encuentros y desencuentros entre neoclásico y romanticismo: exploración de la dicotomía amor-dios

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1 1 ____________________________________ Encuentros y desencuentros entre Neoclásico y Romanticismo: Exploración de la dicotomía Amor- Dios en las obras del Romanticismo Macías de Larra y El Trovador de García Gutiérrez a través de sus personajes primarios en comparativa meta-literaria con la Poesía Neoclásica de Juan Meléndez Valdés Batilo ____________________________________ Artículo publicado en el número 40 de la Revista digital Literaria Remolinos © 2009 ISSN 1997-3489 Por José M. Pérez Sánchez (JM.Persánch) Como queda establecido en el encabezado del presente escrito, exploraré los textos Macías de Larra y El Trovador de García Gutiérrez en comparativa con la poesía de Meléndez Valdés para contrastar sus discursos de amor partiendo de un marco teórico general de ambos periodos histórico-literarios y, así, señalar sus encuentros y desencuentros o, en otras palabras, similitudes y discrepancias respecto a la temática propuesta. A un lado de la balanza situamos los supuestos neoclásicos de Juan Meléndez Valdés, que se inició en un estilo rococó y llegaría a representar la máxima expresión del mismo con varias de sus siempre personalísimas anacreónticas. Batilo reviste el rococó con una estructura sencilla, un ornamento complejo, un contenido ambiguo, unas formas despreocupadas y galantes; canta a la alegría de vivir, a los amores gozosos, los placenteros

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Remolinos, n.40. Lima, Perú. (2009)

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Encuentros y desencuentros entre Neoclásico y Romanticismo: Exploración de la dicotomía Amor- Dios en las obras del Romanticismo Macías de Larra y El Trovador de García Gutiérrez a través de sus personajes primarios

en comparativa meta-literaria con la Poesía Neoclásica de Juan Meléndez Valdés Batilo

____________________________________

Artículo publicado en el número 40 de la Revista digital Literaria Remolinos © 2009 ISSN 1997-3489

Por José M. Pérez Sánchez (JM.Persánch)

Como queda establecido en el encabezado del presente escrito, exploraré los

textos Macías de Larra y El Trovador de García Gutiérrez en comparativa con la

poesía de Meléndez Valdés para contrastar sus discursos de amor partiendo de un

marco teórico general de ambos periodos histórico-literarios y, así, señalar sus

encuentros y desencuentros o, en otras palabras, similitudes y discrepancias

respecto a la temática propuesta. A un lado de la balanza situamos los supuestos

neoclásicos de Juan Meléndez Valdés, que se inició en un estilo rococó y llegaría a

representar la máxima expresión del mismo con varias de sus siempre

personalísimas anacreónticas. Batilo reviste el rococó con una estructura sencilla,

un ornamento complejo, un contenido ambiguo, unas formas despreocupadas y

galantes; canta a la alegría de vivir, a los amores gozosos, los placenteros

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banquetes, los bailes y las danzas en ambiente pastoril, que rememora la tradición

antigua, con la lectura atenta de los autores clásicos -sobre todo de Horacio- y de

nuestra lírica renacentista -en especial Garcilaso, Herrera, Rioja y Fray Luís de

León-. No obstante, la creación poética de Meléndez maduró con rapidez hacia el

neoclasicismo, que busca la moderación y la armonía expresiva. Además, Batilo se

materializa en como hilo conductor hacia el nuevo movimiento romántico, ya que fue

considerado un autor prerromántico por muchos hacia el final de su obra, donde

después de observar los dolorosos versos de Meléndez, se hace palpable que su

supuesto prerromanticismo hace hincapié en su sentimentalismo. Uno de ellos es

José María de Cossío quien cataloga a Meléndez Valdés como precursor del

Romanticismo por sus temas y por su actitud efusivo-sentimental.1 Segura Covarsí

insiste también en el sentimentalismo y añade algunos aspectos formales: formas

enfáticas, epítetos, uso del romance, así como los temas nocturnos.2 Al incluir a

Meléndez en el prerromanticismo, casi todos los críticos coinciden en ver en él un

poeta sentimental.

