunto dado

por (b.1.) la relación que viene a ser la disposición diacrónica (a través del tiempo)

y sincrónica (con el tiempo) de los mismos objetos, por (b.2.) la posición espacial y

la sucesión temporal de cada uno con respecto a los demás; y por (b.3.) la totalidad

que, relacionados, ellos constituyen. Se trata de indagar en los elementos que

constituyen y estructuran las relaciones, pero no en los elementos autónomos y

sólo exteriormente ligados, sino congregados en una totalidad que trasciende la

individualidad y la mera suma de ellos. Los conjuntos así integrados y totalizados

se integrarán, a su vez, como elementos de conjuntos más amplios, articulándose

unos con otros, e integrando, de tal suerte, sistemas de relaciones constituyentes

de sistemas más amplios y complejos.

En síntesis, los objetos de conocimiento, es decir los aspectos y las

situaciones de la realidad que se procura conocer, se discriminan o individualizan

en función de las pautas que rigen el sistema de relaciones en la que dichos

objetos se totalizan y unifican, es decir, lo que Marx denomina (y entiende

«concreta») la unidad en la diversidad [13]

Ahora sabemos dos cosas: (a) que son las relaciones, y los sistemas en

los que se estructuran, las que caracterizan los aspectos, las situaciones y las

13[?] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858 , op. cit., Tomo 1, p. 21.

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circunstancias generales de la realidad que procuramos conocer; y (b) que esas

relaciones constituyen la realidad tal y como no es dado conocerla, y que

aprehendemos en el acto de conocer a través de las operaciones con las que se

elabora el conocimiento.

2.3. El proceso de «análisis» relacional

Si quisiéramos considerar más de cerca las operaciones de relación que

propone Marx. Si quisiéramos lograr aprehender y percibir, y a través de ellas

conceptualizar el sistema relacional de conjunto del capitalismo, podríamos

examinar la dimensión fina del «análisis» En este punto, Marx no es muy explícito

que digamos. En la medida en que va refiriéndose repetidamente a la operación

básica y central de su método, no teoriza respecto de ella, se limita a aplicarla en

el tratamiento de los asuntos en los que se ocupa. Es tan seguro, preciso y

riguroso en esa aplicación, lo que se revela en sus textos (sobre todo cuando se

ocupa de la teoría económica), que podemos rastrear en ellos el desenvolvimiento

del método y de los procedimientos de «análisis», como si contuviesen no ya el

tratamiento de un asunto específico y sí la exposición de la propia teoría del

conocimiento.

En Filosofía o en Lógica, analizar implica, de ordinario, descomponer un

todo en sus partes. No es este el sentido que Marx le da al término «análisis», sino

la «determinación de relaciones a través del análisis» De tal suerte, la operación

de analizar consiste en sumar elementos en un sistema integrado de relaciones

donde todos y cada uno de los elementos se determinan mutuamente, y en función

del todo que componen. Para alcanzar esa relación generalizada e integrada en un

sistema único de conjunto, habrá que descubrir relaciones no consideradas,

faltantes con los que será posible completar totalmente la integración.

Marx se propuso operar según esas pautas de «análisis» en la

elaboración de la Economía Política, completando, o bien continuando desde una

nueva perspectiva más amplia y comprensiva, la obra de los primeros

economistas. Así, a partir de situaciones y circunstancias observadas en la

población y en la sociedad cuya economía procuraba investigar y describir, Marx

se concentra en el «proceso social de producción»: en las clases, en el trabajo

asalariado, en el capital. Luego, considerando las relaciones en las que tales

situaciones se estructuran formando cada una un sistema específico e

individualizado, procurará determinar cómo esos sistemas, a través y a partir de

las relaciones que respectivamente los componen, se articulan unos con otros

integrando conjuntos cada vez más amplios y comprensivos, hasta alcanzar la

sistematización general en una totalidad unificada. Esto es lo que constituirá «una

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rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones», en contraste con la

«representación caótica» [14] que antes tenía de la población y de las diferentes

situaciones y circunstancias en ella observadas y percibidas sólo separada y

fragmentariamente las unas de las otras.

