el pueblo mexicano vencera

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ensayo sobre los problemas sociales en México

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  • El pueblo mexicano vencer

  • El pueblo mexicano vencer

    Felipe Cuevas Mndez

    Editorial Revolucin

  • ndice

    Introduccin

    I. Un desolador panorama capitalista

    II. Plasticidad de la lucha de clases

    III. Unidad y organizacin

    IV. El proceso

    pag.

    9

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    63

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    162

    El pueblo mexicano vencer Felipe Cuevas Mndez

    Imagen de Portada: El Manifestante acrlico sobre tela del C. David Eusebio Diseo y Formacin grfica: Josu Santos

    Reservados todos los derechos de esta obra por el autor.

    Impreso en Mexico, DF, Abril de 2015

    [email protected]

  • 9La poca del Mxico actual marca al capitalismo como tra-gedia humana, a la cual no solo hace falta resistir, hay que vencerla por todos los medios que reafirmen el inters y la aspiracin de vivir otra civilizacin verdaderamente libre. Lo que prevalece en el pas es el afn de lucro en todos los pro-cesos del sistema sin reparar en el horror. Para las elites M-xico es slo un bien econmico del cual hay que apropiarse sin consideracin alguna, al fin y al cabo la dictadura de los monopolios es para eso.

    Si bien al pueblo le asiste una inconmensurable legiti-midad poltica y social con la cual reclamar sus derechos, entre ellos el de dotarse de otra estructura de gobernarse, no bastan el racionalismo como recurso exclusivo para fomentar una nueva situacin por nuestra confianza en la razn o el de convencer a las clases gobernantes de un cambio de actitud, ni basta el romanticismo de que llegaremos a un punto sin retorno en el cual surgir de la nada una solucin providencial que ponga en alto un inters general de la nacin.

    Vivimos una enconada lucha de clases, la beligerancia caracteriza a quienes lo tienen todo pero quieren mucho ms, sus agresiones depredadoras laceran al pueblo, que entre tan-to se ve en la obligacin de contener estas tormentas y ven-davales de autoritarismo, violencia y explotacin sin lmites.

    Quien siembra terror debe esperar una cosecha de rebe-liones populares en todas sus expresiones de hecho para eso se prepara engrosando sus armas e instrumentos represivos, de rechazo a cada cosa que implemente, a cada atropello que comete, ante cada desdicha que lleve a nuestro valiente pue-blo mexicano cansado de llevar tantas injusticias sobre s, de-

    Introduccin

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    las victorias, conciencias y capacidades organizativas sufi-cientes que asienten otras perspectivas de democracia de las clases explotadas.

    Cobra relevancia el refuerzo de las revolucionarias y los revolucionarios a todas las luchas populares, la asimilacin de las nuevas condiciones e interacciones de las batallas so-ciales y sus vertientes lo mismo sobre los temas de la escla-vitud salarial, los derechos humanos, la lucha periodstica, y tantos movimientos que surgen reclamando justos derechos, en todos los cuales no hay nada que defenestrar, al contrario, hay mucho que aprender.

    El hecho es que hay que contestar y revertir con la mo-vilizacin a cada golpe dado al proceso de luchas del pueblo para ubicar la naturaleza del sistema poltico. Nadie echar de menos el sectarismo quijotesco que se complace con re-saltar todo aquello que no coincida con sus frmulas. Afron-temos un cambio de actitud consciente, tenemos que abrir los ojos ms all de los esquematismos clsicos, reconocer los nuevos destacamentos del combate que de uno u otro modo vigorizarn la labor revolucionaria, lo cual no disminuir las tareas proletarias, sino que las desarrollar en nuestra reali-dad concreta amplificando el radio y condiciones del debate revolucionario sin cerrarnos los escenarios. Nuestros crite-rios tendrn que compenetrarse con el principio de insercin, propsito y desarrollo de la lucha de clases bajo cualquier circunstancia.

    cidido a repensar los medios de hacerse or, de no caer en las trampas de toda esa poltica.

    No hay palabras para describir todo el tormento sufrido en este rgimen obtuso, responsable de todo tipo de daos al pueblo y de crmenes perfectos, resguardado por los impe-rialistas. Es la vida misma del pueblo mexicano la narracin continuada del drama nacional; pero a partir de la realidad cabe proponernos, procesos que vayan resolviendo las gran-des dificultades encarando el cambio social.

    En este texto describimos una sntesis de anlisis y re-flexiones sobre dicha realidad y los diversos aspectos que dan sustentacin a los tantos dilemas y recovecos de la lucha re-volucionaria. Son cuestiones que venimos presentando apor-tando al debate revolucionario y las crecientes tareas que se le presentan junto a las clases explotadas y oprimidas. Es mucho ms lo que debe hacerse, nos hace falta organizacin revolu-cionaria clasista y masiva, madura, enfocada a los retos del proceso democrtico y revolucionaria, que as como dibuje su geometra de la lucha de clases surja y bregue en todo tipo de luchas y a todos sus planos sin perder la perspectiva que le da su carcter particular, tan flexible como lo ameriten sus labernticos fenmenos y coyunturas.

    Al mismo paso es necesaria una verdadera fuerza unita-ria, audaz, consecuente, con liderazgos que afronten la tarea de crear nuevas condiciones de lucha, que aporte todo lo que tenga en s, que emplee todo lo que le resulte posible dispo-ner hacia la cohesin de las clases y sectores componentes del pueblo a una lucha tenaz y consecuente contra el aparato poltico-econmico. Mientras eso no ocurra, lo peor ser des-tino inmediato, pero se requiere un horizonte transparente que especialmente las fuerzas revolucionarias debern distinguir.

    Son posibles y factibles los cambios en nuestra sociedad, desde los reveces contra la democracia de los monopolios y las estructuras hasta hoy inamovibles del aparato poltico, hasta su transformacin radical cuando hayamos acumulado

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    Quin nos domina?

    La burguesa nacional mexicana no existe ms en su con-dicin de clase hegemnica, ya que ella mut a su transnacio-nalizacin; aunque parte de ella y su concepto socioecon-mico persisten, aplicndose a otras categoras1. La burguesa nacional se sustenta en un marco de supeditacin al imperia-lismo.

    Con esto esa parte de la burguesa nacional que transit a los grupos de la gran burguesa mexicana de los 70s y 80s se

    1 La burguesa nacional de los aos 30s hasta los 70s del siglo XX, que de la mano del Estado consolid el capitalismo en el pas, correspondi a una forma de la hegemona de dicha clase social bajo el paraguas del desarrollismo internacional, y una forma de control imperialista que incluy en su tiempo el control del mercado externo, reas delimitadas de inversin interna por los monopolios internacionales, arribo general de capitales del imperialismo, transferencia tecnolgica dependiente y las presiones sobre el abaratamiento de precios de nuestras materias primas.

    Esa burguesa tuvo su metamorfosis ante la acumulacin de capital propia y la transferencia de los recursos del Estado. Someramente entre los aos 80s y 90s del siglo XX (entre la desregulacin del Estado, el neoliberalismo rampante y el TLCAN) ocurri su transnacionalizacin esencialmente con: a) la penetracin del capital de las grandes potencias en la mayora de las reas econmicas de nuestro pas, b) la fusin o absorcin de las empresas de la gran burguesa con los monopolios transnacionales, c) la insercin de los monopolios nacionales en la economa internacional, d) el paso de la economa de sus empresas a la dependencia de los ciclos internacionales del capital, e) su control por parte de los grandes bancos internacionales, la cotizacin de las empresas nacionales en las bolsas de valores, y la colocacin de esta burguesa nacional en el torrente econmico del imperialismo.

    1Un desolador panorama capitalista

    convirti en una oligarqua financiera transnacionalizada. No es que el grueso de sus recursos no los extraiga del pas, sino de que lo hace conectada orgnicamente a la internacionali-zacin del capital.

    Sin embargo existe una burguesa menor que es doble-gada por aquella oligarqua financiera y constantemente so-metida a procesos de transnacionalizacin y despojo de sus mercados, esta burguesa nacional lo es por la condicin fun-damental de sus negocios. Estos restos ya no la hacen erigirse en clase dominante en sentido de que no maneja las riendas del poder, ni mucho menos que deje de ser propietaria de al-gunos medios de produccin de considerable importancia. Su condicin de dominacin est confinada bajo la preponderan-cia de las posiciones oligrquicas.

    Escasamente pueden encontrarse sectores monopolistas regionales de dicha burguesa, siendo lo ms notorio el cam-bio de poder entre las esferas de la burguesa con su propia reintegracin subordinada. No obstante la burguesa nacional existe como burguesa cuyos negocios fundamentales tienen un rea restringida a lo nacional de entre 500 a 50 trabajado-res y trabajadoras. Se desenvuelven en todas partes con un capital nacional, en la agricultura, la ganadera, el comercio, construccin, transportes, servicios, alimentos, licores e in-dustrias; aunque realicen exportaciones e importaciones, el monto de sus capitales con ventas anuales entre 100 y 2 mil 500 millones de pesos, no le da opcin a capitanear los rum-bos econmicos del pas. Parte de la mediana burguesa puja por ocupar ese lugar como burguesa nacional pero va siendo sometida ms y ms a los imperativos de la penetracin mo-nopolista internacional adems de que mucha de ella termina por encontrarle el gusto a este escenario.

    Histricamente ese traspaso de la hegemona de la bur-guesa nacional a la oligarqua financiera sucedi por el cam-bio de economa nacional de competencia para el dominio de la burguesa nacional asociada al imperialismo, al trnsito de

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    economa neocolonial para el saqueo y extrema explotacin del pas y sus recursos. Es el giro que el capital financiero internacional con preponderancia norteamericana le ha dado al pas.

    As que efectivamente al pas ya no lo gobierna ms la burguesa nacional, no tiene ms nada que ofrecer dentro del horizonte burgus, se mantiene en pie subordinada a los ejes de nuestra nueva condicin econmica, carece del mando central del Estado y hasta del control total de sus negocios sea por procesos internos o por las nuevas condicionantes del mercado.

    No hay tal burguesa nacional que sujete o pueda sujetar las riendas de la economa y el Estado, estas riendas las tiene el imperialismo, la oligarqua financiera internacional y por supuesto esa clase burguesa re-categorizada en su transnacio-nalizacin. Esta ltima es una burguesa u oligarqua finan-ciera propiamente dicho, que administra una cuota de poder poltico-econmico de la mano del imperialismo, la oligar-qua financiera mexicana es en cuanto a sus posiciones a estas alturas pro imperialista. Entonces, la burguesa nacional ya no es hegemnica, sus reductos tienden a ser socavados por los rigores del ciclo capitalista internacional.

