el sí de las niñas

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"El Sí de las Niñas" "El Sí de las Niñas" (1806) de Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) Fue la mejor obra de Moratín y también la mejor comedia del Siglo XVIII, siglo que no tuvo una gran producción literaria a diferencia de los anteriores. La obra respeta la Regla de las tres unidades: bullet La unidad de acción: en la comedia dividida en tres actos. bullet La unidad de lugar: transcurre toda la acción en una posada de Alcalá de Henares. bullet La unidad de tiempo: la obra comienza a las 7 de la tarde y termina a las 5 de la mañana siguiente. Los personajes son: Paquita,(Doña Francisca), la jovencita de dieciséis años, su madre doña Irene, su ayudante y amiga, Rita; Don Diego, el pretendiente cincuentón, tío de Don Carlos (o don Félix), y los lacayos respectivos de ambos: Simón y Calamocha. Acto I "El Sí de las Niñas" (1806) de Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) PERSONAJES

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"El S de las Nias"

"El S de las Nias"

"El S de las Nias" (1806)

de Leandro Fernndez de Moratn (1760-1828)

Fue la mejor obra de Moratn y tambin la mejor comedia del Siglo XVIII, siglo que no tuvo una gran produccin literaria a diferencia de los anteriores.

La obra respeta la Regla de las tres unidades:

bullet

La unidad de accin: en la comedia dividida en tres actos.

bullet

La unidad de lugar: transcurre toda la accin en una posada de Alcal de Henares.

bullet

La unidad de tiempo: la obra comienza a las 7 de la tarde y termina a las 5 de la maana siguiente.

Los personajes son: Paquita,(Doa Francisca), la jovencita de diecisis aos, su madre doa Irene, su ayudante y amiga, Rita; Don Diego, el pretendiente cincuentn, to de Don Carlos (o don Flix), y los lacayos respectivos de ambos: Simn y Calamocha.

Acto I

"El S de las Nias" (1806)

de Leandro Fernndez de Moratn (1760-1828)

PERSONAJES

DON DIEGO.

DON CARLOS.

DOA IRENE.

DOA FRANCISCA.

RITA.

SIMN.

CALAMOCHA.

La escena es en una posada de Alcal de Henares.

El teatro representa una sala de paso con cuatro puertas de habitaciones para huspedes, numeradas todas. Una ms grande en el foro, con escalera que conduce al piso bajo de la casa. Ventana de antepecho a un lado. Una mesa en medio, con banco, sillas, etc.

La accin empieza a las siete de la tarde y acaba a las cinco de la maana siguiente.

ACTO I

ESCENA PRIMERA DON DIEGO, SIMN

(Sale don Diego de su cuarto, Simn, que est sentado en una silla, se levanta)

D. DIEGO No han venido todava?

SIMN No, seor.

D. DIEGO Despacio la han tomado por cierto.

SIMN Como su ta la quiere tanto, segn parece, y no la ha visto desde que la llevaron a Guadalajara...

D. DIEGO S. Yo no digo que no la viese; pero con media hora de visita y cuatro lgrimas estaba concluido.

SIMN Ello tambin ha sido extraa determinacin la de estarse usted dos das enteros sin salir de la posada. Cansa el leer, cansa el dormir... Y sobre todo, cansa la mugre del cuarto, las sillas desvencijadas, las estampas del hijo prdigo, el ruido de campanillas y cascabeles, y la conversacin ronca de carromateros y patanes, que no permiten un instante de quietud.

D. DIEGO Ha sido conveniente el hacerlo as. Aqu me conocen todos, y no he querido que nadie me vea.

SIMN Yo no alcanzo la causa de tanto retiro. Pues hay ms en esto que haber acompaado usted a doa Irene hasta Guadalajara, para sacar del conventos a la nia y volvernos con ellas a Madrid?

D. DIEGO S, hombre; algo ms hay de lo que has visto.

SIMN Adelante.

D. DIEGO Algo, algo... Ello t al cabo lo has de saber, y no puede tardarse mucho... Mira, Simn, por Dios te encargo que no lo digas... T eres hombre de bien, y me has servido muchos aos con fidelidad... Ya ves que hemos sacado a esa nia del convento y nos la llevamos a Madrid.

SIMN S, seor.

D. DIEGO Pues bien... Pero te vuelvo a encargar que a nadie lo descubras.

SIMN Bien est, seor. Jams he gustado de chismes.

D. DIEGO Ya lo s, por eso quiero fiarme de ti. Yo, la verdad, nunca haba visto a tal doa Paquita; pero mediante la amistad con su madre, he tenido frecuentes noticias de ella; he ledo muchas de las cartas que escriba; he visto algunas de su ta la monja, con quien ha vivido en Guadalajara; en suma, he tenido cuantos informes pudiera desear acerca de sus inclinaciones y su conducta. Ya he logrado verla; he procurado observarla en estos pocos das, y a decir verdad, cuantos elogios hicieron de ella me parecen escasos.

SIMN S, por cierto... Es muy linda y...

D. DIEGO Es muy linda, muy graciosa, muy humilde... Y sobre todo, aquel candor, aquella inocencia! Vamos, es de lo que no se encuentra por ah... Y talento... S seor, mucho talento... Conque, para acabar de informarte, lo que yo he pensado es...

SIMN No hay que decrmelo.

D. DIEGO No? Por qu?

SIMN Porque ya lo adivino. Y me parece excelente idea.

D. DIEGO Qu dices?

SIMN Excelente.

D. DIEGO Conque al instante has conocido?...

SIMN Pues no es claro?... Vaya!... Dgole a usted que me parece muy buena boda. Buena, buena.

D. DIEGO S, seor... Yo lo he mirado bien, y lo tengo por cosa muy acertada. Seguro que s.

D. DIEGO Pero quiero absolutamente que no se sepa hasta que est hecho.

SIMN Y en eso hace usted bien.

D. DIEGO Porque no todos ven las cosas de una manera, y no faltara quien murmurase, y dijese que era una locura, y me...

SIMN Locura? Buena locura!... Con una chica como sa, eh?

D. DIEGO Pues ya ves t. Ella es una pobre... Eso s... Pero yo no he buscado dinero, que dineros tengo; he buscado modestia, recogimiento, virtud.

SIMN Eso es lo principal... Y, sobre todo, lo que usted tiene para quin ha de ser?

D. DIEGO Dices bien... Y sabes t lo que es una mujer aprovechada, hacendosa, que sepa cuidar de la casa, economizar, estar en todo?... Siempre lidiando con amas, que si una es mala, otra es peor, regalonas, entremetidas, habladoras, llenas de histrico, viejas, feas como demonios... No seor, vida nueva. Tendr quien me asista con amor y fidelidad, y viviremos como unos santos... Y deja que hablen y murmuren y...

SIMN Pero siendo a gusto de entrambos, qu pueden decir?

D. DIEGO No, yo ya s lo que dirn; pero... Dirn que la boda es desigual, que no hay proporcin en la edad, que...

SIMN Vamos, que no me parece tan notable la diferencia. Siete u ocho aos a lo ms...

D. DIEGO Qu, hombre! Qu hablas de siete u ocho aos? Si ella ha cumplido diecisis anos pocos meses ha.

SIMN Y bien, qu?

D. DIEGO Y yo, aunque gracias a Dios esto y robusto y... Con todo eso, mis cincuenta y nueve aos no hay quien me los quite.

SIMN Pero si yo no hablo de eso.

D. DIEGO Pues de qu hablas?

SIMN Deca que... Vamos, o usted no acaba de explicarse, o yo lo entiendo al revs... En suma, esta Doa Paquita, con quin se casa?

D. DIEGO Ahora estamos ah? Conmigo.

SIMN Con usted?

D. DIEGO Conmigo.

SIMN Medrados quedamos!

D. DIEGO Qu dices?... Vamos, qu?...

SIMN Y pensaba yo haber adivinado!

D. DIEGO Pues qu creas? Para quin juzgaste que la destinaba yo?

SIMN Para D. Carlos, su sobrino de usted, mozo de talento, instruido, excelente soldado, amabilsimo por todas sus circunstancias... Para ese juzgu que se guardaba la tal nia.

D. DIEGO Pues no, seor.

SIMN Pues bien est.

D. DIEGO Mire usted qu idea! Con el otro la haba de ir a casar!... No seor; que estudie sus matemticas.

SIMN Ya las estudia; o, por mejor decir, ya las ensea.

D. DIEGO Que se haga hombre de valor y...

SIMN Valor! Todava pide usted ms valor a un oficial que en la ltima guerra, con muy pocos que se atrevieron a seguirle, tom dos bateras, clav los caones, hizo algunos prisioneros, y volvi al campo lleno de heridas y cubierto de sangre?... Pues bien satisfecho qued usted entonces del valor de su sobrino; y yo le vi a usted ms de cuatro veces llorar de alegra cuando el rey le premi con el grado de teniente coronel y una cruz de Alcntara.

D. DIEGO S seor; todo es verdad; pero no viene a cuento. Yo soy el que me caso.

SIMN Si est usted bien seguro de que ella le quiere, si no le asusta la diferencia de la edad, si su eleccin es libre...

D. DIEGO Pues no ha de serlo?... Y qu sacaran con engaarme? Ya ves t la religiosa de Guadalajara si es mujer de juicio; sta de Alcal, aunque no la conozco, s que es una seora de excelentes prendas; mira t si Doa Irene querr el bien de su hija; pues todas ellas me han dado cuantas seguridades puedo apetecer... La criada, que la ha servido en Madrid y ms de cuatro aos en el convento, se hace lenguas de ella; y sobre todo me ha informado de que jams observ en esta criatura la ms remota inclinacin a ninguno de los pocos hombres que ha podido ver en aquel encierro. Bordar, coser, leer libros devotos, or misa y correr por la huerta detrs de las mariposas, y echar agua en los agujeros de las hormigas, stas han sido su ocupacin y sus diversiones... Qu dices?

SIMN Yo nada, seor.

D. DIEGO Y no pienses t que, a pesar de tantas seguridades, no aprovecho las ocasiones que se presentan para ir ganando su amistad y su confianza, y lograr que se explique conmigo en absoluta libertad... Bien que an hay tiempo... Slo que aquella Doa Irene siempre la interrumpe; todo se lo habla... Y es muy buena mujer, buena...

SIMN En fin, seor, yo desear que salga como usted apetece.

D. DIEGO S; yo espero en Dios que no ha de salir mal. Aunque el novio no es muy de tu gusto... Y qu fuera de tiempo me recomendabas al tal sobrinito! Sabes t lo enfadado que estoy con l?

SIMN Pues qu ha hecho?

D. DIEGO Una de las suyas... Y hasta pocos das ha no lo he sabido. El ao pasado, ya lo viste. estuvo dos meses en Madrid... Y me cost buen dinero la tal visita... En fin, es mi sobrino, bien dado est; pero voy al asunto. Lleg el caso de irse a Zaragoza su regimiento... Ya te acuerdas de que a muy pocos das de haber salido de Madrid recib la noticia de su llegada.

SIMN S, seor.

D. DIEGO Y que sigui escribindome, aunque algo perezoso, siempre con la data de Zaragoza.

SIMN As es la verdad.

D. DIEGO Pues el pcaro no estaba all cuando me escriba las tales cartas.

SIMN Qu dice usted?

D. DIEGO S seor. El da tres de julio sali de mi casa, y a fines de septiembre an no haba llegado a sus pabellones... No te parece que para ir por la posta hizo muy buena diligencia?

SIMN Tal vez se pondra malo en el camino, y por no darle a usted pesadumbre...

D. DIEGO Nada de eso. Amores del seor oficial y devaneos que le traen loco... Por ah en esas ciudades puede que... Quin sabe? Si encuentra un par de ojos negros, ya es hombre perdido... No permita Dios que me le engae alguna bribona de estas que truecan el honor por el matrimonio!

SIMN Oh!, no hay que temer... Y si tropieza con alguna fullera de amor, buenas cartas ha de tener para que le engae.

D. DIEGO Me parece que estn ah... S. Busca al mayoral, y dile que venga, para quedar de acuerdo en la hora a que deberemos salir maana.

SIMN Bien est.

D. DIEGO Ya te he dicho que no quiero que esto se trasluzca, ni... Estamos?

SIMN No haya miedo que a nadie lo cuente.

(Simn se va por la puerta del foro. Salen por la misma las tres mujeres con mantillas y basquias. Rita deja un pauelo atado sobre la mesa, y recoge las mantillas y las dobla.)

ESCENA II DOA IRENE, DOA FRANCISCA, RITA, D. DIEGO

DOA FRANCISCA Ya estamos ac.

DOA IRENE Ay! qu escalera!

