el problema agrario y los criticos de marx

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Sobre o programa agrário

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  • EL PROBLEMA AGRARIO YLOS CRITICOS DE MARX 75

    Los cap tios I-X fueron escritos entre junio y septiembre de 1901; los captulos X-X , en el otoo de 1907

    Los captulos I-IV se publicaron por primera vez en diciembre de 1901, en el nm. 2-3 de la revista Zari ; los captulos V-IX, en febrero de 1906, en el nm. 2 de la revista "Obrazovane" ; los captulos X-XI, en 1908, en la recopilacin: V. Ilin. "El problema a g ra r io P a r le I. San Peters- burgo; el captulo XII, en 908 en la recopilacin La vida actual . San Petersburgo

    Los captulos I-X se publican segn el texto de las revistas cotejado con el texto de la recopilacin "El problema agrario ; los captulos X-XI, segn el texto de la recopilacin "El problema agrario ; el captulo XII, segn el texto de la recopilacin

    "La vida actual

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  • ...Q uerer dem ostrar... que el marxismo dogmtico ha sido desalojado de sus posiciones en el problem a agrario, sera forzar una puerta ab ierta ... As lo declar Rsskoe Bogatstvo76 el ao pasado, por boca del seor V. Chernov

    (1900, nm. 8, pg. 204). Qu cualidad tan extraa posee este marxismo dogm tico ! Desde hace muchos aos los sabios y archisabios de E uropa declaran con gravedad (y lo repiten de diversas m aneras escritores y periodistas) que la crtica ha desalojado al marxismo de sus posiciones, pero cada nuevo crtico acomete otra vez la faena de bom bardear esas posiciones supuestam ente ya destruidas. El seor V. Chernov, por ejemplo, en la revista Rsskoe Bogatstvo, y en la coleccin Na slvnom post, fuerza una puerta abierta , a lo largo de doscientas cuarenta pginas, en una charla con los lectores acerca de un libro de Hertz. La obra tan m inuciosamente com entada de este autor -q u ien nos habla, a su vez, de un libro de K au tsk y - haba sido ya traducida al ruso. Tam bin el seor Bulgkov, cumpliendo su promesa de refutar a Kautsky, public un estudio que llena dos volmenes. Con seguridad que ya nadie podr hallar ni los restos del marxismo dogm tico , m ortalm ente aplastado por estas m ontaas de papel crtico impreso.

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    I '

    LA LEY DE LA FERTILIDAD DECRECIENTE DEL SUELO

    Examinemos prim ero a grandes rasgos el semblante terico de los crticos. El seor Bulgkov ya haba publicado en la revista Nachalo77 un artculo contra El problema agrario de Kautsky, en el cual mostr ipso facto sus procedimientos de crtico . Con la m ordacidad y el desenfado inauditos de un verdadero petulante, tritu r a Kautsky; le hizo decir lo que no haba dicho, le acus de hacer tabla rasa de circunstancias y razonamientos que el propio Kautsky haba expuesto con exactitud, y present al lector, como conclusiones crticas personales, las conclusiones de Kautsky. Con aires de entendido, el seor Bulgkov culp a Kautsky de confundir la tcnica con la economa, mas l mismo mostr en seguida, no slo una increble confusin, sino tam bin falta de disposicin para leer hasta el fin las pginas que cita de su adversario. Huelga decir que el artculo del futuro profesor abundaba en trilladas filpicas contra los socialistas, contra la teora del colapso , el utopismo, la fe en los milagros, etc. * Ahora, en su tesis doctoral (Capitalismo y agricultura, San Petersburgo, 1900), el seor Bulgkov salda cuentas con el marxismo y llega en su evolucin crtica al desenlace lgico.

    La idea central de la teora del desarrollo agrario del seor Bulgkov es la ley de la fertilidad decreciente del suelo . C ita pasajes de obras clsicas que establecieron esta ly (segn la cual toda inversin adicional de tra bajo y de capital en la tierra va acom paada de la obtencin no de la cantidad correspondiente de productos, sino de una cantidad decreciente). Nos da a conocer una lista

    * Al artculo del seor Bulgkov, publicado en la revista Nachalo, respond oportunam ente con el artculo titu lado El capitalismo en la agricultura. Debido a la clausura de Nachalo, este artculo se public en Zhizn, 1900, nm . 1-2. (Vase O. C., t. 4, pgs. 123-181. - Ed.) (N ota del au to r a la edicin de 1908. -E d .)

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    de los economistas ingleses que aceptan esta ley. Afirma que tiene alcance universal , que es una verdad de todo punto evidente, absolutam ente innegable , que slo necesita ser expuesta con claridad , etc., etc. Cuanto ms categricas son las expresiones del seor Bulgkov, ms patente aparece su retroceso hacia la economa poltica burguesa, que disimula las relaciones sociales por medio de imaginarias leyes eternas . En efecto, a qu se reduce la evidencia de la famosa ley de la fertilidad decreciente del suelo ? A que si las sucesivas inversiones de trabajo y de capital en la tierra rindiesen no una cantidad cada vez menor de productos, sino una cantidad igual, no tendra sentido extender el rea cultivada; la cantidad adicional de trigo podra producirse sobre la antigua superficie, por pequea que fuere, y la agricultura de todo el globo terreste tendra cabida en una sola deciatina . Tal es el argum ento habitual {y nico) esgrimido a favor de esta ley universal . Por poco que se reflexione, cualquiera ver que este argum ento es la ms vaca de las abstracciones, que olvida lo principal: el grado de desarrollo tcnico, el nivel de las fuerzas productivas. En realidad, la sola idea de inversiones adicionales (o sucesivas) de trabajo y de capital presupone un cambio en los mtodos de produccin, una transformacin en la tcnica. Para aum entar en proporciones considerables el capital invertido en la tierra, es necesario inventar nuevas m quinas, crear nuevos sistemas de cultivo y nuevos mtodos para la cra de ganado, para el transporte de productos, etc., etc. Cierto es tambin que inversiones adicionales de trabajo y de capital pueden hacerse (y se hacen) a escala relativamente reducida cuando el nivel de la tcnica no se modifica. En ese caso, la ley de la fertilidad decreciente del suelo sera aplicable hasta cierto punto, es decir, en el sentido de que el estado inalterado de la tcnica deja un margen relativamente muy escaso para las inversiones adicionales de trabajo y de capital. En lugar de una ley universal, tenemos, pues, una ley muy relativa; a tal punto, que ya no se puede hablar de ley , ni de una particularidad esencial de la agricultura. Tomemos como

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    punto de partida la rotacin trienal de cultivos, las siembras de cereales tradicionales, la cra de ganado para obtener estircol, la ausencia de prados mejorados y deaperos perfeccionados. Es evidente que si no varan estos factores, los lmites para realizar inversiones adicionales de trabajo y de capital en la tierra son muy estrechos. Pero aun dentro de esos lmites estrechos, que, a pesar de todo, perm iten dichas inversiones, no se observa siempre, ni demanera absoluta, la disminucin de la productividad a cada nueva inversin. Tomemos la industria. Imaginemos la molienda o la elaboracin de hierro en la poca que precedi al comercio m undial y a la invencin de las m quinas de vapor. A aquel nivel de la tcnica, el campo de inversin adicional de trabajo y de capital en las fraguas de mano o en los molinos de viento y de agua era lim itado en extremo; inevitablemente haba de producirse una enorme difusin de pequeas herreras y de pequeos molinos, antes de que la transformacin radical de los mtodos de produccin crearauna base para nuevas formas de la industria.

    Por eso, la ley de la fertilidad decreciente del suelo no rige en ningn caso cuando la tcnica progresa y cuando los mtodos de produccin se transform an; slo rige, y de m anera muy relativa y restringida, cuando la tcnica permanece invariable. He ah por qu M arx y los marxistas no hablan de esta ley , en tanto que slo la proclam an a gritos los representantes de la ciencia burguesa, como Brentano, incapaces de librarse de los prejuicios de la vieja economa poltica, con sus leyes abstractas, eternas y naturales.

    El seor Bulgkov defiende la ley universal con argumentos que mueven a risa.

    Lo que era un libre don de la naturaleza, hoy debe hacerlo el hom bre: el viento y la lluvia removan la tierra, colmada de elementos nutritivos; al hom bre slo le era menester un pequeo esfuerzo para obtener lo necesario. Con el tiempo, le correspondi una parte cada vez mayor del trabajo productivo; como en todas partes, los procesos artificiales fueron reem plazando a los naturales.

  • Pero mientras en la industria ello constituye una victoria del hombre sobre la naturaleza, en la agricultura indica la creciente dificultad de una existencia a la cual la naturaleza le escatima sus dones.

    En este caso, poco im porta si la creciente dificultad en la produccin de alimentos se expresa en un aumento del trabajo hum ano o de los frutos de este trabajo: herramientas, abonos, etc. (el seor Bulgkov quiere decir: poco im porta que la creciente dificultad en la produccin de alimentos se exprese en el aum ento del trabajo hum ano o en el incremento de sus productos); lo que importa es que esa dificultad le resulta al hom bre cada vez ms costosa. En esa sustitucin de las fuerzas de la naturaleza por el trabajo hum ano, de los factores naturales de la produccin por los artificiales, se funda la ley de la fertilidad decreciente del suelo (16).

    Est visto que los laureles de los seores Struve y Tu- gn-Baranovski quitan el sueo al seor Bulgkov; aqullos ya haban llegado a la conclusin de que no es el hom bre quien trabaja con la ayuda de la m quina, sino sta la que funciona con la ayuda del hombre. Al igual que esos crticos, el seor Bulgkov desciende al nivel de la economa poltica vulgar cuando habla del trabajo hum ano que reemplaza las fuerzas de la naturaleza, etc. En general, es tan imposible reem plazar las fuerzas de la naturaleza con el trabajo hum ano como sustituir arshines por puds*. T anto en la industria como en la agricultura el hombre slo puede aprovechar la accin de las fuerzas de la naturaleza cuando ha llegado a conocer esta accin y puede aliviar su aprovechamiento por medio de mquinas, herram ientas, etc. La tonta fbula segn la cual el hom bre primitivo reciba lo que necesitaba, como graciosa ddiva de la naturaleza, valdra al seor Bulgkov una silbatina de los universitarios de prim er ao. Nuestra era no fue precedida por ninguna edad de oro; el hombre primitivo vivi com pletam ente abrum ado por las

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    * Arshn: m edida de longitud, equivalente a 0,71 metros. Pud: m ed ida de peso, equivalente a 40 libras. -E d .

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    dificultades de la existencia, por la penosa lucha contra la naturaleza. El empleo de m quinas y de modos perfeccionados de produccin facilitaron enormem ente esta lucha del hombre en general, y la produccin de alimentos en particular. No aum ent la dificultad para producir alimentos, sino la dificultad del obrero p ara obtenerlos, porque el desarrollo capitalista elev la ren ta del suelo y el precio de la tierra, concentr la agricultura en manos de grandes y pequeos capitalistas, y concentr, en m ayor m edida an, las mquinas, las herram ientas y el dinero, sin los cuales es imposible una eficiente produccin. Explicar la creciente dificultad que enfrenta el obrero para poder vivir con el argum ento de que la naturaleza disminuye sus dones significa convertirse en apologista de la burguesa.

