el último texto (segunda lectura del nuevo milenio)

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  • 8/14/2019 El ltimo texto (Segunda lectura del nuevo milenio)

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    Tedulo Lpez Melndez

    EL LTIMO TEXTO

    (Segunda lectura del nuevo milenio)

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    Como asustado ante s,

    mismo cruza en zigzag el aire

    Rainer Mara Rilke

    Cunto desarraigamiento

    es necesario para hacerse sabio,es decir, resistente al destino?

    Peter Sloterdijk

    PRAEFATIO Podra reproducir aqu el Praefatio que escrib para Por el pas del hombre (Primeralectura del nuevo milenio (Editorial Ala de cuervo, 2002) y repetir las razones de estas

    reflexiones, el porqu titulo Crociverba la segunda parte, las causas de la desazn queatribula al hombre. En verdad, en esta segunda lectura slo cambian los temas. Enaqul volumen me ocup de terrorismo, del amor, de la concepcin de la noticia, de laeliminacin del tiempo y las distancias y de otros conexos. Ahora dedico varios trabajosa la democracia, debido a su crisis; abordo la desaparicin de la realidad, las nuevasformas de control, la industrializacin del olvido encarnada en la adjuncin, derivaciny amputacin de los sentidos de que es vctima el hombre contemporneo convertido endividuo y reflexiono sobre el hecho literario, entre otros varios.

    La segunda lectura es, pues, la reflexin continuada. Tema inagotable el hombre,aunque el hombre parezca agotarse. Lo seguimos intentando sin recurrir al ensayoriguroso, sino fijndonos en el acontecer diario, desordenado y veloz. Como siemprearguyo que es necesario aprehender y que la mejor manera de intentarlo es mantenerseinmerso en la escritura.

    Tedulo Lpez Melndez

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    SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO MILENIO

    EL LTIMO TEXTO

    Recordaba Ernst Jnger, en la plenitud de la celebracin de sus 90 aos, a Goethe, ycon l repeta que uno se retira poco a poco del mundo de la apariencia. El mundo eraentonces para el escritor su biblioteca y los pequeos animales que estudiaba hasta el

    punto de numerosas especies tener su nombre, escribir y leer a diario y recordar con unamemoria prodigiosa cada cosa que haba dicho y donde la haba dicho. El mundo de laapariencia, deriva uno sin mayor esfuerzo, es el de la relacin con los terceros, la vida

    social, el intercambio. El mundo de la apariencia no est en la literatura, est en lacotidianeidad del intercambio social. Novalis sale a relucir: Lo que no ha pasado enningn tiempo ni en ningn lugar, slo eso es verdadero. En el siglo XXI, arrastradadesde antes, encontramos a plenitud una degenerativa propuesta de la vieja definicinde persona. Podramos decir que aqullas no son ms que detentadoras de poder. Elescritor no dispone de ninguno, a no ser reforzar en s mismo la presencia del universoen el acto mismo de la creacin. El buen lector siente esa liaison cuando lee a alguienque merezca llamarse de esa manera. A su vez, refuerza ese universo en s mismo y, sitiene un sentido capaz de descifrar los cdigos creativos, tambin sale de lasapariencias.

    Quizs el nico verdadero historiador sea el escritor, pues resume en sus textos la

    inveterada tendencia humana a huir del tiempo. Acostumbro repetir a los amigos que lavida no es otra cosa que repeticin. El escritor es el portavoz de la consigna no a la

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    otra-vez. De all a nadie puede extraar que nuestra poca sea la de los massmedias ynuestra civilizacin la del espectculo. El mundo tiene que ser lo suficientemente fuerte

    para autoreproducirse constantemente en las apariencias y as llega a convertirse en unafalta de mundo. El escritor, en cambio, es un constructor y la imaginacin creativa sealza como el nico antdoto contra una absorcin y extincin de la trascendencia. No

    quiere decir que el escritor trascienda. An hoy hablamos de Homero, pero cualquierlector de Peter Sloterdijk puede ir comprobando como los muertos se vuelven cada damenos importantes. Es lo que l llama una humanidad horizontalmente reticulada. Deall que el escritor comprenda que preguntarse por un propsito de la literatura carece desentido en un mundo donde los sentidos han sido derivados produciendo una fatalruptura de la integridad del todo. Como bien lo recordaba el viejo Jnger ese instantecreador se produce fuera del tiempo y por lo tanto ya no puede ser anulado.

    El escritor escribe siempre el ltimo texto, aqul que viola las leyes de expansin deluniverso y derrota a Einstein pues destruye la teora del movimiento relativo entre dossistemas. El escritor, al asumir el mundo de la no-apariencia, deja de jugar con otro

    posible polo de referencia. Aqu no hablamos de un escritor como testigo de su tiempo o

    como alguien en que se pueden conseguir todos los retratos de su poca. Lo que quierodecir es que el escritor derrota lo que podramos denominar la apariencia ordinaria. Esun introductor que desva hacia lo que pasa en otra parte. El escritor descompone yrecompone la estructura fundamental del mundo, es decir, vuelve a una especie deconocimiento original, se hace el demiurgo que llega a la parte no accesible al comn yse hace poseedor as de los secretos. En pocas palabras, para seguir con Goethe, se alejade las apariencias.

    La literatura, as concebida, es un instante perpetuo. En un mundo en desbandada,como el que augura el siglo XXI, la tarea del escritor se torna imprescindible, aunquemomentneamente parezca todo lo contrario. El escritor es un ser paradjico: es untrastornador que fija. Como bien lo dice Sloterdijk, no parece haber (en el mundo de lasapariencias, agrego yo) alguien que cumpla el rol de posibilitar trnsitos. El escritor, alfijar el instante, cumple con ese papel, pues posibilita la nica posible regeneracin,aqulla que se vincula al nuevo (y agreguemos) eterno inicio. Es lo que se puededenominar el estmulo que sigue vivo hasta el ltimo instante, que no es otra cosa que eltexto recin escrito, hasta que se comienza el nuevo texto, es decir, el nuevo instante. Elescritor es humano y slo cuando avanza en edad siente en su propia carne el abandonode las apariencias. Cuando asume el rol maldito de ser escritor se arroga, con seguridadde manera inconsciente, ese abandono que es la forma ms aguda y crtica del final. Laliteratura es la violadora antagonista del fin. As, no puede pretenderse en el mundo dela comunicacin instantnea la atencin hacia el escritor. El escritor del ltimo texto es

    como Scrates, alguien que no quiere salvarse, pero que se salva y salva. Es as como elescritor no puede andar pensando en realizarse. Cuando va a lo nico que existe, lo queest fuera del tiempo y de lugar, como bien lo deca Novalis, se hace l mismo no-apariencia, es decir, realidad. Y no le gusta repetirse, esto es, rompe con lamundanalidad. Despus, los hombres van a leer, para enterarse.

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    LA INDUSTRIALIZACIN DEL OLVIDO

    Los sentidos derivados

    El animal preferido de Nietzsche era la serpiente, pero no por la abundante carga desimbologa que este animal ha arrastrado desde siempre. Razones bien distintas

    prevalecan en la mente del filsofo: en primer lugar, porque la serpiente se arrastraba yen consecuencia conoca lo que la tierra quera y, en segundo lugar, porque careca demiembros derivados, no tena brazos ni piernas, alas o aletas, era una unidad queconstitua una aproximacin a la perfeccin. No es difcil deducir que para Nietzsche eldesarrollo de un sentido era un retiro que se haca a la totalidad. Si llegamos hasta hoy

    con este proceso deductivo podemos encontrar las identidades dbiles que sealabaItalo Calvino. Nos movemos en el terreno de la metfora, claro est, y es as comoconstatamos que del hombre se han ido extrayendo sentidos hasta el punto deconvertirlo en una debilidad. La historia del hombre, desde esta visin, no pasa a serotra cosa que el relato de una decadencia progresiva. Frente a la perplejidad de lacomunicacin instantnea podemos avizorar un estadio cercano a la estupefaccinencarnada en alguien con un micrfono y una masa paraltica envuelta en un himenrepleto de deporte, msica banal e informacin que no es tal.

    No podemos escapar aunque apaguemos la pantalla o nos refugiemos en una cueva.Admitamos que ya el eremita o el santo no son posibles. Desde que el hombre se hizosedentario comenz a defender un territorio y desde entonces no puede escapar de las

    obsesiones. Los desiertos ya no existen como espacio de fuga, entre otras cosas, porqueno hay manera de fugarse. Somos, ahora, perfectos engranajes de la gran mquina

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    universal, o mejor, de lo que en otra parte he citado como gran condn universal. Qulos dioses se callaron es algo que ha sido recordado muchas veces. Ahora hablan las

    pantallas y el poder manipulador que se oculta detrs de ellas. Derrida habla de unfetichismo toxicmano. Debemos admitir que los hombres tuvieron siempre latendencia a mirar lo particular en desmedro de la totalidad. Ahora se nos da la

    particularidad escalofriante de la informacin que no es tal y se nos vende como el todo.Los polticos son el ejemplo ms pattico de una participacin degradada en laconstruccin del mundo plano. Los polticos, liquidados por la ineficiencia de las

    polticas pblicas y por la absoluta falta de ideas, han sido absorbidos por losmassmedia. Han pasado a ser antenas reproductoras. El intelectual debe entender queestamos ante el mundo de lo finito (encarnado en lo cotidiano por los polticos y lachatura de la pantalla) y que la tarea dura de mantener activo el pensamiento imponeacciones que escapan de los viejos y obsoletos trminos de intelectual comprometido.Me atrevera a decir que su rol es el de evitar que se deriven sentidos de la serpiente,esto es, que se atente contra la totalidad. Los polticos pasaron a ser instrumentos queconectan la informacin con la mercanca. Tal vez podramos decir que el intelectual

    debe atacar los efectos indeseados de lo massmeditico, el principal el de lairrealizacin. En otras palabras, debe combatir el cansancio. En ms palabras, debedefender el principio de la unidad de la serpiente. La imposicin de la idea de quesomos todo lo que podemos ser ha llevado al olvido de los dioses y a la conversinmisma del mundo en dios. Es la imitatio un enemigo a ser desbancado.

    La metfora de los sentidos derivados es buena para resaltar la ruptura de la unidaddel hombre y para plasmar como el mundo-dios se desvela para ofrecerse comototalidad. No deja de ser paradjico, por lo dems, que Nietzsche haya encontrado en laserpiente (un animal de pequeo cerebro y de los menos inteligentes que existen), elemblema para hacer su planteamiento. Sin embargo, Nietszche lo consideraba un serinteligente por estar pegado a la tierra y para l la brutalidad consista, entre otras cosas,en dudar de lo que la tierra quiere. No olvidemos que ese planteamiento se hace despusde haberse proclamado la muerte de Dios. Por supuesto que Nietzsche no estaba entiempo de saber que llegara el momento en que los sentidos nos seran injertados.Bastante le bastaba con proclamar al superhombre que, como ya he dicho en alguna

    parte, parece ser un simple y viejo error de traduccin.

