engendrando el amanecer capitulo x

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    Edicin: 2014

    Copyright Eme-san

    Todos los derechos de la obra pertenecen a su autor/a.

    Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o compartida en cualquierforma sin autorizacin expresa del autor.

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    _ Buscando en la oscuridad?... Quiz seamejor esperar el da

    _ Entonces... Engendremos al sol y hagamosque amanezca!

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    XEL Veneno de Sophie

    En los das que siguieron al encuentro con Miguel, Maurice semantuvo lleno de nimo y luciendo su ms radiante sonrisa. Yo medebata entre la alegra de verle feliz y la amargura de saber que elmotivo no era mi compaa. No perda ocasin para hablarme de suprimo, de sus recuerdos de infancia y de las novedades que le habacontado en el baile.

    _ Cuando habla de sus hijos - dijo embelesado - se le ve muy feliz.l no estaba contento con su matrimonio porque lo obligaron a casarse

    muy joven, gracias a sus hijos parece haberse conformado. Siempresupe que mi querido Miguel sera un padre carioso Vassili no tienesidea de cunto me alegra verle contento!

    Me mortificaba ver cmo se le transfiguraba el rostro al hablar desu "querido Miguel". Me abstena de hacer comentarios o preguntasque pudieran alargar la conversacin, no quera que me siguieratorturando mientras se deshaca en alabanzas por su primo.

    Lo ms desagradable fueron sus visitas al palacio de las ninfas,como Monsieur De Merio no se dignaba volver a Versalles, Mauricefue visitarle varias veces y yo me vea obligado a pasar el da sin otracompaa que un centenar de nobles que no me interesaban y elmortificante Raffaele.

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    _ No dir que no se lo advert, Monsieur,- se mofaba mientrasdisfrutaba sin reservas de mi infortunio - acostmbrese al sabor de suindiferencia.

    _ Maurice no es indiferente conmigo, le refut - ya ver cmosigue siendo atento y carioso cuando vuelva.

    _Y ya ver usted cmo basta una palabra de Miguel para queMaurice se vaya vivir con l en el Palacio de las Ninfas. Yo esperaba queocurriera lo contrario, que Miguel viniera a vivir a Versalles, pero se veque la jugada me ha salido mal.

    _ Y por qu no va con Maurice a visitar a su querido primo?

    _ Ya le dije que prefiero dejarles su tiempo a solas. Adems, quhara usted sin mi compaa?

    _ Se me ocurre un sinfn de cosas muy tiles y agradables

    _ Qu ingrato es usted, Monsieur! - Exclam mostrndoseofendido con un gesto teatral para luego regalarme esa fiera sonrisaque tanto me intimidaba.

    Para mi dicha no me equivocaba, Maurice a su regreso segua

    siendo el mismo de siempre, la nica diferencia notable era que estabade muy buen humor. Ya ni siquiera se quejaba de Versalles y empez adisfrutar de algunas actividades como la cacera. Esto era de esperarseporque desde nio se haba destacado en esta actividad, le encantaba elejercicio, el reto y tener una excusa para disparar un arma, esto ltimosobre todo, senta un gran orgullo por su puntera.

    Gracias a que Raffaele estuvo ponderando su habilidad ante elRey, ste le puso atencin a Maurice durante una de las jornadas de

    caza y al final le felicit. Mi amigo no mostr ningn entusiasmoporque estaba frustrado despus de haber fallado unos cuantos tiros.

    _Gracias, su Majestad, pero la verdad es que lo he hecho bastantemal. An me queda un largo camino para estar a su altura. Sudesempeo en cada jornada es asombroso.

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    Luis XV estaba acostumbrado a la adulacin y aquello se lo tomcomo tal aunque probablemente aquel era el halago ms sincero que lehaban hecho, ro de buena gana y continu conversando con Maurice,Raffaele y este humilde servidor por un rato ms. Lamentablemente

    esto nos gan miradas llenas de envidia que a la larga iban aconvertirse en un problema.

    No es recomendable hacer enemigos en Versalles y, una vezhechos, no es conveniente perderlos de vista. Nosotros debimos estarms alerta sobre Sophie, en cambio la dejamos de lado grave error!Estoy seguro de que aquella mujer estuvo acechndonos durante das,

    buscando aliados en nuestra contra, preparando su estrategia yesperando a que se presentara la oportunidad para lanzar su ataque.

    Esta lleg en una de las noches de fiesta que Luis XV organizabapara agasajar a sus cortesanos con abundante comida. Maurice fue apasar la noche en el palacio de las ninfas a fin de evitar el exceso decompaa que significaban estas veladas; Raffaele entretena al rey y amadame Du Barry y yo me encontraba haciendo uso de mi habilidadpara socializar mientras disfrutaba de los deliciosos platillos.Obviamente me convert en presa fcil.

    _ Monsieur Du Croiss, que placer verle hoy - aquella voz pusotodos mis nervios de punta, pareca el siseo de una serpiente- Veo quele han abandonado, nos permite hacerle compaa?

    Antes de que pudiera contestar madame Sophie se sent a milado y sus tres compaeras, a las que haba visto algunas veces y cuyosnombres apenas recordaba, tomaron los otros sillones a mi alrededor.

    _Tena das deseando preguntarle algo Monsieur, -la bella mujer

    pona todos sus esfuerzos en lucir inocente y encantadora, yo no podaevitar ver cmo su pecho suba y bajaba sensualmente -mi amiga,madame Christine, y yo hemos hecho una apuesta, es algo muy infantil,una tontera, an as espero que nos ayude a determinar la ganadora.

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    Las otras mujeres rieron por lo bajo como si fueran nias tmidas,madame Christine de Savigny era una de ellas, una mujer de cabellocastao, un poco gruesa y con un rostro angelical.

    _ Cmo puedo ayudarla? Ni siquiera tengo idea de qu se tratala apuesta

    _ Claro que puede ayudarnos, porque slo usted sabe cul de lasdos acert.

    _ No entiendo

    _ Ver, Monsieur, - se adelant Madame Christine - MadameSophie ha apostado que usted nunca se ha ordenado sacerdote y yo le

    he asegurado que s porque mi hermana, madame Charlotte deArpajon, se confesaba con usted.

    El mundo gir a mi alrededor, vi claramente que aquello era unatrampa. Por supuesto que recordaba su hermana, la haba visto varias

    veces durante esos das y nos habamos evitado el uno al otro como a laplaga. Ella haba sido una de mis dirigidas y no resultaba fcil paraninguno de los dos hablarnos, ella deba sentirse avergonzada porqueme haba confesado sus ms negros pecados y yo deseaba ms que

    nada olvidar que era sacerdote. Afortunadamente no todas misantiguas hijas espirituales frecuentaban Versalles.

    _ Entonces, Monsieur, - insisti Sophie- Quin ha acertado? Esusted o no sacerdote? O debo decir era? Ah! Que tonta soy, olvidabaque jams se deja de ser sacerdote

    Pude haberme redo o haberme mostrado ofendido, pudesimplemente haberme levantado y dejado a aquellas mujeres rerse a

    mis espaldas; pero no acert a hacer nada, mi mente se neg afuncionar, mi cuerpo estaba paralizado y un sudor fro lo inund. Loque ms haba temido, el escndalo, el juicio pblico, el ser sealado yridiculizado estaba ocurriendo bajo la apariencia de una conversacintrivial. Era una tortura.