Al otro extremo de la balanza situamos el movimiento romántico, para ello

tomo como fuente de mi estudio y como referencia -para configurar el marco del

amor romántico -a Javier Herrero y sus palabras al respecto:

A pesar de que el amor comienza como un deseo por poseer la belleza del cuerpo, la satisfacción de tal deseo constriñe el espíritu del amante, provocando el incremento del cuerpo sobre el alma, donde se busca por un nuevo modelo de belleza, sabiduría y virtud por medio de sus propias ideas, el amante, encuentra lo divino en el alma humana y se desplaza entre ellas. 3

Por consiguiente, entenderé por Amor romántico la sublimación del alma

humana como resultado de las emociones nacidas o evocadas a raíz de deseos y

sensaciones físicas y, además, en consecuencia, el aprecio espiritual entre los

1 de Cossío, José M.ª . En torno a la poesía de Meléndez Valdés, Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo, 1923, VII, pp. 65-75 2 Peers, E. Allison. Historia del movimiento romántico español, Madrid, Gredos, 1954, pp. 55-61. Alfonso Armas Ayala también se deja llevar por un excesivo extremismo cuando quiere colocar el inicio del período romántico «algo más allá de 1750». («Algunas notas sobre el prerromanticismo español», El Museo canario, 1960, XXI, n.º 73-74, pp. 79-92). Véase también Melchor Fernández Almagro, «Meléndez Valdés clásico y romántico», Clavileño, 1954, n.º 27, pp. 1-7; A. Juretschke, «El Neoclasicismo y Romanticismo en España: su visión del mundo estética y poética», Arbor, 1969, LXXIV, pp. 5-20. 3 Herrero, Javier. Romantic Theology: Love, Death and beyond en Resonancias románticas: Evocaciones del romanticismo hispánico en el sesquicentario de la muerte de Mariano José Larra. P-1

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amantes. Asimismo, es importante recordar como otro factor esencial que, de

acuerdo a José Escobar Arronis, en todos los casos, el conflicto dramático se

configura como una lucha revolucionaria entre la burguesía y la nobleza desde una

perspectiva ideológica propia del siglo XIX .4 Al mismo tiempo, la génesis del

romanticismo español, de acuerdo a García Salvador, hunde sus raíces en los

fundamentos cristianos, incluso restringiendo y limitando su posterior desarrollo en

tiempos conflictivos sobre la naturaleza del amor romántico y las doctrinas

cristianas .5 Por tanto, en lugar de la relación anterior, sería absolutamente

necesario adoptar una teología de la fe cristiana que responde a la estructura

mental de: juicio, sufrimiento y recompensa o castigo. No obstante, el romanticismo

pretende suplantar dicha concepción de fe por los ideales previamente mencionados

a través del amor. La importancia de éste paralelismo quedará plasmada de forma

evidente en el estudio progresivo de las obras seleccionadas por las cuales se

discernirá un lazo intrínseco entre ambos.

Mariano José de Larra en su drama el Macías despliega el tema amoroso y lo

elabora de forma entrelazada para alcanzar una mayor profundidad, y enfatiza la

divergencia de su interpretación sobre el asunto, que resulta en la evolución de un

amor eminentemente romántico-teológico.

Macías es descrito por Larra como un hombre que ama y nada más 6.

Conservando esta definición en mente, abordaremos el enfoque del amor

manifestado por el personaje primario de la obra. De la misma forma que Rugiero

4 Escobar Arronis, José. Anti-romanticismo en García Gutiérrez. extraído del Campus Virtual de la UCA en la asignatura Literatura Espanola s.xviii-xix (II), Cantos Casenave, M. 2007 5 García, Salvador citado en Spanish Romantic Theory and Criticism de Derek Flitter. University Press, Cambrigde. 1992. P-114 6 Larra, Mariano José, Macías, Edición con notas e introducción de Luís Lorenzo-Rivero y George P. Manssur. P-7

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era ciego, por su amor por Laura, en Macías percibimos una mayor pérdida de

vista, -asociada a la razón, cuya asociación metafórica no es causal ya que dicho

valor era esencial en la concepción literaria del periodo neoclásico y que el

romanticismo supuso una ruptura con la corriente anterior y un rechazo a sus

convicciones. Por ello mismo, el protagonista da muestras de su irrefrenable

egoísmo amoroso que eclipsa cualquier otro aspecto, como de ello muestra la

próxima cita extraída del mismo: Si en la tierra, asilo no encontramos, juntos ambos

moriremos de amor 7 De ello se extrae una conclusión: si no puede conseguir su

amor, nuestro hombre prefiere morir: lo cual muestra una obstinada meta en la que

el amor establece los patrones de su vida, y sin ello no encuentra un motivo para

seguir viviendo. Metafóricamente se podría utilizar la ceguera como símbolo de la

muerte de la razón provocada por unos deseos que apaciguan el espíritu a través

de los deseos mundanos. En cambio, contrastándolo con lo anterior, Meléndez

Valdés aboga por cultivar la virtud, que conducirá a encontrar la verdad y así llegar a

Dios, por el camino de la razón y no por el amor mundano. Esto se revela como

influencia de Pope que manifiesta un deseo de profundización en el corazón del

hombre, en su propia identidad y la ascensión hacia Dios. Como resultado de dicha

influencia - entre otras- la búsqueda de la virtud acaba dando a la poesía de

Meléndez un sentido religioso y transcendental.

