el señor del relámpago · 2018-08-01 · el señor del relámpago c uando volvÍ de vacaciones,...

23
98 El Señor del Relámpago Y OTROS CUENTOS DE JORGES

Upload: others

Post on 07-Jul-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

98

El Señor del RelámpagoY OTROS CUENTOS DE JORGES

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 3

Page 2: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

Primera edición en REINO DE CORDELIA, septiembre de 2018

Edita: Reino de Cordeliawww.reinodecordelia.esN P @reinodecordelia.es M facebook.com/reinodecordelia

Derechos exclusivos de esta edición en lengua española© Reino de Cordelia, S.L.Avd. Alberto Alcocer, 46 - 3º B28016 Madrid

© Antonio Sánchez Jiménez, 2018

Ilustración de sobrecubierta: Retrato de Karl Zakovsek (1910), de Egon Schiele

Ouvrage publié avec le soutien de la Commission des publications de la Faculté des lettres et sciences humaines de l’Université de Neuchâtel

IBIC: FAISBN: 978-84-16968-53-4Depósito legal: M-27691-2018

Diseño y maquetación: Jesús EgidoCorrección de pruebas: Pepa Rebollo

Imprime: ZamartImpreso de la Unión EuropeaPrinted in E. U.Encuadernación: Felipe Méndez

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra(www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 4

Page 3: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

El Señor del RelámpagoY OTROS CUENTOS DE JORGES

Antonio Sánchez Jiménez

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 5

Page 4: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

7

Prólogo

El señor del relámpagoLa navaja de pata de cabraLas columnas de CnossosEmaúsDiálogo del aparecidoEl enemigo invisibleCueva de ladronesPasión por las letrasChristi de grege porcusCorazón liberalLa colina de las multitudesDes Antonius von Padua Fischpredigt Estilo cotidiano

9

13

29

37

57

65

69

77

81

89

95

105

119

129

Índice

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 7

Page 5: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

8

El prisionero de AtochaAl norte del veranoEsta mi última voluntadEl invitado anualEl camino a Endenich

147

155

171

181

193

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 8

Page 6: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

Prólogo

LA MAYORÍA DE ESTOS RELATOS se apoyan en el clásico re-sorte del narrador excéntrico y poco fiable, que aquí esun personaje al que llamo Manuel Jorges. Otros, sin em-bargo, no responden a este mecanismo. Podrían leersecomo creaciones del cronista innominado que recoge lasnarraciones de Jorges, tal vez contagiado por la imagina-ción que alborota a su compañero de despacho. Pero tam-bién podría haberlos escrito el propio Jorges, esta vez yacomo ficciones, no vivencias. O incluso pueden versecomo obras mías, obras de Antonio Sánchez Jiménez, sinintermediario alguno.

En el fondo, poco importa. Lo enuncie quien lo enun-cie, cada relato conserva cierta independencia orgullosay despegada de los demás que reúne el volumen. Pese aestos desplantes, ninguno consigue ocultar los rasgos co-munes que le ligan a sus compañeros de viaje.

9

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 9

Page 7: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

El Señor del RelámpagoY OTROS CUENTOS DE JORGES

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 11

Page 8: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

El señor del relámpago

CUANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañeroya estaba instalado en el despacho. Enseguida me dicuenta de que al menos era una persona educada, atentaincluso. Al oírme entrar se levantó y se me presentó conuna corrección algo anacrónica. Tras hacerme unas pre-guntas de cortesía, se volvió a sentar a su mesa, pues,dijo, no quería distraerme. Instalado a mi vez frente al or-denador, aproveché los segundos que tardaba en encen-derse para estudiar disimuladamente a mi compañero.Manuel Jorges —así se llamaba— era un hombrecillo depelo raro y edad indeterminada. Sus gafitas redondas yojos tristones le daban un aspecto desvalido, como de en-tomólogo inglés o de poeta de los años veinte.

