el problema de la independencia de américa (f. suárez verdeguer)

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  • 5/9/2018 El problema de la independencia de Amrica (F. Surez Verdeguer)

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    EL PROBLEMA DE lA INDEPENDENCIADE AMERICA

    Por FEDERICO s uARE z VERDEGUER (t) (* )Acaso parezca absurdo y fuera de lugar e 1 hablar del problema de laIndependencia de America, despues de tanto como se ha escrito sobre loshechos y personas que de una manera u otra integran a se relacionan con estegran fenomeno historico. Y sin embargo hay razones suficientes para plantearla cuesti6n como un problema, como un autentico problema.Par de pronto es obvio que no existe aiin ninguna teoria convincente queresueiva, de una vez par todas, cuantos aspectos nos ofrece el hecho de la

    emancipacion, El tema es antiguo, Desde los mismos orfgenes llamo la aten-cion de los historiadores -y aun de muchos que no 1 0 eran- y se intento daruna vision satisfactoria de las causas. El hecho, ciertamente 1 0 mereda. ParaEspafia signific6 el fin de un gran Imperio que, por la peculiar accion coloni-zadora de la metropoli, era como una prolongacion de su territorio y de supersonalidad. Con relacion a America supuso elnacimiento de Estados nuevosque se lanzaron a la Historia con la conciencia de pueblos duefios de sus pro-pios destinos. Para Europa fue no solo la realidad de nuevos rnercados, sino laexistencia de factores ineditos en el orden internacional que por su juventudtenfan ante S I posibilidades ilimitadas.

    Asi, no puede extrafiar que desde los primeros fen6menos indicadores de lacrisis hubiera quienes se sintieran interesados por ver la entrafia del suceso.Blanco White, por ejemplo, fue comentando desde 1810 en E l E sp an ol cuantasnoticias 0 documentos llegaban a su conocimiento referentes a America, enjui-ciandolas y tomando una posicion ante ellas. Florez Estrada, en 1811, intentoya dar en un libro toda una interpretacion de la crisis americana, sefialandocausas, refutando errores, pretendiendo aplicar el remedio que la resolviera asatisfaccion de unos y otros. En 1821, M. de Pradt sefialaba la magnitud deaquel acontecimiento inaudito y desconocido hasta aquf en el mundo, Todo

    (*) Universidad de Santiago de Composrela,

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    el siglo XIX y 1 0 que llevamos del XX esta sembrado de escritos en torno a laexplicaci6n de la Independencia de America.~Con que resultado? Evidentemente se ha avanzado mucho en el camino

    hacia la solucion, pero esto no obstante, todavfa no puede hablarse hoy deresultados absolutamente satisfactorias.I.-Por supuesto, no me refiero aquf al problema de la Independencia en

    cada uno de los nuevos Estados hispanoamericanos. Hay, es innegable, pro-blemas locales: origen, desarrollo y consecucion de La Independencia enMexico, Venezuela, Colombia, Peru, Argentina, Chile ... Pero ya desde el prin-cipio se pudo apreciar algo mas general, mas amplio: la emancipacion de todoun continente, realizada en un perfodo de tiempo que no lIega al cuarto desiglo y lograda contemporanearnente por territorios completamente dispares en1 0 geografico e incluso en 1 0 humano.Esta complejidad en los territorios y en los factores espedficos de cada uno

    de ellos es uno de los caracteres de que no se puede prescindir. Si a esto seafiade la circunstancia de que las condiciones pollticas fueron variando con eltranscurso del tiempo y, en consecuencia, las actitudes de los hombres, susreacciones y sus argumentos, la resultante sera una gran heterogeneidad. Es lanota mas elemental del fenomeno de la emancipacion y 1 0 .primero que debetener en cuenta un historiador,