D. DIEGO Muy bien venidas, seoras.

DOA IRENE Conque usted, a lo que parece, no ha salido? (Se sientan D. Irene y D. Diego.)

D. DIEGO No, seora. Luego, ms tarde, dar una vueltecita por ah... He ledo un rato. Trat de dormir, pero en esta posada no se duerme.

DOA FRANCISCA Es verdad que no... Y qu mosquitos! Mala peste en ellos. Anoche no me dejaron parar... Pero mire usted, mire usted (Desata el pauelo y manifiesta algunas cosas de las que indica el dilogo) cuntas cosillas traigo. Rosarios de ncar, cruces de ciprs, la regla de S. Benito, una pililla de cristal... Mire usted qu bonita. Y dos corazones de talco...Qu s yo cunto viene aqu!... Ay!, y una campanilla de barro bendito para los truenos... Tantas cosas!

DOA IRENE Chucheras que la han dado las madres. Locas estaban con ella.

DOA FRANCISCA Cmo me quieren todas! Y mi ta, mi pobre ta lloraba tanto!... Es ya muy viejecita.

DOA IRENE Ha sentido mucho no conocer a usted.

DOA FRANCISCA S, es verdad. Deca: por qu no ha venido aquel seor?

DOA IRENE El padre capelln y el rector de los Verdes nos han venido acompaando hasta la puerta.

DOA FRANCISCA Toma (vuelve a atar el pauelo y se le da a Rita, la cual se va con l y con las mantillas al cuarto de D. Irene), gurdamelo todo all, en la excusabaraja. Mira, llvalo as de las puntas... Vlgate Dios! Eh! Ya se ha roto la santa Gertrudis de alcorza!

RITA No importa; yo me la comer.

ESCENA III DOA IRENE, DOA FRANCISCA, D. DIEGO

DOA FRANCISCA Nos vamos adentro, mam, o nos quedamos aqu?

DOA IRENE Ahora, nia, que quiero descansar un rato.

D. DIEGO Hoy se ha dejado sentir el calor en forma.

DOA IRENE Y qu fresco tienen aquel locutorio! Est hecho un cielo... (Sintase D Francisca junto a su madre.) Mi hermana es la que sigue siempre bastante delicada. Ha padecido mucho este invierno... Pero, vaya, no saba qu hacerse con su sobrina la buena seora. Est muy contenta de nuestra eleccin.

D. DIEGO Yo celebro que sea tan a gusto de aquellas personas a quienes debe usted particulares obligaciones.

DOA IRENE S, Trinidad est muy contenta; y en cuanto a Circuncisin ya lo ha visto usted. La ha costado mucho despegarse de ella; pero ha conocido que siendo para su bienestar, es necesario pasar por todo... Ya se acuerda usted de lo expresivo que estuvo, y

D. DIEGO Es verdad. Slo falta que la parte interesada tenga la misma satisfaccin que manifiestan cuantos la quieren bien.

DOA IRENE Es hija obediente, y no se apartar jams de lo que determine su madre.

D. DIEGO Todo eso es cierto; pero...

DOA IRENE Es de buena sangre, y ha de pensar bien, y ha de proceder con el honor que la corresponde.

D. DIEGO S, ya estoy; pero no pudiera, sin faltar a su honor ni a su sangre...?

DOA FRANCISCA Me, voy, mam? (Se levanta y vuelve a sentarse.)

DOA IRENE No pudiera, no seor. Una nia bien educada, hija de buenos padres, no puede menos de conducirse en todas ocasiones como es conveniente y debido. Un vivo retrato es la chica, ah donde usted la ve, de su abuela que Dios perdone, Doa Jernima de Peralta... En casa tengo el cuadro, ya le habr usted visto. Y le hicieron, segn me contaba su merced para envirsele a su to carnal el padre fray Serapin de S. Juan Crisstomo, electo obispo de Mechoacn.

D. DIEGO Ya.

DOA IRENE Y muri en el mar el buen religioso, que fue un quebranto para toda la familia... Hoy es, y todava estamos sintiendo su muerte; particularmente mi primo D. Cucufate, regidor perpetuo de Zamora no puede or hablar de su Ilustrsima sin deshacerse en lgrimas.

DOA FRANCISCA Vlgate Dios, qu moscas tan...

DOA IRENE Pues muri en olor de santidad.

D. DIEGO Eso bueno es.

DOA IRENE S seor; pero como la familia ha venido tan a menos... Qu quiere usted? Donde no hay facultades... Bien que por lo que puede tronar, ya se le est escribiendo la vida; y quin sabe que el da de maana no se imprima, con el favor de Dios?

D. DIEGO S, pues ya se ve. Todo se imprime.

DOA IRENE Lo cierto es que el autor, que es sobrino de mi hermano poltico el cannigo de Castrojriz, no la deja de la mano; y a la hora de sta lleva ya escritos nueve tomos en folio, que comprenden los nueve aos primeros de la vida del santo obispo.

D. DIEGO Conque para cada ao un tomo?

DOA IRENE S, seor; ese plan se ha propuesto.

D. DIEGO Y de qu edad muri el venerable?

DOA IRENE De ochenta y dos aos, tres meses y catorce das.

DOA FRANCISCA Me voy, mam?

DOA IRENE Anda, vete. Vlgate Dios, qu prisa tienes!

DOA FRANCISCA Quiere usted (se levanta, y despus de hacer una graciosa cortesa a D. Diego, da un beso a D Irene, y se va al cuarto de sta) que le haga una cortesa a la francesa, seor D. Diego?

D. DIEGO S, hija ma. A ver.

DOA FRANCISCA Mire usted, as.

D. DIEGO Graciosa nia! Viva la Paquita, viva!

DOA FRANCISCA Para usted una cortesa, y para mi mam un beso.

ESCENA IV DOA IRENE, D. DIEGO

DOA IRENE Es muy gitana y muy mona, mucho.

D. DIEGO Tiene un donaire natural que arrebata.

DOA IRENE Qu quiere usted? Criada sin artificio ni embelecos de mundo, contenta de verse otra vez al lado de su madre, y mucho ms de considerar tan inmediata su colocacin, no es maravilla que cuanto hace y dice sea una gracia, y mxime a los ojos de usted, que tanto se ha empeado en favorecerla.

D. DIEGO Quisiera slo que se explicase libremente acerca de nuestra proyectada unin, y...

DONA IRENE Oira usted lo mismo que le he dicho ya.

D. DIEGO S, no lo dudo; pero el saber que la merezco alguna inclinacin, oyndoselo decir con aquella boquilla tan graciosa que tiene, sera para m una satisfaccin imponderable.

DOA IRENE No tenga usted sobre ese particular la ms leve desconfianza; pero hgase usted cargo de que a una nia no la es lcito decir con ingenuidad lo que siente. Mal parecera, seor D. Diego, que una doncella de vergenza y criada como Dios manda, se atreviese a decirle a un hombre: yo le quiero a usted.

D. DIEGO Bien; si fuese un hombre a quien hallara por casualidad en la calle y le espetara ese favor de buenas a primeras, cierto que la doncella hara muy mal; pero a un hombre con quien ha de casarse dentro de pocos das, ya pudiera decirle alguna cosa que... Adems, que hay ciertos modos de explicarse...

DOA IRENE Conmigo usa de ms franqueza. A cada instante hablamos de usted, y en todo manifiesta el particular cario que a usted le tiene... Con qu juicio hablaba ayer noche, despus que usted se fue a recoger! No s lo que hubiera dado porque hubiese podido orla.

D. DIEGO Y qu? Hablaba de m?

DOA IRENE Y qu bien piensa acerca de lo preferible que es para una criatura de sus aos un marido de cierta edad, experimentado, maduro y de conducta...

D. DIEGO Calle! Eso deca?

DOA IRENE No; esto se lo deca yo, y me escuchaba con una atencin como si fuera una mujer de cuarenta aos, lo mismo...Buenas cosas la dije! Y ella, que tiene mucha penetracin, aunque me est mal el decirlo... Pues no da lstima, seor, el ver cmo se hacen los matrimonios hoy en el da? Casan a una muchacha de quince aos con un arrapiezo de dieciocho, a una de diecisiete con otro de veintids: ella nia, sin juicio ni experiencia, y l nio tambin, sin asomo de cordura ni conocimiento de lo que es mundo. Pues, seor (que es lo que yo digo), quin ha de gobernar la casa? Quin ha de mandar a los criados? Quin ha de ensear y corregir a los hijos? Porque sucede tambin que estos atolondrados de chicos suelen plagarse de criaturas en un instante, que da compasin.

D. DIEGO Cierto que es un dolor el ver rodeados de hijos a muchos que carecen del talento, de la experiencia y de la virtud que son necesarias para dirigir su educacin.

DOA IRENE Lo que s decirle a usted es que an no haba cumplido los diecinueve cuando me cas de primeras nupcias con mi difunto D. Epifanio, que est en el cielo. Y era un hombre que, mejorando lo presente, no es posible hallarle de ms respeto, ms caballeroso... Y al mismo tiempo ms divertido y decidor. Pues, para servir a usted, ya tena los cincuenta y seis, muy largos de talle, cuando se cas conmigo.

D. DIEGO Buena edad... No era un nio; pero...

DOA IRENE Pues a eso voy... Ni a m poda convenirme en aquel entonces un boquirrubio con los cascos a la jineta... No seor... Y no es decir tampoco que estuviese achacoso ni quebrantado de salud, nada de eso. Sanito estaba, gracias a Dios, como una manzana; ni en su vida conoci otro mal, sino una especie de alfereca que le amagaba de cuando en cuando. Pero luego que nos casamos, dio en darle tan a menudo y tan de recio, que a los siete meses me hall viuda y encinta de una criatura que naci despus, y al cabo y al fin se me muri de alfombrilla.

D. DIEGO Oiga!... Mire usted si dej sucesin el bueno de Don Epifanio.

DOA IRENE S seor; pues por qu no?

D. DIEGO Lo digo porque luego saltan con... Bien que si uno hubiera de hacer caso... Y fue nio, o nia?

DOA IRENE Un nio muy hermoso. Como una plata era el angelito.

D. DIEGO Cierto que es consuelo tener, as, una criatura y...

DOA IRENE Ay, seor! Dan malos ratos, pero qu importa? Es mucho gusto, mucho.

D. DIEGO Yo lo creo.

DOA IRENE S seor.

D. DIEGO Ya se ve que ser una delicia y...

DOA IRENE Pues no ha de ser?

D. DIEGO ... un embeleso el verlos juguetear y rer, y acariciarlos, y merecer sus fiestecillas inocentes.

DOA IRENE Hijos de mi vida! Veintids he tenido en los tres matrimonios que llevo hasta ahora, de los cuales slo esta nia me ha venido a quedar; pero le aseguro a usted que

ESCENA V SIMN, DOA IRENE, D. DIEGO

SIMN (Sal por la puerta del foro.) Se flor, el mayoral est esperando.

D. DIEGO Dile que voy all... Ah! Treme primero el sombrero y el bastn, que quisiera dar una vuelta por el campo. (Entra Simn al cuarto de D. Diego, saca un sombrero y un bastn, se los da a su amo, y al fin de la escena se va con l por la puerta del foro.) Con que supongo que maana tempranito saldremos?

DOA IRENE No hay dificultad. A la hora que a usted le parezca.

D. DIEGO A eso de las seis. Eh?

DOA IRENE Muy bien.

D. DIEGO El sol nos da de espaldas... Le dir que venga una media hora antes.

DOA IRENE S, que hay mil chismes que acomodar.

ESCENA VI DOA IRENE, RITA

DOA IRENE Vlgame Dios! Ahora que me acuerdo...Rita!... Me le habrn dejado morir. Rita!

RITA Seora. (Saca debajo del brazo almohadas y sbanas.)

DOA IRENE Qu has hecho del tordo? Le diste de comer?

RITA S, seora. Ms ha comido que un avestruz. Ah le puse en la ventana del pasillo,

DOA IRENE Hiciste las camas?

RITA La de usted ya est. Voy a hacer esotras antes que anochezca, porque si no, como no hay ms alumbrado que el del candil y no tiene garabato, me veo perdida.

DOA IRENE Y aquella chica, qu hace?

RITA Est desmenuzando un bizcocho para dar de cenar a D. Periquito.

DOA IRENE Qu pereza tengo de escribir! (Se levanta y se entra en su cuarto.) Pero es preciso, que estar con mucho cuidado la pobre Circuncisin.

RITA Qu chapuceras! No ha dos horas, como quien dice, que salimos de all, y ya empiezan a ir y venir correos. Qu poco me gustan a m las mujeres gazmoas y zalameras! (ntrase en el cuarto de D Francisca.)