Esa primera semana mi objetivo principal era repasarlas tareas pendientes de julio y establecer el plan de tra-bajo del semestre. Por tanto, tuve tiempo para examinar aJorges a conciencia. Descubrí que sus hábitos contrade-cían absolutamente las advertencias que había recibido

13

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 13

Page 9: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

acerca de su carácter, pues era la persona más quieta y si-lenciosa del despacho. Llegaba por la mañana temprano,encendía su ordenador, abría sus libros y se pasaba horasen perfecta y estudiosa inmovilidad, que solo interrumpíapara subrayar cuidadosamente ciertos pasajes con lápiz yregla o para teclear algunas frases. Cuando le invitábamosal café de media mañana no solía venir. Se disculpaba son-riente, encogía los hombros y señalaba sus libros con unvago gesto. Las escasas veces que conseguimos que nosacompañara participó poco en la conversación y a menudoparecía levemente distraído. Esa actitud nos pareció na-tural. Al fin y al cabo, nos dijimos, acababa de conocernos,era algo mayor y trabajaba en una disciplina muy diferentea la nuestra. Comía con los de clásicas, que venían a bus-carle. Cuando le veíamos en el comedor sentado a la mesacon ellos notábamos que hablaba mucho y que le escu-chaban con interés, con deferencia incluso. No solía re-gresar al despacho por la tarde, pues la pasaba trabajandoen diversos archivos o bibliotecas. Esta rutina la mantuvoreligiosamente durante las semanas siguientes, en las quenadie pudo formular queja alguna sobre él. Jorges —todosle llamaban por su apellido, y de usted— era un tipo per-fectamente normal, incluso anodino, al que solo distinguíauna manera de hablar un tanto formal, apolillada, a la quenos acostumbramos con rapidez. Aparte de este detalle,nada en él hacía sospechar al ser singular, al forjador dementiras imposibles y extravagantes sobre el que nos ha-bían advertido.

El primer indicio de que Jorges era un personaje no-table llegó a finales de septiembre, una mañana que se fue

14

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 14

Page 10: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

la luz. La pantalla de mi ordenador se había oscurecidorepentinamente y el despacho había quedado por un mo-mento flotando en un extraño silencio. Las malas noticiasse sucedieron con rapidez. Era todo el edificio, nos con-firmó alguien a los pocos minutos. Toda la calle, nos dije-ron después. Era una avería seria y podía ser cosa dehoras, nos informó finalmente un fúnebre bedel. Muchosse encogieron de hombros, sacaron tranquilamente el por-tátil y se pusieron a trabajar en otra cosa. Otros, simple yolímpicamente, se fueron a casa. Yo, sin embargo, queríaasegurarme de que había guardado el trabajo de esa ma-ñana, y no había traído portátil. Seguí mirando con inútiltesón el ordenador apagado.

Desde detrás de la pantalla me llegó la voz de Jorges.—Es una lástima. Hace tan solo unos meses podría

haberle ayudado, pero ahora he perdido ya las facultadesprecisas. Solo cabe esperar a que vuelva la luz.

Moví la silla para poder verle. Me lo tapaban las pan-tallas.

—¿Cómo podría haberme ayudado? —le espeté.Jorges me miró abriendo las manos con gesto episco-

pal.—Devolviendo la corriente al ordenador. Con palpar

el cable durante unos segundos habría bastado.—¿Con palpar el cable, dice?—Sí —dijo, y volvió a mirar a sus libros—. Habría

sido cuestión de segundos. Fue una de las consecuenciasde mi experimento. Un efecto secundario, si me permitela pedestre metáfora. Desde luego, no puedo alardear dehaberlo planeado así.

15

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 15

Page 11: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

Jorges hablaba lentamente, distraído, todavía medioconcentrado en su trabajo. Tomó el lápiz y la regla y su-brayó un pasaje. Los subrayados eran perfectamente rec-tos y equidistantes de las líneas: parecían impresos.Depositó cuidadosamente el lápiz y la regla sobre la mesay pareció abstraerse por completo.

Temí que se volviera a sumergir en la lectura. Llevabatiempo curioso por saber si lo que contaban de él eracierto, así que decidí darle pie.

—Claro. ¿Cómo podría uno anticipar algo así?Jorges lanzó una mirada ante sí, pensándose algo.

Cerró el libro y movió la silla para poder verme mejor. —Exacto. Esa es la actitud de la mayoría, y confieso

que durante un tiempo también fue la mía. Pero no dejade tener su lógica. Si me permite, y si no le interrumpoen su trabajo, le puedo contar la vivencia concreta a queme refiero.

