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Universiteit Gent Faculteit Letteren en Wijsbegeerte
Taal- en Letterkunde: Spaans-Engels Academiejaar 2009-2010
La representación de la villa de emergencia en La Villa de César Aira, Vivir afuera de Rodolfo Fogwill e Impureza de Marcelo
Cohen
Masterscriptie ingediend tot het behalen Promotor: van de graad van Master in de Taal- en Prof. dr. Ilse Logie Letterkunde: Spaans-Engels door Ilse Cadron
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Agradecimientos Deseo expresar mi agradecimiento a todas las personas sin quienes no hubiera podido llevar a
término el desafío que ha sido esta tesina:
Antes que nada, a mi profesora y directora de tesina, Prof. Dr. Ilse Logie, por suscitar mi interés por la
literatura hispanoamericana, por guiarme en este trabajo y por invertir su tiempo en las revisiones.
A mis padres y mi hermana por apoyarme en cada momento, por convencerme de mis capacidades y
por tener confianza en mis elecciones.
A mi familia y amigos argentinos sin quienes no hubiera empezado esta carrera. Gracias por las
conversaciones y discusiones y por las experiencias compartidas que me hicieron crecer como
persona. Gracias por conquistar un lugar en mi corazón.
A Eva por apoyarme en los momentos más difíciles (y saber cuando eran).
A Caro por el interés en el tema, por alentarme para seguir adelante y por enseñarme el valor de las
palabras.
Y finalmente, a mis amigos y compañeros de la facultad, y en especial Candy y Rilke, por correr la
misma suerte, por compartir los momentos de diversión, y por convencerme de que todo saldrá
bien.
Muchas gracias a todos.
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Tabla de contenido Agradecimientos ..................................................................................................................................... 2 1 Introducción general ...................................................................................................................... 4 2 El contexto argentino: la villa de emergencia o villa miseria en Buenos Aires .............................. 6
2.1 Introducción ............................................................................................................................ 6 2.2 La villa de emergencia o villa miseria ...................................................................................... 6
2.2.1 Caracterización ................................................................................................................ 6 2.2.2 Origen y surgimiento de las primeras villas de emergencia en Buenos Aires................. 7 2.2.3 La inserción del modelo neoliberal ................................................................................. 8
3 Las villas de emergencia en la literatura argentina reciente ........................................................ 11 3.1 Introducción .......................................................................................................................... 11 3.2 Imágenes villeras recientes ................................................................................................... 12 3.3 Representaciones de la ciudad.............................................................................................. 15 3.4 Representación del espacio .................................................................................................. 18
4 Análisis de La Villa de César Aira .................................................................................................. 20 4.1 Introducción .......................................................................................................................... 20 4.2 César Aira y el realismo en La Villa ........................................................................................ 20 4.3 La representación del espacio en La Villa ............................................................................. 22
4.3.1 Introducción .................................................................................................................. 22 4.3.2 El barrio de Flores y la geometría no convencional de la Villa ...................................... 22 4.3.3 El recorrido de Maxi por Flores hacia el laberinto de la Villa ........................................ 24 4.3.4 Centro-periferia y la ciudad fragmentada ..................................................................... 26
4.4 La experiencia del “otro” y las imágenes de los habitantes villeros ..................................... 28 5 Análisis Vivir Afuera de Rodolfo Fogwill ....................................................................................... 34
5.1 Introducción .......................................................................................................................... 34 5.2 Vivir afuera y el nuevo realismo ............................................................................................ 34 5.3 Vivir afuera y la vida bonaerense en los años ’90 ................................................................. 35 5.4 Los paseos y encuentros en Buenos Aires (adentro y afuera): el espacio en Vivir afuera.... 37 5.5 La marginalidad de la villa e imágenes villeras ..................................................................... 39 5.6 El lenguaje, las jergas y la construcción de los personajes ................................................... 42 5.7 Conclusión ............................................................................................................................. 44
6 Análisis de Impureza de Marcelo Cohen ...................................................................................... 45 6.1 Introducción .......................................................................................................................... 45 6.2 Literatura de anticipación, ciencia ficción y ficciones distópicas .......................................... 45 6.3 “El país del barrio Lamarta” .................................................................................................. 48 6.4 La construcción de una identidad villera a través de la música: el merigüel, el melonche y el
tango ..................................................................................................................................... 51 6.5 Conclusión ............................................................................................................................. 54
7 Comparación de la representación de la villa miseria en las tres novelas ................................... 56 7.1 Introducción .......................................................................................................................... 56 7.2 La sociedad argentina en las novelas .................................................................................... 56 7.3 Modos de representación ..................................................................................................... 57 7.4 Los espacios de exclusión ...................................................................................................... 58 7.5 La representación literaria de los habitantes de la villa........................................................ 59 7.6 Modos de caracterización de los villeros .............................................................................. 61
8 Conclusión general ....................................................................................................................... 62 9 Bibliografía .................................................................................................................................... 64
9.1 Bibliografía primaria .............................................................................................................. 64 9.2 Bibliografía secundaria .......................................................................................................... 64
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1 Introducción general El presente trabajo tratará el tema de la representación actual de la villa de emergencia en tres
novelas de escritores argentinos contemporáneos, a saber, La Villa de César Aira, Vivir afuera de
Rodolfo Fogwill e Impureza de Marcelo Cohen. En los últimos veinte años Argentina ha sido el
escenario de profundas transformaciones que resultaron en una reestructuración económica y social
de la vida argentina y que asimismo se manifestaron en el aspecto urbano de las grandes ciudades
como también Buenos Aires. En dicho contexto las villas de emergencia, villas miseria o simplemente
villas se hicieron muy presentes en la ciudad y la vida urbana y, por consiguiente, asimismo en el
imaginario colectivo de los argentinos. El país parece haber perdido los medios para ignorar su
pobreza. Además, esos cambios han afectado la imagen de fuerte arraigo en el imaginario colectivo
que consideraba la Argentina como el país más europeizado de Latinoamérica.
Ahora bien, las narraciones de pobreza y, más en particular, la temática de la villa miseria no son
nuevas en la literatura argentina. Sin embargo, dado que el contexto socio-político en el que se
conciben las obras recientes que abordan dicha temática ha cambiado, se supone que ello se refleja
asimismo en el imaginario literario. De hecho, unas investigaciones (exploratorias), como la de De
Lucía (2006), Muñiz (2008) y Saítta (2006) han reconocido cambios en la imaginería y los modos de
representación que se asocian con las villas de emergencia en la literatura argentina reciente.
Entonces, en este trabajo se estudiará qué imágenes se emplean para representar la villa miseria en
La Villa de César Aira, Vivir afuera de Rodolfo Fogwill e Impureza de Marcelo Cohen. Las siguientes
preguntas guiarán el análisis de las obras. ¿Cuáles son los modos de representación que las obras
emplean? ¿En qué espacio insertan los autores la villa de emergencia y cómo se crea dicho lugar que
el lector reconoce como una villa miseria? Y finalmente, ¿de qué manera se construyen los
personajes villeros y su identidad?
Para la propuesta tarea se definirá en una primera parte lo que son villas de emergencia en
Argentina, se comentarán sus orígenes y cómo estuvieron presentes en Buenos Aires en el siglo
pasado. Como las novelas de nuestro corpus literario datan de 1998, 1999 y 2007 también se
prestará atención al marco histórico en el que se han concebido las novelas analizadas. Hemos
demarcado el período pertinente en cuanto a la representación de la villa miseria actual desde el
principio del gobierno menemista en 1989 hasta la actualidad.
En el segundo capítulo se indagará sobre las teorías literarias que se asocian con representaciones de
la ciudad en la literatura argentina, en particular, la ciudad fragmentada y la oposición centro-
periferia. Asimismo se examinarán las imágenes villeras propuestas por De Lucía (2006) en Culturas
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Villeras. Una Aproximación a la Mirada de la Villa Miseria en la Literatura Argentina y se presentará
el artículo de Horne y Voionmaa (2009) “Notes Toward an Aesthetics of Marginality in Contemporary
Latin American Literature” que enfoca en las narraciones que tematizan la marginalidad en la
literatura latinoamericana contemporánea. Por último, se hace referencia al trabajo de Muñiz (2006)
quien ha detectado imágenes más positivas que se asocian con la villa de emergencia.
Los capítulos siguientes consisten en el análisis propiamente dicho de las novelas. En ellos se tratará
de reconocer imágenes villeras y representaciones de la ciudad que se han propuesto en los artículos
tratados en el segundo capítulo, al igual de ver qué modos de representación se emplean, cómo se
crea el espacio de la villa de emergencia y cómo se construye una identidad villera en dichas novelas.
Se ha optado por tratar las novelas por orden cronológico, es decir, primero se analizará La Villa de
César Aira, después Vivir afuera de Rodolfo Fogwill y finalmente Impureza de Marcelo Cohen. Para La
Villa nos hemos basado en el año de escritura, 1998, y no en el año de publicación que es el 2001. En
el capítulo final se compararán las novelas en cuanto a los mismos temas enumerados.
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2 El contexto argentino: la villa de emergencia o villa miseria en Buenos Aires
2.1 Introducción
La década de los ’90 ha estado marcada por profundas transformaciones en la economía, la sociedad
y las ciudades argentinas. Parece que dichos cambios tampoco dejan de instalarse en el imaginario
colectivo. Entre ellos figura también el fenómeno de las villas de emergencia, que cobran un nuevo
lugar en el imaginario argentino. Su importancia se refleja en la prominencia de temas villeros en los
medios de comunicación – pensemos en los informes diarios de casos de delincuencia que se liga a la
presencia de las villas miseria y el debate sobre la urbanización de algunas villas1 –, el discurso de los
políticos, la música2 y finalmente también en la literatura.