    Esto nos obliga a referirnos al concepto de burguesa nacionalista, que no necesariamente significa lo mismo que burguesa nacional. La burguesa nacionalista es un concepto poltico-ideolgico, firmemente deslizado detrs de la oficia-lizada ideologa de la revolucin mexicana y la unidad na-cional.

    El concepto de burguesa nacionalista se refiere a las po-siciones en este tenor que suelen tener algunos de sus secto-res, sin que por ello siempre se deba excluir su carcter de clase opresor-explotador. El nacionalismo la burguesa lo aprende en el mercado en su poltica proteccionista y su ideo-loga de control social sobre las masas, sin refrenarse ante sus instintos de clase. Como vemos, la vieja burguesa nacional

    hegemnica no se refren para constituirse en oligarqua fi-nanciera aunque tuviera que ceder ms ante el imperialismo.

    Toda la burguesa vocifera ser nacionalista, pero su cr-culo dominante no lo es ni de broma, toda su prctica habla de renuncia a este canon, de entrega al imperialismo y los apetitos privatizadores. Sus polticos que ms se desgaitan de nacionalistas pretenden hacer ver que las posiciones na-cionalistas dominan el panorama, gobiernan o estabilizan el pas, pero en todo caso su lnea se mantiene dentro de lmites tolerables a las nuevas condiciones de la sujecin neocolo-nial. Existen sectores de burguesa nacionalista y de polticos burgueses nacionalistas, eso no hay duda, que rechazan la po-ltica pro imperialista de las capas superiores, pero estn lejos de ser determinantes de los procesos que conducen al pas y ms lejos an de ser consecuentes con su nacionalismo, pues tienen en sus programas un horizonte de acumulacin capita-lista con dinmicas propias.

    Lo importante aqu es que esto nos permite observar las distintas esferas y estratos de la burguesa, sus conflictos y lo que estos ocasionan como vlvulas de presin del capita-lismo. No es que los revolucionarios y las revolucionarias, o que el pueblo mismo, pueda confiarse de la burguesa y la mediana burguesa, en particular de sus sectores nacionalis-tas, sino que se debe aprovechar tales conflictos para detonar sus propias luchas.

    La burguesa nacionalista y sus polticos no son antiim-perialistas consecuentes. En ocasiones asumen posturas an-tigringas, antieuropeas, antichinas, antineoliberales o antio-ligrquicas; sin embargo tales posturas cuando salen a la luz posibilitan el despliegue de acciones contra el estatus social desde otras posiciones revolucionarias. Esencialmente en esto consiste el uso de dichos conflictos entre lo que queda de la burguesa nacional frente a la oligarqua financiera. Una de sus principales expresiones es la va electoral, de alianzas burguesas de grupos entremezclados que al final poco avan-

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    zan debido al sistema estatal y econmico imperante, otro aspecto de sus luchas es la accin de algunos sectores de bur-guesa nacional media y pequea para presionar al Estado la toma de posturas subvencionistas de importancia incuestio-nable dentro de los complejos procesos de la lucha de clases.

    Los sectores ms dispuestos a enfrentar a la oligarqua fi-nanciera dibujan programas nacionalistas de nuevo ascenso al poder para su sector con algunas concesiones a la poblacin, pero sin que esta ose reclamar su derecho al mismo. Estos programas generalmente caen en manos de grupos polticos encumbrados que los capitalizan en alianzas diversas y de la mano de sectores econmicos dominantes, con lo que resulta imposible a la burguesa nacional y a sus nacionalistas esbo-zar ya un programa propio, tendiendo comnmente a combi-narlos bajo el peso de su muy particular descomposicin tal como ocurri al proceso perredista, navegan en la indefini-cin frente a un mundo que se les ha escapado de las manos.

    Algunos grupos que se consideran a s mismos de la bur-guesa nacional reclaman ms bien tajadas de la dominacin actual. Por esto en el fondo de su postura nacionalista no pueden desconectarse de ver a la gran burguesa oligrquica como un gua al que podran controlar sin arrebatarle necesa-riamente los recursos econmicos a su disposicin.

    Otros programas izquierdistas pretendieron ganarse a la burguesa nacional con posiciones nacionalistas y patriticas consecuentes, pero dicho sector no confa en ellos, hasta don-de puede los utiliza como propagandistas sin comprometer nada. No hace falta ponerle cuernos a la cabeza del caballo, varios de sus sectores entablan una confrontacin contra la oligarqua financiera bajo sus propias intenciones de poder, su accionar hace presin desde sus intereses, vindose con-frontada con la faccin burguesa dominante, influyendo a dis-tintos grados sobre las problemticas, lo cual hace parte de la actual inestabilidad del sistema.

    Un Estado en crisis

    Pero nuestra sociedad es ms que la pura estructura de sus clases opresoras. El moderno Estado mexicano es una or-ganizacin jerarquizada de las relaciones generales de domi-nacin en el territorio, basada en instituciones, constitucin, normas, aparatos, dinmicas, burocracias y modos de ejer-cer preponderancia la clase capitalista y sus segmentos afi-nes, forjando un orden y encuadre de una sociedad sometida a determinadas condiciones. Dichas relaciones as instaladas en el cuerpo del aparato estatal proyectan la autoridad regu-latoria y el control social indispensables a sus relaciones de poder econmicas y polticas, sobre el eje de administrar la lucha de clases a favor de aquella constituida en dominante. En apariencia el conjunto de la sociedad crea el Estado actual, en los hechos es bajo las relaciones econmicas del capital y la preponderancia burguesa en todos los rubros sociales, que se forman los patrones de la estructura y estatus social, tal situacin es catalogada como el fetichismo del Estado como separacin del poder poltico respecto del econmico.

    El moderno Estado mexicano inscrito en su geometra capitalista, ms all de la simplificacin que alude la sepa-racin de la poltica de lo econmico; asienta la ejecucin de la dominacin poltica por los criterios, principios y ra-cionalidades de las relaciones econmicas. Guindose a s mismo por los juicios de la clase burguesa y las condiciones histricas de cada etapa del capitalismo, se fundamenta en elementos tales como:

    1. El mantenimiento sociopoltico y cultural de la re-lacin de explotacin entre el trabajo asalariado y el capital para afirmar la ley del valor y el proceso de acumulacin de riqueza.

    2. La salvaguarda del mercado capitalista llevado al grado de subordinacin de las relaciones internacio-

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    nales que en su aspecto imperialista neocolonial nos oprimen y quebrantan.

    3. La organizacin poblacional y del espacio territorial en base a los fundamentos del capitalismo socavando toda serie de formas alternativas y en contradiccin con este, destruyendo a nuestros pueblos.

    4. El fomento de las relaciones de dominacin burgue-sas piramidalmente estructuradas en el tejido social con sus lgicas y racionalidades para generalizar sus perspectivas.

    5. El control de nuestras diversidades culturales e ind-genas mermando la integridad nacional de los pue-blos, clases y sectores oprimidos.

    6. La proyeccin al infinito del sistema de desarrollo del capitalismo, en tanto su papel planificador, como patrn de la conducta de las clases sociales por enci-ma de sus contradicciones.

    7. La permanencia de un estatus social apoyado en fuer-zas econmicas y coercitivas para dar una supuesta estabilidad a las clases poseedoras, consumando pac-tos sociales de subordinacin de las clases populares en la correlacin favorable a la explotacin y opre-sin.

    8. La comisin regular y espeluznante de crmenes de Estado, guerra sucia, institucin de la violencia contra la poblacin y el armamentismo tanto de sus cuerpos represivos como de los grupos afines a la estructura de dominacin.

    Pero las consecuencias de todo ello deterioraron al Estado llevndole a su crisis estructural y sistmica. Su propio con-cepto de Estado de derecho se enfrenta a un hecho: no existe en tanto tal, siendo un narco-Estado carece de esa frmula, siendo en esencia un Estado corporativizado a disposicin de las ms grandes influencias financieras la norma es la ruptura

    de sus normas para acatar las disposiciones de la plutocracia, pero principalmente en cuanto categora socio-burguesa est delimitado a lo que pudiese cumplir dentro de normas jurdi-cas de las que viene desentendindose en su proceder.

    No existe democracia general, no existe referndum popular, no hay congruencia en sus polticas administrativas excepto las del latrocinio, no existe eleccin democrtica, no existe imparcialidad de los poderes, prevalecen las irregulari-dades en sus funciones, sus garantes estn subordinados a la oligarqua predominante, todo es corrupcin de sus instancias pblicas, impera el contubernio con los grupos de econmi-cos; siendo estos ejes en torno a los que en teora se consti-tuye el Estado de derecho. No hay Estado de derecho sino un Estado deslegitimado desde sus propios puntos de referencia por todos sus costados, es un Estado rechazado por las mayo-ras. Los polticos y clase dirigente lo llevaron a la descompo-sicin e identificacin con sus caractersticas de fondo como medio de dominacin sobre nuestros pueblos.

    En su cima el Estado se asienta y presenta como ente so-cial estructurado, orgnico y unitario, con expresin poltica, econmica, militar y jurdica bajo la forma de una junta que detenta el ejercicio del poder poltico con sus usos y abusos. Por otro lado, el Estado se articula en complejas relaciones sociales que homologan: poblacin, territorio, mercado na-cional, estructura jurdica y soberana en base a la domina-cin social moderna. En las condiciones de la crisis poltica y del Estado, estos fines se quieren establecer en el marco de instaurar un protectorado yanqui que ya opera de facto, desinstalando totalmente al viejo Estado nacional con los pactos sociales precedentes a que renunci la oligarqua fi-nanciera. El paradigma del Estado es trazar las rutas del des-pojo, la privatizacin a ultranza y el arbitraje beneficioso para los monopolios.

    Son nulas las capacidades de aprendizaje del Estado ms all de sus prcticas. Si alguien tena esperanzas de que al-

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    guna reforma desde arriba pudiera mejorar la suerte de los de abajo, es momento de deslindarse del espejismo. Es el Estado quien reprime, encarcela, asesina, ultraja, despoja e incrementa el mando de los monopolios; no puede romper sus esquemas y cuadraturas de opresin porque son su sustento, es el Estado quien se hunde en la depravacin de su propio juego burgus. El Estado slo aprende en una lnea: la de sus propsitos como ente socio-poltico de la dominacin capita-lista. El Estado capitalista practica una justicia burguesa que es injusta para las mayoras, que junto a la desigualdad social, proviene de las bases del sistema de propiedad privada al cual representa.

    Estamos en esta estructura del Estado ante un sistema poltico que todo lo distorsiona en pro del capital, de intereses imperiales, coludido con todas las agencias yanquis, mani-pulado por todas las dependencias del gran capital, el cual pretende que el pueblo renuncie a su legtima lucha.

