el problema de la «escritura» y la narrativa

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El problema de la «escritura» y la narrativa hispanoamericana contemporánea * Definir las peculiaridades de una posible «novela de la escritura>’ entre las múltiples orientaciones y peculiaridades de la narrativa his- panoamericana contemporánea no es tarea fácil. «Hablar de escritura puede significar muchas cosas —escribe Margo Glantz a propósito de los autores que inician su actividad en México mediados los años sesenta— o quizá sea sólo una escapatoria bizantina’>, lo que no le im- pide utilizar el término para referirse a diversas tendencias ‘<cuyo pun- to de convergencia seria la preocupación esencial por el lenguaje y por la estructura,,i. Esto no es decir demasiado, ciertamente, La preocupa- ción por el lenguaje no constituye una novedad absoluta: puede retro- traerse hasta los cronistas de Indias y su necesidad de fundar una ex- presión americana, hasta los románticos y su pretensión de lograr la «emancipación mental», hasta los modernistas o la vanguardia poética 2. Y desde luego constituye un lugar común entre los narrado- res de las últimas décadas, que con frecuencia insisten en la considera- «Razones que no vienen al caso impidieron hasta ahora la publicación de estas pági- nas, que constituyeron el texto de una ponencia leída en las II Jornadas de Literatura His- panoamericana celebradas en la Universidad Hispanoamericana de Santa Maria de la - bida (Huelva), del 26 al 29 de mayo de 1982. Para entonces> como para ahora, tal vez el problema de la »escritura» había dejado de serlo: buena parte de la última narrativa de Hispanoamérica, la más relevante quizá, parece (esa es mi impresión) haberse desentendi- do de las búsquedas experimentales a ultranza para volver sobre su realidad social y poli- tica, sobre la historia pasada o presente, éon el ánimo de convertirse en conciencia critica de los problemas contemporáneos. Ello no impide que esta reflexión sobre las inquietu- des de una época —o sobre una orientación de esas inquietudes, y sobre la obra de algu- nos de sus representantes más notables— conserve la validez que pudiera tener cuando se escribió. Onda y escritura en México: jóvenes de 20a 33, estudio preliminar, compilación y no- tas de Margo Gt.ANTz, Méxicu, Siglo XXI Editores, 1971, págs. 29-30. 2 Véase Luis SAINz DE MEDRANO, »EI lenguaje como preocupación en la nuvela hispa- noamericana actual», en Anales de Literatura Hispanoamericana, vol. VIII, n-0 9, Madrid, 1980, págs. 235-254. Anales de literatura hispanoamericana, núm. 14. Ed. Univ, Complutense, Madrid, 1985.

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El problemade la «escritura»y lanarrativa hispanoamericana

contemporánea*

Definir las peculiaridadesde una posible «novela de la escritura>’entre las múltiples orientacionesy peculiaridadesde la narrativa his-panoamericanacontemporáneano es tarea fácil. «Hablar de escriturapuedesignificar muchascosas—escribe Margo Glantz a propósitodelos autores que inician su actividad en México mediados los añossesenta—o quizá seasólo una escapatoriabizantina’>, lo que no le im-pide utilizar el término para referirsea diversastendencias‘<cuyo pun-to de convergenciaseria la preocupaciónesencialpor el lenguajey porla estructura,,i.Estono es decir demasiado,ciertamente,La preocupa-ción por el lenguajeno constituye una novedadabsoluta:puederetro-traersehastalos cronistasde Indias y su necesidadde fundar una ex-presión americana,hasta los románticos y su pretensiónde lograr la«emancipaciónmental», hasta los modernistas o la vanguardiapoética2.Y desdeluego constituye un lugar común entre los narrado-res de las últimas décadas,que con frecuenciainsistenen la considera-

