elburro joan garriga

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  • 7/27/2019 Elburro Joan Garriga

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    EL BURRO FRENTE AL ESTABLO.Reflexiones sobre comunicacin y relacin teraputica.Joan Garriga Bacard. (Barcelona, diciembre 1999).Institut Gestalt de Barcelona.A modo de introduccin. El burro de Milton.

    Milton Erickson ha sido considerado un maestro en el arte del cambio, por sus mtodossorpresivos, indirectos, paradjicos, por el uso que haca de las metforas y narraciones comovehculo de influencia y persuasin que desbordaba los parmetros lgicos y racionales, y porla sutileza y maestra con que manejaba las posiciones de comunicacin y se adentraba en elmodelo de mundo del paciente. Pareca conocer los entresijos y modulaciones delinconsciente, de tal modo que se deslizaba en l como un navegante certero sembrando ydespertando los recursos que las personas necesitaban para conseguir sus objetivos. Contaba una sencilla historia que en el mundo de la psicoterapia se convertira en la metforapor excelencia para explicar los abordajes paradjicos. Es la siguiente: Cuando era joven sufamilia viva en una granja, y cierto da se encontr a su padre ante la puerta del establo,

    empujando con toda su fuerza al burro por las bridas para que entrara en el establo. El burro,terco como tal, permaneca impasible como un resistente pasivo en empecinada oposicin.Erickson solicit permiso a su padre para intentarlo con sus propios mtodos. Se acerc alburro por atrs y tir fuertemente de su cola, ante lo cual el burro manteniendo su oposicinsimplemente entr en el establo, cumplindose as la tarea. Esta historia contiene la semilla deciertas sugerencias tiles en psicoterapia. En primer lugar, el hijo simboliza lo nuevo, nueva savia, creatividad y perspectivas originales.Introduce una forma de pensar y operar en la situacin que desborda los parmetros de lalgica lineal y del sentido comn, sustentado en la idea elemental de que una fuerza aplicadadebidamente vence una fuerza contraria. El padre, por el contrario, simboliza lo viejo y caduco,el pensamiento cristalizado y la operatoria rutinaria. Aunque conseguir mejores resultados quelos padres pueda generar dosis de culpa, los viejos problemas son contemplados por Ericksoncon perspectivas nuevas. Del mismo modo, los pacientes avanzan al tomar nuevos encuadres

    y puntos de vista de su realidad. Empujar por la cola supone una atrevida acrobacia lgica queresulta eficaz; por esto, y aunque los viejos paradigmas se aferren a su estabilidad an con laevidencia de sus limitaciones, generar nuevos modelos es un reto que debemos asumir en lamedida que posibilitan opciones ms eficaces.

    La historia expresa, de manera muy comprensiva, la rentabilidad de no enfrentarse a laresistencia creando un circuito de fuerzas polarizadas sino ms bien aliarse con la misma,incrementndola incluso, en lugar de plantear un tour de force en el que el terapeuta debaproclamarse vencedor. Cualquier terapeuta sabe que el paciente quiere cambiar por lo menostanto como quiere conservar su statu quo, la problemtica y el sufrimiento. Si el terapeutaempuja con demasiado ahnco en la direccin del cambio, le corresponder al paciente elesfuerzo de retener su problemtica. Entonces, no es absurdo una situacin teraputica en laque el terapeuta quiere que el paciente cambie mientras ste se aplica en no hacerlo y

    conservar su situacin?.En trminos gestlticos las resistencias son asistencias, o sea, recursos y opciones de lapersona que tambin deben ser integrados. Se muestra el poder del pensamiento paradjico y la eficacia de las intervencionesteraputicas centradas en recetar los sntomas como medida de su resolucin. Desalentandolos cambios, sealando la pertinencia de mantener los sntomas, prescribindolos cuando elpaciente pretende eliminarlos, se articula un desequilibrio en el planteamiento opositor o decontrol del paciente, as como en la funcin y beneficios obtenidos por los mismos.

