el siglo de las luces: sofía como arquetipo de hombre rebelde

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El Siglo de las Luces de Alejo Carpentier: Sofía como arquetipo de hombre rebelde” de Vallejos, Emmanuel

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Un acercamiento teórico desde los postulados de Albert Camus respecto del Hombre Rebelde esbozados en la obra homónima.

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Page 1: El siglo de las luces: Sofía como arquetipo de Hombre Rebelde

“El Siglo de las Luces de Alejo Carpentier: Sofía como arquetipo de hombre rebelde” de Vallejos, Emmanuel

Page 2: El siglo de las luces: Sofía como arquetipo de Hombre Rebelde

Introducción

El presente trabajo pretende abordar desde una perspectiva semiótica la obra “El Siglo

de las Luces” de Alejo Carpentier, y, particularmente, el personaje Sofía con el fin de poder

vislumbrar la transformación en este personaje, e identificarlo a éste a la luz de lo que Albert

Camus ha definido como “el hombre rebelde”; para, más adelante, poder articular el resultado

semiótico bajo el eje dicotómico propuesto por la cátedra: opresión/libertad, que subyace en la

transformación del personaje Sofía, en relación con la identidad latinoamericana.

En primer lugar es necesario definir los lineamientos metodológicos, que permitirán el

análisis del corpus y la configuración del personaje Sofía, y teóricos, bajo los cuales se

interpretarán los datos obtenidos. De este modo se propone: conceptos claves de la semiótica

abordada por Anne Henault en “Narratología. Semiótica general. Las Claves de la semiótica: 2”;

breve exposición de los conceptos centrales de la obra “El hombre rebelde” de Albert Camus

bajo los cuales será interpretado el personaje en su transformación semiótica.

Marco teórico metodológico

La semiótica como método para el análisis

Henault citando a Greimas plantea que todo relato “debe ser considerado como un

algoritmo, es decir como una sucesión de enunciados cuyas funciones-predicados, simulan

lingüísticamente un conjunto de comportamientos que tienen un fin”1. Esto quiere decir que el

relato no es sino una transformación y que el resultado no puede ser otro que el contenido

contrario del inicial. En este sentido la obra de Carpentier es susceptible de ser abordada

semióticamente, pero esta transformación, presente en los relatos, no se halla superficialmente,

sino que es el resultado de un análisis en el cual se hurga a través de varios niveles: nivel

narrativo en el cual se caracteriza al personaje a través de marcas discursivas presentes a lo

largo de toda la obra, actancial, en el cual se aborda al personaje como un actante que posee un

recorrido narrativo dentro de la trama novelesca, y lógico semántico, nivel en el cual la

oposición binaria que sustenta el relato se hace evidente y permiten comprender y otorgar

sentido a la totalidad de la obra, aunque no se reduce a ella.

Esta transformación planteada por la autora es observable, o identificable, en los

personajes quienes son quienes llevan a cabo las acciones en el relato y permiten el desarrollo

del mismo.

1 Henault, A.. Narratología. Semiótica general. Las claves de la semiótica: 2.

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En consonancia con lo anteriormente expuesto, partiendo de un corpus textual se tomará

al personaje Sofía2 y se lo someterá a una descripción que permita, en primera instancia,

caracterizarlo y en segunda, en un nivel mucho más profundo del análisis, reconocer los semas

entendidos como “unidades mínimas de significación que componen un nivel mínimo de

significación articuladas en relaciones binarias de oposición”3, que operan la transformación en

este personaje.

Cabe aclarar que los caracteres del personaje, así como los hechos de los cuales son

extraídos, no responden a una exhaustividad cuantitativa de cambios en el relato, sino más bien

responden a la relevancia para el presente trabajo. Debido a ello se seleccionaron aquellos

hechos que se consideran influyentes de modo radical en el cambio en la conducta del

personaje.