Marx no revela cuál es el hilo conductor que lo llevaría a la integración

del sistema de relaciones que menciona. Tampoco se expedirá respecto de por

qué ni de cómo de esas operaciones de relación resultarían los descubrimientos y

conclusiones que constituirían su teoría económica.

Marx procura estructurar, con los datos que le ofrece la realidad

socioeconómica que observa, gracias a los conocimientos que le proporcionan los

primeros economistas, el sistema de relaciones en el que también se integran

factores faltantes hasta entonces inadvertidos. Pero, ¿cuáles son esos factores

faltantes?

2.4. El «análisis» de los factores socioeconómicos faltantes

Al abordar el análisis del sistema económico capitalista, Marx se

interesa por la explotación del trabajador, es decir por el usufructo del esfuerzo

del trabajador. Establece que la apropiación del producto social, resultado del

esfuerzo productivo de los trabajadores, se canaliza, en gran medida, hacia los no-

trabajadores. Así, históricamente, mientras los trabajadores permanecían en los

más bajos estratos de la sociedad, la riqueza social se concentraba y se acumulaba

cada vez más en manos de una clase minoritaria no trabajadora: la burguesía.

Como se evidencia en la historia, es en la explotación del trabajo ajeno donde se

asienta la estructura y el funcionamiento de toda sociedad dividida en clases.

En el capitalismo, las relaciones sociales de trabajo y producción

revisten una forma de transacción mercantil equivalente a cualquier operación de

compra-venta. En ellas no se observan rasgos de privilegio jurídico o político, ni de

subordinación o dependencia personal entre capitalista y proletario. Las relaciones

entre ellos, en principio se establecen libremente. Las partes son jurídicamente

iguales, y la fuerza de trabajo se paga con un salario cuyo monto se fija según las

bases que rigen el mercado de trabajo. Entonces, ¿dónde radica la explotación?,

¿dónde la prestación forzada del trabajo como en la esclavitud o en la

servidumbre?, ¿dónde la apropiación del esfuerzo productivo del trabajador por

parte del empleador? A estas preguntas responderían: (a) los economistas

burgueses y los defensores del sistema capitalista; (b) los socialistas; y también (c)

Marx.

14[?] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858 , op. cit., Tomo 1, p. 21.

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(c) Marx introduce la noción de «plusvalía» [15] como diferencia entre el

valor de producción de la fuerza de trabajo del trabajador y el valor generado por

esta fuerza de trabajo. Este excedente es apropiado por el capitalista y representa

el núcleo productor de la acumulación capitalista. La «plusvalía» comporta una

forma de comportamiento social oculta en el meollo de los aspectos, de las

circunstancias, y de las situaciones generales de la realidad económica del

capitalismo. Lo que Marx pretende, es analizar la realidad económica de la Europa

del siglo anterior, poniendo en perspectiva el sistema en el que la «plusvalía» se

encuadra. Sistema en el que se unificaron y totalizaron las diferentes

circunstancias, las diferentes situaciones, y los diferentes hechos de la realidad, sin

agotar el «análisis» que permitiría la integración como totalidad, puesto que

restaba considerar otros factores faltantes, que darían en integrar un conjunto

completamente sistematizado.

Marx alcanzará, progresivamente, la perspectiva del sistema de

conjunto del capitalismo (que es lo que se propuso para dar con las

consideraciones faltantes del sistema e integrarlas), a partir de la consideración de

las sucesivas formas que históricamente asumieron las relaciones económicas, lo

que significa relacionarlas tanto en ocasión del simple cambio [16] esporádico de

bienes (cambio que se realiza y explica por el valor de uso de los bienes

intercambiados), como en ocasión de la progresiva generalización de ese cambio,

es decir con el establecimiento de un criterio general determinante de la

proporción en la que los diferentes bienes son intercambiados, esto es con el valor

de cambio de los bienes, que se fijará en base al esfuerzo necesario para la

producción de ellos. Cada bien valdrá, para fines de cambio, tanto como el

esfuerzo aplicado en la producción de él, lo que viene a ser trabajo que se medirá

por el tiempo que insume. Y, con el fin de simplificar y de facilitar las operaciones

de cambio, elegiríase un bien que servirá como punto de referencia y de medida

para todos los demás bienes, constituyendo la unidad de medida del valor de

cambio: el dinero. De tal suerte, los bienes tendrán: (a) un valor de uso que los

caracteriza como bienes económicos; y (b) un valor de cambio, expresado en

dinero, que los caracteriza como unidad de medida del valor de intercambio.

