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La irrupción de los militares f<J-;r:t- en el escenario político: 1946-1953* Adriana González Gil": í ,q,t ito de Estudios ro~ "r '.' eje Duc 'm(, L a compleja red de relaciones establecidas alrededor de un objeto temático como el militar en el caso colombiano, no ha sido to- davía una preocupación significativa por parte de las ciencias sociales.' En este artículo se busca presen- tar una reflexión de la histórica rela- ción política e institucional entre el sector militar y el poder civil y político del país. Así mismo, establecer algu- nos elementos que incidieron en la transformación de la tradicional sub- ordinación del poder militar al poder civil, que permitieron a los militares convertirse en actores de primer or- den hasta asumir el control del Estado en 1953. Se quiere destacar el papel prota- gónico que en asuntos políticos co- mienzan a jugar los militares bajo cir- cunstancias concretas de nuestra his- .. toria contemporánea. Para ello, este análisis se inscribe en la coyuntura del gobierno de Mariano Ospina Pérez, caracterizada por el fenómeno de la Violencia, y que se puede denominar como la primera gran crisis política de nuestro Estado moderno. Un estudio de caso de ese fenó- meno en el ámbito antioqueño nos permite ilustrar la dinámica que hizo posible el acceso de los militares y de la policía al poder político, público y administrativo. Con ello afirmar que la participación militar en asuntos políticos contó con el apoyo de los sectores civiles en los niveles nacional y departamental. En otros términos, se intenta preci- sar algunos elementos que dan lugar al establecimiento de un gobierno militar "bajo tutela civil'", en una sociedad que desde la finalización de la Guerra de los Este texto hace parte del trabajode tesis degrado para optar por el tiiulo de Magister en Historia de Colombia. Uniuersidad Nacional de Colombia. ••••Asistente de investigación, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia. 1. En la presentanción al libro de Eisa Blair Trujillo, Las Fuerzas Armndas. IIlIn mirada civil. Santafé de Bogotá, Cinep, 1992. Fabio Zambrano Pantoja explica la ausencia de estudios sobre esta temática y la reciente producción que al respecto se ha realizado. 2.Carlos Urán, en su trabajo Rojas y la Mm,iplllnci611 del Poder. Bogotá, Carlos Valencia, 1983,acuña el término "gobierno militar bajo tutela civil", el cual constituye la más clara denotación para un gobierno que aunque estuvo encabezado por el estamento castrense, llegó al poder y lo compartió por buen tiempo, con la élite civil colombiana, fundamentalmente con el sector ospinista. 73

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La irrupción de los militares f<J-;r:t-en el escenario político: 1946-1953*

Adriana González Gil": í ,q,t ito de Estudios ro~

"r '.' eje Duc 'm(,

La compleja red de relacionesestablecidas alrededor de unobjeto temático como el militar

en el caso colombiano, no ha sido to-davía una preocupación significativapor parte de las ciencias sociales.'

En este artículo se busca presen-tar una reflexión de la histórica rela-ción política e institucional entre elsector militar y el poder civil y políticodel país. Así mismo, establecer algu-nos elementos que incidieron en latransformación de la tradicional sub-ordinación del poder militar al podercivil, que permitieron a los militaresconvertirse en actores de primer or-den hasta asumir el control del Estadoen 1953.

Se quiere destacar el papel prota-gónico que en asuntos políticos co-mienzan a jugar los militares bajo cir-cunstancias concretas de nuestra his-..

toria contemporánea. Para ello, esteanálisis se inscribe en la coyuntura delgobierno de Mariano Ospina Pérez,caracterizada por el fenómeno de laViolencia, y que se puede denominarcomo la primera gran crisis política denuestro Estado moderno.

Un estudio de caso de ese fenó-meno en el ámbito antioqueño nospermite ilustrar la dinámica que hizoposible el acceso de los militares y dela policía al poder político, público yadministrativo. Con ello afirmar quela participación militar en asuntospolíticos contó con el apoyo de lossectores civiles en los niveles nacionaly departamental.

En otros términos, se intenta preci-sar algunos elementos que dan lugar alestablecimiento de un gobierno militar"bajo tutela civil'", en una sociedad quedesde la finalización de la Guerra de los

Este texto haceparte del trabajode tesis degrado para optar por el tiiulo de Magister en Historiade Colombia. Uniuersidad Nacional de Colombia.

••••Asistente de investigación, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia.1. En la presentanción al libro de Eisa Blair Trujillo, Las Fuerzas Armndas. IIlIn mirada civil. Santafé de Bogotá,

Cinep, 1992. Fabio Zambrano Pantoja explica la ausencia de estudios sobre esta temática y la recienteproducción que al respecto se ha realizado.

2.Carlos Urán, en su trabajo Rojas y la Mm,iplllnci611 del Poder. Bogotá, Carlos Valencia, 1983,acuña el término"gobierno militar bajo tutela civil", el cual constituye la más clara denotación para un gobierno que aunqueestuvo encabezado por el estamento castrense, llegó al poder y lo compartió por buen tiempo, con la élite civilcolombiana, fundamentalmente con el sector ospinista.

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Mil Días se había caracterizado por sereminentemente civilista.'

I. Crisis política y militares.Una aproximación teórica.El 13 de junio de 1953, asumió la

presidencia de la república el GeneralGustavo Rojas Pinilla, tras derrocar elgobierno conservador de LaureanoCómez. En este caso, como una excep-ción a los tradicionales golpes militares,la intervención castrense no estuvoacompañada de violencia.

Aún más, de acuerdo con testimo-nios de algunos protagonistas,' antes dela toma del poder elGeneral Rojasbuscóafanosamente una solución a la crisis degobierno en el marco de la normativi-dad constitucional, ya que veía con pre-ocupación una eventual intervenciónmilitar.

Las circunstancias políticas delmomento incidieron en la participacióndirecta de los militares para dirimir elconflicto bipartidista, sobre el presu-puesto de su "neutralidad" y "apolitici-dad". Pese al carácter transitorio que lasélites civiles atribuyeron a tal interven-ción, surgen interrogantes relacionadoscon la postura militar y con el apoyopolítico que acompañó tanto el tránsitohacia este tipo de gobierno como duran-te los primeros años del mismo.