    Los hechos vueltos de cabeza, un Estado criminal que criminaliza al pueblo, una plutocracia ofendida por los recla-mos populares frente a la miseria escandalosa producto de sus polticas, unos partidos polticos parasitarios que se creen destinados a gobernar por siempre, una burocracia pomposa apegada a un patrn de corruptelas, unos aparatos represivos contrariados ante la resistencia popular, una meditica em-bustera que desautoriza toda verdad.

    El Estado es factor estelar de las tragedias sociales que le ocurren, que es una maquinaria al servicio de los capitalistas de toda calaa, que simboliza una autoridad opresiva a espal-das de los intereses populares, que va contra la naturaleza y condicin de una sociedad verdaderamente libre, que es un arsenal de violencia institucional contra el pueblo.

    El Estado est degradado por las consecuencias de sus acciones, en estos aspectos simplemente brotan las pugnas de clases, pero eso lo hace ms peligroso porque en su desesta-bilizacin general, las mismas clases dominantes lo conducen

    a la mxima forma represiva frente a cualquier situacin que se les salga de control.2

    Tal es el debate entre las ofertas polticas burguesas y la lucha por un mundo nuevo en el modo de organizacin social y pensamiento revolucionario del pueblo mexicano. La bur-guesa y sus aparatos siguen apostando a su hegemona, en su mecnica se empecinan en los pasos de su tradicional poltica contra el movimiento: 1.- aislar a quienes combaten, 2.- arre-batarles sus banderas, 3.- difamar a sus protagonistas, 4.- im-poner su versin de los hechos, 5.- reprimir los reductos.

    Su geometra poltica que siempre llevaba la voz de man-do, que conduca la vida nacional y marcaba la opinin pblica, hoy es prdica de laboratorios, le hace dao el sol, no soporta la crtica popular; en breve tiempo est siendo des-plazada del centro gravitacional de la accin poltica para re-plantearnos la lucha de clases en un contexto especial.

    Todo el pas sufre esta suerte de desmoronamiento del Estado capitalista, tal como ha debido soportar la situacin econmica y las distintas ofensivas de la clase dominante, en consecuencia las prcticas criminales e inadmisibles se co-nectan volvindose crnicas, rebasando toda posibilidad de cura en las actuales circunstancias, slo las elites con sus pen-santes orgnicos apuestan al sistema con sus interminables reajustes.

    La crisis estructural del modelo de acumulacin neoli-beral y la crisis cclica que llev a Mxico al agotamiento son usadas por sus artfices para desestabilizar la economa entregndonos al capital trasnacional. Estos son fenmenos

    2 Tal es el debate entre las ofertas polticas burguesas y la lucha por un mundo nuevo en el modo de organizacin social y pensamiento revolucionario del pueblo mexicano. La burguesa y sus aparatos siguen apostando a su hegemona, en su mecnica se empecinan en los pasos de su tradicional poltica contra el movimiento: 1.- aislar a quienes combaten, 2.- arrebatarles sus banderas, 3.- difamar a sus protagonistas, 4.- imponer su versin de los hechos, 5.- reprimir los reductos.

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    causantes de buena parte de las condiciones que hoy se viven, ya que se inscriben en una catstrofe mundial cuyas resonan-cias siguen repercutiendo bajo las presiones del imperialis-mo; sin embargo explicarnos todo lo que acontece por estos hechos es insuficiente para entender el universo de problemas actuales y su profundidad. Hoy la explicacin es ms global, el capitalismo toca fondo, toda su formacin social aparece inmersa en una contradiccin indita, formulando la decaden-cia civilizatoria en que el Estado involuciona al absolutismo monopolista, el antagonismo del orden establecido frente a la suma de las clases y sectores oprimidos.

    Es la totalidad de elementos (econmicos, polticos, es-tructurales, ecolgicos, culturales, militares, policiales, etc.) con que opera el capitalismo la que est en entredicho, la que se encuentra en otro espacio de crisis general de todos sus procesos, conducindonos a un mundo turbulento capitanea-do por la irresponsabilidad de las fuerzas hegemnicas. Esta situacin se caracteriza porque desarticula nuestro tejido so-cial, descompone las bases fundamentales de la existencia en sociedad y porque extrema el orden piramidal de dominacin social. En Mxico el largo proceso de acumulacin nos trajo estas consecuencias ms temprano, en forma trgica y a la vez apremiante.

    Por otra parte, el imperialismo yanqui para encubrir su irresponsabilidad y reclamar nuevas injerencias, design a los traumatismos de este tipo como estado fallido, para este re-sulta la explicacin idnea de lo ocurrido en Mxico. En resu-men que se contaba con un Estado ineficiente, mal formado e incapaz para caminar por s solo, teniendo que ser intervenido para corregirlo, pero si se mira la historia del pas se ver los esfuerzos de un pueblo por desarrollarse, la trayectoria en la formacin del Estado nacional adaptable con una burguesa que se asent hasta su transformacin en apndice del capital internacional rompiendo con sus ejes sociales de anteriores condiciones capitalistas. Es un Estado removido de sus vie-jas funciones, dislocado intencionalmente por el gran capital

    y golpeado por la lgica de los factores poltico-econmicos que fortaleci. De aqu la derecha sugiere varias opciones: desmantelarlo, reemplazarlo por un protectorado, adelgazar-lo, dejar que navegue en su caos a merced de la rapia, o reformarlo para ponerlo a tono con la nueva era indispensable al sostenimiento de la hegemona yanqui que usurpa funcio-nes estatales en nuestro pas.

    Pero tambin el concepto de Estado fallido tiene ex-presiones crticas contra el capitalismo, partiendo del sim-ple reconocimiento de los dilemas gubernamentales, hasta las reflexiones profundas que esbozan la seria degradacin del mismo, es el argumento que apuntala toda la inconse-cuencia de este viejo Estado burgus. Por tanto abunda en el cuerpo de ste, ausculta sus enfermedades desde el ngulo de todo lo que le impide o le hace imposible dar los resultados esperados en circunstancias de estabilidad, volvindolo un aparato del que se ha frustrado en su papel de Estado-nacin, que fall pues en las funciones normales de control. Hay mu-cho de cierto en ello, en las funciones que le han reasignado y la derivacin de sus instrumentos que ha tenido lugar en la internacionalizacin del capital y el ejercicio de prerrogativas del actual bloque dominante para hacer viable una reordena-cin adecuada a sus fines; pero aunque las posturas crticas son positivas ante el problema, la denominacin requiere una definicin precisa y transparente en torno a la condicin del Estado, sin lugar a las componendas con el sueo de un Esta-do democrtico-burgus que enmiende sus fallas.

    Antes que nada resulta oportuno ir a la sntesis, sin ms adjetivos: la crisis del Estado. Que se refiere al resquebra-jamiento de esta forma de organizacin social, econmica, poltica coercitiva, una debacle del conjunto de instituciones, el derecho burgus, la comunidad de las clases y la sobe-rana, una degradacin de la jurisdiccin de regular la vida social nacional encumbrando el reino de la fuerza, ausencia de confianza del pueblo mexicano con respecto de la actua-cin del Estado. Por esto la burguesa monopolista mandat

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    a sus polticos a un nuevo pacto por el Estado de derecho, para que a cualquier precio sostengan todo el aparato dicta-torial de control cerrando filas contra el Mxico bronco. A fin de cuentas, depresin de la sociedad capitalista tal como est organizada en el pas, tanto de los ltimos oficios que le han asignado, como del conjunto de funciones histricas en que se ha desenvuelto en el desarrollo del capitalismo. Cabe hacer el recuento de esta ruina porque con esto al pueblo se le presentan sus deberes y obligaciones

    As tenemos que este crac afecta el modelo de acumu-lacin de capital con su complejo de relaciones econmicas, de regulacin y propiedad que cimentan un Estado de los monopolios, maniatado al complejo econmico imperialis-ta internacional con preponderancia norteamericana. Con la consabida prdida del control de su propio desarrollo econ-mico, proletarizando a las mayoras, condenando a millones a la migracin y en general hundiendo al pueblo en la miseria.

    En la misma forma se presenta la prdida del control so-bre las funciones generales del Estado, haciendo que el orden poltico se aboque a los pactos de cpulas, la mercantilizacin de la poltica, el contubernio de los poderes fcticos, el rejue-go burocrtico, la carencia de perspectivas polticas amplias, la compra de influencias, las cortapisas a las demandas popu-lares, la fetichizacin de las relaciones de poder antes que la mediacin para resolver los asuntos sociales, la corrupcin e impunidad. Transfigurando lo poltico en mandato abierto del disfrute de intereses superiores del gran capital.

    Subsiste la inclinacin del control social por los mtodos violentos de detenciones, encarcelamiento, represiones, ma-tanzas, desapariciones y todo tipo de arbitrariedad. Estamos ante el desarrollo exponencial de la inseguridad, el terroris-mo y derechos humanos en el espacio abarcador del Estado, donde sus personeros se tornan amos amenazantes en todos sus discursos. En su soberbia no resisten ms dilogo que el suyo, prometen la tolerancia como ddiva, deciden encarar

    los atascos con nuevas dosis revanchistas de agresin estatal afirmando el despliegue de su violencia de clase.

    Se extiende la crisis de la soberana proveniente de facto-res tales como el intervencionismo yanqui (TLC, trasnaciona-les, Pentgono, Embajadas gringa y de las grandes potencias afines, CIA, FBI, Departamento de Estado), la actuacin des-ptica de las trasnacionales, las ordenanzas de instituciones financieras internacionales, la operacin rampante del crimen organizado, y el control territorial del narcotrfico. Con ello adelanta la imposibilidad de aplicar polticas regulatorias de resguardo a la soberana y economa frente al capital interna-cional, permitiendo que el pas quede a merced de sus apeti-tos.

    Reconfiguracin del cuerpo del Estado debido al control que ejerce el narco y crimen organizado en funciones paraes-tatales, la alteracin de sus equilibrios con el crecimiento de la narco-poltica, y el paso de los componentes militares a sus respectivos caciquismos y cuotas de poder. Cuestin que re-mat en la conformacin del narco-estado dentro de la esfera de dominacin burguesa.

    Anulacin del Estado de derecho restaurado en Estado sin consensos, sin legitimidad, sin autoridad, con una lega-lidad retrgrada, encumbrado por el puro control de sus apa-ratos represivos y sus distintos medios, distancindose en la aplicacin de sus leyes precedentes, negndose a todo tipo de consulta popular, reformndose slo entre sus rganos cupu-lares.

    Presenciamos la derrota de la vieja alianza de clases en-tre burguesa nacional y capas medias, lo mismo del Esta-do, la patronal y el sindicalismo charro; para confirmar una alianza estratgica internacional del capital financiero global con la burguesa mexicana trasnacionalizada, imponiendo la subordinacin de intereses y el clientelismo poltico ante sus antiguos aliados.