ESCENA VII

CALAMOCHA (Sale por la puerta del foro con unas maletas, botas y ltigos. Lo deja todo sobre la mesa y se sienta.) Conque ha de ser el nmero tres? Vaya en gracia... Ya, ya conozco el tal nmero tres. Coleccin de bichos ms abundante no la tiene el Gabinete de Historia Natural... Miedo me da de entrar... Ay!, ay!... Y qu agujetas! Estas s que son agujetas... Paciencia, pobre Calamocha; paciencia... Y gracias a que los caballitos dijeron: no podemos ms; que si no, por esta vez no vea yo el nmero tres, ni las plagas de Faran que tiene dentro... En fin, como los animales amanezcan vivos, no ser poco... Reventados estn... (Canta Rita desde adentro. Calamocha se levanta desperezndose.) Oiga!... Seguidillitas?... Y no canta mal... Vaya, aventura tenemos... Ay, qu desvencijado estoy!

ESCENA VIII RITA, CALAMOCHA

RITA Mejor es cerrar, no sea que nos alivien de ropa, y... (Forcejeando para echar la llave.) Pues cierto que est bien acondicionada la llave.

CALAMOCHA Gusta usted de que eche una mano, mi vida?

RITA Gracias, mi alma.

CALAMOCHA Calle!...Rita!

RITA Calamocha!

CALAMOCHA Qu hallazgo es ste?

RITA Y tu amo?

CALAMOCHA Los dos acabamos de llegar.

RITA De veras?

CALAMOCHA No, que es chanza. Apenas recibi la carta de Doa Paquita, yo no s adnde fue, ni con quin habl, ni cmo lo dispuso; slo s decirte que aquella tarde salimos de Zaragoza. Hemos venido como dos centellas por ese camino. Llegamos esta maana a Guadalajara, y a las primeras diligencias nos hallamos con que los pjaros volaron ya. A caballo otra vez, y vuelta a correr y a sudar y a dar chasquidos... En suma, molidos los rocines, y nosotros a medio moler, hemos parado aqu con nimo de salir maana... Mi teniente se ha ido al Colegio Mayor a ver a un amigo, mientras se dispone algo que cenar... Esta es la historia.

RITA Conque le tenemos aqu?

CALAMOCHA Y enamorado ms que nunca, celoso, amenazando vidas... Aventurado a quitar el hipo a cuantos le disputen la posesin de su Currita idolatrada.

RITA Qu dices?

CALAMOCHA Ni ms ni menos.

RITA Qu gusto que das!... Ahora s se conoce que la tiene amor.

CALAMOCHA Amor?...Friolera!... El moro Gazul fue para con l un pelele, Medoro un zascandil y Gaiferos un chiquillo de la doctrina.

RITA Ay!, cuando la seorita lo sepa!

CALAMOCHA Pero acabemos. Cmo te hallo aqu? Con quin ests? Cundo llegaste? Que...

RITA Yo te lo dir. La madre de Doa Paquita dio en escribir cartas y ms cartas, diciendo que tena concertado su casamiento en Madrid con un caballero rico, honrado, bien quisto, en suma cabal y perfecto, que no haba ms que apetecer. Acosada la seorita con tales propuestas, y angustiada incesantemente con los sermones de aquella bendita monja, se vio en la necesidad de responder que estaba pronta a todo lo que la mandasen... Pero no te puedo ponderar cunto llor la pobrecita, qu afligida estuvo. Ni quera comer, ni poda dormir... Y al mismo tiempo era preciso disimular, para que su ta no sospechara la verdad del caso. Ello es que cuando, pasado el primer susto, hubo lugar de discurrir escapatorias y arbitrios, no hallamos otro que el de avisar a tu amo, esperando que si era su cario tan verdadero y de buena ley como nos haba ponderado, no consentira que su pobre Paquita pasara a manos de un desconocido, y se perdiesen para siempre tantas caricias, tantas lgrimas y tantos suspiros estrellados en las tapias del corral. A pocos das de haberle escrito, cata el coche de colleras y el mayoral Gasparet con sus medias azules, y la madre y el novio que vienen por ella; recogimos a toda prisa nuestros meriaques, se atan los cofres, nos despedimos de aquellas buenas mujeres, y en dos latigazos llegamos antes de ayer a Alcal. La detencin ha sido para que la seorita visite a otra ta monja que tiene aqu, tan arrugada y tan sorda como la que dejamos all. Ya la ha visto, ya la han besado bastante una por una todas las religiosas, , y creo que maana temprano saldremos. Por esta casualidad nos...

CALAMOCHA S. No digas ms... Pero... Conque el novio est en la posada?

RITA se es su cuarto (sealando el cuarto de, D. Diego, el de D Irene y el de D Francisca.) ste el de la madre y aqul el nuestro.

CALAMOCHA Cmo nuestro? Tuyo y Mo?

RITA No, por cierto. Aqu dormiremos esta noche la seorita y yo; porque ayer, metidas las tres en ese de enfrente, ni cabamos de pie, ni pudimos dormir un instante, ni respirar siquiera.

CALAMOCHA Bien. Adis. (Recoge los trastos que puso sobre la mesa en ademn de irse.)

RITA Y adnde?

CALAMOCHA Yo me entiendo... Pero, el novio, trae consigo criados, amigos o deudos que le quiten la primera zambullida que le amenaza?

RITA Un criado viene con l.

CALAMOCHA Poca cosa!... Mira, dile en caridad que se disponga, porque est de peligro. Adis.

RITA Y volvers presto?

CALAMOCHA Se supone. Estas cosas piden diligencia, y aunque apenas puedo moverme, es necesario que mi teniente deje la visita y venga a cuidar de su hacienda, disponer el entierro de ese hombre, y... Conque se es nuestro cuarto, eh?

RITA S. De la seorita y mo.

CALAMOCHA Bribona!

RITA Botarate. Adis.

CALAMOCHA Adis, aborrecida. (ntrase con los trastos en el cuarto de D. Carlos)

ESCENA IX DOA FRANCISCA, RITA

RITA Qu malo es!... Pero... Vlgame Dios! D. Flix aqu!... S, la quiere, bien se conoce... (Sale Calamocha del cuarto de D. Carlos, y se va por la puerta del foro.) Oh! por ms que digan, los hay muy finos; y entonces, qu ha de hacer una?... Quererlos; no tiene remedio, quererlos... Pero qu dir la seorita cuando le vea, que est ciega por l? Pobrecita! Pues no sera una lstima que...? Ella es. (Sale D Francisca)

DOA FRANCISCA Ay, Rita!

RITA Qu es eso? Ha llorado usted?

DOA FRANCISCA Pues no he de llorar? Si vieras mi madre... Empeada est en que he de querer mucho a ese hombre... Si ella supiera lo que sabes t, no me mandara cosas imposibles... Y que es tan bueno, y que es rico, y que me ir tan bien con l... Se ha enfadado tanto, y me ha llamado picarona, inobediente... Pobre de m! Porque no miento ni s fingir, por eso me llaman picarona.

RITA Seorita, por Dios, no se aflija usted.

DOA FRANCISCA Ya, como t no lo has odo... Y dice que D. Diego se queja de que yo no le digo nada... Harto le digo, y bien he procurado hasta ahora mostrarme contenta delante de l, que no lo estoy por cierto, y rerme y hablar nieras... Y todo por dar gusto a mi madre, que si no... Pero bien sabe la Virgen que no me sale del corazn. (Se va obscureciendo lentamente el teatro)

RITA Vaya, vamos, que no hay motivo todava para tanta angustia... Quin sabe?... No se acuerda usted ya de aquel da de asueto que tuvimos el ao pasado en la casa de campo del intendente?

DOA FRANCISCA Ay! Cmo puedo olvidarlo?... Pero qu me vas a contar?

RITA Quiero decir que aquel caballero que vimos all con aquella cruz verde, tan galn, tan fino...

DOA FRANCISCA Qu rodeos!... Don Flix. Y qu?

RITA Que nos fue acompaando hasta la ciudad...

DOA FRANCISCA Y bien... Y luego volvi, y le vi, por mi desgracia, muchas veces... Mal aconsejada de ti.

RITA Por qu, seora?... A quin dimos escndalo? Hasta ahora nadie lo ha sospechado en el convento. l no entr jams por las puertas, y cuando de noche hablaba con usted, mediaba entre los dos una distancia tan grande, que usted la maldijo no pocas veces... Pero esto no es el caso. Lo que voy a decir es que un amante como aqul no es posible que se olvide tan presto de su querida Paquita... Mire usted que todo cuanto hemos ledo a hurtadillas en las novelas, no equivale a lo que hemos visto en l... Se acuerda usted de aquellas tres palmadas que se oan entre once y doce de la noche, de aquella sonora punteada con tanta delicadeza y expresin?

DOA FRANCISCA Ay, Rita! S, de todo me acuerdo, y mientras viva conservar la memoria... Pero est ausente... y entretenido acaso con nuevos amores.

RITA Eso no lo puedo yo creer.

DOA FRANCISCA Es hombre, al fin, y todos ellos...

RITA Qu bobera! Desengese usted, seorita. Con los hombres y las mujeres sucede lo mismo que con los melones de Aover. Hay de todo; la dificultad est en saber escogerlos. El que se lleve chasco en la eleccin, qujese de su mala suerte, pero no desacredite la mercanca... Hay hombres muy embusteros, muy picarones; pero no es creble que lo sea el que ha dado pruebas tan repetidas de perseverancia y amor. Tres meses dur el terrero y la conversacin a obscuras, y en todo aquel tiempo, bien sabe usted que no vimos en l una accin descompuesta, ni omos de su boca una palabra indecente ni atrevida.

DOA FRANCISCA Es verdad. Por eso le quise tanto, por eso le tengo tan fijo aqu..., aqu... (Sealando el pecho.) Qu habr dicho al ver la carta?...Oh! Yo bien s lo que habr dicho... : Vlgate Dios! Es lstima! Cierto. Pobre Paquita!... Y se acab... No habr dicho ms... Nada ms.

RITA No, seora; no ha dicho eso.

DOA FRANCISCA Qu sabes t?

RITA Bien lo s. Apenas haya ledo la carta se habr puesto en camino, y vendr volando a consolar a su amiga... Pero... (Acercndose a la puerta del cuarto de D. Irene.)

DOA FRANCISCA Adnde vas?

RITA Quiero ver si...

DOA FRANCISCA Est escribiendo.

RITA Pues ya presto habr de dejarlo, que empieza a anochecer... Seorita, lo que la he dicho a usted es la verdad pura. Don Flix est ya en Alcal.

DOA FRANCISCA Qu dices? No me engaes.

RITA Aqul es su cuarto... Calamocha acaba de hablar conmigo.

DOA FRANCISCA De veras?

RITA S, seora... Y le ha ido a buscar para...

DOA FRANCISCA Conque me quiere?...Ay, Rita! Mira t si hicimos bien de avisarle... Pero ves qu fineza?... Si vendr bueno? Correr tantas leguas slo por verme.... porque yo se lo mando!... Qu agradecida le debo estar!...Oh!, yo le prometo que no se quejar de m. Para siempre agradecimiento y amor.

RITA Voy a traer luces. Procurar detenerme por all abajo hasta que vuelvan... Ver lo que dice y qu piensa hacer, porque hallndonos todos aqu, pudiera haber una de Satans ene la madre, la hija, el novio y el amante; y si no ensayamos bien esta contradanza, nos hemos de perder en ella.

DOA FRANCISCA Dices bien... Pero no; tiene resolucin y talento, y sabr determinar lo ms conveniente... Y cmo has de avisarme?... Mira que as que llegue le quiero ver.

RITA No hay que dar. cuidado. Yo le traer por ac, y en dndome aquella tosecilla seca... Me entiende usted?

DOA FRANCISCA S, bien.

RITA Pues entonces no hay ms que salir con cualquiera excusa. Yo me quedar con la seora mayor; la hablar de todos sus maridos y de sus concuados, y de] obispo que muri en el mar... Adems, que si est all D. Diego...

DOA FRANCISCA Bien, anda; y as que llegue...

RITA Al instante.

DOA FRANCISCA Que no se te olvide toser.

RITA No haya miedo.

DOA FRANCISCA Si vieras qu consolada estoy!

RITA Sin que usted lo jure lo creo.

DOA FRANCISCA Te acuerdas, cuando me deca que era imposible apartarme de su memoria, que no habra peligros que le detuvieran, ni dificultades que no atropellara por m?

RITA S, bien me acuerdo.

