el romanticismo

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EL ROMANTICISMO El romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido (Gran Bretaña e Irlanda del Norte) a finales del siglo xviii como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se manifiestan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes. Se desarrolló en la primera mitad del siglo xix, extendiéndose desde Inglaterra a Alemania hasta llegar a otros países. Su vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de Posromanticismo, del cual derivó el llamado Modernismo hispanoamericano. Tuvo fundamentales aportes en los campos de la literatura, la pintura y la música. Posteriormente, una de las corrientes vanguardistas del siglo xx, el Surrealismo, llevó al extremo los postulados románticos de la exaltación del yo. CARACTERÍSTICAS El romanticismo es una reacción contra el espíritu racional y crítico de la Ilustración y el Clasicismo, y favorecía, ante todo: La conciencia del Yo como entidad autónoma y, frente a la universalidad de la razón dieciochesca, dotada de capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento. La primacía del Genio creador de un Universo propio, el poeta como demiurgo.

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Page 1: El Romanticismo

EL ROMANTICISMO

El romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido (Gran Bretaña e Irlanda del Norte) a finales del siglo xviii como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se manifiestan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes.

Se desarrolló en la primera mitad del siglo xix, extendiéndose desde Inglaterra a Alemania hasta llegar a otros países. Su vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de Posromanticismo, del cual derivó el llamado Modernismo hispanoamericano. Tuvo fundamentales aportes en los campos de la literatura, la pintura y la música. Posteriormente, una de las corrientes vanguardistas del siglo xx, el Surrealismo, llevó al extremo los postulados románticos de la exaltación del yo.

CARACTERÍSTICAS

El romanticismo es una reacción contra el espíritu racional y crítico de la Ilustración y el Clasicismo, y favorecía, ante todo:

La conciencia del Yo como entidad autónoma y, frente a la universalidad de la razón dieciochesca, dotada de capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento.

La primacía del Genio creador de un Universo propio, el poeta como demiurgo.

Valoración de lo diferente frente a lo común, lo que lleva una fuerte tendencia nacionalista.

El liberalismo frente al despotismo ilustrado.

La originalidad frente a la tradición clasicista y la adecuación a los cánones. Cada hombre debe mostrar lo que le hace único.

La creatividad frente a la imitación de lo antiguo hacia los dioses de Atenas.

La obra imperfecta, inacabada y abierta frente a la obra perfecta, concluida y cerrada.

Es propio de este movimiento un gran aprecio de lo personal, un subjetivismo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental y al carácter nacional o Volksgeist, frente a la universalidad y sociabilidad de la Ilustración en el siglo xviii; en ese sentido los héroes románticos son, con frecuencia, prototipos de rebeldía (Don Juan, el pirata, Prometeo) y los autores románticos quebrantan cualquier normativa o tradición cultural que ahogue su libertad, como por ejemplo las tres unidades aristotélicas (acción, tiempo y lugar) y la de estilo (mezclando prosa y verso y utilizando polimetría en el teatro), o

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revolucionando la métrica y volviendo a rimas más libres y populares como la asonante. Igualmente, una renovación de temas y ambientes, y, por contraste al Siglo de las Luces (Ilustración), prefieren los ambientes nocturnos y luctuosos, los lugares sórdidos y ruinosos (siniestrismo); venerando y buscando tanto las historias fantásticas como la superstición.

Un aspecto del influjo del nuevo espíritu romántico y su cultivo de lo diferencial es el auge que tomaron el estudio de la literatura popular (romances o baladas anónimas, cuentos tradicionales, coplas, refranes) y de las literaturas en lenguas regionales durante este periodo: la gaélica, la escocesa, la provenzal, la bretona, la catalana, la gallega, la vasca... Este auge de lo nacional y del nacionalismo fue una reacción a la cultura francesa del siglo xvii, de espíritu clásico y universalista, difundida por toda Europa mediante Napoleón.

El romanticismo también renovó y enriqueció el limitado lenguaje y estilo del Neoclasicismo, dando entrada a lo exótico y lo extravagante, buscando nuevas combinaciones métricas y flexibilizando las antiguas o buscando en culturas bárbaras y exóticas o en la Edad Media, en vez de en Grecia o Roma, su inspiración.