    Al aceptar la validez de esta ley -co n tin a el seor Bulgkov, no afirmamos, ni mucho menos, que la dificultad de producir alimentos aum ente en forma continua, ni negamos el progreso agrcola; afirm ar lo primero y negar lo segundo equivaldra a ignorar lo evidente. Es indiscutible que esta dificultad no crece de continuo y que la evolucin avanza en zigzags. Los descubrimientos de la agronoma y los perfeccionamientos tcnicos fertilizan las tierras estriles y anulan durante algn tiempo la tendencia expresada por la ley de la fertilidad decreciente del suelo (ibd.).

    Qu profundo es todo esto!El progreso tcnico es una tendencia transitoria ,

    m ientras que la ley de la fertilidad decreciente del suelo, es decir, la disminucin (y no siempre) de la productividad de las inversiones adicionales de capital sobre la base de la tcnica invariable, tiene alcance universal ! Ello equivale a decir que las paradas de los trenes en las estaciones son la ley universal del transporte a vapor, m ientras que el movimiento de los trenes entre las estaciones es una tendencia transitoria que paraliza el efecto de la ley universal de la inmovilidad.

    Por ltimo, existe un cmulo de datos que refutan claram ente la universalidad de la ley de la fertilidad decre-

  • cente: son los datos relativos a la poblacin agrcola y no agrcola. El propio seor Bulgkov reconoce que la produccin de alimentos exigira una cantidad de trabajo y, por consiguiente, de poblacin agrcola en constante crecimiento relativo (ntese bien!) si cada pas tuviera que limitarse a sus recursos naturales (19). Si la poblacin agrcola de Europa Occidental disminuye, se debe a que la importacin de cereales contrarresta el efecto de la ley de la fertilidad decreciente del suelo. He aqu, sin duda, una bella explicacin! Nuestro sabio ha olvidado un detalle: el decrecimiento relativo de la poblacin agrcola se observa en todos los pases capitalistas, tanto en los agrcolas como en los que im portan granos. La poblacin agrcola disminuye relativamente en Amrica y R u sia; en Francia viene aminorndose desde fines del siglo X V III (vanse las cifras citadas por el seor Bulgkov en el tomo II de su obra, pg. 168). Adems, este decrecimiento relativo incluso se convierte a veces en absoluto, a pesar de que la superioridad de la importacin de granos sobre la exportacin era verdaderam ente insignificante en el perodo 1830-1840, y slo a partir de 1878 no encontramos ya ningn ao en que la exportacin predomine sobre la im portacin*. En Prusia hubo una disminucin relativa de la poblacin rural, del 73,5 por 100 en 1816 al 71,7 en1849 y al 67,5 en 1871, en tanto que la importacin decenteno comenz slo a principios de los aos' 60 y lade trigo a comienzos de la dcada del 70 (ibd., II , 70 y88). Por ltimo, si se toma los pases europeos im portadores de cereales, por ejemplo Francia y Alemania en la ltim a dcada, se com prueba un indudable progreso de la agricultura, a la par de una disminucin absoluta del nmero de obreros agrcolas ocupados: en Francia descendieron de 6.913.504 en 1882 a 6.663.135 en 1892 (Statistique agricole, p. II, pgs. 248-251), y en Alemania, de 8.064.000 en

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    * Statistique agricole de la France (Enqute de 1892). Pars, 1897, p. 113 (Estadstica agrcola de Francia (Estudio de 1892). Pars, 1897, pg. 11 %. Ed.).

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    1882 a 8.045.000 en 1895*. Por consiguiente, podemos decir, de acuerdo con los copiosos datos relativos a los ms diversos pases, que toda la historia del siglo X IX prueba de m anera irrefutable que la ley universal de la fertilidad decreciente del suelo queda absolutamente paralizada por la tendencia transitoria del progreso tcnico, que perm ite a una poblacin rural en disminucin relativa (y a veces absoluta) obtener una cantidad creciente de productos agrcolas para una masa creciente de poblacin..

    Cabe sealar, de paso, que estos copiosos datos estadsticos refutan por completo tam bin los dos puntos siguientes, centrales en la teora del seor Bulgkov. Primero, su afirm acin de que en ningn caso podra aplicarse a la agricultura .la teora segn la cual el capital constante (instrumentos y materiales de produccin) crece ms rpidam ente que el capital variable (fuerza de trabajo). Con gran em paque, el seor Bulgkov declara falsa esta teora, y para confirmar su punto de vista invoca: a) al profesor A. Skvortsov (conocido ms que nada por haber atribuido la teora de M arx sobre la cuota m edia de ganancia a un malvado

    * Statistik des Deutschen Reichs. Neue Folge. Bel. 112: Die Landwirt- . schaft im Deutschen Reich. Berln, 1898, S. 6 (Estadstica del Imperio Alemn, nueva serie, t. 112: La agricultura en el Imperio Alemn, Berln, 1898, pg. 6. -E d .) . Al seor Bulgkov, claro est, no le agrada com probar el hecho, destructor de todo su m althusianism o , de que el progreso de la tcnica va acom paado de una dism inucin de la poblacin rural. Por esto, nuestro escrupuloso sabio recurre a un subterfugio: en lugar de exam inar la agricultura en el sentido estricto del vocablo (cultivo de la tierra, cra de ganado, etc.), tom a (despus de presentarestadsticas acerca de la can tidad creciente de productos agrcolas porhectrea!) la agricu ltu ra en el sentido am plio d la p a la b ra , en elque la estadstica alem ana incluye los invernculos, la horticu ltu ra com ercial, la industria forestal y la pesquera! De este m odo se logra un aum ento del nm ero de personas verdaderam ente ocupadas en la ag ricu ltu ra !! (Bulgkov, I I , 133). Las cifras reproducids en el texto se refieren apersonas cuya principal ocupacin es la agricultura. El nm ero de personas que hacen de la agricu ltu ra una ocupacin auxiliar subi de 3.144.000 a 3.578.000. No es del todo correcto sum ar estas cifras a las precedentes; pero incluso si las sum amos, slo obtendrem os un pequesim o aum ento: de 11.208.000 a 11.623.000.

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    designio de p ropaganda); b) el hecho de que con la agricultura intensiva aum enta el nm ero de obreros por unidad de superficie. Este es un ejemplo de las incomprensiones premeditadas con respecto a M arx en que incurren siempre los representantes de la crtica de moda. Figrense ustedes: la teora segn la cual el capital constante aum enta ms rpidam ente que el variable es falsa porque el capital variable crece por unidad de superficie! El seor Bulgkov no advierte que los abundantes datos estadsticos aducidos por l mismo confirman la teora de M arx. En toda la agricultura alem ana el nmero de obreros disminuy de 8.064.000 a 8.045.000 entre 1882 y 1895 (y si se suman las personas que hacen de la agricultura una ocupacin accesoria, se elev de11.208.000 a 11.623.000, o sea, slo en un 3,7 por ciento). En el mismo perodo el ganado aum ent de 23.000.000 a 25.400.000 cabezas (calculando todo el ganado como ganado m ayor), es decir, un incremento superior al 10 por ciento; el nm ero de casos en que se em plearon las cinco m quinas principales pas de 458.000 a 922.000, o sea, ms del doble; la cantidad de abonos importados subi de 636.000 toneladas (en 1883) a 1.961.000 (en 1892), y de sales potsicas, de 304.000 a 2.400.000 quintales mtricos*. Acaso no es palm ario que la proporcin del capital constante se acrecienta con respecto al variable? Y eso sin hablar de que estos datos globales ocultan en alto grado el progreso de la gran produccin. Ms adelante nos referiremos a ello.

    En segundo lugar, el progreso de la agricultura a la par con la disminucin de la poblacin rural, o con su crecimiento en cantidades absolutas insignificantes, repele enteram ente la absurda tentativa del seor Bulgkov de resucitar el malthusianismo. Creo que fue el seor Struve quien realiz prim ero, entre los ex marxistas rusos, una tentativa semejante en sus Notas crticas, pero, como siempre, se limit a tmidas observaciones imprecisas y equvocas,

    * Stalistik des Deutschen Reichs, 112, S. 36; Bulgkov, II , 135.

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    que no desarroll hasta sus ltimas consecuencias ni conform en un sistema lgico de opiniones. El seor Bulgkov es ms audaz y consecuente: sin vacilar lo ms mnimo, convierte la ley de la fertilidad decreciente del suelo en una de las leyes ms importantes de la historia de la civilizacin (sic!, pg. 18). T oda la historia del siglo X IX ... con sus problemas de riqueza y pobreza, sera incomprensible sin esta ley , No me cabe la m enor duda de que la cuestin social, en los trminos en que hoy se plantea, est esencialmente vinculada a esta ley !... (Esta declaracin la hace nuestro escrupuloso sabio ya en la pg. 18 de su investigacin .) Es indiscutible declara al f in a l- que en un pas superpoblado cierta parte de la pobreza debe ser considerada como pobreza absoluta, pobreza de la produccin y no de la distribucin (II, 221). El problem a de la poblacin, tal como obligan a plantearlo las condiciones de la produccin agrcola, constituye, a m i juicio, la principal dificultad que obstaculiza, por lo menos . ahora, una aplicacin ms o menos am plia de los principios del colectivismo o de la cooperacin en las empresas agrcolas (II, 265). El pasado lega al porvenir la cuestin del trigo, ms terrible y difcil que la cuestin social, ya que es asunto de produccin y no de distribucin (II, 455), etc., etc., etc. Despus de haber analizado la ley universal de la fertilidad decreciente del suelo, no es necesario que examinemos el valor cientfico de esta teora , ntim am ente ligada con dicha ley. Las conclusiones del seor Bulgkov, que acabamos de reproducir, acreditan con la m ayor franqueza posible que el coqueteo crtico con el malthusianismo ha conducido, por su inevitable desarrollo lgico, a la ms vulgar apologa del rgimen burgus.

    En el siguiente estudio analizaremos los datos provenientes de algunas nuevas fuentes citadas por nuestros crticos (los mismos que constantemente nos aturden con la afirmacin de que los ortodoxos eluden en trar e.n detalles), y mostraremos que, en general, el seor Bulgkov convierte el trmino superpoblacin en una frmula estereotipada cuyo uso lo exime de todo anlisis, en particular

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    del anlisis de las contradicciones de clase en el seno del campesinado . Por el momento, limitndonos al aspecto terico general del problem a agrario, deberemos referirnos tam bin a la teora de la renta. En el tomo II I de El Capital-escribe el seor Bulgkov-, tal como ha llegado hasta nosotros, M arx no agrega a la teora de la renta diferencial de R icardo nada que merezca atencin (87). Retengamos bien esto: nada que merezca atencin , y confrontemos ese veredicto del crtico con otra declaracin suya, hecha con anterioridad: Pese a su actitud de evidente rechazo de esta ley (de la fertilidad decreciente del suelo), M arx acepta en sus principios fundamentales la teora de la ren ta de R icardo basada en ella (13). As pues, segn el seor Bulgkov, M arx no advirti el nexo que existe entre la teora de la renta de Ricardo y la ley de la fertilidad decreciente del suelo, iy por consiguiente no logr a tar cabos! A este propsito, slo podemos decir: nadie deforma tanto a M arx como los ex marxistas, ni nadie m uestra un... un... desparpajo tan increble como ellos p ara achacar mil y un pecados mortales al escritor criticado.

