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“El Vencedor Ediciones”
EL LIBRO DE LAS INTRODUCCIONES A LA BIBLIA
EL PARAISO TERRENAL
PRIMERA PARTE
LA CUESTIÓN DEL ORIGEN DEL HOMBRE
I
A nadie debiera culpársele por ser un ignorante. La
ignorancia es el lote de todos los hombres. Es más, la lucha
por salir de la Ignorancia es el motor de la civilización. Aún
estamos en ello. Lo que sabemos es sólo una pequeña parte
de lo que sabrán las próximas generaciones. La cuestión
está en sacar consciencia de este hecho universal y desde la
humildad avanzar hacia el conocimiento de todas las cosas.
El Camino está abierto; Dios nos ha abierto la Puerta que
nos da acceso a su Omnisciencia. Querer entrar o
permanecer fuera intentando hacer por nosotros mismos lo
que sin su Espíritu no podemos, esto es asunto de la
libertad de cada cual. Sin ir más lejos tenemos delante de
nosotros la Rebelión de una parte de la Casa de los hijos de
Dios contra el crecimiento del Ser de la Creación en el Ser
del Creador. Cristianos de nacimiento nosotros hemos
superado este dilema; por vocación natural tendemos hacia
el Ser de nuestro Creador, en el que tenemos el Tesoro de
esa Inteligencia sin límites a la que aspiramos por Herencia
Divina.
Cuando, pues, volvemos nuestro pensamiento al Pasado
por lógica dirigimos nuestro espíritu al Origen de nuestra
Civilización. Un Origen atrapado en aquel campo de batalla
donde la Fe y la Razón se enfrentaron delante de todo el
mundo, y en el que persisten en permanecer sin atreverse a
acercarse la una a la otra y abrazarse en la Paz que procede
del reconocimiento de los errores cometidos por ambas
partes.
El desplazamiento de la Fe por la Teología, relegada a
los Sacramentos, y de la Razón, secuestrada por la
Tecnología, en lugar de proponer un acercamiento entre
Iglesia y Universidad lo que hizo fue profundizar en la
brecha, hasta hacer imposible la reconciliación entre la
Razón material y la Fe espiritual.
Desde aquella declaración de enemistad entre Razón y
Fe allá por el siglo XIX ha llovido mucha agua. La
Revolución Francesa le abrió la puerta a una revolución
arqueológica a partir de la cual se ha amontonado sobre la
mesa una Data de valor incalculable a la hora de
plantearnos una recreación del Neolítico predecesor de las
primeras Ciudades Estados Mesopotámicas, allá donde el
Autor Divino emplazó el Edén de Adán y Eva.
Nuestra posición en el Tiempo y el Espacio han
experimentado una revolución gigante. Si mirar el Universo
con los ojos del Siglo XX es un ejercicio de ignorancia
descomunal, ¡cuánto más lo es mirar la Historia Universal
Antigua con los ojos del siglo XIX! Y aún así las miradas de
los historiadores del Mundo Antiguo entre los milenios 7º y
4º antes de Cristo permanecen ancladas en la playa de los
prejuicios creados antes de la Revolución Arqueológica de
finales del XIX y principios del XX.
¡Quién no recuerda aquellas sentencias lapidatorias de
los historiadores del XVIII y primera mitad del XIX
afirmando ser las ciudades de Nínive, Ur, Aran y demás
mencionadas en la Biblia mitos creados por una
imaginación religiosa divagante y divagadora creando
leyendas de ciudades, hombres y reyes que jamás
existieron!
¿El mismísimo Tiglat-Pileser III no fue considerado una
fábula bíblica sin fundamento histórico alguno? Sin
embargo, y no obstante los hechos, lo que caracteriza al
ignorante es su desprecio, su negación rotunda a reconocer
sus errores, sus fallos. El ignorante siempre tiene la razón,
aunque se equivoque, el ignorante siempre dice la verdad.
¿Cuando Tiglat-Pileser III y su Nínive salieron de la tumba
hubo uno solo, digo uno solo de entre todos aquellos
historiadores que negaron valor histórico alguno a la Biblia
que se rebajase para reconocerle a la Biblia su valor
histórico?
¡La Gaya Ciencia! dijo de ella uno de los pobres locos
más queridos por los pensadores del XX.
El tema sobre el que va a girar esta Introducción, como
se huele y se siente, tiene que ver con ese Mundo Antiguo
entre los Milenios VIII y IV antes de Cristo.
El texto en cuestión que nos va a servir de nave en este
Viaje por el Tiempo es tan conocido a nivel universal que
apenas si merece la pena citarlo, pero en honor a su Autor y
pensando en quienes por su posición en el espacio no han
tenido la oportunidad de leerlo, lo copio. Está escrito:
Al tiempo de hacer Yavé los Cielos y la Tierra, no
había aún arbusto alguno en el campo, ni
germinaba la tierra hierbas, por no haber todavía
llovido Yavé Dios sobre la tierra ni haber todavía
hombre que la labrase, y sacase agua de la tierra
para regar toda la superficie del suelo. Formó Yavé
Dios al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en
el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser
animado. Plantó luego Yavé Dios un jardín en Edén,
al oriente, y allí puso al hombre a quien formara.