«Razonesque no vienen al caso impidieron hastaahorala publicación de estaspági-

nas,queconstituyeronel texto de unaponencialeída enlasII JornadasdeLiteraturaHis-panoamericanacelebradasenla UniversidadHispanoamericanade SantaMaria de la Rá-bida (Huelva), del 26 al 29 de mayo de 1982. Paraentonces>como paraahora, tal vez elproblemade la »escritura»habíadejado de serlo: buenapartede la última narrativa deHispanoamérica,la másrelevantequizá, parece(esaes mi impresión)habersedesentendi-do de las búsquedasexperimentalesa ultranzaparavolver sobresu realidadsocial y poli-tica, sobrela historia pasadao presente,éon el ánimo deconvertirseenconcienciacriticade los problemascontemporáneos.Ello no impide que esta reflexión sobre las inquietu-desde una época—o sobreuna orientaciónde esasinquietudes,y sobrela obra de algu-nos de sus representantesmásnotables—conservela validez que pudieratener cuandose escribió.

Onda y escritura en México:jóvenesde20a 33, estudio preliminar, compilación y no-tasde Margo Gt.ANTz, Méxicu, Siglo XXI Editores, 1971, págs. 29-30.

2 VéaseLuis SAINz DE MEDRANO, »EI lenguajecomo preocupaciónen la nuvela hispa-noamericanaactual»,enAnales deLiteratura Hispanoamericana,vol. VIII, n-0 9, Madrid,1980, págs. 235-254.

Anales de literatura hispanoamericana, núm. 14. Ed. Univ, Complutense,Madrid, 1985.

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ción de la novela como una estructuraeminentementeverbal y, desdedistintosángulosy con pretensionesdiversas,afrontan el problemadeconseguirun instrumentoidóneo parala expresiónde necesidadessen-tidascomo nuevas.“No escasual—señalaDonald L. Shaw—que,al po-co rato de haberdescubiertola filosofía actualque las categoríasden-tro de las que percibimos los objetoso la realidad son eminentementeverbalesy que la palabraes muchasvecespartede la experienciamis-ma, la lenguahayaempezadoa preocuparlesa los novelistas,no ya co-mo elementoestilístico o mero vehículo de expresión,sino en sus rela-cionesmássecretascon lo real»~.

Tambiénes unanovedadrelativa la preocupaciónconscientepor laorganizaciónen el texto del material narrativo. Incluso el recurso tanextendidoy comentadode introducir reflexionesdel narradorsobrelanovela(e incluso sobre el procesode su escritura)dentro de la novelamisma, no esun hallazgocontemporáneo:Cervantes,Sterne,Unamuno,Prousty otros escritoresmostraríantal vez que esaconscienciade laficcionalidad de la novela, exacerbadaen nuestro tiempo, es tan viejacomo la novela misma, y en último término seria irrelevantepara ca-racterizaruna «novelade la escritura». Otro tanto podría decirse,engeneral,de la adopción de nuevastécnicasnarrativas,que si en parteconstituyenpor si mismas una novedad,no lo son en tanto queactitudde superarrecursosdel pasadoque se consideranenvejecidoso inúti-les, o de los mismos contenidosde los relatos: toda la narrativa con-temporáneapuedeconsiderarsecomo una relecturay reescrituracríti-casde la tradición literaria propia, desmantelandolos viejos esquemasde índole política, geográfica,étnica,cultural o estrictamenteliteraria,sin olvidar el contextooccidental en que esa tradición se inscribe. Talvez, por otra parte, es lo que ha ocurrido siempre: la misma superposi-ción o sucesión(y crítica) de los movimientos literarios, con susdistin-tas estéticasy procedimientosdiversos,puedesersuficientementeilus-trativa al respecto,y ayudaríaa valorar en su real alcanceestarevolu-ción de nuestraépoca,tan recalcadapor críticos y autores.