    La heterogeneidad, sin embargo, no supone falta de unidad. Este es el otro poloque hay que tomar en consideracion, El hecho es uno: independencia de un con-tinente, aunque en cada lugar este hecho se produzca de una manera propia y espe-dfiea. L6gicamente cahe pensar que si el fenomeno es general, pese a la variedady heterogeneidad de territorios y circunstancias, generales deben ser la s causas quede manera tan simultanea y unica 1 0 provocan. A sefialar estas causas cornunes hantendido los esfuerzos de cuantos historiadores se han ocupado del tema.Todo el inmenso continente, hoy caos de confusion, de desorden y demiseria, se movfa entonees (en el momenta de iniciarse la crisis) con unifor-midad, sin violencia, podia decirse que sin esfuerzo, y todo marchaba en ordenprogresivo hacia mejoreas continuas y substanciales, El texto muy conocidopor 1 0 repetidamente que en distintas ocasiones ha sido citado, es de LucasAlamdn y tiene una muy clara significaci6n: es todo un enjuiciamiento de laemancipacion y de sus consecuencias. En terminos generales podia ser, y dehecho 1 0 ha sido, un plantaeamiento del problema, reducido a terminos muysimples: la independencia fue el desencadenamiento de una anarqufa que aca-bo con el orden, la paz y la prosperidad de los reinos americanos.No era esta 1 a conclusion a que llegaron los historiadores del siglo pasado.

    Sin variar la simplicidad del planteamiento modificaron el valor de los terrni-nos: el estado de libertad de America independiente fue el resultado del movi-miento emancipador que rompio los grilletes de la opresion en que el absolu-tismo espafiol la tenia encadenada,48

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    Esta explicad6n, tfpicamente liberal, entroncaba la secesi6n americana conla Revolucion Francesa de 1789, y no es substandalmente distinta a cualquierotra interpretacion decimon6nica respecto de la evoluci6n de cualquier paiseuropeo. Los descubrimientos que hicieron los enciclopedistas inundaron deluces el mundo, abriendo los ojos a los pueblos. Los Derechos del Hombre, lalibertad, la soberanfa privativa del pueblo fueron otras tantas luminarias a cuyoresplandor vieron los americanos el despotismo que les gobernaba, la .ignoran-cia en que Ies tenfan sumidos, la explotaci6n de que eran objeto. Fue un auten-rico descubrimiento, cuyo resultado fue el alzamiento general por su libertad ysus derechos contra el regimen que les tenia sujetos.

    La version tuvo exito en todas partes, y las mentalidades de europeos y ameri-canos se modelaron en ella. En America, ademas, tuvo matices de un antiespa-fiolismo sefialado del que es consecuencia -yfue luego causa- el famoso EvangelioAmericana, de Francisco Bilbao, que sefialaba como un axioma: la Espafia noseduce para la servidumbre y para la muerte, Conozcamos esa educaci6n para .rechazarla y entrar a la Iibertad y a la vida.En 1922 un autor frances, Marius Andre, publico su libro La fin de l'E mpire

    e sp ag no l e n Am er iq ue reaccionando contra la version revolucionaria de la inde-pendencia y exigiendo, en su Ingar, una explicacion nueva. En realidad no fue elquien acab6 con la vision liberal, que habia perdido su validez cientffica muchosafios antes por los estudios realizados acerca de la historia espafiola, estudios que-como los de Gachard y Bratli- resquebrajaron la leyenda del fanatismo y la opre-sion,Marins Andre admite tambien un par opuesto de fuerzas como integranre de

    la independencia: los partidarios de la continuaci6n del regimen espafiol y los quebuscan la separacion. La caracterizacion que hace de sus puntos de vista, de suideologfa, es, empero, totalmente distinta a la que revestfan.en la version clasica,La guerra de la independencia -dice Andre- es una guerra civil entre espafioles yamericanos que, divididos en dos bandos, profesan ideas contrarias y combatenentre sf. Los secesionistas son los espafioles y americanos que se defienden contraIa invasion de las ideas enciclopedistas y las innovaciones que llevan consigo en 1 0religioso y cultural; los que defienden la soberanfa espafiola son, por el contrario,los ilustrados, los penetrados de ideas encielopedistas, los irreligiosos comidos deescepticismo. Es falso, por tanto, que la revoluci6n americana sea hija de laRevolucion Francesa; falso que sea obra de un pueblo que se levanta por la liber-tad contra la tirania. Bastarfa tener presente -sin contar otros factores-Ia religio-sidad de los insurgentes para rechazar toda semejanza con la revoluci6n de 1789.~No fue Mariano Moreno, uno de los artifices de la revolucion argentina, pre-sentado como modelo de ilustrados, quien en la traducci6n del Con tr ato S o cia lcensure a Rousseau los pasajes que no andaban de acuerdo con las ensefianzas dela Iglesia Cat6lica? ~No fue Miranda el que se aliaba a los jesuitas y abominabadel regimen frances que Montesquieu llamaba sistema republicano de libertad

