el relato oral en la epoca clasica

8
EL RELATO ORAL EN LA ÉPOCA CLÁSICA Y EN EL FOLKLORE MODERNO: EL CASO DEL BLASÓN POPULAR. Dejando a un lado lo relativamente paradógica que resulta la expresión literatura oral, la diferencia o la similitud entre la oralidad propiamente dicha —vigente— y la oralidad histórica —testimonial— no están suficientemente delimitadas. Por supuesto, hay que aceptar la evidencia de que el conocimiento de este segundo aspecto de la oralidad exige, por fuerza, el testimonio literario; pero el esfuerzo de análisis efectuado en ese sentido produce la impresión de que se conoce mejor la oralidad antigua que la moderna. Este interés se explica sin duda por la constatación de que el producto literario en sí, el que se ofrece con pretensiones artísticas personales, aparece estrechamente ligado con frecuencia, no ya a tradiciones más o menos extendidas, sino también muchas veces a tradiciones locales. Sin entrar en cuestiones de estimativa literaria o de autoría, esta recuperación de motivos tradicionales respon- de a un doble movimiento de particularización y generalización: realismo del caso concreto al servicio de una moralización general. En efecto, la ilustración de una verdad o un comportamiento general mediante un caso particular responde a una dinámica narrativa medieval que se comprueba por igual en los relatos literalizados de la época clásica y en los relatos populares modernos, siendo en ellos la brevedad —junto a otros rasgos formales— una exigencia de la memorización. Así el teatro primitivo y clásico, la literatura costumbrista en general y la picaresca o el Quijote en particular, articulan relatos menores implícita o ex- plícitamente ofrecidos como tradicionales, localizados en un afán de realismo. Pero, ¿qué grado de credibilidad tiene ese testimonio literario, o en qué medida el relato literario refleja la oralidad? ¿No constituirán a veces esos relatos literarios el punto de partida de los relatos oralizados o quizá simplemente transmitidos por otros textos literarios? El interés y la validez de la respuesta son tributarios en gran parte de los criterios utilizados para tratar de definir esa ambigua realidad indicada, que también se designa como literatura popular. Además de oral, ésta es, según el profesor Molho, transformable, colectiva y emanada del pue- 245 AISO. Actas I (1984). Ángel IGLESIAS OVEJERO. El relato oral en la época clásica...

Upload: brandon-yerba-paredes

Post on 19-Dec-2015

213 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

El Relato Oral en La Epoca Clasica

TRANSCRIPT

  • EL RELATO ORAL EN LA POCA CLSICAY EN EL FOLKLORE MODERNO:

    EL CASO DEL BLASN POPULAR.

    Dejando a un lado lo relativamente paradgica que resulta laexpresin literatura oral, la diferencia o la similitud entre la oralidadpropiamente dicha vigente y la oralidad histrica testimonial noestn suficientemente delimitadas. Por supuesto, hay que aceptar laevidencia de que el conocimiento de este segundo aspecto de la oralidadexige, por fuerza, el testimonio literario; pero el esfuerzo de anlisisefectuado en ese sentido produce la impresin de que se conoce mejor laoralidad antigua que la moderna. Este inters se explica sin duda por laconstatacin de que el producto literario en s, el que se ofrece conpretensiones artsticas personales, aparece estrechamente ligado confrecuencia, no ya a tradiciones ms o menos extendidas, sino tambinmuchas veces a tradiciones locales. Sin entrar en cuestiones de estimativaliteraria o de autora, esta recuperacin de motivos tradicionales respon-de a un doble movimiento de particularizacin y generalizacin: realismodel caso concreto al servicio de una moralizacin general. En efecto, lailustracin de una verdad o un comportamiento general mediante uncaso particular responde a una dinmica narrativa medieval que secomprueba por igual en los relatos literalizados de la poca clsica y enlos relatos populares modernos, siendo en ellos la brevedad junto aotros rasgos formales una exigencia de la memorizacin. As el teatroprimitivo y clsico, la literatura costumbrista en general y la picarescao el Quijote en particular, articulan relatos menores implcita o ex-plcitamente ofrecidos como tradicionales, localizados en un afn derealismo.