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    Fractura del nacionalismo burgus como ideologa domi-nante para cimentar las posiciones pro imperialistas de acep-tacin del neocolonialismo con el replanteo ideolgico del consumismo en materia econmica, el apoliticismo respecto del alejamiento de las masas de la actividad poltica propia e independiente, el guerrerismo como idolatra al saqueo y la salida a los dilemas del imperialismo y el fascismo como seudo-filosofa del modo de pensar.

    Una ruptura de la democracia burguesa representativa electorera, cuyos principales ejercicios se resuelven en las mansiones, agencias, la embajada yanqui y otros sitios de control. Debacle con todo el sistema poltico y de partidos incapacitado para la gobernabilidad, sin alternativas socia-les ms all de su resguardo al gran capital, canjeada por la democracia del lobby monopolista y de los distintos grupos, agravante de la estructura vertical de la supremaca y su ejer-cicio.

    As tambin se manifiesta en la crisis ecolgica de la cual es responsable el capitalismo depredador, ante la que el Es-tado mexicano fue omiso en unos casos y cmplice en otros, prefiriendo los actos perjudiciales para el ambiente. El Estado y los monopolios han hecho del territorio, espacio areo, ros y mares nacionales inmensas zonas de desastres ecolgicos.

    En este engranaje se encuentra el estatus crtico de la re-lacin del Estado frente a la mujer, caracterizada por la pre-ponderancia del patriarcalismo, la degradacin de la femini-dad y su condicin social, el solapamiento del feminicidio y los patrones de opresin contra la mujer.

    Otro elemento es la beligerancia obsesiva en torno al de-gradante rechazo a la condicin indgena de nuestro pas, pro-piciado desde el aparato poltico por la violacin sistemtica de los derechos y la negacin institucional de sus formas de organizacin social que oponen en resistencia al gran capital.

    Para ms ruptura del pacto social desde las instancias del Estado, caracterizada en que ahora ste asesina a nues-tra juventud, la persigue o condena a la miseria, as mismo en que el Estado desprecia a la clase obrera y ejerce toda su fuerza para esclavizarla ms, tal como arruin al campesina-do y subyuga a los sectores populares medios. Para quienes nos dominan la cuestin se orienta a la disolucin del vie-jo Estado nacional, la desintegracin del pas con su plena incorporacin colonial al imperialismo yanqui, esa poltica permanente de balcanizacin de los pases y sus recursos.

    El desmoronamiento del viejo Estado y las condiciones econmicas nos llevan finalmente a la polarizacin social, los conflictos recurrentes y las contradicciones antagnicas en-tre las clases populares frente al Estado y la burguesa, otro Estado es posible, de carcter proletario y popular, un nuevo poder popular es indispensable para resolver los tantos temas de Mxico. Las relaciones de dominacin pasan por un mo-mento de desestabilizacin, desembocan en una crisis poltica cuyo manejo depender de las clases y fuerzas que logren ponerse a la vanguardia del proceso, que enfrenten en el da a da cada artimaa del rgimen dando la debida respuesta contundente.

    El capitalismo es un desastre

    De esta suerte, entre ms se observa la realidad, ms se hace patente el hecho de que nuestro pas mantiene los ras-gos tpicos de la dependencia y el neocolonialismo frente al imperialismo internacional. Tenemos un Mxico desgarrado por los antagonismos de clase, sujeto a las leyes del capital, postrado ante los monopolios y el capital financiero.

    El desarrollo del capitalismo en el pas se basa en la su-peditacin a los procesos productivos de los grandes centros del imperialismo, la produccin de mercancas para el consu-

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    mo de las grandes metrpolis, un mercado interno expoliado y deprimido por los grandes monopolios nacionales y extran-jeros, con un consumismo dependiente de las mercancas de las trasnacionales. Se presentan estos rasgos generales: su-plantacin de la libre competencia por la dominacin de los monopolios y el capital financiero, control de la oligarqua financiera nacional e internacional, sujecin a los dictmenes del imperialismo y sus organizaciones financieras, reparto de nuestro pas por los monopolios yanquis en primer plano, los monopolios nacionales y europeos, disputa del mercado in-terno y el territorio por estas burguesas.

    La fusin de empresas industriales, comerciales, agrco-las y bancarias, configuran el predominio del capital finan-ciero en estrecha vinculacin y subordinacin al capital fi-nanciero internacional con la penetracin de las sociedades multinacionales, transnacionales e instituciones bancarias ex-tranjeras lideradas por los yanquis. La anexin econmica del imperialismo norteamericano y de otras potencias imperialis-tas se observa en la condicin de nuestro pas bajo los rasgos del: endeudamiento, la dependencia tecnolgica, el comercio desigual (Tratado de Libre Comercio y otros convenios inter-nacionales que subyugan al pueblo), el papel preponderante de las inversiones extranjeras, los enclaves monopolistas in-ternacionales para la exportacin y el control del mercado nacional, el saqueo de los recursos nacionales, intensa explo-tacin de las masas en el pas y en el extranjero (emigracin), el narco-poder, la inseguridad, la violencia desenfrenada, la opresin poltica, social y nacional. A este respecto pasamos de la colombianizacin como referente de las influencias del narcotrfico en la vida poltica de un pas, a la mexicaniza-cin como escalamiento de la fusin del capital del narcotr-fico con el resto del capital monopolista3 y estructuras de lo poltico y militar.

    3 El narcotrfico y el crimen organizado representan para la burguesa entre otras cosas, formas eficaces en la sustitucin de procedimientos legales de hacer ganancias, cuya marcha ha llegado a ser ms eficaz

    Se ha implantado firmemente una dictadura de la oligar-qua financiera donde poco importa el origen de sus riquezas. Aqu el Estado se encuentra subordinado a los grandes grupos de capitalistas para asegurar las ganancias mximas y refor-zar la omnipotencia del capital financiero. Las relaciones so-ciales de produccin capitalista dominantes han derivado en la extrema explotacin de la clase obrera, su pauperizacin y opresin poltica. Producto de esa explotacin, existe una alta concentracin y centralizacin del capital en manos de unos cuantos monopolios nacionales y extranjeros, en consecuen-cia un puado de magnates y empresas controlan la economa del pas. Las leyes y rasgos del capitalismo operan tal cuales, crudamente, arrolladoramente, creando las ms desastrosas condiciones de vida para las masas, son esos cimientos los que sostienen toda la estructura del orden burgus.

    El marco de dominacin del imperialismo hacia nuestro pas se ve esclarecido con innumerables aportes a su docu-mentacin y estudio, esto nos ayuda a concentrarnos en su ordenamiento, la proyeccin de la dialctica del proceso y la definicin del sentido de la lucha de clases.

    en varios casos que la propia incidencia burguesa en nuevos negocios por las vas probadas, pero que representan ms inversin por toda la cadena de componendas que deben sostener. Sin embargo, esta situacin le crea nuevos enigmas a las estructuras del capitalismo tales como la aparicin de reas que ameritan ser controladas y sujetas a un mercado estabilizado, impacto social negativo debido a la violencia que se deriva, nuevos focos de poder que resquebrajaron la democracia burguesa introduciendo nuevos grados de corrupcin a su maltrecha condicin. Es pblico y evidente que el narcotrfico es algo muy superior al concepto de mafia (aun cuando se recree en l) una consecuencia de las difciles condiciones de vida del pueblo mexicano en que una gran cantidad de personas se ven inducidas a constituirlo, se apoya firmemente en las relaciones capitalistas que asienta los mismos principios del enriquecimiento y todo tipo de ambiciones, refuerza la accin de la economa monopolista, y se da al grado actual debido principalmente al mercado norteamericano para las drogas, al tiempo que hace crecer su propio mercado interno mexicano.

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    Hacemos nfasis en estos mecanismos y conductos que colocaron al pas a merced del imperialismo internacional:

    a. Mxico es un pas tpicamente neocolonial, con la frmula de la penetracin en gran escala del capital internacional, que se manifiesta en la deuda externa e interna (seis billones de pesos, ms de 460.000 mi-llones de dlares), representa ms del 40% del PIB, desembolsndose para pagos anuales el 71% del pre-supuesto estatal, con lo que en el pas en los ltimos 20 aos la deuda externa se ha pagado cinco veces, de esta manera puede darse una idea de la sangra que se hace a las masas trabajadoras y en general a la economa del pas; el neocolonialismo tiene otras expresiones, tambin se manifiesta en la inversin extranjera directa, la inversin extranjera en las reas especulativas, el control del mercado internacional de Mxico, la fuga de ganancias al extranjero, la he-chura de reformas estructurales a favor de empresas trasnacionales, y la consolidacin de todo el ciclo de polticas neoliberales reforzadas ahora a la acumula-cin por despojo y extrema explotacin.

    b. La condicin neocolonial de Mxico se ha profundi-zado a favor de las superpotencias, particularmente como patio trasero de los yanquis. Del capital extran-jero que penetra a nuestro pas el 58.5% corresponde a los EE.UU., Japn (13.1%), Canad (8.2%), Ale-mania (5.9%), Pases Bajos (5.7%) y Francia (2.6%). Las trasnacionales han alcanzado un alto control de ventas al exterior provenientes de la produccin del pas.

    c. EL orden y concierto de los monopolios internacio-nales y nacionales marcan el paso del capitalismo en la actualidad. Apenas 500 patrones dominan los ejes de la economa capitalista en Mxico, de stos, con-centran las posiciones claves de la supremaca eco-

    nmica nicamente 12 magnates mexicanos y sus monopolios Decimos que el control del pas recae en estos magnates subordinacin con otros tantos impe-rialistas (Citigroup de Rokefeller, J. P. Morgan, Ge-neral Motors, Volkswagen, DaimlerChrysler, Ford, Dupont, etc.) insertndonos en la red de empresas capitalistas que dominan el mundo.

    d. Las finanzas del pas son controladas por los grandes bancos internacionales de Estados Unidos y Europa (90 % del sistema de pagos est en manos de la ban-ca extranjera, que es a su vez el principal destino de inversin en Mxico), que todava para colmo de males se ven capitalizados desde el gobierno a tra-vs de instrumentos como lo fueron el FOBAPROA e IPAB; la Bolsa Mexicana de Valores depende de Wall Street; la deprimida industria nacional controla-da en gran medida por las trasnacionales depende del mercado norteamericano; el comercio exterior mexi-cano lo controlan de igual forma los yanquis no solo por su destino, sino por tarifas preferenciales, meno-res impuestos, comercio desigual, control de compa-as comerciales norteamericanas, etc., as es como la gran burguesa mexicana se subordin y se fundi con los oligarcas internacionales por un capitalismo direccionado hacia el rentismo, el parasitismo y el saqueo de nuestros recursos.

    e. A las posiciones econmicas claves del imperialis-mo en nuestro pas se agregan las posiciones e inter-vencionismo poltico y militares en su control, pues Mxico est inserto en una serie de organismos pa-namericanos especialmente diseados para mantener al pas bajo la bota de los imperialistas.

