en democracia - año 2009 - número 5

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  • 8/14/2019 En Democracia - Ao 2009 - Nmero 5

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    Abr i l de 2009 / N5 /PUBLICACIN OFICIAL DEL INSTITUTO MOISES LEBENSOHN

    En Democracia

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    Abril de 2009PAG. 2/ En Democracia

    Editor Responsable: Hernn Rossi (Presidente IML)

    Director: Marcelo Guouman

    Diseo y diagramacin: Mara Ins Cosentino

    Redaccin: Royceel Rigotti

    Colaboradores:Alejandro De Angelis, Pablo Lozada Castro, Pablo Amador, Eduardo Winkler,

    Mauro Pedone Balegno, Mario Alarcn, Emiliano Yacobitti, Maximiliano Campos Ros, CamiloVedia, Andrs Alievi, Emmanuel Artusa, Lohana Arturo, Mauro Palaviccini, Alejandro Ramini,Valeria Burak, Daniel Mansilla, Leandro Querido, Dario Utz y Sergio Duarte.

    StafE-mail: [email protected]

    Tel: (5411) 5254-9079www.institutolebensohn.org.ar

    no hombresSeguir ideas,La partida fsica de Ral Alfonsn es un hito his-

    trico de la vida nacional. Todos aquellos queseguimos las manifestaciones de cario y dolorpor su muerte o que tuvimos la oportunidad decompartir con miles de ciudadanos su despedi-da, sentamos que estbamos inmersos en una ex-periencia colectiva trascendente para la vida denuestro pas.En medio de esas sensaciones y tratando de re-exionar sobre la circunstancia que estbamospasando, como militantes, como argentinos,como radicales, muchos sentimientos y pensa-mientos se nos mezclaron.Por momentos nos invadi una profunda triste-za, ante la certeza de que ya no lo tendramos all,disponible, para encarnar esperanzas, luchas,ejemplo.Tambin sentimos algo de culpa, porque segu-

    ramente no habamos alcanzado a agradecerle yreconocerle todo aquello que l se hubiera mere-cido.Nos invadi un gran vaco cuando el jueves porla tarde lleg a su lugar de descanso nal. Ya est,pensbamos, denitivamente Don Ral se nosfue. Una sensacin de ausencia que slo el pasodel tiempo podr mitigar, ms nunca quitar.Pues bien, qu ms decir sobre la partida de estegran hombre que ya no se haya dicho. Qu ex-presar sobre su obra que no hayan recordado lasmujeres y hombres que junto a l compartieron lagran empresa de mejorar la Argentina.Pues bien, como jvenes del Radicalismo, que co-nocemos su obra ms por los libros y por los rela-tos de nuestros mayores que por haberla vivido,

    que miramos con admiracin y orgullo la epope-ya democrtica que l lider, vamos a recurrir alpresente y al futuro como herramienta analticapara homenajear la obra de Alfonsn.Seguramente, sin temor a equivocarnos, cree-mos poder interpretar con toda justicia que losacontecimientos que se desencadenaron espon-tneamente tras el fallecimiento del Dr. Alfonsnexpresan concretamente el hartazgo de una so-

    ciedad para con un modelo de Poltica que ya no

    la representa ni la contiene. Al mismo tiempo queimplica el reconocimiento humano y poltico dela Nacin hacia el hombre que encarn y milituna Poltica que s la represent, que s la contuvoy que hoy se extraa y se necesita imperiosamen-te. As, crtica y propuesta, reclamo y reconoci-miento conuyeron de manera espontnea en ladespedida de Don Ral.Somos conscientes de que nuestra interpretacinno puede ser nica, no busca ni pretende serlo.Un hito histrico nacional de esta magnitud obe-dece a mltiples causales y activa diferentes sen-timientos en los ciudadanos y seguramente, sertarea de la sociologa, la ciencia poltica, la loso-fa y porque no, la psicologa social ofrecernos ex-plicaciones ms profundas e integrales del fen-meno social que signic la partida de Alfonsn.

    Pero no perseguimos aqu un anlisis terico so-bre este momento histrico; en cambio, propo-nemos un indispensable anlisis poltico sobrelas marcas histricas y culturales que este hechoha dejado en la sociedad argentina. Principios yvalores que parecan olvidados o por lo menosfuera de moda, fueron repuestos en la escena p-

    blica de manera masiva y espontnea. Miles deciudadanos, de todas las edades y condicionessociales seguimos por los medios o en persona lapartida fsica de Alfonsn.Los jvenes radicales creemos que el ms im-portante mensaje que nos ofrecen los aconteci-mientos de Abril no est en el legado ni en losherederos. Tal vez porque el legado se trate deun proceso que se reinicia y no pertenece a nadie

    en particular, y porque dicilmente se puedanheredar las cualidades humanas de tamao hom-bre. As, creemos entonces que las claves polticascontemporneas y futuras de lo que vivimos trasla muerte de Alfonsn se encuentran en su gne-sis, su desarrollo y su devenir en tanto mensajepblico que cal hondo en la comunidad.La Poltica, los partidos, todos los militantes po-lticos debemos comprender que estamos frente

    Quisimos estar presentes con este homenaje a Ral Alfonsn cuando todava estn

    frescas en nuestras retinas las imgenes de la movilizacin que gener su despedida.

    Es por ello que presentamos hoy algunas voces de las muchas que podran estar pre-

    sentes y que seguramente lo harn en lo sucesivo en nuestras pginas o en otras que

    sin lugar a dudas se escribirn por mucho tiempo sobre la vida y el legado del padre

    de la democracia.

    Aviso al lector:

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    a la exigencia social de un cambio de poca, un

    cambio de paradigma poltico. Los ciudadanosestn dando un mensaje cada vez ms claro y pe-rentorio.Esta comunicacin que uye tras la muerte deAlfonsn, se gest de manera absolutamente es-pontnea en y desde el espacio pblico, congu-rando y resignicando sentidos e historias de unProyecto de sociedad y de Poltica que se aoran.Vimos y hasta nos sorprendimos con un mensajeque se potenci y multiplic sin mediaciones e in-terpretaciones orgnicas que indicaran por dndeir, ya que ms que un hagan pareca escucharseun completemos aquello que falta.Por ltimo, nos queda una clara seal de largadaimpostergable, que marca el comienzo de un pro-ceso que plantea la nalizacin de las tareas pen-dientes en clave moderna, tanto para la sociedadcomo para su clase dirigente.Elpadre de la democracia ya trasciende en nuestrahistoria, su gura es la de un gigante por derechopropio, pero su tamao se nos har cada vez msgrande toda vez que el presente reniegue del pa-sado y renuncie al futuro. Acercarnos a sus ense-anzas, imitar su ejemplo no puede ser otra cosaque completar su obra.Aquello que nos pas con la muerte de Alfonsnfue una experiencia profundamente colectiva,sustantivamente pblica, de la que todos fuimosparte. Nos expresarnos, compartimos nuestraspreocupaciones personales de manera pblica,estuvimos juntos, recuperamos el espacio pbli-co como el lugar donde construir la idea compar-tida de Nacin.

    Por unos pocos das, todos nos sentimos menossolos, nos sentimos parte de algo ms grande quenosotros mismos. Durante algunos das revivi-mos en carne propia, a travs de ese gran hom-

    bre, el signicado de la Unidad Nacional.Con los pies asentados en el presente y con la mi-rada en el futuro, los jvenes radicales que cons-truimos el Instituto Lebensohn buscamos, y enese sentido militamos, que el radicalismo levantenuevamente esas banderas que en 1983 nos lleva-ron a conducir la Nacin. Porque muchas de las

    metas de aquellos aos an siguen pendientes,

    porque la justicia social no es posible sin calidadinstitucional, porque la libertad no se logra sinrespeto a la legalidad, porque la inclusin socialy la educacin son caras de la misma moneda.Porque los nuevos desafos exigen cada vez msPoltica y ms partidos, la UCR y todos los par-tidos polticos, debemos realizar todos los es-fuerzos necesarios para fortalecer la Poltica ymodernizar sus organizaciones. La recuperacinpartidaria ha dejado de ser desde hace muchotiempo una mera necesidad, actualmente es unacondicin necesaria para la recuperacin de la le-gitimidad y representatividad de la Poltica. Porsu parte, la participacin ciudadana se vuelve in-dispensable no slo como elemento electoral sinoy sobre todo, como condicin bsica para la cons-truccin de una ciudadana de alta intensidad. Lareconguracin y fortalecimiento del federalis-mo argentino, as como la atenuacin del hper-presidencialismo y el trnsito hacia un sistemasemipresidencial o parlamentario son debatespolticos que la Argentina debe retomar. Al igualque la reformulacin del sistema impositivo y re-caudatorio del Estado.Es cierto, los radicales estamos tristes, porque Al-fonsn se nos fue. Pero tambin estamos conten-tos, porque la obra de Alfonsn renace en nosotroscon nuevo y renovado vigor. Seamos responsa-