Marx considera los hechos que se presentan en la realidad que

constituyera la vida y el comportamiento económico de la población europea de su

tiempo, desde una perspectiva relacional, esto es, (a) considerando los hechos

unos en función de otros; (b) indagando cómo se integran entre sí, (b.1) cómo

«participan» unos de los otros, y (b.2) cómo cada cual tiene un sentido y un papel

15[?] Marx, Karl H.; El capital, op. cit. , T. I., Cap. XIV, [615]16[?] La relación de cambio expresa una relación cuantitativa entre mercancías. Es la proporción en que se cambian valores de uso de una clase por valores de uso de otra clase. Se trata de una relación que varía continuamente, según el tiempo y el lugar.

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que deriva de su integración con los demás. Así, en la realidad que analiza, se va

recortando una cierta disposición ordenada, de conjunto de aquellos hechos, que

tiende, con el progreso del análisis, hacia la determinación de un sistema

integrado de relaciones en el que puede discernirse la estructura y el

funcionamiento del capitalismo.

Para Marx, el capitalismo comporta un «enorme cúmulo de

mercancías» [17] que son objeto de compra-venta y circulan pasando de las manos

de unos individuos hacia las de otros miembros de la sociedad capitalista. Lo que

distingue a esta etapa de la etapa de cambio en la que se intercambian bienes, es

que ahora interviene un intermediario universal de cambio generalizadamente

empleado: el dinero. Así, la situación se ha modificado profundamente. Antes, la

finalidad perseguida con el intercambio de bienes contemplaba, prioritariamente,

el valor de uso de ellos. Ahora, la finalidad contemplada prioritariamente es el

valor de cambio. Se insinúa en el funcionamiento de la economía, y va ganando

terreno, una nueva circunstancia fundada en el valor de cambio: el comercio. Es

cierto que el gran público consumidor privilegia en sus compras el valor de uso.

Que compra bienes con el fin de utilizarlos o de consumirlos. Que es el uso lo que

le interesa. Y es cierto que el vendedor, en cambio, privilegia en sus ventas el

dinero que recibirá en las operaciones de venta. Dinero con el que adquirirá

nuevos bienes, constituyéndose en comprador de una categoría especial:

comerciante que con el único fin de vender los bienes comprados, los

transformará en dinero: «el proceso de intercambio de la mercancía ... se lleva a

cabo a través de dos metamorfosis contrapuestas que a la vez se complementan

entre sí: transformación de la mercancía en dinero y su reconversión de dinero en

mercancía» [18] Por ende, para ese comerciante, lo que cuenta en los bienes que

compra (y luego vende en operaciones sucesivas permanentemente repetidas) no

es el valor de uso, sino el valor de cambio.

Así se entronizó en la economía el valor de cambio y, en vez de

simbolizar la «mera circulación de bienes» bajo la forma de mercaderías que se

compran y que se venden, que es lo que alcanza en una primera y más elemental

visión y perspectiva de la economía capitalista, lo que ahora se pasa a entrever (y

antes pasaba desapercibida), es algo más profundo, menos aparente a primera

vista, más abstracto y más amplio, más comprensivo e integrador de hechos: la

circulación del valor de cambio, que es lo que en realidad se comercializa en las

operaciones mercantiles enmascaradas bajo la forma de compra y venta de

bienes. Realmente, eso es lo que circula. Algo que materializado y simbolizado en

el dinero que lo mide y lo expresa, asume, en el curso de esa circulación, más allá

17[?] Marx, Karl H.; El Capital , Siglo XXI Ediciones, México, 1987, Libro Primero, Volumen 1, p. 43.18[?] Marx, Karl H.; El Capital , op. cit. Volumen 1, p. 128.