“El hombre rebelde” de Camus

Según Camus el hombre rebelde es aquel que dice que no, “Pero si se niega, no

renuncia: es además un hombre que dice que sí desde su primer momento”4. Con esto el filósofo

nos dice que el hombre rebelde es quien toma conciencia de que hay algo que le pertenece y del

cual está siendo privado. Esto es, el hombre no se vuelve rebelde porque sí, sino porque rechaza

algo que considera intolerable y siente que está en su derecho de sublevarse. Por lo tanto, este

movimiento hacia la rebelión es un acto puramente positivo.

El hombre, en la toma de conciencia de que hay una parte de él que debe ser respetada,

se torna un sujeto que busca sublevarse contra lo intolerable en su existencia y que inclusive,

este fin “Se convierte en él en un bien supremo (…) se arroja a un golpe de Todo o Nada.”5 El

hombre rebelde, en su toma de conciencia, no quiere “…ser privado de esa consagración

exclusiva que llamará, por ejemplo, su libertad. Antes morir de pie que morir de rodillas.”6

Ahora bien, si el hombre rebelde prefiere, inclusive, la muerte antes que la sumisión

ante aquello que considera injusto, la rebelión no puede expresarse individualmente, sino

colectivamente. En efecto, Camus sostiene que si el hombre acepta morir no lo hace en

beneficio de sí mismo, más bien con ello muestra que ese bien, que tanto estima, sobrepasa su

destino. Es decir su muerte es un sacrificio, pues no es un movimiento egoísta ya que busca no

2 Se analiza solamente este personaje ya que abordar semióticamente todos los personajes con sus respectivos “recorridos narrativos” resultaría una empresa de un tiempo incalculable, además, y lo más importante, en relación con lo propuesto sólo interesa el recorrido de transformación de este personaje.3 Op.cit.4 Camus, A. (1978). El hombre rebelde. Novena edición. Ed. Losada. Buenos Aires.5 Óp. Cit. Pág. 186 Óp. Cit. Pág. 19

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un beneficio particular, sino a favor de la comunidad con la cual se identifica: “Hay solamente

identificación de destinos y toma de partido (…) En la rebelión el hombre se supera en sus

semejantes y, desde este punto de vista, la solidaridad es metafísica.”7

Por otra parte, vale aclarar que para el filósofo francés la rebelión del sujeto a lo largo

del tiempo es relativa, debido a que las razones de la misma han variado a lo largo de las épocas

y las civilizaciones. No obstante este carácter relativo, el autor sostiene que la rebelión no

aparece en sociedades donde existen grandes desigualdades (ya que nadie totalmente

subordinado puede tomar conciencia para sublevarse), ni tampoco en las que la igualdad se hace

presente de manera absoluta (si todos son iguales no hay opresor ni oprimido). De acuerdo con

esto Camus dice: “En sociedad, el espíritu de rebelión no es posible sino en los grupos en que

una igualdad teórica encubre grandes desigualdades de hecho.”8

Por otra parte para que haya rebelión es necesario que el hombre se sitúe fuera de lo

sagrado, pues en el mundo de lo sagrado al estar la verdad revelada por la religión, la rebelión

no puede tener lugar ya que las respuestas están dadas desde un principio, es decir el hombre no

halla razón para el cuestionamiento: “La metafísica reemplazada por el mito”9. Sin embargo,

fuera de la religión, ya sea antes de entrar o salir de ella, sí puede cuestionar lo que considera

injusto: “El hombre rebelde es el hombre situado antes y después de lo sagrado, y dedicado a

reivindicar un orden humano en el cual las respuestas sean humanas, es decir razonablemente

justificadas.”10 De este modo el autor configura dos mundos: el sagrado y el de la rebelión,

además que “…la desaparición de uno equivale a la aparición del otro…”11

Para finalizar es importante remarcar la importancia de la solidaridad implícita en el

movimiento de la rebelión, ya que la rebelión que no respete la condición de solidaridad entre

los hombres pierde la denominación de rebelión “…y coincide en realidad con un

consentimiento homicida.”12 En este sentido al movimiento de rebelión (solidario) se opone el

sufrimiento individual. La rebelión siempre está ligada al ser colectivo, mientras que el mal o

carencia que experimenta un solo individuo se corresponde con lo que el autor denomina

“absurdo”.

