el rayo y el sol

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    La pasin iconoclasta, quemarcara profundamentesu vida, comenz pronto:

    Con once aos y durantela Primera GuerraMundial, core eslogansanti-Entente en laestacin ferroviaria deLyon (""Abajo losAliados, larga vida aAlemania") como protestacontra la invasin ilegalaliada de la Grecia neutral.Una autntica polifacticaMaximiani Julia Portas, que escribi su tesis doctoral sobre 'filosofa de laciencia', lleg a dominar siete lenguas, incluidas el bengal y el hind.Mujer fascinada por la antigedad greco-romana, que tras una visita aPalestina en 1929 se convenci de que el judeo-cristianismo (nacidoen la 'tierra prometida') era un intruso en Europa que distorsionabasu espiritualidad imponiendo un monoteismo estril y un filo-semitismo servicial.En 1932 viaj a la India, en busca del paganismo ario que el judeo-cristianismo haba suplantado. En el subcontinente contempl diosesy ritos de la antigua Grecia, Roma, Bretaa y Alemania que gente deraza aria haba transportado hasta all seis mil aos antes, como elculto al sol. Un de sus ejemplos fue Juliano el Apstata, emperadorque restaur el paganismo y el culto al Sol en el Imperio Romano. Portas estableci su residencia en Calcuta y de inmediato se introdujo

    en el Movimiento nacionalista hind que realizaba una poltica deenfrentamiento con el Islam y la colonizacin britnica. Trabajcomo reportera para la Misin Hind, una organizacin nacionalistacon simpatas NS. Adopt el nombre hind 'Savitri Devi' quesignifica dios-sol indo-ario (Rig Veda 3.62.10).Muri en Sible Hedingham, Essex (Inglaterra) cuando preparaba unaserie de conferencias para los Estados Unidos.

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    Otras obras de la autora:

    - Peregrinacin- El rayo y el sol- Recuerdos y reflexiones de una aria- Duro como el acero Krupp- Desconfianza- Acusacin contra la humanidad- Un hijo de Dios- Oro en el crisol

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    L o necio me desaira, cuando se presenta con apariencia humana.Bhagavad-Gita, IX, verso 11

    W as der Tod der E lf einmal bedeuten wird. vemgen heute nur weniahnen noch weniger k ann ich darber schreiben. W ir stehen mitten in groen Z eitenwende. W as wir alle durchmachen sind ihre? Geburtsw A lles scheint negativ - und einmal wird dann doch N eues und Grgeboren werden.......

    Rudolf Hess(De una carta a su esposa, escrita el 28 de octubre de 1946 - doce das despus de ser ahorcadoslos Mrtires de Nuremberg)

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    PREFACIO

    Este libro - comenzado en Escocia en la primavera de1948, y escrito a intervalos en Alemania, entre esa fecha y 1956-,es el resultado de meditaciones a lo largo de la vida sobrehistoria y religiones, as como tambin la expresin deaspiraciones de toda una vida, y de una escala de valoresmorales que ya eran mos antes de la Primera Guerra Mundial.

    Podra ser descrito como una respuesta personal a los

    acontecimientos de 1945 y de los aos sucesivos. S que no gustar a muchas personas. Pero no lo he escrito por ningnotro objetivo que no sea el de presentar una concepcin de lahistoria - antigua y moderna - que fuese inatacable desde elpunto de vista de la Verdad eterna. Me he esforzado porconsiguiente en estudiar tanto a los hombres como a los hechosa la luz de la idea de la sucesin de las Edades, desde la prstinaPerfeccin al inevitable caos, que no pertenece meramente al"Hinduismo", sino a todas las formas de la Unica Tradicinuniversal - siendo sin embargo los Hindes (quizs), aqullosque han retenido algo ms de esa Tradicin en comparacin aotros pueblos menos conservadores.

    Podra sonar irnico que tan intenso anhelo de fidelidada la Tradicin me hubiera llevado a una interpretacin de laspersonalidades histricas tan diferente de la de la mayora de las

    personas que profesan inters en las cosas del espritu. Slo eleterno futuro dir quien ha entendido mejor la divina Sabidura:esas personas o yo.

    SAVITRI DEVICalcuta, a 21 de Julio de 1958

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    PARTE I

    PERFECCIN ETERNA Y EVOLUCIN CCLICA

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    CAPTULO I

    LA VISIN CCLICA DE LA H ISTORIA

    La idea de progreso mejora indefinida- es todomenos moderna. Probablemente es tan vieja como el msantiguo intento provechoso del hombre por mejorar susmateriales circundantes y desarrollar, por medio de suhabilidad tcnica, su capacidad de defensa y ataque. Lahabilidad tcnica fue, al menos durante muchos siglos,demasiado preciosa ser menospreciada. Es ms, cuando fuedesarrollada hasta un grado extraordinario, ms de una vez sela aclam como algo casi divino. Por ejemplo, se han tejidosiempre leyendas maravillosas alrededor de hombres de los quese dijo que fueron capaces de elevarse, fsicamente, sobre elmundo, ya sea Etana de Erech, que se remonta al cielo

    "portada sobre alas de guila", o el famoso Icaro,desafortunado pionero de nuestros aviadores modernos, o elhermano de Manco Capac, Auca, del que se dijo que estabadotado con alas "naturales" que finalmente apenas resultaronser mejores que las artificiales de Icaro1.

    Pero aparte de semejantes proezas increbles de unpuado de individuos, los Antiguos en su conjunto sedistinguieron en muchos logros materiales. Podan jactarse delsistema de irrigacin en Sumeria; de la construccin depirmides, revelando, tanto en Egipto, como siglos ms tarde,en Centroamrica, un conocimiento asombroso de datosastronmicos; de los cuartos de bao y desages del palacio deKnossos; de la invencin del carro de guerra despus de ese

    1 Mientras Icaro cae en el mar, el hroe peruano fue convertido en piedra al

    llegar a la cima de la colina destinada a convertirse en solar del gran Templodel Sol, en Cuzco.

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    otro del arco y las flechas y del reloj de arena, despus de aqulde la esfera solar, todo ello suficiente como para hacerlesmarear de vanidad y volverles excesivamente confiadosrespecto al destino de sus respectivas civilizaciones.Sin embargo, a pesar de que admitieron plenamente elvalor de su propio trabajo en el campo prctico, y de queseguramente muy pronto concibieron la posibilidad -y quizsadquirieran la certidumbre- del progresotcnicoindefinido,nunca creyeron en el progreso como en un todo, en el progresoen todos los campos, como la mayor parte de nuestroscontemporneos parecen hacer. Segn todas las evidencias, seadhirieron fielmente a la idea tradicional de la evolucin cclicay tuvieron, en adicin a ello, el buen juicio de admitir que vivan(a pesar de sus realizaciones) en el principio del largo ysostenido proceso de cada que constituyen su propio "ciclo"particular - y elnuestro.Hindes o griegos, egipcios o japoneses,chinos, sumerios o antiguos americanos - e incluso losromanos, el pueblo ms moderno entre los de la Antigedad -,

    todos situaron la "Edad Dorada", la "Edad de la Verdad"1

    , elgobierno de Kronos o de Ra, o de cualquier otro dios en latierra - el glorioso Origen del lento despliegue descendente de lahistoria, sea cual sea el nombre que se le d -, en el ms lejanopasado.

    Crean que el retorno de una Edad similar, vaticinada ensus respectivos textos sagrados y tradiciones orales, dependa,no del esfuerzo consciente del hombre, sino sobre leyes dehierro, inherentes a la naturaleza misma de la manifestacinvisible y tangible; sobre leyes csmicas. Sostenan que elesfuerzo consciente del hombre no es ms que una expresinde la accin de esas leyes, que dirigen al mundo, voluntaria oinvoluntariamente, adondequiera que resida su destino; en unapalabra, que la historia del hombre, como la historia del resto delo viviente, no es sino un detalle en los anales csmicos sin

    1 Satya Yuga en las escrituras sncritas

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    principio ni final; una consecuencia peridica de la Necesidadinterior que une a todos los fenmenos en el Tiempo.

    Y al igual que los Antiguos, tambin los hombres de hoyen da podran aceptar esa evolucin del mundo al tiempo queextraer el mximo provecho de los avances tecnolgicos. Peroson slo unos pocos individuos aislados, capaces de pensar pors mismos, educados tanto en las culturas antiguas, centradas enlos mismos valores tradicionales, como en el centro de lasexcesivamente orgullosas sociedades industriales, los quecontemplan la historia de la humanidad desde una perspectivasimilar

    Mientras viven, aparentemente, como hombres ymujeres "modernos" -usando ventiladores, planchas elctricas,telfonos, trenes y aviones-, alientan en sus corazones unprofundo desprecio por los conceptos aniados y las esperanzasengredas de nuestra poca, y por las diversas frmulas para"salvar la humanidad" que filsofos y polticos entusiastasintroducen en circulacin. Saben que nada puede "salvar la

    humanidad", ya que sta llegando al fin de su presente ciclo. Laola que la port, durante tantos milenios, est a punto deromperse, con toda la furia de la velocidad adquirida, y afusionarse una vez ms con la profundidad del inmutableOcano de la existencia indiferenciada. Algn da resurgir denuevo, con abrupta majestuosidad, pues tal es la ley de las olas.Pero mientras tantonada se puede hacer por detenerla.Losdesafortunados -los insensatos. son aquellos hombres que, poralgn motivo que slo ellos conocen - probablemente a causade su exagerada estima a lo que se perder en el proceso-,querran detenerla. Los privilegiados - los sabios - son esospocos que, siendo plenamente conscientes de la crecienteintrascendencia de la humanidad de hoy da y de su muyelogiado "progreso", saben lo poco que se perder en eldesplome que se avecina, desendolo con jubilosa expectacin

    como la condicin necesaria de un nuevo comienzo - una nueva

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    "Edad Dorada", cresta iluminada de lasiguienteola inclinadasobre la superficie del eterno Ocano de la vida

    Para esos privilegiados - entre los cuales nos contamosnosotros -, la entera sucesin de los "acontecimientos actua1es"aparece en una perspectiva por completo diferente de esa otrade los desesperados creyentes en el "progreso" o de esa genteque, aun aceptando la visin cclica de la historia y porconsiguiente, el desplome que llega como ineludible, se sientenafligidos al ver como la civilizacin en la que viven se precipitahacia su ruina.

