en la sangre de los griegos

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EN LA SANGRE DE LOS GRIEGOS Por Mary D. Traducido por kathywp Capítulo 1 Zoe Lambros se reclinó contra la pared observando las patrullas del ejército comenzar sus días. ¡Asesinos! pensó con desdén. Miró alrededor de las calles de su pueblo- Larissa. Era un pequeño pueblo agricultor, el campo fértil proveyendo a la comunidad con algodón, aceitunas y trigo. Mandaban sus cosechas a Atenas, o a Thessaloniki, la cual estaba sólo a tres horas en tren. Siguiendo el progreso de los odiados soldados alemanes, su imaginación habitaba la calle con amigos y vecinos que no eran tan lejanos entre ellos. Larissa había visto su acción de tragedia con los hombres del pueblo- realmente más como chicos jóvenes- yendo a la guerra contra Italia y muriendo por la país y su libertad. Había sido una difícil victoria ganada con muchos de los jóvenes del pueblo rindiendo sus vidas por su país. El gran júbilo había tenido como resultado una celebración gozosa que duró por días. En el pueblo el orgullo sobre las noticias de que los italianos habían sido rechazados había prosperado la pena por la caída. Zoe suspiró por aquellos tiempos que eran amargos. Sus tres hermanos, fornidos jóvenes apenas saliendo de su adolescencia, habían muerto en los campos de batalla. Su amado padre, Nicholas Lambros, tomó las duras noticias y sufrió un infarto masivo dejando a Zoe y a su madre cuidando de la granja familiar. Las celebraciones pasaron sin ellos mientras lloraban la pérdida de los hombres de su familia. Ninguna familia fue reservada de las repulsivas series de estupros mientras la nube negra de la guerra descendida en el pequeño pueblo agricultor. Después de la euforia de la victoria contra los invasores italianos se había desteñido, el descubrimiento asestó en que los poderes de Axis no habían derrotados, sólo atascados. El gobierno griego tropezó de una crisis a otra, tratando de derrumbar la victoria de las garras de la derrota. Lo inevitable sucedió en la primavera de 1941, un día que muchos griegos sabían vendría. Aunque habían esperado que sus hombres pudiesen rechazar el avance

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Uber Xena y GabEN LA SANGRE DE LOS GRIEGOS Mary D. Traducido por kathywp: Zoe es una griega que vive bajo el régimen Nazy que hay en su país pero se enamora de Eva la hija del Comandante encargado de la Ciudad, quien resulta ser la hija del Sacerdote y quien ayuda a Zoe a que siga la resistencia.

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EN LA SANGRE DE LOS GRIEGOS

Por Mary D.

Traducido por kathywp

Captulo 1

Zoe Lambros se reclin contra la pared observando las patrullas del ejrcito comenzar sus das. Asesinos! pens con desdn. Mir alrededor de las calles de su pueblo- Larissa. Era un pequeo pueblo agricultor, el campo frtil proveyendo a la comunidad con algodn, aceitunas y trigo. Mandaban sus cosechas a Atenas, o a Thessaloniki, la cual estaba slo a tres horas en tren.

Siguiendo el progreso de los odiados soldados alemanes, su imaginacin habitaba la calle con amigos y vecinos que no eran tan lejanos entre ellos. Larissa haba visto su accin de tragedia con los hombres del pueblo- realmente ms como chicos jvenes- yendo a la guerra contra Italia y muriendo por la pas y su libertad. Haba sido una difcil victoria ganada con muchos de los jvenes del pueblo rindiendo sus vidas por su pas.

El gran jbilo haba tenido como resultado una celebracin gozosa que dur por das. En el pueblo el orgullo sobre las noticias de que los italianos haban sido rechazados haba prosperado la pena por la cada. Zoe suspir por aquellos tiempos que eran amargos. Sus tres hermanos, fornidos jvenes apenas saliendo de su adolescencia, haban muerto en los campos de batalla. Su amado padre, Nicholas Lambros, tom las duras noticias y sufri un infarto masivo dejando a Zoe y a su madre cuidando de la granja familiar. Las celebraciones pasaron sin ellos mientras lloraban la prdida de los hombres de su familia. Ninguna familia fue reservada de las repulsivas series de estupros mientras la nube negra de la guerra descendida en el pequeo pueblo agricultor.

Despus de la euforia de la victoria contra los invasores italianos se haba desteido, el descubrimiento asest en que los poderes de Axis no haban derrotados, slo atascados. El gobierno griego tropez de una crisis a otra, tratando de derrumbar la victoria de las garras de la derrota. Lo inevitable sucedi en la primavera de 1941, un da que muchos griegos saban vendra. Aunque haban esperado que sus hombres pudiesen rechazar el avance de los alemanes quiz, no deba ser y la mquina de guerra nazi se movi a travs del campo griego como cigarras.

E ineludiblemente, una maana, mientras el sol empezaba su ascenso sobre el Monte Ossa, en el pequeo pueblo de Larissa que anidaba en el valle, el retumbar de tanques alemanes y los sonidos de pies marchando perturb el silencio. Larissa sinti la fuerza repleta de sta llegada. Era un pueblo comerciante y su ubicacin- 350 km. de Atenas y 150 km de Thessaloniki- la haca importante para ocupar la fuerza alemana.

El pueblo perdi un asombroso nmero de sus jvenes y aquellos que sobrevivieron fueron clandestinamente. La oposicin subversiva en el campo haba crecido y aunque los alemanes haban escarnecido en las noticias de la Resistencia Griega, sus nmeros se reforzaron cada da que pasaba. Para muchos griegos, la nocin de ser una persona esclavizada era una abominacin. Hace mucho haban arrojado la yunta de la opresin por los turcos, una guerra que anunci una Grecia nueva con un propsito nuevo.

Zoe mir el paso de la patrulla y se pregunt cuando terminara la pesadilla. Para los invasores los griegos eran personas tercas que se negaban a rendirse cuando todo estaba perdido. Sus refugios de soldados aliados, su implacable necesidad de matar al invasor hicieron a los alemanes an ms determinados en romper la voluntad de las personas.

Zoe era una joven de diecisis aos, con pelo largo y castao-en distintas tonalidades que alcanzaba su cintura y ojos color esmeralda que su padre dira le recordaban a esmeraldas. Era de apenas un poco ms de 1.62 cm., con un una esbelta figura que esconda una dura resolucin y fuerza de carcter.

Zoe tena una deuda personal que asentar con los invasores que ocupaban su amado pueblo. El viento soplaba el pelo largo a sus ojos. Volvi distradamente hacia atrs los hilos mientras giraba hacia el sonido de un coche negro que vena a una parada a travs del camino donde ella se haba detenido. Un joven soldado abri la puerta y el Mayor Muller sali, un ceo en su cara y un papel arrugado en la mano. Ladr las rdenes a sus hombres y, de la mirada en su rostro, Zoe sabra que las noticias no eran buenas. Una sonrisa cruel arrug el rostro de Zoe, mientras saba donde haba estado el Mayor. La Resistencia dara a las nuevas tropas del Mayor Muller un desfile de bienvenida que nunca olvidaran.

Mayor Hans Albert Muller, el comandante de las tropas alemanas, era un chico cabello rubio-dorado, ojos azules de de la mquina de guerra nazi. De 1.96 cm., con hombros anchos y un aspecto orgulloso, l era el paradigma del ario masculino. Muller era un soldado de carrera que haba probado la derrota en sus aos veinte durante la Primera Guerra Mundial y, cuando el Partido Nazi le ofreci al joven una oportunidad de invertir la desmoralizante derrota de la Patria, se haba unido al Partido con el entusiasmo.

Ahora, Muller era un hombre mucho ms despreciado, un violento e irracional alemn, o demasiados griegos lo crean. Haban presenciado su brutal tratamiento haban visto muchas de sus familias muertas como desquite para la aumentada actividad de la Resistencia. La KKE, el movimiento griego de la Resistencia de la Comunidad, estaba activo alrededor del campo que circundaba Larissa. El sistema extenso de la cueva en las colinas fue utilizado por la KKE para escapar y esconderse de los alemanes.

Zoe quiso desesperadamente acercarse a sus compatriotas, para unirse en la pelea contra los invasores. Quiso recoger un fusil y empezar a matar a cualquiera que usase el despreciado uniforme. Tena la voluntad si solamente alguien le diese la oportunidad.

Zoe estaba a punto de girar para entrar a su pequea casa cuando vislumbr una figura familiar subiendo la calle de adoqun. Una expresin de burla y desprecio riz sus labios. La distintiva alta figura de Eva Muller avanz lentamente en la calle, su cabeza se inclin. Una capucha cubra su cabeza, pero era inconfundiblemente la mujer alemana.

El odio de Zoe para con la mujer era bien conocido en la aldea y ella ya haba sido prevenida dos veces de matar a la hija de Muller, mucho para su aversin. Eva era una mujer alta y esbelta, con pelo largo y negro brillante que rodeaba una cara angular y un mentn que recordaba a Zoe la de su hermano menor, Thieri. Sus ojos azules estaban en su mayor parte hacia abajo mientras iba a su negocio, no ansiosa de hacer contacto visual con nadie. Dondequiera que iba, tena dos sombras a su lado listos para protegerla en caso de que cualquiera tratara de matarla. No la protegeran si la Resistencia quisiese matarla realmente, Zoe pens para si misma mientras vea la figura alta y esbelta.

Zoe continu viendo como la mujer pasaba y, sin pensarlo, se arrodill y recogi un pequeo guijarro. Apunt la piedra en su mano y la tir, golpeando a Eva en su nuca. Zoe sonri y salt en el triunfo mientras la mujer alta paraba y giraba lentamente. Eva baj su capucha y mir fijamente a Zoe con sorpresa. Zoe continu sonriendo, inconsciente del verdadero peligro en el que podra estar donde permaneca. Los dos guardias apuntaron sus fusiles hacia ella, esperando la seal de su ama.

Los ojos azules encontraron el tempestuoso verde y los sostuvieron por unos pocos momentos. Eva baj su mirada pero no antes de que Zoe notificase, mucho a su sorpresa, las piscinas de cobalto brillantes con amargas lgrimas. Eva se gir sin una palabra y se march. Sus guardias rpidamente la siguieron calle abajo.

Zoe se par traspasado en la puerta observando figura que se retiraba. Fue sorprendida por el comportamiento recatado de la mujer; no exactamente la imagen que Zoe haba imaginado. "La leona es realmente un ratn. Extravagante eso," Zoe ri entre dientes a mientras abra la puerta a su casa. Ella haba abierto apenas la puerta cuando fue tirada hacia dentro y la puerta se cerr forzosamente detrs de ella.

*****

El capitn Jurden Reinhardt resping en las obscenidades que reverberan alrededor del cuarto. La emboscada de la nueva patrulla los haba tomado por sorpresa, aunque ellos anticipaban el problema de la Resistencia. Reinhardt se estremeci mientras el Mayor venia dentro caminando lentamente y grit.

"Qu sucedi?" el alemn mayor grit, ondeando a un aviador delante de la cara del Capitn. Reinhardt mir como las venas se destacaban absolutamente contra la rojez que envolva la cara y cuello de Muller. "Bien, Me contestarn o permanecern ah mudos?"

"Nos tendieron una emboscada, seor," Jurgen tartamude.

"Cuntos perdimos?" el mayor grit.

"Veinte hombres y dos camiones..."

Muller cerr sus ojos y grit su abuso a sus propios soldados ineptos y a la Resistencia. La invectiva continu mientras l abri la puerta asustando a los dos guardias que permanecan afuera de la oficina. "Los quiero arraigados- me entiende, Capitn? Se regocijan. Los quiero arraigados."

"S, seor," tartamude el joven y entonces mir hacia la puerta abierta y una figura encapuchada entr. El respir un suspiro del alivio cuando se dio cuenta de era la hija del Mayor. La ltima cosa que Reinhardt necesitaba era Eva Muller para ser emboscada tambin.

"Dnde has estado?" Muller demand cuando ella entr y baj su capucha.

"Estaba en la iglesia, Padre," Eva contest calladamente, encontrando los tempestuosos ojos azules de su padre. Se estremeci cuando vio el desprecio en sus ojos y ella baj la propia, esperando mle no la implicase.