    Pero, qu grado de credibilidad tiene ese testimonio literario, o enqu medida el relato literario refleja la oralidad? No constituirn a vecesesos relatos literarios el punto de partida de los relatos oralizados o quizsimplemente transmitidos por otros textos literarios? El inters y lavalidez de la respuesta son tributarios en gran parte de los criteriosutilizados para tratar de definir esa ambigua realidad indicada, quetambin se designa como literatura popular. Adems de oral, sta es,segn el profesor Molho, transformable, colectiva y emanada del pue-

    245

    AISO. Actas I (1984). ngel IGLESIAS OVEJERO. El relato oral en la poca clsica...

  • NGEL IGLESIAS OVEJERO

    blo 1. La oralidad y el carcter colectivo son rasgos de la produccinpopular difcilmente discutibles, mientras que la transformabilidad vienea ser una disponibilidad de ese tipo de productos, y en este caso concretoel cuento, de cara a nuevos contextos en que el hablante en general o elautor literario los reutilizan a su guisa, segn un principio de economa.En ese sentido, las constantes y variantes reconocidas de un relato dan fede alguna forma de tradicionalidad, comprobada mediante el cotejo delos textos, la tradicin universal y las versiones nacionales o localesmodernas2.

    El criterio de la emanacin popular, entendida en el sentido de unacreacin colectiva por parte de las clases subalternas, emisoras y destina-tarias a la vez del producto, resulta de difcil aplicacin y requiere, enconsecuencia, una matizacin. En efecto, el habla es anterior a laescritura y existen ms hablantes escritores, pero la prioridad delproducto oral, por su propia naturaleza de tal, no siempre se puedecomprobar. Por ello parece acertado entender esa emanacin del produc-to en cuestin, relato o cancin de acompaamiento generalmente, en elsentido de una funcionalidad ligada por su temtica o las circunstanciasde emisin o simplemente de interpretacin con el trabajo y la fiestapopular. Pero nada se opone, en principio, a que la colectividad asimile yrecree productos de diversa procedencia, segn la sensiblidad, la morali-dad y las apetencias del grupo. De hecho la oralizacin es un fenmenoespecficamente popular y resulta sumamente difcil separar lo oral de looralizado. Pero es indudable que circunstancias, gestos y ambiente, sibien no se confunden con el relato en s, condicionan en parte su forma yla manipulacin de su contenido. Todo ello es perceptible con msclaridad en la recopilacin de relatos de viva voz, aunque las coleccionesmodernas, meritorias por otros conceptos, olvidan detallar casi siempreesos aspectos y se limitan a sealar la localidad y la edad del informante.En estas mismas colecciones, por otro lado, tiene escasa cabida unaspecto importante de la oralidad, cual es la manifestacin de la propiaimagen del hablante y el contraste con la de otros grupos. En ella seperciben bien los rasgos sealados en los productos populares y, porestar bien representada en la oralidad testimonial clsica, se prestara aun interesante cotejo entre lo antiguo y lo moderno. Se trata del blasnpopular, una forma de caracterizacin annima y colectiva, oral, emana-da del y por supuesto destinada al pueblo y transformable siempreaplicable a otros referentes.

    En sentido amplio, el blasn popular abarca cualquier forma deatribucin proverbializada de hechos o dichos aplicados a los habitantesde una localidad e incluso regin o pas y aun las calidades o

    1 MAURICIO MOLHO, Cervantes: races folklricas. Madrid: Gredos, 1976, pp. 11-33.

    2 MXIME CHEVALIER, Folklore y literatura: el cuento oral en el Siglo de Oro. Barcelona:

    Crtica, 1978, pp. 16-17.

    246

    AISO. Actas I (1984). ngel IGLESIAS OVEJERO. El relato oral en la poca clsica...