    Para nosotros, todos los "ismos" ilustres y encumbradosa los que nuestros contemporneos nos piden dar nuestralealtad, ahora,en 1948, son igualmente ftiles: sujetos a sertraicionados, vencidos, y si contienen algo realmente noble,finalmente rechazados a la larga por los hombres; abocados agozar, slo en el ahora, de alguna clase de xito ruidoso, si esque son lo suficientemente vulgares, pretenciosos yperturbadores del alma como para resultar atrayentes al cada

    vez mayor nmero de esclavos mecnicamente condicionadosque, dndoselas de hombres libres, se arrastran alrededor denuestro planeta; destinados todos ellos a demostrar a la largaque no sirven para nada. Las en su tiempo honradas religiones,quedan rpidamente fuera de moda, pues en el presente los"ismos" se hacen cada vez ms populares, y no son menosftiles - cuando no ms: armaduras de supersticin organizadavaciadas de todo sentimiento verdadero de lo Divino, o (entrela gente ms sofisticada) meros aspectos convencionales de lavida social, o sistemas ticos (y de tica muy elemental)sazonados con un salpicado de ritos y smbolos anticuados a loscuales apenas nadie se molesta en buscar el significado original;dispositivos, en manos de hombres inteligentes en el poder,para adormecer a los bobos en una obediencia permanente;nombres convenientes alrededor de los cuales pudiera ser fcil

    reunir aspiraciones nacionales convergentes o tendencias

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    emocional que no es la nuestra. Pero podemos tratar de sealarla vanidad de la fe popular en el progreso, aunque slo seapara acentuar la racionalidad y fortaleza de la teora de los ciclosque forma el fondo ltimo del triple estudio que constituye eltema de este libro.

    * * *

    Los exponentes de la creencia en el "progreso" exhibenmuchos argumentos con el objeto de probar - tanto para s mismos como para otros - que nuestros tiempos, con todossus innegables inconvenientes, son, en conjunto, mejores queninguna otra poca del pasado, e incluso que muestran clarossignos de perfeccionamiento. No es posible analizar todos susargumentos en detalle. Pero uno puede detectar fci1mente lasfalacias encubiertas en los ms generalizados y, aparentemente,ms "convincentes" de ellos.

    Todos los defensores del "progreso" aplican enormesesfuerzos en cosas tales como "libertad" individual,oportunidades iguales para todos los hombres, toleranciareligiosa y "humanidad"; el progreso en esta ltima lnea cubretodas las tendencias que encuentran expresin en lapreocupacin por el bienestar de los nios, reformas en lasprisiones, mejores condiciones laborales, ayuda del estado a losenfermos y desvalidos, y si no mayor bondad, s al menosmenor crueldad con los animales. Los deslumbrantes resultadosobtenidos en aos recientes en la aplicacin de descubrimientoscientficos a la industria y a otros propsitos prcticos son,desde luego, los ms populares de entre todos los ejemplos quepretenden mostrar lo maravilloso que es nuestro tiempo. Peroeste punto no lo discutiremos, puesto que ya hemos dejadoclaro que de ningn modo negamos o minimizamos laimportancia del progresotcnico.Lo que s negamos totalmentees la existencia de algn progreso en la valoracin del hombre

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    como tal, ya sea individual o colectivamente, y nuestrasreflexiones sobre la alfabetizacin universal y sobre otrosaltamente glorificados "signos" de mejora de los que seenorgullecen nuestros contemporneos, brotan en su totalidadde ese mismo punto de vista.

    Creemos que el valor del hombre - como el de todacriatura - no consiste en el mero intelecto, sino en el espritu; enla capacidad de reflejar eso que, por falta de una palabra msprecisa, elegimos llamar "lo divino", es decir, aquello que esbello y verdadero ms all de toda manifestacin; eso quepermanece eterno (y por consiguiente inmutable) dentro detodos los cambios. Creemos en ello con la diferencia de que, anuestros ojos - contrariamente a lo que mantienen loscristianos-, esa capacidad de reflejar lo divino est vinculadaestrechamente con la raza del hombre y la salud fsica; en otraspalabras, que el espritu es todo menos independiente delcuerpo. Y no vemos que las diferentes mejoras queatestiguamos hoy en la educacin o en el campo social, en el

    gobierno o aun en materias tcnicas, hayan hecho a loshombres y mujeres individualmente ms valiosos enesesentido,o creado algn nuevo tipo perdurable de civilizacin en la quesean promovidas las posibilidades de perfeccin completa delhombre. Los hindes parecen ser el nico pueblo que, portradicin, comparte nuestros puntos de vista, aunque en eltranscurso del tiempo han fracasado a la hora de guardar elorden divino - la ley de las castas naturales dirigentes. Ynosotros, el nico pueblo de Occidente que ha tratado derestaurarlo en los tiempos modernos, hemos sido materialmentearruinados por los agentes de esas fuerzas de la falsa igualdadque el mundo llama fuerzas" de "progreso".

    Progreso? Es verdad que, hoy al menos, en todos lospases altamente organizados (tpicamente "modernos"), casitodo el mundo puede leer y escribir. Pero, y qu? Ser capaz de

    leer y escribir es una ventaja - y considerable. Mas no es una

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    virtud. Es una herramienta y un arma; un medio para un fin;algo muy til, sin duda; pero no un fin en s mismo. El valorltimo de la capacidad de leer y escribir depende del objeto conel que sta sea usada. y con qu fin es empleada generalmentehoy? Es usada por comodidad o por diversin, por parte deaqullos que leen; para alguna publicidad o alguna propagandareprobable - para ganar dinero o arrebatar poder -, por parte deaqullos que escriben;algunas veces,desde luego, tanto paraadquirir como para divulgar conocimiento desinteresado de laspocas cosas valiosas conocidas, para encontrar o dar expresina los pocos sentimientos profundos que pueden elevar a unhombre a la conciencia de las cosas eternas, pero ello no sucedehoy ms a menudo que en aquellos das en que slo un hombreentre diez mil poda entender el simbolismo de la palabraescrita. Hoy, el hombre o la mujer al que la educacinobligatoria ha "alfabetizado", generalmente usa la escritura paracomunicar asuntos personales a parientes o amigos ausentes,para llenar formularios - una de las ocupaciones internacionales

    de la moderna humanidad civilizada -, o para aprender dememoria pequeas, pero en cualquier caso insignificantes cosasprcticas, como la direccin o el nmero de telfono de alguien,o la fecha de alguna cita con el peluquero o el dentista, o la listade la ropa entregada en la lavandera. El o ella lee "para pasar eltiempo" porque, fuera de las horas de montono trabajo, elmero pensamiento no es lo suficientemente intenso einteresante para servir a ese propsito.

    Sabemos que hay tambin personas cuya completa vidaha sido dirigida hacia algn bello destino por un libro, unpoema - una simple mxima - ledo en la lejana niez, comoSchliemann, que generosamente gast en excavacionesarqueolgicas la riqueza recogida pacientemente para dichopropsito en cuarenta aos de pesado afn, y todo ello a causade la impresin dejada sobre l, cuando era nio, por la historia

    inmortal de Troya. Pero personas tales siempre vivieron,

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    incluso antes de que la educacin obligatoria estuviese de moda.y las historiasodasy recordadas no eran menos inspiradas quelas historias ahora ledas. La verdadera ventaja de laalfabetizacin universal, de tener alguna, es la de estar requeridaen todas partes. No consiste en la mejor calidad de los hombresy mujeres excepciona1es o de los millones de lectores, sino msbien en el hecho de que los ltimos se estn volviendointelectua1mente ms perezosos y por lo tanto ms crdulosque nunca - ynomenos; ms fcilmente timados, ms expuestosa ser guiados como a una oveja, sin tan siquiera una sombra deprotesta, a condicin de que la necedad que uno desee hacerlesingerir sea presentada de forma impresa y hecha aparecer como"cientfica". Cuanto ms alto es el nivel general dealfabetizacin,ms fciles, para un gobierno con control de laprensa diaria, de la radio y de los negocios editoriales - mediosmodernos de accin casi irresistible sobre la mente -, mantenera las masas y la "intelligenzia" bajo su pulgar, sin que ellos tansiquiera lo sospechen.

    Entre los pueblos generalmente analfabetos pero depensamiento ms activo, gobernados abiertamente a la antiguamanera autocrtica, siempre pudo un profeta, portavoz directode los Dioses o de aspiraciones colectivas genuinas, confiar enalzarse entre la autoridad secular y la gente. Los mismossacerdotes jams pudieron estar demasiado seguros demantener por siempre al pueblo bajo su obediencia. El pueblopoda decidir si quera escuchar al profeta. Y en ocasiones loescuch. Hoy, dondequiera que la enseanza universalprevalece, los exponentes inspirados de verdades eternas profetas - e incluso los defensores desinteresados de cambiosprcticos en el tiempo, tienen cada vez menos oportunidades deaparecer. El pensamiento sincero - el pensamiento realmentelibre -dispuesto, en nombre de una autoridad sobrehumana o deun humilde sentido comn, a cuestionarse los fundamentos de

    lo que es oficialmente enseado y generalmente aceptado, es

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    cada vez menos probable que prospere. Es, repetimos, muchoms fcil esclavizar a un pueblo alfabetizado que a uno que nolo est, por extrao que esto pueda parecer a primera vista. Y laesclavitud ser asimismo ms duradera. La ventaja real de laactual enseanza universal es la de permitir apretar la garra delpoder gobernante sobre los millones de tontos y engredos. Esees, probablemente, el motivo por el que es machacado ennuestras mentes, desde la infancia en adelante, que la"alfabetizacin" es semejante a una bendicin. La capacidad depensar por uno mismo es, sin embargo, la verdadera bendicin.Y ello siempre fue y ser el privilegio de una minora, una vezreconocida como unaelitenatural y respetada. Hoy, la educacinobligatoria masificada y una literatura crecientementeestandarizada para el consumo de cerebros "condicionados" -seales destacadas del "progreso"- tiende a reducir a esa minoraa las proporciones ms pequeas posibles; finalmente, asuprimirla por completo. Es esto lo que quiere la humanidad?Si es as, el gnero humano est perdiendo suraison d'etre.y

    cuanto ms pronto venga el fin de esta as llamada civilizacin,mejor.Lo que hemos dicho de la alfabetizacin puede ser

    igualmente repetido acerca de esas otras dos glorias principalesde la Democracia moderna: "libertad individual" e igualdad deoportunidades para todos. La primero es una mentira - y cadavez ms siniestra a medida que los grilletes de la educacinobligatoria son afirmados de forma cada vez ms desesperadaalrededor de la completa existencia de las gentes. La segunda esun absurdo.