DOA FRANCISCA Ah!... Pues mira cmo me dijo la verdad. (Doa Francisca se va al cuarto de doa Irene; Rita, por la puerta del foro)

Acto II

"El S de las Nias" (1806)

de Leandro Fernndez de Moratn (1760-1828)

ACTO II

ESCENA PRIMERA

DOA FRANCISCA Nadie parece an... (Teatro obscuro. D. Francisca se acerca a la puerta del foro y vuelve.) Qu impaciencia tengo!... Y dice mi madre que soy una simple, que slo pienso en jugar y rer, y que no s lo que es amor... S, diecisiete aos y no cumplidos; pero ya s lo que es querer bien, y la inquietud y las lgrimas que cuesta.

ESCENA II DOA IRENE, DOA FRANCISCA

DOA IRENE Sola y a obscuras me habis dejado all.

DOA FRANCISCA Como estaba usted acabando su carta, mam, por no estorbarla me he venido aqu, que est mucho ms fresco.

DOA IRENE Pero aquella muchacha, qu hace que no trae una luz? Para cualquiera cosa se est un ao... Y yo que tenlo un genio como una plvora. (Sintase.) Sea todo por Dios... Y D. Diego? No ha venido?

DOA FRANCISCA Me parece que no.

DOA IRENE Pues cuenta, nia, con lo que te he dicho ya. Y mira que no gusto de repetir una cosa dos veces. Este caballero est sentido, y con muchsima razn.

DOA FRANCISCA Bien; s, seora; ya lo s. No me ria usted ms.

DOA IRENE No es esto reirte, hija ma; esto es aconsejarte. Porque como t no tienes conocimiento para considerar el bien que se nos ha entrado por las puertas... Y lo atrasada que me coge, que yo no s lo que hubiera sido de tu pobre madre... Siempre cayendo y levantando... Mdicos, botica... Que se dejaba pedir aquel caribe de D. Bruno (Dios le haya coronado de gloria) los veinte y los treinta reales por cada papelillo de pldoras de coloquntida y asaftida... Mira que un casamiento como el que vas a hacer, muy pocas le consiguen. Bien que a las oracin de tus tas, que son unas bienaventuradas, debernos agradecer esta fortuna, y no a tus mritos ni a mi diligencia... Qu dices?

DOA FRANCISCA Yo, nada, mam.

DOA IRENE Pues nunca dices nada, Vlgame Dios, seor!... En hablndote de esto no te ocurre nada que decir.

ESCENA III RITA, DOA IRENE, DOA FRANCISCA

(Sale RITA por la puerta del foro con luces y las pone encima de la mesa)

DOA IRENE Vaya, mujer, yo pens que en toda la noche no venas.

RITA Seora, he tardado porque han tenido que ir a comprar las velas. Como el tufo del veln la hace a usted tanto dao.

DOA IRENE Seguro que me hace muchsimo mal, con esta jaqueca que padezco... Los parches de alcanfor al cabo tuve que quitrmelos; si no me sirvieron de nada. Con las obleas, me parece que me va mejor... Mira, deja una luz ah, y llvate la otra a mi cuarto, y corre la cortina, no se me llene todo de mosquitos.

RITA Muy bien. (Toma una luz y hace que se va.)

DOA FRANCISCA (Aparte, a Rita) No ha venido?

RITA Vendr

DOA IRENE Oyes, aquella carta que est sobre la mesa, dsela al mozo de la posada para que la lleve al instante al correo... (Vase Rita al cuarto de D Irene.) Y t, nia, qu has de cenar? Porque ser menester recogernos presto para salir maana de madrugada.

DOA FRANCISCA Como las monjas me hicieron merendar...

DOA IRENE Con todo eso... Siquiera unas sopas del puchero para el abrigo del estmago... (Sale Rita con una carta en la mano, y hasta el fin de la escena hace que se va y vuelve, segn lo indica el dilogo.) Mira, has de calentar el caldo que apartamos al medio da, y haznos un par de tazas de sopas, y tretelas luego que estn.

RITA Y nada ms?

DOA IRENE No, nada ms... Ah!, y hzmelas bien caldositas.

RITA S, ya lo s.

DOA IRENE RITA.

RITA (Aparte) Otra. Qu manda usted?

DOA IRENE Encarga mucho al mozo que lleve la carta al instante... Pero no seor; mejor es... No quiero que la lleve l, que son unos borrachones, que no se les puede... Has de decir a Simn que digo yo que me haga el gusto de echarla en el correo. Lo entiendes?

RITA S, seora.

DOA IRENE Ah, mira.

RITA (Aparte) Otra.

DOA IRENE Bien que ahora no corre prisa... Es menester que luego me saques de ah al tordo y colgarle por aqu, de modo que no se caiga y se me lastime... (Vase Rita por la puerta del foro.) Qu noche tan mala me dio!...Pues no se estuvo el animal toda la noche de Dios rezando el Gloria Patri y la oracin del Santo Sudario!... Ello, por otra parte, edificaba, cierto. Pero cuando se trata de dormir...

ESCENA IV DOA IRENE, DOA FRANCISCA

DOA IRENE Pues mucho ser que D. DIEGO no haya tenido algn encuentro por ah, y eso le detenga. Cierto que es un seor muy mirado, muy puntual... Tan buen cristiano! Tan atento! Tan bien hablado! Y con qu garbo y generosidad se porta!... Ya se ve, un sujeto de bienes y de posibles...Y qu casa tiene! Como un ascua de oro la tiene... Es mucho aquello. Qu ropa blanca! Qu batera de cocina! Y qu despensa llena de cuanto Dios cri!... Pero t no parece que atiendes a lo que estoy diciendo.

DOA FRANCISCA S, seora, bien lo oigo; pero no la quera interrumpir a usted.

DOA IRENE All estars, hija ma, como el pez en el agua; pajaritas del aire que apetecieras las tendras, porque como l te quiere tanto, y es un caballero tan de bien y tan temeroso de Dios... Pero mira, Francisquita, que me cansa de veras el que siempre que te hablo de esto hayas dado en la flor de no responderme palabra... Pues no es cosa particular, seor!

DOA FRANCISCA Mam, no se enfade usted.

DOA IRENE No es buen empeo de... Y te parece a ti que no s yo muy bien de dnde viene todo eso?... No ves que conozco las locuras que se te han metido en esa cabeza de chorlito?... Perdneme Dios!

DOA FRANCISCA Pero... Pues qu sabe usted?

DOA IRENE Me quieres engaar a m, eh? Ay, hija! He vivido mucho, y tengo yo mucha trastienda y mucha penetracin para que t me engaes.

DOA FRANCISCA (Aparte) Perdida soy!

DOA IRENE Sin contar con su madre... Como si tal madre no tuviera... Yo te aseguro que aunque no hubiera sido con esta ocasin, de todos modos era ya necesario sacarte del convento. Aunque hubiera tenido que ir a pie y sola por ese camino, te hubiera sacado de all...Mire ,usted qu juicio de nia ste! Que porque ha vivido un poco de tiempo entre monjas,. ya se la puso en la cabeza el ser ella monja tambin... Ni qu entiende ella de eso, ni qu... En todos los estados se sirve a Dios, Frasquita; pero el complacer a su madre, asistirla, acompaarla y ser el consuelo de sus trabajos, sa es la primera obligacin de una hija obediente... Y spalo usted, si no lo sabe.

DOA FRANCISCA Es verdad, mam... Pero yo nunca he pensado abandonarla usted.

DOA IRENE S, que no s yo...

DOA FRANCISCA No, seora. Crame usted. La Paquita nunca se apartar de su madre,

ni la dar disgustos.

DOA IRENE Mira si es cierto lo que dices.

DOA FRANCISCA S, seora; que yo no s mentir.

DOA IRENE Pues, hija, ya sabes lo que te he dicho. Ya ves lo que pierdes, y la pesadumbre que me dars si no te portas en todo como corresponde... Cuidado con ello.

DOA FRANCISCA (Aparte) Pobre de m!

ESCENA V D. DIEGO, DOA IRENE, DOA FRANCISCA

(Sale D. DIEGO por la puerta del foro y deja sobre la mesa sombrero y bastn)

DOA IRENE Pues cmo tan tarde?

D. DIEGO Apenas sal tropec con el rector de Mlaga y el doctor Padilla, y hasta que me han hartado bien de chocolate y bollos no me han querido soltar... (Sintase junto a Doa Irene.) Y a todo esto, cmo va?

DOA IRENE Muy bien.

D. DIEGO Y Doa Paquita?

DOA IRENE Doa Paquita siempre acordndose de sus monjas. Ya la digo que es tiempo de mudar de bisiesto, y pensar slo en dar gusto a su madre y obedecerla.

D. DIEGO Qu diantre! Conque tanto se acuerda de... ?

DOA IRENE Qu se admira usted? Son nias... No saben lo que quieren, ni lo que aborrecen... En una edad, as, tan...

D. DIEGO No; poco a poco; eso no. Precisamente en esa edad son las pasiones algo ms enrgicas y decisivas que en la nuestra, y por cuanto la razn se halla todava imperfecta y dbil, los mpetus del corazn son mucho ms violentos... (Asiendo de una mano a Doa Francisca, la hace sentar inmediata a l.) Pero de veras, Doa Paquita, se volvera usted al convento de buena gana?... La verdad.

DOA IRENE Pero si ella no...

D. DIEGO Djela usted, seora; que ella responder.

DOA FRANCISCA Bien sabe usted lo que acabo de decirla... No permita Dios que yo la d que sentir.

D. DIEGO Pero eso lo dice usted tan afligida y...

DOA IRENE Si es natural, seor. No ve usted que... ?

D. DIEGO Calle usted, por Dios, Doa Irene, y no me diga usted a m lo que es natural. Lo que es natural es que la chica est llena de miedo, y no se atreva a decir una palabra que se oponga a lo que su madre quiere que diga... Pero si esto hubiese, por vida ma que estbamos lucidos.

DOA FRANCISCA No, seor; lo que dice su merced, eso digo yo; lo mismo. Porque en todo lo que me mande la obedecer.

D. DIEGO Mandar, hija ma!... En estas materias tan delicadas los padres que tienen juicio no mandan. Insinan, proponen, aconsejan; eso s, todo eso s; pero mandar!... Y quin ha de evitar despus las resultas funestas de lo que mandaron?... Pues cuntas veces vemos matrimonios infelices, uniones monstruosas, verificadas solamente porque un padre tonto se meti a mandar lo que no debiera?... Eh! No, seor; eso no va bien... Mire usted, Doa Paquita, yo no soy de aquellos hombres que se disimulan los defectos. Yo s que ni mi figura ni mi edad son para enamorar perdidamente a nadie; pero tampoco he credo imposible que una muchacha de juicio y bien criada llegase a quererme con aquel amor tranquilo y constante que tanto se parece a la amistad, y es el nico que puede hacer los matrimonios felices. Para conseguirlo no he ido a buscar ninguna hija de familia de estas que viven en una decente libertad... Decente, que yo no culpo lo que no se opone al ejercicio de la virtud. Pero cul sera entre todas ellas la que no estuviese ya prevenida en favor de otro amante ms apetecible que yo? Y en Madrid, figrese usted en un Madrid... Lleno de estas ideas me pareci que tal vez hallara en usted todo cuanto deseaba.

DOA IRENE Y puede usted creer, seor D. Diego, que...

D. DIEGO Voy a acabar, seora; djeme usted acabar. Yo me hago cargo, querida Paquita, de lo que habrn influido en una nia tan bien inclinada como usted las santas costumbres que ha visto practicar en aquel inocente asilo de la devocin y la virtud; pero si a pesar de todo esto la imaginacin acalorada, las circunstancias imprevistas, la hubiesen hecho elegir sujeto ms digno, sepa usted que yo no quiero nada con violencia. Yo soy ingenuo; mi corazn y mi lengua no se contradicen jams. Esto mismo la pido a usted, Paquita: sinceridad, el cario que a usted la tengo no la debe hacer infeliz... Su madre de usted no es capaz de querer una injusticia, y sabe muy bien que a nadie se le hace dichoso por fuerza. Si usted no halla en m prendas que la inclinen, si siente algn otro cuidadillo en su corazn, crame usted, la menor disimulacin en esto nos dara a todos muchsimo que sentir.

DOA IRENE Puedo hablar ya, seor?

D. DIEGO Ella, ella debe hablar, y sin apuntador y sin intrprete.

DOA IRENE Cuando, yo se lo mande.