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de la forma del dinero, también la de la mercadería, sin identificarse ni con una ni

con otro: el capital.

Con esto se esboza, en la economía capitalista que estamos observando

a través de las huellas que Marx dejara, cómo comienza a configurarse en la

realidad económica que su análisis va develando, un aspecto que en dimensión

histórica representa el momento de maduración del sistema: el capitalismo

industrial.

Considerar el proceso histórico del que resulta el capitalismo industrial,

que es propiamente lo que de ordinario se entiende por «capitalismo», implica

registrar un cambio evolutivo: en una primera etapa, el comerciante que compra

el producto terminado del artesano, para hacer de ese producto la mercadería que

venderá al consumidor, pasa, en una segunda etapa, a suministrarle al artesano la

materia prima con la que este trabajará, y recibe de él el producto confeccionado

con ella. Este cambio representa el primer paso de la desaparición de la función de

productor como artesano autónomo, y su reemplazo por la función de simple

abastecedor de fuerza de trabajo, subordinado directa y totalmente al capitalista.

Un paso más , y, en la tercera etapa, el comerciante, ahora devenido industrial, no

sólo abastecerá al trabajador y productor de la materia prima que utilizará, sino

que lo hará trabajar en los locales propios, con instrumentos de producción de

propiedad del capitalista industrial. Es cuando habrá surgido la manufactura y con

ella el trabajador, antes el artesano autónomo ahora devenido operario que, con

nada más que con su fuerza de trabajo vendida al capitalista, bajo cuyas órdenes y

directivas trabaja, contribuye al proceso productivo.

La circulación gana, con esto, una nueva dimensión. Antes, ella se

realizaba con la compra del bien vendido por el productor al comerciante, a la que

le seguía la venta del mismo bien, vuelto mercadería, al consumidor. El capital

transita ahí tan solamente de la forma del dinero a la de mercadería, retornando

en seguida a su forma originaria de dinero, para repetir indefinidamente el mismo

ciclo. Ahora, en el capitalismo industrial, las cosas se complican

considerablemente. El capital se hace aquí, en su primer momento y fase de la

circulación, de dinero en los «insumos» con los que se fabrican los bienes finales:

la materia prima, los instrumentos o medios de producción, y la fuerza de trabajo.

Una vez realizada la producción y obtenido el producto terminado como bien final,

el capital habrá mutado en ese bien, la mercadería será destinada a la venta, que

una vez realizada, repondrá el capital en su forma originaria de dinero. Es en esto

en lo que consiste la circulación del capital industrial, aspecto esencial y

fundamental del capitalismo y centro neurálgico del sistema.

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Ahora bien, el valor de cambio de la fuerza de trabajo, está dado, como

en toda mercadería, por el esfuerzo productivo en ella aplicado, por la fuerza de

trabajo insumida en la producción de ella. Pero, ¿qué fuerza de trabajo es esta que

produce trabajo? Evidentemente aquella necesaria para la manutención del

trabajador, y que hace posible al trabajador proveerla. Para proporcionar fuerza

de trabajo y venderla al capitalista industrial, el trabajador precisa mantenerse,

alimentarse, vestirse, cobijarse. Así que, siendo el valor de la fuerza de trabajo

será el valor de los medios de subsistencia necesarios para la manutención de

trabajador.

Pero, con el nivel tecnológico y el nivel de productividad alcanzado por

la humanidad, la producción de cada trabajador excede largamente las

necesidades de su manutención, salvo en el «comunismo primitivo» [19] donde las

sociedades muy primitivas que se mantienen en un nivel estricto de subsistencia,

donde el esfuerzo productivo, una vez satisfechas las necesidades de esa

subsistencia, no deja excedente alguno, y nada se puede desviar de esa finalidad

sin el riesgo de ver perecer a la sociedad. No es el caso de la sociedad y de la

economía capitalista, donde la capacidad productiva, su productividad, sobrepasa

largamente las necesidades de manutención de sus productores, generando un

abultado excedente, hecho este que traducido en términos de valor, muestra que

el valor de cambio del producto de una determinada cantidad de fuerza de

trabajo, es superior al valor de cambio de esa misma cantidad. Los trabajadores y