    Los sentidos injertados

    El hombre injertado en este mundo se procur una falsa unidad, la traduccin alesquema racional de lo que llam la realidad. Esta falsa unidad condujo a la crisis del

    logos filosfico. De all le viene la esclavitud que en la modernidad le fue injertada yque se mantiene irresuelta en la posmodernidad. El principal de los sentidos injertadosha sido el conformismo, la conviccin de que el mundo como es le ofrece una dichamediana que se contradice con la iluminacin. El mundo insufla ese sentido con elconsumismo y la tecnologa ofrece realizaciones artificiales bajo la premisa de queestn all al alcance de la mano de los triunfadores. De esta manera, el sentido injertadoofrece cada vez ms dicha, una abundante que compensa al sujeto consumista de unaexistencia desglorificada.

    La filosofa ha procurado romper el esquema maniqueo. Mara Zambrano habl de larazn potica, una que tiene que vrselas con todo lo que ha sido menguado delespacio lgico. Si vemos bien, de ese espacio han sido eliminados infinidad de

    pensamientos y comportamientos, hasta el punto de imponerse, al menos en nuestromundo occidental, una estrechez que inevitablemente condujo al abochornamiento

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    actual. La tesis era, pues, reconsiderar a la metfora y al smbolo como nicos vehculosdel pensamiento. Si tomamos en cuenta que la filosofa ms actual considera al mundouna trampa y al hombre un ser que la asume como mundo, podemos determinar comolos mecanismos perversos de la dicha han podido ser injertados como nuevossentidos.

    Los deconstructivistas como Derrida se mueven en un territorio que contina estecamino. De all que exigen como salida una apertura de la razn hacia lo nocondicionado, hacia lo no calculable, inclusive que escapa a cualquier totalitarismo delsaber. De esta manera lo no-condicional se alza como un desidertum de la razn, comoaquello que verdaderamente la constituye y fundamenta. Slo que el deconstructivismova ms all del planteamiento profundo y simple de la metfora y los smbolos, de larazn potica, para incurrir en nuevas tesis como el de diseminacin al plantearcuestiones como la plurisignificacin de los trminos y la fuga de los sentidos, puesrompe el viejo concepto de polisemia. Como se recordar, polisemia era la pluralidad designificados de una palabra o de un mensaje. La metfora toma un sentido distinto. Esque diseminacin significa que el sentido siempre est dividido. La filosofa tom, pues,

    el camino del lenguaje, lo que, en s mismo, significa un atentado sobre lo quepodramos llamar la razn no-potica.

    Las viejas ideologas totalizantes se derrumbaron. Las premisas de un espritu religiosodominando el siglo XXI resultaron falsas. La triunfante literatura de la auto-ayuda

    procura dar lecciones para el xito dentro del sistema injertado. El nuevo dios es elmercado y el hombre un objeto paraltico atravesado por los rayos massmediticos.Todos, o casi todos, aceptamos que la democracia es el nico sistema poltico aceptabley, a pesar de las perversiones que brotan de su seno, confirmamos que la libertad es lanica posibilidad. Las ciencias polticas siguen escudriando sobre el tema conconciencia y sobre las nuevas facetas perversas (casos como el de la dictaduramassmeditica de Silvio Berlusconi en Italia, el brote neo-nazi en Austria o el engendrodecimonnico revolucionario de Hugo Chvez en Venezuela, aderezo de fascismo,viejas ideas izquierdistas agotadas y gorilismo del cono sur). En el plano poltico elhombre espera respuestas totales sin darse cuenta que ellas no existen, o son tan simplesque no logran verlas. La primera de todas es que el hombre debe renunciar a la sociedad

    perfecta que las ideologas le ofrecieron y admitir que tal cosa no es posible. Lasegunda, que el sistema poltico llamado democracia slo es perfectible en su continuoejercicio y riesgo y que, como todo cuerpo, es susceptible de viejas y de nuevasenfermedades. La tercera, recibir con beneplcito las amplias ventajas que ofrece laglobalizacin y prevenirse a enfrentar las taras, desvaros y virus que porta consigo. Launiformidad debe ser combatida y ello pasa por la ampliacin de la razn hacia eso que

    los filsofos llaman lo no calculable o lo no condicionado. Y, por supuesto, laaceptacin de un multiculturalismo que debe ser el sustituto del viejo paquete de laideologa con todas las respuestas.

    El achatamiento del hombre hacia la dicha del objeto y de su posesin ha llevado ala degradacin de la cultura a rgimen de industria. El ncleo central de la cultura, la

    palabra escrita, ha sido sometido a la vulgarizacin y a la intrascendencia. Al fin y alcabo, el mensaje cotidiano que se nos transmite es el del mundo como espectculo y elde la vida, (como supuesta prueba de madurez), ejercida como la aceptacin de la faltade dicha y su compensacin en el falso espectculo en que el mundo ha sido convertido,con sus objetos y con la oferta engaosa de que todos pueden tenerlos y escoger. Lafalsa tesis de la escogencia ilimitada contrasta como otro elemento, las estructuras de

    pobreza y miseria que acogotan a un porcentaje aplastante de la poblacin mundial.Educacin y cultura estn fielmente imbricados. Vivimos en situaciones de cambio: la

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    crisis del Estado-nacin, los peligros localistas y los peligros de la globalizacin, elplanteamiento de la cultura como un estorbo, la uniformidad que amenaza con la muertea sociedades enteras y que, en muchas ocasiones, trata de imponerse como smbolo demodernidad y progreso. La vida humana es un continuo desafo. La respuesta esenciales romper los sentidos injertados, empujar hacia lo no condicionado, romper los lmites

    impuestos y autoimpuestos y tratar, cada da, de empujar la imaginacin humana fuerade los lmites de esto que no vacilamos en llamar civilizacin amordazadora.

    Los sentidos amputados

    Creo que la primera expresin se encuentra en el Manifiesto Futurista donde Marinettiaseguraba el comienzo del hombre de races amputadas. Lo haca por la identificacincon el motor. Como en tantas cosas, el futurismo se adelantaba a las perversionescontemporneas. Pensemos en el hombre del solipsismo digital como uno de sentidosapuntados.

    El scandalon est en que la manipulacin exterior se traslada al interior mismo del

    hombre. Francis Crick, uno de los descubridores del ADN, aseguraba que el Yo era unacombinacin de azcar y carbono. El exterior, definitivamente confundido con elinterior, ha dejado de ser campo exclusivo de accin, para trasladarse al cuerpo humano,l ltimo reducto. Hasta la inmovilidad a que el hombre est siendo sometido es ahoraintervenida. Al haberse reducido a s mismo es en s mismo donde se amputan lossentidos. Podemos arribar al injerto de una conciencia preprogramada, al igual que ya sehabla de colocar en un anciano decrpito o en una vctima de alzheimer una memorianueva. Los avances cientficos podrn ayudar a mucha gente, quin lo duda, pero hayuna orgsmica carrera indetenible a la cual no parece interesarle la ruptura de lo que elhombre ha sido hasta ahora. Podramos denominar esta apuntacin como la libido

    sciendi, como una cpula libidinosa de la ciencia.Paul Virilio ha acuado un nuevo trmino, la intraestructura, uno que deja atrs

    conceptos como infraestructura o superestructura. El hombre mismo se ha hecho objetode intervencin, se puede manipular sus componentes ntimos y sustituir los sentidosamputados con otros. El cuerpo, ltimo campo, va a ser sobrexcitado para adaptarlo,an inmvil frente a la pantalla, a la velocidad de la luz de la informacin. De all vienenuestra constante expresin sobre la muerte del hombre. Equivale a la desaparicin delhumano como lo hemos conocido hasta ahora para ser sustituido con un ser

    preprogramado, permanentemente sobrexcitado y plenamente compenetrado con lasondas electromagnticas. Los poetas soaron con el desprendimiento del cuerpo por sucondicin de envoltorio limitante, pero lo hacan en la bsqueda de la conciencia

    potica, una ruptura de los lmites de una racionalidad tirnica que encasillaba yconstrea. El planteamiento ahora es que el cuerpo no har falta. Al fin y al cabo lananotecnologa permitir la sustitucin de rganos y el hombre de la concienciaamputada ser acelerado al igual que un motor, pero al igual que un motor podr sertranquilizado, o entonado conforme a la expresin que se usa en cualquier tallermecnico donde llevamos nuestro automvil a reparar. La identificacin de Marinettientre hombre y mquina se habr hecho realidad.

    Podra argumentarse que semejante sobrexcitacin nos llevar a estadios impensadosy que el placer que de ello derivaremos ser satisfaciente a grado supremo. Que elmundo se convierta en una pgina web y los hombres en elementos de una redmeditica podra presentarse como la escogencia sin lmites. Sin embargo, el proceso

    nos llevar a no sentir, los sentidos sern amputados por exceso, dejaremos de percibir.En lo que hasta ahora sigue siendo el exterior podemos encontrar cansancio, fatiga, en

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    buena parte por exceso de historia y por conocimiento demasiado cercano de larepeticin. En alguna parte he asegurado que la noticia ha muerto y es e esta manera

    porque dej de ser los hechos en s para ser convertida en la forma de un fenmenodonde lo que prevalece es la simulacin. La realidad del acontecimiento fue eliminada

    por una regulacin del pensamiento. Al igual pasar en el interior. La noticia interna al

    hombre sobrexcitado se har banalidad por exceso, ya no sentir. Habr quedadocompletada la amputacin de los sentidos. La simulacin con que se alimentar a lossentidos habr conducido a una especie de industrializacin del olvido. Bajo estascondiciones el hombre ser uno que no querr se le moleste. El paso de la naturaleza ala cultura ser ahora un paso de la cultura a la ausencia.

    NO MS QUE UN DA AL MISMO TIEMPO

    Estamos asistiendo a la miopa de las ideas en este reino de la incertidumbre. Realzoel uso de trminos obsoletos para calificar situaciones, como dividir al mundo entreoptimistas y pesimistas o, recurriendo a los trminos de Eco, entre apocalpticos eintegrados.

    La modernidad muri en el ms profundo desencanto del hombre, sumindonos en elsin sentido. El ser optimista y agitado ha dejado paso a un escptico sin norma. Ya no sele pregunta a nadie o, dicho de otra forma, la pregunta es formulada a nadie. El signodel presente y del porvenir es la indiferencia. Cada quien est encerrado en lo poco quetiene, llmese afecto familiar o bienes o pequeo mundo donde se solaza con la

    conversacin banal con otros igualmente indiferentes. Alberto Moravia escribi unaprimorosa novela con este ttulo, Los indiferentes, lo que, en alguna ocasin, me hizollamarlo "el maestro narrador de la alienacin".