D. DIEGO Pues ya puede usted mandrselo, porque a ella la toca responder... Con ella he de casarme, con usted no.

DOA IRENE Yo creo, seor D. Diego, que ni con ella ni conmigo. En qu concepto nos tiene usted?... Bien dice su padrino, y bien claro me lo escribi pocos das ha, cuando le di parte de este casamiento. Que aunque no la ha vuelto a ver desde que la tuvo en la pila, la quiere muchsimo; y a cuantos pasan por el Burgo de Osma les pregunta cmo est, y continuamente nos enva memorias con el ordinario.

D. DIEGO Y bien, seora, qu escribi el padrino?... , por mejor decir, qu tiene que ver nada de eso con lo que estamos hablando?

DOA IRENE S seor que tiene que ver; s seor. Y aunque yo lo diga, le aseguro a usted que ni un padre de Atocha hubiera puesto una carta mejor que la que l me envi sobre el matrimonio de la nia... Y no es ningn catedrtico, ni bachiller, ni nada de eso, sino un cualquiera, como quien dice, un hombre de capa y espada, con un empleillo infeliz en el ramo del viento, que apenas le da para comer... Pero es muy ladino, y sabe de todo, y tiene una labia y escribe que da gusto... Cuasi toda la carta vena en latn, no le parezca a usted, y muy buenos consejos que me daba en ella... Que no es posible sino que adivinase lo que nos est sucediendo.

D. DIEGO Pero, seora, si no sucede nada, ni hay cosa que a usted la deba disgustar.

DOA IRENE Pues no quiere usted que me disguste oyndole hablar de mi hija en trminos que... ? Ella otros amores ni otros cuidados!... Pues si tal hubiera...Vlgame Dios!, la mataba a golpes, mire usted... Respndele, una vez que quiere que hables, y que yo no chiste. Cuntale los novios que dejaste en Madrid cuando tenas doce aos, y los que has adquirido en el convento al lado de aquella santa mujer. Dselo para que se tranquilice, y...

D. DIEGO Yo, seora, estoy ms tranquilo que usted.

DOA IRENE Respndele.

DOA FRANCISCA Yo no s qu decir. Si ustedes se enfadan.

D. DIEGO No, hija ma; esto es dar alguna expresin a lo que se dice; pero enfadarnos no, por cierto. Doa Irene sabe lo que yo la estimo.

DOA IRENE S, seor, que lo s, y estoy sumamente agradecida a los favores que usted nos hace... Por eso mismo...

D. DIEGO No se hable de agradecimiento; cuanto yo puedo hacer, todo es poco... Quiero slo que Doa Paquita est contenta.

DOA IRENE Pues no ha de estarlo? Responde.

DOA FRANCISCA S, seor, que lo estoy.

D. DIEGO Y que la mudanza de estado que se la previene no la cueste el menor sentimiento.

DOA IRENE No, seor, todo al contrario... Boda ms a gusto de todos no se pudiera imaginar.

D. DIEGO En esa inteligencia puedo asegurarla que no tendr motivos de arrepentirse despus. En nuestra compaa vivir querida y adorada, y espero que a fuerza de beneficios he de merecer su estimacin y su amistad.

DOA FRANCISCA Gracias, seor don Diego... A una hurfana, pobre, desvalida como yo!...

D. DIEGO Pero de prendas tan estimables que la hacen a usted digna todava de mayor fortuna.

DOA IRENE Ven aqu, ven... Ven aqu, Paquita.

DOA FRANCISCA Mam! (Levntase, abraza a su madre y se acarician mutuamente.)

DOA IRENE Ves lo que te quiero?

DOA FRANCISCA S, seora.

DOA IRENE Y cunto procuro tu bien, que no tengo otro po sino el de verte colocada antes que yo falte?

DOA FRANCISCA Bien lo conozco.

DOA IRENE Hija de mi vida! Has de ser buena?

DOA FRANCISCA S, seora.

DOA IRENE Ay, que no sabes t lo que te quiere tu madre!

DOA FRANCISCA Pues qu? No la quiero yo a usted?

D. DIEGO Vamos, vamos de aqu. (Levntase D. Diego, y despus Doa Irene.) No venga alguno y nos halle a los tres llorando como tres chiquillos.

DOA IRENE S, dice usted bien.

(Vanse los dos al cuarto de Doa Irene. DOA FRANCISCA va detrs, y RITA, que sale por la puerta del foro, la hace detener.)

ESCENA VI RITA, DOA FRANCISCA

RITA Seorita... Eh! chit..., seorita...

DOA FRANCISCA Qu quieres?

RITA Ya ha venido.

DOA FRANCISCA Cmo?

RITA Ahora mismo acaba de llegar. Le he dado un abrazo con licencia de usted, y ya sube por la escalera.

DOA FRANCISCA Ay, Dios!... Y qu debo hacer?

RITA Donosa pregunta!... Vaya, lo que importa es no gastar el tiempo en melindres de amor... Al asunto... y juicio... Y mire usted que en el paraje en que estamos la conversacin no puede ser muy larga... ah est.

DOA FRANCISCA S... l es.

RITA Voy a cuidar de aquella gente... Valor, seorita, y resolucin. (Rita se entra en el cuarto de Doa Irene.)

DOA FRANCISCA No, no; que yo tambin... Pero no lo merece.

ESCENA VII D. CARLOS, DOA FRANCISCA

(Sale D. CARLOS por la puerta del foro)

D. CARLOS Paquita!... Vida ma! Ya estoy aqu... Cmo va, hermosa; cmo va?

DOA FRANCISCA Bien venido.

D. CARLOS Cmo tan triste?... No merece mi llegada ms alegra?

DOA FRANCISCA Es verdad; pero acaban de sucederme cosas que me tienen fuera de m... Sabe usted... S, bien lo sabe usted... Despus de escrita aquella carta, fueron por m... Maana a Madrid... Ah est mi madre.

D. CARLOS En dnde?

DOA FRANCISCA Ah, en ese cuarto. (Sealando al cuarto de D Irene.)

D. CARLOS Sola?

DOA FRANCISCA No, seor.

D. CARLOS Estar en compaa del prometido esposo. (Se acerca al cuarto de Doa Irene, se detiene y vuelve.) Mejor... Pero no hay nadie ms con ella?

DOA FRANCISCA Nadie ms, solos estn... Qu piensa usted hacer?

D. CARLOS Si me dejase llevar de mi pasin y de lo que esos ojos me inspiran, una temeridad... Pero tiempo hay... l tambin ser hombre de honor, y no es justo insultarle porque quiere bien a una mujer tan digna de ser querida... Yo no conozco a su madre de usted ni... Vamos, ahora nada se puede hacer... Su decoro de usted merece la primera atencin.

DOA FRANCISCA Es mucho el empeo que tiene en que me case con l.

D. CARLOS No importa.

DOA FRANCISCA Quiere que esta boda se celebre as que lleguemos a Madrid.

D. CARLOS Cul?... No. Eso no.

DOA FRANCISCA Los dos estn de acuerdo, y dicen...

D. CARLOS Bien. Dirn... Pero no puede ser.

DOA FRANCISCA Mi madre no me habla continuamente de otra materia. Me amenaza, me ha llenado de temor... El insta por su parte, me ofrece tantas cosas, me...

D. CARLOS Y usted, qu esperanza le da?... Ha prometido quererle mucho?

DOA FRANCISCA Ingrato!... Pues no sabe usted que... ? Ingrato!

D. CARLOS S; no lo ignoro, Paquita... Yo he sido el primer amor.

DOA FRANCISCA Y el ltimo.

D. CARLOS Y antes perder la vida que renunciar al lugar que tengo en ese corazn... Todo l es mo... Digo bien? (Asindola de las manos.)

DOA FRANCISCA Pues de quin ha de ser?

D. CARLOS Hermosa! Qu dulce esperanza me anima!... Una sola palabra de esa boca me asegura... Para todo me da valor... En fin, ya estoy aqu... Usted me llama para que la defienda, la libre, la cumpla una obligacin mil y mil veces prometida? Pues a eso mismo vengo yo... Si ustedes se van a Madrid maana, yo voy tambin. Su madre de usted sabr quin soy... All puedo contar con el favor de un anciano respetable y virtuoso, a quien ms que to debo llamar amigo y padre. No tiene otro deudo ms inmediato ni ms querido que yo; es hombre muy rico, y si los dones de la fortuna tuviesen para usted algn atractivo, esta circunstancia aadira felicidades a nuestra unin.

DOA FRANCISCA Y qu vale para m toda la riqueza del mundo?

D. CARLOS Ya lo s. La ambicin no puede agitar a un alma tan inocente.

DOA FRANCISCA Querer y ser querida... No apetezco ms ni conozco mayor fortuna.

D. CARLOS Ni hay otra... Pero usted debe serenarse, y esperar que la suerte mide nuestra afliccin presente en durables dichas.

DOA FRANCISCA Y qu se ha de hacer para que a mi pobre madre no le cueste una pesadumbre?... Me quiere tanto!... Si acabo de decirla que no la disgustar, ni me apartar de su lado jams; que siempre ser obediente y buena,. Y me abrazaba con tanta ternura! Qued tan consolada con lo poco que acert a decirla... Yo no s, no s qu camino ha de hallar usted para salir de estos ahogos.

D. CARLOS Yo le buscar... No tiene usted confianza en m?

DOA FRANCISCA Pues no he de tenerla? Piensa usted que estuviera yo viva si esa esperanza no me animase? Sola y desconocida de todo el mundo, qu haba yo de hacer? Si usted no hubiese venido, mis melancolas me hubieran muerto, sin tener a quin volver los ojos, ni poder comunicar a nadie la causa de ellas... Pero usted ha sabido proceder como caballero y amante, y acaba de darme con su venida la prueba de lo mucho que me quiere. (Se enternece y llora.)

D. CARLOS Qu llanto!...Cmo persuade!... S, Paquita, yo slo basto para defenderla a usted de cuantos quieran oprimirla. A un amante favorecido, quin puede oponrsele? Nada hay que temer.

DOA FRANCISCA Es posible?

D. CARLOS Nada... Amor ha unido nuestras almas en estrechos nudos, y slo la muerte bastar a dividirlas.

ESCENA VIII RITA, D. CARLOS, DOA FRANCISCA

RITA Seorita, adentro. La mam pregunta por usted. Voy a traerla cena, y se van a recoger al instante... Y usted, seor galn, ya puede tambin disponer de su persona.

D. CARLOS S, que no conviene anticipar sospechas... Nada tengo que aadir.

DOA FRANCISCA Ni yo.

D. CARLOS Hasta maana. Con la luz del da veremos a este dichoso competidor.

RITA Un caballero muy honrado, muy rico, muy prudente; con su chupa larga, su camisola limpia y sus sesenta aos debajo del peluqun. (Se va por la puerta del foro)

DOA FRANCISCA Hasta maana.

D. CARLOS Adis. Paquita.

DOA FRANCISCA Acustese usted y descanse.

D. CARLOS Descansar con celos?

DOA FRANCISCA De quin?

D. CARLOS Buenas noches... Duerma usted bien, Paquita,

DOA FRANCISCA Dormir con amor?

D. CARLOS Adis, vida ma.

DOA FRANCISCA Adis. (ntrase al cuarto de Doa Irene)

ESCENA IX D. CARLOS, CALAMOCHA, RITA

D. CARLOS Quitrmela! (Pasendose inquieto.) No... sea quien fuere, no me la quitar. Ni su madre ha de ser tan imprudente que se obstine en verificar ese matrimonio repugnndolo su hija..., mediando yo... Sesenta aos!... Precisamente ser muy rico...El dinero!... Maldito l sea, que tantos desrdenes origina.

CALAMOCHA Pues, seor (sale por la puerta del foro), tenemos un medio cabrito asado, y... a lo menos parece cabrito. Tenemos una magnfica ensalada de berros, sin anapelos ni otra materia extraa, bien lavada, escurrida y condimentada por estas manos pecadoras, que no hay ms que pedir. Pan de Meco, vino de la Tercia... Conque si hemos de cenar y dormir, me parece que sera bueno...

D. CARLOS Vamos... Y adnde ha de ser?

CALAMOCHA Abajo... All he mandado disponer una angosta y fementida mesa, que parece un banco de herrador.

RITA Quin quiere sopas? (Sale por la puerta del foro con unos platos, taza cuchara y servilleta.)

D. CARLOS Buen provecho.

CALAMOCHA Si hay alguna real moza que guste de cenar cabrito, levante el dedo.

RITA La real moza se ha comido ya media cazuela de albondiguillas... Pero lo agradece, seor militar. (ntrase al cuarto de Doa Irene.)

CALAMOCHA Agradecida te quiero yo, nia de mis ojos.

D. CARLOS Conque vamos?

CALAMOCHA Ay, ay, ay!... (Calamocha se encamina a la puerta del foro, y vuelve; hablan l y D. Carlos,, con reservas, hasta que Calamocha se adelanta a saludar a Simn.) Eh! Chit, digo...