Frente a la afirmación de lo racional, irrumpió la exaltación de lo instintivo y sentimental. «La belleza es verdad». También representó el deseo de libertad del individuo, de las pasiones y de los instintos que presenta el «yo», subjetivismo e imposición del sentimiento sobre la razón. En consonancia con lo anterior, y frente a los neoclásicos, se produjo una mayor valoración de todo lo relacionado con la Edad Media, frente a otras épocas históricas.

El estilo vital de los autores románticos despreciaba el materialismo burgués y preconizaba el amor libre y el liberalismo en política, aunque hubo también un romanticismo reaccionario, representado por Chateaubriand, que preconizaba la vuelta a los valores cristianos de la Edad Media. En Alemania, la deriva reaccionaria, que incluía una invitación a regresar a la Edad Media, también se dejó sentir en la obra de algunos de sus máximos inspiradores teóricos, como los hermanos August Wilhelm y Friedrich Schlegel, aunque su paroxismo se encontraría en el opúsculo "La Cristiandad o Europa" (1799) de Novalis, tal como prontamente advirtió el poeta post-romántico Heinrich Heine en "La escuela romántica" (1836). El idealismo extremo y exagerado que se buscaba en todo el romanticismo encontraba con frecuencia un violento choque con la realidad miserable y materialista, lo que causaba con frecuencia que el romántico acabara con su propia vida mediante el suicidio. La mayoría de los románticos murieron jóvenes. Los románticos amaban la naturaleza frente a la civilización como símbolo de todo lo verdadero y genuino.

LITERATURA DEL ROMANTICISMO

Goethe en la campiña romana (1786), por Johann Heinrich Wilhelm Tischbein.

Artículo principal: Música del romanticismo

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Artículo principal: Literatura del romanticismo

En la prosa, incluso el género didáctico pareció renovarse con la aparición del cuadro o artículo de costumbres. La atención al yo hace que empiecen a ponerse de moda las autobiografías, como las Memorias de ultratumba de François René de Chateaubriand. También surgió el género de la novela histórica y la novela gótica o de terror, así como la leyenda, y se prestó atención a géneros medievales como la balada y el romance. Empiezan a escribirse novelas de aventuras y folletines o novelas por entregas.

El teatro fue el gran vehículo de comunicación de la expresión romántica, era el género más popular y a través de él se canalizaron sus anhelos de libertad y de sentimiento nacional.

La poesía trató de liberarse de las preceptivas neoclásicas, y prefirió cantar los aspectos marginados de las convenciones sociales.

De forma diferente a la Ilustración dieciochesca, que había destacado en los géneros didácticos, el romanticismo sobresalió sobre todo en los géneros lírico y dramático; en este se crearon géneros nuevos como el melólogo o el drama romántico que mezcla prosa y verso y no respeta las unidades aristotélicas.

ROMANTICISMO MUSICAL

Ludwig van Beethoven.

Comenzó en Alemania, partiendo de Beethoven y siendo seguido por Carl Maria von Weber en 1786 y Félix Mendelssohn. Es un estilo musical imaginativo y novelesco. Este movimiento afectó a todas las artes y se desarrolló sobre todo en Francia y Alemania.

La estética del romanticismo se basa en el sentimiento y la emoción. En el romanticismo se cree que la música "pinta" los sentimientos de una manera sobrehumana, que revela al hombre un reino desconocido que nada tiene que ver con el mundo de los sentimientos que le rodea.

El estilo romántico es el que desarrolla la música programática y el cromatismo de una forma predominante. Se da a lo largo de todo el siglo xix, aunque al principio del siglo xx se entra en el impresionismo.

LITERATURA DEL ROMANTICISMO EN INGLATERRA

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Mary Shelley creó en su novela El doctor Frankenstein (1818) una de las obras clave del romanticismo.

Inglaterra es, junto con Alemania, la cuna del Romanticismo. Con una fuerte tradición prerromántica, la literatura inglesa de la primera mitad del siglo XIX se caracteriza por sus grandes poetas, el desarrollo de la novela histórica y el inicio de la novela gótica o de terror.