En este capítulo nos preguntaremos cómo se puede definir la villa de emergencia, dónde originó en
Argentina y qué lugar ocupa actualmente en la ciudad y la sociedad argentinas.
2.2 La villa de emergencia o villa miseria
2.2.1 Caracterización La villa de emergencia es un fenómeno habitacional urbano que se conoce asimismo bajo el nombre
de favela, en Brasil, pueblo joven en Perú, cantegril en Uruguay, callampa en Chile y rancho en
Venezuela. (Ratier 1985) En Argentina también se refiere a ella mediante los términos villa o villa
miseria. Dicha última denominación apareció por primera vez en 1957 en la novela Villa miseria
también es América del escritor Bernardo Verbitsky. (Crovara 2004: 35)
La Comisión Municipal de la Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires define las villas de emergencia
como "asentamientos ilegales de familias en tierras fiscales, y en algunos casos de particulares, con
construcciones que no cumplen normas mínimas edilicias o de habitabilidad, sin infraestructura de
servicio, ni salubridad e higiene compatible con la vida urbana, configurando un alto grado de
hacinamiento poblacional y familiar" y sus habitantes como “familias provenientes en su mayoría del
interior del país y de países limítrofes, con escasos recursos económicos y baja calificación de mano
de obra, que se encuentran en estado de marginalidad.” (Giménez y Ginóbili 2003: 76) Las viviendas
de esos asentamientos informales suelen construirse con materiales de descarte como chapa y
1 Lag, Nahuel: “Por unanimidad, la legislatura dispuso la urbanización de las villas 31 y 31bis de Retiro”, Página
12, 4/12/2009. http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-136437-2009-12-04.html 2 Destacamos la aparición de la cumbia villera y temas como “En la ribera” de Bersuit Vergarabat.
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cartón y se sitúan en su mayoría en terrenos inadecuados a su urbanización, incluyendo tierras no
saludabres, terraplenes de ferrocarril y bajo autopistas.3
2.2.2 Origen y surgimiento de las primeras villas de emergencia en Buenos Aires
El origen de las villas de emergencia se remonta a los años ’30 del siglo XX. Después del ‘crack
financiero mundial’ de 1929 el país comenzó la década de los ’30, conocida como ‘la década infame’,
bajo importantes transformaciones económicas. Aparte de los 4 millones de inmigrantes europeos
que habían llegado a la Argentina entre 1880 y 1910 (Aboy 2005: 26), la crisis económica pone en
marcha una enorme oleada migratoria desde el interior del país. Miles de personas dejan el campo
en busca de oportunidades económicas en la ciudad, donde la naciente industrialización para
sustituir a las importaciones precisaba mucha mano de obra (Pigna 2006: 165-6). Dicho proceso de
industrialización lleva consigo profundos cambios en la configuración del espacio urbano. Como la
ciudad de Buenos Aires no estaba dispuesta a recibir y alojar esta oleada de gente, provenientes
tanto del interior como de afuera, y atender a sus necesidades habitacionales, surge lo que
generalmente se considera como el primer asentamiento, la llamada Villa Desocupación en Puerto
Nuevo a principio de los 1930. (Blaustein 2006: 15)
Las primeras villas de emergencia se situaban en las cercanías del puerto, de la zona industrial del
Riachuelo, de los basurales y de las terminales ferroviarias por la proximidad a sus lugares de trabajo
(Prévôt Schapira 2001: 48). A pesar de las expectativas prometedoras gran parte de los inmigrantes
terminaron sin trabajo alguno o buscaron una manera de sobrevivir en el empleo informal. A modo
de ejemplo citamos el caso de “La Quema”, un basural municipal, donde los primeros “cirujas” o
“cartoneros” revisaban los desechos en busca de objetos útiles o reciclables para luego venderlos.
(García 2007: 9)
A pesar del surgimiento de varias nuevas villas y el crecimiento de las ya existentes, durante el
período populista de 1940 a 1970 se consideraban estos asentamientos precarios como
esencialmente temporales. (Prévôt Schapira 2001: 37) Aunque muchos sin trabajo asalariado
quedaron excluidos, éste período se caracteriza por la fe en la movilidad ascendente que se instaló
profundamente en la retórica peronista con su gran plan de construcción de viviendas y la
integración de los pobres e inmigrantes “por medio del desarrollo del sector asalariado y un
urbanismo planificado”. (Prévôt Schapira 2001: 37) Como indica Prévôt Schapira (2001: 36) “la gran
capacidad de incorporar a los pobres, los humildes, los descamisados, a la ciudad y a la nación,
mediante formas clientelistas y un imaginario político fuerte, ha caracterizado el modelo urbano de 3 http://www.asociacionsud.org/pobreza-en-argentina/villas-miseria-de-buenos-aires/
http://www.asociacionsud.org/pobreza-en-argentina/villas-miseria-de-buenos-aires/
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los años de crecimiento” y contrasta profundamente con el modelo que se desarrollará a partir de los
años ’70.
A partir del golpe de estado de 1955 – como retórica anti-peronista – surgen los primeros planes de
erradicación de las villas miseria (Aboy 2005: 132), lo cual se llevará a cabo ante todo durante la
dictadura militar del 1976. Dichos planes se suelen atribuir, por una parte, a la idea de las villas como
semillero de peronistas respectivamente revolucionarios y por otra, como indica Jorge Lanata (2009)
el proyecto militar de “embellecer” la ciudad. El número de habitantes de villas de emergencia
disminuyó de 220.753 personas en 1976 a 34.554 en 1980 (Lanata 2009). A partir de la dictadura
militar asimismo se iniciarán gradualmente las políticas neoliberales.
2.2.3 La inserción del modelo neoliberal
Con la instalación del modelo neoliberal las villas de emergencia se convirtieron en asentamientos de
carácter permanente. Si bien la dictadura militar abrió el camino a la liberación del mercado, es ante
todo el gobierno de Carlos Menem (1989-1999) que implementó medidas neoliberales más radicales
para combatir la crisis que azotaba el país durante los últimos años de los ’80. La disminución del
papel del Estado por medio de la privatización de los servicios públicos, la desregulación de mercados
y la eliminación del déficit fiscal (Crovara 2004: 30) tuvieron importantes consecuencias no sólo en la
economía del país, sino también en la configuración urbana y la sociedad argentinas.
Si bien en la primera mitad de los ’90 dicho rumbo neoliberal arrojó resultados parciales, es sobre
todo en la segunda mitad de la década que se hacen sentir los efectos nefastos del fracaso del
experimento neoliberal, culminando en la crisis económica del 2001 que hizo terminar muchos
integrantes de la clase media en la pobreza y resultó en el crecimiento espectacular de los
asentamientos precarios. De esta manera las villas miseria y los fenómenos que se relacionan a su
existencia se hicieron aún más actuales. Mientras que en 2001, 108.056 personas vivían en una villa
de emergencia, esta cifra aumentó a 167.500 en 2008. De modo similar se sumaron a las 21 villas
tradicionales 24 nuevos asentamientos en 2006. (Lanata 2009) Según Portes y Roberts (2005: 13) los
efectos de la inserción de los países latinoamericanos al libre mercado se manifiestan en los
siguientes campos: sistema urbano y primacía urbana, desempleo y empleo informal, pobreza y
desigualdad, delincuencia y victimización. Como consecuencia del aumento de la tasa de desempleo
asimismo puede observarse un crecimiento en el empleo informal.
Como se acaba de ver, dicha reestructuración económica transformó las relaciones sociales y
urbanas de manera que ya no se basaban en los principios de solidaridad e integración social, sino
que se instaló una lógica privada (Prévôt Schapira 2001: 41) que condujo a una creciente segregación
y fragmentación socio-espacial. (Giménez y Ginóbili 2003: 75) Sin embargo, este proceso no es
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exclusivo de la Argentina, sino que se produjo en muchos países latinoamericanos al introducirse al
libre mercado.
El fenómeno de fragmentación se entiende como el “rechazo creciente por la vida pública y por un
relegamiento a la esfera privada” (Prévôt Schapira 2001: 44), de lo cual dan muestra los espacios
cerrados en los que tanto los pudientes como los pobres respectivamente se agrupan. Por un lado,
los adinerados se retiran en numerosos clubes de campo, countries y barrios privados que cubren los
propios servicios, incluso seguridad, y que se ubican lejos de los problemas de convivencia de la
ciudad, aunque con acceso directo a las autopistas a la Capital Federal donde trabajan (Vidal-
Koppmann 2009: 80). Por otro lado, asimismo los pobres se agrupan cada vez más en espacios
aislados como las villas de emergencia o barrios degradados. El aumento de los casos de delincuencia
y violencia contra propiedades y personas como efectos de la crisis económica reciente y la
consecuente sensación de falta de seguridad estimulan, por una parte, a los pudientes a encerrarse
en barrios privados y, por otra parte, aumentan la ‘impenetrabilidad’ –incluso para las fuerzas
policíacas– de muchas villas miseria.
Prévôt Schapira (2001: 43), basándose en un estudio del INDEC, argumenta que la tasa de desempleo
y los ingresos se relacionan con una polarización geográfica. Mientras que el norte del conurbano
bonaerense y los barrios del norte de Capital (Belgrano, Barrio Norte, Palermo) son los sitios más
acomodados, la pobreza se concentra claramente en el sur de Capital, ante todo los barrios que
lindan con el río Riachuelo, y la zona sur de Gran Buenos Aires. Así también confirma Jorge Lanata
(2009) que “los sectores más desatendidos se encuentran geográficamente en el sur de la ciudad,
donde también se ubica el 72% de las villas de emergencia.”