El proceso gradual de configura-ción de un perfil político de losmilitares,cuyoprotagonismo se iniciatímidamen-te al promediar este siglo bajo circuns-

tancias específicas en el marco de laViolencia y la articulación permanenteentre las élites civiles y el estamentomilitar, constituye la razón fundamen-tal para tratar de dilucidar el proceso desu injerencia en asuntos políticos. Ellopara entender que la politización de lasFuerzas Armadas no es ajena a la diná-mica política del país y que, al contrario,responde a un proceso que articula si-tuaciones internas de esta institución eintereses concretos de las élites civilescolombianas.

Desde el punto de vista teórico setrata de ubicar el fenómeno militar alre-dedor de procesos estructurales, aun-que casi imperceptibles, que permitenseñalar cómo la institución armada se abreespacio gradualmente en el ámbito políticocolombiano, asumiendo roles por fueradel marco de las funciones inherentes asu condición de soporte del régimenconstitucional.

Algunos elementos, subrayadospor Rafael Bañón y José Antonio Olme-da, aparecen entonces como horizonteteórico de estas reflexiones, referidosespecialmente al rol que en el contextode las sociedades contemporáneas asu-men las Fuerzas Armadas: los ejércitosson parte esencial de cualquier Estado,aunque tienen un carácter público sediferencian sustancialmente de las de-más organizaciones estatales, encarnana nombre del Estado el monopolio legí-timo de la violencia, cuentan con unaestructura organizacional bastantecom-

3. No gratuitamente se ha dicho que una de las peculiaridades del sistema político colombiano a lo largodel siglo XX, en contraste con la recurrencia en el contexto latinoamericano de regímenes militares, es supersistencia civilista, pese a que esta tendencia se haya visto acompailada de serias limitaciones al ordenconstitucional y democrátíco, con la permanente utilización de figuras jurídicas y políticas excepcionales quehan contado con el ejercicio desbordado de la fuerza por cuenta de la institución militar.

4. Al respecto véase: Carlos Ur6n. Op. Cit. Alberto Donadio y Silvia Galvls. El Jefe SJ/premo. Bogotá, Planeta,1988.

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pleja a partir de la cual es posible deter-minar su poder político -institucio-nal-y su podersocial-burocrático-,del grado de profesionalización y mo-dernización derivan su carácter "apolí-tico" y la subordinación al poder civil.

Bajo estas consideraciones, Bañóny Olmeda afirman que

[...]Encualquier cultura políticay, por supuesto, en aquellas nacionescon menor grado de institucionaliza-ci6n y con una economía más débil,las fuerzas armadas son, al menos,corresponsables en la confección de laslíneas de la defensa nacional. [...] El nú-cleo profesional que adopta las deci-sionesen su seno es a su vez un gruposocialde gran influenciaen elconjun-to de la sociedad."

Sibien estas afirmaciones son frutode estudios que definen el estamentomilitar al interior de regímenes demo-cráticos con funciones específicas comoser garante del Estado moderno, ellastrascienden esa dimensión y permitenesclarecer cómo se materializa la inje-rencia militaren espacios supuestamen-te reservados al.poder civil.

A partir de estos elementos resulta-importante definir, en primer lugar, si lacreciente injerencia de los militares estádada tan sólo en términos de su copar-ticipación en la toma de decisiones conrelación a los asuntos de defensa nacio-nal como parte esencial de su misióninstitucional desde la perspectiva delEstado moderno; en segundo lugar, siadicionalmente, su actividad empieza a

hacerse sentir en espacios claramentepolíticos y, lo que resulta relevante paraeste trabajo, en qué medida el podercivil, con complacencia o complicidad,"se deja permear por el poder militar",precisando el sentido que adopta talarticulación de intereses particulares.. Respecto al "núcleo profesional"señalado por los autores, es preciso es-clarecer bajo qué forma se establece larelación sociedad civil-militares, inda-gando sobre la influencia de éstos en elconjunto de la sociedad. Aquí se estable-ce el nexo que se da en la práctica políti-ca entre las Fuerzas Armadas y la élitecivil, en cuanto a la respuesta que lasprimeras dan a las demandas de "servi-cios militares" de la segunda.

Es necesario reconocer el perfil delEjército en el contexto del Estado nacio-nal moderno, en cuya perspectiva lainstitución armada "sirve" a la idea abs-tracta del Estado, al tiempo que es susoporte material. Es decir, se concibe lainstitución castrense con la debida sub-ordinación al poder civil; subordina-ción que se establece en el terreno de loteórico-político bajo el principio clásicode la separación de poderes y de laasignación de funciones que efectiva-mente le competen."

Resulta importante anotar, deacuerdo con S.E. Finer, los niveles deintervención militar que permiten ca-racterizar y aclarar las relaciones Fuer-zas Armadas-clase política-sociedad ci-vil. En los dos primeros niveles de inter-vención militar, señalados por el autor,

5. Rafael Bañon y José Antonio Olmeda (Cornp.). La i/lstitl/ci6/1 militar en el Estado cO/ltemporá/leo. Madrid,Alianza, 1985, p. 13 (El subrayado es nuestro).

6. Véase, Samuel P. Hundtington. "Poder, ideología y profesionalidad: las relaciones civiles-militares enteorla". En: Roberto Bañón y José Antonio Olmeda (Comp.). Op. Cit. p. 236-239. Y en esta misma compilaciónel texto de Bengt Abrahamsson. "La socialización profesional: teoría, ética y espíritu de cuerpo". p. 208-224.

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-€l de la influencia y el de las presio-nes-los militares actúan con la conni-vencia de las autoridades civiles, dentrode marcos legalmente constitucionaleso haciendo uso de prácticas ilegales,pero en todo caso sin que ello impliquela pérdida de supremacía del podercivil.

