el socialismo venezolano
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Al Rodrguez AraqueAlberto Mller Rojas
y el partido que lo impulsar
el socialismo venezolano
Ideas para el dilogo y el debate
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y el partido que lo impulsarel socialismo venezolano
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Al Rodrguez Araque
Alberto Mller Rojas
CuadrosoCio-histriCodelaVenezuelamoderna
Vivimos tiempos de cambios impresionantes. La nueva revo-lucin tecnolgica ha potenciado, hasta lmites nunca antesimaginados, la capacidad productiva del ser humano. Los productos
de la ms diversa naturaleza brotan desde las ms remotas regiones
del mundo. Pareciera que, denitivamente, se hubiera alcanzado una
situacin en la cual la produccin superar sobradamente las necesi-
dades humanas. Hoy, en apenas cuestin de minutos, se alcanza lo
que hace apenas unas pocas dcadas implicaba largas horas en los
procesos productivos. La productividad humana se ha incrementado
de manera exponencial. La revolucin de las telecomunicaciones ha
hecho posible que en cuestin de segundos se realicen miles de ope-raciones simultneas por billones de dlares entre las ms recnditas
regiones en un planeta cada vez ms globalizado. Pareciera que el ser
humano estuviese en el momento de dar el salto denitivo del reino
de la necesidad al reino de la libertad.Caracas, julio 2008
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que busca desesperadamente dnde ganar sus ms elementales
medios de vida. De all que el secular conicto entre el capital y el
trabajo, antes connado a las fronteras nacionales o regionales, ad-
quiera hoy dimensiones mundiales, generando un verdadero ejr-
cito internacional de reserva laboral, que se convierte en activo
cuando se le necesita y en desempleo y desesperacin cuando la
produccin se potencia mediante la ciencia y la tecnologa.
Ese ejrcito internacional est conformado hoy, ya no slo por
los trabajadores fabriles, sino por una amplia gama de hombres y
mujeres que pugnan por conseguir quin compre su fuerza de tra-
bajo, sea sta calicada o no. Desde profesionales, muchas veces
formados a un alto costo en sus pases de origen, hasta aquellos
que no han tenido esas oportunidades y se ven condenados a las
faenas ms rudimentarias, que no estn dispuestos a realizar los
trabajadores de los pases industrializados. Cuando el capitalismo
era un fenmeno nacional provoc la migracin masiva del campo
a la ciudad, creando una contradiccin que nunca pudo resolver.
Ahora, cuando se ha mundializado, alcanzando su mxima expre-
sin imperialista, la migracin abarca regiones enteras, extendin-
dose cada vez ms a todo el mundo con sus consecuencias corres-pondientes, todas las cuales conuyen hacia la superacin de un
sistema mundial, cada da ms inviable, pues, al problema social, al
hiperdesarrollo industrial y urbano, se ha sumado ya una situacin
ambiental que amenaza la vida entera en la tierra.
En contraste con esos prodigiosos avances, nunca antes la hu-
manidad se haba encontrado con un abismo tan profundo entre la
prosperidad de pocos y la miseria de miles de millones de seres; y
nunca como hoy la riqueza se haba concentrado en tan pocas ma-
nos, y la pobreza haba hecho presa de tanta gente. Tales cambios
han congurado una nueva realidad en el planeta. Si apenas hace
dos dcadas el conicto en el mundo se escenicaba entre dos su -
perpotencias militares que se disputaban los espacios geopolticos,
ubicndose como una confrontacin entre el Este y el Oeste, hoy el
conicto ha cambiado de naturaleza, es un conicto social y tico
entre el Norte, insaciable y opulento, y el Sur cada vez ms com-
prometido en una lucha desesperada por la simple sobrevivencia.
De all esa creciente marea humana que todos los das se moviliza
desde el Sur empobrecido hacia el Norte opulento, buscando me-
jores condiciones de vida, terminando por conformar tambin una
nacin de pobres, excluidos, explotados y reprimidos en el vientre
mismo de las naciones ms prsperas, sin que nada puedan, contra
tal fenmeno, leyes excluyentes, muros y alambradas. Es que as
como, al tiempo que se ha mundializado el rgimen establecido por
las fras y despiadadas leyes del capitalismo, as mismo sus primeras
consecuencias la pobreza, la exclusin y la represin adquieren
tambin dimensiones globales. As como se globaliza la concentra-
cin y centralizacin del capital en los pases ms prsperos, tam-
bin se globaliza su contraparte: la masa de pobres en el planeta
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el desarrollo de la conciencia de nuestros pueblos. Esa conciencia
va implantando un nuevo liderazgo y encontrando frmulas para
materializar tal unin, en la complementacin de nuestras grandes
potencialidades para allanar las carencias, en la cooperacin y la soli-
daridad para concurrir all donde las limitaciones de unos requieren
el auxilio de los otros y el respeto a la soberana que no acepta con-
diciones, ni presiones y an menos imposiciones.
Mas este proceso est lejos de ser un proceso idlico. Nuncalo ha sido y nunca lo ser. Ha tropezado, tropieza y tropezar,
con la resistencia de las alianzas que siempre han existido entre
las fuerzas oligrquicas de la regin y las fuerzas imperialistas que
persiguen imponer sus propias frmulas y mecanismos de lo que
llaman integracin sostenida en el libre comercio, que pretenden
presentar, con una envoltura neoliberal, los viejos mecanismos de
una competencia desalmada, donde los seres humanos y regiones
enteras dejan de serlo para convertirse en simple mercado. De all
el conicto escenicado entre dos fuerzas contradictorias e irrecon-
ciliables, cada una de las cuales tiene ya su carta de presentacin:
una, bajo el proyecto del ALBA; la otra, bajo las guras del ALCA y
de los tratados de libre comercio (TLC).Tal es el teln de fondo de los escenarios nacionales, cualquiera
sea el lugar del mundo en el cual se intente comprender las realida-
des y, sobre todo, transformarlas.
Todo este cuadro cruzado de toda suerte de penalidades, don-
de el consumismo desenfrenado, que su mismo sistema espolea y
se hace cada da ms insaciable, genera en los centros imperiales
modos de vida que comportan un derroche criminal de recursos
y energa.
Con una recurrencia cada vez ms frecuente, las intervencio -
nes militares surgen como otra necesidad de los centros imperia-
les, buscando simultneamente, adems del dominio tradicional,contener la lgica y creciente reaccin de los pueblos, vctimas del
atropello y que deenden su soberana. La ruptura del viejo esque-
ma bipolar ha dado lugar as a una situacin de mayor inestabilidad
poltica, social, ecolgica y militar en el mundo.
En medio del desorden, que tal situacin engendra, van emer-
giendo nuevas fuerzas y nuevos centros de poder que van comen -
zando a congurar un nuevo balance de fuerzas en el mundo y que
asoman la esperanza de lograr un nuevo y ms estable equilibro de
fuerzas, para bien de la humanidad hoy enfrentada a la expansin,
dominio y atropello de la accin imperialista.
As son los signos que ya comienzan a anunciarse en nuestra re-
gin latinoamericana y caribea, donde los seculares sueos de inde-
pendencia buscan su realizacin sostenindose en la unin, tal como
la concibieron sus guras ms seeras. Y, una vez ms, Venezuela ha
sido llamada a jugar un rol protagnico en un proceso que alienta
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obtener benecios fabulosos con cierta participacin irregular en las
regalas. Pero la generacin de una renta petrolera creciente plantea-
ba ahora un nuevo problema en cuanto a la distribucin del ingreso.
Uno de los primeros pasos consisti en la revaluacin del bolvar
en 1934, con lo cual los ricos podan obtener un dlar barato que,
adems, ya haba sido devaluado, otorgndole un poder enorme al
sector de los importadores y descargando un golpe demoledor a las
exportaciones agrcolas, ahora encarecidas por una simple opera-
cin monetaria. Pero, adems, sin la necesidad de recaudar ingresos
internos para cubrir los gastos del Estado, tampoco era necesario de-
sarrollar un sistema scal que pechara las ganancias de los que se en-
riquecan con la nueva situacin. De all otra de las caractersticas del
capitalismo rentstico: la inexistencia de una cultura tributaria exis-
tente en los sistemas capitalistas tradicionales. Este hecho le otorg
al Estado venezolano una notable independencia en relacin con
el resto de la sociedad, pues, en lugar de imponer contribuciones
sobre las ganancias, ms bien distribua parte de sus excedentes.
De tal manera, se form una clase empresarial, parasitaria e in-
eciente, y se fortalecieron las castas tradicionales, propietarias de
las tierras urbanas y rurales y operadoras del comercio, as como enlos niveles medios de la sociedad se expandiran las corporaciones
profesionales, incluyendo, la casta militar, beneciados todos por
tal sistema de distribucin del ingreso.
propiedad de las minas, convertido en principio de aplicacin uni-
versal desde los tiempos de la Revolucin francesa. El mismo se
mantuvo vigente en nuestras leyes, permitiendo pese a sus altibajos
el ejercicio de la propiedad por parte del Estado.
El creciente torrente de ingresos que representaba una produc-
cin petrolera en expansin, hasta convertir a Venezuela por varios
aos en el principal exportador de tal producto en el mundo, puso
en manos del Estado recursos inusitados, ms que sucientes paracubrir las necesidades de la administracin pblica, dejando un
excedente, cuya distribucin se convirti en principal objeto del
debate entre los sectores dominantes del pas.
Fue as como, de un lado, surgi la consigna de sembrar el pe-
trleo, esto es la capitalizacin privada del ingreso rentstico que
segua creciendo como ecaz mecanismo para la modernizacin
de Venezuela. Quienes apoyaban tal consigna consideraban mero
dispendio cualquier gasto dirigido a mejorar la condicin social del
pueblo. Del otro lado, surgieron distintas consignas que planteaban
una distribucin popular de tal ingreso, al tiempo que se favoreca
tambin su acumulacin privada y pblica. Al nal, prevalecera la
segunda de las frmulas durante un perodo que se inicia en losaos cuarenta y se cierra a comienzos de la dcada de los setenta.