"No s que es lo que haces ah a stas horas de la maana, pero tengo un problema mucho ms estresante que proteger tu salud."

"Tena a mis dos guardias conmigo, si es por lo que estas preocupado." Eva contest calladamente.

"Dos guardias no te salvarn contra un ataque de la Resistencia, Eva Muller." advirti que llevaba el gemelo a su aviador en su mano y lo arrebat de ella en repugnancia. El se sent y peg el molesto papel hacia abajo en su sobremesa. "Especialmente con esto."

El mayor ya haba ledo al aviador que los Partidarios Griegos haban producido. Era verdaderamente el mismo como uno que l haba lanzado por la ventana momentos antes en rabia. Aceptaba orgullosamente responsabilidad para el bombardeo de la columna y amenazaba a de regresar a los alemanes a Alemania en pedazos. El mayor hizo un bufido y arrug el aviador en la mano.

Muller suspir mientras se volva a su hija. "Dile a Despina que quiero desayunar."

"S, Padre," Eva contest, gir y encontr la mirada de Reinhardt por un momento antes de salir del cuarto.

Hans Muller mir a su hija salir y gir hacia Reinhardt. Pon a un lado el asunto inmediato de la emboscada, mir fieramente al joven oficial. "Qu hace ella en esta iglesia?"

Reinhardt no se esperaba el cambio y mir fijamente a su dominante oficial. "Uh.." Muller cerr sus ojos y gru mientras esperaba al Capitn responder. "Va la iglesia, Seor. Se sienta en la banca y reza."

"Prdida de tiempo," Muller murmur. "La has estado siguiendo?"

"S seor," Reinhardt asinti rpidamente.

Muller gru y tir al aviador en su escritorio. El volvi al Capitn y grit. "T! Quiero que averiges donde estn estos animales y trelos."

Eva se detuvo afuera de la puerta y cerr sus ojos mientras su padre sacaba su rabia en su subordinado y no en ella. Se lami sus labios y trag mientras se marchaba ignorante de las miradas furtivas de los guardias.

*****

"Qu en el nombre de Dios tratas de hacer?"

La puerta se sacudi mientras Zoe fue empujada contra sta por su buen amigo, Stavros Mavrakis. Su pelo negro y oscuros ojos lo hacan parecer malvolo pero Zoe saba que l tena el mas agradable de los corazones. En ese justo momento en que l le grua a ella y a pesar de la situacin, Zoe no pudo evitar una risita.

"Para de rer mujer!" Stavros suplic. "Te vi golpear a la hija de Muller. Ests loca?"

Zoe hacia el techo con una mueca en su cara. "Me viste golpear su cabeza, Stav?" Dijo con entusiasmo. "Whap!"

Stavros suspir. "Zoe..."

"No pens que la golpeara, no es mi culpa que la piedra golpeara en su cabeza," Zoe ri entre dientes.

"Pudiste haber sido herida," Stavros contest dndose cuenta de que no iba a conseguir que su joven amiga viese la razn.

"Ah," Zoe levant un dedo para detener a su amigo en continuar. "Pero no lo fui."

"Sigue as, Zoe y un da estars del otro lado de la bala."

"Bien no ser hoy, mi amigo," Zoe ri entre dientes. "Whap!" abofete la mano suavemente sobre su cabeza. "Deseara que Mihali estuviese todava aqu as yo le podra mostrar como ha mejorado mi puntera."

Stavros sacudi su cabeza y trat de impresionar una vez ms en su joven amiga que matar a la hija de Muller no era la solucin a sus problemas.

"Stav, te apiadars ahora del krauts?" Zoe molest slo para conseguir un ceo de su amigo.

"No me apiadar del krauts, pero todo lo que har el atacar a su hija es que nos matar a todos. Ese demonio ya est demente; quieres que nos mate a todos?"

Zoe mir hacia abajo en su desgastado zapato. "Sera ms fcil que vivir como animales."

Stavros abraz a la joven chica. "Siento haber sido tan duro contigo. Estaba aterrado de lo que podran haberte hecho."

"No te preocupes por mi, Stav," Zoe dijo entre dientes.

Stavros sonri. "Por quin ms tengo que preocuparme?"

Zoe encogi sus hombros. "Hasta que te encuentres una chica y entonces puedes preocuparte por ella."

"Siempre me preocupar por ti, ZoZo," Stavros se ri como Zoe lo golpeaba en la cabeza por el de un apodo que aborreca. Sus hermanos cariosamente le haban dado a su pequea hermana el nombre y, a su consternacin total su amigo, continu utilizndolo cuando quera molestarla.

"Y cmo fue?" Zoe trat de cambiar el tema lejos de ella y su piedra lanzada. "El Mayor Kookhead no se vea demasiado feliz.

"Kaboom!" Stavros hizo los efectos sonoros de bombas explotando, lo cual hizo sonrer a Zoe.

"Un gran kaboom?"

"Un kaboom bien grande," Stavros sonri.

Ellos haban logrado su primera meta de tender una emboscada a los camiones alemanes y haban hecho un trabajo bastante bueno. El movimiento partidista creca. Stavros saba que sus compatriotas se reuniran, como haban hecho con los turcos. Derrocaran a este invasor y Grecia sera libre una vez ms. El mir a la joven mujer ir a una mesa donde se localizaban sus mapas. Zoe tena una rpida agudeza de alerta, a pesar de su horrenda experiencia de perder a su madre frente a sus ojos.

"No va a ningn lado sin una sombra?"

"Zoe, por favor deja esa idea. Slo conseguirs que te maten."

"No puedo" Zoe dijo entre dientes y picoteando la agrietada madera en la superficie de la mesa.

"Por qu no puedes? Ella no es nadie."

"Si no es nadie Por qu no puedo matarla?"

"Porque si lo haces, Muller matar a 100 de nosotros, por eso. Ella vale 100 de tus compatriotas?"

Zoe encogi los hombros. "No."

"Bueno, me alegra que finalmente hayamos arreglado eso." Stav suspir con alivio. El alivio fue efmero cuando vio una mirada traviesa en el rostro de la joven mujer. "Qu?"

"Qu?"

"Escpelo, s lo que quieres," Stavros aterriz contra la mesa.

"Estas hablando con la nueva sirvienta de Eva Muller! Una vez que me acerque a ella, entonces la podemos matar cuando el tiempo sea correcto," Zoe sonri y la frot sus manos.

"Zoe, oste algo de lo que acabo de decirte?"

"Sp, te o. Si la necesidad surge, estar en el lugar correcto en el momento correcto," Zoe razon. "El Padre Haralambos me consigui el trabajo. El justo de repente, t sabes. Iba pasado por la iglesia y l me llam. Pregunt si quera un trabajo y yo dije, 'Seguro que si.' Cuando me dijo para quin era, supe que era perfecto. No creo que supiese por qu lo bes. Es un mensaje de Dios, Stav."

Stavros se quej. "Zoe, t ya no crees en Dios."

"Estoy empezando a ver la luz" Zoe dijo con una mueca. "Stav, no te preocupes. Ya te preocupas demasiado," reprendi a su amigo y se march riendo entre dientes.

Captulo 2

La luz parpade por unos pocos momentos mientras Zoe se sentaba en la dura silla ver hacia abajo en el papel. El lpiz en su mano chasque a travs de la pgina, aparentemente por su propia iniciativa mientras la forma de la cara de una mujer naca. Los ojos miraron solos y perdidos en contraste a la figura que haba visto. Zoe par por un momento y tom un profundo aliento. Mir dentro de los ojos de un demonio pero no vio odio.

Se sinti inquieta por eso pero no estaba segura del porqu. Zoe empuj el dibujo a un lado y fue a ver hacia fuera de la ventana.

La luna llena brillaba por la ventana mientras el toque de queda en el pueblo descenda como una manta. Mir hacia afuera, examinando la calle ansiosamente, esperando que Stavros no hubiese sido detenido por las odiadas patrullas. Los alemanes estaban deteniendo a cualquier hombre en la calle, pero Stavros descubri que si actuaba silencioso, a veces los soldados no lo detendran. Sonri cuando vio al Padre Haralambos caminando firmemente, la rgida brisa agitando su toga mientras se apuraba hacia la iglesia. Lo vio asentir a los soldados alemanes que ladraban las rdenes a "Mach Schnell." Se pregunt si el Padre Haralambos todava crea en un Dios. Cundo ella haba encontrado al clrigo slo unos pocos das antes, se haba sorprendi ms bien de su oferta.

"Ah, all ests mi nia." El viejo clrigo se detuvo, como siempre. Ella siempre se pregunt qu edad tena l desde que haba estado alrededor de la aldea siempre que pudiese recordar.

"Padre." Ella dijo e inclin y bes la mano en reverencia. Pudo haber perdido su fe en Dios pero an adoraba al sacerdote.

"No te hemos visto en la iglesia. Pasa algo malo, mi nia?" Los ojos azules del clrigo taladraron en la joven chica quien permaneca frente a el.

"La guerra sucedi, Padre."

"Verdaderamente. Verdaderamente. Tengo un trabajo para ti, si te interesa."

"Depende de lo que sea. Limpio para la Sra. Androniki," Zoe explic. Odiaba el trabajo pero tena que hacer algo para ganar alguna cantidad exigua para mantenerse viva.

"Este trabajo pagar muy bien," el sacerdote la inform. "El mayor Muller busca a una sirvienta para su hija."

El sacerdote no se sorprendi cuando Zoe se gir y comenz a marcharse.

"Zoe, por favor detente y escucha," el sacerdote mendig. Zoe gir y haba encarado al clrigo con una mirada desinteresada en su cara.

"No estoy interesada, Padre" Zoe sacudi la cabeza.

"Me estaras haciendo un favor."

Zoe se haca detenido y haba mirado al sacerdote en confusin. "Cmo?"

"No puedo decirte eso ahora pero tienes que confiar en mi."

Zoe mordisque sus labios mientras consideraba la peticin del sacerdote. La introducira dentro y hara ms fcil su trabajo de matar a la mujer.

"De acuerdo" Zoe dijo al alterado pero aliviado clrigo.

"Qu ests haciendo?" Stav pregunt mientras vena a su lado y vio el dibujo en la mesa.

Zoe se asust y salt al sonido de su voz. "Stav!" grit y le golpe la pierna.

"Hey, no me sub arriba de ti," Stav protest. Pensaba que haba hecho mucho ruido al subir las escaleras.

"Quin es esa?"

Zoe mir hacia abajo en el dibujo. "El diablo."

"Luce terriblemente linda para un diablo." Stav ri entre dientes.

Zoe lo mir. "No pensaras eso si supieses quien era."

"No puede ser hija de la Sra. Pareskevi; sus ojos no son tan hermosos."

"Es la Vbora," Zoe dijo calladamente. 'La Vbora' era el alias de la Resistencia para la alta mujer. Zoe se lo haba dado a ella y adoptado por los otros.

"Wow, lindos ojos."

Zoe frunci el ceo. "Eso es todo lo que puedes ver?"

"Qu quieres que vea?"

"El diablo."

"No tiene cuernos ni cola," Stav ri entre dientes y se march.

Zoe frunci sus labios y volvi a su dibujo. Se detuvo por un momento y entonces dibuj los cuernos.

"No encajan en ella," murmur.

"Dibuja algo agradable" Stavros dijo mientras l pona abajo las provisiones exiguas. El alimento se haca escaso para todos pero las fuerzas de ocupacin mientras la guerra la guerra transcurra, dejaban a los alemanes bien alimentados y a los griegos que muriendo de hambre.

"Quiz," Zoe dijo entre dientes y guard el dibujo. "Fuiste detenido?"

"No. Apostolos me encontr y me dio una botella de su nuevo brebaje." l la atrajo sobre a la mesa para comer el pan y las aceitunas que haba conseguido. La feta de queso y aceitunas eran los dos artculos que podan obtener fcilmente. Zoe mir hacia abajo en su desayuno y suspir. Cundo la guerra termine, se alejara de la feta de queso y de las aceitunas por el resto de su vida.

"Qu se supone que es esto?" Indic la botella delante de ella.

"Bueno, segn Apostolos, es la mejor cosa despus del ouzo. Dijo que era su mejor brebaje hasta ahora."