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    extrema? ~Acaso se ignora que Bolivar predicaba la union del incensario con laespada, de la Iglesia con el Estado?Andre sefialo datos, muchos datos, que no cabfan en la teorfa revolucionaria.La participacion del clero en la independencia, haciendola posible y hasta cola-borando en la creacion de los nuevos Estados es una de las piezas esenciales y masconvincentes de su punto de vista. Se ha hecho la guerra del silencio y la menti-ra -comentaba Piaggio y aduce Andre-. AI paso que los historiadores no men-cionan el estado sacerdotal de la mayo ria de los diputados de Tucuman, la pintu-ra y el grabado se encargan de engaiiar al pueblo. ~D6nde estan, pues, los carac-teres comunes que hacen de la revoluci6n americana una directa derivaci6n de lafrancesa de 1789? ~C6mo explica la tesis revolucionaria estos hechos incontrasta-bles, exactos, comprobados? No es, conduye Andre, la influencia del enciclope-dismo la que determina la emancipaci6n. Los insurgentes iniciaron la revoluci6nen nombre de Fernando VII y en defensa de sus derechos en America. La influen-cia de la Revoluci6n Francesa es, a 1 0 sumo. un factor muy secundario que con-tribuye a la independencia, de ninguna manera la causa que la determina.

    Todavfa mas recientemente ha intentado M. Gimenez Fernandez una explica-ci6n mas profunda de la emancipaci6n y, en ella. ann queda mas aminorada lainfluencia encidopedista en la formaci6n de la mentalidad de los independientes.Busca tambien la unidad, 1 0 que pudo haber sido el fondo cormin a un hecho tanuniforme como la independencia y cree encontrarla en la pervivencia de la teorfasuareziana sobre la soberanfa. En ella se formaron los partidarios de la separaci6n,y ella le suministro la base doctrinal que hizo posible el nacimiento de los Estadoshispanoamericanos. El problema, ta l como 1 0 plante a Gimenez Fernandez, seconcreta en la pugna entre los fidelistas, partidarios de la continuidad de la sobe-ranfa espafiola, e independentistas. Los primeros son los conservadores, los abso-lutistas, las mentalidades, en fin. que pudiera llamarse del Antiguo Regimen; lossegundos son los defensores de la separaci6n basada en los principios jurfdicosque afirmo Suarez.Hay, en estas tres posiciones acerca de la independencia americana, un factorcormin que debe ponerse de relieve por ser el elemento que deba servir de puntOde partida para todo intento de investigaci6n de las razones que la producen: elmatiz ideol6gico. La orientacion general es, en este punto, absolutamente correc-tao Los hechos, las acciones, son siempre el resultado de un pensamiento, y malpueden explicarse en tanto sea desconocido ese pensamiento que las produce einforma. No obstante, y pese a esta recta orientaci6n general, es dificil aceptar queel problema este resuelto.Una teoria cualquiera que sea, necesita, para tener validez, una doble condi-

    cion: estar fundarnentada en hechos y resolver satisfactoriamente todas las cues-tiones. Me refiero, naturalmente, a las teorfas que son una conclusion, no a lossupuestos que sirven de punto de partida para comenzar la investigaci6n de untema concreto.50

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    Que las tesis enumeradas -y o en general, las existentes sobre el problema-estan basadas en hechos es cosa que no puede ponerse en duda. Pero ~resuelventodos los problemas? ~Son totalmente satisfactorias? No, indudablemente. La tesisrevolucionaria, ya se ha visro, deja sin respuesta y sin explicaci6n todos los hechosaducidos por M. Andre, y no puede tomarse como definitiva y concluyente unatesis en la que existen tamas piezas desencajadas. Pero M. Andre y GimenezFernandez, a su vez, valoran muy poco la influencia enciclopedista, 10 cual, yadesde el principio, les resta muchas probabilidades de exito al dejar sin resolvercuestiones tan importantes como, por ejemplo, el papel desempefiado por losperiodicos y los clubs y sociedades patri6ticas y literarias en la formaci6n de lamentalidad de los insurgentes ta l como 10han demostrado C. Ibarguren y Caillet-Bois.Posiblemente hay un doble error en el enjuiciamiento de la independencia de

