el real colegio de cirugía en la nueva espana

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Relación histórica de la institucionalización de la práctica de la medicina y la cirugía en México del siglo XVII al XIX

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  • EL REAL COLEGIO DE CIRUGADE NUEVA ESPAA, 1768-1833

    La profesionalizacin e institucionalizacin de la enseanza de la ciruga

  • SerieLOS CIRUJANOS EN LA NUEVA ESPAA

    MIEMBROS DE UN ESTAMENTO PROFESIONAL O DE UNA COMUNIDAD CIENTFICA?

    IX

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICOINSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES

    COMISIN DE ESTUDIOS HISTRICOS DE LA ESCUELA MDICO MILITAR

    PATRONATO DEL HOSPITAL DE JESS

    FACULTAD DE MEDICINA

  • EL REAL COLEGIO DE CIRUGADE NUEVA ESPAA, 1768-1833

    La profesionalizacin e institucionalizacin de la enseanza de la ciruga

    VERNICA RAMREZ ORTEGAcon

    MXICO, 2010

  • RD27R63

    Ramrez Ortega, Vernica.El Real Colegio de ciruga de Nueva Espaa, 1768-1833. La

    profesionalizacin e institucionalizacin de la enseanza de la ciruga / Vernica Ramrez Ortega.-- Mxico : UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales, 2010.296 p. (Los Cirujanos en la Nueva Espaa Miembros de un estamento profesional o de una comunidad cientfica? IX).

    1.- Ciruga Obras anteriores a 1800.-- I.- Tit.

    Este libro fue sometido a un proceso de dictaminacin, por acadmicos externos al Instituto,de acuerdo con las normas establecidas por el Consejo Editorial de las Colecciones de Libros del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

    Primera edicin: octubre de 2010

    DR 2010, Universidad Nacional Autnoma de MxicoInstituto de Investigaciones SocialesFacultad de MedicinaCiudad Universitaria, 04510, Mxico, D. F.

    Comisin de Estudios Histricos de la Escuela Mdico MilitarPatronato del Hospital de Jess

    Programa de Apoyo a Proyectos de Investigacin e Innovacin Tecnolgica (PAPIIT)Proyecto: IN300703Construccin de la actividad cientfica y tcnica en escenarios espacio-temporales mexicanos.

    Derechos de exclusividad reservados para todos los pases de habla hispana.Prohibida la reproduccin parcial o total por cualquier medio si no cuentacon la autorizacin escrita de los editores.

    Coordinacin editorial: Berenise Hernndez AlansCuidado de la edicin: Marcela PinedaDiseo de portada: Cynthia Trigos SuznImagen de portada: imagen tomada de Lyons, Historia de la Medicina. Pintura de Robert Hinckley (1882) p. 532, Francis A. Countway, Medical Library, CambridgeFormacin de textos: Mara G. Escoto Rivas

    IMPRESO Y HECHO EN MXICOISBN: 978-607-02-1543-8

  • PRESENTACIN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11Mara Luisa Rodrguez-Sala

    PRLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17Carlos Viesca

    INTRODUCCIN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

    CAPTULO 1

    BREVE DESCRIPCIN DE LA CIRUGA EN ESPAA Y NUEVA ESPAA (SIGLOS XVI Y XVII) . . . . . . . 33

    A. La ciruga espaola de la primera mitad del siglo XVI. La poca de oro . . . . . . . . . . . . . . . . 34

    B. La segunda mitad del siglo XVI y el siglo XVII . . . . . . . . . . 37C. Prctica y enseanza de la ciruga en la Nueva Espaa . . . . 40D. La enseanza de la ciruga en la Facultad de Medicina

    de la Real y Pontificia Universidad de Mxico . . . . . . . . . 42

    ndice

  • CAPTULO 2

    EL MOVIMIENTO ILUSTRADO Y LA MODERNIZACIN DE LA CIRUGA. . . . . . . . . . . . . 53

    A. Los novatores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53B. La Ilustracin en el imperio espaol y las reformas borbnicas . . 55C. La renovacin de la ciruga en la metrpoli . . . . . . . . . . 59

    1. Los Reales Colegios de Ciruga . . . . . . . . . . . . . 60

    a) San Fernando de Cdiz (1748) . . . . . . . . . . . . . 61b) Barcelona (1760) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64

    2. Enfrentamiento con el Tribunal del Protomedicato y la Universidad . . . . . . . . . . . 66

    D. La renovacin de la ciruga en Nueva Espaa . . . . . . . . . 69

    CAPTULO 3

    EL HOSPITAL REAL DE NATURALES O DE INDIOS . . . . . . . . 75

    A. Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76B. Centro de prctica cientfica y de docencia . . . . . . . . . . . 79C. Segunda mitad del siglo XVIII . . . . . . . . . . . . . . . . . 82

    1. Personal administrativo e instalaciones . . . . . . . . . 832. La elaboracin de las Constituciones de 1776 . . . . . . 903. La propuesta para establecer

    una ctedra de Anatoma . . . . . . . . . . . . . . . 91

    D. El siglo XIX: de la lucha de Independencia al cierre del Hospital. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98

  • CAPTULO 4

    EL REAL COLEGIO DE CIRUGA DE NUEVA ESPAA . . . . . . . 105

    A. De su instauracin al inicio de sus actividades en 1770. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

    1. La carencia de instalaciones . . . . . . . . . . . . . . . . 1082. Enfrentamiento entre cirujanos . . . . . . . . . . . . . 112

    B. Funcionamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116

    1. Ctedras impartidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1172. Catedrticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1193. Los estudiantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1544. El financiamiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157

    C. Los estatutos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158D. Modernidad versus tradicionalismo . . . . . . . . . . . . . . 161

    1. Posicin ante la Universidad . . . . . . . . . . . . . . . 1632. En bsqueda de la autonoma: los enfrentamientos

    con el Tribunal del Protomedicato . . . . . . . . . . . . 167

    E. Los logros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172

  • CAPTULO 5

    DE LOS LTIMOS AOS DEL REAL COLEGIO DE CIRUGA A LA CREACIN DEL ESTABLECIMIENTO DE CIENCIAS MDICAS . . . . . . . . 179

    A. De la lucha armada a la Independencia de Mxico . . . . . . . 180B. Propuestas para unificar la Medicina y la Ciruga . . . . . . . 185C. Las dificultades del nuevo Establecimiento de Ciencias Mdicas

    y un breve retorno de la Escuela Nacional de Ciruga . . . . . . 196

    CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201

    APNDICES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213

    A. Practicantes mayores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215B. Estudiantes-practicantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220C. Proyecto de Reglamento del Real Colegio de Ciruga . . . . . . 247

    FUENTES DOCUMENTALES Y BIBLIOGRAFA . . . . . . . . . . . 253

    NDICE ONOMSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267

  • Vernica Ramrez Ortega 11

    PRESENTACIN

    Durante el ltimo tercio del siglo ilustrado la Nueva Espaa cont, por primera ocasin, con un establecimiento docente para la formacin de los cirujanos. Hasta antes de ese escenario temporal, 1770, los cirujanos no tuvieron posibilidad de adquirir una forma-cin institucionalizada. La que haban adquirido provena de su prctica y experiencia; la primera, por el aprendizaje durante cua-tro aos al lado de un cirujano examinado por el Real Tribunal del Protomedicato; la segunda, durante la realizacin de sus con-sultas privadas o el desempeo de la plaza de cirujano en diferentes instituciones. A lo largo del desarrollo social y cultural de la Nueva Espaa hubo cirujanos de hospitales, conventos, colegios y crce-les y, por supuesto, quienes ejercieron su ocupacin de manera exclusivamente privada. Caracterstico de estos facultativos fue el hecho de que muchos de ellos por no decir que la mayora fueron capaces de desempear, simultnea o sucesivamente, car-gos en ms de una institucin. Los encontramos localizados en todo el territorio novohispano: desde las lejanas y apartadas po-blaciones del septentrin hasta los pueblos de Yucatn, Chiapas y Oaxaca. Como todo especialista en alguna de las ramas de los sa-beres mdicos, estuvieron vigilados y supervisados por rgidas instancias de control: los Ayuntamientos locales durante los pri-meros aos de la vida novohispana y el Tribunal del Protomedi cato a partir de su funcionamiento institucionalizado (1628). Fue esta

  • 12 El Real Colegio de Ciruga de Nueva Espaa, 1768-1833

    institucin la que, a lo largo del periodo virreinal, los examin y les otorg su permiso o ttulo para ejercer su ocupacin.

    Los cirujanos atendieron a la poblacin novohispana enferma como hemos dicho en diferentes instituciones. En los hos-pitales lo hicieron de manera cotidiana; incluso en algunos de ellos, contaron con casa habitacin para poder estar presentes en cualquier momento que se les requiriera. En los restantes estable-cimientos, asistan a solicitud de sus dirigentes; consecuentemen-te, no dispusieron de elevados pagos anuales, razn que entre otras explica la necesidad y posibilidad de servir en ms de uno de ellos. En trminos generales, los cirujanos se ocuparon de las necesidades de atencin de salud de los integrantes de la poblacin menos favorecida econmicamente. Los miembros de las clases dirigentes de la sociedad eran asistidos por los mdicos, quienes los visitaban en sus domicilios particulares. Lo anterior no signifi-c, necesariamente, que los ingresos de unos y otros fueran total-mente desiguales; en ocasiones, los cirujanos lograron una buena posicin social y econmica.

    Sin embargo, la caracterstica general de los cirujanos no slo la de quienes sirvieron en la Nueva Espaa fue su perma-nente subordinacin profesional a los mdicos, as como una distancia social entre unos y otros. En esta Presentacin no co-rresponde presentar las razones de dicha desigualdad, pues han sido ampliamente estudiadas por los historiadores de la medicina, tanto en Mxico como en otros pases. Lo que s destacamos aqu es la permanente distancia acadmica entre unos y otros, la cual slo se acort con la creacin de las Reales Escuelas o Colegios de Ciruga, los peninsulares y el novohispano.

    A los antecedentes, la fundacin y el desarrollo de la Real Escuela de Ciruga, a sus fundadores, sus catedrticos, sus colegia-les y practicantes (todos ellos cirujanos) est dedicada la presente obra. Se inscribe en uno ms de los volmenes de la Serie Los Cirujanos de la Nueva Espaa y constituye su volumen IX. Los anteriores han cubierto, en primer lugar, a los cirujanos de las fuerzas armadas, Marina y Ejrcito de Tierra y, en una segunda

  • Vernica Ramrez Ortega 13

    fase, a los civiles que se distribuyeron como integrantes de dife-rentes establecimientos, mencionados ya lneas atrs.

    Entre los objetivos de la larga investigacin que ha dado lugar a la aparicin de los libros de la Serie, mantuvimos como uno de los pri mordiales, el de la formacin de los colaboradores. Cada uno de ellos ha participado en diferentes etapas, pero pocos han permanecido presentes a lo largo de todos estos aos, ya que han encontrado sus propios temas de investigacin. Algunos de ellos, desprendidos de la lnea central; otros han correspondido a temas diferentes de nuestra historia social. Sin embargo, la difcil tarea de formacin de recursos para la investigacin, ha dado siempre buenos y hasta magnficos frutos para quien firma esta Presentacin. Debo reconocer aqu que pocos han sido tan afor-tunados y eficientes como el que toca a la autora de este trabajo, la maestra Vernica Ramrez Ortega.