    Una de las ms divertidas inconsistencias del ciudadanomedio del mundo industrializado moderno es la manera en quecritica todas las instituciones de civilizaciones ms antiguas ymejores, tales como el sistema de castas de los hindes o elfascinante culto a la familia del Lejano Oriente, bajo la excusa

    de que stas tienden a frenar la "libertad del individuo". No se

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    da cuenta de cun exigente ms an, cun aniquiladora- es laorden de la autoridad colectiva quel obedece (la mitad deltiempo, sin saberlo), comparada con esa otra de la autoridadcolectiva tradicional, en sociedades aparentemente menos"libres". A las personas sometidas a la casta o a la familia de laIndia o del Lejano Oriente podra no estarles permitidohacer todo lo que quisieran, en asuntos muchas veces relativamentetriviales y en otros pocos realmente importantes de la vidadiaria. Pero se les dejacreer lo que quieran, o ms bien lo quepuedan; sentir acorde a su propia naturaleza y expresarselibremente acerca de un gran nmero de cuestiones esenciales;se les permite conducir su vida ms elevada de la manera queellos juzguen ms sabiamente, despus de que sus obligacionescon la familia, casta y rey hayan sido cumplidas. El individuoque vive bajo la ley de hierro y acero del "progreso" modernopuede comer todo lo que se le antoje, casarse con quien leplazca -desafortunadamente!- e ir donde quiera (en teora almenos). Pero se le hace aceptar, en todas las cuestiones extra-

    personales - cuestiones que, para nosotros, cuentan realmente -,las creencias, la actitud ante la vida, la escala de valores y, engran medida, las opiniones polticas, que tienden a fortalecer elpoderoso sistema socio-econmico de explotacin al quepertenece (al que es forzado a pertenecer para poder vivir) y enel que es una mera rueda dentada. y lo que es ms, se le hacecreer que ser un engranaje en semejante organismo es unprivilegio; que las cuestiones insignificantes de las que se sientesu propio amo son, de hecho, las ms importantes - las nicasrealmente importantes. Es enseado a no valorar esa libertad de juicio acerca de la verdad ltima, esttica, tica o metafsica, dela cual es despojado hbilmente. Ms an: se le dice - al menosen los pases democrticos- que es libre entodoslos aspectos;que es "unindividuo,responsable ante nadie ms que su propiaconciencia" tras aos de acondicionamiento inteligente que han

    moldeado su "conciencia" y todo su ser de manera

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    perfectamente conforme al modelo, hasta el punto que no escapaz de reaccionar de forma diferente. Mal puede un hombretal hablar de "presin sobre el individuo" en cualquier sociedad,antigua o moderna!Uno puede percatarse de hasta qu extremo han sidotorcidas las mentes de los hombres por deliberados einconscientes condicionamientos, en el mundo en el que hoyvivimos, cuando encuentra gente que nunca ha llegado a estarbajo la influencia de la civi1izacin industrial, o cuando lesucede a uno mismo ser lo suficientemente afortunado comopara haber desafiado, desde la infancia en adelante, la perniciosapresin de la educacin estandarizada y haber permanecidolibre en medio de la muchedumbre de los que reaccionan, entodas las cosas fundamentales, bajo la forma en que han sidoenseados a hacerlo. La fisura entre los que piensan y losirreflexivos, los libres y los esclavos, es espantosa.

    En cuanto a la "igualdad de oportunidades", realmentehablando, en ningn caso puede existir tal cosa. Al producir

    hombres y mujeres diferentes en grado y calidad de inteligencia,sensibilidad y voluntad de poder, diferentes en carcter ytemperamento, la Naturaleza misma les da las ms desigualesoportunidades de cumplir sus aspiraciones, cualesquiera questas puedan ser. Una persona impresionable y ms bien dbilno puede, por ejemplo, ni concebir el mismo ideal de felicidadni tener iguales oportunidades de alcanzarla en la vida, que unoque ha nacido con una naturaleza ms equilibrada y unavoluntad ms fuerte. Eso es obvio. y si se aade a ello lascaractersticas que diferencian a una raza de hombres de otra, loabsurdo de la nocin misma de "igualdad humana" se hace anms notoria.

    Lo que nuestros contemporneos quieren decir cuandohablan de "igualdad de oportunidades", es el hecho de que en lasociedad moderna - como dicen ellos - cualquier hombre o

    mujer tiene tantas oportunidades como su vecino de mantener

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    la posicin y hacer el trabajo para el que l o ella estnnaturalmente predispuestos. Pero esto es tambin slo cierto enparte, ya que, cada vez ms, el mundo de hoy - el mundodominado por la industria en gran escala y la produccinmasiva-, slo puede ofrecer trabajos en los que importa poco onada el que l o ella sean algo ms que personas inteligentes ymaterialmente eficientes. El artesano hereditario, que podaencontrar la mejor expresin de lo que acertadamente esllamado su "alma" en su tejer diario, haciendo alfombras,esmaltando, etc., e incluso el labrador del suelo, en contactopersonal con la madre tierra, el Sol y las estaciones, estllegando a ser cada vez ms una figura del pasado. Tambincada vez hay menos oportunidades para el buscador sincero dela verdad - orador o escritor - que declina convertirse enexponente de ideas ampliamente aceptadas, productos delacondicionamiento masivo, que l no sostiene; para el buscadorde la belleza que rehusa inclinar su arte a las demandas del gustopopular que l sabe que es de mal gusto. Tales personas tienen

    que desperdiciar mucho tiempo haciendo ineficazmente - y demala gana- algn trabajo para el quenoestn predispuestos, conel fin de poder vivir, antes de que puedan dedicar el resto de suvida a lo que los hindes llamaran susadhana- el trabajo al quehan sido dirigidos por su ms profunda naturaleza; ladedicacin de su vida.

    La idea de la divisin moderna del trabajo, condensadaen la a menudo citada frase de "el hombre adecuado en elpuesto adecuado", se reduce en la prctica al hecho de quecualquier hombre - cualquiera de los indiferenciados millones deseres aburridos - puede ser "condicionado" a ocuparcualquier puesto, mientras que a los mejores de los seres humanos, losnicos que todava justifican la existencia de las cada vez msdegeneradas especies, no les es permitido lugar alguno.Progreso.....

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    Queda la "tolerancia religiosa" de nuestro tiempo y su"humanidad" comparada con la "barbarie" del pasado. Doschistes, por decir algo!

    Recordando algunos de los horrores ms espectacularesde la historia - la quema de "herejes" y "brujas" en la hoguera; lamasacre al por mayor de "paganos" y otras no menos repulsivasmanifestaciones de la civilizacin cristiana en Europa, laAmrica conquistada, Goa, y otros lugares -, el hombremoderno est hinchado de orgullo por el "progreso" realizadodesde el fin de las edades oscuras del fanatismo religioso. Pormalos que sean, nuestros contemporneos han superado, almenos, el hbito de torturar a la gente por "frivolidades" talescomo la Trinidad Sagrada o las ideas acerca de la predestinaciny el purgatorio. Tal es el sentimiento del hombre moderno -pues las cuestiones teolgicas han perdido toda importancia ensu vida. Pero en los das en que las Iglesias Cristianas seperseguan las unas a las otras y alentaban la conversin denaciones paganas por medio de la sangre y el fuego, tanto

    perseguidores como perseguidos, tanto cristianos comoaqullos que deseaban permanecer creyentes en credos nocristianos, consideraron estas cuestiones como vitales de unmodo u otro. Y la verdadera razn por la cual, hoy, nadie sepone a torturar a causa de sus creencias religiosas,noes la deque la tortura como tal se haya vuelto desagradable a los ojos detodo el mundo, en la civilizacin "avanzada" del siglo veinte;noes la de que los individuos y los estados se hayan vuelto"tolerantes", sino que simplemente entre aqullos que tienen elpoder de infligir dolor, apenas ninguno tiene un intenso yvitalinters por la religin y mucho menos por la teologa.

    La as llamada "tolerancia religiosa" practicada por losestados modernos y los individuos, surge de cualquier cosamenos de un entendimiento inteligente de todas las religionescomo mltiples expresiones simblicas de las mismas pocas

    verdades eternas esenciales - al igual que hace, y siempre hizo, la

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    tolerancia hind. Ella es, ms bien, el resultado de un ignorantey grosero desprecio hacia todas las religiones; de indiferencia aesas mismas verdades que sus varios fundadores secomprometieron una y otra vez a reafirmar. Esto no estolerancia en absoluto.

    Para juzgar hasta que punto nuestros contemporneostienen o no el derecho a jactarse de su "espritu de tolerancia",lo mejor es observar su forma de conducta hacia aqullos a losque decididamente consideran como los enemigos de susdioses: los hombres a los que se les ocurre poseer opinionescontrarias a la suyas, no en cuanto a algn subterfugioteolgico, en los que no estn interesados, sino respecto aalguna Ideologa poltica o socio-poltica que ellos considerencomo una "amenaza para la civilizacin" o como "el nicocredo a travs del cual pueda ser salvada la civilizacin". Nadiepuede negar que en todas esas circunstancias, y especialmenteen tiempos de guerra, todos ejecutan - en la medida en quetienen el poder - o perdonan - en la medida en que ellos

    mismos no tienen la oportunidad de ejecutarlas- acciones entodos los sentidos tan repugnantes como las ordenadas,ejecutadas o toleradas en el pasado en el nombre de diferentesreligiones. La nica diferencia es, quizs, que las atrocidadesmodernas a sangre fra slo llegan a ser conocidas cuando lospoderes ocultos de los medios de acondicionamiento de la masa- la prensa, la radio y el cine - deciden, para fines nada"humanitarios", que deben mostrarse, es decir, cuando se tratade las atrocidades del enemigo, no las propias - ni las de algunode los "gallardos aliados" -, y cuando su historia es, por tanto,considerada como "buena propaganda", a causa de la corrientede indignacin que se espera crear y del nuevo estmulo que sedar al esfuerzo de guerra. Por otra parte, despus de unaguerra, luchada o supuestamente luchada por una Ideologa - elequivalente moderno de los amargos conflictos religiosos de la

    antigedad -, los horrores que, correcta o incorrectamente, se

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    imputan a los vencidos, son los nicos al ser difundidos portodo el mundo, mientras los triunfadores tratan de hacer creerpor todos los medios quesuAlto Mando al menos nunca cerrsus ojos ante horrores similares. Pero en la Europa del sigloXVI y con anterioridad, y entre los guerreros del Islam queconducan la "Jihad" contra hombres de otra fe, cada bandoestaba bien alterado de los medios atroces usados, no slo porsus adversarios para sus "sucios fines", sino por su propia gentey lderes para "arrancar de cuajo la hereja", "combatir elpapismo" o "predicar el nombre de Al a los infieles". Elhombre moderno es de moral ms cobarde. Quiere las ventajasde la intolerancia violenta - la cual nicamente es natural - perorehuye la responsabilidad de sta es tambin es progreso.

    * * *

    La supuesta "humanidad" de nuestros contemporneos(comparada con la de sus antepasados) est absolutamente falta de

    nervio o carece de fuertes sentimientos - acrecentando la cobarda, oaumentando la apata.El hombre moderno es escrupuloso respecto a las

    atrocidades - e incluso respecto a las brutalidades ordinarias ynada imaginativas -slocuando los fines por los que sonllevadas a cabo las acciones atroces o meramente brutalesresultan aborrecibles o indiferentes a sus ojos. En todas lasdems circunstancias..... cierra sus ojos ante cualquier horror -especialmente cuandosabe que las vctimas nunca puedentomarse la revancha ( como es el caso de todas las atrocidadescometidas por el hombre sobre los animales, sea con elpropsito que sea) - y pide, como mucho, que no se lasrecuerden demasiado a menudo ni demasiado ruidosamente.Reacciona como si clasificara las atrocidades bajo dos titulares:las "inevitables" y las evitables. Las "inevitables" son aqullas

    que sirven, o supuestamente sirven, a los propsitos del

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    hombre moderno - generalmente: "el bien de la humanidad" oel "triunfo de la Democracia".Estasson toleradas, ms an, justificadas. Las "evitables" son aqullas que ocasionalmenteson cometidas, o se dice que son cometidas, por gentes cuyopropsito es ajeno a l. Slo ellas son condenadas, y sus autores o inspiradores -, supuestos o reales, son sealados por laopinin publica como "criminales contra la humanidad".