    America. Un error de metodo en primer lugar, Ya antes qued6 dicho acerca de laheterogeneidad como caracter de la emancipaci6n 10 suficiente para poder esta-blecer, con respecto a este tema, 1 0 que es general en todo proceso de investiga-ci6n: no se puede dar validez general a 10 que s610 tiene vigencia para determi-nados afios 0 para pafses determinados. M. Andre, por ejemplo, habla de unBolivar que busca una republica presidencialista, del que pregona la colaboraci6ncon la Iglesia y desea con toda el alma la relaci6n con la Santa Sede. Otros hablande un Bolivar revolucionario y encidopedista casi un verdadero l iber ti n d 'espri t. Ytal vez fuera 10 mas acertado afirrnar de Bolivar ambas posiciones, s610 que enperiodos diferentes. No se puede juzgar a Bolivar por sus afios iiltimos 0 prime-ros exclusivamente. Ni son tampoco validos los presupuestos de 1810 para expli-car los hechos de 1820, ni el proceso de la emancipaci6n de Buenos Aires sirvepara expliear la de Mexico. Iturbide, San Martin, Bolivar, Miranda, MarianoMoreno, O'Higgins, Belgrano, Monteagudo... ~tienen algo de comtin? Todosellos son autores importantes de la ernancipacion, figuras nacionales e induso -yvalga la palabra- continentales. Todos distintos y, sin embargo, representativos deun mismo fenomeno hist6rico. ~D6nde cesa la semejanza y en que punto comien-za la diferenciaci6n? Imposible aplicar a todos ellos, uniformememe una mismamedida, enjuiciarles segtin un criterio unico.Mas importance atin es, quizas, 10que pudiera tomarse como un error de plan-

    teamiento. Las explicaciones que hasta hoy se han venido sucediendo respecto dela emancipacion americana coinciden en dos caracteres: en adoptar un punto devista ideologico, 1 0 cual es, sin duda -ya qued6 dicho antes-, acertado, yel redu-cir a dos las tendencias ideologicas en pugna. Divergen en el contenido que asig-nan a cada una de elias, pero siempre queda la cueston reducida a un par de fuer-zas opuestas: partidarios de la independencia, y defensores de la continuidad delregimen espafiol. Para los seguidores de la teorfa revolucionaria, los independien-tes eran ilustrados, formados en la enciclopedia, apoyados en los Derechos delHombre, imbuidos de las luces, del progreso, de la libertad de los pueblos ... y de

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    la bondad natural; los defensores de la soberanfa espafiola eran, al contrario, lososcurantistas en materia cultural, fanaricos en 1 0 religioso, despotas en 1 0 poHti-co: autenticos enemigos del progreso y de la libertad, hombres defensores de lastinieblas medievales.Para Marius Andre los espafioles son los enciclopedistas, los volterianos, los

    que introducen la masonerfa y las ideas de la ilustracion, los que han roto con elpasado espafiol, los innovadores; los que se alzan contra las autoridades espafiolasson los defensores del trono y de la religion, los que sostienen la soberanfa deFernando VII, los que combaten por el sistema de ideas tradicional bajo el quehabfan vivido sus antepasados. Gimenez Fernandez caracteriza a los insurgentescomo los continuadores de la teorfa polftica de Suarez: mayor ortodoxia, dentrode 1 0 espafiol, no cabe; los fidelistas -es decir, los que mantienen los derechos deEspana en Indias- son conservadores, absolutistas, regalistas.Sea cual fuere el contenido que se les de, parece que esta vision del problema

    a base de dos tendencias antag6nica.s no puede llevarse mucho mas lejos de 1 0 quehasta hoy se ha llegado. No se yen, en efecto, earninos abiertos que dejen a unacomprensi6n mas entera y exacta de la cuestion. ~No radicara la causa de estainsuficiencia en un equivocado plantaeamiento del problema?2.-A poco que se analicen las teorfas acerca de la Independencia se observaque es cormin a todas ellas el adoptar un punto de vista americano, Parececomo

