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Los riesgos del hábito de fumar

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La nicotina es el principal ingrediente psicoactivoque buscan los consumidores de tabaco. La eliminaciónde la nicotina de los diversos preparados del tabacoevita su consumo regular y repetitivo. De manera simi-lar, la administración previa de un antagonista nicotí-nico hace que no se encuentre especial interés en elhecho de fumar. Por ello, los cigarrillos y las demás for-mas de consumir tabaco pueden ser considerados comoinstrumentos para la administración de nicotina.

Aunque no todos, la mayor parte de los consumido-res regulares de nicotina —la mayor parte de los fuma-dores— son dependientes de la nicotina. Y en concretocasi la totalidad de quienes buscan ayuda para dejarde fumar son adictos a la nicotina o, en sentido másamplio, a determinadas labores de tabaco.

¿QUÉ ES UNA DEPENDENCIA?

Lo característico de toda dependencia —trastornoconductual en el que está disminuido el control sobre elconsumo de una determinada sustancia— es la exis-tencia de una necesidad o compulsión hacia la tomaperiódica o continuada de esa sustancia1.

Hace varias décadas la OMS aconsejó la sustitucióndel término adicción, por el concepto más preciso y conmenores connotaciones negativas, de dependencia. Apesar de esto, el término “adicción” (y “adicto”) estámuy arraigado y frecuentemente se utiliza de formamás o menos equivalente al de dependencia.

Condicionamiento clásico y condicionamiento operante

Los deseos de consumir suelen ser habitualmentedesencadenados por la presencia de estímulos, origi-nalmente neutros, que por condicionamiento clásico—pavloviano— han adquirido “un valor añadido”, han

sido incentivados, habiendo sufrido lo que se denominaun proceso de incitación predominante.

Los estímulos asociados al consumo pueden serexternos (un cenicero, encender el ordenador, unapersona, una película, una canción, un anuncio) ointernos (sensación de frustración, tristeza, ira, sole-dad o estrés), no estando necesariamente relaciona-dos con las propiedades farmacológicas de la sustan-cia; el conocimiento y la extinción de estasasociaciones tienen una gran importancia en el tra-tamiento de la dependencia y en la prevención derecaídas.

Para que la conducta de auto-administración seinstaure es necesario que la sustancia consumidatenga propiedades reforzadoras. El concepto reforza-dor es el contrario del concepto aversivo. Se utiliza enpsicología experimental para eludir el empleo de tér-minos difícilmente objetivables como necesidad, deseoo compulsión2.

Un estímulo es reforzador si su aplicación aumentalas posibilidades de que vuelva a ser aplicado; dadoque es el individuo o el animal de experimentaciónquien aplica el estímulo, la conducta queda reforzadapor sus consecuencias: es un condicionamiento instru-mental u operante. Si no existe éste, no hay conductade búsqueda y, consecuentemente, no existe dependen-cia ni trastorno adictivo alguno. La nicotina es la sus-tancia del tabaco que posee propiedades reforzadoras yla que, por tanto, es principalmente responsable de ladependencia al tabaco3.

Al igual que en otras adicciones, los efectos bioló-gicos aislados de las sustancias consumidas —la nico-tina en este caso— no son suficientes para generaruna dependencia: en el desarrollo de ésta intervienentambién las características de la persona y del entor-no en el que se realiza el consumo. De esta manera,la nicotina como sustancia psicoactiva que es, puedeser utilizada para paliar o compensar determinadosdéficits personales (como afrontamiento de situaciones

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F. J. AYESTA Y M. OTERO

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generadoras de estrés o deficiencia de habilidadessociales, por ejemplo) o realizar determinadas funcio-nes sociales (como incorporarse a determinado colec-tivo, aparentar ser mayor o independiente, etc.). Lasfunciones psicológicas y sociales atribuidas al tabacopueden variar mucho según las personas y losambientes: conocer qué aporta la sustancia adictiva—la nicotina en este caso— a cada persona en concre-to es especialmente relevante de cara al tratamiento1.

¿Cuándo se es dependiente?

En consecuencia, para que exista dependencia deuna sustancia tiene que haber:

1. una administración repetida: los consumos pun-tuales no son dependencias, aunque pueden favorecersu génesis; evidentemente, el primer consumo antece-de a todos los demás, pero además al ser una sustanciacon propiedades reforzadoras, su administraciónaumenta las probabilidades de ser posteriormenteadministrada. En cualquier caso, toda dependenciaimplica un consumo repetido3.

2. un consumo por encima del deseado: no todo con-sumidor regular de una sustancia adictiva es depen-diente; puede ser simplemente un consumidor regular(esto es más claro en el caso del alcohol). La dependen-cia implica dificultad en el control del consumo; porello, no existe dependencia —o, al menos, no es exter-namente perceptible— mientras no existan dificulta-des en reducir o eliminar el consumo3.

El consumo suele ser al principio totalmentevoluntario (si no se tienen en cuenta las presionessociales). A medida que se instaura la dependencia, elconsumo pasa a ser regular y el sujeto fracasareiteradamente en el intento de cesar o reducirlo; laconducta prosigue pese a la aparición de efectosadversos y a la disminución de los efectos placente-ros, que quizás en las primeras etapas era lo que lapersona perseguía experimentar.

Una dependencia no es un fenómeno todo o nada,sino que es un síndrome que presenta diversos gra-dos: se es más o menos dependiente en virtud de lamayor o menor dificultad para restringir el consumo;por ello, no siempre es fácil delimitar la fronteraentre un consumo periódico, regular o frecuente yuna dependencia3-5.

El grado de dependencia presenta una enormevariabilidad interindividual: en el caso del tabaco, aligual que en otras sustancias adictivas, hay personasque lo consumen con moderación o de forma ocasionalo social, mientras que otras, en cambio, tras un perío-do breve o largo de consumo se convierten en consumi-dores compulsivos, con una enorme dificultad paraabandonar su consumo. El grado de dependencia puedevariar también a lo largo de la historia personal decada consumidor3-5.

NICOTINA Y DEPENDENCIA

Como se ha señalado el tabaquismo puede definirsepropiamente como una nicotino-dependencia. Sinembargo, no todos los fumadores son dependientes dela nicotina: algunos son simples consumidores regula-res de nicotina que pueden abandonar el consumotabáquico con relativa facilidad, cuando lo deseen. Enestás personas sí que podría hablarse de “hábito tabá-quico”. Sin embargo, no es esto lo que ocurre a la mayorparte de los fumadores: poco después de intentar redu-cir o eliminar el consumo de tabaco, la mayoría de ellosvuelven a sus niveles habituales de consumo.