La dictadura de Juan Vicente Gmez aplic una poltica de con-
cesiones que haba permitido a un pequeo grupo de terratenientes
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el podero suciente como para imponer sus decisiones a una clase
poltica ya sin programas ni ideas con las cuales movilizar y organi-
zar al pueblo. Fueron estos los tiempos en que las tesis neoliberales
encontraron un terreno frtil, donde prosperar con sus consecuen-
cias bien conocidas.
Contemporneo con tales procesos, se desarrollaba una relacin
contradictoria entre el Estado nacional, los grandes consumidores
de los centros imperiales y sus Estados respectivos y los consorcios
petroleros. Para estos, el ideal era la eliminacin de las regalas y la
reduccin de los impuestos. Para la nacin, cada vez ms conscien-
te de su carcter como propietaria del recurso natural, la principal
reivindicacin pasaba a ser una participacin justa en los proventos
petroleros, en tanto que, para los grandes consumidores la cues-
tin radicaba en garantizar los ms bajos precios posibles. Por tal
razn, ya durante el gobierno de Medina Angarita se increment y
unic el sistema de regalas, se introdujo laLey de Impuesto sobre
la Renta, que durante dcadas sirvi para incrementar la participa-
cin del Estado, y se estableci un lmite a las reas otorgadas en
concesin. Tales acciones en el mbito petrolero iban acompaadas
de un programa que iniciaba un proceso de democratizacin dela vida poltica del pas e intentaba mejorar las condiciones de la
poblacin, incluyendo una reforma agraria y aplicando polticas de
inmigracin selectiva. Poco dur su gobierno, fue derrocado por un
golpe de Estado.
Algo, sin embargo, en medio de tanta abundancia nanciera, se
dej a la naciente clase obrera y al resto de la poblacin, a travs
de incrementos salariales dictados mediante decretos del Ejecutivo
y ocasionales leyes del Congreso estimulando, a l mismo tiempo, la
formacin de verdaderas castas sindicales desclasadas y que, a la
larga, se colocaran abiertamente en contra de los trabajadores.
En el campo, mientras tanto, la produccin agropecuaria sufra
una declinacin sostenida. El consecuente empobrecimiento del
campesinado provoc una acelerada migracin hacia los centros
urbanos. En nuestro caso, este fenmeno no fue resultado de una
revolucin agraria de signo capitalista que, al incrementar la pro-
ductividad, liberaba la fuerza de trabajo para ser empleada en la
industria. De all que la formacin del mercado interno venezola -
no ocurriera con una especie de mutilacin al no contar con la de-
manda capitalista en el campo, caracterstica de otras experiencias
de esta naturaleza en distintas partes del mundo.
En el orden poltico e ideolgico, no existiendo una clase em-
presarial en s y para s, ni su contraparte: un movimiento obre-
ro con suciente desarrollo de su conciencia como clase, la direc-
cin ideolgica y poltica correspondi a sectores de la clase mediailustrada. Fueron tales sectores los que emprendieron la formacin
de los partidos polticos, de los sindicatos y, nalmente, la conduc-
cin del Estado, hasta el surgimiento de un sector empresarial con
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de dinero a bajo costo para luego incrementarlo bruscamente; una
campaa ideolgica y poltica buscando convencer a los pueblos
de la inecacia y corrupcin de las empresas estatales y toda suerte
de virtudes de la gestin privada; la captura ideolgica de los sec-
tores dirigentes de las empresas nacionales, convirtiendo a stas
en simples agencias administradoras de contratos; introduciendo
modicaciones en los sistemas legales para limitar drsticamente
el ejercicio soberano en la administracin de justicia, mediante el
arbitraje internacional, y dndole un fuerte impulso a los procesos
de privatizacin como la nica salida a las crisis, que las mismas
medidas, derivadas de tal estrategia, haban producido.
El endeudamiento pblico alcanz durante ese periodo, al igual
que en muchos otros pases, niveles intolerables. Sin embargo, en
momentos en los cuales Venezuela viva un verdadero esplendor
nanciero, tal endeudamiento luce como algo inexplicable. La
explicacin slo puede encontrarse cuando se observa el cambio
drstico que se introdujo en la distribucin del ingreso. Sbita -
mente, las remuneraciones al sector trabajo caen hasta un treinta
por ciento, invirtiendo totalmente la relacin que se haba vivido
desde los aos cuarenta. Tal cambio explica el acelerado empobre-cimiento que hizo presa de millones de venezolanos, incluyendo a
sectores importantes de la clase media. El endeudamiento pblico,
que no puede considerarse como otra cosa que una distribucin
El futuro se caracterizara por toda suerte de incidencias, con
nuevos golpes de Estado, implantacin de la dictadura y vuelta a la
democracia formal, acompaada de una feroz represin contra las
fuerzas progresistas, que aspiraban algo ms que una simple elec -
cin quinquenal. Con todo, la presin popular y los procesos nacio-
nalistas cumplidos en el Medio Oriente, as como la situacin que
confrontaron los consorcios petroleros internacionales, condujeron
a una nacionalizacin, pactada entre el gobierno y las empresas, que
coloc las operaciones petroleras en manos del Estado a partir de
enero de 1976. Tal accin le dio un fuerte impulso a lo que result
el ms poderoso capitalismo de Estado en todo el continente.
Ya las industrias del hierro y del gas se haban nacionalizado
anteriormente. Al mismo tiempo, los grandes excedentes nancie-
ros disponibles haban permitido realizar y controlar muchas otras
actividades econmicas. De tal manera, el control de las actividades
econmicas estratgicas quedaba en manos del Estado, otorgn-
dole un importantsimo poder de negociacin, tanto con el sector
privado nacional como con el extranjero. Para ste, en consecuen-
cia, resultaba vital preparar su retorno. ste pasaba por una estra-
tegia cuidadosamente diseada, la misma comprendi acciones an de provocar la cada de los precios petroleros, introduciendo
divisiones en el seno de la OPEP que por momentos estuvieron a
punto de provocar una verdadera guerra de precios; el prstamo
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Poco despus, en 1992, vendran las insurrecciones militares lideri-
zadas por la juventud patritica, que siempre estuvo presente en el
seno de nuestra fuerza armada.
Cuanto ms se acentuaban las polticas neoliberales y tanto ms
grande era el empobrecimiento de la poblacin, tanto ms aguda
se hacan las tensiones sociales y tanto ms profunda la crisis que
agrietaba todo el andamiaje construido a lo largo de la mayor parte
del siglo.As, todo ese perodo histrico dej a un pas totalmente trans-
formado. Con una economa capitalista, atpica por su carcter ren-
tista; con un proceso de acumulacin sustentado bsicamente en
la capitalizacin de una renta internacional, producto del ejercicio
del monopolio del Estado sobre el recurso petrolero; un poderoso
capitalismo de Estado; una estructura social conformada por una
burguesa parasitaria, ineciente, cuyas ganancias han provenido
fundamentalmente de la distribucin de la renta petrolera; una clase
media con distintas capas y donde el estamento superior asumi los
hbitos de la burguesa parasitaria; una clase obrera manipulada por
las castas burocrticas corrompidas, pugnando por sacudirse un do-
minio que fue impuesto a sangre y fuego en la dcada de los sesenta;partidos polticos que dominaron la escena durante ms de medio
siglo y que, agotados sus viejos programas, se dedicaron al pillaje del
erario pblico; una poblacin concentrada en las ciudades y grandes
adelantada del ingreso, sellara con cadenas de acero la nueva dis-
tribucin cada vez ms regresiva del ingreso. Se trataba, pues, de
un viraje estratgico que cambiaba radicalmente las polticas popu-
lares aplicadas por los distintos regmenes en los cuales se apoyaba
su misma perpetuacin.
Fue as como muy poco tiempo despus de las nacionalizaciones,
durante la dcada de 1980, entraramos en un proceso de desnacio -
nalizacin, caracterizada por un recorrido inverso a todo lo que habasignicado la larga lucha por lograr una justa participacin de la na-
cin en su riqueza petrolera. Tal fue la llamada Apertura petrolera,
que empeor las condiciones semicoloniales que caracterizaron al
pas hasta comienzos de los aos cuarenta, acompaada de muchas
otras acciones que, en no pocos casos, representaban una descarada
violacin de la Constitucin y las leyes.
As marchaba, como una fuerza incontenible, la oleada neoli-
beral en nuestro pas. Sin embargo, ya en 1989 un sacudimiento
que asombr al mundo se producira en Caracas y otras ciudades.
Era tal el grado de tensin social y tal la decadencia de los secto-
res dirigentes tradicionales que los pueblos, llegados a un punto
de desesperacin, provocaron una rebelin espontnea que slopudo ser contenida con un derramamiento de sangre, que no se
conoca desde los tiempos de la independencia, victimando a miles
de hombres, mujeres, nios y ancianos, con verdadera saa asesina.