    si en el momento de llegar a una clara delimitacion en el earnpo ideologico sehiciera abstraccion de todo 1 0 que fuera ajeno a los terrirorios de Indias y a loshombres de la Independencia.Y no hay raz6n suficiente para hacerlo asf, Cuando se estudia el hecho del des-

    cubrimiento se tiene en cuenta siempre, como punta previo de partida, los viajesde los portugueses par la costa africana, el estado de los conocimientos geografi-cos, de la ciencia nautica, de los instrumentos de navegacion. AI estudiar la cons-tituci6n polftica de las Indias, la organizacion juridica y administrativa del NuevoMundo, se comienza siempre par el caracter de la Monarqufa espafiola, par elpensamiento polftico que la informaba, por el esrado de las instituciones vigentessegun los cuales se gobernaba. No es fikil de comprender el sistema de equilibrioamericano que predomina en las Indias durante el XVIII si antes no se conoceen que consisda el equilibria europeo y se estudia el contenido de la paz deUtrech. Cualquier problema referente a America es incomprensible si se prescin-de de la epoca y de la merropoli.Entonces, ~por que prescindir de estos factores -del tiempo y del espacio-- en

    el momento de iniciarse la crisis? EI aislamiento americano termino en 1492.Desde entonves, Espafia fue el cordon umbilical que uni6 e l Nuevo con el ViejoMundo, y es arbitrario y poco logico el perder de vista esta conexion hist6rica pre-cisamente en 18000 1808.No creo que pueda =ni deba- considerarse la emancipaci6n americana como

    un fen6meno perfectamente delimitado, aislado y genuino. En todo caso, 1 0 sera52

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    hasta cierto punto, y s610 se podra llegar a esta conclusi6n cuando un examendetenido 10 demuestre. Hasta entonces la independencia de los reinos espafiolesde ultramar debe orientarse partiendo de las dos coordenadas historicas recono-cidas: el tiempo y el espacio.Y el tiempo nos sinia en una epoca precisa que tiene caracteres muy bien

    determinados. Se pueden tomar, un poco arbitrariamente, las fechas 1800-1830como limites de la crisis de los reinos espafioles de America. Esas mismas fechascaen, en Europa, dentro tamhien de un perfodo enrico cuya caracterfstica esen-cial es el fin del Antiguo Regimen y los comienzos del sistema liberal. El fen6-meno americano no es sustancialrnente distinto: la emandpaci6n no es otra cosasino el fin del Antiguo Regimen en America espafiola, No es, pues, un caso aisla-do y dpico; antes al contrario, desde el punto de vista ideologico, es la manifes-taci6n en Indias de un hecho general, la versi6n americana de un problemaamplio que afecta a todo el occidente.En Europa este hecho viene probado por otro mas profundo: un cambio de

    mentalidad. Gracias a Paul Hazard, es hoy perfectamente posible sorprender losorigenes de esta mutaci6n de las conciendas -1 0 que el llama crisis de fa concien-c ia e u ro p ea - y los caracteres que adopt6 a 10 largo del setecientos en todas lasmanifestaciones del pensamiento.Espana presencio en su Historia este fen6meno. Como en Europa, hay tam-

    bien en Espafia un cambio de mentalidad que fue claramente percibido por losmismos contempoclneos. Godoy, Blanco White, John Francis Bacon, Bois-le-Comte dejaron testimonio de la evoluci6n intelectual que se desarrollaba ante susojos. Una nueva generaci6n de espafioles, formada en la Enciclopedia, profunda-mente influida por Locke y Montesquieu, par las luces y los Derechos del hom-bre, hiw su aparici6n en la vida publica espafiola. Y tambien en Espana, como enEuropa, el Antiguo Regimen se desplom6. Son los afiosdel reinado de FernandoVII los que contemplaron la crisis de la Monarqufa espafiola, los mismos que lle-van el signa de la crisis de Espana en America.Pero Espafia, en este fen6meno, no sigue exactamente el mismo proceso que