7 Óp. Cit. Pág. 218 Óp. Cit. Pág. 239 Óp. Cit. Pág. 2410 Óp. cit. Pág. 2411 Óp. Cit. Pág. 2412 Óp. Cit. Pág. 25

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Desarrollo

Sofía: de la opresión a la liberación

El personaje Sofía al inicio de la novela se destaca por ser una adolescente educada con

un fuerte instinto maternal que se manifiesta en el cuidado de su primo Esteban “Sofía,

impotente ante un mal que desafiaba las pócimas y sinapismos, pasó un paño mojado en agua

fresca por la frente y las mejillas del enfermo”13. Hasta tal punto es su entrega de instinto

maternal que decide no volver al convento “No volveré al convento-dijo Sofía, abriendo el

regazo para descansar la cabeza de Esteban, (…) Aquí es donde debo estar”14. De este modo

podemos observar un primer momento en el cual Sofía se manifiesta como una mujer acorde a

los parámetros culturales del siglo XVIII, esto es sumisa y al servicio del hombre, o en otras

palabras oprimida, y, no sólo eso, sino que se puede identificar un alto grado de discriminación

hacia la población de color, propio de la época y de la sociedad burguesa a la que pertenecía su

familia (recuérdese que su padre era comerciante). Así, en el primer capítulo de la novela

cuando Esteban padece un ataque de asma y va a ser atendido por Ogé, el curandero de color,

Sofía dice: “Pero… ¡es un negro!, cuchicheó Sofía (…) no se resolvía a aceptar que un negro

pudiese ser médico de confianza, ni que se entregara la carne de un pariente a un individuo de

color quebrado.”15

Pero determinados hechos lo llevarán a este personaje camino a una profunda

transformación gradual que hallará culminación al final del relato. El primero de ellos, no en

virtud de los hechos cronológicos, sino de relevancia para el análisis posterior a la luz de los

aportes teóricos, es el de la negación de la religión. En efecto, Sofía como primer movimiento

de transformación, luego ya de conocerlo a Víctor Hugues, de desmentirse respecto de los

sentimientos que sentía por su padre difunto16 y de que tuviera lugar la tormenta, noche en la

que “…habían terminado los juegos de la adolescencia.”17, manifestará su agobio por su

condición de oprimida: “Estoy cansada de Dios; cansada de las monjas; cansada de tutores y

albaceas (…) estoy cansada de cosas, como ésta, que no quiero seguir viendo. Y saltando sobre

una butaca arrimada a la pared, descolgó un gran retrato del padre, para arrojarlo al suelo

con tal saña que el marco se separó del bastidor.”18 Este es el primer momento que marcará un

13 Carpentier. A. El siglo de las luces. [ONLINE]. Disponible en: http://www.iesmigueldecervantes.com/publica/biblioteca/carpentier_alejo_el_siglo_de_las_luces.pdf14 Óp. Cit. Pág. 415 Óp. Cit. Pág. 1716 “…las palabras del negro le daban una razón para confesarse que nunca había amado a su padre, cuyos besos olientes a regaliz y a tabaco (…) le habían sido odiosos desde los días de la pubertad.” Óp.cit. Pág. 1917 Óp. Cit. Pág. 2418 Óp. Cit. Pág. 28

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antes y un después para este personaje. En esta negación de todo lo instituido en ella se halla el

germen que permitirá el cambio rotundo en su accionar.