D. CARLOS Qu?

CALAMOCHA No ve usted lo que viene por all?

D. CARLOS Es Simn?

CALAMOCHA El mismo... Pero quin diablos le... ?

D. CARLOS Y qu haremos?

CALAMOCHA Qu s yo?... Sonsacarle, mentir y... Me da usted licencia para que...?

D. CARLOS Si; miente lo que quieras... A qu habr venido este hombre?

ESCENA X SIMN, D. CARLOS, CALAMOCHA

(SIMN sale por la puerta del foro)

CALAMOCHA SIMN, t por aqu?

SIMN Adis, Calamocha. Cmo va?

CALAMOCHA Lindamente.

SIMN Cunto me alegro de... !

D. CARLOS Hombre! T en Alcal? Pues qu novedad es sta?

SIMN Oh, que estaba usted ah, seorito!...Voto va sanes!

D. CARLOS Y mi to?

SIMN Tan bueno.

CALAMOCHA Pero se ha quedado en Madrid, o...?

SIMN Quin me haba de decir a m... ? Cosa como ella! Tan ajeno estaba yo ahora de... Y usted, de cada vez ms guapo... Conque usted ir a ver al to, eh?

CALAMOCHA T habrs venido con algn encargo del amo.

SIMN Y qu calor traje, y qu polvo por ese camino! Ya, ya!

CALAMOCHA Alguna cobranza tal vez, eh?

D. CARLOS Puede ser. Como tiene mi to ese poco de hacienda en Ajalvir... No has venido a eso?

SIMN Y qu buena maula le ha salido el tal administrador! Labriego ms marrullero y ms bellaco no le hay en toda la campia... Conque usted viene ahora de Zaragoza?

D. CARLOS Pues... Figrate t.

SIMN O va usted all?

D. CARLOS Adnde?

SIMN A Zaragoza. No est all el regimiento?

CALAMOCHA Pero, hombre, si salirnos el verano pasado de Madrid, no habamos de haber andado ms de cuatro leguas?

SIMN Qu s yo? Algunos van por la posta, y tardan ms de cuatro meses en llegar... Debe de ser un camino muy malo.

CALAMOCHA (Aparte, separndose de Simn: Maldito seas t y tu camino, y la bribona que te dio papilla!)

D. CARLOS Pero an no me has dicho si m to est en Madrid o en Alcal, ni a qu has venido, ni...

SIMN Bien, a eso voy... S seor, voy a decir a usted... Conque... Pues el amo me dijo...

ESCENA XI D. DIEGO, D. CARLOS, SIMN, CALAMOCHA

D. DIEGO No (desde adentro.), no es menester; si hay luz aqu. Buenas noches, Rita.

(D. CARLOS se turba y se aparta a un extremo del teatro)

D. CARLOS Mi to!...

D. DIEGO SIMN! (Sale del cuarto de D Irene, encaminndose al suyo; repara en D. CARLOS y se acerca a l. Simn le alumbra y vuelve a dejar la luz sobre la mesa)

SIMN Aqu estoy, seor.

D. CARLOS (Aparte) Todo se ha perdido!

D. DIEGO Vamos... Pero... quin es?

SIMN Un amigo de usted, seor.

D. CARLOS (Aparte) Yo estoy muerto!

D. DIEGO Cmo un amigo?... Qu?... Acerca esa luz.

D. CARLOS To. (En ademn de besar la mano a D. Diego, que le aparta de s con enojo)

D. DIEGO Qutate de ah.

D. CARLOS Seor.

D. DIEGO Qutate... No s cmo no le... Qu haces aqu?

D. CARLOS Si usted se altera y...

D. DIEGO Qu haces aqu?

D. CARLOS Mi desgracia me ha trado.

D. DIEGO Siempre dndome que sentir, siempre! Pero... (Acercndose a D. Carlos.) Qu dices? De veras ha ocurrido, alguna desgracia? Vamos... Qu te sucede?... Por qu ests aqu?

CALAMOCHA Porque le tiene a usted ley, y Le quiere bien, y...

D. DIEGO A ti no te pregunto nada... Por qu has venido de Zaragoza sin que yo lo sepa?... Por qu te asusta el verme?... Algo has hecho: s, alguna locura has hecho que le habr de costar la vida a tu pobre to.

D. CARLOS No, seor; que nunca olvidar las mximas de honor y prudencia que usted me ha inspirado tantas veces.

D. DIEGO Pues a qu viniste? Es desafo? Son deudas? Es algn disgusto con tus jefes?... Scame de esta inquietud, Carlos... Hijo mo, scame de este afn.

CALAMOCHA Si todo ello no es ms que...

D. DIEGO Ya he dicho que calles... Ven ac. (Tomndole de la mano se aparta con l a un extremo del teatro, y le habla en voz baja.) Dime qu ha sido.

D. CARLOS Una ligereza, una falta de sumisin a usted... Venir a Madrid sin pedirle licencia primero... Bien arrepentido estoy, considerando la pesadumbre que le he dado al verme.

D. DIEGO Y qu otra cosa hay?

D. CARLOS Nada ms, seor.

D. DIEGO Pues qu desgracia era aquella de que me hablaste?

D. CARLOS Ninguna. La de hallarle a usted en este paraje... y haberle disgustado tanto, cuando yo esperaba sorprenderle en Madrid, estar en su compaa algunas semanas y volverme contento de haberle visto.

D. DIEGO No hay ms?

D. CARLOS No, seor.

D. DIEGO Mralo bien.

D. CARLOS No, seor... A eso vena. No hay nada ms.

D. DIEGO Pero no me digas t a m... Si es imposible que estas escapadas se... No, seor... Ni quin ha de permitir que un oficial se vaya cuando se le antoje, y abandone de ese modo sus banderas?... Pues si tales ejemplos se repitieran mucho, adis disciplina militar... Eso no puede ser.

D. CARLOS Considere usted, to, que estamos en tiempo de paz; que en Zaragoza no es necesario un servicio tan exacto como en otras plazas, en que no se permite descanso a la guarnicin... Y en fin, puede usted creer que este viaje supone la aprobacin y la licencia de mis superiores, que yo tambin miro por mi estimacin, y que cuando me he venido, estoy seguro de que no hago falta.

D. DIEGO Un oficial siempre hace falta a sus soldados. El rey le tiene all para que los instruya, los proteja y les d ejemplo de subordinacin, de valor, de virtud.

D. CARLOS Bien est; pero ya he dicho los motivos...

D. DIEGO Todos esos motivos no valen nada... Porque le dio la gana de ver al to!... Lo que quiere su to de usted no es verle cada ocho das, sino saber que es hombre de juicio, y que cumple con sus obligaciones. Eso es lo que quiere... Pero (alza la voz y se pasea con inquietud) yo tomar mis medidas para que estas locuras no se repitan otra vez... Lo que usted ha de hacer ahora es marcharse inmediatamente.

D. CARLOS Seor, si...

D. DIEGO No hay remedio... Y ha de ser al instante. Usted no ha de dormir aqu.

CALAMOCHA Es que los caballos no estn ahora para correr... ni pueden moverse.

D. DIEGO Pues con ellos (a Calamocha) y con las maletas al mesn de afuera. Usted (a D. Carlos) no ha de dormir aqu... Vamos (a Calamocha) t, buena pieza, menate. Abajo con todo. Pagar el gasto que se haya hecho, sacar los caballos y marchar... Aydale t... (A Simn.) Qu dinero tienes ah?

SIMN Tendr unas cuatro o seis onzas. (Saca de un bolsillo algunas monedas y se las da a D. Diego)

D. DIEGO Dmelas ac... Vamos, qu haces? (A Calamocha.) No he dicho que ha de ser al instante?... Volando. Y t (A Simn) ve con l, aydale, y no te me apartes de all hasta que se hayan ido. (Los dos criados entran en el cuarto de D. Carlos)

ESCENA XII D. DIEGO, D. CARLOS

D. DIEGO Tome usted. (Le da el dinero.) Con eso hay bastante para el. camino... Vamos, que cuando yo lo dispongo as, bien s lo que me hago... No conoces que es todo por tu bien, y que ha sido un desatino lo que acabas de hacer?... Y no hay que afligirse por eso, ni creas que es falta de cario... Ya sabes lo que te he querido siempre; y en obrando t segn corresponde, ser tu amigo como lo he sido hasta aqu.

D. CARLOS Ya lo s.

D. DIEGO Pues bien; ahora obedece lo que te mando.

D. CARLOS Lo har sin falta.

D. DIEGO Al mesn de afuera. (A los criados, que salen con los trastos del cuarto de D. Carlos, y se van por la puerta del foro.) All puedes dormir, mientras los caballos comen y descansan... Y no me vuelvas aqu por ningn pretexto ni entres en la ciudad... Cuidado! Y a eso de las tres o las cuatro, marchar. Mira que he de saber a la hora que sales. Lo entiendes?

D. CARLOS S, seor.

D. DIEGO Mira que lo has de hacer.

D. CARLOS S, seor; har lo que usted manda.

D. DIEGO Muy bien... Adis... Todo te lo perdono... Vete con Dios... Y yo sabr tambin cundo llegas a Zaragoza; no te parezca que estoy ignorante de lo que hiciste la vez pasada.

D. CARLOS Pues qu hice yo?

D. DIEGO Si te digo que lo s, y que te lo perdono, qu ms quieres? No es tiempo ahora de tratar de eso. Vete.

D. CARLOS Quede usted con Dios. (Hace que se va, y vuelve)

D. DIEGO Sin besar la mano a su to, eh?

D. CARLOS No me atrev. (Besa la mano a D.Diego y se abrazan)

D. DIEGO Y dame un abrazo, por si no nos volvemos a ver.

D. CARLOS Qu dice usted? No lo permita Dios!

D. DIEGO Quin sabe, hijo mo! Tienes algunas deudas? Te falta algo?

D. CARLOS No, seor; ahora, no.

D. DIEGO Mucho es, porque t siempre tiras por largo... Como cuentas con la bolsa del to... Pues bien; yo escribir al seor Aznar para que te d cien doblones de orden ma. Y mira cmo lo gastas... Juegas?

D. CARLOS No, seor; en mi vida.

D. DIEGO Cuidado con eso... Conque, buen viaje. Y no te acalores: jornadas regulares y nada ms... Vas contento?

D. CARLOS No, seor. Porque usted me quiere mucho, me llena de beneficios, y yo le pago mal.

D. DIEGO No se hable ya de lo pasado... Adis.

D. CARLOS Queda usted enojado conmigo?

D. DIEGO No, por cierto... Me disgust bastante, pero ya se acab... No me des que sentir. (Ponindole ambas manos sobre los hombros.) Portarse como hombre de bien.

D. CARLOS No lo dude usted.

D. DIEGO Como oficial de honor.

D. CARLOS As lo prometo.

D. DIEGO Adis, Carlos. (Abrzanse.)

D. CARLOS (Aparte, al irse por la puerta del foro.) Y la dejo!... Y la pierdo para siempre!

ESCENA XIII

D. DIEGO Demasiado bien se ha compuesto... Luego lo sabr enhorabuena... Pero no es lo mismo escribrselo que... Despus de hecho, no importa nada. Pero siempre aquel respeto al to!.. Como una malva es. (Se enjuga las lgrimas, toma una luz y se va a su cuarto. Queda obscura la escena por un breve espacio)

ESCENA XIV DOA FRANCISCA, RITA

(Salen del cuarto de doa Irene. Rita sacar una luz y la pone sobre la mesa)

RITA Mucho silencio hay por aqu.

DOA FRANCISCA Se habrn recogido ya..., Estarn rendidos,

RITA Precisamente.

DOA FRANCISCA Un camino tan largo!

RITA A lo que obliga el amor, seorita!

DOA FRANCISCA S; bien puedes decirlo: amor... Y yo qu no hiciera por l?

RITA Y deje usted, que no ha de ser ste el ltimo milagro. Cuando lleguemos a Madrid, entonces ser ella... El pobre D. Diego qu chasco se va a llevar! Y por otra parte, vea usted qu seor tan bueno, que cierto da lstima...

DOA FRANCISCA Pues en eso consiste todo. Si l fuese un hombre despreciable, ni mi madre hubiera admitido su pretensin, ni yo tendra que disimular mi repugnancia. Pero ya es otro tiempo, Rita. D. Flix ha venido, y ya no temo a nadie. Estando mi fortuna en su mano, me considero la ms dichosa de las mujeres.

RITA Ay! Ahora que me acuerdo... Pues poquito me lo encarg... Ya se ve, si con estos amores tengo yo tambin la cabeza... Voy por l. (Encaminndose al cuarto de D. Irene.)