    Ella ingres al proyecto desde hace aos y se ha mantenido no slo firme, tambin especialmente activa, eficiente e interesada. Ha conocido detalladamente cada uno de los trabajos de investi-gacin ya publicados, ha participado en las actividades propias de su desempeo y, naturalmente, ha recibido el reconocimiento ex-preso en cada uno de los volmenes. Ha supervisado con acierto las actividades de sus compaeros, becarios y colaboradores del proyecto; tambin ha sorteado con inusitado entusiasmo las difi-cultades que plantea administrar los apoyos financieros externos. En una palabra, ha sido y es el apoyo ideal del que todo investiga-dor debera poder disponer, pues ha aprendido y asimilado lo que cotidianamente corresponde transmitir a quien tiene a su cargo proyectos de la envergadura del que ha dado luz a la Serie Los Cirujanos de la Nueva Espaa.

    Vernica no slo ha sido un apoyo insustituible para las tareas acadmicas: ha ido ms all y tom con enorme inters el tema del estudio de los cirujanos y sus instituciones. Consider que rescatar el aporte del Real Colegio de Ciruga y de sus miembros podra constituir el tema de su tesis de maestra en Historia. Durante los aos que le lle varon sus estudios y preparacin de la

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    tesis, nunca descuid sus tareas colaterales en el proceso de inves-tigacin central. La redaccin de su tesis fue una tarea que supo enfrentar adecuadamente, y su revisin fue una actividad que realizamos de manera conjunta. La posterior supervisin del lec-tor externo y de los miembros del jurado, complementaron y afinaron su anlisis; adems, la sustentacin de su examen de gra-do fue exitosa. No slo la aproba mos con mencin honorfica: tambin se recomend la publicacin del trabajo.

    Ahora entregamos al lector un avance ms en el proyecto: la maes tra Ramrez Ortega ha adecuado su tesis para su publi-cacin dentro del marco de la Serie. Dicha contribucin no slo aporta nuevos conocimientos a la historia social de la ciencia novohispana: contribuye tambin a completar uno de los volme-nes anteriores, el que estudia el Hospital Real de los Naturales, sus administradores y cirujanos. La investigacin actual ampla esas actividades desde el escenario al que se limit el primer tra-bajo, la creacin del Real Colegio de Ciruga, hasta su desapa-ricin. Hace especial hincapi en el difcil proceso de su fundacin y en los aos de su desarrollo y con solidacin. Destaca con inu-sitado rigor las tareas de sus direc ti vos, de sus catedrticos, sus practicantes y colegiales; analiza las di fe rencias acadmicas y las dificultades que se suscitaron entre la tradicionalista Universidad con su Facultad de Medicina y el nuevo centro docente. No deja de lado los celos acadmicos del Real Tribunal del Protome dicato, institucin que nunca acept la indepen dencia del Real Colegio, y supo y pudo mantener sus ancestrales privilegios al no permitir que ste otorgara los ttulos a sus egresados. La investigacin su-pera el lmite novohispano e incursiona en los avatares que padeci la institucin docente debido al cambio de rgimen poltico y cmo logr mediante sus miembros, directivos y catedrticos superar las diferentes situaciones y transitar, con relativa tranquili-dad, hacia la unin de la Medicina y la Ciruga.

    Completa la obra con ricos apndices que dan cuenta de mate-riales primarios de investigacin que no tienen adecuada cabida en el texto mismo, dada su ndole especializada.

  • Vernica Ramrez Ortega 15

    No dudamos de la valiosa contribucin de este trabajo, el cual con forma un nuevo volumen que enriquece la historia de la cien-cia mexicana, ahora en su vertiente acadmico-docente. Otro aspec-to notable es el interesan te proceso que llev a la profesionalizacin de la Ciruga y de sus practicantes, los cirujanos, quienes para el primer tercio del siglo XIX equipararon su posicin social y econ-mica con la de sus colegas, los mdicos.

    Mara Luisa Rodrguez-Sala

    Mazatln, frente al Mar de Corts, febrero de 2008.

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  • Vernica Ramrez Ortega 17

    PRLOGO

    El Real Colegio de Ciruga es una institucin que amerita una his-toria detallada y abordada en profundidad. El libro que ahora nos ofrece Vernica Ramrez Ortega viene a llenar ese hueco. De he-cho se ha hablado mucho del Real Colegio de Ciruga, y algunas de sus actividades son citadas obligatoriamente en todo texto que estudie la ciruga mexicana del siglo XVIII. Sin embargo, resulta evidente tambin que no se haba llevado a cabo una historia mi-nuciosa de la institucin como tal, a pesar de que contamos con un cmulo considerable de documentos relacionados con l.

    Ya los trabajos de Rmulo Velasco Cevallos (hace 60 aos) y los de Diego Ferrer (en Barcelona, dos dcadas despus) haban atra-do la atencin de los historiadores de la Medicina hacia el Real Colegio; no obstante, muchas preguntas quedaron pendientes de responder. Ello resulta ms notorio en el caso del segundo de los autores mencionados, pues su inters se dirigi principalmente al estudio del Real Colegio de Ciruga de Cdiz, prototipo del resto de las instituciones similares que cre la corona espaola en esos aos. En Cirujanos del camp en el siglo XVIII, lo hace ms directa-mente al realizar una biografa de Andrs Montaner y Virgili, sobrino del fundador del Colegio de Cdiz y primer director de la institucin mexicana. Sin embargo, en la obra que ahora se publi-ca, el Real Colegio de Ciruga cobra cuerpo al ser disecado y puesta en evidencia su estructura fsica y funcional, as como al ser anali-

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    zados sus componentes a la luz de fuentes primarias; es decir, del material custodiado en los archivos, particularmente el Archivo General de la Nacin, el Archivo de Indias, el Archivo Histrico del Instituto Nacional de Antropologa e Historia y el Archivo His-trico de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Au-tnoma de Mxico.

    El trabajo de la maestra Ramrez Ortega destaca el carcter sui generis de la institucin, solicitada por los mdicos novohispanos y sugerida en principio por la poltica establecida por la corona es-paola de crear colegios de ciruga bajo la tutela y tericamente al menos el financiamiento reales. En ellos seran formados los cirujanos que deban ejercer sus actividades profesionales en el ejrcito y en la armada. Cuando esto sucedi, ya se encontraban en funciones los colegios de Cdiz y de Barcelona, respectivamen-te 20 y ocho aos anteriores al de Mxico, el cual a su vez es por seis aos anterior al de San Carlos de Madrid.

    La distancia que separaba la Ciudad de Mxico de la metrpo-li planteaba problemas y complicaciones diferentes de los de las instituciones hermanas. Las primeras se hallaban ubicadas en los dos puertos ms importantes de la pennsula ibrica y por ende directamente en contacto con los fondeaderos de la ar-mada de guerra; ello pona a sus estudiantes y egresados en con-tacto directo con lo que sera uno de los espacios a los que estaba destinada prioritariamente su actividad profesional. El de Mxi-co que si se hubieran seguido los mismos lineamientos debi haberse ubicado en Veracruz o en San Blas fue situado en la capital, equidistante de ambos litorales, pero ms cercano a la vi-gilancia del virrey (comandante en el rea de los reales ejrcitos y de la armada) que a las reas concretas de trabajo y a las jerar-quas militares bajo cuyas rdenes se colocaran los egresados. Sin embargo, esto no impidi salvo los devaneos de Iturrigaray, los cuales al fin y al cabo no fueron de gran trascendencia que los cirujanos militares formados en el Real Colegio cubrieran con gran eficacia y honor los puestos a los que fueron asignados.

  • Vernica Ramrez Ortega 19

    No obstante, es muy posible que la ubicacin de la escuela en la capital s tuviera relacin con la lucha que sostuvieron criollos y peninsulares por su control; en ella destaca en los primeros mo-mentos de su planeacin el inters de Domingo Russi (mdico asentado en la Ciudad de Mxico) por ser su primer director, as como las instancias legales y las intrigas que trataron de impedir a Montaner y Virgili que tomara posesin del cargo para el cual contaba con la designacin real. Los directores sucesivos, hasta Antonio Serrano (el ltimo en desempear ese cargo, quien se mantuvo en l an despus de la Independencia y fue de los espa-oles exceptuados por el decreto de expulsin de sus compatrio-tas), eran todos de origen peninsular.

    No cabe la menor duda de que la influencia del Real Colegio de Ciruga de Mxico tuvo una importancia capital para el desarrollo de la ciruga novohispana en su ltimo periodo y de la naciente ciruga en el Mxico republicano.

    Carlos Viesca

  • 20 El Real Colegio de Ciruga de Nueva Espaa, 1768-1833

  • Vernica Ramrez Ortega 21

    INTRODUCCIN

    En Nueva Espaa, como en Espaa, la Medicina y la Ciruga (si bien durante los siglos XVI, XVII y gran parte del XVIII fueron dis-ciplinas complementarias como materias de conocimiento) estuvieron separadas en la prctica.

    De igual manera, mientras la primera fue una actividad cient-fica cuya enseanza qued limitada exclusivamente a los recintos uni ver sitarios, la segunda, considerada el arte de curar con las manos, se mantuvo dentro de las actividades tcnicas y manua-les, aunque des de el siglo XVI, al establecerse las ctedras de Anatoma y Ciruga en las facultades universitarias de Medici-na, fue una de las ma te rias que se impartieron a quienes ms tarde seran mdicos. Algunos de estos colegiales que no concluyeron los estudios universitarios, ejercie ron en algn momento como cirujanos; adems, por el hecho de haber cur sado la ense-anza en latn (el idioma cientfico de la Baja Edad Media y del Rena cimiento), fueron conocidos como cirujanos lati nis tas o de bata larga. Sin embargo, no todos quienes recibieron esta denomi-na cin fueron estudiantes de la Facultad de Medicina: muchos de ellos tan slo obtuvieron el grado previo, el de bachiller en Artes.

