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El uniforme de la soldadesca de Mazuecos (Guadalajara) Teresa DÍAZ DÍAZ Madrid I. El ejército español en tiempos de Carlos V: contexto internacional, creación y organización de las tropas, levas, tácticas, principales campañas (Lepanto). II. Equipamiento de uniformes a los soldados. III. Orígenes de la soldadesca en Mazuecos. IV. Otros ejemplos de soldadesca en la provincia de Guadalajara. V. Bibliografía consultada y de referencia. El Patrimonio Inmaterial de la Cultura Cristiana, San Lorenzo del Escorial 2013, pp. 679-692. ISBN: 978-84-15659-13-6.

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El uniforme de la soldadesca de Mazuecos

(Guadalajara) 

Teresa DÍAZ DÍAZ Madrid

I. El ejército español en tiempos de Carlos V: contexto internacional,

creación y organización de las tropas, levas, tácticas, principales campañas (Lepanto).

II. Equipamiento de uniformes a los soldados.

III. Orígenes de la soldadesca en Mazuecos.

IV. Otros ejemplos de soldadesca en la provincia de Guadalajara.

V. Bibliografía consultada y de referencia.

El Patrimonio Inmaterial de la Cultura Cristiana, San Lorenzo del Escorial 2013, pp. 679-692. ISBN: 978-84-15659-13-6.

Existen varias celebraciones religiosas, festivas y tradicionales a lo largo y ancho de la provincia de Guadalajara en las que la soldadesca acompaña en la procesión a la Virgen, estas celebraciones tiene en común al grupo de soldados, lo que varía es que visten diferentes uniformes, en esta ocasión cabe destacar la originalidad de los trajes que presentan los soldados de la localidad de Mazuecos en Guadalajara, en la fiesta dedicada a la Virgen de la Paz, que se conmemora todos los años a finales de enero. Como ya dimos a conocer en nuestro anterior trabajo sobre las Advocaciones Marianas de Gloria1, donde se explicaba los antecedentes y el proceso del ritual religioso, estos trajes según la tradición se siguen presentando según la moda de los Tercios de Flandes, mientras que en las otras localidades varían los uniformes, en cuanto al colorido, que representan ‘soldados’ (romanos las más de las veces) en las procesiones de Semana Santa, que en muchos casos han alcanzado plena autonomía como es el caso de los ‘armats’ y los ‘manaies’ en Cataluña, o los ‘armados de la macarena’ entre otros muchos ejemplos en España, mientras que en la localidad de Mazuecos se sigue manteniendo la misma tradición, y se desfila con el mismo uniforme desde hace más de cuatro siglos. I. EL EJÉRCITO ESPAÑOL EN TIEMPOS DE CARLOS V: CONTEXTO

INTERNACIONAL, CREACIÓN Y ORGANIZACIÓN DE LAS TROPAS, LEVAS, TÁCTICAS, PRINCIPALES CAMPAÑAS (LEPANTO)

El merito de los Reyes estriba en crear un ejército del estado al servicio

del estado, frente a la época anterior que lo aportaban la nobleza o la contratación de mercenarios que aportan sus propias mesnadas como ocurre en las guerras de los Trastámaras.

Consideremos que la primera milicia profesional en forma de auténtico

ejército llegó con Carlos I de España, a su vez Carlos V de Alemania (1500-1558) hijo de Juana I de Castilla (La loca) y de Felipe I de Habsburgo (el Hermoso), que al heredar el Sacro Imperio Romano Germánico, heredó también multitud de enfrentamientos y sus guerras por Europa. En 1519 Carlos V favoreció

1 DÍAZ DÍAZ, T., “Nuestra Señora de la Paz en Mazuecos (Guadalajara)”, en Advocaciones Marianas de Gloria, San Lorenzo de El Escorial 2012, pp. 443-460.

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la formación de las milicias que ya su abuelo Fernando el Católico había permitido formar un ejército, que acabaría con la revuelta de los comuneros y en levante el conflicto de las germanías y otros problemas de capital importancia como era el caso de los Protestantes en Alemania, el expansionismo Francés apoyado por los estados pontificios, la expansión del Imperio Otomano y la piratería en el Mediterráneo. En España se desarrolla la hostilidad contra una nobleza extranjera y el desarrollo de las burguesías urbanas, en contraposición del poder de la aristocracia.

