energías alternativas y diseño v4
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Es unartículo publicado en la revista IF. del Centro Metropolitano de Diseño de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Desarrolla distintas formas en las cuales el diseño industrial se involucra con la disminución del consumo energético o con la búsqueda de fuentes alternativas de energíaLas visiones tradicionales del diseño como solución a un problema, como mejoramiento de las cualidades ergonómicas, físicas o estéticas de un producto o como análisis de los servicios brindados para perfeccionar su prestación han dado espacio en los últimos años a otra visión, complementaria de las anteriores: la que tiene en cuenta los impactos ambientales que se generan en el ciclo de vida del producto: obtención de las materias primas, fabricación, uso y disposición final.Dentro de ese ciclo es central la energía que se consume (o produce). Veremos aquí diseños que ahorran y diseños que producen energía, centrando el análisis en problemas y posibilidades nacionales y latinoamericanos.TRANSCRIPT
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Revista IF /Centro Metropolitano de Diseño /Buenos Aires / octubre 2014
Guillermo Bengoa
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Energías alternativas y diseño. Guillermo Bengoa, mayo 2014
Las visiones tradicionales del diseño como solución a un problema, como mejoramiento de las
cualidades ergonómicas, físicas o estéticas de un producto o como análisis de los servicios brindados
por un objeto para perfeccionar su prestación han dado espacio, en los últimos años, a otra visión
más, complementaria y no excluyente de las anteriores: la que tiene en cuenta los impactos
ambientales que se generan en todo el ciclo de vida del producto, desde la obtención de las materias
primas a la disposición final, pasando por la fabricación y el uso.
Dentro del análisis de ese ciclo de vida, uno de los puntos centrales es la energía que consume (o
produce) el objeto diseñado. En esta nota intentaremos mostrar tanto productos de diseño que
ahorren energía a través de menor consumo como aquellos que sirvan para la producción y el uso de
energías alternativas, centrando el análisis en los problemas y posibilidades nacionales y
latinoamericanos.
Una primera pregunta, entonces es: ¿Cuáles son esos problemas y necesidades nacionales?
Argentina posee una matriz energética que no ha se ha actualizado y por el contrario, acentuó la
dependencia de los combustibles fósiles en los últimos años. Además de lo oneroso que eso es para
la situación económica del país- en el año 2013 se gastaron alrededor de 12.000 millones de dólares
solamente en comprar petróleo y gas en el exterior - desde el punto de vista ecológico es un enorme
retroceso, teniendo en cuenta que Argentina tiene grandes potencialidades para aprovechar
energías renovables. Gerónimo Cárdenas, experto en el tema, dice “Existe hoy una serie de
posibilidades energéticas con tecnologías desarrolladas para su utilización, que se encuentran con
avanzado grado de madurez y que podrían perfectamente adoptarse en Argentina. Tenemos un muy
buen grado de insolación en gran parte de nuestro territorio (…) para uso de energía solar. Nuestras
áreas costeras y prácticamente toda la Patagonia tienen vientos que pueden aprovecharse para
generar energía eólica y transformarla en electricidad. Asimismo, la biomasa de nuestros cultivos
tiene un enorme potencial para la producción de biocombustibles líquidos como biodiesel y bioetanol,
y gaseosos como el biogás.”
¿Cómo se puede ir resolviendo el problema de la provisión de energía desde el diseño y la ingeniería?
Un caso que resulta interesante al respecto es la creación del Cluster Eólico Argentino, formado
desde la parte pública por INVAP Sociedad del Estado, la Universidad Nacional de La Plata y la
Municipalidad de Cutral-Có; y desde lo privado, desde la empresa ITP Argentina. El objetivo es crear
una fábrica que construya palas para aerogeneradores, indispensables para el desarrollo del
potencial eólico de Argentina. Tal vez aquí lo más interesante haya sido la gestión del proceso, ya que
se formó un Consorcio Asociativo Público-Privado (CAAP) que contará con un subsidio que supera los
22 millones de pesos otorgados por la Agencia Nacional de Promoción Tecnológica y Científica del
MINCyT, en el marco de las convocatorias del Fondo de Innovación Tecnológica Sectorial Energía
2013.