Le aseguré vivamente que no me interrumpía en ab-soluto, puesto que hasta que no volviera la luz no podíatrabajar. Uno de los compañeros que se habían quedadotrabajando, Samuel Muelas, se giró hacia nosotros, puescompartía mi curiosidad por Jorges. Unas mesas más allá,Ana seguía con el portátil abierto, pero la adivinaba per-fectamente atenta. Jorges se percató de que había reunidoun auditorio inesperado y pareció dudar durante unos ins-tantes. Luego, sin embargo, se decidió. Se encogió leve-mente de hombros y comenzó a hablar sin abandonar suactitud compungida.

—Mire, yo soy de un pueblo de los Montes de Toledo.Allí nací, allí he pasado siempre las vacaciones y allí me

16

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 16

Page 12: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

inculcaron desde pequeño un pavor febril por los rayos.Una de las escenas de mi niñez que mejor recuerdo trans-curre en una sala en penumbra, con mi abuela y mi tíasentadas sacramentalmente a una mesa camilla. Las ven-tanas están cerradas, las persianas golpean contra los vi-drios. Las viejas mascullan rezos atemorizados en laoscuridad. Al dispersarse los truenos, destaca el afanosotic-tac del reloj, que adquiere un tono triunfal en mediodel silencio.

»Le diría que era una escena común en todos los ho-gares del pueblo. En esa población el miedo a las tormen-tas es casi una devoción, hasta el punto de que en elimaginario local la patrona, la Virgen del Valle, le ha arre-batado a santa Bárbara el dominio sobre los rayos y true-nos. El fervor por la patrona procede sin duda de algúnculto atávico a Júpiter o a algún dios lusitano, o inclusoceltíbero. Tal vez el Sucellus del poderoso martillo quese conserva en el Museo Arqueológico de Viena».

Por un momento, temí que Jorges se perdiera en al-guna divagación erudita, pero pronto volvió a la narración.

«En fin, para que se haga una idea, la fiesta de la Vir-gen del Valle cae a finales de agosto, el epicentro de latemporada de tormentas. Y el momento más importantede la celebración es una romería hasta la ermita de laimagen. Esta ermita se halla en un valle pelado, pobladosolo, y muy ralamente, de algunas encinas, chumberas yjarales, y ribeteado de rocas de caprichosas formas. Laromería consiste en llevar a la imagen a este lugar. Perono se la mete a la ermita entonces, como se hace en otrospueblos y en otras romerías análogas. No, la tradición de-

17

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 17

Page 13: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

termina que durante esa tarde se la coloque en una rocaennegrecida, siempre la misma. Tras instalarla allí, lagente come, bebe y baila a su alrededor.

»Como le he dicho, toda esta fiesta transcurre a finalesdel estío, por lo que al caer la tarde la posibilidad de quehaya tormenta es altísima. El calor se transforma en bo-chorno, el aire se espesa y se torna opresivo, mientras elcielo va cobrando un color plomizo. Aunque la fiesta con-tinúa, la conversación y los bailes adquieren entonces unposo de inquietud, de alegría forzada. Y es que todos estánexpectantes a lo que se desarrolla en el horizonte, dondelas nubes se espesan y se ennegrecen ominosamente.

»Al cabo, tras la sierra se oye el rodar lejano de la tor-menta y los primeros relámpagos rasgan las tinieblas. Latempestad se desata con furia, anunciada por un truenocolosal que hace temblar los vasos, las mesas, las paredesde la ermita. La gente se dispersa, abandonando instru-mentos, charlas y bailes, y huye corriendo para refugiarsetras las diversas cercas de piedra. Así, atrincherados, sedisponen a resistir el bombardeo atávico. Y lo hacen justoa tiempo. Con una rapidez y saña temibles, las nubes arro-jan sobre el valle una lluvia de rayos, que crujen horri-blemente y que avanzan resquebrajando la oscuridad,como venas de luz que trazaran el sistema circulatorio delcielo. La batería se concentra sobre los roquedos, a unosveinte metros de la ermita. La mayoría de los fieles tiem-bla y oculta la cabeza, pero no todos lo hacen. Los másvalerosos, los que reúnen el coraje de asomarse en mediodel estruendo elemental de la tormenta, pueden contem-plar un espectáculo pavoroso: decenas de rayos golpeando

18

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 18

Page 14: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

la imagen de la patrona, rodeándola de una luz cegadoray de salvajes restallidos».

—¿Y eso no destroza la estatua? —Ana había dejadosu ordenador y había acercado su silla hacia nosotros.