De cualquier modo, dentro de las preocupacionespor el lenguajeypor la estructuraquecaracterizana la novelacontemporáneade Hispa-noamérica,dentro también de esasu ambiciosapretensiónde reescri-bir la tradición literaria propia (americana,occidental,universal) des-truyendo las viejas convenciones,algo hay en obras como Farabeu¡(1965) y El hipogeosecreto (1968), de SalvadorElizondo, De dondesonlos canta>-u/es-(1967),Cobra (1972) y Mailreya (1978), de SeveroSarduy,Siberia blues (1967)y El amor, los Orsinis y la muerte(1969),de NéstorSánchez,que les prestaunafisonomíapeculiar. La relación de novelasemparentablescon las mencionadaspodría ser amplia, y en ella po-

3 Nuevanarrativa hispanoamericana, Madrid, Ediciones cátedra, 1981, pág. 217.

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drían figurar sin excesivasdificultades otras tan conocidascomo Trestristes tigres (1967), El obscenopájaro de la noche(1970), Cambiode piel(1967), Terra nostra (1975), El mundoalucinante (1969>o las de ManuelPuig. Las reflexionesque siguen,quetendríanque ver con unaorienta-ción novelísticadominada (¿con exclusividad?)por el problemade laescritura, tienen como puntode partidalas citadasen primer lugar, loque no quiere decir que no seanválidas para otras. Los límites entrelas distintas tendenciasy las preocupacionesque las inspiran no sonfáciles de precisar,y probablementeni siquieraexisten. A fines de ladécadade los sesentaEmir RodríguezMonegal pudo detectarciertascoincidenciasentrealgunosjóvenesescritores,entrelos quemenciona-ba a Fernandodel Paso,SalvadorElizondo, EdmundoDesnoes,Reynal-do Arenas,Daniel Moyano, JoséEmilio Pachecoy otros,paradetenersefinalmenteen las personalidadesya destacadas(ensu opinión) de Nés-tor Sánchez,Manuel Puig, Gustavo Sainz y SeveroSarduy.«A los cua-tro —señalaba—los une una concienciaagravadade que la texturamás íntima de la narraciónno estáni en el tema (comofingían creer,otal vezcreían, los románticosnarradoresde la tierra) ni en la construc-ción externa,ni siquiera en los mitos. Está, muy naturalmenteparaellos, en el lenguaje.O para adaptarunafórmula que ha sido populari-zadapor Marshall McLuhan: ‘el medio es el mensaje’.La novela usa lapalabrano para decir algo en particular sobreel mundoextraliterariosino para transformar la materia lingúística misma de la narración.Esa transformaciónes lo que la novela ‘dice’, y no lo que suelediscu-tirse in extensocuando se habla de una novela: trama, personajes,anécdota,mensajes,denuncia,protesta,como si la novelafuese la reali-dady no unacreaciónverbal paralela”~. Desdela perspectivaactualnoes fácil admitir que tales consideracionesseanuniformemente válidaspara los autoresmencionados,o paratodasy cadauna de susobrasenparticular. Pareceevidenteque la uniformidad dependemásque nadadel punto de vista adoptadopor el crítico, pero en cualquiercasoque-da de manifiesto que unas mismaspreocupacionesafectan,en distintogrado, a tpda la producciónliteraria de una época.

La dificultad de fijar los límites de una «novelade la escritura»ensu sentidomás estricto no impedirá que intentemosla empresa,y lasreflexionesde RodríguezMonegal puedenconstituir un punto de parti-da válido. Entre las peculiaridades(o la peculiaridad)por él asignadasa la entoncesnuevageneraciónde narradoresfigura esaconvicción deque «la novela usa la palabrano paradecir algo en particular sobreelmundo extraliterario sino para transformarla materia lingúistíca mis-

4 »Tradición y renovación»,enAmérica Latina en st~ lizeratura, coordinacióne intro-ducción por César FERNÁNT,nz MORENo; México, Siglo XXI Editores, 3.’ edición, 1976,págs. 139-166(163).