    El aserto del seor Bulgkov es una escandalosa deformacin de la verdad. En realidad, M arx no slo repar en ese entrelazam iento de la teora de la ren ta de Ricardo con su errnea doctrina de la fertilidad decreciente del suelo, sino que puso al desnudo el error de R icardo con la m ayor precisin. Q uien haya ledo con alguna atencin el tomo II I de E l Capital, no habr dejado de observar la circunstancia, muy merecedora de atencin , de que precisamente M arx libr a la teora de la renta diferencial de todo vnculo con la decantada ley de la fertilidad decreciente del suelo . M arx demostr que para la formacin de la ren ta diferencial es necesaria y suficiente la distinta productividad de la diversa inversin de capitales en la tierra. La cuestin no reside en que sea por el paso de un suelo mejor a otro peor, o viceversa, en que la productividad del capital adicional invertido en la tierra dism inuya o aum ente; ello carece de im portancia. En reali

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    dad, se producen toda clase de combinaciones de estos casos tan diversos, y no es posible reducirlas a una sola regla general. As, por ejemplo, M arx comienza por describir la prim era forma de renta diferencial, que resulta de la distinta productividad de los capitales invertidos en terrenos desiguales, e ilustra su exposicin con cuadros estadsticos (a propsito de los cuales el seor Bulgkov censura severamente la aficin excesiva de M arx a envolver sus ideas, con frecuencia muy simples, en un complicado ropaje m atem tico . Como veremos, este complicado ropaje m atem tico se lim ita a las cuatro reglas de la aritmtica, pero sucede que las ideas muy simples no son entendidas por el sabio profesor). Luego de analizar esos cuadros, M arx llega a la siguiente conclusin: Desaparece de este modo el prim er supuesto falso acerca de la renta diferencial, que prevalece todava en West, M althus y R icardo, a saber: el de que implica, necesariamente, el paso a tierras cada vez peores, o la continua disminucin de la productividad de la agricultura. Como hemos visto, la renta diferencial puede formarse con el traslado a tierras cada vez mejores; puede darse cuando una tierra mejor pasa a ocupar el ltimo sitio, que antes ocupaba la peor; puede darse tam bin con un progreso creciente de la agricultura. Su nica condicin es la desigualdad de los distintos tipos de tierra . (M arx no habla aqu de la desigual productividad de las sucesivas inversiones de capital en la tierra, porque esto da origen a la segunda forma de renta diferencial; en este captulo se tra ta slo de su primera forma.) En lo que se refiere al desarrollo de la productividad, la ren ta diferencial presupone que el aum ento de la fertilidad absoluta de toda la superficie agrcola no anule esa desigualdad, sino que, o bien la aum ente, o bien la deje invariable, o simplemente la reduzca (Das Kapital,I I I , 2, S. 199)80. El seor Bulgkov no ha notado esta diferencia fundam ental entre la teora de la renta diferencial de M arx y la teora de la renta de Ricardo. Prefiri buscar en el tomo II I de El Capital un pasaje que permite ms bien pensar que M arx estaba muy lejos de rechazar

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    la ley de la fertilidad decreciente del suelo (pg. 13,nota). Nos excusamos ante el lector por conceder tantaim portancia a un pasaje que carece de ella (para el tema que nos interesa a Bulgkov y a m). Pero qu se puede hacer cuando los hroes de la crtica m oderna que todava se atreven a acusar de rbulas a los ortodoxos- desnaturalizan el sentido completamente claro de la doctrina adversaria, presentando citas separadas del contexto y tra ducciones que tergiversan el original? He aqu cmo cita el seor Bulgkov el fragmento que encontr: Desde el punto de vista del modo capitalista de produccin, seorigina siempre un encarecimiento relativo de los productos (agrcolas), pues (rogamos al lector que observe conparticular atencin las palabras subrayadas por nosotros) para obtener un producto se hacen ciertos gastos, debe pagarse algo que antes no se pagaba . Y M arx dice a continuacin que los elementos de la naturaleza que entran en la produccin como agentes suyos, sin costar nada,representan un don de la fuerza de trabajo productiva de la naturaleza, y que si para obtener un producto suplem entario es necesario trabajar sin la ayuda de esta fuerza natural, hacen falta entonces nuevas inversiones decapital, lo cual conduce a un aum ento del costo de produccin.

    Con respecto a esta m anera de citar , debemos oponer tres reparos. En prim er lugar, el vocablo pues , que com unica al pasaje el sentido de afirmacin absoluta de una ley , lo ha introducido el seor Bulgkov por su propia cuenta. En el original (Das Kapital, I I I , 2, S. 277-278) no se dicepues , sino siempre que81. Siempre que se deba pagar algo que no se pagaba antes, se produce un encarecimiento relativo de los productos: hay que ver cmo se asemeja esta tesis a un reconocimiento de la ley de la fertilidad decreciente del suelo, no es verdad? En segundo lugar, la palabra agrcolas , as como los parntesis, han sido agregados por el seor Bulgkov; en el original dicha palabrano existe. Con la ligereza propia de los seores crticos, elseor Bulgkov consider, probablem ente, que M arx slo

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    poda hablar aqu de productos agrcolas, y se apresur a dar a los lectores una explicacin totalm ente tergiversada. En realidad, M arx se refiere aqu a los productos en general; al fragmento citado por el seor Bulgkov le preceden estas palabras de M arx: en general hay que advertir lo siguiente . Las fuerzas naturales gratuitas tam bin pueden participar en la produccin industrial - t a l es el ejemplo citado por M arx en el mismo captulo sobre la ren ta al referirse a la cascada que reem plaza a la fuerza de vapor en una fb rica-, y si fuere necesario producir una cantidad adicional de bienes sin la ayuda de esas fuerzas gratuitas, resultar siempre un encarecimiento relativo de los productos. En tercer lugar, es preciso exam inar en qu contexto aparece ese pasaje. M arx habla en este captulo de la renta diferencial proveniente de las peores tierras cultivadas, y analiza, como siempre, dos casos absolutamente equivalentes para l, dos casos absoluta e igualmente posibles. El prim ero es aquel en que aum enta la productividad de las sucesivas inversiones de capital (S. 274-276); el segundo, aquel en que dicho rendim iento disminuye (S. 276-278)82. Con respecto a este ltimo caso posible, M arx dice: Sobre la productividad decreciente de la tierra en inversiones sucesivas de capital, debe consultarse a Liebig... Pero en general (la cursiva es nuestra) hay que advertir lo siguiente . Y a continuacin viene el fragmento traducido por el seor Bulgkov, en el cual se dice que cuando debe pagarse lo que antes no se pagaba, resulta siempre un encarecimiento relativo de los productos.

    Dejamos que el lector juzgue de la honestidad cientfica del crtico que convierte una observacin de M arx sobre uno de los casos posibles en el reconocimiento por l de una especie de ley general.

    H e aqu la conclusin del seor Bulgkov acerca del pasaje que ha descubierto.

    Este pasaje es, desde luego, oscuro ... Por supuesto! Despus de que Bulgkov reemplaz una palabra con otra, este pasaje perdi todo su sentido... pero no podra entenderse de otra m anera que como un reconocimiento

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    indirecto o incluso directo (igase bien!) de la ley de la fertilidad decreciente del suelo. No conozco ningn otro lugar donde M arx se haya expresado abiertam ente sobre esta ley (I, 14). Gomo ex marxista, el seor Bulgkov no conoce que M arx declar del todo falsa la hiptesis de West, M althus y R icardo acerca de que la ren ta diferencial supone el paso a tierras peores o el agotamiento progresivo del suelo*. No conoce que en su extenso anlisis de la renta, M arx mostr decenas de veces que considera la disminucin o el aum ento de la productividad de las inversiones adicionales de capital, como casos igualmente posibles!

    II

    LA TEORIA DE LA RENTA

    En general, el seor Bulgkov no ha comprendido la teora de la renta de M arx. Cree haberla rebatido con estas dos objeciones: 1) Segn M arx, el capital agrcola entra en la nivelacin de la cuota de ganancia, de modo que la renta es producida por la ganancia suplem entaria que supera a la cuota media de ganancia. Esto no es exacto para el seor Bulgkov, pues el monopolio de la propiedad de la tierra suprime la libertad de competencia necesaria para el proceso de nivelacin de la cuota de ganancia. El capital agrcola no entra en el proceso de nivelacin de la cuota de gnancia. 2) La renta absoluta es, simplemente, un caso especial de la renta diferencial y es un error distinguirla de esta ltima. Tal distincin se funda en

    * Esta hiptesis de la econom a clsica -h ip tesis falsa, refu tada por M a rx - fue adoptada, se sobreentiende, sin crtica por el crtico Bulgkov, siguiendo a su m aestro Brentano. El factor que engendra la ren ta escribe el seor Bulgkov es la ley de la fertilidad decreciente del suelo... (I, 90). ...L a ren ta inglesa... distingue en la prctica capitales sucesivamente invertidos y de rendim iento distinto, aunque por lo general decreciente (I, 130).

  • 118 V. I. LENIN

    una doble interpretacin totalmente arb itraria de un mismo hecho, a saber, la posesin monopolista de uno de los factores de la produccin. El seor Bulgkov est tan convencido de la fuerza dem oledora de sus argumentos que no puede abstenerse de lanzar contra M arx todo un torrente de palabras pesadas, tales como petitio principa*, no marxismo, fetichismo lgico, prdida de su capacidad de vuelo intelectual, etc. Sin embargo, los dos argumentos se basan en un error bastante burdo. L a misma simplificacin unilateral del tema, que impuls al seor Bulgkov a convertir uno de los casos posibles (la disminucin de la productividad de las inversiones adicionales de capital) en ley universal de la fertilidad decreciente, le lleva ahora a operar indiscrim inadam ente con el concepto de monopolio , a convertir este concepto en algo tam bin universal. Por ello confunde las consecuencias que en la organizacin capitalista de la agricultura se derivan, por un lado, de la limitacin de la tierra, y por el otro, de la propiedad agraria privada. Estas son dos cosas diferentes. Expliqumonos.

    L a condicin, aunque no la fuente de la ren ta del suelo -escribe el seor Bulgkov-, es la misma que hizo posible el monopolio de la tierra, es decir, la limitacin de las fuerzas productivas de la tierra y la necesidad siempre creciente que los hombres tienen de ellas (I, 90). En lugar de limitacin de las fuerzas productivas de la tierra , hubiera debido decir limitacin de la t i e r r a (La limitacin de la productividad de la tierra lleva implcita, como hemos sealado, la lim itacin del nivel de la tcnica, del estado de las fuerzas productivas.) En el sistema social capitalista, la limitacin del suelo presupone realm ente el monopolio de la tierra, pero considerada sta como objeto de explotacin y no como objeto del derecho de propiedad. La hiptesis de la organizacin capitalista de la agricultura presupone

    * Petitio principii, razonam iento que consiste en d a r como cierto lo que se debe probar. Ed.

