el romanticismo

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El Romanticismo: novela y teatro. La novela romántica. La novela romántica se inspira fundamentalmente en la época medieval, es una novela histórica que acentúa el nacionalismo literario como expresión de la recuperación de la identidad de cada pueblo. Los protagonistas suelen ser personajes secundarios que participan de algún hecho histórico relevante; se trata de la historia con una presentación novelada. Walter Scott (1771-1832). Considerado el padre de la novela histórica y, por ende, de la romántica. De origen escocés, pasa allí su infancia y juventud. Estudia leyes y realiza numerosos viajes, en uno de ellos visita el inhóspito norte de Gran Bretaña donde recupera antiguos relatos de la tradición oral. En 1814 publica Waverly, la primera novela histórica, en ella destaca su interés por el folclore escocés, descripciones de sucesos históricos y de la naturaleza; se ayuda de su propia experiencia personal y del estudio para la elaboración de la obra; la caracterización del protagonista es la típica del héroe romántico. Esta es la primera de las tres novelas que forman la trilogía escocesa: Guy Mannering (1815) y El anticuario (1816). Publica un volumen de narraciones en cutro series de 1816 a 1830: Cuentos de mi posadero, donde destaca la historia de La pastora de Lammermoor. Su obra más conocida es Ivanhoe, publicada en 1823 y ambientada en la época de Ricardo Corazón de León. Los héroes de Scott son desconocidos dotados de virtudes que los hacen populares y recuerdan lo hierático de los personajes de las novelas de Chrétien de Troyes. Son personajes planos sin un análisis profundo de su personalidad puesto que al autor lo que le interesa es moverlos en un trasfondo histórico que resulte atractivo. Ilustración para la ópera Ivanhoe.

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Page 1: El Romanticismo

El Romanticismo: novela y teatro.

La novela romántica.

La novela romántica se inspira fundamentalmente en la época medieval, es una novela histórica 

que acentúa el nacionalismo literario como expresión de la recuperación de la identidad de cada 

pueblo.   Los   protagonistas   suelen   ser   personajes   secundarios   que   participan   de   algún   hecho 

histórico relevante; se trata de la historia con una presentación novelada.

Walter Scott (1771-1832).

Considerado el padre de la novela histórica y, por ende, de la romántica. De origen escocés, pasa 

allí   su   infancia  y   juventud.  Estudia   leyes  y   realiza  numerosos  viajes,  en  uno de  ellos  visita  el 

inhóspito norte de Gran Bretaña donde recupera antiguos relatos de la tradición oral. En 1814 

publica Waverly,   la primera novela histórica,  en ella  destaca su  interés  por el   folclore escocés, 

descripciones de sucesos históricos y de la naturaleza; se ayuda de su propia experiencia personal 

y del estudio para la elaboración de la obra; la caracterización del protagonista es la típica del 

héroe   romántico.  Esta  es   la  primera  de   las   tres  novelas  que   forman  la   �trilogía  escocesa �: Guy

Mannering (1815) y El anticuario (1816). Publica un volumen de narraciones en cutro series de 

1816 a 1830: Cuentos de mi posadero, donde destaca la historia de La pastora de Lammermoor. Su 

obra más conocida es Ivanhoe, publicada en 1823 y ambientada en la época de Ricardo Corazón 

de León.

Los héroes de Scott son desconocidos dotados de virtudes que los hacen populares y recuerdan lo 

hierático de los personajes de las novelas de Chrétien de Troyes. Son personajes planos sin un 

análisis profundo de su personalidad puesto que al autor lo que le interesa es moverlos en un 

trasfondo histórico que resulte atractivo.

Ilustración para la ópera Ivanhoe.

Alejandro Dumas (1802-1870).

Este parisino conoció su primer éxito con una obra teatral. La publicación de sus novelas históricas 

y  dramas   le  proporcionó  una   fortuna  considerable,  que  malgastó  e   invirtió  en  empresas  que 

fracasaron. Arruinado murió refugiado en el hogar de su hijo.

Todos   los géneros   literarios   se  dan  cita  en   la  numerosa  obra  de  Alejandro  Dumas   (tragedias, 

melodramas, novelas de aventuras, artículos, etc), si bien se sabe que contó con el trabajo de 

algunos colaboradores. Dos de sus obras más conocidas son Los tres mosqueteros (1844) con sus 

continuaciones y El conde de Montecristo (1845-1846).

