elogio del amor. a. badiou

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BADIOU, Alain: Elogio del amor. Traduccin de Alejandro Arozamena. Edit. Caf Voltaire/Flammarion. Buenos Aires, 2012

El amor amenazado. Lo primero que se nos atraviesa por la cabeza cuando del amor se trata es su inclinacin al riesgo. Sobre todo porque es muy frecuente que con respecto a l las personas prefieran aminorar sus riesgos. Pero las amenazas al amor son inevitables. Hoy en da el amor como tambin la guerra- es convertido en objeto de una propaganda del seguro a todo riesgo. Esta amenaza securitaria que sobre el amor se vierte construye una imagen del individuo segn la cual este puede planificar su vida amorosa evitando la condicin azarosa del encuentro. Sumado a ello, existen quieres pretenden quitarle al amor toda importancia. Y despus, la segunda amenaza que pesa sobre el amor, es la de negarle toda importancia. El hedonismo secularizado que caracteriza a la poca contempornea no cesa de poner el goce acaecido con el milagro del encuentro por encima de la prueba de la alteridad que el amor supone. En ambos casos: el amor se encuentra amenazado por tendencias que apuntan hacia la anulacin de la potencia existencial que supone ese encuentro azaroso con el Otro. Tanto los liberales como los libertarios manifiestan una postura segn la cual el amor vendra a constitur un riesgo intil. Por un lado el liberalismo interpreta la relacin conyugal en los mismo trminos en que interpreta a la relacin del consumo y, por otro, los libertarios estn convencidos de que una economa de la pasin basada en arreglos sexuales y placenteros es posible. Frente a este cerco la imaginacin filosfica tiene el deber de restituir al amor su verdadero valor contribuyendo al alimento de su reinvencin: frente a la opacidad de las opciones que la sociedad ha construido para el amor, el pensamiento filosfico debe proyectar luz sobre las posibilidades de su innovacin. (Badiou: 2012; 6-7)

La filosofa y el amor. En el amor la experiencia del mundo trasciende para nosotros los lmites de la identidad para conjugarse con la diferencia. Del mismo modo, en l se produce un pasaje de lo singular a lo universal de la experiencia. Y esto a pesar de que en las sociedades contemporneas el aislamiento del individuo tiende a reproducirse bajo las formas del ordenamiento y de la homogeneizacin. Afortunadamente: el amor, en tanto experiencia de lo Dos se resiste, al enclaustramiento de lo Uno. El amor es un proyecto que compromete a la totalidad de la experiencia, no importa hacia dnde. Sobre todo porque en l experimentamos un nacimiento del mundo que es a la vez descentramiento. El sujeto del amor, que se construye sobre una identidad basada en el prisma de la diferencia, nos da siempre la posibilidad de asistir al nacimiento del mundo. De acuerdo con ello: el pensamiento filosfico encuentra en la experiencia de lo Dos -que es el amor- el fundamento a la vez cosmolgico y ontolgico de la existencia. (Badiou: 2012; 8-10)

La construccin amorosa. El amor posee una especial relacin con el acontecimiento. l supone, como constitutiva de lo Dos, la disyuncin que separa a cada sujeto de su Otro. Disyuncin que siendo en principio sexuada, hace converger en ella tanto la heterosexualidad como la homosexualidad. Ahora bien, el amor como expresin de lo Dos siempre es azaroso y contingente pues su comienzo se sita all donde tiene lugar el encuentro, y ese encuentro posee el estatuto del acontecimiento. Sin embargo, la fascinacin del encuentro no agota la experiencia amorosa pues a lo sumo hace parte de su comienzo: el amor se propone siempre la duracin, se propone continuar en el tiempo experimentando indefinidamente la renovacin de su potencia. En este sentido, el amor se asemeja mucho a la amistad. Sin embargo, l supone una proximidad todava ms radical que aquella. La relacin sexual expresa la consumacin material de un amor que no reducido al encuentro de la pasin contingente envuelve a la totalidad de lo Dos. Sobre todo porque la relacin sexual no es ms que una confirmacin de la palabra que declara el amor: hacer el amor evoca el entendimiento, la exteriorizacin y la interiorizacin de la palabra. (Badiou: 2012; 11-13)