    Hay indicios del desorden. Los futurlogos asomaron en la economa lafragmentacin de las grandes empresas en pequeas unidades de produccin

    paralelamente a las megafusiones. Ambas cosas se estn dando, como la conformacinde grandes bloques que terminarn abortando el Estado-Nacin, pero con la compaa

    paralela de una fragmentacin del poder en beneficio de ciudades y regiones. Lossistemas polticos estn cuajados de incertidumbres con un alejamiento casi asqueado delas grandes masas. No sabemos como vamos a gobernarnos en el futuro. Todo pareceinclinarse hacia una dualidad, desde la economa hasta la poltica, en medio de ruptura

    de viejas creencias. Si muchas de estas consideraciones podemos pergear en el terrenodel denominado "inters pblico", es en el terreno personal del hombre donde los sin

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    sentido predominan. El da a da parece ser el esbozo de norma, lo que podra hacerreflexionar a alguien sobre algunas viejas enseanzas orientales, pero con la cuales nohay ninguna relacin. Lo que resta de los cdigos de las relaciones interpersonales sonel desencanto y la fragilidad. El amor ha sido independizado de la procreacin y la

    procreacin misma dejar de ser asunto apasionado hasta para las parejas que hoy

    recurren a los procedimientos in vitro o parecidos. Como no se cree en nada, menos enlo colectivo y en los polticos, sumada la exigencia consumista, resurge una viejaenfermedad asociada desde siempre a los mecanismos capitalistas: el individualismoexacerbado. Todo lo que escribieron pensadores del humanismo cristiano como Chardino Mounier sobre el concepto de persona ha sido devorado por una realidad que hasuperado con creces aqulla que los inspir. Hoy, persona es quien detenta poder. Laimposibilidad de la revolucin social, sumada a una diferenciacin entre dos estratos

    poblacionales cada vez ms lejanos en cultura y economa, lleva a la aparicin delhampa como la conocemos hoy. El hampa, creo, es la ms pattica manifestacin de laimposibilidad revolucionaria y una forma sustitutiva de bsqueda de la igualdad social.El economicismo, la vieja enfermedad de conceder a la economa el privilegio absoluto

    sobre nuestras vidas, ha reaparecido como pandemia sepultando las interrogantesesenciales del hombre sobre el Ser y produciendo la "cultura" uniforme que se nos lanzasobre el cuello como tenaza asfixindonos en el rechazo de todo pensamientotrascendente.

    Estamos asistiendo a la segunda gran explosin de individualismo. El triunfo loreclama Narciso. Algunos pretenden ver en la multiplicidad de la oferta el reino de lalibertad y hasta llegan a pensar que esta supuesta capacidad de escoger es la mejormuestra de la humanizacin de los controles. El acceso posible a todo es una concesinilusoria, puesto que lo opuesto a ilusorio es lo concreto siendo as la libertad el tratoconcreto con posibilidades concretas. Gabriel Zaid lo describe con exactitud: Loconcreto se vuelve mera posibilidad; lo cercano distante; lo personal, impersonal; losnombres, abstracciones del anonimato o la celebridad; la convivencia, relaciones

    pblicas. Se trata de transformar la necesidad en libertad.Para proclamar la muerte de la angustia, como lo hace Gilles Lipovetsky, realmente

    hay que recurrir a la afirmacin de que estamos caracterizando, tomando como gua, untotal abandono del saber. Mientras menos sabemos, menos nos angustiamos, ecuacinsimple y pattica. Lo que estamos viendo es la imposicin de un sistema de "vida"donde es posible estar sin objetivo y sin sentido. Que la posmodernidad no lo invent,que es una continuidad del proceso de la modernidad, lo podemos compartir. Mientrasms grande es la indiferencia ms fuerte es el rechazo del conocimiento. La revolucinindividualista que estamos viviendo, (con excusas por el uso de la palabra muerta),

    conduce, paradjicamente, a la muerte del Yo. Ya lo he dicho: no pueden existirrevoluciones cuando la nica revolucin es la de un individualismo de signo diferente,pero mayor y ms acendrado de aqul que sentimos en pleno apogeo capitalista delsiglo XX. Cierto que no es el viejo concepto marxista de alienacin lo que hay que"regresar", pues ahora se agrega el elemento apata y la exacerbacin de la oferta a

    Narciso, pero hay que retomarlo. Mal podemos hablar de libertad suministrada por laoferta manipuladora cuando tenemos a un hombre a punto de no sentir nada, a no ser lanecesidad inducida de mirarse al agua para confirmar que tiene lo que se le ha ofrecidoy que el xito resuena sobre su pellejo en las miradas de envidia de los otros.

    "As es la vida hoy", afirman algunos. Otros insistimos en preguntarnos si se puedellamar vida. Somos los que an peligrosamente pensamos. Si vida y felicidad son ahora

    no arriesgarse, una nada que va desde la vida sentimental hasta la concepcin deltrabajo, debemos precisar que si libertad y felicidad equivalen a vaco, lo que puede

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    asomarse en el horizonte es otra poca totalitaria. Eso de mirar en la historia para norepetir los errores siempre me ha parecido un exabrupto. El hombre comete las mismas

    barbaridades no por falta de memoria sino por una acumulacin de procesos ycircunstancias. Asegurar que debemos tener una perspectiva histrica de nuestro tiempome suena a madera podrida.

    Nadie glorifica esta entelequia llamada posmodernidad ni nadie en su sano juicioaora la modernidad. Se trata de un reconocimiento del presente y de un imprescindibleotear en el futuro. Ahora mismo algunos autores europeos retoman el tema de la utopaaclarando que lo hacen desde el aspecto ldico. Pero, qu fue siempre la utopa sino unsueo? La precisan divorciada del totalitarismo, pero la experiencia indica que en elsiglo XX siempre desemboc en dictadura pues haba que imponerla como panacea aquienes discrepaban. Como bien asoma Rdiger Safranski el cuerpo espiritual necesita,al igual que el cuerpo fsico, un sistema inmunolgico.

    Regodearse con los sntomas y proclamar que este mundo es cuasiperfecto porque nospermite elegir es aceptar la incertidumbre y el vaco como normas de la vida del futuro.No hay cdigos, aunque, admitmoslo, no es la primera vez. En el fondo, como tambin

    lo plantea Safranski, el neoliberalismo, como ideologa de gestin se parece, en mucho,al marxismo. Se nos dice que Nietzche est muerto y que la libertad y la felicidadconsisten en consumir. El mensaje no es nuevo, por supuesto, slo que ahora el hombrehedonista y narcisista ya no lo resiste. La verdad, fue dicho en su momento, es unconsenso, un simple consenso generalmente aceptado o, como la defini Derrida, una"certeza provisoria". A veces uno piensa que el nico que est reviviendo es Nietzsche.Aunque quizs sea Alicia: "En nuestro pas no hay ms que un da al mismo tiempo".

    LA DESAPARICIN DE LA REALIDAD

    Hasta bien avanzado el siglo XX vivamos en un mundo objetivo, es decir, se nospedan argumentos como referentes de experiencia. Se aceptaba una disyuncin entre elmundo humano y el mundo natural, la ciencia exiga demostracin emprica, el mundoestaba lleno de objetos que corroboraban la objetividad del sujeto. La realidad eraclaramente precisable, pues tena sustancia, lo real era autnomo, estaba all comoesencia. La diferenciacin entre esta sustancia llamada realidad y las apariencias eraclara y precisa. Esa realidad provena de la historia, es decir, de una existencia. En

    pocas palabras, fuera de la historia no haba nada a no ser especulacin.Ya he dicho en otra parte (Por El pas del hombre-Primera lectura del nuevo milenio,

    Editorial Ala de cuervo, Caracas, 2002) que el ansia de saber se fue trasladando desde loepistemolgico hacia la hermenutica, esto es, se volc a la interpretacin de los textos.Para decirlo de otra manera, el objetivismo cientifista fue echado en el saco del pasado.

    Ya Nietzsche haba descrito al mundo como apariencia. Desde ese mismo momento sehaba insertado la idea de que la realidad no era ms que un conjunto de interpretacioneshumanas. En otras palabras, la especulacin esttica se alza como la nica manera de

    preservacin del hombre, de evitar la muerte que lo acechaba y lo acecha, puesto que lohumano slo es sustentable en el arte y el nico superviviente posible es el hombre-cultura.

    La realidad de lo real es hoy cosa muy distinta. Estamos inmersos en el afn de ladesaparicin y, por ende, lo que hemos hasta ahora denominado significaciones

    retrocede a un segundo plano. Esta situacin es perfectamente definida por Baudrillardcomo teora de la simulacin o patafsica de la otredad

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    Junto a Foucault, a pesar de las diferencias entre ambos, queda claro que entramos enuna situacin definible como alteridad radical producto directo de la desaparicin. Elotro comienza a convertirse en nada. El mundo que comienza a emerger conlleva a loque es hoy patente, tal como tambin lo he dicho en otra parte (ibid), a un totaldesencuentro, donde lo importante es que el otro est lejos, la incomunicabilidad se

    torna total y la sola presencia es la de la pantalla. Si la realidad era un conjunto deinterpretaciones humanas ahora se impregna de extraeza y esas interpretaciones seahogan en su propia impotencia. La realidad ha girado sobre s misma, quedaconsumado el vrtigo, y ha desaparecido.

    La desaparicin de la realidad tiene que ver con la muerte del hombre, claro est,forma parte integral del drama, pero no son la misma cosa. La desaparicin no tiene quever con muerte, ni siquiera con una detencin de la vida que, al fin y al cabo, no es msque repeticin. A lo que ahora asistimos es al amoldamiento de lo real a la forma.Estamos dndole la vuelta a la bolsa, esto es, el mundo se ha desrealizado, la ausenciaes la norma, la nica hiptesis del hombre pasa a ser la forma. Ya estamos ausentes. Lacomunicacin humana se reduce a buscar lo que el otro no es.

    La civilizacin de los massmedia es en s misma una representacin. La noticia muripara dejar paso al show, a la apariencia. Al ver en directo el suceso todo se convierte enrepresentacin, en una momentnea y efmera, que se marcha apenas mostrada. Unviejo texto criticado y olvidado, La sociedad del espectculo de Guy Debord, nos diceque frente a la pantalla contemplamos la vida de las mercancas en lugar de vivir en

    primera persona.Esta ha sido definida como la civilizacin del espectculo y, sin lugar a dudas, lo es.