Por otra parte, retomando Larra, Macías se enfrenta al juicio de valor de una

jerarquía social que, al existir, deniega su unión conyugal con Elvira como resultado

directo de su pertenencia a un bajo estrato social; -en un contexto histórico en el

cual los matrimonios son el resultado de pactos familiares, relegando el amor a un

plano inferior- Sin embargo, esto no afecta un ápice la resolución que adopta

7 Ibid. (1258)

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Macías de casarse con la mujer a la que ama, en la creencia de que su amor es

suficiente para obtener la mano de su amada, Elvira. Así, Larra expresa a través del

amor de Macías un deseo de romper con los códigos sociales y convenciones de la

época. Aquí está Elvira señor, y aquí, como caballero mi juramento primero me

llamaba y el amor. 8 En consecuencia, es el amor quien gobierna la vida de Macías,

no el hombre

tanto es así que no atiende a consideraciones y razonamientos de

nadie que no sienta igual que él: Dígalo vuestra esposa, que a una ciega ambición

inmoláis, ¿Cómo apiadaros del grito del amor? Vos ni sois capaz de amar 9 El amor

romántico en Macías es de carácter absolutamente subjetivo y rechaza la

imposición artificial de las estructuras vigentes y códigos de comportamiento o

convenciones sociales de su momento histórico.

En contraste con un tozudo Macías, se erige la figura del personaje de Elvira

de carácter y construcción más equilibrada y, aún así, en absoluto menos

apasionada y también amante del amor. En éste papel de la mujer presenciamos

una evolución con respecto al personaje de Laura, que ahora llega a manifestarse

de forma virulenta en su amor: ved este llanto amargo y doloroso, ved si os amé, y

si aún amo más que mi propia vida; con violencia 10 Habla de una forma

sorprendente, en absoluto esperada dentro de los márgenes establecidos dentro de

los confines de una mujer, y contrasta sobremanera con Brígida que articula un

discurso mucho más conservador y tradicional. Por otro lado, es bien cierto que

Elvira manifiesta su deseo por proceder con el mismo individualismo subjetivo que

queda reflejado en Macías, sin embargo, ella se muestra algo más considerada y

responsable, siendo éstas dos características normalmente asociadas a la

8 Ibid. (990) 9 Ibid. (1386) 10 Ibid. (1830)

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moralidad del género femenino, de forma que, ahora, queda anclada dentro de los

arquetipos de género, así pues, limitada por su propio código de honor. Un triste

ejemplo de ello lo encontramos en el momento que ella intenta salvar la vida de

Macías, en el que él Macías- malinterpreta su acto como un consentimiento o mera

aprobación a sus planes y de huir de sus obligaciones morales respecto a su ya

esposo Fernán: ¿Vida y compasión solo arriesga una mujer?11 Esto es una muestra

de que Elvira es una mujer que piensa con su corazón y también con su cabeza,

estableciendo un crudo contraste con su altanero o desdeñoso Macías. A este

respecto, cabe resaltar que Batilo por su parte subvierte esa dicotomía simbólica y

la resuelve afirmando que es mejor pensar con el corazón y sentir con la cabeza .

El amor de Elvira es de innegable sufrimiento y queda avocada a pasar por

un auténtico tormento psicológico. Nunca se le permite decidir su propio futuro en

ningún aspecto relevante que le brinde la oportunidad de buscar una felicidad

personal, debido a que cuando no está gobernada por códigos sociales y familiares,

queda igualmente confinada por su amor hacia Macías: Mira mi corazón, débil

juguete de una pasión Tirana, inextinguible. 12 Como consecuencia de este amor,

Larra es capaz de valerse de forma prodigiosa de todos los valores de una heroína

romántica, incluso cuando Elvira es forzada a casarse con Fernán, se siente

obligada a tolerarlo debido a que sus creencias religiosas le usurpan su deseo de

dar respuesta al amor que siente: Eso fuera hacer ofensa a mi esposo, estoy

casada. 13 Aún siendo así, ella no permitirá que su amor trasgreda los códigos que

la constriñen, a pesar de expresar un profundo deseo melancólico. Más aún,

Macías, en su uso de la arrogancia, incluso podría acusar a Elvira de ser pérfida con