Page 2: El Romanticismo

Los tres mosqueteros.

Victor Hugo.

Ya hemos podido apreciar su faceta como poeta de gran capacidad y expresividad.  No menos 

prolífico fue Hugo en el campo narrativo, donde demostró sobradamente su valía como literato. 

Sus novelas están ambientadas, siguiendo el canon romántico, en épocas pasadas, sin embargo, 

Hugo se cuida mucho de enlazar sus argumentos con los debates sociales contemporáneos. En 

realidad sus novelas discurren en torno a una idea que funciona como eje de las aquellas, tal y 

como acontece cuando trata sobre la miseria moral y material en Los miserables (1862). En 1831 

publica   su  primera gran  novela: Nuestra Señora de París,   que   trata   la  historia  de  Cuasimodo, 

campanero   jorobado de   la   catedral  parisina  en  el   siglo  XV,   junto  a   la  gitana  Esmeralda  y   las 

historias de amor entrecruzadas, que culminan en un destino fatal.

Novelas históricas y sociales también son El último día de un condenado a muerte (1829) y Claude

Gueux (1834), cuya idea central es la defensa de la abolición de la pena capital. Las novelas de 

Hugo   muestra   su   tendencia   a   reflejar   la   posición del   pueblo,   de   los   más   desfavorecidos 

contraatacando a los postulados novelescos en los que la aristocracia y la burguesía eran el centro 

de la narración. Sin duda alguna, sus obras son el espejo de las transformaciones que acusa la 

sociedad   francesa   del siglo   XIX,   en   constante   revolución   e   inestabilidad  política   y   social.   Los 

personajes de Hugo recuerdan a los héroes clásicos grecolatinos por cuanto están abocados a un 

destino fatal que los persigue a lo largo de sus vidas.

Mary Shelley (1797-1851).

Hija de escritores se educó en un ambiente dominado por las ideas románticas e ilustradas. Huye 

de   la   casa   paterna   en   compañía   del   poeta Percy   Bysshe   Shelley con  quien   acaba   casándose. 

Page 3: El Romanticismo

Muerto su marido pidió que se le arrancase el corazón en la pira mortuoria. Conservó el órgano y 

la acompañó en sus viajes. Murío empobrecida en su Londres natal. En 1818 publica Frankenstein

o el moderno Prometeo.

El ciego se topa con Frankenstein.

Esta novela está inspirada en el mito de Prometeo, tan bien dibujado por Esquilo, y en el Paraíso

perdido de Milton. Frankenstein es una novela de terror  y ejemplo de la novela gótica en la que el 

ambiente   se   construye   a   raíz   de   paisajes   sombríos,   pasadizos   y   cámaras   secretas,   bosques 

lúgubres, ruinas medievales y castillos con criptas misteriosas. La novela es una alegato contra la 

ambición creadora del hombre, su mal uso de los avances científicos, su equiparación con el poder 

divino, el desprecio por la naturaleza y la dignidad del ser humano cargado de imperfecciones.

Teatro romántico.

El teatro romántico rompe con los principios defendidos durante el  Neoclasicismo. Las obras a 

menudo presentan una introducción en la que los autores explican las modificaciones que han 

pretendido introducir en sus obras. Uno de estos prefacios, y que se considera como el decálogo 

del drama romántico es el que Victor Hugo escribió para su obra Cromwell en 1827. En él defiende 

que el nuevo teatro venga a ser una síntesis de lo anterior donde, junto a la trama principal, se 

desarrollen acciones paralelas que acaban fusionándose en una sola, alcanzando la idea de un 

todo unitario.

El drama romántico, siguiendo los postulados de Hugo, se caracteriza por los siguientes aspectos:

Rechazo de la regla de las tres unidades. El interés de los románticos reside en analizar la 

evolución de un personaje en el tiempo; les interesa el cambio de escenarios y, asimismo, se 

solapan varias acciones sobre el escenario. En ocasiones esta complejidad estructural limita la 

capacidad de representación de algunas obras.

Rechazo de la regla del decoro. Se muestran en escena aquellos pasajes que pudieran resultar 

hirientes para el espectador; la realidad lo exige.

Temas históricos. Mitificación del pasado nacional.