    Quizs el inicio de una explicacin del porqu est en la primaca de las mercancas enuna sociedad que las produce pero sobre la cual se devuelven a devorarla. Es obvio queesta tambin llamada civilizacin de la imagen conduzca a la muerte de la realidad. Laimagen se ha aposentado sobre la realidad, la ha asesinado, tal vez porque como decaFeurbarch nuestro mundo prefiere la copia al original.

    Ahora bien, es necesario precisar que el espectculo es una formacin histrico-social. El proceso ha pasado por un alejamiento del espectculo de la realidad y por laeliminacin de todo espacio de conciencia crtica y de toda posibilidad dedesmitificacin. El espectculo se convirti en s mismo y se hizo imagen. Entramos,as, en la era de lo virtual. El simulacro es la nueva realidad, una sin sustancia. Larealidad encontr el mtodo para la evaporacin en los medios de comunicacin, en latecnologa, en los microchips. Cuando vemos la transmisin en directo de un sucesocualquiera a lo que estamos asistiendo es al paso de un meteorito errtico en un espaciovaco. Por supuesto que todo va acompaado de otra desaparicin, la del pensamiento.

    De all la crisis de la literatura, para decirlo. Ello porque la civilizacin de la imagen nossobresatura, acumula sobre nosotros tal cantidad que no acumula nada, esto es, laacumulacin se autodevora como un disco duro de computadora infectado por un virus.La respuesta es el vaco y la desaparicin del pensamiento. El resultado: el hombremismo se convierte en imagen, por no decir en una sombra.

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    LA DEMOCRACIA TRGICA

    La democracia es un invento de Atenas, al igual que la tragedia. Si vemos bien Greciaera trgica ms all de los hermosos textos literarios que crearon la palabra tragedia.An as, no es por ello que podemos definir a la democracia como trgica. Lo es porquela hemos defendido por oposicin a totalitarismo. Una es la libertad, lo otro sucercenamiento. Una es el libre albedro, lo otro la imposicin. As, hemos querido lademocracia porque no queremos la dictadura.

    Robert Legros ha formulado una pequea pero significativa ecuacin que parte de unrecordatorio casi perogrullesco pero vital. En la antigedad no se era necesariamenteciudadano, la ciudadana poda ser un premio, una ddiva o una recompensa. Hoy en dano, hoy se nace ciudadano simplemente por pertenecer al gnero humano. Ciudadana y

    humanidad van juntas. De all Alain Finkielkraut ha extrado una clara conclusin: lasoberana no radica en el pueblo. De esta manera, si se tiene conocimiento de la msmoderna filosofa poltica, no es propio hablar de pueblo soberano. La soberanaradica en el hombre, es decir, en el ciudadano que tiene esa condicin precisamente porhumano. De esta manera, si la mayora viola los derechos de un ciudadano estaracometiendo un crimen y ser mayora no la dota de impunidad. En otras palabras, eseconcepto viejo de dotar al pueblo de soberana es lo que ha abierto las puertas de lasdictaduras. Ahora bien, quin ejerce la soberana? La ejerce el pueblo en nombre de lahumanidad. Es bueno recordar que las tiranas de la mayora pueden ser ms crueles quelas de un tirano en solitario, aunque, en verdad, no existe ninguno que no haya dichoque ejerce el poder en nombre de una inmensa mayora que lo respalda, desde Stalin

    hasta Milosevich o Fujimori. La democracia trgica lo permite, la democracia es unaconstante duda, mientras las tiranas no tienen ninguna. Como lo asegura Finkielkraut

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    no se puede conferir al pueblo el poder de hacer cualquier cosa. Si la mayora sesuma en una direccin incompatible con la esencia democrtica la democracia haconsumado su tragedia. La soberana popular pasa a ser un slogan ideolgicosacrificado y sin valor. En otras palabras, la voluntad popular bien puede no serdemocrtica. Eso sucede, segn la filsofa Hanna Arend, porque los pueblos a veces se

    convierten en chusma y lo hacen por una simple razn, la muerte de la cultura. Veamosbien que no hay rgimen sospechoso que ame la cultura, aunque se llene la boca conella.

    La democracia es trgica porque tiene elecciones y la verdadera pregunta que seformula cada vez que se convoca al pueblo a las urnas es si quiere seguir viviendo endemocracia. Los dspotas convocan plebiscitos amaados para preguntar si se quiereseguir bajo su control. En la democracia, el pueblo soberano bien puede decidir quequiere vivir en dictadura, por diversas y variadas razones, porque en la democracia noha encontrado seguridad, ni eficacia ni resolucin del conflicto.

    Si recordamos un poco las bases de este sistema trgico, podremos ver quedemocracia es una administracin de los intereses encontrados. La democracia es

    mediacin y cuando no se media, cuando no se respetan las reglas que permiten la sanaadministracin de las contradicciones, pues comincese a llamar a ese rgimen comosea, pero no democrtico. De esta manera, en sentido estricto, no puede haber unarevolucin democrtica, lo que no pasa de ser otra frase populista, puesto que se tratade una democracia o de una revolucin, trminos antitticos. Uno puede leer a todos losgrandes pensadores sobre el tema, desde Tocqueville hasta el contemporneoFinkielkraut y no otra conclusin puede sacar de las ciencias polticas.

    Mucho se ha escrito sobre la decepcin de la democracia que sufren los pueblos porsu supuesta incapacidad por resolver los problemas, en esta parte nuestra del mundo loseternos, la pobreza, la falta de educacin o la inseguridad. Algunos sostienen que esnecesario reinventar la democracia y llenarla de adjetivos, mientras otros piensan que sele est pidiendo a la democracia lo que no es de su esencia o competencia. En otras

    palabras, la democracia es simplemente un sistema poltico formal, es decir, uno dondese vive en libertad, donde la soberana la ejerce el pueblo en nombre de la humanidad,donde el poder est dividido y existen mecanismos de control para evitar los excesos.La eficacia o ineficacia no pueden, as, atribuirse a un sistema poltico especfico.Deben atribuirse a aquellos que el pueblo ha elegido para administrar. Otra cosa es el

    perfeccionamiento de la libertad y libre expresin que es ncleo de la democracia.Puede controlarse el abuso de las partidocracias, establecer reglas claras para elfinanciamiento electoral, establecer normas de eleccin ajenas a las manipulaciones detodo tipo, en suma, perfeccionar los mecanismos en que la democracia se ejerce. La

    democracia sera, desde este punto de vista, ajena a la ineficacia de quienes la encarnandesde el poder. Quienes la encarnan son elegidos por el pueblo. Al contrario de algunaexpresin infeliz, los pueblos tienen una aguda tendencia a equivocarse y tambin, porsupuesto, son manipulados, pero las manipulaciones (lase abuso de los medios decomunicacin, populismo, complacencias verbales) tambin pueden ser controlados. Laesencia de la democracia es la contradiccin y su debilidad ms peligrosa es la falta decultura. Digamos que democracia y dictadura no compiten en trminos de eficacia, unano es ms eficaz que la otra. La democracia es libertad y el totalitarismo es opresin. Lademocracia se llena de contenido, de respuestas, de logros, dependiendo de quienes laejercen. De esta manera, el asunto de la cultura reaparece en toda su magnitud.

    Valoremos, es necesario aceptarlo, a la democracia sin el referente alternativo de la

    dictadura. La democracia es trgica porque puede ser intentada por pueblos sin cultura.La tesis de que esos pueblos no deben tenerla nos conduce al cesarismo democrtico o

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    a algunos modernos pensadores que sostienen que hay que privar y matar porque lofundamental es el crecimiento econmico y la eliminacin de la pobreza. Es preferiblevivir la tragedia propia de la democracia an corriendo el riesgo de que la mayora sehaga antidemocrtica. El papel de los intelectuales es fundamental. Deben perseverar enla defensa del nico clima posible a la creacin, el de la libertad, sealando

    constantemente toda desviacin. Siempre habr algunos que se pasen al bandocontrario. Constantemente traigo a colacin como algunas de las ms brillantes cabezaseuropeas entre el final del siglo XIX y comienzos del XX combatieron las monarquascorruptas y pedan la repblica para luego decepcionarse de la repblica y dirigir todassus invectivas contra las mayoras, dando, as, desarrollo al germen fascista. Este ltimotambin se engendra, pues, en la democracia trgica. Retroceder a la aristocracia del

    pensamiento no es la salida.Debemos, a estas alturas, aprender la leccin: la democracia es riesgo. En su bsqueda

    de las formas de gobierno el hombre sigue razonando. Si bien murieron las ideologas,no lo ha hecho la ciencia poltica. La soberana radica en el hombre y el pueblo la ejerceen su nombre. La democracia es administracin de las contradicciones, otra cosa es

    tirana. Los intelectuales debemos aprender que una cosa es el ejercicio del poder y otrala reflexin sobre los valores esenciales de la humanidad, la libertad incluida. Larevolucin cultural es, pues, obra de quienes pensamos, no de los gobiernos, porquecuando un gobierno proclama una revolucin cultural lo que quiere es destruir lasreferencias. Cuando las referencias se pierden los pueblos soberanos aletargadosaman la paz de sepulcro de las dictaduras.

    La palabra intelectual (y el concepto, claro est) es de produccin francesa, por loque pido excusas por el exabrupto de decir que Platn fue el primer intelectual que

    pens sobre la poltica. Desde entonces se recuerda que gobernar es dirigir por elcamino de la mansedumbre a un rebao ya manso, como bien lo recuerda PeterSloterdijk en su injustamente famoso librillo Normas para el parque humano.Infinidad de intelectuales se han dedicado a pensar como gobernar a los hombres y, a

    pesar de las inmensas variaciones que ha sufrido la politologa, renovable comocualquiera, sigue vigente la idea platnica del gobernante como tejedor, es decir, el queentreteje de la mejor manera las propiedades de los hombres que resulten msfavorables a los intereses pblicos. Sembrar dudas sobre las ideas y sobre quienes la

    producen es destejer, hacer lo opuesto al inters pblico. La democracia trgica debe,pues, enfrentarse constantemente a las degeneraciones que la asaltan.

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    LA DEMOCRACIA TRANSIDA

    Las quejas se han hecho, incluso, estadsticas, amn de literatura de ficcin. Los

    estudios demuestran que los latinoamericanos no confan en la democracia. Si dematemticas se trata los norteamericanos no son proclives a votar. Quienes tenganamigos europeos podrn comprobar su apata por los asuntos pblicos o las burlasconstantes que ejercen sobre los polticos. La lista de quejas podemos encontrarlas enJos Saramago: Los ciudadanos sufren porque sienten que no tienen importancia en elfuncionamiento de la sociedad. Est limitada la capacidad de cambiar la direccin del

    pas. El poder real es el poder econmico, es decir, vivimos en plutocracia, el mundo esdirigido por unas cuantas multinacionales y los gobernantes son simples representantesdel poder econmico, los ciudadanos se comportan como autmatas. Slo queSaramago es un viejo ingenuo o una vctima de la arterioesclerosis. La nica cosa quese le ocurre es que todos votemos en blanco, seamos portugueses, italianos, asiticos o

    latinoamericanos. Semejante bobera nos conducira, segn l, a que el poder serepensara y encontrara soluciones, para luego incurrir en la contradiccin de preguntarsesobre el lugar donde verdaderamente reposa el poder.