11 Ibid. (1830) 12 Ibid. (1455) 13 Ibid. (11170)

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respecto a su amor. Él se muestra santurrón en la creencia de su superioridad moral

y en su obstinación de reivindicar a Elvira como propia, un rasgo compartido por

muchos de los personajes masculinos románticos, que se muestran incapaces de

ver las diferentes aflicciones morales y sociales ejercidas sobre los amantes. Quizá,

un buen ejemplo de ello lo encontramos cuando Macías llega demasiado tarde, aún

cree que él y Elvira pueden estar juntos a pesar de haber contraído matrimonio ella;

Elvira queda impresionada por su audacia para situar su deseo personal por encima

de la palabra de Dios para lograr el amor: Los amantes están solos, las esposas su

lazo de amor ¿Cual hay más santo? Su templo el universo. 14

Destaca la peculiaridad de esta pieza Macías-, que contrasta tanto con la de

su predecesor como con sus sucesores: la patente creencia en la religión y en la

vida después de la muerte, especialmente por parte de Macías. Por su parte, Elvira

es quien busca refugio en Dios, rogándole su apoyo y fuerza, demuestra un

sentimiento dolido en su rechazo a deshacer su matrimonio, indicando que ambos -

ella y la audiencia- podían ser conscientes de la condena de su alma a los infernos

por sus actos cuando se suicida, al sentir que no le queda ninguna otra opción: Yo

encontré un asilo impenetrable en donde salvo del traidor me ponga 15 Así, el Dios

de Elvira se presenta al lector como un Ente que le deniega despiadado al negarle

su consuelo celestial.

idea que será llevada aún más lejos en El Trovador de

García Gutiérrez.

En Macías, el amor romántico es aún un amor condenado al fracaso en

ambos mundos, éste y el que viene después de la muerte. La relación entre éste

amor y la muerte es aparente, y toma como vehículo su relación con Dios. Es por

14 Ibid. (1250) 15 Ibid. (1868)

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ello que parece ser inexistente una resolución a los juicios humanos y sufrimientos

de los amantes. Mientras, a pesar de todo, Macías se contenta con morir habiendo

amado y haber sido amado. ¿Quién más dichoso que aquel que vive y muere

amado? 16

A nosotros, como lectores o audiencia- nos queda una sensación y un

deseo por dar con una conclusión que satisfaga completamente nuestras emociones

y expectaciones sobre el amor romántico retratado, cosa que, obviamente, no

sucede; dejándonos con una sensación de abatimiento y desconsuelo que nos lleva

hacia una reflexión en busca de algún atisbo de esperanza.

En el caso de El Trovador de García Gutiérrez se va más allá, pues las

fronteras de la teología religiosa y romántica vienen a fusionarse en cierta medida

con un movimiento audaz que reemplaza a Dios por los ideales del amor romántico,

en el que el artista romántico emerge como nueva deidad, de los que ambos

amantes son devotos por completo. Las equivalencias trazadas entre la religión

cristiana y el amor romántico son aparentes a lo largo de la obra. Así, el talento

artístico de Manrique se convierte en un rasgo perteneciente a este innovador

sistema. Esta religión de amor se revela en la herbicida de los protagonistas para

captar la atención de Leonor por sus habilidades musicales, lo que ella describe en

términos místicos como revelación: Era tu voz, tu laúd era el canto seductor de un

amante trovador lleno de inquietud. Turbada perdí mi calma, se estremeció el

corazón, y una celeste ilusión me abraso de amor el alma 17 Ella habla en términos

16 Ibid. (1263) 17 García Gutiérrez, Antonio. El Trovador, Edición de Carlos Ruíz Silva. Cátedra, Madrid. 1997. (135)

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similares a san Juan de la Cruz en un diálogo religioso espiritual, una vez más, la

forma más cercana de la expresión de los sentimientos del alma removidos e

inspirados por un amor romántico.

Antes de que Leonor tenga su momento epifánico del amor romántico, en un

escenario propicio de significancia religiosa: una celda de monja, desprovisto de

todo adorno, donde nos encontramos con una Leonor perturbada, desgarrada por

sus recientes votos de matrimonio y su deseo de consumar su amor por su amor

Manrique. Sus palabras una vez más replican aquellas de los místicos, por ejemplo:

el uso de la palabra extasiaba en el siguiente extracto, que a su vez demuestra

como Manrique y su arte están de forma constante en su mente, y no la imagen

religiosa de Cristo que se encuentra justo frente a ella: Cuando en el ara fatal

eternal fe te juraba, mi mente ¡ay Dios! Se exagiaba en la imagen de un mortal.