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    Ella se llev la mano inmediatamente a su frente pero no fue losuficientemente rpida, todos pudimos ver que efectivamente tena unacicatriz de menos de un centmetro en el lado izquierdo de su frente,cerca del nacimiento del cabello.

    _ Qu descorts!- chill ponindose de pie- Seoras mas, esmejor que nos vayamos, mi primo no tiene maneras.

    La vi alejarse toda descompuesta seguida or su squito, no voy anegar que suspir aliviado.

    _ As es como se ahuyenta a Sophie, Monsieur. Si no se defiendeella se lo comer vivo Qu le ha dicho para alterarlo tanto? Tenausted tal expresin que cre que iba desmayarse.

    _Slo dijo lo que todo el mundo sabe, me record que soy unsacerdote que ha dejado su ministerio de forma escandalosa.

    _ Y eso qu importa? No veo razn para afligirse por eso.

    _Odio mi propia debilidad, - le confes afligido- me gustara sercapaz de ignorar la opinin de los dems en vez de temerle ms que a lacondenacin eterna.

    _Pensndolo bien, una buena reputacin es muy importante paratodos, es lgico que tengamos miedo de perderla. Usted no es dbil pordarle importancia, debe hacerlo. Tambin tiene razn en temerle aSophie, ella es cruel y astuta, sabe cmo hacer sufrir a la gente.

    _Usted parece saber cmo hacerla sufrir a ella.

    _ Por supuesto, nos conocemos desde nios. Por cierto, esacicatriz se la hizo Maurice.

    _ No es posible!

    _ Oh, s! l es ms temible que ella

    _Eso no puedo creerlo, no imagino Maurice hiriendo a unamujer- me qued cortado porque record cmo haba arrastrado delos cabellos a mi sirvienta unos meses atrs.

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    _Sophie se lo busc, caus la muerte de un caballo que mi padrele haba regalado a Maurice cuando viva en Espaa.

    Raffaele me narr el incidente seguramente para hacerme olvidarel mal rato que su prima me haba hecho pasar. Cuando Mauriceapenas tena diez aos el duque le obsequi un hermoso potro. lestaba feliz y quiso montarlo desde el primer da pero su tutor, el padreJos Andrs Petisco, un Jesuita al que el Duque haba encomendado laeducacin de su hijo y sobrinos, se opuso por considerar que el animalera muy peligroso.

    _El padre Petisco era un pozo de sabidura y todo un experto enlas ms variadas cosas, desde esgrima hasta danza, nos educ para ser

    excelentes en todo. Tambin era un tirano, siempre intentaba ponermelas riendas, me dio ms tirones de orejas que mi propio padre. En aqueltiempo llegu a odiarlo pero ahora slo siento una gran admiracin porl. Maurice en cambio le am con toda su alma, es obvio que terminen la Compaa de Jess gracias a que estaba encandilado por el padre.No es de extraar, es posible que el buen padre Petisco fuera la nicapersona que realmente entendi a mi pequeo primo en aquellos aos.

    El hecho es que aquel jesuita empez a entrenar a su pupilo

    prometindole que le dejara cabalgar en el campo cuando dominaracompletamente al caballo. Le haca montarlo dando vueltas en uncorral mientras l mantena al animal sujeto por una larga cuerda.

    Su prima quiso participar tambin, no se haba tomado muy bienque Maurice recibiera aquel corcel y ella solamente vestidos y muecas.Hizo varios berrinches al respecto sin que nadie le pusiera remedio a lasituacin.

    _Las nias no necesitan aprender a cabalgar -le haba dichoMaurice negndose a prestarle a Soberano, como llam al animal.

    Ella tom represalias, las ms terribles que pudo imaginar.Cuando los peones se descuidaron solt a los perros de caza. Erananimales muy jvenes y poco entrenados por lo que se lanzaron hacia elcaballo ladrando sin parar. Quiz para aquellos el asunto era un juego

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    mas para el inquieto potro se trat de algo aterrador, se alter ycomenz encabritarse. El padre no pudo controlarlo, Mauriceescasamente consigui sostenerse por unos minutos antes de quesoberano lo hiciera volar por los aires.

    El pequeo jinete termin con el brazo roto y el cuerpo lleno demoretones. Madame Threse estaba tan furiosa que mand matar alcaballo, nadie pudo disuadirla y, al no encontrarse su hermanopresente, nadie tena la autoridad para oponrsele.

    Maurice vio morir a Soberano entre lgrimas, el padre, Miguel yRaffaele trataron de consolarlo, l insista en que se haba cometidouna injusticia y en qu la puerta de la jaula de los perros no se haba

    abierto sola. Interrog a cada sirviente hasta que lleg a uno que seatrevi a confesar haber visto a Mademoiselle Sophie cerca de la puertacuando ocurri el incidente.

    Entonces se desat una tormenta, Maurice ruga acusando a suprima, ella lo negaba ofendida. Madame Threse y madame Pauline, lamadre de Sophie, se resista a creer que la nia hubiera hecho tal cosa.Miguel y Raffaele apoyaban a Maurice mientras que el Padre Petiscointentaba mediar.

    Al ver que no obtendra justicia de su madre y de su ta, Mauriceabandon el saln en el que se encontraban, todos creyeron que ibaencerrarse en su habitacin a pasar la rabieta; no fue as, regres conuna fusta en su mano y antes de que alguien pudiera reaccionar azot aSophie sin parar. El padre Petisco se vio obligado a levantarle en brazospara alejarlo de ella.

    Al final la chiquilla tena el rostro lleno de sangre y los brazos

    marcados. Todo el mundo hizo un gran escndalo y Maurice fueconfinado a su habitacin. Cuando limpiaron la sangre descubrieronque se trataba de una pequea herida, el mdico que buscaron asegurque no representaba ningn peligro para la nia y era probable que nisiquiera dejara una cicatriz.

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    Incluso tuvimos oportunidad de encontrar nuevos amigos enVersalles y de una manera inesperada, es una ancdota que resultabastante simptica y vale la pena relatarla.

    Una maana observ que Maurice rea mientras miraba por laventana.

    _ Hay algo interesante?- Le dije acercndome

    _ Un sombrero muy grande

    _ Cmo?

    _Fjate en aquel joven que pasea por los jardines, seguramentealquil ese sombrero porque no es de su talla y desentona con su traje.

    Cada vez que se encuentra con alguien hace una reverencia y elsombrero va dar al suelo.

    _Debe ser un curioso que vino a ver cmo vive la nobleza, aunquetambin podra ser un ladrn, recuerda que hace aos alguien learrebat un valioso reloj al Rey mientras paseaba por la Galera de losEspejos.

    _Vamos a averiguarlo - sugiri divertido.

    No teniendo nada mejor que hacer, me pareci buena idea.Seguimos en secreto al intruso por un buen rato, el pobre joven estabafascinado con todo lo que encontraba a su alrededor y era bastantegracioso verle intentar fraternizar con los nobles indolentes queencontraba a su paso. Finalmente tom un camino poco transitado ytermin perdido. Maurice y yo nos divertimos bastante con sudesventura

    _ Vamos a hablarle?- Me pregunt._ Parece bastante inofensivo, creo que podemos arriesgarnos-

    Nos acercamos, vernos se mostr aliviado.