  • EL PROBLEMA AGRARIO Y LOS CRITICO S DE M ARX 1 19

    necesariamente que toda la tierra est ocupada por haciendas privadas distintas, pero de ningn modo implica que toda la tierra sea propiedad privada de los que la explotan o de otras personas, o propiedad privada en general. El monopolio de la posesin de la tierra basado en el derecho de propiedad y * el monopolio de la explotacin de la tierra son cosasmuy distintas, tanto lgica como histricamente. Desde unpunto de vista lgico, podemos concebir muy bien una organizacin puram ente capitalista de la agricultura, sin propiedad privada de la tierra, en la que toda ella pertenezca al Estado o a las comunidades, etc. Y, en efecto, vemos que en todos los pases capitalistas adelantados, la tierra est ocupada por diferentes empresas privadas, pero estasempresas no slo explotan sus propias tierras, sino tam bin las arrendadas a propietarios privados o las que pertenecen al Estado y a la com unidad rural (por ejemplo, en Rusia, donde, como es sabido, las haciendas privadas establecidas en tierras comunales campesinas son principalmente haciendas campesinas capitalistas). Y no es por azar que M arx, al iniciar su anlisis de la renta, haga notar que el modo de produccin capitalista encuentra en sus prim eras etapas (y subordina) las formas ms diversas de propiedad territorial, desde la propiedad del clan83 y la feudal, hasta la de las comunidades campesinas.

    Por lo tanto, la limitacin de la tierra slo presupone, necesariamente, el monopolio de la explotacin agraria (bajo la dominacin del capitalismo). Pero cules son las consecuencias ineludibles de este monopolio en cuanto a la renta? La limitacin de la tierra conduce a que el precio del trigo sea determ inado por las condiciones de produccin de las peores tierras bajo cultivo, y no por las de calidad media. Ese precio del trigo perm ite al arrendatario ( = empresario capitalista en la agricultura) cubrir sus gastos de produccin y obtener para su capital la ganancia media. El arrendatario que explota un terreno de calidad superior alcanza una ganancia adicional, que constituye la renta diferencial. El problem a de la existencia de la propiedad privada de la tierra nada tiene que ver con el

  • 12 0 V. I. LEN1N

    problem a de la formacin de la ren ta diferencial, inevitable en la agricultura capitalista, sean las tierras de las comunidades, del Estado o sin dueo. L a nica consecuencia de la limitacin de la tierra en el rgimen capitalista es la formacin de la ren ta diferencial como resultado de la. distinta productividad de las diversas inversiones de capital. El seor Bulgkov advierte una segunda consecuencia en la supresin de la libre com petencia en la agricultura y afirma que ella impide al capital agrcola p articipar en la formacin de la ganancia media. Se tra ta de una evidente confusin del problem a de la explotacin de la tierra con el problem a del derecho de propiedad sobre sta. Del hecho de la limitacin de la tierra (con independencia de la propiedad privada sobre ella) slo se deduce lgicamente una cosa, y es que toda la tierra deber ser ocupada ..por los arrendatarios capitalistas, pero de ninguna m anera se infiere que haya de quedar lim itada de algn modo la libre com petencia entre ellos. La limitacin de l tierra es un fenmeno general que im prime su sello inevitable sobre toda agricultura capitalista. L a historia dem uestra con toda claridad lo incongruente que resulta, desde el punto de vista de la lgica, confund ir estas cosas diferentes. No hablemos ya de Inglaterra: en ese pas es evidente la separacin entre la propiedad de la tierra y la hacienda agrcola; la libertad de com petencia entre los arrendatarios es casi total, y el empleo en la agricultura de capitales formados en el comercio y la industria tuvo y tiene lugar en la ms am plia escala. Pero tam bin en los otros pases capitalistas (a pesar de la opinin del seor Bulgkov, quien siguiendo al seor Struve tra ta en vano de poner aparte la ren ta inglesa , considerndola como algo com pletamente original) se est operando el mismo proceso de separacin entre la propiedad de la tierra y su cultivo, si bien en formas extrem adam ente variadas (arriendo, hipoteca84). Al no ver este proceso (fuertemente subrayado por M arx), se puede decir que el seor Bulgkov no ve al elefante. En todos los pases europeos, despus de la cada del rgimen de servidumbre,

  • EL PROBLEMA AGRARIO Y LOS CRITICO S DE M ARX 121

    observamos la destruccin de la propiedad de la tierra basada en el sistema estamental, la movilizacin de la propiedad territorial, la inversin de capitales comerciales e industriales en la agricultura, la difusin de los arrendamientos y de la deuda hipotecaria. Tam bin en Rusia, aun existiendo ms vestigios del rgimen de servidumbre, observamos que desde la reforma aum entan las compras de tierras por campesinos, intelectuales de origen plebeyo o negociantes y se extienden los arrendamientos de tierras pertenecientes a particulares, al Estado, a las comunidades, etc., etc. Qu significan estos hechos? D enotan, a pesar del monopolio de la propiedad de la tierra y no obstante la infinita variedad de sus formas, el nacimiento de la libre competencia en la agricultura. En todos los pases capitalistas, todo propietario de capital puede invertirlo hoy en la agricultura (comprando tierras o arrendndolas) con igual o casi igual facilidad que en cualquier ram a del comercio y la industria.

    Al refutar la teora de la ren ta diferencial de M arx, el seor Bulgkov objeta que todas esas diferencias (en las condiciones de la produccin agrcola) son contradictorias y pueden'' (la cursiva es ma) anularse m utuam ente; la distancia, como indicara ya Rodbertus, puede compensarse con la fertilidad; distintos grados de fertilidad pueden nivelarse mediante un cultivo ms intenso de los terrenos ms frtiles (I, 81). Lstima que nuestro escrupuloso sabio olvide que M arx ya haba sealado este hecho, y que supo apreciarlo en forma no tan unilateral. Es evidente -escribe M a rx - que estas dos causas distintas de la renta diferencial, la fertilidad y la ubicacin (de los lotes de tierra) pueden actuar en sentido opuesto. U na parcela puede estar muy bien situada y ser muy poco frtil, y viceversa. Esta circunstancia es im portante, pues nos explica por qu para ro turar las tierras de un pas dado se puede, de la misma m anera, em pezar por las tierras mejores y pasar luego a las peores, o al revs. Por ltimo, es evidente que el progreso de la produccin social en general realiza, por una parte, una accin niveladora sobre la situacin (de los lotes de tierra) como fuente de renta

  • 122 V. I. LENIN

    diferencial, pues crea mercados locales y hace cam biar la situacin m ediante el fomento de las vas de comunicacin, mientras que por o tra parte acenta las diferencias en la ubicacin local de las tierras tanto por la separacin entre la agricultura y la industria, como por la creacin de grandes centros productores, a la par con el reverso del mismo fenmeno: la acentuacin del relativo aislamiento del cam po (relative Vereinsamung des Landes) (Das Kapital, I I I , 2, 190)85. Por lo tanto, mientras el seor Bulgkov repite con aire triunfal el antiguo principio sobre la posibilidad de la anulacin recproca de las diferencias, M arx plantea el problem a posterior de la transformacin de esa posibilidad en realidad y m uestra que al lado de influencias niveladoras hay otras que tienden a la diferenciacin. Como nadie ignora, en todos los pases y en todas partes existen enormes diferencias de fertilidad y ubicacin de los terrenos, como consecuencia final de esas influencias m utuas contradictorias. La rplica del seor Bulgkov slo revela que sus observaciones son totalmente irreflexivas.

    El concepto de la ltim a y menos productiva inversin de trabajo y de capital prosigue objetando el seor Bulgkov-, es utilizado sin crtica, tanto por R icardo como por M arx. No es difcil advertir el elemento de arbitrariedad que introduce este concepto: supongamos que se invierte en la tierra un capital de 10a, y que cada a sucesiva representa una disminucin de la productividad; la produccin total del suelo ser A. Es evidente que el promedio de productividad de cada a ser igual a yl/10, y si consideramos todo el capital como una unidad, ser precisamente esa productividad m edia la que determ ine el precio (I, 82). Lo evidente, diramos nosotros a esto, es que el seor Bulgkov, con sus frases ampulosas sobre el carcter lim itado de las fuerzas productivas de la tier ra , no ha advertido una pequenez', la limitacin de la tierra. Esta limitacin, en completa independencia de la form a de propiedad sobre la tierra, crea cierto tipo de monopolio, esto es: como toda la tierra est ocupada por arrendatarios y hay dem anda total de los granos producidos

  • EL PROBLEMA AGRARIO Y LOS CRITICOS DE MARX

    en toda la tierra, incluso en los terrenos ms pobres y ms alejados del mercado, se entiende que el precio del cereal es determ inado por el precio de produccin en las tierras peores (o por el precio de produccin correspondiente a la inversin ltim a y menos productiva de capital). La productividad m edia del seor Bulgkov es un intil ejercicio aritmtico, ya que la limitacin de la tierra impide la formacin real de ese promedio. P ara que esa productividad m edia se forme y determine los precios es indispensable que cada capitalista no slo pueda invertir capital en general en la agricultura (ya dijimos que en la agricultura existe la libertad de competencia necesaria para ello), sino tam bin que siempre pueda crear nuevas empresas agrcolas, adems de las ya existentes. Si eso ocurriera, no habra diferencia alguna entre la agricultura y la industria, y por lo tanto no podra originarse ninguna rertta. Pero la limitacin de la tierra impide que tal cosa suceda.

    Prosigamos. H asta ahora hemos razonado sin tener en cuenta para nada el problem a de la propiedad de la tierra; hemos visto que ese mtodo era imprescindible por motivos lgicos y en razn de los antecedentes histricos que nos m uestran el nacimiento y desarrollo de la agricultura capitalista bajo distintas formas de propiedad de la tierra. Introduzcam os ahora este nuevo factor. Supongamos que toda la tierra es de propiedad privada. Cmo se reflejar esto en la renta? Sobre la base de su derecho de propiedad, el terrateniente cobrar al arrendatario la renta diferencial; como sta es el superbeneficio por encima de la ganancia normal, media, correspondiente al capital y como existe (respective* es creada por el desarrollo capitalista) la libre competencia en el sentido de la libertad de invertir capitales en la agricultura, el terrateniente siempre hallar a un arrendatario que se conforme con la ganancia media y le entregue el superbeneficio. La propiedad privada de la

    * O bien. Ed.