Para todos estos frentes se necesita un gran componente humano, reclutado para la batalla, formando un ejército, el cual desde el primer momento, ya llevaba sus tropas vestidas combinando el amarillo y rojo, colores de Aragón2.

Al llegar a España el emperador Carlos I encontró un magnífico ejército

de casi 32.000 hombres, la mayor parte de ellos voluntarios. A los que decidió uniformarles al modo alemán, como él estaba acostumbrado, pero con los colores nacionales, rojo y amarillo3:

“… E mandamos que para la provisión de la dicha gente se lleven e gasten solamente paños de Alicante e de tierras de Baeça enrubiadas (de color amarillento) e paños pardillos (de color pardo) comunes e burieles (de color rojo) de la Mancha e veynt quatrenes de Córdova de colores, e veinte y seisenes de Toledo, e cordellates (lana basta) de calças e frisas (lanas finas para forros) bureladas (con franjas) de todas colores, e otros paños comunes de poco preçio, porque d’esto la dicha gente se opodrá bien vestir e a menos costa”

y que su armamento fuese uniforme para todos y compuesto de bacinete,

coselete completo, quijotes, coderas y guardabrazos y escudo metálico como armas defensivas, y pica y espada como ofensivas. En 1534 se organizó la infantería española en ‘tercios’, compuestos cada uno por 3000 hombres al mando de un maestre de campo. Cada tercio solía tener 12 compañías de las que cuatro eran de arcabuceros y las restantes de piqueros.

La Guardia Real estaba integrada al principio del reinado de Carlos I por

las Guardias Viejas de castilla, la Compañía de alabarderos, los Arqueros de

2 FERNÁNDEZ DURO, C., Armada Española (desde la unión de los reinos de Castilla y

Aragón. Madrid 1903. 3 La profesora e historiadora militar Dra. Ana Belén Sánchez Prieto ha localizado en el Archivo

de la Casa de Osuna que estos colores, impuestos por el Emperador, usados desde 1523.

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borgoña y los Estradiotes pero con el paso de los años cambió quedando compuesta la Guardia Real por: Guardia Vieja (formada por inválidos y lisiados) y la Alemana, la cual vino de Alemania en 1519.

Según algunos autores se dio este nombre a las tropas españolas de infantería del siglo XVI en recuerdo de la tercia legión romana, que estuvo destacada en la Península Ibérica. Por su parte don Sancho de Londoño4, militar distinguido que prestó sus servicios a principios del siglo XVI, se expresa en estos términos en un informe que dirigió al Duque de Alba:

“Los Tercios, aunque fueron instituidos a imitación de las tales legiones (romanas), en pocas cosas se pueden comparar a ellas, que el número es la mitad y aunque antiguamente eran tres mil soldados, por lo cual se llamaban Tercios y legiones. Ya se dice así aunque no tengan más de mil hombres. Antiguamente había en cada tercio doce compañías, ya en unos hay más y en otros menos, había tres Coroneles que lo eran tres capitanes de las doce, cosa muy necesaria para excusar las diferencias que nacen cuando se envían de una compañía arriba alguna facción o presidio”.

Los primeros tercios estuvieron formados por todo tipo de nacionalidades

que comprendían, por aquellos años, las posesiones españolas a lo largo del continente, y se crean a raíz de la expedición a Túnez y son organizados en 15 de noviembre de 1536 y nacen para combatir la Berbería sobre todo en tierras italianas. Los tercios españoles, así llamados probablemente por los tres elementos de los que estaban compuestos, aparecieron por primera vez en Italia y eran conocidos por el nombre de las regiones donde estaban acantonados, Milán, Nápoles, Sicilia o Cerdeña. Más tarde, cuando Felipe II decidió enviar un ejército a los Países Bajos, creó el tercio de Flandes. Los hombres que los componían pertenecían a las diversas nacionalidades del imperio, aunque se sentía predilección por los soldados españoles.

Los tercios fueron la pieza esencial de la hegemonía terrestre y en ocasiones

también marítima del Imperio Español Los tercios españoles fueron el primer ejército moderno europeo, entendiendo como tal un ejército formado

4 Entró al servicio militar en 1542 como piquero a las órdenes de Fernando Álvarez de

Toledo y Pimentel, III duque de Alba, siendo destinado a reforzar la frontera española con Francia por las amenazas de Francisco I. En 1544 fue destinado a Alemania, donde las tropas del emperador Carlos V se enfrentaban a las de la Liga de Esmalcalda. En 1547 participó en la batalla de Mühlberg. Al año siguiente sería nombrado teniente de caballería.