    Por ltimo, bien podramos hacer una pregunta nada estpida. Es evidente que padre e hijohan mostrado sus recursos, pero qu pasara si ahora llegara el nieto y pidiera su turno paraencarar al burro frente al establo?. Imaginemos que toma la siguiente opcin: se sienta ameditar y desarrolla un profundo respeto por el destino del burro y una amorosa y profunda

    indiferencia por aquello que el burro haga, confiando en que un burro libre de enganchesinterpersonales con su amo simplemente har lo mejor para s y seguir el curso de su propia

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    naturaleza sabia de burro, lo cual le llevara directamente al forraje del establo. Se conformaas una posicin libre de intenciones, expresando algo as como no estoy aqu para empujarpor delante, tampoco por detrs, ni siquiera estoy aqu para empujar, solamente estoy aqu.

    Quin de los cuatro, padre, hijo, nieto o burro es gestaltista? quiz todos? quiz ninguno?.

    Objetivos de este escrito. El grano y la paja. He presentado la metfora del burro frente al establo a modo de sentido organizador parailustrar algunas maneras diferentes de entender la relacin teraputica. A continuacin mecentrar en las ideas de esquema interpersonal

    1y escenario interpersonal. Perfilar algunas

    de las herramientas disponibles del terapeuta para abrirse camino en los avatares de larelacin terapeutica. Tomar posicin de simpata por el cambio de segundo orden (aquel quetrastoca el escenario interpersonal habitual del paciente y, con suerte, tambin del terapeuta atravs del impasse, implosin y explosin segn la conceptualizacin de Perls ). Proseguirinterrogndome sobre el viejo tema de si y cmo cura la relacin para desembocar en unabreve reflexin sobre el tema de la transparencia.

    Engarces interpersonales. La horma de nuestro zapato.Llevamos impreso en nuestro cuerpo una definicin de quines somos, y a partir de ella, amodo de libretos, activamos ciertos esquemas o engarces interpersonales, ciertas propuestasde relacin que incluyen la definicin, lugar y funcin del Yo y del T o el Otro, configurndoseas un escenario interpersonal favorito en el que nos sentimos cmodos porque resulta familiar.Dicho escenario tratamos de recrearlo una y otra vez, aunque desemboque a menudo ensufrimiento o frustracin.Estos esquemas o engarces se activan inmediatamente cuando entramos en relacin, definennuestras relaciones y son contextuales, es decir, en ciertos contextos y con ciertas personas seactivan de una manera especfica. En algunos contextos uno se pone de superior y fuerte y enotros de inferior y dbil por ejemplo, aunque en distintos momentos con las mismas personas

    tambin pueden cambiar las posiciones. Todo esto ocurre ms all de lo verbal e incluso msall de la voluntad e intenciones de las personas.Ahora estamos con el paciente y nos ponemos frente a lo que dice y cmo lo dice, es decir, elcontenido y la forma, el discurso y la relacin, y nos sensibilizamos a su particular forma depresentarse a cada momento. Entonces desde la perspectiva de los esquemas interpersonalesy de la relacin, el terapeuta se pregunta para qu se pone as ante m?, en qu lugar mesiento yo empujado a ponerme?, a qu me invita la propuesta de relacin del paciente?, quesquema de relacin est activando para involucrarme en l?, qu lugar quiere que ocupe ycomo quiere que responda? El terapeuta tambin se preguntar porqu o para qu haceesto?, cmo, donde, aprendi a ponerse as en la relacin?, cules fueron las relacionesprimeras, dnde estn los modelos?. El terapeuta se hace las preguntas que corresponden asus suposiciones sobre qu es relevante en terapia, en la relacin teraputica y en el

    funcionamiento de las personas.Vemos entonces como un paciente que se presenta como dependiente o infantil trata de activaren el terapeuta una posicin complementaria de maternaje y cuidados; otro que se muestranarcicista y autoencantado buscar la activacin de respuestas aduladoras o seducidas omasoquistas, satisfecho de un t que ocupa tan poco espacio, tan inexistente. Aquel que sepone como extraviado demanda gua y un posicionamiento de seguridad y autoridad por partedel terapeuta. El perfeccionista, escondiendo su propia desesperacin y pequeez, demanda elardid imposible de que un pequeo, desgarbado y falible terapeuta tome en sus brazos a uncoloso de piedra. Otro, a base de proclamas autoinmolantes, pretende convencer al terapeutade cun lgico sera que lo escupiese, rechazase, que fuera un sdico y legtimo abusador. Elcontrolador reta la capacidad confrontativa del terapeuta como diciendo si verdaderamentefueras fuerte y poderoso conseguiras romperme. O el clsico burro frente al establo: el

    paciente pasivo que agrede resistiendo mientras proclama con inocencia no dejes deempujar, en tanto el terapeuta se empea con las mejores intenciones. Y as, un largo