En el siglo XVIII varios literatos anticipan el romanticismo. James Thomson muestra en su lírica el paisaje como reflejo de las emociones del poeta. Edward Young escribe Las noches, un poema que introduce el típico ambiente nocturno y terrorífico característico de muchas de las obras románticas. Thomas Gray, en su Elegía escrita en un cementerio de aldea localiza en un camposanto el asunto de esta poesía que tanto influirá en la ambientación de esta literatura. Sin embargo, la gran figura que anuncia el estilo fue William Blake, pintor y poeta de un simbolismo muy personal y creador de imágenes oníricas de resonancias bíblicas que preludian las inquietudes de románticos posteriores. Sus visiones se alejan del neoclasicismo imperante en su tiempo y su experimentación formal en la rima y el ritmo poéticos está en la línea de la originalidad creadora buscada por todos los autores de este movimiento. Canciones de la inocencia y Canciones de la experiencia reflejan no solo los ideales del hombre, sino la desilusión provocada por la evolución de la Revolución francesa. Denuncia en estos poemarios el egoísmo humano, lo perjudicial de las instituciones sociales y la indiferencia del mundo ante el sufrimiento del individuo.

Sin embargo, el inicio del romanticismo inglés puede fecharse en 1798, año de la publicación anónima de Baladas líricas, con otros pocos poemas, en realidad escrito por William Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge. En él se utilizaba por primera vez un lenguaje común para la expresión poética y se daba cuenta de la belleza de la naturaleza como evasión del mundo burgués e industrializado. Esta obra se considera el arranque de la literatura romántica anglosajona.

LA NUEVA POESÍA DEL ROMANTICISMO

Los escritores ingleses de principios del XIX manifiestan la rebeldía propia del Romanticismo de dos maneras.

A través del rechazo de la sociedad burguesa e industrializada, para evadirse en el paisaje rural, el pasado histórico o países exóticos.

A través de un nuevo lenguaje literario basado en el sentimiento y lo irracional, la subjetividad y la libertad del artista frente a toda regla.

El romanticismo inglés arranca en 1798 con las Baladas líricas, compuestas por dos autores: William Wordsworth (1770-1850) y Samuel Coleridge (1772-1834). El prólogo de esta obra está considerado como el manifiesto del Romanticismo inglés. Sus poesías, de lenguaje sencillo, reflejan el misterio y la emoción de la naturaleza. Además de esta obra conjunta, Wordsworth es autor de El preludio, y Coleridge de La balada del viejo marinero.

Tres grandes poetas

El Romanticismo inglés alcanza su máximo esplendor con Lord Byron, Shelley y Keats. Los tres coronaron con prematuras muertes, lejos de Inglaterra, sus atormentadas y errantes vidas, ejemplos también de existencias románticas.

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Lord Byron (1788-1824) logró una enorme fama en su tiempo, en parte por su escandalosa existencia, en parte por sus extensas obras. Sus primeras composiciones poéticas son plenamente románticas como Las perigrinaciones de Childe Harold, que narra los viajes del melancólico protagonista por el sur de Europa, o El corsario, leyenda en verso con héroe individualista y rebelde.

Su obra maestra es el extenso e incompleto Don Juan, sobre el famoso seductor. Byron también escribió obras de texto: la tragedia Manfredo y los dramas Marino Faliero y Los dos Foscari.

Percy Bysshe Shelley (1792-1822), amigo y compañero de viajes de Lord Byron, abandonó a su esposa y a su patria para recorrer Europa y murió ahogado en un naufragio. En su obra plasmó un gran idealismo, matizado por una profunda melancolía. Escribió extensas obras entre dramáticas y poéticas, como Prometeo liberado, en la que expresa su fe en la humanidad, o La reina Mab. Sus poemas líricos, más breves, como la Oda al viento al Oeste, destacan por su musicalidad y abundantes metáforas. También compuso una elegía Adonais, inspirada por la muerte de Keats.

John Keats (1795-1821) escribió largos poemas narrativos, como Endymion, un homenaje a la cultura griega, pero su fama se debe a sus poemas breves, recogidos en los libros Odas, Sonetos y Lamia y otros poemas. En ellos destaca la búsqueda y la expresión de la belleza, y la creación de atmósferas sugestivas mediante ricas imágenes. Keats reflexiona sobre la condición humana, el tiempo y el arte, dando rienda suelta a sus sentimientos.