    Plenamente se ve que en las condiciones de la fase de predominio del capital financiero, las posiciones del imperia-lismo internacional se fortalecen y se erigen en determinantes

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    para la continuidad del proceso de acumulacin de capital. As sea bajo la permanente fuga de ganancias hacia el exte-rior o en su retencin local, ya fuera esto ltimo ampliando el mercado nacional contra los intereses de ciertos sectores imperialistas o vende-patrias, pues es el gran capital el posee-dor de los medios de produccin el que en todo caso se vera mayormente beneficiado. La funesta direccin del pas por la oligarqua financiera nacional e internacional da cuenta de la trascendente crisis estructural del sistema capitalista en M-xico, de los antagonismos y contradicciones a que ha llegado el propio capitalismo.

    Por estos parmetros Mxico vive una constante paupe-rizacin de las condiciones de vida; las condiciones de ruina econmica son superiores, imponindose una intensificacin de la explotacin, en algunos casos con estndares compa-rados a los de la gran superpotencia pero con salarios equi-parados a los de los pases de frica. El desempleo sigue in-crementndose drsticamente, los salarios siguen cayendo, la emigracin a los Estados Unidos llega a los 12 millones de mexicanos y mexicanas, este factor que si bien es consecuen-cia de las terribles condiciones de miseria, en cierta manera vela las repercusiones de la recesin por el envo de remesas que pese a cierta reduccin en el monto, compensan las di-fciles condiciones del pueblo mexicano. Remesas que son varias veces superiores a las de la inversin extranjera anual. Por algo se abalanzan a la rapia los monopolios y el aparato poltico para aduearse de estos importantes recursos que tan caro cuestan al proletariado y sectores populares mexicanos en el extranjero.

    Metidos en esa dinmica, eran de esperarse las repercu-siones para la oligarqua financiera y su rgimen despus de la gran depresin, pues la dependencia se acentu y los im-perialistas se encuentran ya en mejor condicin de imponer nuevas condiciones a la integracin econmica. A eso y no otra cosa es a lo que han contribuido los cinco ejes centrales de la poltica econmica: 1.- Poltica fiscal agravante para las

    masas y solvente para los monopolios, 2.- Sostenimiento de una alta burocracia y sistema poltico opresivo, reduccin de presupuesto social y refuerzo de incentivos a la burguesa, 3.- Institucionalizacin de la corrupcin a semejanza de Es-tados Unidos de Norteamrica para que sta aparezca como asunto corriente de la democracia monopolista, 4.- Rescate financiero y pago puntual de los intereses de la deuda, 5.- Paralizacin de la industria nacional, desmantelamiento de las empresas estatales estratgicas siguiendo los dictados del FMI, el BM, la oligarqua financiera y las compaas petro-leras, 6.- Mantenimiento de las condiciones atrasadas de la industria y del dominio retrgrada poltico burgus.

    El escenario econmico se torna desesperado para la bur-guesa e insiste en las reformas econmicas con la finalidad de darnos el mismo purgante en aras de que sta salve sus riquezas y las acreciente aprovechando la miseria de nuestro pueblo.

    Las condiciones generales, el imperialismo y la oligar-qua financiera llevaron al pas a una catstrofe empatada y ligada orgnicamente a la economa del hegemn estadouni-dense, y ahora a la total supeditacin de la nacin mexicana. El pas tiene peores condiciones para enfrentar la bancarrota econmica ante: el deterioro de su industria, su atraso tecno-lgico, la pobreza de las masas, la dependencia del imperia-lismo, el sistema financiero y el desmantelamiento anterior de importantes empresas paraestatales. La visible insolvencia frente a los acreedores internacionales, la anarqua en la eco-noma, la especulacin financiera, la competencia feroz de los monopolios, el poder del narcotrfico y el lento crecimiento en el mercado interno que se refleja en la insatisfaccin de las necesidades materiales de la poblacin.

    Las ciudades y el campo estn en ruinas, el pas se ha convertido en el primer exportador mundial de fuerza de trabajo. Del entorno latinoamericano Mxico es el pas don-de ms se ha contrado el salario de las masas trabajadoras

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    (70%) en las ltimas dcadas, tal es el sentido de la poltica de productividad y flexibilidad laboral, mayor productivi-dad, menor salario, tales son las consecuencias del dominio burgus.4

    La compleja crisis poltica

    La esencia de la poltica de arriba en la actualidad se cie con fuerza al mantenimiento del seoro gran burgus e im-perialista sobre el pas, agudizando las contradicciones del sistema y llevndolo a una grave crisis poltica.

    El sistema est desprestigiado ante el pueblo en princi-pio debido a estas mismas razones de la poltica econmi-ca que sustenta al dedicarse a mantener bases inamovibles a la acumulacin capitalista neoliberal y especialmente de las trasnacionales a costa de los intereses del pueblo. Aun cuan-do no pueden gestionar dicho deterioro, los personeros del rgimen crean una atmsfera meditica de encantamiento en torno suyo, aunque solo se trata de homenajes por encar-go. La democracia representativa burguesa con su sistema de partidos se ha revelado como un sistema altamente operativo para el dominio de los monopolios aplastando los intereses de las masas; pero ahora esta misma legalidad burguesa es reajustada a las nuevas condiciones del dominio imperialista.

    4 El Valle de San Quintn en Baja California recuerda y reestablece la historia del Valle Nacional en Oaxaca de la poca porfiriana de tra-bajadores y trabajadoras sometidas a esclavitud, enclave del extre-mismo empresarial donde los proletarios son brutalmente explotados, oprimidos y marginados. Son las tendencias del desarrollo capitalista en Mxico, donde quedan hechas trizas las teoras de la distribucin equilibrada del ingreso, hombres y mujeres laboriosas se enfrentan a la explotacin laboral, el acoso laboral, las vejaciones, violaciones se-xuales, la anulacin de derechos y los designios represivos a lo largo del pas, pero ha sido en esta regin atormentada donde con su estallido ha sembrado el ejemplo de lucha contra el capital.

    La complacencia y complicidad de las instituciones p-blicas, y de los oligarcas que los sostienen (en primer plano por la gran burguesa exportadora, los grandes financistas, los monopolios comerciales y los narcotraficantes), con respecto de las relaciones con el hegemn del norte profundizan las relaciones de dependencia y subordinacin con los imperia-listas norteamericanos. Los yanquis sostienen directamente al aparato con el menor desenfado, sin importar el descrdito o cuanto tenga de ultrajante el gobierno mexicano a la vista de todo el mundo.

    Para todo esto, desde las tribunas oficiales naturalmente se desorienta al pueblo trabajador con respecto a los objetivos del capital, y hasta se predica que se acta en sentido contra-rio a lo que son las cosas, lo cual no deja de ser una burla me-diocre y pattica de una clase incapaz de decir abiertamente sus fines depredadores, cuya divisa poltica son la perfidia y la corrupcin. Y no faltan los que con toda hipocresa llegan a atribuirle al gobierno un sentido patritico, nacionalista y popular, pero las evidencias son sobradas en la direccin de que patentizan su pro imperialismo.

    Sin duda alguna entre la oligarqua financiera nacional y los imperialistas mantienen conflictos de cierto nivel, tanto por su naturaleza de clase como por los procesos encontrados de la acumulacin de capital; sin embargo lo que prevalece son los grandes puntos de acuerdo en torno al futuro del pas en la pretenciosa integracin panamericana a merced de los imperialistas. Aunque son claras las coincidencias de princi-pio, las contradicciones interburguesas se manifiestan en el campo de la aplicacin de las recetas fondomonetaristas, del control imperialista de los recursos petroleros, del gas, de la generacin de energa elctrica, la privatizacin del agua, la eliminacin de aranceles, la emigracin y el ingreso de los recursos que estos envan al pas. La discrepancia ha estado para las clases poseedoras de Mxico y Estados Unidos, en lo que se pueda obtener de la negociacin, el chantaje, las provocaciones, etc.

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    El gobierno trata de negociar su sostenimiento, a cambio de nuestros intereses y de los recursos del pas, o mejores condiciones comerciales para la burguesa, solo que sus cl-culos son poco realistas, la posicin de los imperialistas ante los grandes dramas econmicos que se les presentan es de quedarse con todo el botn.

    As pues, el Estado burgus juega con los intereses de las masas trabajadoras, colocndolas en las ms brbaras condi-ciones de explotacin y opresin frente al capital financiero internacional. El foxismo solo propugna por los intereses del imperialismo y de la oligarqua financiera nacional, el gobier-no ha cedido sobre el control estratgico de las fronteras, el espacio areo, el control de los mares nacionales, la misma seguridad de las masas queda amenazada con el padrn elec-toral secuestrado por los imperialistas, la utilizacin moderna de bancos de datos sobre la actividad de cada individuo. En los hechos, el gobierno ha cedido sobre el comercio, energa, poltica exterior e interior, soberana de su territorio, inver-sin extranjera en nuevos rubros, legalidad interna, o control del trfico de drogas.

    Para mejorar la relacin con los imperialistas, abri el sector energtico hasta ahora reservado mayoritariamente a la burguesa nacional (petrolero, electricidad, gas), casi nada, solo la columna vertebral de lo que fuera la economa nacio-nal. El gobierno tiene el pretexto de las presiones imperialis-tas (entre ellas la del pago de la deuda, la lucha contra el terro-rismo, el narcotrfico, la emigracin uso de las pensiones en la bolsa de valores de Nueva York, la urgencia de recursos), para volver a la cargada con su poltica privatizadora, empu-jando nuevas reformas constitucionales o bien otra constitu-cin entreguista que reacomode el pas a los intereses de la oligarqua financiera al precio de pulverizarlo.

    Transformaciones estructurales de las que se habla con insistencia en los medios de comunicacin, en la que la prio-ridad ser entregar al gran capital los recursos naturales, me-

    jores condiciones de inversin de capital extranjero, bajos salarios, restricciones a la organizacin sindical, educacin, industria. Este es el sentido de la incorporacin a la produc-cin norteamericana.5

    La cesin del pas, sus recursos, su industria, su mercado interno, su fuerza laboral y sus potenciales a los imperialistas es obra de la burguesa trasnacionalizada y su Estado, para quienes la alternativa es asociarse con ellos aunque sea en calidad de subordinados, sin importarle la ruina de las masas, algo que hemos constatado sobradamente durante bastante tiempo. La burguesa mexicana funda su seguridad como cla-se en una poltica criminal sin principios, sin escrpulos, para saquear al pas, en su santa empresa de acumular riquezas. Las posibilidades del capitalismo se agotaron y la burguesa es consciente de ello, por eso cierra filas con los imperialistas, todas sus tendencias son incapaces de ofrecer otra cosa que no sea ms explotacin y opresin, su declive como clase es un hecho.