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ma de la narración».Tal asertopodría aceptarsecon referenciaa lasobrasde SeveroSarduy,puescoincide básicamentecon los puntosdevista furiosamenteantirrealistas del escritor cubano: «Todo en él (elrealismo), en su vastagramática,sostenidapor la cultura, garantíadesu ideología, suponeuna realidadexterior al texto, a la literalidadde laescritura. Los más ingenuossuponenque es la del ‘mundo quenos ro-dea’, la de los eventos:los más astutosdesplazanla falacia parapropo-nernos una entidad imaginaria, algo ficticio, un ‘mundo fantástico’Pero es lo mismo: realistaspuros —socialistaso no— y realistas‘mági-cos’ promulgany se remiten al mismo mito. Mito enraizadoen el saberaristotélico, logocéntrico,en el saberdel origen, de un algo primitivo yverdadero que el autor llevaría al blanco de la página»5.Despojadodetoda pretensiónde hacerreferenciaa algo fuera de sí mismo, el textoya no dice, es,cobrando relieve la apariencia,lo tradicionalmentecon-sideradocomo la exterioridadde la literatura: los significantesvisuales(la página, los espaciosen blanco, la horizontalidad de la escritura, laescrituramisma)y las relacionesqueentreellos se creanen la página,en el libro. Esta pretensiónde rompercon toda realidadextraliteraria,que provisionalmentepodríaya servir para caracterizaruna narrativacentradaexclusivamenteen el problemade la escritura,dejaen eviden-cia al mismo tiempo la precariedadde las conclusionesde RodríguezMonegal:no parecelegítimo colocar en un mismo plano las novelasdeSarduyy las de GustavoSainz,cuandoalgunacrítica ha podido ver enGazapo(1965) —y en obrasde JoséAgustín, RenéAvilés Fabila, HéctorManjárrez y otros escritoresmexicanosde <‘la onda»—<‘el advenimien-to de un nuevo realismoen el que el lenguajede la ciudad de México,eselenguajesoezdel albur tantasvecesmencionado,al que los jóvenestienen accesoen las escuelas,a través de los sketchescómicos de car-pas, y hasta de la televisión, ingresaen la literatura directamente»6.Problemassemejantesplantearia Manuel Puig, para el que el lenguajey la técnica narrativa constituyen problemasfundamentales,pero aquien nadie podrá negar la pretensión(declarada)de criticar conven-ciones socialesy desmitificar tabúescomo el del sexo.

Con ello tanto las novelasde Sainz como las de Puig mantendrían,paratranquilidad del lector (¿hembra?),la posibilidad de ser conecta-das con esa denostadarealidad extraliteraria —sin perjuicio de su«autonomíaverbal»—,y además,a pesarde sucomplejidadtécnica,se-guirían desempeñandola función tradicional de la narrativa: la de na-rrar una historia o fábula. Aquí radicaríansusposibilidadesde accesoa un público amplio, y una de susdiferencias—la más notoria tal vez,

5 Severo SÁRnuy, Escrito sobre un cuerpo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana,¡969, pág, 47.

6 Margo GLANTz, ob, cit., págs. 22-23.

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por lo elemental—con las novelasde Sarduy,Sánchezo Elizondo. Noes que éstascarezcande todapretensiónsocial, puesse les puedeatri-buir la de agredir las convencionesliterarias, los hábitos mentalesyotras semejantes.«Lo único que la burguesíano soporta —escribiríaSarduy—, lo que la ‘saca de quicio’, es la idea de que el pensamientopuedapensarsobre el pensamiento,de queel lenguajepuedahablar dellenguaje, de queun autor no escribasobrealgo, sino escribaalgo (comoproponía Joyce)”7. Esta parece ser la clave para la determinacióndeunanovelade la escritura:escribir algo, y no sobrealgo.Su consecuen-cia más evidentees la construcción de textos de difícil lectura, sobrelos que se han centradolas acusacionesde experimentalismogratuito,de sumisióna las demandasde determinadacrítica, cuandono de inco-herenciapura y simple. Algo hay de verdaden ello, aunqueesono sig-nifica que carezcande supropia coherencia,y que seaninabordableseincomprensibles.El eco de unacrítica —sobretodo de la nouvellecriti-que francesa,y no sólo en el casode Sarduy,tan ligado al grupo de TelQuel— basadaen la interacciónde múltiples disciplinas (psicoanálisis,filosofía, semiología,literatura.j se dejasentir en estostrabajosde fic-ción, que exigen serdescodificadosdesdesuspresupuestosde basey asuvez (“corriente alterna”) generannuevasposibilidadescríticas. Pro-visto de su aparatoteórico, apoyándoseen él o contra él, el autorpare-ce adquirir una concienciahipersensibledel actode escribir que hallaen ‘<El grafógrafo” suexpresiónantológica:«Escribo.Escriboqueescri-bo. Mentalmenteme veo escribir que escriboy también puedoyermever que escribo.Me recuerdoescribiendoya y también viéndomequeescribía.Y meveo recordandoque me veo escribir y me recuerdovién-dome recordar que escribíay escriboviéndome escribir que recuerdohabermevisto escribir que me vela escribir que recordabahabermevisto escribir que escribíay que escribíaqueescriboque escribía.»S.Conscientede la imposibilidad de plasmarpor el lenguaje toda reali-dadexterior o enfrentadoa la tradición de una literatura quepretendíatransmitir informaciones,el grafógrafohacede la realizaciónde la es-critura (virtualidad textual de todo escrito, juego de significantesaje-nosa todo contenidoo mensaje)su problemaexclusivo, sutema funda-mental. Obcecadoen su trabajo contra la representación,recorta, en-sambla, combina, convierte en tema el lenguajenarrativo, la materianarrativamisma, hacede la escrituraun relato y cuestionamiento(crí-tica) de sí misma, persiguiendola destrucciónde cualquierrestode fic-ción tradicional~. El lector se encontrarádespuéscon materiastextua-les cambiantes,con elementosnarrativosdispersos,restos de anécdo-