Comieron en el silencio y saltaron cuando oyeron que las campanas de la iglesia sonar. Zoe odiaba ese sonido, para ello significaba que otra madre haba perdido a su hijo en la guerra. Era la prctica del eklisia local de permitir que las campanas de la iglesia sonasen siempre que una madre averiguaba que su hijo haba muerto luchando por la padre patria. Larissa haba perdido demasiados de sus hijos e hijas. Zoe record la primera vez que haba odo que las campanas de la iglesia sonaban.

"Mam, por qu suenan las campanas?" ech una mirada alrededor Zoe a donde su madre haba parado de tejer. "No es domingo."

"Dios necesita protegerlos bien a todos," su madre susurr.

"Por qu Dios necesita protegerlos? A quin necesita proteger l?"

Su madre la mir, sus ojos rebosantes de lgrimas. "Ah mi nia, la guerra ha venido a nuestro hogar," su madre dijo mientras sostena a su hija en sus brazos. "Cuando esas campanas suenan, significan que una madre ha perdido su hijo." Zoe ech una mirada alrededor y vio que las mujeres paraban lo que hacan o estaban llorando.

"Nuestros hombres ganarn esta guerra, Mam. Los griegos se no renuncian tan fcilmente! Recuerda que golpeamos a los turcos despus de 400 aos de ocupacin!" la joven chica dijo con la bravata e ignorancia de la juventud.

Helene Lambros sonri a su hija menor. Una hija creciendo tan rpidamente. Estaba ya en su ao decimotercero. Ya ella rechazaba las ofertas de matrimonio. Muchas de las madres que tenan hijos miraban a su hija como una futura nuera. No hasta que esta guerra termine, dijo a su joven hija. Todos sus hijos haban luchado a los italianos y muerto.

"Los alemanes sern derrumbados como los italianos. Recuerdas a Metaxas? El dijo 'NO!' a los italianos y los derrotamos," Zoe dijo, mirando a las mujeres, tratando de de conseguir que estuviesen de acuerdo con ella. "Podemos decir 'NO!' a los alemanes... o no?"

Una mujer de edad avanzada buf. "Metaxas est muerto, pequea. Todos debemos tener suerte."

"Pronto los alemanes estarn en nuestro umbral. Tendremos que luchar como nuestros padres lo hicieron hace tantos aos... Recuerdo la primera guerra... Germani goorunia."

Una mujer de edad avanzada disput en el suelo y se cruz. "Los derrotaremos," jur. Su voz rompi mientras deseaba que fuesen al infierno. "Yiayia! Ganaremos!" Zoe exclam, no entendiendo completamente el pesimismo de los ancianos o la maldicin de la mujer de edad avanzada.

"Cree en Dios, mi nia. Nuestro Seor te mantendr segura y tambin a nuestro hermoso pas."

Zoe mir fijamente hacia abajo en su plato como mientras coma distradamente. Cmo esas palabras se quemaban en su memoria. Dios y pas. Record el da tan claramente. Era en mayo de 1941. Vio a su primer soldado alemn y se dio cuenta de que Dios no haba escuchado sus oraciones, ni lo hara. Dej de creer y siempre que el Padre Haralambos le preguntaba, resonaba las palabras de Metaxas y dijo "NO!" Encontr que eso quedaba ms bien. Eso fue hace dos aos y muchas cosas haban cambiado en esos aos. Mir a Stavros cuando l llam su nombre.

"En que ests pensando?" pregunt Stavros mientras terminaba su cena.

"No conocamos el horror que vendra a nosotros. Metaxas pudo haber tenido razn para no permitir la tierra inglesa. Koryzis cometi un error muy grande," Zoe dijo calladamente.

"No, Metaxas estaba equivocado, no Koryzis, Zo. Tuvimos que permitir que los ingleses viniesen y entonces dependimos de Dios para salvarnos tambin," Stavros susurr.

"Sabes algo, Stav?"

"Qu?"

"No hay Dios."

"As dicen los tontos..."

"Qu?" dijo Zoe, mirndolo agudamente.

Stavros alz una mano rindindose. "Eso es lo que Padre Haralambos dice. El dijo que es lo que la Biblia dice! Personalmente, pienso hay muchos tontos en Grecia."

"Somos tan brillantes y alegres." Zoe le sonri en l y gentilmente lo golpe en el brazo y los dos se rieron. "Sabes, Stav, estamos muy empobrecidos para ser griegos.. Pienso que somos rusos disfrazados."

"Ah pero somos griegos y tambin empobrecemos. Hemos tenido mucha prctica. La alegra es para otro momento y otro lugar."

Zoe par de sonrer y mir a su amigo. "Y t eres demasiado joven para estar sin alegra. Hace los ojos amoratados an ms negros."

"No creo que eso sea posible, Zo. En cuanto a la alegra... encontraremos nuestra alegra despus de la guerra," Stavros dijo entre dientes. "Hasta entonces, tratamos y deshacemos de nuestro pas a los alemanes." El levant el vaso y tom un sorbo e hizo una mueca. "Juro que Apostolos quera matarnos con este brebaje."

"Quiz podramos drselo a los alemanes y la guerra terminara," Zoe dijo mientras tomaba un sorbo y lo que haba tomado lo escupi. "Esto sabe peor que su otro brebaje Tena Apostolos alguna noticia?"

Stavros mir hacia abajo en el lquido y agit su copa. "Los alemanes mataron a 20 hombres y a mujeres de Nea Smirnea en venganza por el bombardeo del camin. Perdimos a Andreas. l era..." Stavros tir la copa contra la chimenea donde la quebrant. "Apostolos piensa que tenemos a un colaborador en nuestro medio... quiz la KKE." Corri los dedos por su pelo.

l no hubiese podido creer en esa estupidez de KKE y por supuesto todos los otros grupos de la Resistencia, tambin. Ellos luchaban entre s mismos, cada uno tratando de aventajar al otro. Todo el tiempo, los alemanes mataban a sus personas y violaban su pas. Zoe camin y reuni los pedazos rotos de la copa y los puso en el contenedor de basura. Volvi a ver a su amigo que tena la cabeza hacia abajo.

"Cundo terminar esta locura?"

Stavros no tena respuesta a eso, as que l continu con sus noticias. "Tambin me dijo que acorralan a judos griegos. Dijo que son enviados a algn lugar."

"Por qu?" pregunt Zoe, secando sus manos con una toalla y luego sentndose frente a su amigo.

"No s. Apostolos me dijo que tres ingleses y neocelandeses que ayudaron a escapar la semana pasada les dijo algunos historias cuando ellos estaban en Trikala."

"Qu historias?"

"Dicen que ellos envan a personas como ganado, que han visto a hombres, mujeres y nios en furgones, dirigindose no-s-a-dnde."

"T crees?"

"Quiz. No s que creer."

"Seguirs adelante con el bombardeo?"

"S, por supuesto. Tenemos que. Si podemos conseguir los suministros, podemos ir y jugar las ampliaciones," Stavros dijo y golpe sobre la mesa, asustando Zoe.

"Si tenemos a un colaborador en nuestro medio como Apostolos piensa, no sabrn lo que hars?"

"No lo s, Zo. S que puedo confiar en ti y ese es el punto hasta que yo confe en cualquiera." El mir a Zoe y sonri. "Yo s que no estas con la KKE."

Zoe dio Stavros una fiera mirada fingida. "Esos no es gracioso, Stavros Mavropoulos! Esos comunistas! Anda, Stav, parezco una estalinista?"

Los dos amigos se sentaron silenciosamente. Zoe lo mir. "Es tan malo que tengas que bombardear la casa de la Sra. Vasos."

"Bueno, ella nos perdonar. Ya no es ms su casa. Es un cuartel. Conseguiremos hacer un exterminador de cucarachas."

"T sabes, los alemanes te matarn si te atrapan."

"No, en serio? Pens que quiz ira a bailar con ellos SI me atrapasen. Les ensear el kalamatiano," Stavros dijo y sonri.

"No ceo que bombardearlo sea una buena idea. Ellos mataron a todas esas personas inocentes a causa de la camioneta bomba. Qu harn cuando vueles el cuartel?"

"S, s que no ests de acuerdo, pequea, pero ha sido decidido," Stavros dijo suavemente y trat de aliviar los temores de la joven mujer. "Qu harn? Matarnos a todos? Quin estar de aqu alimentar sus vientres y quin har su vino? Ellos nos necesitan. Estar aqu cuando vuelvas maana."

"Tengo un mal presentimiento acerca de esto, Stavros."

"Lo olvidas, Dios est de nuestro lado," Stavros reprendi calladamente.

"Soy una tonta, recuerdas? Y tenemos a un colaborador en nuestro medio," Zoe dijo como que ella embarcar vaciando la mesa. Los dos cayeron en silencio. Zoe tom los platos y empez lavarlos mientras Stavros estudiaba detenidamente el peridico clandestino griego.

"Ir a la cama" Zoe abri la puerta y mir hacia atrs. "Quiz hay otra manera, Stavros..."

"Esta es la nica respuesta que conozco, Zo. Qu s yo? Soy un pastor de ovejas." Encogi los hombros. "Ve a la cama, es tarde."

Zoe le dio una media sonrisa y cerr la puerta detrs de ella.

"Puede que Dios te proteja, pequea," Stavros susurr mientras vea la puerta cerrarse.

*****

Eva se sent con su espalda a la ventana mientras una ligera brisa soplaba ondeando las blancas cortinas de encaje. El olor a lluvia se col en el aire mientras la alta mujer vea fijamente el libro abierto delante de ella. Haba estado 'leyendo' la misma pgina repetidamente pero su mente estaba en otra parte. El bulto en su nuca le cercior que no olvidara a la mujer apresurada de ojos verdes. Estaba segura que la mujer joven se cruzara en su camino otra vez.

"EVA!"

Eva mir a su padre quien se sent metros lejos de ella. Llevaba un ceo en su cara. "Te llam dos veces! Estas sorda?"

"No, Padre," Eva contest calladamente. "Solo estaba pensando."

Muller gru y volvi a firmar algunos papeles. "Contrataste a una sirvienta, como te dije?" su padre pregunt sin dejar de mirar los papeles que estudiaba.

"S, Padre. Una chica de por aqu. El padre Haralambos me la recomend. Empezar maana."

"Eso es bueno," l dijo mientras que continu en leer los informes. Par cuando oy el jadeo de Eva y mir hacia arriba para verla levantndose. Su mano fue a su espalda mientras se estiraba.

"Qu pasa?"

"Nada, Padre," Eva minti mientras el dolor en su espalda mandaba un dolor como dagas disparndose por su espina dorsal y sus piernas. Haca doler su estmago. Pero no iba a admitir ninguna debilidad delante del hombre. "Me ir a la cama."

Muller la observ alejarse y sonri cruelmente. El estaba muy consciente de su molestia y en su corazn saba que lo que hizo fue hecho para su beneficio. Ella algn da entendera sus razones.

Se levant y abri la puerta y les dio algunas instrucciones a los guardias de afuera. Unos pocos minutos ms tarde, el Capitn Jurgen Reinhardt entr y salud.

"Ley estos informes?" l pregunt, indicando el montn de papeles en su regazo.

"S, seor."

"Qu tan confiables son?" El mayor lo mir sobre la cima de sus lentes.

"Bueno, tan seguro como la KKE puede ser, seor."

"Eso no me dice nada, Capitn."

"Pienso que ellos son confiables."

El mayor continu mirando hacia abajo en los papeles frente a l. "Djelos."

"Seor?"

"Est sordo, hombre?"

"No, seor."

"Dije, djelos. Primero saque a las tropas, por supuesto. Despus tenga una recepcin esperndolos."

"S, seor."

"Puede irse." El capitn gir para salir. "Jurgen, no los maten. Tengo otro planes."

"S, seor." Jurgen salud y se fue.

El mayor Hans Muller suspir. Estaba cansado de la guerra, cansado de los movimientos de la Resistencia. Recogi su vino y lo sorbi, contemplando la vida despus de la guerra.

EN LA SANGRE DE LOS GRIEGOS

Por Mary D.

Traducido por kathywp

Captulo 3

"Schnell! Schnell!"

"A la orden comandante!"

La orden fue seguida por el disparo del fusil y el sonido de gritos y abuso de la calle despert a Zoe de su sueo. Estaba desorientada al principio mientras luchaba por salir de la cama y ech para atrs las cortinas. La escena que vio ante ella hizo que su sangre corriera fra. Un hombre tirado en el camino; ya su sangre manchaba la tierra, menguando su vida. Un soldado alemn se par sobre l. Zoe salt cuando el soldado dispar al hombre tendido bocabajo.