    _Buen da seores, qu alegra verles. Me encuentro perdido yahora no s cmo regresar a la entrada del Palacio

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    _Con gusto le indicaremos el camino.- le dije - Es su primera vezvisitando Versalles?

    _Temo que no puedo negarlo. Quise conocer el palacio perolamentablemente ninguno de mis amigos, ms entendidos respecto a

    Versalles, pudo acompaarme y yo slo dispona de este da. Ah,perdonen mi descortesa, mi nombre es Franois Aumary, a susservicios.

    Tambin nos presentamos y comenzamos una de esasconversaciones triviales con las que los seres humanos nos medimosunos a otros para saber a qu atenernos. Franois tena un aspecto queinspiraba confianza y simpata, con su rostro rectangular, los ojos

    grandes y francos de color castao oscuro, una nariz alargada y labiosfinos que insistan en sonrer. Llevaba el negro cabello atado en la nucacon sencillez. Vesta una casaca oscura muy usada y podan versemanchas de tinta en los puos de su sencilla camisa. Era de buenaestatura, aunque no se le poda llamar alto si se le comparaba conmigo.

    Nos cont que estudiaba en la Sorbona y trabajaba en cualquiercosa que le diera para comer y dormir en un lugar decente, desdesecretario hasta cocinero. A Maurice le diverta mucho su manera

    desenfadada de hablar y yo ya haba bajado la guardia a los pocosminutos de conversacin.

    _ Qu vientos soplan en la Universidad? para Maurice laSorbona era un mundo fascinante.

    Franois nos puso al tanto de los ltimos debates que seplanteaban entre los profesores. l era un racionalista acrrimomientras que Maurice consideraba que el racionalismo no abarcaba la

    totalidad de la realidad as que pronto comenzaron a debatircordialmente.

    Tambin conversaron sobre La Enciclopedia, el proyecto queDiderot insista en llevar adelante a pesar de la censura y demsdificultades que le llovan desde haca ms de una dcada. Maurice

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    admiraba esta empresa tanto como Franois, a pesar de que el granDiderot era enemigo declarado de los jesuitas.

    Tambin coincidan en admirar la genialidad de Voltaire y lamayora de los filsofos ilustrados, los dos opinaban que el mundoestaba cambiando en el pensamiento pero no en las estructuras de lasociedad por lo que surgan choques innecesarios. A Franois se leocurri decir que el mejor ejemplo de esto era el ndice de librosprohibidos y que la Iglesia no poda conferirse a s misma el derecho demarcar lo que estaba bien y lo que no. Maurice le concedi que elndice era un error pero defendi la necesidad de una Iglesia queestuviera por encima de los reyes y defendiera al desvalido ante lospoderosos.

    _ Me gustara ver a la Iglesia hacer eso. Respondirespetuoso Franois- Temo que lo nico que defiende la Iglesia es suderecho a ser relevante.

    Entonces Maurice declar algo que me confundi, la Iglesia noestaba representada nicamente por el Papa y los Obispos porque laIglesia no era una institucin, sino una comunidad, un pueblo.

    _Bien sabes que en griego Iglesia significa asamblea. En suscartas los apstoles llaman Iglesias a las primeras comunidades decristianos. Esto indica que cualquier comunidad de bautizados es laIglesia y todo lo que hagan es obra de la Iglesia.

    Entonces le cont a Franois sobre las Reducciones del Paraguayy cmo los jesuitas haban luchado por proteger a los guaranes de lospaulistas que les cazaban para venderlos como esclavos. As el debatese intensific hasta el punto de que nos olvidamos de ir a comer y de la

    jornada de cacera, cuando Raffaele nos encontr los tres estbamoshambrientos.

    _ Vaya ocurrencia!-nos rega- La partida de caza est lista parasalir y no podremos alcanzarlos. Llevemos este amable joven a Pars y

    busquemos all algn buen lugar para comer, nos servir de paseo.

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    Raffaele se uni nuestras disquisiciones y demostr no ser tantonto como yo crea, tambin demostr ser un esplndido anfitrin queno discriminaba ningn invitado aunque slo se tratara del hijo de unsimple notario.

    Ese da surgi una cierta amistad entre Franois y nosotros,recorrimos Pars escuchando las jocosas ancdotas de su vida, inclusonos invit a la taberna en la que sola comer con sus amigos y quellevaba el pomposo nombre de Corinto. El lugar estaba lleno deestudiantes y obreros, se escuchaban animadas conversaciones portodos lados y las bandejas repletas eran paseadas de mesa en mesaesparciendo un delicioso aroma, aunque me pareci un sitio de pocamonta su comida pareca ser tal y como Franois la haba ponderado.

    El dueo de la taberna se acerc a recibirnos sorprendido,Franois brome con l sugirindole que le perdonara sus deudas porhaberle trado tan distinguida clientela, el hombre ri de buena ganapero no se mostr dispuesto a ceder. Nos ofreci su mejor mesa peroFranois quiso que comiramos con sus amigos, as terminamos en elfondo de la taberna con media docena de estudiantes que nos miraronrecelosos.

    De ellos recuerdo a Etienne Marchant porque funcionaba comouna especie de lder al que todos secundaban. Era un hombre enormecon el rostro curtido por el duro trabajo en el campo. Haba venido aestudiar a Pars por sus propios medios y ya se encontraba cerca determinar la carrera. Los dems le tenan como un modelo a seguir porsu tesn y por su generosidad, sola acoger a todos los recin llegados ala ciudad hasta que encontraban un lugar dnde vivir por su cuenta.

    Franois nos present y ameniz el encuentro burlndose de s

    mismo por haberse perdido en Versalles. Luego tuvo la ocurrencia demencionar que Maurice conoca las Reducciones y todos se mostraronmuy interesados.

    La comida estuvo condimentada con preguntas y respuestassobre las lejanas tierras de los guaranes, hasta que alguien quiso saber

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    cmo Maurice haba terminado en el Paraguay y Raffaele declar que lhaba viajado ms que su primo. Se apoder de la conversacin y nosentretuvo a todos contndonos de sus travesas con su padre por laIndia y las costas africanas. Tambin hizo que Asmun se integrara al

    grupo y hablara de su gente, cosa que el joven Tuareg hizo de malagana.

    Raffaele seguramente les haba resultado a todos intimidante alprincipio, luego de escucharlo unos minutos ya los tena a todos en susmanos. Agradec esa habilidad natural para fascinar a todos, lo ltimoque quera era que se ventilara en aquel lugar la cercana de Mauricecon la proscrita Compaa de Jess y terminara una animada tertuliaen una discusin en la que l llevaba desventaja numrica.

    La tarde pas rpidamente mientras se teja entre nosotros lacamaradera a pesar de la diferencias. Franois y sus amigos eran

    varios aos ms jvenes que nosotros y ninguno daba muestras de seracaudalado. Maurice pareca sentirse muy contento entre ellos, luegome dijo que los admiraba porque ellos se abran paso en la sociedad atravs de su talento y esfuerzo, sin depender de un ttulo heredado.