  • EL RELATO ORAL EN LA POCA CLSICA Y EN EL FOLKLORE MODERNO

    productos del lugar que indirectamente inciden en la imagen de aqullos.Es el resultado de un mecanismo tipificador en que se refleja la actitudcompensatoria, etnocntrica y excluyente, de los grupos en presencia. Deello resulta tambin que ese blasn popular ofrezca una doble facetalaudativa/denigratoria que suele cristalizar en el mote, oponible algentilicio, y en la localizacin de algn personaje arquetpico y ridculo,en oposicin a las figuras histricas. Tanto el mote como la localizacindel personaje tradicional implican y de ah su inters aqu relatosexplicativos o etimolgicos mitos etiolgicos en cierto modo. Enrealidad son casi siempre meras aplicaciones concretas de relatos disponi-bles en la tradicin ms o menos general, pero con ellos se teje la crnicalocal y se nutren las rivalidades pueblerinas sobre todo.

    Muchos motivos de este tipo se recuperan en la literatura clsica y seregistran en la paremiologa o en la lexicografa de la poca, siendo elfamoso episodio del rebuzno en el Quijote (2.a, 25, 27) su mejor ilustracinliteraria. Las citas de esos textos constituyen el cuerpo central de algunasgeografas literarias y dictados tpicos. Pero aparte algunas excep-ciones, queda por establecer la ligazn entre los dictados tpicos antiguosy los modernos. As sucede, por ejemplo, con el tupido blasn popular deOlmedo, villa de la provincia de Valladolid, con amplio eco en lafraseologa clsica y en la paremiologa de Correas sobre todo:

    a) La de Olmedo 3;b) Quien de Castilla seor pretende ser, / a Olmedo y Arvalo primero de su parteha de tener4;c) El caballero de Olmedo: / Que de noche le mataron / al caballero, / la gala deMedina, / la flor de Olmedos;d) Kavalleros de Medina, / mal amenazado me han 6;e) Alza el rrabo, rruzia, / ke vanse los de Olmedo 7;f) Los de Olmedo, / que conocan la burra por el pedo8;g) Rbanos de Olmedo, / ... i besar en el kulo a los de Koka9;h) Arrastrado te veas / komo el koche de Olmedo 10;i) Brxida de Olmedo, / ke enzendi o derrib el monte a pedos11;j) Hixo Andrs, / enbdamelo otra vez; / Ermano Ans ...12;

    3 GONZALO CORREAS, Vocabulario de refranes y frases proverbiales. Bordeaux: Institu

    d'Etudes Ibriques et Ibroamricaines, 1967, p. 646 b.4 SEBASTAN DE COVARRUBIAS. Tesoro de la lengua castellana o espaola (1611, 1674).

    Madrid: Turner, 1979, p. 837 a.5 LOPE DE VEGA. El Caballero de Olmedo, III, v. 2371-2374. Madrid: Castalia, 1973, p.

    147.6 CORREAS. Op. cit., p. 380 a.

    7 Ibid., p. 49 b.

    8 Luis MONTOTO. Personajes, personas y personillas que corren por las tierras de ambas

    Castillas. Sevilla: Girones, 1921-1922, vol. 2, p. 232.9 COVARRUBIAS. Loe. cit., CORREAS. Op. cit., p. 568 a.

    1 0 CORREAS. Op. cit., p. 77 b.

    11 Ibid., p. 367 a.

    12 Ibid., p. 590 b.

    247

    AISO. Actas I (1984). ngel IGLESIAS OVEJERO. El relato oral en la poca clsica...

  • NGEL IGLESIAS OVEJERO

    k) Juan de Olmedo: / Pues reniego de Dios / por amor de vos, / y de Santa Mara /por amor de Marigarca, / y de san Pedro por amor de Juan de Olmedo13.

    Este inventario de expresiones y figuras proverbiales localizadasofrece las dos caras del blasn popular de Olmedo. Su faceta laudativa,eco del blasn oficial un olmo, dos leones y un castillo, prolonga elsimbolismo tutelar del olmo el que apoyo a otro, segn Covarru-bias14 a travs del refrn (b). En ste se pregona sin duda la calidad dellugar, pero la expresin tiene tambin una motivacin o remotiva-cin histrica en los episodios blicos que all sucedieron: las victoriasde Alvaro de Luna sobre los nobles rivales en 1445 y la de los partidariosdel prncipe Alfonso sobre las tropas leales a su hermanastro Enrique IVen 1467. La expresin (a), repertoriada por Correas, puede aludir a una uotra de esas batallas, o a ambas en cambio, es seguro que fue la cobardade los adversarios de don Alvaro el motivo generador de las invectivasescatolgicas de las Coplas de la Panadera15. Tambin tuvo fortunaliteraria, en mejor sentido, una cancioncilla del siglo XVI alusiva alasesinato de Juan de Vivero en 1521. Lope de Vega, en El Caballero deOlmedo, lo hace vivir y morir a mediados del siglo XV; pero no fue esepoeta el primero ni, por supuesto, el ltimo en tratar un asunto localevocado en la expresin (d), registrada en Cristbal de Castillejo yrepertoriada por Correas, la cual, por otro lado, parodia un conocidoromance de los Infantes de Lara16.