Imagen que vive en mí, hermosa, pura y constante No, tu poder es bastante a

separable de aqua 18

Más aún, las direcciones de escena recrean también una imagen de

transposición mística: en el fondo a la izquierda habrá un reclinatorio 19 imágenes

de epifanía religiosa aparecen inmediatamente la mente de la audiencia y lector de

forma análoga. El arte y amor de Manrique, y el nivel tan profundo que evocan,

ejercen un mayor poder sobre Leonor que Dios. El amor romántico ha abrumado a

nuestra heroína sin dejarle una salida y resulta subyugada. El hecho de que Leonor

es ciertamente esclava de sus pasiones no viene a significar, en forma alguna, que

es más fácil para ella romper los votos hechos a la institución del matrimonio -en

consecuencia religiosos- y, en última instancia, con Dios. Presenciamos una

18 Ibid. (III:IV 21) 19 Ibid. p-150

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turbulenta lucha interior en la psique de nuestra heroína entre la razón y las

emociones, lo divino y lo mundano, tema de larga tradición lamentativa herencia del

petrarquismo curiosamente una de las influencias poéticas de Meléndez Valdés-

Ella es bien consciente de las implicaciones morales de sus acciones y sus deseos,

un adulterio ciego: ya que a pesar de sus luchas internas, Leonor elige fugarse con

su amante Manrique, siguiendo los dictados de su amor. Un amor sublime en este

mundo que derrota el deseo del amor eterno posterior a la muerte. No sólo como

acto profano explícito, sino que va incluso más allá al cometer suicidio, ya que, con

ello, rompe también con la ideología cristiana. No importa si es en el intento de

salvar a Manrique en un acto desinteresado de amor, pues es plenamente

consciente de que al hacerlo rechaza toda posibilidad de reconciliación con Dios.

Por tanto, el Dios de Leonor no es, al menos, benevolente, ella reconoce esto, de

ahí que Leonor muera, y sea Manrique quien llore su muerte y guarde su luto. En un

momento conmovedor, Manrique canta a las virtudes de su amada muerta. Coloca

una corona de flores que dibuja un paralelismo con la corona de la vida en el libro

de las revelaciones, no temas ninguna de estas cosas por las que sufrieres,

contemplado y el Diablo arrojará parte de ti a una prisión será el intento y tribulación

en diez días; se creyente hasta la muerte, y yo te otorgaré una corona de vida 20 Es

lógico por tanto que sea Manrique quien alabe sus virtudes en muerte, debido a que,

a los ojos de Dios, ella ha pecado como para tener el favor y acceso al paraíso, el

cual ella decidió abandonar desde el momento que decide quedarse con otro tipo de

paraíso: el mundano, materializado por el amor de Manrique. Aunque, tal y como

nosotros lo presenciamos, dada la naturaleza sublime y espiritual de este amor, éste

es incompatible e inapropiado con la existencia humana.

20 Flitter, Derek; F. Diaz, Luís; Zaragoza, Georges. Capítulo II de The book of revelations, citado en Don Alvaro et la Drame romantique espagnol de Derek Flitter. P-7

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El trovador ha sido convertido en deidad, y mientras Leonor es incapaz de

mantener juramento a Dios, en cambio puede actuar fiel a la promesa que contrae

con Manrique. En otras palabras, ha prestado juramento a ambos y es Manrique

quien sale vencedor una vez se demuestra la incompatibilidad para cumplir ambos

votos; así pues, lo el voto mundano se presenta superior al divino. ¿No me juraste

amarme eternamente por el Dios que gobierna el firmamento? Ven a cumplirme, ven

a tu juramento. 21 Habiéndose convertido un icono de amor romántico en su mente

mi corazón te idolatraba 22 Manrique es feliz al alcanzar el role de Dios y se auto-

concederá el amor verdadero. En su mente no hay nada más grande que el amor

que comparten y, al igual que Macías era un hombre que ama y nada más 23, el

amor del trovador se presenta igual de potente, pues Leonor también viene a

representar enteramente el sentido de su existencia: Ella es mi amor, mis

esperanzas, tú para mi eres todo ángel hermosa .24 Ambos amantes son fieles a su

interpretación romántica del amor, de su relación con Dios, y la fe cristiana.

Llegados a este punto, religión y amor romántico se influyen el uno al otro, como

ejemplo evidente de esto: aunque en términos de amor romántico la mujer haya

sufrido igual o más que el hombre y haya sido puesta a prueba de forma extrema,

se le niega ascender a un estado espiritual, como recompensa, debido a que, aún,

se presenta conflictiva la doctrina cristiana respecto al género al que se adscribe

ella.