La clase media siempre ha desempeñado un papel significativo en la creación de la imagen de los
habitantes de Buenos Aires. Sin embargo muchos miembros de esta clase cayeron en la pobreza a
causa de la crisis económica del 2001 que afectó fuertemente a la clase media. En este contexto se
habla de la heterogeneización de pobreza o el ensanchamiento de las formas de pobreza, por lo cual
se distingue entre los pobres estructurales, los empobrecidos, y los ‘nuevos pobres’. Los
empobrecidos son aquellos que ya no tienen acceso a todos los servicios de los que gozaban antes,
mientras que el término ‘nuevos pobres’ designa a los integrantes de la clase media que terminaron
en la pobreza. (Ramos Mejía 2006) Dicha heterogeneización asimismo tiene como efecto que dentro
de un grupo que siempre se ha considerado como homogéneo, los miembros de cada tipo de
pobreza van a delinear nuevas fronteras para distinguirse de los otros. De ese modo también las
villas de emergencia constituyen un espacio más bien heterogéneo. (Giménez y Ginóbili 2003: 78)
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Como se ha podido ver, las villas miseria constituyen un fenómeno complejo y llevan una larga
historia en la Argentina. Últimamente cobraron nueva importancia y recibieron una nueva
interpretación a causa de cambios económicos radicales que han sacudido el país a partir de la última
década del siglo XX. Esta nueva realidad se ha podido observar asimismo en lo cultural: en la música
con la cumbia villera, en las representaciones de la cultura y el arte villeros4 y, por último, en la
literatura. En el análisis de las novelas de Fogwill, Aira y Cohen se explorarán las representaciones
actuales de la villa de emergencia en el imaginario literario.
4 Gorodischer, Julián: “La villa, una usina de negocios rentables”, Página 12, 15/2/2005.
http://www.pagina12.com.ar/diario/cultura/7-47342-2005-02-15.html
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3 Las villas de emergencia en la literatura argentina reciente
3.1 Introducción
En el capítulo anterior hemos visto cómo surgieron las villas de emergencia en Argentina en la ciudad
de Buenos Aires y qué cambios condujeron al estado actual de ellas. En el presente capítulo se
explorará cómo aparecen dichas villas miseria en la literatura argentina reciente.
La temática de la villa miseria no es nueva en la literatura argentina. Sin embargo, a partir de los años
’90, lo que corresponde a la exacerbación del experimento neoliberal en la Argentina, las imágenes
literarias de las villas asimismo dan cuenta de este cambio de rumbo. Es significativo en la percepción
de los cambios mencionados cómo grandes sectores de la población han caído en una condición de
pobreza en una sociedad que se creía “clasemediera por excelencia” (Reati 2006: 99). A la vez, como
ya hemos visto, la crisis causada por el modelo neoliberal, junto a una evolución que se observa en
muchas partes del mundo, resultaron en una dualización más pronunciada de la sociedad con una
mayor segregación social que se traduce en una fragmentación espacial, que claramente distingue
entre los espacios de los pudientes y los espacios de los marginados. De ahí que parezca que se ha
perdido toda fe en la movilidad ascendente y se ha creado un ambiente en el que la pobreza y las
prácticas que se asocian actualmente con ella, como la violencia, las drogas y la delincuencia
dominan la sociedad urbana. Entonces, en este trabajo nos preguntaremos cómo las nuevas
evoluciones se reflejan en la literatura, y en particular cómo estas se manifiestan en la
representación de las villas de emergencia, reproduciendo las tensiones causadas por el
neoliberalismo en la Argentina. (Hortiguera y Rocha 2007: 1)
En la producción literaria argentina la representación de la villa de emergencia asimismo cabe en una
corriente más amplia de representar el espacio de la ciudad. Una de sus primeras representaciones
ha sido la dicotomía sarmientina de civilización-barbarie que ya se ha reemplazado por otras
representaciones de la ciudad o se ha actualizado, por ejemplo, por medio de una inversión de la
oposición civilización-barbarie en relación con los espacios de la ciudad y el campo. En este trabajo
no nos preocupa tanto el tema de la representación de la ciudad en sí, sino las imágenes literarias
que se asocian con un segmento de ella, a saber, la villa de emergencia. Como acabamos de ver,
tampoco la villa es una temática nueva y sus representaciones en la literatura argentina se remontan
a la creación misma de las primeras villas en los años ‘30 del siglo XX. (Muñiz 2008: 1) Sin embargo,
las imágenes literarias y los tópicos que se asocian con la villa cambiaron considerablemente a través
del siglo XX. De Lucía (2006) en su estudio Culturas Villeras. Una Aproximación a la Mirada de la Villa
Miseria en la Literatura Argentina propone unas cuatro imágenes sucesivas de la villa de emergencia,
y además observa la recurrencia de algunas imágenes muy persistentes. Puesto que este trabajo se
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ocupa del análisis de dichas representaciones villeras en las novelas Vivir afuera (1998) de Rodolfo
Fogwill, La Villa (2001) de César Aira e Impureza (2007) de Marcelo Cohen, nos interesa ante todo la
última década del siglo XX y la primera década del nuevo milenio.
Entonces, en lo que sigue se examinará cómo se concibe la villa miseria actualmente en la literatura
argentina. Para dicha tarea nos basamos en María Gabriela Muñiz (2008, 2009), Daniel Omar De
Lucía (2006) y Luz Horne y Daniel Noemí Voionmaa (2009). En una segunda parte se describirá
también cómo la temática de la villa de emergencia puede relacionarse con la representación del
espacio y de la ciudad (fragmentada) en la literatura argentina con el objetivo de contextualizar el
tema y ofrecer un marco para luego indagar en el análisis de las obras examinadas de Rodolfo
Fogwill, César Aira y Marcelo Cohen.
3.2 Imágenes villeras recientes
En el imaginario colectivo, la villa de emergencia se manifiesta como un espacio claramente
reconocible en el área urbana y se asocia con un grupo determinado, a saber, “los villeros”. Estos
últimos se oponen al resto de los ciudadanos, por un lado, por habitar ese espacio y, por otro lado,
por su condición ‘marginal’ que además los discierne dentro del grupo más amplio y heterogéneo de
pobres que pueblan las ciudades en la actualidad. Estos villeros evocan una serie de actitudes,
comportamientos, prácticas sociales y características que los identifica como habitantes de la villa. A
continuación, se explorarán las imágenes o tópicos que se emplean en la actualidad para hablar de
las villas miseria en obras literarias y cómo “se transmite el nuevo valor que estos lugares han
adquirido en la cultura argentina”. (Muñiz 2008: 7)
Puesto que el lugar de la villa de emergencia se asocia muy a menudo con una condición de
marginalidad y exclusión, se presentará en este apartado una serie de características y temas que se
relacionan con ‘la marginalidad’, y cómo estos se manifiestan en la representación de situaciones,
espacios y personajes en la literatura latinoamericana actual. En Notes Toward an Aesthetics of
Marginality in Contemporary Latin American Literature Horne y Voionmaa (2009: 36-40) postulan
que las obras recientes que se dedican a la temática de la ‘marginalidad’, lo hacen con frecuencia
mediante el género de un realismo bastante ‘crudo’. Además citan algunos autores, tales como Paulo
Lins (Cidade de Deus), Luiz Ruffato (Eles eram muitos cavalos) y Rafael Courtoisie (Tajos) que trabajan
más bien con una forma de documental que, según Horne y Voionmaa (2009: 38), aumenta la
creación de imágenes estereotipadas de los personajes y lugares representados al ‘borrar’ la frontera
entre ficción y realidad. Asimismo se destaca el vínculo con la violencia, que parece ser omnipresente
en la representación del ambiente de los marginados. Horne y Voionmaa (2009: 38) atribuyen dicha
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ubicuidad de la violencia y las descripciones toscas de personajes marginales y sus vidas, que se
acercan casi al naturalismo, a una tendencia a la ‘espectacularización’ de su condición por lo cual se
convierte, según ellos, en una ‘comodidad’ que se vende. Horne y Voionmaa (2009: 39) además han
observado - y ello se aplica más en particular al objetivo del presente trabajo -, que varios escritores
crean en sus relatos ‘un nuevo mundo de marginalidad’ caracterizado por la exclusión. Dicha
exclusión puede manifestarse en el espacio, el tiempo o en el campo simbólico creando de este
modo respectivamente un nuevo espacio, un nuevo tiempo o un nuevo tipo de lenguaje y una nueva
lógica para hablar de la marginalidad. Constituyen ejemplos llamativos Vivir afuera de Fogwill,
Impureza de Cohen y muchas de las obras de Aira. Sin embargo, también puede manifestarse en una
exclusión de la ley que resulta en la construcción de un nuevo conjunto de reglas y leyes como en La
Villa de Aira. (Horne y Voionmaa 2009: 39) Por último, mencionan que a menudo se emplean
cuerpos fragmentados en la caracterización de los sujetos o los personajes marginales y excluidos, y
que estos además pierden toda su humanidad. La colectividad de la experiencia de lo marginal hace
que, a pesar de referencias a espacios concretos o momentos históricos, la experiencias vividas se
parezcan, sea en una favela en Brasil, sea en una villa de Buenos Aires. (Horne y Voionmaa 2009: 39)
No obstante, Muñiz (2008) sustenta que algunas novelas actuales tienden a construir un espacio
villero que prescinde de los típicos rasgos marginales por lo cual se alejan de una lectura de la villa de
emergencia y sus habitantes como lugar y seres marginales. Ello se debe, según Muñiz (2008: 1), al
hecho de que la pobreza se ha ensanchado considerablemente y que las villas rebosantes se
instalaron como lugares permanentes de manera que ha disminuido la condición “marginal” de la
villa. Por consiguiente, las obras suelen valorar los aspectos positivos de la vida en la villa miseria
como la solidaridad, los esfuerzos para organizarse etc. Sin embargo, observa Muñiz (2008: 2) que la
villa de emergencia continúa siendo un espacio amenazante aunque no tanto por las connotaciones
que lleva habitualmente, sino por su “capacidad de innovación y transformación constante” (Muñiz
2008: 2). Contrariamente al afán denunciador de novelas escritas en el contexto peronista, un autor
como César Aira en La Villa en vez de tomar la villa miseria como un problema o contenido social
trabaja una forma geográfica, es decir, son los límites espaciales que marcan una forma dentro de la
ciudad y la separación espacial y social que crean la villa. (Muñiz 2008: 4) De ahí que se la relacione
más con imágenes y cualidades o características positivas dado que se quieren dejar atrás la
marginalidad y las visiones sórdidas de la villa, según Muniz (2008: 8), y “hacer de la villa un núcleo
que se expande para hacer de la ciudad un espacio de transformación” a partir de una nueva
orientación del proceso urbano que origina en la villa, basándose en la sensación de pertenecer a
una comunidad, en una solidaridad que parece haber desaparecido en la ciudad posmoderna y en la
capacidad excepcional para sobrevivir en circunstancias precarias. Domina la sensación de que ‘los
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villeros’ constituirán una mayoría dentro de los habitantes de la ciudad en un futuro no muy lejano o
que al menos todos se relacionan de alguna manera con este espacio, por ejemplo, a través del
consumo de productos vendidos por vendedores ambulantes o reciclados por cartoneros. Con la
amplificación del espacio de pobreza al sumar a ello integrantes de la clase media y el
mantenimiento de relaciones de clientelismo de sujetos políticos con habitantes de la villa tampoco
desaparecerá la sensación de una instalación ‘definitiva’ de las villas de emergencia.