    Aos atrs los hubiera considerado desafortunados, en ese momentome provocaron envidia.

    La siguiente ocasin en que Franois visit Versalles no lo hizosolo, sus amigos se sumaron porque queran continuar nuestraconversacin anterior, sobre todo deseaban escuchar ms de laexperiencia de Maurice en el Paraguay. l estaba feliz, lleg incluso adibujarles de memoria plantas, aves, paisajes y gentes de aquel lugar.

    Otros nobles tambin se sumaron a nuestras reuniones y prontoposeamos un pequeo grupo de compaeros de los que apenas

    recuerdo al Conde Bernard de Nogaret y a Monsieur Clment de laValette. Raffaele se mostraba intranquilo y slo permiti estosencuentros por complacer a Maurice, le puso como condicin norevelar que su estada en el Paraguay se deba a que era jesuita,simplemente deba decir que ciertas circunstancias lo llevaron a aquel

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    lugar. Claro que era ser muy ingenuo creer que nadie iba a enterarseteniendo a Sophie como enemiga.

    _Qu conversacin tan interesante tienen, podemos unirnos austedes?

    Todos giramos sorprendidos para verla, no habamos notadocundo entr con su squito. Nos encontrbamos en uno de los salonesdel palacio, ante una mesa en la que habamos desplegado un granmapa de la Repblica Guaran del Paraguay que Franois consigui enla Sorbona y los dibujos de Maurice.

    _Por supuesto Madame -contest Franois embelesado por labelleza de Sophie

    _ Acaso es su hermana, Monsieur?- Pregunt por lo bajoEtienne.

    _Oh no, Monsieur, soy su prima, la condesa Sophie de La Vergne.- La seductora mujer en seguida ofreci su mano para que aquellosingenuos la besaran. No vena sola, la acompaaba su propia corte deadmiradores y sus temibles amigas- Entonces, de qu estabanhablando tan entretenidos?

    _Del Paraguay, Madame, su primo es una autoridad en la materia contest entusiasmado el Conde Bernard.

    Maurice estaba paralizado, yo deseaba intensamente que Raffaelese presentara en el acto y evitara cualquier cosa que Sophie tuvieramente.

    _Por supuesto que lo es,- exclam ella sonriendo sensualmente-no en balde estuvo seis aos como misionero jesuita.

    _ De verdad?!- Pregunt Madame Christine con fingidaingenuidad - Monsieur Maurice ha sido jesuita?-

    _ Usted lo ha dicho, Madame contest mi amigo en un susurro.

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    Cunto le hubiera agradecido que mintiera! Su sinceridadsiempre fue una de sus mejores cualidades y uno de sus peoresdefectos. Sophie sonri triunfante, los dems callaron, era evidenteque entendan lo que esto implicaba.

    _ Los Jesuitas fueron expulsados de todos los territorios delReino de Espaa, lo cual inclua el Paraguay, - enfatiz un caballero alque no haba visto antes, que tena cara de pocos amigos y acentoespaol.

    _ Ah! ni lo mencione, Monsieur Alaa, -exclam Sophie confalsa afliccin - mi pobre primo estuvo en una prisin hasta que mipadre y mis tos lograron sacarlo de ah

    Todos miraron a Maurice esperando una reaccin. l se mantenacon la vista fija en el mapa, erguido, los puos apretados, seguramenteconteniendo su rabia.

    _Qu situacin tan particular la suya, Monsieur, -dijo el tal Alaadirigindose directamente a Maurice - es una fortuna que abandon laCompaa de Jess a tiempo. No hay futuro para los jesuitas.

    _Eso es cierto. -Afirm otro de los acompaantes de Sophie, no

    recuerdo su nombre pero s que era un lisonjero de pocos sesos - Sedice que el nuevo Papa, Clemente XIV, ha sido elegido por influencia delos Borbones quienes queran un pontfice dispuesto a eliminar laCompaa de Jess, seguramente pronto firmar un decreto paracortar la mala hierba de los jesuitas de raz.

    _Eso es slo un rumor,- intervine sabiendo lo mucho que lemolestaba a Maurice este tema - Ya han pasado varios meses desde sueleccin y no ha hecho nada al respecto.

    _Slo es cuestin de tiempo, -insisti Alaa -ya ver que suMajestad Carlos III no descansar hasta ver erradicada la Compaa deJess de la faz de la tierra. Y no est solo en esta empresa, el rey dePortugal y su Majestad Luis XV le apoyan incondicionalmente.

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    _No la he abandonado, -murmur Maurice como si hablara paras mismo- fui arrancado de ella.

    Todos quedamos sorprendidos, a Sophie le falt poco para darbrincos de alegra, dese de todo corazn que Raffaele apareciera y laahuyentara, pero ya que no estaba cerca tuve que asumir yo la tarea dedesviar aquella emponzoada conversacin.

    _ Por qu estamos hablando de temas tan engorrosos?Volvamos a hablar de la selva del Paraguay.

    _ Muy cierto - me sigui Franois- Monsieur Maurice nos decaque los saltos de agua son asombrosos

    _ Por favor, amigos mos, eso no es interesante! Nosamonest madame Christine -Prefiero que Monsieur Maurice nos hablesobre su arresto y expulsin del Paraguay, seguramente ser un relatoconmovedor.

    Mir aquella mujer con todo mi desprecio y estuve a punto deecharlos a todos a patadas, slo me contuve para evitar un escndalomayor, hoy me arrepiento de no haberlo hecho.

    _Yo en cambio prefiero que Monsieur De Gaucourt me saque dedudas, -intervino Alaa dndose aire de autoridad dgame, es ustedtodava jesuita?, porque si lo es no entiendo cmo puede estar enFrancia.

    _Qu tontera est diciendo Monsieur,- le reclam- creo que hacepreguntas innecesarias.

    _Apoyo a Monsieur Vassili- dijo Monsieur Clment sin disimularsu disgusto - me parece grosero venir a interrumpir nuestra reunin

    para imponer temas tan incmodos.

    _ Exactamente!, -exclam con aplomo el Conde Bernard - laflora, la fauna y las gentes del Paraguay son ms inspiradoras que todaest intriga.

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    _ Yo slo quiero que el joven conteste mi pregunta O acasoteme hacerlo?

    _ Le gusta jugar a la inquisicin, Monsieur Alaa? - Mipaciencia se haba agotado, sujet a aquel odioso hombre de la solapasin pensar en las consecuencias.

    _ Monsieur Du Croiss, no veo por qu se altera de esta forma,adems no es con usted con quien estoy hablando.

    _ Monsieur Vassili es un amigo tan fiel, intervino Sophie con suaparente dulzura - est tratando de evitar que Maurice pase por la

    vergenza de admitir que est asociado con los jesuitas. No lo culpo,esos hombres son

    Maurice golpe la mesa con ambas manos, se dio vuelta y encara Sophie y a sus acompaantes lleno de ira. Yo solt a Monsieur Alaapor la sorpresa que me produjo.