El segundo momento importante en la mutación de Sofía es su relación con Víctor

Hugues en dos sentidos: Primero desde su condición de mujer, es decir de deseo físico que

acentuará, a lo largo de casi toda la novela, el carácter oprimido propio de la mujer del siglo

XVIII y principios del XIX llevada hasta el extremo al acompañarlo a Víctor estando enfermo a

pesar de estar en desacuerdo con la manera de obrar de éste: “Y Sofía permanecía sola con el

Mandatario –quejoso de que se le entumecían los huesos, de que era mucho el dolor padecido

(…) Sabia que su presencia, allí, era una inútil temeridad. Pero arrostraba el peligro para

ofrecerse, a sí misma, el espectáculo de una lealtad de la cual no estaba ya muy segura.”19 El

segundo se desprende de la “lealtad de la cual ya no estaba muy segura” que se había iniciado

en los primeros encuentros, cuando él les habló a ella, Esteban y Carlos acerca de la revolución:

“Dos días transcurrieron en hablar de revoluciones, asombrándose Sofía de lo apasionante que

le resultaba el nuevo tema de conversación.”20. Este interés por la revolución cavará hondo en

la personalidad de Sofía, tal es así que cuando Esteban vuelve a La Habana, se encuentra con

ella y le expresa los males que trajo la revolución, Sofía le responde: “Pues, nosotros no

estamos de acuerdo, dijo Sofía (…) No podía vivirse sin un ideal político; la dicha de los

pueblos no podía alcanzarse de primer intento; se habían cometido graves errores, ciertamente,

pero esos errores servirían de útil enseñanza para el futuro (…) ella admitía que los excesos de

la Revolución eran deplorables, pero las grandes conquistas humanas sólo se lograban con

dolor y sacrificio. En suma: que nada grande se hacía en la Tierra sin derramamientos de

sangre”21

Por último el tercer momento es el pasaje de un ser oprimido a uno en ejercicio de su

libertad que da cierre a la transformación de Sofía, y está vinculado a dos hechos: en primer

lugar la causa que la empuja a disentir con Víctor respecto de las acciones de éste,

particularmente cuando se restableció la esclavitud en las colonias francesas: “Víctor iba, venia,

impartía ordenes, fijaba objetivos (…) Casi iba Sofía a admirarse de su energía, cuando

recordó lo que bajo este techo se estaba organizando: una vasta matanza de negros. Se encerró

en su cuarto para ocultar un repentino acceso de cólera, pronto roto en llanto.”22. Estas

disensiones la llevarán a abandonarlo a Víctor “Estoy cansada de vivir entre muertos. Poco

importa que la peste haya salido de la ciudad. Desde antes llevaban ustedes las huellas de la

muerte en las caras.” “Jamás volveré a una casa de donde me haya ido (…) Aquí todo huele a

cadáver. Quiero volver al mundo de los vivos; de los que creen en algo. Nada espero de quienes

19 Óp.cit. pág. 15420 Óp. Cit. Pág. 3021 Óp. Cit. Pág. 12022 Óp. Cit. Pág. 153

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nada esperan.” 23 En segundo lugar su espíritu revolucionario una vez encendido jamás se

apagó; de hecho lo mantiene hasta los últimos días de su vida, que transcurren en Madrid con su

primo Esteban “Pero esa sangre, lejos de amedrentar a los que avanzaban, apresuró su paso

hacia donde el estruendo de la metralla y de la artillería revelaba lo recio de la trabazón…Fue

ese el momento en que Sofía se desprendió de la ventana: “¡Vamos allá!, gritó, arrancando

sables y puñales de la panoplia.(…) Esteban la vio salir de la casa, impetuosa, enardecida, con

un hombro en claro y un acero en alto. Jamás vista con tal fuerza y en tal entrega. (…) Hasta

aquí lo que pudo saberse.”24

En virtud de lo expuesto, esto es la caracterización y transformación del personaje se

puede apreciar, en un nivel más profundo, que Sofía como actante desde una perspectiva

semiótica, se configura como un “Sujeto de Acción”, a la vez que “Sujeto de estado”, es decir

como un Sujeto que está en busca de un Objeto de deseo.