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    etctera, pues las combinaciones son infinitas. Por otro lado esto es slo una cara de lamoneda ya que si le damos la vuelta encontramos fcilmente ms de lo mismo en versinaparentemente distinta: el que busca maternaje tambin trata de confirmar su orfandad y elrechazo del terapeuta; al que buscaba adulacin no le desconcierta descubrir la exasperacindel otro y su confrontacin; el extraviado podr despreciar los caminos que le ofrece el expertoterapeuta hasta insegurizarle y extraviarle tambin; el que busca desprecio tambin fantasea

    con encontrar la valoracin y el reconocimiento absoluto. Por ltimo, el burro frente al establodegusta tanto la omnipotencia como la impotencia del terapeuta: ambos son de la misma clasede pasto fresco en la cerca de su neurosis.

    Conciencia e ignorancia. Experto en hormas y zapatos.Para el terapeuta, una tarea principal consiste en ser consciente del esquema interpersonal,propuesta de relacin o asunto transferencial que el paciente activa en la terapia porque leresulta un escenario conocido, cmodo y seguro, que corresponde a los aprendizajes yesquemas de vinculacin que fueron importantes en la historia del paciente, permitindoledefenderse, manejar el entorno, sobrevivir y hacer llevadero el dolor.El terapeuta tambin debe ser consciente ( trabajo que se va perfilando y profundizando ms yms en la supervisin) de su propio esquema interpersonal, propuesta de relacin o asuntocontratransferencial favorito porque en l se encuentra cmodo y le refleja los propiosaprendizajes, pautas, defensas y cristalizaciones de su historia personal. Cuando el terapeutaactiva de modo reiterado e inconsciente su propio esquema predilecto, se vuelve vctima delmismo, pierde indiferencia y perspectiva e involucra al paciente en una propuesta de relacincristalizada, incuestionable e inflexible.

    Un ejemplo: hace un tiempo entrevist a un hombre que vena de una larga y fracasada terapiade 17 aos. Al preguntarle sobre qu hubiera esperado conseguir y qu habra tenido quepasar para considerar exitosa la terapia, me confes que su nico objetivo era llegar a teneruna pareja y que cada vez que con la terapeuta se daban cuenta de que esto no estabaocurriendo, decidan alargar la terapia para darse ms tiempo en pro del mismo objetivo. Slo

    despus de 17 aos lograron asumir su fracaso y aventurarse a una desesperanzada ydolorosa separacin. A medida que me iba contando su historia se me haca ms claro elabsurdo perfil que a veces toman las cosas, y cun imposible era el objetivo que se habanplanteado en la terapia. En verdad, este hombre s haba conseguido su objetivo, a saber, teneruna pareja, ya que resultaba evidente que estaba emparejado con la terapeuta. Lo extrao eraque desde ah pretendiera una pareja para su vida. Me resulta inconcebible pensar que estoocurriera sin que en algn lugar la terapeuta tambin se sintiera pareja del paciente. Mientrassupongo que trataban de abordar los problemas referidos a tener o no pareja, en otro nivelmantenan incuestionable un libreto interpersonal que rezara ms o menos as t me tienes am mientras yo te tengo a ti, ambos nos tenemos, y ambos nos esforzamos para simular quetrabajamos para un objetivo que sabemos imposible.Cuando un joven camina hacia la independencia y la autonoma, el mal menor ocurre cuando leduele o le hace sentir culpa o le confronta con una auto desidealizacin. El mal mayor se da