Ob. cit., págs. 19-20.8 Salvador Enzosno,El grafógrafo, México, Editorial JoaquinMortiz, t972, pág. 9.9 Véase al respectoel cap V («El juegode la novelaaplastada»)de HéctorLIBERrrLt.A,

Nueva escritura en Latinoamérica, Caracas,Monte Avila Editores, 1977.

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tas, de personajes,de tiempos, de lugares,de mensajes.El texto —esa¿inica realidad de la literatura— se ha convertidoen un objeto compac-to, hermético,por medio de esossignificantesque parecencombinadosal azar, arbitrariamente(¿por sí mismos?),construyendoplanos y tex-turas que encubren(«enmascaran»)el vacío, la ausenciade significa-dos, paragenerarsuspropios contenidos.La escrituraesesamáscara,esa superficie moldeabley visible, y es también un cuerpo—Barthes:«La escrituraesesto: la ciencia de los gocesdel lenguaje,sukamasutra(de esta ciencia no hay más que un tratado: la escritura ~con sustendencias«a la violencia, a la seducción,al placersolitario»Il.

La novela de la escritura, que podrían ejemplificar adecuadamenteCobra, Farabeuj, El hipogeosecretoy obrasde factura similar, secons-tituiría asíen el resultadofinal del alejamientodel realismopropiciadopor escritoresy críticos al tiempo que una amplia corriente filosófica(Mauthner,Witígenstein,Carnap,etc.)hiciera la crítica del lenguajepa-ra poner en entredichosu aptitud representativa,su capacidadparaacercarsea la realidad externae interna del hombre.Desdeposicionesque puedenser idealistaso nominalistas2, que niegan la existenciadela realidad o la capacidaddel lenguaje para aprehenderla,la conse-cuenciaúltima pareceinevitable: las preocupacionesdel escritortermi-nan centrándoseexclusivamentesobreeL discursonarrativo. Ese pare-ce serel caso de Sarduy o Elizondo, “Quizá fuera más fácil escribirunlibro sencillo, un libro al margende la creaciónliteraria pura —se leeen EJ hipogeosecreto—;un libro quesimplementedescribierala vida delos hombresy la vida de las mujeres,como todos los libros que a lo lar-go de la historia hansido escritosal margende toda embriaguezo de to-da ensoñación;esdecir; cuyosargumentosseinscribencuidadosamentedentro de esafalacia supremaque es la realidad»13.En numerosasoca-siones,eco con frecuenciade Borges,el novelista mexicanoinsiste ensu visión del universocomo diccionario abrumador,de los hombresylas cosasreducidosa la condiciónde palabras.Tambiénen los escritosde Sarduypuedenhallarsereferenciasa una realidad supuestay enga-ñosa,que en último término constituye la baseparasuscríticas al rea-lismo. Y estas consideracionespodrían extendersea otros muchosautores:Las posiciones,ciertamente,son por lo general más modera-das,peroel análisisde la relaciónentre realidady lenguajeequivaldríaa trazar el desarrollo de la narrativa hispanoamericanacontemporá-nea.

lo E) placer del texto, Córdoba, Siglo XXI de ArgentinaEditores, 1977, pág. 13.HéctorLJBERTEELA, ob. cit., pág. 13.