    El procedimiento ms usual para adquirir la formacin quirrgi ca consisti en un ejercicio prctico con duracin de tres a cuatro aos, supervisado o realizado al lado de un cirujano

  • 22 El Real Colegio de Ciruga de Nueva Espaa, 1768-1833

    examinado, quien con taba con ttulo reconocido por el Tribunal del Pro to me di ca to. Quienes as se formaban tenan la obligacin, al t rmino de dicha prctica, de presentar el examen ante el Tri-bunal men cio nado; pero no la de manejar el lenguaje cientfico. Debido a esta circunstancia se les denomin cirujanos romancis-tas o de bata cor ta, especialmente en Francia. Durante los siglos XVI y XVII, tales cirujanos con mayor frecuencia de la deseada fueron tambin, o inicialmente, sangradores o barberos; pero pau-latinamente a me dida que se generaliz y norm la exigencia de for macin fueron despla zados del arte de la ciruga y se delimi-taron claramente las actividades entre el cirujano, el flebotomiano y el barbero.1

    El Renacimiento hizo posible que la rica tradicin anatmica cl sica greco-latina y la rabe de la Alta y Baja Edad Media se re-vi vie ran y adquirieran una nueva dinmica; en Espaa se produjo el mo vimiento del humanismo mdico, como lo denomina Lpez Pi ero. Los aportes de Andrs Vesalio a la anatoma y para el inters de este trabajo de sus seguidores espaoles, abrieron el camino para la formacin especializada en ciruga. Esta rama del saber en su mo dalidad moderna se desarroll especialmente en Francia desde el siglo XVII; a sus expertos recurri el imperio espaol cuando los borbones se propusieron la modernizacin de sus instituciones. A ella contribuy la situacin poltica del im-perio que entendi que mantenerlo frente a los embates de sus tradicionales enemigas, Fran cia e Inglaterra, requera de un ejr-

    1 Jos Mara Lpez Piero, Ciencia y tcnica en la sociedad espaola de los siglos XVI y XII (Madrid: Labor Universitaria, 1979), p. 119; Mary Lindemann, Medi-cina y sociedad en la Europa moderna, 1500-1800 (Madrid: Siglo XXI Editores, 2001), pp. 74, 149-151; Michael E. Burke, The Royal College of San CarlosSur-gery and Spanish Medical Reform in the Late Eighteenth Century (Durham N. C.: Duke University Press, 1977), p. 25; Mara Luisa Rodrguez-Sala, Los cirujanos del mar en la Nueva Espaa (1572-1820): miembros de un estamento profesional o una comunidad cientfica?, Serie Los Cirujanos de la Nueva Espaa, vol. I (Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de Investiga-ciones Sociales/Universidad Autnoma de Nayarit/Instituto Veracruzano de la Cultura/Academia Mexicana de Ciruga, 2004), pp. 22-23.

  • Vernica Ramrez Ortega 23

    cito y una marina integrada por elementos bien preparados. Deban ser debidamente atendidos durante sus enfermedades y heridas de batalla, as como preser va dos en su salud general. La preparacin para este avance insti tucio nal de enormes conse-cuencias para los saberes mdicos se desarroll a lo largo de la primera mitad del siglo ilustrado. As, a mediados del siglo XVIII se crearon en Espaa los establecimientos especializados donde se prest preparacin exclusiva en ciruga para los futuros cirujanos militares de la Real Marina y del Ejrcito, y poco ms tarde a los civiles. Las nuevas escuelas o colegios de ciruga peninsulares as como el novohispano permitieron y facilitaron el avance en el desarrollo y transformacin de la disciplina mdica; asimismo, funcionaron en paralelo a la Universidad. Por lo menos en los pe-ninsulares en su mejor momento, indepen dien tes del Tribunal del Protomedicato, la ciruga pas, paula ti na mente, de una actividad manual a convertirse en una disciplina profesional.

    En efecto, con la asuncin de la dinasta de los borbones al tro-no espaol, se favoreci la introduccin de la Ilustracin al reino. Como parte de las nuevas polticas, los monarcas plantearon y pusieron en marcha una serie de reformas entre las que se incluan las de orden sanitario, las cuales comprendieron el mejoramiento del sistema de salud del imperio con el objeto de extenderlo hacia toda la poblacin; de acuerdo con la poltica mercantilista del siglo XVIII: cuanto ms numerosa y sana, ms productiva y til.2 Dentro de esta tendencia, se puso particular inters en atender las nece-sida des sanitarias y mdicas de los cuerpos armados, el Ejrcito y la Marina; se trataba de herramientas de primer orden tanto para defender los intereses expansivos de la monarqua como su inte-gridad territorial. Por esta conjuncin de factores, la ciruga se vio favorecida e impulsada por la poltica borbnica, la cual tuvo un fuerte baluarte en los integrantes de las fuerzas militares y en los mismos cirujanos ilus trados.

    2 Burke, op. cit., p. 10; Lindemann, op. cit., pp. 13, 92.

  • 24 El Real Colegio de Ciruga de Nueva Espaa, 1768-1833

    Los hospitales para esa fecha ya convertidos en centros de-dicados a la medicacin, atencin y curacin de las enfermedades y no slo alojo de menesterosos fueron los lugares donde la ciruga comenz a transformarse mediante la introduccin de las teoras y las prcticas ilustradas. El proceso educativo y moderni-zador culminara con la creacin de los Reales Colegios de Ciru-ga, el de San Fernando de Cdiz en 1748, el de Barcelona en 1760 y el de San Car los de Madrid en 1774.

    Nueva Espaa, principal posesin ultramarina espaola y cuyo bienestar econmico durante la segunda mitad del siglo XVIII fa-voreca el desarrollo de un movimiento socio-cultural propio, no fue ajena a la renovacin de la prctica quirrgica. Ella se produjo como resultado de la conjuncin de varios actores sociales: los cirujanos locales y peninsulares asimilados a la sociedad novohis-pana, autoridades y funcionarios virreinales, as como la influen-cia y aceptacin de las polticas y acciones que los monarcas desarrollaban en la pe nn sula. De la unin de estos factores resul-t la instauracin del Real Colegio de Ciruga de Nueva Espaa en el Hospital Real de Natura les o de Indios de la Ciudad de Mxico.

    Aunque la propuesta que dio lugar a su creacin consideraba slo la apertura de una ctedra anatmica, sin duda a la hora de evaluar el proyecto novohispano debi tomarse en cuenta la opi-nin del im portante cirujano Pedro Virgili, fundador de los Cole-gios de Cdiz y Barcelona. Ello resultara en la creacin de una institucin semejante a los ya mencionados establecimientos pe-nin sulares; es decir, un colegio de ciruga, del que fue nombrado su di rector Andrs Montaner y Virgili, nada menos que el sobrino del influyente don Pedro.

    La institucin novohispana fue un colegio. Entre las carac-te rs ticas que definen una institucin de tal tipo, se cuentan el que ste cuente con una congregacin de colegiales, a los cuales se im partan una o ms ctedras. Fue el caso del establecimiento no-vohispano. El colegio dispona tambin de instalaciones especia-les, que si bien comparta con el Hospital de Naturales, eran

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    conside radas como propias del Colegio o la Escuela, como tambin se le llam. En cuanto a su financiamiento, una parte: los salarios de los catedrticos, provenan de las arcas reales, en tanto que otros gastos dependan de los recursos del hospital.3 Puesto que la institucin novohispana form parte del proyecto de institucionalizacin del quehacer quirrgico y, dada su simi-litud con los de Espaa, se opt por nominarla tambin Real Colegio de Ciruga.

    Dicho colegio fue la primera institucin de carcter ilustrado que se estableci en Nueva Espaa. Su funcionamiento corri pa-ralelo con el de la Real y Pontificia Universidad de Mxico; su objetivo es pecfico fue formar cirujanos profesionales para cubrir la ne cesidad que de estos facultativos se tena en el extenso terri-torio de la Nueva Espaa. El nuevo establecimiento represent la renovacin y revaloracin de la ciruga, pero tambin se constitu-y en un importante paso, un escaln necesario, para que aos ms tarde se diera la unin de la medicina y la ciruga; para que la teora y la prctica se conjuga ran y dieran lugar a un nuevo nivel de conocimientos. Esto ltimo se llevara a cabo plenamente a partir del segundo tercio del siglo XIX. El Real Colegio de Ciru-ga de Nueva Espaa no slo contribuy a la profesionalizacin de la ciruga: tambin puede considerarse como el precedente de la introduccin de la modernidad en nuevas disciplinas como la farmacia con la ctedra de Botnica; y la minera, con la escola-rizacin de la prctica en el Seminario o Real Colegio de Mi nera.

    A pesar de la importancia social e histrica del Real Colegio de Ciruga para la historia de la ciencia mexicana, y en especial para el rea de la Medicina, hasta la fecha no contbamos con un estu-dio es pecfico sobre dicho establecimiento. Los trabajos que han abordado el tema son generales y se ocupan muy poco o nada de

    3 Vctor Gutirrez Rodrguez, Hacia una tipologa de los colegios colonia-les, en De maestros y discpulos. Mxico. Siglos XVI-XIX, coordinado por Leticia Prez Puente (Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Centro de Estudios sobre la Universidad, 1998), pp. 81-90.

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    sus ca tedrticos y colegiales, personajes centrales de su funciona-miento y desarrollo. En la bibliografa sobre la medicina y ciruga novohispanas slo se encuentran breves referencias al respecto; el libro de Rmulo Velasco Ceballos constituye la nica ex cepcin: La ci ruga mexicana en el siglo XVIII, magnfica recopilacin docu-mental sobre dicho centro educativo. No obstante, auque contiene una considerable riqueza, carece de una interpretacin de los documentos.

    Por otro lado, al ocupar el Real Colegio de Ciruga las mismas instalaciones que el Hospital de Naturales, inevitablemente com-par ti su historia a partir del ltimo tercio del siglo XVIII, por lo que en la no muy amplia bibliografa pero en la extensa infor-macin documen tal existente sobre dicho nosocomio, es posible recuperar algunos datos sobre el Colegio.

    Tal vaco historiogrfico y la carencia de un estudio espec-fico que se ocupe de la historia del Real Colegio de Ciruga, sus direc to res, catedrticos y colegiales, as como sobre su papel desempeado en el desarrollo de la ciruga y de la medicina no-vohispanas, han motivado la pre sen te investigacin. Pues si bien se han realizado varios trabajos sobre la historia de la medicina y los hospitales novohispanos,4 muy pocos se han ocupado de la historia de la ciruga y menos an de sus profesionales. Ello ha creado un hueco en la historia de la ciencia mdica en general, sobre todo si se considera que durante toda la etapa virreinal y hasta el primer tercio del siglo XIX, la ciruga y la me dicina fueron prcticas separadas.

    Por todo lo anterior, se consider indispensable realizar una investigacin especfica sobre el Real Colegio de Ciruga de Nueva Espaa, as como sobre su personal directivo y acadmico, con el

    4 Contamos con el exhaustivo trabajo de la doctora Josefina Muriel de la Torre, Hospitales en la Nueva Espaa, 2 vols. (Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de Investigaciones Histricas/Cruz Roja Me-xicana, 1990); los trabajos de Antonio Zedillo sobre el Hospital Real de Natu-rales, o el de la maestra Alba Morales acerca del Hospital General de San Andrs.

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    fin de establecer su papel en el proceso del desa rrollo de la ciencia novohispana y sus instituciones; en este caso par ticular, desde el mbito de la ciruga.

    El trabajo que aqu presentamos, se divide en siete partes o captulos. El primero busca dar una visin general del estado de la ciruga y la medicina espaolas y novohispanas, desde el siglo XVI hasta la primera mitad del siglo XVIII. Largo periodo, durante el cual se mantuvieron preponderantemente los cnones galeno-hipocrticos y el mtodo escolstico, con el aporte del humanismo mdico que se introduce durante el Renacimiento.