    Cules son, en cualquier caso, los signos alegados deese maravilloso "humanismo" del hombre moderno, deacuerdo con aqullos que creen en el progreso? Hoy ya notenemos dicen - las horripilantes ejecuciones de los primerostiempos; los traidores ya no son "ahorcados, destripados ycuarteados", tal como era costumbre en la gloriosa Inglaterradel siglo diecisis; cualquier cosa prxima al espanto de latortura y ejecucin de Franois Damien, el 28 de Mayo de1757, en la Plaza Central de Pars, ante miles de personasvenidas a propsito para presenciarla, sera impensable en laFrancia moderna. El hombre moderno ya no sostiene por ms

    tiempo la esclavitud, ni (en teora al menos) justifica laexplotacin de las masas bajo forma alguna. Y sus guerras -hasta sus guerras!, monstruosas como puedan parecer, con suselaborados aparatos de costosa maquinaria demonaca - estnempezando a admitir dentro de su cdigo (as se dice) algunacantidad de humanidad y de justicia. El hombre moderno sehorroriza ante el mero pensamiento de las costumbresguerreras de los pueblos de la antigedad - en el sacrificio dedoce jvenes troyanos a la sombra del hroe griego Patrocles,sin hablar de los menos lejanos pero ms atroces sacrificios delos prisioneros de guerra al dios de la guerra aztecaHuitzilopochtli (pero los aztecas, aunque relativamentemodernos, no eran cristianos, ni, hasta donde sabemos,creyentes en el progreso en todos los sentidos). Finalmente, sedice que el hombre es ms bondadoso o menos cruel con los

    animales de lo que lo fueron sus antepasados.

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    Slo una enorme cantidad de prejuicios a favor denuestro tiempo puede permitir que un hombre se deje llevarpor tales fa1acias.

    Ciertamente el hombre moderno no "sostiene" laesclavitud; la denuncia vehementemente. Pero sin embargo lapractica - y en escala ms amplia que nunca, y msdirectamente de lo que pudieron los Antiguos - en el Oestecapitalista o en los Trpicos, o (por lo que uno oye fuera desus impenetrables muros) incluso en el nico estado que hoyes, supuestamente, el "paraso de los trabajadores". Haydiferencias, por supuesto. En la Antigedad, incluso losesclavos tenan sus horas de ocio y diversin; tenan sus juegosde dados a la sombra de las columnas del prtico de su amo,sus bromas groseras, su charla con toda libertad y su vida fuerade la rutina diaria. El esclavo moderno no tiene el privilegio deholgazanear sin preocupacin durante media hora. Su as llamado ocio es llenado con entretenimiento casi obligatorio,tan exigente ya menudo tan montono como su trabajo, o - en

    "tierras de libertad"- envenenado con preocupacioneseconmicas. Pero l no es comprado ni vendido abiertamente.Tan slo capturado. Y capturado, no por un hombre de algnmodo superior a l, sino por un descomunal sistemaimpersonal sin un cuerpo al que patalear, ni un alma a la quemaldecir, ni una cabeza que responda por su malicia.

    Y similarmente, viejos horrores han desaparecido, sinduda, del recuerdo de la as llamada humanidad civilizada, tantoen lo que se refiere a la justicia como a la guerra. Pero nuevos ypeores, desconocidos en pocas "brbaras", se han deslizado ensu lugar. Un solo ejemplo es suficientemente horrible. Elalargado juicio, no de criminales, ni de traidores, ni de regicidas,ni de brujas, sino de los mejores caracteres dirigentes deEuropa; su inicua condena, despus de meses y meses de todaclase de humillaciones y tortura moral sistemtica; su

    ahorcamiento final, de la forma ms lenta y cruel posible - esa

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    farsa completa, escenificada en Nuremberg de 1945 a 1946 (y1947) por una pandilla de cobardes e hipcritas victoriosos, esmuchsimo ms repugnante que todos los sacrificios humanosde posguerra del pasado juntos, incluyendo los efectuados deacuerdo al conocido ritual mejicano. Pues all, al menos, contodo lo doloroso que poda ser el proceso adiciona1 de matar,las vctimas eran llevadas francamente a la muerte para el deleitedel dios tribal de los vencedores as como para el de estosltimos, sin ninguna macabra pretensin simulada de "justicia".Eran, adems, escogidos de entre todos los rangos de guerreroscapturados, y no slo seleccionados maliciosamente entre laelite de su pueblo. Ni tampoco la elite de los vencidosrepresentaba, la mayora de las veces - como lo era en elvergonzoso juiciode nuestrostiempos progresistas -, a laverdadera elite de su continente.

    Por lo que respecta alas atrocidades impensables quetuvieron lugar en Francia y en Espaa, y en otros muchospases, desde la Edad Media en adelante, uno encontrara un

    considerable nmero de episodios de la reciente guerra civilespaola - sin mencionar el no menos impresionante registro dehorrores efectuados, todava ms recientemente, por los"hroes" de larsistancefrancesa, durante la Segunda GuerraMundial - que las equiparan y, las ms de las veces, lassobrepasan.

    Y curiosamente - aunque digan "aborrecer tales cosas"-,un considerable nmero de hombres y mujeres de hoy, a pesarde faltarles arrestos para cometer personalmente accioneshorribles, parecen estar tan interesados como siempre enmirarlas, o al menos, en pensar y recrearse en ellas si les esnegado el placer mrbido de mirar. Tales son las personas que,en la moderna Inglaterra, se renen ante las puertas de laprisin cuando un hombre va a ser colgado - gente que, si se lediera una oportunidad, correra a ver una ejecucin pblica, ms

    an, una quema de brujas o herejes, sin duda tan rpidamente

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    como una vez hicieron sus antepasados. As son tambinmillones de seres humanos, hasta ahora "civilizados" yaparentemente bondadosos, que se revelan a s mismos en supropia luz apenas estalla una guerra, es decir, tan pronto sesienten animados a mostrar el tipo ms repulsivo deimaginacin en competitivas descripciones de las torturas quecada uno de ellos "infligira" sobre los dirigentes enemigos, si l- o, ms a menudo,ella- tuviera mano libre. Tales son, en elfondo, todos aqullos que se recrean en los sufrimientos de losenemigos que han sucumbidodespusde una guerra victoriosa.Y ellos tambin son millones: millones de salvajes, tan crueles -ycarentes de virilidad- que los guerreros de las denominadasedades "brbaras" los llaman despreciado por completo.

    * * *

    Pero quizs, ms cobarde e hipcrita que cualquier otracosa sea el comportamiento "progresista" del hombre moderno

    hacia la Naturaleza viviente y, de modo particular, hacia el reinoanimal. Deellohe hablado extensamente en otro libro1, y, porconsiguiente, estar satisfecha con subrayar unos pocos hechos.

    El hombre primitivo - y, a menudo, tambin el hombrecuya pintoresca civilizacin es todo excepto "moderna"- es, enverdad, bastante malo en lo que concierne al trato a losanimales. Tan slo se ha de viajar por los pases menosindustrializados del sur de Europa o del Prximo y Medio Este,para adquirir una certidumbre definitiva sobre ese punto. Y notodos los lderes modernos han tenido igual xito al poner fin alas crueldades milenarias sobre las calladas bestias, tanto al elEste como al el Oeste. Ghandi no pudo, en el nombre de esabondad universal que repetidamente predic como principaldogma de su fe, impedir a los lecheros hindes que mataran susmachos deliberadamente, para poder vender unas cuantas

    1 Impeachment of man, escrito entre 1945 y 1946, y an sin publicar.

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    pintas extra de leche de vaca. Mussolini no pudo detectar yperseguir a todos esos italianos que, incluso bajo su gobierno,persistieron al el detestable hbito de desplumar a los pollosvivos en la tierra, ya que as "las plumas salen mas fcilmente".No ha de escaprsenos el hecho de que, en una escala nacional,la bondad con los animales no depende al ltimo lugar de laenseanza de ninguna religin o filosofa superpuesta. Ellosupone una de las caractersticas distintivas de las razasverdaderamente superiores. Y ninguna alquimia religiosa,filosfica o poltica puede transformar un metal vulgar en oro.

    Esto no quiere decir que una buena enseanza nopuedaayudar a sacar lo mejor de cada raza, del mismo modoque a todo hombre o mujer individualmente. Pero lacivilizacin industrial moderna, en la medida en que estcentrada en el hombre - no controlada por ninguna inspiracinde orden csmico ni sobrehumano. y tiende a acentuar lacantidad en vez de la calidad, la produccin y la abundancia enlugar del carcter y el valor inherente, es cualquier cosa menos

    compatible con el desarrollo de una consistente benevolenciauniversal, incluso entre las mejores personas. Encubre lacrueldad No hace nada por suprimirla, ni tan siquiera pordisminuirla. Excusa, es ms, exalta cualquier atrocidad sobre losanimales que resulte estar directa o indirectamente conectadacon ganar dinero, desde los horrores diarios de los mataderos almartirio de los animales en manos del domador de circo, deltrampero (y, muy a menudo, del peletero, en el caso de lascriaturas de pelaje) y del vivisector. Naturalmente, los "msaltos" intereses de los seres humanos son antepuestos como justificacin - sin que la gente se d cuenta de que unahumanidad que est dispuesta a comprar entretenimiento o lujo,"comida sabrosa" e incluso informacin cientfica o medios decurar la enfermedad a un precio tal, no es digna de vivir porms tiempo. Lo cierto es que no ha habido nunca entre los

    hombres ms degeneracin ni ms enfermedad de todo tipo,

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    que en este mundo de obligatoria o casi obligatoria vacunacino inoculacin; este mundo que exalta a los criminales contra laVida - torturadores de inocentes criaturas vivientes para fineshumanos, como Louis Pasteur - hasta el rango de "grandes"hombres, mientras condena a los realmente grandes quelucharon ~ acentuar la jerarqua sagrada de las razas humanasante y sobre la ms que enfatizada, y, en cualquier caso, obvia jerarqua de los seres, y que, por cierto, construyeron el nicoEstado Occidental cuyas leyes para la proteccin de losanimales recuerdan, por primera vez desde siglos (y en lamedida en que era posible en un moderno pas industrial declima fro), a los decretos del Emperador Asoka yHarshavardhana1.