El fenómeno del clientelismo político introduce las imágenes más perversas que propone De Lucía
(2006: 10-14) de la villa de emergencia. Paralelamente a las transformaciones de las villas de
emergencia en los últimos años, De Lucía (2006: 10) postula que asimismo en la literatura se
construye una imagen de la villa que integra muchos así llamados nuevos pobres y que se ubica en
las ‘cavas’ del conurbano bonaerense. Estas se caracterizan por ocupar un territorio más extenso que
las villas ‘pretéritas’, sin embargo, están separadas más claramente del resto de la ciudad por muros
visibles, o invisibles pero bien tangibles. A menos que uno pertenezca al grupo de los habitantes de la
villa miseria, ellas se hicieron inaccesibles, incluso por la policía, a causa de, entre otras, la presencia
de narcotraficantes, mano de obra desocupada y ‘pibes chorros’. Para De Lucía (2006: 12) este último
personaje constituye el arquetipo social de la villa del 2000. Se dibuja una imagen de sus habitantes
jóvenes como personas determinadas por los contornos de ‘casta’ o clase social de la que forman
parte pero al mismo tiempo destacan la pertenencia a una subcultura villera que es en cierta medida
voluntaria. A modo de ejemplo citamos el caso de los cumbieros que, aunque se hicieron ricos, se
quedan a vivir en la villa. El ‘piche chorro’ en ese aspecto es alguien que se dedica a ‘malas prácticas’
y está metido en actividades delincuentes, drogas, actos de violencia etc., no por necesidad sino por
elección. La imagen del pibe chorro, según de Lucia (2006: 20) es más bien una personalidad
estigmatizada, “un ‘limado’ que se identifica por una serie de rasgos y conductas que la mirada del
otro lee como síntomas de una descomposición social radical” (De Lucía 2006: 12). De Lucia (2006:
20) destaca que la particularidad de la identidad villera se construye desde la perspectiva del otro,
pues es muy difícil distinguir objetivamente ‘los villeros’ de los otros dentro del grupo heterogéneo
de pobres que forma parte de la sociedad actual. Por lo tanto son aquellos ‘limados’ que mantienen
relaciones ‘corruptas’ con redes de poder estatal o paraestatal, los que se consideran como villeros
en el imaginario actual (De Lucía 2006: 20).
De Lucia va más allá que proponer un paso diacrónico de imágenes villeras y reconoce algunos
subgéneros en la literatura que se preocupa de la temática villera. Se mencionará aquí el subgénero
del basural por su relevancia en relación con la novela de César Aira La Villa en cuanto a los
personajes ‘cartoneros’. Según De Lucía (2006: 21), estos personajes se relacionan menos con el
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espacio villero y se los ve más como “una subcultura nómade urbana ligada a un medio de vida” (De
Lucía 2006: 21). Es una imagen que no se relaciona tanto con períodos históricos y que aparece con
más continuidad en las obras literarias, aun cuando inicialmente se refiera a ellos con el nombre de
‘ciruja’. “Se trata de una población acampada al costado de la ciudad a la que invade cada día para
comercializar los desperdicios de sus habitantes”. (De Lucía 2006: 14) Importante en la construcción
que hacen los cirujas de la realidad es el papel que desempeñan los objetos materiales que van
recogiendo. (De Lucía 2006: 15)
Resumiendo, en la representación del espacio de la villa de emergencia y sus habitantes surgen
asociaciones con una condición de marginalidad de la vida en la ciudad, tanto en el plano espacial
como al nivel social. De Lucía ha encontrado unas imágenes de ellos en las que se destaca cierta
voluntariedad en su modo de vivir que se relaciona con violencia, drogas y otros problemas actuales,
más que la victimización o pasividad. Aunque también Muñiz reconoce ‘el protagonismo’ de este
espacio tanto en la literatura, como en el discurso político y los medios de comunicación, postula que
escritores de obras recientes buscan nuevos caminos para representar o hablar de este espacio y sus
habitantes y también enfatiza la creatividad en este proceso, de manera que se alejan de los rasgos
negativos que se les suelen atribuir y se los propone como un espacio alternativo al modelo de
sociedad del libre mercado. En los capítulos que siguen se examinará qué imágenes surgen en las
novelas estudiadas y hasta qué punto coinciden o difieren de las imágenes propuestas por los
teóricos literarios mencionados.
3.3 Representaciones de la ciudad
La temática de la villa de emergencia puede situarse asimismo en una corriente más amplia que se
ocupa de la representación del espacio urbano. De este modo en vez de tratar la ciudad como un
espacio abarcador u oponer la ciudad en su totalidad al campo, se hace una diferenciación interna de
ella. Por consiguiente, la ciudad consta de lugares o espacios deseables y espacios de disolución y
peligro. (Campra 1994: 29) En realidad se elabora otro tipo de dualismo, a saber, el de oponer el
centro a la periferia. Es lo que pasa en la ciudad en el tango y sin duda también en las novelas que
analizaremos, puesto que muchas de las villas miseria se encuentran en las afueras de Buenos Aires.
Cohen en su novela Impureza integra la retórica del tango y en el caso de Vivir afuera, ya el título
alude a esta oposición interna al espacio urbano. Como indica Campra (1994: 29) el espacio
periférico implica por un lado la condición espacial de ‘perderse en el afuera’ de la ciudad y por
añadidura se concreta socialmente en una posición de marginalidad. Por eso el título Vivir afuera
remite tanto al espacio donde se encuentran los personajes villeros, que se ubica muy
concretamente en esta novela en la periferia al sur del conurbano bonaerense, como la condición de
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vivir al margen o afuera de la sociedad. A pesar de las connotaciones negativas que lleva el término,
la periferia tiene la capacidad de confirmar una “fuerza identificatoria en oposición al centro”.
(Campra 1994: 29) Esta fuerza se confirma en la caracterización de la villa de César Aira que se basa
en rasgos como la solidaridad entre los habitantes y se nota asimismo en Impureza en la
identificación de los villeros con la cumbia villera (melonches y merigüeles), aunque en esta última
novela esta identidad puede ser reclamada aun por gente de afuera de la villa. En cuanto a la
relación entre el centro y la periferia observa Altamirano (1989: 25) que la periferia y, en particular,
las villas miseria “SON la ciudad” dado que el espacio céntrico de la ciudad solamente guarda una
carga simbólica de constituir el centro pero que en realidad ha perdido su función de concurrencia de
actividades urbanas tanto económicas como sociales. De este modo la vida urbana se desarrolla casi
únicamente en la periferia. Al mismo tiempo se puede concebir la periferia como un espacio liminal
en el que “el sujeto puede escaparse a la oposición con el otro por ubicarse en un espacio alternativo
que permite la anulación de la antinomia centro-exterior.” (Crespo 2009: 12) Como se trata de una
zona que se encuentra al borde de la ciudad con el campo, los habitantes de ella participan “de
ambos extremos sin ser ninguno de ellos.” (Crespo 2009: 12)
Ahora bien, podría decirse que en la literatura reciente en vez de hablar de la totalidad de la ciudad
se enfoca más bien en un fragmento, es decir, la villa o el barrio periférico, ahora que ya no hay un
proyecto modernizador e integrador para la ciudad. Reati (2005: 135) reconoce en Vivir afuera una
estética de fragmentación, que también se emplea en otras obras contemporáneas como en el cine,
y la pone en el contexto reciente de fragmentación espacial y segregación social como efecto de la
evolución de la economía, política y sociedad argentinas como la hemos visto en el capítulo anterior.