El pensamiento romántico en España permanece en la línea tradicional, en concordancia con lo que escritores españoles siempre han querido que sea lo que el romanticismo represente: una literatura espiritual que fue el producto

21 García Gutierrez, Antonio. El Trovador. Edición de Carlos Ruíz Silva. Cátedra, Madrid, 1997. (III:II 172) 22 Ibid. (138) 23 Larra, Mariano José, Macías, Edición con notas e introducción de Luís Lorenzo-Rivero y George P. Manssur. P-7 24 García Gutierrez, Antonio. El Trovador. Edición de Carlos Ruíz Silva. Cátedra, Madrid, 1997 (162)

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de creencias cristianas y que fue justo lo opuesto a lo racional y lo material .25

Al ser fruto de las creencias cristianas, rinde un premio imposible a los

amantes, especialmente si son incapaces de superar las pruebas y el sufrimiento al

que serán expuestos mediante la fe y en la creencia que al final su amor los unirá en

la otra vida. En el texto, sin embargo, los deseos mundanos de unión de nuestros

protagonistas se demuestran más fuertes, sin hacer reflexión sobre el precio último

a pagar ante Dios, por lo que el amor romántico queda encapsulado dentro la

doctrina cristiana, sin minusvalorar su matiz revolucionario pues, desde este prisma,

se revela contra ella.

Para Juan Meléndez Valdés la religión y Dios también junto al amor- se

llegan a convertir en la razón de su existencia, con Dios establece una relación muy

personal, como queda reflejado en su Oda VIII de las sagradas- Al ser

incomprensible de Dios:

Santo Jehová, cuya esencia adoro, mas no entiendo

cuando su influjo y celestial presencia dichoso estoy sintiendo.

Mientras más te contemplo y con más ansia te sigo, más te alejas,

y tu bondad inmensa y mi ignorancia tan sólo ver me dejas. 26

Meléndez acaba por hacer positivo el sufrimiento a través de la verdad y la

virtud. En la expresión de todos estos pensamientos hay dos fuentes principales a

las que acude Batilo: Fray Luis, en su motivación; y a Pope en muchas de las ideas

que expresa. El poeta inglés gozó de las preferencias del magistrado; en una carta

de 1778 dirigida a Jovellanos, leemos:

25 Flitter, Derek. Spanish Romantic Theory and Criticism. University press. Cambridge. 1992. P-129

26 http://www.poesia-inter.net/ -- Sección Juan Meléndez Valdés "Batilo" (1754-1817) --

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Pope en este verano me ha llenado de deseos de imitarle, y me ha puesto

casi a punto de quemar todas mis poesías; he visto en él lo que tantas veces Vuestra Señoría me he predicado sobre el estilo amoroso; más valen cuatro versos suyos del Ensayo sobre el hombre, más enseñan y más alabanzas merecen que todas mis composiciones 27

En ella encontramos respuesta a la que Jovellanos envió a la Academia

poética de Salamanca en 1776: epístola I Carta de Jovino a sus amigos

salmantinos , en la que les invitaba a olvidar los temas amorosos para que la poesía

se convirtiera en vehículo del ideario ilustrado. Muy receptivo, ésta será la fecha en

la que Meléndez Valdés inicie una poesía de estilo neoclásico, enriquecida con

reflexiones morales. En la misma línea de pensamiento de Jovellanos, Batilo afirma:

la poesía debe ponerse al servicio de esta «reforma radical», que traiga «la ilustración y cultura». Es preciso dar a los que necesitan mayor formación (pueblo e infancia) unas «composiciones que no respiren sino noble honradez y sensibilidad oficiosa, que inspiren dulcemente las virtudes sociales y domésticas, y formen sin sentirlo los ánimos a la rectitud, al heroísmo y al amor de la patria y a nuestros semejantes. La literatura se convierte en regla de la sociedad; que es preciso transformar. En cierta manera se compromete con un sistema, el ilustrado, que pretende producir con sus presupuestos una nueva manera de entender la vida, y la poesía se hace de este modo social, humana y política. 28

No obstante, la trayectoria de Meléndez demuestra ser pendular pues se

inicia con una poesía amorosa y concluye inclinándose hacia una tendencia

prerromántica, marcado por acontecimientos desgraciados de su vida que le hacen

escribir con pasión a un amor articulado de diferentes formas.

Las composiciones de la primera etapa pintan en las anacreónticas a una mujer dominada por las pasiones amorosas, frívola o del tópico del amor cortés en las que escribe bajo el estilo neoclásico. Poco a poco la fémina va adoptando una nueva identidad. Ya en las explicaciones anteriores hemos visto cómo la dama era objeto de crítica por sus usos sociales: la aristócrata era víctima de numerosos vicios en el ámbito cortesano (lujo, frivolidad, lujuria, ociosidad) mientras que la campesina adoptaba rasgos positivos. En el romance XXII la hermosa del alma jamás se acaba, y es la mejor belleza (1814) el poeta rechaza que el físico sea el único atractivo para el hombre,