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pero tambin por la conformacin de la estructura social, poltica y
cultural. De manera que, con toda propiedad, se puede hablar de
un capitalismo rentstico, lo que resulta muy peculiar dentro de los
procesos de acumulacin capitalista en el mundo. Ese mecanismo
de acumulacin dio lugar a la formacin de una burguesa parasita-
ria y, simultneamente, al enriquecimiento de las castas propietarias
y comerciantes, en conjunto agregadas en una estructura corpora-
tiva sui generis, cuya acumulacin se nutri principalmente de la
distribucin de esa renta por parte del Estado, privatizada a travs
de los mecanismos ya antes comentados, como la sobrevaluacin
de la moneda, la capitalizacin de la casi totalidad de las ganancias,
debido a la bajsima o nula presin tributaria, el otorgamiento de
crditos a bajo inters as como distintas polticas de subsidios a la
produccin, la proteccin de su produccin estableciendo virtual-
mente un mercado cautivo, distintos mecanismos de corrupcin y el
favoritismo poltico, junto a muchos otros. Contemporneamente,
la relacin ocial con el capital extranjero le otorgaba toda suerte
de ventajas, que supo explotar en abundancia, contribuyendo signi-
cativamente a la expansin del mismo. De manera creciente, una
vez alcanzado cierto nivel de desarrollo, sectores favorecidos de esaburguesa fueron participando directamente, o a travs de sus agen-
tes, y de forma muy notable, del sector nanciero, en la conduccin
econmica y poltica del Estado, con lo cual tomaban no solamente
el control de la economa, sino tambin de la poltica.
territorios despoblados y, con ello, pobreza en las principales urbes
del pas y desolacin en sus grandes extensiones. En n, lo propio
de un capitalismo rentista con un bajo desarrollo de las fuerzas pro-
ductivas nacionales y de una numerosa burocracia sostenida por la
renta petrolera que, a nales de la dcada de los noventa, declinaba
peligrosamente como fruto del reinado neoliberal que se haba im-
puesto en el pas. Las polticas neoliberales parecan encontrarse con
las mejores condiciones para imponerse sin nuevos inconvenientes.
Pero la crisis del sistema, por largo tiempo en gestacin, encontrara
un cauce, esta vez pacco y democrtico, en 1998.
El carcter de la sociedad
venezolana del siglo XX
Toda realidad es un resultado histrico. Los cambios operados en
Venezuela por la existencia de reservas petroleras abundantes y, ms
precisamente, la renta generada por su explotacin se erigi como
el principal factor dinmico de la sociedad venezolana del siglo XX
en su conjunto. Ello condujo a que la principal contribucin en el
proceso de acumulacin capitalista en la Venezuela del siglo XX fue -
ra, como ya qued dicho, la capitalizacin de esa renta, ms que de
factores internos determinados por el desarrollo de las fuerzas pro-
ductivas nacionales. Este hecho histrico le imprimi particularida-
des muy notables a nuestra sociedad, comenzando por su economa,
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traz una estrategia de hacer grandes inversiones en reneras y
otros negocios en el exterior, so pretexto de garantizar mercados
para el petrleo venezolano. En la realidad, se trataba de reducir
al mnimo la liquidez de Pdvsa, para forzarla al endeudamiento
que creca cada da ms, representando un drenaje en las ganan-
cias de la empresa y debilitndola peligrosamente. Pero, adems,
la exportacin de petrleo dirigido a las reneras en el exterior
se haca aplicando descuentos que se traducan en mayores cadas
del ingreso de la empresa. sta se vea cada da ms restringida en
su capacidad para cumplir el rol que corresponde a una verdade-
ra empresa nacional. Todo marchaba a paso de redoblante para la
privatizacin con la complacencia del Congreso de la Repblica,
dominado por una clase poltica, ya castrada de todo vigor patri-
tico, y los acordes entusiastas de los medios masivos de comu-
nicacin, que servan de tribuna privilegiada a los predicadores
del neoliberalismo. Pero todo cambi a partir de la eleccin pre-
sidencial de 1998 con Hugo Chvez Fras, quien lleg al poder
para abrir una nueva etapa en la historia poltica del pas: la del
establecimiento de la soberana nacional en todos los mbitos de
la nacin y sus relaciones.El largo recorrido de nuestra sociedad a lo largo del siglo XX dio
por resultado un pas cuyo carcter puede denirse a travs de sus
rasgos ms resaltantes:
Durante la dcada de los setenta se impuso la apertura para los
productos agropecuarios, que asestaron un severo golpe al sector
agrario e incrementaron de manera dolorosa la dependencia ali-
mentaria del pas, a travs de las grandes empresas transnacionales
de ese sector. Progresivamente, se fueron creando condiciones para
la ofensiva neoliberal, en nuestro pas, que apuntaba directamente
a la privatizacin de las principales empresas del Estado, avanzando
signicativamente en el sector siderrgico y del aluminio.
Como era de esperarse, el gran objetivo lo representaba el sec-
tor petrolero. Hacia all se dirigi una estrategia envolvente, a tra-
vs de la llamada privatizacin y la poltica de internacionalizacin.
La primera comenz a travs de reformas fcticas de la legislacin
vigente. As, en tanto que las leyes de Hidrocarburos y de Naciona-
lizacin establecan un rgimen dirigido a garantizar el control del
Estado sobre el recurso natural, se impuso la Apertura petrolera, a
travs de distintas frmulas contractuales, que transferan opera-
ciones y la administracin misma del hidrocarburo a las empresas
asociadas con Pdvsa, que se convirti en la agencia administradora
de los contratos petroleros, reduciendo a la nada el rol del Estado.
Ya, desde la misma direccin de la empresa nacional, se aus-piciaba la venta de parte de las acciones con el pretexto de pagar
la crecida deuda externa contratada en los das de uno de los ms
grandes auges petroleros del pas. Con la internacionalizacin se
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Un nmero importante de pequeos y medianos6)
empresarios severamente afectados por las polticas
econmicas neoliberales, que condujeron a la ruina
de un importante porcentaje de empresas pequeas
y medianas.
Partidos polticos, que si bien tuvieron durante dca-7)
das un importante apoyo popular, con momentos es-
telares vinculados a los procesos electorales, a partirde la nacionalizacin petrolera, quedaron sin bande-
ras, sin programas que no fueran los impuestos por la
avasallante oleada neoliberal, entrando en una incon-
tenible decadencia hasta quedar reducidos a peque-
os grupos atrapados en una nostalgia restauradora,
lanzados a aventuras como golpes de Estado, sabota-
je econmico y una impotente vociferacin a travs
de los medios de comunicacin, sirviendo como una
apagada caja de resonancia de las campaas empren-
didas desde el exterior.
Como resultado de la crisis del sistema poltico en su conjuntoque atrap el viejo rgimen y de la nueva conduccin revoluciona-
ria del pas bajo del liderazgo de Hugo Chvez, Venezuela ha entra-
do en un proceso de transicin.
Un capitalismo de signo predominantemente rentsti-1)
co, vitalmente dependiente del ingreso petrolero.
Un poderoso capitalismo de Estado que se expresa en2)
el control de los resortes fundamentales de la econo -
ma nacional y del poder poltico.
Un sector privado caracterizado en su mayor parte3)
por un alto grado de dependencia del Estado, su baja
productividad y, en buena medida, ideolgicamenteidenticado con la visin imperialista de la economa
y de la poltica.
Un denso sector medio integrado por distintas castas4)
de pequeos propietarios y comerciantes, junto a las
corporaciones de profesionales ubicados en las em -
presas privadas, en la burocracia estatal y las empresas
pblicas, un nutrido sector de funcionarios de bajo
rango en un proceso de proletarizacin, cuya vieja in-
uencia poltica entr en franca declinacin.
Un creciente sector de trabajadores integrado por5)
obreros industriales, tanto en las empresas privadas
como pblicas; un gran nmero de empleados en dis-
tintas actividades tanto productivas como de servicios
y un sector cada vez ms reducido de asalariados del
campo.
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La Constituyente de 1999
y la democracia revolucionaria
La victoria popular que representaron las elecciones de di-
ciembre de 1998 cerr todo un perodo histrico de avances y
retrocesos en la vida econmica, poltica y social de Venezuela.
Ya los dramticos y sangrientos sucesos de febrero de 1989, los
levantamientos de 1992 y multitud de otras luchas que se venan
escenicando en todo el pas eran el preludio de los cambios pro-fundos que reaclamaba el total agotamiento de un sistema que
ya no daba ms de s mismo. Tal victoria, bajo el liderazgo del
presidente Hugo Chvez, abri las compuertas a la extraordinaria
energa represada, durante largas dcadas, en los sectores popula-
res cada vez ms empobrecidos, cada vez ms excluidos y cada vez
ms desencantados de la vieja clase poltica y de sus instituciones.
La convocatoria a la Constituyente, para el diseo y aprobacin de
una nueva Constitucin, oper como un instrumento ecaz para
canalizar democrtica y paccamente esa inmensa energa. El sim-
ple planteamiento de una democracia participativa y protagnica
agrup a las ms diversas fuerzas sociales, que iniciaron de inme-
diato la creacin de nuevas y distintas formas de organizacin, quehoy representan una de las principales caractersticas del movi-
miento popular venezolano, expresin de un creciente desarrollo
de la conciencia poltica.
Tal proceso de transicin, que tiene dimensiones histricas,
tuvo como primera fase, la tarea de enderezar el rumbo polti -
co del pas, a travs de un proceso constituyente basado en la
creacin y fortalecimiento de una democracia sustentada en la
participacin y protagonismo del pueblo. El xito poltico per-
miti y al mismo tiempo fortaleci la aplicacin de una nueva
poltica econmica, dirigida a establecer la plena soberana na-
cional sobre los recursos naturales y la aplicacin de una nueva
poltica social apoyada en un esquema de distribucin progresiva
del ingreso, polticas todas dirigidas a detener el proceso de em-
pobrecimiento de la poblacin e incrementar sostenidamente su
calidad de vida.
El desarrollo del sistema capitalista rentista de Venezuela dej
pendientes tareas que histricamente cumplieron otras experien-
cias capitalistas en el mundo. Entre otras, el desarrollo capitalis-
ta del campo, hecho que pas por las revoluciones agrarias que
cumplieron un rol capital en la formacin del mercado interno y
de las revoluciones industriales. De all el carcter monoexpor-
tador de nuestra economa, su extrema dependencia del ingreso
rentstico externo, su carcter de gran importador de los mediosde vida ms elementales de los venezolanos y, con ello, de sus
vulnerabilidades.
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intervencin externa. Nuevamente, rompieron sus narices ante la
reaccin masiva y ahora ms unnime de los trabajadores, del pue-
blo y de la Fuerza Armada. No escasearon los intentos posteriores
de desestabilizacin, pero ahora cada vez ms debilitados, pese al
enconado apoyo nanciero y poltico que tozudamente ha mante -
nido el gobierno de los Estados Unidos de Norteamrica, empea-
do en compartir tales fracasos junto a los muchos otros que viene
experimentando en otras regiones del mundo.