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por voluntarios profesionales, en lugar de las levas para una campaña y la contratación de mercenarios, reclutados para una guerra en particular. El término se utiliza por primera vez después de la reforma del ejército de octubre de 1534 y la ordenanza de Génova de 1536 su origen podría venir de que cada tercio representaba una tercera parte de los efectivos totales destinados en Italia.

El cuidado que se ponía en mantener en las unidades un alto número de

soldados veteranos y su formación profesional, junto a la particular personalidad que le imprimieron los orgullosos hidalgo de la baja nobleza que los nutrieron es la base de que fueran la mejor infantería durante siglo y medio. Además fueron los primeros en mezclar de forma eficiente las picas y las armas de fuego. Con estas tropas españolas asentadas en Italia, -carlos I organizaba su ejército en tres tercios: uno de los reinos de Sicilia, otro en el ducado de Milán (o reino de Lombardía) y otro en el reino de Nápoles. Poco después se creó el Tercio de Galeras (que fue la primera unidad de infantería de marina de la historia).

El tercio en un principio era un estado mayor que tenía bajo su mando una

serie de compañías que se hallaban de guarnición dispersas por diferentes plazas de Italia, Este carácter peculiar se mantuvo cuando se movilizaron para combatir en Flandes.

Muchas de las acciones de guerra no eran grandes batallas, sino una sucesión

de golpes de mano, escaramuzas, pequeñas batallas y asedios. En todos estos casos, Los Tercios resultaron muy eficientes, para defender el amplio territorio.

En España las diez o doce compañías que constituían un tercio se formaban

con voluntarios, como forma de promoción social; el alistamiento se producía por tres modalidades, una de ellas era los segundones de las familias nobles que preferían la carrera militar a la cortesana o eclesiástica, otra forma era la de los reclutas que querían escapar de la justicia, así años más tarde cuando Felipe II necesitaba desesperadamente tropas para la guerra de Flandes, reclutó un tercio formado por bandidos catalanes a los que perdonó a condición de que se enrolaran en el ejército español.

Un ejemplo de ello es la participación de Miguel de Cervantes en la

Batalla de Lepanto, que resultó herido, sufriendo la pérdida de movilidad de su mano izquierda, lo que valió el sobrenombre de ‘El manco de Lepanto’. Este escritor, que estaba muy orgulloso de haber combatido allí, la calificó como “la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros”.

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“-Ésta es cadena de galeotes, gente forzada del rey, que va a las galeras. -¿Cómo que gente forzada? –preguntó don Quijote-. ¿Es posible que el rey haga fuerza a ninguna gente? -No digo eso –respondió Sancho-, sino que es gente que, por sus delitos, va condenada a servir al rey en las galeras de por fuerza”.

(El Quijote, I-XXII).

Por último, había siempre quienes se ofrecían voluntarios porque no podían

ganarse el sustento excepto mediante el trabajo manual y para algunos castellanos la carrera militar era infinitamente mejor que trabajar. En una de estas tres circunstancias estaría nuestro protagonista Juan López de Mazuecos, aunque desconocemos los motivos por los cuales se alistó como soldado a la Batalla de Lepanto.

Cada Tercio disponía de un médico, un cirujano y un boticario. Todas las

compañías contaban con un barbero para los primeros auxilios y los heridos graves se trasladaban al hospital general, donde había enfermeros, médicos y cirujanos.

“La eficacia de los cirujanos de las galera del siglo XVI, era sin duda grande, pues fue aquella centuria prodiga en grandes anatómicos españoles; y por lo tanto, en grandes cirujanos. Las continuas guerras adiestraron a estos prácticos en el tratamiento de las heridas, en el que llegaron a ser maestros, inaugurando la curación por primera intención y desechando el uso, entonces corriente, de ungüentos y aceites”5.

Lo cierto era que la mayoría de los soldados veteranos estaban cubiertos

de cicatrices y muchos acababan lisiados o mutilados. Las amputaciones iban seguidas de la cauterización, y las curas de las heridas se hacían con maceraciones de vino o aguardiente y algunos ungüentos, pero eso no frenaba a veces la infección o las supuraciones, lo que acababa por degenerar en gangrena u otras enfermedades contagiosas.