Hizo Yavé Dios brotar en él de la tierra toda clase de
árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y
en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol
de la ciencia del bien y del mal. Salía del Edén un
río que regaba el jardín, y de allí se partía en cuatro
brazos. El primero se llamaba Pisón, y es el que
rodea toda la tierra de Evila, donde abunda el oro,
un oro muy fino, y a más también bedelio y ágata; y
el segundo se llama Guijón, y es el que rodea toda la
tierra de Cus; el tercero se llama Tigris, y corre al
oriente de Asiria; el cuarto es el Eufrates. Tomó,
pues, Yavé Dios al hombre y le puso en el jardín del
Edén para que lo cultivase y guardase, y le dio este
mandato: “De todos los árboles del paraíso puedes
comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal
no comas, porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás.”
La interpretación clásica de esta Historia Natural sobre
el Origen de nuestro Mundo (“de Adán y Eva nacieron todas
las razas humanas del mundo!”) enraíza su planta en el
judaísmo ortodoxo, que, recogida más tarde por el
Cristianismo Primitivo (Católico y Ortodoxo), se ha
mantenido en los medios Evangélicos más ultras. La voz de
la Sabiduría en boca de las ciencias de la Historia:
Antropología, Geología, etcétera, no ha sido escuchada en
razón del cuello al que la boca de la que salía la Voz venía
unida. Nosotros, a estas alturas de la Historia, no podemos
permitirnos el lujo de perder nuestro tiempo en análisis,
críticas, ataques, defensas, contraataques, réplicas, y así
hasta el infinito. La unificación de Historia Universal y
Biblia es un acontecimiento que pide paso. No se puede
seguir siendo un asno.
Durante los tiempos en que nuestro Conocimiento
sobre la Historia de la Vida en la Tierra estuvo reducido a
escasas generaciones atrás, con raíces en las mitologías y
leyendas de los ancestros, la interpretación del Génesis en
verdad debía mantenerse dentro del contexto de un dogma,
a fin de que la ignorancia no quisiese sustituir el Hecho en
función de la incapacidad humana para abrirse camino en el
Tiempo. Pero en nuestros días, cuando Nuestro
Conocimiento nos permite viajar por los Milenios,
mantener tal actitud dogmática no viene a cuento.
Hasta el ignorante más burro comprende que habiendo
Adán y Eva tenido únicamente hijos varones, ahí hubiese
debido acabarse la historia de la Primera Pareja, y que, si no
fue así, es porque cuando se habla de la Primera Pareja
bíblica no se hace referencia a la carne, sino al espíritu.
Nos toca a nosotros recrear el Acontecimiento de la
existencia de Adán y Eva dentro del Contexto de la Historia
Universal. Y para hacerlo debemos comenzar por el Origen
de la Vida en la Tierra.
Tampoco podemos seguir manteniendo aquella actitud
ultraortodoxa de encarar la letra del Texto Divino desde la
carne; desde la carne no podemos tomar al pie de la Letra el
Texto de la Biblia. Dios es Espíritu, escribe para una
inteligencia espiritual y es desde el espíritu de Inteligencia
a su Imagen y Semejanza que debemos leer e interpretar su
Palabra. En este orden, la formación del hombre del polvo
de la tierra hace referencia a una Creación Ascendente, en
términos científicos “Evolución”. La propia estructura de la
Creación del Universo que precede a esta Historia de Adán y
Eva nos pone delante una sucesión “evolutiva” que
comienza en las aguas, sigue en el aire, y pasa a tierra firme.
Una vez las especies mamíferas han “brotado” de tierra
firme viene el ser humano, cuyo Principio, ciertamente, se
halla en el polvo que llenara el planeta antes de su Fusión,
cual ya se ha visto en la Introducción a la CSXXI (Creación
del Universo según el Génesis).
Concluyendo este primer Punto:
El Muro que separara y sigue separando Ciencia de
Biblia fue la actitud ultraortodoxa de la Teología frente a la
voz de la Sabiduría en boca de la Ciencia. Esta sordera había
de conducir y condujo a la Ciencia a declararse enemiga de
cualquier intento de integración del Episodio de la
Formación de la primera pareja espiritual que conoció la
Creación de la Vida en la Tierra dentro del esquema general
de la Evolución del árbol de las especies.
