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440 Bibliografía El volumen concluye co n los útil es índices de nombres (1575-1605), de materias (1607-1617), y de voces (1619-1622). El Diccionario de Eclesiología constituye un valioso instrumento de consu lta y de estudio cuya publicación en le ngu a españo la hay qu e agradecer sinceramente. Gabriel Richi Alberti - Universidad San Oámaso - Jerte. 10 - E28005 Madrid Rl cH 1 ALBERT!, G ., La Iglesia somos nosotros en Cristo. Cuestiones de eclesiología siste- mática (col. lOOXUNO, n . 12; Ediciones Encuentro, S. A., Madrid 2016). Presentación del card. Angelo Scola. 440 pp. ISBN: 978-84-90551-47-9. No es infrec ue nt e que la actividad doce nt e y la tarea pastoral precipiten en un fruto mad uro de re fl ex ión co mo la que o fr ece en este libro Gabriel Richi, Catedrático de Teología Sistemática, área de eclesiología, en la Fac ult ad de Teo log ía el e la Univer- s id ad Eclesiás ti ca "San Dámaso" de Madr id . Se trata de una ob ra que propone una ecl es iología sistemática -co mo señala el ca rd . A. Scola en su presentació n- , si bien no prete nd e prese ntar un tratado o manual de estudio, s in o exponer trece te mas -en sus corres pondientes ca pítul os- distribuidos en tres partes. Una primera parte expone "un a ecl es iología pastoral tras l os pasos del Vaticano II "; el autor aborda la rece pción y la he rmenéutica del Conci li o y de la ecle- s iol og ía de la Const. dogm. Lumen gentiuin, así como su prolongación "pastoral" en la ex h. Evangelii Gaudium de l pap a Francisco (ca ps . I-III). La segunda parte toca la "índo le sacramental de la Igl es i a" co mo noci ón clave para la rece pción del Vaticano II , que ya arranca con el Sínodo de l os Obispos de 1971; la sacramentalidad se manifi esta principalmente en la causalidad euca sti ca de la Igl es ia y en el tes timonio cristia no (caps. IV-VI). La terce ra parte desarrolla en siete capítulos (VII -XI II ) la ce ntralidad el e la Igles ia co mo co munión, y la ecles ialiclad de la existencia cristiana, dond e el a utor parte de la co ndición bautismal para d esg losar lu ego algun os aspectos referidos a las formas de vida ecles ial: la realeza del Pueblo de Dios, con atención al munus regale de los laicos; la relación sacramental entre epi sco pado y presbite rado , y la es piritualidad presb iteral; la vocación y misión del matrimonio y ele la familia cristiana; para concluir co n la aportación ele la virginidad c ri sti ana en la ed ifi cac ión del mundo . Entre la s lín eas de fu e rza el e la re fl ex ión del prof. Ri c hi se cuenta una acertada presentación ele la Igles ia co mo encuentro personal y co munitario con la Persona ele Jesús. La Igles ia garantiza la co nte mp oraneidad del acontecim ie nto el e Cristo en virtud ele su índole sacramental, radica da sob re tocio en el misterio eucarísti co (cf. la seg und a parte). Es la Iglesia "el encuentro co n Jesuc ri sto, el Hijo el e Dios h echa carne, muerto y

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440 Bibliografía

El volumen concluye con los útiles índices de nombres (1575-1605), de materias (1607-1617), y de voces (1619-1622).

El Diccionario de Eclesiología constituye un valioso instrumento de consulta y de estudio cuya publicación e n lengua española hay que agradecer sinceramente.

Gabriel Richi Alberti - Universidad San Oámaso - Jerte. 10 - E28005 Madrid

RlcH 1 ALBERT!, G., La Iglesia somos nosotros en Cristo. Cuestiones de eclesiología siste­

mática (col. lOOXUNO, n . 12; Ediciones Encuentro, S. A., Madrid 2016). Presentación

del card. Angelo Scola. 440 pp. ISBN: 978-84-90551-47-9.