    Entre los partidos polticos se agrav la crisis poltica, la llamada gran poltica deriv en luchas de presiones, destape de sus respectivas cloacas, la compra de esbirros a todo nivel, las artimaas y argucias para atolondrar y desorientar a sus enemigos, el desplazamiento de algunas figuras polticas, los asesinatos, subterfugios, complots, la compra-venta, y otros enjuagues tan caractersticos de la burguesa. Dicha situacin introdujo al Estado en una espiral de graves consecuencias

    5 La hondura destaca especialmente en las presiones de los organismos internacionales, la injerencia de Washington, las visitas frecuentes de personajes del imperialismo, y las presiones del embajador yanqui, que demandan para la Maratn Oil, El Paso Corp., Sempra, Chevron, Electricitet de France, Exxon y Mobil entre otras, la entrega de la industria petrolera, la compra de yacimientos petroleros, la hipoteca de los yacimientos de gas natural, la inversin privada en las paraestatales de energa elctrica. Todo esto se urde con falsas premisas y falsos dilemas sobre la superioridad de la empresa privada, el peligro viene de las paraestatales y otras patraas destinadas a desorientar al pueblo en el sentido de que no hay otra alternativa.

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    para el ejercicio de su control sobre el pas, ya que los resul-tados son pobres, crean incertidumbre, aceleran el desgaste de sus instituciones y el enrarecimiento del ambiente poltico burgus.

    El fenmeno de la corrupcin del aparato estatal es de cabo a rabo un elemento de la actual condicin poltica, que demuestra la naturaleza del sistema imperante y las formas en que el capital se abre paso. La corrupcin afecta todos los rdenes de la poltica burguesa y el gobierno, ningn partido poltico, ninguno de los poderes constituidos, ningn mono-polio pueden estar exentos de este mal, se trata de una cadena que llega hasta las estructuras locales que soportan el poder en todo el pas.

    Una parte sustancial de esta mutacin poltica consiste en que las instancias parlamentarias se encuentran inmersas en el decadentismo poltico y las poses aristocrticas, el despil-farro de recursos por medio de altos honorarios y otras sub-venciones (hasta en las presidencias municipales).

    Hoy hasta la participacin poltica de las cpulas ecle-sisticas metidas de lleno en la defensa de la propiedad pri-vada, del gobierno, de los narcos, de los oligarcas y de sus violadores con sotana, tienen serias limitaciones para generar ecos entre las masas, cubrindose del desprestigio pblico.

    Un factor que influye en la crisis poltica es la integra-cin del narcotrfico en el poder con sus dosis de violencia y gangsterismo, agudizado por su insercin en una serie de ramas de la economa, contribuyendo a la alteracin y des-equilibrio de las industrias y otros sectores econmicos, a la descomposicin del ejrcito, las policas y de la legalidad burguesa.

    La miseria en que la burguesa ha hundido al pas reper-cute en el sentir de la poblacin, a cada momento saltan las luchas populares en base a unos u otros problemas sociales, no podra ser de otra forma puesto que, la poltica oficial no

    ha logrado convencer a las masas, que instintivamente ubican los graves daos que vienen para su economa. Es notorio que las masas no simplemente se resisten a la poltica del Esta-do, va cobrando forma la proclama de sus derechos polticos, contra la inseguridad, por los derechos humanos y contra las constantes matanzas. El pueblo va destrabando los canda-dos de la legalidad burguesa que oprimen y constrien su ac-cin, cuando la burguesa repudia sus manifestaciones y trata de imponer criterios ultra reaccionarios contra toda tentativa de lucha, el pueblo llano empieza a plantear su inconformi-dad y su conviccin de protegerse. Esta es una situacin que se seguir desarrollando, propiciando su beligerancia frente a la burguesa, a la vez que la incapacidad de sta para hacerse imponer escalando los baos de sangre.

    Dicha crisis es compleja y general, afecta todos los r-denes de la poltica burguesa. Se acrecientan las dificultades para que la oligarqua financiera pueda continuar bajo el mis-mo patrn de accin, y lo sabe, por eso se prepara para dar paso a la plena fascistizacin del pas. La poltica del Estado encierra una lucha frontal contra el proletariado y sus aliados, pero esto no es lo nico, por todo el pas se ha emprendido una ofensiva contra el pueblo y sus conquistas histricas, la bur-guesa no da tregua a los obreros que se movilizan hasta por las ms insignificantes demandas, se combate los derechos sindicales, se enfrenta ideolgicamente contra las manifesta-ciones populares, mantiene a raya a los maestros y maestras bajo la fuerza policial, los engendros del corporativismo y el charrismo sindical, no da respiro al movimiento estudiantil, las desapariciones no cesan. Lanza continuamente sus ame-nazas, busca hacer retroceder las leyes, tipifica viejos dere-chos del pueblo como nuevos delitos contra la propiedad pri-vada, fortalece a las policas, las unifica, moviliza al ejrcito para las tareas represivas.

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    El gobierno simula dilogos, juega a la concerta-cesin con el puo cerrado, naturalmente esto lo lleva a confrontarse con algunas capas de la burguesa y sus representantes, tanto como estas lo confrontan, pero bajo los mismos lineamientos de la poltica burguesa. Especialmente se agudiza la disputa entre las fracciones oligarcas y entre sus ambiciosos partidos polticos, en las pretensiones de control del aparato estatal y la negociacin sobre las reformas, aunque todas son parte de lo mismo.

    La consistencia del Poder

    Nuestro pueblo debe tener preciso qu es el poder ahora que con tantas posturas posmodernistas se reduce la idea de ste a cosa de capacidades posedas por toda la poblacin, ocultando el centro gravitacional de la cuestin. Hay que salir al paso a estos asuntos.

    En las actuales relaciones generales de dominacin la cuestin del poder se hace presente en todas y cada una de ellas, es un hilo conductor por medio del cual suelen hacerse efectivas para sostener la sociedad capitalista moderna. Aqu cabe acotar que ms all de una postulacin subjetiva sobre la inmanencia de los privilegios en lo humano, estamos frente a un mecanismo de estructuracin de las relaciones sociales de acuerdo a condiciones histricas afines a la divisin social. En este respecto la tendencia a la preponderancia recorre y administra las relaciones sociales para fijar determinados ob-jetivos de construccin social afines a los procesos de acumu-lacin y compactacin de los grupos humanos.

    As arribamos a la parte ms simplificada del poder como interacciones en que los individuos imponen su volun-tad unos a otros, estableciendo micro-relaciones de poder que seran las bases creadoras de toda la estructura poltica. La propaganda demcrata suele insistir que nosotros el pueblo

    tenemos el control, que decidimos libremente, que nuestro poder ya est establecido en una voluntad individual de hacer lo que mejor nos place con la vida, que finalmente hasta los actos del actual gobierno son producto de este ejercicio. Som-bras nada ms, tanto la potestad, la soberana y este tipo de voluntad se encuentran a merced de autoridades superiores de las clases dominantes y su sistema de relaciones. Sin lugar a dudas que existen manifestaciones en lo micro, series que siguen las relaciones de dominacin expandidas en el seno de la sociedad, las conducen siempre en torno a los procesos sustanciales del capital.

    Por lo que respecta a lo que se conoce como la volun-tad, es tambin natural que detrs de cada relacin siempre se formen tendencias hacia construcciones alternas en la orga-nizacin popular en conflicto con el estatus. Pero la voluntad es mucho ms que esto, estando siempre suscrita a circuns-tancias histricas apegadas a parmetros y paradigmas de or-denamiento de la conducta social e individual. No obstante tambin se proyecta la voluntad de poder de todas las clases sociales, es indudablemente un forjar posiciones y decisiones respecto de las condiciones generales para cambiarlas o ade-cuarse a ellas.

    En resumen, las manifestaciones de potencia a los planos de la capacidad de hacer o tomar unas u otras decisiones co-tidianas en lo sustancial no alteran las supremacas estableci-das, si bien pueden dar motivo al desarrollo de otra perspecti-va del poder poltico, necesitan orientarse a estos fines en una lucha muy superior. El poder como exhibicin de capacidades no cambia la sociedad capitalista y la mayora de las veces transcurre como parte de esta, cuando hace lo contrario re-quiere romper todo el sistema de dominacin.

    Otra particularidad conceptual del poder se manifiesta en la competencia de las condiciones de contexto, es decir, en el poder de las condiciones y relaciones consolidadas. Este poder que nos han querido presentar como algo lgico, pro-

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    ducto de una sociedad libre y sus condiciones generales vie-ne a resultar la forma en que se presenta la actividad social bajo relaciones determinantes tales como las de produccin y acumulacin capitalista. La actual jurisdiccin de las con-diciones no es lo inevitable, es nicamente lo determinante por el escenario dominante y las condiciones de la lucha de clases, pero puede ser alterado por una movilizacin general a otros fines.

    Ahora pasemos a lo que es el poder como supremaca estructural social, el poder poltico y econmico de la cla-se dominante a travs de su preponderancia monopolista, el control y organizacin del Estado y el perfil de la sociedad construida en sus trminos y medidas. El predominio del que venimos hablando lneas arriba. El de las ventajas reales de la posesin de capital, medios de produccin, mercados, institu-ciones, partidos, tecnologas, armas y leyes. Con esto se mide el poder de clase social, entre explotadores y explotados, opresores y oprimidos. Lo que da paso a las capacidades de obediencia, gobernanza, representatividad y direccionalidad social, juegos y ejercicios de poder6, as como a la razn de Estado como forma peculiar en que se condensan las aspira-ciones histricas de las clases hegemnicas. La supremaca de clase de la oligarqua financiera en Mxico se redefine para controlar a las mayoras, elevar la opresin social, extremar el control social, generar completa subordinacin social a los designios yanquis y su protectorado, y en general reestructu-rar la dominacin burguesa neoliberal.