    cuando la madre extiende sus silenciosos y penetrantes tentculos para seguir poseyndolo.As es tambin en la terapia: toda terapia topa con el lmite en que confluyen los interesesinconscientes y por tanto no cuestionados del terapeuta y del paciente. El terapeuta depositaen el paciente ciertas funciones que ste debe cumplir porque se acomodan al escenariointerpersonal favorito del terapeuta, y si el terapeuta es totalmente ciego y compulsivo en esteaspecto, el paciente slo podr liberarse del esquema interpersonal del terapeuta dejando laterapia, pero no dentro de la misma.La relacin teraputica corre el riesgo de estereotiparse y perder creatividad, frescura y sentidode la sorpresa. A decir verdad, como la mayora de las relaciones, a medida que avanza tiendea ser predecible y pierde lugar lo inesperado, lo cual nos ofrece comodidad y seguridad, perocuando en la relacin teraputica se fija un cierto estereotipo o escenario interpersonal ya nose logran avances determinantes. Pensemos por ejemplo en el terapeuta que necesita

    mantener, s o s, o sea compulsivamente, una posicin de madre comprensiva lo cual invitara sus pacientes a convertirse en nios quejosos; un terapeuta en posicin de gur sabio

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    desencadenar en sus pacientes el complementario de seguidores estpidos y dependienteso el simtrico de aprendices de gur sabio. Otro en posicin de omnipotente fomentar laimpotencia del paciente, el que se pone de desnutrido y carente desarrolla la posicin grandey parentalizada del paciente, etc.En general toda la gama de posiciones, si son fijas, estabilizan y cristalizan un statu quo

    relacional que no admite posibilidades nuevas. Es frecuente en supervisin que el terapeutacomprenda que sus atascos y los en la terapia corresponden a sus propias pautas yurgencias de vinculacin, y que stas hacen desembocar la terapia haca el impasse, lapesadez, el fracaso o, con suerte, en el reconocimiento de sus lmites. En el caso que elterapeuta est ms o menos libre de sus esquemas interpersonales compulsivos, o consuficiente comprensin para manejarlos, est en disposicin de percibir y atender mejor elesquema interpersonal del paciente con flexibilidad y opciones suficientes. A ello ayudarecordar que el terapeuta est de paso, y que es bueno que no se sienta alguien demasiadoimportante para el paciente. Por esto pienso que a los terapeutas nos conviene hacernos amenudo la siguiente pregunta: qu suposiciones puedo o no cuestionar acerca de quin soyYo para el Otro, o acerca de quin es el Otro para m?.

    Las opciones del terapeuta en la relacin. Ms de lo mismo no basta.Retomando la historia del burro frente al establo, se pueden determinar para el terapeuta por lomenos las tres opciones ya descritas y alguna ms: Activacin o respuesta complementaria a la invitacin del paciente. O sea, empujar haciadelante. Tomemos al paciente resistente pasivo o pasivo agresivo. El paciente se plantaante el terapeuta y su libreto no explicitado dice no me movern, lo cual quiere decir yo nome mover y t tratars de moverme. En su historia fue reiteradamente vencido y obligado,una y otra vez se rompi su voluntad, quedndole la nica victoria posible de su pasivaoposicin y fra resignacin. En su escenario hay un obligador invencible y un dcilabsolutamente rebelde y resentido. El terapeuta se siente invitado a empujar, a aplicarse contodas sus fuerzas, estrellndose contra la grantica oposicin envasada en una sonrientecolaboracin, hasta terminar exhausto, cabreado e impotente. En este momento el paciente

    esboza una sonrisa victoriosa. Ha jugado su juego favorito y se siente a gusto porque confirmasu esquema interpersonal. En verdad ambos pierden, vctimas de un drama intil y sin ningncambio. El terapeuta ha activado una posicin complementaria y aceptado el papel depersonaje comparsa en el drama del paciente. Activacin o respuesta simtrica a la invitacin del paciente. O sea empujar haca atrs.Ahora el terapeuta trata la resistencia como asistencia y no desea vencer. No se pone aempujar ni toma un perfil activo. Le da todo el espacio a la resistencia y sta una vez delataday amplificada ya no puede resistir, ya no puede seguir ejerciendo su funcin. Ahora, cuando elpaciente invita a t tienes que moverme el terapeuta se queda pasivo, en posicin simtrica,casi robndole el rol al paciente, y manda el siguiente mensaje (no necesariamente verbal): note aconsejo moverte o efectivamente no te muevas o respeto tanto tu talento para oponertey para la pasividad. Paradjicamente, si el terapeuta incentiva la oposicin del paciente, ste

