el silencio de las sirenas, introducción a un cuento de kafka - adriano periañez
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El silencio de las sirenas
Entre las versiones que he cotejado sobre el mito de Las
sirenas y Ulises, cuya fuente más antigua es sin duda la
homérica, no aparece registrada ninguna escena en la que
nuestro héroe, fecundo en ardides, polýtropos, se obture
los oídos con cera. ¿Por qué tan sólo en Kafka, generoso
de orejas, es utilizado como el punto central de su relato
El silencio de las sirenas? El método usado por Ulises,
cuya trama no se debe a su propia argucia, sino al consejo
de Circe, hija de Helios y Perse, según Apolodoro, no
consistió en taponarse sus oídos, sino justamente, y como
es razonable, los de sus compañeros de aventuras,
mientras éste era atado al mástil para gozar estética y
frenéticamente del dulce canto de las sirenas, con sus
oídos desnudos de cera. En el canto XII de la Odisea, las
Sirenas emitieron una cantinela preciosa mientras la nave
transitaba sus aguas:
“Llega acá, de los dánaos honor, gloriosísimo Ulises,
de tu marcha refrena el ardor para oír nuestro canto,
porque nadie en su negro bajel pasa aquí sin que
atienda
a esta voz que en dulzones de miel de los labios nos
fluye.
Quien la escucha contento se va conociendo mil cosas:
los trabajos sabemos que allá por la Tróade y sus
campos
de los dioses impuso el poder a troyanos y argivos
y aun aquello que ocurre doquier en la tierra fecunda”
(Canto XII, 185 Homero)
Las Sirenas llaman al astuto Ulises con el poder del canto,
arma fundamental, que sólo otro canto más bello – Es el
caso de Orfeo que ya había transitado por estas aguas con
resultado airoso - o la argucia, podían vencer. Ofrecen
algo a lo que nadie y menos Ulises podría negarse: el
conocimiento. La cita que se da en el mar es entre
inteligencias, el llamado tiene este matiz.
Sorprende, a la vez que maravilla, encontrar en Kafka un
motivo que no está en la mitología, el método infantil e
inútil, según él, que ha salvado a Ulises fue taparse los
oídos con cera. Inútil puesto que el canto de las sirenas
puede traspasarlo todo, es un poder cortarte que penetra
todo obstáculo. La magia del cuento está más allá de la
verosimilitud de los datos. Sabemos que ningún mito se ha
conservado inmutable en el tiempo, varias son las
diferencias que le añaden la tradición oral y que la
escritura delata. Lo verdaderamente innovador de su
escrito está en el silencio de las sirenas. Quedaron
atónitas, con las bocas entreabiertas, frente a los ojos de
Ulises. La mirada penetrante contra el silencio: el ojo
contra el oído. Absortas, frente al espectáculo de un
hombre amarrado al mástil que gozaba con las
sinuosidades de sus cuerpos alados, se vieron impelidas a
accionar su más mortífera arma, el silencio. Allí, en la
intimidad de la escena – Tan solo entre los íntimos se
valora el silencio – se revelaron las poderosas armas de
quien ha visto demasiado en los mares y de quien calla,
porque enfrenta a alguien que es solo penetrable de este
modo.
Ulises no pudo enterarse del silencio de las sirenas, pensó
que su argucia había funcionado y que sus labios
entreabiertos dejan escapar cantos. No pudo imaginarse
del efecto que causaron sus ojos. Pero también dirá Kafka
que según la tradición él estaba revestido de un fuero
interno que ningún dios puede penetrar y que a lo mejor
tenía conocimiento de la falacia y la usó como escudo de
protección. Yo quiero pensar que las sirenas callaron por
la impresión de ver a un hombre vuelto harapos por su
destino, con la mirada extraviada en las llamas de Helios y
su inocente valor. Acaso fueron movidas más por el
sentimiento inconsciente – gran arma del cuerpo - que por
el canto sonoro del conocimiento.
Adriano Periañez