    El captulo 2 corresponde al periodo ilustrado, durante el cual los monarcas espaoles promovieron una serie de cambios de orden poltico, cientfico, social y cultural en el reino. En este con-texto la ciruga recibe un fuerte impulso para renovarla e institucio-na lizarla mediante la creacin de los Reales Colegios, los cuales se abordan de manera general como antecedentes del novohispano. En Nueva Espaa el periodo ilustrado se establece como una etapa de transicin, pues el bienestar econmico por el que atravesaba el reino en la segunda mitad del siglo XVIII le permi ti desarrollar un movimiento socio-cultural propio, en el que a la par que se in-troducan y asimilaban las ideas ilustradas, subsistan las tradicio-nales, el escolasticismo en un plano acadmico general, y las teoras de Galeno e Hipcrates en el rea mdica. Si bien este ambiente favoreci la instauracin del Real Colegio de Ciruga, no le per mi-ti funcionar con todos los privilegios y prerrogativas con que lo hicieron sus anlogos metropoli tanos.

    El Hospital Real de Naturales se aborda en el tercer apartado y en l se establece la importancia que ejerci dicha institucin dentro de los es tablecimientos hospitalarios novohispanos. Se des-tacan sus antecedentes como centro de investigacin cientfica y docente que haran de l un lugar idneo para impulsar la trans-formacin de la ci ruga y de cuyos miembros, administrador y fa-cultativos, surgi la inicial propuesta que dara lugar a la fundacin del Real Colegio de Ciruga de Nueva Espaa.

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    En el captulo 4 de este trabajo se aborda directamente la ins-ti tucin: el Real Colegio de Ciruga, desde su instauracin en 1768 hasta los aos previos al movimiento de independencia mexicana. Se analizan diversos aspectos de su funcionamiento, como son los de carcter acadmico y administrativo, sin dejar de lado el anli-sis de las dificultades tanto internas como externas a las que tuvo que hacer frente durante su existencia. Parte importante de dicho apartado son las referencias biogrficas de los catedrticos del establecimiento educativo; todos ellos (simultneamente ciru-janos del Hospital Real de Naturales y actores que estuvieron al frente del Colegio de Ciruga) fueron los encargados no slo de dirigir la institucin y sostenerla frente a las adversidades, sino tambin de formar a los nuevos ciruja nos con base en las moder-nas teoras mdico-quirrgicas.

    El captulo 5 se ocupa de los ltimos aos del Colegio y los cam bios polticos, sociales e ideolgicos que llevaran a su clausu-ra para dar paso a una nueva etapa de la historia de la medicina mexica na y que corresponde a la de la unin de la medicina con la ci ruga.

    Las conclusiones se presentan en el siguiente apartado de la investigacin y la obra se completa con dos apn di ces. El primero se ocupa de los datos biogrficos de los practicantes mayores del Hospital de Naturales y de los colegiales del establecimiento edu-cativo que prestaron sus servicios en las salas del Hospital de In-dios entre 1782 y 1820. Todos ellos fu turos cirujanos, quienes no slo apoyaron a los cirujanos titulares en la atencin y cuidado de los pacientes, sino tambin en la instruccin de los estudiantes. Tal parte de la obra es resultado de una afanosa ta rea de bsqueda en diversos acervos documentales, su seleccin, or ganizacin e interpretacin de la documentacin sobre cada uno de los perso-najes. La cantidad de informacin es variable para cada uno, pues mientras para algunos se localizaron muchas y amplias referen-cias, sobre otros resultaron muy escasas.

    Por un lado, la importancia de conocer la vida y trayectoria de quienes o bien apoyaron la instruccin de nuevos cirujanos, o bien

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    fueron quienes se formaron en el Colegio para figurar como los transmisores de los conocimientos adquiridos a las siguientes generaciones, se justifica por constituir una nueva contribucin al conocimiento del grupo ocupacional de los cirujanos, tema cen-tral de la Serie en la que se inscribe esta obra. Por el otro, debido a que los rasgos centrales de sus vidas y ac ciones se identifican y contribuyen, directamente, al avance de la ci ruga como disciplina cientfica.

    Como segundo apndice, seccin que cierra el trabajo, se in-cluye el proyecto de reglamento para el Colegio de Ciruga que present Andrs Montaner y Virgili en 1772. Este polmico docu-mento estuvo presente a lo largo de la historia del establecimiento acadmico, aunque nunca lleg a concluir su proceso para poner-lo en prctica.

    Las fuentes para la presente investigacin proceden de una cuida dosa bsqueda documental en archivos mexicanos y espao-les. Los nacionales fueron el Archivo General de la Nacin (AGN), el Archi vo Histrico del Instituto Nacional de Antropologa e His-toria (AHINAH), el Archivo Histrico de la Ciudad de Mxico (AHCM) y el Archivo Histrico de la Facultad de Medicina de la UNAM (AHFMUNAM) en su ramo Protomedicato. El doctor Pedro Ramos facilit materiales de su archivo particular, que contiene una rica informacin rescatada del Archivo de Vizcanas. Los acervos espa-oles consultados fueron el Archivo General de Indias (AGI) y el Archivo Histrico de la Marina lvaro de Bazn (AHMAB).

    El material archivstico se complement y ampli con materia-les bibliogrficos y hemerogrficos.

    La presente investigacin se desarroll dentro del proyecto que coordina la doctora Mara Luisa Rodrguez-Sala en el Institu-to de Investigacio nes Sociales de la UNAM, Cirujanos de la Nueva Espaa. A ella, todo mi reconocimiento. Le agradezco el haberme acogido en su proyecto, as como su apoyo cotidiano en el desarrollo de este trabajo.

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    Agradezco tambin la ayuda que me brindaron los colegas y amigos estudiantes: Alfonzo Prez, Cecilia Rivera, Alejandra Tolentino y Jorge Zacaras, quienes siempre tuvieron presente mi investigacin durante su tarea de recoleccin de materiales en los archivos y me ayudaron a rescatar importantes documentos.

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    CAPTULO 1

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    BREVE DESCRIPCIN DE LA CIRUGA EN ESPAA Y NUEVA ESPAA (SIGLOS XVI Y XVII)

    La Nueva Espaa que naci de la conquista y colonizacin hered de Espaa tradiciones, prcticas, conocimientos y hasta vicisi-tudes. As, la ciruga y la medicina novohispanas son resultado de un proceso de conjuncin y enriquecimiento mutuo entre los conocimientos europeos, basados tanto en los conceptos hipo-crtico-galenos, como en los americanos, que incluan una rica tradicin curativa, un amplio conocimiento de plantas medicina-les y la prctica de intervenciones quirrgicas con alto grado de eficacia.1 La situacin por la que atravesaba el saber mdico-qui-rrgico en la pennsula se reflejara tambin en sus dominios americanos, especial e inicialmente en la ms importante de ellas: la Nueva Espaa. Para entender lo que suceda en esta nacien-te sociedad, en un primer inciso damos a conocer, de manera general, la situacin de la ciruga en la pennsula durante el Re-na cimiento, escenario temporal de la conquista del territorio mexicano.

    1 Eli de Gortari, La ciencia en la historia de Mxico (Mxico: Fondo de Cultu-ra Econmica, 1963), pp. 92-93.

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    A. La ciruga espaola de la primera mitad del siglo XVI. La poca de oro

    Como ya se mencion en la Introduccin, la ciruga y la medicina eran dos disciplinas separadas en la prctica, pero complementarias como materias de conocimiento y por sus bases tericas, prove-nien tes de la tradicin grecolatina hipocrtico-galnica. Dichos preceptos se establecieron como la base del conocimiento mdico a lo largo de la Alta Edad Media en Italia, Francia y Espaa; asi-mismo, se enriquecieron mediante los aportes de la medicina rabe que provino de la etapa bizantina.

    La presencia musulmana en la pennsula ibrica, especialmen-te a partir de la creacin de la Escuela de Traductores de Toledo (siglo XI), fue definitiva para el favorecimiento de la prctica de la medicina y la ciruga en el mundo occidental. Tambin estableci las bases para que durante el Renacimiento se convirtieran en una de las actividades cientficas de mayor importancia cognoscitiva en Italia, Francia, Alemania, Inglaterra y con particularidad en Espaa.2

    En efecto, a lo largo del siglo XVI los espaoles lograron un importante movimiento de renovacin del rea mdica, al que Lpez Piero denomin humanismo mdico o galenismo humanista; en l desde luego tambin se favoreci la prctica quirrgica. Imbuidos de la corriente humanista, los representantes de dicho periodo lo marcaron mediante el descubrimiento de los textos griegos originales de Hipcrates y Galeno, de los cuales hicieron nuevas traducciones al latn. Al mismo tiempo, introdujeron obras relativamente contemporneas como las de Guy de Chauliac, Arnau de Villanova y Avicena.3

    2 De Gortari, op. cit., pp. 124-125; Jos Mara Lpez Piero, Ciencia y tc-nica en la sociedad espaola de los siglos XVI y XVII (Madrid: Labor Universitaria, 1979), p. 42.

    3 Lpez Piero, op. cit., pp. 118, 123.

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    Las traducciones al latn no slo permitieron corregir los erro-res y las omisiones de los que adolecan las que haban realizado los rabes del alto medioevo; tambin los llevaron a replantearse preguntas sobre el conocimiento mdico tradicional en todos los aspectos. No se limitaron slo a conocer los textos griegos y lati-nos, sino que hicieron revisiones y comentarios a los mismos4 y llegaron incluso a rectificar conceptos de la teora hipocrtica-galena.

    Por otro lado por primera vez desde el medioevo, los m-dicos contaron con los textos anatmicos de Galeno.5 Ellos les permitieron revalorar la prctica quirrgica y las disecciones ana-tmicas, que si bien venan realizndose desde la Edad Media de manera espordica, al pasar a Espaa mediante las escuelas de Italia y Francia, durante el Renacimiento se convirtieron en una prctica indispensable que enriqueci el conocimiento de los m-dicos de ese tiempo. De hecho, a pesar de su complementacin, ambas actividades se mantuvieron separadas, a excepcin del reino espaol, donde esa diferenciacin fue mucho menor, pues los mdicos s realizaban operaciones; aunque desde luego la enseanza de la ciruga no se modific. Asimismo, en este periodo el conocimiento anatmico europeo se vio enriquecido por el arte, la pintura y el grabado, por medio de los cuales se describa e ilustraba con gran realismo la anatoma humana y sus nuevas concepciones.6

    Durante el periodo clsico y medieval, la enseanza de la ciruga se realizaba de manera gremial y requera de varios aos de prctica emprica; empero, los conocimientos tericos eran es-casos7 puesto que la mayora de los cirujanos no tuvieron acceso a las universidades. Sin embargo, durante el siglo XVI la ciruga se

    4 Op. cit., pp. 74-76.5 Op. cit., p. 74.6 Ana Cecilia Rodrguez de Romo, La medicina del Renacimiento: el umbral

    de la concepcin cientfica del cuerpo humano, Iztapalapa 17, nm. 41 (enero-junio de 1997): 239-240. Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana.