27 Palacios Fernández, Emilio Juan Meléndez Valdés, Poeta social (UCM)

28 Palacios Fernández, Emilio. Evolución de la poesía en el siglo XVIII, en Historia de la literatura española e hispanoamericana, coordinada por E. Palacios, Madrid Ediciones Orgaz, 1981

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quien por contra aprecia en ella la amable inocencia , el pensar divino , la amistad, las sencillez, la modestia, y concluye que, en su madurez, aunque sus sienes estén canosas, su alma jamás envejece . En el romance la ternura maternal (1814) el poeta describe una emotiva estampa de la madre jugando con su hijo, de amor inocente ( no el grosero que se bebe/del vicio en la amarga copa ) Le aconseja que le alimente con sus pechos, frente al comportamiento de los nobles que alquilaban amas 29

Conjuntamente, desde mi punto de vista, dos parecen ser los ejes que

mueven al Poeta en relación al amor, paradójicamente siempre provocadas por el

dolor: ejemplo de ello son las elegías como la dedicada a la muerte de Filis -tal vez

un amor desconocido del poeta- o las que poetizan el fallecimiento de su hermano

Esteban. Alguna de sus Elegías morales describen la situación de tristeza de su

vida. En la II, «El melancólico a Jovino», Meléndez emplea la mejor imaginería

lúgubre: «Tú me juzgas feliz... ¡Oh si pudieras / ver de mi pecho la profunda llaga, /

que va sangre vertiendo noche y día30!» Ni el recuerdo de la amistad de Jovino sirve

de consuelo. Se ha anidado la angustia en su corazón, hasta convertirse en

merecedor de piedad:

Sí, amigo, sí; mi espíritu, insensible del vivaz pozo a la impresión suave, todo lo anubla en su tristeza oscura,

materia en todo a más dolor hallando, y a este fastidio universal que encuentra

en todo el corazón perenne causa. 31

Otras elegías de estas fechas recuerdan temas amorosos con espíritu

nostálgico. En ellas, el amor ya no tiene un sentido dichoso y de regodeo, como en

versos anteriores, sino el tormento del amor irrealizable o de la partida. Nada tienen

que ver éstas con las Elegías morales de la edición póstuma de sus obras, mucho

más austeras y reflexivas con multiplicidad de rasgos autobiográficos. El segundo

hecho capital que transfiere a su vida sones entristecidos tiene lugar en marzo de

29 Palacios Fernández, Emilio. Juan Meléndez Valdés, Poeta social (UCM) 30 http://www.poesia-inter.net/ - Sección Juan Meléndez Valdés "Batilo" (1754-1817) - 31 Ibid.

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1786 con el fallecimiento de Cadalso, el maestro que le introdujo en la poesía y en

el pensamiento. Lamentos amargos por el sufrimiento ante la pérdida del amigo, así,

la oda XXIII -de las filosóficas y sagradas- acopia sus impresiones y emociones ante

esta desgracia y retoma el uso de una escenografía fúnebre:

¡Silencio augusto, bosques pavorosos, profundos valles, soledad sombría,

altas desnudas voces, que solo precipicios horrorosos

mostráis a mi azorada fantasía! 32

Ciertamente, tras su boda, el sentido de la poesía amorosa vuelve a mudar de

aires, ya en declive desde la Didáctica de Jovellanos. El poeta se deja de lado a

Filis, casada con Licidas, de la rotunda Rosana y de la pasajera Fany. Ahora, los

devaneos siguen los poemas a Clori, si bien es cierto que no es fácil confirmar

cuáles son, pues en varias ocasiones unos versos concebidos para una sujeto

hallaron otro receptor con únicamente retocar el nombre de uno por otro. Más aún,

entusiasta con este enamoramiento, la elegía IV «El retrato»: «Clori, amor, vida,

esposa...» Festivo observando el sueño de Clori, mientras el céfiro bullicioso juega

con su cabello (silva V, «Al céfiro, durmiendo Cloris»). Destaca de manera especial

el romance XXII, «La hermosura del alma jamás se acaba, y es la mejor belleza»,

en el que el poeta nos hace un bosquejo preciso de las virtudes físicas y morales de

Clori: Ojos alegres, mejillas de grana y nieve, nariz agraciada, blanca frente, dulce

boca, senos de jazmines; una clara alusión al amor y al deseo, que por encima de

todo esto encarna otros dones como inocencia, dulzura, ternura, sensibilidad,

humanidad, sencillez, modestia... «Que los encantos del cuerpo / son vanos frágiles

bienes, / flor de un día, que a la tarde / su pompa y matices pierde».Y esto es, sobre

todo, lo que Meléndez admira de su esposa, porque «el alma, Clori, jamás

32 Ibid.

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envejece».