Mezcla de géneros. Se entrelazan elementos cómicos y trágicos en una misma obra.

Los héroes sustituyen a los personajes tipo. El héroe romántico se impone a los personajes 

planos del neoclasicismo. Aquel se mueve por el impulso que le proporcionan sus deseos pero 

se encuentra siempre con la fatalidad que acaba venciéndolo.

El   drama   romántico por   excelencia es Lorenzaccio de Alfred   de   Musset.   En   Francia   también 

destacará Alfred   de   Vigny, Victor   Hugo y Dumas;   en   Inglaterra, Byron,   y   en 

Alemania, Büchner y Heinrich von Kleist.

Además del drama romántico, durante esta época se cultivan otras formas teatrales: el drama 

burgués, el melodrama, el teatro popular y la ópera.

Page 4: El Romanticismo

El teatro en el siglo XIX intentó reflejar los ideales románticos de aquella época: su visión de la vida como conflicto y un mundo de sentimientos y pasiones.Los temas principales son el amor trágico, opuesto a las convicciones morales de la época, la lucha por la libertad y la fuerza del destino. La crueldad y la venganza discurren en estas obras, plagadas de desgracias y drama.

Este drama romántico se divide en dos subgéneros: la tragedia (aunque a veces puede considerarse mas realista que romántica) y el melodrama, desarrollando a su vez otro: la ópera. La principal diferencia entre la tragedia y el melodrama reside en su grado de profundidad: los melodramas son obras cuyos protagonistas, muy simples, intentan desencadenar emociones (lo que nosotros llamaríamos culebrones), mientras que en la tragedia, los personajes son profundos, e intentan no solo hacernos sentir, sino también reflexionar.

La Edad Media, por su caracter sentimental primario (honor, venganza, celos, engaños, ...) es el contexto histórico preferido, pero aun así varia conforme a los gustos del autor, que normalmente buscan un ambiente misterioso y fantástico, en lugares lúgubres y retirados, para mantener la intriga en suspensión. Esta importancia al ambiente, da lugar a que la escenografía pase a la máxima prioridad, junto con la aceptación del teatro como lugar fijo para la interpretación, se añaden numerosos avances

Se pasa a la precisión y adecuación histórica en el vestuario, abandonando el traje de época, habitualmente usado en el teatro, para adaptarse a la época del personaje. A partir de ahí, la precisión histórica en el vestuario se estableció como norma.

Bambalinas, paralelas a las candilejas, se reemplazan por muros continuos que representan las paredes de una habitación, llamado “escenario de medio cajón”. Al mismo tiempo se desarrolla la maquinaria teatral y la tramoya, con escenarios ascendentes e incluso giratorios.

Los decorados se hacen también precisos históricamente o realistas en el caso de comedias contemporáneas.

Aparece la luz de gas para la iluminación, que si bien hizo más peligrosa la asistencia al teatro debido a los numerosos incendios que provocaban, mejoró considerablemente la iluminación de la escena y permitió por primera vez dejar a oscuras la sala o auditorio, lo que centraba toda la atención en el escenario.

escenario de medio cajón ("Romeo y Julieta", Shakespeare)..Como ya hemos indicado, la finalidad del genero teatral romántico es "emocionar" al espectador. En esta época se crean nuevos teatros, que, sin embargo, disminuyen de tamaño, lo cual escénicamente es muy significativo, pues ese hecho diversifica la oferta de tendencias teatrales y crea una mayor cercanía del auditorio con el actor. Debido a esto y a otras causas, la interpretación también progresa y encuentra nuevas técnicas de actuación y entrenamiento del actor. Son importantes los monólogos, ya que solo así se dan a conocer los sentimientos más íntimos de los personajes.

Page 5: El Romanticismo

Estos personajes solían presentar unas características comunes, casi genéricas:

En su actitud se muestran valientes, rebeldes o incluso arrogantes frente a una realidad que se opone a sus deseos: se enfrentan con las barreras que su destino les impone.

o El héroe romántico es un personaje misterioso que busca la felicidad, pero a quien persigue la desgracia. Es un seductor que no acepta normas ni imposiciones y que tiene algo diabólico (malicioso, pícaro, ...)

o La heroína romántica es una mujer bella, capaz de dar su vida por amor; con frecuencia sufre por su causa.