    La buena calidad de las tierras de Olmedo se ilustraba tambin con lafama proverbial de sus rbanos, segn Covarrubias; pero sta, comootras plantas hortcolas, es portadora de un simbolismo sexual y denecedad al mismo tiempo, lo que favorece la transformacin del blasnen el baldn. Es lo que hacan, al decir de Correas en la glosa de (g), loshabitantes de Coca, pueblo rival segoviano. La visin negativa seprolonga en el recuerdo del nico y destartalado coche de Olmedo, hastael punto de servir de trmino de maldicin (h). No obstante la desestimase cifra sobre todo en las alusiones escatolgicas a la burra (e), cuyosentido se aclara en la expresin moderna (f). Se trata, al parecer, de unamanera de castigar la vanidad de los olmedanos, mediante el recursoirnico e hiperblico de poner de relieve una pretendida habilidad elolfato fino que los pone de hecho a la altura de los animales, al modode los alcaldes y de Sancho en el aludido episodio quijotesco del rebuzno.En el mismo sentido hay que entender las ilustraciones concretas de

    13 JUAN HUARTE DE SAN JUAN. Examen de ingenios para las ciencias, IV. Madrid:

    Editora Nacional, 1977, p. 108.14

    Tesoro de la lengua, p. 837 a.15

    KENNETH R. SCHOLBERG. Stira e invectiva en la Espaa Medieval, Madrid: Gredos,1971, pp. 296-300.

    16 JOSEPH PREZ. Introduccin, pp. 7-11 in: LOPE DE VEGA, Op. cit.

    248

    AISO. Actas I (1984). ngel IGLESIAS OVEJERO. El relato oral en la poca clsica...

  • EL RELATO ORAL EN LA POCA CLASICA Y EN EL FOLKLORE MODERNO

    personajes localizados: Brgida de Olmedo es una jupiterina pedorra,mula del Conde de Haro pedos tan grandes tiraba / que se oan enTalabera, exageracin de las Coplas de La Panadera que Cela sita en lalnea ascendente del apunte carpetovetnico 17; Andrs o Ans ana-grama parcial de asno es un marido olmedano que, pensando castigar asu mujer, borracha empedernida, le sirve el vino por un embudointroducido en la boca, mtodo que ella reclama en adelante con eldialogismo citado (j); Juan de Olmedo, hermano de un personaje porta-dor de nombre proverbial Mari Garca segn una ancdota registra-da en Huarte de San Juan (k), concreta la representacin del aldeanoblasfemo.

    Olmedo tiene, por tanto, una densa atribucin y figuracin en lafraseologa y los anecdotarios de la poca clsica. Pero quin se hapreocupado por saber el grado de vigencia de tales dictados y figurastpicas en el contexto local y regional? Se habrn perdido sin dejarrastro? Si realmente eran motivos bien anclados en la tradicin resultaraextraa su desaparicin radical. Ms bien sera de esperar, si no laconservacin, al menos la transformacin de relatos y figuras, al modode un personaje registrado en Correas, con el que, de paso, se puedeilustrar el mecanismo fabulador de la ancdota. En efecto, el Vocabulariocita un modelo individual o familiar de hidalgua, Pero Mato o losPeramatos, de base histrica al parecer, pues podra tratarse de unafamilia gallega asentada en Zamora:

    Tan hidalgo komo Peramato; / ... komo los Peramatos18.

    Con el apellido ligeramente modificado, Pero Moto es agente de unavuelta que resulta ser la de la veleta, construida con su arns al morir y alque dio nombre en esa ciudad:

    la est buelto / Pero Moto ls>.