En efecto al inicio de la novela ella es un ser oprimido, es decir que está exento del

Objeto deseado que es la libertad, pero lo persigue, ya que a lo largo del relato todas sus

transformaciones tienden hacia ese fin. De esta manera es posible realizar el recorrido narrativo

de este personaje que tiende hacia ese objetivo:

Sofía se halla en disjunción con la libertad (Sofía U Libertad) pero sus acciones la

llevarán a estar en junción con ese objeto deseado (Sofía ∩ libertad).

En calidad de lo planteado se puede apreciar cómo el relato deja entrever, siguiendo el

recorrido narrativo de este personaje, que está organizado o sustentado sobre los semas en

oposición binaria opresión/libertad que le otorgan cierre al relato. Esto es perfectamente

apreciable a lo largo de la novela, ya que como afirma Mercado Méndez: “Ella representa la

libertad, la independencia, la autodeterminación, que va logrando conforme pasan el tiempo y

los acontecimientos. En el final apoteósico, la figura de Sofía se parangona a la de la Marianne,

el porta estandarte de la Revolución Francesa, inmortalizado por Delacroix en el cuadro “La

libertad guiando al pueblo”.”25 (María Guadalupe Mercado Méndez. Sofía, la mujer, la

revolución y la vida. Tres hombres y una mujer. El siglo de las luces de Alejo Carpentier)

23 Óp. Cit. Pág. 15524 Óp. Cit. Pág. 16125 Mercado Méndez, María Guadalupe. Sofía, la mujer, la revolución y la vida. Tres hombres y una mujer. El siglo de las luces de Alejo Carpentier. [ONLINE]. Disponible en: http://www.periodicoseletronicos.ufma.br/index.php/rbrascaribe/article/viewFile/879/588

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Sofía: Arquetipo de “El hombre rebelde”

En el apartado anterior por medio del abordaje semiótico se pudo constatar que el

personaje Sofía sufre un proceso de transformación que se desplaza del eje de la opresión hacia

el de la liberación. Es en función de esta oposición binaria identificada en el nivel lógico

semántico del relato que permite la vinculación de este personaje con los planteos teóricos de

Albert Camus sobre el hombre rebelde.

En efecto, es posible apreciar el momento exacto en el que, de acuerdo con lo descrito

por Camus como condición necesaria para que surja el hombre rebelde, esto es situarse fuera del

mundo de lo sagrado. En la introducción habíamos expresado que para el filósofo francés era

condición sine qua non que el rebelde para poder cuestionar lo establecido que es injusto, debe

situarse fuera del mundo religioso, pues en él no hay posibilidad de cuestionamiento al estar la

verdad revelada de antemano. Por ello es que en el momento en que Sofía reniega de Dios:

“Estoy cansada de Dios; cansada de las monjas; cansada de tutores y albaceas.”26, es un

momento crucial en el desarrollo actancial de este personaje, ya que permite el primer

movimiento hacia la liberación, o mejor, hacia la rebelión.

Una vez renegado el mundo sagrado se sitúa en el terreno de lo humano y se sucede el

paso siguiente a la rebelión: la conciencia de lo injusto. Estado al cual llegará por medio del

interés despierto por la revolución de la mano de Víctor Hugues y que jamás abandonará.

Convicción casi absurda en momentos en que la revolución misma era descubierta en sus

contradicciones a través del juicio crítico de Esteban: “…ella admitía que los excesos de la

Revolución eran deplorables, pero las grandes conquistas humanas sólo se lograban con dolor

y sacrificio. En suma: que nada grande se hacía en la Tierra sin derramamientos de sangre”27

Ahora bien, sentadas las bases para la rebelión de Sofía, es necesario que la negación

propia del hombre rebelde, tal como Camus la expresa, se manifieste; y esta encuentra su lugar

en el momento en que ella decide abandonarlo a Víctor Hugues: “Jamás volveré a una casa de

donde me haya ido (…) Aquí todo huele a cadáver. Quiero volver al mundo de los vivos; de los

que creen en algo. Nada espero de quienes nada esperan.”28 De esta manera Sofía otorga el

primer paso de la opresión hacia la rebelión-libertad, al negar toda la ideología de Víctor.