Novela gótica

Se considera que El castillo de Otranto (The Castle of Otranto), escrita por Horace Walpole en 1764, inaugura el género de la novela gótica o de terror. A esta obra siguieron otras, como Los misterios de Udolfo de Ann Radcliffe (1794), Las aventuras de Caleb Williams de William Godwin (Londres, 1794) y, sobre todo El Monje de Matthew Lewis (1796), una de las más transgresoras de su género. En esta línea crea Mary Shelley El doctor Frankenstein (1818), que da inicio al género de ciencia ficción.

La narrativa histórica es uno de los géneros románticos preferidos, por la atracción hacia tiempos pasados y el deseo de evasión.

Walter Scott (1771-1832) es su creador. Sus novelas, ambientadas en la Edad Media principalmente, tienen un tono rebelde y nacionalista. Tuvieron gran éxito y fueron imitadas en toda Europa. Sus personajes y héroes no están idealizados, sino que son presentados con realismo en episodios y situaciones de la vida diaria.

De las numerosas novelas que escribió destacan Ivanhoe y Quintin Durward, cuyos protagonistas, muy del gusto romántico, luchan contra la tiranía o la opresión.

EL ROMANTICISMO ESPAÑOL

El Romanticismo es un movimiento revolucionario en todos los ámbitos vitales que, en las artes, rompe con los esquemas establecidos en el Neoclasicismo, defendiendo la fantasía, la imaginación y las fuerzas

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irracionales del espíritu. El Neoclasicismo aún perdura en algunos autores, pero muchos, que se iniciaron en la postura neoclasicista, se convirtieron ávidamente al Romanticismo, como el Duque de Rivas o José de Espronceda. Otros, sin embargo, fueron desde sus inicios románticos convencidos.

El origen del término "romanticismo" dista mucho de ser claro, además, la evolución del movimiento cambia según el país. En el siglo XVII aparece ya en Inglaterra con el significado de "irreal". Samuel Pepys (1633-1703) lo emplea en el sentido de "emocionante" y "amoroso". James Boswell (1740-1795) lo utiliza para describir el aspecto de Córcega. Romantic aparece como adjetivo genérico para expresar lo "pasional" y "emotivo". En Alemania, sin embargo, fue empleado por Johann Gottfried Herder como sinónimo de "medieval". El término romanhaft (novelesco) fue reemplazado por romantisch, con connotaciones más emotivas y pasionales. En Francia, Jean-Jacques Rousseau lo utiliza en una descripción del Lago de Ginebra. En 1798, el Diccionario de la Academia Francesa recoge el sentido natural y el sentido literario de romantique. En España hay que esperar hasta 1805 para dar con la expresión romancista. Durante los años 1814 y 1818, tras sucesivas polémicas, se usan, aún con indecisión, los términos de romanesco, romancesco, románico y romántico.

Los precursores del Romanticismo, que se extendió por Europa y América, son Rousseau (* 1712-1778) y el dramaturgo alemán Goethe (* 1749-1832). Bajo el influjo de estas figuras los románticos se encaminan a crear obras menos perfectas y menos regulares, pero más profundas e íntimas. Buscan entre el misterio e imponen los derechos del sentimiento. Su lema es la libertad en todos los aspectos de la vida.

El Romanticismo en España fue tardío y breve, más intenso, pues la segunda mitad del siglo XIX lo acapara el Realismo, de características antagónicas a la literatura romántica.

TENDENCIAS DEL ROMANTICISMO

En España, el romanticismo es considerado complejo y confuso, con grandes contradicciones que comprenden desde la rebeldía y las ideas revolucionarias hasta el retorno a la tradición católico-monárquica. Respecto a la libertad política, algunos la entendieron como una mera restauración de los valores ideológicos, patrióticos y religiosos que habían deseado suprimir los racionalistas del siglo XVIII. Exaltan, pues, el Cristianismo, el Trono y la Patria, como máximos valores. En esta vertiente de Romanticismo tradicional se incluyen Walter Scott, en Inglaterra, Chateaubriand en Francia, y el Duque de Rivas y José Zorrilla en España. Se basa en la ideología de la Restauración, que se origina tras la caída de Napoleón Bonaparte, y defiende los valores tradicionales representados por la Iglesia y el Estado. Por otro lado, otros románticos, como ciudadanos libres, combaten todo orden establecido, en religión, arte y política. Reclaman los derechos del individuo frente a la sociedad y a las leyes. Ellos representan el Romanticismo revolucionario o Romanticismo liberal y sus representantes más destacados son Lord Byron, en Inglaterra, Victor Hugo, en Francia y José de Espronceda, en España. Se apoya en tres pilares: la búsqueda y la justificación del conocimiento irracional que la razón negaba, la dialéctica hegeliana y el historicismo.