    El poder burgus es la sntesis que articula el mando y direccionalidad en la relacin social, se concreta y discurre a travs de toda la sociedad capitalista, tiene que ver con sus

    6 Ponemos al margen lo correspondiente a la legitimidad como elemento del poder social debido a que la clase dominante y su sistema afrontan la etapa de deslegitimacin ante su degeneracin actual y la ruptura de lo que fue el pacto social posterior a la revolucin de 1910-17, o prdida de legitimidad histricamente necesaria, debido al punto en que han llegado los antagonismos y descomposicin de su mundo.

    realidades, presenta a su vez rganos y mecanismos propios de lo que cabe destacar:

    1. Estructuras que vehiculizan la dominacin capitalis-ta, estas son el Estado, la propiedad privada, el pa-triarcado, el poder econmico monoplico, que no son otra cosa que relaciones sociales solidificadas, institucionalizadas y organizadas ampliamente en el tejido social.

    2. Relaciones de poder propiamente dichas que funcio-nan a travs del llamado campo poltico, los parti-dos, grupos e instancias de organizacin social del sistema, las cuales discurren en el establecimiento de estatus, controles y medios de preponderar determi-nados intereses antagnicos.

    3. Presencia de predominio en las relaciones generales, como el seoro en la produccin social-apropiacin privada, la organizacin jerrquica del trabajo, las burocracias, la familia, la salud, educacin, religin, para forjar el orden y otros sistemas de control social.

    Por otra parte hoy se retoma tambin el poder como au-toridad de la comunidad y como fuerza de la sociedad, estos son fundamentos de gran importancia para revolucionar la sociedad, puesto que reubican el origen de otro tipo de poder social. Pero pretender que su simple existencia hace la dife-rencia respecto de la realidad que prevalece es confundir una condicin subyacente con la cuestin del poder. Sus mrge-nes de maniobra siguen subordinados a la sociedad capitalista y para ser una realidad hegemnica las clases explotadas y oprimidas deben empoderarse, es decir, tomarlo y cambiarlo en sus manos. Estas nociones se reafirmarn en la medida en que cobre vida la cuestin del poder popular y proletario en perspectivas de replantearse una nueva sociedad de mujeres y hombres libres.

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    Hegemona de clase

    Con el podero poltico-econmico concentrado en la oli-garqua financiera y sus lites polticas que gobiernan este pas, es natural que el escenario, siga tornndose dramtico para las amplias masas explotadas y oprimidas. Una y otra vez percibimos todo aquello que dicta la voluntad de esa gran burguesa, que le es inherente en su desenvolvimiento hist-rico de acumulacin de riquezas y poder en contra de la clase obrera y el pueblo.

    Por las condiciones objetivas del capitalismo, que la pro-pia oligarqua no tiene ms que seguir impulsando sin alcan-zar a controlarlas ni remotamente, tanto como por la extensa penetracin de las trasnacionales, el imperialismo y la oligar-qua financiera llevan al pas a la catstrofe.

    Las consecuencias son terribles para la clase obrera y el pueblo, porque la burguesa no tiene posibilidades para en-frentar su propia debacle fundamentalmente por: 1.- La ac-tuacin de las leyes capitalistas en funcin de la maximiza-cin de ganancias a costa de la pauperizacin de las masas, 2.- El deterioro de la industria capitalista nacional, sujeta al proceso de internacionalizacin capitalista que la lleva a ha-cer del pas una zona de maquilas, 3.- El atraso tecnolgico y cientfico en que se encuentran las fuerzas productivas, 4.- La dependencia y control del imperialismo, 5.- La privatizacin y el desmantelamiento de importantes empresas o servicios pblicos 6.-La anarqua en la economa, 7.- La especulacin financiera, 8.- La competencia feroz de los monopolios, 9.- El estancamiento del mercado interno, 10.- La grotesca co-rrupcin en el seno del aparato estatal, as como la rapia de los recursos estatales que lleva a cabo la burocracia con toda desfachatez.

    Esta hegemona nos lleva a crisis econmicas, polticas y sociales. La oligarqua financiera que dirige y decide sobre

    el pas, el aparato estatal, los partidos polticos y todas las fuerzas reaccionarias, desprecian la vida y los intereses de las masas en su insaciable sed de riquezas.

    Tal es el rostro de la hegemona oligrquica, este despre-cio criminal y las grandes presiones del capital internacional, les ha llevado a la supeditacin al imperialismo, agudizando las contradicciones de la sociedad, sembrando grandes des-equilibrios en la propia actuacin de los rganos del Estado capitalista, obligados a abrazar el campo del fascismo.

    La oligarqua financiera no se detiene ante cualquier cri-men, por el contrario, est concentrando toda clase de ele-mentos que le faciliten la salida ms reaccionaria para escla-vizarnos, la burguesa busca imponer su llamado paquete estratgico de reformas que atentan contra el pueblo y que a toda vista. Tratamos con una oligarqua represiva y sus di-rigentes de los tres partidos principales (PRI, PAN, PRD), ensoberbecidos por el mando que detentan, enfrascados en la poltica de los grandes jerarcas (televisada para la pobla-cin), dispuestos a hacer de esta lo que les plazca para bien de la sacrosanta propiedad privada y la ley de acumulacin capitalista.

    La supremaca del gran capital en el terreno poltico se asemeja al de una hidra tricfala, entre las cuales se pueden desgarrar las vestiduras, golpearse, desplazarse, etc., pero siempre conservan esa relacin tan vital a la repblica del capital que permite desorientar a las masas, perpetuando el privilegio de los monopolios.

    Reconozcmoslo, haciendo cuentas por cuanto hacen y dejan de hacer la oligarqua financiera y sus representantes, no cuentan para nada positivo en lo que respecta a los inte-reses del pueblo. Por supuesto que sus contradicciones son necesarias de utilizar en beneficio de la acumulacin revo-lucionaria de fuerzas, as como las posibilidades que abre a cierto nivel, su propio rejuego, que es uno de los elementos en que se manifiestan no solo sus actuaciones polticas, sino

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    aquellas contradicciones que sostienen en su seno sus distin-tas fracciones y contra el pueblo en general.

    En efecto, va quedando claro un camino comn para to-das las tendencias de la oligarqua financiera que es, destruir la anterior vida republicana burguesa por otra de relumbrn que ponga en primer plano y a la vista de todos, el mando del gran capital, la dictadura de los monopolios, la condicin de esclavos asalariados para las inmensas mayoras, la negacin de derechos elementales para el pueblo, la reaccin poltica y el fascismo como lo nuevo en poltica. Unos ms abiertos que otros, pero al final los tres grandes partidos de la bur-guesa compiten por los favores del gran capital, ofrecen sus propias versiones e interpretaciones del gusto ms retrgrada, los hay de los descarados y sinvergenzas, tanto como de los vergonzantes que recurren a la demagogia populista.

    Por la naturaleza misma de la situacin que ha creado el dominio de los monopolios en Mxico, la amenaza de recolo-nizacin imperialista, la negacin y anulacin de los derechos e intereses de los trabajadores; la ascensin del fascismo ya no solo a un sitio, sino al conjunto del aparato estatal, son procesos actuales. Por ello la oligarqua financiera y todos sus siervos se encuentran en plena faena, trabajan continua-mente, extirpan cualquier elemento titubeante (an a los ms fervientes defensores del capitalismo, por el solo hecho de ser demcratas o liberales a la antigua), desintegran cualquier institucin u organismo estatal que an se encuentre dentro de los umbrales del viejo nacionalismo revolucionario bur-gus.

    Lo que apremia a la oligarqua financiera a destruir algu-nos de los viejos elementos del aparato estatal y la estructura republicana burguesa del pas, es su inminente desesperacin y ansia por aumentar sus riquezas, en cumplimiento de dic-tmenes imperialistas, en inters de cortar las posibilidades a otras capas burguesas para controlar ciertas reas del aparato

    estatal, en inters de destrabar por todo el pas algunas nor-mas no monoplicas en la vida de las masas.

    Una enorme muchedumbre de plumferos clientes del imperialismo y la oligarqua financiera nacional, se han dado a la tarea de reunir argumentos que demuestran la magni-ficencia de los de arriba, con lenguaje ampuloso agreden a los trabajadores, les tachan de privilegiados sin el menor juicio, ni la menor piedad, velan la mezquindad de clase con que actan, a travs del monopolio informtico quieren si no convencer, por lo menos abrumar al pueblo e impedir su ac-tuacin, para que todo quede en manos de los de arriba.

    Nosotros no podemos tomar partido por contradecir sim-plemente a los de arriba, o pretender convencerlos de su error como buscan algunas capas medias y sus representan-tes en el forcejeo interno del PRD, entre sus jefes y algunos grupos pequeo burgueses; eso sera soslayar el papel de las masas, adems de ser una empresa intil que revela la vieja fe en los amos, la creencia en la imparcialidad del sistema democrtico burgus.

    El bloque dominante se rene, concierta acuerdos de al-coba, procura bienquistarse entre los jefes, mantener su vida suntuosa, concederse beneficios mutuos, otorgarse nuevos de-beres ante el Estado, rendirse honores, capitalizarse por todas las vas, relegar a los agresivos, darse sus agasajos a costa del presupuesto estatal, y muchas cosas ms que vemos a diario a travs de la prensa sin que nadie de los polticos burgueses se inmute en el fondo de las cosas, aunque algunos simulen cierta inconformidad, al fin y al cabo es como se manifiesta la hegemona de clase.

    Las elites han sembrado nuevas formas del llamado te-rrorismo de Estado; han roto con las normas burguesas de hacer poltica; han comprado no solo con sus altos salarios, sino con otras prebendas a las cmaras parlamentarias, hun-dindolas en la corrupcin y el adormecimiento comodino. As tambin en el seno del pueblo se han dedicado con mucho

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    celo a crear una atmsfera artificiosa de bonanza; a presen-tarse con una faceta humanista que resulta de lo ms falaz y ridculo, pero que atrae a ciertos sectores; a minimizar tama-o rompecabezas; a ridiculizar las protestas populares contra el rgimen; a crear una opinin favorable a su poltica pro imperialista.

    Dicha hegemona oligrquica est encontrando un punto de apoyo en un sector de la pequea burguesa dispuesta a todo con tal de no descender en la escala social. Se trata de una capa social que el capitalismo est destruyendo, es una capa que en su estrato superior cree ser capaz de restablecer y ascender sus fortunas en el mismo tenor que la gran bur-guesa, ese estrato est separado del pueblo, no le interesa las causas de las crisis que vive Mxico, ni sus responsables, sino la salida que para ella solo pueden conducir los grandes oligarcas. Es un estrato parasitario que espera (y ahora acta) por que el rgimen reaccionario se sostenga a como de lugar y le asegure algunas migajas. Ese estrato en desesperacin, que se engaa y se deja engaar con las promesas de arriba, es una materia prima del fascismo.

    Para los manejos del pas, la burocracia se ha hecho de grandes recursos provenientes de los fondos del Estado y de los generosos magnates nacionales e internacionales, se ha dedicado a acrecentar los recursos a su disposicin para im-poner sus reformas, para darle a los imperialistas, una base ms segura al neocolonialismo y las posibilidades posteriores de la recolonizacin.