No es infrecuente que la actividad docente y la tarea pastora l precipiten en un fruto maduro de refl exión como la que ofrece en este libro Gabriel Richi , Catedrático de Teología Sistemática , área de eclesiología, e n la Facultad de Teología ele la Univer­s idad Eclesiástica "San Dámaso" de Madrid .

Se trata de una obra que propone una eclesiología sistemática -como señala el ca rd . A. Scola e n su prese ntación-, s i bien no pretende presentar un tratado o manual de estudio, s ino exponer trece temas -en sus correspondientes capítulos- distribuidos en tres partes. Una primera parte expone "una eclesiología pastoral tras los pasos del Vaticano II "; e l auto r aborda la recepción y la hermenéutica del Concilio y de la ecle­siología de la Const. dogm. Lumen gentiuin, así como su prolongación "pastoral " en la exh. Evangelii Gaudium del papa Francisco (caps. I-III). La segunda parte toca la "índole sacramental de la Iglesia" como noción clave para la recepción del Vaticano II , que ya arranca con el Sínodo de los Obispos de 1971 ; la sacramentalidad se manifiesta principalmente en la causa lidad euca rística de la Iglesia y en el testimonio cristiano (caps. IV-VI) . La terce ra parte desa rrolla en siete capítulos (VII-XIII) la centralidad ele la Iglesia como comunión, y la eclesialiclad de la existencia cristiana, donde el autor parte de la condició n bautismal pa ra desglosar luego algunos aspectos referidos a las formas de vida eclesial: la realeza del Pueblo de Dios, con atención al munus regale de los la icos; la re lación sacramental e ntre e piscopado y presbiterado, y la espiritualidad presbite ral; la vocación y misión del matrimonio y ele la familia cristiana; para concluir con la apo rtación ele la virginidad cristiana en la edificación del mundo.

Entre las líneas de fu e rza ele la reflexión del prof. Richi se cuenta una acertada presentación ele la Iglesia como e ncuentro pe rsonal y comunitario con la Persona ele Jesús. La Iglesia garantiza la contemporaneidad del acontecimiento ele Cristo en virtud ele su índole sacramental , radicada sobre tocio en el misterio eucarístico (cf. la segunda parte). Es la Iglesia "el encue ntro con Jesucristo, el Hijo ele Dios hecha carne, muerto y

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Recensiones 441

resucitado por nosotros , sacramentalmente presente y ofrecido a nuestra libertad en la Iglesia por obra del Espíritu" (p . 15) . La Iglesia aparece así ante todo como transmisió n ele vida (la Vida), lo que reclama una consideración "pastoral" o histó rico-salvífica de la eclesiología (cf. la primera parte) porque la oferta salvadora de Cristo interpela la libertad humana, y la respuesta a su ofrecimiento provoca el acontecer de la Iglesia en los fieles -en sus diversas condiciones (cf. tercera parte)-, que se transforman así en testigos vivos de Cristo . En definitiva , el prof. Richi aspira a elaborar una eclesiología que pueda responder a la siguiente pregunta: "¿cómo la Ig lesia puede comunicar, a lo largo del tiempo y del espacio ele la historia, el acontecimiento salvífica ele Jesucristo a la libertad del hombre?" (p. 19) .

Junto con esta idea de la Iglesia como "contemporane idad sacramental" con Cristo, hay que anotar la fu erza con que el auto r expone la eclesialidad radical ele Ja existencia cristiana (p. 239) y su forma propia como comunión , sobre todo en cuanto comunión en la fe -communio j ideliu m-, que hace ele la Iglesia el "sujeto" ele la fe confesada en Ja Historia: 1a.fides qucte subsiste en la historia en el sujeto eclesial que la profesa (lides qua); una permanencia de la fe hecha posible por el Misterio eucarístico garantizado por la sucesión apostólica (p. 244) . La Iglesia es así la vía ele acceso al objeto ele la fe , Dios mismo (p . 247), y ella misma aparece incluida como tradición viva en Ja doble misión del Hijo y del Espíritu (p. 245). De modo que la Iglesia , siendo ella misma , se hace Misión; la Misión es la Iglesia in ctctu pleno (AG 5), pues siendo Signo-Testimonio es eo ipso instrumento de sa lvación (p . 249).