DOA FRANCISCA A qu vas?

RITA El tordo, que ya se me olvidaba sacarle de all.

DOA FRANCISCA S, trele, no empiece a rezar como anoche... All qued junto a la ventana... Y ve con cuidado, no despierte mam.

RITA S; mire usted el estrpito de caballeras que anda por all abajo... Hasta que lleguemos a nuestra calle del Lobo, nmero siete, cuarto segundo, no hay que pensar en dormir... Y ese maldito portn, que rechina, que...

DOA FRANCISCA Te puedes llevar la luz.

RITA No es menester, que ya s dnde est. (Vase al cuarto de D Irene.)

ESCENA XV SIMN, DOA FRANCISCA

(Sale por la puerta del foro SIMN)

DOA FRANCISCA Yo pens que estaban ustedes acostados.

SIMN El amo ya habr hecho esa diligencia; pero yo todava no s en dnde he de tender el rancho... Y buen sueo que tengo.

DOA FRANCISCA Qu gente nueva ha llegado ahora?

SIMN Nadie. Son unos que estaban ah, y se han ido.

DOA FRANCISCA Los arrieros?

SIMN No, seora. Un oficial y un criado suyo, que parece que se van a Zaragoza.

DOA FRANCISCA Quines dice usted que son?

SIMN Un teniente coronel y su asistente.

DOA FRANCISCA Y estaban aqu?

SIMN S, seora; ah en ese cuarto.

DOA FRANCISCA No los he visto.

SIMN Parece que llegaron esta tarde y... A la cuenta habrn despachado ya la comisin que traan... Conque se han ido... Buenas noches, seorita. (Vase al cuarto de D. Diego.

ESCENA XVI RITA, DOA FRANCISCA

DOA FRANCISCA Dios mo de mi alma! Qu es esto?... No puedo sostenerme... Desdichada! (Sintase en una silla junto a la mesa.)

RITA Seorita, yo vengo muerta. (Saca la jaula del tordo y la deja encima de la mesa; abre la puerta del cuarto de D. Carlos, y vuelve.)

DOA FRANCISCA Ay, que es cierto!... T lo sabes tambin?

RITA Deje usted, que todava no creo lo que he visto... Aqu no hay nadie..., ni maletas, ni ropa, ni... Pero cmo poda engaarme? Si yo misma los he visto salir.

DOA FRANCISCA Y eran ellos?

RITA S, seora. Los dos.

DOA FRANCISCA Pero se han ido fuera de la ciudad?

RITA Si no los he perdido de vista hasta que salieron por la Puerta de Mrtires..., Como est un paso de aqu.

DOA FRANCISCA Y es se el camino de Aragn?

RITA Ese es.

DOA FRANCISCA Indigno!... Hombre indigno!

RITA Seorita

DOA FRANCISCA En qu te ha ofendido esta infeliz?

RITA Yo estoy temblando toda... Pero... Si es incomprensible... Si no alcanzo a descubrir qu motivos ha podido haber para esta novedad.

DOA FRANCISCA Pues no le quise ms que a mi vida?... No me ha visto loca de amor?

RITA No s qu decir al considerar una accin tan infame.

DOA FRANCISCA Qu has de decir? Que no me ha querido nunca, ni es hombre de bien... Y vino para esto? Para engaarme, para abandonarme as! (Levntase y Rita la sostiene.)

RITA Pensar que su venida fue con otro designio, no me parece natural... Celos... Por qu ha de tener celos?... Y aun eso mismo debiera enamorarle ms... l no es cobarde, y no hay que decir que habr tenido miedo de su competidor.

DOA FRANCISCA Te cansas en vano... Di que es un prfido, di que es un monstruo de crueldad, y todo lo has dicho.

RITA Vamos de aqu, que puede venir alguien y...

DOA FRANCISCA S, vmonos... Vamos a llorar...Y en qu situacin me deja!... Pero ves qu malvado?

RITA S, seora; ya lo conozco.

DOA FRANCISCA Qu bien supo fingir!... Y con quin? Conmigo... Pues yo merec ser engaada tan alevosamente?... Mereci mi cario este galardn?... Dios de mi vida! Cul es mi delito, cul es? (Rita coge la luz y se van entrambas al cuarto de D Francisca.)

Acto III

"El S de las Nias" (1806)

de Leandro Fernndez de Moratn (1760-1828)

ACTO III

ESCENA PRIMERA D. DIEGO, SIMN

(Teatro obscuro. Sobre la mesa habr un candelero con vela apagada y la jaula del tordo. Simn duerme tendido en el banco)

D. DIEGO (Sale de su cuarto ponindose la bata) Aqu, a lo menos, ya que no duerma no me derretir... Vaya, si alcoba como ella no se... Cmo ronca ste!... Guardmosle el sueo hasta que venga el da, que ya poco puede tardar... (Simn despierta y se levanta.) Qu es eso? Mira no te caigas, hombre.

SIMN Qu, estaba usted ah, seor?

D. DIEGO S, aqu me he salido, porque all no se puede parar.

SIMN Pues yo, a Dios gracias, aunque la cama es algo dura, he dormido como un emperador.

D. DIEGO Mala comparacin!... Di que has dormido como un pobre hombre, que no tiene ni dinero, ni ambicin, ni pesadumbres, ni remordimientos.

SIMN En efecto, dice usted bien... Y qu hora ser ya?

D. DIEGO Poco ha que son el reloj de S. Justo, y si no cont mal, dio las tres.

SIMN Oh!, pues ya nuestros caballeros irn por ese camino adelante echando chispas.

D. DIEGO S, ya es regular que hayan salido... Me lo prometi, y espero que lo har.

SIMN Pero si usted viera qu apesadumbrado le dej! Qu triste!

D. DIEGO Ha sido preciso.

SIMN Ya lo conozco.

D. DIEGO No ves qu venida tan intempestiva?

SIMN Es verdad. Sin permiso de usted, sin avisarle, sin haber un motivo urgente... Vamos, hizo muy mal... Bien que por otra parte l tiene prendas suficientes para que se le perdone esta ligereza... Digo... Me parece que el castigo no pasar adelante, eh?

D. DIEGO No, qu! No seor. Una cosa es que le haya hecho volver... Ya ves en qu circunstancias nos coga... Te aseguro que cuando se fue me qued un ansia en el corazn. (Suenan a lo lejos tres palmadas, y poco despus se oye que puntean un instrumento.) Qu ha sonado?

SIMN No s... Gente que pasa por la calle. Sern labradores.

D. DIEGO Calla.

SIMN Vaya, msica tenemos, segn parece.

D. DIEGO S, como lo hagan bien.

SIMN Y quin ser el amante infeliz que se viene a puntear a estas horas en ese callejn tan puerco?... Apostar que son amores con la moza de la posada, que parece un mico.

D. DIEGO Puede ser.

SIMN Ya empiezan, oigamos... (Tocan una sonata desde adentro.) Pues dgole a usted que toca muy lindamente el pcaro del barberillo.

D. DIEGO No; no hay barbero que sepa hacer eso, por muy bien que afeite.

SIMN Quiere usted que nos asomemos un poco, a ver?...

D. DIEGO No, dejarlos...Pobre gente! Quin sabe la importancia que darn ellos a la tal msica... No gusto yo de incomodar a nadie. (Salen de su cuarto D FRANCISCA y Rita, encaminndose a la ventana. D. Diego y Simn se retiran a un lado, y observan)

SIMN Seor!...Eh!... Presto, aqu a un ladito.

D. DIEGO Qu quieres?

SIMN Que han abierto la puerta de esa alcoba, y huele a faldas que trasciende.

D. DIEGO S?... Retirmonos.

ESCENA II DOA FRANCISCA, RITA, D. DIEGO, SIMN

RITA Con tiento, Seorita.

DOA FRANCISCA Siguiendo la pared, no voy bien? (Vuelven a puntear el instrumento)

RITA S, seora... Pero vuelven a tocar... Silencio...

DOA FRANCISCA No te muevas... Deja... Sepamos primero si es l.

RITA Pues no ha de ser?... La sea no puede mentir.

DOA FRANCISCA Calla... S, l es...Dios mo! (Acrcase Rita a la ventana, abre la vidriera y da tres palmadas. Cesa la msica.) Ve, responde... Albricias, corazn. l es.

SIMN Ha odo usted?

D. DIEGO S.

SIMN Qu querr decir esto?

D. DIEGO Calla.

DOA FRANCISCA (Se asoma a la ventana. Rita se queda detrs de ella. Los puntos suspensivos indican las interrupciones ms o menos largas.) Yo soy... Y qu haba de pensar viendo lo que usted acababa de hacer?... Qu fuga es sta ?... Rita (Apartndose de la ventana, y vuelve despus a asomarse) amiga, por Dios, ten cuidado, y si oyeres algn rumor, al instante avsame... Para siempre? Triste de m!... Bien est, trela usted... Pero yo no acabo de entender... Ay, D. Flix! Nunca le he visto a usted tan tmido... (Tiran desde adentro una carta que cae por la ventana al teatro. D. Francisca la busca, y no hallndola vuelve a asomarse.) No, no la he cogido; pero aqu est sin duda... Y no he de saber yo hasta que llegue el da los motivos que tiene usted para dejarme muriendo?... S, yo quiero saberlo de boca de usted. Su Paquita de usted se lo manda... Y cmo le parece a usted que estar el mo?... No me cabe en el pecho... Diga usted. (Simn se adelanta un poco, tropieza con la jaula y la deja caer)

RITA Seorita, vamos de aqu... Presto, que hay gente.

DOA FRANCISCA Infeliz de m!... Guame.

RITA Vamos. (Al retirarse tropieza con Simn. Las dos se van al cuarto de D. Francisca.) Ay!

DOA FRANCISCA Muerta voy!

ESCENA III D. DIEGO, SIMN

D. DIEGO Qu grito fue se?

SIMN Una de las fantasmas, que al retirarse tropez conmigo.

D. DIEGO Acrcate a esa ventana, y mira si hallas en el suelo un papel...Buenos estamos!

SIMN (Tentando por el suelo, cerca de la ventana.) No encuentro nada, seor. ,

D. DIEGO Bscale bien, que por ah ha de estar.

SIMN Le tiraron desde la calle?

D. DIEGO S... Qu amante es ste?... Y diecisis aos y criada en un convento! Acab ya toda mi ilusin.

SIMN Aqu est. (Halla la carta, y se la da a D. Diego.)

D. DIEGO Vete abajo, y enciende una luz... En la caballeriza en la cocina... Por ah habr algn farol... Y vuelve con ella al instante. (Vase Simn por la puerta del foro)

ESCENA IV

D. DIEGO Ya quin debo culpar? (Apoyndose en el respaldo de una silla.) Es ella la delincuente, o su madre, o sus tas, o yo?... Sobre quin..., sobre quin ha de caer esta clera, que por ms que lo procuro no la s reprimir?... La naturaleza la hizo tan amable a mis ojos!... Qu esperanzas tan halageas conceb! Qu felicidades me prometa!...Celos!... Yo?...En qu edad tengo celos!... Vergenza es... Pero esta inquietud que yo siento, esta indignacin, estos deseos de venganza, de qu provienen? Cmo he de llamarlos? Otra vez parece que... (Advirtiendo que suena ruido en la puerta del cuarto de D. Francisca, se retira a un extremo del teatro.) S.

ESCENA V RITA, D. DIEGO, SIMN

RITA Ya se han ido... (Observa, escucha, asmase despus a la ventana y busca la carta por el suelo.)Vlgame Dios!... El papel estar muy bien escrito, pero el seor D. Flix es un grandsimo picarn...Pobrecita de mi alma!... Se muere sin remedio... Nada, ni perros parecen por la calle...Ojal no los hubiramos conocido! Y este maldito papel?... Pues buena la hiciramos si no pareciese... Qu dir?... Mentiras, mentiras y todo mentira.

SIMN Ya tenemos luz. (Sale con luz. Rita se sorprende)

RITA Perdida soy!

D. DIEGO (Acercndose.) Rita! Pues t aqu?

RITA S, seor; porque...

D. DIEGO Qu buscas a estas horas?

RITA Buscaba... Yo le dir a usted... Porque omos un ruido tan grande...

SIMN S, eh?

RITA Cierto... Un ruido y... y mire usted (Alza la jaula que est en el suelo) era la jaula del tordo... Pues la jaula era, no tiene duda... Vlgate Dios! Si habr muerto?... No, vivo est, vaya... Algn gato habr sido. Preciso.

SIMN S, algn gato.

RITA Pobre animal! Y qu asustadillo se conoce que est todava,!