    Pero Moto es, en consecuencia, nombre metonmico de La veleta yversin zamorana, segn explcita el paremiolgico, de la Giralda nom-bre descriptivo de la estatua de la Fe que, desde el siglo xvi, coron loque haba sido alminar musulmn en Sevilla20. El Museo Provincialguarda, efectivamente, la estatua del popular Peromato la forma Motodebe ser, pues, errata sin importancia que dominaba la torre de laiglesia de San Juan de Puerta Nueva21. Pero de todos modos el asunto

    17 C A M I L O J O S C E L A . El gallego y su cuadrilla. Barcelona: Dest ino, 1967, p . 8.

    K E N N E T H R. S C H O L B E R G . Op. cit., p . 298.1 8

    C O R R E A S . Op. cit., p . 493 a.19

    Ibid., p . 158 a.20

    D I E G O N G U L O . Historia del Arte, vol. 1, Madr id : Cndor , 1966, p . 296.21

    A N T O N I O G A M O N E D A . Zamora, Len: Evergrficas, 1984, p . 57.

    249

    AISO. Actas I (1984). ngel IGLESIAS OVEJERO. El relato oral en la poca clsica...

  • NGEL IGLESIAS OVEJERO

    no ofrecera mayor inters aqu, de no aparecer Pero Mato asimiladocomo smbolo de la Maragatera varias decenas de kilmetros al norte.

    En efecto, como smbolo de esa identidad la estatua de Pedro Matoprobablemente del siglo xvm corona el bside de la catedral deAstorga. Segn la voz popular, transmitida por George Borrow, habrasido un arriero maragato22. Esa estatua parece as dar la rplica a losMaragatos del reloj del Ayuntamiento, rebautizados como Colasa y JuanZancuda 23, y a otros seeros Maragatos esparcidos por la provincia deLen, como el de Boar:

    os cosas tiene Boar / que no las tiene Len: / el Maragato en la torre / y en la plazael Negrilln24.

    1 voltario Pero Mato o Moto, por razones difciles de establecer, pero noajenas sin duda a la condicin andariega de los maragatos, se hatransformado en Pedro Mato o el Maragato. En el plano semntico hayseguramente un encadenamiento de metonimias:

    ero Mato / Moto el hidalgo > Pero Mato / Moto la estatua de la veleta >(Zamora) (Zamora)> Pedro Mato la estatua de la catedral Pedro Mato el arriero / el Maragato.(Astorga) (Astorga, Len).

    ero la arriera maragata tiene que ver probablemente con la evolucin yse ha apropiado el smbolo, e incluso resulta posible imaginar unadefinitiva pero no menos gloriosa simbiosis entre el personajillo deCorreas y Pero Macho el mulero pariente ideal del castizo Pedro laMua en el mismo paremilogo, avispado negociante como los de lacomarca leonesa:

    La prenda de Pero Macho: / que sobre los cincuenta reales que deba, quera tomarotros tantos25.

    Llegados a este punto del anlisis, la historia, fagocitada por laancdota, se confunde con la ficcin. Pues no solamente se ignora si setrata de un slo personaje con varios nombres similares, o de variosparnimos gallegos, zamoranos y maragatos, quiz repobladores entierras de Salamanca, donde Peramatos es topnimo; sino que adems, es

    22 G E O R G E B O R R O W . La Biblia en Espaa. Madr id : Alianza, 1970, p . 270.

    23 Lu i s A L O N S O L U E N G O . LOS maragatos, Len: Nebrija, 1981, p . 14, nm. 1-2, pp . 17-

    18.24

    Informacin de Josefina Blanco y Gera rdo Fernndez, 40 aos , Veguellina deOrbigo (Len), 1985.

    25 F R A N C I S C O R O D R G U E Z M A R N . 10.700 refranes ms, Madr id : Prensa Espaola ,

    1975, p. 166b.

    250

    AISO. Actas I (1984). ngel IGLESIAS OVEJERO. El relato oral en la poca clsica...