    Un mundo tal bien puede jactarse de su tierno cuidadoy aprecio a perros, gatos y animales domsticos en general,mientras intenta olvidar el espantoso hecho de un milln decriaturas viviseccionadas anualmente slo en Gran Bretaa.Pero no puedehacemospasar por alto sus espantosos horrores,

    ni convencemosde sus "progresos" en la bondad con los animales,como tampoco de su creciente bondad para las personas,"independientemente de sus creencias". Nos negamos a ver entodo ello otra cosa que no sea la ms oscura evidencia vivientede eso que los hindes han caracterizado desde tiempoinmemorial como "Kali Yuga" - la "Edad Oscura"; la Era de lasTinieblas; la ltima (y, afortunadamente, la ms corta)subdivisin del presente Ciclo de la historia. No hay, en unaedad tal, esperanzas de poder "enderezar las cosas". Es,esencialmente, la edad descrita tan vigorosamente, aun cuandode forma lacnica, en el Libro de los libros -el Bhagawad Gita-,en la cual "de la corrupcin de las mujeres procede la confusinde las razas; de la confusin de las razas, la prdida de lamemoria; de la prdida de la memoria, la falta de

    1Me refiero a las leyes contra la crueldad a los animales, que fueron, a miparecer, una de las glorias del rgimen Nacionalsocialista en Alemania.

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    entendimiento, y de este, procede todo mal"1; la edad en que lafalsedad es nombrada "verdad" y la verdad perseguida comofalsedad o escarnecida como insana; en la que los exponentesde la verdad, los jefes divinamente inspirados, los verdaderosamigos de su raza y de todo lo viviente - hombres semejantes alos dioses -, son derrotados, sus seguidores humillados y sumemoria difamada, mientras los maestros de la mentira sonaclamados como "salvadores"; la edad en que todo hombre omujer est en el lugar errneo y el mundo est dominado porindividuos inferiores, razas bastardizadas y doctrinas viciosas,todo ello carne y hueso de un sistema de intrnseca fealdadmucho peor que la anarqua completa.

    Es la edad en la que nuestros demcratas triunfantes ynuestros esperanzados comunistas se jactan del "lento perofirme progreso mediante la ciencia y la educacin". Muchasgracias portal "progreso"! La visin misma de l es suficientepara quenosafiancemos en nuestra fe en la inmemorial teoracclica de la historia, ilustrada en los mitos de todas las antiguas

    religiones naturales (incluyendo aqulla de la que los judos - yatravs de ellos, sus discpulos, los cristianos- pidieron prestadala historia simblica del Jardn del Edn; La Perfeccin en el principiodel Tiempo ). Ella nos inculca el hecho de que lahistoria humana, lejos de ser una firme ascensin hacia lomejor, es un creciente y desesperanzado proceso debastardizacin, emasculacin y desmoralizacin del gnerohumano; una "cada" inexorable. Nos provoca el deseo de ver elfin - el desplome final que nos empujar al olvido tanto deaquellos "ismos" sin valor que son producto de la decadenciadel pensamiento y del carcter, como de las no menosinservibles religiones igualitarias que han preparado lentamenteel terreno de aqullos; la llegada de Kalki, el divino Destructorde lo perverso; la aurora de un nuevo Ciclo abrindose, como

    1 The Bhagawad Gita. Traduccin de E.Burnouf, I, pg.47 y siguientes.

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    siempre hicieron todos los ciclos de tiempo, con una "EdadDorada " .

    No importa lo sangriento que pueda ser el derrumbefinal! No importa qu viejos tesoros puedan desaparecer porsiempre en la conflagracin redentora! Cuanto antes llegue,mejor. Lo estamos esperando - al igual que a la gloria venidera -seguros de la Ley cclica divinamente establecida que gobiernatodas las manifestaciones de la existencia en el Tiempo: la leydel Eterno Retorno. Lo estamos esperando, as como elconsiguiente triunfo de la Verdad hoy perseguida; el triunfo,bajo el nombre que sea, de la nica fe en armona con las leyeseternas del ser; del nico "ismo" moderno que es todo menos"moderno", siendo precisamente la ltima expresin deprincipios tan viejos como el Sol; el triunfo de todos aquelloshombres que, a lo largo de los siglos yen la actualidad, nuncahan perdido la visin del Orden eterno, decretado por el Sol, yque han luchado con espritu desprendido para imprimir esamisin sobre otros. Estamos esperando la restauracin gloriosa,

    esta vez, a escala mundial, del Nuevo Orden, proyeccin en eltiempo, tanto en el siguiente, como en todo retorno de la "EdadDorada", del Orden Csmico eterno.

    Es la nica cosa por la que vale la pena vivir - y morir, sies dadoese privilegio -, ahora, en 1948.

    E scrito en E dimburgo, el 9 de A bril de 1948 en el 70aniversario de la famosa batalla de L iegnitz -.

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    CAPTULO II

    TIEMPO Y VIOLENCIA

    De los pocos hechos que he recordado en el captuloprecedente, est bastante claro que no hubo crueldades en lahistoria antigua - ni los horrores asirios, ni los cartagineses, nilos viejos horrores chinos - que no hayan sido sobrepasadas conla inventiva de nuestros contemporneos del Este y del Oeste,ayudados por una tcnica perfecta. Pero la crueldad - laviolencia de los cobardes - es una mera expresin de la violenciaentre otras muchas, aunque de acuerdo que es la ms repulsiva.Envalentonados y auxiliados por los cada vez ms numerososlogros cientficos, que pueden ser utilizados paracualquier propsito, el hombre sea ha vuelto a lo largo de la historia cadavez ms violento - y no menos, como las personas atiborradasde propaganda pacifista estn a menudo inclinadas a creer! Y lo

    que es ms,ello no poda ser de otro forma; y no puede ser de otra formen cualquier periodo del futuro, hasta que la destruccinviolenta y completa de eso que hoy llamamos "civilizacin" abraal mundo una nueva "Edad de la Verdad"; una nueva "EdadDorada". Hasta entonces, la violencia, bajo una forma u otra, esinevitable. Es la misma ley de la Vida en un mundo degenerado.La eleccin que se nos da no es entre violencia o no-violencia,sino entre violencia abierta y natural, a plena luz del da, oviolencia furtiva y sutil chantaje; entre violencia abierta opersecucin inconspicua, lenta e implacable, tanto econmicacomo cultural: la supresin sistemtica de toda posibilidad paralos vencidos; el implacable "acondicionamiento" de los nios,mucho ms horrible porque es ms impersonal, ms indirecto,ms aparentemente "suave"; la inteligente difusin de mentirasasesinas del alma (ymediomentiras); violencia bajo la cobertura

    de no-violencia. La eleccin tambin es entre la altruista

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    violencia despiadada puesta al servicio de la Causa misma de laverdad - violencia sin crueldad, aplicada con miras a traer a estatierra un orden basado en principios eternos, que trascienden alhombre; violencia que cree o mantenga un estado humano enarmona con el ms alto propsito de la vida - y la violenciaaplicada a fines egostas.

    Y prosiguiendo con el tema de ambas alternativas, hayque remarcar el hecho de que cuanto ms desinteresados sonsus propsitos y menos egostas sus aplicaciones, ms franca yhonesta es la violencia:, mientras que, por otro lado, cuanto mssrdidos son los motivos por los que sta es usada, msocultada y negada es; ms los hombres que recurren a ella se jactan de ser admiradores de la no-violencia, alardeando de elloante los dems y alguna vez ante s mismos; actuando comofarsantes y siendo engaados - apresados en la red de suspropias mentiras.

    A medida que el tiempo avanza y la decadencia seestablece, la tnica de la humanidadnoes la disminucin de la

    violencia, sino la disminucin de la honestidad en la violencia.* * *

    Slo puede ser no-violenta una "Edad de la Verdad", enla que todo es como debiera - un mundo en el que el ordenpoltico y social de la tierra es una rplica perfecta del EternoOrden de la Vida. Y en las elocuentes leyendas de todas lasnaciones antiguas se dice que la sociedad ideal en la aurora delTiempo fue as de forma natural. No haba, pues, nada quecambiar, nada por lo que derramar la propia sangre o la de otraspersonas; nada que hacer excepto disfrutar en paz de la bellezay riqueza de la tierra iluminada por el Sol, y orar a los sabiosDioses - los "devas", o los "Resplandecientes", tal como lesllamaban los antiguos arios -, Reyes de la tierra en el sentido

    ms fiel de la palabra. Cada hombre o mujer, cada raza, cada

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    especie estaba, entonces,en su lugar,y toda la jerarqua divina dela Creacin era una obra de arte a la cual o desde la cual nohaba nada que aadir o quitar. La violencia era impensable.

    La violencia se convirti en una necesidad desde elmomento en que el orden sociopoltico de este mundo dej deser el indeformado reflejo del eterno Orden csmico; desde elmomento en que un espritu centrado en lo humano, exaltandoindiscriminadamente a toda la humanidad a expensas, por unaparte, de la gloriosa naturaleza viviente, y por la otra, de losindividuos naturalmente superiores y de las razas naturalmenteprivilegiadas, se elev en oposicin a la Tradicin centrada en lavida que haba estado rigiendo, por no se sabe cuantos felicesmilenios, la armoniosa y divinamente ordenada jerarqua de lospueblos, de las especies animales y de las variedades vegetales;desde el momento en que comenz una viciosa tendencia a launiformidad - finalmente conducente a la desintegracin -, enoposicin a la Unidad primigenia dentro de la infinita ydisciplinada diversidad. Desde aquel instante en adelante,

    repetimos, la violencia se convirti en la ley del mundo, para lobueno y para lo malo. El nico medio para evitar recurrir a stafue, desde entonces en adelante, o bien incomunicarse unomismo del mundo por completo, para dar la espalda a la vida ymoverse en tomo a un tiempo artificial y onrico - la ilusin deuna ilusin -, o si no, vivir totalmente fuera del Tiempo.Bastantes pocos individuos fueron lo suficientemente necioscomo para tomar el primer camino, y menos an losuficientemente evolucionados y, al mismo tiempo, losuficientemente indiferentes, como para tomar el segundo.

    Mas la violencia no es algo malo en s. En verdad,comenz como una necesidad slo despus de que el mundohubiera devenido "malo" en gran parte, es decir, infiel a sueterno arquetipo; no guardando ya relacin con el sueocreativo del Propsito universal que una vez l haba expresado.