¿Qué grado de dependencia produce la nicotina?

El grado de dependencia que produce la nicotina esvariable, dependiendo por una parte de la labor detabaco que se consuma y por otra de la relación que seestablezca entre la persona y el tabaco.

1. Labor de tabaco consumida. En los cigarros purosy los tabacos de pipa, que son de carácter alcalino, lanicotina se absorbe más por la cavidad orofaríngea sinnecesidad de que el humo sea tragado; en cambio, enlos cigarrillos, el humo —más ácido— tiene que serinhalado, absorbiéndose la nicotina sobre todo en elpulmón. Esto tiene dos consecuencias:

a) Toxicidad general: en las preparaciones alcalinas,al absorberse mejor la nicotina, su acción irritan-te local sobre las mucosas es también mayor; porello, en los fumadores de cigarros puros y pipaslos niveles sanguíneos de nicotina son habi-tualmente menores. Esto explica que en ellos eltabaco produzca una mayor toxicidad local ymenor toxicidad general que en los fumadores decigarrillos.

b) Adictividad: la absorción a través de la vía pul-monar es muy rápida, porque al ser inhalada lanicotina llega a los alveolos pulmonares y de ahípasa a la circulación pulmonar de donde rápida-mente llega a la zona izquierda del corazón y deahí al resto del organismo. De hecho, por vía inha-latoria la nicotina —y cualquier sustancia queresista la combustión— alcanza el cerebro másrápidamente incluso que por vía intravenosa: enunos 8-10 segundos frente a unos 12-15 segundos.Por un principio general farmacocinético, enigualdad de dosis, cuanto más rápida es la absor-ción de una sustancia, mayores son los nivelesplasmáticos que se alcanzan y también más rápi-da es la caída de estos niveles (fig. 1). Por ello, conlos cigarrillos se alcanzan picos de nicotinemiamayores y más breves que los que se alcanzan conlos puros y las pipas. Dado que la capacidad adic-

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tiva, las propiedades reforzadoras, dependendirectamente de lo rápido que se produzcan susacciones centrales y de lo intensas que éstas sean,la inhalación es un modo de administración deuna sustancia particularmente adictivo. Estoexplica porqué los cigarrillos son más adictivosque los cigarros puros y que el tabaco de pipa, yque a su vez éstos sean más adictivos que otrasformas de consumir tabaco, como el mascar6.

2. Relación fumador-tabaco. Dado que la vía pulmo-nar produce efectos centrales discernibles en unos 10segundos, cada calada produce un discreto reforza-miento. A 10 caladas por cigarrillo, un fumador de unpaquete diario refuerza cada día unas 200 veces suhábito, lo que implica más de 70.000 estímulos asocia-bles por año. El momento, lugar, situación, circuns-tancias y condiciones de preparación pueden quedar asííntimamente asociados con los efectos de la nicotina.Cada fumador tiene su propia historia y los diversosefectos psicoactivos de la nicotina pueden ser utilizadoscon diversos fines: afrontamiento de situaciones deestrés o incertidumbre, como recurso para engañar elhambre, como herramienta para relacionarse con otraspersonas, para buscar concentración en el trabajo, paraaliviar el malestar ocasionado por la sintomatología dedeprivación, etc. Conocer qué aporta el tabaco a cadafumador es una de las claves de la prevención de recaí-das y por tanto una herramienta básica para realizarun tratamiento adecuado; si no se hace (lo cual fre-cuentemente ocurre cuando la gente abandona el taba-co por sí mismos), se está siempre en una situación másvulnerable y el riesgo de recaída es mucho más elevado6.

Aunque la intensidad de la dependencia puedevariar, la nicotina se encuentra entre las substanciasmás adictivas conocidas. Esto viene refrendado por lossiguientes hechos:

1) Presentan alta adictividad en los modelos anima-les de auto-administración3-6.

2) Quienes buscan tratamiento por su adicción a laheroína, cocaína o al alcohol afirman que, aunquefumar es para ellos una actividad menos placen-tera, dejar de fumar les resulta al menos tan difí-cil como abandonar su droga problema. Esto noquiere estrictamente decir que la nicotina seamás adictiva que estas otras sustancias: se consi-dera que su adictividad es similar7.

3) Las estadísticas muestran que, tras levantarse,uno de cada seis fumadores enciende su primercigarrillo antes de que transcurran 5 minutos, yla mitad antes de la media hora8.

4) Se considera que un 50% de los fumadores nuncaha permanecido 7 ó más días sin fumar en losúltimos 5 años y un 30% no lo ha estado nunca9.

5) En general, el fumador muestra unos patronestípicos de comportamiento; a pesar de los deseos yde los intentos por abandonar el tabaco, sólo lamitad de aquellos que han sido fumadores regu-lares se convierten en exfumadores9.

Muchos grandes fumadores se comportan —in-conscientemente— como si estuvieran intentando ajus-tar su concentración de nicotina dentro de límites rela-tivamente estrechos. Cuando se les da cigarrillos conun elevado contenido de nicotina, ellos reducen elnúmero fumado y alteran sus patrones habituales,alcanzando así concentraciones plasmáticas de nicoti-na sólo algo superiores a las que están acostumbrados.Cuando se les da cigarrillos con un contenido demasia-do bajo de nicotina, ellos cambian sus patrones habi-tuales o aumentan el número de cigarrillos fumadospara evitar declinaciones en las concentraciones plas-máticas de nicotina, pero la regulación es menos preci-sa. Además, se observa cómo algunos fumadores inclu-so se levantan durante la noche para fumar uncigarrillo, lo que mejora el efecto de los bajos niveles denicotina que podrían interrumpir el sueño. Si se man-tiene artificialmente el nivel de nicotina por una infu-sión i.v. lenta, disminuye el número de cigarrillosfumados y el número de caladas1, 3, 6.

Propiedades reforzadoras de la nicotina

Tanto los humanos como los animales de experi-mentación se auto-administran la nicotina intraveno-sa. En la actualidad no hay duda alguna sobre supotencial adictivo. Sus propiedades reforzadoras pue-den ser debidas a:

1. Al igual que otras sustancias adictivas y la apli-cación de estímulos novedosos y/o relevantes, laadministración de nicotina aumenta la concen-tración de dopamina extracelular en el núcleoaccumbens, lo que justifica sus acciones reforza-

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Fig. 1. Curso temporal de los niveles plasmáticos de una sus-tancia según la velocidad de absorción (a > b > c). La veloci-dad de absorción depende fundamentalmente de la vía deadministración empleada y de la liposolubilidad del prepa-rado consumido. Se observa que cuanto mayor sea la veloci-dad de absorción, los niveles plasmáticos que se alcanzanson mayores y se producen más rápidamente, lo que aumen-ta la adictividad (CME. concentración mínima eficaz).