El resultado del Referndum Aprobatorio de 2004, reforzado
por la nueva victoria electoral de 2006, ha permitido avanzar en un
notable logro del equilibrio poltico.
Una exitosa poltica petrolera donde el respeto a la disciplina
en el seno de la OPEP, unida al establecimiento de una poltica
de signo nacional en las relaciones con los consorcios extranjeros,
restableciendo la soberana nacional, ha sido la clave para avanzar
tambin en los niveles de crecimiento de la economa.
La implantacin de un esquema de distribucin del ingreso ha
permitido comenzar a reducir los niveles de una pobreza acumula-
da a lo largo de dcadas y acentuada por las polticas neoliberales.
Con la nueva poltica distributiva ha sido posible un progreso hacia
el logro del equilibrio social, an cuando la dimensin del proble-
ma de la pobreza, exigir todava aos de crecimiento econmico y
de estabilidad poltica.
Tal proceso alcanz mayor profundidad y expresin cuando
se inicia el reacomodo de la estructura legal para armonizarla con
la Constitucin Bolivariana, primer resultado concreto del proce-
so constituyente que ya, de hecho, se iniciara durante la campaa
electoral de 1998. Las leyes aprobadas, particularmente la Ley de
Hidrocarburos y laLey de Tierras , como era de esperar, provocaron
la virulenta reaccin de la coalicin reaccionaria, conformada entre
sectores militares, empresariales y sectores de la burocracia sindical
corrompida, contando con una base social en sectores de la clase
media, principalmente, en la capital de la Repblica. Tal coalicin lo-
gr anotarse una victoria verdaderamente prrica por sus resultados
y por la brevsima duracin de la dictadura en que se expres su gol-
pe de Estado. La rpida y masiva reaccin de las fuerzas populares
en todo el pas, junto a las cuales respondieron los sectores revolu-
cionarios y progresistas de la Fuerza Armada Nacional, resolvieron
para sorpresa del mundo la cuestin de cul sera el camino a seguir
en el proceso democrtico y revolucionario de Venezuela.
Como suele ocurrir en los proceso polticos cuando asumen
abiertamente su verdadero carcter de disputa por el poder del Es-
tado, no tardaran en escenicarse nuevos conictos, como muypronto ocurri con el sabotaje a la industria petrolera, que apunta-
ba a provocar el colapso econmico del pas, a la caotizacin de la
sociedad y a presentar un Estado fallido, buscando justicar as la
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Ahora bien, llegados a este punto, brota una pregunta elemen-
tal: Dnde nos encontramos en nuestro rumbo revolucionario,
cul es la meta nal de nuestros esfuerzos, cules etapas del largo
e incesante proceso de la Revolucin bolivariana, en n, qu es y
cmo se plantea el socialismo del siglo XXI?
Son muchas y variadas las respuestas que pueden darse a tales
interrogantes. Ms an, los avances y los logros plantearn nuevas
cuestiones. De manera que no es posible dar todas las respuestasde una vez y para siempre. Hacerlo sera incurrir en los errores
a los que en el pasado en otras experiencias, y en la del mismo
movimiento revolucionario venezolano, con las consecuencias bien
conocidas y muy criticadas desde todos los ngulos y sectores de
intereses.
Dnde nos encontramos
en nuestro rumbo revolucionario?
Hemos avanzado, no cabe duda alguna. Sin embargo, an como
economa capitalista, precisamente por el fenmeno rentista, han
quedado tareas heredadas en este nuevo periodo de nuestra histo-ria y que se yerguen como grandes desafos. Resumindolos, como
cuestiones fundamentales que son, nos encontramos frente a los
retos que estudiaremos en el siguiente captulo.
La exitosa poltica externa, sustentada en la defensa irrestricta
de nuestra soberana y en la aplicacin incondicional de los prin-
cipios que rigen la Carta de Organizacin de las Naciones Unidas y
de la Organizacin de Estados Americanos, as como del Derecho
Internacional, ha permitido fortalecer las relaciones con la inmensa
mayora de los pases con los cuales ya existan y ampliarlas a nuevos
pases, principalmente, del Sur. Tales logros se han fortalecido en
el mbito regional al cobrar impulso un nuevo proceso, verdadera-
mente, democrtico y autnomo en un creciente nmero de pases
de Amrica Latina y del Caribe. Ello ha propiciado el surgimiento y
despliegue de una poltica de integracin, con fundamento en los
postulados de complementacin, cooperacin, solidaridad y estric-
to respeto a la soberana, en contraste con las frmulas imperiales
de la libertad de comercio y de una competencia de signo darwi-
nista bajo la hegemona de los Estados Unidos de Norteamrica.
Esa poltica de integracin de signo bolivariano ya ha tenido su ex-
presin concreta en los avances exitosos del ALBA y en la bsqueda
de una nueva orientacin en organismos nacidos en los tiempos de
la hegemona neoliberal como es el caso de Mercosur.
As, en el brevsimo perodo histrico de ocho aos, se ha re-corrido un camino de avances democrticos radicales, pese a la re-
sistencia y las acciones contrarrevolucionarias del imperio, de sus
agentes internos y la complicidad de otros agentes en la regin.
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EnElmbitoEconmico
La cuestin del mercado interno
En efecto, el desarrollo econmico de un pas pasa porsu desarrollo industrial. ste, a su vez, depende en unaprimera instancia de las necesidades de la poblacin que van mo-
delando, junto a las disponibilidades, el consumo. Pero la satis-
faccin de estas necesidades comenzando por las ms elemen-
tales como son las de una alimentacin adecuada, la atencin a la
salud, el problema de la vivienda, la educacin y trabajo digno
depende de un sistema distributivo de la riqueza de carcter pro-
gresivo. Como lo demuestra la experiencia histrica, la formacin
del mercado interno no depende solamente del consumo directo
de la poblacin, facilitado por su positivo sistema distributivo,
sino tambin del consumo industrial.
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lios y a nuevas formas de parasitismo, en este caso, afectando
directamente a la poblacin al afectar severamente los precios
de los alimentos y pagar precios a los productores que muchas
veces rozan los costos de produccin dada la baja productividad
promedio de nuestra agricultura, desalentando as la produc-
cin primaria. Atacar correctamente el problema de las cade-
nas productivas agrcolas, que pasan inexorablemente por la
agroindustria, implica nada ms y nada menos que acercar el
campo y la ciudad, cerrando en parte la brecha que los separa y
contribuyendo a la solucin del enorme desequilibrio territorial
caracterstico de nuestros das.
A lo anterior, debe agregarse el problema de la propiedad de
la tierra y de la organizacin del trabajo. En cuanto a lo primero,
la poltica de mero reparto en que se convirti la Reforma Agraria
de los aos sesenta, lo cual comport la compra de millones de
hectreas, convirti al Estado en el mayor terrateniente del pas,
pues, a los campesinos se les otorgaron ttulos que prohiban la
transferencia de la propiedad. De hecho, sta se mantiene en ma -
nos del Estado. Medida en principio justa pero que, al carecer de
otras medidas complementarias, como la garanta del mercado,el apoyo tcnico y nanciero, entre otras, provoc el abandono
de la mayor parte de esas tierras y, en una gran proporcin, a la
apropiacin indebida por nuevos terratenientes privados dando
La cuestin agraria
Uno de los primeros retos que encar el proceso capitalista de
los llamados pases avanzados fue precisamente la expansin del
mercado interno como condicin para su expansin industrial. Esto
comportaba resolver la conversin del campo, con un consumo in-
dustrial casi inexistente, en un mercado de alta demanda de pro-
ductos industriales. De all que la revolucin agraria se convirtiera
en el principal factor de expansin del mercado nacional y en basepara el despegue industrial. En efecto, la mecanizacin de la tierra,
el uso de la qumica y la petroqumica, el empleo de la energa, de
sistemas de regado, la construccin de caminos y ferrocarriles, as
como la disposicin de facilidades de nanciamiento, provocaron
varios fenmenos simultneos como una fuerte demanda de pro-
ductos industriales, que a su vez generaba nuevas demandas; el
incremento de la productividad en el campo y con ella la libera-
cin de fuerza de trabajo barata para el despliegue industrial en las
ciudades. Negocio redondo.
En el caso venezolano, como ya fue explicado anteriormen -
te, la transformacin del campo, pese a algunos progresos en la
mecanizacin y fertilizacin de los suelos, tuvieron un alcancemuy limitado. Al mismo tiempo, los problemas de ensilaje, de
transporte, distribucin y procesamiento de la agroindustria,
lejos de encontrar adecuada solucin, dieron lugar a monopo-
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El rgimen scal
El estmulo al consumo directo de la poblacin y, con l, el est-
mulo al mercado interno, as como a la produccin, tiene un estrecha
relacin con adecuados y ecientes sistemas scales, partiendo del
conocido aforismo que dice dime de quin recaudas tus impuestos
y te dir en qu los gastas y a quin los diriges. Las polticas scales
neoliberales se caracterizan, entre otras cosas, por su carcter regre-
sivo. So pretexto de estimular la inversin y el consumo, reducen lastasas con que deben pecharse las grandes ganancias, facilitando as su
capitalizacin. Fue lo que ocurri en Venezuela con la poltica scal
petrolera durante los tiempos de la Apertura. Al reducirse la regalas
y los impuestos, incrementar la produccin y deprimir los precios, la
contribucin petrolera sufri una cada abrupta. Unida a tales polticas
scales, estuvo la poltica monetaria caracterizada por las sistemticas
devaluaciones de la moneda. De tal manera, la contribucin del sector
petrolero con el sector no petrolero esto es la mayora de la pobla-
cin se tradujo en el impresionante incremento de la pobreza.