La verdad del amor. El amor tiene que ver mucho con la verdad. Cuando el amor acepta la prueba de la duracin produce una nueva verdad sobre la diferencia que concierne a la humanidad entera. Sobre todo porque nos acerca ms a la verdad de lo Dos, al abandono de la soledad y al encuentro con el Otro. Tambin porque esta verdad nos revela la profundidad y la autenticidad de la experiencia amorosa y su relacin con la palabra: la declaracin de amor. En ella se produce un acontecimiento que interrumpe el azar y activa el destino, acontecimiento que debe ser recuperado cada vez que la palpitacin del amor as lo requiera. Quiz a ello se deba el sentimiento ambivalente que frecuentemente le asedia, ese espanto y ese gozo de asumir la prueba de la duracin y de la recuperacin del acontecimiento. Cul es la actitud de esta prueba y de esta recuperacin? La actitud del amor es la fidelidad: el vencimiento del azar y de la renuncia a travs de la reactivacin constante del nacimiento, del acaecer del mundo, nos revela de manera inequvoca la actitud del amor, la fidelidad a la experiencia amorosa. A ello se debe el hecho de que esta fidelidad sea representada en la declaracin amorosa con la imagen de la eternidad. Ahora bien, la eternidad del amor -su ser siempre- nos deja anonadados y pensamos en lo incierto de esta declaracin. Qu decir entonces del nacimiento de un nio? Este nacimiento es el acontecimiento que inplosiona el amor y lo pone a prueba. Produce una interrupcin en el devenir de lo eterno exigindonos una nueva declaracin de amor. El nacimiento del nio encarna esa interrupcin y la exigencia de una nueva declaracin. El milagro de su acaecimiento y la dificultad que entraa para la vida en comn pone a prueba el estatuto ontolgico de lo Dos pero no lo sustituye: el nacimiento vuelve a exponernos desnudos ante el mundo, ante el reinicio del mundo y de la potencia que lo hace existir. (Badiou: 2012; 14-17)

El amor y la poltica I. Quin pudiera pensar que existiese una relacin prxima entre el amor y la poltica? La poltica pone en juego la potencia colectiva, el devenir de una coexistencia que toma conciencia de s. Pero cuando hablamos de esta conciencia no pensamos en la unificacin de las conciencias en una totalidad intersubjetiva. Aquello de lo que hablamos cuando hablamos de la poltica es precisamente esa paradoja en la que convergen lo individual y lo colectivo, ese ejercicio general de la vida de todos que concierne a la vida particular de cada uno. Ahora bien, en el amor lo que se pone en juego es tambin una existencia excedida con respecto al propio yo. El amor implica la existencia de lo Dos y la premisa que lo mueve es la posibilidad de hacer de la diferencia que lo compone una potencia de creacin. En ambos casos existe una potencia en desarrollo y un horizonte de socializacin (el Estado y la Familia). Pero estos horizontes de socializacin existen para contener esa potencia de tal modo que su desarrollo positivo no se revierta en pura negatividad, a pesar de que ellos mismos suelen ser proclives a ella. Por un lado, el poder amenaza con reprimir la posibilidad de lo colectivo como ejercicio de potenciacin a travs de su anulacin totalitaria. Por otro, la familia amenaza con clausurar la diferencia a travs de su apropiacin narcisista, haciendo fracasar la experiencia de la creacin como realizacin positiva de lo Dos. El amor y la poltica convergen ah donde el individuo singular trasciende su propia inmanencia bajo el riesgo de quedar atrapado o anulado por ese Otro hacia el que trasciende. (Badiou: 2012; 18-19) El amor y la poltica II. As como el amor y la poltica expresan cierta proximidad, tambin hacen valer su lejana. Mientras que en la poltica la accin est guiada esencialmente por la lucha contra un enemigo, en el amor slo el egosmo puede aparecrsenos como un enemigo, un enemigo que no lo es de tal o cual sujeto, sino del amor en s mismo. El nico enemigo que puedo concebir cundo del amor se trata soy yo mismo. He ah un problema fundamental del amor: el conflicto entre la identidad y la diferencia. En efecto, el amor tambin se caracteriza por constituir regmenes de contradiccin y de violencia. Y sin embargo, no nos es lcito confundir el drama con el antagonismo. El drama es la conflictividad interna a la que nos vemos sometidos por causa de la tentacin que sentimos frente a una posible apropiacin del Otro. Toda emancipacin colectiva (poltica) pasa entonces por la emancipacin individual (amorosa) con respecto a aquellas pasiones que tienden a la anulacin del Otro. Es por ello que el valor del comunismo reside en su especial relacin con el valor moderno de la fraternidad. Por un lado, en el comunismo la colectividad sera capaz de integrar toda diferencia extrapoltica, ninguna identidad le sera extraa. Por otro, la fraternidad asegurara la copresencia amistosa de lo distinto. En ambos casos el lmite del reconocimiento y de la amistad reside en la inmediacin propiamente poltica pues en ella la presencia del enemigo radicaliza el antagonismo y recrudece la confrontacin. (Badiou: 2012; 20-21)