El segundo eje amoroso de Meléndez Valdés es España, la amada patria,

especialmente una vez que se ve forzado a exiliarse en Francia. Su vida en el exilio

está llena del recuerdo nostálgico de su patria, apenas la lectura y sus versos

pueden distraerle de su desgracia. Solo le mantiene aferrado a la vida la esperanza

del retorno, su vista se dirige constante a la patria, y recorre su extensa geografía:

«Tú eres todo a mis deseos: / tú, si enconos me persiguen, / tú, si envidias me

oscurecen, / todas mis penas redimes»33 Ama España y la concibe como un bien

superior que está por encima del odio y la calumnia, y que vendrán días en que el

desdichado desterrado será recuperado:

Vendrá un día, en que imparciales la razón y la justicia

me honrarán, cual hoy me infaman la impostura y la perfidia; en que los gritos falaces

con que hoy el vulgo alucina, la verdad los enmudezca

la religión los proscriba [...]34

Un amor desgarrado y rencoroso que muestra su recelo y amargura por la

incomprensión de sus propios compatriotas hacia las motivaciones que llevaron a

Meléndez a convertirse en afrancesado y jurar lealtad al rey invasor José I. En pro

de un bien superior anteriormente citado, Meléndez Valdés parece sacrificar sus

propios ideales de nación en pro del bien de España, con la plena convicción que

las ideas ilustradas vendrán por un camino más fácil de manos de los afrancesados.

Aún así, muestra su reticencia a abandonar su identidad española -incluso cuando

se reconoce afrancesado- como ejemplo de ello se postula en contra de las

injerencias francófonas en la lengua castellana.

33 Ibid. 34 Ibid.

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Otro ejemplo de este amor herido o despechado por la patria lo encontramos

en la oda XXVIII «Afectos y deseos de un español al volver a su patria»:

Todos en uno unidos todos en santa paz, todos hermanos,

lejos ya los partidos, lejos los hombres vanos,

que enconos atizaron tan insanos. Así, españoles todos,

lo fuimos siempre en el amor, lo fuimos bien que en diversos modos,

allí do a España vimos allí a salvarla crédulos corrimos. 35

El dolor y el llanto fueron unas constantes en la vida de Meléndez y con ellas

alcanzamos la apoteosis de su crecimiento y su expresión amorosa. Como hemos

visto, las desgracias personales propiciaron una profundización en el sentimiento

que brotó constante por múltiples heridas. Por eso no debe extrañarnos que con

frecuencia eche mano de una imaginería luctuosa, influencia de Young, a través de

Cadalso, de corrientes de moda cultural europea o de mano de la poesía herida de

Fray Luis. Es por todo ello que en Meléndez se da un acrecentamiento del

sentimiento, del dolor y su expresión fúnebre en gran parte de su literatura. Pero

esto no es casual, ya que su vida gira en torno a un azar caprichoso, desdichas y

persecuciones. En definitiva, el amor fue para él un veneno dichoso en la vida de

Batilo, a través del cual expresó su vida y sus ideales a través del cultivo de la virtud

que le lleva a la verdad y, en consecuencia, a Dios.

35 Ibid.

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ESBOZO BIOGRÁFICO CURRICULAR: José M. Pérez Sánchez (JM.Persánch)

Licenciado en Filologías Inglesa e Hispánica por la Universidad de Cádiz; comenzó su Doctorado en el Bienio 2004-2006, en el que registró y entregó un trabajo de investigación en el departamento de Historia de América, previo a la tesis, bajo el nombre de La Creación del Latino en la Sociedad Norteamericana a través del Cine: Sus Estereotipos y Memoria Colectiva, en 2006; publicó su primera novela bajo el nombre El Espejo, en 2006. Antesala de olvido / Prelude to Oblivion supuso la publicación de su primer poemario, en 2007, donde recoge una selección de poemas escritos durante su estancia en Birmingham, Reino Unido, mientras cursaba estudios en la University of Birmingham como estudiante de intercambio, año académico 2005-2006, quizás, por ello decide llevar a cabo la publicación a través de una edición bilingüe. En el mismo año publicó su segundo poemario Poesía del agua, demos voz al agua. El Centro Poetico

de escritores noveles (Madrid) seleccionó un poema suyo como semifinalista de su concurso literario "Palabras Indiscretas" y lo publicó en una antología poética bajo el mismo nombre en el verano 2008. Recientemente fue Profesor EFL en Cavendish School of English (Bournemouth, UK) y actualmente es director fundador del Grupo Literario Palabras Indiscretas y responsable de la sección de Estudios Hispánicos en la Revista Sarasuati.

Abierto a proyectos, propuestas, colaboraciones.

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