    Cuando la burguesa y sus polticos reputan de noble sus propuestas de reformas, no hacen ms que mostrar la ms ruin mezquindad a la hora de abordarlas en concreto: impuestos, sustraccin de recursos, bajos salarios, miseria, explotacin extrema, apropiacin de las empresas estatales, etc.

    La salida a las crisis que propone la oligarqua financiera es que sus ganancias sigan creciendo a travs del arrebato de

    la mayor parte de los recursos pblicos del Estado mexicano. Bien pensada la tienen los magnates y el gobierno!

    La inestabilidad del pas

    El mayor problema nacional del capitalismo en Mxico es el de la gran propiedad privada de los medios de produc-cin, la escandalosa riqueza de unos cuantos. Este empuja otros acuciantes dilemas, los determina, los exacerba y los agrupa. Si bien algunos males son histricos y anteriores al capitalismo, es bajo este sistema de explotacin que cobra un inusitado rigor en los sufrimientos del pueblo.

    Cuando a los idelogos burgueses de todas las tendencias resulta imposible ocultar los el escenario orwelliano, ellos se desviven en una doble moral por demostrar que el mal funda-mental es la mala distribucin de la riqueza, lo que sin dejar de ser verdad, no es ms que una repercusin del asunto. No es necesario ir demasiado lejos para percatarnos de cul es la intencin: en ltima instancia acusar a una fraccin burgue-sa pero preservando de toda crtica al sistema de propiedad privada.

    El conflicto de la propiedad privada y su contradiccin con la produccin social es determinante, la causa directa y fundamental de la prxima revolucin poltica. Los grandes males de hoy da en el pas son:

    Econmicos:

    Superexplotacin y apropiacin burguesa de todo re-curso del pueblo.

    Lacerante deuda pblica, lazo de neocolonialismo, que absorbe la mayor parte de los recursos del pue-blo que ingresan al aparato estatal.

    Crisis econmicas recurrentes.

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    Dependencia econmica y poltica respecto del ca-pital financiero internacional y del mercado interna-cional.

    Pauperizacin y deterioro de la vida material de las masas, que se manifiesta en la caresta de la vida in-flacin, elevacin de impuestos, bajos salarios, ham-bre, 72% de la poblacin del pas en la pobreza.

    Sistema fiscal agravante para el pueblo, elevada cuo-ta de impuestos.

    Desempleo generalizado de por lo menos.

    Catstrofe econmica en el campo que afecta direc-tamente a 25 millones de proletarios y campesinos.

    Escasez de productos para abastecer el mercado na-cional y particularmente las necesidades populares.

    Polticos:

    Prdida de derechos democrticos, laborales, sindi-cales y de seguridad social de los trabajadores y las trabajadoras.

    Fascistizacin orwelliana del Estado.

    Integracin plena de la democracia burguesa a los apetitos oligrquicos.

    Corrupcin extrema del aparato estatal a todos sus niveles y en todas sus formas.

    Constitucin del narco-poder a todos los niveles del aparato estatal y del sistema de partidos.

    Inseguridad, violencia generalizada, represin siste-mtica, desapariciones, asesinatos, matanzas, viola-ciones, encarcelamiento de las masas, de sus activis-tas democrticos, progresistas y revolucionarios.

    Intervencionismo y dominio poltico del imperialis-mo yanqui.

    Sociales:

    Desplazamiento de nuestra civilizacin, por las for-mas de vida que promueve el imperialismo.

    Concentracin excesiva de la poblacin, aproxima-damente 75 millones de personas viven en los cen-tros urbanos.

    Inseguridad para el desarrollo de la vida social.

    Persecucin del periodismo consecuente con la ver-dad como profesin de alto riesgo.

    Emigracin masiva de trabajadores a las grandes ciu-dades y el extranjero.

    Falta de vivienda, con un dficit de 4 millones 291 mil viviendas para cubrir las necesidades inmedia-tas del pueblo, a lo que se suma una demanda anual de 731,500 nuevas viviendas a los ritmos de creci-miento poblacional actual, cuyos costos estn por los cielos, y el 70% de la vivienda instalada en malas condiciones.

    Escasez de servicios y educacin por polticas im-puestas desde el extranjero, recorte del gasto pbli-co, desviacin de recursos a favor de los monopolios.

    Degradacin de las condiciones de salud debido a la vida en el capitalismo, sus formas de consumo, en-fermedades laborales, crisis del sistema de salud y otras deficiencias en su atencin.

    Irrupcin poltica capitalista que deniega toda forma de inversin social, servicio pblico u organizacin colectiva. Modo de pensar y actuar disocial de las je-rarquas que rechaza todo principio econmicos-so-cial cuyo fin sea salvaguardar derechos fundamenta-les del pueblo.

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    Dados los fenmenos de interconexin relacional, en la composicin de estos males tienden a la interdependencia sus causas y expresiones sin perder su raz. Al estar regido por la ley de acumulacin de capital, el mundo burgus solo puede encerrarse en una serie de medidas paliativas y de refuerzo de estos achaques. Por ejemplo, este pas ha sido orientado a que los procesos de reproduccin del capital se den cada vez ms en el marco de la especulacin financiera, el endeuda-miento pblico y el juego burstil, metindolo en una espiral de despojo de sus recursos, en consecuencia, la acumulacin de capital se sostiene a base de la sper explotacin y ruina material de las masas, a base de la venta velada del pas al ca-pital internacional por va del endeudamiento, la disposicin de acciones de las empresas en las bolsas de valores del mun-do, la especulacin financiera en general, y de manera ficticia subsidiando a la burguesa a cuenta de los ingresos estatales.

    A la oligarqua financiera poco interesa preservar la es-tructura productiva, el mercado nacional ni desarrollar am-pliamente las actividades productivas del pas, en s la econo-ma nacional, salvo cuando esto puede representarle jugosas e inmediatas ganancias sin conflictos de inters con el im-perialismo, a base de la inversin estatal, pero hoy da est ms desesperada por hacerse con los recursos estatales que utilizarlos en aumentar la base econmica y social del pas. La ley econmica de maximizacin de las ganancias, encarna con toda su virulencia, las clases en el Poder solo buscan en-sanchar el patrimonio de los monopolios an a sabiendas de que su poltica destruye conquistas de las masas, dandolas adems en sus ingresos con la disminucin salarial de casi el 80% en 30 aos. Para la burguesa, sus empresas son su patri-monio, sin que importe que esas riquezas se obtuvieran a cos-ta del sufrimiento de los trabajadores a lo largo de la historia.

    En sntesis los males acuciantes en el pas son resultado de la dominacin del capital sobre el trabajo, del predominio de la propiedad privada sobre los medios de produccin y el

    capital en general, de la preponderancia poltica afn al capi-talismo.

    La cuestin indgena

    Esta cuestin describe condiciones especiales de nuestro pas y algunos otros en Latinoamrica y el caribe. En la histo-ria de nuestro pas se le ha querido suprimir sistemticamente desde las altas esferas, pues tal supresin es condicin para asegurar el establecimiento de los modos de explotacin y opresin y las formas de hegemona burguesa de que somos objeto. El estado-nacin mexicano a veces puede permitirse todo tipo de discusin al respecto, pero siempre mantiene im-perturbable su condicin de alienar toda agrupacin social y mxime las de nuestras races, a sus preceptos de dominacin burguesa occidentalizada. Estn en su propia construccin una batalla histrica por destruir y desposeernos de lo indge-na en tanto tal, cultural, poltica, econmica, racial y poltica-mente. A la vieja costumbre, aunque por otros medios, para la burguesa el mejor indio es el indio muerto.

    Pese al esfuerzo persistente de los potentados del capi-tal, sus aparatos y personeros, la cuestin es un tema actual al que se han proyectado distintas perspectivas de clase. La existencia de un movimiento indgena en lucha y resistencia sustentado en doce millones de personas ligadas directamente a lazos indgenas, y rodeada por unas mayoras mexicanas vinculadas en variadas formas a dicha condicin es la eviden-cia irrefutable de la cuestin indgena.

    Las alternativas que se plantean a este escenario corres-ponden segn los intereses de clase que se ponen en juego. Es sabido que las clases altas empujan la lnea de siempre, que sus relaciones de dominacin lleguen al extremo en torno a la formacin indgena, el etnocidio a ultranza por todo tipo de medios posibles violentos, legales, diplomticos, migracio-

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    nes, desplazamientos, fragmentacin territorial, violaciones, feminicidios, trata de mujeres, neomalthusianos (control de la natalidad y esterilizacin forzosa). Por su parte algunos sectores en una abigarrada gama de sesudas propuestas hu-manitarias se empean en la solucin mediatizada de dere-chos polticos, culturales y educativos, etnocentrismo blanco y racismo declarado sobre la vida y mentalidad indgena: ci-vilizar al indio.

    Estas posturas no desconociendo el conflicto fundamen-tal procuran anularlo o desincorporarlo de los otros aspec-tos de la cuestin para restarle trascendencia y sustento, para hacer prevalecer precisamente intereses bien definidos y del mismo orden de lo que consideran lo menos importante, la propiedad de los medios de produccin y la condicin ind-gena de la sociedad mexicana en los sentidos centrales de su vida social y su composicin humana.

    En este bregar con dicha problemtica vemos cmo se han formulado ideologas que obscurecen el carcter, la na-turaleza de las etnias y la nacin, una relacin llamada a la subordinacin de las primeras en la segunda, que a lo largo de la historia conllev a la opresin de la clase dominante sobre nuestros pueblos y la proliferacin de mecanismos de despo-jo. Tales fueron las condiciones histricas del desarrollo de esta integracin a todas luces hegemnica de una burguesa blanca y mestiza desligada del real proceso de formacin del pueblo y la sociedad mexicana excepto por el ngulo opresi-vo.

    Lo cierto es que prevalece un principio firme respecto a las condiciones materiales e histricas de esta cuestin. En el alumbramiento del sistema capitalista la mayora de las naciones se han establecido en distinto grado partiendo de una variada composicin clasista, racial, tribal y tnica de sus hombres y mujeres, pero las formas de dominacin general-mente tienden a establecer todo tipo de medios y procedi-mientos para el control de nuestros pueblos, y para nuestro

    caso, este fue un instrumento de la burguesa para imponer su pregonada superioridad.

    La etnia sera as segn la antropologa eurocntrica un grupo humano tambin histricamente formado sobre una base racial y tribal y con su comunidad de idioma, territorio y civilizacin propios, aunque limitadamente locales o disgre-gadas en regiones un tanto ms grandes, a manera de mosaico tn