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doras primarias. Aunque esta acción reforzadoraprimaria es debida a la estimulación de los recep-tores nicotínicos, parte de las propiedades refor-zadoras pueden ser debidas más bien, no a unaactivación, sino a una desensibilización de losreceptores nicotínicos6.

2. Los fumadores que reciben alrededor de 1,5 mg denicotina intravenosa manifiestan que los efectosson placenteros y en escalas ideadas para medirlos efectos euforizantes de otras sustancias mues-tran puntuaciones elevadas, aunque no tantocomo la morfina y la anfetamina, por ejemplo6.

3. Por otra parte, en fumadores crónicos fumar pro-duce un alivio inmediato de la sintomatología deabstinencia nicotínica, sea ésta sutil o florida.Este factor puede ejercer también una notableinfluencia reforzadora del tipo denominadoreforzamiento negativo, ya que libera de unasituación desagradable. Si bien en bastantes per-sonas este factor carece de importancia, en algu-nas otras puede tener una considerable importan-cia y la presencia de síntomas de abstinencianicotínica, algunos de los cuales duran bastante,pueden contribuir a la dificultad del abandono delhábito tabáquico. La reversión de síntomas deabstinencia (especialmente detectable al levan-tarse por la mañana tras el periodo nocturno dedeprivación) puede también contribuir a varios delos efectos positivos que los fumadores suelenatribuir al tabaco como ayuda a despejarse y aconcentrarse, relajación, mejora de la atención,sobre todo al realizar tareas repetitivas10.

4. Muchos de los efectos de la nicotina (o de algúnotro compuesto del tabaco) pueden actuar comoreforzadores. Éstos incluyen la activación y facili-tación de la memoria o de la atención, la disminu-ción de la irritabilidad o del estrés, la modulacióndel estado anímico, así como la capacidad de alte-rar el apetito y suprimir el aumento de peso. Noobstante, estos efectos pueden ser incidentales ala acción reforzadora primaria6.

5. La adictividad de la nicotina depende de la can-tidad y de la vía por la que se consuma. Como hasido descrito, la vía inhalatoria es la forma deadministración de nicotina más adictiva: dalugar a unos efectos centrales relativamenteintensos con una estrecha conexión temporal conel hecho de fumar, lo cual es la situación idealpara un reforzamiento conductual. La alcaliniza-ción de los cigarrillos (añadiéndole amoniaco, porejemplo) facilita la biodisponibilidad de la nico-tina —que es una base débil con pKa de 8,5—haciéndola más adictiva a igualdad de dosis6.

6. Por otro lado, como ya se ha señalado, un ánimodeprimido (trastorno distímico o afectivo) se asociacon la dependencia nicotínica, pero no se sabe si ladepresión predispone a empezar a fumar o si sedesarrolla durante el curso de la dependencia nico-

tínica. La depresión aumenta significativamentedurante la abstinencia nicotínica y es citada comouna de las razones para las recaídas11.

7. Algunos de los reforzadores del fumar y de losestímulos que fomentan la conducta fumadora(encontrarse con los amigos, relajación tras lascomidas, por ejemplo) no tienen nada que ver conlas propiedades farmacológicas de la nicotina. Aligual que en otras dependencias, diversos factoresambientales que actúan como estímulos asociadosa la sustancia y la presión social influyen nota-blemente en la iniciación, patrones de consumo,intentos de dejarlo y recaídas1, 3.

¿ES EL TABAQUISMO UNA ENFERMEDAD?

Una dependencia es un trastorno psiquiátrico per-fectamente definido. Como tal, todas las personasdependientes de una sustancia pueden ser diagnostica-das como enfermas o, al menos, como padecedoras deun trastorno psiquiátrico.

Indudablemente, la gravedad de los diversos tras-tornos psiquiátricos varía notablemente: no es lomismo padecer esquizofrenia o anorexia nerviosa quepadecer onicofagia o una fobia específica, como la arac-nofobia. En el caso de las adicciones ocurre lo mismo:no conlleva a las mismas consecuencias —ni para lospacientes, ni para quienes les rodean— ser fumadorque ser heroinómano o alcohólico. Sin embargo, tantrastorno adictivo es uno como otro; como ya se haseñalado los ex-heroinómanos, ex-cocainómanos y ex-alcohólicos refieren que dejar de fumar les costó almenos tanto como dejar su droga problema.

Por ello todo fumador dependiente puede ser consi-derado propiamente como un adicto. Sin embargo,esta palabra —aparte de su significado de dependien-te— tiene también otras connotaciones sociales peyo-rativas (muchos mayores en el caso del término dro-gadicto). Estas connotaciones hacen que el uso públicono matizado de estos términos por parte de los profe-sionales pueda restar credibilidad a éstos, ya que sibien el concepto de dependencia es extrapolable entodas las adicciones, las variables connotaciones socia-les que acompañan a los términos adicto y drogadictono siempre lo son.

Los fumadores que no son dependientes del tabaco,no pueden ser considerados “enfermos”: son simple-mente consumidores regulares con una conducta deriesgo. De hecho, presentan la misma conducta de ries-go que los fumadores dependientes, pero —a diferenciade éstos— podrían dejarla más fácilmente si quisieran.En un país en el que fuma regularmente un 30-40% dela población, una notable parte de los fumadores no esdependiente o tiene un grado de dependencia muy bajo.

Las adicciones son enfermedades que no se ajustanadecuadamente al concepto habitual de enfermedad dela población, población de las que los profesionales

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sanitarios somos parte. A diferencia de otras enferme-dades, las adicciones requieren ineludiblemente la par-ticipación activa del paciente en el proceso terapéutico.En este sentido son unas enfermedades peculiares: así,por ejemplo, nadie puede ser “curado” de una adiccióncontra su voluntad; de la misma manera, no basta con“abandonarse” en las manos de un profesional compe-tente.