    bles y serios, una nueva oportunidad se presentapara que la Poltica demuestre que puede mejo-rar la vida de los ciudadanos.El emergente poltico anti partidario de la crisis del2001 est dando sus ltimos manotazos de aho-

    gado. El fracaso denitivo del engao de la trans-versalidad, el adelantamiento de las eleccionesnacionales y de la Ciudad Autnoma de BuenosAires, las candidaturas testimoniales, el crecientedesprecio institucional, entre muchas otras cosasnos muestran claramente el agotamiento deniti-vo de un tipo de poltica y porque no, de un siste-ma poltico que no logra garantizar soluciones ycredibilidad para la sociedad.Inteligencia para reconocer la oportunidad y lagravedad de la tarea que se nos presenta es un

    Ciudad Autnoma de Buenos Aires,14 de abril de 2009INSTITUTO DE PENSAMIENTOY FORMACIONMOISES LEBENSOHN

    requisito mnimo que nos reclama el presente,

    voluntad militante es la actitud optimista que de-bemos asumir para hacer alegremente cosas terri-blemente serias.Quienes hacemos el Instituto Moiss Lebensohn,parados en las antpodas de ese emergente anti

    partidos, una vez ms queremos expresar con cla-ridad nuestro compromiso para con la Argentina,la historia y nuestro partido. Deseamos decir quehoy ms que nunca y como ayer, asumimos conresponsabilidad y seriedad el desafo de pertene-cer a la UCR de Ral Alfonsn, de Alm, de Yrigo-yen, de Lebensohn y de muchos otros, que comoellos dedicaron su vida por lograr una Argentinacon ms libertad, con ms justicia, con ms equi-dad, con igualdad de oportunidades, con institu-ciones y leyes que nos permitan vivir en paz.Correligionarias y correligionarios, honremos lamemoria de nuestro Partido, de nuestros grandeshombres con inteligencia y con militancia. Apro-vechemos las oportunidades que supimos cons-truir en base a la coherencia y la conducta, avan-cemos sin prisa y sin pausa. Radicales adelante,Argentina nos necesita unidos y fuertes.En estos das de homenajes y reconocimientos,nuestro sincero aporte, desde nuestra publicacinEn Democracia, en recordar y multiplicar el le-gado de Ral Alfonsn a travs de algunas vocesque aceptaron contar su visin de aquello que el

    padre de la democracia moderna nos dej como lega-do para que continuemos la lucha.

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    Argentina tiene futuroHay en la historia de la humanidad unos pocoshombres cuya memoria enaltece al propio hombre,que marca el tiempo que vivieron y cuya muertecierra un ciclo pero deja abierto un camino de opti-mismo. Sealan un escaln de ascenso en la luchapor el progreso de los pueblos y la conquista de lalibertad. Alfonsn es uno de ellos. Trascendi lasfronteras y el tiempo dejando huella en la realiza-cin de la sociedad democrtica y la Repblica.Como alguien dijo los cansinos, los tmidos y lospesimistas no pueden conquistar la libertad.La libertad es una conquista y Alfonsn fue el granconstructor de la que hoy gozamos. Nos demos-tr que si se mantiene viva la esperanza, tenemosconvicciones y coraje, todo es posible.Represent un proyecto democrtico de van-guardia. Expres no slo la mejor del liberalismo

    poltico - en el sentido del respeto irrestricto a losderechos humanos y las garantas fundamentales- sino tambin el contenido social de la democra-cia y su imperativo de asegurar la igualdad y unavida digna para todos.Desde los inicios de su carrera poltica rechazla falta de opcin entre gobiernos orientados a lasatisfaccin de los derechos econmicos y socia-les, pero despreocupados por el funcionamientode las instituciones; frente a otros, ms ocupadospor el formalismo de las libertades polticas y ci-viles, que por satisfacer los reclamos sociales.Devolvi as a la democracia su potencialidad deser una manera de organizacin capaz de garan-tizar las libertades polticas, pero tambin de serel resguardo de la igualdad social.Esta conjuncin fue de avanzada en un contextode pas marcado hasta entonces por la desvalo-rizacin de los derechos humanos elementales ytambin por un absoluto desconocimiento de losderechos econmicos y sociales.Su pensamiento progresista se correspondi conla cultura de los derechos humanos. Su defensaconstituy el centro de su discurso y de su esfuer-zo. Por eso no slo protagoniz el captulo msimportante en la historia por la justicia para repa-

    rar a las vctimas de delitos de lesa humanidad,condenando a los responsables, sino que enten-di que ese proceso deba desarrollarse paralela-mente con otros que hicieran efectivo el contenidosocial de la democracia. Entendi a la democraciacomo la decisin colectiva de construir un siste-ma poltico que resuelva los conictos de maneraequitativa, transparente y pacca.En tiempos de escepticismo, cuando los valoresson escasos y parece que todo es igual o todo valeaparece para los que quieran ver- la gura tras-cendente de Ral Alfonsn.Cobra sentido entonces la poltica. Cobra sentidola coherencia entre lo que se dice y se hace. Cobrasentido el hacer para el conjunto.Nos demostr que ah donde los valores y prin-cipios no solo se dicen sino que son una verdade-

    ra forma de vida, ah es posible la poltica. Nosdemostr tambin que es posible la poltica conausteridad y honestidad.Ese legado nos pertenece a todos. Pero los y lasradicales tenemos un compromiso especial conl, porque luch desde sus ideas profundamen-te radicales, marcando con su impronta a variasgeneraciones. Yo pertenezco a una de ellas. Y so-mos miles los que nacimos a la vida poltica porsu discurso, sus ideas y su compromiso.Me pregunt en estas horas qu le gustara a Al-fonsn que le dijera hoy al pas.Especialmente despus de ver la manera que mo-viliz a la sociedad argentina su muerte. Y cmovio el mundo su paso por la poltica.Repasaba caras, actitudes, lgrimas, de toda lagente que fue a homenajearlo, y pensaba que anaquellos miles que no pudieron asistir al Congre-so, igual lo respetan y lloran.He percibido sentimientos contrapuestos. Vivimosel pesar pero a la vez el optimismo que slo se ex-plican porque est vivo el entusiasmo. Estoy segu-ro que en la Argentina renaci el sentimiento.Sin embargo, ahora me pregunto: Qu entusias-ma hoy a hombres y mujeres que se congreganpara despedirlo?

    A la Argentina le entusiasma la democracia y susprincipios y valores. Es decir, estamos frente a ungran capital social que an no ha sido degradadoy que debemos preservar. Nuestro desafo estaen cmo administramos ese capital social.Sin dudas, la mejor manera es garantizando eldilogo, el consenso, la tolerancia, la diversidady la Unin Nacional para resolver los problemasdel pas y encarar as un proyecto de futuro.Argentina tiene futuro.Y Ral Alfonsn estara de acuerdo con nosotrossi le decimos al pueblo que tenga fe y esperan-za. Que Argentina es un gran pas y que es ma-ravillosa su gente. Que vivamos cada momentocon pasin. Que luchemos por nuestros idealesincansablemente an frente a las ms difciles cir-cunstancias. Que como pueblo tenemos proyecto.

    El proyecto que l lidero: la democracia que en-tusiasma.Pero, tambin nos reclamara una mirada crudasobre la realidad, sobre los desafos pendientes, laslibertades que faltan y los dolores que quedan.Y tambin nos alentara a seguir la incesante lu-cha por la justicia social y la igualdad. Que nonos demos por vencidos. Exigira rme voluntady empecinamiento para vencer obstculos. Obs-tinacin frente a los problemas y especialmentevalenta para encarar la poltica y la vida.Para quienes fuimos y somos sus seguidores esosideales suyos fueron y siguen siendo los nues-tros. Porque fuimos sus militantes, para honrarsu memoria y por el bien de la Patria y del puebloargentino.Gracias por ensearnos a comprender que sepuede ser poltico y a la vez decente.Gracias por ensearnos a creer en la poltica y lasolidaridad.Gracias por darle sentido a nuestras vidas.Gracias por honrar la vida y la paz.