A través del tercer y cuarto nivel deintervención -€l del desplazamiento yel de la suplantación-, la sustitucióndel gobierno a través dela acción violen-ta conduce inevitablemente a la sustitu-ción del poder civil por el poder militar.Obviamente el derrocamiento de ungobernante o de un gabinete -tal ycomo se explica en el tercer caso-- noconduce necesariamente a la instaura-ción de un régimen militar, pero sí cons-tituyeelcaminomásexpeditoparaello.'

En nuestro caso parece importanteel esclarecimiento de las condicionesparticulares generadas durante el pe-ríodo de laViolencia, que condujeron alEjército Colombiano a asumir unprotagonismo político que no busca-ban, como parte de un proyecto milita-rista autónomo.

11. Del escenario nacional

A. Poderdvil ypodermilitar.Una relación tradicional.

El proceso de profesionalizaciónmilitar en Colombia, ha estado media-do por las peculiaridades de nuestro

desarrollo contemporáneo. La debili-dad del Estado colombiano, su precariapresencia en la sociedad, la fragmenta-ción del poder político en sus instanciasnacional, regional y local, y la acción delbipartidismo como referente privilegia-do de articulación nacional, son factoresque han definido un perfil para las Fuer-zas Armadas Colombianas, como so-porte de un Estado que evidencia latergiversación de los problemas de se-guridad y defensa nacional y la existen-cia de permanentes conflictos internos,cuyo manejo seentregó progresivamen-te y con exclusividad a la instituciónmilitar.

Este proceso, en las primeras déca-das de este siglo, supuso, entre otrascosas, la subordinación del poder mili-taral poder civil.En este sentido, Eduar-do Pizarro Leongómez", explica la debi-lidad de la institución militar como "fac-tor de poder autónomo", en términosdel papel jugado por el bipartidismocolombiano en el proceso de configura-ción -por vía traumática- de la na-ción colombiana.

Laestabilidad bipartidista, que hacede Colombia el único país que conservaintacto el modelo liberal! conservadordel siglo XIXy que constituye el eje delpoder político, y por tanto, del procesodecisional, acentúa ese papel secunda-rio de la institución militar."

De otra parte, Daniel Pécaut, expli-ca la "despolitización" de los militarescolombianos sobre bases ideológicas que

7. En este sentido puede verse el texto de S. E. Finer. "Los militares en la polltica actual". En: lean Blondel,et. al. El Gobiemo: estudios comparados. Madrid, Alianza, 1981. p. 261 s.

8. Eduardo Pizarro Leong6mez. "La profesionalizaci6n militar en Colombia (1907-1944)". Alldlisis Poütico.No. 1_Bogotá, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Colombia,mayo-agosto de 1987. p. 20 s.

9. lbid. p. 20.

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tienen que ver con la forma como losmismos militares interiorizaron el mo-delo liberal de relación entre las esferascivil y militar:

La ideología liberal de desarro-llo,la vitalidad de lospoderes localesy la debilidad del nacionalismo eco-nómico aportaron su parte, de talmanera que la institución militar nopudiera dar consistencia a una "vi_sión nacional" o a un "proyecto" quele permitiera sobre las élites socio-económicasuna modalidad de legiti-mación institucional específica [...]Que lasadhesiones partidistas sepro-duzcan, dentro del mismo ejército,apesar de laprofesionalización,esotrosigno de su subordinación al ordenelitista.'?

Elviraje de transformación cualita-tiva de esta condición de subordinaciónde los militares a los civiles se encuentraen la crisis política colombiana de me-diados del siglo XX, agudizada luegodel asesinato del líder liberal Jorge Elié-cer Gaitán. La forma como se ajustaronlas élites a la crisis del Estado, pasó porla confrontación de intereses entre losdiversos sectores económicos y políti-cos, como reflejo de la tensión generadapor el proceso de modernización so-cioeconómica que vivía el país.

En este sentido, la aguda lucha po-lítica fue el telón de fondo de la crisis delEstado. La fragmentación real del poderoculta tras la pretendida unidad nacio-nal de los partidos políticos tradiciona-les, así como la precaria presencia del

Estado en la sociedad, tanto en sentidogeogréfico-c-escasocontrol de gran par-tedel territorio nacional-como en eldela separación del espacio de lo público ylos poderes privados," quedaron enevidencia al intensificarse los hechos deviolencia que enfrentaron a la sociedadcolombiana.

Así, la violencia incid ió en un sacu-dimiento que terminó por desarticularla imagen de unidad nacional y todareferencia al Estado como cohesiona-doro Los grupos locales y regionalesterminaron sustituyéndolo." La frag-mentación del poder en sus instanciasnacional, regional y local, impidió laresolución del conflicto, o su disminu-ción, por parte del Estado.

La debilidad del Estado frente a lacrisis se hizo manifiesta primero, en suincapacidad para colocarse por encimade los intereses particulares y constituir-se en árbitro de los conflictos sociales,incluso al interior de sus institucionesparlamentarias, policiales, judiciales yelectorales; segundo, en la pérdida delegitimidad frente a grandes sectores dela población; tercero, se acrecienta lautilización de la fuerza material por partedel Estado 10que condujo a la utiliza-ción cada vez más frecuente de meca-nismos de represión.

ElEstado con su precaria presenciao con su reducción a la acción policiva,dejaba la responsabilidad de solucióndel conflicto social a los distintos secto-res enfrentados y a su capacidad paraacumular y desplegar fuerza social, po-

10. Daniel Pécaut. 0". Cit. p. 517-518. .11. Ferrrán González. "Aproximación a la configuración política de Colombia". COlltroverslll. No. 153-154.

Bogotá, ClNEP, octubre de 1989. .12. ¡bid.