    7 Lopez Piero, op. cit., p. 119.

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    estableci tambin como una disciplina acadmica en las aulas universitarias espaolas. Diversas Facultades de Medicina abrie-ron ctedras de Anatoma y Ciruga, con la obligacin de realizar cierta cantidad de disecciones a lo largo del ciclo escolar.

    Valencia dot a su Facultad Mdica de un profesor de Ciruga desde su fundacin en 1462, en tanto que la clase de Anatoma se empez a leer en 1501. Salamanca lo hizo en 1551 y en 1556 es-tableci su clase de Ciruga; en la de Alcal se abrieron en 1550 y 1594, respectivamente. Por lo que toca a Zaragoza, cont con una ctedra de Anatoma en 1583;8 en la Universidad de Barcelona se hizo lo propio en 15659 y en Valladolid la clase de Ciruga no se cre sino hasta 1594.10 Sin embargo, un decreto real de 1617 orde-n que todas las Facultades Mdicas contaran con ctedras de Ciruga y Anatoma.11

    El texto bsico para la enseanza de la Ciruga era el de Guy de Chauliac; en lo que respecta a la Anatoma, el De anatomicis administrationibus, de Galeno.12 Las teoras anatmicas del flamen-co Andrs Vesalio, que rectificaban los conceptos galnicos, fueron introducidas y adoptadas primero en Valencia, desde donde se difundieron a Facultades de Medicina como las de Salamanca y Alcal de Henares. Ello se debi a que desde finales de la dcada de los cuarenta del siglo XVI, la ctedra valenciana fue impartida por discpulos del mismo Vesalio.13

    Sin duda la creacin de nosocomios bajo la tutela real en el siglo XVI tambin favoreci el desarrollo de la prctica quirrgica. En estos centros, dentro de su personal se incluy la presencia de los cirujanos, especialmente cirujanos latinistas o de ropa larga,

    8 Op. cit., pp. 97-99. 9 Op. cit., p. 331.10 Op. cit., p. 99.11 Michael E. Burke, The Royal College of San CarlosSurgery and Spanish

    Medical Reform in the Late Eighteenth Century (Durham, N. C.: Duke University Press, 1977), p. 26.

    12 Lpez Piero, op. cit., pp. 310-311.13 Op. cit., pp. 316-318.

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    quienes se encargaban de atender las salas destinadas a los pacien-tes de enfermedades venreas, as como de supervisar la formacin de los estudiantes de Medicina que asistan al hospital a realizar sus prcticas para poder obtener su ttulo.14

    Durante este primer periodo renacentista (la primera mitad del siglo XVI), las pocas restricciones impuestas entonces por la Inquisicin para la circulacin de ideas y de los textos impresos, permiti una rpida circulacin del conocimiento en todo el terri-torio espaol y un fructfero intercambio con el resto del conti-nente europeo. Tal libertad favoreci tambin la presencia de personalidades mdicas hispanas ms all de sus fronteras y la estancia en Espaa de importantes personajes extranjeros;15 fue el caso del mismo Andrs Vesalio, quien residi en la corte de Carlos V entre 1559 y 1564.16 Ello permiti un periodo de renovacin y esplendor de la medicina y la ciruga espaolas, que se vera opa-cado e incluso retrocedera en la siguiente mitad del siglo.

    B. La segunda mitad del siglo XVI y el siglo XVII

    Las ciencias espaolas, consideran autores como Lpez Piero, en las ltimas dcadas del siglo XVI y hasta finales del XVII pasaron por un proceso degenerativo: el siglo de oro espaol haba quedado atrs. La adhesin de los monarcas espaoles al movimiento de la Contrarreforma que acrecent la influencia de la religin en la poltica y las instituciones educativas fue acentuada por una serie de medidas reales, apoyadas por la Inquisicin y enca-minadas a mantener el orden establecido en todos los mbitos, incluso en el del conocimiento. Se cre una barrera que ocasio-n el estancamiento de las ciencias, y favoreci el resurgimiento y sustento de los viejos modelos tericos. As, hacia 1557-1559 las

    14 Burke, op. cit., pp. 26-27.15 Lpez Piero, op. cit., pp. 118, 141.16 Op. cit., p. 313.

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    autoridades reales prohibieron a los espaoles salir a estudiar o dar ctedra en las universidades extranjeras. La Inquisicin por su parte mantuvo el control sobre la difusin de ideas y la circulacin de textos provenientes del exterior, los cuales eran cui-dadosamente revisados por la institucin. La consecuencia fue que las nuevas teoras y avances cientficos provenientes de fuera si bien se difundan entre los intelectuales espaoles slo se conocan de manera fragmentada.17

    Para el caso de la Medicina, signific no slo el retorno del galenismo y el hipocratismo clsicos con el predominio del m-todo escolstico, sino la negativa a casi cualquier crtica o reforma de sus conceptos o el rechazo de las mismas. Incluso las innova-ciones eran utilizadas por los mdicos espaoles para corroborar la vigen cia de los autores clsicos, o en el mejor de los casos eran consideradas aspectos complementarios de la informacin que estos ltimos no tenan o no podan haber conocido, pero que de ninguna manera negaban lo establecido por ellos.18

    Las teoras como las de Paracelso que sealaban un nuevo concepto de enfermedad relacionado con una entidad externa al cuerpo llamada arqueo fueron rechazadas o manejadas con cier-to recelo.19 No as su idea de que el hombre representaba un mi-crocosmos que estaba en relacin con el universo que era el macrocosmos, y de que los movimientos de las estrellas y los astros podan influir en el organismo humano para causarle la enferme-dad.20 De ah la introduccin de las ctedras de Matemticas y Astrologa como parte del curriculum mdico universitario.

    No obstante, las universidades se convirtieron en centros neu-rlgicos defensores y sostenedores del conocimiento tradicional escolstico, del predominio del discurso y la retrica, y conse-cuentemente del mantenimiento tanto de la posicin como de

    17 Op. cit., pp. 142-145, 151-152.18 Op. cit., p. 379.19 Mary Lindemann, Medicina y sociedad en la Europa moderna, 1500-1800

    (Madrid: Siglo XXI Editores, 2001), pp. 1-34.20 Op. cit., pp. 79-80.

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    los privilegios de la Medicina y de quienes la enseaban.21 Reco-nocer el cuerpo humano en sus signos de enfermedad (o sea rea-lizar el diagnstico), fue una prctica decadente en esta medicina peninsular de finales del siglo XVI siglo XVII; efectuar curaciones de heridas, inspeccionar el interior del cuerpo y ensuciarse las manos, no era digno del estatus del mdico universitario, como no lo haba sido durante la Baja Edad Media. En este escenario la ciruga no slo se vio disminuida: tambin desvalorada y casi expulsada del mbito universitario. Las reformas y el texto ve-saliano que haban sido tomados como modelo para la clase de Anatoma durante la primera mitad del siglo, fueron abandona-dos para retomar a Galeno. Esta situacin acentu la diferencia entre lo terico que corresponda al rea mdica propiamente dicha y lo manual que corresponda a la ciruga, la cual fue relegada al rea de los conocimientos empricos.

    Tal decadencia de la ciencia mdico-quirrgica se advierte tam bin en la falta de catedrticos y la disminucin de estudiantes en las Facultades de Medicina, en comparacin con otras como las de Leyes o Teologa. La Medicina dej de ser una profesin pro-ductiva y con futuro.22 La falta de personal calificado ocasion que las ctedras de Anatoma y Ciruga se encontraran a menudo va-cantes, incluso de manera permanente. Esto tambin caus que las disposicio nes reales que sealaban la obligacin de los faculta-tivos de realizar cierta cantidad de disecciones anatmicas anua-les, se dejasen sin efec to, y as las ctedras de Anatoma y Ciruga se volvieron slo tericas.

    La situacin de la ciencia en este caso en particular de la medicina y la ciruga espaolas se reflej en las tierras america-nas, a donde la trasladaron los colonizadores.

    21 Op. cit., p. 44.22 Op. cit., p. 23, 46.

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    C. Prctica y enseanza de la ciruga en la Nueva Espaa

    Durante los primeros aos de la dominacin espaola, la falta de un reglamento que controlara el ejercicio mdico y quirrgico, hizo de Nueva Espaa terreno frtil para que personal poco calificado e impostores ejercieran dichas profesiones. No obstan-te, tambin se trasladaron a ella destacados facultativos, como el doctor Pedro Lpez, el viejo, quien en 1527 recibi el cargo de protomdico23 y la tarea de examinar a quienes quisieran ejercer la profesin mdica o quirrgica en la Colonia. El Ayuntamiento por su parte dispuso en 1528 que nadie ejerciera dichas acti-vidades sin estar examinado por el protomdico; o sus ttulos, revalidados por ste. Dicha disposicin fue reiterada al siguiente ao, con el agregado de que quienes no acataran dicho mandato, se haran acreedores a una multa de sesenta pesos de oro.24 El con-trol intent favorecer una prctica mdica-quirrgica ms rigurosa. Por otro lado, el esplendor por el que atravesaron estas activida-des en la pennsula espaola en la primera mitad del siglo XVI se vio reflejado en una valiosa actividad cientfica desarrollada en Nueva Espaa, la cual se manifest en diversas obras escritas de carcter mdico y quirrgico.

    Como parte de la fusin de conocimientos, en colegios como el Imperial de la Santa Cruz de Tlatelolco25 indgenas y frailes

    23 De Gortari, op. cit, p. 188; Francisco Fernndez del Castillo, El Tribunal del Protomedicato en la Nueva Espaa segn el Archivo Histrico de la Facul-tad de Medicina, Archivalia Mdica, nm. 2 (1965): 13. Debe aclararse que si bien se designaron protomdicos en los primeros aos del dominio espaol, el Tribunal del Protomedicato no se estableci sino hasta 1628.

    24 Francisco Fernndez del Castillo, La ciruga mexicana en los siglos XVI y XVII (Nueva York: E. R. Squibb & Sons, 1936), pp. 3-4; Rmulo Velasco Cevallos, La ciruga mexicana en el siglo XVIII (Mxico: Archivo Histrico de la Secretara de Salud y Asistencia, 1946), p. vi.

    25 El colegio fue establecido en 1536 por auspicio del virrey Antonio de Mendoza y la tutela educativa de los franciscanos para educar a los hijos de los caciques. Eli de Gortari, op. cit., p. 179.

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    franciscanos realizaban una labor en conjunto para integrar la teraputica y la botnica indgenas con la medicina espaola.26

    Para aprender sobre los padecimientos que sufran los natura-les y la manera como las enfermedades europeas los afectaban, se realiz la primera autopsia a manos del cirujano Alonso Lpez de Hinojosos con la supervisin del doctor Juan de la Fuente y la presencia del protomdico Francisco Hernndez. sta se llev a cabo en el Hospital Real de los Naturales en 1576; la operacin anatmica fue realizada en el cuerpo de un indio que haba falle-cido a causa de la epidemia de cocolixtli, una de las tantas enferme-dades que sufri la poblacin novohispana.27

    La realizacin de operaciones anatmicas con fines patolgi-cos fue una prctica indispensable para que los mdicos y ciruja-nos espaoles en particular los de la primera mitad del siglo XVI, formados durante el periodo de esplendor de la medicina hispana adquirieran nuevos conocimientos sobre la situacin endmica novohispana. Plasmaron mucha de su experiencia prc-tica en sus obras escritas, la cual muestra una muy variada infor-macin sobre la naturaleza y clima de las tierras americanas, las enfermedades y la teraputica local. Varios de estos libros fueron publicados por sus autores a su regreso a la pennsula tras haber pasado varios aos en tierras mexicanas; otros ms se imprimie-ron en Mxico.