En una forma extrema puede conducir a lo que Reati (2006: 92-104) llama “la ciudad guetoizada”,
como autores la imaginan en obras del género de anticipación. Entonces, la fragmentación de la
ciudad resulta en un debilitamiento de los “ejes identitarios tradicionales”, es decir, la identidad que
comparten sus habitantes se ve destruida. Con la reorganización en el mercado del trabajo hacia una
sociedad y economía posindustriales, la pérdida de la identidad social del ser humano se relaciona
con el hecho de disponer o no disponer de un empleo fijo. Aquella preocupación, al igual que el
tópico del dinero, se tematizan en obras recientes del género de anticipación (Reati 2006: 104) y más
en general en la literatura argentina. A modo de ejemplo citamos la novela Una sombra ya pronto
serás que Reati (2006: 102) analiza en este contexto en la cual la falta de empleo se vuelve una
cuestión existencial. Dicha fragmentación del espacio y la vida urbanos y la desintegración de la
identidad colectiva resultan en varias de las novelas analizadas por Reati en un clima de anomia
social que se caracteriza por el aislamiento de la población, la obsesión con la seguridad personal o la
vigilancia paranoica de espacios privados y públicos. (Reati 2006: 96) Por lo tanto esta condición de
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carencia o degradación de las normas sociales (RAE) conduce a la formación de una ciudad
guetoizada. Este proceso de guetificación puede, por un lado, manifestarse material o espacialmente
en la configuración urbana, como por ejemplo en La muerte como efecto secundario donde el
espacio ciudadano se divide en guetos o islas urbanas. (Reati 2006: 97) Por otro lado, ‘la ciudad
guetoizada’ se evidencia en novelas de anticipación que “imaginan ciudades pobladas por lo que
sociólogos y antropólogos llaman los nuevos pobres, seres marginados por el deterioro de sus lugares
de vivienda pero además (y más traumáticamente) automarginados psicológicamente por la pérdida
de sus certezas identitarias.” (Reati 2006: 99). En otras palabras, causada por la falta de un Estado
Regulador, la guetoización de la ciudad consiste en la degradación de las normas sociales y los
valores, como la solidaridad, el compañerismo, la ayuda al prójimo, en que tradicionalmente se basa
la sociedad junto con el hecho de que los diferentes grupos sociales se encierran en guetos aislados
entre sí, o sea se reduce el espacio de la vida pública lo que resulta además en la pérdida total de
pertenecer a una comunidad imaginaria. O sea, “el espacio físico de la ciudad dejó de identificarse
con el “nosotros” para dividirse en una suma de lugares aislados e inconexos.” (Reati 2005: 136) Se
evidencia también en las imágenes distópicas de lo urbano en las novelas de anticipación.
Ahora bien, ¿en qué sentido puede relacionarse o aplicarse la temática de la ciudad guetoizada al
tema de la representación de la villa de emergencia en algunas obras de la literatura argentina? No
cabe duda que la villa miseria aparece como un espacio ‘gueto’ en la ciudad, más cuando se toma en
cuenta que gueto se refiere, por un lado, a un “barrio o suburbio en que viven personas marginadas
por el resto de la sociedad” o, por otro lado, una “situación o condición marginal en que vive un
pueblo, una clase social o un grupo de personas” (RAE 2001). Entonces es posible relacionar tanto el
espacio de la villa como la condición en la que viven sus habitantes con el concepto de gueto. Como
efecto del proceso de fragmentación al que ya hemos referido en numerosas ocasiones, surgieron
estos barrios cada vez más al margen del espacio y la vida urbanos. También en el imaginario
colectivo actual se asocia la villa de emergencia con una condición de marginalidad y exclusión, por
un lado, por su ubicación al margen de la ciudad y la sociedad dominante y, por otro lado, por la
manera de vivir de (algunos) de sus habitantes que de modo voluntario o forzoso, se sitúa fuera de
las normas sociales comúnmente admitidas (RAE 2001). Nos preguntaremos cómo dentro del gueto
pueden construirse nuevas normas sociales o reivindicar los valores tradicionales que la sociedad
fragmentada o posindustrial parece haber perdido y cómo la villa miseria tal vez se plantea como
“único espacio alternativo a esta ciudad de contrastes”. (Reati 2006: 98) Sin embargo, hay que
preguntarse si todas las evoluciones que se observan pueden atribuirse al concepto de
fragmentación. En su análisis de la novela ‘Puerto Apache’ de Juan Martini, Jajamovich quiere
alejarse de “una imagen simplista que tiende a pensar las transformaciones recientes de ciudades
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como Buenos Aires en términos de dualización o recurriendo, muchas veces a metáforas ligadas a la
guetificación” (Jajamovich 2008: 9), poniendo énfasis en las mezclas en el lenguaje del narrador,
mezcla de la ciudad etc.
En conclusión, puede decirse que la ciudad en la literatura ha conocido y conocerá varios “mapas
mentales” (Reati 2005: 136) que los habitantes, según los tiempos que viven, hacen de ella. El marco
histórico al que concierne nuestro corpus se caracteriza por las representaciones de la ciudad
fragmentada. Sin embargo, parece también valida la oposición ya explorada anteriormente de
centro-periferia por las condiciones de exclusión espacial y social que son intrínsecas a la villa de
emergencia.
3.4 Representación del espacio
Este apartado se dedicará brevemente al marco teórico de la representación del espacio y cómo el
espacio significa en la narrativa. Como indican varios teóricos literarios la construcción del espacio
diegético en un relato ocurre en distintos niveles. A continuación, se explorará cómo ello se lleva a
cabo.
Se parte del supuesto de que siempre debe haber un espacio en el que el relato se desarrollará
(Soubeyroux 1985: 38). Ahora bien, en un primer nivel, se construye un universo ficticio tomando
elementos del mundo real, de modo que en mayor o menor medida se crea la ilusión de realidad que
se basa tanto en la correspondencia con dichos elementos del mundo real como en otros “textos”
que se construyeron alrededor de ellos, los cuales cargan ese universo con una significación cultural
que “la colectividad le ha ido atribuyendo” y que se evoca al referir a ellos. (Pimentel 2001: 9, 31) Ello
se debe a la función primaria de referencialidad o denotación del espacio descrito. Pimentel postula
que los nombres propios y los nombres comunes son las categorías lingüísticas que realizan dicha
función en el texto narrativo. En otras palabras, en este primer nivel se busca construir un reflejo de
la realidad (Soubeyroux 1985: 38) a partir de elementos en el lenguaje que tienen una función de
denotación como los nombres propios y comunes, por lo cual se insiste en la realidad del espacio
diegético a la vez que se intenta a ocultar su carácter ficcional (Pimentel 2001: 30-31), es lo que llama
Mitterand (1980) la “topografía mimética”. “Así, la creación de un mundo en el relato constituye un
contrato de inteligibilidad con el lector, inteligibilidad que dependerá del tipo de relación que el
universo diégetico establezca con el mundo real” (Pimentel 2001: 9-10). Después Mitterand (1980)
reconoce un segundo nivel, denominado “toposemia funcional”, en el que los diferentes lugares del
espacio diegético cobran una función dentro del relato. Por consiguiente, el espacio puede ser un
actor al determinar, por ejemplo, las relaciones entre los personajes. Al tercer nivel en el que el
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espacio de la novela puede significar, corresponde, según Mitterand (1980), un “simbolismo
ideológico”. Este último constituye el nivel más profundo de significación del espacio en el cual los
lugares en el relato cobran una dimensión simbólica que expresa una ideología determinada en la
que se interpretan los elementos espaciales como signos sociales que dan muestra de una cierta
visión, que puede estar instalada profundamente en el imaginario colectivo de una cultura, del
hombre y del mundo (Soubeyroux 1985: 39) como, por ejemplo, lo es la dicotomía de civilización-
barbarie para la literatura argentina. Pimentel examina de qué manera las propiedades lingüísticas
desempeñan un papel en construir el espacio diegético. Como ya hemos visto, los nombres propios y
comunes principalmente poseen una función referencial. Sin embargo, el nombre propio ya va más
allá que la mera denominación, puesto que un solo nombre puede en un momento dado evocar toda
una serie de significaciones que se le ha ido asignando. Los nombres comunes, a su vez, se
caracterizan por una parte por su potencial referencial y, por otra, por su valor conceptual (Pimentel
2001: 33) Después, los adjetivos y los adverbios restringen los objetos que el nombre puede denotar
y por eso tienen una función particularizante, lo que “intensifica la ilusión de realidad”. (Pimentel
2001: 36) Además cargan el espacio de cierto sentido. Para que tenga sentido el espacio, éste tiene
que construirse de manera lógica por medio de sistemas descriptivos que se basan, por ejemplo, en
“modelos binarios de espacialidad basados en categorías lógico-lingüísticas tales como
cercano/lejano, arriba/abajo, (…)”. (Pimentel 2001: 60) Otro modelo que es importante en su
construcción es el “modelo taxonómico dimensional” de Greimas que consiste en “un punto cero”
del que se describe el espacio diegético. Para Pimentel (2001: 88) tanto los adjetivos como las
configuraciones descriptivas “constituyen los puntos de articulación ideológica en un texto
descriptivo” y es la recurrencia de este “patrón semántico” que hace que el espacio logre significar
en el plano de lo ideológico y lo simbólico (Pimentel 2001: 78). De ese modo se da “cuerpo y
presencia al espacio u objeto representado” (Pimentel 2001: 58, 78). Además de adjetivos, adverbios
y los sistemas descriptivos son las metáforas que dan un sentido aun más profundo al espacio al
proyectar ciertas imágenes que en un principio no pueden combinarse. De dicha combinación surge
un nuevo sentido (Pimentel 2001: 90). Las metáforas dan la “posibilidad de generar espacios
diegéticos imaginarios, con un alto grado de visualización y una concordancia nula con los espacios
del mundo real” (Pimentel 2001: 99).