  • 124 V. I. LENIN

    tierra no crea la ren ta diferencial; slo la traslada de las manos del arrendatario a las del propietario. Se lim ita a ello la influencia de la propiedad privada de la tierra? Cabe suponer que el propietario otorgue al arrendatario la explotacin gratuita de los terrenos de inferior calidad y peor situados, que slo producen la ganancia media? Est claro que no. La propiedad de la tierra es un monopolio, en virtud del cual el propietario exigir al arrendatario tam bin el pago del arriendo por tales terrenos. Este pago es la renta absoluta, que no tiene relacin alguna con la distinta productividad de los diferentes capitales invertidos y dimana de la propiedad privada de la tierra. El seor Bulgkov acusa a M arx de dar una arb itraria interpretacin doble a un mismo monopolio, pero no se toma el trabajo de pensar que, en efecto, se tra ta de un doble monopolio; en prim er lugar, tenemos el monopolio de la explotacin (capitalista) de la tierra. Este monopolio proviene de la limitacin de la tierra, y por lo tanto es inevitable en cualquier sociedad capitalista. Como resultado de este monopolio, el precio del cereal lo determ inan las condiciones de produccin existentes en las peores tierras; la ganancia adicional obtenida con la inversin de capital en las mejores tierras o con una inversin ms productiva del capital constituye la renta diferencial. Esta se origina con entera independencia de la propiedad privada de la tierra, que nicam ente sirve para dar al terrateniente la posibilidad de sustraer esta renta al arrendatario. En segundo lugar, existe el monopolio de la propiedad privada de la tierra, que no guarda con el anterior ninguna vinculacin indisoluble *, ni lgica, ni histrica. Este monopolio no es imprescindible en modo alguno para la sociedad capitalista y para la organizacin capitalista de la agricultura. Por una parte, podemos

    * No creemos preciso recordarle al lector que, tratndose aqu de la teora general de la ren ta y de la organizacin capitalista de la agricultura, no m encionam os hechos tales como la antigedad y la difusin de la propiedad p rivada de la tierra, el debilitam iento de la segunda de las formas de m onopolio indicadas e incluso, en parte , de ambas formas, debido a la com petencia de u ltram ar, etc.

  • EL PROBLEMA AGRARIO Y LOS CRITICO S DE MARX 125

    concebir perfectamente una agricultura capitalista sin propiedad privada agraria, y muchos economistas burgueses consecuentes han reclamado la nacionalizacin de la tierra. Por o tra parte, en la realidad encontramos una organizacin capitalista de la agricultura sin propiedad privada territorial, como, por ejemplo, en las tierras pertenecientes al Estado o a las comunidades. As pues, es totalmente necesario distinguir ambos tipos de monopolio y, por consiguiente, adm itir, al lado de la renta diferencial, la existencia de la renta absoluta, que engendra la propiedad privada de la tierra*.

    M arx explica la posibilidad de formacin de la renta absoluta como proveniente de la plusvala del capital agrcola diciendo que en la agricultura la parte del capital variable en la composicin general del capital es superior

    * En la segunda parte del tomo I I de las Teoras de la plusvala ( Theorien ber den Mehrwert. I I Band, I I T heil), publicada en 1905, M arx esclarece la nocin de la ren ta absoluta de m anera tal que confirm a la exactitud de mi interpretacin (especialm ente en lo que se refiere a los dos tipos de m onopolio). H e aqu los pasajes de M arx referentes al tem a: Si la tierra fuese un elem ento ilim itado, no slo en cuanto al capital y a la poblacin, sino en la realidad, es decir, ilim itada como el aire y el agua, si existiese en cantidad ilim itada (citas de R icardo), entonces su apropiacin por una persona no podra excluir de ningn modo, de hecho, su apropiacin por otras. Entonces no podra existir n inguna propiedad privada (y tam poco propiedad pblica o del Estado) sobre el suelo. En este caso, si adem s toda la tierra tuviese en todas partes la misma calidad, no podra cobrarse ren ta a lguna por ella... T odo el quid de la cuestin estriba en lo siguiente: si la tierra existiera frente al capital como un elem ento na tural, el capital actuara en la agricultura como en cualquier o tra ram a de la industria. Entonces no hab ra propiedad territorial, ni renta... Por el contrario , cuando la tierra l) es lim itada y 2) ha sido apropiada, cuando el capital encuentra que la propiedad de la tierra es la condicin necesaria para su surgim iento - y es lo que ocurre en los pases donde se desarrolla la produccin capitalista, pues en los pases donde no exista antes esta condicin (como en la vieja E uropa), la produccin capitalista la crea, como en Estados U n id o s-, entonces la tierra no constituye u na esfera de accin fcilm ente accesible al capital. Por eso existe la ren ta absoluta, independientem ente de la ren ta diferencial (pgs. 80-81) . Con gran precisin, M arx distingue aqu la lim itacin de la tierra y su existencia en propiedad privada. (N ota del autor a la edicin de 1908. -E d .)

  • 12 6 V. I. LENIN

    al promedio (hiptesis muy natural, dado el indudable retraso de la tcnica agrcola en com paracin con la industrial). Siendo as, entonces el valor de los productos agrcolas es, en trminos generales, superior al costo de su produccin, y la plusvala superior a la ganancia. Pero el monopolio de la propiedad privada de la tierra impide que ese excedente se incorpore por completo al proceso de nivelacin de la ganancia, y la renta absoluta surge de ese excedente*.

    Al seor Bulgkov le desagrada mucho esta explicacin y exclama: Pero qu cosa es entonces esa plusvala que, como el pao, el algodn o cualquier o tra m ercanca, puede ser suficiente o no para cubrir una posible dem anda? En prim er lugar, no es una cosa m aterial, es un concepto que sirve para expresar una determ inada relacin social de la produccin (I, 105). Esta oposicin entre la cosa m aterial y el concepto es un tpico ejemplo del escolasticismo que gusta presentar ahora bajo la apariencia de crtica . Q u im portancia tendra el concepto de la parte del producto social si no correspondiera a cosas m ateriales concretas? La plusvala es el equivalente en

    * A propsito: Hem os credo necesario exam inar en detalle la teora m arxista de la ren ta , porque el seor P. M slov tam poco la com prendi (El problema agrario, Zhizn, 1901, nms. 3 y 4). E n ese artculo considera la dism inucin del rendim iento de las inversiones adicionales de capital, si no como una ley, por lo menos como un fenmeno corriente , norm al diram os; vincula con este fenmeno la ren ta diferencial y rechaza la teora de la ren ta absoluta. El interesante artculo del seor P. M slov contiene m uchas observaciones acertadas acerca de los crticos, pero lo perjudica grandem ente su errnea teora, a la que acabam os de referirnos (al defender el marxismo, no se tom el trabajo de sealar con exactitud la diferencia entre su teora y la de M arx), as como u na serie de afirmaciones im prudentes y del todo injustas como stas, por ejem plo: el seor Berdiev se libera por completo de la influencia de los escritores burgueses y se distingue por la solidez de su criterio de clase, que en n ad a em paa su objetiv idad ; en muchos sentidos, el anlisis realizado por K autsky es, a ratos... tendencioso ; K autsky no estableci en absoluto la direccin que sigue el desarrollo de las fuerzas p roductivas en la agricu ltu ra , etc.

  • EL PROBLEMA AGRARIO Y LOS CRITICO S DE MARX 127

    dinero del plusproducto, constituido por una parte determ inada de pao, algodn, trigo y dems mercancas (la palabra determ inada , por supuesto, no debe tomarse en el sentido de que la ciencia podra determ inar concretam ente esa parte, sino en el sentido de que se conocen las condiciones que determ inan, en lneas generales, la m agnitud de esa parte). En la agricultura, el plusproducto es ms considerable (en proporcin al capital) que en otras ramas de la industria, y este excedente (que a causa del monopolio de la propiedad privada de la tierra no participa en el proceso de nivelacin de la ganancia) puede, naturalm ente, ser suficiente o no para cubrir la dem anda del terrateniente monopolista.

    Ahorraremos al lector la exposicin detallada de la teora de la renta que el seor Bulgkov, segn su modesta expresin, cre con sus propias fuerzas , siguiendo su propio camino (I, 111). Bastan algunas observaciones para caracterizar este fruto de la ltim a y menos productiva inversin de trabajo del profesor. La nueva teora de la ren ta fue preparada de acuerdo con la vieja receta: quien hizo el cohombro, que lo lleve al hom bro . Si existe la libre competencia, entonces ya no debe haber absolutamente ninguna restriccin para ella (aunque una libertad de competencia tan absoluta jam s existi en ninguna parte). Si existe monopolio, asunto concluido: la renta no provendr de la plusvala ni siquiera del producto agrcola, sino del producto del trabajo no agrcola; ser simplemente un tributo, un impuesto, una deduccin del producto social total, una letra de cambio a favor del terrateniente. El capital agrcola con su ganancia y el trabajo agrcola, y en general la agricultura considerada como esfera de inversin de trabajo y capital, constituyen, pues, un status in statu* en el reino del capitalismo... todas (sic!) las definiciones del capital, de la plusvala, del salario y del valor en general son magnitudes ficticias cuando se aplican a la agricultura (I, 99).

    * Estado dentro del E stado .-E d .

  • 128 V. X. LENIN

    Bueno, bueno! Desde ahora todo estar claro: en la agricultura, capitalistas y obreros asalariados sern m agnitudes ficticias. Pero aunque a veces escuchamos del seor Bulgkov tales embrollos, en otras ocasiones escribe cosas no del todo irracionales. Catorce pginas ms adelante leemos: La produccin de artculos agrcolas le cuesta a la sociedad cierta cantidad de trabajo; se es su valor . Excelente. Por lo menos, las definiciones del valor son m agnitudes no com pletamente ficticias. A continuacin dice: Como la produccin est organizada sobre bases capitalistas y como el capital se encuentra al frente de la produccin, el precio del cereal ser determ inado por el de produccin, o sea que la productividad de una- determ inada inversin de trabajo y capital se encuentra al frente de la produccin, el precio del productividad social . Magnfico. Entonces, las definiciones del capital, de la plusvala y del salario no son magnitudes tan ficticias. Entonces la libre competencia existe (aunque no en forma absoluta), pues si l capital no pasara de la agricultura a la industria, y a la inversa, no se podra hacer el clculo de la productividad en relacin con el promedio de productividad social . Prosigamos: Gracias al monopolio de la tierra, el precio supera al valor en la m edida en que lo perm iten las condiciones del m ercado . Perfecto. Ahora bien, dnde ha visto el seor Bulgkov que el tributo, el impuesto, la letra de cambio, etc., dependan de las condiciones del mercado? Si el precio, gracias al monopolio, sube hasta los lmites permitidos por las condiciones del mercado, la nica diferencia entre la nueva y la antigua teora de la renta consiste en que el autor, que segua su propio cam ino , no entendi, por un lado, la diferencia entre la influencia de la limitacin de la tierra y la influencia de la propiedad privada agraria, y por el otro, el nexo entre los conceptos de monopolio y de la ltima y menos productiva inversin de trabajo y de capital . H abr que asombrarse, despus de esto, de que siete pginas ms adelante (I, 120) el seor Bulgkov haya olvidado por completo su teora y comience a razonar sobre .el modo de distribuir ese producto (agrcola) entre el trra-

  • EL PROBLEMA AGRARIO Y LOS CRITICO S DE M ARX 129

    teniente, al arrendatario capitalista y los obreros agrcolas ? Brillante final para una crtica brillante! Admirable resultado de una teora nueva, que desde hoy enriquecer la ciencia de la economa poltica: la teora de la renta de Bulgkov\

    III

    LAS MAQUINAS EN LA AGRICULTURA

    Pasemos ahora a una obra notable a ju ic io del seor Bulgkov : el libro de Hertz (Die agrarischen Fragen im Ver- haltniss zum Sozialismus, Wien, 1899*. Traducido al ruso por A. Ilinski, San Petersburgo, 1900). Por lo dems, tendremos que dedicar algn tiempo a analizar sim ultneamente argumentos similares de estos dos escritores.