    _ Vergenza? Ests loca Sophie! Siempre voy a sentirmeorgulloso de ser Jesuita y no pienso dejar de serlo jams. Todas laspatraas y mentiras con las que han querido empaarnos no van acambiar la gloria de la Compaa. En el Paraguay servimos a Carlos III

    mejor que muchos otros y nos pag con la persecucin y crcel, ya Diosle pedir cuentas por su injusticia

    _ Insinas, querido primo, que el rey de Espaa fue injusto alexpulsar a los jesuitas? Y Luis XV, nuestro buen Rey, quien losdesterr de Francia mucho antes, tambin es injusto?

    Maurice se dio cuenta de la trampa que le estaba tendiendoSophie y se contuvo.

    _ Yo no he dicho tal cosa.

    _ Exactamente, intervine de inmediato- no intente ponerpalabras en su boca, Madame. Es mejor dar por terminada estaconversacin, sugiero que nos retiremos todos y nos dediquemos aotros asuntos.

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    _Slo tenamos curiosidad se defendi Sophie haciendo unmohn -Qu sorpresa me he llevado al saber que mi querido primotodava es jesuita!

    Dicho esto sali seguida por su cohorte.

    _Esa mujer es terrible -exclam Franois despus de cerrar lapuerta.

    _ Qu va a hacer Monsieur Maurice?- Pregunt preocupado elConde Bernard- Si lo hubiramos escuchado slo nosotros no habraproblema, pero ha estado presente en sobrino del embajador de Espaa

    y...

    _ Qu ha dicho? -Pregunt alarmado._ No lo ha reconocido? Era Monsieur Alaa, el hombre que

    usted sujet de la solapa.

    _No tena idea.

    _Esto ha sido una encerrona en toda regla- se quej Etienne -ynosotros hemos colaborado como idiotas.

    _ Tendr problema por esto, Monsieur Maurice?- Franois lucasinceramente preocupado.

    _No creo que pase nada. -Sonri mi amigo -No nos preocupemosintilmente.

    Cuando despedimos a nuestros amigos y estuvimos solos, sequed de pie en medio de su habitacin, la ansiedad se reflejaba en surostro mientras se llevaba las manos al pecho.

    _ Parece que mi corazn quiere escapar, Vassili me dijo conuna media sonrisa.

    Me acerqu a l y deslic mi mano bajo las suyas, sent su palpitardesbocado Miedo? Rabia? Frustracin? O acaso todo a la vez?

    _ Ya no ests tan optimista, verdad?

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    _Aquella partida estaba aburrida, prefiero jugar con ustedes. -Las miradas de todos los cortesanos y sus cuchicheos no se hicieronesperar.

    _Vamos, dime qu ha pasado en verdad.

    _Pasa, mi querido primo, - respondi lo bastante alto como paraque todos lo escucharan- que algunos nobles sin sesos creen que erespartidario de las tesis regicidas del Padre Juan Mariana 1y piensasatentar contra su majestad para vengarte de la expulsin de laCompaa de nuestro Reino.

    _Tenas razn, - ri Maurice- es la mayor estupidez que se puedeescuchar.

    _Exacto, repartan las cartas, vamos a jugar!

    As estaban las cosas. Es probable que Luis XV hubiera dejadopasar el asunto de no ser porque algunos miembros del Parlamento se

    burlaron de su falta de autoridad al permitir "un jesuita bajo susnarices". Para el Rey esto era intolerable por lo que envi a decir aRaffaele que poda abstenerse de acompaarle en la prxima jornadade cacera si insista en que su primo lo acompaara. Raffaele tuvo que

    asistir solo, no poda dejar pasar cualquier oportunidad de estar juntoal Rey aminorando el efecto de los rumores.

    Tambin se le pidi directamente a Maurice que no se presentaraen las ceremonias protocolares del comienzo y final del da de suMajestad. Mi amigo termin confinado voluntariamente a suhabitacin la mayor parte del tiempo, quise mantenerme a su lado peroinsisti en que siguiera la rutina de Versalles.

    _Es a m a quien rechazan, Vassili, no quiero que terminesafectado.

    1El Padre Juan Mariana fue un jesuita espaol que en 1599 public De rege et regis institutione. ElParlamento Francs consider en 1610 que esta obra justificaba el asesinato de un rey y que habainfluido en el atentado contra enrique IV.

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    Ya era tarde para eso, los nobles me haban incluido en losrumores y abiertamente criticaban que un sacerdote libertino y un

    jesuita regicida viviramos en el Palacio. Los mismos que antes noshaban sonredo y hecho guios Qu efmera era la simpata en

    Versalles!El asunto lleg a odos de mi hermano quien volvi a visitarme en

    Palacio. No se le ocurri nada mejor que pedirme cortar mis lazos conMaurice. Trat de explicarle lo mejor que pude que Maurice estabasiendo perseguido injustamente pero Didier hizo la gran pregunta:

    _ Es o no es Jesuita?

    _ Era bueno hizo los votos as que an lo es

    _ Entonces simplemente no debera estar aqu.

    Intent tranquilizar a mi hermano hacindole ver que, si bienLuis XV haba expulsado a los Jesuitas de Francia desde Agosto de1762, esta medida no fue tan severa como en Portugal y Espaa; lospadres fueron obligados a entregar sus propiedades pero recibieronuna renta, incluso parecieron multiplicarse y hasta el antiguo Delfnmantuvo uno como preceptor de sus hijos en el mismsimo Versalles.

    Por tanto no haba que alarmarse ms de lo necesario, su Majestadseguramente tena otras cosas en qu ocuparse y no tomara ningunaaccin contra Maurice.

    _ Pero si llega a hacerlo- declar- no pienso abandonar a miamigo. No puedo pagar su amabilidad dejndole solo cuando ms menecesita.

    Mi hermano no se tom mi respuesta nada bien, estaba

    agradecido con Maurice por la ayuda que me haba brindado pero noquera que me arriesgara por l. Termin echando mano de Raffaele, leasegur que este segua teniendo el favor del Rey y protegera muy biena su primo, slo as me dej en paz.

    Lo que yo no esperaba era que poco despus a Raffaele le fueraquitado el privilegio de pasarle la camisa a su Majestad en la ceremonia

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    de la maana y de la noche. A partir de ese momento l dej dedisimular su preocupacin y yo comenc a aterrarme.

    Maurice, al principio, estaba ms afligido por causar problemas asu familia que por las posibles consecuencias que resultaran de laintriga de Sophie. Pensaba que lo peor que podra pasar era que lepidieran que se marchara de Versalles y eso lo hara con gusto, hastalleg a decir que si lo expulsaban de Francia se marchara lleno defelicidad con el resto de los Jesuitas exiliados en tierras pontificias.

    Sin embargo, a medida que pasaban los das y el rechazo creca asu alrededor, a fuerza de no poder hacer otra cosa que recluirse en suhabitacin a pasar la mayor parte del da en soledad, empez a

    entender el trance en que estaba metido.Como no quera involucrar a Miguel dej de visitarlo en el Palacio

    de las Ninfas, insisti en que no contramos nada a Joseph y a supadre y pidi a Franois que suspendiera sus visitas por un tiempo.Esto contribuy a acentuar su aburrido aislamiento, lo cual eracontraproducente en alguien como Maurice. Empezamos a ver cmosu nimo se iba apagando y se hunda poco a poco en un peligrosoabatimiento.