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lítica o militar. En tales condiciones, lafuerza pública se veía cada vez másinvolucrada en la defensa de interesesde grupos particulares. Carlos MiguelOrtiz señala:

La incapacidad de lo institucio-nal, desbordado de hecho por elpoderlocalde los gamonales, apreciados ytemidos a la vez, marcó la maneracomo, en la práctica de las veredas ylas poblaciones,se respondió a la cri-sis agravada después del 9 de abril.Así pues, la caza de subversivos, quepor entonces eran todos los liberales,estuvo en manos,casinode militares,sinode losmismosciudadanos, espe-cialmente de loscampesinos.P

Todas estas circunstancias parti-culares, unidas al colapso vivido lue-go del9 de abril de 1948,posibilitaronla incorporación creciente de la insti-tución militar al proceso político delpaís:

En 1949se rompió la débil coa-lición establecida con motivo de larevuelta del 9 de abril. En el mes demayo fue conformado un nuevo ga-binete. Los seis ministros liberalesfueron reemplazados pQr tres con-servadores y tres militares, entreellos el coronel Gustavo Rojas Pini-lla. Con ello se introdujo al ejércitodentro del conflicto político corn-prometiéndolo con el gobierno."

De esta manera, la caótica situa-ción del país condujo a un acerca-miento más claro entre los militares yalgunos sectores de la sociedad civil

que percibían, en la neutralidad mili-tar, la garantía para convertirlos enárbitros del conflicto y eliminar poresa vía la violencia sectaria.

B. El gobierno de OspinaPérez y transición haciael poder militar 1946-1950

;"- A partir de 1948,las fuerzas milita-res se afianzaron como actores políticos;su protagonismo estuvo en relación es-trecha con el carácter estratégico quepara elmomento adquirió el manejo delorden público. En ese tránsito de la ins-titución militar, desde un bajo perfilpolítico hasta su actuación de primerplano, jugó un papel decisivo el gobier-no conservador de Ospina Pérez, fun-damentalmente en lo concerniente a unnuevo y mejor tratamiento en la esferapresupuestal y al reconocimiento insti-tucional como soporte del Gobierno.

Si bien la intención de Ospina Pé-rez apuntaba a matizar el tono de laconfrontación entre los partidos políti-cos, restituyendo así mismo el controldel poder a las élites socioeconómicas ya los "notables" de los partidos, la diná-mica de los acontecimientos político-electorales condujo a lospartidos, desdeabril de 1949,hacia formas sectarias delquehacer político acentuando la violen-cia; en otras palabras, a partir de estemomento se impuso definitivamente laviolencia como práctica consustancial ala política colombiana."

13. Carlos Miguel Ortfz. De la coloniznci6n a la violencia: ti caso del Qllilldlo. En: Memorias Quinto Congreso deHistoria de Colombia. p. 203.

14. Francisco Leal Buitrago. Estado.1I Polltica el' Colombia. Bogotá, Siglo Veintiuno-CEREC segunda edición,1989. p. 212.:

15. Daniel Pécaut. Op. Cit p. 498 s.

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Hacia juniode 1949, sedioun virajesignificativo en la política colombiana--en términos de lo que supuso la rup-tura definitiva del proyecto de UniónNacional y la subsiguiente conserva ti-zación del régimen político--, materia-lizado fundamentalmente en el ascensoprogresivo de los sectores laureanistasen el partido conservador y, por consi-guiente, la vinculación de esta fracciónal aparato estatal.

En estas condiciones las FuerzasArmadas recibieron, cada vez con másfrecuencia, misiones políticas y admi-nistrativas de considerable importan-cia:

[...] Los militares son nombra-dos alcaldes en los municipios másafectados por las insurrecciones deabril, y después por la violencia. Elnúmero de elJos crece rápidamente apartir de 1949. Cuando el gobiernoconservador se muestra incapaz deimponer su autoridad en numerosaszonas, apela a las fuerzas armadas,que muy a menudo relevan a los po-licías "chulavitas" [...]16

EIsa Blair en su reciente trabajo so-bre las Fuerzas Armadas destaca que elproceso de profesionalización no impli-có una despolitización total de la institu-ción. Fue inevitable, entonces, que bajocondiciones específicas como la suje-ción a autoridades locales y el manejodel gobierno conservador de Ospina, seiniciara un cambio de actitud de losmilitares no como derivación lógica deun proyecto autónomo del estamentomilitar, sino como consecuencia de ladinámica de los conflictos regionales:

Es la lógica de los conflictos so-

16. ¡bid. p. 513-514)7. EIsa Blair Trujillo. Op. Cit. p. 59-71.

ciales la que en el entrecruzamientode actores e intereses va generandoprocesos de gran complejidad. Al in-terior de los mismos, y sin que pue-dan sustraerse a ellos, se desen vuel vela dinámica de la institución militar[...] el Ejército sucumbirá a la dinámicade la violencia. Desde 1951 en adelanteya no habrá diferencias entre la actua-ción de la policía y el ejército, ni a nivelde la guerrilla, ni a nivel de la pobla-ción civil. Ello prueba que pese a losaños de profesional ización,los miem-bros del ejército no habían roto con suadscripción partidista liberal o con-servadora de las primeras décadas.No podían por tanto, en este enra reci-do ambiente de poderes encontrados,construir un referente nacional queestuviera por encima de los fraccio-namientos y el sectarismo político queimperaban en las regiones."

El tratamiento diferencial del go-bierno de Ospina al Ejército se vio refor-zado con la oportunidad que él dio a losmilitares en el ejercicio público. Estagestión pública dio lugar a la interven-ción de los militares en el juego político,inicialmente en favor del partido con-servador y, posteriormente, de la frac-ción Ospinista de esa colectividad. Ellodeterminó un avance decisivo de la fuer-za militar sobre el escenario político, yaque desde el mismo Gobierno se pro-movió la intervención de militares sim-patizantes de la causa conservadora.