    Para refutar el marxismo, los crticos esgrimen con particular frecuencia la cuestin del empleo de m quinas en

    ; la agricultura y, en estrecha ligazn con ella, el tema de la grande y la pequea produccin agrcolas. Ms abajo examinaremos detenidam ente algunos de los detallados datos que citan; por el momento, analicemos sus argumentos generales a este respecto. Los crticos dedican pginas enteras a prolijas especulaciones para probar que el empleo de mquinas presenta mayores dificultades en la agricultura que en la industria, por lo cual se utilizan menos y su importancia es menor. Todo esto es indiscutible y lo demostr de m anera clara, por ejemplo, el mismo Kautsky cuyo solo nom bre pone a los seores Bulgkov, H ertz y Chernov en un estado prximo al frenes. Pero este hecho indiscutible no rebate en modo alguno que el empleo de mquinas se desarrolla rpidamente tam bin en la agricultura, y ejerce sobre ella una

    'poderosa accin trasformadora. Los crticos procuran evadirse de esta conclusin inevitable por medio de razonamientos tan profundos como los siguientes: ... La agricultura

    * Los problemas agrarios en relacin con el socialismo, Viena. 1899. Ed.

    6-970

  • 130 V. I. LENIN

    se caracteriza por el dominio de la naturaleza en el proceso de la produccin y por la falta de libre albedro hum ano (Bulgkov, I, 43)... en lugar del trabajo inseguro e impreciso del hom bre, ella (la m quina en la industria) ejecuta con precisin m atem tica tanto trabajos microscpicos como obras colosales. N ada semejante (?) puede hacer en la produccin agrcola, ya que hasta el presente ese instrumento de trabajo no est en manos del hombre, sino en las de la m adre naturaleza. Esto no es una metfora (ibd.). En efecto, no se tra ta de una metfora, sino de una frase hueca, pues nadie ignora que el arado de vapor, la sem bradora en lneas, la trilladora, etc., hacen el trabajo ms seguro y preciso ; por lo tanto, decir nada sem ejante es decir tonteras! O tro tanto ocurre cuando se afirma que en la agricultura, la m quina no puede de ninguna m anera (sicf) revolucionar la produccin (Bulgkov, I, 43-44-, donde cita a especialistas en la construccin de m quinas agrcolas, aunque stos slo hablan de las diferencias relativas entre las mquinas agrcolas y las industriales), o que: Aqu, la m quina no slo no puede convertir al obrero en su apndice (?), sino que el obrero conserva, como antes, la funcin directiva del proceso (44). Por ejemplo, el obrero que atiende la trilladora?

    El seor Bulgkov pretende em pequeecer la superioridad del arado de vapor con referencias a Stumpfe y a Kutzleb (quienes escribieron sobre la capacidad de la pequea hacienda para competir con la grande), cuyas conclusiones opone a las de especialistas en economa rural y construccin de m quinas agrcolas (Fhling, Perels);. juega con argumentos como el de que el arado de vapor exige un suelo especial* y fincas de superficie muy extensa (en opinin del seor Bulgkov, este argumento no va contra la pequea hacienda,

    * Con aire de triunfador , H ertz insiste en esto para dem ostrar la falsedad de la opinin absoluta (S. 65; trad . rusa, pg. 156), segn la cual el arado de vapor es, en todas las circunstancias , superior al de traccin anim al. Esto es precisam ente lo que se llam a forzar una puerta abierta!

  • sino contra el arado de vapor!) y el de que en un surco de12 pulgadas de profundidad la traccin de sangre resulta ms barata que la de vapor, etc. Argumentos como stos podran llenar volmenes enteros sin refutar en absoluto que el arado de vapor ha permitido la aradura muy honda (ms de 12 pulgadas) y que su uso se extiende con celeridad. En 1867 slo lo em plearon 135 fincas de Inglaterra, y en 1871 ya se usaban en este pas ms de 2.000 arados de vapor (K autsky); en Alemania, el nm ero de haciendas que lo utilizaban pas de 836 en 1882 a 1.696 en 1895.

    En cuanto al problem a de la m aquinaria agrcola, el seor Bulgkov cita con frecuencia a Franz Bensing, autor de una monografa especial sobre m quinas agrcolas , como l mismo lo identifica (I, 44). Cometeramos una gran injusticia si en esta ocasin no mostrsemos cmo cita el seor Bulgkov lo que dicen sus propios testigos y cmo stos le desmienten.

    Al aseverar que es inaplicable a la agricultura la construccin de M arx, segn la cual el capital constante se increm enta con ms rapidez que el capital variable, el seor Bulgkov alega la necesidad de un creciente gasto de fuerza de trabajo en proporcin al aum ento de la productividad agrcola, y cita, entre otros, los clculos de Bensing: La cantidad global de trabajo hum ano necesario, segn los distintos sistemas de cultivo, se expresa as: en la rotacin trienal, 712 jornadas; en el sistema alterno de Norfolk, 1.615 jornadas obreras; en el cultivo alterno con apreciable produccin de remolacha azucarera, 3.179 jo rnadas por cada 60 hectreas. (Franz Bensing: Der Einjluss der landwirtschaftlichen Maschinen auf Volks- und Privatwirtschaft, Breslau, 1897, S. 42*. Bulgkov, I, 32.) Pero la desgracia es que con ese clculo Bensing quera dem ostrar el papel cada vez ms im portante que desempea la m aquinaria; aplicando esas cifras al conjunto de la agricultura alem ana calcula que el efectivo actual de

    EL PROBLEMA AGRARIO Y LOS CRITICO S DE MARX 131

    * Franz Bensing. La influencia de las mquinas agrcolas en la economa nacional y la privada, Breslau, 1897, pg. 4-2.-E d .

  • 132 V. I. LENIN

    obreros agrcolas slo bastara para cultivar la tierra en el sistema de rotacin trienal y que, en consecuencia, sin el empleo de m quinas sera imposible adoptar la alternacin de cultivos. Como se sabe, en el antiguo sistema de tres hojas casi no se utilizaban m quinas; por lo tanto, el clculo de Bensing dem uestra lo contrario de lo que se propona hacer ver el seor Bulgkov: prueba que el aum ento de la productividad de la agricultura debe ir necesariamente acom paado por el crecimiento ms rpido del capital constante respecto del variable.

    En otro pasaje, el seor Bulgkov, al afirm ar que existe una diferencia radical (sic!) entre el papel de la m r quina en la industria m anufacturera y en la agricultura , cita las siguientes palabras de Bensing: Las m quinasagrcolas no son tan aptas como las industriales para originar un ascenso ilim itado de la produccin... (I, 44). He aqu otro desacierto del seor Bulgkov. Al comienzo del captulo V I, titulado La influencia de las mquinas agrcolas sobre el ingreso bruto, Bensing seala esa diferencia entre las m quinas agrcolas y las industriales que, sin embargo, no es radical . Despus de analizar en detalle, para cada tipo de m quina, los datos de la literatura agrcola especializada, y en particular los de una encuesta organizada por l mismo, Bensing llega a la siguiente conclusin general: el aum ento del ingreso bruto es del 10 por ciento cuando se emplea un arado de vapor o una sem bradora en lneas, y del 15 por ciento si se utiliza una trilladora; adems una sem bradora en lneas economiza el 20 por ciento de las simientes; y slo respecto a las patatas la ganancia bruta disminuye en el 5 por ciento cuando se las cosecha a m quina. El seor Bulgkov afirm a: En todo caso, el arado de vapor es la nica m quina agrcola acerca de la cual puede decirse algo favorable desde el punto de vista tcnico (I, 47-4-8), pero esta afirmacin es desmentida, en todo caso, por el mismo Bensing, a quien el seor Bulgkov invoca im prudentemente.

    Para darnos una idea, lo ms exacta y completa posible, de la im portancia de la m aquinaria en la agricultura, Ben-

  • sing realiza una serie de clculos minuciosos sobre los resultados de la labranza sin mquinas, o m ediante el empleo de una m quina, de dos, etc., o de todas las mquinas importantes, incluidos el arado de vapor y los ferrocarriles para el transporte agrcola (Feldbahnen). Descubri que, sin mquinas, el ingreso bruto sera de 69.040 marcos; los gastos ascenderan a 68.615 marcos, y el benefcio neto a 425 o sea 1,37 marcos por hectrea. En cambio, empleando todas las mquinas im portantes, el ingreso bruto se cifrara en 81.078 marcos; los gastos en 62.551,5, y el beneficio neto en 18.526,5 59,76 marcos por hectrea, es decir, ascendera en ms de 40 veces. Y esto se debe slo a la influencia de la m aquinaria, pues se ha supuesto que el sistema de cultivo no vara! Como lo dem uestran los clculos de Bensing, se sobrentiende que el empleo de m quinas corre parejas con un enorme crecimiento del capital constante y una disminucin del capital variable (es decir, del capital invertido en fuerza de trabajo, y del propio nm ero de obreros). En una palabra, la obra de Bensing refuta por completo al seor Bulgkov, y no slo dem uestra la superioridad de la gran produccin en la agricultura, sino tam bin que a sta es aplicable la ley del crecimiento del capital constante a expensas del variable.

    U na sola cosa aproxim a al seor Bulgkov a Bensing: ste adopta un punto de vista puram ente burgus, no comprende nada las contradicciones inherentes al capitalismo y cierra beatficamente los ojos ante el desplazamiento de los obreros por las mquinas, etc. Este discpulo moderado y escrupuloso de los profesores alemanes habla de M arx con tanto odio como el seor Bulgkov. Pero es ms consecuente: considera a M arx adversario de las m quinas en general, tanto en la agricultura como en la industria, ya que, en su opinin, M arx deforma los hechos cuando habla de la influencia funesta de las m quinas sobre los obreros y les atribuye toda clase de males (Bensing, 1. c., S. 4, 5, 11*). U na vez ms, la actitud de Bulgkov hacia Bensing pone en evi-

    EL PROBLEMA AGRARIO Y LOS CRITICOS DE MARX 133

    * Bensing, ob. cit., pgs. 4-, 5, 11.-Ed.

  • 134 V. I. LENIN

    dencia cles son las tesis de los sabios burgueses que los seores crticos se han apropiado y cules las que fingen no ver.