    Los latinoamericanos son ms especficos: la democracia no ha disminuido lapobreza, siguen los problemas bsicos de salud, alimentacin y educacin, no se hahecho justicia a fin de cuentas. Si mezclamos lo que dicen los europeos cultos y los

    pueblos hambrientos nos topamos de frente con una crtica que ms parece unacondena. Ya en alguna otra parte he dicho que la democracia es un sistema polticoformal que privilegia la libertad y que, en consecuencia, es apenas un punto de partida.Uno de los asuntos centrales quizs est en el rol de los polticos, estos es, los queejercen la conduccin de los asuntos pblicos y el manejo de las finanzas comunes.Podemos encontrar, en cualquier parte, una actitud general de burla y desprecio haciaellos. Como nunca la actividad poltica est desprestigiada. Esa sera la primera grancontradiccin con el sufrimiento que Saramago describe: cada vez menos gente capaz seinteresa en la poltica, aspira a un cargo pblico o emite opiniones. Los asuntos pblicoshuelen mal, la poltica es una pobretona actividad de tercera. Hay un deterioro globaldel inters por lo comn. Es tambin una consecuencia del xito descrito como laadquisicin de dinero. A la poltica van a buscar dinero los que no pueden hacerlo deotra manera. Al fin y al cabo, lo que importa es ese xito tal como nos ha sido impuesto.La otra conclusin es la de una pobreza intelectual extrema. No hay ideas en el mundode la poltica. Las teoras sociales se desvanecieron, lo que queda es la administracin

    comn y rutinaria. Los soadores que vean la poltica como una vocacin de servicioestn creando nietos. A Saramago se le puede responder preguntndose cuntos seinteresan realmente por el destino comn. La experiencia venezolana indica que esedesapego es una de las causas por las cuales vivimos lo que vivimos. No son autmataslos ciudadanos como pretende el escritor portugus, no son ms que individuosexacerbados que no miden las posibilidades de afectacin que tiene sobre su entornoegosta la apata hacia lo colectivo.

    Es cierto que vivimos en un economicismo que derrumba cualquier otro parmetro. Eldinero es el nuevo dios y el xito el nuevo paraso. La concentracin de podereconmico es una realidad hasta el punto de las transnacionales manejar presupuestosque superan en mucho los correspondientes a varios pases tercermundistas sumados. La

    plutocracia se concentra en el dominio de las comunicaciones, en la propiedad sobre lainformacin. Quien domina la informacin domina al mundo. Ya he nombrado al actual

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    rgimen italiano como a una dictadura massmeditica, tal como la describe, porejemplo, Antonio Tabucchi. Con las realidades reales hay que tratar y no se puede negarque ese poder econmico es poder poltico. He descrito a los polticos comointermediarios entre la gente y la mercanca. Aqu y all se hacen babosas que mueren

    por tener delante una cmara de televisin. Y dicen lo que se espera de ellos.

    La crisis poltica es un aspecto o una faceta simple de una crisis ms profunda. Loque est en crisis es el hombre mismo y, por ende, su forma de organizarsepolticamente. La democracia resiste y lo hace, para paradoja de los manifestantesantiglobalizacin, en pasos como los de la unidad europea, aunque en el interior de esos

    pases los ciudadanos no se distingan en mucho de los dems, en cuanto a aburrimiento,a cansancio, a automatismo. De resto, el poder de decisin, la real posibilidad de elegiro de cambiar la direccin de un pas, siguen sujetos a la imaginacin desarrollada en elcampo de la poltica. La democracia, como todo, es un campo donde la capacidadinventiva debe estar siempre presente, sobre todo si partimos de la conclusin clara deque el mundo no puede ser perfecto (la muerte de la utopa) y que el camino est en su

    bsqueda permanente.

    No obstante, habr sobresaltos. La crisis va a conducir a brotes totalitarios. Si no seregenera el tejido poltico el totalitarismo ser de signo econmico, menos en un pascomo el mo donde la revolucin se tie de regreso a procesos genticosdecimonnicos. Esa especie que alguna vez fue llamada intelectuales est en desuso ova de extincin. No hay tiempo para pensar ni es productivo hacerlo. O quizs sea msfiera la conclusin: a muy poca gente le interesa devanarse los sesos en las formas

    posibles de organizacin social. Una de las conclusiones paradjicas es que necesitamosms que nunca de la poltica, en estos tiempos en que no se consigue una idea ygobernar se ha convertido en una tarea para mediocres.

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    LA DEMOCRACIA SIN POLTICA

    El nuevo dirigente ya no recorre los hbitat de los electores. Ahora se inclina ante el

    dueo del canal de televisin. Ahora, an en las situaciones de alto riesgo, no es ungrupo de dedicados dirigentes el que traza una estrategia; es la compaa publicitariala que disea los slogan. Ya la sociedad no genera sus dirigentes por la sencilla razn deque ha dejado de orientarse a s misma. Slo es capaz de percibirse en los smbolosmediticos. Las sociedades actuales, nos lo recuerda Peter Sloterdijk en El despreciode las masas, son inertes, miran la televisin para, en su individualismo feroz, hacersesuma desde su condicin de microanarquismos. La expresividad se le muri a la masa

    postmoderna y, en consecuencia, no puede generar dirigentes. Hay una plagainconmensurable asegurando que lo que sucede es que no es la hora de los lderes sinode la masa. El concepto de opinin pblica est cuestionado desde los inicios mismosdel siglo XX, pero, hoy en da, bajo los efectos narcticos, se puede muy bien asegurar

    que estas sociedades atrasadas slo son capaces de generar gobiernos fascistoides que leden afecto. Vivimos, lo dice Sloterdik, un individualismo de masas, uno, agregamosnosotros, sembrado en el alma por la pantalla-ojo que slo produce suma mediante elsistema de inyuncin.

    En las democracias se hacan dirigentes en los partidos, pero los partidos estnmoribundos. Resultan incompatibles con las nuevas leyes de lo massmeditico. El viejoaxioma de no hay democracia sin partidos parece haber sido sustituido por otro quereza no hay democracia sin canales de televisin. La democracia busca su propiadestruccin. Recordemos los acuerdos entre candidatos presidenciales venezolanos ycadenas de medios para regalarles curules parlamentarios a cambio de apoyo. Talaberracin tuvo consecuencias: se relaj el espacio pblico, la concepcin de la poltica,de la democracia misma y de la representacin. Los dueos de los medios pasaron a serlos dirigentes y la masa que antes movilizaban los partidos qued a disposicin de losmedios. Cabe preguntarse cmo ser esta democracia precedida por la devastacin delos partidos.

    Siempre es posible decir que lo que muere es un tipo de partido. Siempre se puedehablar de un tipo de y colocar delante democracia, economa, poltica. Lo grave,ms all de las consolaciones, es que realmente marchamos hacia una democracia sin

    poltica. El presente est desquiciado. Si las democracias entran en trastornos de estamagnitud lo que se puede esperar es, como lo he dicho, un gobierno amoroso y fascistao el retorno de otros fantasmas del pasado. Si no hay poltica no hay funcionamiento

    social. He dicho en otras ocasiones que la necesidad es de ms poltica, porque lo queproduce cansancio es su ausencia, como en el caso venezolano presente, y no unasupuesta y negada presencia excesiva. Lo excesivo es el vaco, una masa que no tienequien la dirija y una direccin massmeditica usurpadora.

    Los acontecimientos pasan ahora a gran velocidad. Es lo que hemos denominado lainstantaneidad suplantando a la noticia muerta. Es la velocidad la noticia. Paul Virilio,gran acuador de trminos, nos ha regalado ste otro, dromologa o economa

    poltica de la velocidad, ciencia que se ocupara de las consecuencias de la velocidad,porque es en funcin de ella que hoy se organizan las sociedades. Este fenmeno de losdueos de los medios ejerciendo la direccin poltica se explica, en parte, por estarazn. El ejercicio de la poltica es ahora, y tambin, instantneo. Los dirigentes que

    medran aparecer en la pantalla no son ms que actores de los canales de televisin, sonpersonal contratado y subsidiario, esclavos balbuceantes del poder tecno-meditico. La

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    democracia sin poltica pasa a ser un cascarn vaco. Por si faltara poco, los tericos dela supuesta y final victoria de una democracia que bautizan liberal, consideraninseparables los conceptos de democracia liberal y libre mercado, ms an, idnticos losconceptos de libertad y neoliberalismo. No hay polticos, y mucho menos alguno que

    piense, que puedan salir a la palestra a discutir tal matrimonio. Seran silenciados por

    los dirigentes que conceden el oxgeno, que les permiten seguir participando en unavida pblica altamente condicionada, que ceden el espacio y elencan los nombres delos entrevistables.

    Todo est en revisin: el concepto de Parlamento, las elecciones, la representatividad,los partidos. De esas instituciones ya no emana poder o legitimidad para los polticos.Son nadie. No les queda ms que hacerse actores de televisin. No los hay ya contalento, pero si alguno quedara, de igual manera pasara a ser no ms que un personajemassmeditico. Un problema adicional aflora: mientras ms mostrados por el podertecno-meditico ms incompetentes parecen y se hacen.

    Una democracia sin poltica obliga a preguntarse si habr repolitizacin. JacquesDerrida, en Espectros de Marx, da una respuesta demoledora: La poblacin caer en

    un idealismo fatalista o de escatologa abstracta y dogmtica ante los males del actualrgimen.

  • 8/14/2019 El ltimo texto (Segunda lectura del nuevo milenio)

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    LA DEMOCRACIA SIN IDEAS

    El asunto que comienza a plantearse es el de los efectos dainos del mundo tecno-

    meditico sobre la democracia. Ahora vamos ms all del poder massmeditico en s, para arribar al planteamiento de una eventual incompatibilidad de los valoresdemocrticos con las normas universales de la comunicacin. Si el hombre se convierteen un mero animal simblico este sistema poltico habr perdido toda racionalidad.Giovanni Sartori lo define como la primaca de la imagen, es decir, de lo visible sobrelo intelegible. El hombre que mira la pantalla se est convirtiendo en alguien que noentiende. Los sistemas de medir la llamada opinin pblica estn trasladndose a un

    botn del telecomando y quien aprieta ese botn es alguien sin capacidad depensamiento abstracto. Ese viejo carcamal llamado partido poltico depende ahora defuerzas que escapan al trabajo de captacin de miembros o a los planteamientos

    profundos sobre proyectos de gobierno. Las encuestas se hacen cada vez ms

    sofisticadas y, al mismo tiempo, ms errticas, pero forman parte del conjunto dedestruccin de algo que hoy es una entelequia y, no obstante, se sigue llamandoopinin pblica.