    slo podr oponerse movindose y dejando de resistir. Para seguir oponindose dejara deoponerse. Desde luego, ahora el terapeuta compite por la pasividad e inmovilidad, no asume lainvitacin de empujador, con lo cual el paciente con suerte se movilizar, o bien asumir l elpapel de exasperado y cabreado, exigindole al terapeuta que haga algo. Es el escenario alrevs: el paciente empujando al terapeuta que se resiste a hacer nada. Ahora el terapeuta noasume la posicin propuesta por el paciente y ms bien se iguala a l, lo cual sacude alpaciente en su posicin preferida aunque no cambia el esquema. Cambian las posicionesdentro del esquema y quizs el paciente logre ms conciencia de sus preferenciasinterpersonales y de sus lmites. Pura indiferencia amorosa. Esta tercera opcin es la ms difcil pero tambin la ms curativa yla que facilita ms cambios porque es la ms frustrante y la que ms desequilibra el sistema ylos patrones del paciente. Es la actitud de la indiferencia y el desapego del terapeuta, algo as

    como: yo no estoy aqu ni para empujar ni no empujar, este no es mi juego, ahora qu?. Yono estoy aqu para hacerte de padre ni de hijo, no estoy aqu para jugar este juego, ahora

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    qu?. No se trata de empujar al burro ni por delante ni por detrs pues al fin y al cabo qu leimporta al terapeuta donde vaya el burro o lo que decida hacer. El terapeuta respeta el destinodel burro ,sea el que sea. Qu le importa al terapeuta el burro del paciente?. El burro comofijacin, como diseo estereotipado acerca de la realidad y las relaciones. Si el terapeutapermanece centrado e indiferente, desinteresado de jugar al burro del paciente, quiz ste seinterese ms en bajarse del burro, dar el brazo a torcer y activar otros esquemas

    interpersonales centrados en la actualidad y realidad de la relacin. Aqu si que habra uncambio profundo o un cambio de otro nivel: se resquebraja el escenario interpersonal delpaciente y el terapeuta no juega. Esto genera suficiente vaco y suficiente confianza como paraactivar las fuerzas de la salud y transitar el impasse y asumir los riesgos. En trminos de laconceptualizacin gestltica, la pura indiferencia frustra los clichs y juegos favoritos: ah llegael impasse, la desestructuracin, incomodidad y temor, que genera la energa para incursionaren el vaco y el dolor y transitar haca la explosin de lo nuevo y bien anclado en loorgansmico. Ahora ya no se trata de pequeos cambios en el decorado del escenario, sino uncambio de escenario, un cambio ms fuerte y profundo. Ahora dirijo yo. Milton Erickson contaba la historia de un ladrn que en la calle asalta a suvctima y le dice Dme todo el dinero. Lo que cabe esperar es que la vctima saque su carteray entregue el dinero. Pero, qu ocurre si tiene respuestas desacostumbradas o sorprendentes

    del tipo - qu hora es exactamente?, o Hace dos aos enterramos a la abuela, o - qusigno del zodiaco es, sabe, soy astrlogo?, etc... En lugar de responder a la propuesta delatacante aqu la vctima se arriesga y toma la direccin; sorprendentemente trata de definir otrocontexto y otras reglas que no encajan con lo esperado. Esta ancdota sirve al propsito decomprender la importancia de que el terapeuta impida que el paciente juegue siempre con susreglas y proponga saltos creativos y extraos que lleven al paciente a experienciasdesacostumbradas, fuera del territorio y escenarios que articulan su modelo del mundo. Seintroduce sorpresa y ruptura de esquemas y de expectativas. Si en los parmetros y la lgicaque maneja el paciente no encuentra la salida no suele ser muy rentable entrar a participar endicha lgica.Mencionemos como un ejemplo a Giorgio Nardone

    2que, en el contexto de la terapia

    estratgica, ha creado protocolos especficos que cumplen la funcin de desactivar lassoluciones que el paciente intenta para resolver sus problemas y que acaban por mantenerlo.