Ambas, Fe y Razón, sufrieron las consecuencias de una
enemistad que elevó aquella irracionalidad hasta los límites
de jugarse el mundo el todo por el todo en dos guerras
mundiales, de las cuales la conclusión a sacar es una sola y
única: Si la Interpretación de los primeros Capítulos del
Libro Divino por quienes lo tuvieron en custodia acabó en
una demencia irracional insostenible desde la inteligencia;
no menos irracional fue la Interpretación de las ciencias
sobre una Evolución sin Dios, y que, por efecto, tenía que
pasar al mundo una información TOTALMENTE FALSA
SOBRE LA NATURALEZA de la Historia, del Universo, y
del mundo en su globalidad, información falsa que había de
conducir el pensamiento de las naciones a la demencia de la
guerra como instrumento de evolución y en cuyo campo
había de dirimirse la identidad de la Raza Fuerte, Superior,
llamada a dirigir la evolución de la Humanidad sobre la
Tierra.
La una como la otra son interpretaciones a desechar por
irracionales, y conducentes ambas a la demencia.
II
Dijo luego Dios: “Júntense en un lugar las aguas de
debajo de los cielos y aparezca lo seco.” Así se hizo, y
se juntaron las aguas de debajo de los cielos en sus
lugares y apareció lo seco; y a lo seco llamó Dios
tierra, y a la reunión de las aguas, mares. Y vio Dios
ser bueno. Dijo luego: “Haga brotar la tierra hierba
verde, hierba con semilla y árboles frutales, cada uno
con su fruto según su especie y con su simiente,
sobre la tierra.” Y así fue. Y produjo la tierra hierba
verde, hierba con semilla, y árboles frutales, con su
semilla cada uno. Vio Dios ser bueno y hubo tarde y
mañana, día tercero
Vemos y observamos que el Origen de la Vida se
encuentra bajo las aguas del Primer Océano, u Océano
Madre, que cubriera en su día las superficies de los
continentes. Fue en los suelos del Océano Primigenio que
Dios plantó la Semilla del Árbol de la Vida en la Tierra. Fue
allí que el primero de los reinos, el Vegetal, este inició su
desarrollo y saltó a tierra firme, colonizando las tierras que
al retirarse los dos Grandes Bloques de Hielo, Origen de los
actuales Casquetes Polares.
Recapitulando la Información ofrecida en la
Introducción a la CSXXI, diré que una vez reactivado el
Transformador Astrofísico que la Tierra contiene en su
Centro como Núcleo, la expansión de su Manto produjo el
efecto de elevación de las plataformas continentales, del que
se derivó la ruptura del Anillo de Hielo que al Principio
envolvió en su interior a la Corteza Primaria, con la
consiguiente retirada de los dos Bloques hacia los Polos
Geográficos y la natural Descongelación de la Masa
Ecuatorial sujeta a la elevación de las Grandes Cordilleras.
Así fue creado el Océano Madre bajo cuyas Aguas Dios
sembró la Semilla del Árbol de las especies.
Siguiendo la Información Divina sobre la actividad
Creadora durante el Tercer Día se deduce que el
levantamiento de las Plataformas Continentales y la
multiplicación del Océano Madre fueron las dos caras de un
mismo acontecimiento. También es de deducir que esta
multiplicación y el levantamiento de las tierras tuvo su raíz
en una actividad geofísica de extrema intensidad
vulcanológica, natural al calentamiento que experimentó el
Manto a consecuencia de la reactivación del Núcleo de la
Tierra.
Se sigue entonces, siguiendo siempre la hoja de ruta
trazada por nuestro Creador, que la primera forma de vida
que parió la Tierra fue el reino Vegetal. Y un Reino Vegetal
que, tras haberle abierto las puertas de la vida a las más
primitivas especies marinas, a medida que fueron subiendo
los continentes y bajando las aguas, dando lugar a océanos y
mares, sus Bosques Prehistóricos Marinos fueron
colonizando las tierras firmes que en su ascensión las
plataformas continentales trajeron bajo el sol de todos los
días. Este proceso no requiere de mucha imaginación
científica para ser recreado. El nivel del Océano Madre
desciende, los bosques marinos haciendo de frontera con
tierra firme se adaptan a la vida atmosférica y comienzan su
movimiento de colonización de todas las tierras bajo el sol.
En cuanto al árbol de la vida marina el número de las
especies se fue multiplicando y diversificando siguiendo el
principio clásico de la Ingeniería: Correspondencia entre
nivel de inteligencia y masa física. A menor desarrollo de
cerebro, mayor la masa corporal. Ley que hemos observado
en activo en el desarrollo de la tecnología moderna. Y de
aquí que Dios hablase de “grandes monstruos marinos”.
En cuanto a nosotros, una vez superada a todos los
niveles la ortodoxia religiosa, aquí hablamos de edades
geológicas.
Obvio decirlo, en lo que se refiere a la Creación del
Universo la Ciencia es la boca de la Sabiduría. Lo cual no
quiere decir que su palabra vaya a Misa, máxime cuando
ella se negó a entrar en el Templo de Dios a darle a su
Creador la verdadera Adoración que se merece el Creador
de todas las cosas, las de los Cielos como las de la Tierra.