    La misma aparicin de la violencia fue un signo de que la "Edad

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    de la Verdad" estaba irremediablemente cerrada; que el procesodecadente de la historia estaba ganando velocidad. Con todo, laviolencia no puede ser juzgada separada de sus propsitos, yestos son buenos o malos; valen la pena o no. Valen la penamientras que aqullos que persiguen ejercerla, no tan slo lohagan desinteresadamente - sin un deseo primordial de gloria ~o felicidad -, sino tambin identificndose con una Ideologaque exprese la verdad eterna, impersonal y sobrehumana; unaIdeologa enraizada en el claro entendimiento de las Leyesinvariables de la vida, y destinada a atraer a todos aqullos que,en un mundo cado, todava retienen dentro de sus corazonesun anhelo invencible del Orden perfecto tal como realmentefuey volver a ser; tal como no puede dejar de ser, en la aurora decada ciclo peridico de Tiempo. Cualquier propsito que seainteligente y objetivamente consistente con los objetivos de laguerra de las Fuerzas inmortales de la Luz en su antigua luchacontra las fuerzas de la Oscuridad, o lo que es lo mismo, dedesintegracin - esa Lucha ilustrada en todas las mitologas del

    mundo-, cualquier propsito tal, digo, justifica cualquiercantidad de violencia altruista. Por otra parte, como la "Edad delas Tinieblas" en que vivimos prosigue, tomndose ao tras aoms oscura y feroz, resulta cada va ms imposible el no haceruso de la violencia en el servicio a la verdad. Hoy en da ningnhombre - ni semidios - puede llevar tan siquiera una sumarelativa de orden real y justicia a ningn rea del globo sin laayuda de la fuerza, especialmente si slo tiene unos pocos aosa su disposicin. y desafortunadamente, cuanto ms avanza estemundo en la presente era de maravillas tcnicas y degradacinhumana, ms se hallan sometidos al factor deltiempolos grandeshombres inspirados, tan pronto como intentan aplicar suelevado conocimiento intuitivo de la verdad eterna a la solucinde problemas prcticos. H an de actuar,no slo cabalmente, sinotambin rpidamente,si no quieren ver a sus inapreciables

    trabajos ser picoteados al brotar por las fuerzas de la

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    desintegracin. Y tanto si les gusta como si no, cabal yrpidamente significa, casi inevitablemente, con decididaviolencia. Uno puede decir, con certidumbre cada va mayor amedida que la "Edad Oscura" avanza, que los hombres divinosde accin son vencidos, al menos por ahora, no por haber sidodemasiado despiadados (y de este modo haber provocadocontra ellos mismos y sus colaboradores e ideas la indignacinde la "gente decente"),sino por no haber sidolo suficientementedespiadados- por no haber acabado con sus huidizos enemigos,hasta el ltimo hombre, en la breve hora del triunfo; por nohaber silenciado, con violencias ms substanciales y exterminiosms completos, tanto a los delicados millones de hipcritascomo a sus amos, los hbiles productores de cuentos deatrocidades.

    De todo ello se ve con claridad que condenarindiscriminadamente la vio1encia es condenar la misma luchade las Fuerzas de la Vida y de la Luz contra las Fuerzas de ladesintegracin - lucha aun ms heroica y desesperada a medida

    que el mundo se precipita hacia su ruina. Es condenar esa luchaque, en cada una de sus milenarias y cambiantes fases, e inclusoa travs de desastres temporales, ha asegurado para el mundo,tras su muerte merecida, el glorioso nuevo Comienzo, que slounos pocos merecen. Dentro del cautiverio del Tiempo,especialmente en este "Kali Yuga", uno no puede serconsistentemente no violento sin contribuir, voluntaria oinvoluntariamente, a sabiendas o no, al xito de las fuerzas de ladesintegracin; de lo que llamamos las fuerzas de la muerte.

    * * *

    Por lo que respecta a la violencia que es utilizada parafomentar los fines de guerra de las fuerzas de la muerte, tiene, ysiempre ha tenido, dos vertientes: por un lado, es llevada contra

    la Vida misma - primero, contra el conjunto de la inocente

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    Naturaleza viva, y despus, contra los intereses vitales de lahumanidad superior, en el nombre del "hombre comn"-, y porel otro, contra esos hombres peculiares que, cada vez msconscientes de las trgicas realidades de una edad oscura,levantan una tribuna en favor del reconocimiento de los valoreseternos de la Vida y de la restauracin del orden sobre susverdaderas bases eternas.

    De hecho, en el intento de ocasionar el triunfo de lodespreciable y de la lenta pero fume desintegracin de lacultura, cada vez se necesita menos violencia. El mundoevoluciona hacia la desintegracin de forma natural, convelocidad acelerada. Pudo haber sido necesario en otro tiempoempujarlo a lo largo del resbaladizo camino. Pero ello no havuelto a suceder desde hace siglos. Rueda sin ayuda hacia supropia perdicin. En esa direccin, por tanto, los campeones dela desintegracin gozan de una tarea fcil. Slo han de seguir yfavorecer las tendencias viciosas de la creciente mayora dehombres despreciables, para convertirse en los favoritos del

    mundo. Pero en su guerra contra los pocos, pero msconscientes y prcticos exponentes de los valores ms altos - lossustentadores de la jerarqua natural de las razas; los devotos dela luz, de la fuerza, de la juventud -, son (y estn obligados a ser)cada vez ms violentos, e incluso cada vez msimplacablemente crueles. Su odio crece, a medida que la historiase desarrolla, cano si supieran - como si sintieran, con laagilidad de la percepcin fsica - que cada una de sus victorias,por espectaculares que puedan ser, les lleva ms cerca delredentor desplome final en el queellosestn avocados a perecer,y del cual sus ahora perseguidos surgirn como los lderes de laNueva Era - los superhombres en el comienzo del prximoCiclo de Tiempo -, ms parecidos que nunca a los dioses. Suodio se incrementa, y su ferocidad tambin, a medida que elestallido final se acerca, y junto con l, la aurora del Nuevo

    Orden universal, tan inevitable como la llegada de la primavera.

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    Tal como ha demostrado la historia de los ltimos tres aos1 - tal como la historia de la Europa ms oscura (y delinfortunado y orgulloso Japn) demostrara hoy, si simplementefuesen revelados sus horrores ocultos -, nada sobrepasa enviolencia a la persecucin, durante el ltimo periodo de la"Edad de las Tinieblas", de los mejores hombres y mujeres delmundo por los agentes de las fuerzas de la muerte. Como losnios de la Luz, stos tambin - aunque por razones contrarias -actan bajo la inexorable presin del tiempo. No tienen sinounos pocos aos para intentar ex1irpar la inmortal Ideologadivina; para aplastar tantos de sus partidarios como puedan,antes de que ellos mismos sean reducidos a polvo en una guerrafratricida de demonios contra demonios.

    Tienen prisa - no, como la "elite" heroica, a causa deuna generosa impaciencia; no por el deseo de ver restablecidaantes de tiempo la "Edad de la Verdad", sino a causa de unafebril codicia; por querer arrebatar al mundo, para s mismos,todas las ventajas materiales y todas las satisfacciones de la

    vanidad que puedan, antes de que sea demasiado tarde. Yamedida que el tiempo avanza, su prisa aumenta hasta el delirio.El nico obstculo que se alza en su camino y que an lesdesafa - y que siempre les desafiar, hasta el final - esprecisamente esaeliteorgullosa a la que el desastre no puededescorazonar, la tortura no puede romper y la moneda nopuede comprar. Ya sea consciente o inconscientemente, por sercompletamente perversos o tan slo ciegos a causa de unaestupidez congnita, los trabajadores de la desintegracinprosiguen la guerra contra los hombres de oro y acero, conininterrumpida rabia infernal.

    Pero la suya no es la violencia franca y sinremordimiento de los idealistas inspirados que se esfuerzan portraer, rpidamente, un elevado orden sociopoltico demasiadobueno para el indigno mundo de su tiempo. Es una clase de

    1 Este captulo fue escrito en 1948.

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    violencia mezquina, rastrera y cobarde, que cuanto msefectiva es exteriormente, ms enfticamente es negada, tantopor los canallas que la aplican o la disculpan, como por lostontos bien intencionados que realmente creen que no existe.Est incitada por sentimientos tales que posiblemente uno nopuede ostentar, incluso en un mundo degenerado, sin correr elriesgo de frustrar el propio objetivo: por un odio desnudo,arraigado en la envidia - el odio de los dbiles despreciablespor el fuerte, sin otro motivo que el de ser fuerte; el odio de lasalmas feas (encarnadas, a menudo, en no menos feos cuerpos)hacia aqullas que son naturalmente bellas; por la noble,magnnima, desinteresada y autntica aristocracia del mundo;el odio de los infelices, e incluso de los aburridos (de aqullosque slo viven para sus bolsillos y que no tienen nada enabsoluto por lo que morir), por los que viven, y estnpreparados para morir, por valores eternos. Tal es, cada vezms, la violencia generalizada de nuestros tiempos, cada vezmenos reconocida, en su sutil disfraz, incluso por las personas

    que realmente la sufren.Los Antiguos saban mejor que nuestroscontemporneos quienes eran sus amigos y quienes susenemigos. y ello es natural. En un mundo que se precipita haciasu fin, la ignorancia se incrementa - ignorancia de esas cosasque uno precisamente debiera conocer mejor para podersobrevivir. Los Antiguos padecieron, y supieron a quienmaldecir. Los hombres y mujeres modernos, por regla general,no saben; en realidad, no se preocupan por saber, sondemasiado perezosos, estn demasiado exhaustos, demasiadocerca del fin desu mundo para preocuparse en investigarseriamente. y hbiles granujas, autores de todo mal, les instigana arrojar las culpas sobre las nicas personas cuya infaliblesabidura y amor desinteresado les podra haber salvado; sobreesa elite aborrecida que se mantiene contra la corriente del

    Tiempo, con la visin del glorioso nuevo Comienzo tras el fin

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    del mundo actual, limpio y brillante ante sus ojos. Todas lastonteras escritas y habladas desde el final de la Segunda GuerraMundial (y ya antes del final, en los peridicos y estaciones deradio controlados por los Poderes Democrticos ) acerca de lossufrimientos de la poblacin europea, son el ltimo ejemploevidente de esta mentira sistemtica a gran escala, cada vez mscomn a medida que las fuerzas de la desintegracin se hacen,con el tiempo, ms exitosas y ruines. Europa yace en ruinas - laconsecuencia de seis aos de bombardeos inhumanos. LasNaciones Unidas llevaron a cabo el bombardeo para extirpar elNacional Socialismo - lo nico que podra haber restaurado elorden y la cordura en Europa si es que el desprendimientoabsoluto, unido con el genio, es capaz de cambiar la corrientedel tiempo en un mundo condenado. y ahora se cuenta a lagente que el Nacional Socialismo es responsable de todos losmales que ha ocasionado el bombardeo, y que su inspiradoFundador es el mayor egosta megalomanaco que jams pisesta tierra. Algunas personas lo creen - incluso en Alemania -, o

    fueron preparadas para creerlo en 1945, antes de que probaranel sustituto que las Democracias les ofrecieron para reemplazaral tan criticado rgimen. La mayora de la gente lo cree en elresto de Europa. Los bribones astutos, faltos por completo dehonradez en el uso de la violencia y que dan tono a estapropaganda, tienen una tarea fcil: trabajanen el sentido delTiempo;a favor del desorden, dirigiendo a la desintegracin; afavor de la destruccin de todo lo que todava es fuerte yvalioso en el presente de la humanidad; de todo lo que,ineludiblemente, est destinado a sobrevivir. Y explotan lasmltiples caractersticas de una poca decadente: la aversin atoda obvia disciplina y a todo liderazgo visible y tangible (yresponsable), unidas con el fin de acrecentar el engreimiento,acrecentar la imbecilidad y, consecuentemente, acrecentar lacredulidad.