En resumen, al lado de su función de dar cierto ‘reflejo de realidad’ al referir a ella, el espacio en la
narrativa se sirve de dimensiones más profundas que le dan significación al espacio descrito.
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4 Análisis de La Villa de César Aira
4.1 Introducción
El presente capítulo se dedicará al análisis de la novela de César Aira, La Villa. En una primera parte
se introducirá brevemente el autor y su concepción acerca de (la función de) la literatura y, más en
particular, cómo se muestra ello en La Villa. Como el título ya enseña claramente, esta novela
también aborda el tema de la villa miseria. Varios autores, tales como Gazzera (2002), Saítta (2006) y
De Diego (2007), han observado que los modos de representación en las novelas que tratan la
temática de la villa miseria y la pobreza en la literatura argentina han cambiado considerablemente a
partir de los años noventa del siglo XX. Así también esta novela de César Aira da muestra de dicho
cambio. Una segunda parte tratará el análisis propio del texto, en el que se tratará la representación
del espacio villero, por una parte, y las imágenes de sus habitantes, por otra parte.
4.2 César Aira y el realismo en La Villa
Gazzera (2002) ha detectado una “nueva corriente” en la novelística argentina que da cuenta de las
transformaciones sociales. En ella ubica tanto La Villa como Vivir Afuera. Como hemos visto, el tema
de la pobreza y de la villa miseria como espacio literario no son nuevos en la narrativa argentina, sin
embargo, Gazzera observa un cambio llamativo en cómo los manejan escritores contemporáneos. Si
un autor como Verbitsky en Villa miseria también es América (1957) buscaba “una integración social
de estos sectores marginalizados a través del trabajo y la planificación social” (Muñiz 2008: 2), la
novela servía el propósito de denunciar la situación miserable en la que los pobres de la ciudad se
encontraban. Además como sustenta también De Diego (2007: 245) se quería demostrar que este
mundo excluido también constituía un objeto digno de ser representado. Así el lugar de la villa
miseria, un lugar (intencionadamente) olvidado, pasaba a ser un espacio que reclamaba –aunque a
través de escritores educados- dignidad y mejoras. En la actualidad, el espacio de la ciudad y las vidas
de sus ciudadanos son inconcebibles sin la presencia de la villa de emergencia, así tampoco los
medios de comunicación o discursos políticos prescinden de hacer referencia a ella. César Aira, por
su parte, se aleja de esa tarea de denuncia y crítica social o política. Es más: Aira rechaza
enfáticamente la literatura comprometida:
“La literatura es el reino de las intensiones *sic+ fallidas. Si la intensión falló, hay literatura; si
salió bien, no. Uno parte de la intensión de ser escritor pero esta intensión es imposible de
lograr, es un error lógico. De la frustración de esa intensión nacen todas las otras.”
(Vitagliano 2007)
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21
De este modo se aparta de un proyecto comprometido, el cual ha sido corriente en las novelas
anteriores que abordaban el tema de la villa de emergencia. Si bien es una característica de su
poética en general, se observa que tampoco La Villa puede servir dicho propósito, puesto que las
categorías de pobreza y la condición precaria y excluida en parte reciben otra interpretación en la
novela.
La intención denunciadora solía ir de acuerdo con técnicas narrativas realistas, a fin de reflejar la
realidad que se quiere cuestionar. Justamente este realismo resulta también problemático en La
Villa. Aunque la narración está repleta de referencias al mundo real como nombres de calles, la
autopista que cruza el barrio de Flores en el que se sitúa el relato, la comisaría y partes de la ciudad,
junto al hecho de que se puede prácticamente seguir el recorrido de Maxi en un mapa de la Capital,
la descripción de la Villa pierde esta ilusión de verosimilitud y es convertida en un espacio fantástico.
(Saítta 2006: 100) El propio Aira afirma que lo interesante para él sale de esos puntos en el relato en
los que este se desvía de la referencialidad:
“Por un lado está la panoplia de las artes. Enfrente están los objetos discretos del mundo.
Sólo se trata de hacer coincidir ambas series. Pero como ya se ha hecho tanto arte, y hay
tanto arte ya hecho, tantas coincidencias ya coincididas, hoy día parece como si no pudiera
haber arte en proceso sino allí donde no hay coincidencia, donde hay una inadecuación
disonante y sorpresiva.” (Aira 1992: 22)
No obstante, varios autores (Contreras 2006, Vitigliano 2007) no niegan que use tópicos o
procedimientos realistas. En su análisis, Vitagliano (2007: 10) afirma que a primera vista La Villa
parece una novela de realismo crítico por la temática que aborda y los tópicos que aplica. Así cuenta
una historia de cartoneros que tratan de buscarse la vida reciclando basura y presenta la villa como
bastión de narcotraficantes en la que ni siquiera la policía se anima a entrar. También menciona las
sectas evangélicas que van ganando terreno en la ciudad y los chicos de la clase media que se la
pasan en el gimnasio. A pesar de ello, la novela no resulta ser de corte realista. Como indica
Vitagliano (2007: 13), el género del realismo trabaja con generalidades y la noción de tipo. Vitagliano
sustenta que Aira en vez de generalidades trabaja con particularidades y a modo de ilustración
analiza el personaje de Maxi que posee todas las características para hacerse representativo de los
porteros de discoteca por su apariencia física y falta de intelecto pero como sufre de ceguera
nocturna se descarta toda su utilidad como portero. En eso Vitagliano ve un ejemplo de las
particularidades que emplea Aira en su construcción de personajes. Por otra parte, según Vitagliano,
la voz del narrador en La Villa asume las mismas funciones que la voz narrativa en la novela realista
tradicional, a saber, las funciones explicativa o pedagógica y la evaluativa. Que el narrador también
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explicita cosas sobreentendidas produce un efecto inesperado o hilarante en el tono de la novela.
(Vitagliano 2007: 19-20)
Por lo tanto, en vez de panfleto de denuncia la villa de emergencia en La Villa de César Aira, funciona
como objeto de experimentación (Rémon Raillard 2003: 55), así confirma Muñiz (2006: 2) que el
espacio villero recibe una lectura poética en esta novela. No obstante, la novela no deja de reflejar
cierta realidad social del contexto en el que se ha concebido, para citar un ejemplo a través de Maxi
La Villa alude al turismo villero. En este sentido la novela pone en palabras un mundo casi invisible
(Saítta 2006: 101). Por eso asimismo nota Vitagliano (2007: 12) que el tono fuerte está precisamente
en la historia entre Maxi y los cartoneros.
4.3 La representación del espacio en La Villa
4.3.1 Introducción En este apartado se examinará la representación del espacio en La Villa de César Aira. ¿Cómo se
representa el espacio de la ciudad y, más en particular, de la villa de emergencia? ¿Cómo funciona
este espacio de la villa miseria en esta novela? ¿Corresponde a las representaciones de la ciudad en
la literatura argentina reciente y da cuenta de las mismas evoluciones de fragmentación social y
espacial en el mapa urbano? El espacio en esta obra no funciona como mero trasfondo en la
narración de la intriga sino que se desplaza al primer plano y adquiere un papel importante en el
desarrollo de la trama. En lo que sigue se explorará con más detalle cómo esto se lleva a cabo. A
pesar de la importancia del espacio en la novela, Aira no hace ninguna ‘etnografía’ de dónde y cómo
vive la gente en una villa miseria. En cambio, parece que Aira toma el lugar villero y su relación con la
ciudad para hacer una lectura poética de él y reflexionar sobre el arte, la representación y la
naturaleza del conocimiento. En una primera parte se describirá el espacio construido en La Villa, y
se explorarán las dimensiones simbólicas que éste adquiere en la novela. Por último, se buscarán
posibles imágenes de la ciudad en términos de centro-periferia o de la fragmentación del espacio
urbano.
4.3.2 El barrio de Flores y la geometría no convencional de la Villa
El relato se sitúa en un corte de unas cuadras en el barrio de Flores de la capital argentina. La novela
hace muchas referencias a nombres de calles existentes de modo que uno pueda trazar el recorrido o
los desplazamientos que hace Maxi diariamente en un mapa de la ciudad. Sin embargo, como ya
hemos observado, la villa miseria a la que Maxi va acercándose, carece de dichas referencias
realistas. En lo que sigue, nos interesará la construcción de esta villa altamente desrealizada.
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En esta novela los personajes refieren a la populosa villa miseria del Bajo de Flores con el nombre
genérico de la Villa. De esta manera prescinde de los complementos miseria y de emergencia, por lo
cual se eliminan tanto el carácter transitorio como las connotaciones negativas de ellas. Sin embargo,
Vanesa, la hermana de Maxi reconoce que la villa es un nombre estigmatizado: “sé que vivís en
Bonorino al mil ochocientos. –No le pareció delicado decir “la villa” –”. (52)
Ahora bien, la Villa se ubica ahí “donde no llegaba ni el más persistente caminador” (17) en un rincón
oscuro del barrio de Flores al final de la calle Bonorino, donde limita con un barrio de trabajadores.