    Comenz tambin a sentir un terrible dolor estmago, como sialgo le quemara por dentro, perdi el apetito y difcilmente conciliabael sueo. Cuando empezaron a faltarle las fuerzas nos confes su estado

    y Raffaele, alarmado, quiso que le viera un doctor. Maurice sugiri queavisramos a Joseph para que buscara al Doctor Daladier, el miso quele haba atendido anteriormente y que haba sido enviado secretamentepor los jesuitas.

    Raffaele no perdi tiempo y logr que al da siguiente Joseph y eldoctor se presentaran muy temprano en la maana, les acompa elviejo Thophane a pesar de que haba estado evitando Versalles a causade las habladuras que circulaban sobre l y Madame Virginie. Nosreunimos en la habitacin de Raffaele mientras el doctor examinaba aMaurice, el optimismo escaseaba entre nosotros.

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    _No esperaba otra recada - se lament Joseph.

    _Es mi culpa. Versalles lo ha envenenado, - gimi Raffaelemientras iba de un lado para otro- l no quera estar aqu y yo loobligu.

    _No digas tonteras, hijo,- le reconfort Thophane - estaenfermedad es la secuela de todas las privaciones que pas desde quese march al Paraguay, si hay que culpar a alguien, culpa a los malditos

    jesuitas.

    Yo no pude evitar pensar en que el viejo Marqus estaba dejandola vida de su hijo en manos de un mdico aliado de sus odiadosJesuitas, era mejor no decrselo porque seguramente lo echara a

    patadas.

    _ No soporto la espera! - exclam Raffaele en un arrebato y salide la habitacin, yo lo segu.

    Nos detuvimos ante la habitacin de Maurice, me hizo seas paraque guardara silencio, gir lentamente la cerradura y empuj la puertaunos centmetros. Como el doctor haba pedido que lo dejaranexaminar a su paciente a solas no nos atrevamos a entrar pero

    tampoco estbamos dispuestos a esperar ms.

    Escuchamos la voz del doctor claramente, le recomendaba aMaurice que se esforzara por comer para recuperar las fuerzas y quemantuviera el buen nimo. La respuesta de Maurice nos sorprendi.

    _ Cundo puedo volver a la Compaa?

    _Ya hemos hablado de eso, el Padre Ricci2 le orden continuarcon su familia hasta recuperar completamente su salud.

    _Lo nico que quiero recuperar es mi vida, fuera de la Compaanada tiene sentido

    2Lorenzo Ricci, General de la Compaa de Jess de 1758 a 1773

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    _Concntrese en cumplir con la misin que le han dado:recuperar su salud y procurar el favor de sus tos hacia la Compaa.Necesitamos aliados que puedan influir en los Borbones, su toPhilippe es amigo de Luis XV y su to, el Duque de Merio, an tiene

    influencia en la Corte espaola. Comportndose como un insensatoslo conseguir que sus tos se vuelvan contra la compaa como lo hahecho su padre.

    _ Pero ya no soporto ms!

    _Entienda que en este momento los Jesuitas estn en unverdadero predicamento, los Borbones los han expulsado de sus tierrasy una gran cantidad de padres pasan penurias refugiados en las tierras

    pontificias. Usted slo sera una boca ms que alimentar y con suprecaria salud podra morir por falta de cuidados. Obedezca al PadreRicci como lo hara un buen hijo de San Ignacio. .

    _Lo siento, si me hubiera quedado callado ante Sophie -Maurice pareca estar a punto de llorar.

    _Bueno, bueno, no se mortifique ms. Una vez que se hacometido un error, lo nico que queda es asumir las consecuencias.Siga mis indicaciones, alimntese apropiadamente y no se deje llevarpor la melancola. Pronto volver a ser el muchacho vivaz que el PadrePetisco tanto elogia, apuesto a que la carta que le ha escrito le haanimado.

    _ Me dice que cada da mi regreso a la Compaa est ms cerca

    _Eso mismo, eso es lo que tiene que pensar para recuperarse.

    Pude ver que Raffaele haba palidecido. Yo tambin me senta

    mal, me dola ver lo decidido que estaba Maurice a volver con losjesuitas. Tambin me sorprendi descubrir que su estancia entrenosotros no era ms que un complot de aquellos hombres para ganarseel favor del Duque de Alenon y el Duque de Merio.

    Raffaele hizo un gran esfuerzo para cerrar la puertasilenciosamente y se alej unos pasos hasta que parecieron faltarle las

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    fuerzas y se sostuvo de la pared. Cuando lo alcanc vi que estaballorando.

    _Es muy triste me dijo- ver que lo que ms desea es dejarnospara marcharse a sufrir privaciones. Cuando se volvi tan idiota mipequeo primo? Y no me esperaba que el padre Petisco siguiera encontacto con l, esto es una causa perdida, Maurice va a terminarlargndose cualquier da.

    No supe qu contestarle, no tena fuerzas para animar a nadie, yomismo estaba desconsolado. Mi Maurice quera marcharse y dejarmeacaso no iba a cuidar de m hasta que yo encontrara mi camino?Supuse que l tena esperanzas de que yo decidiera pronto qu hacer

    con mi vida, no le crea capaz de abandonarme sin ms. Cuntodeseaba estar con l indefinidamente! pero la conversacin queescuchamos me devolvi a la realidad, la separacin vendra tarde otemprano.

    Durante unos minutos nos quedamos sin saber qu hacer,cuando vimos a Joseph salir de la otra habitacin reaccionamos deinmediato, fuimos hacia l para tranquilizarlo diciendo que el doctorno haba terminado. Ninguno de los dos mencion la conversacin que

    escuchamos, no ganaramos nada revelando la conexin entre el doctory los jesuitas porque Maurice nunca iba a permitir que le atendiera otromdico.

    El diagnstico final fue que el paciente deba descansar ymantener una dieta compuesta de pescado, caldos, vegetales y frutas.El doctor asegur que la enfermedad de Maurice era una cuestin demelancola. Yo pens que aquella era una manera muy suave dellamar a la desesperacin. Raffaele y los dems se sintieron aliviados,

    los recuerdos que tenan de Maurice recin liberado de prisin no erannada agradables, le haban visto agonizar durante semanas y nodeseaban volver a presenciar algo semejante.

    Mi amigo hizo lo que pudo, se esforz por comer an sin tenerapetito y soportando el ardor que le provocaban todos los alimentos.

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    Trat de sufrir con paciencia su insomnio y sonrea delante de nosotrosasegurndonos constantemente que no debamos preocuparnos. Alcabo de unos das el dolor fue reducindose y toler mejor la comida.Todos nos llenamos de esperanzas, Raffaele lleg a decirme que le

    perdonara al doctor el ser un espa Jesuita por hacer tan buen trabajo.Desgraciadamente Sophie no iba a dejarnos en paz tan

    fcilmente, ella no poda a dejar pasar la oportunidad de ver a Mauricesufriendo y fue a visitarlo un da, mientras nosotros nosencontrbamos ocupados. Asmun trat de evitar que entrara a lahabitacin pero ella y su cortejo se abrieron paso. Estuvieron apenasunos minutos en los que Maurice se aferr a toda su paciencia para noecharlos.