SIMN Y con mucha razn... No te parece, si le hubiera pillado el gato?...

RITA Se le hubiera comido. (Cuelga la jaula de un clavo que habr en la pared)

SIMN Y sin pebre... Ni plumas hubiera dejado.

D. DIEGO Treme esa luz.

RITA Ah! Deje usted, encenderemos sta (Enciende la vela que est sobre la mesa) que ya lo que no se ha dormido...

D. DIEGO Y doa Paquita, duerme?

RITA S, seor.

SIMN Pues mucho es que con el ruido del tordo...

D. DIEGO Vamos. (Se entra en su cuarto. Simn va con l, llevndose una de las luces)

ESCENA VI DOA FRANCISCA, RITA

DOA FRANCISCA Ha parecido el papel?

RITA No, seora.

DOA FRANCISCA Y estaban aqu los dos cuando t saliste?

RITA Yo no lo s. Lo cierto es que el criado sac una luz, y me hall de repente, como por mquina, entre l y su amo, sin poder escapar ni saber qu disculpa darles. (Coge la luz y vuelve a buscar la carta, cerca de la ventana)

DOA FRANCISCA Ellos eran, sin duda... Aqu estaran cuando yo habl desde la ventana... Y ese papel?

RITA Yo no lo encuentro, Seorita.

DOA FRANCISCA Le tendrn ellos, no te canses... Si es lo nico que faltaba a mi desdicha... No le busques. Ellos le tienen.

RITA A lo menos por aqu...

DOA FRANCISCA Yo estoy loca! (Sintase.)

RITA Sin haberse explicado este hombre, ni decir siquiera...

DOA FRANCISCA Cuando iba a hacerlo, me avisaste, y fue preciso retirarnos... Pero sabes t con qu temor me habl, qu agitacin mostraba? Me dijo que en aquella carta vera yo los motivos justos que le precisaban a volverse; que la haba escrito para dejrsela a persona fiel que la pusiera en mis manos, suponiendo que el verme sera imposible. Todo engaos, Rita, de un hombre aleve que prometi lo que no pensaba cumplir... Vino, hall un competidor, y dira: Pues yo para qu he de molestar a nadie ni hacerme ahora defensor de una mujer?... Hay tantas mujeres!... Csenla... Yo nada pierdo... Primero es mi tranquilidad que la vida de esa infeliz... Dios mo, perdn!... Perdn de haberle querido tanto!

RITA Ay, Seorita! (Mirando hacia el cuarto de D. Diego.) Que parece que salen ya.

DOA FRANCISCA No importa, djame.

RITA Pero si D. Diego la ve a usted de esa manera...

DOA FRANCISCA Si todo se ha perdido ya, qu puedo temer?... Y piensas t que tengo alientos para levantarme?... Que vengan, nada importa.

ESCENA VII D. DIEGO, SIMN, DOA FRANCISCA, RITA

SIMN Voy enterado, no es menester ms.

D. DIEGO Mira, y haz que ensillen inmediatamente al Moro, mientras t vas all. Si han salido, vuelves, montas a caballo y en una buena carrera que des, los alcanzas... Los dos aqu, he?... Conque, vete, no se pierda tiempo. (Despus de hablar los dos, junto al cuarto de D. Diego, se va Simn por la puerta del foro.)

SIMN Voy all.

D. DIEGO Mucho se madruga, Doa Paquita.

DOA FRANCISCA S, seor.

D. DIEGO Ha llamado ya Doa Irene?

DOA FRANCISCA No, seor... Mejor es que vayas all, por si ha despertado y se quiere vestir. (Rita se va al cuarto de D Irene.)

ESCENA VIII D. DIEGO, DOA FRANCISCA

D. DIEGO Usted no habr dormido bien esta noche?

DOA FRANCISCA No, seor. Y usted?

D. DIEGO Tampoco.

DOA FRANCISCA Ha hecho demasiado calor.

D. DIEGO Est usted desazonada?

DOA FRANCISCA Alguna cosa.

D. DIEGO Qu siente usted? (Sintase junto a D. Francisca.)

DOA FRANCISCA No es nada... As un poco de... Nada.... no tengo nada.

D. DIEGO Algo ser, porque la veo a usted muy abatida, llorosa, inquieta... Qu tiene usted, Paquita? No sabe usted que la quiero tanto?

DOA FRANCISCA S, seor.

D. DIEGO Pues por qu no hace usted ms confianza de m? Piensa usted que no tendr yo mucho gusto en hallar ocasiones de complacerla?

DOA FRANCISCA Ya lo s.

D. DIEGO Pues cmo, sabiendo que tiene usted un amigo, no desahoga con l su corazn?

DOA FRANCISCA Porque eso mismo me obliga a callar.

D. DIEGO Eso quiere decir que tal vez soy yo la causa de su pesadumbre de usted.

DOA FRANCISCA No, seor; usted en nada me ha ofendido... No es d usted de quien yo me debo quejar.

D. DIEGO Pues de quin, hija ma?... Venga usted ac... (Acrcase ms.) Hablemos siquiera una vez sin rodeos disimulacin... Dgame usted: no es cierto que usted mira con algo de repugnancia este casamiento que s la propone? Cunto va que si la dejasen a usted entera libertad para la eleccin no se casara conmigo

DOA FRANCISCA Ni con otro.

D. DIEGO Ser posible que usted no conozca otro ms amable que yo, que la quiera bien, y que la corresponda como usted merece?

DOA FRANCISCA No, seor; no, seor.

D. DIEGO Mrelo usted bien.

DOA FRANCISCA No le digo a usted que no?

D. DIEGO Y he de creer, por dicha, que conserve usted tal inclinacin al retiro en que se ha criado, que prefiera austeridad del convento a una vida ms... ?

DOA FRANCISCA Tampoco; no seor... Nunca he pensado as.

D. DIEGO No tengo empeo de saber ms... Pero de todo lo que acabo de or resulta una gravsima contradiccin. Usted no se halla inclinada al estado religioso, segn parece. Usted me asegura que no tiene queja ninguna de m, que est persuadida de lo mucho que la estimo, que no piensa casarse con otro, ni debo recelar que nadie me dispute su mano... Pues qu llanto es se? De dnde nace esa tristeza profunda, que en tan poco tiempo ha alterado su semblante de usted, en trminos que apenas le reconozco? Son stas las seales de quererme exclusivamente a m, de casarse gustosa conmigo dentro de pocos das? Se anuncian as la alegra y el amor? (Vase iluminando lentamente la escena, suponiendo que viene la luz del da.)

DOA FRANCISCA Y qu motivos le he dado a usted para tales desconfianzas?

D. DIEGO Pues qu? Si yo prescindo de estas consideraciones, si apresuro las diligencias de nuestra unin, si su madre de usted sigue aprobndola y llega el caso de...

DOA FRANCISCA Har lo que mi madre me manda, y me casar con usted.

D. DIEGO Y despus, Paquita?

DOA FRANCISCA Despus..., y mientras me dure la vida, ser mujer de bien.

D. DIEGO Eso no lo puedo yo dudar... Pero si usted me considera como el que ha de ser hasta la muerte su compaero y su amigo, dgame usted: estos ttulos no me dan algn derecho para merecer de usted mayor confianza? No he de lograr que usted me diga la causa de su dolor? Y no para satisfacer una impertinente curiosidad, sino para emplearme todo en su consuelo, en mejorar su suerte, en hacerla dichosa, si mi conato y mis diligencias pudiesen tanto.

DOA FRANCISCA Dichas para m!... Ya se acabaron.

D. DIEGO Por qu?

DOA FRANCISCA Nunca dir por qu.

D. DIEGO Pero qu obstinado, qu imprudente silencio!... Cuando usted misma debe presumir que no estoy ignorante de lo que hay.

DOA FRANCISCA Si usted lo ignora, seor D. Diego, por Dios no finja que lo sabe; y si en efecto lo sabe usted, no me lo pregunte.

D. DIEGO Bien est. Una vez que no hay nada que decir, que esa afliccin y esas lgrimas son voluntarias, hoy llegaremos a Madrid, y dentro de ocho das ser usted mi mujer.

DOA FRANCISCA Y dar gusto a mi madre.

D. DIEGO Y vivir usted infeliz.

DOA FRANCISCA Ya lo s.

D. DIEGO Ve aqu los frutos de la educacin. Esto es lo que se llama criar bien a una nia: ensearla a que desmienta y oculte las pasiones ms inocentes con una prfida disimulacin. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que ms desean, con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo manden, un s perjuro, sacrlego, origen de tantos escndalos, ya estn bien criadas, y se llama excelente educacin la que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo.

DOA FRANCISCA Es verdad... Todo eso es cierto... Eso exigen de nosotras, eso aprendemos en la escuela que se nos da... Pero el motivo de mi afliccin es mucho ms grande.

D. DIEGO Sea cual fuere, hija ma, es menester que usted se anime... Si la ve a usted su madre de esa manera, qu ha de decir?... Mire usted que ya parece que se ha levantado.

DOA FRANCISCA Dios mo!

D. DIEGO S, Paquita; conviene mucho que usted vuelva un poco sobre s... No abandonarse tanto... Confianza en Dios... Vamos, que no siempre nuestras desgracias son tan grandes como la imaginacin las pinta... Mire usted qu desorden ste! Qu agitacin! Qu lgrimas! Vaya, me da usted palabra de presentarse as..., con cierta serenidad y... ? Eh?

DOA FRANCISCA Y usted, seor... Bien sabe usted el genio de mi madre. Si usted no me defiende, a quin he de volver los ojos? Quin tendr compasin de esta desdichada?

D. DIEGO Su buen amigo de usted... Yo... Cmo es posible que yo la abandonase....criatura!.... en la situacin dolorosa en que la veo? (Asindola de las manos.)

DOA FRANCISCA De veras?

D. DIEGO Mal conoce usted mi corazn.

DOA FRANCISCA Bien le conozco. (Quiere arrodillarse; D. Diego se lo estorba, y ambos se levantan.)

D. DIEGO Qu hace usted, nia?

DOA FRANCISCA Yo no s... Qu poco merece toda esa bondad una mujer tan ingrata para con usted!... No, ingrata no; infeliz... Ay, qu infeliz soy, seor D. Diego!

D. DIEGO Yo bien s que usted agradece como puede el amor que la tengo... Lo dems todo ha sido.... qu s yo?..., una equivocacin ma, y no otra cosa... Pero usted, inocente!, usted no ha tenido la culpa.

DOA FRANCISCA Vamos... No viene usted?

D. DIEGO Ahora no, Paquita. Dentro de un rato ir por all.

DOA FRANCISCA Vaya usted presto. (Encaminndose al cuarto de D. Irene, vuelve y se despide de D. Diego besndole las manos.)

D. DIEGO S, presto ir

ESCENA IX SIMN, D. DIEGO

SIMN Ah estn, seor.

D. DIEGO Qu dices?

SIMN Cuando yo sala de la puerta, los vi a lo lejos, que iban ya de camino. Empec a dar voces y hacer seas con el pauelo; se detuvieron, y apenas llegu y le dije al seorito lo que usted mandaba, volvi las riendas, y est abajo. Le encargu que no subiera hasta que le avisara yo, por si acaso haba gente aqu, y usted no quera que le viesen.

D. DIEGO Y qu dijo cuando le diste el recado?

SIMN Ni una sola palabra... Muerto viene... Ya digo, ni una sola palabra... A m me ha dado compasin el verle as tan...

D. DIEGO No me empieces ya a interceder por l.

SIMN Yo, seor?

D. DIEGO S, que no te entiendo yo... Compasin!... Es un pcaro.

SIMN Como yo no s lo que ha hecho..

D. DIEGO Es un bribn, que me ha de quitar la vida... Ya te he dicho que no quiero intercesores.

SIMN Bien est, seor. (Vase por la puerta del foro. D. Diego se sienta, manifestando inquietud y enojo.)

D. DIEGO Dile que suba.

ESCENA X D. CARLOS, D. DIEGO

D. DIEGO Venga usted ac, seorito; venga usted... En dnde has estado desde que no nos vemos?

D. CARLOS En el mesn de afuera.

D. DIEGO Y no has salido de all en toda la noche, eh?

D. CARLOS S, seor; entr en la ciudad y...

D. DIEGO A qu?... Sintese usted.

D. CARLOS Tena precisin de hablar con un sujeto... (Sintase.)

D. DIEGO Precisin!

D. CARLOS S, seor... Le debo muchas atenciones, y no era posible volverme a Zaragoza sin estar primero con l.

D. DIEGO Ya. En habiendo tantas obligaciones de por medio... Pero venirle a ver a las tres de la maana, me parece mu