Una adicción es un trastorno conductual adquirido—aprendido— y su tratamiento implica un cambio deconducta, cambio de conducta que debe realizarlo elpropio paciente. La ayuda del terapeuta, y la de los fár-macos y herramientas psicológicas que éste le puedasuministrar, es simplemente eso, una ayuda que sirve—o no— para facilitar que el paciente cambie de con-ducta, pero es éste quien ha de cambiar la conducta yquien ha de realizar los esfuerzos que para ello seannecesarios. Precisamente por esto, una de las misionesde todo terapeuta es reforzar la motivación para elcambio.

CONSECUENCIAS DE CONSIDERAR ELTABAQUISMO UN TRASTORNO ADICTIVO

Ser consciente de que el tabaquismo es una enfer-medad adictiva tiene unas especiales implicacionesterapéuticas; esto es especialmente relevante cara alas expectativas que los terapeutas pueden tener de lospacientes, así como a las expectativas de éstos respec-to al proceso terapéutico, que en ocasiones es necesariomodificar antes de comenzar éste12, 13.

Es un trastorno crónico

La figura 2 muestra un anuncio en el que se ofrecela posibilidad de dejar de fumar en una hora. Esto pordefinición es imposible. Una decisión se puede tomaren un segundo o menos, pero conseguir los cambiosnecesarios de conducta (extinguir asociaciones, crear

nuevos mecanismos de afrontamiento, reemplazarmecanismos sustitutivos de déficits…) es un procesobastante más largo. Es un proceso de deconstrucción yde aprendizaje, que —cuando hay una dependenciainstaurada— lleva meses y, en ocasiones, más tiempo.

Por ello, la eficacia de los tratamientos siempre semide con la tasa de abstinencia que se obtiene traspasar, al menos, un año desde el inicio del tratamiento.Si bien, en ocasiones, se publican resultados con seismeses o menos, éstos propiamente no suelen ser consi-derados como muestra de la eficacia del tratamiento14-19.

Aunque en la actualidad los tratamientos farmaco-lógicos se aplican solamente durante dos o tres meses(periodo en el que han demostrado eficacia), esto noquiere decir que el proceso terapéutico no pueda y debaser continuado con el fin de evitar las recaídas. Lascausas de recaídas suelen ser distintas al principio y alfinal del tratamiento. Al principio, predominan los estí-mulos condicionados —internos y externos— y la posi-ble presencia de sintomatología de abstinencia.Pasados unos meses, adquieren más relieve la sensa-ción de poder controlar el consumo y la carencia o insu-ficiencia de los mecanismos de afrontamiento desarro-llados18.

¿Cuándo deja un fumador de ser dependiente? No sesabe. Siempre que se ha sido dependiente, queda unamayor vulnerabilidad a la recaída. Esto no implica queno se adquiera un cierto control a medida que pasa eltiempo y que los estímulos no vayan perdiendo su fuer-za asociativa, cosa que efectivamente ocurre: a medidaque pasa el tiempo los deseos de fumar son menos fre-cuentes, menos intensos y más controlables. Esto nodebe ser entendido como una carta libre para el consu-mo, ya que la principal causa de recaída tras variosaños de abstinencia suele ser el probar un cigarrillo,bien sea en circunstancias festivas o en presencia deestados de ánimo negativos a los que anteriormenteestaba asociada la conducta de fumar.

Las recaídas son parte del proceso

Si una persona puede dejar de fumar sin especialesesfuerzos, claramente esa persona no era dependientede la nicotina: es simplemente un consumidor regular.De la misma manera, si una persona deja de fumar alprimer intento, muy probablemente pueda concluirseque esa persona no era dependiente o, al menos, nomuy dependiente.

El propio concepto de dependencia implica la recaí-da: si no hubiera recaídas, no se podría hablar dedependencias. Por eso, la recaída no debe ser vistacomo un fracaso en el proceso terapéutico: no tiene porqué ser un fracaso ni del terapeuta ni del paciente. Larecaída es una parte integrante del proceso de dejar defumar, a través de la cual se puede adquirir mayorexperiencia sobre estímulos insospechados (o sospecha-dos o conocidos) que precipitan el consumo, sobre la

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Figura 2. Ejemplo de anuncio engañoso —con promesasclaramente irrealizables— para dejar de fumar aparecidoen la revista de la Organización Médica Colegial.

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TRATADO DE TABAQUISMO112

ausencia de habilidades de abordaje y manejo de situa-ciones, sobre sus cogniciones desadaptativas o ideasirracionales y sobre su propia debilidad respecto a lasustancia problema, el tabaco en este caso18.

Hay pacientes cuyo objetivo prioritario al comienzodel tratamiento es controlar el consumo directamente.Sin embargo, la experiencia muestra que en el procesode dejar de fumar es mucho más eficaz e importanteadquirir control sobre las situaciones y decisiones que,consciente o automáticamente, conducen al consumo.Así debe ser mostrado a los pacientes.

Aunque una recaída sea una parte del proceso deabandono del tabaco, esto no quiere decir que no exis-ta responsabilidad alguna en la recaída bien del tera-peuta o bien del paciente. Hay pacientes que recaenpor simple falta de motivación; a muchos de ellos larecaída no les aporta experiencia alguna. Hay pacien-tes que recaen porque su terapeuta no fue capaz deorientarle a la hora de sustituir los potenciales benefi-cios que la nicotina le aportaba: así, por ejemplo, hayquien deriva la ansiedad de la nicotina a la comida (yengorda sobremanera) o hay quien simplemente se latraga (hasta que estalla); hay quien simplementereprime sus deseos idealizando el consumo de tabaco (yrecayendo cuando se harta), hay quien se le aplicaterapia farmacológica sin haber estudiado mínima-mente qué estímulos están asociados con el consumo18.

Estímulos precipitantes del consumo

Lo característico de una adicción no es que existandeseos más o menos irrefrenables de consumir una sus-tancia; éstos pueden existir siendo fruto de un gusto ode un capricho. Lo característico de una adicción es queestos deseos por consumir vienen precipitados por unosestímulos originalmente neutros a los que posterior-mente fue asociado el consumo.

Por eso y como se ha señalado en el apartado ante-rior, una de las claves del tratamiento de toda adicciónes el conocimiento, reconocimiento y afrontamiento deestos estímulos. Hay muchas personas que esto loadquieren sin necesidad de ayuda profesional; otros encambio, necesitan ayuda para este proceso.

Los estímulos asociados al consumo pueden ser múl-tiples: descolgar un teléfono, tomar un café, entrar enel coche, acostar a los niños, subir en el telesilla, char-lar con los amigos, salir a cenar, salir de copas, estarcon premura de tiempo, estar enfadado, estar solo oaburrido, tener algo que celebrar, etc.