En el presente, se han introducido correctivos cuyos resultados
comienzan a apreciarse. En una visin integral de la economa na-
cional, sin embargo, se hace necesario medir el correcto equilibrioentre las polticas scales y monetarias que persigan, simultnea-
mente, el estmulo a la produccin y su diversicacin y una justa
distribucin del ingreso.
lugar a la aparicin de nuevas formas de latifundio improduc-
tivo. El segundo problema es de mayor complejidad, pues, se
trata de avanzar progresivamente en el desarrollo de una cultura
cooperativista, superando la mentalidad de pequeo propietario
y de productor aislado, lo cual es un freno al incremento de su
propia capacidad. Ello no comporta la eliminacin forzada de l a
pequea propiedad y, mucho menos, la colectivizacin forzosa.
La asociacin cooperativista, por su propia naturaleza, tiene que
ser de carcter voluntario. Formas ms avanzadas de organiza-
cin y de propiedad sern el producto de la experiencia y del
desarrollo de una cultura colectivista entre los productores del
campo.
De manera que la cuestin del mercado interno y su desen-
cadenante, el problema agrario, ocupan una indudable prioridad
en la nueva fase de nuestro proceso revolucionario. Los esfuerzos
que vienen desarrollndose, con los logros alcanzados en la re-
cuperacin de la frontera agrcola y los planes para su expansin,
aparecen as correctamente orientados. Nos hemos detenido bre-
vemente en ellos por el carcter condicionante que tienen en la
Venezuela actual y porque, adems, su solucin va a contribuircon el desarrollo conjunto de la regin en los procesos de inte-
gracin pendientes.
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latEsispolticadElsocialismovEnEzolano
El proletariado nacional como estamentos
al servicio del capitalismo globalizado
As, vista la situacin sociopoltica venezolana actualmente,no se puede considerar exclusivamente como proletariadoal sector obrero fabril de su poblacin. Este segmento del pueblo
bien puede estimarse como el ncleo potencial de una fraccin ma-
yor de la poblacin empobrecida, que incluye por igual a los habi-
tantes del pas que se han mantenido histricamente dentro de una
economa de subsistencia, marginados en los barrios urbanos y en
las zonas rurales y residuales del ecmene nacional, segregados delos enclaves de la modernidad capitalista, conjuntamente con aque-
llos intelectuales, profesionales, artistas y artesanos, asalariados o
protegidos, que slo cuentan con un sueldo o un salario para su
sobrevivencia.
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En este sentido, es un hecho vericable la incapacidad para con -
sumir la totalidad de la produccin de las sociedades desarrolladas,
ni entre sus obreros que realizan el capital variable, ni entre los
capitalistas que slo realizan parte de la plusvala que no es acumu-
lada. Por ello resultan indispensables para el desarrollo capitalista
estas regiones y sus poblaciones que completan la demanda para
cerrar el ciclo econmico. En nuestra realidad indoamericana, y es-
peccamente venezolana, esos sectores sociales, situados en los es-
pacios fronterizos del mundo desarrollado, y que conforman zonasde inuencia de las economas desarrolladas dentro del capitalismo
privado o estatizado, no constituyen clases sociales. Mantienen la
estructura estamental precapitalista, en la cual existe una preten-
sin, tpicamente efectiva de privilegios positivos o negativos en
la consideracin social, fundados en modos de vida derivados de
maneras formales de educacin y en un prestigio hereditario o pro-
fesional. Por ello no puede extraar la defensa apasionada, y hasta
irracional, de sus privilegios positivos en materia de estatus social,
ejercitada por las capas medias de nuestra sociedad, durante la eta-
pa actual de la vida nacional, independientemente, de la prdida
de su poder de disposicin sobre bienes y servicios y de sus formas
de accin para la obtencin de las rentas e ingresos que lo posibi-litan, debida a la concentracin monoplica y oligoplica realizada
dentro del esquema del neoliberalismo durante el ltimo cuarto
del siglo XX. Justamente los hechos que caracterizan la situacin de
clases propia de la sociedad industrial capitalista.
Se trata de un conglomerado cuyos componentes estn muy se-
parados, social y culturalmente, entre s. Esta ltima, una condicin
generada por el proceso de aculturacin progresiva, realizada por
la accin combinada del colonialismo espaol y el neocolonialismo
practicados por las grandes potencias europeas y los EEUU. Unas
formas de dominacin, que desde el ascenso del linaje de los Bor-
bones al trono de Espaa, en el siglo XVIII , con la reforma adminis-
trativa del rgimen imperial, haba implantado en nuestra Amrica
mestiza el pensamiento mercantilista, concentrando la riqueza en
la Corona y que, obtenida la independencia poltica en el siglo XIX,
impusieron el pensamiento liberal, que traslad la acumulacin
de peculios a las burguesas nacionales, que controlaban el capital
convertido en el principal factor de produccin.
Dentro de este ltimo marco ideolgico se ha desarrollado, desde
1830, la vida social y poltica de este pas y de los restantes pases
indoamericanos, con un retardo signicativo en el avance de sus
poblaciones en el mundo de la ciencia y la tecnologa. As se han
incorporado a un mercado exterior que abarca todos los espacios
perifricos subdesarrollados, cuyos habitantes se han convertido en
otras clases sociales inferiores, quienes contribuyen al proceso deacumulacin de capital con su trabajo en la produccin de insumos
para las industrias metropolitanas y el aporte de consumidores para
sus excedentes.
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dos con sueldos y prestaciones sociales vitalicias y hereditarias, a
cambio del juramento de delidad y obediencia a las instituciones
de gobierno, regidos por normas jurdicas especiales. En otras pa-
labras, fundidos en una nica estructura burocrtica, con lo cual
una sola lite la burguesa propietaria del capital y en dominio del
gobierno lleg a decidir sobre todas sus necesidades y problemas
cotidianos, ya que, los medios tcnicos que manejan se impondran
sobre sus nes y objetivos. Dentro de ese marco se pretendi en -
cerrar, como en una jaula de hierro, a los soldados de la nacin,
privndolos de sus libertades ciudadanas, para que sirvieran de
guardia pretoriana de las clases propietarias, controladas por las
castas privilegiadas de nuestra sociedad, conjuntamente con una
burguesa cuyos activos han sido producto como se ha sealado
principalmente de la apropiacin de la renta petrolera. Positiva-
mente, se trata de un estamento profesional determinado por la
forma de relacin con el poder establecido.
Dentro de ese marco, el MBR200 fue una avanzadilla, en la que
uno de sus lderes, el comandante Hugo Chvez, se ha converti-
do en el conductor indiscutible del proceso revolucionario. Una
condicin alcanzada por haber demostrado ser el ms capaz paraservir a las grandes necesidades de nuestro pueblo en la actualidad,
porque ha visto ms all que los dems y se ha empeado con ms
fuerza para resolver los problemas planteados por el desarrollo an-
El proletariado venezolano y su grupo interno
de unin, sujetos histricos de la revolucin
En ese contexto, los estamentos negativamente privilegiados,
incluyentes de las categoras arriba mencionadas, constituyen un
proletariado en el sentido clsico de la palabra. Se consideraba que
aquel sector contributivo ms bajo de la sociedad, que por carecer
de sucientes riquezas durante la civilizacin romana, slo tena
la fuerza de trabajo o de contribucin de sus hijos (proles) para elsostenimiento de la vida de la comunidad poltica. Sin dudas, es ese
proletariado el sujeto histrico de la revolucin, que se adelanta
en Venezuela desde 1999, que ha sustituido paccamente en el
control del poder del Estado a la coalicin de estamentos positi-
vamente privilegiados, congurada a partir del llamado Pacto de
Punto Fijo, liberando nuevas fuerzas productivas e iniciando una
transformacin de las instituciones jurdicas, polticas, econmicas,
militares, sociales y culturales y de las formas ideolgicas que le
corresponden. Un sujeto histrico en cuya avanzadilla indiscuti-
blemente estuvo un segmento importante de lo que la oligarqua
dominante quera convertir en una casta militar, agrupado en el
Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200).Una formacin social la militar conformada, a manera de una
empresa, por ciudadanos libres convertidos en funcionarios, in -
corporados mediante contrato e investidura de armas, remunera-
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en esa poca por los movimientos radicales, difundidas por pane-
tos impresos, fueron el antecedente inmediato de lo que sera el
socialismo, como tendencia antagnica al pensamiento liberal, que
tuvo como punto de partida signicativo la accin de los llamados
jacobinos, durante la revolucin poltica que desde Pars, Francia,
sacudi, al nal del siglo XVIII, los cimientos del orden tradicional
aristocrtico, que caracterizaba las sociedades europeas de la po-
ca, sustentado econmicamente por la renta de la tierra.
Pas, en esa poca de revolucin, el control del poder de aque-
llos que dominaban la tierra a los burgueses que tenan el control
del capital productivo y nanciero que permita el incipiente desa-
rrollo de la produccin industrializada. Se trat de una verdadera
revolucin, como lo reconocieron Carlos Marx y Federico Engels
en el Maniesto comunista, cuando sealaron que la burguesa
ha desempeado en la historia un papel altamente revolucionario.
Indicaron que donde quiera que ha conquistado el poder ha des-
truido las abigarradas ligaduras feudales1 que ataban al hombre
a sus superiores naturales las ha desgarrado sin piedad para no
dejar subsistir otro vnculo entre los hombres que el fro inters,
el cruel pago al contado () Ha sustituido las numerosas liberta-des escrituradas y adquiridas por la nica y desalmada libertad de
comercio. Para luego aadir que la burguesa ha despojado de su
aureola a todas las profesiones que hasta entonces se tenan por
terior de la sociedad venezolana, sealando las nuevas necesidades
sociales, planteadas por la dinmica previa de las relaciones de pro-
duccin, y asumido la iniciativa, en su condicin de jefe del Estado,
de satisfacer esas insuciencias. En ese contexto, Hugo Chvez y el
MBR-200 se convirtieron en el grupo interno de unin del proleta-
riado venezolano.