Una enemistad que creemos superada en esta Introducción
y en base a ella decimos que la Sucesión de la Evolución de
la Vida en la Tierra siguió el curso de la lógica. Primero es el
Alimento y luego el Estómago. Primero el Reino Vegetal,
después las especies que habían de alimentarse del fruto de
ese Reino.
Así pues, el Reino Vegetal fue siempre un paso por
delante de las especies vivas. De manera que cuando las
Aguas bajaron y los Continentes subieron el Reino Vegetal
había ya colonizado la tierra firme y había comenzado a
transformar la Atmósfera Primaria, Fotosíntesis mediante.
Debemos entender que la Atmósfera Primaria con la
que Dios vistió la Biosfera, hablando siempre para este
Período de la Historia de la Ecosfera, estuvo enrarecida
hasta niveles tóxicos que hacían inviable cualquier vida,
toxicidad producto del vulcanismo en la base del
levantamiento de las plataformas continentales por la
reactivación del Núcleo de la Tierra durante su ocupación
de la órbita que le corresponde en el Sistema Solar, puntos
ya desarrollados en la Introducción a la CSXXI.
En este orden la Colonización del Reino Vegetal de
tierra firme, según las Aguas fueron bajando, fue de
necesidad; la activación de la función de fotosíntesis
comenzó directamente a transformar una Atmósfera
Primaria enrarecida que andando las edades biológicas la
conduciría a la Atmósfera Biosférica actual. Los Bosques
Prehistóricos, en efecto, hicieron su trabajo, y a medida que
fueron transformando la Atmósfera ellos mismos se fueron
adaptando a las nuevas condiciones químicas del aire, hasta
producir los actuales bosque y plantas que visten la Tierra.
Cuando se produce el salto de las aguas al aire y a tierra
firme de las especies que habían tenido por cuna el Océano,
la Atmósfera estaba preparada para recibirlas, y los Bosques
se habían transformado, como lo fueron bajo las aguas, en
la fuente de su alimentación.
El Camino hacia el Hombre estaba en marcha, pero aun
habían de pasar edades biológicas diferenciadas hasta ser
alcanzada la Vida del Primer Hombre.
Las transformaciones de la Atmósfera por el Reino
Vegetal, siempre a la vanguardia de la Evolución del Árbol
de las especies, determinó que los grandes monstruos de
tierra no pudieran adaptarse a la siguiente transformación
química, que, dejando de lado el Carbono como elemento
primordial atmosférico, trajo a primer plano el Oxígeno, el
Veneno que condujo a su extinción al Mundo de los
Dinosaurios y le abrió la puerta al Mundo de los Mamíferos.
Fue de esta Gran Rama Mamífera que nacería el
Hombre.
En este orden, si antes vimos al Reino Vegetal
colonizando tierra firme y desplegando sus Pulmones
Prehistóricos como Transformador Global de la Química de
la Atmósfera Primaria, en esta nueva Etapa podemos ver el
Mundo de los Dinosaurios como el Gran Leñador que
alimentándose directamente de la materia vegetal
arborícola, fue talando aquellos impenetrables Grandes
Bosques Prehistóricos, creando a su paso los valles que
pasarían a ser el hábitat natural del mundo de los
Mamíferos una vez que, por incapacidad de adaptación al
Oxígeno y la Nueva Fibra Vegetal, los Dinosaurios pasaron a
la Historia.
III
Dijo luego Dios: “Hiervan de animales las aguas y
vuelen sobre la tierra las aves bajo el Firmamento
de los Cielos.” Y así fue. Y creó Dios los grandes
monstruos del agua y todos los animales que bullen
en ella, según su especie, y todas las aves aladas,
según su especie. Y vio Dios ser bueno, y los bendijo
diciendo: “Procread y multiplicaos, y henchid las
aguas del mar, y multiplíquense sobre la tierra las
aves”. Y hubo tarde y mañana, día quinto
Grosso modo estas son las grandes líneas maestras
sobre las que ha hecho su marcha la Vida en la Tierra. Los
versículos del Génesis sobre la creación de la misma marcan
las grandes columnas entre las que se desarrollaron las
escenas biológicas que nuestro Creador produjo y dirigió
desde la creación misma de los Cielos y de la Tierra. El Plan
universal estaba delineado desde antes del Principio; el
Principio marca el Origen de la acción, el inicio del
movimiento que partiendo del polvo había de dar a luz
“Vida Inteligente a imagen y semejanza de Dios”, es decir,
vida llamada a tener una relación directa y familiar con el
Creador del Universo, en especial, y del Cosmos, en general.
El nacimiento de un hijo de Dios, hijo de la Tierra,
marcaría el Fin del recorrido, y fue dentro de este Orden
Teleológico sobre el que el Principio fue puesto en marcha.