No obstante, la posición del Ejérci-to frente a su creciente participación enpolítica no fue homogénea:

Dentro de los niveles más altosdel Ejército había diversas actitudes

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frente al poder político. Algunos ofi-ciales manifestaban desprecio por lapolítica y temían que una mayor par-ticipación en el gobierno pusiera enpeligro la fama de imparcialidad queel ejército había recuperado despuésdel "9de Abril". [...)Algunos elemen-tos de lajerarquía militar, recordandoel caso de la policía, rechazaban losintentos conservadores de hacer delejército un instrumento del partido yde reemplazar con clientes conserva-dores a militares en puestos políticos.Los liberales, por su parte, censura-ban la presencia del ejército en elCongreso, declarando que estaba per-diendo independencia; que el Coro-nel Gusta vo Rojas Pinilla había hechodel ejército en Cali un aliado incondi-cional del Directorio Conservador, yque los conservadores recibían as-censos con más rapidez que los libe-rales."

Obviamente, esta situación unida ala creciente deslegitimación del ejecuti-vo --agravada con el cierre del parla-mento y el retiro de los liberales de laCorte Electoral y de la Corte Supremade Justicia-, definieron el destino deun régimen político en tránsito hacia elau tori ta rismo.

El 5 de enero de 1952, AlfonsoLópez Pumarejo y Carlos Lleras Res-trepo expidieron una declaración con-junta en la que decían que, por prime-ra vez en cuarenta años, habían trans-currido cerca de 24 meses sin una solasesión del Congreso (noviembre 9 de1949 a noviembre S de 1951). El Con-greso que después sesionó, siempre

ofreció el espectáculo de unas sillasvacías, pues un decreto ejecutivo ha-bía reservado un porcentaje para laoposición, pero ésta no se presentó alas elecciones por las circunstanciasde violencia que vivía el país [...) Deallí que una de las características delperíodo sea la ausencia de un parla-mento legítimo y fiscalízador."

Desde la ruptura definitiva de laUnión Nacional se establecieron las ba-ses instrumentales de una nueva moda-lidad en el ejercicio gubernamental: deproyectos de responsabilidad compar-tida en tre el liberal ismo y el conserva tis-mo, se pasó a la fórmula gobierno-oposi-ción. Esta, más que el ejercicio democrá-tico de la oposición política, significó lainactividad parlamentaria del libera lis-mo, tras el cierre del Congreso de laRepública, su retiro definitivo de loscargos de responsabilidad ejecutiva enel Gobierno y su ausencia de otros orga-nismos de fiscalización como la CorteElectoral.

La implementación de esta nuevafórmula dio como resultado que el ejer-cicio de la confrontación política estu-viera marcado por la represión oficial yla subversión de la oposición, traspa-sando los lími tes de la legalidad estable-cida. Los liberales señalaron la ilegali-dad del régimen que abusaba del esta-blecimiento del Estado de Sitio parareprimir a la oposición, justificando laresistencia armada como un medio legí-timo de lucha política. A su vez, el Go-bierno justificó la restricción de las ga-rantías constitucionales, en aras a con-

18. Christopher Abel. Polttica, Iglesia y partidos en Colombia. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia-FAES, 1987. p. 248.

19. Alvaro Tirado Mejía. "EL gobierno de LaureanoG6mez, de la dictadura civil a la dictadura militar". En:Nueva Historia de ColoII/bin, Vol. 11.Bogotá, Planeta, 1989. p. 82.

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trarrestar la acción de la oposición.Desde el sectarismo a ultranza, tan-

to del partido de gobierno como delpartido de la oposición, que dominó elámbito político entre 1950 y 1953, fueconfigurándose un nuevo escenario deconfrontación partidista atrapado en lalógica de la violencia. La verticalidad yautoritarismo característicos del régi-men laureanista propiciaron la prácticade resistencia armada como forma deacción política de la oposición.

En esta crisis de legitimidad delrégimen, las Fuerzas Armadas se fue-ron imponiendo, interpretándose a símismas y con la complacencia de lossectores políticos agraviados por la acti-tud laureanista, como la opción másautorizada para resolver la situacióncaótica que dominaba la política colom-biana.

111.El gobierno de Ospina, lacrisis política y los militaresen Antioquia.En el contexto señalado, Antioquia

no escapó a la crisis política del país y, dela misma manera que en otros espaciosregionales, la violencia desatada cobrófuerza aunque con matices particulares.

Las élites liberales y conservadorasque supuestamente habían sostenidoun acuerdo de coexistencia pacífica"durante los primeros cuarenta años deeste siglo, sucumbieron a la dinámica

sectaria de la época.La resistencia a la autoridad depar-

tamental, la actitud de desatención a lasdirectrices del respectivo directorio po-lítico expresada en las localidades, lapoca credibilidad en el Gobierno Nacio-nal ante lamarcada ausencia del Estado,y la desconfianza en el estamento polící-vo, unidos a factores socio-económicosparticulares," evidenciaron no sólo lacrisis del Estado y la sociedad colombia-na, sino también el trasfondo político dela violencia en la que subyacía la acciónde los partidos.

En Antioquia, desde 1945, se ha-bía acudido al nombramiento tempo-ral de alcaldes militares en zonas deconflicto, con el objetivo de garantizarel ejercicio "normal" del debate elec-toral, en un ambiente claramente" con-taminado" por la práctica sectaria, queiba desde la búsqueda de anulaciónideológica del opositor político hastasu eliminación física.

Para las elecciones de concejales,efectuadas en ochlbre de 1945,el Gober-nador Germán Medina promulgó losdecretos 567, 573 Y 577, mediante loscuales nombró en calidad de encarga-dos a varios militares para que se des-empeñaran como alcaldes en los muni-cipios de Bello (Mayor Luis A. Cárder-nas), Maceo (Tenientedepolida GabrielEscobar), Yolombó (Coronel Luis E.Moreno), Bolívar (Capitán de policíaPedro P. López), San Roque (Tenientede Policía Manuel Moná) y Zaragoza

20. Véase: Jorge Orlando Melo, "La polltica de 1904 a 1946" y Mary Roldán, "La política de 1946 a 1958".En: Historia deA"tioquia. Medellín, Suramericana de Seguros-El Colombiano, 1988. p. 143-176.