La revolucin liberal burguesa,el socialismo y la hegemona del capital
Pero resulta innegable que la realizacin de una revolucin
demanda de unas contracreencias que se opongan a la ideologa
dominante, la cual se impuso progresivamente a travs del con-
trol por los cultores del pensamiento liberal de las instituciones
de gobierno de los pases integrados por la civilizacin occidental,
expandido aceleradamente a escala planetaria, especialmente por
la accin militar, por la ideologa y la praxis de la plutocracia globa-
lizada que pregona el llamado neoliberalismo durante la segunda
mitad del siglo XX.
Se trata de una contracultura que apareci en Inglaterra a me -
diados del siglo XVII, durante las guerras civiles, al inicio de la
revolucin cientco-tecnolgica, que sealaron la primera mani -
festacin de la opinin pblica como factor importante en la vida
poltica de los pueblos. Las discusiones y polmicas desarrolladas
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All aparece la primera y fundamental contradiccinpresente
en el ser humano: el conicto entre natura y cultura, que en cierta
forma explica el devenir histrico. Es la lucha, incluso interna del
individuo, que enfrenta a la razn con el instinto. Una confronta -
cin que tiene su expresin sociopoltica en cada momento de la
historia, en donde se oponen los conservadores, que siguen la
fuerza de la inercia prevalentemente instintiva, con los innovati-
vos, que visualizan estadios superiores para la vida humana. Es
gracias a ese enfrentamiento, que forma parte de la competencia
existente en el mbito natural, como se establecen relaciones dia-
lcticas en el mundo fsico, las cuales explican y facilitan la pre-
diccin de la evolucin de la materialidad y, en particular, la de la
especie humana en el camino hacia su ascenso.
Una va que supone la superacin de las condiciones de rivali-
dad, impuestas por la existencia habitual, en las cuales sobreviven
slo los ms aptos. No es este socialismo un planteamiento metaf-
sico, y por lo tanto utpico, como el expresado por cierto huma-
nismo cristiano, desarrollado a partir de los evangelios de Jess de
Nazareth, dentro de una tica idealista de las virtudes del hombre.
Es un socialismo, basado en los conocimientos sobre la conductade la realidad material, obtenidos por la explosin experimentada
por el mundo de las ciencias, donde las creencias, las tradiciones y
las costumbres, por ser producto de la actividad siolgica del ser
humano, integran esa materialidad.
venerables y dignas de piadoso respeto. Al mdico, al jurisconsulto,
al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en
sus servidores asalariados. De modo que para Marx y Engels, en
esas condiciones, estas profesiones, y las nuevas aparecidas por la
evolucin de la ciencia y la tecnologa, ingresan a esa condicin de
proletariado, dentro de la nueva situacin de clases impuesta por
el modo de produccin industrial-capitalista.
El socialismo y el humanismo
Ese socialismo, presente desde los albores de la revolucin po-
ltica, que condujo a la forma liberal del orden sociopoltico, en la
cual los intereses individuales se colocan por encima de los del Esta-
do y del pueblo, como conjunto social, o a la forma fascista, donde el
Estado se coloca sobre los individuos, y el pueblo en su conjunto es
la ms prstina expresin del pensamiento humanista. Una corriente
de ideas, que constituy el aspecto fundamental de lo que se ha co-
nocido como el Renacimiento Europeo. Momento histrico en el
cual se reconoci el valor del hombre en su plenitud y el intento de
entenderlo en su mundo, que es el de la naturaleza y el de la histo-
ria. Conocerlo como un ser vivo, cuya existencia deviene en el marcode la conducta que estudia la biologa, modicada por las cualidades
intelectuales de esta especie animal, que lo capacitaron para cons-
truir un mundo articial representado por las civilizaciones.
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El socialismo indgena,
base del humanismo venezolano
Esas ideas socialistas llegan a nuestro continente indoamericano
casi simultneamente con el hecho histrico de la Guerra de Inde-
pendencia, dndole sentido a las contradicciones fundamentales,
que caracterizaron las luchas intestinas que han venido desarro-
llando los pueblos mestizos de este espacio del planeta, durante los
siglos XIX y XX, y continan marcando nuestra contemporaneidad.Unas luchas que, en nuestro caso particular, tienen inspiracin en
las races culturales de las etnias indgenas que han habitado el te-
rritorio de lo que es hoy Venezuela, las cuales contribuyeron con
sus vientres a producir ese pueblo mestizo, no slo desde el punto
de vista biolgico, sino desde la perspectiva cultural, que hoy repre-
senta la mayora determinante de nuestra poblacin.
Unos agregados sociales perfectamente diferenciados que han
persistido hasta la actualidad, gracias a una resistencia a la acultu-
rizacin, al inicio realizada de manera activa y, posteriormente, de
manera pasiva, negndose a incorporarse a la sociedad occidentali-
zada que domina el pas, mediante el mantenimiento, en virtud de
su relativo autoaislamiento y el empleo continuado de sus idiomas,costumbres, creencias y usos econmicos.
Es su condicin histrica de pueblos fronterizos, limtrofes
con civilizaciones avanzadas, la que caracteriza su desarrollo cultu-
Es una visin que se sustenta en una tica de los motivos, en
la cual el mantenimiento de la vida, en trminos generales, y de la
especie humana, especcamente, es la razn de ser de la existencia
del hombre. Es esa contradiccin sociopoltica la que se ha expresa-
do en la lucha de clases planteada en la modernidad, caracteriza-
da por el dominio del modo de produccin capitalista, en su esen-
cia conservador, pues en su fondo responde a la teora biolgica de
la evolucin de las especies.
Un socialismo cientco, sustentado en la historia y la sociolo-
ga, que en el momento de su concepcin planteaba la transforma -
cin de la estructura feudal de las sociedades europeas, de base
estamental, en una estructura de clases, donde la confrontacin
esencial enfrentaba a unas masas proletarias, concretadas en la cla-
se obrera, unidas slo segn Marx por el sentimiento de las
penalidades comunes, poco desarrolladas, no sabiendo qu par-
tido tomar en denitiva, y cayendo desconcertadas unas veces en
el entusiasmo y otras en la desesperacin. Una situacin que no
es la existente actualmente en nuestro proletariado, unido por la
conciencia de sus necesidades comunes, pero que s se maniesta
en quienes han pretendido ser sus dirigentes, en la ltima etapadel imperio de la burguesa en el pas, divididos por la fuerza de
los usos, que los impulsan a conservar los pocos espacios de poder
que conquistaron.
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conciencia de la marcha de la historia, que ya empezaba a perlarse
con el advenimiento de los nacionalismos y el establecimiento del
mercantilismo, que permita el enriquecimiento de los estados me-
tropolitanos, sometidos al rgimen del absolutismo monrquico.
Bolvar antiimperialista
Poca discusin provoca hoy en da la armacin que sostiene el
papel de agente provocador, jugado por la Sociedad Patritica en
1810 y 1811, en la produccin de la revolucin que instaur el r -
gimen republicano en lo que hasta el momento era una reparticin
militar de las colonias espaolas en Amrica: la Capitana General
de Venezuela. Como tampoco induce al debate el hecho de que
el espritu libertario e igualitario de esa asociacin, compuesta de
hombres y mujeres, blancos y pardos, avanzados para su poca,
inuy en el nimo de quien sera el lder poltico y militar de la
guerra libertadora: Simn Bolvar. Gran conductor de la lucha anti-
colonial que facilitara la independencia de una gran porcin de los
pueblos indoamericanos, e impulsor de su integracin, mediante la
convocatoria del Congreso Anctinico de Panam, en una confe-
deracin de naciones que tendiese a borrar las desmembraciones
de unas sociedades unidas por una cultura y una historia comn.
Un fraccionamiento causado por los nacionalismos, regionalis-
mos y localismos impuestos, inicialmente, por el mercantilismo y,
ral. En la poca precolombina, en el espacio externo inmediato a la
gran civilizacin incaica. En la actualidad, en los espacios residuales
del pas, sometido a la cultura occidental. Es esa condicin lo que
les ha proporcionado el sentido de la libertad y les ha mantenido
la percepcin de igualdad. Ambos valores son los nes que han
animado esa oposicin a la adopcin de los propios de los pueblos
civilizados, con culturas elaboradas que, a travs del desarrollo de
modos de produccin cada vez ms ecientes, han generado esos
procesos de jerarquizacin, que sumen a las grandes mayoras en
situaciones de pobreza y de miseria, no slo material sino espiri-
tual. Un Estado que las mantienen en la escala inferior del orden de
las sociedades, en la simple condicin de fuerza de trabajo.
Las culturas, que an hoy manejan nuestras etnias aborgenes,
desarrollaron formas de propiedad y de produccin colectivas, las
cuales estn hoy en los fundamentos del socialismo cientco y
que, indiscutiblemente, inuyeron en las castas negativamente pri-
vilegiadas que conforman esa masa escindida y diferenciada por
localidades y ocupaciones funcionales que constituyen el grueso
de la poblacin del pas. Sin dudas, esos valores de la libertad, la
igualdad y la solidaridad, propios de las culturas de nuestras etnias,fueron estimuladores de las rebeliones y sublevaciones populares,
que jalonan la historia del pas y el proceso de integracin nacional.
Pero se ha tratado de un socialismo primitivo, incapaz de tener
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su poblacin, sino el logro de una seguridad estratgica que le mi-
nimizara los riesgos de la competencia de otros centros de poder.
Mas ese connamiento no incluy su segregacin de los pueblos
indoamericanos del continente del sur y de las zonas de transicin
del istmo centroamericano y del archipilago de las Antillas. Sus
dirigentes consideraban estos espacios como fuentes de amenaza,
por la presencia en ellos de las viejas metrpolis coloniales y la
posibilidad del desarrollo de un nuevo polo de poder.
Para 1829, cuando Bolvar, en carta al coronel ingls Patricio
Campbell, redactara su conocido comentario sobre los EEUU como
predestinados por la Providencia para plagar la Amrica de mise-
rias a nombre de la libertad, con poco espacio para la duda, tena
conciencia del futuro imperial de esta nacin. En la propia misiva
mencionada, es claro que el Libertador haba captado una conspi-
racin contra la unidad suramericana, y su aislamiento de los po-
deres europeos, en la proposicin que Campbell le hiciese, por lo
que pareciese fue una sugerencia del ministro ingls, residente en
Washington, de declarar como su sucesor a un prncipe europeo.