El amor y la poltica III. Originariamente el cristianismo habra estado en lo cierto al hipostasiar la intensidad amorosa como referente espiritual de los valores universales. Slo puede gozarse de la trascendencia divina como horizonte de la felicidad cuando los hombres han entendido y asumido la prueba del Otro, la verdad del amor. El amor constituye incluso una superacin de la muerte. Actualmente esta idea del amor y de la realizacin humana deber ser bajada de las alturas celestiales para ser trada a la tierra: nos es necesario y urgente demostrar que el amor constituye en verdad una potencia universal, inmanente a la condicin humana. Ahora bien, la poltica y el amor encuentran tambin una deferencia en su relacin con el odio. En efecto, la poltica tiene como objetivo la contencin del odio cuya encarnacin refleja es aquel a quien consideramos nuestro enemigo. Conjurar todo efecto de odio a partir de la identificacin minimalista del enemigo es el fin de la organizacin poltica. Y si consideramos el amor como algo esencialmente desinteresado que rebasa la complacencia narcisista de quienes participan en la relacin amorosa, el comunismo constituira su traduccin poltica o, a lo menos, su condicin de posibilidad (Badiou: 2012; 21-22).

El amor y el arte I. No podemos concebir el arte por fuera del acontecimiento. De hecho, si existe una relacin entre el arte y el pensamiento esta se produce ah en donde tiene lugar el acontecimiento. Si en la poltica el acontecimiento queda fijado en la sobredeterminacin histrica, en el arte existe la pretensin de restituir toda la potencia intensiva del acontecimiento. Solo el arte es capaz de restituir la dimensin sensible del encuentro, la sublevacin y la emocin que l supone. Es en este sentido en el que se dice que el arte es revolucionario. Ahora bien, el amor goza de la teatralidad y la hace productiva. La teatralidad hace del pensamiento y del cuerpo algo indiscernible, entidades indisolubles, inseparables. A travs de ella es posible reanudar el deseo inmediato del amor, reanudarlo para que no se agote. Pensemos por un momento en lo que expresa el gesto cuando une en el acontecimiento la caricia y la palabra: el teatro del amor es la puesta en escena del juego amoroso, de su gestualidad y, su objetivo, es producir el acontecimiento. Por supuesto, esta relacin del amor con el arte y el pensamiento nos sita en el lugar de la tragedia. La experiencia amorosa posee su propia negatividad. El amor ha llegado incluso a desatar pasiones y actos suicidas. La teatralidad del amor no slo pone en escena al cuerpo lujurioso y su pasin ertica, tampoco se reduce a la galantera inocente de los enamorados. En ocasiones, ella nos muestra la experiencia de la desesperacin, el camino tortuoso y abismal de quien busca en el amor una salida, un cruce ms all de la soledad. El amor coquetea a menudo con la muerte y lo hace justo en el momento en que su propia fragilidad le conduce a hacerlo (Badiou: 2012; 24-26)