    Senador Gerardo MoralesDiscurso en la despedida del Doctor Ral Alfonsn

    Presidente del Comit Nacional

    No descansaba nuncaCuando me invitaron a escribir estas lneas, pen-s si deba hablar del dirigente, del lder, del Pre-sidente o del ser humano. Finalmente, me decidpor referirme al militante. A ese que conoc en elpatio de la Comisara 20 de la calle Venezuela, en1966, en plena dictadura del Gral. Ongana.Alfonsn resolvi romper las fajas que impedanel acceso al viejo Comit de la UCR de la Provin-cia de Buenos Aires, que, como todos los otroslocales partidarios, haba sido clausurado por elgobierno militar y en un acto simblico reivindi-

    c el funcionamiento de los partidos. Por supues-to, al rato, lleg una delegacin policial y se lollev preso.Esa noche, con mi compaera de militancia desiempre, Maricarmen, nos acercamos a llevarlecigarrillos en esos tiempos fumaba, y mucho- yun par de sndwiches. Ah, empez una relacinfundada en la solidaridad de la militancia.Los martes de todas las semanas llegaba en mi-

    cro desde Chascoms y generalmente nos en-contrbamos donde editaba la revista Indito,un rgano de prensa de la resistencia al rgimenmilitar. Ah comenzaba la penuria de cubrir loscheques que permitan editar el quincenario.Al medioda, con los pocos pesos que tenamos enel bolsillo, almorzbamos en un bolichn de Chi-le, esquina Per. Ms de una vez comamos sopade minestrn. Si sobraba algo, enlbamos paraun cine de la calle Lavalle, que era una de sus pa-siones cuando vena a Buenos Aires. De las cinco

    de la tarde en adelante empezaba la actividad enel local de San Jos 189, que, camuado con ladenominacin Inmobiliaria Buenos Aires, eraen realidad, el Comit de la Provincia del radica-lismo en la clandestinidad. Ah se reciba genteque vena de distintos lugares del territorio bo-naerense, se programaban actos relmpagos, sepreparaban volanteadas, documentos, comuni-cados de prensa y toda otra forma de manifes-

    tacin antidictatorial. La jornada culminaba conuna cena en el restaurante Covadonga, de SanJos y Venezuela. Las ms de las veces, si estabapresente, pagaba el amigo rico de Alfonsn, elinolvidable Vasco Goi.Los jueves a la noche, Alfonsn enlaba para laEstacin Constitucin y desde la Terminal demnibus, se volva en micro a su Chascoms.Los sbados y domingos casi siempre haba al-gn acto o asado radical en el interior de la pro-vincia.

    No descansaba nunca, como ocurre en el caso decualquier militante, porque su pasin, sus con-vicciones y sus obligaciones estaban siempre pordelante de cualquier otra consideracin.

    Leopoldo MoreauDiputado Nacional (M.C)

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    Tengo un recuerdo de la inigualable dignidadde Ral: en 2001, luego de la cada del gobiernode De la Rua y mientras otros se escondan y al-gunos fabulaban planes para repeler agresiones,una asamblea conducida por un facho fue a es-crachar a Don Ral, quien a pesar de sus aos, sedispuso a defender aquellos que entenda por pi-lares bsicos de la sociedad: la institucionalidad,los partidos, la UCR y su propia trayectoria.Aquella accin ayud a torcer el miedo de los di-

    rigentes polticos, los incit a involucrarse en esaanarqua en la que la democracia corra el peligromas grave de quedarse sin sustento. No hace faltarecordar que por aquel entonces era moneda co-rriente pensar mal en relacin a donde terminabaaquello, amorfo, sin representacin y con las cor-poraciones indenidas e intranquilizadoramentehaciendo la plancha para debilitar el sistema. Enaquel escenario, su decisin poltica de no dejarsecorrer por un grupo de matones, torci en los co-razones de algunos ciudadanos y en los nuestrosesa sensacin en la que todo vala.Es fcil hablar del Alfonsn de oro. Pero ms fcilme resulta escribir de aquel que, humanizndose,siendo Ral, nos atenda. Minimizaba nuestrostemores, dudas y, aun no compartiendo la lneapoltica que se le manifestaba, asuma un rol tole-rante, reexivo, paciente, tratando de convencerde lo conveniente primero para la patria y luegopara nosotros mismos, no ventajeando sino pen-sando en construir.Su sonrisa fcil, esa que conmova, deca en elfondo que algunas cosas no eran tan graves. Erade impacto profundo aquel enojo, muchas vecesngido. La iniciativa de sus pibes (nosotrosmismos) le satisfaca: siempre le gustaba la auda-

    Crec con Alfonsncia, pero peda a cambio tener la minima visinde que se trabajaba por el partido como herra-mienta para soar.Entender a Ral era fcil para cualquier militan-te como yo. Ms difcil era entender a Alfonsn,pero tan gigante era su sombra que en decisio-nes de Estado, los ms lucidos las entendan deinmediato y otros la entendamos en el tiempo,teniendo esa desazn de no haber compartido ydefendido su posicin de inmediato.

    Sin dudas nadie breg ms por la unidad nacio-nal que l. Ese hombre tena por encima y entreceja y ceja, la defensa del campo popular comonorte.Se va dejndonos mucho por hacer, pero en cadaacto de su vida de poltico, tradujo para nosotroscosas difciles que sin un cable conductor crebleno las hubiramos incorporado. Fue fcil enten-der a Irigoyen, Larralde, Balbn y a otros comoPancho Rabanal.Eso se entenda hablando con Alfonsn. Pero qufcil se hacia ser compaero de militancia de Ralcuando vena a los suburbios de nuestra ciudad ytomaba contacto con la ciudadana, porque l teplanteaba el desafo de ser algo ms que vecinopara convertirte en ciudadano, era capaz con suvoz, su tono inconfundible, de sacar del ostracis-mo hasta al ms indiferente y tener nocin de quese estaba ante un vrtice de la historia.Escribir esto es como despedirse ntimamente deRal, con lo cual hay que lidiar entre la lgrimay la emocin, entre esa indefensin que sentimosquienes perdimos seres queridos y la de tenerque estar a la altura de la circunstancia.Se transporta uno en el tiempo: a la Franja MoradaSecundarios de los inicios de la democracia, a los

    primeros actos, a estremecerse al reconocer quehay un mundo ms grande que el que nos ense-aron los profesores y de ese en el cual nuestrospadres (en busca de nuestra proteccin) nos ence-rraron. Se transporta una en el tiempo y redescu-bre que hay causas justas por las cuales resignartodo y pelearlo todo, tambin el dolor de enten-der que no todo el mundo cree en la igualdad deoportunidades y all Alfonsn, de vuelta un Lderpara guiar nuestro impulso a travs de la Unin

    Cvica Radical , hacindonos radicales, mancan-do nuestro disgusto por medidas de gobierno yministros, por concesiones que hoy entendemoscomo casi mnimas por aquello que haba en jue-go: que era nuestra vida y la de quienes quere-mos. Simplemente. Nada ms y nada menos.De vuelta en 2007, acompaando con sus heridasen el cuerpo, con las laceraciones de haber dejadotodo, acompandonos en todo y empezando arecibir el reconocimiento de su pueblo.Este lder que nunca renunci a la vereda paraandar sus caminos, que no supo de titubeos a lahora de defender como un hombre cabal a susamigos an en momentos que otros eligen el si-lencio para no pagar costos, cosa tan corriente enla poltica de hoy.As me toco verlo y hablar con l; me toco ser ob-jeto de sus chistes cuando lo mereca y sentir quetodos los das estoy en deuda por ensearme aentender aquella frase de Illia: no es fcil ser ra-dical, pero vale la pena serlo.Gracias Alfonsn, gracias siempre Ral.

    Alejandro CaraccioloVicepresidente Segundo.

    UCR Capital.