—No —repuso con cierto orgullo Jorges—. La pa-trona se mantiene incólume.

—Es raro que los rayos caigan en el valle, y más enunas rocas. Porque habrá por allí encinares, además deledificio de la ermita.

—Es más que raro, señorita: es extraordinario. En elimaginario colectivo del pueblo, es milagroso. Es un fenó-meno que demuestra precisamente el poder de la Virgensobre los rayos. Y además constituye una especie de exor-cismo para el resto del año, pues se supone que en esatarde mágica la imagen concentra sobre sí los rayos quenormalmente habrían caído repartidos durante el transcu-rrir de los meses, fulminando reses, casas y devotos.

»Esa es la creencia, pero lo cierto es que la experien-cia de la romería resulta más bien traumática: más queextirpar miedos, se diría que los fomenta. Todos llevanescapularios de la Virgen y tienen en casa cuadros o fotosde la imagen, pues no hay calendario en el pueblo que nola muestre en ese momento fatídico de la romería, hierá-tica y beatífica en medio de toda la esplendorosa destruc-ción eléctrica. Pese a estos amuletos, como digo, el miedoa las tormentas les subyuga. En cuanto se reúnen nubes,la gente comienza a otear el cielo con desconfianza y aapresurar el paso. Y si se oyen truenos, por lejanos quesean, se suspende toda actividad y se cierran puertas yventanas, tras las cuales se oyen carreras y angustiados

19

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 19

Page 15: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

llantos de niños. Incluso los elementos más librepensa-dores y escépticos del pueblo viven avasallados por esteterror. Una vez, hablando con el médico, hombre que des-deña los escapularios y que se ríe abiertamente de la ro-mería, vimos un relámpago lejano. Me percaté entoncesde que mi interlocutor palidecía y musitaba algo. Al prin-cipio creí que era la plegaria ancestral, la letanía que ale-jaba los rayos. Pero me equivocaba, no era la letanía loque bisbiseaba el volteriano doctor, sino números: el mé-dico contaba, contaba el tiempo transcurrido entre el re-lámpago y el trueno. Por cada segundo, un quilómetro dedistancia del lugar donde ha caído el rayo. Uno, dos, tres,cuatro… Al cabo, llegó debilísimo el eco del trueno. Elmédico dejó sus cuentas y sonrió aliviado. Al volver desu abstracción y fijar su mirada en mí su gesto se tornópudoroso. “Usted es un intelectual, Jorges, un hombre deciencia” —me dijo en voz baja—, “y por eso mismo sabedisculpar las debilidades del prójimo”. Echó una rápidaojeada a la sierra antes de continuar, con divertida mali-cia: “Además, en caso de aprieto el sabio no desprecianinguna ayuda, venga esta en forma de la totémica fotode la patrona o de cálculos sobre la velocidad del sonido”.

»Yo he asistido desde pequeño a las romerías y heredéde mis paisanos ese pavor cerval a las tormentas. Esemiedo lo llevo dentro. Sin embargo, al estudiar los fenó-menos eléctricos en el colegio, y luego en Plinio y Lucre-cio, sentí también arraigar en mí una curiosidad de la queacabó por brotar una obsesión, un afán impío, si me per-miten la expresión. Dedicaba horas a vagar por el vallede la ermita o a contemplar las fotos de la patrona durante

20

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 20

Page 16: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

la tormenta de la romería, rumiando recuerdos históricoso literarios: el pueril experimento de Benjamin Frankliny la cometa, el laboratorio del torturado Victor Frankens-tein… Esta fascinación aumentó con los años. Para dis-traerla y alimentarla incluso llegué a dedicarle algunosestudios al tema. Estos incluyen un análisis del sistemametafórico de la letanía a la patrona, amén de algunasnotas sobre toponimia incluidas en mi tesis doctoral.

»Al cabo de unos años determiné pasar a la acción,considerando que calmaría así una idea fija que me es-taba consumiendo. Le ahorraré detalles técnicos acercade los manuales de física que consulté, de los pequeñosexperimentos que llevé a cabo, de los riesgos que corrí.Lo que ahora nos interesa es que finalmente mis estudiosy preparativos fructificaron, pues con elementos suma-mente simples pude construir el escenario que ambicio-naba. Al disponerlo seguí el consejo del médico, pues meserví tanto de la ciencia como de la tradición local. Por-que sabía que, para tener éxito, todo se tenía que conjugara mi favor: tiempo, lugar y ventura. Y creía firmementeque lo conseguiría, aunque tuviera que disponer la másminuciosa escenografía.