No es éste un caso aislado; en varias Universidades del país y desde distintos puntos de vista se viene
trabajando en la puesta en marcha de proyectos de energías alternativas. Daniel Carrica, de la
Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Mar del Plata, cuenta “En la Facultad hemos
instalados 18 paneles fotovoltaicos, separados en 3 grupos, con una potencia instalada total de 5,13
kW. Estamos inyectando directamente la potencia de los paneles a la red eléctrica a través de
convertidores de potencia denominados inversores. Esta información es pública: existe un sitio web
donde se puede ver on line la cantidad y caracteristicas de la energía y potencia que se van
inyectando. También estamos asociados al proyecto “Interconexión de Sistemas Fotovoltaicos a la
Red Eléctrica en Ambientes Urbanos (IRESUD)” que consiste en la instalación de sistemas de energia
solar en universidades y organismos públicos para promover el uso de la energía solar en ambientes
urbanos. En particular el Laboratorio de Instrumentación y Control está investigando en convertidores
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de potencia para energía solar.” Es que el punto crítico con las energías alternativas no es la
generación de energía eléctrica, sino su almacenamiento y su inyección a la red pública, en los
momentos en que es necesario, que no siempre coincide con el momento de producción de esa
energía, cuando hay más sol o viento. Por eso tambien están trabajando en un sistema de evaluación
de convertidores de potencia para inyección de energía eólica a la red eléctrica. Y es solamente uno
de los centros dispersos en el país que desarrollan esta temática.
Hablamos de las posibilidades de innovar en la producción centralizada de energía. La otra punta del
problema son las necesidades de la población argentina, y de que manera pueden ser cubiertas por
el diseño industrial y las energías alternativas.
En ese aspecto, por un lado, aparecen los problemas de los grandes centros urbanos: Argentina es
uno de lo países con mayor grado de urbanización de la región (92% contra un 75 % de promedio
latinoamericano) y además gran parte de esa población se concentra en enormes ciudades: 17
millones de personas, más del 42 % de la población del país, está concentrada en las cinco ciudades
más grandes. Esto hace que la mayor parte de los problemas visibles sean los urbanos, y en ese
aspecto, lo que puede brindar el diseño industrial no es muy distinto a lo que brindaría en grandes
ciudades de cualquier lugar del mundo, aún si se piensa en sectores tradicionalmente olvidados por
el diseño: demanda no solvente, equipamiento social, energías alternativas.
Sin embargo, existe en Argentina una cantidad de población que justamente por vivir en lugares
marginales, pequeños poblados o directamente en el campo, no acceden a los beneficios del mundo
moderno (aunque sí a muchos de sus problemas, como las fumigaciones masivas en el avance de la
frontera agrícola)
¿Cuáles son las necesidades, en relación a nuestro tema, de esas personas?
Tienen que extraer agua de pozos o procurarse agua potable de alguna manera, cocinar sus
alimentos, calefaccionarse en invierno y refrigerarse o conservar sus alimentos en verano. Tienen
también que recorrer distancias intermedias a grandes, sin otro medio de locomoción que sus
piernas y a veces, algún tipo de tracción a sangre. Y en búsqueda de la equidad social, tienen que
poder acceder a información, para lo cual, sea por los canales tradicionales del siglo XX (radio, tv)
como por los más modernos (internet) necesitan electricidad. Veamos algunos productos que
trabajan en este sentido:
Desde la ya citada empresa estatal INVAP se trabaja en aerogeneradores pero de otra escala,
necesarios para tener electricidad en pequeñas comunidades rurales o incluso casas aisladas, donde
nunca sería rentable (ni lógico ambientalmente) sostener redes de infraestructura. Así, desde el año
2012 se ha desarrollado un sistema de generación eólica para viviendas en sitios aislados de la
provincia de Río Negro. Se basa en un aerogenerador IVS-4500 desarrollado por INVAP hace más de
una década, diseñado para soportar los extremos vientos patagónicos. Es un generador robusto –
tanto que hay uno instalados en la Base Esperanza, en la Antártica- y cuenta con servicio técnico
asegurado, por tratarse de tecnología nacional. La novedad viene en el sistema de instalación, que
plantea dos posibilidades: puede estar conectado en paralelo con la red, suministrando energía a
través de un inversor sincrónico, o puede alimentar baterías de manera que se almacena la energía
eólica para el momento en que se necesite.