    el resto de Europa, caractedstica que es dado observar en toda su historia. Lalucha se plante6 en Europa -en Francia especialmente- entre dos modos de con-cebir la vida polftica, y son dos, en efecto, las tendencias antag6nicas: AntiguoRegimen y sistema liberal. Veneido y desaparecido el primero, el liberalismo seimpone sin mayor contradicci6n. En Espana no sueeden las cosas con la mismasimplicidad. Hay un dohle proceso. y no son dos, sino tres, las concepciones poll-ticas que se encuentran y combaten. Hay un primer momento en que se enfren-ta el Antiguo Regimen con una tendencia reformista que repudia el sistemavigente y busca un cambio esencial en el ~obierno de la Monarquia. Esta ten-dencia reformista estaba integrada por dos corrientes polfticas opuestas en losprincipios, cada una de las cuales preconizaba una solud6n distinta a l problema.Tenfan entre sf dos puntos de coincidencia: la condenad6n del Antiguo Regimen

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    y el imponer como postulado esencial de reforma una mayor participacion delpueblo en la direccion de los negocios publicos, en las tareasde gobierno.De hecho, el Antiguo Regimen careda ya de vitalidad y de soluciones en1808. La generaci6n ilustrada quiso un cambio de sistema partiendo de los

    Derechos del hombre y buscando una solucion 1 0 mas parecida posible a la quese habfa logrado en Francia a rafz de la Revoluci6n Francesa, no en cuanto aforma de gobierno (republica), sino en cuanto ala orientacicn, a los principios.La tendencia opuesta -los realistas de 1810 a 1833, los carlistas de 1833 en ade-lante- partia para su reforma no de los Derechos del hombre, sino de los carac-teres y circunstancias del espafiol. No deseaban una solucion extrafia 0 abstractssino una solucion concreta espanola.El no ver en la crisis espanola de 1808 a 1833 sino el simple par de fuerzasAntiguo Regimen y sistema liberal, identificando con el primero la corrientereformista del realismo, ha sido causa del error inicial que ha originado la incom-prension de todo nuestro siglo XIX. Y, 1 0 que es mas, acaso pudiera encontrarseen este error una de las razones por las que todavia no se ha podido dar con unexacto planteamiento de la emancipacion americana.Cabe, pues, tomar en consideraci6n para orientar de nuevo la Independencia

    de America estos tres puntos:Nose trata, ideo16gicamente considerado, de un hecho aislado y genuino, sino

    de la manifestaci6n en el Nuevo Mundo de un fen6meno general de la epoca quese da tambien en Europa yen Espana. La crisis americana es, ademas, simultaneaa la espanola.En Europa, como en Espana, la crisis es el resultado de un cambio de menta-

    lidad. (Yen America?En Europa, desaparecido elAntiguo Regimen, queda el liberalismo como

    unica soluci6n polltica, y es el quien conforma la nueva epoca, En Espafia, desa-parecido el Antiguo Regimen, quedan, no una, sino dos soluciones polfticas quese disputan la direcci6n del Gobierno de la Monarquia: elliberalismo, que arran-ca de los Derechos del hombre y de las ideas de la Enciclopedia, y el realismo-luego se llamarfa carlismo-, que parte de los caracteres concretos del espafiol yse apoya en el sistema de ideas que los enciclopedistas habfan desechado. ~Y enAmerica?He aqui c6mo el abandonar el punto de vista americano -la palabra se usa enel sentido que quedo antes fijado- y el adoptar el espafiol, el prestar una mayor

    atenci6n a la metropoli y el no desvincular todavfa de Espafia a los reinos deAmerica, puede ser camino abierto a una soluci6n.3.-Gimenez Fernandez vio con toda exactitud las tres fechas, los tres aconte-

    cimientos espafioles que tienen una repercusion importante en el proceso de laemancipaci6n: 1808, 1814, 1820. En la primera de ellas comienza el estado deinquietud que cuaja en la formaci6n de Juntas de 1810. Tiene lugar entonees 10que pudiera llamarse el planteamiento [urfdico de la Independencia. Los reinos

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    de America, como los de Espafia, dependfan del Rey. Cuando el monarca paso laFrontera francesa, 1aMonarqufa qued6, de hecho, sin cabeza, y para sustituir laautoridad de Fernando VII en el momento en que 1aquiebra de las autoridadesespafiolas frente a 1a invasion francesa hizo necesaria su sustitucion, en laPeninsula nacieron Juntas Provinciales que en cada region defendieron los dere-chos de Fernando VII.En America hubo tambien una quiebra de las autoridades espafiolas. Un