»Esta comenzó con el espacio elegido, el sancta sanc-torum donde llevaría a cabo el experimento. Tras muchoscálculos, escogí un cuarto orientado a la sierra. En cuantoal momento, me incliné por aquel que tanto mis estudioscomo la costumbre indicaban como idóneo: la tarde de laromería. El resto de los detalles los dispuse con minucio-sidad. Una cuidadosa combinación de corrientes de aire,ventanas y balcones abiertos, baldes de agua y planchas

21

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 21

Page 17: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

metálicas apuntaba al cuarto, y dentro de este a una camade hierro cuyo colchón y almohadas rellené de materiaaislante y hojas de laurel. A la hora apropiada, me sentéen la cama, poniendo mi diestra en el preciso lugar cal-culado, y esperé.

»La tarde caía y el bochorno hacía el aire irrespirable.El pueblo estaba hundido en un silencio inmóvil. Sentí lacamisa empapada en sudor. Algunas gotas se deslizabanpor la espalda y otras caían desde el cabello a la cama. Medi cuenta del detalle y comencé a tener miedo. ¿Afectaríaa mi experimento este sudor? ¿No funcionaría como ele-mento conductor, destruyendo el sutil equilibrio que habíadispuesto? Por un momento, pensé levantarme, cerrar lasventanas y posponerlo todo. Pero algo me forzó a permane-cer inmóvil. Afuera, las nubes se congregaban, envolviendola habitación en tinieblas.

»Súbitamente, una ráfaga dispersó las cortinas y losrelámpagos sajaron las penumbras. Los papeles del es-critorio se dispersaron y huyeron pasillo abajo golpeandolas paredes, iluminados a rachas por los relámpagos enuna visión fantasmal. El retumbar de los truenos hacía vi-brar la casa hasta los cimientos. Sentía temblar la cama,los vidrios de los balcones, los muelles del colchón. Y elfragor crecía por instantes, haciéndome sentir cada vezmás pequeño, cada vez más insignificante. El terror memantenía clavado en mi puesto, incapaz de pensar, inca-paz de contar el intervalo entre cada resplandor y el es-truendo que le seguía.

»No sé cuánto tiempo transcurrió hasta que, repenti-namente, llegó el momento. Simplemente ocurrió. Es di-

22

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 22

Page 18: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

fícil comunicar una impresión de tal magnitud, pero tra-taré de explicárselo en la medida de lo posible.

»Para empezar, me vi envuelto súbitamente en un cru-jido titánico y, simultáneamente, en una luz cegadora.Dejé de oír durante un instante, en el que solo sentí unpitido insoportablemente intenso que orbitaba en torno amí. Desde algún punto encima de mi cabeza el pitido bajóhasta situarse frente a mi pecho, luego descendió bajo lacama y finalmente volvió a ascender por detrás de mi es-palda, deteniéndoseme como flotando justo tras la nuca.Cerré los ojos. Aguanté la respiración. A los pocos segun-dos, o quizás fueron minutos, el horrible sonido se apagó.Temí haberme quedado sordo, pero paulatinamente volvía sentir los truenos, al comienzo mitigados, acolchados.Poco a poco, mi capacidad auditiva volvió a la normali-dad. Abrí los ojos y esperé a que se alejara la tormenta,que arreció todavía largo tiempo. Pese a ello, ya no sentíamiedo alguno.

»Cuando los relámpagos se espaciaron y los truenosrodaron tras la sierra, cerré los balcones y traté de encen-der la luz. El interruptor no respondía, por lo que me echéen la cama y pospuse la inspección del cuarto hasta lamañana siguiente. La lluvia golpeaba ya los vidrios de losbalcones. Me dormí rápidamente. Soñé que acosaba a la-tigazos a las nubes de la tormenta, que se dispersaban hu-yendo ante mi avance triunfal.