5 Conferencia pronunciada en el Jockey Club de Buenos Aires el 7 de abril de 1937 por D.

Gregorio Marañón, publicada en 1939 en el Yachting Argentino y titulada “La vida en las galeras en tiempos de Felipe II”, en Ars Medica. Revista de Humanidades (Madrid), 4 (2005) 231.

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El médico y el cirujano eran nombrados por los Capitanes Generales, siendo

el primero responsable del hospital de la unidad en realidad un embrión de hospital donde debía contar con una farmacia provista de los medicamentos de empleo más frecuente, que se compraban a los boticarios a los precios tasados por el Maestre de campo. El servicio de sanidad del tercio no se limitaba a la asistencia de soldados heridos o enfermos, sino que de él se beneficiaban también todos aquellos que se desplazaban con las tropas, familias, criados, mujeres.

Hay que tener en cuenta que aunque la evaluación numérica de estos

acompañantes no resulta fácil, es probable que contando con ellos, el efectivo del tercio fuera doble. Si a escala de tercio la asistencia médica era rudimentaria (¡con frecuencia los heridos se confiaban a los barberos!), la estructura sanitaria contaba para el conjunto de la Infantería, con varios hospitales de campaña (enclavados tanto en el teatro de operaciones como en los itinerarios logísticos) y un hospital general relativamente bien equipado y atendido. Aunque la asistencia médica prestada en estos establecimientos era gratuita, su funcionamiento dependía de aportaciones deducidas del sueldo de cada soldado proporcionalmente a su salario. Tal contribución, especie de cuota de seguro, denominada ‘real de limosnas’ era de diez reales para el Capitán, cinco para el Alférez, tres para el Sargento y uno para la tropa.

II. EQUIPAMIENTO DE UNIFORMES A LOS SOLDADOS

En 1603 se trató de reorganizar el ejército quedando dividido en dos grandes núcleos: Ejército Peninsular y el de Flandes. Respecto a las Milicias Provinciales se dictaron dos disposiciones en 1609 y 1620 con el objeto de poner un poco de orden en su instrucción y mando. Con relación a su uniformidad podía decirse que no existía, si el Rey no podía pagar a sus soldados mucho menos facilitarles trajes o uniformes. Por eso cada uno vestía como podía y con mayor o menor lujo dependiendo de sus suerte en el combate o en el juego.

En 1652 se varió el colorido de los uniformes, quedando el soldado uniformado

totalmente de pardo y se adoptó el coleto de badana para proteger el uniforme del roce de las bandoleras y se suprimieron los lazos encarnados de los zapatos.

En 1632 se dispuso la sustitución de las calzas acuchilladas por los calzones

‘gregüescos’ de paño amarillo y se adoptan las medias calzas de estambre encarnado y el zapato de piel de vaca en su color natural atado con un gran lazo de cintas rojas; cada soldado recibió también un jubón amarillo con faldones largos y la ‘hungarina’ o capotillo de mangas abiertas, pero esta vez

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confeccionado de manera uniforme en paño de color pardo, esta prenda se utilizó para abrigarse, con Carlos I apareció una capilla corta y bordada denominada: tudesca.

La prenda más habitual en la época de Felipe II era el ‘herreruelo’,

especie de capotillo con las mangas abiertas a modo de aletas, que solía vestirse sobre el jubón, que era lisa y de color negro (vino a sustituir a la tudesca). Los calzones eran de lo más variado. La espada y gavilanes fueron de uso general, yanto por los piqueros como por los arcabuceros o mosqueteros. Losa piqueros o coseletes dejaron parte de su armadura tradicional utilizando únicamente un peto, espaldar y bacinete, desechando los guarda-brazos y escarcelas. - Calzas: prenda de vestir que, según los tiempos, cubría, ciñéndolos el muslo y

la pierna, o bien, en forma holgada, solo el muslo o la mayor parte de él. - Calzón: Prenda de vestir del hombre, que cubre desde la cintura hasta las

rodillas. Está dividido en dos piernas o fundas, una para cada muslo. - Gregüescos: calzones muy anchos. - Trusas: Gregüescos con cuchilladas.