Lo importante en estos estímulos asociados es cono-cerlos y saber reconocerlos. Simplemente reconocerlospuede disminuir la intensidad de las urgencias queocasionan. Hablar con el paciente sobre qué hacercuando éstos se produzcan o se vayan a producir ayudaa enfrentarse a ellos. No hay una forma unívoca deenfrentarse a un estímulo: cada persona debe desarro-llar aquellos recursos que le sean más convenientes.

Así, por ejemplo, si fumar está asociado a descolgar elteléfono, una persona puede descolgar con la otramano, coger un bolígrafo, meterse la mano en el bolsi-llo, ir a hablar a una habitación en la que nunca se hafumado, comer un chicle o un caramelo o, en el peor delos casos, recortar la conversación.

El análisis funcional de la conducta mediante auto-registro, el tests de Russell (o su versión ampliada,RAM) y la escala de confianza de Bauer y Lichtensteinson útiles para que el paciente adquiera un cierto cono-cimiento de qué estímulos están asociados a su con-ducta de fumar. En cualquier caso, es imposible preci-sar de antemano todos los posibles estímulos que unapersona concreta ha ido asociando a la conducta defumar a lo largo de los años: muchos de ellos se haránmanifiestos una vez que se haya empezado a dejar defumar.

Reducción de mecanismos de afrontamiento ysustitución de conductas

Una de las características de todas las sustanciasadictivas es su capacidad de reducir el número demecanismos de afrontamiento a la realidad. Así, mien-tras que una persona no dependiente dispone de varia-dos recursos —algunos de ellos peregrinos— paraenfrentarse a una situación de estrés (contar hastacien, respirar profundamente, poner la música muyalta, pegar un grito, salir a dar un paseo, estrujar unoso de peluche, etc.), quien es dependiente habitual-mente sólo recurre a su sustancia. En el caso del alco-hol, ante cualquier situación generadora de estrés (o deincertidumbre o soledad, según sea el caso), quien esalcohólico acudirá al alcohol. En el caso del tabaco, losfumadores acuden a la nicotina. Acostumbrados a lolargo de los años a enfrentarse así al estrés (o a cual-quier otro estado de ánimo negativo), han ido perdien-do u olvidando recursos que en el pasado utilizabanante esas situaciones2.

Por este motivo, es especialmente relevante conocerqué aporta la conducta de fumar a cada fumador. Siesto no se realiza, es muy probable que el pacientedesarrolle: 1) carencias o vacíos, que pueden acabarprecipitando la recaída; o 2) mecanismos alternativosdeficientes, que a la larga también pueden dar lugar arecaídas2.

1. Quien usa el tabaco como herramienta de afronta-miento de estados de ánimo negativos, ineludiblementedebe desarrollar mecanismos alternativos para enfren-tarse a los mismos, ya que es evidente que estos no vana desaparecer por el mero hecho de dejar de fumar.Cuando no se desarrollan mecanismos alternativos, sepuede aguantar un cierto tiempo (más o menos prolon-gado), pero al final casi siempre acaba llegando unasituación que desborda la ausencia de los muros de con-tención. Puede ser útil preguntar a los pacientes porrecursos utilizados en el pasado o por los recursos que

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utilizan cuando están en situaciones en las que nofuman (ante sus niños pequeños, por ejemplo).

2. Cuando el tema del desarrollo de estrategiasalternativas no es abordado en la consulta, es posibleque los pacientes desarrollen mecanismos de afronta-miento que produzcan beneficios a corto plazo, peroque pueden resultar perjudiciales a medio-largo plazo.Ejemplos de esto son: utilizar la comida para enfren-tarse a las situaciones de nerviosismo (a la larga acabasiendo devastador), renunciar a salir con los amigos(puede ser útil sólo temporalmente), no buscar placeresalternativos en aquellas personas que consideran queel fumar es su único placer (origina una sensación defrustración o de vacío notable). Por este motivo convie-ne indagar en las estrategias que los pacientes desa-rrollan, a pesar de que estén contentos con ellas.

Los tests citados anteriormente (Russell, RAM,Baer y Lichtenstein), así como el Glover-Nilsson tam-bién sirven para analizar básicamente qué aporta osustituye la nicotina y/o la conducta de fumar.

Utilización de lor recursos existentes para el cambio

La figura 3 muestra el perfil de problemas de dosmujeres cocainómanas, una médico y otra adolescenteembarazada. En relación a la dependencia a la cocaínala médico presenta una dependencia mayor que la ado-lescente (7 frente a 5.5). Esto podría hacer pensar queresultaría más fácil salir de la dependencia cocaínica ala adolescente que a la médico, pero cualquier personaque haya trabajado en drogodependencias sabe que noes así: la médico tiene mucho mejor pronóstico que laadolescente. Esto es así porque el pronóstico no depen-de sólo del grado de adicción aislado, sino también yfundamentalmente de los recursos que la personatenga para enfrentarse a la adicción, de la estabilidadpsicológica, de las habilidades personales y de los apo-

yos sociales de los que disponga para abordar el cam-bio de conducta.

Lo mismo ocurre en el caso del tabaquismo. Es impor-tante el grado de dependencia, pero más aún lo son losrecursos de los que dispone el paciente. Por ello, unapersona depresiva, con problemas de alcohol, en unasituación laboral o afectiva inestable o con todo sumicroambiente en contra tiene más dificultad en conse-guir la cesación tabáquica. Aún así, ésta no es imposible.

Por ello, una de las misiones del terapeuta es inda-gar y descubrir la amplia gama de recursos de los quetoda persona dispone con el fin de que cada pacienteconcreto pueda apoyarse en ellos para realizar el cam-bio de conducta. En los ejemplos puestos anteriormen-te resalta el efecto nocivo de las carencias; en la activi-dad profesional habitual tendrá mayor relevanciabuscar los recursos y factores motivadores de cada per-sona. Estos pueden ser muy variados: hay quien sólocambia por alguno de sus hijos, otros por una apuesta,otros han realizado esfuerzos (que habitualmente con-sideraríamos sobrehumanos) en otros campos, hayquienes aguantan situaciones “insoportables” o estánacostumbrados a resistir otro tipo de impulsos. En elfondo se trata de averiguar los puntos fuertes de lamanera de ser y actuar de la persona2.

El análisis de los recursos existentes para el cambiose realiza con el conocimiento personal del paciente,con los diversos tests que analizan el estado de ánimo(Goldberg, BDI, STAI, estrés percibido), así como conotros tests destinados, p. ej. conocer los factores pro-nósticos o si el locus de control es interno o externo.