Visualmente más cercanos al paisaje argentino y también más imbricados en la historia, aparecen los
molinos de viento para extracción de agua diseñados y construidos por la Fabrica de Molinos
Surgente, en Tostado, provincia de Santa Fe. Esta empresa, su trayectoria e instalación, hacen pensar
en la Argentina que se podría haber construido si hubiera prevalecido un modelo de desarrollo
territorial con pequeñas comunidades agrícolas, con un elevado grado de autosuficiencia, en vez de
haber tomado el camino de la concentración industrial y demográfica en Buenos Aires. Pero
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venciendo ese modelo concentrador porteño, industrias como Molinos Surgente demuestran que es
posible desarrollar una tecnología sencilla y de alta eficiencias, que cumpla roles en el desarrollo
local. El responsable actual y descendiente de quien inició la fábrica, Eduardo Mantovani, dice “El
fundador no era ingeniero, era un trabajador rural hijo de inmigrantes italianos, y por esa capacidad
que a veces tienen las personas creó los molinos. No fue inspiración en algún modelo anterior, fue un
desarrollo propio que con el correr de los años introdujo tecnología con el fin de mejorarlo y
producirlo a escala”
Tecnológicamente innovador, el funcionamiento se basa en un motor compuesto por un sistema de
bielas que reduce la fricción (al no tener engranajes) y el desgaste con una bomba de aceite, la cual
permite que todas las piezas trabajen lubricadas. Posee un resorte compensador que anula todo
peso de varilla y parte de columna de agua, haciendo que trabaje más liviano y permitiendo de esa
manera aprovechar vientos débiles, de 4 a 5 km/h, el 30% del viento que necesita un sistema de
engranajes. No aparecen diseñadores industriales en la plantilla de la empresa, pero es de resaltar
un aspecto que siempre busca esa disciplina: mantener la identidad accediendo a la modernidad. Si
uno mira el molino Surgente, inmediatamente se traslada al paisaje agrícola argentino, resultando un
ícono de esa identidad. Molinos Surgente también fabrica aerogeneradores de energía eléctrica, esto
sí ya mas modernos en su aspecto.
Otra vuelta de tuerca al respecto, que se relaciona con el concepto de “diseño social” y la idea de
Papanek en los ´70 de que todos somos potencialmente diseñadores es la que desarrolla la ONG 500
RPM, una ONG argentina fundad por Luciana Proietti y Esteban van Dam que desde 2011 viene
enseñando a construir molinos eólicos en lugares aislados. El proyecto, generado originalmente en
Nicaragua, se basa en la autoconstrucción por la comunidad local de pequeños aerogeneradores,
basados en un robusto prototipo creado hace 25 años por el ingeniero escocés Piggott. Lo
importante aquí no es tanto la innovación tecnológica sino el avance social y la autoconfianza que
genera en la propia comunidad haber desarrollado un proyecto que, además, a través de la energía
eléctrica les permite acceder a otras libertades.
El estudio porteño xCRUZA desarrolló en el año 2007 la CSP, Cocina Solar Portátil (CSP) que puede
ser utilizada prácticamente en cualquier contexto, con solamente desplegarla al sol. Mide 50x30x3
cm y pesa sólo 900 gr. Permite alcanzar una temperatura de 115 Cº, lo que es suficiente para cocinar
la mayoría de los alimentos. Cuando está plegada se puede llevar colgada como un bolso de mano. Si
bien este caso no plantea innovaciones formales o funcionales, lleva a cabo una premisa que
muchos objetos “de revista” no cumplen: puede ser producida industrialmente, a costo accesible.