    26 Op. cit., p. 18027 Josefina Muriel, Hospitales en la Nueva Espaa, vol. I, 2a. ed. (Mxico: Uni-

    versidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de Investigaciones Histricas/Cruz Roja Mexicana, 1990), p. 143; Mara Luisa Rodrguez-Sala, El Hospital Real de los Naturales, sus administradores y sus cirujanos (1531-1764): miembros de un es-tamento profesional o de una comunidad cientfica?, Serie Los Cirujanos en la Nueva Espaa, vol. III (Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de Investigaciones Sociales, 2005c), p. 95.

  • 42 El Real Colegio de Ciruga de Nueva Espaa, 1768-1833

    D. La enseanza de la ciruga en la Facultad de Medicina de la Real y Pontificia Universidad de Mxico

    Pese a la riqueza mdica y quirrgica que se desarroll en Nueva Es paa, el estudio de esas profesiones en la Universidad novo-hispana no tuvo cabida en ella sino hasta varios aos despus de fundada (1553). La Facultad de Medicina se inaugur con la ctedra de Prima de Medicina, que se instaur en 1578; posterior-mente se agregara la de Vsperas en 1598; en 1621 se estable-cie ron, en febrero, la de Mtodo Medendi; y en noviembre, la de Anatoma y Ciruga. Por ltimo, en 1637 se cre la de Astrologa y Matemticas.28

    Desafortunadamente, para esos momentos (finales del siglo XVI y primeras dcadas del XVII), la medicina y la ciruga en gene ral la cien cia espaola haban iniciado un periodo de es-tancamiento, y la Fa cul tad de Medicina novohispana reflej dicha situacin.

    El currculo acadmico tena como base las doctrinas hipocr-tico-galnicas, que comprendan aspectos fisiolgicos, anatmicos y teraputicos, y sealaban que la salud del cuerpo se basaba en mantener el equilibrio de los cuatro humores de que se compona: la bilis negra, que era fra y seca; la bilis amarilla o roja, que era caliente y seca; la sangre, caliente y hmeda; y la flema, fra y hmeda. Si alguno de dichos humores se alteraba, surga la enfer-medad, y el remedio consista en restablecer su equilibrio.29

    Las asignaturas de la Facultad se impartan en latn, y las lec-ciones consistan bsicamente en la lectura de los textos clsicos, en particular los Pronosticos y los Aforismos de Hipcrates, que los es-tudiantes tenan que aprender de memoria para posterior mente

    28 Francisco Fernndez del Castillo, La Facultad de Medicina segn el archivo de la Real y Pontificia Universidad de Mxico (Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Consejo de Humanidades, 1953), p. 39.

    29 Lpez Piero, op. cit., pp. 118, 123.

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    disertar sobre algn tema.30 Las ctedras, por su parte, eran de dos tipos: las llamadas de propiedad, que eran la de Prima y la de Vspe-ras; as como las cursatorias o temporales, que tenan un carcter secundario, a las que correspondan las de Mtodo Medendi y Anatoma y Ciruga.

    En el programa universitario, la Ciruga que durante el siglo XVI ha ba vivido una etapa de auge y revaloracin en Espaano slo que d desplazada a un nivel inferior en la universidad novohispana, sino que tambin se limit en general a la parte terica y muy poca prctica.

    Dicha ctedra se estableci conforme a lo establecido por la real pragmtica del 4 de noviembre de 1617, en la cual el rey Felipe III sealaba que todas las Facultades de Medicina deban impartir ctedra de Anatoma y Ciruga para dar validez a los ttulos que extendan.31 Sin embargo, el acatamiento de dicha re-solucin en la Real y Pontificia Universidad de Mxico no fue in-mediato, pues no fue sino hasta noviembre de 1621 cuando se abri la sealada asignatura.

    Para ello, en octubre de 1621, el doctor Rodrigo Muoz ofre-ci hacerse cargo de la nueva ctedra sin llevar por ello paga ni estipendio alguno. Seal considerarse apto para dicha tarea dado que haba estudiado la materia con muy particular curiosidad y cuidado. La peticin fue turnada al rector en turno, el doctor Hernando de Villegas, quien le solicit presentar testigos y cons-tancias de sus estudios sobre tal materia.

    Por otra parte, el doctor Cristbal Hidalgo y Vendabal (en ese mo mento profesor de la recin abierta ctedra de Mtodo Me-dendi, seal que la Real Universidad de Mxico cumpla con lo esti pulado por la pragmtica de Felipe III en lo que respecta a la lectura de tres ctedras de Medicina para poder otorgar ttulo sobre la materia. Adems, el claustro universitario agreg que la enseanza de la Ciruga y la Anatoma quedaba comprendida

    30 Burke, op. cit., p. 23; Lindemann, op. cit., p. 103.31 Burke, op. cit., p. 26.

  • 44 El Real Colegio de Ciruga de Nueva Espaa, 1768-1833

    dentro de la asignatura que imparta Hidalgo y Vendabal; por tanto, consideraba que en caso ne cesario ste podra leer la nueva materia sin ningn problema, pues adems de poseer los conocimientos adecuados para ello, tena experiencia prc-tica como cirujano en hospitales, conventos y entre la poblacin local. Como resultado de ambas peticiones y tras revisar los actos que haban presentado Muoz e Hidalgo y Vendabal para ocupar la nueva ctedra de Ciruga, el rector Juan de Salce do en orden del 29 de noviembre de 1621, se la otorg al ltimo en lugar de la que posea, la de Mtodo Medendi, la cual fue clausurada. Prime-ro porque se cumpla con la orden real de que la Facultad Mdica tuviera tres ctedras para poder otorgar ttulos; y segundo, por-que la institucin no contaba con recursos econmicos suficien tes para cubrir el sueldo del profesor de dicha asignatura.32

    Al principio, Hidalgo y Vendabal imparti la clase sin recibir pago alguno; pero hacia 1626 se le asign un pago anual de 300 pesos y se le concedi de manera extraordinaria la posesin de dicha ctedra en propiedad durante el resto de su existencia, como en efecto sucedi.33

    La ctedra de Ciruga y Anatoma siempre estuvo a cargo de mdicos, quienes se apoyaban en los textos de Guy de Chauliac para la ciruga y en el de Anatomicis administrationibus, de Gale-no, para la Anatoma.34 Dicha asignatura fue slo terica hasta 1646, cuando por disposicin de la reforma hecha a los estatutos (verificada por el obispo y visitador Juan de Palafox y Mendoza), la Universidad contrat a un cirujano para realizar una serie de disecciones anatmicas que se establecieron como complemento de la formacin mdica. Si bien dichas operaciones deban ser

    32 Archivo General de la Nacin (AGN), Universidad, vol. 89, fols. 178 y ss.33 Dicha disposicin transgreda la norma universitaria que no permita

    que ningn profesor impartiera una ctedra de las llamadas temporales, como era la de Ciruga, durante ms de cuatro aos. Vase Francisco de Ass Flores y Troncoso, Historia de la medicina en Mxico, desde la poca de los indios hasta el presente, vol. II (Mxico: Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982), p. 119.

    34 Lpez Piero, op. cit., pp. 310-311; Burke, op. cit., pp. 20-22.

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    efectuadas por el cirujano, ste se hallaba supeditado al profesor de Anatoma. El artculo CXXXXVI (sic) (146) de los estatutos uni-versitarios sealaba que catedrticos y estudiantes de la Facultad Mdica deban asistir de manera obligada a las disecciones, bajo pena de ser castigados con una multa de 50 pesos los primeros, y perder el curso los segundos si no acataban dicha disposicin. Asimismo, se estableci la regla de que se realizaran tres anato-mas al ao (una cada cuatro meses), en el Hospital Real de la ciudad: el Real de Naturales.35

    Entre los objetivos de las anatomas, estaban el mostrar a los alumnos el proceso de la operacin, as como reconocer las par-tes y rganos que conformaban el cuerpo humano; en su caso, los aspectos patolgicos de las enfermedades que padecieron los di-funtos que servan de instrumento de su enseanza.

    Para contratar al cirujano-disector, las autoridades universi-tarias proponan una terna al virrey, quien tras considerar la habilidad quirrgica y mritos de cada uno elega al ms apto y le daba el nombramiento oficial. El cirujano reciba un salario de 50 pesos anuales por su trabajo; sin embargo, este personaje al no contar con estudios universitarios nunca fue considerado como parte del personal docente de la universidad.

    Adems de realizar las operaciones anatmicas, los ciruja-nos, tenan la obligacin de conservar la llave del cuarto donde se guardaban los instrumentos que utilizaban para su clase: un esque-leto, una mesa y otros utensilios con que contaban para realizar las disecciones. Asimismo, deban reunirse una vez al mes con los profesores y estudiantes de Medicina para mostrarles tales instru-mentos y explicarles su utilidad.

    Los primeros disectores anatmicos de la Universidad fue-ron el cirujano peninsular Andrs Martnez de Villaviciosa (como primer maestro) y su ayudante, el novohispano Juan de Correa, quienes cumpliendo con su deber llevaron a cabo la primera de-mostracin anatmica para el claustro de la Facultad Mdica, ante

    35 Flores y Troncoso, op. cit., pp. 116-117.

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    la presencia de diversas autoridades universitarias y varios ciruja-nos de la ciudad, el 8 de octubre de 1646 en las instalaciones del Hospital de Jess, ms cercano a la Universidad que el de Natura-les. La operacin se llev a cabo en el cuerpo de un ajusticiado que fue solicitado por Correa a la Sala del Crimen.

    Las disecciones no eran una prctica nueva en el reino de la Nueva Espaa, pues ya desde 1576 se haba realizado la primera, como ya se anot antes; pero a partir de 1646 cobraron un obje-tivo no slo cientfico, sino fundamentalmente pedaggico. Sin embargo, pese al inters mostrado por el visitador Palafox por renovar la instruccin mdica con la introduccin de la prctica anatmica, y pese a que sta se volvi un requisito de los estudios de Medicina conforme a los nuevos estatutos, dicho propsito no siempre logr el alcance deseado. Ello debido a que la Universi-dad novohispana reflejaba el desdn en que haba cado la prc-tica quirrgica en la pennsula para estas fechas (segunda mitad del siglo XVII); se conceda poca importancia al cumplimiento de este requisito.