El aspecto de estos soldados tenemos que buscarlo en cuadros, grabados

y tapices, aunque tenemos que pensar que a veces el pintor podría realizar una representación ideal. Estos son algunos ejemplos de cuadros en los que aparecen soldados de los Tercios de Flandes:

- Batalla de pavía 1525, en la que los españoles vencieron a los franceses. - Francisco Delicado. 1528. ‘La lozana Andaluza’. - Juan de Borgoña. 1514. Fresco de la Toma de Orán de la Capilla Mozárabe de

la Catedral de Toledo. - Batalla de Gravelinas, con una victoria sobre las tropas francesas, hecho

que se produjo después de la - Batalla de San quintín. Fresco realizado en honor de esta victoria, el rey

Felipe II mandó construir el Monasterio de El Escorial. - Batalla de Nieuport 1600. - Velázquez. 1634-1635. ‘Las Lanzas’o ‘La rendición de Breda’. - Batalla de Rocroi. El último tercio por Augusto Ferrer-Dalmau. 1643

En todas estas batallas destacó la eficaz actuación de los Tercios: ç

“Atrás quedan tiempos de gloria y de ocaso para nuestros tercios, que grabaron con el filo de sus picas y espadas y el tronar de sus arcabuces y mosquetes la furia española, la bravura de sus hombres de Castilla, de Aragón y de tierras vascongadas, esos gritos de: ¡¡¡Santiago y cierra España!!!”

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III. ORÍGENES DE LA SOLDADESCA EN MAZUECOS La batalla de Lepanto fue un combate naval de capital importancia que

tuvo lugar el 7 de octubre de 1571, en el golfo de Lepanto, en la Grecia continental. En ella se enfrentaron los turcos otomanos contra una coalición cristiana, llamada Liga Santa, formada por el Reino de España, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya. Esta batalla representa el fin de una etapa tanto a nivel político, como militar y naval. Hasta esta batalla el barco más representativo fue la galera mediterránea6, que con sus velas triangulares les va a permitir la mayor maniobrabilidad que requiere la navegación costera, que en caso de necesidad, se va apoyar en la fuerza de sus remos para impulsarse. Frente al galeón, nave representativa, de los siglos XVI, XVII, con sus velas cuadradas va aprovechar los vientos portantes para impulsarse.

Los cristianos resultaron vencedores, salvándose sólo 30 galeras turcas.

Se frenó así el expansionismo turco por el Mediterráneo el occidental. Al igual que el vecino de Mazuecos, Juan López, el cual navegaba también en una galera al mando de Álvaro de Acosta, resultando herido7, se encomendó a la Virgen de la Paz y milagrosamente su brazo sanó. Sin olvidar que por allí estaría el gran cirujano de la Batalla de Lepanto, llamado Daza Chacón8.

Cuando Juan López volvió al pueblo desfiló detrás de la virgen, con sus

mejores galas de soldado, para demostrar su comportamiento heroico y el milagro de la Virgen. Este traje no se conserva, pero tenemos en cuenta que si el uniforme que lucen ahora cumple las mismas características de colorido y diseño, que los que aparecen en algunos cuadros de la época, que se referencian al final del escrito.

Desde este momento se forma la soldadesca en Mazuecos, que continuará

la tradición de acompañar a la Virgen en la procesión, vestidos todos iguales, se supone que igual como iba vestido el insigne soldado a la usanza de los tercios de Flandes con botas de ante altas, por encima de la rodilla, casaca amarilla, con manga abullonada, pantalón corto bombacho, también abullonado, calzas color naranja, al igual que los detalles de los bordados del traje.

6 En la galera podía haber 150 remeros y estar armada con tres o cinco cañones montados

en proa. 7 Durante el combate se producían múltiples lesiones, los médicos de entonces describen

dentro de la marinería una enfermedad llamada ‘pasmo’, más conocida como el tétanos, adquirido por la infección de las heridas mal curadas, que entonces era mortal.

8ALVAR EZQUERRA, A., “De galeras, galeotes y Marañón”, en Ars Medica. Revista de Humanidades (Madrid), 4 (2005) 323.

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Actualmente la soldadesca, está formada por un capitán, un alférez abanderado, un sargento, dos cabos y cinco soldados. Portan picas o guinchos y una bandera y van vestidos a la usanza de los antiguos Tercios Españoles, es decir, con camisa, jubón, medias calzas, calzones y botas, tocados todos ellos por un amplio sombrero de ala ancha, rematados por una pluma roja. Los trajes de los soldados son de color amarillo tostado y rojo con el sombrero gris, el alférez abanderado viste de color amarillo con adornos verdes y el capitán color granate con gorguera y una amplia capa roja como signo de distinción de su rango.