12 A propósito de Borgesy su posición al respecto,véaseJaimeREsT, El laberinto deluniverso. Borgesy el pensamientonominalista,BuenosAires, EdicionesLibreríasFausto,1976.

ti Salvador Buzosno, El Hipogeo Secreto, México, Editorial Joaquín Mortiz, 1968,pág. SI.

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Y, paraconcluir, volvamos sobrela dificultad o hermetismode lostextosen cuestión,que podrían inscribirse en un contextomuchomásamplio. «En nuestro tiempo —escribe Octavio Paz a propósitode lasnovelasde Elízondo—, lo mismo en la esferade la literatura y el arteque en las de la moral, la política y el erotismo,asistimosno tanto a undesvanecimientode los signoscomo a su transformaciónen garabatos:signos cuyo sentido es indescifrable o, más exactamente,intraductible*4. A esterespectohayque procedercon sumacautela.Laaparienciacaótica con frecuenciaes sólo apariencia (acusacionesdefragmentarismo,de arbitrariedad,sehicieron en sumomentoanovelascomo Pedro Páramo,La muerte deArtemio Cruz, Rayuelao Tres tristestigres), que suele ocultar una estructurasumamentecuidada,percepti-ble parael lector o el crítico atento.Y aunqueestanovelade la escritu-ra no pretendanarrar una historia a la maneratradicional, no ha re-nunciadoa significar. ‘<Aunque Sarduyen suscomentariossobrela teo-ría de la novela atribuye la mayor importanciaa los elementoslingúís-ticos de la escritura—señalaIvan A. Schulman—en susnovelasdescu-brimos un evidenteprocesode búsqueda,de buceo,de cuyo valor onto-lógico no hay quedudar del todo”’~. ParaDonaldShaw,NéstorSánchezcontinúala novelametafísicade Sábatoo Cortázar,y susobras“expre-san unavisión de la vida en términos de una peregrinacióna través delo casi incomprensiblehaciaunameta intensamenteanhelada,pero só-lo vagamentedefinida»~~.Tambiénlas novelasde Elizondo han sido vis-tas por Octavio Pazcomo pregunta, indagación,búsqueda>~.Todas es-tas conclusionespuedendependermás de los lectoresque de las obras,y en sí son demasiadovagas,pero probablementeexactas:Imposibilita-do por las limitaciones del lenguajepara transcribir de forma literalunarealidad dudosa,nadaimpide al escritorintentaruna nuevaformade conocimiento, de exploración.La dispersión,el caos,la incoheren-cia, la alquimia del texto pretendería(en una experienciasemejanteala surrealistaen más de un aspecto)conciliar sueñoy vigilia, fantasíayrealidady todaoposiciónde contrarios(la presenciade abundantesele-mentosde las culturas orientales,sobre todo en Cobra y Maitreya, re-fuerzaestaimpresión),y en último término accederpor esasasociacio-nes imprevistasdel lenguajeal verdaderoconocimiento,a una revela-ción, a una realidad nueva.

TEODOSIO FERNÁNDEZ

UniversidadAutónoma de Madrid

(España)

‘4 El signoy elgarabato, México, Editorial JoaquínMortiz, 2« edición, ¡975, pág. 7.‘5 «SeveroSarduy», en Narre flva y crítica de NuestraAmérica, compilación e intro-

ducción de Joaquín¡(0v, Madrid, Editorial Castalia,¡978, págs.387-404<402).~t Ob. oiL, pág. 207.

‘~ Ob. oit., págs. 200-206.