    Hasta Siempre, RalCon una despedida masiva, con familias enterasgritando el nombre de Ral Alfonsn, con un pasrecordando su gura, asistimos a la partida mstrgica y conmovedora de estos primeros aosdel siglo 21.Trgica porque nuestro pas no puede darse ellujo de perder fsicamente a guras de la talla deRal Alfonsn, el padre de la Democracia. Con-movedora porque nuestro pas brind un home-naje sincero a la gura del dirigente radical querecuper los valores republicanos perdidos en laltima dictadura militar y nos ense que la con-ducta es el mejor legado para la posteridad.Estos das en que despedimos a don Ral, nosencontramos como pueblo. Salieron a la luz lasviejas boinas blancas y ese orgullo que tenemoslos radicales de haber tenido en nuestras las a

    un dirigente y estadista tan grande.Fue un luchador incansable por el respeto de losderechos humanos. No esper a que se fuera ladictadura para luchar contra los abusos de ella,ayud a los familiares de detenidos desapareci-dos; no tuvo miedo, an en momentos de euforiatriunfalista, de alzar su voz en contra de la guerrade Malvinas, y la elev an ms y se opuso a esamatanza a la que llevaron a nuestros jvenes.Representa el espritu de la democracia, y es unemblema de la institucionalidad y el fortaleci-

    miento del sistema republicano. Nunca aqueante los desestabilizadores y soport ataques fe-roces.Su legado, que muestra una fuerte y frrea de-fensa del dialogo y los consensos, servir parala unin entre todos los argentinos, logrando deeste modo construir la Patria Grande que el an-helaba.Desde nuestro espacio poltico, Iniciativa porBuenos Aires, acompaamos como militantes ladespedida del hombre, militante, radical, refor-mador, luchador y estadista que fue Ral Alfon-sn, a la que asistieron miles de argentinos, radi-cales, independientes y de otros partidos parademostrar el respeto por este gran lder. Tambinle expresamos nuestras condolencias a su familia,as como tambin nuestro agradecimiento por su

    gran vala.No se fue un poltico ms, se fue un espejo en elque debe reejarse toda la clase poltica argenti-na. Un ejemplo de austeridad, tesn, generosidadpoltica y devocin a sus conciudadanos y al ra-dicalismo. Un correligionario que, ms all de laspalabras de algunos oportunistas, demostr queel radicalismo es una opcin, que nos mostr elcamino de la Democracia.Es una gran prdida no slo para nuestro pas,sino tambin para Latinoamrica, y para todos

    aquellos que vimos en l, a un prcer de la de-mocracia y defensor de la las instituciones repu-blicanas.Pero las prdidas sirven para crecer y ver que esaluz nos guiar en el camino de la reconstruccinde los valores democrticos en la Argentina, queiluminar el paso de quienes queremos un pasgrande, sin revanchismo y con ciudadanos com-prometidos con el crecimiento de nuestra Nacin,y con una clase poltica acorde.Las multitudes no lloran por un poltico medio-cre, ni por los corruptos, ni por aquellos que creenque todo se reduce a una billetera. Las multitudesslo demuestran, con esta contundencia, su afec-to a quienes los conmueven, a quienes mostraronun compromiso con la libertad y la Democracia.Y como despedida, desde nuestro corazn de mi-

    litantes le decimos a don Ral que nuestra despe-dida es como dijo el senador Ernesto Sanz en sudespedida en el Senado de la Nacin: en nom-bre de una generacin de argentinos a las que elabri las puertas de la poltica, yo vengo a decir-le, adis Ral, seguimos siendo, como siempre, lavida y la paz

    Silvana GiudiciDiputada Nacional

    UCR Capital.

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    Abril de 2009PAG. 6 / En Democracia

    El hroeque Argentina necesitabaMi padre me cont que la nica vez en su vidaque vio llorar a mi abuelo Po fue en una cenafamiliar cuando Yrigoyen fue derrocado.Aquellas lgrimas, el golpe de Estado del 30 ysus consecuencias, signaron la vida de mi viejoy su generacin. Rupturas institucionales, perso-najes sombros que declaraban en cada asonada

    su intencin de emprender una falsa refundacinde un pas adulterado, lderes mesinicos que ba-aron de temor, autoritarismo y hambre a variasgeneraciones de argentinos.En 1982 yo tena 14 aos. A pesar del contextodictatorial, la poltica se colaba sistemticamenteen mi casa, como tema central de los almuerzosfamiliares de los domingos.No estuve en la Federacin de Box en julio, nitampoco en el Luna Park en diciembre de aquelao; pero mi viejo me llev a todos los actos mul-titudinarios que vinieron despus, durante esainolvidable campaa de Alfonsn.Lo haca con recelo, con el temor visible de mi fa-

    milia; an rega una dictadura militar y yo recinhaba dejado la infancia atrs.

    Nunca crey en que el peronismo fuera derrota-do, a pesar del entusiasmo contenido que lo des-bordaba y de mis irreexivas diatribas acercadel triunfo de Alfonsn. Su experiencia personalle indicaba otra cosa.Me hice radical, fui un militante adolescente queno falt a concentracin alguna por la democra-

    cia. Me sum a Franja Morada y en 1986, juntocon un grupo de amigos ganamos las eleccionesdel Centro de Estudiantes de nuestra escuela se-cundaria. Ms tarde vendran los tiempos de lamilitancia partidaria.Mi padre segua mis acciones con escepticismoy entusiasmo. Intuyo que tambin con un pocode preocupacin.Nunca crey en que la democracia se establece-ra para siempre. Su experiencia personal le in-dicaba otra cosa.Ral Alfonsn le entreg a mi generacin un li-derazgo positivo, enriquecedor, colmado de va-lores e ideas que la marcaron por el resto de la

    vida.Le dio una razn para vivir. Pero fundamen-

    talmente, le ved un motivo para morir, o suopuesto, una causa para matar.Nosotros los radicales, con Alfonsn como gua,somos y seremos la vida; siempre defenderemosla paz.Por ms que busque, y busque una vez ms enmis cajones, no podr encontrar palabras para

    expresar un homenaje a Ral Alfonsn, ni paraagradecerle su enorme entrega personal.Mis palabras siempre resultarn pequeas, siem-pre me parecern insucientes.

    Slo puedo decir, que en aquella madrugada del11 de diciembre de 1983 yo tambin vi llorar a mipadre.Y que aquellas lgrimas, a diferencia de las deDon Po, eran de regocijo.Nos queda mucho trabajo an para construir 100aos de democracia, para terminar de armar elpas que soaron nuestros abuelos, y nuestros hi-jos merecen.Radicales, unidos, adelante!

    Gonzalo BerraSecretario GeneralUCR Capital

    Vigilia de la Juventud Radical en la nochedel 31 de marzo frente al Congreso de la

    Nacin.

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    Abril de 2009 En Democracia / PAG. 7

    Mi argumento de hoy es la patria, lo que hay en ellade presente, de pasado y de venidero.

    Y conste que lo venidero nunca se anima a ser presente del todosin antes ensayarse y que ese ensayo es la esperanza

    Jorge Luis Borges

    Los hombres pasan o fracasan, las ideas quedany se transforman en antorchas que mantienenviva la poltica democrtica, deca Ral Alfon-sn en su ltimo acto pblico el 1 de Octubre delao pasado.Aquellas palabras resuenan con profundidad apocos das de su fallecimiento, todava atendien-do los ecos de la movilizacin -de sentimientosy expresiones- que su despedida gener.La incesante la de miles y miles de ciudadanospara presenciar su velatorio se convirti en una

    procesin cvica. Mujeres y hombres de las msdiversas procedencias; nios y ancianos, jvenes,muchsimos jvenes; trabajadores y estudiantes,representantes de las organizaciones de Dere-chos Humanos, dirigentes de todo el arco pol-tico, empresarios, chacareros, representantes delos cultos eclesisticos, referentes sindicales y so-ciales, artistas e intelectuales, personalidades dela cultura y del deporte, entre tantos que espe-

    raron horas para brindar su homenaje a ese granhombre.Las sensaciones fueron mutando. Del dolor y latristeza por la prdida, hasta la emocin por el re-conocimiento a Alfonsn y su lucha. Sin embargo,lo que nalmente nos qued a los ms jvenes esuna sensacin de esperanza. Esperanza al com-probar que la sociedad argentina todava rescatavalores. Alfonsn es el smbolo de la poltica convalores, de un modelo cultural: mucho de lo quehoy le hace falta a la Argentina y a nuestra diri-

    gencia.Las enseanzas de la movilizacin dejan algunasseales con la vista puesta en el futuro. La edu-cacin est en crisis en la Argentina. Y la crisisde la educacin es la crisis de nuestro sistemade valores. Desde este punto podemos empezar areconstruir una sociedad fragmentada, buscandointerpretar el grito de ilusin de miles de argen-tinos.