    Por otro lado, no siempre fue fcil contar con los recursos in-dispensables para llevar a cabo las disecciones, ya fuera por la falta de cirujano-disector, o por la dificultad de obtener cadveres, los cuales deban ser proporcionados a la Universidad por los hospitales o para el caso de ajusticiados por las autoridades de la ciudad.36 Asimismo, habra que sealar la carencia de ins-talaciones adecuadas para llevar a cabo las operaciones, puesto que la Facultad de Medicina nunca cont con un anfiteatro anat-mico, lo cual obstaculizaba el que se llevasen a cabo las operacio-nes. No obstante, las autoridades de la Universidad se ocuparon en diversas ocasiones del asunto para tratar de resolver la situa-cin lo mejor posible. En 1689 exigieron al cirujano Joseph Garca,

    36 Alberto Mara Carreo, Efemrides de la Real y Pontificia Universidad de Mxico, vol. I (Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1963), p. 317; y Fernndez del Castillo, La Facultad de Medicina, op. cit., pp. 172-174.

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    disector en turno,37 que cumpliera con sus obligaciones y verifi-cara no slo las demostraciones anatmicas de ese ao, sino tam-bin las que tena pendientes desde 1687. Al no ver resultados, al siguiente ao el claustro universitario tom la decisin de no pagar a Garca su salario si no cumpla con su trabajo de acuerdo con lo sealado en los estatutos.38

    Tratando de remediar la situacin, el rector Agustn Cabaas solicit la ayuda del virrey Gaspar de Sandoval, conde de Galve, quien en respuesta emiti un decreto el 5 de marzo de 1691. Dicho documento indicaba al disector que cumpliera con la disposicin de realizar las anatomas. En efecto, el 28 de ese mismo mes se llev a cabo una demostracin anatmica sobre el cuerpo de un indio en el Hospital Real de Naturales. En noviembre se realiz otra operacin en el de Jess.39 Sin embargo, la situacin no se modific, como lo demuestra el inform que el cirujano-disector Joseph Garca present al claustro universitario el 15 de noviem-bre de 1694. En l sealaba que en los hospitales no se le daban facilidades para disponer de los cuerpos necesarios y as cumplir con sus deberes acadmicos; por ello solicitaba al rector su inter-vencin para poner remedio a dicha situacin, pues l estaba dis-puesto a ejecutar las anatomas.40

    La falta de cadveres para llevar a cabo las demostraciones anatmicas de manera peridica ante los estudiantes de Medicina fue un problema permanente; por ello los disectores muchas veces slo podan realizar su trabajo durante los meses de invier-no, cuando el clima ayudaba a conservar durante ms tiempo y en

    37 Garca fue seleccionado por el claustro universitario de la terna formada en 1681 para elegir al cirujano que se hiciera cargo de las disecciones. Le dio posesin del cargo el 3 de junio del mismo ao; vase Cristbal de la Plaza y Jan, Crnica de la Real y Pontificia Universidad de Mxico, vol. II, libro quinto (Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1931), pp. 177-178; y Carreo, op. cit., pp. 292, 293 y 295.

    38 Fernndez del Castillo, La Facultad de Medicina, op. cit., p. 174.39 Muriel, op. cit., p. 175.40 Fernndez del Castillo, op. cit., p. 176.

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    mejor estado los cuerpos. Aunque por otro lado en algunas ocasiones pudieron compensar la falta de operaciones al conse-guir que los estudiantes y profesores pudieran asistir a las autop-sias que les eran encargadas por las autoridades virreinales. Adems, las prcticas anatmicas no siempre se efectuaron en el Hospital de Naturales como indicaba el estatuto 146 de las constituciones universitarias, sino que se realizaban en las insta-laciones de la misma casa de estudios o en el Hospital de Jess, ms cercano a la Universidad.41 Estos inconvenientes llevaron a que durante largos periodos las lecciones anatmicas fueran slo tericas, pues ante la falta de operaciones prcticas, la clase se daba a los alumnos sobre un esqueleto.

    La enseanza de la Ciruga y la Anatoma en la Universidad continu sin cambios a pesar de la apertura de las lecciones que sobre tales temas se impartieron en el Real Colegio de Ciruga no-vohispano a partir de 1770, pues los estudiantes y los profesores de Medicina en general, se negaron a asistir al nuevo estableci-miento de enseanza quirrgica, salvo en algn periodo, como el de 1770 a 1773, cuanto el mdico Jos Antonio Giral Matienzo (catedrtico de Anatoma y Ciruga de la Universidad) hizo lo po-sible para que sus estudiantes concurrieran a las disecciones en el Real Colegio de Ciruga, en sustitucin de las que no les imparta el disector universitario.42

    41 Vase Mara Luisa Rodrguez-Sala, Los cirujanos en los colegios novohispa-nos de la Ciudad de Mxico (1567-1838): miembros de un estamento profesional o de una comunidad cientfica?, Serie Los Cirujanos en la Nueva Espaa, vol. VI (Mxico: Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de Investiga-ciones Sociales-Facultad de Medicina/Academia Mexicana de Ciruga/Patrona-to del Hospital de Jess, 2006b), pp. 91-93.

    42 Carreo, vol. II, op. cit., pp. 635 y 652.

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    Sin embargo, la negativa de la Facultad Mdica de participar en las actividades del Colegio de Ciruga, mantuvo las ctedras de Ciruga y Anatoma universitarias prcticamente sin cambios hasta su cierre en 1833, cuando se actualizaron los programas de estudios de Medicina y Ciruga con la creacin del Establecimiento de Ciencias Mdicas.

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    EL MOVIMIENTO ILUSTRADO Y LA MODERNIZACIN DE LA CIRUGA

    Tras el estancamiento y aislamiento en que cay la medicina y la ciruga desde la segunda mitad del siglo XVI, se inici un movi-miento de renovacin de la ciencia espaola hacia las ltimas dcadas del siglo XVII. Estuvo encabezado por un grupo de perso-najes, los novatores, quienes prepararon el terreno para dar paso a la Ilustracin durante la siguiente centuria.

    A. Los novatores

    Los novatores fueron mdicos, cirujanos, boticarios, as como algu-nos personajes de la nobleza y el alto clero, quienes a lo largo de las ltimas dcadas del siglo XVII tomaron conciencia del estado de atraso en que se encontraba la ciencia espaola con respecto a los dems pases europeos. Estos personajes se hallaban dispersos en la pennsula ibrica y se reunan en tertulias o pequeas acade-mias locales para discutir sobre las nuevas ideas cientficas que circulaban en el resto del continente. Los novatores se constituyeron en grupos que actuaban de manera independiente de las institu-ciones cientficas y universidades de su poca, pues mientras los integrantes de estas ltimas mantenan la defensa de los conoci-

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    mientos tradicionales, los primeros pugnaban por la renovacin y apoyaban las novedades. En un inicio, como una ciencia eclcti-ca; ms tarde, como un verdadero movimiento renovador.1 En el mbito mdico-quirrgico, los novatores cuestionaron los concep-tos galeno-hipocrticos, revaloraron doctrinas como las vesalianas y las prcticas anatmicas como medio del conocimiento direc-to. Al mismo tiempo, deliberaron y discutieron las modernas teo-ras como las iatroqumicas sobre el funcionamiento del cuerpo humano; o la circulacin de la sangre del ingls William Harvey (1578-1657). Tuvieron especial inters en las ideas de Thomas Sydenham (1624-1689) y Hermann Boerhaave (1668-1738), quie-nes propugnaron por la experimentacin, la observacin clnica y la concepcin anatomopatolgica. Asimismo, sealaron que la en-fermedad resida en un rgano alterado que el mdico deba saber localizar para darle el tratamiento adecuado, lo cual contradeca las teoras galeno-hipocrticas, que afirmaban que el malestar era resultado de un desequilibrio humoral.2

    Para los novatores no fue fcil presentar sus ideas de renova-cin, pues stas con frecuencia significaron una amenaza contra el estatus socioeconmico y la autoridad que sustentaban los cient-ficos y las instituciones tradicionalistas. No obstante, lograron atraerse el apoyo de importantes personajes de la nobleza y la poltica, quienes compartan su inters por las novedades cientfi-cas. Incluso, al hacer coincidir sus ideas con las aspiraciones y pro-yectos de renovacin y reforma de la Corona como eran los tocantes al sistema de salud del imperio, obtuvieron la atencin

    1 Jos Mara Lpez Piero, Ciencia y tcnica en la sociedad espaola de los siglos XVI y XVII (Madrid: Labor Universitaria, 1979), p. 377; Antonio Lafuente y Jos Luis Peset, Las actividades e instituciones cientficas en la Espaa ilustrada, en Carlos III y la ciencia de la Ilustracin, compilado por Manuel Sells, Jos Luis Peset y Antonio Lafuente (Madrid: Alianza Universidad, 1989), pp. 30-33.

    2 Alba Dolores Morales Cosme, El Hospital General de San Andrs: la moder-nizacin de la medicina novohispana (1770-1883), Coleccin Biblioteca de His-toria de la Farmacia (Mxico: Universidad Autnoma Metropolitana, 2002), p. 13.

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    de los monarcas borbones. El respaldo o cuando menos el inters real y poltico les permiti publicar sus obras y establecer institu-ciones, por medio de las cuales aseguraban la prctica y difusin de sus ideas. Los mejores ejemplos estn constituidos por la Re-gia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla, cuyas cons-tituciones fueron aprobadas por el monarca Carlos II en 1700; la Academia de Ciruga de Madrid, que abri sus puertas en 1758 y en sus aulas se podan realizar lecturas publicas.3 Si bien el movi-miento novator fue corto, sin duda abri el camino en Espaa para la introduccin y aceptacin de la ciruga ilustrada, la cual se vera materializada con los Reales Colegios de Ciruga.

    B. La Ilustracin en el imperio espaol y las reformas borbnicas

    Al iniciar el siglo XVIII la Ilustracin se extendi a Espaa, donde recibi apoyo de diferentes sectores progresistas de la sociedad, y fue impulsada desde las altas esferas de la poltica y la sociedad. Los monarcas se rodearon de consejeros partidarios de la nueva corriente con el objeto de apoyarse en ella para aplicarla en los diferentes campos polticos, sociales y econmicos, y devolver al imperio espaol el podero y prestigio que haba tenido un par de siglos antes. Para lograr tal objetivo, la Corona tuvo que robus-tecer y modernizar sus fuerzas armadas y desarrollar una serie de polticas que se pusieron en prctica especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.