    Los contendores de la democracia, en trminos absolutos, han cambiado. Los viejosenemigos se derruyeron, pero muchos nuevos han surgido, el populismo, las nuevasautocracias constitucionales que se amparan en un Estado de Derecho falsificado yconstruido a la medida.

    Si la democracia es un ejercicio de opinin, o gobierno de opinin conforme a ladefinicin de Albert Dicey, la democracia es un cascarn vaco, pues como bien loobserva Sartori las opiniones son ideas ligeras que no deben ser probadas. Hemosvisto como los llamados programas de gobierno que antes elaboraban los aspirantes al

    poder han cado en total desuso, por la sencilla razn de que no influyen electoralmente.Basta manejar dos o tres cuestiones machacantes para definir a esa debilidad variablellamada opinin pblica. Ahora bien, en este era tecno-meditica las opiniones no sonindependientes, no surgen del conglomerado, al contrario, le vienen impuestas por elejercicio massmeditico. Numerosos analistas han sealado la desaparicin de losensible, puesto que la televisin borra los conceptos y hace del hombre un receptor queve sin comprender. Ello explica la creciente e indetenible ignorancia de los polticos.Hemos llegado a una regla massmeditica: quien aparece conceptual no puede ganar laselecciones.

    Cuando hablamos de falta de ideas no nos referimos a los pensadores. Los

    intelectuales europeos, fundamentalmente, pues fue en Europa donde la democraciapresent los primeros sntomas de fallas, se han dedicado al tema desde la dcada de los60, en una tradicin que creemos comenzaron el filsofo italiano Norberto Bobbio y el

    britnico Raymond William que se extiende hasta nuestros das con Alain Finkielkraut.Por supuesto que cuando Bobbio comienza sus anlisis lo massmeditico no habaadquirido el desarrollo actual, sin embargo el italiano lo olfatea. Ya vea venir el mundodel instante a que nos ha sometido la pantalla-ojo, una instantaneidad ajena a laconciencia.

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    Lo que s est en entredicho desde lejanas dcadas es el concepto de opinin pblica, la falacia que la envuelve al no ser otra cosa que una induccin, y larepresentatividad misma. Un trmino se puso de moda para sealar un ideal de avance,la llamada democracia participativa, que parece ser algo as como una bsquedaaproximativa de democracia directa. A ello se sumaron las crisis obvias del Parlamento,

    de las elecciones mismas y, a mi entender la ms grave de todas las crisis, el ejercicio dela poltica condicionada por el poder tecno-meditico.No es, pues, falta de pensadores ocupndose del tema. Donde no hay ideas es en los

    gobernantes, en los gobernados, en los polticos y en las masas fraccionadas yanarquizadas por el efecto massmeditico. La victoria absoluta de la democracia,

    proclamada a la cada del muro de Berln, ha devenido en una crisis de alto riesgo dondetodos los conceptos estn siendo sometidos a revisin y donde las institucionestradicionales parecen derrumbarse. En Europa puede sentirse ms el efecto de laglobalizacin, a lo interno, pues la experiencia de la unidad externa contina adelante a

    pesar de los lgicos tropiezos, siendo, precisamente esa integracin, el experimento msexitoso iniciado por el hombre en este campo, un asidero que impide la profundizacin

    de la crisis. En los pases latinoamericanos es la poltica la que desaparece y sin ella nohay estructura social capaz de generar dirigentes y menos gobierno. La concepcinmisma de lo que es, o debera ser, un gobierno democrtico est bajo cuestionamiento y,como nunca, una ola de populismo proclama a las mayoras irredentas con el derecho degobernar ejerciendo una especie de nueva autocracia de las mayoras. El problema delejercicio de la poltica es tambin un problema cultural: los sistemas educativos parecenhaber fracasado estrepitosamente y los pueblos se muestran cada vez ms ignorantes. La

    pantalla-ojo llena de estereotipos, hace de la decisin, o de la simple participacinpoltica, un acto sin ideas. Los polticos, cada vez ms mediocres y ms torpes, serinden ante el poder massmeditico y hacen de la poltica una banal actuacin

    bochornosa. Todo nos lleva a los conceptos de poder y de Estado. Es obvia la crisis delEstado-nacin, como obvia la certeza de que una nueva forma de poder estapareciendo, an en las nebulosas de la imprecisin, pero fundamentalmente distinto alo que hasta ahora hemos entendido por tal. Debemos decir que la era industrialtermin, a la que se asocia la idea tradicional de democracia, y que estamos en otra, lamassmeditica, cuyas imposiciones, obviamente, estn desgarrando a la democraciamisma. El insurgir de la defensa de los derechos humanos ha servido para limitar los

    brotes totalitarios que se muestran como un mal sntoma, pero la crisis del Estado socialha puesto en evidencia una economa injusta que ha pasado a ser una fbrica de pobresen los pases dependientes.

    A los pensadores de lo poltico los leemos unos pocos, unos pocos estamos alertas

    sobre los males que se ciernen sobre la democracia, algunos pueden escribir en losperidicos sobre estos temas, otros no, pero ciertamente el pensamiento de la filosofapoltica no ha influido en nada en el comportamiento simiesco de los polticos y de todolo que de ellos depende. Podemos reconocer que el pensamiento es lento, pero tambinque no tiene el poder de los massmedias que convierte todo en instantneo, enintrascendente, en banal, incluyendo lo principal, la forma de gobierno. Sobre todo nose parecen a las ideologas que equivalan a piedras inmodificables o sistemas cerrados,ms bien se parece a una creciente incultura que se ha apoderado de las sociedades, engran parte por el efecto de la pantalla embrutecedora.

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    La escasa influencia del pensamiento sobre la democracia en la democracia misma sedebe a la crisis de todo pensamiento trascendente en un mundo de bodrios, deinsubstancialidad y a que diagnostica de modo diferente a como se construyeron lasideologas derruidas. No se trata de un plano que se proclame poseedor de la verdad ni

    pretenda proclamar la solucin de los problemas del hombre. Se trata de un conjunto de

    diagnsticos y de advertencias. Que los polticos no oyen advertencias est claro enVenezuela desde cuando aparentemente se entendi que era necesario reformar elEstado y se cre la COPRE*, para luego desor todas y cada una de lasrecomendaciones de all emanadas. Las clases medias, actores claves en toda accin

    poltica, slo se movilizan cuando creen amenazados sus derechos, son clasesbobaliconas y anrquicas que convierten una asamblea de vecinos en una especie dereunin de condominio de su edificio. Son las clases medias el ejemplo de inaccinfuncional inducida por la pantalla-ojo o el instrumento manipulable para los intereses

    particulares disfrazados de colectivos.* COPRE (Comisin Presidencial para la Reforma del Estado)

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    EL REBROTE DEL TOTALITARISMO

    En alguna ocasin Lacan implement la palabra-concepto yocracia. Podramosdecir etimolgicamente que es el gobierno de s mismo. Uno ilusorio, claro est, dado

    que el hombre contemporneo no se gobierna a s mismo y est perdiendoaceleradamente la capacidad de gobernarse en sociedad. La yocracia, pensamosnosotros, es el producto de la sociedad del bienestar. El goce es el nuevo alimento

    posible y en l el hombre se solaza. El bienestar conduce al rompimiento del lazo social.Por lo dems, ese goce se homogeneiza, se hacen universales las maneras. Layocracia, paradjicamente, est inserta en una homognea subjetividad absoluta

    prefabricada e impuesta. De manera que podemos traducir yocracia comoindividualismo autista.

    La democracia implica el inters por lo colectivo y es, en el fondo, incompatible conel egosmo. Si el inters colectivo, en esta forma de gobierno, est por encima delinters particular, podemos comenzar a entender porqu la democracia presenta

    resquebrajaduras. La realidad real de lo social ha sido sustituida por la realidadfantasmagrica de la imagen. El mundo del hombre que se satisface, el ycrata, estrepresentado por la imagen, mientras cada vez ms gruesas masas empobrecidas notienen expresin poltica. Para seguir utilizando, seguramente de manera distinta aloriginal, palabras lacanianas, la gran masa de la poblacin est forcluida.

    El hombre dominado por el afn de bienestar carece de significado. Ha ido largando elsentido de lo eterno. Se ha convertido en un dividuo. La cultura y el pensamiento sonestorbos que impiden el acceso al bienestar. De esta manera la organizacin polticasufre las consecuencias. Se hace indispensable la sepultura de la poltica. Sin poltica elcuerpo social no puede funcionar. Queda abierto el camino hacia la aparicin de lasnuevas formas de totalitarismo.

    Algunos sucesos han regado el rbol peligroso del autoritarismo. El ataque contra lastorres gemelas en Nueva York ha abierto una espiral de control interno en los EstadosUnidos que aparentemente se disfraza de paranoia. Los presos afganos en Guantnamoencarnan la violacin de las normas jurdicas y el ataque a Irak establece el uso delunilateralismo violento como la norma. A eso hay que sumar el islamismo radical dondeel suicidio terrorista convierte a miles de seres en objetivo potencial de la violenciaciega.

    Quizs Nelson Mandela haya sido el ltimo de los hroes. Pertenece a un lejano sigloXX que no reproducir en el XXI las manifestaciones de herosmo, sino lasconsecuencias totalitarias. El ycrata es el antihroe. El poltico no tiene ya ninguna

    similitud con el hroe, es, ms bien, una especie en vas de extincin. Surge, entonces,la antipoltica a llenar el vaco. El dedo acusador contra la degeneracin de los partidosy de la democracia se alza como el nuevo hroe. Es el hombre fuerte, el aspirante a lanueva forma dictatorial del siglo XXI que ya no llena estadios con prisioneros sino queutiliza el arma fundamental del viejo sistema: el poder massmeditico. El eros que hasido derrotado, abandonado y lanzado a la cesta del olvido por la yocracia essustituido por el amor que el dictador emergente ofrece: amor al pueblo, amor alas pobres, amor a los desposedos, amor a los dbiles y lo que quizs sea peor,amor a la patria, pues ello implica el resurgimiento de una enfermedad del siglo XX:el nacionalismo.