    En su legado se encuentra la necesidad de, enesta etapa de la democracia argentina, seguir lu-chando para completarla. Ral Alfonsn entendaque habamos avanzado en estos aos en lo quese reere a libertades y derechos, pero que paracompletar la democracia, la lucha deba empren-derse inevitablemente por la igualdad y la equi-dad, por la justicia social.Hay un tiempo nuevo por delante. La posibilidadde cambiar el rumbo de la Argentina necesitar demuchas de las lecciones que Alfonsn nos dej.

    Ojal encontremos en su gura la fuerza para re-solver nuestros problemas.Los argentinos necesitamos volver a creer quepodemos construir un futuro mejor: en deni-tiva nuestra esperanza es tan grande como lossueos del pueblo argentino.

    Juan NosigliaPresidente del Comit Nacional de la Juventud

    El tamao de miEsperanzaAmanecer del 1 de abril desde la plaza de

    los dos Congresos.

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    JuntosHoy es un da triste para la democracia. Me tocala dolorosa tarea de despedir al Presidente Al-fonsn en nombre de quienes integramos su Go-bierno. Despedimos a un gran hombre, a un granpoltico, a un gran Presidente.Ral Alfonsn transmiti que era posible gober-nar con esperanza, algo que sin duda l supo de-volverle a la sociedad que lo haba elegido.En 1983 nuestra patria padeca daos morales ymateriales acaso sin precedentes en todo el sigloXX. Habamos llegado a esa postracin al cabo demuchos gobiernos autoritarios. Por esa razn, sila Argentina tena un futuro no poda encontrarloen su pasado inmediato. Ya que all se hallaba eldesaliento, las conductas violentas, los procedi-

    mientos oscuros, era necesario comenzar de nue-vo. Ese comienzo iba a incluir a los perseguidos, alos silenciados, a aquellos que debieron exiliarse,a los excluidos, y hasta incluso a los que no creanen la poltica.Pero el gobierno de 1983 tambin se constituiraen un nuevo comienzo para los millones de ar-gentinos y argentinas que sostenan cotidiana-mente el funcionamiento del pas con su esfuerzoy su talento. Ese comienzo era posible slo y encuanto contara con la participacin de cada ciu-dadano y ciudadana de nuestro pas.Fue adems necesario que emprendiramos elcamino manifestando la verdad, sin apelar a so-luciones mgicas. Necesitbamos algo claro, sim-ple, profundo y fraterno. Necesitbamos juntar-nos para hacer lo nuevo. Si hay una palabra quedene el mensaje histrico del Presidente Alfon-sn, esa palabra es juntos. Era ese estarjuntos loque nos devolva la esperanza.Ral Alfonsn nos llam a todos a acompaarloel 10 de diciembre de 1983 aunque muchos yavenamos trabajando con el desde antes. Siempreimpuls el dilogo. Nos transmiti su capacidadde saber escuchar y la de construir aun en el di-senso una Argentina digna que no aceptaba ex-clusiones. Juntos hicimos, juntos creamos, juntosdisentimos. Juntos nos pusimos a construir unanueva Argentina que necesitaba de todos.Su cualidad de estadista le permiti comprenderque ningn camino es fcil, que nada se constru-

    ye sin contemplar la duda y que los obstculosse vencen con perseverancia y paciencia. Si los jvenes, con nuestro entusiasmo, sentamos quetodo era posible y que el nuevo pas soado es-taba cerca, l siempre llamaba a la mesura. Lo vi-mos convivir todos los das con las dudas propiasde quien sabe de su lugar en la historia, sin porello perder el rumbo. Jams renunci a la idea depersuadir, de convocar, de acordar. Era una lo-sofa clara: o la hacamos todos juntos o no seraposible.Con el devenir de las jornadas de gobierno, fui-mos viendo cmo se ensanchaba el camino a me-dida que aparecan los frutos. Muchos enemigosaprendieron a ser adversarios, y muchos adver-sarios se sumaron con entusiasmo al proyectocomn ya fuera dentro del gobierno o en el mar-

    co de la oposicin. Y eso facilit el despliegue delas tareas hacia varios destinos, porque por todaspartes era necesario refundar, reparar, recuperary enaltecer.No se poda elegir una sola lnea de accin delgobierno, ni siquiera unas pocas, porque la expec-tativa colectiva demandaba soluciones en todaslas reas. Algunas soluciones fueron excelentes,otras resultaron apropiadas y algunas lamenta-blemente insucientes, pero la Argentina crecatanto en el interior del pas como en el exterior.El Presidente Alfonsn traz el balance en su lti-mo mensaje al Congreso, rerindose a lo que nopudo, lo que no quiso o lo que no supo hacer. Fueel balance de lo posible en el magno proyecto de

    la esperanza. Pero la esperanza estaba fundada.Todas las ideas y los hechos de su gobierno tie-nen rasgos de originalidad que se irn compren-diendo cada vez ms en su real magnitud con losanlisis que hagan de ellos las prximas gene-raciones. Todo su ideario reconoce su raz en latradicin histrica y moral del pas, en los prin-cipios de justicia y solidaridad, en la apertura ala modernidad, en la aspiracin a una proyeccinde largo plazo y en la inclusin de la mayor can-tidad posible de ideas y voluntades. Pero si estasconvicciones nos involucraban a todos aquellosque lo acompabamos en la obra de gobierno,hay algo que le perteneca en exclusiva a Ral Al-fonsn: la visin de lo indispensable que era cons-truir con solidez los cimientos de la democracia,una construccin que habr de quedar para siem-pre.Los argentinos recuperamos con la presidenciade Ral Alfonsn nuestro honroso lugar en la his-toria de las naciones. Este pueblo, que en 1810,encabezado por nuestros padres fundadores, sepuso a la vanguardia de la libertad sudamericanavolvi a gozar del privilegio de protagonizar laconstruccin de la nueva democracia continental,bajo el liderazgo de Alfonsn.Todos lo recordarn como un gran estadista. Mu-chos lo recordarn, adems, como el amigo el ysincero, de estilo sencillo y fraternal que muchsi-ma gente conoci. Otros como el lder afectuosoque inici en la poltica a tantos jvenes quienes

    aprendimos el verdadero sentido del prembu-lo de la Constitucin Nacional y el valor de unaconducta inclaudicable.

    Presidente Ral Alfonsn:Todos los hombres y mujeres que fuimos sus mi-nistros y sus colaboradores de todos los nivelesy en todos los espacios, nos honramos integran-do su gobierno. Fuimos convocados a un trabajocomplejo y arduo que nos llen de orgullo desdeel primer momento.

    Presidente Ral Alfonsn:A su lado aprendimos a ser mejores personas,mejores patriotas, mejores servidores del bien co-mn, ideales que seguiremos sosteniendo en elfuturo.

    Enrique NosigliaDiscurso de despedida a Ral Alfonsn

    Ministro del interior durante el gobierno de Ral Alfonsin

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    En estos das, al igual que en los albores delgobierno de Nstor Kirchner, se tejen algunoscuriosos paralelismos con la presidencia de RalAlfonsn. Incluso, analistas temerarios hablaronde la continuidad del proyecto de Alfonsn porparte del matrimonio presidencial. Se han sealado:los mismos enemigos, circunstancias socioeconmicas turbulentas y proyectos nacionalesprogresistas. Sin embargo, las diferencias prevalecenpor sobre la pugna lgica con los diferentes gruposde inters y son palmarias cuando se observael concepto de construccin de poder de ambosmandatarios. No se trata del rasgo psicolgico, dedilucidar si el temperamento biliar de Kirchner secontrapone al tono afable de Alfonsn, se trata delfondo de la cuestin poltica que ambos cultivaron.Para el primero importa derrotar al enemigo eimponer condiciones desde el triunfo, para elsegundo era fundamental convencer para tomar uncamino entre varios alternativos. Desde la plumacomo Alfonso Carrido Lura, o desde la tribuna,o encaramado a aquel clebre plpito, Alfonsnsiempre persever en la huella del dilogo. Encontraposicin Nstor Kirchner siempre vivi eldilogo como un rasgo de debilidad, al que rehuyeporque le resulta extrao el trabajo de tener quepredicar con la razn ante propios y extraos.Dos ejemplos de conductas diferentes, que nacende estas concepciones distintas de la poltica,sirven para ilustrar este razonamiento. El primeroesta relacionado con los vnculos con AmricaLatina. Argentina, en 1983, estaba rodeada depases en los que todava gobernaban regmenes

    autoritarios, valga recordar que Uruguay recuperla democracia en 1984, Brasil hizo lo propio en 1985,