    Como slo pronunciaron palabras de aliento queddesconcertado, entendi el propsito de la visita cuando encontr sobreuna de las sillas un obsequio que le haban dejado al marcharse. Setrataba de unos panfletos escritos en italiano y con dibujos grotescosrepresentando a los Jesuitas como demonios. En ellos se les acusaba alos padres de las cosas ms absurdas que se podan imaginar y se leexiga al Papa que librara a la Iglesia de semejante lacra. Maurice echal fuego aquellos papeles, se los hubiera hecho tragar a su prima si

    Asmun no le hubiera detenido.

    La ira de Maurice segua ardiendo cuando nos reunimos con lunas horas despus. Raffaele le asegur que se encargara de Sophie y

    yo le recomend que olvidara el asunto. l lo intent en vano porque alda siguiente aparecieron nuevos panfletos, unos le fueron dejados enel lugar que sola ocupar durante la misa en la capilla, otros leesperaban al volver a su habitacin. Sophie estaba decidida a hacerlesaber cuan repudiados eran sus compaeros jesuitas.

    Mi amigo pareci tomarse el asunto como una muestra de laconocida inmadurez de su prima, sin embargo, poco despus ya noconsigui tolerar ningn alimento y comenz a padecer fiebres, al final

    ya no tuvo fuerzas para levantarse de la cama. El doctor Daladierestaba consternado y recomend un cambio inmediato de residencia.

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    _ Maurice necesita un lugar donde pueda gozar de paz ytranquilidad. Es mejor que le lleven a casa de su padre.

    El obstinado paciente utiliz las pocas fuerzas que le quedabanpara negarse, Raffaele entonces le propuso el Palacio de las Ninfas ypareci conforme. Thophane se entristeci mucho al verse rechazado,le anim asegurndole que su hijo simplemente deseaba pasar tiempocon Miguel, no poda decirle que se deba a que no quera ver aMadame Virginie y lo que esto implicaba.

    As qued fijado que Maurice sera trasladado al da siguiente.Como haba mucho que preparar, Raffaele pidi a Joseph que seencargara personalmente de avisar en el Palacio de las Ninfas y

    organiz a sus sirvientes para que comenzaran a empacar.De alguna manera la noticia se corri entre los nobles y para la

    noche no se hablaba de otra cosa en Versalles. Nos encontrbamos enmedio de un juego de cartas cuando Madame Sophie nos permitiescucharla conversar con sus amigas y admiradores, aunque quedarams apropiado decir que estaba esparciendo su ponzoa.

    _Mi pobre primo est enfermo, al parecer tiene algn mal queadquiri durante su tiempo entre los salvajes. Espero que no sea unapeste contagiosa.

    Aquella mujer sonrea sin ningn reparo mientras continuabahaciendo comentarios de mal gusto. A mis ojos haba dejado de seruna dama para convertirse en un ser vulgar, tanto que su hermosorostro me pareca deforme. No, Sophie no se asemejaba a Maurice en loms mnimo, compararlos era poner el estircol a la altura de la mshermosa flor y por supuesto que ella era ese cmulo de porquera que

    se puede encontrar en el camino. Yo poda conformarme con mirar lleno de odio a aquella mujer ,

    Raffaele, en cambio, no lo pens dos veces antes de hacer estallar supuo sobre la mesa ante la que se encontraba Sophie y su cohorte.

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    _Si continas incomodndome con t parloteo no s qu puedollegar a hacer, no me tientes, ya me conoces. Y lo mismo va para todoaquel que se atreva a hablar de mi primo. Quien afrente a Maurice metendr por enemigo y les juro que voy a hacerles desear no haber

    nacido.Todos en el saln callaron. Raffaele sali caminando

    majestuosamente, era la imagen del poder. Le segu en el acto juntocon Bernard y Clment. Le felicitamos por sus palabras y celebramosque el Rey no estuviera presente en ese momento, as no corra el riesgode disgustarlo. Los reyes son tan caprichosos que la declaracin deRaffaele poda lo mismo merecerle un aplauso que una condenacin departe de Luis XV.

    Por la noche Raffaele ya haba perdido su confianza y seencontraba hundido en un silln velando el sueo de Maurice. Yoestaba sentado frente a l.

    _ Qu he hecho? Si no lo hubiese obligado a venir a Versallesno se habra vuelto enfermar.

    _Ya le ha dicho Thophane que no es su culpa.

    _ Deb cuidarlo mejor.

    _ Yo tambin.

    _ Si no se recupera, si a las fiebres siguen los delirios como antesqu voy a hacer?

    _ Esto no es lo mismo. Antes estaba enfermo por la estancia enprisin, ahora es slo el aire contaminado de Versalles el que le haafectado.

    _Es la misma dolencia, cuando perdi las Reducciones comenzsu enfermedad, ese era su paraso. Usted lo vio, l slo se ve felizcuando habla del Paraguay, por eso est empeado en seguir siendo

    jesuita. Cualquier da volver a escapar con ellos y si no lo hace va aseguir enfermo y puede que muera de tristeza.

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    _ No hay necesidad de exagerar

    _No exagero, sin duda Maurice tiene su corazn roto y yo, enlugar de ayudarle a sanar, lo puse al alcance de Sophie para que ella lodestrozara otra vez. Soy un maldito!

    Me levant y me acerqu a Raffaele para poner mi mano sobre suhombro a fin de confortarlo.

    _Raffaele no se atormente. Usted slo quera revivir el tiempo enque vivieron juntos y felices cuando nios. Nadie le puede culpar poreso.

    Ocult su rostro tras su mano y se ech a llorar. Me qued a su

    lado hasta que se calm_ Gracias. -Me dijo- En verdad Maurice elige bien a sus amigos

    Sonre al escuchar esto y l me correspondi. Luego se despidipara terminar de preparar los ltimos detalles del traslado de Mauriceal Palacio de las Ninfas. A m no me quedaba ms remedio que volver ala casa de mi padre porque no me atreva a imponer mi presencia aRaffaele. Aquella noche era, por tanto, la ltima que pasaba juntoMaurice y no saba hasta cundo volveramos a vivir juntos.

    Me qued cabizbajo sintiendo el peso de mi tristeza cuandoRaffaele volvi a entrar a la habitacin unos minutos despus, se acercpara decirme en voz baja:

    _ Vassili, quiere venir con nosotros a la mansin? aunque meduela admitirlo s que usted es la mejor medicina para Maurice.

    _Me hara muy feliz hacerlo.

    _Entonces maana temprano enviar un mensajero al Palaciopara que sepan que tambin se mudar con nosotros Y djemeagradecerle de nuevo, sobre todo el no ponerse en mi contra auncuando he sido tan desagradable con usted.

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    _ Ni siquiera lo mencione. He dicho lo que realmente pienso,usted no debe culparse por el estado en que se encuentra Maurice.

    l se conmovi de nuevo, hizo una ligera reverencia y volvi asalir. Yo sent dentro de m florecer la alegra y me acerqu a Maurice.

    _ Vamos a seguir juntos, mi buen amigo. Voy a cuidar de ti lebes en la frente sintiendo mi corazn desbordante de ternura. l noreaccion, sigui en esa terrible inconsciencia en la que estabaatrapado.