21. Mary Roldan seilala que la agudización de la violencia en Antioquia tuvo que ver con la articulaciónde factores de tipo partidista e intereses locales que supuestamente quedaban relegados en las negociacionesde los "caciques" en Medellfn. Adicionalmente, la existencia de "factores como clase social, lugar de residencia(rural o urbano) y preocupaciones capiteiinas o loca listas" marcaron mayor incidencia polltica que la mismaadscripción partidista.

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(Mayor Alejandro Carnpuzano)."Como en el resto del país, durante

el año siguiente se incrementó conside-rablemente el número de alcaldes mili-tares en el Departamento. De acuerdocon datos suministrados por EduardoPizarro Leongómez, a finales de 1946,elnúmero de oficiales y suboficiales delEjército y la Policía que se desempeña-ban como alcaldes en todo elpaís, ascen-día a 202.23

Los militares asumieron cargos deíndole administrativa, especialmenteinspecciones y alcaldías, con funcionesde competencia eminentemente civil.Así ocurrió, por ejemplo, con lo concer-niente al control de la actividad electo-ral, reflejado en el manejo del ordenpúblico, la mediación en la confronta-ción sectaria de los partidos y la veedu-ría electoral como garantía ante un even-tual fraude.

El Presidente Mariano Ospina Pé-rez, en mensaje a losjefespolíticos antio-queños, destacaba que en todo el paíslos directorios políticos solicitaban al-caldes militares, "generalmente paraaquellos municipios donde hay autori-dades cuya filiación política correspon-de a una corriente contraria"; frente alcaso concreto de Antioquia señalaba:

[...] Ante la comunicación deustedes me he dirigido nuevamenteal señor ministro de Gobiernoa findeque busque la manera de atender, encuantosea posible,lasolicitudde más

alcaldes militares para ese departa-mento."

De esta manera, se configuraba porparte del Gobierno central un criteriopolítico en lo concerniente a la búsque-da de apoyo en el estamento militar:

Ospina encontraba dos ventajassignificativasen una política que con-templara el control militar temporalde lospuestos civilesa nivel local.Enprimer lugar, el ejércitorepresentabauna tregua entre los liberales que sa-lían de sus puestos y los conservado-res que los tomaban. Y en segundolugar, la lealtad militar se reforzó, acortoplazo,conelascensode oficialesde rangos bajoso intermedios a posi-ciones civilesde alto nivel donde noincomodaban a las figuras militaresya establecidas.Losascensos se reali-zaron sin incurrir en las indiscretastransferencias y los retiros forzadosque durante el gobierno de Lópezhabían sacudido al ejército."

Este propósito gubernamental nocontó para su plena ejecución con elrespaldo de todos los agentes departa-mentales. En 1947,por ejemplo, el Go-bernador de Antioquia José María Ber-nal B. en su mensaje a la HonorableAsamblea Departamental, refiriéndosea las frecuentes solicitudes de los diri-gentes políticos para que se nombraranalcaldes militares, expresaba:

[...] Por una parte creo que elempleo cada vez más frecuente de los

22. Germán Medina A. Mmsaje del Gobernador de Antioquia a la Honorable Asamblea Departamentnl. MedelIín,Imprenta Departamental, 1946. p. 35-39.

23. Eduardo. Pizarro León-Córnez. "La profesio.nalizaci6n militar en Colombia (11):El perfodo de laViolencía". A"dlis;s Poliuco. No, 2. Bogotá, Universidad Nacio.nal de Colornbia, septiembre-diciembre de 1987.p.9-10.

24. [osé Marla Berna\. Mmsaje del Gobernlldor de A"tioqllia a la H. Asamblea Deparromentnt. MedelHn, ImprentaDepartamental, 1947. p. 39.

25. Christo.pher Abe\. Op. Cit. p. 246.

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militares para servicios que son esen-cialmente civiles desvirtúa su propiaesencia y hasta cierto punto se oponea las normas constitucionales y lega-les que nos rigen; y por otra, abrigo eltemor de que a medida que nos vaya-mos aconstumbrando a regímenesmilitares en el país se irá desdibujan-do la fisonomía estrictamente civil deque se ha ufanado, con razón, antetodos sus vecinos."

El Gobernador advertía así algu-nos "peligros" para la estabilidad delrégimen político colombiano ---en tér-minos de su tendencia civilista-al con-tar cada vez con más frecuencia en elejercicio del poder local con represen-tantes de la institución militar.

Los límites de la competencia decada instancia estaban claros en la pers-pectiva del Gobernador. Principioscomoel de la separación de funciones y com-petencias entre las esferas de poder civily militar, resultan importantes al eva-luar cómo desde algunos sectores civi-les se reclamaba la intervención arma-da, mientras desde otros se veía conpreocupación el fenómeno.

A pesar de estas voces encontra-das, sepresenta ba un proceso lentoperoseguro de irrupción de los militares enasuntos tradicionalmente manejadospor civiles; no se trataba simplementede alcaldías transitorias, se enfrentabael riesgo de que el Ejército asumierapermanentemente funciones que debíanser de competencia del poder civil.

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Losacontecimientos derivados del9 de abril de 1948, la intensidad y elsectarismo que caracterizaron las elec-ciones de 1949y lacreciente ola de resis-tencia armada de grupos liberales, im-pusieron una dinámica política que abrióposibilidades al ejercicio administrati-vo transitorio de algunos militares enalcaldías municipales. Además, paraaquellaslocalidadessignadas por lavio-lencia, los nombramientos de militaresse produjeron de manera indefinida.

El Gobernador Fernando GómezMartínez, el 20 de mayo de 1949, res-pondió al Secretario General del Di-rectorio Conservador de Antioquia,Emilio Yepes Builes, que la Goberna-ción estaba estudiando la "distribu-cion de alcaldes militares de acuerdocon las solicitudes de las directivaspolíticas y con la necesidad de cadapoblacíóri"." Así mismo, comunicó alComandante de la Cuarta Brigada,Eduardo Villamil, el nombramientode alcaldes militares para Envigado(Teniente Guillermo Moreno), Fredo-nia (Mayor Carlos Rojas Pinilla) yPuerto Berrío (Gerardo Varela)."