Seala Bolvar, los celos de Inglaterra si el elegido fuese un Borbn,
para luego aadir:
Me parece que veo una conjuracin general contra la po-
bre Colombia (una situacin que se reproduce en la ac-
tualidad contra Venezuela), ya demasiada envidiada de
al momento de la separacin, por el capitalismo dentro del mo-
delo del neocolianalismo. Una nueva forma de dominacin de los
pueblos perifricos destinada a mantenerlos en su condicin de
subdesarrollo. El estado necesario, como se seal, para comple-
tar el ciclo econmico, en la cual se convierten en proveedores de
materias primas y en consumidores de bienes manufacturados,
incluyendo herramientas y maquinarias para la produccin masiva
de bienes de consumo de los cuales son decitarias las metrpolis,
o que provienen de industrias altamente contaminantes. Dentro de
estas circunstancias puede ubicarse a Bolvar como creador de la
poltica y la estrategia anticolonial, al luchar por la liberacin de los
pueblos sometidos a la dominacin de los ms fuertes.
Su campaa liberadora en Suramrica, conjuntamente con sus
acciones orientadas hacia la integracin continental, despertaron
los recelos del Imperio en ciernes que alimentaba la implantacin
del capitalismo industrial en Norteamrica. Es as como, paralela-
mente a este esfuerzo bolivariano, la Federacin que agreg a los
pueblos blancos, anglosajones, protestantes establecidos en esta
regin del mundo, adopt una poltica aislacionista, a travs de la
llamada doctrina Monroe, con respecto a los poderes coloniales tra-dicionales europeos. Una conducta que no solamente persegua al-
canzar un alto desarrollo econmico, que supona la conformacin
de un mercado interno que integrara el espacio bajo su dominio y
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el poder, en cierto sentido, identica la conducta internacional que
ha caracterizado a esa comunidad poltica. Sus acciones de hecho,
realizadas en forma de cruzadas, llevan a coincidir con el jefe sioux
Lutero Oso Parado, quien dijo: Y si el papel de la civilizacin es
mutilar, robar y frustrar, entonces, qu es el progreso? Pero lo
asombroso de esa misiva es el hecho del conocimiento del Liberta-
dor sobre la sociologa poltica. La situacin por l descrita, en ese
mensaje, casi se reproduce hoy exactamente en las circunstancias
revolucionarias que caracterizan la vida actual de nuestro pueblo.
No es dado pensar que el proyecto bolivariano de unicacin
de los pueblos indoamericanos y caribeos, ya esbozado por Mi-
randa y hoy impulsado por la revolucin venezolana, responda a la
intencin de crear un imperio, para competir con los existentes. La
adopcin de la gura de la Confederacin, como modo poltico de
integracin, ya es una negacin de esta posibilidad. Esta forma de
asociacin mantiene la soberana de los pueblos, ya que, sus nes,
al contrario de lo que ocurre con las federaciones, son realizados
por los rganos de poder de cada uno de los estados miembros de
la asociacin. Y fue esa la idea central de las instrucciones dadas
a don Joaqun Mosquera, cuando fuese designado como plenipo -tenciario ante Per, Chile y Buenos Aires, con el n de obtener la
celebracin de tratados de Unin, Liga y Confederacin. Decan las
referidas disposiciones:
cuantas repblicas tiene la Amrica. Todas las prensas se
pondran en movimiento, llamando a una nueva cruza-
da contra los cmplices de traicin a la libertad, de adic-
tos a los Borbones y de violadores al sistema americano.
Por el sur encenderan los peruanos la llama de la dis-
cordia; por el Istmo, los de Guatemala y Mxico, y por las
antillas los americanos y los liberales de todas partes. No
se quedara Santo Domingo en inaccin y llamara a sus
hermanos para hacer causa comn contra un prncipede Francia. Todos se convertiran en enemigos sin que la
Europa hiciera nada por sostenernos, porque no merece
el Nuevo Mundo los gastos de una Santa Alianza (lase
hoy la OTAN); a lo menos tenemos motivos para juzgar
as, por la indiferencia que se nos ha visto emprender y
luchar por la emancipacin de la mitad del mundo, que
bien pronto ser la fuente ms productiva de la prosperi-
dad europea.
Sin dudas le era claro que esa conspiracin estaba destinada a
impedir la unicacin del continente del sur, considerndola como
una amenaza a las ambiciones imperiales, que ya claramente mos-traba. La inscripcin que llevan los dlares usamericanos en Dios
conamos es posiblemente el mejor indicativo de lo que es dicha
nacin como legataria del puritanismo calvinista que impuls la re-
volucin burguesa. La creencia en Dios, relacionada con el dinero y
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polar, donde el balance de poder entre regiones geoestratgicas
fuertes y unidas internamente, entre las cuales gurara el mbito
indoamericano, se disuadan mutuamente en lo relativo al uso de la
violencia y deban recurrir en consecuencia al diseo de un derecho
internacional que garantice la paz. La condicin necesaria y su-
ciente, segn Kant, para lograrla.
La visin bolivariana de la igualdadPero esa visin bolivariana, que en el lxico de hoy pudiese ca-
licarse como mega, al abarcar todo el mbito humano, con lo
cual se convirti en un grande hombre a escala universal, no lo
apart de la percepcin especca de los pueblos concretos y, en
particular, de aquellos que pretenda integrar en su proyecto ini-
cial, materializado en la conformacin de lo que sera su aspiracin
prctica, la institucionalizacin de Colombia, la grande. En su cele-
bre discurso de Angostura, del 15 de febrero de 1819, el Libertador
sostena que:
Los ciudadanos de Venezuela gozan todos por la cons-
titucin, interprete de la Naturaleza, de una perfecta
igualdad poltica. Cuando esta igualdad no hubiese sido
un dogma en Atenas, en Francia y en Amrica, debera-
mos nosotros consagrarlo para corregir la diferencia que
Esta Confederacin no debe formarse simplemente sobre
los principios de una alianza ordinaria para ofensa y de-
fensa () es necesario que la nuestra sea una sociedad
de naciones hermanas, separadas por ahora y en el ejer-
cicio de su soberana por el curso de los acontecimientos
humanos, pero unidas, fuertes y poderosas para sostener-
se contra las agresiones del poder extranjero (El subra-
yado es nuestro).
De estas manifestaciones se deduce que estaba claro en la con-
ciencia del Libertador tanto el hecho de la imposibilidad de realizar
una revolucin aislada y sin capacidad de defensa como la necesi-
dad de la paz para la realizacin de las transformaciones necesarias
para lograr las sociedades justas que aspiraba en este espacio del
planeta. Tan clara era su aspiracin de paz que en carta dirigida al
general Francisco de Paula Santander, el 20 de junio de 1820, le
dira: el primer da de paz ser el ltimo de mi mando. Desde lue-
go, ya el pensamiento humanista desarrollado desde Hobbes hasta
Kant era conocido por Bolvar, quien entenda que tal estado de paz
no es una situacin natural, dado que la vida biolgica la dinamiza
la seleccin natural, sino que debe ser construido, es producto de
la civilizacin. Y en ese sentido la edicacin de la Confederacin
Indoamericana lo consideraba como un camino para la paz. Con su
sentido prctico, concibi lo que hoy llamamos un mundo multi-
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corriente de pensamiento que es producto del esfuerzo creador del
proceso civilizatorio. Pero, no cae en el error de pensar que puede
ser impuesta por la fuerza a travs de la dictadura del proletariado,
ejercida por una nueva modalidad de absolutismo, que fuese bau -
tizada por las fuerzas reaccionarias como totalitarismo. Reconoce
las diferencias naturales entre los hombres, en razn a sus rasgos
especcos, que le dan un estatus social, que en la visin actual del
socialismo slo incrementa sus responsabilidades hacia la sociedad
en la cual acta, compensada por el precio de su aporte al desa-
rrollo socioeconmico producto de su accin social. De modo que
tiene que encontrarse, en las motivaciones de Bolvar, un profundo
contenido tico y un anlisis sistematizado de los mundos en los
cuales se desarrolla el gnero humano.
Moral y luces como instrumento de la revolucin
Es incuestionable, en el pensamiento del Libertador, el plan-
teamiento de la necesidad de la formacin de la conciencia del
ciudadano, que ha sido expresado magistralmente en la manida,
pero incumplida la frase de moral y luces son nuestras primeras
necesidades. Se adelant as el Padre de la Patria, en casi medio
siglo, a las reexiones de Carlos Marx, que la consideraba como
necesaria para la conformacin de la comunidad socialista, cuyos
integrantes deberan tener conciencia de s y para s. Una concien-
aparentemente existe. Mi opinin es, Legisladores, que el
principio fundamental de nuestro sistema depende in-
mediata y exclusivamente de la igualdad establecida y
practicada en Venezuela. Que los hombres nacen todos
con derechos iguales a los bienes de la sociedad, est san-
cionado por la pluralidad de los sabios; como tambin lo
est que no todos los hombres nacen igualmente aptos a
la obtencin de todos los rangos, pues, todos deben prac-
ticar la virtud, y no todos lo practican; todos deben servalerosos, y todos no lo son; todos deben poseer talentos,
y todos no lo poseen. De all viene la distincin distintiva
que se observa de la sociedad ms liberalmente estableci-
da. Si el principio de la igualdad poltica es generalmente
reconocido, no lo es menos el de la desigualdad fsica y
moral. La naturaleza hace a los hombres desiguales, en
genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las Leyes co-
rrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la
sociedad, para que la educacin, la industria, las artes,
los servicios, las virtudes, le den una igualdad cticia,
propiamente llamada poltica y social.