»Al amanecer pude comprobar los destrozos quehabía provocado el rayo. Había entrado por el lugar quehabía anticipado con mis cálculos, pero una vez en la ha-bitación su comportamiento había sido totalmente errá-

23

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 23

Page 19: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

tico. Para empezar, había fulminado la cámara que habíadispuesto para grabar la escena, con la idea de obtenerde mí mismo una imagen parecida a la de la virgen en laromería. Además, había rebotado en varias paredes, pro-fanando con metódica saña las fotos de la patrona quehabía colgado para orientar su trayectoria. No pude pre-cisar por dónde había salido.

»A lo largo de los minutos siguientes, mientras reco-rría con la mirada las huellas del rayo en la pared, refle-xioné sobre ese misterio. Si no se percibía por dóndehabía escapado, ¿podría ser debido a que hubiera desa-parecido en algún punto de la habitación? ¿Tal vez a tra-vés del suelo, tras tocar en las patas de la cama? Pero no.El enlosado estaba impoluto. ¿A través de las paredes oel techo de bóveda, pues? Tampoco, pues al calcular surecorrido y los golpes que había dado chocando contra lasparedes, la lógica, los ángulos, todo, todo me llevaba… ala cama. Allí se había volatilizado el rayo, tal vez ahogadopor el colchón relleno de materia aislante y laurel quehabía preparado y que había sido mi asiento durante latormenta. Eso debía de ser. No había dejado marca algunaen las sábanas, pero era la única solución. Sin embargo,no me parecía plausible… Al rechazarla, mi mente sealumbró paulatinamente a una gran revelación. El rayono podía haber salido. No había salido. Estaba dentro demí. Lo había absorbido.

»Era impensable y, sin embargo, irrefutable. Me fijéen mi reloj de pulsera. Siguiendo el ritmo de mi respira-ción, las agujas avanzaban y se detenían por intervalos ya velocidad vertiginosa. Por su parte, las cifras del calen-

24

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 24

Page 20: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

dario del aparato rotaban como si las barajara un demente.Y mi piel. Exhalaba una potencia apenas contenida.Cuando me acercaba a algún objeto despertaba en él unzumbido que se intensificaba proporcionalmente a mi pro-ximidad. Me incliné a recoger los papeles dispersos por elsuelo y estos crujieron, coruscándose al contacto con misdedos. Toqué el colchón aislante y noté un golpe como deneumático que se prueba con el pie. Era increíble, peroevidente: me había convertido en un ser galvánico.

»No me dejé llevar por la euforia ni el horror. Nec spenec metu. En ese momento lo que me hacía falta era calma,calma para poder alcanzar control sobre mí mismo. Salíde la habitación, sintiendo que cada paso que daba pro-vocaba un pequeño crujido voltaico. Bajé cautelosamentelas escaleras, fijándome en la lámpara del techo del za-guán. El rayo no había pasado por ahí, por lo que los ca-bles no podían estar dañados. Se me ocurrió que quizáspodía accionar la luz, alimentar la bombilla sin tocar elinterruptor. Extendí la mano derecha hacia la lámpara yesta se encendió. Giré levemente la muñeca y se apagó.

»Esta nueva revelación me sumergió en una borra-chera de gloria. Habitación tras habitación, encendí yapagué aparato tras aparato, regulando incluso la canti-dad de corriente que los alimentaba y perfeccionando mitécnica hasta lograr hacerlo con un gesto imperceptiblede mi diestra, con alguna palabra, con una simple mirada.Mi victoria me ahogaba. Sentía ganas de gritar.

»Tras practicar un poco, no me resultó difícil modularel crujido de mis pasos, ni reducir a una vaga sensaciónel zumbido que emitía. Nadie lo notaría, me aseguraba.

25

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 25

Page 21: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

»Y, en efecto, nadie lo notó. Esa misma tarde tuve lasatisfacción de pasearme por el pueblo, hacer mis com-pras, hablar con mis conocidos sin que nadie percibieraabsolutamente nada. Y, sin embargo, ¡qué triunfo! Poseíaun poder titánico. Yo era consciente de que si lo concen-traba súbitamente podía volar un coche o destruir unmuro, pero nadie lo sabía y la gente estrechaba confiadala mano que podría carbonizarles instantáneamente.Había conseguido algo con lo que ni siquiera había so-ñado: disfrutar de una capacidad excepcional, casi mítica,sin perder una posición de perfecta integración entre misconciudadanos.