La supuesta neutralidad que ha-bían asumido los militares frente a laprimera ola de violencia, poco a poco sediluyó mostrando su adhesión a gruposlocales de poder. La tarea administrati-va encomendada a los militares suscitó,entre el estamento castrense, claras con-tradicciones en relación con su procesode profesionalización. De hecho, un

26. José María Berna!. Op. Cit. p. 39.27. Archivo Histórico de Antioquia. Comunicaciones del gobernador. Tomo 7222 (1949), folio 93. Comu-

nicación del gobernador Fernando Gómez MarHnez a Emilio Yepes Builes, Secretario General del DirectorioConservador de Antioquia, de mayo 20 de 1949.

28. lbid, Folio 141.Comunicación del gobernador al Comandante de la IV Brigada Eduardo Villamil, mayo25 de 1949. .

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militar en el ejerciciodel poder públicoen una zona de conflicto:

[...] Se veía enfrentado a ladisyuntiva de decidir entre uno yotro de los elementos sectarios encontinua oposición [...]Sipermane-da ajeno al problema, violaba laparte de su juramento ante la Cons-titución, según el cual debía opo-nerse a toda amenaza del ordenpúblico. Si obedecía a las autorida-des legitimamente elegidas, existíala posibilidad de que las órdenesfueran contrarias a la Ley, con locual se colocaría en un conflicto delealtades opuestas. Por último sioptaba por aliarse a los elementosciviles o actuaba por propia volun-tad a fin de permanecer dentro de lalegitimidad, sería culpable de mili-tarismo. Eraeldilema del oficialquepresta servicio a una democraciaconstitucional irresponsablementeejercida ."

En este contexto, los militares quedesempeñaron funciones en las alcal-días terminaron involucrándose en unconflicto de índole partidista y compro-metiéndose en las luchas por el controldel poder local, muchas veces protago-nizadas por "fuerzas irregulares" decarácter local.

Instituciones como el ejército, que[...] tenía para la época un matiz másnacional, sólo establecieron tardíamen-te alianzas con las autoridades civiles,caciques y gamonales que las agencia-ban. De todas formas el ejército, que sepensaba combatiría la violencia desata-da por estos poderes locales inmersos

en el sectarismo político, no sólo noacabó con elIasino que, por el contrario,la terminó alimentando mediante estasalianzas".

Laemergenciadelosrnilitarescomoactores políticos estuvo determinada---<omo lo señalamos antes- por lacreciente dependencia de los gobiernosconservadores respecto de las accionesde las fuerzas militares en el manejo delorden público. En las localidades antio-queñas en las que se vivió la violenciacon mayor intensidad (Suroccidente,Magdalena Medio, Bajo Cauca) y, se-gún loseñala Mary Roldán, el Ejércitoseconstituyó en laúnica garantía para con-trarrestar los múltiples abusos que re-caían sobre la población civil.

La forma como los militares asu-mieron cargos administrativos tradi-cionalmente reservados a los civiles,no consti tuye en sí mismo una eviden-cia de sustitución del poder civil, nifue el camino para ello. Creemos, deacuerdo con el modelo propuesto porFinner, que en el caso colombiano elinterregno militar no fue transitoria-mente un proceso de suplantación,sino un espacio cedido por las élitespolíticas que permitió la recomposi-ción del sistema político colombiano apartir del reacomodamiento de lospartidos políticos tradicionales.

De otra parte, tanto durante elgobierno de Unión Nacional de Ospí-na Pérez como bajo el autoritarismoconservador de Gómez-Urdaneta, laprensa fue un instrumento utilizado,de un lado, para acercar a los conser-vadores y las Fuerzas Armadas y, de

29. Ramsey Russell. Citado por EIsa Blair. Op. Cit. p. 58-59.30. EIsa Blair. Op. Cit. p. 70.

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otro, para controlar a los sectores deoposición.

En el primero de los casos, el mane-jo de la prensa, manipulada desde losmedios conservadores, legitimó la ac-ciónmilitar. Enelsegundo,a través de lacensura de prensa se controlaban lascríticas de la oposición y la divulgaciónde información de orden público. Para-lelamente, los medios -radio y pren-sa-de filiación conservadora practica-ron la autocensura con criterios políti-cos: la pa rcia lización de los medios comoórganos partidistas configuró un espa-cio propicio para la generalización de lacensura sin que ello fuera combatido,inicialmente, por ningún sector.

En diciembre de 1949, el diario ElColombiano registró un reconocimientodel partido conservador a la labor delEjército:

[...]Por la abnegada, patriótica yejemplar actitud del ejército en el pa-sado debate electoral, lo que ha veni-do a comprobar una vez más el carác-ter eminentemente nacional de aque-lla institución, queen dicha emergen-cia supo mantener el imperio de laConstitución y el normal funciona-miento de las instituciones."

En el mismo sentido, y con la inten-ción de reafirmar el protagonismo quedebía ser asumido por el estamento cas-trense, algunos apartes de la comunica-ción del ministro de Guerra, GeneralSánchez Amaya, al personal de las Fuer-zas Armadas fue rea Izado por la prensade la siguiente manera:

A las fuerzas militares les co-rrespondeser los centinelas del ordeny de la justicia y merecen por susactuaciones no sólo el respeto sinotambién la estimación de todos loscolombianos."

Después del 9 de Abril, del estadode sitio subsiguiente y de la intensifica-ción de la violencia, la censura se hizomás evidente. Christopher Abel afirmaque la tendencia au tori ta ria del régimenconservador, en aras de consolidar sumodelo elitista, desestimó el papel de lapropaganda y permitió una restricciónde la información dirigida tanto a susopositores como a sus propios coparti-darios.