El amor y el arte II. La situacin del amor en la colectividad nos dice mucho de la teatralidad y viceversa. El teatro, en tanto hecho colectivo, constituye la forma esttica de la fraternidad. Un sentimiento fundamental a las los lazos humanos cuya traduccin poltica nos hace pensar inmediatamente en el comunismo, es decir, una coexistencia humana basada en principios orientados hacia la construccin de lo comn. En la experiencia amorosa el elemento singular se potencia en la multiplicidad productiva de lo comn, es decir, en la potencia amplificada de singularidades en interaccin. Quiz por ello la experiencia de la separacin suele ser tan traumtica. El amor fallido es la multiplicidad rota, segmentada violentamente aunque reconstituida en el devenir. Esta ambivalencia est presente tanto en el amor como en la poltica. Sobre todo porque los Dos no se basta a s mismo para existir como totalidad pues pertenece una totalidad todava ms originaria. Ese mundo que se le aparece como condicin de posibilidad, como condicin necesaria, es el correlato de la propia palabra, es el contexto de la declaracin amorosa. Sin l no hay ontologa posible, no hay experiencia amorosa. La teatralidad como pensamiento-cuerpo expresa la constitucin ontolgica de lo Dos y su presencia en el mundo. El gesto corporal del sentimiento y la palabra animadora de lo ntimo se tienen lugar en el mundo, no solo como causa necesaria sino tambin como horizonte infinito de su voluptuosidad. (Badiou: 2012; 27)

El amor y la tragedia: El amor, se ve todos los das, no es ningn afluir largo y tranquilo. No se puede olvidar el nmero, espantosos despus de todo, de los amores que conducen al suicidio o a la muerte. En el teatro, no es solamente, ni principalmente, el vodevil del sexo, o la galantera inocente. Es tambin la tragedia, la renuncia, el furor. La relacin entre el teatro y el amor tambin es la exploracin del abismo que separa a los sujetos, y la descripcin de la fragilidad de este puente que el amor tiende entre dos soledades. (Badiou: 2012; 26)

El amor y la colectividad: El teatro es lo colectivo, es la forma esttica de la fraternidad. Es por ello que yo sostendra que, en ese sentido, hay algo de comunista en cualquier teatro. Y entiendo aqu por comunista todo devenir que haga prevalecer el en-comn sobre el egosmo, la obra colectiva sobre el inters privado. Dicho sea de paso, el amor es comunista en este sentido, si se admite, como yo, que el verdadero sujeto de un amor es el devenir de la pareja y no la satisfaccin de los individuos que la componen () Ahora bien, la cuestin de la separacin es tan importante en el amor que casi se puede definir el amor como una exitosa lucha contra la separacin. (Badiou: 2012; 27)

El amor, la poltica y el teatro: () en poltica y amor no existen ms que relaciones ambiguas, una suerte de separacin porosa, o de pasaje prohibido, del que slo el teatro tiene los recursos para darle razn. Comedia? Tragedia? Las dos. Amar es reir, ms all de toda soledad, con todo lo que en el mundo puede animar a la existencia. Y en ese mundo yo veo directamente la fuente de la felicidad que el ser con el otro me dispensa. El te amo se convierte en: hay en el mundo la fuente que t eres para mi existencia. En el agua de esa fuente yo veo nuestra alegra, y la tuya primero. (Badiou; 2012; 31)