Según la gente de xCRUZA, “Hasta ese momento, solo encontrábamos cocinas solares en estado de
invento y fabricadas de manera artesanal por pequeños grupos ecologistas. Nuestra concepción nace
de la idea de popularizar el uso de las energías renovables por lo cual buscamos realizar un producto
que pueda producirse en escala masiva y que su lenguaje e interface sea más cercana a la sociedad”
Está claro que esa cercanía a la sociedad puede darse no sólo en una clase urbana que pueda desear
y acceder productos de diseño, sino también en la población rural del norte argentino, donde existen
elevados coeficientes de heliofanía y escasa red energética.
Otro ejemplo latinoamericano, que trabaja de manera más parecida conceptualmente al sistema-
producto, es la denominada Luz Portátil, un desarrollo técnico generado en EEUU pero
implementado en Brasil. Se trata de un pequeño kit de materiales fotovoltaicos flexibles para
transformar la luz solar en energía eléctrica y sus variantes de uso: desde cargar un teléfono móvil a
ayudar a mapear territorios en disputa (usando un software libre, hay que acotar). Aquí se combinan
varios aspectos que lo hacen interesante: por un lado, un desarrollo tecnológico sencillo y robusto,
como son las células flexibles para generar energía eléctrica. Por el otro, una concepción integral que
sólo puede ser vista en el marco de las facilidades que permite la globalización: las células son
armadas en una favela urbana del sur de Brasil, para ser trasladas luego a las comunidades selváticas
que las necesitan. Esto requiere una tecnología social basada en ONGs que realizan los vínculos,
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demostrando que no todos los circuitos en la sociedad son pecuniarios. Una de las principales
funciones de este sistema es dar luz para distintos usos en esas pequeñas aldeas, reemplazando las
peligrosas lámparas caseras a querosén. En una de las vueltas de la historia, esas lámparas son las
que en un conocido libro de 1985 el diseñador Gui Bonsiepe ponía como ejemplo de diseño
vernáculo, lo que nos obliga a repensar todo el pensamiento crítico de base ulmiana con los criterios
de las nuevas tecnologías. Tal vez “lo pequeño es hermoso” de los 70, con connotaciones hippies,
deba reescribirse ahora en un marco cyberpunk…
Oportunidades desperdiciadas
Con respecto a las necesidades de acceso a la información y la educación, se desperdició una enorme
oportunidad: el programa “conectar igualdad” distribuyó de manera gratuita casi tres millones de
computadoras a los chicos de las escuelas secundarias del país. “Conectar igualdad” estaba inspirado
en la idea de “una laptop por chico” originado en el Media Lab del MIT en el año 2005. La poderosa
idea original sumaba a la educación digital de millones de chicos en los países mas pobres el
desarrollo de productos especialmente pensados para esas condiciones extremas: “Muchas familias
no tienen electricidad en sus hogares. Por lo tanto, una laptop deber poder funcionar tanto con
energía humana como con baterías de larga vida. La generación de energía humana, ya sea
moviendo una manivela o gesto similar, debe poder suministrar energía en una proporción de 1-a-10:
un minuto de movimiento debe proveer diez minutos de uso. Las laptops no pueden enchufarse a los
pupitres en las aulas” informa la página del programa. En Argentina se hizo un enorme esfuerzo
financiero cuyos resultados son escasos en relación a lo que podrían haber sido: máquinas
convencionales, apenas armadas en el país, con escasísimos componentes locales (prácticamente, el
cable, y un porcentaje de los cargadores, según reconoce la propia pagina oficial) que deben
enchufarse a la red de energía como cualquier otra máquina. No existe innovación ni diseño
nacional. A diferencia del ejemplo brasileño mostrado más arriba, no se incentivó el uso del software
libre, con lo cual la enorme mayoría de esas máquinas terminaron usando windows en vez del Linus
que también traían instalado. Nada de manivelas para proveer energía, a pesar de que es una
tecnología existente que podría haberse adoptado y adaptado.
El Estado puede, como en el caso anterior, financiar con un enorme esfuerzo programas de este tipo.