Como es lógico, no es posible dar noticia cabal ele tocio el panorama temático que nos ofrece el libro. Cabe observar, en cambio , como rasgos generales, la rad i­cación antropológica, sacramental, pastoral y misionera del acercamiento del auto r a las diferentes cuestiones. Esos rasgos fu eron ampliamente puestos ele relieve en el "diálogo sobre la Iglesia" que tuvimos la fortuna ele celebrar el 24 ele octubre ele 2016, con ocasión ele la publicación del libro, en la sede de la Facultad madrileña. En esta jornada varios colegas del autor - los profs. Salvador Pié-Ninot (Facultat ele Teologia ele Catalunya/ Univ. Pont. Gregoriana) y Santiago Madrigal (Univ. Pont. ele Comillas)-, glosaron las tres partes de la obra en presencia del autor. Quien suscribe estas líneas asumió la tarea ele comentar la parte tercera, centrada en la vocación cristiana y los estados o condiciones ele vicia en la Iglesia (laicos, ministros, vida consagrada), ele modo que es lógico que centremos la atención en esta .temática, que ocupa la mayor porción del libro.

En la actualidad la Eclesio logía es unánime -y así lo comparte nuestro auto r, según entendemos- en que las diversas maneras ele ser y vivir en la Iglesia han de ser entendidas desde la condición ele fiel cristiano, el christtfidelis, el miembro del Pueblo ele Dios. Esta condición radical en la Iglesia, la cualidad de discípulo del Señor y miembro del Pueblo ele Dios, derivada ele la ontología bautismal, supone la partici­pación en el sacerdocio común y en el triplex m unus salvífica de Cristo, así como la igual cl igniclacl y la universal vocación a la santidad y a la participación en la Misión . Así pues, la condició n ele "fiel cristiano" es la común y sustante de todas las posibles

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formas de vida eclesia l (laicado, ministerio, vida consagrada) . De este dato se derivan, a mi parecer, tres consecuencias que va ldría la pena someter a discusión. 1) Tocias las fo rmas ele vicia cristiana asumen, íntegra e intocacla, la condición bautismal. Ninguna puede presentarse corno un plus que "afiada " algo a una ontología bautismal presunta­me nte incompleta. (Tocia ulterior consagración ele vida no completa una consagración bautismal insuficiente. El sacerdocio ministerial no es un grado superior del sacerdocio común y ele la sustancia cristiana, sino una "adición" e n la línea del servicio). 2) El bautismo supone la llamada a vivir rad icalmente e l Evangelio y e l seguimiento ele Cristo. La diferencia entre las posibles formas ele vicia cristiana no se sitúa en e l plano moral-esp iritual de una mayor o menor racl icaliclacl ele una sobre las demás, presen­tada como e l modelo paradigmático del seguimiento o imitación ele Cristo. Tocias las condiciones eclesiales simbo lizan y expresan aspectos de la vicia ele Jesús sin agotar su riqueza. 3) El bautismo es llamada a participar en la entera vicia y misión ele la Iglesia. No es posible caracteriza r una condición particular en la Iglesia mediante la atribución ele "zonas" exclusivas ele la Misión que es común a tocios (por e j. , la Iglesia , al ministerio; al laico, e l mundo; a la vida consagrada, la escatología). En breve, un elemento o aspecto perteneciente a la ontología bautismal común no puede caracterizar a las formas pa rticu lares en cuanto diversas. Esta caracterización sólo puede consistir en un modo diferente de configurar la vida bautismal. "Cristiano" es el sustantivo que siempre permanece intocaclo; laico, ministro o religioso son modos adjetivos -ele o rigen e índole sacramental o carismática- ele desplegar la condición común.