En contraste con sus inmediaciones, la Villa aparece como una luz radiante, que como comenta el
narrador, se debe a la ilegalidad de las conexiones con la red eléctrica que aparentemente no los
alienta a los habitantes a una actitud de ahorro en cuanto al consumo de energía. El mapa de la Villa,
apartándose de la geometría convencional, no constituye un damero como es usual en las ciudades
sino que solamente contiene calles que llevan más adentro de la Villa sin cruzarse con ninguna calle
transversal, por lo cual tampoco se forman manzanas. En eso se aleja asimismo de una geometría
racional, puesto que, como comenta el narrador, para aprovechar el poco espacio del que las villas
miseria disponen, hay que multiplicar las calles, no suprimirlas a fin de evitar fondos inútiles atrás de
las casas. En vez de eso, en la villa hay más casillas atrás de las que limitan con la calle, de modo que
se hace una diferenciación interna dentro de este espacio de pobreza, en el que los más pobres viven
en las casillas que están más adentro. Es más, toda la descripción de la Villa conduce a una lectura
no-racional del espacio, que se asocia con el sueño y la fantasía. La Villa es circular pero las calles
entran con un ángulo de cuarenta y cinco grados en vez de perpendicularmente, por lo cual no
conducen al centro y éste queda vacío, lo que desde un punto de vista racional es imposible sin
cruzar ninguna calle. A pesar del desorden que se sugiere a primera vista, también hay organización
dentro de este “laberinto maloliente de casillas de lata, donde se hacinaban los más pobres entre los
pobres” (31). Las calles por lo angostas que sean, van en una línea bastante recta para adentro.
Además, en vez de darles nombres a las calles, los villeros desarrollaron un sistema con foquitos de
luz que forman figuras para indicar una determinada calle. Estas figuras serán clave en solucionar el
enigma del narcotráfico.
Como ya hemos visto, las descripciones de la Villa se diferencian de las del barrio vecino en cuanto a
los procedimientos narrativos realistas (Saítta 2007: 100). A lado de la referencialidad en la
descripción de la ciudad que se opone a la Villa, estos dos espacios también se oponen en sus
vínculos respectivos con la realidad o la vigilia y el inconsciente o el sueño. O, como Villanueva (2007:
375) observa, resulta en una oposición entre la objetividad de la ciudad versus la subjetividad de la
Villa. Por eso también es significativo cómo Maxi va conociendo ese lugar desconocido. Maxi en su
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recorrido diario con los cartoneros va acercándose cada día más a la Villa, al mismo tiempo que está
“cada día un paso más adentro del sueño” (24). A continuación, se explorará cómo el espacio de la
Villa se relaciona con el recorrido, el viaje, la búsqueda y el laberinto, y con otras dimensiones de la
realidad, a saber, el mundo de los sueños y el inconsciente.
4.3.3 El recorrido de Maxi por Flores hacia el laberinto de la Villa La trama se desarrolla principalmente a través del recorrido de Maxi, por medio del cual se acerca
cada día más a la Villa hasta llegar un día histórico a su borde. Poco a poco también se adentra en
ella. Empezó a ayudar a los cartoneros porque “le daba un sentido a sus caminatas del atardecer” (6),
pero con el transcurso del tiempo también es guiado por curiosidad. Su afán por llegar a la villa y
adentrarla es fomentado por su curiosidad para saber dónde y cómo viven. Esta escena de un chico
de clase media que está ayudando a diferentes familias de cartoneros le intriga tanto al inspector
Cabezas que decide seguir y observar a Maxi. Entonces, en la noche en la que la historia llega a su
desenlace parece que se mueve una verdadera columna de gente hacia la Villa, guiada por Maxi y los
cartoneros. En persecución van Vanesa, la hermana de Maxi, y su amiga Jessica, por su parte
seguidas por el inspector Cabezas, quien tras matarlo al ‘pastor’ en la ‘puerta’ de la villa será buscado
por la jueza y todo el cuerpo de policía.
Ahora bien, a través de sus recorridos diarios la gente suele experimentar la cuidad. Por su parte, un
mapa no da cuenta de quién vive en un determinado lugar, cómo son sus casas y cómo la gente se
relaciona con los lugares. Entonces, el conocimiento del espacio en vez de deducirlo de un mapa
proviene del uso y de la percepción de dicho espacio. (Young 2003: 303) La gente suele conocer
únicamente la parte de la ciudad en la que se mueve a diario a través de sus desplazamientos
habituales y por lo tanto no conoce la ciudad toda. Sin embargo, en La Villa de César Aira los
recorridos de los personajes no se limitan al conocimiento de los lugares sino que constituyen
caminos en busca de algo. El espacio de la villa se presenta como un enigma y todos se dirigen a ella
a fin de solucionarlo.
La Villa, más que constituir un espacio de denuncia o representar un problema social adquiere otra
interpretación en esta novela. Se la presenta como un laberinto y los personajes quieren saber qué
hay en el centro. A Maxi este centro le intriga altamente y parece contener conocimiento acerca del
modo de vida de los villeros. (Quintana 2007: 149) Se pregunta qué puede haber en el centro de la
villa: “¿Acaso había tintorerías en el medio de la villa?” (87). Por su parte, el inspector Cabezas quiere
saber cómo hacen para traficar drogas adentro y afuera de la villa sin que la policía pueda enterarse.
La forma del laberinto no es nueva en la literatura, tampoco en la literatura argentina en la que Jorge
Luis Borges ha explorado la forma laberíntica. Existen varios tipos de laberintos con sus
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interpretaciones. Así el laberinto griego tradicional tiene un centro sagrado que es metáfora por un
sentido claro. En los cuentos de Borges se exploran diferentes interpretaciones, por ejemplo el
desierto-laberinto de “Los dos reyes y los dos laberintos” o el laberinto transparente “cuyo centro
está en todas partes y su límite exterior en ninguna” de “La biblioteca de Babel”. (Sarlo 2009: 141-2)
Pero el laberinto también puede destacar por su desorden en el que se implican inseguridad y
extravío oponiéndose al orden del damero de la ciudad. (Campra 1994: 32) La villa laberíntica de Aira
tiene un claro perímetro que se baña de luz, sin embargo, hacia el final del relato se ve la Villa desde
arriba y se revela el centro de ella:
“Más allá de lo especial de la situación, el espectáculo tenía un interés intelectual o estético.
Nadie había visto antes la Villa desde ese punto de vista, es decir, en su forma íntegra. Era un
anillo de luz, con radios muy marcados en una inclinación de cuarenta y cinco grados
respecto del perímetro, ninguno de los cuales apuntaba al centro, y el centro quedaba
oscuro, como un vacío.” (170-1)
De ahí que se deduzca la falta de sentido de toda búsqueda de conocimiento. De este modo el
laberinto de La Villa constituye una inversión del laberinto tradicional que guarda un sentido claro en
su interior. (Villanueva 2007: 378) Muñiz (2009: 2) ha leído la forma de la Villa como metáfora del
“vaciamiento de sentido que portan los trillados discursos sobre la pobreza.”
Al lado de su geometría laberíntica, la Villa también constituye un lugar mágico y fantástico que se
relaciona con el sueño y el inconsciente. Como ya hemos visto, Maxi sufre de ceguera nocturna y
encima tiene un ritmo circadiano diurno muy marcado por lo cual le agarra sueño desde el momento
en que oscurece. Como los cartoneros trabajan de noche, debido a que la gente sacaba la basura a
esa hora, el viaje hasta la Villa es un verdadero desafío para Maxi. La impresión fantástica que
adquiere la Villa para Maxi, por un lado, se debe al sueño que le agarra a esa hora del día y, por otro
lado, deriva del exceso de luz que irradia de ella. El viaje a la Villa se puede leer como un apartar de y
volver a la realidad, o sea, como metáfora de la literatura. (García 2008) “(…) ella [Adela] pudiera salir
(…) del corazón oscuro de la villa, hacia la realidad”. (103) Dicha transición de la percepción objetiva
de la ciudad hacia la subjetiva de la Villa, que asimismo corresponde a la transición de la vigilia al
sueño, se muestra en el hecho de que la primera vez que Maxi echa un vistazo a la Villa, está aún
lejos de ella por lo que guarda todavía algún sentido de realidad: “A la distancia, y a esa hora, podía
parecerle un lugar mágico, pero no era tan ignorante de la realidad como para no saber que la suerte
de los que vivían allá estaba hecha de sordidez y desesperación.” (18) Cuando por fin supo llegar al
borde de la villa, está por entrar en “ese reino encantado” (29) lo que le provoca un sentimiento de
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maravilla, de asombro. Cruzando el borde de la Villa, entra al inconsciente. Esta visión difiere
radicalmente de su visión anterior de la villa, cuando estaba a una distancia de ella:
“Medio dormido, más ciego que nunca (porque el pasaje bajo la corona de luz lo dejaba
deslumbrado), Maxi alzaba la vista hacia el interior con insistencia, y ya fuera ilusión, ya
confusión, le parecía ver, rumbo al centro inaccesible, torres, cúpulas, castillos
fantasmagóricos, murallas, pirámides, arboledas.” (36)
Cuando al final Maxi está dentro de una casilla en la Villa quedó profundamente dormido.
“La casilla era un cubo apenas irregular, y el catre la ocupaba todo a lo largo, haciendo
presión sobre las paredes. El cubo era uno en un millón, colocados uno al lado del otro, con o
sin huecos entre ellos, a veces apilados, en hilares o racimo, dispuestos al azar en una gran
improvisación colectiva. Los constructores artesanales preferían las formas simples, no por
motivos estéticos o utilitarios, sino justamente, para simplificar las cosas. En la Villa la
simplificación significaba algo distinto que en el resto de la ciudad. Las formas simples son
muy intelectuales o abstractas en la vigilia, pero en el sueño son simplemente prácticas,
utilitarias. Y este anillo inabarcable pertenecía por derecho al inconsciente, los cables que
unían las construcciones, tan numerosos e intricados como ellas, contribuían a esta
dedicación de la villa al sueño.” (188-9)
Entonces, la descripción y la experiencia de Maxi de la Villa van totalmente en contra de toda lógica
racional. A pesar de su ceguera nocturna, que indica metafóricamente la ignorancia de la clase media
para con los villeros (Voionmaa 2004: 127), Maxi adquiere la capacidad de ver este segmento de la
ciudad y la sociedad, aunque no a través de la percepción racional sino que por medio de otras
dimensiones, como el inconsciente y el sueño. El vínculo de la Villa con la percepción y visibilidad se
ve también en el vocabulario con el que Aira describe la Villa: iluminación, revelación, visibilidad,
espejo, reflejo, visión, fantasía, luz, maravilla, etc.