Zoe se sacudi y forcejeaba por salir de la cama. Para su horror vio a tres hombres cerca con las manos sobre sus cabezas rodeados por soldados.

"Oh, no," Zoe susurr en shock. "Oh, Dios, no," pronunci mientras encontraba los ojos de Stavros. Se miraron uno al otro y el hombre asinti antes ser bruscamente alejados.

Stavros se haba alejado y no haba nada que ella pudiese hacer sobre esto. Ella podra gritar y chillar hasta hacerse ronca, pero la imagen del partidario muerto, su sangre manchando el suelo era demasiado para ella soportar.

"No escuchaste mis oraciones una vez ms!" Zoe grit y ventil sus quejas contra el Dios que no exista para ella.

"Te sacar, Stav," Zoe murmur mientras rpidamente se vesta. No tena la menor idea de lo que hara pero estaba determinada en intentar algo. Inclusive mientras colectaba los suministros necesarios, formaba un plan para destrozarlos. Zoe par y, de golpe, los dej caer al piso.

"A quien engao?" dijo mientras se sentaba en el piso y comenz a llorar. Era un cero a la izquierda para hacer algo.

"Maldito seas DIOS!" Zoe grit y golpe el piso con el puo. "MALDITO!"

*****

La luz del sol filtr por la ventana abierta y despert a Zoe, quien haba sucumbido a sus lgrimas y se haba dormido en el piso de madera. Mir un poco desorientada y entonces el horror de la previa noche regres.

Levantndose, comenz a llorar otra vez. Se visti mecnicamente y sali a la cocina. Yendo por una copa, encontr una nota. Sus manos temblaban mientras la recoga.

"Sabes lo que quiero para el desayuno? Huevos frescos, mucha miel y un buen caf griego y para dormir pero no para tanto. No te preocupes por mi, pequea. Todo estar bien. Apostolos trajo consigo a un amigo esta noche y nos iremos ms temprano de lo planeado. Debemos regresar despus de que las cosas se calmen en un da o algo. Mientras tanto haz algo de mi desayuno."

S

Mir fijamente la nota durante mucho tiempo. No quera creer lo que haba visto durante la noche. Quera creer que era una enorme pesadilla; una pesadilla dentro de una pesadilla. Fue hacia el pequeo alijo de armas que tena y levant una pequea pistola. Iba a matar a ese engendro del demonio y no le importaba si mora en el intento!

Cerr la puerta detrs de ella y podra or sus pasos que retumbar en la tranquila y temprana maana mientras una ligera llovizna comenzaba a caer. Fue ms lento cuando se acercaba a la figura tendida en el suelo. Los alemanes no haban recogido el cuerpo. El cuerpo del hombre estaba a plena vista de la aldea, su sangre empapaba el suelo.

Zoe se cruz a pesar de sus ruidosas reprensiones a un Dios en el que no crey mucho. Tir el chal alrededor de ella y agach la cabeza y anduvo rpidamente hacia su destino. Dobl la esquina choc con la amplia figura del Padre Haralambos, que caus dejase caer su bolsa.

La pistola cay en los pies del clrigo.

"Lo siento, Padre," Zoe dijo mientras se arrodillaba para recoger su bolsa y la pistola.

El clrigo ech una mirada alrededor, esperando que las patrullas no los hubiesen marcado. La ayud a levantarse. "Adnde vas, mi nia?"

"Ojo por ojo... no es eso lo que su preciosa Biblia dice?" Zoe ri, tratando desesperadamente de no gritarle al sacerdote.

"No, no dice eso, pequea," el sacerdote contest. "Bueno, no exactamente."

"No. Me. Llame. Eso." Zoe mir en sus ojos y arrastr las palabras, lamentando perder la paciencia hacia el viejo hombre.

"De acuerdo, no te llamar eso. Eres una mujer ahora." Le dijo con un centello en su ojo. "Ven conmigo"

"No."

"Quieres quedarte afuera en la lluvia? Puedes si deseas, pero soy vejo y no pienso conseguir a cualquiera ms joven o seco permaneciendo ah afuera."

Zoe notific que la llovizna se haba convertido en lluvia ligera y sigui mudamente al sacerdote dentro de la iglesia. Par por un momento y entonces se cruz, ms fuera del hbito que de la creencia, antes de ir por el altar. El padre Haralambos la mir en silencio por unos pocos momentos.

"Todava crees."

Zoe mir el sacerdote y sacudi la cabeza. "No, no lo hago. Es un mal hbito."

"Estas tratando de convencerte que odias a nuestro seor y de negarlo en tu corazn?" el sacerdote pregunt calladamente, mirando a la joven mujer mientras encenda una vela.

"Qu le importa, Padre? Est perdiendo su tiempo. Hay griegos muriendo ah fuera. No los oye? Usted se sienta aqu y predica acerca del amor y el perdn. A quin perdono yo, Padre?"

"Todos hacemos nuestra parte."

"Doblegando a nuestros esclavos es lo que usted hace. Dgame, Padre, por qu el engendro del demonio visita una Iglesia Ortodoxa Griega?"

"Qu quieres decir, mi nia?"

"Piensa que todos somos ciegos, Padre? la hemos visto que viene aqu cada da. La absuelve usted de sus pecados?"

"Todos hemos pecado, Zoe y todos nosotros necesitamos perdn."

"Sabe acerca de la prdida, Padre? Usted no est casado. No conoce la prdida de su esposa, o de los hijos. No sabe lo que cmo es despertarse y averiguar que su ser querido ha sido capturado por el enemigo. Usted no sabe, o s?" Lo mir fijamente y entonces mir arriba a la imagen de la cruz, sacudiendo la cabeza en asco. "Estar ah para Samia esta noche cundo Giorgos est dos metros bajo tierra? Su sangre ha manchado el suelo, Padre. Perdonar usted al animal que lo mat?

"A veces, mi nia, es mejor que la mano izquierda no sepa lo que tu mano derecha est haciendo."

"Nos acompaar, para liberar Grecia?" Le ofreci el fusil. "Puede utilizar ambas manos."

"Hago mi parte. Ahora t tienes que hacer la tuya."

Ya lo hago. Stavros me dijo que usted dijo que los que no crean que hay un Dios eran tontos. Sabe, Padre, Soy una tonta; pero una tonta que har su parte para salvar nuestro pas."

"Por eso te cruzaste cuando entraste?"

Zo no contest al clrigo por un momento. Ella seal el fusil en mano. "Le dije, es un mal hbito que recog."

"No has matado a nadie, o si?" Lo dijo calladamente mientras la miraba.

"No, pero ahora es un buen tiempo para empezar- con esa strigla."

"Zoe, ests en la casa de Dios! Por favor no maldigas."

Zoe dijo entre dientes su disculpa. "No he matado," susurr.

"No empieces ahora. Eres inocente de derramar sangre."

"Inocente!" Zoe grit. "Esa puta no es inocente!"

"Zoe! No maldigas en la iglesia" el clrigo la reprendi.

"Padre, no puedo sentarme y observar. Alguien tiene que pagar. Ojo por ojo y yo quiero ser la nica que les haga pagar," Zoe contest amargamente.

"No es para ti el juzgar ni ser el verdugo."

"Por qu no? Porque usted lo dice?"

"Zoe, no eres una asesina, te conozco." El clrigo tom le tom el fusil y lo embols en sus hbitos.

"Padre, Qu quiere que haga? Rendirme y dejarlos hacer lo que quieren?"

Las puertas de la iglesia se abrieron y un joven entr. El par y se arrodill y se cruz y fue apresuradamente al sacerdote.

"Padre, Padre!" El joven estaba sin aliento. Se adelant tratando de atrapar su aliento.

"Tmalo con calma, Kiriako."

"Padre, estn acorralando a todos y mandndolos al centro del pueblo! Pegaron un anuncio que nuestros hermanos que haban capturado anoche seran colgados! Me dijeron que viniese aqu para decirle! De prisa, Padre."

El padre Haralambos sostuvo a Zoe mientras se desplomaba en sus brazos. "No! Haga algo!" Grit al sacerdote.

"No puedo hacer nada, mi nia."

"Apresrese, Padre, por favor! quieren que todos estn all o si no empezarn a disparar a las personas."

Los tres se apresuraron hacia las ajetreadas calles mientras los residentes eran conducidos hacia el cuadro principal del pueblo. Los soldados alemanes llamaron a la plaza y un andamio se par en el centro. El sonido afligido y bebs llorando podan ser escuchados sobre el murmullo de los ciudadanos. Zoe ech una mirada alrededor y se congel mientras cuatro soldados los pasaron, flanqueando a tres hombres que bajaran. Zoe no los habra reconocido, sus caras se desfiguraron tan feo por magullados. El padre Haralambos tena a la turbada mujer en sus brazos mientras Stavros se alejaba de ella. Mir atrs y trat de sonrer a la joven mujer, pero su tentativa se volvi una mueca.

El soldado que vena lo junto con el barril de su arma y Stavros casi cay en el lodo. Lentamente lo hicieron a la plataforma del andamio. La multitud estaba silenciosa; slo los sonidos de un perro ladrando y un nio llorando podan ser escuchados.

El Mayor Muller anduvo entre la multitud, sus guardias empujando a personas a un lado y se par junto al andamio. Un guardia tena un paraguas negro sobre su dominante oficial para mantenerlo seco. Muller tena sus botas negras en un pequeo charco, agarr sus manos detrs de su espalda y mir hacia la multitud.

"Veo que el Padre Haralambos est aqu. Padre, usted les dara a estos hombres los ltimos ritos? Soy un hombre temido por Dios y pienso que eso sera justo," El alemn dijo mientras vea la lluvia caer.

El brazo todava alrededor de Zoe, el sacerdote susurr en su oreja. El ech una mirada alrededor y marc a una mujer de edad avanzada y la atrajo para estar con Zoe. La mujer vieja subi detrs de Zoe y la abraz mientras el clrigo suba al andamio. Empez a administrar los ltimos ritos. Los tres hombres inclinaron sus cabezas; el ms joven comenz a llorar mientras el sacerdote haca el signo de la cruz en sus frentes.

"S valiente, palikaria, nosotros continuaremos la pelea por ti," l susurr a cada hombre mientras colocaba un beso en su frente.

"Apresrese, Padre, no tengo todo el da," El mayor orden, mientras miraba al sacerdote. El padre Haralambos se alej y deliberadamente disminuy el paso mientras descenda la escalera y fue y se par con Zoe y la mujer mayor. Sostuvo la mano de Zoe.

"Esto es una advertencia a cualquiera que desee desafiarme." El mayor levant su voz y levant el brazo, luego lo dej caer. El verdugo vio la seal de mano y tir la palanca. Las cuerdas del andamio crujieron m mientras los tres hombres eran colgados.

Zoe cerr sus ojos mientras comenzaba a llorar, el sacerdote sostenindola mientras mandaba una oracin silenciosa. Una diminuta voz se oy cantar; pronto fue unida por todos aquellos reunidos.

Sabamos le de viejo,

Ah, divinamente restaurado,

Por las luces de tus ojos

Y la luz de tu Espada

Zoe mir arriba, cara manchada de lgrimas y se dio cuenta de que los aldeanos cantaban el Himno de Eleftherian, El Himno a la Libertad-alma-inspiradora de Grecia, su nica manera de ser desafiante mientras la lluvia continu vertiendo. Zoe mir a sus amigos muertos y comenz a cantar:

De las tumbas de nuestros muertos

Ir tu valor prevaleciendo

Mientras le saludamos otra vez-

Salve, Libertad! Salve!

Largo tiempo didst en tu habitar

En medio de personas llorando,

Aguardando alguna voz

Que debe pedir que vuelvas.

Ah, despacio rompi ese da

Y ningn hombre se atrevi a llamar,

Por la sombra de la tirana

Tendida sobre todos.

Las voces se hincharon en una voz mientras el Mayor miraba, su rostro posaba un ceo. Gir para irse, entonces par y volvi al Capitn Reinhardt. "Djalos ah."

"S, seor!" El capitn salud mientras los aldeanos continuaban cantando en desafo abierto.