  • EL RELATO ORAL EN LA POCA CLSICA Y EN EL FOLKLORE MODERNO

    muy probable que el personaje proverbial en Correas, ya actualice unmodelo de discurso anterior, a nivel local:

    an hidalgo como / Lan Calvo / el Cid / Pero Mato.

    e modo que, si en esta ocasin se tiene la impresin de asistir a ladifuminacin de un personaje histrico en los meandros de la anecdotiza-cin, tambin se puede comprobar, gracias a ella, la reencarnacin en unpersonaje histrico de una figura proverbial don Rodrigo Caldern es lailustracin mejor conocida.

    La generacin y regeneracin de las figuras tradicionales es unfenmeno incesante, pero siempre tributario de un contexto histrico ylocal en el que se manifiesta la disponibilidad apuntada. En consecuen-cia, se trata de un aspecto de la oralidad que de algn modo se puederetrotraer al blasn popular. Recurdese cmo hasta a las figurasliterarias bien elaboradas se les ofrece un anclaje local o regionalLazarillo es salmantino, Guzmn sevillano, Justina leonesa, Pablossegoviano, Estebanillo gallego y los mismo don Quijote y Sanchomanchegos y en su caracterizacin se refleja la imagen tradicionalcolectiva arquetipica, generada en el contraste de los grupos sociales.Pero tambin los campesinos ms humildes conocen el mecanismomitificador que les permite satisfacer la demanda de informacin quecualquier topnimo lleva consigo acerca de su origen. Es un procedi-miento de acercamiento y distancia, irnico, cuyo resultado son losrelatos etimolgicos mitos de origen, como el que proponen loshabitantes de Vegas de Domingo Rey (Salamanca). Se trata probablemen-te de un nombre de posesor, pero los naturales, que conocen bien lapobreza de una tierra rebautizada como Las Hurdes de Salamanca,explican el topnimo a su modo:

    Aqu vinon dos cabreros. Y uno hizo la maj p'aqu y el otro ms all, en elMajadal, en otras casas que haba ms all. Y llovi mucho y entonces no habapuentes. Y no podan pasar, no se van. Y vino aquel del Majadal, y se asom ah aese teso (donde tenemos ahora el depsito del agua):

    Oye, t! Qu tal andas p'ah?Yo p'aqu como un paje....Pues Vegas del Pajar.Y t, p'ah?Pues yo p'aqu, como un rey.... Pues Vegas de Domingo Rey26.

    Es un ejemplo entre millares de relatos etimolgicos falsos sobretopnimos y pseudogentilicios, comparables a los que afectan a figurillasarquetpicas tradicionales. Su forma es la del mito etiolgico y ofrecen

    26 Seor mayor, de 75 aos, Vegas de Domingo Rey (Salamanca), 1985.

    251

    AISO. Actas I (1984). ngel IGLESIAS OVEJERO. El relato oral en la poca clsica...

  • NGEL IGLESIAS OVEJERO

    como motivacin aparente datos supuestamente histricos hechos,dichos, figuras o naturales situacin, disposicin, productos dellugar, aunque la motivacin profunda responda al sociocentrismo y laactitud compensatoria apuntada. Existen, por supuesto, muchos relatosde este tipo que se repiten en muchos lugares; pero esto solamente sepuede confirmar mediante una encuesta sobre el terreno. En efecto, juntoa los dictados tpicos o figuras populares localizadas que se han perdidoo transformado despus de la poca clsica, hay probablemente muchosms desconocidos en los textos clsicos entre otras razones, porque laoralidad no se abarca totalmente ni se acaba con ellos. Su descubri-miento contribuira seguramente a aclarar la oralidad testimonial y, enciertos casos, tambin determinadas obras literarias. Por ello, los trabajospioneros de Vergara, Rodrguez Moino o el mismo Cela constituyenalgo ms que un mero entretenimiento. No se podra tratar de prolongarla escueta pregunta de los atlas lingsticos sobre los nombres de loshabitantes? No se podra tratar de poner al da el blasn popular,empezando por los pseudogentilicios y figuras tpicas locales y regiona-les? El lxico general, la paremiologa y la cuentstica oral ensancharansu horizonte.

    ngel IGLESIAS OVEJERO

    252

    AISO. Actas I (1984). ngel IGLESIAS OVEJERO. El relato oral en la poca clsica...