    Iturrigaray, un Hidalgo de Cisneros, un Marques de Sobremonte, 0un Emparan,son casos muy frecuentes. Asi, como en Espana, ante una actuaci6n no muyrotunda, ante una posicion no muy clara, los reinos de America reaccionaron,como los espafioles, creando Juntas para la defensa de los derechos del Rey. E1problema juridico nace cuando las Juntas de America rehusan el reconocimientoy la surnision a la Junta Central 0ala Regenda.En 1814 las circunstancias cambian por complete y los argumentos deben

    cambiar tambien, Fernando VII regresa a Espana en la plenitud de su soberanfa,y, con respecto a America, la situacion vuelve a ser como antes de 1808. Si selevantaron en defensa de los derechos del Rey, su alzamiento ya no tiene objeto.Y, sin embargo, el problema, agravado, sigue subsistiendo.En 1820 la Monarqufa espafiola sufre una nueva conmocion. Para aquelentonces el suceso ya no tenia, para la mayor parte de America, excesiva trascen-

    dencia, salvo para Mexico, donde determine -0al menos influy6 de maneranotable- una reacci6n tan brusca que cuando lleg6 O'Donoju la separaci6n eraunhecho.La emandpaci6n se consuma en todas partes con entera independencia de lossucesos de la Peninsula. que, a 1 0 sumo, pudieron ser en diversos momentos oca-sion, nunca causa.~Que es 1 0 que hay de comun en toda America, 1 0 que permanece frente a lavariedad de sucesos que se desarrollan en la metropoli, 1 0 que constituye el alma

    de la secesi6n?Creo que en el fondo hay que buscar el signo de los tiempos. No la rivalidad

    entre criollos y peninsulares, ni cuestiones de comercio 0 causas sociales. Todoello pudo influir -de hecho, indudablemente, influy6-, pero no puede ser unacausa porque no es cormin, simultdneamente, a todos los territorios. Lo que hay,fundamentalmente, es un cambio de mentalidad, de la misma manera y con elmismo signo que se observa en Europa y en Espana.Una nueva generaci6n surgi6 en America. Una nueva generad6n muy dis tin-

    ta a las anteriores, que no pensaba ni senna como sus abuelos, que estaba desa-rraigada del pasado porque hundfa sus rakes en el sistema que las luces habfandescubierto. En distinta medida con relaci6n a cada pais. esta claramente mani-fiesto el proceso del cambio de mentalidad. Con relaci6n a Argentina. sobre rodo,Ibarguren y Caillet-Bois 10 han revelado nftidamenre, Basterra, en un libro quegoz6 de cierta popularidad, Lo s n a ui os d e fa ilustracidn, se ocup6 de la penetraci6n

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    de las ideas nuevas en Venezuela. Espejo, en Quito, publico y dirigio un peri6di-co de caracteres andlogos al Telegrafo Mercant i l ; de Buenos Aires, 0alMercurio deL ima , de Peru.Es indudable que tambien en America hubo un cambia de mentalidad.

    N6tese bien: no una simple influencia de la Revoluci6n Francesa, sino una ver-dadera revoluci6n en las ideas, que se manifiesta incluso en las Universidades.Este es el factor que da ser a una posicion determinada que se rnantiene invaria-ble can argumentos no siempre iguales en los distintos momentos que pudieronintroducir una mudanza decisiva en las tendendas de emancipacion, Y el feno-meno, no reducido a un solo pais, sino de manera general a los territorios espa-fioles de Indias, no esta aiin estudiado can la extensi6n y profundidad que sehacen necesarios. De aquf el que sea todavfa muy expuesto ellanzar una nuevateorfa acerca de la independencia, aunque sf sea factible -yen cierta manera de-seable- el abrir un camino que permita un nuevo planteamiento y una orienta-ci6n nueva.Yel punto de partida lno podrfa ser una atenta consideraci6n de la crisis espa-