Y vimos tus tristes ojos,

Las lgrimas en tus mejillas

Mientras tu vestido se tea

En la sangre de los griegos.

Todava, percibe ahora tus hijos

Con aliento impulsivo

Van adelante a la pelea

Buscando la Libertad o la Muerte.

De las tumbas de nuestros muertos

Ir tu valor prevaleciendo

Mientras saludamos otra vez-

Salve, Libertad! Salve!

Captulo 4

El viento sopl la cortina y se arremolin alrededor de la figura en la ventana. La tonada de la cancin rompi sobre Eva mientras se inclinaba sobre el alfizar. Cerr sus ojos y or por las almas de los hombres que haban sido asesinados. Las lgrimas silenciosas se soltaron mientras escuchaba el himno. En La sangre de los griegos. Cun apropiada era esta cancin. Rpidamente limpi sus lgrimas y se gir desde la ventana mientras se abra la puerta y Mayor Hans Muller entraba, su uniforme salpicado con lodo. Detrs de l vena el Capitn Reinhardt.

"Si pudiese, los matara todos!" el mayor grit.

"Qu te sucedi?" Eva pregunt calmamente, mientras se sentaba y recoga su taza de t.

"Seor, era un jovencito."

"No me importa! Esos pequeos monstruos..." Entr en otra habitacin a cambiarse y Jurgen y Eva intercambiaron miradas irnicas.

"Un pequeo nio lo pate en las espinillas y luego le lanz lodo mientras andbamos en el cuadro del pueblo." Jurgen explic.

"Debe tener arrestado al nio." Eva dijo sarcsticamente y entonces mir hacia la ventana. "Los o cantando" Eva dijo mientras miraba al capitn. "La cancin es muy conmovedora, no lo crees?"

"Empezaron despus de que tres fueron colgados. Intil pieza de desafo, si me preguntas. Los himnos no ganan guerras, Fraulein. Tal vez ganen guerras.

"No, no lo hacen, pero fomentan una nacin; y cuando una nacin es fomentada, las pasiones son tradas a la superficie. No lo crees, Capitn?"

"Cree que nuestro amado Tercer Reich caer? Permaneceremos mil aos, Fraulein. Esta predestinado."

"Los Romanos creyeron que su imperio se quedara durante millones de aos, tambin. Es fcil de creer, Capitn, lo que su corazn le dice."

El capitn la mir curiosamente y estaba a punto de preguntar ella lo que significaba cuando el mayor regresase usando un uniforme limpio.

"Venga, Capitn, tenemos trabajo que hacer!" Se gir a su hija. "No seas bondadosa, Eva. Ellos podran cortar fcilmente tu garganta sin remordimiento."

"S, Padre," Eva mientras los vea salir. Despus de un momento camin a la puerta y seal a un guardia. "Ir a la iglesia ahora," Instruy al guardia, quien tena una expresin muy preocupada en su rostro. "Algo anda mal?"

"Fraulein, no creo que sea buen momento para ir a la iglesia. Es decir..."

"Por qu eso, Soldado?"

El joven luca afligido. No quera decirle a la hija del Mayor lo que hacer por el temor que quizs le informe. Entonces sera seguramente el recorrido laboral de primera lnea para l. Pero si no la adverta podra salir herida... El soldado se dio cuenta que no poda ganar y, con un encogimiento de hombros mental, avanz.

"Haba una ahorcadura y..."

"Lo s, Soldado, o acerca de ello. Yo pienso que fuese un secreto. Estoy segura que estar en buenas manos con usted protegindome. No lo crees?" Pregunt con una sonrisa y una ceja alzada.

El otro guardia sonri burlonamente mientras el soldado pareca preocupado. "S... S, Fraulein."

"No estas seguro si estar segura?"

"N... No... es decir s."

"Bueno, entonces no tenemos problema, o s?"

"N...No."

"Correcto, entonces iremos?"

*****

El padre Haralambos se arrodill y empez orar. Ver a esos hombres en el andamio era duramente suficiente para el clrigo. Haba visto mucho en su vida. Zoe haba sido llevada a acostarse por la Hermana Evthokia; la nia necesitaba amor y atencin. El temperamento de esa nia la matara algn da, pens el clrigo. Una sonrisa vino a su cara recordaba un poco.

Dimitrios haba pateado al mayor en las espinillas. Su madre vio como si fuese a morir del golpe completo de ello todo. Estoy bastante seguro que Zoe tuvo algo que ver con eso. Ah fuera de las bocas de los bebs, o en este caso, los pies de los bebs. Sus pensamientos se interrumpieron mientras una explosin de aire fro barri a travs de su espalda. Gir para encontrar una figura encubierta parada en la puerta, su rostro amortajado en sombras. Pero cuando la figura se acerc ms, un sentimiento de deja vu vino sobre el sacerdote. Haba visto antes a sta persona, pero dnde? Mientras daba la bienvenida a la mujer y ella se arrodillaba en el altar, finalmente se dio cuenta de quin era ella.

Record la primera vez que la vio. Lo haba sacudido y casi dej escapar lo que quera decir el justo enfrente del mayor.

l fue acomodado en la oficina poco despus de que Grecia haba perdido la guerra. El mayor quera hablar con el sacerdote. l era una figura central en la aldea y de sta manera un posible, si no, dispuesto aliado. "Padre Haralambos, me gustara que conozca a mi hija, Eva."

Cundo la hermosa mujer frente a l extendi su mano, se congel. Casi dej escapar la primera cosa que entr en su mente... Daphne. Se recuper rpidamente, aunque Eva lo haba visto ms bien extraamente.

"Encantada de conocerlo, Padre. Estoy segura que lo ver ms en los prximos meses."

El clrigo liber su mano y sonri. "Eres bienvenida al venir y venerar, mi nia. Dios da la bienvenida todos."

"Inclusive alemanes?" el mayor pregunt y ri.

"Inclusive alemanes," el sacerdote contest con un asentimiento.

Ese primer encuentro haba llevado a la mujer joven a asistir a la iglesia para venerar. Despus que los aldeanos se haban ido una maana, la encontr su arrodillada en el altar. "Te molesta algo, mi nia?"?

Eva vacil. No estaba segura de poder hacer esto, pero necesitaba saber. Comenz a preguntar y entonces par.

"Sabes que puedes decirme algo a m y no le dir a ningn alma. Es la gua del sacerdote," Brome.

Eva sonri y entonces su sonrisa desapareci mientras vea al sacerdote, girando el anillo en su dedo. "Padre, usted conoci a mi madre?"

"Conozco a muchas personas, mi nia. Hay muchos quienes veneran aqu pero mi alcance no se extiende hasta Alemania."

"Ella no era alemana. Era griega y era de sta aldea."

"Ah," el sacerdote asinti y comenz a acariciarse la barba. "Como dije conozco a mucha gente."

"Eso no contesta la pregunta, Padre. O que la gua del sacerdote dice que usted debe ser honesto."

"Ah, esa pequea clusula." Sonri. "Qu te hace pensar que conoc a tu madre?"

"El hecho de que casi se desmay cuando me vio y tambin que mi madre naci en esta aldea. Despina me dice que los sacerdotes de la aldea conocen a todos."

"Ah," el sacerdote suspir.

"Entonces conoci a mi madre?"

El padre Panayiotis suspir asinti. "Verdaderamente. Daphne Mitsos. Una mujer muy hermosa. Te pareces mucho a ella. S, conoc a tu madre bastante bien."

"Y conoci a mi padre?"

"Tu padre es el Mayor Muller..."

"Padre, recuerda esa clusula?" Eva haba dicho y le haba sonredo, sacudiendo su dedo. "Padre, yo s que el Mayor Muller no es mi padre, no me parezco a l y sospecho que usted sabe quin es mi padre, verdad? Est l en la aldea?"

El sacerdote vacil. "S, tu padre est en sta aldea."

"En sta aldea? As que todava est aqu? Quin es l? Quiero encontrarlo. Puede por favor decirme?"

"Djame contarte una historia," el sacerdote dijo y sonri cuando la joven mujer gimote de frustracin. "Hace muchsimo tiempo, un pastor se enamor de una joven. Como es de costumbre, la familia de la mujer ya haba escogido un esposo para ella. La joven, como las cosas van, no quera escuchar la tradicin. Su corazn se enamor del pastor de ovejas, aunque l era ms viejo y muy pobre pastor. Su padre estaba en contra de esta unin, as que ellos los separaron, tanto para la profunda y dolorosa tristeza de este pastor y la joven mujer. Haba un pequeo problema. La joven mujer estaba embarazada de su nio."

"Est hablando de mi madre, verdad?"

"Verdaderamente." El sacerdote vacil. "Daphne fue mandada lejos antes que alguien supiese que estaba embarazada. Era un tipo de milagro, porque es difcil mantener un secreto en una aldea tan pequea como esta. Su padre tena parientes en Austria, as que la envi all- lejos de sus amigos y lejos del pastor. De ah, No s que sucedi con ella."

"Eso no me dice quien es mi padre."

"Ah, pero an no he terminado la historia." Mir hacia abajo en sus ansiosos ojos azules y dijo suavemente, "El pastor perdi a su nico amor verdadero, as lo pens y decidi que ninguna otra hara, o podra, reemplazarla en su corazn. Un poco melodramtico quizs, pero l la amaba tanto." El sacerdote aclar su garganta y con todo el coraje que pudiese congregar dijo, "as que el pastor decidi entrar en el sacerdocio..."

Observ mientras la comprensin surga en el rostro de Eva. "Usted! Usted es mi padre?!" El shock era evidente en su voz.

"Yo soy tu padre," el clrigo contest y sonri. "Y t eres mi hija. Eres ms hermosa de lo que imagin."

A travs de las lgrimas y la inquietud, lograron hablar. Un da Eva haba pasado en las noticias que los alemanes buscaban a dos aviadores ingleses y si el sacerdote saba donde estaban, quiz les podra advertir. Eva lleg a ser la mejor fuente de informacin para la Resistencia. Nadie saba de donde el sacerdote obtena su informacin, as que lo mantuvieron en secreto, por si la identidad de Eva llegase a ser conocida, conseguira que los matasen a ambos.

El padre Haralambos sonri a la joven y pregunt cmo Dios haba maniobrado los acontecimientos. Trabaj en misteriosas formas. Slo deseo que la prxima vez no me de un infarto.

"Cmo ests, Eva? Es bueno verte." La bes levemente en la mejilla y le sugiri sentarse.

"Lo siento mucho, Padre. No pude advertirle a tiempo," Eva dijo mientras echaba para atrs la capucha de su capa.

"No creo que hubiese algo que pudieses haber hecho. Ellos estn con nuestro Seor; nadie los puede tocar ahora, mi nia."

"Tengo algunas noticias." Eva alcanz su capa y par cuando la puerta interior se abri y una Zoe con cabello muy desordenado entr.

"Padre, yo... Qu en el nombre de Dios ests haciendo aqu? Hameni skila," Escupi Zoe y sac el fusil que haba ocultado.

"Baja ese fusil, Zoe; Y qu te he dicho acerca de maldecir en la casa de Dios?" El padre Haralambos se par y protegi a Eva de la furiosa joven.

"No! Aljese de ella, Padre, o si no."

El clrigo permaneci en su lugar. "O si no qu? Me disparars? Aqu? En la casa de Dios?"

"Si tengo que hacerlo," dijo la joven mujer desafiantemente.

"No han habido demasiadas muertes ya?" el sacerdote trat de razonar.

"Esta ser una muerte justificada, Padre. Ahora, aljese de ella."

"Piensas que no puedo llamar a mis guardias en ste momento?" Eva pregunt mientras vea alrededor del sacerdote... La joven sacudi con rabia y apunt el fusil hacia ella. Eva no tena duda de que si el sacerdote se mova ella sera disparada ah en su lugar. "No es lo que piensas que es."

"S lo que es, puta!" Zoe gru mientras ondeaba el fusil hacia ella. El sacerdote suspir y alcanz y tom el fusil de ella. "Padre!" Zoe protest.

"Te dije, no maldecir en la iglesia. Ahora sintate y escucha."

"Padre, no puede esperar que est en la misma habitacin con sta..." Estaba a punto de maldecir otra vez, pero se detuvo. "... Con esta... pah!" renunci y puso sus manos hacia arriba.