En la identificación ele esos modos propios comienzan las divergencias , sobre tocio a la hora ele determinar la forma caracterizadora del laicaclo . De una parte, se discute la posibilidad misma ele una iclenticlacl teológica del laicaclo, ya que el laico sería el cristiano sine addito, y ca recería ele objeto dotarlo de una iclenticlacl propia más allá ele la común cristiana. De otra parte, no se ve posible que la "índole secular" (cf. LG 31) caracterice al laicaclo, puesto que la secu lariclacl es una cualiclacl ele la entera Iglesia y común a todas las condiciones ele vida cristiana. Todo ello ha provocado notables d iscusiones en la eclesiología contemporánea, e incluso clarificaciones magiste riales, como la que ofreció en 1988 san Juan Pablo II en la exh. a post. Cbristifidelis laici: "(. .. ) la común cligniclacl bautismal asume en el fiel laico una modalidad que lo distingue, sin separarlo, del presbítero , del religioso y ele la religiosa. ( ... ). Ciertamente, todos los miembros ele la Iglesia son partícipes ele su dimensión s_ecular; pero lo son deformas diversas. En particular, la participación ele los.fieles laicos tiene una moclaliclacl propia ele actuación y ele función , que, según el Concilio, 'es propia y peculiar' ele ellos. Tal modalidad se designa con la expresión 'índole secular'. ( ... ) La condición eclesial ele los fiel es laicos se e ncuentra radicalmente definida por su novedad cristiana y carac­teri zada por su índole secular» (n. 15, cursiva o riginal).

Podría llamar la atención que el prof. Rich i no explicite en las páginas ele su libro esas cuestiones mencionadas, ciado que concede el protagonismo a la dimensión pastoral ele las cuestiones que trata. Sin embargo, eso no significa que no torne posi­ción sobre el terna. Sa lvo error a la hora de interpretar los presupuestos implícitos ele

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su exposición, nos parece que identifica al laicado con la común condición cristiana sine addito (el fiel no ordenado /out court). Con tocio, si la cond ición laica! es uno ele los modos ele vida cristiana (caracterizado por la "índo le secular") e ntre otros po­sibles, tal "moclaliclacl " no puede ser un elemento de la ontología bautismal común a tocias las condiciones cristianas . De manera que es dudoso que la condición laica! se identifique con la condición bautismal sine addito. Quien suscribe entiende que por el bautismo "se nace" en la Iglesia cristiano, y además, laico: cristiano es el sustantivo que permanece intocaclo; y laico es el modo adjetivo -general y ordinario- ele configurar e l bautismo en relación con e l mundo ("índole secular"), un modo que no pertenece a la ontología sacramental-bautismal , ya que eventualmente cambia con la llamada, por ej. , a la vicia consagrada ; un cambio que dice relación a las diferentes formas ele rea lizar la relación cristiana con e l mundo o seculariclad ele la Iglesia. En este sentido, el Concilio afirma que la Iglesia entera propaga e l reino de Dios, hace partícipe a la humanidad ele la redención salvadora y trabaja por la ordenación del mundo a Cristo; esa "ordenación" sucede mediante "tocios sus miembros", pero ele "diversas maneras" (cf. Decr. AjJostolicam actuositatem, n . 2) . La ordenación del mundo es tarea de todo el Pueblo ele Dios, no exclusiva ele los laicos; es propio suyo, en cambio, e l modo de hacerlo (la "índole secular").