Importancia de la reestructuración cognitiva

La mayor parte de quienes intentan dejar de fumarse muestran ambivalentes respecto a su consumo. Estoes bastante lógico: dejar de fumar suele ser habitual-mente una decisión basada en argumentos de razón ya la hora de las decisiones, en los humanos hay muchosotros factores que influyen, además de los argumentospuramente racionales.

La ambivalencia —un querer sin querer— de losfumadores puede tener muchas manifestaciones:desde “me gustaría fumar sólo uno cada día” hasta“simplemente le enciendo los cigarrillos a mi marido”.En cualquier caso, suele presentar dos característicasrelevantes:

1. Por una parte, la ambivalencia se manifiesta máscuanto menor es la motivación para el cambio.Especialmente relevante cara al tema de estecapítulo, es el hecho de que frecuentemente lamotivación disminuye tras las primeras 4-6 sema-nas de tratamiento, cuando dejar de fumar siguecostando más o menos y los apoyos externos dis-minuyen al acostumbrarse al nuevo rol de no-fumador del paciente.

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Figura 3. Perfil de problemas de dos mujeres cocainóma-nas, una médico y otra adolescente embarazada. La médi-co, a pesar de presentar una mayor dependencia cocaíni-ca, tiene mucho mejor pronóstico en su adicción.

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2. Por otro lado, la ambivalencia tiende a racionali-zarse. Dado que la decisión de dejar de fumar sebasa en motivos primariamente racionales, cual-quier intención de volver a fumar también suelebuscar este mismo tipo de argumentos, justifica-ciones y/o engaños, con el fin —consciente oinconsciente— de evitar una disonancia cognitiva.

Por este motivo, es especialmente relevante —sobretodo, pasadas las primeras semanas de abstinencia—ayudar a los pacientes a percibir cuáles son sus posi-bles ideas erróneas, irracionales o desadaptativas,ayudarles a comprender dónde tienen una percepcióndistorsionada de la realidad del consumo o de la absti-nencia2.

Parte de la reestructuración cognitiva es identificarsituaciones de riesgo, así como descubrir tambiénaquellas decisiones irrelevantes o “minidecisiones” quepueden conducir a ellas2.

Otro aspecto es valorar adecuadamente el consumo,con la gratificación inmediata que produce, y no reali-zar un análisis neurótico de sus ventajas. Unido a estose encuentra el (re)descubrimiento de otras actividadesgratificantes (si no existieran).

Un tercer aspecto es el que hace relación a las“ganas” de fumar (si no deberían desaparecer en unasemana, si implican que va todo mal, si en ocasionesson irresistibles, etc.), las expectativas respecto al tra-tamiento (el terapeuta, la medicación o la psicoterapialo soluciona todo) o las influencia de las experienciaspasadas (desesperanza aprendida, por ejemplo)2.

Indudablemente los aspectos más importantes deeste apartado se relacionan con la percepción de consu-mo controlado y el efecto de violación de la abstinencia.

El consumo controlado suele ser el sueño de casitodas las personas dependientes, también el tabaquis-mo. Por otro lado, la experiencia muestra que la pre-sencia de una dependencia previa impide la posibilidadde un consumo controlado en la inmensa mayoría delos casos. Otro caso es si no existía dependencia previa,sino simplemente un consumo regular. Es una de lasprincipales causas de recaídas tras varios meses deabstinencia. Muy frecuentemente quien por primeravez lleva varios meses —o un año exacto o más— rea-liza un consumo con la intención —a menudo, incons-ciente— de comprobar que ya se está “por encima” deltabaco. Aunque puede prevenirse informando de estehecho a los pacientes cuando empiezan a adquirir uncierto control sobre el consumo, hay que tener en cuen-ta que es muy humano no escarmentar en cabezaajena, quedando la abstinencia definitiva para unintento posterior en el que el escarmiento en cabezapropia prevenga de esta creencia desadaptativa.

El efecto de violación de la abstinencia consiste en lavaloración que el paciente lleva a cabo sobre las cir-cunstancias de su vuelta al consumo después de untiempo de abstinencia, junto con las respuestas emo-cionales asociadas. Por una parte tiene un componente

de atribución personal —subjetiva— de la responsabi-lidad y otro de reacción afectiva que ocasiona. Es el res-ponsable del paso de la caída (slip) a la recaída (relap-se). Junto a la idea de que no tienen porqué darsedeseos irresistibles si se evitan las circunstanciasresistibles, los pacientes deben tener claro que 1) esmuy importante evitar los consumos puntuales (caí-das); y 2) una caída no implica una recaída.

Este es el arte más difícil en el tratamiento de todadependencia y sobre el que no es posible dar recetassencillas: cómo disminuir al máximo la posibilidad deque existan consumos puntuales (que efectivamenteson grandes predictores de recaídas) y, simultánea-mente, cómo relativizar su potencial influencia en larecaída. Es prácticamente imposible realizar ambascosas a la vez: por eso es un arte.

El diagnóstico de creencias o expectativas erróneasse realiza escuchando al paciente e interrogándolesobre las más frecuentes, teniendo en cuenta que lasambivalencias rara vez pueden ser descubiertas en laspreguntas cerradas.

Resumen de consecuencias

La figura 4a muestra de una manera simplificada yreduccionista —pero gráfica— el proceso y evolucióndel alcoholismo en una persona: 1).al principio, el alco-hol no ocupa un lugar central, sino uno entre tantootros; 2) posteriormente, por diversas circunstancias,pasa a adquirir un papel más central; 3) el papel no essólo más central, sino también cada vez más importan-te; 4) simultáneamente, otro tipo de actividades o inte-reses van siendo desplazados o eliminados; 5) a la parvan cambiando las relaciones de la persona con lo quey con quienes le rodean; 6) con el paso del tiempo sólopermanecen los elementos más básicos de superviven-cia (las relaciones afectivas y las laborales); cuando serompe alguno de estos últimos es cuando los alcohóli-cos suelen pedir ayuda. Este proceso no es rápido; habi-tualmente lleva bastantes años.