En lo tocante a la sucesión y trasformaciones del árbol
de las especies y de la Biosfera la irrupción en estas áreas
debe ser llevada por aquellos que tienen su talento en la
especialización. Sin entrar por esta Puerta, sin embargo, no
se llega a ninguna parte. A alguna se llega, por supuesto, sin
duda alguna a la creación de un mundo ficticio que existe
únicamente en la cabeza de sus creadores, y cuyo fruto
envenenado al ser comido por las naciones conduce al
campo de la guerra mundial.
Ya hemos visto su veneno en el espacio del siglo XX. Es
Hora de cortar ese árbol, quemar sus raíces, tronco y ramas
y mantener el acceso a esa sementera de veneno lejos del
alcance de la inteligencia de los siglos venideros. No
debemos volver a mirar atrás. Lo pasado, pasado está.
Recrear el Pasado desde el Futuro es nuestra mejor opción.
Debemos tener en cuenta que el Autor Divino centra sus
líneas en la Historia del Género Humano. Aunque el Autor
abra su Libro hablando de la Creación del Universo
inmediatamente concentra nuestra atención en la Creación
del Árbol de la Vida en la Tierra, o árbol de las especies, y
esta Creación referida al Género Humano.
Las líneas capitulares nos hacen viajar al fondo del
Océano Madre del que nacieron todos los océanos y mares
que llenan la Biosfera en nuestros tiempos. Es en el suelo de
ese Océano Madre que Dios hizo germinar la Semilla del
Árbol de la vida en la Tierra. Naturalmente estamos
hablando de un Proceso cerrado a toda inteligencia y
exclusivamente abierto al Espíritu Creador del Cosmos.
Aquí el dogma entra. Aquí nuestra inteligencia tiene su
límite. Aquí la Ciencia debe recular y abandonar la
demencia de soñar con la creación de vida inteligente a
imagen del hombre. A la manera que la Encarnación es un
Acontecimiento que supera toda inteligencia, y de aquí el
Dogma, asimismo la creación de la Semilla Germinal del
Árbol de la vida es un territorio inaccesible para toda
criatura: insistir en abrir esa puerta no conduce sino a la
demencia, y esperar de una ciencia que se abandona a la
demencia un fruto de Futuro es un acto suicida tan
irracional como para ni siquiera pararse a pensar en su
posibilidad. Si la Sabiduría es la Madre del la Ciencia, que lo
es, la Ignorancia fue la madre de aquella Demencia que
arrastró al siglo XX al Campo de la Guerra Mundial.
Dicho esto, de regreso al tiempo del levantamiento
sincronizado de las plataformas continentales y el
consiguiente descenso del nivel del Océano Madre, durante
este espacio de tiempo biológico nos encaramos a un
despliegue de ramas marinas de masa tal, cada más más
creciente, lo suficientemente poderosa para ejercer una
presión desde el interior hacia el exterior, deviniendo la
causa del Gran Salto de la vida marina a la vida aérea. Esta
será la línea de la que, andando el tiempo, nacerá la Gran
Rama de los Mamíferos.
Por el lado del Salto del Agua a Tierra Firme el Autor
Divino deja de lado el nacimiento de la Gran Rama Anfibia
Madre del Mundo de los Dinosaurios. Ya vemos que el
Autor salta del Tercer Día al Quinto, salto que hemos
seguido en el Punto anterior deduciendo de la Lógica el
movimiento de la Realidad. Un Salto hecho a consciencia
que nos permite comprender que durante el tiempo de
Transformación de la Atmósfera Primigenia por el primer
reino de los árboles y hasta que la presión de la masa
biológica marina produjo la Evolución de los peces en las
Primeras Aves, durante este entreacto tuvo lugar el
Acontecimiento de la Expansión del diámetro de los Cielos y
su Reorganización estelar en Constelaciones Fijas en el seno
de la Estructura Astrofísica Celeste Global. Es decir, la
energía alrededor del Sistema Solar y dentro de la propia
Tierra experimentó una transformación ecuacional; de
donde podemos decir que la Creación de la Vida se produce
en condiciones de energía superior al nivel de energía
requerido por la Evolución una vez el Árbol de la vida ya se
independiza en el seno de su Naturaleza específica.
Igualmente, que el tiempo geológico transcurrido entre la
Creación y la multiplicación de la masa viva necesaria para
producir una presión biológica creadora del Salto de un
sistema marino a un sistema atmosférico: debemos contarlo
desde una medida geológica activa. Los especialistas están
ahí para, partiendo de los datos sueltos existentes, recrear,
una vez abandonadas las imágenes para ignorantes
desarrolladas durante el siglo XX, el escenario global sobre
cuyas tablas se produjo el movimiento.