Al margen ele estas quaestiones disputatae, nos parece muy pertinente el de­sarrollo del prof. Richi sobre la relación e ntre episcopado y presbiterado. Obispos y presbíteros comparten el común sacerdocio y actúan in persona Christi como ver­daderos sacerdotes del Nuevo Testamento; pero el Concilio dejó atrás la tesis ele la indife re ncia sacramental e ntre obispos y presbíteros cuando afirma que el e piscopado es la plenitud del sacramento del Orden (cf. LG 21). La "plenitud" episcopal no signi­fica, si no inte rpretamos mal, que el presbítero participe del sacerdocio del obispo, o que participe "parcialmente" de l Sacerdocio de Cristo; sino que obispos y presbíteros participan directamente del Sacerdocio ele Cristo (en e l plano ministerial), si bien para ser ejercicio bajo la formaliclacl episcopal ele "capitalidad" y bajo la formalidad presbiteral de "cooperación en dependencia" de l episcopado (y esto como inte rna exigencia sacramental, no en virtud ele una determinación extrínseca al sacramento). En este sentido, a mi parecer, el término segundo "grado" aplicado al presbite rado, que parece ca lificar al presbiterado como un sacerdocio "menor", no refleja el elato ele que ambos participan enteramente de l mismo sacerdocio. ~a diferencia entre e piscopado y presbiterado, a nuestro juicio, no es mate rial cuantitativa, sino formal cualitativa, y dice relación a la manera sacramental de representar a Cristo en la Iglesia "ele modo visible y eminente" por los obispos (eminenti ac adspectabili modo cf. LG 21) , y la manera ele representación ele Cristo por los presbíteros en cuanto sacramentalmente subordinados a los obispos.

En otro orden ele cosas, hay que subrayar la fecunda idea que expone el autor sobre el vínculo conyugal como "carisma ele consagración", como moclalización ele la consagración bautismal, que genera un estado ele vicia con misión propia (p. 361). Nos parece decisivo resa ltar, como hace oportunamente el autor, la dimensión misionera del

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matrimonio y de la familia cristiana. El matrimonio-familia representa la "encarnación" de la Iglesia en el mundo, y es "lugar de transformación del mundo en Iglesia'', dice el au tor (pp. 377-378). Desde el punto de vista eclesiológico, no obstante, es discutible, a mi juicio, que e l "estado matrimonial" defina de por sí la condición la ica!, como parece apuntarse (el autor informa que "una sección [de la parte tercera] de lo que se puede llamar 'teología del fiel laico' se desa rrolla afrontando la vocación y misión del matrimonio y ele la familia cristiana caps. XI y XII", p. 238). Si el estado matrimonial define la condición laica!, coherentemente la virginidad (más ampliamente : el celibato) sería e l rasgo emblemático ele la vida consagrada (cap. XIII , pp. 391-406) . Sobre este punto me permito la siguiente observación. Las realidades seculares -que caracterizan la condición laica!- son un conjunto ele variadas instituciones, procesos y tareas que estructuran la sociedad . Entre e llas, e l matrimonio - y la famil ia que deriva ele é l-, es indudablemente una realidad antropológica básica, terrena y creatural , secular. Pero no todos los laicos en singular están llamados a vivir todas las posibilidades ele la vida secular, entre e llas el matrimonio. En su caso, la opción celibata ria propter regnwn coelorum no cambia de por sí y necesariamente la condición secular de los laicos, dado que el celibato admite realizaciones variadas según la condición ele vida donde se inserta (celibato laica!, o sacerdotal , o consagrado). De otra parte, el hecho ele que e l celibato sea un "consejo" del Evangelio tampoco implica que su vivencia suponga necesariamente el paso a un especial estado de vida consagrada , ya que, como recuerda el autor (p. 345), los consejos del Evangelio , según el Concilio , son ofrecidos a todos, no sólo a quienes los "profesan como estado ele vida" (cf. LG 39) .