    * * *

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    Hemos hablado de dos clases de violencia. En ningunaparte, quizs, se aprecie mejor la diferente naturaleza de ambasque en su actitud hacia los que la practican o condonan - encontra de la creacin viviente ajena a la humanidad.La violencia franca y valerosa, que cualquier idealistacon autntica visin est obligado a usar en mayor o menormedida, tan pronto como intenta traducir en accin su intuicinde la verdad eterna en un mundo obstinadamente degenerado,volcado en su propia destruccin, esa violencia, decirnos, nuncaes ejercida - y, lgicamente, jams puede ser ejercida, salvoacaso en ciertos casos de vital emergencia- contra ninguna otracriatura viviente que no sean las personas. Su nica intencin esaplastar, tan rpida y completamente como sea posible, todaresistencia a un orden sociopoltico impuesto demasiado prontopara ser apreciado por todos aqullos a los que afecta. Comoveremos, ello no solamente afecta de hecho a los sereshumanos. A la larga, tambin concierne, y debe concernir, atodo lo viviente. Si no, no sera un orden basado sobre verdades

    eternas, y la violencia desplegada para imponerlo no estara justificada. Pero slo los seres humanos pueden oponerse a esteorden. Slo ellos son, por tanto, y en la medida en que seconvierten en obstculos para su establecimiento ocontinuacin, las vctimas de la violencia necesaria de aqulloscuyo deber es defenderlo. Como consecuencia del hecho de queellos no tienen nada que ver en la configuracin de la sociedadhumana, los animales inocentes nunca son atormentados porlos hombres que creen que, en todo caso, la tortura slo puedeser excusada cuando se aplica para fomentar esos fines polticosimpersonales que estn en armona con los principios eternos.

    Tales hombres no pueden tolerar la imposicin desufrimientos a criaturas vivas a causa de investigacionesdestinadas, en las mentes de los torturadores y de suspartidarios, a aliviar los sufrimientos de una humanidad enferma

    o a satisfacer la mera apetencia de informacin "cientfica".

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    Puesto que si realmente son ellos los exponentes de los idealesde la Edad Dorada - hombres de accin, con un conocimientode la Verdad eterna y un amor ardiente por la perfeccin -, nopueden participar, ni en razn a la humanidad, la enfermedad, ola morbosa sed de conocimiento ocioso a cualquier coste, de losprejuicios comunes que han sido desarrollados durante sigloscomo resultado de la creciente degeneracin de este mundo. Nopueden comprender que toda vida humana, aun cuandodegradada, sea necesariamente digna de ser salvada. Y tienenque creer que el mejor modo de extirpar la enfermedad no estanto descubrir nuevos tratamientos como ensear a hombres ymujeres a vivir vidas ms saludables, y, ante todo, a fortalecerlas razas naturalmente privilegiadas a travs de una polticasistemtica y racional, aplicada, en primer lugar, a lareproduccin. y tienen que sentir un sano desprecio hacia todaslas formas de investigacin intil, sin mencionar esa curiosidadcriminal sobre el misterio de la vida que ha transformado acentenares de personas como Pavlov o Voronoff - o Claude

    Bernard - en completos monstruos.Hay ms. La misma Ideologa de los naturalmentefuertes va unida al rechazo de toda forma de crueldad hacia lasdesamparadas y bellas bestias. Nietzsche ha exaltado la bondadcomo la ms alta virtud del superhombre -"la ltima victoria delhroe sobre s mismo". Y la bondad que no abarca a toda vidano es bondad en absoluto. La bondad que incita al hombre a"amar a sus enemigos" sin incitarlea fortirioria amar a lasinocentes criaturas de la tierra, que no le hicieron daopremeditado; la bondad que le apremia a perdonar las vidas delos primeros mientras se permite cazar y comer a los ltimos,as como vestir sus pieles, es o bien hipocresa o imbecilidad. LaIdeologa del fuerte rehusa esa contradiccin doblementemilenaria con absoluto desprecio.

    Esto es tan verdad que las nicas personas que se han

    esforzado en crear, en nuestros tiempos, un orden sociopoltico

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    sobre las bases de una Ideologia tal, y ello, a travs de la durezams francamente reconocida las personas que sostienen msconsistentemente esa violencia saludable y necesaria que esinseparable de cualquier lucha abnegada contra las fuerzas de ladecadencia - los forjadores de la Alemania Nacionalsocialista -,son precisamente los nicos que tienen en su sistemaeducacional el ms sincero y acentuado amor hacia todaNaturaleza viva, y que han hecho cuanto han podido porproteger por ley1 tanto a animales como a bosques: ello es detal modo verdad, que el Lder que las inspir - Adolf Hitler,ahora tan desvergonzadamente calumniado y tan amargamenteodiado por un mundo despreciable - no slo se abstuvo de lacarne en su propia dieta diaria, sino que es, por lo que yo sepa elnico dirigente europeo que siempre contempl seriamente laposibilidad de un continente sin mataderos y que realmente sepropuso convertir aquel sueo en realidad tan pronto comofuera posible2.

    Todo ello contrasta con el trato que se da a los animales

    por parte de aquellas personas que niegan a las razas eindividuos superiores el derecho a ser despiadados en su luchaheroica contra el Tiempo; de aqullos a los que les gustarahacernos creer que "aman a sus enemigos" y que sienten

    1 En la Alemania Nacionalsocialista, no slo fue prohibida la horriblematanza kosher de animales, sino que incluso tambin lo fue la cazamediante cepos. Los animales destinados a servir de alimento deban ser

    sacrificados por medio de una pistola automtica que les diera muerteinstantnea. Y la crueldad haciacualquier animal era severamente castigada(conozco el caso de una persona que pas tres aos y medio en un campo deconcentracin por haber matado un cerdo de forma cruel).2 Un extenso captulo de nuestra charla estuvo dedicado por el Fhrer a lacuestin vegetariana. l cree ms que nunca que comer carne es incorrecto.Desde luego, sabe que durante la guerra no podemos trastocarcompletamente nuestro sistema alimenticio. D espus de la guerra, no obstante, lse propone abordar tambin este problema.Quizs tenga razn. En verdad, los

    argumentos que aduce a favor de su punto de vista son muy apremiantes.- Diario de Goebbels, editado en 1946 (Apunte del 26 de Abril de 1942)

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    verdadero horror ante las atrocidades! Hemos visto - de hecho,vemos todos los das - como tratan los hipcritas a susenemigos cuando los apresan. y sabemos que atrocidadespueden realizar - u ordenar, o al menos disculpar - sobre losseres humanos cuando ello favorece a sus propsitos. A losanimales no los tratan mejor. Interpretan los crmenesencubiertos cometidos diariamente contra ellos en este mundocrecientemente malvado, como algo corriente, justo comohacen con esos otros cometidos contra hombres y mujeres a losque consideran "fanticos peligrosos", "criminales de guerra" yotras cosas parecidas.

    Desde luego, encuentran buenas excusas para su actitud- siempre es as; la lgica fue concedida al hombre para quepudiera justificarse a s mismo ante sus propios ojos, cualquieraque fuese la monstruosidad que pudiera escoger para defender.Pero sus premisas son diferentes por completo de aqullas delas personas altruistas que luchan implacablemente por idealesen armona con el perfecto orden csmico. Su argumento

    bsico es el "inters de la humanidad" - indiscriminadamente; el"inters de la humanidad" como un todo; de la "mayora" de losseres humanos, buenos, malos e indiferentes; y slo de los sereshumanos -. Sus ideales - expresin de la tendencia descendentedel Tiempo, que est apresurando al hombre hacia su ruina -son cualquier cosa menos ideales de la Edad Dorada.

    Cules realmente la humanidad por "salvar" en cuyofavor luchan nuestros benvolos agentes de las fuerzas oscuras,al coste de incontables sufrimientos infligidos sobre criaturassanas, inocentes y bellas en las cmaras de tortura de la"ciencia"? Seguro que no se trata de la fuerte y orgullosa elitedel gnero humano, que en su da para iniciar un nuevo Ciclohistrico sobre las ruinas del mundo actual. Tales hombres ymujeres pertenecen a esa saludable minora que no necesitamedicinas tan penosamente descubiertas, y que no las aceptara

    aun cuando las necesitara. No. La mayora de nuestros

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    contemporneos que apoyan la imposicin de sufrimientossobre animales a causa de la "investigacin" estn preocupadospor el socorro a la humanidad "sufriente". Estn llenos de esemrbido amor por el enfermo y el tullido, por el dbil y elincapacitado de toda clase, que el Cristianismo puso un da demoda y que es, indudablemente, uno de los ms nauseabundossignos de decadencia del hombre moderno. Tanto si soncristianos declarados como si no, todos se adhieren a la tontacreencia de que es un "deber" salvar, o al menos prolongar, acualquier coste,cualquier vida humana, aun cuando sta seaindigna - el deber de prolongarla slo porque es humana. Comoconsecuencia, estn dispuestos a sacrificar cualquier nmero deanimales sanos y bellos, si imaginan que ello puede ayudar aremendar los dbiles cuerpos de personas que, en su mayora,no se les habra permitido vivir, o ms bien, no habran nacidonunca, en una sociedad bien concebida y organizada. A susojos, un humano idiota es ms valioso que el ms perfectoespecimen de animal o planta viviente. En verdad, a medida

    que degenera nuestra

    especie, crece su vanidad! Y esa vanidadayuda a mantener a los hombres satisfechos, aun cuando estncompletamente desconectados de la visin de la gloriosa y sanaperfeccin que domin la conciencia del mundo en su juventudy que todava es, y continuar siendo hasta el fin, la visininspirada de una minora decreciente.

    La relacin de atrocidades cometidas contra animalesinocentes con el objeto de encontrar medios para combatirenfermedades en una humanidad cada va ms contaminada, oincluso medios para alentar al vicio a un nmero diariamentemayor de degenerados1, llenara varios volmenes. Lo mismosucedera con las abominaciones similares que se realizan apartir de la mera curiosidad cientfica. Este no es el lugar paraextenderse sobre este asunto horripilante. Sin embargo, cuando

    1Nos referimos aqu a los experimentos de Voronoff, llevados a cabo enmonos vivos, con vistas a devolver la potencia sexual a hombres viejos.