En el orden de la Información bíblica tenemos en
primer lugar: la Creación del reino vegetal y su colonización
de tierra firme; y, en segundo lugar: el aumento de la vida
marina hasta formar esa presión de masa que produciría el
Salto de la vida marina a la aérea, de la que por lógica de su
adaptación a la vida arborícola habría de proceder el reino
de los Antropoides.
El punto en cuestión que siempre nos quedará en el aire
será conocer a ciencia cierta en qué instante de la historia
del Mundo de los Dinosaurios se produjo este Salto de la
vida marina a la aérea. No obstante la incertidumbre el
Texto nos dirige. En el Día Quinto dijo Dios “…y
multiplíquense sobre la tierra las aves”. Para en el Día Sexto
decir enseguida: “Brote la tierra seres animados según su
especie, ganados, reptiles, bestias de la tierra según su
especie”. De aquí se puede deducir que el Gran Salto
predecesor del Reino de los Mamíferos tuvo lugar en alguna
parte al extremo de la Historia Final del Mundo
Prehistórico directamente surgido del Océano Madre. El
reino de los Monstruos Leñadores había cumplido su
objetivo; los Bosques Prehistóricos fueron talados, dejando
bajo la luz del sol grandes valles. La Transformación
Química de la Atmósfera Primigenia había igualmente
alcanzado su punto final. El Oxígeno le puso Fin a la
Historia del reino de los Monstruos Leñadores.
De todos modos no debemos ver el Salto de la vida
marina a la aérea bajo la luz de un prisma exclusivo. Quiero
decir, la Evolución tiene sus etapas, cada ola le abre camino
a la siguiente; de manera que al producirse el salto de la
rama biológica de la que saldría el mundo de los simios
antropoides podemos situar este momentum en alguna
parte del proceso de intersección entre el Fin de una Era y el
Principio de otra.
Que la Vida se posara en tierra nos descubre la
desaparición de los dinosaurios. Que la Vida evolucionase
en la dirección de las especies paternas de todas las
existentes al Presente nos descubre igualmente el Fin de la
Era de los Monstruos como Pasado, y el Principio del reino
de los Mamíferos como el Acontecimiento del Futuro.
Nos queda entrar en el nacimiento del Antropos, padre
del Homo Sapiens. Punto sobre el cual la Ciencia ya ha
marcado las líneas, pero sobre el cual, sin embargo,
arrastrada por su prejuicio anticreacionista, nos ha dejado
sobre un escenario irreal, absurdo.
Parece evidente que la rama Antropoide tuvo su
nacimiento en el Bosque Prehistórico de finales del Mundo
de los Dinosaurios. Y que en el corazón de aquellas familias
de Simios Antropoides el que más tarde sería el padre del
Homo Sapiens desarrolló su inteligencia y formó su
estructura aerodinámica. No parece difícil comprender que
definiéndose la rama antropoide en su relación con el
mundo salvaje dentro de un contexto físico, el desarrollo de
un lenguaje primario de comunicación entre las familias del
bosque, alertando del peligro de acercamiento a sus lugares
de las grandes bestias de finales del Mundo Dinohistórico,
elevase a la familia dotada de semejante poder de
comunicación primaria a la jefatura interfamiliar. Este sería
el Antropos. Del cual nacería, andando el tiempo, el Homo
Sapiens, padre del Primer Hombre.
IV
Díjose entonces Dios: “Hagamos al hombre a
nuestra imagen y semejanza, para que domine
sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo,
sobre los ganados y sobre las bestias de la tierra, y
sobre cuantos animales se mueven sobre ella”.
El Movimiento en el Tiempo de la Creación de la Vida a
Imagen y semejanza de la Divina nos abre la Inteligencia a
un universo de conocimiento de tal magnificencia y
grandeza como nunca generación alguna pudo imaginar.
Esta obertura nos exige desprendernos del universo ficticio
en el que la Ciencia se internó en represalia contra la actitud
de la Teología Oficial de las iglesias, para acabar creando
ese castillo en el aire que es la CSXX, y que, por lógica, no
resistirá EL EMBITE DE LA TORMENTA que se acerca.
Mientras antes se desaloje ese castillo y sus herederos lo
dejen desintegrarse en el aire menor será el daño; pues de
insistirse en su defensa su caída a tierra puede poner en
peligro la Paz Mundial.
En este orden que las escamas se transformasen en
plumas y las plumas en pelos; las aletas en alas y patas, y las
alas en brazos, la sucesión evolutiva nos parece,
filogenéticamente hablando, elementalmente natural. Los
tiempos será de otro orden. Lo que aquí nos preocupa, en
definitiva, es romper esas imágenes artificiales creadas para
consumo de masas y presentan el mundo de los dinosaurios
en el seno de las condiciones globales típicas de nuestro
propio mundo. Otro tanto pasa a la hora de la recreación del
origen de las familias de simios antropoides que ejercieron
de especies de acompañamiento al tronco del que nacería el
Antropos, padre del Homo Sapiens.