Ese dato no se tiene en cuenta cuando se olvida, por e j., abordar los "consejos" en la vida ele los ministros ordenados, como lamenta con razón el autor (cf. p. 345, nota 100); un o lvido que quizá tenga su origen en el error extendido ele identificar sin más la vivencia de los "consejos" con la "vida consagrada", identificación que comprensiblemente, en e l caso ele los pastores, se quiere evitar marginando e l tema ele los consejos. En realidad, a mi juicio, convendría distinguir entre los "consejos del Evangelio" ofrecidos a todos, y la "profesión ele los Consejos evangélicos", como fórmula técnica para designar la Vida Consagrada (una forma peculiar ele vivir los consejos del Evangelio ofrecidos a todos). Por eso, así como nada impide asumir "consejos del Evangelio" (unos u o tros) en el contexto ele la vida laica! -sin que eso suponga un cambio ele condición eclesial-, análogamente el prof. Richi , al tratar ele la espiritualidad presbiteral, parece que apunta pertinentemente que la vivencia ele lo que aquí proponemos llamar "consejos del Evangelio" (no propiamente la "profesión de los Consejos evangélicos") está modulada en el presbítero por su condición sacra­mental, es decir, los consejos se insertan en el contexto de la entrega radical (totalíter) al ministerio "como pastor" (p. 345). Siguiendo este principio, el autor expone con acierto una espiritualidad presbiteral basada en el don sacramental del Orden que moclaliza la condición cristiana de l p resbítero según la caridad pastoral o actos de caridad del pastor (p. 332).

Reseñas 445

Aparte ele estas cuestiones particulares, y retomando las líneas ele fu erza del libro , hay que anotar la profunda inspiración ele la reflexión del prof. Richi en el Vati­cano II , con el convencimiento -que compartimos- ele que el Concilio "va revelando toda su potencia profética y reclama , hoy como el primer día , un adecuado trabajo ele hermenéutica que haga posible una recepción cada vez más real y capilar" (p . 17). Tampoco oculta el autor -al contrario- su adhesión intelectual a Marie-Joseph Le Guillou y a la centralidad cristológica ele su pensamiento. Es conocido el esfu erzo del prof. Richi por dar a conocer la obra del teólogo dominico en lengua española. Igualmente ma nifiesta su reconocimiento a la reflexión y acción teológico-pastoral ele san Juan Pablo II en orden a la recepción y aplicación del Vaticano II , arrancando ya desde su actividad pastoral en Cracovia. Finalmente, reconoce su deuda con la pro­puesta metodológica ele Angelo Scola para elaborar la eclesiología sistemática a partir ele una doble concentración sacramental y antropológica. En definitiva , estamos ante una eclesiología serena, sugerente y atenida a los mejores logros ele la eclesiología contemporánea.

José Ramón Villar - Universidad de Navarra - E 31008 Pamplona

Reseñas

PoPCAK, G. K., Dioses rotos. Los siete anhelos del corazón humano (Palabra, Madrid

2017) [Traducción española de Gloria Esteban]. 219 pp. ISBN: 978-84-9061-507-2

El católico norteamericano Gregory K. Popcak es fundador y director ejecutivo del Pastoral Solutions Institute, organización cleclicacla a la psicoterapia pastoral cuyo fin específico es ayudar a católicos a encontrar soluciones plenas ele la fe para sus matrimonios, sus familias y sus problemas personales . Su libro Dioses rotos pertenece justamente, en tono y contenido, a dicho campo, el ele la psicoterapia pastoral.

En concreto el autor, tomando siempre como marco ele referencia y reflexión citas diversas ele la Escritura , ele los Padres ele la Iglesia y ele pensadores cristianos contemporáneos, pretende llevar al lecto r -a través de los once capítulos que estruc­turan el libro- al descubrimiento ele los anhe los más profundos -y en ocasiones más escondidos- del corazón humano, ele modo que, una vez sacados a la luz, éste pueda reencontrar al Dios verdadero que habita en nosotros, y con ello descubrir el sentido profundo de la vicia y e l camino para realizarlo en plenitud. Los anhelos son

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