Se trata de una igualdad, sin la cual es impensable la libertad
y la paz, que se reconoce como parte de la cultura, que no existe
en natura y, por lo tanto, es una construccin humana, como lo
es el socialismo en s. Una igualdad que es consustancial con esta
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Seala Robinson, rerindose a los padres de las revoluciones,
que:
por ms que (ellos) declamen contra el despotismo, los
pocos hombres que sienten su peso tendr n que soportar-
lo, mientras hagan parte de un pueblo que lo soporta sin
sentirlo. Si no pueden dejar de pertenecer al Pueblo, tra-
bajen para sacarlo de la abyeccin, y ascendern con l
a la dignidad que desea () Que por ms que se trabajeen desimpresionar a los pueblos de la idea que tienen for-
mada de su suerte, nada se conseguir, si no se les hace
sentir los efectos de una mudanza (). Se discurre, se
promete, se hermosean las esperanzas (). Pero nada de
esto se toca! El hombre sencillo no gusta de hiptesis por
que no sabe suplir(tal vez no puede). Procdase de
otro modo. Educacin popular. Destinacin a ejercicios
tiles. Aspiracin fundada a la propiedad.
Con ello, sugera Rodrguez, el mtodo socializador para crear
el espritu de la nacin y la conciencia de clase. Una conciencia
que, en la modernidad capitalista, est denida por la capacidad deprovisin de bienes, el estatus social y el destino personal, derivado
del orden econmico vigente; del poder, o la carencia de l; de ad-
quirir bienes y servicios y de sus posibilidades para lograr ingresos
para elevar su calidad de vida. En otras palabras, para su ascenso
cia que, para Marx y Engels, no puede ser otra cosa que el ser cons-
ciente () y el ser de los hombres es su proceso de la vida real.
Colocado este concepto en los trminos de la sociologa actual, le
corresponde a la nocin de socializacin. Un vocablo que incluye
la integracin del individuo en la sociedad mediante un proceso de
aprendizaje, fundamentalmente realizado de manera informal por
su interaccin con sus semejantes, especialmente mediante las re-
laciones establecidas por la funcin social de produccin, pero con
una direccin proporcionada por una educacin formal, orientada
por las ideas de igualdad, libertad y solidaridad, que son los valores
caracterstico de la comunidad socialista.
Es esa socializacin la que provee la moral y las luces impres-
cindibles para la construccin del socialismo. Ella proporciona lo
que Hegel denomina el espritu de la nacin, y que para los im-
pulsores del socialismo cientco es la conciencia de clase. Una
conciencia, que es de antemano un producto social, y lo seguir
siendo mientras existan seres humanos, que exige el conocimiento
del mundo inmediato que rodea al individuo y de la naturaleza de
los nexos limitados con otras personas y cosas, fuera del individuo
consciente de s mismo. En ese marco, quizs no hay un pensa-dor indoamericano, abiertamente socialista, que marcase el camino
para la construccin de la conciencia indoamericana y venezolana,
en particular, que Simn Rodrguez.
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de la burguesa europea que usa como medio el poder acumulado
por los EEUU, cuyo rgimen y, en especial, el aparato militar, contro-
lado por el llamado complejo industrial-militar. Un componente
globalizado, dado que la industria militar es una empresa capitalista
que se ha convertido en centro de la planetizacin del mercado, que
incluye a los restantes pases capitalsticamente avanzados que, aun
cuando no tengan participacin directa en la produccin militarista,
dependen de la expansin productiva de las economas nacionales,
inseparables hoy en da de la produccin dedicada a nes blicos.
De all que la guerra es un negocio, que puede implicar el n del ca-
pitalismo y del imperio que ha construido, ya sea por la destruccin
de la vida en el planeta, por el poder demoledor de los medios utili-
zados para su desarrollo o por el agotamiento de las fuerzas morales
y fsicas de los pueblos que las impulsan.
El socialismo pequeo burgus
y el fraccionamiento del proletariado
Ese socialismo iberoamericano, incuestionablemente vincula-
do al pensamiento de Simn Rodrguez, ha tenido contribucionessustantivas de personalidades como la peruana Flora Tristn; o las
de los argentinos Estaban Echeverra y Domingo Faustino Sarmien-
to; o la de peruano Francisco Arcos Arlegui; o el brasilero general
humano, entendido como superacin de la pobreza y miseria que
caracteriza su existencia, en comparacin con la de aquellos, que
por la acumulacin del capital, ejercen un dominio desptico, a
travs del ejercicio del poder, sobre el Pueblo en su conjunto y, en
especial, sobre el proletariado.
Un proletariado segmentado en castas por la accin combinada
de una propaganda, difundida a travs de los medios de comu-
nicacin masiva bajo su control, y la praxis derivada de las relacio-nes laborales en las empresas privadas y estatales, manejadas con
la mentalidad capitalista, orientada hacia la utilidad, traducida en
lucro personal. Se enfrenta as, ese proletariado venezolano, pro -
fundamente fraccionado, con un sector burgus internacionalizado
por un mercado globalizado, con conciencia de s y para s, que
mediante una estrategia divergente enfrenta la resistencia de las
distintas facciones, anulando la fuerza superior moral y material
derivada de sus legtimos intereses de clase.
Es una confrontacin que en la actualidad no se limita al enfren-
tamiento de la clase propietaria nacional, cuya existencia, en gran
medida, es el resultado, como ya se anot, de la apropiacin de la
renta petrolera, derivada del control ejercido sobre las institucionesde gobierno del Estado venezolano. Corresponde al enfrentamiento
con la burguesa planetizada de la cual, la propia, es parte integral
por haber perdido el espritu nacional, a diferencia, por ejemplo,
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seccin actual aragea, una comunidad alemana de 387 personas,
del tipo falansterio nombre derivado de la phalange fourieris-
ta, en donde no haba entre sus miembros otros instrumentos de
cambio que el trabajo de campo y en la construccin de casas y de
caminos, trabajos en gran parte ejecutados en forma colectiva. Se es-
tableci all un consejo comunalmediante elecciones libres y espon-
tneas, se edit un boletn bilinge, se cont con asistencia mdica,
se llev adelante un estudio de los cultivos y de las tcnicas agrarias
apropiadas, se organiz la escuela para todos los nios, un almacn
general, un sitio para el culto y las empresas industriales de la alfa-
rera y el molino, que la conguraban como unas empresas sociales
productivas.
Es una experiencia presente an en nuestra realidad, aunque muy
deformada por la inuencia liberal, que no cumpli su cometido de
servir de modelo para racionalizar la economa nacional. Esta rela-
cin entre el modo de produccin y la estructura social, que dene
de hecho las superestructuras de la comunidad poltica, es una rea-
lidad reconocida por la moderna sociologa, que vincula el cambio
social a las transformaciones cientco-tecnolgicas que denen la
naturaleza de las herramientas utilizadas para la produccin de bie-nes y servicios y, por lo tanto, las vinculaciones entre los factores de
produccin, la tierra, el capital y el trabajo. Tan slo en nuestro caso,
pensadores como Fermn Toro y Jos Mara Baralt, cuyos trabajos son
Jos Ignacio Abreu e Lima, prcer de la independencia venezolana,
quienes han sostenido que para el desarrollo del socialismo como
cultura slo es necesario el desarrollo del espritu nacional y la
conciencia de clase mediante el cambio de la mentalidad de los
individuos. Pero su actuacin fue tmida. Ni siquiera se aventuraron
a promover experiencias sociales famosas como las iniciadas por
el ingls Robert Owen y los franceses Claude Henri de Rouvroy,
conde Saint Simon, y Charles Fourier, idelogos del socialismo ut-
pico, que animaron fbricas de produccin social, colonias expe-
rimentales; cooperativas de produccin, distribucin y consumo,
conjuntamente con la formacin de sindicatos que defendan los
intereses de los obreros. No intuyeron, estos intelectuales, que ms
que las ideas puras abstractas, con fuerte contenido moral, que en
cualquier manifestacin forman parte de la superestructura de las
sociedades, que las estructuras reales de las comunidades polticas
son el resultado de las relaciones de produccin denidas por el
modo de producir dominante en su seno.
De all que no pudiesen impulsar experimentos que sirviesen de
modelo para justipreciar las formas sociales de produccin, a n de
compararlas con las empresas privadas y estatales de inspiracin capi-talista. El nico experimento de esa naturaleza, en nuestra Patria, fue
el emprendido por Agustn Codazzi, con la colaboracin del conde
Martn Tovar Ponte, que establece en la Cordillera de la Costa, en su
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nezolana, en el marco del consenso de lites, ya mencionado como
Pacto de Punto Fijo. Se produjo en esta oportunidad un movimiento
subversivo de naturaleza revolucionaria y socialista que fue derro-
tado fcilmente por la accin combinada de la brutalidad de la re -
presin, que en nada se diferenci de la ejercida por las dictaduras
militares del Cono Sur y la escisin del proletariado nacional. Un
proletariado que slo se uni cuando la crudeza de esa represin y
la pobreza en ascenso amenazaron con un descenso acelerado de
sus niveles de vida, producto de lo que se podra considerar como
el derrame de la renta petrolera.
Es cierto que la reaccin de las fuerzas conservadoras, nacio-
nales e internacionales, ha despertado el espritu nacional de la
mayora de los venezolanos. Pero tambin es verdad que contina
seccionado en mltiples movimientos polticos y sociales, a la vez
con graves escisiones internas, impidindose de esta forma la con -
formacin de una conciencia de clase que proporcione la fuerza
para enfrentar la accin de las fuerzas reaccionarias.
El fracaso del socialismo
de transicin del general Zamora
Fue un proceso hacia el dominio del capital en la vida venezo-
lana que ni siquiera modic el movimiento que lideriz el gene-
ral Ezequiel Zamora. Un gran hombre inuenciado por las ideas
poco conocidos en nuestro medio y en el mundo indoamericano en
general, llegaron a comprender estas condiciones, incluso, adelan-
tndose a los creadores del socialismo cientco.
No sera sino hasta la segunda dcada del sig