    Asociaciones ilcitasParaguay en 1989 y Chile, recin en 1990. Ante esteescenario, la gestin poltica del radicalismo antelos foros internacionales y con los propios actorespolticos de los pases mencionados, fue la de abrirsenderos para avanzar hacia la recuperacin de lasinstituciones en esas naciones.El entonces presidente era consciente que lademocracia argentina no tena futuro en soledad.La presencia de mandatarios opuestos unos aotros, en las exequias de Alfonsn, tales como JulioMara Sanquinei y Tabar Vzquez del Uruguay,o Fernando Henrique Cardoso y Jos Sarney deBrasil, son una prueba del agradecimiento y elreconocimiento a su tenacidad poltica en aquellosaos fundacionales. Por su parte, en Chile se declarel duelo nacional, medida que no se implementabadesde hace ms de cuarenta aos en ocasin delasesinato del presidente John F. Kennedy.La relacin del matrimonio Kirchner con AmricaLatina ha ido en detrimento del espritu de los80, bajo cuyo inujo naci el Mercosur. All estel conicto domstico con el Uruguay elevado a lacategora de causa nacional que ha deterioradolas relaciones al punto de que el presidente TabarVzquez ha vetado la candidatura de NstorKirchner a la secretara del Unasur; o la actitud desuspender el suministro de gas a Chile en formaunilateral; o, peor an, subestimar al presidenteLuis Inacio Da Silva a poco de asumir- a quiense lo caracteriz de claudicante frente a los planesde ajuste neoliberales en contraposicin a la guranacional y popular de Hugo Chvez. Accionesy actitudes que prescinden del dilogo y hunden

    sus races en el prejuicio y en el clculo del rditopoltico de corto plazo.

    Alfonsn conceba que la sustentabilidad del sistemademocrtico dependa de la salud de los partidospolticos. Por esta razn dedic sus esfuerzosal fortalecimiento de los mismos y del sistemapoltico. Durante su gobierno la interaccin con elPoder Legislativo fue intenso y el Congreso era unaverdadera arena pblica de deliberacin. El propioPartido Justicialista pas por un indito proceso derenovacin, alentado por Alfonsn, inevitable anteel cambio de poca. Un detalle que hoy se extraamuestra su preocupacin poltica en este punto: losviajes al exterior del presidente siempre contabacon legisladores de la oposicin en su comitiva.Hoy los partidos siguen sufriendo el quebranto delegitimidad profundizado en el 2001 que reconocesu antecedente en los aos 90- y los gobiernosperonistas del matrimonio Kirchner han cabalgadoen la ganancia de esa debilidad en vez de recuperarun sistema poltico slido que avente cualquierduda sobre la gobernabilidad del pas.No hay muchas semejanzas y las diferenciassustanciales anidan en la cultura poltica a la queadscriben ambos lderes. No son solo aquellas quese han instalado en la opinin pblica tras la muertede Alfonsn remitidas a su reconocida bonhoma,en contraposicin a la crispacin del peronismo quenos gobierna hoy. Forzar un parentesco convierteen una verdadera asociacin ilcita cualquiercomparacin.

    Jess RodrguezMinistro de Economa durante el gobierno de Ral Alfonsn

    Diputado Nacional (M.C.)

    Abril de 2009

    Varias veces en su vida de hombre pblico el DoctorRal Alfonsn jur ante Dios y la Patria el correctodesempeo de distintas funciones. Desde aquelprimer juramento como Concejal de Chascoms,hasta el ltimo como Senador de la Nacin queprest aqu, en este Congreso, al igual que cuandoasumi la Presidencia de la Nacin.En todos esos momentos, hubo una frase comn,que trasciende a los cargos y jerarquas.Si as no lo hicieres, Dios y la Patria os lo deman-den.Tengo para m que en la vida de los grandes hom-bres, ese juicio no tiene vinculacin con los tiem-pos formales de los mandatos.Es posible que eso ocurra con la mayora de quie-nes ocupamos una funcin.

    Pero en algunos casos, en la vida de los distintos,el requerimiento de Dios y la Patria solo es posiblevericarlo al nal del camino.Por eso mismo. Porque son distintos, nicos, ini-gualables.Porque su vida trasciende a un mandato o unafuncin.No son servidores de una sociedad. Son construc-tores de esa sociedad, a la que sirven precisamentediseando y ejecutando sus pilares bsicos.

    El legado es l mismoEl Dr. Ral Alfonsn es, en la historia argentina,uno de esos hombres, distintos, imprescindibles.Y es claro que Dios y la Patria estn presentes alnal del camino.No para demandar , como hemos podido ver en lascaras, en los gestos de miles y miles de argentinosque han pasado por aqu a darle su adis, o tantosotros miles que acompaan a la distancia.Dios, el Dios de su religin, pero tambin el de to-das las otras que el respet y protegi, est presen-te para recibirlo como a todos los hombre buenos.Porque el era, sustancialmente, un hombre bueno,recto, decente, integro, noble.Y la Patria, su querida Patria, que tanto lo motiv,lo preocup, lo apasion, tambin est hoy presen-te.

    Presente para agradecerle. En el llanto de esamujer que anoche le agradeca su vivienda. Enla emocin de ese hombre grande que traa de lamano a su familia para despedirlo. En los cantosde muchos jvenes que all afuera y en muchosotros lugares del Pas toman la posta de su pasinmilitante.La Patria tiene muchos rostros en esta jornada.l, que gustaba repetir la frase denominadores co-munes, como un smbolo del encuentro y del con-

    senso, hoy es tributario del denominador comndel respeto y la admiracin.Mucho se ha hablado por estas horas del legado deRal Alfonsn.Soy de lo que creen que ese legado no hay que bus-carlo en sus discursos, en sus columnas periodsti-cas o en algunos de sus libros.El legado es l mismo y su conducta. All dondeuno lo recuerde, encontrar en su propia persona-lidad los rasgos de la Argentina que tenemos poradelante.Si somos capaces de cumplir ese legado, la Ar-gentina que viene, deber ser libre, democrtica,republicana, apasionada, tolerante, responsable,valiente.Ni ms ni menos que como l.

    En nombre de los Bloques que componen la C-mara de Senadores de la Nacin le damos nuestroadis.En nombre de una generacin de argentinos a losque usted nos abri las puertas de la poltica, ledigo gracias Ral... Hasta siempre.

    Ernesto SanzTitular del Bloque de Senadores de la UCR

    Discurso de despedida a Ral Alfonsn

    y su conducta

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    Alfonsn:reivindicacin y legadoLa muerte del Dr. Ral Alfonsn, produjo unaconmocin, que trascendi de lejos las fronterasde la Unin Cvica Radical.Sus exequias que se desarrollaron en el marco de

    una participacin multitudinaria y con profun-das muestras de pesar que abarcaron a todos lossectores sociales y tambin atravesaron todas lasedades de los argentinos,dejan algunas enseanzas.Hay primero una reivindicacin de Alfonsncomo hombre, que ya nadie pone en dudas: suvida transcurri con un accionar gobernado porla decencia, la probidad y la honestidad. Perotambin se ha producido una reivindicacin deAlfonsn como estadista, es decir por lo que hizo,por lo que proyect y por la profunda huella quedej en la sociedad argentina.La transicin de ruptura, es decir no pactada, delautoritarismo expresado en una feroz dictaduraa la Democracia, la condujo con una extraordi-naria pericia que lo ubica en la dimensin delestadista.Su posicin de oposicin a la Guerra de Malvi-nas, nadando contra la corriente como l sabadecir, le permiti tener una explosin de popula-ridad una vez que la aventura militar terminaraen un asco. Este apoyo popular se tradujo en laselecciones del 30 de octubre del 83, lo que le diolegitimidad en el origen de su poder incuestiona-ble, pero tambin lo enfrentaba a las acechanzasde un poder que no haba sido derrotado militar-mente en nuestro territorio y que amenazaba condesestabilizar su gobierno.Por esto cobra mayor importancia las medidasque asumi, tales como: el juzgamiento de las