Psicológicamente, carecen de equilibrio y se guían por las pasiones. Los motivos psicológicos y racionales de sus acciones pasan a un segundo plano.

Los protagonistas suelen ser extraños y misteriosos. Muchos aparecen marcados por un sino trágico que desemboca en la catástrofe final.

Don Juan Tenorio (José Zorrilla)El siglo XIX es una época de cambio en Europa, pues se produce una revolución política, social y económica, además de la llamada “revolución industrial”, que hace variar la composición social de los pueblos. Se buscaba un cambio y una mejora artística, y al mismo tiempo aparecen nuevos auditorios, un público formado por la burguesía y las capas populares, generalmente poco instruidas, que buscaban en el teatro una forma de entretenimiento. Los autores pasaron del Clasicismo (mas exactamente neoclasicismo) al Romanticismo (y mas tarde al Realismo). El teatro sufrió numerosas modificaciones con la nueva época, rechazando las ideas clasicistas e ilustradas:

No tiene ninguna pretensión didáctica, su objetivo no es otro que el de conmover al espectador. Se borra la separación entre tragedia y comedia. Los actos ya no son tres de forma obligatoria. No se acepta la regla de las tres unidades: espacio, tiempo y acción. Hay polimetría (medida irregular) e incluso se mezcla prosa y verso.

Aunque el primer drama del romántico nos llegó desde Alemania en 1776, de manos de Goethe, es incuestionable que el mayor representante de este género es William Shakespeare (¿quién no conoce alguna de sus historias "Romeo y Julieta", "El sueño de una noche de verano" o "El mercader de Venecia"?). Sus obras se han traducido a los principales idiomas y se siguen aun representando en todo el mundo. En España, el teatro romántico tuvo su modelo en el teatro francés, y los dramaturgos españoles (así se llamaba a los escritores teatrales de este siglo) fabricaron un producto a imitación de los franceses. Estos fueron el duque de Rivas y José Zorrilla (del que hablaremos mas abajo). Junto a ellos cabe destacar a Francisco Martínez de la Rosa, que escribió La conjuración de Venecia; a Antonio García Gutiérrez, autor de El trovador, y a Juan Eugenio de Hartzenbuch, creador de Los amantes de Teruel.

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NOVELA HISTORICA

El Romanticismo provoca en España la aparición de un género -la novela- que encontrará feliz acogida  entre   los  numerosos   lectores  de   laprimera  mitad del   siglo  XIX.  Esta  querencia  por   lo novelesco se puede observar desde los múltiples ámbitos que envuelven la propia novela: editores o empresarios, autores y lectores. La proliferación de empresarios y colecciones se debe, entre otras razones, a la meramente mercantil, pues no se escatima ningún esfuerzo con tal de vender rápidamente un producto literario que por regla general adolece de originalidad y calidad. El ya citado empresario Cabrerizo aprovechará un lance luctuoso que conmovió a España -el trágico terremoto  de  Orihuela  en  1829-  para  encargar  a  Estanislao  de  Kotska  Vayo  una  novela   -Los terremotos de Orihuela o Enrique y Florentina (1829)- que tendría como asunto la historia de unos amores trágicos situados a escasas jornadas del desastre mencionado. La difusión del terremoto, tanto por la prensa local como por los principales periódicos madrileños, actuaría como el medio propagandístico perfecto. Otro tanto ocurre, a nuestro entender, con Jaime el Barbudo de López Soler, editada por Bergnes en el año 1832. Se trata, al igual que el caso anterior, de un episodio real   reflejado  y  analizado  con  detenimiento  en   la  prensa  del  momento.  El  mismo  Mesonero Romanos cita las aventuras y desventuras de este célebre bandolero enMemorias de un setentón, y su historia aparece en el mundo de ficción gracias a la pluma de dramaturgos y novelistas, como Sixto Cámara (1826-1862), Florencio Luis Parreño (1822-1897) y Francisco de Sales Mayo. El relato de López Soler aprovecha así la fama de este personaje histórico a sabiendas de que el público leería con avidez este relato protagonizado por un individuo real que pocos años antes (1824) había sido ejecutado y descuartizado. La novela de López Soler no puede, aun así, considerarse un mero episodio histórico, pues el universo novelesco en nada se asemeja a la estricta realidad.