    Tales polticas reales se manifestaron en objetivos concretos del Estado borbn e influyeron en el desarrollo de la economa, la educacin, las actividades cientficas y tcnicas, y, en general, de todos aquellos conocimientos considerados tiles y prcticos, que permitieran a los monarcas conocer, mejorar y por supuestomantener un mayor control sobre sus territorios y vasallos. Las ideas mercantilistas y utilitarias del momento que buscaban una

    3 Lpez Piero, op. cit., pp. 390-391; Lafuente y Peset, op. cit., pp. 32-33.

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    planificacin para aumentar la productividad en beneficio del Es-tado se constituyeron en la doctrina econmico-social base de la nueva poltica real.4 En el campo de la economa, las reformas ins-trumentadas por la Corona consistieron en liberar el comercio colonial y romper el monopolio de las dos grandes capitales eco-nmicas, Cdiz y Sevilla, que controlaron durante dos siglos y medio las negociaciones comerciales con Amrica. Al mismo tiem-po, la Corona reorganiz y mejor la recaudacin de impuestos en sus posesiones ultramarinas, al retomar esas funciones que antes haban quedado en poder de particulares o pequeos grupos de poder como los consulados de comerciantes.5

    Por otro lado, se puso especial atencin en el rea de la salud pblica, puesto que se requera de una poblacin, no slo nume-rosa, sino sana y en buenas condiciones fsicas para desempear las diferentes funciones productivas y de servicios para as dar cabal cumplimiento a los intereses de desarrollo de la Corona. En tal sentido se foment la atencin mdica: se la mejor y se le hizo eficiente al tratar de extenderla a toda la poblacin, pero se puso especial atencin en el servicio mdico de las fuerzas militares, el Ejrcito y la Armada. Fueron sus miembros, militares de tierra y de mar, quienes estaban encargados de defender los intereses de la Corona, mantener la integridad territorial del imperio, as como ampliar en lo posible sus fronteras territoriales, espe-cialmente en las posesiones ultramarinas.

    4 Michael E. Burke, The Royal College of San CarlosSurgery and Spanish Me-dical Reform in the Late Eighteenth Century (Durham, N. C.: Duke University Press, 1977), p. 10; Mary Lindemann, Medicina y sociedad en la Europa moderna, 1500-1800 (Madrid: Siglo XXI Editores, 2001), pp. 13, 92.

    5 Francisco de Solano, El virreinato de la Nueva Espaa en el ltimo tercio del siglo XVIII, en La Real Expedicin Botnica a Nueva Espaa 1787-1803 (Madrid: Real Jardn Botnico, Consejo Superior de Investigaciones Cient-ficas, 1987), pp. 4-9; Eli de Gortari, La ciencia en la historia de Mxico (Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1963), p. 235; Dorothy Tanck de Estrada, La profesin mdica colonial: el desafo de la ciruga y la botnica, Revista de la Facultad de Medicina 27, nm. 2 (1988): 77.

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    Como parte de esa reforma sanitaria, en 1720 se cre la Junta Central de Sanidad para que tomara las medidas necesarias en casos de epidemias. Tambin como apoyo a la poltica centraliza-dora del Estado, en 1741 se reform el Real Tribunal del Proto-medicato, con el objeto de extender su jurisdiccin geogrfica al nombrar delegados en las diferentes audiencias y as tener mayor control sobre el ejercicio de los profesionales de la Medicina y la Ciruga fuera de la Corte.6 Por otra parte, los hospitales se remo-delaron y reestructuraron para restar en ellos la influencia del cle-ro y transformarlos en centros civiles, dedicados a la medicalizacin, la atencin y la curacin de las enfermedades. Ya no slo a la asis-tencia espiritual, el alojamiento y la curacin de enfermos pobres o de peregrinos, como sucedi en trminos generales desde la Edad Media.7

    La reforma sanitaria traa consigo cambios, especialmente en la enseanza de la Medicina y la Ciruga. La Corona propuso que se actualizaran los conocimientos que se impartan en los centros docentes y se introdujeran nuevas reas del saber, en particular las de carcter til y prctico.8 Se realiz una revisin de los cu-rrculos universitarios y a la vez se busc complementarlos con nuevas asignaturas de actualidad, como la botnica, las matemti-cas y la fsica, labor que se complementara con la introduccin de textos modernos. Al mismo tiempo, se trat de uniformar los planes de estudio y cursos de todas las universidades espaolas.9

    Sin embargo, la intransigencia de la institucin universitaria impidi poner en prctica los proyectos reales, y dentro de las

    6 Lafuente y Peset, op. cit., pp. 46-48.7 Op. cit., pp. 49-50; Morales Cosme, op. cit., p. 22.8 Jos Luis Peset, Carlos III, o de la educacin del prncipe, en Carlos III y

    la ciencia de la Ilustracin, compilado por Manuel Sells, Jos Luis Peset y Anto-nio Lafuente, 16 (Madrid: Alianza Universidad, 1989).

    9 Jos Luis Peset, Educacin y ciencia en el fin del Antiguo Rgimen, en Ciencia y sociedad en Espaa, de la Ilustracin a la guerra civil, compilado por Jos Manuel Snchez Ron, 20-21, Temas de Nuestro Tiempo (Madrid: Ediciones El Arquero/Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1988).

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    Facultades Mdicas slo se logr introducir la experiencia como complemento de la teora, para lo que se crearon teatros anat-micos. Como requisito indispensable para que los estudiantes pudieran presentarse a examen y obtener su ttulo, se abrieron ctedras prcticas en los hospitales, las cuales deban ser supervi-sadas por los mdicos y cirujanos del nosocomio. Ante la negativa de la Universidad a la aceptacin de los cambios, la Corona busc alternativas para promover la reforma educativa y as formar cien-tficos y tcnicos acordes a sus nuevas necesidades, con base en los conceptos ilustrados.

    En tal sentido, las instituciones militares (tanto la Real Armada como el Ejrcito) desempearon un papel importante para conse-guir dichos objetivos. Dichas fuerzas constituan una parte estrat-gica de la maquinaria de la Corona para el sostenimiento de sus intereses, tanto los peninsulares como los de ultramar. As, los mo-narcas en mayor o menor medida tuvieron un especial anhelo en mantenerlas lo mejor dotadas de personal tcnico y cientfico capacitado para enfrentar en buenas condiciones las largas trave-sas martimas, las marchas por territorios desconocidos e inhspi-tos, las batallas terrestres y navales, as como toda operacin propia que la estrategia y disciplina terrestre y martima les exigiera. Para lograrlo, era necesario que dichas instituciones castrenses desa-rrollaran centros y programas acadmicos que formaran al perso-nal cualificado necesario. Fue as como, a partir de los ltimos aos de la dcada de los cuarenta del siglo ilustrado, las fuerzas armadas se convirtieron en formadoras de profesionales de las ciencias aplicadas y las tcnicas ilustradas, as como sus principa-les difusoras.10 Ello ocurri en el caso de la Ciruga, pues en tanto que la Medicina se mantuvo bajo la tutela universitaria, la acti-vidad quirrgica debido a las nuevas demandas y objetivos del imperio espaol se independiz; con ello se vio altamente favo-recida, ya que aprovech directamente los proyectos de extender el sistema de salud a toda la poblacin y de dotar a sus fuerzas

    10 Lafuente y Peset, op. cit., pp. 39-41.

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    castrenses de personal sanitario calificado. La culminacin de este proyecto dio paso a la creacin de los Reales Colegios de Ciruga: el primero, el de San Fernando de Cdiz en 1748 y aos ms adelante el de Barcelona en 1760.

    C. La renovacin de la ciruga en la metrpoli

    En efecto, las nuevas necesidades del imperio llevaron a que la prctica quirrgica pasara de un arte manual a una disciplina cientfica mediante la institucionalizacin de sus conocimientos en los Reales Colegios de Ciruga. Los cirujanos que en ellos se formaron, adquirieron una imagen y papeles sociales a partir de una formacin profesional basada en la teora y la prctica; ella los elev en la escala socio-econmica. Esto les permiti equi-pararse con sus antiguos adversarios, los mdicos, e incluso superarlos en sus conocimientos sobre varios aspectos tericos de la Medicina y de la Ciruga, a partir de la enseanza recibida en sus escuelas especializadas.

    Los primeros pasos en la enseanza sistematizada de la ciru-ga se dieron dentro de los hospitales, los cuales fueron centros adecua dos para difundir las nuevas teoras mdicas, pero espe-cialmente la prctica quirrgica. Desde siempre fueron los hos-pitales los lugares donde espordica pero sostenidamente se realizaron las anatomas con sentido anatomopatolgico. Du-rante los primeros aos ilustrados, las ctedras de Anatoma quedaron instaladas en los nosocomios; el ejemplo por excelen-cia fue la del Hospital General de Madrid,11 que ms tarde se

    11 Michael Burke seala 1701 como el ao del establecimiento de la cte-dra anatmica; pero Juan Manuel Nez Olarte, en su trabajo El Hospital General de Madrid en el siglo XVIII, considera que dicha ctedra se abri desde 1689. Vase Juan Manuel Nez Olarte, El Hospital General de Madrid en el siglo XVIII, Cuadernos Galileo de Historia de la Ciencia, 19 (Madrid: Consejo Supe-rior de Investigaciones Cientficas, 1999), pp. 202-203.

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    convirti en escuela de Anatoma, como sucedi en el Hospital de Cdiz en 1716.12

    Sin embargo, el paso decisivo de la transformacin de la ciru-ga y su profesionalizacin se dio a partir de los ltimos aos de la dcada de los cuarenta del siglo XVIII, con la creacin del pri-mer Colegio de Ciruga: el de San Fernando en Cdiz. A ste si-guieron el de Barcelona en 1760, el de Nueva Espaa en 1768 y el de San Carlos en Madrid en 1774. Dichos establecimientos fueron resultado de un conjunto de factores polticos, sociales y cultura-les que se haban desarrollado durante los periodos anteriores: los inte reses expansionistas y proteccionistas territoriales del Estado, el largo proceso de reglamentacin del personal sanitario y la necesidad de su profesionalizacin. La modernizacin y seculari-zacin de los hospitales, el desarrollo modernizador de las nuevas ciencias como hemos visto no tuvieron cabida en las aulas universitarias y requirieron su propia institucionalizacin.

    Los establecimientos de Cdiz y Barcelona se constituyeron en el antecedente directo del Real Colegio de Ciruga novohispa-no; por ello, a continuacin nos ocuparemos de ellos de manera breve.

    1. Los Reales Colegios de Ciruga

    A lo largo de los siglos XVI al XVIII, se observa una preocupacin cada vez mayor de parte de los monarcas espaoles por dotar de personal mdico-quirrgico a las fuerzas de la Real Armada y del Ejrcito. De hecho la presencia de los cirujanos a bordo de las na-ves espaolas se encuentra registrada por lo menos desde el siglo XIV, cuando los monarcas de Aragn establecen en las Ordenanzas Navales de 1354, la disposicin de que en los navos que empren-

    12 Burke, op. cit., pp. 58-59.

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    dan travesas se embarcase un facultativo.13 En tanto, en el Ejrcito, en las Ordenanzas que corresponden a los Cuerpos de milicias del 25 de enero de 1598, aparecen registrados el cirujano y el cape-lln como personal necesario para proporcionar a los soldados alistados la asistencia espiritual y temporal que requirieran, especial-mente cuando estuvieran de servicio;14 empero, no fue sino hasta el siglo XVIII con las reformas borbnicas y la modernizacin de los cuerpos militares cuando se legisl sobre la presencia del personal sanitario en ellos.

    a) San Fernando de Cdiz (1748)

    En la Marina15 se conform un cuerpo de cirujanos para atender las necesidades mdicas de las tripulaciones en alta mar. En la Ordenanza y reglamento para los ayud