MARCO HISTÓRICO

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El Romanticismo abarca la primera mitad del siglo XIX, que es una etapa de fuertes tensiones políticas. Los conservadores defienden sus privilegios pero los liberales y progresistas luchan por suprimirlos. Se abre paso el laicismo y la masonería goza de gran influencia. El pensamiento católico tradicional se defiende frente a las nuevas ideas de los librepensadores y seguidores del filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause. La clase obrera desencadena movimientos de protesta de signo anarquista y socialista, con huelgas y atentados. Mientras en Europa se desarrolla fuertemente la industria y se enriquece culturalmente, España ofrece la imagen de un país poco adelantado y que cada vez está más alejado de Europa.

CARACTERÍSTICAS DEL ROMANTICISMO

Rechazo al Neoclasicismo. Frente al escrupuloso rigor y orden con que, en el siglo XVIII, se observaron las reglas, los escritores románticos combinan los géneros y versos de distintas medidas, a veces mezclando el verso y la prosa; en el teatro se desprecia la regla de las tres unidades (lugar, espacio y tiempo) y alternan lo cómico con lo dramático.

Subjetivismo. Sea cual sea el género de la obra, el alma exaltada del autor vierte en ella todos sus sentimientos de insatisfacción ante un mundo que limita y frena el vuelo de sus ansias tanto en el amor, como en la sociedad, el patriotismo, etc. Hacen que la naturaleza se fusione con su estado de ánimo y que se muestre melancólica, tétrica, misteriosa, oscura... a diferencia de los neoclásicos, que apenas mostraban interés por el paisaje. Los anhelos de amor apasionado, ansia de felicidad y posesión de lo infinito causan en el romántico una desazón, una inmensa decepción que en ocasiones les lleva al suicidio, como es el caso de Mariano José de Larra.

Atracción por lo nocturno y misterioso. Los románticos sitúan sus sentimientos dolientes y defraudados en lugares misteriosos o melancólicos, como ruinas, bosques, cementerios... De la misma manera que sienten atracción hacia lo sobrenatural, aquello que escapa a cualquier lógica, como los milagros, apariciones, visiones de ultratumba, lo diabólico y brujeril...

Fuga del mundo que los rodea. El rechazo de la sociedad burguesa en la que les ha tocado vivir, lleva al romántico a evadirse de sus circunstancias, imaginando épocas pasadas en las que sus ideales prevalecían sobre los demás o inspirándose en lo exótico. Frente a los neoclásicos, que admiraban la antigüedad grecolatina, los románticos prefieren la Edad Media y el Renacimiento. Como géneros más frecuentes, cultivan la novela, la leyenda y el drama histórico.

PRIMERAS MANIFESTACIONES

El Romanticismo penetra en España por Andalucía y por Cataluña (El Europeo):

En Andalucía: El cónsul de Prusia en Cádiz, Juan Nicolás Böhl de Faber, padre de la novelista "Fernán Caballero" (seudónimo de Cecilia Böhl de Faber y Larrea), publicó entre 1818 y 1819 en el Diario Mercantil gaditano, una serie de artículos en los que defendía el teatro español del Siglo de Oro, tan atacado por los neoclasicistas. A él se enfrentaron José Joaquín de Mora y Antonio Alcalá Galiano, empleando para ello argumentos tradicionalistas, antiliberales y absolutistas. Las ideas de Böhl de Faber eran para ellos inaceptables (pues seguían aferrados a la Ilustración), pese a que representaban la modernidad literaria europea.