En estas circunstancias, una limi-tante al régimen democrá tico como es lacensura de prensa, empezó él ser encar-gada a los militares. En Antioquia, elGobernador Eduardo Berrío G. se diri-gió al Comandante de la Cuarta Briga-da, Eduardo Villamil, en diciembre 15de 1949, de la siguiente manera:

Para evitar diversidad de crite-rios y posibles quejas suyas contralos censores nombrados por la go-bernación, de acuerdo con el señorMinistro de Gobierno, he resuelto,dejar en manos de la Brigada la res-ponsabilidad de la censura [...] Porotra parte, si la prensa está contra elgobierno departamental, no es, porlo menos, decente que sea el suscritoquien impida las críticas. Además,los periodistas miran como privile-gio que un periódico tenga censormilitar y los otros no.:"

31. El COIOlllbi'/lIo. Medellín, diciembre 3 de 1949. p. 1.32. El COIOIII/.iill/(). Medellln, enero 4 de 1950. p. 1-7.33. Archivo Histórico de Antioquia. Comunicaciones del Gobernador. tomo 7224,1949-1950.

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Las directrices para la censura deprensa, ejercida por los militares, fue-ron trazadas por las instancias civiles,bajo la forma de algunas" recomenda-ciones", que mostraban la deliberadainstrumentalización de los serviciosmilitares en beneficio de grupos e in-tereses políticos. El Gobernador deAntioquia, Eduardo Berrío González,se dirigió a los censores de la prensalocal en diciembre 5 de 1949,manifes-tándoles los términos en que debíanser censurados los editoriales de losperiódicos locales y advirtiéndoles"[ ...] tomar especial cuidado en nodejar publicar ni difundir memorialdirigido por la Dirección NacionalLiberal al excelentísimo Señor Presi-dente ni ningún documento análo-gO."34

Así, el desplazamiento gradual delpoder civil y el consecuente fortaleci-miento del poder militar, a instancias delos civiles, se hizo evidente en hechosconcretos como: la intervención crecien-te del Ejército en el debate electoral, laacción gubernamental a través del ejer-cicio público de las alcaldías, el manejoy control del orden público y la censurade prensa.

Algunasconsideraciones finales

El manejo del conflicto político bi-partidista de mediados de este siglo,porparte de las élites civiles, significó ladelegación del control del orden públi-co en las instancias militares. Por estecamino, funciones diversas se fueron

definiendo como propias de la institu-ción armada.

No obstante, es preciso señalar quela intervención del Ejército en asuntosciviles, no fue un proceso homogéneo,de tal manera que la situación presenta-da muestra matices importantes. De unlado, elcomportamiento de destacamen-tos militares en zonas de conflicto demayorías conservadoras y en regionesde mayorías liberales no siguió iguallínea de acción. De otro, no existió uncriterio unificado al interior de las Fuer-zas Armadas en lo concerniente a sucreciente participación en tareas reser-vadas a los civiles.

Resultan cuestionables, igualmen-te, la politización de las Fuerzas Arma-das en dirección exclusiva a una adcrip-ción al proyecto conservador, y su inje-rencia en asuntos políticos como el ca-mino que conduce a la sustitución delpoder civil por el poder militar en eseperíodo de nuestra historia reciente. Sinembargo, es claro, tal como ya lo hanseñalado varios autores, que el "golpe"de 1953 fue fundamentalmente el esta-blecimiento transitorio de un gobiernocon un militar a la cabeza, pero con clara"tutela" de sectores de las élitesciviles,lo que no supone la suplantación delpoder civil por parte de la instituciónarmada.

Nos encontramos, entonces, frentea lo que hemos denominado un procesograd ual de intervención militaren asun-tos políticos, que no constituye en símismo un paso hacia la dictadura mili-tar; no obstante, tal irrupción de lasFuerzas Armadas refleja la incapacidad .política de lospartidos tradicionales para

34. Archivo Hlstórico de Antioquia. Comunicaciones del Gobernador. Tomo 7224 (1949-1950), folio 43.

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hacer frente a la crisis y el camino por elcual la institución castrense adquirióprotagonismo en la escena nacional,hasta manejar de manera sistemática ycon plena autonomía el control del or-den público.

Pero además, la arbitrariedad en elmanejo administrativo por parte de losburgomaestres militares y su interven-ción en funciones como la administra-ción de justicia, la censura de prensa yelcontrol del orden público, fueron ele-mentos sintornáticos del mismo proce-so de crisis política al promediarel sigloXX.Todo ello, con el apoyo manifiestode los partidos políticos. Por supuesto,se configuró un escenario en el que searticularon las distintas expresiones deviolencia regional y local, así como unespacio propicio para demandar unasalida militar ante el autoritarismo con-servador.

El apoyo a Rojas fue una deriva-ción de la ola de violencia padecida poraños ydel mesianismo militar promoví-do por los civiles, tras su incapacidadpara poner fin a la violencia sectaria.Todas las condiciones estaban dadaspara que el 13 de junio fuera recibido·con beneplácito nacional el ascenso deun militar a la presidencia de la repúbli-ca. Losmilitares, ya no tan tímidamente,asumieron un papel protag6nico en la

vida política del país.Finalmente, y en términos de ob-

jetivos que sobrepasan los límites deeste trabajo, nos interesa señalar queun ejercicio histórico como el que sepresenta, cobra importancia en rela-ción no s610con el pasado, sino en larelación actual entre la instituciónmilitar y el ejercicio de la política na-cional en el contexto de una crisis po-lítica generalizada.

Los vientos de reforma presentesen la vida nacional, con la reestructura-ción de la Policía Nacional, el modernotratamiento del orden públicoy la signi-ficativapa rticipación de conceptos comodefensa y seguridad en la distribuciónde los recursos públicos, entre otros fe-nómenos, permiten verificar aquél or-den de importancias descrito.

En otras palabras, no podemos de-cir que asistimos al resultado de unproceso iniciado en un momento histó-rico pa rticular,pero síque en un aná lisisestructural están presentes rasgos per-manentes y recurrentes en relación conel problema planteado, y que las formassutiles o abiertas de injerencia militar enla vida política o civil no pueden ocultarel trasfondo fijode una historia políticaen la cual los militares no han estadoausentes sino que, al contrario, se hanconvertido en actores de primer orden.

Alma Mafer

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