"Por qu no?"

Zoe vio al sacerdote como si le hubiese crecido otra cabeza. "Padre, estuvo en el asesinato de nuestros hermanos hoy? O se olvid de que les dio sus ltimos ritos?"

"No lo he olvidado. Zoe, no es lo que piensas. Recuerdas cuando te dije que es mejor que tu mano izquierda no supiese lo que hacia la derecha?"

"S." Zoe dej salir un frustrado aliento. "Eso que tiene que ver con... ella?!"

"Zoe, Zoe, Zoe. Necesitas cultivar paciencia."

"Padre, Padre, Padre," Zoe imit el sacerdote sarcsticamente. "Necesito salir de aqu antes de que mate a alguien en sta iglesia." Zoe se levant, pero fue empujada hacia abajo por Eva.

Zoe empuj empujo sus manos con repugnancia. "NO me toques!" Grit. "No quiero tus sangrientas manos sobre mi."

Eva suspir y encogi los hombros. No era la primera vez ella haba sido abusada y denigrada por los aldeanos. No estaba sorprendida por la reaccin de la joven mujer. Poda entenderlo y estaba bastante segura si los papeles se invirtiesen Eva luchara por todo lo que vala contra el enemigo.

"No soy tu enemiga." Eva la dijo calladamente pero la respuesta de Zoe era escupirla. La saliva aterriz en la mejilla de Eva y goteo bajo su cuello. Eva la limpi de su cara con la mano.

"Zoe!" el sacerdote exclam y sac un pauelo de su tnica y lo entreg a Eva. "Necesito recordarte que ests en la casa de Dios!"

"Est bien Padre." Eva limpi la saliva de su cara. "Entiendo su odio."

"Qu sabras sobre el odio?" Zoe gru y se cruz los brazos sobre el pecho.

"S mucho acerca de ello," Eva susurr.

"Zoe, creo que le debes una disculpa a Eva." el sacerdote dijo y no se sorprendi del todo al ver el ultrajado rostro de Zoe.

"Mierda que lo har!"

"Zoe," el sacerdote sacudi la cabeza, resignado al hecho que no conseguira que la chica dejase de maldecir. "Necesitas calmarte."

Zoe estaba tan enojada que anduvo alrededor en crculo tratando de calmarse antes de decirle algo al sacerdote de lo que se arrepentira. Se gir al sacerdote despus de un momento. "Padre, si no lo conociese mejor, dira que usted era un colaborador."

"No estamos todos contentos de que sabes que ese no es el caso?" El Padre Haralambos dijo y le sonri. Zoe vio entre el clrigo y Eva y sacudi su cabeza con repugnancia.

"Zoe, esta es Eva Muller." El sacerdote agarr las manos de la chica y la atrajo hacia l..

"Padre, s quin es ella," Disput Zoe amargamente.

Frustrado al borde de la rabia replic, "No, no sabes y deja de interrumpirme!"

"Zoe, lo que el Padre Haralambos est tratando de decirte es que no soy quien piensas que soy."

"Oh, eso es an mejor. No se quin es el Padre Haralambos, no eres quien yo creo que eres y esperas que me siente aqu para creerlo? Por cierto, yo tampoco soy quien piensas que soy. De hecho soy una espa alemana enviada aqu para vivir una vida miserable mientras..."

"Zoe, recuerdas cuando Stavros advirti a los aviadores ingleses que los alemanes trataban de encontrarlos?" El sacerdote se sent y agarr la mano sobre Zoe y mir a sus ojos.

"S. Los sacamos a tiempo pero qu...?"

El sacerdote presion los dedos en su boca para callarla. "Cmo crees que obtuvimos esa informacin?"

Zoe encogi los hombros. "No s. Quiz Fraulein Muller le dio las noticias," Dijo sarcsticamente. "Esto es peor que ese drama que Petrakis puso el verano pasado y eso apesta."

El sacerdote mir a Eva, quin le asinti. Zoe mir entre el dos de ellos y suspir. "Hace algunos meses me acerqu a Padre Haralambos y le di la noticia sobre que los aviadores eran buscados por los Alemanes."

"Oh que noble de tu parte, Fraulein," Zoe respondi burlonamente. "Es ese tu buen acto de la semana?"

"Zoe!" el sacerdote la reprendi otra vez.

"Qu? Padre me est diciendo que ella le dio la informacin? Realmente quiere que crea eso?"

"S," Eva dijo simplemente.

"Muy bien y lo creo," Zoe asinti. "Mira afuera, Fraulein, los cerdos del viejo Petros estn volando por el aire."

"Por qu es tan difcil para ti creer?" Eva pregunt. A pesar del odio de la joven hacia ella la encontr interesante. El fuego en el vientre ardi y los ojos de la joven quemaban a donde quiera que la mirase.

Las cejas de Zoe se elevaron en sorpresa. "Oh no lo s, podra ser que T ERES EL ENEMIGO!" Grit a los dos.

A pesar de la seriedad de la situacin, Eva sonri. Le agradaba la necedad de Zoe. Continu sonriendo cundo Zoe se levant y mir dentro de centelleantes ojos azules a pesar de la diferencia estatura.

"Eres una pequea cosa necia, verdad?," Eva le dijo lo cual solo le gan un gruido.

"Eva es mi hija," El Padre Haralambos anunci y esper a Zoe estallar. No se decepcion mientras la joven gir hacia l en incredulidad.

Zoe sacudi su cabeza y comenz a pasear alrededor del altar con incredulidad. El sacerdote mir a la joven y entonces gir para encontrar a Eva con una mirada desconcertada en su rostro. Zoe volte a verlos, gru y sali.

Captulo 5

La lluvia caa constantemente mientras Zoe golpeaba el suelo en frustracin. Tena fro y enojo. Enojada con el Padre Haralambos por estar del lado de la mujer y enojada consigo misma por no matarla cuando tuvo oportunidad. Zoe salpic en el barro y se sent en la vieja motocicleta que careca de una llanta. El agua lodosa haba aunado en el sidecar y ella vio la lluvia caer. La vieja motocicleta era un proyecto con el que ayudaba al sacerdote. Adoraba las antiguas mquinas y la ayudaban a olvidar.

El sacerdote se par bajo una placa sobresaliente y suspir. "Zoe, regresa aqu dentro."

"No," Zoe dijo entre dientes y mont la bicicleta.

"Mojarte no ayudar, agarrars un resfriado."

"Y qu," Zoe contest y lo mir. "Si muero de un resfriado o si muero de una bala de kraut, qu importara?"

"Me importara a m." el clrigo dijo y estir su mano. "Regresa adentro. Tenemos que hablar."

"Padre, de lo que acaba de decir?"

"Te sorprenderas." el clrigo sonri mientras Zoe bajaba de la motocicleta y avanzaba hacia l.

La joven acept la toalla del sacerdote y se sec el pelo mientras lo segua dentro de la pequea oficina. Con la toalla alrededor de la cabeza Zoe se par por la ventana, su cabeza descansando en el vidrio mientras vea la lluvia caer levemente contra el cristal, haciendo un rastro caleidoscpico bajo la ventana. Suspir mientras trazaba una gotita con el dedo, la desilusin pesando pesadamente en sus hombros.

"Ha complicado las cosas."

"Oh, Qu tanto?"

"Iba a matarla," Zoe dijo calladamente. "Lo tena todo planeado. Iba a mostrarle a Petrakis que podra ser un miembro til de la Resistencia. Ahora usted me dice ella es su hija."

"T eres un miembro til, Zoe."

"S, claro," dijo Zoe mientras continuaba en ver la lluvia. "Muy til."

El padre Haralambos mir a la joven por un momento. Se levant y camin hacia Zoe, colocando suavemente sus manos sobre las de ella. "T puedes ser muy til, Zoe."

"Si fuese til, Padre, por qu no ayud a Stavros o Apostolos a Antonios? Qu tan til fui para los griegos o para los otros que han muerto?" Gir y lo mir, sus ojos verdes brillaban con amargas lgrimas.

"No puedes detener la guerra t sola, mi nia. Se necesitar el poder de los Aliados para asestar el golpe mortal a los nazis. Justo como una mano necesita el resto del cuerpo para alcanzar su accin deseada, tambin nosotros. Necesitamos a los Aliados para ayudarnos a derrotarlos. T eres til."

"Cmo? No he hecho nada, aparte de llorar mucho y observar a mis amigos morir."

"Fuiste muy valiente, Zoe. Bastante valiente como para afrontar la muerte de sus amigos, dejaron esta tierra sabiendo que sus vidas no eran en vano. Y ests aqu para apoyo moral de tus amigos que viven todava. Toma mucho coraje continuar cundo la muerte est a tu alrededor. No llores por la muerte, Zoe, ellos estn con nuestro Seor en el cielo. Llora por el vivo que necesita tu ayuda. Recuerdas el trabajo que dijiste que aceptaras?"

"La sirvienta personal de Fraulein Muller? Cmo olvidarlo?" Replic Zoe sarcsticamente.

"Por qu piensas que te recomend con Eva?"

"Porque puedo limpiar y cocinar?" Zoe contest amargamente.

"Verdaderamente puedes, pero Eva necesitar alguien para ayudarla a conseguir cualquier informacin que venga y que sera til para nuestra lucha. Ha notado que ese Capitn Reinhardt la ha estado vigilando de cerca, as que quizs ella quiera que t entregues la informacin. Y bien, Qu dices?"

"Padre, no me inclinar hacia al krauts. No me importa si uno de ellos es su hija!"

"Zoe, no importa que sea mi hija; lo que importa es que te necesitamos. Necesitas poner a un lado tu rabia y entender que estars haciendo un servicio a tus camaradas y posiblemente salvar vidas tambin. Puedes ver cun necesitada eres aqu?"

"S."

"Matar a Eva solo causara mas muertes a nuestros compatriotas." Zoe tirit mientras la ms oscura memoria de su vida avanzaba una vez ms a la superficie para atormentarla. Un tormento tan doloroso que Zoe no estuvo consciente de las lgrimas rodando silenciosamente bajo sus mejillas. Tampoco sinti el abrazo de Padre Haralambos mientras trataba de aliviarla. Zoe se absorbi completamente en su tormento y en sus memorias.

Una vez ms los aldeanos haban sido acorralados y forzados a pararse alrededor sin ser dichos por qu. Finalmente por las multitudes vino el nuevo comandante, su uniforme gris y negro arrugado ordenadamente y prstino. Zoe record pensando que necesitaba algo de lodo para bautizarlo. Una mueca burlona se form en sus labios mientras se imaginaba emparrando el lodo ella misma, pero fue abruptamente de su ensueo cuando el sonido de un caonazo perfor el aire. Ella salt por el ruido de la bala mientras alcanzaba su objetivo. En un abrir y cerrar de ojos, un viejo hombre dbil cay al suelo, la sangre corriendo bajo su rostro. Sus ojos miraron arriba en el ciego cielo. El mayor blanda un fusil, disparando a personas a como se les daba la gana. No haba rima ni razn a las ejecuciones. Cincuenta griegos haban muerto ese da, una prdida se senta por cada familia en la aldea.

Los aldeanos se asustaron pero no podan escapar, mientras la plaza de la aldea era rodeada por tropas alemanas y sos que intentaban de huir eran disparados. Zoe mir horrorizada mientras los jvenes y las personas mayores caan. El mayor haba dado un paso en frente de Zoe y su madre. Todo lo que Zoe poda or era el sonido de su corazn. Su madre susurr a ella, pero no escuch nada. Slo quera esconder su cara de esta locura. Saba que estara segura en los brazos de su madre, pero en este da, en un latido del corazn, fueron arrancados de ella. Marcada para siempre en su memoria y su psique, Zoe cerr sus ojos los mantuvo apretados. Pero su voluntad no suprimir el sonido del fusil estallando tan cerca de ella que hasta sinti la bala cuando explot en la victima junto a ella.

Su Mam.

Zoe sinti los brazos de su madre liberarse de su alcance y abri tmidamente sus ojos para ver a su amada madre desplomarse en la tierra. La locura continu a su alrededor mientras sostena a su agonizante madre en su pecho, la sangre mezclndose con el lodo, endureciendo las piernas. Oh Dios mo, Mam!