La novela histórica es un género que ofrece también rápida fama y enriquecimiento a  los autores. No debemos olvidar que el empresario Delgado abonó 6.000 reales a Espronceda por su novela Sancho Saldaña,  cifra desorbitada si tenemos en cuenta la escasa remuneración que se percibía en aquella época por una obra original, peor pagada, según testimonio de los principales escritores costumbristas, que una adaptación o traducción. El escritor romántico, a diferencia de lo   que   ocurre   en   otros   movimientos   literarios, no   se contenta   con   la   sola   adscripción   a   un determinado género. La novela histórica es obra de un heterogéneo grupo de escritores adscritos a muy diversas formas literarias. No debemos olvidar a este respecto que la novela es el género de moda, lo suficientemente atractivo como para permitir las incursiones de numerosos escritores conocidos como poetas, dramaturgos o costumbristas. Al referido caso de Espronceda, poeta lírico por antonomasia, habría que añadir el de Larra o Estébanez Calderón, autores encasillados en un específico género -el Costumbrismo- y que, sin embargo, figuran por derecho propio en los anales de la narrativa romántica gracias a sus relatos El doncel de don Enrique el Doliente y Cristianos y moriscos, respectivamente. Críticos, poetas y dramaturgos -recuérdese el caso de Martínez de la Rosa-   prescinden   de   su   habitual   trayectoria   literaria   para   ensayar nuevas   formas prosísticas encaminadas a la creación de un mundo de ficción de honda raigambre romántica. Sin embargo, ninguno  alcanzó  difusión  y   fama por   sus   relatos  novelescos,  oscurecidos  por   la  presencia  de autores extranjeros que sí tuvieron una fuerte presencia en los círculos literarios españoles. El género novelesco no produjo entre nosotros un Walter Scott, un Manzoni o un Víctor Hugo; de ahí que la novela histórica del Romanticismo esté inspirada en la obra del escritor escocés o bajo la tutela de autores franceses, como Víctor Hugo o Alejandro Dumas. La obra literaria de Walter Scott se relaciona en múltiples aspectos con las novelas de López Soler, Vayo, Larra, Espronceda, 

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Cortada...   La   huella   de   Víctor   Hugo   se   evidencia   también   entre   los   sectores   afines   al Romanticismo, pues gracias a la novelaNôtre-Dame de Paris su fama se acrecentó de tal manera que   incluso   llegó  a  superar  a  Scott.  El  artículo  de  Mesonero  Romanos El Romanticismo y los románticos, publicado en el Semanario Pintoresco Español de 10 de septiembre de 1837, es una festiva sátira contra la escuela hugólatra y la mencionada obra de dicho autor. El testimonio de Mesonero es  lo suficientemente revelador como para pensar que la  influencia de Víctor Hugo había  suplantado a   la  de otros  autores  extranjeros,   siendo el  verdadero   ídolo  de  la   sociedad romántica española.

Las tendencias de la novela histórica, así como la posible periodización de la misma, han sido aspectos   considerados   por   la   crítica.   Felicidad   Buendía   establece   tres   etapas   claramente diferenciadas.   La  primera   correspondería  al   período  1827-1833,  época  en   la  que «empieza   la lectura de autores extranjeros, y como consecuencia de ello la traducción de la novela de aquéllos y   la   imitación   más   o   menos   servil   de   sus   modelos» (1963, pág. 24).   Las características principales de   este   primer   período   se   deben   a   tres   circunstancias.   Por   un   lado,   la   actividad desarrollada en las empresas editoriales mencionadas con anterioridad; por otro, la publicación en España   de   novelas   extranjeras,   y   por   último,   las   ediciones   de obras   originales debidas, principalmente, a escritores españoles en el exilio. En torno a la fecha de 1830 aparecen en España novelas históricas consideradas por la crítica como piezas clásicas del género; tal es el caso de Los bandos de Castilla o el caballero del cisnede López Soler. Dicho autor publica igualmente, por estas fechas,   numerosas   novelas   con   el   seudónimo Gregorio Pérez de Miranda: Enrique de Lorena (1832), Kar-Osmán o memorias de la casa de Silva (1832), El pirata de Colombia (1832)... Estanislao  de Kotska Vayo publica  en  1830 Grecia o la doncella de Misolonghi,  y  un  año más tarde La conquista de Valencia por el Cid. Novelas como El conde de Candespina de Patricio de la Escosura, Los árabes en España o Rodrigo de Salvador García Vahamonde, Tancredo en el Asia de Juan Cortada, El primogénito de Alburquerque de López Soler,  aparecieron en  los  años 1832 y 1833, fecha esta última que cierra el primer ciclo de la novela histórica establecido por Buendía. La incidencia de Scott es obvia, pues es en este período cuando se introducen en España sus obras. Recordemos al respecto que en el año 1828 Ignacio Sanponts (1795-1846) y Buenaventura Carlos Aribau   (1798-1862)   formaron   una   sociedad   para   editar   unas   obras   escogidas   de   Scott, encargándole a López Soler la primera traducción de Ivanhoe. Sin embargo, tal como refiere José F. Montesinos (1966, pág. 61), la censura hizo fracasar dicho propósito. No menos interesante es la traducción por estas fechas de la novela I promessi sposi(1827) de Manzoni, autor que influiría en posteriores novelas españolas como El señor de Bembibre de Enrique Gil y Carrasco.