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En Cataluña: El Europeo fue una revista publicada en Barcelona entre 1823 y 1824 por dos redactores italianos, un inglés y los jóvenes catalanes Bonaventura Carles Aribau y Ramón López Soler. Dicha publicación defendió el Romanticismo moderado y tradicionalista siguiendo el modelo de Böhl, negando totalmente los valores del neoclasicismo. En sus páginas, se hace por primera vez una exposición de la ideología romántica a través de un artículo de Luigi Monteggia titulado Romanticismo.

LA POESÍA

Los poetas románticos componen sus poemas en medio de un arrebato de sentimientos, plasmando en versos todo cuanto sienten o piensan. Según parte de la crítica literaria, en sus composiciones hay un lirismo de gran fuerza, sin embargo conviviendo con versos vulgares y prosaicos.

Varios son los temas de la lírica romántica:

El Yo, la propia intimidad. Fue Espronceda, dejando en su Canto a Teresa una desgarradora confesión de amor y desengaño, quien con más acierto ha logrado poetizar sus sentimientos.

El amor pasional, con entregas súbitas, totales, y rápidos abandonos. La exaltación y el hastío.

Se inspiran en temas históricos y legendarios.

La religión, aunque frecuentemente sea a través de la rebeldía con la consiguiente compasión y aun exaltación del diablo.

Las reivindicaciones sociales (revalorización de los tipos marginales, como el mendigo).

La naturaleza, que es mostrada en todas sus modalidades y variaciones. Suelen ambientar sus composiciones en lugares misteriosos, como cementerios, tormentas, el mar embravecido, etc.

La sátira, frecuentemente ligada a sucesos políticos o literarios.

También es de señalar que el nuevo espíritu afectó a la versificación. Frente a la monótona repetición neoclásica de letrillas y canciones, se proclamó el derecho de utilizar todas las variaciones métricas existentes, de aclimatar las de otras lenguas y de innovar cuando fuera preciso. El romanticismo se adelanta aquí, como en otros aspectos, a las audacias modernistas de fin de siglo.

LA PROSA

Durante el Romanticismo hay un gran deseo de ficción literaria, de novela, en contacto con las aventuras y el misterio, sin embargo, la producción española es escasa, limitándose en ocasiones a traducir novelas extranjeras. Fueron más de mil traducciones las que circularon en España antes de 1850, pertenecientes a escritores como Alejandro Dumas, Chateaubriand, Walter Scott, Victor Hugo, etc., del género histórico, sentimental, galante, folletinescas... La prosa española se limita básicamente en la novela, la prosa científica o erudita, el periodismo y el cultivo intenso del costumbrismo.

En el primer cuarto de siglo se distinguen cuatro tipos de novelas: la novela moral y educativa, la novela sentimental, la novela de terror y la novela anticlerical. De todas ellas, la más puramente romántica es la de tipo anticlerical. Sin embargo, la influencia romántica se plasmará, principalmente, en la novela histórica.

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LA NOVELA HISTÓRICA

La novela histórica se desarrolla a imitación de Walter Scott (de quien habían traducido 80 obras), cuya obra más representativa es Ivanhoe. Sigue dos tendencias: la liberal y la moderada. Dentro de la tendencia liberal existe una corriente anticlerical y otra populista. Por otro lado, la tendencia moderada desemboca, en ocasiones, en novelas de exaltación tradicional y católico. Los autores españoles más destacados son:

Enrique Gil y Carrasco (Villafranca del Bierzo, 1815-Berlín 1846). Abogado y diplomático, fue el autor de El señor de Bembibre, la mejor de las novelas históricas españolas influenciada por la obra de Walter Scott1

Antonio Trueba (1821-1889) escribió una serie de leyendas y relatos, en especial los cuentos que tienen por escenarios Castilla o el País Vasco. Es célebre por haber escrito la novela histórica Paloma y halcones (1865).

Francisco Navarro Villoslada (1818-1895), que escribe una serie de novelas históricas cuando el género romántico está en declive y comienza el auge del Realismo. Sus novelas están inspiradas en tradiciones vascas, ambientadas en la época medieval. Su obra más famosa es Amaya, o los vascos en el siglo VIII, en ella, los vascos y los visigodos se alían para luchar contra la invasión de los musulmanes.

Además de los dos autores previamente citados, también cabe destacar la aportación al género histórico de Mariano José de Larra, Serafín Estébanez Calderón y Francisco Martínez de la Rosa.