productores producen un valor superior al valor de la fuerza de trabajo por ellos

empleada en la misma producción. De lo que resulta que, en el curso de la

circulación del capital, y en el término de cada uno de sus ciclos productivos, con

la venta de la mercadería producida se produzca también un cierto incremento

agregado de valor. Es a ese agregado al que Marx ha llamado «plusvalía», y con él

explica el valor que bajo la forma de lucro es obtenido por el capitalista. Ese lucro

no es más que aquel acrecentamiento o «plusvalía» verificado en el curso del

proceso productivo, y que revierte en beneficio del capitalista, capital este con el

que se compran los bienes y mercaderías que concurren en la producción y con el

que ella se realiza cíclicamente.

Es por el lucro que se concentra en las manos de los capitalistas, que el

capital social se va acrecentando, que va circulando más, y que, así, va

acumulándose. Y es esto lo que constituye el factor esencial del dinamismo propio

del sistema, de su tendencia a la ampliación y al crecimiento de las actividades

económicas. En suma, el llamado «desarrollo» constituye la característica esencial

y específica del capitalismo.

19[?] Fernández Lorenzo, Manuel; Periodización de la historia en Fichte y Marx; en: http://www.fgbueno.es/bas/pdf/bas11004.pdf

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Aquí tenemos la solución del problema central que Marx se propuso

resolver, y que lo llevó a la conceptualización del sistema capitalista. Esto es, la

teoría económica del capitalismo dio con las raíces de la explotación del trabajo en

el régimen capitalista: aquel exceso de valor proveniente del producto del trabajo,

es apropiado por el capitalista. Esto es así porque, tanto la tendencia natural del

sistema capitalista hacia la explotación del trabajo, hacia la ganancia, o hacia la

«plusvalía», anulan los condicionamientos exógenos y las limitaciones extra

económicas. La explotación del trabajo, el lucro, y la «plusvalía» son partes

integrantes del sistema capitalista. Se presentan y configuran ante el observador

de los hechos económicos del capitalismo, como se presentaran y configuraran

para Marx, luego de que, a través del análisis y de las operaciones de relación que

ese análisis implicaba, alcanzara el sistema en el que la economía capitalista se

encuadraba y disponía. La «plusvalía» será el eslabón (antes de Marx no

percibido) faltante, en el «análisis» incompleto, para el conocimiento de la

realidad socioeconómica marxista.

3. Conclusión

Es en el proceso de progresiva determinación de relaciones en lo que

consiste la producción del conocimiento. Desde este punto de vista, el

conocimiento no es conocimiento de cosas, ni de entidades, ni de seres junto a su

esencia, como podría pretender la Metafísica, sino que el conocimiento es

conocimiento de las relaciones que se tratan de descubrir, de aprehender y de

representar mentalmente. Y son las representaciones así formadas las que

constituyen el cuerpo de lo que entendemos por conocimiento en general, y de lo

que también entendemos por ciencia en particular, toda vez que la ciencia no es

más que aquella parte recortada, sistematizada y deliberadamente elaborada del

conocimiento.

Nos encontramos aquí con el corazón del problema del conocimiento.

En la Filosofía Clásica, es decir en la filosofía inspirada y fundamentada en la

Metafísica, el problema del conocimiento se circunscribía a aprehender la esencia

del objeto real, es decir a saber lo que son las notas que componen el objeto real, a

pensar acerca del ser, a reflexionar sobre él, contando con que una cosa es (a) el

saber del algo, y otra distinta es (b) el ser de algo, o, si se quiere, considerar que

el ser y el pensar no son una y la misma cosa (Kant), o bien que, si lo son, el pensar

tiene preminencia constitutiva sobre el ser (Hegel) Esto es lo que la palabra

esencia estaría revelando, lo que implica la concepción de una realidad dispersa e

inconexa, compartimentada en cosas, seres, o entidades (cada cual con su

individualidad e identidad propia y exclusiva) que se determinan, caracterizan y

afirman por su esencia respectiva.