Novela Fantastica

La literatura fantástica, que surge en el romanticismo, pretende mostrar la presencia de hechos sorprendentes, insólitos o invisibles que no pueden explicarse solo con la razón. Los autores más representativos del siglo XIX Hoffmann, en Alemania y Allan Poe en EE.UU. En España Gustavo Adolfo Bécquer encuentra en las leyendas el género adecuado para introducir rasgos propios de la literatura fantástica.

NOVELA INSTROSPECTIVA

 El rasgo distintivo del movimiento romántico es su arraigo en lo subjetivo. El centro, el principio de organización es el sujeto, concebido como Yo individual. Y la función del romanticismo en la 

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formación de la cultura burguesa fue representar la subjetividad como Yo individual, de forma que los lectores interpretaran su existencia inmediata desde el punto de vista de un esquema que distingue al sujeto que percibe y desea  del mundo físico y social que lo rodea, esto es, el Yo frente al no-Yo.     Los románticos convirtieron al sujeto individual en el punto de vista desde el que había de considerarse el mundo, por lo que tuvo este movimiento un carácter profundamente introspectivo. De modo que el verdadero tema de la literatura o el arte romántico no suele ser el tema externo, sino la vida psicológica íntima. El espacio psíquico se hace cada vez más profundo y abismal.     Una consecuencia de su postura determinadamente individualista fue que el universo podía reflejarse dentro de un sujeto individual. Y el arte, como capacidad de inventar, es paradigmático de la capacidad del hombre de introducir la existencia misma en su mente y reescribirla de acuerdo con las imágenes del deseo. El poeta romántico define, crea y transforma en sus textos la realidad y da vida al yo definidor y creativo. El centro dominante y volitivo de la conciencia que rehace la existencia en los textos románticos es la "imagen del deseo" proyectada por el poema..     El Yo representado por el texto romántico es, por tanto, inevitablemente, el sujeto autor en el proceso de construirse a sí mismo: el esfuerzo de sobrepasar la conciencia de sí alienante mediante los poderes de la imaginación, es decir, el poder mental de introspección y reconstrucción del mundo externo.     Esa búsqueda, a través del arte, de un Yo independiente y ordenador genera el sentimiento romántico y la ironía romántica: la sinceridad romántica apasionada proclama que el arte puede ser equivalente a la experiencia, mientras que la ironía romántica juega con la laguna que hay entre arte y experiencia.     Así, pues, el texto romántico anima al lector a confundir al verdadero escritor-persona con el sujeto narrador o el sujeto de la acción creado por el texto (confesionalismo): el Yo lírico o el protagonista, de modo que se tiene a identificar el arte con la vida.     Pero la obra romántica podía leerse también como imagen del deseo colectivo, de una subjetividad generalizada y no sólo como autorrepresentación de un individuo. Esa relativa apertura de la obra desaparece en los sucesores del romanticismo de finales del siglo XIX, para quienes el Yo íntimo se había desvinculado no sólo de su actividad externa sino también de cualquier modo de deseo transindividual.     La estructura del Yo romántico se puede resumir en tres arquetipos interrelacionados a los que correspondían casi todos los héroes o imágenes poéticas: el transgresor prometeico de las barreras del deseo; el individuo superior y alienado socialmente; y la conciencia fragmentada.