    Al amanecer Ren Asmun se encarg de asear y vestir a Maurice,otros sirvientes prepararon nuestro equipaje. Raffaele llev a nuestroquerido enfermo en brazos hasta el carruaje y durante el viaje lo sent

    en su regazo. Estuvo hablndole con cario sin obtener ningunarespuesta.

    El doctor Daladier, quien nos acompa, se apresur atranquilizarnos diciendo que aquel estado era fruto de su debilidad yque al recuperar sus fuerzas poco a poco volvera a ser el mismo desiempre.

    _Cuando se sienta seguro en un lugar ms acogedor se animar y

    recuperar la salud.

    Yo trataba de creerle, intentaba mantener la esperanza pero eradesolador ver a Maurice desvanecido, incapaz de hablar, casi ausente.Mi corazn estaba atenazado por la angustia.

    Al cabo de una hora Raffaele me indic que atravesbamos la rejadel Palacio de las Ninfas. Mir por la ventana y contempl los jardines,apenas pude vislumbrar algo de su belleza. A medida que el carruaje

    avanzaba, se iba haciendo ms claro que en la entrada del edificioprincipal nos esperaban algunos sirvientes y alguien bastanteparticular.

    Me sorprend por qu se trataba de una mujer vestida con untraje masculino, slo le faltaba la casaca. Haba dejado su largacabellera rubia al viento, luca guantes negros y botas de montar. Sus

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    piernas largas, el elegante cuello, el talle estrecho y aquellos brazosenvueltos en las anchas mangas de su inmaculada camisa, toda sufigura era exquisita. Supuse que tambin tena un rostro hermoso.

    _ Quin es? - Pregunt a Raffaele sealndola.

    l haba estado concentrado en Maurice, al asomarse a la ventanapuso una expresin extraa, como si un repentino dolor le hubieraacometido.

    _ Es Miguel contest con un triste susurro.

    _ Miguel de Merio! Lo dice en serio? Es completamentedistinto al hombre que vi en Versalles - no me atrev a confesar que le

    haba confundido con una mujer. De hecho empec a preguntarme dednde haba sacado la idea.

    _ Aquel da Sophie le oblig a usar ese disfraz, obviamente paraque l no la opacara. Miguel es la criatura ms hermosa que hay sobrela tierra. - El rostro de Raffaele fue en ese momento la encarnacin dela nostalgia - Mira Maurice, Miguel est esperndote, estoy seguro deque te alegras.

    Raffaele le sujet de la barbilla para dirigir su rostro hacia laventana mientras el carruaje se detena frente al Palacio, de nuevo miamigo no reaccion. Me sent al borde de las lgrimas y Raffaele debisentirse igual porque abraz a Maurice con ms fuerza cerrando losojos mientras murmuraba su nombre.

    La puerta se abri abruptamente y pude ver ante m a Miguel deMerio. Sin duda era hermoso, un digno rival en belleza para Maurice.No obstante, su belleza tena algo de letal y de fra, como el acero de

    una espada, mientras que la de Maurice era semejante al sol, clida,deslumbrante e inalcanzable.

    _ Maurice! Dijo al verle - Oh, mi pobre Maurice! Qu te hanhecho?

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    A los dems no nos prest ninguna atencin hasta que se diocuenta de que deba hacerse a un lado para que bajramos. Raffaele nole dirigi la palabra, incluso evit mirarle. El doctor y yo le ayudamos a

    bajar con Maurice, insisti en seguir cargndolo y subi los escalones

    que conducan a las puertas del Palacio. Nosotros le seguimoscontagiados de su silencio solemne. Miguel lo adelant y, detenindoseante el umbral, apunt su largo dedo a la cara de Raffaele paraincreparlo.

    _Cuando nos vimos en Versalles, hace unas semanas, Maurice seencontraba perfectamente Qu le has hecho?

    _ Eso tienes que preguntrselo a tu hermana! bram Raffaele.

    _ Vas a culpar a Sophie de esto?

    _Como si no la conocieras, sabes que es capaz de todo!

    _ Tambin te conozco a ti, s que destruyes todo lo que amas!

    Como si las palabras hubieran contenido veneno, Raffaele setambale y Miguel aprovech para arrancarle a Maurice de sus brazos yllevarlo al interior del palacio luciendo una fuerza que no esperaba enun cuerpo tan delgado. El doctor lo sigui preocupado.

    Raffaele se qued inmvil sin protestar, como si le hubieranextrado todas las fuerzas. Aunque quera ir tras Maurice, sent que nopoda dejarle all, me acerqu, lo mismo que Asmun, para saber si seencontraba bien, l nos mir y forz una sonrisa.

    _Bienvenido al Palacio de las Ninfas, Vassili. Estoy seguro de queMiguel le tratara bien. Asmun le ayudar a instalarse, yo debo haceralgunas cosas en Pars. Queda en buenas manos.

    Se apresur a bajar las escaleras para montar el caballo que anteshaba usado Asmun y se alej a galope, su sirviente hizo ademn deseguirlo pero se arrepinti y regres a mi lado.

    _Venga conmigo, Monsieur, le llevar a la habitacin que le hanasignado.

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    _ Prefiero que me lleves con Maurice.

    Decid dejar de pensar en Raffaele, este al menos poda largarsea caballo mientras que Maurice pareca un cuerpo inerte, lo nico enque deba concentrarme en aquel momento era en estar a su lado.

    Asmun inclin la cabeza y entramos al Palacio.

    Era el primer paso dentro de mi prisin, deb haber sentido algnescalofro, alguna seal que me indicara lo trascendental que seraaquel lugar para el resto de mi vida y me diera un indicio del infiernoque se esconda entre sus paredes, de los espectros del pasadoagazapados en sus rincones sombros, de todo el dolor y la tragedia conque Maurice, Raffaele y Miguel iban a terminar cargando sin que yo

    lograra liberarlosPero no sent nada, no hubo advertencia ni desde lo alto del cielo

    ni desde el abismo infernal. Ni Dios ni el diablo tuvieron la deferenciade advertirme sobre lo que iba a encontrar en el infame Palacio de lasNinfas.

    Casi lo agradezco pues cualquier anticipo poda habermeacobardado y, aunque le repudio por ser el lugar en que conoc lamayor crueldad y bajeza humana, tambin ha sido el escenario de mihistoria con Maurice, Raffaele y Miguel, una historia que atesoro y amocon la misma intensidad con que les amo ellos.

    Me he convencido de que los hilos de nuestro destino nosllevaron hasta el Palacio de las Ninfas para que nuestras historias seentretejieran unas con otras, por lo tanto era ineludible llegar a esemomento, el momento en que atravesaba aquellas puertas y meencadenaba a sus sombras. Han pasado los aos y sigo viviendo entre

    ellas protegido por el halo que exhala el amor que Maurice engendr enm, pueden acecharme cuanto quieran, la clida luz que me envuelve yaes eterna.

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    Gracias por leerEngendrando el Amanecer.

    Para m es muy importante saber tu opinin,

    por eso me hars muy feliz si visitas mi blog y

    dejas un comentario

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