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Esta manera de concebir la realidad, y por ende de conocer, se

encuentra en la base de toda la Filosofía Clásica. En vez de la unidad universal,

entendida como la realidad concebida como un todo único, tanto en el espacio

como en el tiempo (lo que constituye la posición dialéctica, que implica un

universo en permanente transformación en un proceso de conjunto que arrastra

su totalidad), la concepción metafísica se cimienta en aquellas partes o elementos

individualizados y solamente exterior e inmutablemente conectados unos a otros,

que se emparejan y suceden, pero que no se integran en conjuntos ni se

transforman con ellos.

Contrastando con esa manera de considerar la realidad y de conocerla,

surge la dialéctica de Marx que: (a) de un lado trasunta la perspectiva de la

unidad universal tanto en el espacio, es decir en la interconexión, la relación y la

integración conjunta de la totalidad de los aspectos de la realidad, como en el

tiempo, esto es, en la incesante transformación de ese conjunto que antes que

nada es proceso en continuo devenir; y (b) de otro lado el conocer consiste en

(b.1.) aprehender progresivamente y describir esa unidad universal, lo que nos es

dado a través de las relaciones que la componen y estructuran, y en (b.2.) hacerlo

espacial y temporalmente.

Es en una progresiva determinación de relaciones en lo que consiste la

elaboración del conocimiento. El conocimiento no es, entonces, ya de cosas,

entidades, seres, ni esencias, como en la Filosofía Clásica en general ni en su

Metafísica en particular. El conocimiento es de tales relaciones que se tratan de

descubrir, de determinar y de representar mentalmente. Son las representaciones

así formadas y elaboradas las que precisamente constituyen lo que entendemos

por conocimiento. La marcha del conocimiento (inclusive la ciencia propiamente

dicha, que no es sino el conocimiento mejor sistematizado) consiste así en la

elaboración de conceptos representativos de las relaciones determinadas y

observadas en el seno de la realidad considerada, lo que se realiza por la

articulación y conjugación, en totalidades y unidades de conjunto, de aspectos y

situaciones anteriormente determinadas, luego debidamente conceptualizadas y

así observables. Aspectos y situaciones relacionadas o sistematizadas en un

conjunto, se presentarán ahora desde una nueva perspectiva.

Veamos este proceso un poco más de cerca. Veamos la naturaleza de los

conceptos referidos, conceptos que son representativos de las relaciones

determinadas y observadas en el seno de la realidad considerada. Hay dos

maneras de explicar la formación del conocimiento: (a) por una parte, tales

relaciones que se estructuran e integran en sistemas de conjunto, van a constituir

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«la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso» [20]

Valiéndose de la terminología filosófica clásica, puntualmente del término

«concepto» y del término «concreto», Marx concibe a tales sistemas relacionales

como hechos mentales que son «concretos mentales» representativos de hechos

reales que son «concretos reales», y caracteriza la situación diciendo que «[lo

concreto] aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no

como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida» Esto significa

que lo concreto, que constituye una forma de la realidad considerada en conjunto

como una unidad, se alcanzó por el pensamiento, y en él se representó mediante

un proceso de síntesis que constituye la integración de una relación que resulta en

una unidad consecuente que se sigue de la diversidad. Así, «la representación

plena es volatilizada en una determinación abstracta» dispersa en las relaciones

que la constituyen y estructuran; y (b) por otra parte, «las determinaciones

abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por el camino del

pensamiento» En el primer caso, nos colocamos en la perspectiva del

conocimiento ya elaborado e incluido en el pensamiento, que es el concepto

representativo de un aspecto de la realidad concebida como concreto real

resultante del proceso de síntesis efectuado por la integración de relaciones. En el