    Juntas Militares, que orden por decreto comoComandante en Jefe del Ejrcito que era por lasatribuciones constitucionales reconocidas. Lacreacin tambin por decreto de la Comisin Na-cional de Personas Desaparecidas (CONADEP),integrada por reconocidas personalidades, vincu-ladas a la lucha a favor de los derechos humanosy presidida por Ernesto Sbato. La derogacinde la mal llamada Ley de Pacicacin Nacional,

    que en realidad era una Amnista encubierta, quepretenda perdonar los crmenes cometidos du-rante la Dictadura Militar.Todo lo anteriormente dicho se hizo, en un marco

    internacional de fuerte aislamiento, toda vez queera el nico pas que en ese momento transitabahacia la Democracia y que todava existan dicta-duras en Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay.El dictamen conocido como Nunca Ms emitidopor la CONADEP, sirvi de base a la acusacinscal que concluy con la histrica condena porparte de la Cmara Federal de la Capital Federal,a las Juntas Militares.Otro hecho destacable fue el Tratado de Paz yAmistad con la Repblica de Chile, pas hermanocon el cual estuvimos al borde de una guerra enel ao 1978, por la disputa del Canal del Beagle.La consulta popular no vinculante, a la cual apelAlfonsn, en uso de las facultades implcitas delPoder Ejecutivo, ejerci una presin moral leg-tima sobre los legisladores que deban aprobar elTratado. Pero aun as, se consigui sancionar lareferida norma apenas por un voto de diferenciaen el Senado de la Nacin.Tambin dio los primeros pasos para constituirel Mercosur y de este modo alejar para siemprelas hiptesis de conicto que existan con Brasil,adems de producir una integracin econmicaregional que marcara la tendencia de ensancha-miento de los mercados regionales, anticipndo-se a la economa global que luego se impondra.En otras cuestiones que afectaron profundamentela vida cotidiana de los argentinos, sus relacionespersonales, fueron impulsadas por el Gobierno deAlfonsn, tales como: la Patria Potestad comparti-

    da, que otorg los mismos derechos a las mujeresque a los hombres en la crianza y educacin desus hijos, la Ley que estableci la posibilidad delDivorcio Vincular, lo que lo llev a un duro en-frentamiento con los sectores ms retardatariosde la Iglesia, y otras iniciativas como el CongresoPedaggico para reformular la Educacin Nacio-nal, el Plan Alimentario Nacional para atender alas necesidades de los que menos tienen, el Plan

    de Alfabetizacin Nacional para garantizar laigualdad de oportunidades.As podramos hacer una larga enumeracin demedidas que han dejado una marca positiva en

    nuestro pas y que sin duda lo reivindican a RalAlfonsn como un estadista. Pero quiero tambinreferirme al hombre.Alfonsn era un apasionado, capaz de llevar susconvicciones sin ningn clculo poltico ni espe-culacin, as lo demuestran hechos como: cuandose plant ante el Presidente de la primer potenciadel mundo, Ronald Reagan, en los propios jar-dines de la Casa Blanca y fue capaz de defendernuestra posicin de independencia y contraria alas soluciones militaristas para Centro Amrica.Tambin cuando ocup el plpito para contes-tarle a un sacerdote que haba incurrido en fuer-tes crticas al Gobierno e insinuado que podanexistir actos de corrupcin que lo involucraran,del mismo modo que en una tribuna, cuando erainterrumpido de manera permanente con cnti-cos agresivos, dijo aquello de: a vos no te va tanmal gordito. Es decir Alfonsn era un apasiona-do que defenda con ardor sus posiciones, perotambin a diferencia de lo que ahora ocurre hizoun verdadero culto del dilogo, de la bsquedadel consenso, del respeto al pluralismo base detoda Democracia.Por eso hoy el legado de Alfonsn, adems de suobra y sus proyectos es el mtodo de hacer polti-ca: buscando la unidad nacional, procurando losdenominadores comunes, garantizando la uni-dad del Partido al cual perteneci toda su vida yal cual le fue leal en todas las circunstancias.Este legado no est sujeto a interpretaciones, se

    impone por su propia objetividad, quienes tuvi-mos el honor de estar a su lado todos estos aostenemos el compromiso de llevarlo adelante siqueremos honrar su memoria.

    Federico StoraniDiputado Nacional (M.C)Ex Ministro de la Nacin.

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    El enorme impacto poltico que provoca el falle-cimiento de Alfonsn tambin se puede analizara la luz del contenido de los mensajes que dis-par. Las palabras ms escuchadas, que obvia-mente apreciamos y compartimos, destacan suestatura moral y su valor cvico; un segundo en-

    foque discursivo, del que participamos como co-rreligionarios, expresa la congoja por la prdidade un ser querido, y al mismo tiempo, al elevarsu gura a la categora de smbolo, representa lademanda creciente de respeto al funcionamien-to de las instituciones de la repblica.Pero vemos con preocupacin, que brilla por suausencia el reconocimiento a las polticas socia-les que caracterizaron al gobierno radical quedirigi Alfonsn; y lleg el momento de advertirel riesgo de caer en una trampa no solo dial-ctica, sino tambin poltica, sobre cuyas conse-cuencias convendra mantenernos en alerta.Una manera de distorsionar el legado de su go-bierno, sera divorciar a aquel Presidente de estepoltico. Y a este poltico, del Partido Radical. El

    Hombre ya gan su lugar en la historia y nues-tra lucha actual, sin minimizar los errores y sinolvidar el contexto hostil de entonces, se debeorientar a recuperar el valor de las polticas p-blicas que inspir.Entre las enseanzas que nos regal en su men-saje pstumo, la que nos provoca el mayor desa-fo es la que se reere a la construccin del futu -ro. Miremos para adelante, pero capitalizandolos logros de una gestin de gobierno que nosesclarece para el ejercicio prospectivo. Antesque resignarnos frente a lo que populistas y re-accionarios martillan como axioma - los Radica-les no sirven para gobernar-, debemos exhibir conorgullo lo que hicimos.

    El homenaje que se nos ocurre rendir a Ral Al-fonsn es, primero, defender la vigencia ideolgi-ca de las polticas sociales del perodo 1983/1989y luego, adaptarlas a nuestra poca: la ominosaexpansin de nuevos y viejos traumas socialesrenuevan la opcin fundacional del Radicalismopor los desposedos. El Programa AlimentarioNacional PAN- es el ms conocido del racimode polticas sociales que se desplegaron durantesu gobierno, y al mismo tiempo, es una fuenteinagotable de aprendizaje al momento de dise-ar nuevas polticas pblicas.

    Hablemos de las polticas socialesdel gobierno de AlfonsnDesde un punto de vista metodolgico, se con-vierte en un modelo virtuoso, ya que la direc-cin poltica - estratgica logr materializar unasecuencia lgica: idea plan - programa pro-yecto presupuesto - gestin control.Los conceptos que guiaron su formulacin, si-

    guen nutriendo investigaciones sobre moderni-zacin y gestin del estado: intersectorialidad,intrainstitucionalidad, interdisciplinariedad,coordinacin internivel, planicacin centra-lizada, ejecucin descentralizada, monitoreo yevaluacin.Si pasamos a aqulla poltica social, lanzadahace 25 aos, por el tamiz de modernas doctri-nas sobre desarrollo local, constataremos quemantiene su vigencia: por la visin humana, te-rritorial, multidimensional; el carcter integra-do, sistmico, sustentable e institucionalizado;la prctica participativa, el diseo planicado,identitario e innovador. Teora y prctica, todoestaba all.La tarea realizada cobra otra dimensin cuando

    se mencionan algunos datos: la cobertura terri-torial abarcaba a todo el pas; las familias bene-ciarias alcanzaban a 400.000; se producan ydistribuan mensualmente 1.000.000.- de CajasPAN; en dlares de aquella poca el presupues-to anual era de cien millones y el costo de admi-nistracin rondaba el 6%.Todas las reas del Estado, acicateadas por elPresidente de la Nacin, se articulaban con unPrograma en el que crean; los agentes PAN,verdaderos gladiadores sociales, desempea-ban sus tareas en el terreno, programaban lasreuniones con los beneciarios, capacitaban enprevencin de enfermedades, distribuan losalimentos, organizaban grupos barriales de tra-