Y también puede, con menor inversión, reglamentar y obligar a los privados a desarrollar iniciativas
que propendan al menor consumo energético. Por ejemplo, a partir del año 2005 y progresivamente,
se han dictado distintas resoluciones de la Secretaria de Energía y de la Dirección Nacional de
Comercio Interior que obligan al etiquetado de eficiencia energética de algunos productos:
lavarropas, lámparas fluorescentes de iluminación general, acondicionadores de aire, heladeras y
congeladores. Asimismo en algunos casos y también de forma progresiva, se obliga a algunos
artefactos no solamente a que tengan etiquetado energético para facilitar la elección del consumidor
sino a que el producto llegue a un estándar mínimo: por ejemplo, a partir de 2013, todos los
lavarropas deben estar al menos en la categoría B de eficiencia energética.
Algunas de esas iniciativas legales son, como en el caso de Conectar Igualdad, buenas intenciones
con malos resultados; así, para aliviar el costo energético del uso de combustibles fósiles, se prohibió
por ley el uso de lámparas incandescentes de más de 25 w y se promovió el uso de lámparas de
mercurio. Sin embargo, no se previó un plan de reciclaje o destino final de las millones de nuevas
lámparas de bajo consumo, que al contener mercurio en su interior son altamente contaminantes,
incluso creando problemas inmediatos para la salud del usuario en caso de que se rompan en lugares
cerrados. Lo curioso es que poco después, Argentina firmó el convenio de Minamata sobre
restricciones al uso de mercurio.
En este marco urbano de ahorro energético se inscribe el caso Solidmation, un desarrollo argentino
que desmaterializa las soluciones, a través de un software que permite controlar, in situ o a la
distancia, ciertas características de una vivienda. Diego De Marco, Director de tecnología de
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Solidmation y desarrollador de la solución Habeetat, explica así el fenómeno: “Si bien el tema de
ahorro energético es incipiente en Argentina, la problemática de la escasez de energía es creciente y
es importante ayudar tanto en la creación de conciencia, como en la oferta de herramientas que
aporten a la solución. Independientemente de ésto, los productos de Solidmation se apoyan en otros
dos pilares, además del ahorro energético: el incremento del confort, y la simplicidad de uso.”
El sistema podría ser solamente una concepción ingenieril, pero desde el punto de vista del diseño
este último punto, la simplicidad de uso, se hace vital a la hora de que el sistema realmente se
utilice: trabajar sobre las interfaces, para evitar los complicados procedimientos a los que a veces
nos obliga, por ejemplo, un control remoto.
Una de las ventajas del sistema Habeetat es que no necesita cableados para controlar en forma
remota y programada los artefactos del hogar, conocer el consumo energético de la casa –dato
necesario para mejorarlo-; controlar los sistemas de climatización por zonas independientes;
programar niveles y rutinas de iluminación utilizando sensores; gestionar el sistema de riego basado
en datos meteorológicos e incluso coordinar aperturas y cierres de blackouts en función de la luz
solar. Esta amplia gama de respuestas se debe a la concepción del diseño que posee el Estudio: “En
Solidmation creemos que la innovación depende en gran medida de poder controlar el proceso
creativo de punta a punta” dice De Marco. “Un buen diseño hace posible lograr un producto de
calidad, y por eso es una etapa que realizamos 100% in-house. Estamos convencidos de que crear
productos desde cero, adaptados a la resolución de los problemas de nuestros usuarios, nos permite
ser flexibles, rápidos, e innovadores”.
Hicimos una breve recorrida por algunos casos posibles que relacionan el diseño de productos o
servicios con el uso de energías alternativas. Un puñado de casos de muy diferente escala, origen
disciplinar y territorial. Todos, sin embargo, tienen una serie de pautas comunes: apuntar a la
descentralización, la producción local, la solución de problemas específicos con respuestas
adecuadas a ese medio. Pautas que no siempre enseñamos en las Universidades ni publicamos en las
revistas, enceguecidos por luces que no son las nuestras. Tal vez las energías alternativas sí nos
permitan iluminarnos con luces propias.