otro caso, estamos en la perspectiva contraria, en la del proceso de síntesis en

operación que va a culminar en la reproducción y representación mental

concebida como concreto pensado de lo concreto real, según Marx, para quien

estas fueron las circunstancias que llevaron a Hegel a caer en «la ilusión de

concebir lo real como resultado del pensamiento que, partiendo de sí mismo, se

concentra en sí mismo, profundiza en sí mismo y se mueve por sí mismo, mientras

que el método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto es para el

pensamiento sólo la manera de apropiarse lo concreto, de reproducirlo como un

concreto espiritual» Contrastando aquella posición idealista absoluta de Hegel con

su «materialismo dialéctico», Marx da cuenta de su manera de ver el proceso de

formación del conocimiento diciendo que, «a la conciencia, para la cual el

pensamiento conceptivo es el hombre real y, por consiguiente, el mundo pensado

es como tal la única realidad –y la conciencia filosófica está determinada de este

modo-, el movimiento de las categorías se le aparece como el verdadero acto de

producción (el cual, aunque sea molesto reconocerlo, recibe únicamente un

impulso del exterior) cuyo resultado es el mundo; esto es exacto en la medida en

que –pero aquí tenemos de nuevo una tautología- la totalidad concreta, como

totalidad del pensamiento, como un concreto del pensamiento, es in fact [en los

hechos] un producto del pensamiento y de la concepción, pero de ninguna manera

es un producto del concepto que piensa y se engendra a sí mismo, desde fuera y

por encima de la intuición y de la representación, sino que, por el contrario, es un

20[?] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858 , op. cit., Tomo 1, p. 21.

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producto del trabajo de elaboración que transforma intuiciones y representaciones

en conceptos. El todo, tal como aparece en la mente como todo del pensamiento,

es un producto de la mente que piensa y que se apropia el mundo del único modo

posible» [21]

En síntesis, el conocimiento es elaborado («producido» dice Marx)

representando mentalmente mediante relaciones que están presentes en la

realidad y que, de allí, son aprehendidas por el pensamiento mediante percepción

e intuición y a través del proceso de operaciones de relación. Se trata de

operaciones que irán integrando, en el pensamiento, las diferentes circunstancias

observadas en los aspectos de la realidad desde una perspectiva de conjuntos más

o menos amplia y comprensiva, lo que corresponde a la unidad en la diversidad y,

de esa forma, tales conjuntos se traducirán y representarán, mediante conceptos,

en la esfera mental del individuo pensante, lo que corresponde a lo «concreto

pensado»

10. Bibliografía consultada

10.1. Fuentes primarias

Marx, Karl H. y Engels, Friedrich; La ideología alemana, Santiago Rueda Editores, 2005.Marx, Karl H.; El Capital, Siglo XXI Editores, México, 1987.

Marx, Karl y Hobsbawm, Eric; Formaciones económicas precapitalistas, (traducción de M. N. y Miguel Murnis), Ediciones Pasado y Presente, Córdoba, Argentina, 1971.

Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, Siglo XXI Editores, México, 2002.

10.2. Fuentes secundarias

Althusser, Louis; La revolución teórica de Marx, (traducción de Marta Harnecker), Siglo XXI Editores, México, 1990.

Bottomore, Tom y Nisbet, Robert (compiladores); Historia del análisis sociológico (traducción de Leandro Wolfson, Lidia Espinosa, y Ariel Bignami), Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina, 1988.

Cortés Morató, Jordi y Martínez Riu, Antoni; Diccionario de filosofía en CD-ROM, Editorial Herder S.A., Barcelona, España, 1996.

21[?] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) [bosquejo] 1857-1858 , op. cit., Tomo 1, p. 22.

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Page 19: Enrique García: «Teoría Marxista del Conocimiento y Método Dialéctico Materialista»

Dussel, Enrique D.; El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana, Siglo XXI Editores, México, 1990.

Karczmarczyk, Pedro; Algunas consideraciones sobre las concepciones epistemológicas de Marx, en Revista de Filosofía y Teoría Política, nros. 31 y 32, Departamento de Filosofía de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 1996.Màrkus, György; Marxismo y «Antropología» (traducción de Manuel Sacristán), Grijalbo, Barcelona, España, 1974.

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