Cuando se intenta que una persona deje el alcohol(fig. 4b) lo importante no es sólo que no consuma, quesí que es importante. Lo que la persona alcohólica tiene

Figura 4. Evolución esquemática del alcoholismo con eldesplazamiento y sustitución de actividades que conlleva:a) El proceso dura varios años; b) El tratamiento requierealgo más que dejar de consumir alcohol y requiere tam-bién tiempo.

a b

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que hacer es reestructurar su vida, sus relaciones, susactividades y sus aficiones; tiene que buscar entre susrecursos disponibles para intentar suplir lo que alcoholhabía estado paliando o intentar enfrentarse a lo que elalcohol había estado cubriendo. Lógicamente, este pro-ceso no se da en unos pocos días; es un proceso largo,de meses y años. Por otra parte, en este proceso los fár-macos (sea acamprosato, naltrexona, disulfiram o cual-quier otro) son, por el momento, de una eficacia muy,muy limitada.

En el caso del tabaco, la reducción en el ciclo de rela-ciones o intereses vitales no es tan llamativa como enel alcohol. Sin embargo, sí que se da un proceso simi-lar, sobre todo a la hora de reducción de mecanismos deenfrentamiento a la realidad y por poder cubrir deter-minados déficits. Por ello, cuando realmente se ha ins-taurado una dependencia —que se manifiesta clara-mente en que el fumador carece de recursos paradejarlo tras repetidos intentos— el tratamiento delfumador debe realizarse teniendo en cuenta este enfo-que: es crónico, se han de estructurar maneras de per-cibir, pensar, ser y actuar, y se ha de analizar lo que eltabaco aporta concretamente a esa persona. En esteproceso, la función de los fármacos —muy útiles, porotra parte, para el tratamiento del tabaquismo— esmuy limitada.

ERRORES DERIVADOS DE NO ASUMIR EL TABAQUISMO COMO UN TRASTORNOADICTIVO

Aunque se realicen tratamientos basados en ópticasreduccionistas, en el tabaquismo siempre pueden obte-nerse resultados positivos. Los resultados serán peores—sobre todo a la larga— pero seguirán siendo “vendi-bles”. Lo mismo ocurre en otros campos de la medicina:una anorexia nerviosa puede ser tratada por un endocri-nólogo, pero se obtendrán mejores resultados si se emple-an recursos no meramente endocrinológicos. Los siguien-tes apartados intentan reflejar conductas o posturas quetraslucen la falta de asunción del paradigma adictivo enel tratamiento del tabaquismo. Consecuentemente la efi-cacia de los resultados, sobre todo cuando éstos son ana-lizados a largo plazo, se ve reducida.

Desconocimiento de lo que es una adicción

“Conmigo dejan de fumar el 90%”: Esta frase sueleser más bien oída en boca de personas que, para el tra-tamiento del tabaquismo, utilizan exclusivamenteherramientas o técnicas cuya eficacia aún no ha sidocontrastada por un sistema de evaluación científico.Denota el desconocimiento más absoluto de lo que es eltabaquismo y su tratamiento, una total falta de espíri-tu crítico frente al propio método, así como la ausenciade la más mínima lectura sobre el tema.

“Si los primeros dos meses va bien, el resto es ya pro-blema —o culpa— del paciente”: Frase, exteriorizada ono, más frecuente en profesionales sanitarios. Junto conuna posible sobrevaloración del tratamiento farmacoló-gico y una real infravaloración de otros factores, denotala ausencia de conocimiento asimilado de que el taba-quismo es un problema crónico, y de que el tratamientova fundamentalmente encaminado a prevenir las recaí-das a largo plazo, aunque para ello —obviamente— hayque prevenir anteriormente las recaídas a corto plazo.Es también frecuente, para consuelo de los profesionalessanitarios, que los pacientes se atribuyan exclusivamen-te las recaídas que se producen después de finalizar eltratamiento farmacológico, pero esto no es cierto: pue-den ser responsabilidad primordial del paciente o delterapeuta o de ninguno de los dos.

“Quien realmente quiere dejar de fumar, lo consigue”:Implica desconocer los mecanismos básicos de una adic-ción y pensar que, en el fondo, fumar no pasa de ser unhábito más o menos arraigado. Indudablemente, paradejar de fumar es imprescindible querer dejar de fumar,pero —además de esto— hay que saber cómo, hay queconocerse mínimamente y hay que utilizar (y quizádesarrollar) algunos recursos o habilidades que se hanpodido ir perdiendo en los últimos años. Que algunaspersonas consigan esto sin especial ayuda o sin ungrado excepcional de dificultad, no quiere decir que lomismo haya de ocurrir a todos los demás.

Visto un fumador, vistos todos

“Si yo dejé de fumar, cualquiera puede hacerlo”: Fraseque cualquier profesional sanitario ha oído en variadasocasiones —o incluso la ha dicho—, pero que simple-mente refleja, bien una sobredimensión de los propiosproblemas personales, bien una falta de percepciónnotable de lo que una dependencia puede llegar a apor-tar a una persona. Si en todas las enfermedades es cier-to que no hay enfermedades sino enfermos, esto es espe-cialmente pertinente en el caso de las adicciones.

“Con un Fagerström de dos, no tiene por qué tenerproblemas para dejar de fumar”: El test de Fagerströmes una herramienta muy útil para todos los profesio-nales de este campo que, además, suele ser predictivode las posibilidades de cesación tabáquica. Sin embar-go, hay determinadas adicciones que se escapan alFagerström, y se puede ser perfectamente dependientedel tabaco con un Fagerström de 0, 1 ó 2 puntos. Esmás, no consta —más bien lo contrario— que a estaspersonas les seas más fácil abandonar el tabaco que aaquellos otros con Fagerström de 8, 9 ó 10. La cuestiónestá en que entre aquellos con puntuaciones bajas en elFagerström se encuentran mezclados: 1) quienes noson dependientes o lo son muy poco: y por ello tienenmuy buen pronóstico; y 2) quienes son notablementedependientes, pero de una manera distinta a la detec-tada por el Fagerström, y cuyas tasas de éxito no son

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mayores que las personas con altas puntuaciones en elFagerström.

“Si no lo ha dejado en cinco intentos, ya no lo dejaránunca”: Más que cada dependencia es distinta, habríaque decir que cada persona es distinta. Es cierto que seha descrito que, tras repetidos intentos fallidos deabandono, disminuyen las posibilidades de éxito, peroesto no quiere decir que desaparezcan; es más, enmuchas aumentan. Los intentos fallidos de abandonocon sus respectivas recaídas dotan —o pueden dotar—al paciente de un mejor conocimiento de su adicción yde sus circunstancias personales al respecto, mejorconocimiento que puede resultar estratégicamente útilcara a la obtención de la abstinencia en el próximointento. Por ello, ni 5 ni 10 ni más intentos previos sonuna contraindicación para uno nuevo: son un acicatepara un estudio renovado del paciente y para intentarrealizar un tratamiento más intensivo.