    En el caso de los pacientes obsesivos, por ejemplo, les seala cmo buscan respuestasinteligentes a preguntas tontas, con la esperanza de mitigar su angustia. Lo cual, mirado decerca, resulta una magnfica intervencin que denuncia que las preguntas son tontas y, almismo tiempo, sugiere al paciente obsesivo que, tal vez no le convenga buscar respuestasverdaderas e inteligentes. Por tanto no se trata de colaborar con el paciente buscandorespuestas an ms inteligentes que tranquilicen su arista ansiosa, sino que el terapeutareducir al absurdo los parmetros del paciente optando por otra clase de absurdos msinteresantes: en este caso descubrir la notoria estupidez de las preguntas. Concluyendo,resulta muy sensato que el cociente de creatividad y flexibilidad sea superior en el terapeuta.

    Persistencia vs. cambio. Cambiar cambiando y cambiar manteniendo la estabilidad.

    Al hilo de lo que vengo desarrollando podemos sintetizar la tarea y la influencia posible delterapeuta en cuatro aspectos: El camino de la conciencia o a eso juegas. El terapeuta trata de que el paciente comprendasus modos y patrones de vincularse y relacionarse. A partir de sus comprensiones de larelacin seala al paciente A esto juegas, de esta manera lo haces. Lo hace a vecesfacilitando que el mismo paciente se de cuenta de sus pautas, con el soporte de lo que vaocurriendo en la propia relacin teraputica. El paciente comprende cmo lo hace, inclusocmo aprendi a hacerlo de este modo, y qu beneficios saca con ello. Se confa que lacomprensin y conciencia actuar de elemento reorientador. El terapeuta trabaja para que elburro tome conciencia de cmo se resiste. El camino de la asistencia y la reparacin o intercambiando jugadores y posiciones. Segnmi observacin, la mayora de los pacientes buscan la mejora a travs de obtener una

    compensacin y no a travs de la renuncia. En algunos talleres grupales he planteado elsiguiente trabajo: - Tomando representantes para cada persona de tu familia construye una

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    escena que a modo de smbolo consiga hacernos entender tu problemtica de fondo y dale unafrase a cada miembro que explique su posicin y vivencia en la familia. Luego pregunto cmo arreglaras esto?, e invariablemente las personas pretenden arreglarlocompensndose, es decir, si la madre no les quiso ahora les ha de querer, si el padre era dbilahora tiene que ser fuerte, si la madre era invasiva ahora ser respetuosa, etc. Y les entiendo,a todos nos gustara que las cosas fueran exactamente como corresponden a nuestros deseos.

    Tambin s del poder de las vivencias y las escenas reparadoras o restauradoras: poner amordonde hubo distancia, ternura donde hubo violencia, el abrazo donde el amor fue cortado, etc.Esto genera nuevas experiencias en el corazn y cierra gestalts pendientes. Ahora bien, voy asostener que la compensacin y la reparacin es dulce, pero no es la curacin. Me parece mscurativo cuando la persona integra y respeta su historia y renuncia a la idea de que las cosastendran que haber sido de otra manera, y por tanto a buscar compensaciones conforme dictasu escenario interpersonal. Cuando el paciente consigue del terapeuta una respuestacomplementaria, por ejemplo cuando el paciente en posicin infantil consigue maternaje delterapeuta, se trata de una compensacin dulce. Si no la consigue y encuentra una respuestams simtrica o de rechazo se trata de una frustracin, pero tambin dulce porque sigueremitiendo al mismo escenario que el paciente tiene interiorizado. Si un paciente activa en elterapeuta una posicin de rechazo, tanto si ste lo rechaza como si lo acepta, se est jugandoen el escenario dramtico del paciente. La curacin sera ms bien renunciar a dicho