Con respecto a la confección de los trajes y sus complementos, al principio

suponemos que lo realizarían las personas del pueblo, quedando implicadas todas las familias, ya que raro sería que en alguna de esas familias no tuviera quintos en su casa. En la actualidad, se compran en Guadalajara capital en una tienda especializada. El mantenimiento y limpieza corre por cuenta del mozo que lo ha llevado, guardándolo en buenas condiciones para que al año siguiente lo pueda por otra persona.

IV. OTROS EJEMPLOS DE SOLDADESCA EN LA PROVINCIA DE

GUADALAJARA En la provincia de Guadalajara también se celebran otras fiestas, en las

que los que desfilan o danzantes se caracterizan por su trajes llenos de colorido, como en Valverde de los Arroyos, Majaelrayo… aunque ninguno de ellos se clasificaría dentro del carácter militar, sino folklórico y que aparecen bien documentadas, mientras que soldadescas con diferentes tipología las encontramos en las siguientes localidades:

Hinojosa: Dentro de otros ejemplos de soldadesca que se celebran en la provincia

de Guadalajara, lo encontramos en la localidad de Hinojosa, considerada de interés turístico-provincial, no se tiene datos de su antigüedad, lo cierto es que en 1889 aparecía reflejada una partida en el Libro de cuentas de la Virgen, con el siguiente texto: ‘Gratificación para los que hicieron la entrada de Moros y Cristianos’. Probablemente ya se venía representando en las fiestas de nuestra Patrona, La Virgen de los Dolores, cada primer domingo de junio desde mediados del siglo XIX. Y así continuó hasta finales de los años 50, en los que la emigración hizo estragos en estas tierras, dejándolas prácticamente despobladas. Durante varios años se dejó de representar hasta 1988 que se retomó la fiesta.

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La diferencia estriba en que esta soldadesca está compuesta por cinco personas que representan los cristianos y otras cinco de moros, pasando la indumentaria a pertenecer a esta otra época El vestuario que utilizaban hace años los cristianos era el de Caballería de Requetés, que resulta parecida a la de Mazuecos, aunque sin tener la homogeneidad y colorido de la soldadesca de esta última, y el atuendo de los moros consiste en una túnica blanca, con un turbante en la cabeza, calzan esparteñas, se complementa el atuendo con espadas y sables.

Codes: La soldadesca de Codes9, igualmente hace referencia a moros y cristianos10.

En realidad se trata de un alarde, es decir, ante lo que constituía el recuento de la tropa, que tenía lugar previamente a la entrada del combate (acción que lleva a cabo la propia soldadesca). Posiblemente se trata de algún resto de agradecimiento votivo al santo protector de la juventud de Codes por no ser cogido en determinada leva.

Sigüenza: Durante la procesión de ‘los Armaos’, también desfila la soldadesca encargada

de custodiar el monumento de Jueves Santo y de acompañar las procesiones, a pie o a caballo, ataviada con un llamativo atuendo consistente en calzón, polainas marrones, faldilla roja, camisa, babero y guantes blancos, coraza (de donde reciben el nombre) y yelmo, además de armarse con picas o guinchos, a imitación de las utilizados por las tropas españolas en los siglos XVI y XVII.

* * *

Con relación a este aspecto de la religiosidad popular, cabe decir que después de más de cuatrocientos años, resulta casi milagroso que los soldados sigan desfilando con este tipo de trajes y que hayan sufrido tan pocas variaciones, por lo que podemos comprobar en los cuadros que reflejan las batallas de los siglos XV al XVII, y en las que sus personajes aparecen con esta indumentaria, pasando a considerarse patrimonio inmaterial, por la continuidad en el tiempo, al estar implicado todo el pueblo y no perderse el espíritu con el que fue creada esta procesión, en homenaje y alabanza a la Virgen de la Paz.

9 LÓPEZ DE LOS MOZOS, J. R., Guadalajara, Fiesta y tradición. Guadalajara 2005, p. 280. 10 Existe más documentación y festividades sobre la cuestión de moros y cristianos,

BRISSET MARTÍN, D., Representaciones rituales hispánicas de conquista. Madrid 1987.

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V. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA Y DE REFERENCIA - ALÍA PLANA, J., Historia de los uniformes de la Armada Española

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1. Mazuecos. Soldadesca en pleno posando con la Virgen de la Paz.

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2. Detalle del uniforme y sombreros de los soldados.

3. Diferencia entre los uniformes del soldado, el capitán y el alférez abanderado.