Pero para que el acto de rebelión, propio del hombre rebelde, se observe en su totalidad

es necesario que Sofía sacrifique su existencia en pos de los oprimidos, de quienes padecen la

injusticia. Y esto tiene lugar ya al final de la obra cuando decide salir a luchar en solidaridad

con los españoles asediados por las tropas napoleónicas aquel 2 de mayo d 1808 a pesar de que

26 Óp. Cit. Pág. 1827 Óp. Cit. Pág. 12028 Óp. Cit. Pág. 155

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Esteban se oponga a su decisión: “Sofía se desprendió de la ventana: «¡Vamos allá!», gritó,

arrancando sables y puñales de la panoplia. Esteban trató de detenerla: «No seas idiota: están

ametrallando. No vas a hacer nada con esos hierros viejos.» « ¡Quédate si quieres! ¡Yo voy!» «

¿Y vas a pelear por quién?» « ¡Por los que se echaron a la calle! — gritó Sofía—. ¡Hay que

hacer algo!» « ¿Qué?» « ¡Algo!» Y Esteban la vio salir de la casa, impetuosa, enardecida, con

un hombro en claro y un acero en alto, jamás vista en tal fuerza y en tal entrega.” 29 En esta

última escena Sofía pone su vida al servicio de un interés supremo: la libertad. Por medio de

este acto se vuelve una “hombre rebelde” en términos del filósofo Camus, pues considera esa

causa contra la que lucha el bien supremo y se abre así el abanico de la solidaridad con aquellos

quienes padecen la opresión en una sociedad en la que la libertad encubría grandes

desigualdades de hecho.

De la opresión/libertad hacia la búsqueda de la identidad

Respecto de la vinculación entre el análisis anterior y la identidad latinoamericana, si

bien es cierto que en la obra de Carpentier el estilo barroco de su prosa lleva la impronta de lo

que se denominará lo “real maravilloso”, y que, por ende, es donde reside el germen de lo

propiamente latinoamericano. Esto es, a partir del estilo barroquista del autor “…postulando lo

real-maravilloso como la única fuente auténtica de la creación literaria y su realidad maravillosa

americana supera la literatura europea. Carpentier busca no solo su propia identidad, sino la de

toda Hispanoamérica.”30

No obstante, creo que, a modo de conclusión se podría reinterpretar la transformación y

el accionar del personaje Sofía a la luz del concepto de búsqueda de la identidad, es decir es

posible observar al movimiento opresión/libertad por el cual atraviesa Sofía, como el primer

movimiento hacia la definición de lo propio.

La negación ante lo injusto, la solidaridad para con los otros en ese acto rebelde

delinean, a mi entender, un impulso que abre las puertas a la pregunta por el ser de lo

latinoamericano, aquello al que muchos han definido como un “mosaico”, característico del ser

de estas tierras.

Bibliografía

29 Óp.cit. pág. 16130 Roig Guerrero, María del Mar. Alejo Carpentier y lo “real-maravilloso”. [ONLINE]. Disponible en: http://www.ual.es/revistas/PhilUr/pdf/PhilUr1.2009.Roig.pdf

Page 10: El siglo de las luces: Sofía como arquetipo de Hombre Rebelde

Camus, A. (1978). El hombre rebelde. Novena edición. Ed. Losada. Buenos Aires

Carpentier. A. El siglo de las luces. [ONLINE]. Disponible en: http://www.iesmigueldecervantes.com/publica/biblioteca/carpentier_alejo_el_siglo_de_las_luces.pdf

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Zea, Leopoldo. El problema de la identidad latinoamericana. Mexico.

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