    bajo comunitario, bolsas de trabajo, guarderas,roperos, comedores y sobre todo, corporizabanel vnculo entre el Estado y los mas pobres, re-clamando atencin en escuelas, hospitales, co-misaras o registros civiles.Desde el Ministerio de Salud y Accin Socialse articulaba al PAN con el Programa Deportecon Todos, el de Lucha contra el Mal de Chagas,las campaas de vacunacin, de deteccin delcncer de tero y el control de peso y talla delos hijos de las familias beneciarias del PAN;se cre el Programa de Compras Comunitarias

    y nacieron los Mercados Comunitarios; las em-presas pblicas apoyaban la implementacin: laJunta Nacional de Granos en las adquisiciones,el Mercado Central prestaba sus naves para laplanta de empaque, Ferrocarriles Argentinosofreca depsitos y transportes, Agua y Energa

    asista con el tendido de redes del PROAGUA,entes pblicos como Gas del Estado, ENTEL y laFlota Mercante sostenan el despliegue territo-rial aportando ocinas, vehculos y logstica; la-boratorios del INTI controlaban la calidad de losalimentos que se distribuan; el INTA compartala ejecucin del PROHUERTA; con el Ministeriode Educacin se coordinaba la distribucin detiles escolares para el Plan Nacional de Alfabe-tizacin; con el Ministerio de Economa respon-damos a los pedidos de asistencia a economasregionales que, como en el caso del arroz , lamerluza o el poroto, permita colocar exceden-tes de produccin; con el nivel de gobierno pro-vincial se coordinaba la distribucin, con fuer-tes discusiones pero privilegiando el consenso,siempre se encontraban soluciones a los conic-tos polticos; las organizaciones sociales, desdesus especialidades, tambin aportaron lo suyo.Los modernos instrumentos tcnicos en materiade gestin, contribuyen en la denicin de las l-neas de trabajo, en la construccin de escenariosalternativos y en la priorizacin de inversiones.Nunca desplazan a la decisin poltica y nuncapueden dejar de asistirla. Lo que se queda sinespacio, es el discurso que no se apoya en inves-tigaciones, planes y proyectos concretos, debati-dos y compartidos.Esta breve reexin sobre las polticas socialesdel gobierno de Ral Alfonsn, pretende sea-lar que la distancia entre el Radicalismo y la so-

    ciedad puede reducirse o puede ampliarse, de-pende del comportamiento que adoptemos. Esnuestra responsabilidad.

    Dr. Carlos CanievskyAbogado graduado en la UNL. 55 aos. Integr numero-sos cuerpos orgnicos de la UCR en Santa Fe, Entre Rosy Buenos Aires. Fue Director del Programa AlimentarioNacional. Autor del Diagnstico de los Sistemas de Mo-nitoreo y Evaluacin de Polticas Pblicas de Argentina

    (CLAD - Banco Mundial. 2007).

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    Ha muerto el ms ilustre de los argentinos de lasltimas dcadas. Ha muerto el hombre que recu-per la Democracia para la Nacin y sus habitan-tes y que luch por ello despus de tanta sangrey dolor; el constructor de la legalidad arrasada, elestadista respetuoso de la Constitucin Nacional,cuyo Prembulo recitaba como un rezo laico; elpoltico de la austeridad y las manos limpias.Como hombre, lo lloramos. Como tribuno dela Repblica, lo honramos. Como militante dela UCR, ese viejo y siempre orecido rbol delas conductas limpias y las virtudes cvicas, deAlem, Yrigoyen, Sabattini, Lebensohn, Larralde,Illia y millones de hombres y mujeres que siguen

    ondeando sus banderas, marcar rumbos y me-moria en las generaciones venideras.Crea que la Democracia aseguraba la libertad,pero ms certeza tena sobre la Democracia comoconstruccin de la igualdad.Si nuestros antepasados ms lejanos, aquellosque nos legaron libertades y honores, merecen

    In Memoriam de Ral Alfonsnalabanzas, los hombres libres que conocimos su-maron a aquella herencia un testimonio de gran-deza para nuestros contemporneos. Puede ha-ber tenido errores, pero tuvo ms convicciones.Amado y reverenciado por los suyos, respetadopor sus adversarios fue, como los conductores depueblos de la Antigedad, un hombre justo.Citando el discurso del Dr. Ricardo Rojas en elsepelio de Hiplito Yrigoyen podemos decir queno hemos venido aqu para llorar la inhumacinde un anciano, sino para cantar la apoteosis de unpatriarca.Hoy, los argentinos nos hemos quedado mshurfanos. Pero es cierto que llevamos en alto el

    estandarte de su testamento: despus de su luchapor la dignidad humana, hoy, los argentinos so-mos ms libres a pesar de las libertades que annos faltan.

    Griselda Tessio

    Vicegobernadora de la Provincia de Santa Fe

    Formo parte de un sector de intelectuales que, anes de los aos setenta, inici un re-examen desus creencias polticas, teniendo como teln defondo el nal trgico y devastador de la utoparevolucionaria.A travs de ese re-examen, comenzamos a va-lorizar la idea de la democracia, hasta entoncesausente de nuestro horizonte ideal. Consideradaa la distancia, la reconversin de nuestras creen-cias polticas fue sin duda acelerada por el men-saje con que Alfonsn libr la contienda electoralde 1983: la defensa del Estado de Derecho y elrespeto de los derechos humanos como los pi-lares de un patrimonio comn a partir del cualcada uno de los argentinos poda perseguir susintereses y realizar sus planes de vida.El mensaje no era novedoso desde un punto devista conceptual ya que se nutra de los princi-pios de la tradicin liberal-democrtica del mun-do; s, en cambio, era novedoso en trminos po-lticos porque vena a proponer una ruptura conlos usos y costumbres de la poltica argentina,durante largo tiempo dominada por el espritufaccioso, el imperio de la fuerza, y en el lmite,por el desprecio de la vida misma.Muchos fuimos los que, en pleno proceso auto-crtico, vibramos al escuchar ese mensaje con unfervor cvico que no conocamos, habiendo pa-

    sado nuestra experiencia pblica en la periferiadel sistema poltico, en pequeas agrupacionesde la izquierda, y votamos por Alfonsn. Algu-nos dimos un paso ms y nos incorporamos asu gobierno, respondiendo a su generosa con-vocatoria. Porque el poltico que llamaba a laconstruccin de una convivencia democrticaera tambin un poltico que tena una profundasimpata con el mundo de las ideas. Este es elaspecto que me interesa subrayar en homenajea su memoria.Los polticos profesionales de Argentina son,por regla general, escasamente inclinados alintercambio intelectual. Formados en la duradisciplina de la competencia poltica, su tiempovital est monopolizado por el objetivo de ganarvotos y conquistar posiciones, una ciencia queconfan conocer y que se aprende en el contac-to cara a cara o en los salones donde tejen susacuerdos. Ciertamente, llegado el momento,suelen abrir las puertas del saber poltico tam-bin a la opinin de los encuestadores, y si al-canzan responsabilidades de gestin se rodeande expertos sobre los que descargan las tareasinstrumentales.Visto desde este perl de los hombres de parti-do, Alfonsn era un caso aparte porque estabaanimado por una genuina curiosidad intelec-

    tual. Para quienes venamos del mundo de lasideas encontrarnos con un poltico predispuestoa discurrir sobre las razones de la decisin po-ltica y a buscar su justicacin en un proyectoideal fue una experiencia excepcional y a la vezenriquecedora.En primer lugar, porque descans sobre un res-peto mutuo que no siempre nos deparaba elcontacto con los hombres de partido.En segundo lugar, porque la franqueza con queencaraba el dilogo contribuy a que compren-diramos mejor los dilemas de gobierno en lasdifciles circunstancias de la transicin demo-crtica.Al cabo de esa experiencia, tanto nosotros comoAlfonsn salimos renovados. Nosotros, porquede all en ms a la hora de hacer un juicio pol-tico ya no lo hicimos desde las seguridades dela torre de marl intelectual. Alfonsn porque,de vuelta al llano, y en paralelo a su pasin porla accin poltica se embarc con entusiasmo enla lectura de la teora poltica, tom apuntes, es-cribi libros en los que volc, ahora sobre papel,su compromiso de siempre con una mejor y msjusta democracia.

    Juan Carlos TorreSocilogo, subsecretario (1983-1988)

    Miembro del equipo econmico de J. V. Sourrouille

    Alfonsn y el mundo de las ideas