    La naturaleza de la crtica de H ertz queda revelada por el siguiente ejemplo: en la pgina 149 (de la traduccin rusa) acusa a Kautsky de mtodos satricos , y en la pg. 150. im pugna el aserto de que la gran produccin es ms apropiada para el empleo de mquinas, con argumentos como los siguientes: 1. Gracias a las cooperativas, la com pra de m quinas es accesible tam bin a los pequeos agricultores. Con esta ocurrencia se supone refutar el hecho de que las m quinas se usan en m ayor proporcin en las grandes haciendas agrcolas! Pero a quines son ms accesibles los beneficios de la cooperativa? En el segundo ensayo nos ocuparemos especialmente de Hertz en este sentido.2. En Sozialistische MonatshefteBy (V, 2), David ha mostrado que el empleo de m quinas en las pequeas haciendas est muy difundido y aum enta mucho... y la sem bradora en lneas puede encontrarse con frecuencia (sic!) aun en las haciendas ms pequeas. O curre lo mismo con la segadora y otras m quinas (S. 63; pg. 151 d la traduccin rusa). Y si el lector consulta el artculo de D avid*, no tar que ste tom a las cifras absolutas del nm ero de haciendas que utilizan mquinas, y no la proporcin de stas en relacin con el total de haciendas del grupo dado (como lo hace, desde luego, K autsky).

    Comparemos estas cifras, correspondientes a toda Alem ania en 1895** (vase el cuadro de la pg. 135. Ed..).

    Qu rotundam ente, verdad?, confirman estas cifras las palabras de David y H ertz, para quienes las sembradoras y las segadoras se hallan con frecuencia incluso en las haciendas ms pequeas ! Y cuando Hertz llega a la conclusin de que a juzgar por las estadsticas la afirmacin de

    * En el libro de D avid El socialismo y la agricultura (San Pe- tersburgo, 1906), se repite este m todo errneo (pg. 179). (N ota del au tor a la edicin de 1908. -Ed.)

    ** Statislik des Deutschen Reichs, 112 Bd., S. 36.

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    G r u p o s d e h a c i e n d a s

    Nmero total de

    haciendas

    Haciendas que emplean mquinas

    sembradoras %

    sembradoras en lneas

    %guadaadoras y

    segadoras%

    H asta 2 ha ... 3.236.367 214 0,01 14.735 0,46 245 0,01Con 2 -5 " ... 1.016.318 551 0,05 13.088 1,29 600 0,06

    " 5 -2 0 " ... 998'. 804 3.252 0,33 48.751 4,88 6.746 0,68" 20-100 " ... 281.767 12.091 4,29 49.852 17,69 19.535 6,93

    " 100 y ms " ... 25.061 12.565 50,14 14.366 57,32 7.958 31,75

    Total ............. 5.558.317 28.673 0,52 140.792 2,54 35.084 0,63

    Kautsky no resiste la crtica , cabe preguntar: quin utiliza en realidad mtodos verdaderam ente satricos?

    A ttulo de curiosidad, debemos sealar que al negar la superioridad de la gran hacienda para el empleo de m quinas y el hecho, derivado de ello, de que en la pequea hacienda se trabaja mucho y consume poco, los crticos se contradicen im placablemente a s mismos cuando se ven obligados a encarar una situacin concreta (y olvidan su tarea esencial de refutar el marxismo ortodoxo ). La gran hacienda -d ice , por ejemplo, el seor Bulgkov en el volumen II de su obra (pg. 115)- emplea siempre su capital con ms intensidad que la pequea, y por esta razn, como es natural, da preferencia a los factores mecnicos de la produccin sobre la fuerza de trabajo hum ana . En efecto, es muy natu ra l que en su calidad de crtico el seor Bulgkov, siguiendo a los seores Struve y Tugn-Ba- ranovski, se incline hacia la economa poltica vulgar y oponga los factores de produccin mecnicos a los humanos. Pero es natural que niegue con tan ta im prudencia la superioridad de la gran hacienda?

    Para el seor Bulgkov la concentracin en la produccin agrcola no tiene otro nom bre que ley mstica de la concentracin , etc. Pero he aqu que debe vrselas con datos ingleses, que demuestran la tendencia a la concentracin de las haciendas, desde los aos 50 hasta fines de la

  • 136 V. I. LENIN

    dcada del 70. Las pequeas haciendas que slo producan para su consumo -escribe el seor Bulgkov-, se han fusionado en otras mayores. Esta unin de las tierras no es, en modo alguno, el resultado de la lucha entre la gran produccin y la pequea (?); proviene del deseo consciente (!?) de los landlords de aum entar su renta mediante la agrupacin de varias haciendas pequeas que dan muy poca renta, en una gran explotacin agrcola capaz de pagar una renta considerable (I, 239). Com prenda usted, lector: no se trata de una lucha entre la gran hacienda y la pequea, sino de la eliminacin de esta ltim a porque es menos rentable. Es indudable que, debido a la organizacin capitalista de la agricultura, la gran explotacin agrcola capitalista posee, en cierta medida, ventajas indiscutibles sobre la pequea hacienda capitalista (I, 239-240). Pero si es indudable, por qu, entonces, el^ seor Bulgkov ha alborotado y alborota tanto (en Nachalo) contra Kautsky, quien comienza el captulo sobre la gran produccin y la pequea (en El problema agrario) con la afirmacin de que: A m edida que el capitalismo se desarrolla en la agricultura, se ahonda ms la diferencia cualitativa entre la tcnica de la gran produccin y la de la pequea ?

    Pero no slo el perodo de prosperidad de la agricultura en Inglaterra, sino tambin el perodo de crisis, nos lleva a conclusiones desfavorables para la pequea hacienda. Los informes de las comisiones publicados en los ltimos aos confirman con pasmosa regularidad que el m ayor peso de la crisis ha recado precisamente sobre los pequeos agricultores (I, 311). Sus casas -d ice uno de esos informes, al hablar de los pequeos p rop ietario s- estn en peores condiciones que las viviendas de la generalidad de los obreros... El trabajo de todos ellos es extraordinariam ente duro y ms prolongado que el de los obreros; muchos afirman que su situacin m aterial no es tan ventajosa como la de stos, que no viven tan bien y que ra ra vez comen carne fresca ... Los yeoman, agobiados por las hipotecas, han sido los prim eros en arruinarse (I, 316)... Se privan de todo, como pocos obreros lo hacen ... Los pequeos arrendatarios pueden arre

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    glrselas mientras logran utilizar el trabajo no retribuido de los miembros de la familia ... No es necesario agregar que la vida del pequeo arrendatario es infinitamente ms penosa que la del obrero (I, 320-321). Hemos reproducido esos extractos para que el lector pueda juzgar acerca de la justedad de la siguiente conclusin del seor Bulgkov: La ruina implacable de las haciendas que sobrevivieron hasta la poca de la crisis agraria slo indica (!!) que en tales circunstancias los pequeos productores desaparecen ms rpidam ente que los grandes, y nada ms (sic/ / ) . Es imposible extraer de esto una conclusin general sobre su viabilidad econmica, pues en esta poca toda la agricultura inglesa era insolvente (I, 333). Magnfico, verdad? Y el seor Bulgkov llega a generalizar este notable modo de razonar en el captulo que tra ta de las condiciones generales del desarrollo de la hacienda campesina: La baja repentina de los precios ejerce una influencia funesta sobre todas las formas (todas las formas?) de produccin; pero la produccin campesina, que dispone de capital ms reducido, es, por supuesto, menos estable que la gran produccin (lo cual en nada afecta al problem a de su viabilidad general) (II, 24-7). Por lo tanto, en la sociedad capitalista, las empresas que disponen de capitales ms reducidos son menos estables, pero eso en nada afecta su viabilidad general !

    Tam poco el seor Hertz brilla por la coherencia de sus juicios. R efuta a Kautsky (con los procedimientos descritos ms arriba), pero al hablar de Norteam rica reconoce la superioridad de sus haciendas ms extensas, que permiten el empleo de m quinas en medida mucho mayor que en nuestra economa parcelaria (S. 36; trad. rusa, 93); reconoce que el campesino europeo trabaja atenindose por lo general a mtodos de produccin envejecidos y rutinarios, y se desloma (robotend) para ganar su pedazo de pan, como un obrero, sin deseos de m ejorar (ibd.). Por o tra parte, H ertz admite en general que la pequea produccin necesita relativamente ms trabajo que la grande (S. 74; trad. rusa, 177). H ara bien en comunicar al seor Bulgkov los datos relativos al aum ento de las cosechas como

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    consecuencia de la introduccin del arado de vapor (S. 67-68; trad. rusa, 162-163), etc.

    La consecuencia natural de la falta de solidez de las concepciones tericas de nuestros crticos en lo que se refiere al papel de la m aquinaria agrcola es su im potente repeticin de los argumentos puram ente reaccionarios de los agrarios, enemigos de las mquinas. Cierto es que Hertz se muestra an muy indeciso en este delicado punto ; al hablar de las dificultades para introducir las m quinas en la agricultura, advierte: se cree que, como durante el invierno queda mucho tiempo libre, la trilla a mano resulta ms ventajosa (S. 65; trad. rusa, 156-157). Con la lgica que le caracteriza, Hertz se siente inclinado, por lo visto, a deducir que ese hecho no habla contra la pequea produccin, ni contra los obstculos que el capitalismo opone al empleo de m quinas, sino contra las m quinas! No sin razn el seor Bulgkov le reprocha estar demasiado atado a las opiniones de su partido (II, 287). El profesor ruso est -desde luego por encima de esas ataduras humillantes y declara con orgullo: Estoy bastante libre del prejuicio tan comn, sobre todo en las publicaciones marxistas, segn el cual toda m quina constituye un progreso (I, 4-8). Por desgracia las conclusiones concretas no corresponden en absoluto a la a ltura de pensamientos que revela este m agnfico razonam iento. La trilladora de vapor -escribe el seor Bulgkov-, que deja sin trabajo durante el invierno a tantos obreros, ha sido para stos, sin duda, un mal considerable no compensado por las ventajas tcnicas*. Tal hecho lo ha sealado, de pasada, Goltz, quien llega a exponer un deseo utpico (II, 103). Este deseo consiste en limitar el empleo de las trilladoras, en especial las de vapor, para m ejorar la situacin de los obreros agrcolas -ag reg a G oltz-, as como para dism inuir la emigracin y las migraciones (por migra-

    * Cfr. el tomo I, pg. 51: ...la trilladora de vapor... ejecuta el trabajo principal en el perodo de invierno, que de por s es pobre en labores (por consiguiente, es ms que dudosa la u tilidad de esta m quina en el conjunto ( s ic ) de la ag ricu ltu ra; ms adelante volveremos a encontrar este hecho) .

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    ciones, aadimos nosotros, Goltz debe entender, probablemente, el traslado a las ciudades).

    Recordemos al lector que esta idea de Goltz la seal tambin Kautsky en El problema agrario. Por eso, no carecera de inters com parar, en un problem a concreto de economa (la im portancia de las mquinas) y de poltica (corresponde limitarlas?), la opinin del ortodoxo estrecho, imbuido de prejuicios marxistas, con la del crtico moderno que ha com prendido perfectamente todo el espritu del criticismo .