Ahora, cada vez que cerraba los ojos vea la sangre. Cada vez que trataba de dormir, las pesadillas la despertaban. Jur vengarse de la muerte de su amada madre y su creencia en Dios muri en ese da junto con su inocencia.

"Zoe, Zoe ests bien?" el clrigo pregunt mientras sostena a la joven llorando.

"S, estoy bien," Zoe susurr mientras los recuerdos retrocedan y recobraba su compostura.

"Hemos perdido demasiados seres queridos, lo s, hija. Podemos apenarnos por ellos, pero estn en un mejor lugar."

Zoe se limpi las lgrimas y acept el pauelo que el clrigo le haba entregado. Asinti en agradecimiento y suspir. "Padre, recuerda ese da cuando mi mam muri?"

El clrigo asinti.

"Mi creencia en Dios muri con ella," Zoe susurr.

"Lo s, hija, lo s," el clrigo regres el susurro.

Record las noches en las que sostena a la nia en sus brazos mientras lloraba y juraba que Dios era responsable y que l era un demonio. Las tantas noches que ella lo luch.

Zoe suspir otra vez fuertemente. "Padre, qu necesito hacer?"

"Eva te est esperando, as que sugiero que vayas a limpiarte e informa a Kira Despina." El padre Haralambos se par y le limpi una lgrima de su mejilla. Con un centelleo en su ojo ri entre dientes. "Y trata de ser tranquila y humilde cuando le hables al Mayor Muller."

Zoe mir una pintura en la pared. Tena tnel de luz descendiendo de arriba, iluminando la figura de Daniel en la cueva con leones alrededor de l. "Bueno creo que estoy a punto de aprender cmo senta Daniel. Por lo menos esos animales eran domesticados comparados al Mayor Muller."

"Tienes un ngel de la guarda como lo tena Daniel, Zoe."

"Bien si lo tengo, entonces necesito informarlo para que no est en el trabajo," Zoe contest mientras continuaba viendo la pintura.

"Zoe, te gustara rezar conmigo? S que no crees en nuestro Seor, pero yo s y quisiera que estuvieras cerca de m mientras le pido ayuda." Dijo el padre Haralambos, tomando su mano.

Zoe asinti. "De acuerdo padre, pero an no confo en su hija nazi." Mientras se arrodillaban, el Padre Haralambos puso el brazo alrededor de la joven. Inclinaron las cabezas mientas l ofreca una oracin.

*****

Zoe estir su falda una vez ms y despus dobl la esquina. Sus manos estaban sudorosas y las limpi en su falda mientras descubra la residencia del Mayor. Lentamente hizo su camino sobre los escalones de piedra donde dos soldados permanecan en guardia antes de la entrada. Sobre ellos la bandera nazi colgada flccidamente en la fina lluvia. Uno de los soldados blandi su pistola y la apunt hacia ella. Se detuvo mientras estaba a punto de subir el ltimo escaln a la plataforma. Mir hacia el cielo Ahora sera un buen momento para aparecerte, ngel guardin, dijo a los cielos calladamente.

Continuar...

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strigla: zorra

El Himno a la Libertad: Himno Nacional griegoCaptulo 6

Eva se sent en su escritorio, su pelo azabache cayendo sobre su rostro mientras observaba la foto que sostena en sus manos. El rostro sonriente de una jovencita, sus brazos alrededor de una mujer mayor, mirndola. Eva recordaba tan vivamente, el da en que esa foto fue tomada. Haba estado emocionada de acompaar a las Bund Deutscher Madel, la liga de las chicas alemanas de catorce a dieciocho aos de edad. Fue a casa corriendo a toda velocidad para decirle a su adorada madre cmo ella y su amiga Greta se haban inscrito. Incluso era una de las pocas veces en que su padre haba estado orgulloso de ella.

Averiguaron que iban a desfilar frente a su lder y los meses siguientes las vieron practicando cmo marchar en formacin. Greta haba aguantado y ninguna de las dos haba dormido muy bien. La maana siguiente, miles de Los Jvenes de Hitler desfilaron frente al Fuhrer.

Eva cerr sus ojos y poda ver todava el escenario en Nuremburg, las banderas volando en la brisa. Adolf Hitler se par en el podio, onde su mano saludndolos y dijo, "Ustedes, mi juventud, son nuestra ms preciosa garanta para el buen futuro de nuestra nacin y estn destinados a ser los lderes de una nueva orden gloriosa bajo la supremaca del Nacional Socialismo. Nunca olviden que un da ustedes gobernarn el mundo!"

Los nimos reverberaron de los estantes mientras miles de jvenes voces se elevaron en entusiasmada respuesta. Y entonces el Kristallnacht sucedi.

Eva sacudi su cabeza a la memoria y suspir. "Oh, Mutti, hubieses estado tan avergonzado de m," Susurr a la mujer en la foto mientras se limpiaba las lgrimas.

Mir arriba al sonido del toque y se compuso rpidamente. "Entre."

La puerta abri y la rotunda ama de casa, Despina, entr. Detrs de ella vena Zoe, agarrando su bolsa. "Fraulein Muller..."

"Oh s, Zoe, entra por favor. Gracias, Despina." La mujer alta se levant y rode el escritorio. Eva se sent en la orilla y vio entrar a la joven.

El ama de casa dio a Zoe un guio mientras sala y cerraba la puerta tras ella.

"As que, as es como nuestros esclavistas viven?," Zoe indic planamente mientras echaba una mirada alrededor de la habitacin bien amueblada. Sonri cruelmente mientras vislumbraba una pintura que reconoci tan bien.

"Mi madre pint eso," Zoe anunci y se sent.

"Es muy talentosa," Eva contest y mir en la pintura del campo. Le gust la pintura y la escogi para su cuarto.

"Era" Zoe susurr y aclar su garganta.

Un escritorio estaba colocado cerca de la ventana y una brisa ligera sopl la cortina sobre la silla. Un retrato de Adolf Hitler con un grupo de jvenes adornaba la pared. Zoe vio el retrato. Reconoci a Eva rpidamente en la pandilla adolescente ya que era ms alta que los otros, inclusive que Adolf Hitler, su oscuro cabello en una cola de caballo. Estaba parada enseguida de Hitler mientras l sostena su mano en un saludo, a mbos sonriendo ampliamente a la cmara. Tiene una sonrisa radiante, pens Zoe, mientras estudiaba la foto.

Eva volvi a su escritorio y guard la foto de su madre, entonces camin hacia donde Zoe estaba parada. Ignor la dura observacin de Zoe.

"No tienes acento." Zoe mir a la alta mujer por un momento. Estaba muy sorprendida al or hablar a la mujer en la iglesia. Zoe esperaba completamente el spero acento alemn pero en lugar ello oy una voz apacible suavemente hablada. La mujer hablaba griego con fluidez sin huella de acento alemn.

"Mi madre era griega"

"Ah lo olvidaba, eres la hija bastarda," Zoe replic y sonri cuando vio acertar la indirecta.

Eva tom un aliento profundo y dobl los dedos. "Cmo fue la reunin con el Capitn Reinhardt?" dijo ignorando el ltimo comentario de Zoe.

"Un tormento. El quera saber todo acerca de m, por qu quise este trabajo y si podra leer y escribir."

"Puedes leer y escribir?"

"Por supuesto! No todos aqu somos analfabetas, sabes," Zoe dijo defensivamente. "Tambin entiendo algo de alemn, lo suficiente para que no me disparen" Murmur.

"Lo siento, no me refera de esa manera."

Despus de un golpe, Zoe mir Eva; sus ojos encontraron y Zoe sonri tmidamente. "El padre Haralambos me ense a leer y escribir," Explic. "Nunca sabes cuando podra ser til. Sabes cmo leer y escribir?"

Eva sonri a pesar del obvio insulto. El fuego de la joven la intrigaba. "S, s cmo leer y escribir."

Zoe asinti. "Y por qu traicionas tu Patria?" pregunt embotadamente.

Eva mir hacia abajo en sus manos, girando el anillo en su dedo. "Tengo mi razones."

"Qu? Tu papi no te dio lo que queras?"

"Zoe, estamos del el mismo lado. No quiero pelear contigo."

Zoe par y sacudi su cabeza. "No lo entiendes. No estoy de tu lado. Tu lado mat a mi madre. Estoy haciendo esto porque aqu es donde vivo y los nazis han matado a mi familia y amigos," Zoe dijo agresivamente mientras se levantaba otra vez, camin hacia el retrato de Hitler y seal a la joven Eva.

"Eres un Nazi y aun quieren ayudar a la Resistencia. No lo quieres decir. Y yo no me trago eso de 'El padre H es mi padre y eso es por que lo hago'."

"Tienes razn, No es por eso por lo que estoy ayudando a los Partidarios," Eva contest. "Estoy haciendo esto porque una vez cre en las promesas de nuestro Fuhruer pero ahora veo que eran mentiras."

"Muy noble," Zoe contest.

"Has hecho algo por lo que estuvieses avergonzada? Que desearas volver y poderlo cambiar?" Eva pregunt mientras miraba por arriba del sof a Zoe quien se haba inclinado contra la pared.

"S. Muchas veces"

"Conoces acerca de 'La Noche de los Vidrios Rotos'?"

"La noche de vergenza de los Alemanes," Zoe susurr. Record oyendo a su hermano leer el artculo en el papel en voz alta a su familia. Record ser horrorizada por lo que los nazis haban hecho.

"Verdaderamente, una noche de vergenza," Eva dijo calladamente."Nuestro grupo se haba reunido y algunas de las chicas mayores y algunos de los chicos mayores oyeron acerca de un plan para espantar a los judos. Greta, era mi mejor amiga, quera ir." Eva se levant y fue a la ventana y mir fijamente hacia fuera. "Greta quera ir y quera que la acompaase, as que fui. Mutti pens estaba en casa de Greta." Eva trat de reunir sus pensamientos. "Recuerdo estar parada en el patio de una sinagoga la cual estaba encendida con la llama. Mis amigos se rean y bromeaban. Por primera vez yo estaba avergonzada de estar en la Bund Deutscher Madel.

"Mataste a alguien?" Zoe pregunt, tratando de reconciliar a la mujer arrepentida delante de ella con lo que ella haba odo de los informes de las noticias y palabras de la boca acerca de esa horrible noche.

"No, pero tengo sangre en mi manos."

"Cmo, si no mataste a alguien?"

"Cmo, verdaderamente," Eva dijo calladamente. "Vi como el rabino era golpeado, Zoe. Vi y no hice nada. Tambin pude haber sido la nica que hubiese impuesto un castigo." Despus de un momento, Eva continu. "Ayud a mis amigos a destruir la vida de las personas y no los detuve. Fui una cobarde. No trat de ayudarlos," Eva dijo mientras las lgrimas caan por sus mejillas. Las limpi apresuradamente, enojada consigo misma por su prdida del control. "Estuve ah y no hice nada. Corr todo el camino a casa y luego averige que mi madre haba sido asesinada."

"Cmo?" Zoe pregunt calladamente.

"Alguien pens que era juda y la mat," Eva dijo, tratando de recobrar su serenidad antes dar la vuelta para encarar a Zoe.

"Oh," Zoe susurr.

"As que ambas sabemos lo que se siente perder a nuestra amada madre," Eva dijo. "No eres la primera quien pierde a sus padres, Zoe."

"Eso fue cuando decidiste trabajar contra los nazis?"

"No. Fue poco despus que llegamos y mi padre haba dicho de un ataque de la Resistencia." Eva cerr sus ojos y record, en total horror, la reaccin de su padre. "Hubo un incidente..."

"Una masacre," Zoe corrigi calladamente.

"Una masacre... en una aldea cercana... No s lo que sucedi, pero todo lo que recuerdo es el sonido de las pistolas y los gritos. Me senta impotente. No quera ser parte del asesinato otra vez."

"Yo estaba ah." Zoe levant sus ojos y encontr los de Eva.

"Lo estabas?" Eva pregunt en sorpresa.

"S. Mi mam muri ese da."

"Lo siento, Zoe," Eva susurr.

"Quera matarte," Zoe admiti y se sorprendi cuando no obtuvo reaccin alguna de la alta mujer.

"Golpearme con una piedra en la cabeza no lo har," Eva remarc irnicamente. "Eso slo me dio un chipote."

Zoe no pudo evitarlo y sonri.