»No obstante, ¡ay!, el orgullo siempre pierde al ser hu-mano y le confieso que yo no he logrado ser la excepción.A la semana escasa de obtener mis poderes me asaltó latentación de exhibirlos. Comencé con algunos ensayosinocentes. Me metía en alguna tienda y hacía que se apa-gara y encendiera la luz del escaparate. En el supermer-cado, cambiaba la música de fondo, recorriendoprovocativamente el dial. También hacía que parpadearanlas luces de las cajas. La sorpresa de la gente me divertía,pero no duraba mucho. Además, no era suficiente. Mi va-nidad me ahogaba, me gritaba que tenía que hacer saberquién era yo, qué era capaz de hacer.

»Empecé vaticinando tormentas, que provocaba en losdías más claros y a las horas más insólitas. Sin embargo,estas demostraciones solo me granjearon cierta reputaciónde tener buen ojo para predecirlas. ¡Buen ojo! Modicaefidei! Obviamente, necesitaba algo más drástico. Y debíahacerlo rápido, pues notaba que mis facultades se debili-

26

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 26

Page 22: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

taban, como si la carga eléctrica se fuera escapando insen-siblemente con el paso de los días.

»Decidí reunir a un grupo de amigos y revelárselo.Para que no tuvieran más opción que creerme, ilustré lanoticia con una demostración. “Ahora voy a hacer quese vaya la luz de todo el pueblo” —anuncié. Y lo hice.“Ahora, que vuelva. Atentos” —y lo hice. Pero soloarranqué de ellos burdas carcajadas. “¿Pero cómo lohaces? ¿Cómo lo sabías?” —me decían. “¿No me habéisoído?” —me indignaba yo. Resolví realizar un esfuerzoespecial. “Mirad la tragaperras y preparaos para el mo-mento galvánico. Ahora va a tocar. ¡Mirad!” —y las mo-nedas de euro cayeron estruendosamente, como un manámetálico. Por desgracia, en vez de impresionarles, estedespliegue les distrajo, pues todos acudieron a felicitaral jugador y a pedirle que pagara una ronda. ¡Pueblo es-tólido! ¡Prodiga toda su fe en amuletos contra los rayosy, sin embargo, rechaza las pruebas que se les pone antelas mismas narices!

»Me marché a casa abatido. Pero aún no había apu-rado mi cáliz. Debía todavía aguantar la befa de la mu-chachada, las alusiones hirientes de los lugareños. Sabíaque se reían de mí, que me ponían motes. No podía darmepor aludido, pues habría sido demasiado para mi digni-dad, pero su osadía y mi calvario no hacían más que au-mentar. Acorté las vacaciones y me volví a Madrid. Peroincluso aquí me acosa su grosero sentido del humor. Mirela última ofensa, mire».

Jorges abrió un cajón y extrajo un papel, que me mos-traba con una indignación no exenta de dignidad trágica.

27

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 27

Page 23: El Señor del Relámpago · 2018-08-01 · El señor del relámpago C UANDO VOLVÍ DE VACACIONES, nuestro nuevo compañero ya estaba instalado en el despacho. Enseguida me di cuenta

—¡Pregonero! ¡Me nombran pregonero de las fiestasdel año que viene! ¡A mí!

»En fin, en Madrid mis facultades galvánicas se des-vanecían por momentos. Traté de reunir apresuradamentealgunas pruebas de su existencia, pero soy perfectamenteconsciente de que no son conclusivas, de que cualquierapodría haberlas falsificado. Mire, las guardo aquí. Esta esuna foto que me hice encendiendo una lámpara desen-chufada como le decía, frotando el cable. Ya, ya sé queesto no prueba nada… Y mire esto. Son los papeles conmis cálculos, los que chamusqué al tocarlos. Fíjese, al-gunas anotaciones todavía pueden apreciarse… Y esta,esta es la cámara de vídeo, destrozada. Me han dicho envarias tiendas que es imposible sacar las imágenes deella, pues los cables se han fundido. Consummatum est.En suma, que lo que me queda, la prueba irrefutable yúnica, es esta».

Jorges devolvió sus objetos al cajón y lo cerró. Acercóla silla a nosotros, se desabotonó el puño derecho de lacamisa y se arremangó, extendiéndonos triunfalmente elbrazo.

—Miren. Por ahí entró el rayo.En el pulso de Jorges se distinguía, solitario, desa-

fiante, un pequeño lunar.

28

El señor Relámpago_Mala hoja 28/7/18 8:58 Página 28