Así pues, situado el nacimiento del Antropos en el
Bosque Prehistórico, nos toca situar el Origen del Homo
Sapiens, su hijo, en el Valle. Esta Revolución filogenética
debemos emparentarla con un Hecho Cósmico de
importancia vital: La Tierra como Paraíso de especies de
toda suerte, de donde tomar parejas sin número con las que
vestir el Mundo de Origen de los hijos de Dios a los que la
Palabra se refiere cuando dice: “Hagamos al hombre a
nuestra imagen y semejanza”.
Esta cuestión de la Tierra como mundo de exploración
por parte de civilizaciones de otros mundos es un asunto
dejado de la mano de Dios y recogido por las manos de la
ciencia-ficción, con el consiguiente deterioro de la visión
que le corresponde a su recreación por parte de nuestra
inteligencia. El Hecho le pertenece a la Historia de la Tierra,
en especial, y a la Historia de la Creación del Universo, en lo
general. A nosotros nos cabe comprender que siendo los
Cielos y la Tierra de la Propiedad exclusiva de su Creador es
a Él y únicamente a Él a quien le tocaba escribir dentro del
libro de la Historia de la Tierra los capítulos que habrían de
escribirse. Las argumentaciones de la ciencia-ficción sobre
si era improcedente o procedente una interrelación entre
nuestro Mundo y el Mundo de esos hijos de Dios a los que
Dios se dirige en su Decreto de Formación del Hombre a la
Imagen y Semejanza de todos ellos, estas argumentaciones
no tienen ni cuerpo, ni materia en el terreno de la realidad.
El Creador del Universo y de la Vida es quien escribe el
Principio y el Futuro de su Obra.
En este orden, entonces, la creación del Árbol de las
especies en la Tierra puso en vivo una rama del Árbol de la
Vida Cósmica, rama sui generis cuyo paso por la Creación
había de concluir su movimiento con su traslado al Mundo
del propio Señor Dios, Creador de los Mundos, pasados,
presentes y futuros. Todo Mundo en su Infancia es un
Paraíso con el que Dios viste el suyo; el acceso al cual es
libre para todos los hijos de Dios. Y sería esta Libertad de
movimiento la que observada por el Antropos desde las
fronteras de su reino arborícola generó en su Ser la segunda
de las propiedades de la Inteligencia: La Imitación. Este
Imitación del movimiento a dos piernas sería el Principio
del Homo Sapiens y sus familias.
Cuánto tiempo duró esta evolución antropológica de la
vida arborícola a la vida en el valle, desplazándose el Homo
Sapiens entre las familias salvajes de aquellos tiempos
siguiendo la Imitación de los dioses: Movimiento sobre dos
piernas; esta cantidad de tiempo pertenece a la esfera de la
Concepción de la Actividad Creadora por un Ser Divino que
tiene en la Eternidad su tiempo natural y produce y dirige
su Actividad Creacional en razón de Su naturaleza eterna.
Pararnos a establecer un número es un ejercicio de vanidad
tan absurdo que por absurdo no merece la pena ni pararse.
Los hechos son los hechos y a ellos nos remitimos.
Las aventuras del Homo Sapiens en las edades del
Paleolítico, desde que se pone sobre sus piernas en el Valle y
se mueve entre las grandes bestias salvajes de las que
descienden la Fauna actual, esta Aventura está por ser
escrita. Pero que el Homo Sapiens, físicamente hablando, se
impuso entre las familias de las bestias del valle paleolítico
en razón de su fuerza física es una conclusión que se nos
descubre en las grandes construcciones megalíticas que nos
ha dejado en legado su paso sobre la Península Ibérica. Que
además de la Fuerza física, el Homo Sapiens tuvo en su
inteligencia su arma más poderosa lo tenemos igualmente
reflejado en sus museos murales ibéricos y galos, Altamira
Lascaux, etcétera. Desafortunadamente para todos la
ignorancia prejuiciosa de la cosmología del XX contagió con
su virus malicioso a todas las ramas del árbol de las
ciencias, legándole al XXI una historieta de las familias
humanas del Paleolítico tan intelectualmente pobre y
deprimente como para diagnosticarle a la inteligencia de las
ciencias de la Historia de la vida en la Tierra una patología
severa, contagiosa, víricamente maligna, promotora de las
guerras mundiales mediante su defensa de la naturaleza
dual del hombre. Si en las edades clásicas del mundo
antiguo el ser humano fue dividido en esclavos y libres; con
la llegada del mundo moderno la división pasó a ser entre
fuertes y débiles. Para finalmente en la edad atómica la
división mantenerse entre pobres y ricos. Tres fases de una
misma esquizofrenia maligna que, como hemos visto en el
siglo XX, de sus efectos demoledores debemos concluir que
el momentum final de este movimiento debe conducir a la
vida en la Tierra a una orgía apocalíptica global de las
civilizaciones presentes, alienación de lo espiritual en lo
humano mediante.