4.3.4 Centro-periferia y la ciudad fragmentada
A continuación se analizarán las representaciones de la ciudad como vistas en el capítulo anterior. La
oposición entre centro y periferia no es muy significativa en relación con La Villa, puesto que el
espacio villero en dicha novela no se encuentra en la periferia de la capital sino que esta “ciudad de
pobreza” se ubica dentro de la ciudad (32). De esta manera la Villa forma una isla dentro de la ciudad
y corresponde más bien al imaginario de la ciudad fragmentada. Por lo tanto, asimismo la fuerza
identificadora que emana de este lugar no se debe a la pertenencia a un lugar periférico que borda o
linda con el campo, sino más bien por la exclusión espacial y social que se debe a la fragmentación de
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la vida urbana. Dicha segregación se nota en la observación de Maxi: “Podía haber apostado que
ninguno de sus conocidos del colegio, del gimnasio, del barrio, o amistades de sus padres o
parientes, habían entrado nunca a una villa, ni en entrarían. ¡Y estaban tan cerca!” (31) Incluso Maxi
había oído decir que ni la policía se animaba a entrar en las villas. (31) Del lado de los cartoneros
tampoco hay porqué relacionarse con los demás habitantes de la ciudad, puesto que salen de noche
“no porque les gustase, ni por esconderse, sino porque la gente sacaba la basura al final del día”. (7)
Los cartoneros se “habían hecho invisibles, porque se movían con discreción, casi furtivos, de noche
(y sólo durante un rato), y sobre todo porque se abrigaban en un pliegue de la vida que en general la
gente prefiere no ver.” (10) La radical separación de estos sitios se debe, según el narrador, al miedo,
que constituye la matriz de los lugares, “de los lugares sociales y también de todos los otros,
incluidos los imaginarios.” (31) Sin embargo, hay interacción entre las diferentes clases en este barrio
de La Villa porque Adela, una muchacha habitante de la Villa trabaja en una casa de una familia en
Flores y asimismo personajes de clase media están implicado en la compra de drogas en la Villa.
Ahora bien, esta villa de emergencia y el barrio vecino también presentan ciertos rasgos de
guetoificación como plantea uno de los habitantes vecinos en una carta al diario Clarín:
“Los vecinos de Bonorino al mil ochocientos en el Bajo Flores hemos venido sufriendo en los
últimos años una escalada de violencia, alentada por una mafia que tiene su cuartel general
en la vecina villa de emergencia. Las armas y las drogas se han vuelto una presencia cotidiana
en lo que hasta hace poco era un tranquilo barrio de trabajadores, con chicos jugando en las
veredas. Hoy día vivimos encerrados, de día y de noche, rehenes domésticos de una
criminalidad que no tiene controles.” (43)
A dicha violencia, criminalidad e inseguridad se añade la infiltración de sectas protestantes en la Villa
como fachada del narcotráfico que además hubiera causado la muerte de una chica que vivía en el
barrio vecino a la Villa. Todos estos elementos junto a los hechos desarrollados en la trama de Maxi
llevarán al final violento de la novela en el que se sitia la Villa.
Al mismo tiempo, si en la perspectiva de Maxi la villa miseria de alguna manera se presenta como un
gueto es solamente en el sentido espacial: “Además, ¿qué pobres? Los pocos que veía (…) estaban
vestidos como cualquier otro argentino, y se comportaban igual. Lo único que los clasificaba de
pobres era que habitaran esas viviendas precarias.” (75-6) A lo largo de la novela la villa miseria se
plantea como un espacio alternativo al reivindicar los valores tradicionales que la sociedad neoliberal
ha perdido: solidaridad, pertenencia a una comunidad, etc. Sin embargo, a pesar de la aparente
exclusión de la lógica capitalista, parece que tampoco los villeros pueden escapar a ella. Llegados los
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noventa, incluso los carritos compuestos por los cartoneros con desechos que antes se destacaban
por una “propia belleza peculiar, su valor como artesanía popular” (26), ahora su valor era de pura
funcionalidad. De todos modos, como ha observado Villanueva (2007: 371-2), la dicotomía
sarmientina civilización-barbarie se ve invertida en sus tradicionales asociaciones con respecto a la
villa miseria en la ciudad. En esta novela de Aira la Villa se presenta como un espacio de civilización y
organización que se opone al resto de la ciudad como lugar donde reinan la barbarie y la violencia.
Por último, cabe destacar que la fragmentación no se presenta solamente en forma de una
segregación social y espacial sino también en el hecho de que Aira toma un fragmento de la ciudad, a
saber el barrio de Flores con la vecina villa miseria, y lo hace funcionar como representación de la
ciudad toda (Villanueva 2007: 369).
En conclusión, se ha podido observar que el espacio en La Villa adquiere una interpretación
particular. Por un lado, parece que la villa miseria se presenta como un espacio alternativo, que se
aparta de toda geometría racional en su construcción, y en el que los habitantes han reafirmado los
valores de solidaridad y comunidad. Sin embargo, Aira parece tomar la forma laberíntica de la villa de
emergencia, que adquiere dimensiones fantásticas, como punto de partida para una reflexión sobre
la literatura y la falta de sentido que se encuentra en su centro.
4.4 La experiencia del “otro” y las imágenes de los habitantes villeros
En el presente apartado nos preguntaremos cómo se construyen los personajes que habitan la Villa.
En la novela se nos presenta a los villeros como los otros, aquellos que parecen fundamentalmente
diferentes de la propia experiencia, por lo cual el espacio y la vida de la villa miseria parecen ejercer
una atracción en los personajes de la clase media, en particular Maxi. Se indagará sobre la
construcción de su identidad a través de los estereotipos y la perspectiva de la clase media y se
preguntará si los ‘villeros’ adquieren una propia voz en esta novela. A continuación, nos
preguntaremos qué representaciones de la villa miseria y ante todo de sus habitantes se nos
proponen en la novela.
Como ha observado Muñiz (2008: 1) en relación con La Villa, no se construye un mundo marginal o
sórdido en el que los habitantes villeros aparecen como sujetos carentes, que consecuentemente
tomarían su situación como pretexto para participar en actividades ilegales. En cambio, los
cartoneros, quienes son los personajes que aparecen con más insistencia destacan por su capacidad
de autonomía: están bien organizados en sus rondas en familia por la ciudad, son capaces de
soportar sus cargas y no se pelean entre ellos ni siquiera por los restos de comida que encuentran
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entre la basura. Dichas imágenes más ‘positivas’ de los habitantes villeros se construyen ante todo en
la perspectiva ingenua de Maxi y de este modo se oponen a la perspectiva paranoica e impregnada
de prejuicios de otros personajes como el inspector Cabezas, la jueza o las dos muchachas de clase
media.
El hecho de que Maxi y el lector van conociendo el mundo de la Villa a través de los cartoneros
contribuye a las representaciones más bien positivas, dado que estos personajes disponen de “un
trabajo” - por lo informal que sea - y no corresponde a la imagen típica de mano de obra desocupada
que puebla las villas de emergencia. (Saítta 2006: 100) Asimismo Adela, otro personaje habitante de
la Villa que aparece individualizado dispone de un empleo. Trabaja de mucama para una familia de
clase media del barrio de Flores. El siguiente fragmento muestra cómo este espacio villero es
diferente de las imágenes que se relacionan muy a menudo con las villas miseria. En vez de que reine
el desempleo -no tomando en cuenta el empleo en la economía informal-, la condición precaria de
sus habitantes parece obligarlos a los villeros a aprovechar sus talentos y aplicarse a “oficios básicos”
en vez de que se dediquen a actividades ilegales:
“Pero justamente, en la villa abundaban los electricistas, como abundaban todos los oficios,
al menos en su fase básica. Casi se podía decir que todos sus habitantes eran “oficiales
básicos” de todo; los pobres debían arreglárselas con las cosas, no tenían más remedio. No le
temían a la electricidad, como los burgueses, y de hecho no tenían por qué hacerlo.” (28)
O sea, la imagen positiva de dicha villa de emergencia se construye a partir de la capacidad
extraordinaria para sobrevivir en circunstancias precarias que los fuerza a estas personas a
“arreglárselas con las cosas”. La voz narrativa reflexiona sobre la naturaleza del trabajo de los
cartoneros, que al igual a lo que hace Maxi depende de circunstancias históricas y observa que
cualquier cambio socioeconómico hubiera hecho que esos cartoneros se dedicaran a otra cosa. (74)
Por lo tanto se enfatiza la capacidad de adaptación, en lo que esos personajes que trabajan de
cartonero se diferencian de “los burgueses”.
De manera que, desde la historia de los cartoneros y Maxi, los villeros aparecen como personajes que
saben organizarse, son solidarios entre ellos y también hacia Maxi: le fabrican una cama y la tienen
preparada para cuando éste se quedaría dormido en la Villa antes de poder volver a su casa. Los
villeros son capaces de adaptarse a su cambiada circunstancia y, según opina Maxi, puede ser una
ventaja el vivir al día. Son todas cualidades