el santo

2
EL SANTO CESAR AIRA Cristóbal Vergara Espinoza [email protected] “La novela es la epopeya de un mundo abandonado por dios”, sostuvo el crítico Georg Lukács en un reputado ensayo dedicado a analizar la genealogía de la ficción novelesca. Y no pude dejar de pensar en ello mientras leía El Santo, la última novela publicada por el argentino Cesar Aira. Lo que ahí hallamos: un santo que no lo es, en las postrimerías de la Edad Media, que cansado de la vida monástica decide dejar la costa catalana en la que habita para regresar a su natal Italia a esperar la muerte. No obstante, los feligreses y monjes no desean perder el usufructo del portento y deciden asesinar al personaje con la intención de redituar con sus osamentas. Ante ello, el Santo huye, iniciando un viaje azaroso que lo llevará cada vez más al sur, a un espacio mítico en el que toda su experiencia se trastoca y reconfigura ante un paisaje excitante y extraño: África. Pero afirmaba que el Santo no es tal. Ello es debido a que no atestiguamos sus milagros, que son descritos como imperceptibles, milagros de lo cotidiano. La fe se sostiene sobre sí misma, siendo la intervención divina el eco difuso de un relato que es tan antiguo como incierto o bien una operación de microscopía, una solaz del detalle puntilloso. El Santo sugiere entonces no tanto un contacto con la divinidad trascendente y abarcadora como sí una humanidad ensimismada y arqueada sobre su propio cuerpo: inútil frente al ejercicio físico, ocioso, cándido, amparado en una erudita ignorancia sobre un universo raro. El periplo zigzagueante que Aira impone a su personaje habla de ello: de una subjetividad que estalla en un universo desconocido, para comprender que no todo es comprensible. Los movimientos del Santo son determinados por el azar y lo ominoso se difumina. El destino funesto queda atrás, en la lejana costa catalana. En efecto, no hay destino sino que actualización de un puñado de circunstancias móviles y amparadas la casualidad. La sombra de una predestinación que se intuye gobernada por la divinidad termina orientada por las cuestiones del cuerpo, el que se vuelve el plano para entender y transar con aquel universo africano, extraño e hiperbólico, que se corporiza en la figura de la reina Poliana. La tensión entre el personaje y

Upload: franco-escepticismo

Post on 04-Jan-2016

9 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Reseña de la novela El Santo, de Cesar Aira, que desarrolla sus elementos temáticos y estructurales desde una perspectiva afirmativa de la novela como experimentación y devenir.

TRANSCRIPT

Page 1: EL SANTO

EL SANTO

CESAR AIRA

Cristóbal Vergara Espinoza

[email protected]

“La novela es la epopeya de un mundo abandonado por dios”, sostuvo el crítico Georg

Lukács en un reputado ensayo dedicado a analizar la genealogía de la ficción novelesca. Y no

pude dejar de pensar en ello mientras leía El Santo, la última novela publicada por el argentino

Cesar Aira. Lo que ahí hallamos: un santo que no lo es, en las postrimerías de la Edad Media,

que cansado de la vida monástica decide dejar la costa catalana en la que habita para regresar a

su natal Italia a esperar la muerte. No obstante, los feligreses y monjes no desean perder el

usufructo del portento y deciden asesinar al personaje con la intención de redituar con sus

osamentas. Ante ello, el Santo huye, iniciando un viaje azaroso que lo llevará cada vez más al

sur, a un espacio mítico en el que toda su experiencia se trastoca y reconfigura ante un paisaje

excitante y extraño: África.

Pero afirmaba que el Santo no es tal. Ello es debido a que no atestiguamos sus milagros,

que son descritos como imperceptibles, milagros de lo cotidiano. La fe se sostiene sobre sí

misma, siendo la intervención divina el eco difuso de un relato que es tan antiguo como incierto

o bien una operación de microscopía, una solaz del detalle puntilloso. El Santo sugiere entonces

no tanto un contacto con la divinidad trascendente y abarcadora como sí una humanidad

ensimismada y arqueada sobre su propio cuerpo: inútil frente al ejercicio físico, ocioso, cándido,

amparado en una erudita ignorancia sobre un universo raro. El periplo zigzagueante que Aira

impone a su personaje habla de ello: de una subjetividad que estalla en un universo desconocido,

para comprender que no todo es comprensible.

Los movimientos del Santo son determinados por el azar y lo ominoso se difumina. El

destino funesto queda atrás, en la lejana costa catalana. En efecto, no hay destino sino que

actualización de un puñado de circunstancias móviles y amparadas la casualidad. La sombra de

una predestinación que se intuye gobernada por la divinidad termina orientada por las cuestiones

del cuerpo, el que se vuelve el plano para entender y transar con aquel universo africano, extraño

e hiperbólico, que se corporiza en la figura de la reina Poliana. La tensión entre el personaje y

Page 2: EL SANTO

aquella geografía/cuerpo incomprensible y deseable delinean un cuadro en el que Dios parece

solo existir por medio del rumor o del recuerdo. O no existir.

Volviendo a Lukács, es preciso señalar que los dioses murieron, como sostuvo

Nietzsche. La novela nos habla de ello ya que ahí el héroe es un agente activo y carente que

deberá salir, recorrer el mundo para probar su valor y justificar su estar-habitar-ser en aquel

universo imperfecto. Falto de la orientación divina, aquel héroe se moviliza por la negación de

un el contacto con lo trascendente y lo superior que le permita enfrentar una existencia que es,

ante todo, dolorosa. Así, la novela es una movilización que justifica una existencia precaria: el

relato de unos hombres nómades que deberán probar su valía. Aira parece reflexionar sobre ello

en El Santo. Un relato breve en el que la problematización acerca de qué es la novela se vuelve

relato. La ficción se intuye entonces como un milagro, la luz lejana de algo que es incomprensible,

pero que cautiva, una causa primera que es de tan difusa parece inexistente.

Aira, Cesar. El santo. Buenos Aires: 2015. Literatura Random House. 144 págs.