    escenario, tomarle distancia y desarrollar otras pautas de vinculacin.El terapeuta empuja al burro por delante o por detrs, recreando su escenario preferido con laesperanza de que haya movimiento y cambio. En este caso se tratara del cambio de primerorden, se producen cambios y alternancias en el sistema, la homeostsis positiva o negativaproduce equilibrios o desequilibrios, y esto est bien y puede ser jugado durante un tiempo, sinembargo mantiene el sistema invariable. En el terreno de juego se intercambian jugadores yposiciones, y a menudo esto es vivido como un cambio dulce y agradable, por lo menosdurante un cierto tiempo. El camino de la creatividad o vamos a jugar en otro campo. Si a ti te interesan los reptiles, am los mamferos. Si los problemas del paciente se centran en el deporte de ping pong, porejemplo, el terapeuta evita dicho deporte y le ensea al paciente los entresijos del golf, o del

    patinaje, etc. Esta influencia es muy frustrante porque se centra en generar posibilidades yevita las dulces compensaciones o frustraciones que el paciente desea.

    El camino de la indiferencia y creativa o yo no juego. La dinmica de los opuestos y de lasposiciones queda estrecha frente a la profundidad de la indiferencia, que viene a decir algo ascomo y qu importa o yo no juego. Me basta con mirar el alma en tus ojos. Esta es unainfluencia verdaderamente frustrante, no una simple frustracin dulce. El terapeuta asiente alas cosas tal como son. Este es otro nivel que siembra la base para que el paciente recolecteun cambio por renuncia, dando el brazo a torcer, un cambio de segundo orden, profundo.Quedan en entredicho, relativizados, los viejos escenarios y cambia el sistema. Ahora elterapeuta no empuja nada ni toma parte.Entonces, cura la relacin?La relacin teraputica cura en tanto matriz de conciencia, creatividad, nuevas experiencias yaprendizajes, y encuentro humano y libertad, y enferma en tanto faltan estos ingredientes.Sirve cuando abre posibilidades y es intil si slo recrea los viejos escenarios interpersonalesdel paciente, en versiones slo en apariencia distintas.En mi opinin, uno de los principales recursos para el terapeuta es conocer, darse cuenta desus principales exigencias y preferencias interpersonales, y sentirse tan paciente einvolucrado en su propio conocimiento y cuestionamiento como lo espera del paciente.De este modo el terapeuta no slo camina por el espacio teraputico sino que tambin losobrevuela, as tiene una perspectiva ms abarcativa; no slo ve el prximo paso sino lanaturaleza de la danza y el retrato que conforma la relacin con el paciente y est encondiciones de iluminarlo y manejarlo mejor.

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    Si su sensibilidad y percatacin es la herramienta base para los dramas y las comedias de lohumano, el desarrollo de una madura y amorosa indiferencia le provee de una sabidura ysensibilidad mayor. Esto le hace ms libre.La transparencia del terapeuta como sustituto al manejo de la contratransferencia es slo uningrediente ms de una actitud crecida en la indiferencia amorosa, que sirve al encuentro

    dialgico si se sostiene en ella. Con un poco de retardo respecto al anterior nmero, queversaba sobre transferencia y transparencia, que sirvi de estmulo para ordenar mis ideasaunque todava no estuvieran listas para ser plasmadas, dir como colofn que, en mi opinin,el contrapunto natural gestltico al concepto analtico de la contratransferncia no es tanto latransparencia sino una indiferencia amorosa o centro vaco del terapeuta y su congruenciapersonal. Ms importante que la transparencia me parece la congruencia del terapeuta y sucapacidad para mantenerse honesto y libre. Hara diferencia entre el terapeuta manejado por latransparencia del terapeuta que la maneja. El primero muestra su verdad como parte de lajugada prescrita por el paciente: responde a la compulsin dictada por la fuerza de escenariosinterpersonales viejos y limitantes. El segundo goza de libertad y vive en el presente.1

    . Citado por Giovanni Liotti en artculo en Revista de Psicoterapia n 26-27: Safran (1990) ha

    propuesto el trmino de esquema interpersonal para definir estas estructuras delconocimiento del s-mismo y del otro.2

    . Giorgio Nardone y Paul Watzlawick: Terapia breve: filosofa y arte. Ed. Herde