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    uno recuerda esa gente que disculpaba esos y otros horrores,ms an, que los aprobaba - quienes admiraron a un sujetocomo Pasteur, y que nunca dijeron una palabra contra otroscomo Claude Bernard o, en este siglo, Pavlov -; cuando unorecuerda, repito, que tales personas tenan la desfachatez desentarse como jueces en 1945, 1946, 19471, etc., y con elconsentimiento del mundo, para sentenciar a muerte a doctoresalemanes, correcta o incorrectamente acusados de haberefectuado experimentos mucho menos crueles sobre enemigosactivos o potenciales de todo aquello que amaban ysustentaban, entonces uno se repugna del profundo grado dehipocresa al que ha llegado la humanidad en nuestros tiempos.Pues nunca, quizs, tal exhibicin teatral de indignacin sobreactos particulares de violencia ha ido tan ligada con semejantetolerancia universal sobre actos de violencia mucho mshorribles.

    * * *

    Esa deshonestidad general acerca de la violencia, que haido creciendo constantemente desde el amanecer de la historiaen adelante, es manifestada hoy en el modo en quedeliberadamente las personas encubren ante ellos mismos y antelos dems todos los horrores que condonan, pero queposiblemente no puedan justificar.

    Muchas de las atrocidades llevadas a cabo en animalescon vistas a aumentar el conocimiento mdico son tan horriblesque, a pesar de su alegada "justificacin", est "en el inters dela ciencia" en y en el inters de los negocios relacionados conlas patentes medicinales - no permitir que la gente sepa acercade ellas. Se mantiene al pueblo en la ignorancia - inducido acreer que los horrores no existen realmente, o que no son, enrealidad", ni la mitad de sangrientos de lo que parecen. A

    1 Durante el infame juicio de Nremberg y otros similares.

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    fortiriori,las innumerables crueldades cometidas por la puracuriosidad, el ansia de lujuria o el mero pasatiempo, resultan serlas ms ocultadas y sutilmente negadas" Miles de bienintencionados tontos que hablan del "progreso moral" ennuestros tiempos no tienen ni idea. de lo que sucede (tras elteln) en los institutos cientficos, en el comercio de pieles y enlos circos.

    Millares de igualmente bien intencionadas y estpidaspersonas, que dan por cierta cualquier cosa que se les da paraleer sin preguntar siquiera, tampoco tienen idea de los horroresperpetrados por sus compatriotas sobre otros pueblos, comocolonos o miembros de fuerzas de ocupacin; es ms, no tienenidea de lo que sucede en su propio pas, tras los barrotes de laprisin, en cmaras de tortura para investigacin poltica y encampos de concentracin. En realidad, en Inglaterra y en otrasnaciones democrticas, muchos tienen la impresin de quesugobierno nunca tolera cosas tales como campos deconcentracin y cmaras de tortura para seres humanos.

    Unicamente "el enemigo" las tuvo. Aos antes, no habrantenido inconveniente en admitir que "todo el mundo las tiene";que debe tenerlas; que no se puede llevar a cabo una guerra sinesos accesorios desagradables pero extremadamente tiles. Masla hipocresa referida a la violencia ha llegado actualmente a suextremo. Nunca ha habido en el mundo tanta crueldad unida aun intento general tal por ocultarla, por negarla, por olvidarla y,si es posible, por hacerla olvidar a los dems. Nunca la gente haestado tan deseosa de olvidarla - en casas y calles externamentedecentes y benvolas, y en las que ninguna tortura a hombres oanimales puede sercontempladani oda -,con tal de que, porsupuesto, no sea la crueldad "del enemigo". La nica vez quelos hombres y mujeres de los tiempos modernosno intentanminimizar los horrores, sino que ciertamente los exageran (y amenudo los inventan deliberadamente), es cuando stos

    resultan ser los horrores del "enemigo" (o estn pensados para

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    ser presentados como tales) - jams los suyos propios. Y estomismo es slo un ejemplo ms de la caracterstica mundial denuestros tiempos: el amor general por las mentiras.

    Lo que ha determinado al mundo entero tanencarnizadamente contra los portadores sinceros de mtodosdespiadados en el gobierno y en la guerra, no es tanto el hechode que fueran violentos, sino el que fueran sinceros. Losembusteros odian a aqullos que expresan la desagradableverdad .... y que actan de acuerdo con ella.

    * * *

    La desagradable verdad es que el pacifismo, la no-violencia y dems son la mayor parte de las veces simplesvoceros al servicio de las fuerzas de la desintegracin;deshonestos engaos para envalentonar a los tontos, paradebilitar lo fuerte y para predisponer a millones de cobardes ehipcritas (el grueso del mundo) contra las pocas personas cuya

    poltica inspirada, que contina implacable hacia su lgico fin,tal vez pudiera, incluso ahora, detener la decadencia delhombre. Y sinoson eso, entonces son tonteras.

    Como hemos dicho al principio, la no-violencia slopuede existir en un mundo en el que el orden temporalsociopoltico sea, en la escala humana, la rplica del Ordeneterno del Cosmos. Cualquier prdica efectiva - y cualquierprctica parcial - de pacifismo poltico, fuera de ese ordentemporal, slo conduce, finalmente, a una violencia mayor, auna explotacin mayor de la Naturaleza viva y a una mayoropresin del hombre a manos de aqullos que trabajan para lasfuerzas de la muerte. Pero, desde hace ya milenios, ese ordenterrenal perfecto ha dejado de existir. Ha de ser creado denuevo antes de que la paz pueda reflorecer. Yahorano puedeser creado nuevamente sin violencia extrema, ejercida, en esta

    ocasin, dentro de un espritu altruista por hombres de visin.

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    Lo mejor que podran hacer aqullos que deseansinceramente una paz justa y duradera seria, naturalmente, hacertodo lo que pudieran por entregar el mundo lo ms prontoposible a esos hombres de visin; o al menos, no tratar deimpedir que lo conquisten. Desafortunadamente, la mayora delos pacifistas realmente tampoco quieren la paz en absoluto,sino que meramente lo fingen, o bien, la quieren, pero slo bajociertas condiciones ideolgicas que son incompatibles con suestablecimiento,ahora,y con su continuacin, lo cual ser as cada vez ms, hasta el final del presente ciclo histrico.Cualquier violencia notoria dirigida contra el ser humano leshorroriza. La gente que defiende abiertamente el uso de lafuerza - dentro del ms desinteresado espritu y para el mejor delos propsitos - es, por esta misma razn, anatema a sus ojos.A yudarlesa conquistar y dirigir el mundo? Oh, no! Todomenoseso!Los ideales de los implacables hombres de visinpueden ser muy bien los ideales de la Edad Dorada, Pero susmtodos! - su cnica actitud hacia la vida humana; su implacable

    disposicin y persecucin despiadada incluso de obstculos"potenciales" para la rpida consecucin de sus abnegadosfines; su "lgica espantosa" (por citar las palabras de un oficialfrancs en la Alemania ocupada, despus de la guerra )1-,nuestros pacifistas nunca podran apoyarles! Como resultado,ellos apoyan a otros mucho peores - generalmente sin saberlo.Pues, a raz de su negativa a encarar los hechos y adoptar lanica actitud razonable que un autntico amante de la pazdebiera tener hoy en da, se convierten en herramientas alservicio de las fuerzas de la desintegracin.

    Pues no es posible ir por ambos caminos: cualquieraque no est con las Fuerzas eternas de la Luz y de la Vida, est

    1 Cette logique effroyable fue la expresin usada por Monsieur R. Grassot,

    de la Oficina de Informacin en Baden-Baden, durante su conversacinconmigo el 9 de Octubre de 1948.

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    contra ellas. A menos que uno viva "fuera" o "sobre elTiempo", o bien se camina en el sentido de la inevitableevolucin de la historia - es decir, hacia la decadencia y ladisolucin -, o bien uno se mantiene contra la corriente de lossiglos, en una amarga lucha, aparentemente sin esperanza, perono obstante bella, con los ojos fijos en aquellos perennes idealesque nicamente una vez, en la aurora de cada Ciclo sucesivo,por cada sucesiva nueva humanidad, pueden ser totalmentetraducidos en realidad material. Pero es verdad que esa minorade hombres de accin que lucha, "contra el Tiempo", en favorde los ideales de la Edad Dorada, est avocada a ser, a medidaque avanza el tiempo, cada vez ms despiadada en su esfuerzopor superar una creciente, bien organizada, esquiva y cada vezms universal oposicin. Y por esa misma razn, seguir a esaminora ser cada vez ms difcil para los delicados pacifistas.Con toda probabilidad, preferirn continuar identificndose conlos mentirosos agentes de las fuerzas de la Oscuridad. Y esnatural. Una vez ms, ello est dentro de la ley del Tiempo. Las

    fuerzas de la muerte deben tener prcticamente al mundoentero bajo sus garras, antes de que un nuevo comienzo puedasurgir como una reafirmacin del triunfo de la Vida.

    Y de este modo, da tras da, ao tras ao, ahora y en elfuturo, los Poderes en conflicto de la luz y de la oscuridad nopueden sino proseguir su lucha mortal, como siempre hicieron,pero de forma cada vez ms furiosa a medida que el tiempoavanza. Y como el tiempo sigue adelante, la lucha tambin selibrar cada vez ms entre la violencia abiertamente reconociday la violencia deshonestamente disimulada, estando la primerapuesta al servicio de los ms altos objetivos de la Vida en latierra - es decir, la creacin de una humanidad perfecta (unahumanidad de la "Edad Dorada")-, y la ltima, al de aqullos delos enemigos de la Vida. Ha de ser as hasta que, tras eldesplome final - el "fin del mundo" tal como lo conocemos -, el

    liderazgo de la humanidad superviviente recaiga en esa elite

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    victoriosa que, incluso en medio de la larga decadencia generaldel hombre, nunca perdi su te en los eternos valores csmicos,ni dej de ex1raer de ellos, y slo de ellos, su regla de accin.

    Entonces, esa elite dejar de estar obligada a recurrir a laviolencia para imponer su voluntad. Gobernar sin oposicinen un mundo pacfico en el que el Orden Nuevo de sus sueosmilenarios aparecer ante todos comoel nico estado natural yracional de las cosas.... Hasta que el hombre olvide de nuevo lainalterable verdad, acte como si las Leyes de hierro de causa yefecto noleconcernieran -Pobre de dios!- y decaiga de nuevo.

    Nada puede parar la rueda del Tiempo.

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    CAPTULO III

    H OMBRES EN EL TIEMPO, SOBRE EL TIEMPO YCONTRA EL TIEMPO

    Todos los hombres, puesto que no estn liberados delcautiverio del tiempo, siguen el curso descendente de la historia,tanto si lo saben como si no, y tanto si les gusta como si no.

    A pocos realmente lesagradaello, incluso en nuestrapoca - sin mencionar tiempos ms felices, cuando la gente leamenos y pensaba ms. Pocos lo siguen sin vacilar, sin echar,alguna que otra vez, una melanclica mirada hacia el distanteparaso perdido en el que saben, en su conciencia msprofunda, que nunca van a entrar, el paraso de la Perfeccin en el tiempo - algo tan remoto que los pueblos ms antiguos de losque tenemos constancia lo recordaban slo como un sueo. Sinembargo, siguen el camino fatal. Obedecen su destino.

    Esa resignada sumisin