    No hay duda del resquebrajamiento del lazo social impulsado por la yocracia, como

    no hay duda de la mediocridad de nuestro tiempo. El mundo se ha hecho estril y con lla forma ideal de organizacin poltica, la democracia, slo que tal declive parece no

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    angustiar al comn, slo a una minora alerta. Es que en este mundo mediatizado slo seest disponible para la trama comunicacional y la democracia ha pasado a ser parte deella. La cohesin viene ahora desde all, no de las instituciones polticas que pasaron aser enredadoras de la libre velocidad con que el mercado y la comunicacin debendesarrollarse. La poltica est obligada a desdibujarse, no puede haber instituciones de

    ella derivadas que se mantengan pues automticamente se convertiran en escollos. Estaes la era de la velocidad impuesta por lo tcnico-meditico y las viejas ideas queinspiraron a la democracia no son compatibles con la velocidad.

    Dmonos cuenta de que estamos perdiendo la memoria. El totalitarismo de nuevocuo lo primero que intenta es desterrarla, signndola como daina. Sin memoria la

    poltica carece de sentido. Los polticos se han hecho la rutina, los administradores delaburrimiento, se han hecho innecesarios. Las nuevas formas de organizacin social nolos necesita.

    Esta situacin est clara en el declive de las instituciones tradicionales. Ha dejado deser verdad, aunque algunos repitan la frase, aquello de que no hay democracia sin

    partidos. La gente se organizar de otra manera, posiblemente atados por intereses

    comunes. De all la abundancia de ONGs de las ms diversa ndole. La representacin,por lo dems, ha sido adulterada recurriendo a la matemtica, como sucede en el casovenezolano. La poltica se ha massmediatizado. La adecuacin a la lgica de losmassmedias ha desatado una discusin que, a mi entender, es slo acadmica. Comienzaa hablarse de cyberdemocracia, teledemocracia o democracia electrnica. La verdaderarazn de esta bsqueda es la desaparicin de la mediacin poltica y, en consecuencia,se piensa en cmo habilitar una especie de democracia directa donde todos los gravesasuntos pblicos sean sometidos a todos mediante el uso de la tcnica. Si losintermediarios desaparecen, como de hecho ha sucedido, (lase partidos y polticos) serecurre a un medio asctico donde, desde el hogar, cada quien dara su opinin. Si bienes cierto que, en este campo, la discusin gira entre el establecimiento de unademocracia directa electrnica, por una parte, y el uso complementario de latecnologa, por el otro, los bemoles a anotar son demasiados: virus, fraude, falta decultura, falta de acceso masivo al medio tecnolgico.

    Lo que nos interesa resaltar sobre esta discusin que, repito, es acadmica, es suorigen: viene del individualismo creciente y de la crisis de los medios de expresinhasta ahora empleados. A quienes dudan de la validez del trmino postmoderno, habraque sealarles este hecho como el ms rotundo en cuanto al fin de la modernidad. Loque vemos en el mundo actual nos indica la crisis del Estado-nacin, pero tambin el denacin. La complejidad social (recurdese el grado extremo de pobreza de alrededor del80 por ciento de nuestras poblaciones) ha acabado con el lema de identidad nacional

    como elemento de cohesin y pertenencia; en este sentido se pone en duda que talcomplejidad pueda reducirse a una sola voluntad colectiva. La segunda es que el viejoasunto de la mayora decidiendo en democracia con el acatamiento de la minora ha

    pasado a ser una entelequia y, en consecuencia, la idea misma de representatividadvlida se diluye. En otras palabras, no hay nadie que represente lo que podramosdenominar intereses generales. Eso hace saltar por los aires infinidad de conceptossobre los cuales se ha basado la democracia. Ms claro an: se est tornando imposibledefinir una identidad social. Antes pertenecer a un partido, por ejemplo, nos dotaba deuna identidad. Ahora no, y cada uno construye su propia yocracia. Vivimos en lo queLipovetsky llam la era del vaco.

    Alain Badiou alarga la lista: el gobernante no representa la voluntad del pueblo, el

    voto es un simulacro, el clientelismo poltico es asfixiante, los intereses se hanfragmentado en demasa, el desencanto es general. Pobre democracia, podramos

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    exclamar. Lo cierto es que podemos coincidir con l en que la individualizacin extremalleva a los dividuos a desconocerse entre s como sujetos de derecho y a moversecomo tomos deshumanizados. Es cierto que se estn buscando nuevas formas de hacer

    poltica, fuera de los partidos y sin el Estado.V. Marcel Gauchet seala un hecho muy interesante y es el de la ascensin de los

    derechos humanos a elemento dominante, pero como uno despolitizado. Ladespolitizacin es un hecho, mientras algunos reclamamos ms poltica como salida.Este filsofo francs piensa que existe una situacin de desequilibrio entre el elementodel derecho en relacin con la poltica puesto que la articulacin fue a parar a losmassmedias. Para Gauchet estaramos entrando en lo colectivo sin colectivo, esto esvamos hacia una democracia contra s misma y lo explica arguyendo que antes seconjugaban en la ciudadana lo general y lo particular, o lo que es lo mismo, cada unoasuma el punto de vista del comn desde su propio punto de vista. En lo que ahoratenemos prevalece la disyuncin: cada uno hace valer su particularidad. Ladespolitizacin se alimenta con la actitud, por parte de la sociedad, de no querer hablarde poltica y con lo que l llama ejercicio profesional de la poltica basado en la

    demagogia de la diversidad.Jacques Rancire se centra en la relacin entre poltica y filosofa, una que se torna

    vital analizar en esta hora de rebrote totalitario. La poltica ha entrado en el terreno de laausencia y Rancire nos propone rescatarla como fenmeno pensable, en suoperatividad como acontecimiento. Es decir, liberarla del sentido centrado en unafilosofa de la historia y de su carcter superestructural. Acontecimiento es lo quedetiene la mera sucesin de los hechos y exige una interpretacin, es lo que intuye elconflicto y da lugar al desacuerdo necesario; es evidente que sin desacuerdo no hay

    poltica pues integra la racionalidad misma de la interaccin. Estigmatizar al desacuerdoes el acoso que vivimos las vctimas del nuevo totalitarismo. Rancire no vacila:cuando la poltica desaparece viene la polica.

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    LAS NUEVAS FORMAS DEL CONTROL

    El desarrollo del concepto de alienacin ech en el olvido al de fetichismo. Ambos

    han sufrido perodos de esplendor y de olvido, remodelaciones y cambios. Marx est enel origen de ambos, slo que la interpretacin de fetichismo de la mercanca se fuereduciendo a una falsa valoracin de las cosas lo que le daba una implicacinideolgica, cuando hoy en da la sociedad del espectculo ha convertido a esa mercancaen la creadora del mundo que habitamos.

    Es evidente que ambos conceptos se entrelazan. El objeto es un fetiche (hoy elsmbolo a citar sera el telfono celular) y estamos alienados en el sentido de quenuestra creacin escap de nosotros y nos domina. Hoy decimos en relacin a ambosconceptos que se han modificado sustancialmente los medios de dominacin. Esevidente que insistimos en lo tecno-meditico porque vivimos en la civilizacin de laimagen, pero ella tiene relacin directa con la mercanca fuera de s. Este rebao

    normalizado lo es ahora por vas distintas, las cuales han sido afinadas en suefectividad por la tecnologa.

    La precisin del cambio la defini Gilles Deleuze como el paso de una sociedaddisciplinala unasociedad de control. En la primera existen instituciones que funcionancomo la columna vertebral y definen el especio social, esto es, la llamada sociedad civil(otro concepto en riesgo) define al cuerpo social todo. Si a ver vamos la casi totalidadde las instituciones que sirven de estructura a esa sociedad civil estn derruidas trayendocomo consecuencia lo que este pensador llama vaco social. La llamada sociedadcivil, en algunos casos, sigue conservando las instituciones y caractersticas que algunavez la definieron, pero estas han sido anegadas por las nuevas formas de control hastallegar a una de las condiciones esenciales de este, la hipersegmentacin de la sociedad.Aqu, y en todas partes, deberamos comenzar a hablar ms bien de una sociedad

    poscivil.Est claro que para la existencia de una democracia la sociedad civil resulta

    indispensable. Es ella el campo donde lgicamente se producen las mediacionesesenciales al espritu democrtico. Fue Hegel el mayor estudioso de este tema, aunque,claro est, el concepto naci para oponerlo al de sociedad natural. Lo civil en los

    pensadores anteriores implicaba la organizacin social, con el Derecho incluido comogran ordenador, mientras Hegel parece referirse ms bien a sociedad burguesa.

    Bien podra argumentarse que la sociedad civil se ha convertido en un simulacro de losocial. La democracia, por ejemplo, parece alejarse de su marco de drenaje y

    composicin, para elevarse por encima de las fuerzas conflictivas que se mueven en suseno. El poder que amenaza con surgir en el siglo XXI trabaja ya lo hemos dicho hastala saciedad- con la velocidad y con la imagen, ms con la velocidad de la imagen. Sualzamiento por encima de una sociedad civil dbil le permite recuperar el sueo deldominio total, de la modelacin de los contemporneos (antes ciudadanos) a su lealsaber y entender. As, el poder de la dominacin se hace total. En el campo del sistema

    poltico la democracia comienza a ser mirada como un impedimento, como un estorbo.Ya no estamos, pues, y a veces mucha gente no se da cuenta, en una sociedad

    industrial. En consecuencia las formas de poder son otras. Las que corresponden a unasociedad panptica* si aceptamos el trmino, o, simplemente a una sociedad de control.En consecuencia, las viejas formas (sindicatos, partidos polticos, asociaciones

    empresariales y todas aquellas instituciones de la sociedad civil) se derrumban, aligual que los sistemas de valores tradicionales, la familia, los sistemas de poder (la

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    democracia en peligro). No se trata, como repite tanta gente en mi pas, de que lospartidos se regeneren o se hagan diferentes. Lo que pasa es que la forma de expresinpoltica de este tiempo ya no pasa por ellos. Hay nuevas formas de poder y tambinnuevas formas de poltica, slo que la tendencia es a la eliminacin de esta ltima, esdecir, a un neo-totalitarismo. Si vemos, por ejemplo, la inutilidad de los sindicatos y la

    impotencia absoluta de los partidos para unir en torno a ideologas, debemos admitirque la nueva estructura poltica pasar por un entramado de redes de accin y presinpoltica. Lo que hay que entender es que la poltica dej de ser un espacio de accinindividual o uni-organizativo para convertirse en una gran red de redes de transmisinde informacin, creacin de coaliciones y alianzas y en articulacin de presin poltica.