    Kautsky dice (Agrarfrage, S. 41) que Goltz atribuye a la trilladora una influencia particularm ente nefasta , que priva a los obreros agrcolas de su principal ocupacin durante el invierno, los em puja a la ciudad y agrava el problem a de la despoblacin del campo. Y Goltz propone -ag reg a K au tsk y - lim itar el empleo de la trilladora, aparentem ente en inters de los obreros agrcolas, pero en realidad en beneficio de los terratenientes, para quienes , como dice el propio Goltz, la prdida causada por esta limitacin ser compensada con creces, si no ahora, por lo menos en el futuro, con el aum ento de obreros disponibles durante el verano . Por fortuna -prosigue K autsky, esta simpata conservadora hacia los obreros no es ms que una utopa reaccionaria. La trilladora es demasiado ventajosa inm ediatam ente para que los terratenientes renuncien a ella con vistas a las ganancias futuras. As pues, seguir ejerciendo su actividad revolucionaria: continuar empujando a los obreros agrcolas hacia las ciudades y llegar a ser, por una parte, un poderoso instrumento para elevar los salarios en el campo, y por otra, para desarrollar la industria de m quinas agrcolas.

    Es caracterstica en grado sumo la actitud del seor Bulgkov ante la forma en que plantean la cuestin un socialdemcrata y un agrario: constituye una pequea muestra de la posicin en que se sita, en general, toda la crtica m oderna, a m itad de camino entre el partido del proletariado y el de la burguesa. Desde luego, el crtico no es tan estrecho y trivial como para adoptar el punto de vista

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    de la lucha de clases y de la radicalizacin de todas las relaciones sociales por el capitalismo. Pero de otro lado, aunque nuestro crtico se haya vuelto juicioso , los recuerdos de la poca en que era joven y tonto y com parta los prejuicios marxistas, le impiden abrazar en su totalidad el program a de su nuevo cam arada, el agrario, quien con toda razn y consecuencia concluye deseando que prohban las m quinas por el dao que causan a toda la agricultura !Y como el asno de Buridn, nuestro buen crtico se encuentra indeciso entre dos haces de heno88. Por una parte, ha perdido toda nocin de la lucha de clases y se siente capaz de hablar del dao causado por las mquinas " a toda la agricultura , olvidando que toda la agricultura m oderna se halla dirigida, fundam entalm ente, por empresarios que slo piensan en sus ganancias; tanto se ha olvidado de los aos de juven tud , de cuando era m arxista, que hasta plantea el absurdo interrogante de si las ventajas tcnicas de la m aquinaria com pensan su accin nefasta sobre los obreros (y esta accin nefasta no slo sera producida por la trilladora de vapor, sino tam bin por el arado de vapor, la guadaadora, la aventadora, etc.)? i siquiera advierte que, en realidad, el agrario pretende esclavizar an ms al obrero, tanto en verano como en invierno. Por o tra parte, recuerda confusamente el anticuado prejuicio dogm tico , segn el cual es utpico prohibir la m aquinaria. Lograr el pobre seor Bulgkov salir de esta desagradable situacin?

    Es digno de sealar que nuestros crticos, en su esfuerzo por dism inuir la im portancia de las m quinas agrcolas, para lo cual recurren incluso a la ley de la fertilidad decreciente del suelo , han olvidado m encionar (o no quieren hacerlo) la nueva revolucin tcnica que prepara el empleo de la energa elctrica en la agricultura. Pero Kautsky, quien segn la muy injusta opinin del seor P. Mslov cometi el grave error de no establecer en qu sentido m archa el desarrollo de las fuerzas productivas en la agricultura (hizn, 1901, nm. 3, pg. 171), ya haba hablado en 1899 (.Agrarfrage) de la significacin de la electricidad en la econo

  • EL PROBLEMA AGRARIO Y LOS CRITICOS DE MARX 141

    ma agraria. En la actualidad los sntomas de una prxima revolucin tcnica se observan ya con m ayor claridad. Se procura dem ostrar tericam ente el papel de la electrotecnia en la agricultura (vase Dr. O tto Pringsheim: Landwirtschaftliche Manu-

    faktur und elektrische Landwirtschaft, Brauns Archiv*, X V, 1900, S. 406-418, y el artculo de K . Kautsky en Neue Zjeit, X IX , 1, 1900-1901, nm. 18, Die Elektrizit't in der Landwirtschaft**). Se escucha la voz de terratenientes prcticos que describen sus experiencias en la aplicacin de la electricidad (Pringsheim cita el libro en que Adolfo Seuferheld habla de las experiencias realizadas en su hacienda): ven en la electricidad un medio para que la agricultura vuelva a ser rentable y proponen al Gobierno y a los terratenientes la creacin de centrales elctricas y el aum ento de la produccin de electricidad para los propietarios rurales (el ao pasado se public en Knigsberg el libro Der Aufschwung unseres Landwirtschaftsbetriebes durch Verbilligung der Produktionskosten. Eine Untersuchung ber den Dienst, den Mas chnente chnik und Elektrizitt der Landwirtschaft bieten*** cuyo autor, P. Mack, es un terrateniente de Prusia Oriental).

    Pringsheim hace notar, con gran acierto a nuestro juicio, que la agricultura m oderna - e n su nivel tcnico general, y tam bin tal vez, en el plano econm ico- est prxima a alcanzar la fase de desarrollo industrial que M arx llam aba m anufactura . El predominio del trabajo m anual y de la cooperacin simple, el empleo espordico de mquinas, las proporciones relativamente reducidas de la produccin (si se considera, por ejemplo, el volumen anual de productos vendidos por una empresa), la proporcin relativamente pequea - e n la m ayora de los casos- de los mercados, y el nexo entre la gran produccin y la pequea (sta provee a aqulla

    * Dr. O tto Pringsheim. La manufactura agrcola y agricultura electrificada. Archivo Braun. - Ed.

    ** La electricidad en la agricultura.- Ed.*** P. M ack. Elevacin de la produccin de nuestra agricultura por medio

    de la reduccin de los costos de produccin. Investigacin sobre los servicios prestados a la agricultura por la tcnica mecnica y la electricidad. Ed.

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    de m ano de obra, tal como suceda entre los artesanos y el gran patrono de la m anufactura, o bien la prim era compra productos semielaborados a la segunda, como, por ejemplo, los grandes agricultores com pran rem olacha, ganado, etc., a los pequeos) indican, en efecto, que la agricultura no ha llegado an a la fase de la actual gran industria m ecanizad a , en el sentido dado por M arx. La agricultura no posee todava un sistema de m quinas unidas en un solo mecanismo de produccin.

    Es claro que no se debe exagerar esta comparacin. Por un lado, existen en la agricultura particularidades que no es posible elim inar (si prescindimos de la posibilidad demasiado lejana y problem tica de preparar protenas y alimentos en el laboratorio). Debido a tales particularidades, la gran produccin mecanizada en la agricultura jam s m anifestar lodos los rasgos que presenta en la industria. Por otro lado, tambin en la m anufactura la gran produccin industrial alcanz predominio y considerable superioridad tcnica sobre la pequea. D urante mucho tiempo, el pequeo industrial procur contrarrestar dicha superioridad mediante la prolongacin de la jo rn ad a de trabajo y la reduccin de su propio consumo, tan caractersticas del artesano y del pequeo agricultor moderno. El predominio del trabajo m anual en la m anufactura dejaba todava a la pequea produccin alguna probabilidad de subsistir, gracias a esas medidas heroicas . Pero quienes se dejaban seducir por esto y hablaban de la viabilidad del artesano (as como nuestros crticos hablan hoy de la viabilidad del campesino), fueron muy pronto rebatidos por la tendencia transitoria que paraliza la ley universal del estancam iento tcnico. A modo de ejemplo, recordemos a los investigadores rusos que estudiaron la tejedura artesanal en la provincia de Mosc en los aos 70. Segn ellos, en lo que se refiere a la tejedura del algodn, la causa del tejedor m anual estaba perdida: la m quina haba triunfado. En los tejidos de seda, por el contrario, los artesanos an podan subsistir, porque las m quinas todava no eran perfectas. H an pasado dos dcadas, y la tcnica expuls al pequeo productor de uno de sus ltimos refugios

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    y esto ensea - a quien tiene odos para or y ojos para v e r - que el economista debe m irar siempre hacia adelante, hacia el progreso tcnico, si no quiere hallarse de inmediato en retardo, pues quien no m ira hacia adelante vuelve la espalda a la historia: no hay ni puede haber trmino medio.

    Pringsheim comenta a tinadam ente: Los escritores que como Hertz estudiaron la competencia entre la gran produccin agrcola y la pequea sin considerar el papel de la electrotecnia, debern comenzar nuevamente su estudio . Esta observacin es aplicable con mayor motivo a los dos volmenes del seor Bulgkov.

    La energa elctrica es ms barata que el vapor, se distingue por su m ayor divisibilidad en unidades pequeas, es mucho ms fcil transm itirla a grandes distancias y hace ms regular y suave la m archa de las mquinas. Por todo ello puede utilizarse con bastante ms ventaja en la trilla, arado, ordeo, corte de forrajes*, etc. Kautsky describe un latifundio de H ungra** en el cual la energa elctrica sum inistrada por una central se distribuye en todas direcciones hasta los lugares ms alejados de la finca y se utiliza para el funcionamiento de la m aquinaria agrcola, para cortar la remolacha, elevar el agua, suministrar luz, etc. Para transportar 300 hectolitros de agua por da, desde un pozo de 29 metros de profundidad a un tanque colocado a 10 metros de altura, y para preparar el pienso de 240 vacas, 200 terneros, 60 bueyes y caballos de trabajo, es decir, para cortar y desm enuzar la remolacha, etc., se necesitaban dos yuntas de caballos en invierno y una en verano, lo que costaba 1.500 guldenes. Ahora los caballos han sido reemplazados por un m otor de 3 y otro de 5 HP, cuyo entretenimiento sale a 700 guldenes, o sea, 800 guldenes menos (Kautky, 1. c.).

    * P ara informacin del audaz seor Bulgkov, quien declara audazm ente y sin fundam ento que en la produccin agrcola hay ram as, como la ganadera, en las cuales no es posible usar m quinas (I, 49).

    ** O tra indicacin p a ra el seor Bulgkov, que habla de el latifundio como degeneracin de la gran hacienda !

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    M ack evala en 3 marcos el costo del trabajo diario de un caballo; pero cuando se lo reem plaza por la electricidad, el mismo trabajo cuesta entre 40 y 75 pfennigs, o sea, de 400 a 700 por ciento ms barato. Si en 50 aos, ms o menos, contina M ack, la energa elctrica reem plaza1.750.000 caballos empleados en la agricultura alem ana (en 1895 se em pleaba para las faenas agrcolas 2.600.000 caballos, 1.000.000 de bueyes y 2.300.000 vacas; de estas cifras, las haciendas mayores de 20 hectreas em ple