    nola? ~No habrfa, en America, un juego de factores ideo16gicos algo mas comple-jo del que hasta hoy se ha venido aceptando con el par de fuerzas fidelista-insur-gentes, ilustrados-conservadores, libertadores-absolutistasiHay fenornenos en la historia de los Estados hispanoamericanos posterior a laindependencia que llaman la atencion, Tambien aquf es facil percibir la semejan-za del ochocientos hispanoamericano y espafiol: dan la impresi6n todos ellos deuna gran inseguridad polltica, de un constante vivir en equilibrio inestable. Losgrandes libertadores -Bolivar, Iturbide, San Martfn- son desplazados muy pron-to, rechazados, desengafiados, Todos ellos, lograda la emancipaci6n, piensan enforma y regfmenes estables, autoritarios en la medida de 10posible, conservado-res de cuandohabfa en el pasado compatible con el nuevo estado de cosas. EnArgentina, despues de la erriancipacion, hay una guerra civil entre federales y uni-tarios. En Mexico, en todo el siglo, es patente la disociaci6n entre el gobierno yel pueblo. Abundan las revoluciones y los pronunciamientos. Como en Espaiia.~No existirfan en America, dentro de la unidad que daba a los insurgentes el

    ser opuestos al Antiguo Regimen, aquellas dos tendencias que se observan enEspana? ~No sera una explicaci6n del turbulento y caotico siglo XIX americano,como 10 es en Espana, la pugna entre dos tendencias polfticamente reformistasque parten de principios opuestos?Hay que prestar una mayor consideraci6n a los documentos politicos ameri-

    canos de la epoca de la emancipacion y los afios inmediatamente posteriores, exa-minandolos con la luz nueva que sobre el problema puede arrojar la crisis espa-fiola. Es caracterfstico de los tiempos de crisis la desorientacion, la ausencia de unclaro diagn6stico de las necesidades y aspiraciones del pais -del pais entero, no deuna fracci6n-, la vision deformada de 1 0 real por causa de una determinada posi-cion ideo16gica que hace de filtro, Este cardcter general se da, como en Espana,56

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    en America. Algo as f como el gobernar por maximas de los liberales espafioles, .Respecto de la crisis espanola del Antiguo Regimen se ha venido repitiendo

    hasta nuestros dias la misma historia que los vencedores en el campo politicoescribieron en los afios de triunfo. Los hechos concretos se han ampliado, se hancompletado: pero la vision no se cambi6 porque ningiin historiador exarnin6 crf-ticamente los supuestos en que toda esa versi6n, casi oficial, descansaba. Y fal-tando la crftica se careci6 tambien de la vision minima necesaria para ver las con-tradicciones 0 anomalias que presentaba.Creo sinceramente que una revisi6n del problema de la independencia hispa-

    noamericana serfa de gran utiIidad y quizas hasta de resultados maravillosos por10 sorprendentes e inesperados. Y creo, tambien, que e l estudio de la crisis delAntiguo Regimen en Espaiia es 10 que podria suministrar la base para un nuevoplanteamiento. Cierto que es muy diffcil dar una teorfa como conclusion, sobretodo cuando falta mucho analisis: pero quizas no 10sea tanto el elaborarla comopunto de partida, como armaz6n que se ratifique 0 rectifique a medida que unainvestigaci6n mas orientada nos vaya mostrando nuevas facetas y una mas ampliacomprensi6n. La posicion y actuacion de las autoridades espafiolas en America,la vision que los espaiioles contempordneos tuvieron del problema -si es quealguna tuvieron-, la visi6n de los gobiernos -Junta Central, Regencia, CortesExtraordinarias, gabinetes realistas, gobiernos y Cortes del trienio-, e l caracter yposici6n ideologica de las Juntas americanas, la actuaci6n y tendencias de losdiputados americanos en las Cortes de 1812, los documentos de caracter publicoque emanaron de las nuevas autoridades, la formad6n intelecrual y la ideologiade los Iibertadores y, sabre todo, la lucha por e 1 poder cuando se consum61a sepa-radon, son otros tantos pasos cuyo estudio es necesario iniciar con la vista pues-ta en la crisis espanola. Solo can la previa consideraci6n de 1 0 espafiol es posible,conocer la historia americana hasta 1800. Y no entiendo como pueda ser posiblellegar a una comprension de la crisis americana si, precisamente en sus mismosurnbrales, se prescinde de 10 espafiol,

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