    En su postdata sobre Las sociedades de control, Gilles Deleuze nos recuerda elproceso, con Foucault, de las sociedades disciplinarias de los siglos XVIII y XIX, enplenitud en los principios del siglo XX, donde el hombre pasa de espacio cerrado aespacio cerrado, esto es, la familia, la escuela, el cuartel, la fbrica y, eventualmente, la

    prisin, que sera el perfecto modelo analgico. Este modelo sera breve, apenassustitutivo de las llamadas sociedades de soberana, donde ms se organiza la muerte

    que la vida. Deleuze considera el fin de la II Guerra Mundial como el punto deprecipitacin de las nuevas fuerzas y el inicio de la crisis de lo que llamamos sociedadcivil. Entran en crisis la familia, la escuela, el hospital, el ejrcito, la prisin. En otras

    palabras, entran con fuerza lassociedades de controlque sustituyen a las sociedadesdisciplinarias. Virilio habla as de control al aire libre por oposicin a los viejosespacios cerrados. El gran diagnstico sobre este proceso lo hace, qu duda cabe,Foucault, pero es a Deleuze a quien debemos recurrir para entender el cambio de losviejos moldes a lo que l denomina modulaciones. La modulacin cambiaconstantemente, se adapta, se hace flexible. La clave est en que en las sociedadesdisciplinarias siempre se empezaba algo, mientras que en las de control nunca setermina nada, lo importante no es ni siquiera la masa, sino la cifra. Es decir, hemosdejado de ser individuos para convertirnos en dividuos. No hay duda de la mutacin:estamos en la era de los servicios, la vieja forma capitalista de produccin desapareci.He definido esta era como la de la velocidad, pues bien, el control es rpido, cambiante,continuo, ilimitado. Si algunos terroristas colocan collares explosivos a sus vctimas, lasociedad de control nos coloca un collar electrnico.

    Y como siempre que diagnosticamos en este tema debemos regresar a MichaelFoucault (Microfsica del poder, Vigilar y castigar (Nacimiento de la prisin), Laarqueologa del saber, Los anormales, Estrategias de poder). Siempre ha existidoalgn tipo de vigilancia hacia los individuos o grupos sociales, pero una que puedallamarse de rango institucional centralizado corresponde a este tiempo del nacimiento

    y progreso de las nuevas tecnologas. As, la sociedad de control tiene mayor intensidady sistematizacin en su vigilancia, alzndose esta ltima como sustituta de la coercinfsica. Esta prdida de libertad es aceptada gustosamente. Foucault distingue as entre

    sociedad de espectculo y sociedad de vigilancia, diferenciacin que no encuentrocorrecta, pues como he dicho ms arriba, el espectculo es una forma vigilante. Encualquier caso podemos aceptar el trmino acuado, el de sociedad panptica, que no esotra que aqulla que reproduce la estructura y funcionamiento del poder. En otras

    palabras, se homogeniza el comportamiento. El preso no puede observar a quien loobserva, mientras que el panptico no hace otra cosa, est fijo frente al carcelero,mirndole, aprendiendo de l, hacindose l. Para decirlo con palabras propias de unadictadura, el que se sabe vigilado procura comportarse bien. La vigilancia se

    introyecta, se hace parte integral del dividuo. Nos hemos convertido en autmatasconsumidores de imgenes. Y volvemos a lo que he llamado la plaga neo-totalitaria que

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    puede avizorarse en el horizonte: ya no habr dictaduras con estadios llenos, no harfalta, la sumisin estar en el interior del hombre, pues el dividuo no ver al poder, nihar falta, y al no verlo le parecer ausente, inaccesible, y eso har del poder el amorosodictador cuya eficacia est garantizada.*Panptico: Dicho de un edificio. Construido de modo que toda su parte interior se

    pueda ver desde un solo punto. DRAE),

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    EL VIEJO ORDEN MUERTO

    Muchos piensan que en lo poltico estamos ante una manifestacin de anarqua social.Mayor razn an para reforzar la tesis del neo-totalitarismo emergente. En efecto, portodas partes brotan invectivas contra la jerarqua y un insistente llamado a la accin delas bases, sin que eso implique voluntad alguna de reestructurar lo poltico. Esto

    parece indicar un vuelco hacia s mismas, por parte de estas organizaciones sociales quese asoman como los sustitutos de los viejos partidos. Se trata de un planteamientoradical de sustitucin de lo representativo y, en consecuencia, de uno que rompe las

    bases de la democracia como la hemos conocido. En otras palabras, se ha planteadocomo una imposibilidad la eleccin por la mayora de un bienestar social. Algncomentarista ha sealado una extraa relacin entre lo religioso y lo poltico. Lareligin tranquiliza mediante la oferta de una vida despus de la muerte; se trata de una

    oferta concreta. Los polticos en campaa electoral cambian la confianza de loselectores por una simple promesa, la de ejecutar un programa de gobierno ofertado quegeneralmente es incumplido.

    Frente a la crisis de la democracia han surgido infinidad de movimientos sociales debase. Se trata, aqu y all, de un ensayo general de alternativas a la relacin jerrquica.La solucin parecen decir, no depender ms de la promesa de los polticos, sino quedebe ser aqu y ahora. Slo que, en la prctica, reaparece, en lugar de desaparecer, elEstado Providencia, como en el caso venezolano, con numerosas misiones que sonreparto de dinero como parche tranquilizador; es decir, el Estado asume lamanifestacin anrquica de la base financiando un nuevo populismo.

    El asunto de fondo es si esta nueva forma de organizacin anti-partido podr regenerarlos tejidos democrticos. Debemos constatar que estos nuevos movimientos sonminoritarios por esencia y son tan poco atractivos como los partidos tradicionales. Lostericos comienzan a llamar tribus a estas formas que la muerte de los partidos haocasionado. As los llaman, porque pareciera que los individuos que se asocian quieren,en el fondo, redimirse de la individualidad. Se trata de una especie de sociabilidad

    primaria. Estamos ante un caso de reingeniera social de alta complejidad que pasara,necesariamente, por redefinir lo poltico de una manera muy distinta de cmo lamodernidad la entendi, esto es, organizacin jerrquica (partidos, sindicatos, etc).

    El peligro del brote anrquico de organizacin y destinos propios es el de la aparicindel lder totalitario, mientras sus ventajas estn en la prdida de dependencia de la

    promesa y, tericamente, del estado dadivoso, pues hemos visto que insurge unanueva forma de populismo amoroso que dice comprender la nueva realidad y la usurpa.Aclaremos que entendemos por anarqua en este texto simplemente la organizacin quese produce sin rdenes superiores. El peligro est en que el lder providencial seconvierte en nuevo padre en sustitucin del viejo padre Estado. El neo-totalitarismoinvolucra la reaparicin del la famosa frase El Estado Soy yo. Han cado losmetarelatos polticos de legitimacin y los metarelatos tericos y estn siendosustituidos por el lder providencial.

    La poltica ha dejado de ser el centro y ha sido sustituida por la vida cotidiana. Demanera que hay que partir de lo cotidiano para reencontrar lo social. Inevitablementehabr un caos y tal vez all radique la esperanza de salvarnos del neo-autoritarismo. En

    cualquier caso toda oposicin exitosa hacia este peligroso fenmeno dictatorial vendr

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    de quienes lo hagan desde la ptica del cambio, del avance, y nunca de quienes quieranrestituir el viejo orden muerto en la modernidad.

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    GLOBALIZACIN: EL PLANETA REDONDO

    La globalizacin significa la

    particularizacin de lo universal

    y la universalizacin de lo particular.

    Roland Robertson

    All, en la Academia, fuera de los lmites de Atenas, comenz un proceso matemtico

    llamado globalizacin. La advertencia sobre la necesaria condicin de gemetra paraentrar implicaba una conexin con la ontologa que haca de filsofos y cosmlogoshacedores de un globo, el del cielo. Cuando los marineros europeos, alrededor de 1500,abandonaron la tierra para hacer del mar la nueva va y junto a ellos los gegrafoscomenzaron a trazar los mapas de los descubrimientos se inici la globalizacin

    terrestre. Haba un inters econmico, se usufructuaban las riquezas del nuevo mundoen beneficio de los monarcas europeos que haban hecho una inversin en procura de unretorno a sus inversiones. Desde entonces dinero y globo terrqueo van juntos. Hoyasistimos a un factum poltico-econmico-cultural iniciado con el fin de la SegundaGuerra Mundial. Tenemos, as, un trnsito que va desde la mera especulacin meditativahasta la praxis de registro de un globo. As, el mundo se des-aleja, se eliminan lasdistancias ocultantes, se convierte en una red de circulacin y de rutinastelecomunicativas. La tcnica ha implantado en los grandes centros de poder y consumola eliminacin de la lejana. Quienes se oponen genricamente a la globalizacin sonunos extravagantes. Est aqu de hecho, tiene un ritmo indetenible, la preside el dinero

    porque este es la nueva barca capaz de girar el planeta y regresar. No es, por supuesto,

    un mero proceso econmico, pero s un hecho consumado, uno donde consumacinsustituye a legitimacin, uno que se hace insustituible a la hora de analizar la era presente de la humanidad. Como bien lo dice Peter Sloterdijk ahora somos unacomunidad de problemas. Ya hemos apuntado que con el acontecimiento globalizadorse deshacen las concepciones polticas, se afectan las autounidades nacionales, cambianlos actores tradicionales que pierden competencias, el multiculturalismo irrumpe, sobreEuropa se produce el regreso por la entrada de grandes masas de poblacin a unestado de movilidad, lo que a su vez afecta el concepto de sociedad de masas y, claroest, viene la protesta de los antiglobalizadores que lleva a Roland Robertson(Globalization. Social Theory and Global Cultura) a definir el acontecimiento de laglobalizacin como un proceso acompaado de protesta (a basically contested

    process), lo que hace que Sloterdijk seale que la protesta contra la globalizacin estambin la globalizacin misma, pues no es otra cosa que la reaccin de los organismoslocalizados frente a las infecciones del formato superior del mundo.

    Algunos hablamos de posmodernidad, otros de una nueva modernidad, aunque siaceptsemos por un momento esta respuesta cabra preguntar como puede llamarse assin utopa. Las contrarespuestas abundan, desde llamarla sociedad de riesgo hastaincertidumbre fabricada. Pero los fabricantes de definiciones deben aceptar lascaractersticas de lo que acontece, como la formacin de un habitus globalizado,desterritorializacin de los procesos socio-econmicos, cambios en las formas de

    produccin y el interesante multiculturalismo. Como respuesta a los viajes de losmarineros de 1500 ahora se est produciendo un viaje de regreso con la consecuente

    presencia de grandes masas desprovistas en el Occidente descubridor. Desde este puntode vista no se puede acusar a la globalizacin de homogeneizadora puesto que produce

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    heterogeneizacin. Esto conlleva a la ruptura de viejos afianzamientos tribales y a laconvivencia de formas culturales distintas. Como vemos, la globalizacin abarca muchoms que el simple proceso econmico y, en ningn caso, puede reducirse a la acusacinde un avance demoledor de un neo-liberalismo salvaje. Claro que se produce unaconsecuencia econmica inmediata.