Sobrevaloración del mono

“Si no hay síntomas de abstinencia, no hay proble-mas”: Los ensayos clínicos muestran que sorprenden-temente las tasas de abstinencia a largo plazo no secorrelacionan con la intensidad de los síntomas de abs-tinencia. Al igual que en el caso de la cocaína y en lasadicciones sexuales, se puede ser irreductiblementedependiente —con gran cantidad de “fracasos” acumu-lados— y no presentar ningún síntoma de abstinencia.Y viceversa, puede no encontrarse dificultad algunapara el abandono del tabaco, aun en presencia de unasintomatología de abstinencia florida.

“Después de dos semanas, ya no va a poder estarpasándolo mal”: Implica asumir que los fumadores lopasan mal exclusivamente por presentar sintomatolo-gía de abstinencia. Hay múltiples motivos por los queuna persona puede encontrarse mal: por tener másganas de fumar de lo que esperan (falsas expectativas),por dificultades con el afrontamiento de situacionesque anteriormente se realizaban con el cigarrillo (per-cepción de mayor estrés, por ejemplo), por estar en fasede pérdida o duelo tras un primer período animado delucha, por estar desarrollando sintomatología depresi-va, por agobio de nuevos problemas que se presentan(como mayor apetito, estreñimiento o sequedad deboca), por la aparición de reacciones adversas al trata-miento no siempre detectadas como tales (mareos, vér-tigos…), etc. Por otra parte, conviene tener presenteque, además, determinados síntomas de abstinenciapueden persistir más de dos semanas.

Sobrevaloración de la importancia de los fármacos

“Si el tratamiento anterior falló, es que se usaronmal los fármacos”: No necesariamente. Tratamientos

absolutamente adecuados pueden fallar; es más, habi-tualmente fallan. La cuestión está en buscar la causade las recaídas, que pocas veces tiene que ver con el usode los fármacos. Antes de cambiar de tratamiento far-macológico, debe valorarse si éste se usó adecuada-mente e intentar determinar cuáles fueron los deter-minantes más probables de la recaída. Que hayanfallado los fármacos no es lo más frecuente.

“Habrá que subir la dosis”: La mejor manera deobtener mayores tasas de abstinencia —tras una re-caída o previamente a ella— no es incrementar lasdosis de fármaco. Si éste se ha utilizado en las dosisadecuadas —las que muestran efectivas los diversosmetaanálisis— lo más eficaz, y con notable diferen-cia, es incrementar los recursos psicológicos. Por otraparte, hay recaídas que se producen por “tonterías”(comprobación de control, por ejemplo) y que puedenrequerir simplemente el mismo tratamiento que lavez anterior.

Minusvaloración de los efectos psicosociales

“Si ha recaído, no debía estar muy motivado”:Como decían los clásicos, la motivación es condiciónnecesaria para dejar de fumar, pero no es condiciónsuficiente. Una recaída no implica falta de motiva-ción, aunque puede ser causa de ella. Por el mismomotivo, una serie de recaídas tampoco tienen por quéimplicar falta de motivación. Es más, la presencia derenovados intentos y de recaídas sistemáticas orien-ta más bien a un problema estructural y no de moti-vación.

“Con estas pastillas no va a tener ningún problemapara dejar de fumar”: Los fármacos actualmente dis-ponibles en el mercado duplican las tasas de éxito delas diversas intervenciones para dejar de fumar que sepuedan realizar. Sin embargo, los fármacos per se noson causantes del éxito. Dejar de fumar —como se haseñalado reiteradamente a lo largo de este capítulo—implica un cambio de conducta y, aunque los fármacosfacilitan claramente este cambio, esto no implica quesu dispensación y empleo elimine todo tipo de proble-mas y dificultades al respecto.

El terapeuta como sanador y no comoentrenador

“Si hace lo que le digo, dejará de fumar”: Aunque estafrase puede ser utilizada para motivar a personas conun locus de control extremadamente externo, es erróneaen su planteamiento. Es mucho más real —aunquequizá también más desmoralizante— decir: “Ya me gus-taría a mí saber decirle exactamente todo lo que deberíahacer, pero eso es imposible. Cogeremos una serie dereglas generales y las intentaremos individualizar lomás posible para su caso concreto. Si además de acertar,

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conseguimos aumentar su motivación en el grado que lonecesite es probable que lo deje”.

“Culpa mía no es”: Al fin y al cabo, es el paciente elque tiene que cambiar su conducta. Si no consiguehacerlo, en cierto sentido es un fracaso suyo. Por unlado, como se ha señalado, una recaída no tiene por quéser un fracaso, sino que es primordialmente una fasedel proceso de abandono. Por otro lado cabe señalarque, puestos a buscar “culpables”, el terapeuta siemprepuede ser responsabilizado: porque no supo motivaradecuadamente, porque no insistió suficientemente enlas ideas desadaptativas que convenía cambiar, porqueno facilitó al paciente de las habilidades necesariaspara reconocer las situaciones de riesgo y/o enfrentar-se a ellas, porque no facilitó al paciente la búsqueda deapoyos externos que le pudieran servir, porque quizáno corroboró adecuadamente si se estaba tomando eltratamiento adecuadamente, etc.

En las adicciones el terapeuta no actúa propiamen-te como sanador, sino más bien actúa como lo puedehacer el entrenador de un deportista de élite o el pre-parador de unas oposiciones: estos últimos son quieneshacen los esfuerzos y quienes son los últimos respon-sables de la gloria, pero los respectivos entrenadores opreparadores son también parcialmente responsablesde la gloria y de los fracasos. En ocasiones, los únicosresponsable de los fracasos.

CONCLUSIONES

La mayor parte de los fumadores son dependientesde la nicotina o, en un sentido más amplio, de la laborde tabaco que consumen. Por ello, cualquier intento decesación tabáquica requiere fundamentalmente unabordaje del tabaquismo como una adicción.

Considerar el tabaquismo como una adicción impli-ca ser consciente de que es un proceso crónico del queforman parte las recaídas. También implica valorar laimportancia que tienen los diversos estímulos —inter-nos y externos— que a lo largo de los años han ido aso-ciándose al consumo, así como reconocer el posiblevalor adaptativo que para cada fumador tiene su con-ducta y de qué herramientas dispone para conseguir elcambio de conducta.

Gran parte de los fracasos en cesación tabáquica,más que de un uso inadecuado de la medicación, deri-van de la falta de profundización práctica en el compo-nente adictivo del tabaquismo.

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