"Por qu no lo hiciste?" Eva pregunt calladamente.

Zoe tom un profundo aliento y exhal lentamente. "No quera condenar cien almas por la tuya."

"Oh."

"T representas todo lo que odio," Zoe admiti. No estaba segura de por que admiti eso a la mujer pero esa era la verdad.

Se sentaron en el silencio un rato, cada una en su propio mundo de de dolor tratando de luchar a puos con sus propios demonios. Para Eva, los apacibles sonsonetes del antiguo reloj eran un decidido alivio, haban roto lo que haba sido un tren misterioso de pensamientos. Era extrao. Aqu estaba, firmada en una vida de privilegio, educada en las mejores escuelas y todava en alguna extraa manera, estaba inundada en el sentimiento de que de algn modo no haba satisfecho las expectativas a sta intensa chica campesina con duros ojos verdes los cuyo rostro era tan hermoso como su nombre.

Pero haba ms que eso y Eva Muller lo saba. Ya haba presentido que haba algo acerca de la astuta chica... algo que centelleaba emociones en ella que no haba sentido en mucho tiempo. S, era verdaderamente extrao. De hecho, mientras estaba ah sentada en consistente silencio, finalmente ocurri que ella admir el valor y la pasin de la griega. El fuego en sus ojos cuando hablaba acerca de las cosas que amaba y su compromiso hacia su patria.

Ahuecando su mano en forma de copa, Eva mir fijamente hacia abajo en sus perfectas uas como si abarcaran en este momento todo de lo que el universo estaba hecho. Por lo que pareci una eternidad despus del sonido del reloj, Eva continu ah sentada al lado de la igualmente muda Zoe.

Eva encontr a la joven fascinante y de haber estado en otro tiempo y lugar, se pregunt si pudiesen o hubiesen sido amigas.

Se preguntaba si la nica cosa en el corazn de Zoe era un ardiente deseo de venganza, para la acelerada y terrible pena para lo que le haban hecho a su patria... a su madre. Y quin en el nombre de Dios podra culparla?

Finalmente, en una voz tan baja que Zoe se tuvo que esforzar para or, Eva dijo, "Te das cuenta, por supuesto, del riesgo que estas tomando."

"La vida est llena de riesgos, grandes y pequeos," Contest a la chica. Zoe mir profundamente en los ojos de Eva y lentamente agreg, "Para todos nosotros "

"S," dijo Eva, volviendo a la mirada hechizante de la chica. "Supongo que es verdad" Qu es lo que me fascina tanto de ella?

Desde el vestbulo el pesado andar de Despina reverber mientras suba la escalera. Eva se levant y en una voz clara dijo, "Entiendes, entonces, Qu se espera de ti?"

"S, Fraulein Muller," Zoe contest dcilmente, levantndose tambin. "Te aseguro, soy un rpido aprendiz."

Mientras oan el vacilante golpe en la puerta Eva dijo, "Bueno. Empezars tus deberes inmediatamente."

"S, Fraulein Muller."

"Entra, Despina."

En una voz que pareci perpetuamente sin aliento, Despina dijo, "Su almuerzo est listo, Fraulein Muller."

"Muy bien," pronunci Eva. Gir hacia Zoe y dijo, "Por el momento deseara escribir algo. Me hars el favor de trarlo aqui."

"Como desee." El tono la voz de Zoe era apropiadamente respetuoso, pero cuando sus ojos se encontraron, Eva pens haber detectado apenas una insinuacin de sombra diversin en la expresin de la chica ms pequea.

"Por aqu," jade Despina.

Sin mirar atrs, Zoe la sigui afuera y por el vestbulo. Eva se par en la puerta y la mir mientras segua pacientemente a Despina, primero mientras anduvo por el vestbulo y despus mientras desaparecan bajo los escalones. Se haban ido ahora, pero la mirada de Eva demor por un momento o dos antes de cerrar tranquilamente la puerta una vez ms.

*****

El sol comenz a asomarse por las nubes y Eva mir al cielo. Camin lentamente hacia la iglesia, dos de sus guardias tras ella. Los aldeanos les daban totales miradas hostiles. Pero Eva mantuvo su cabeza en alto y dirigi sus pasos a la iglesia. Sugiri a los guardias que permaneciesen fuera y entr a la iglesia, cubriendo su cabeza mientras pasaba el altar. Espi al Padre Haralambos hablando con una de las monjas de edad avanzada. Se par pacientemente hasta que l termin y entonces pas a hablar con l. Haba unas pocas personas errticas alrededor despus del servicio.

"Oh, Fraulein Muller qu agradable verte."

"Padre, yo espero que est bien."

"Muy bien, hija."

Una bajita, mujer de edad avanzada interrumpi la conversacin levantando su bastn y Golpeando el brazo de Eva.

"Sra. Elimbos! Por favor, no podemos tener violencia en la casa de Dios!" El padre Haralambos dijo mientras quitaba el bastn de su mano.

"Saque a ste animal fuera de la casa de Dios primero!" La mujer de edad avanzada contest y escupi en el rostro de Eva. Eva deliberadamente no se movi, pero permiti que la anciana continuase su invectiva hasta que se agotara, tomase su bastn de las manos del Padre Haralambos y saliese bastante satisfecha consigo misma.

El padre Haralambos apresuradamente le dio a Eva un pauelo as podra limpiar la saliva. "Lo siento, Fraulein."

"Est bien, Padre. Me estoy acostumbrando a que me escupan," Eva contest y se limit a sonrerle al sacerdote.

"Bueno, hablar con ella la prxima vez que la vea. Ven por favor a mi oficina."

Entraron a la oficina y el clrigo acomod a Eva en una silla. "Perdn, Eva. No lo saba."

"Por supuesto que no, Padre. La Sra. Elimbos probablemente ha querido hacer eso durante mucho tiempo," Eva seal con cansancio. Sac un paquete de su abrigo. "Tengo los nuevos papeles de identidad."

El padre Haralambos mir perplejo. "Pens Zoe entregara esto Ha decidido Zoe no ayudar?"

"No, Zoe est bien." Entreg los papeles al clrigo y encogi los hombros. "El Capitn Reinhardt estaba cerca y no quera despertar sus sospechas." Indic los papeles y dijo, "La familia Petrolakis, estoy segura, ser ms feliz."

El clrigo mir los papeles de identidad y sonri. En la preguerra Larissa tuvo una poblacin juda grande y algunos haban logrado huir antes de que los alemanes invadieran, pero los otros haban sido atrapados. Sus vecinos se refugiaron a los pocos que no haban sido inmediatamente capturados inmediatamente.

La sancin por esconder a judos era la muerte y el Padre Haralambos trat de sacarlos del pas tan pronto como pudiese. Eva haba logrado conseguir la firma de su padre en los nuevos papeles de identidad. Como haba hecho eso estaba ms all de l y no iba a preguntar. El clrigo se haba encontrado secretamente con Monseor Jean Claude, de la Resistencia Francesa, quien le haba dado algunas formas muy inventivas de sacar a las personas del pas.

Los dos se despidieron y Eva volvi a unirse a los guardias fuera de la iglesia justo mientras el Capitn Reinhardt doblaba la esquina.

"Oh, Fraulein Muller, fuera de domingo de veneracin ya veo."

"Me da paz, Capitn."

"Estoy seguro que s." Caminaron tranquilamente por un momento. "Su nueva doncella trabaja agradablemente?" Pregunt Reinhardt, rompiendo el silencio entre ellos.

"Bien, gracias."

El capitn Reinhardt par por un momento e indic a los guardias que continuasen adelante. "Eva..." Coloc la mano en su brazo suavemente.

"Capitn, suelte mi brazo," Eva dijo framente, tratando de no estremecerse.

"Eva, Por qu no podemos hablar?"

"Capitn, no tengo nada que decirle y estoy bastante segura que lo que ha sucedido en el pasado, esta en el pasado," Eva dijo y se march, dejando al capitn parado afuera de la iglesia.

"Por siempre la Reina de Hielo," Reinhardt murmur, viendo a la mujer alejarse.

*****

"Alto!"

Zoe suspir y gir para ver a los soldados acercndose. Ya haba sido detenida dos veces hoy y comenzaba a montarse en sus nervios. Puso el saco que llevaba en el suelo y sac su tarjeta de identidad. Sin esperar que el soldado le preguntase, entreg la tarjeta. "Eres una lista, verdad?" el soldado habl con desprecio mientras lea los papeles despus vio a la mujer de cabello castao.

"No." Zoe procur ser humilde pero no crea que no podra alejarse con eso. Se dio cuenta que no haba tenido xito cuando el soldado se lo devolvi, tirndola al suelo y salpicando su ropa con lodo. Los otros soldados, junto con el que la haba golpeado, rieron disimuladamente. "Eso fue por tener una boca lista. Levntate!" El soldado orden. "Adnde vas con eso?" Pregunt, l sealando al saco mientras Zoe forcejeaba sus pies.

Zoe lo mir fieramente, limpiando la sangre de su labio partido con su mano.

"Qu parece ser el problema aqu, Cabo?"

Zoe mir detrs de ella, aliviada de ver que el Capitn Reinhardt haba venido a ver de qu se trataba el tumulto.

"Bien, estoy esperando, Cabo," Reinhardt dijo, puesto que no haba obtenido una respuesta inmediata.

"Verificaba sus papeles, seor."

"Y dando un labio hinchado en el proceso." Mir a Zoe y luego al cabo. "Lo llevar de aqu." Con eso los despidi y vio mientras se alejaban. "Parece que atraes los problemas, Fraulein Lambros," Jurgen dijo con una sonrisa.

"No era mi intencin," Zoe dijo entre dientes.

"A dnde vas?"

"Llevndole algunas verduras a Kiria Despina," Zoe dijo tranquilamente mientras sinti alrededor de su labio con tentativos dedos.

Reinhardt la mir y le levant la barbilla con su dedo, inspeccionando el labio sangrante. Zoe encontr sus ojos grises y entonces dej caer su mirada mientras recordaba las instrucciones del Padre Haralambos para parecer dcil y humilde.

Reinhardt se ri. "Eres una escupe fuego," Ri entre dientes. "No creo que esa mirada que tienes sea suficientemente humilde. Necesitas trabajar en ello."

"Lo har," Zoe murmur mientras miraba abajo en su ropa enlodada.

l gir y mir los campos donde los trabajadores amontonaban la cosecha de trigo. "Un consejo: ten cuidado con Fraulein Muller. Esa tiene hielo en las venas y no pensara dos veces en matarte si averigua que ests en la Resistencia."

Los ojos de Zoe registraron shock de que Reinhardt estaba enterado de su participacin. Slo produjo ms risa del capitn.

"Venga, Fraulein, no pensabas que no lo saba?" Reinhardt incit mientras continu sonriendo burlonamente.

"Hay un griego que no est en la Resistencia?" Zoe contradijo.

El capitn sonri. "Bastante cierto, bastante cierto." Despus de un momento el capitn dijo, "Me agradas. No me hagas dispararte."

"Eso sera malo para m, eh?" Zoe coment secamente mientras vea arriba y corri su mano por alborotado pelo.

"Muy malo. Nos entendemos el uno al otro, verdad?" El capitn contest mientras rea entre dientes

Zoe asinti respuesta.

"Bueno. Ahora sigue tu camino antes de que la Reina de Hielo empiece a gritar. Dios sabe que no quiero or eso," dijo Reinhardt miraba a Zoe recoger el saco y seguir lentamente el entierrado camino.

El suspir. Fraulein Muller, La Reina de Hielo. Sacudi su cabeza en memoria de la joven que haba conocido en sus das de la Juventud de Hitler. Haba cambiado. Trataba de acercarse, pero todo lo que consegua era rechazo. Esa novia suya, Greta, siempre haba estado en el camino. Siempre alrededor de cuando trataba de acercrsele. Tom un gran deleite al decirle a su padre acerca de ella y de su amiga. Record que Muller estaba controlando su temperamento hacia l, pero no quiso estar en los zapatos de Eva cuando volviese.

"Oh bueno, no acostumbra a llorar sobre lo que pudiera haber sido," Dijo mientras se acomod el cuello de su chaqueta y se march.

*****

Las nubes de lluvia se despidieron para permitir que las lneas doradas alcanzaran el mximo. Zoe mir arriba en el cielo y se maravill por un momento en la