Pero no es tiempo de crítica, sino de reconstrucción de
una Memoria perdida en los milenios, sujeta a
interpretaciones esquizoides, las unas por una razón las
otras por otras razones, pero todas conducentes a mantener
la Creación del Hombre a la Imagen y Semejante de su
Creador en la condición de las bestias, atómicamente
vestidas, pero bestias predispuestas a mantener esa división
ancestral a cuyo abismo fue la Vida Humana en la Tierra
arrastrada por la Caída del primer reino historizado, Caída
provocada cuando el primer rey cuya cabeza ciñó corona
entre los pueblos del mundo cayó en el error de creer que la
Imagen y Semejanza a la que había sido el Hombre llamado
tenía por objetivo alzarse como Dios en la Tierra. El objetivo
original revelado en la Persona de Cristo Jesús, “el Hombre
fue creado para realizar en su ser la condición de los hijos
de Dios”, no creo necesario insistir en un Punto sobre el que
volveremos hablando de la Caída. Sobre lo que sòi creo
necesario insistir es en la pobreza intelectual de la ciencia
del XIX y del XX cuando proyectó la Ecosfera tal cual existe
miles de años después a las Edades de un Paleolítico cuya
Ecosfera se caracterizó por la exuberancia de sus reinos,
tanto vegetal como animal. Es deprimente, hasta el punto
de aconsejarles a los biólogos y antropólogos una visita al
psiquiatra, ver sus pinturas sobre las propiedades de la
Ecosfera en cuyo seno hizo el Homo Sapiens su Camino
desde el Paleolítico hacia el Neolítico. Es verdad, saltar de la
incredulidad religiosa a este estadio de afirmación de la
Evolución como instrumento al servicio del Creador del
Árbol de las especies, puede parecer a saltar de un extremo
al otro. Ahora bien, nuestra generación no hereda de la
Teología y de la Ciencia sino aquellas palabras que vienen
de la Sabiduría, aquellas que han tenido en el orgullo de los
hombres su cuna las rechazamos por espúreas, portadoras
de virus maligno, semilla de patología intelectual y
enfrentamiento entre las criaturas de Dios.
Al igual que contra las imágenes ficticias para consumo
de las masas tocante al mundo de los dinosaurios y su
desaparición artificial por ese meteorito, respuesta de
ignorantes para ignorantes, papilla para chiquillos
intelectuales, debemos rechazar esas imágenes de un Homo
Sapiens enclenque y raquítico, carnívoro y caníbal; son
imágenes para consumo de idiotas intelectuales, forjadas
por idiotas intelectuales de peor calaña por en cuanto
teniendo delante las construcciones megalíticas del Homo
Sapiens y sus Altamiranas Obras de Arte en su maldad
prejuiciosa persisten en mantener esa imagen de un
Hombre Paleolítico escuálido y miserable en medio de un
Mundo Animal Salvaje infinitamente más poderoso que el
heredado por sus lejanos parientes de nuestros días.
En este orden y ya puestos es justo observar que la
Creación ha seguido dirigiendo el ritmo de la Vida en
oleadas. Esta sucesión es la que ha confundido a los
antropólogos y sigue confundiéndolos cada vez que
descubren la existencia del Homo Sapiens un tercio más
adentro hacia los principios del Paleolítico. La
sincronización entre los Sapiens pobladores de los
diferentes continentes se produjo acorde a las propiedades
naturales a las estructuras de esos continentes. Las Razas
vinieron igualmente pautadas por esas propiedades. De
donde se deduce que tan absurda es la interpretación
religiosa del origen de la humanidad desde una única pareja
humana, como absurda es la interpretación científica de
haber tenido su origen todas las razas humanas en algún
punto de África.
Poca duda cabe, en su desprecio por la Fe, la Ciencia se
fue al extremo opuesto, para acabar cayendo en la misma
trampa donde la Teología se cogió las piernas. Mantener
que el Hombre nació en África Negra y que del Primer Tipo
Homínido Negro surgió el Blanco, el Amarillo, el Rojo, y el
Oliva, tan demente es lo último como lo primero: Que el
Blanco fue el padre del Negro, del Amarillo, del Rojo y del
Oliva. La verdad incontestable es que el Árbol de la vida en
la Tierra echó sus Raíces bajo las aguas del Océano Madre,
sacó su Tronco fuera de las Aguas y expandió su Ramas por
todas los Contingentes, sobre cuyas tierras las diferentes
Ramas del Gran Árbol de las especies extendió sus Brazos,
depositando en el Tiempo las semillas de las que vinieron a
Luz las distintas Familias Humanas sobre las que Dios
llovió su Palabra : “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y
a nuestra Semejanza”.