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El principito ____________________________ Antoine de Saint-Exupéry

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  • El principito

    ____________________________ Antoine de Saint-Exupéry

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  • ALeonWerth:

    Pido perdón a los niños por haber dedicadoeste libro a una persona mayor. Tengo unaseria excusa: esta persona mayor es el mejoramigo que tengo en el mundo. Tengo otraexcusa: esta persona mayor es capaz deentenderlo todo, hasta los libros para niños.Tengounaterceraexcusa:estapersonamayorvive en Francia, donde pasa hambre y frío.Verdaderamente necesita consuelo. Si todasesas excusas no bastasen, bien puedo dedicarestelibroalniñoqueunavezfueestapersonamayor. Todos los mayores han sido primeroniños. (Peropocos lorecuerdan).Corrijo,pues,midedicatoria:

    ALEONWERTH

    CUANDOERANIÑO

  • I

    Cuandoyoteníaseisañosvienun librosobrela selva virgen que se titulaba "Historiasvividas", una magnífica lámina. Representabaunaserpienteboaquesetragabaaunafiera.

    En el libro se afirmaba: "La serpiente boa setragasupresaentera,sinmasticarla.Luegoyano puedemoverse y duerme durante los seismesesquedurasudigestión".

    Reflexioné mucho en ese momento sobre lasaventuras de la jungla y ami vez logré trazarcon un lápiz de colores mi primer dibujo. Midibujonúmero1eradeestamanera:

    Enseñémiobradeartealaspersonasmayoresylespreguntésimidibujolesdabamiedo.

    —¿porquéhabríadeasustarun sombrero?—merespondieron.

  • Mi dibujo no representaba un sombrero.Representabaunaserpienteboaquedigiereunelefante. Dibujé entonces el interior de laserpiente boa a fin de que las personasmayores pudieran comprender. Siempre estaspersonastienennecesidaddeexplicaciones.Midibujonúmero2eraasí:

    Las personas mayores me aconsejaronabandonar el dibujo de serpientes boas, yafueranabiertasocerradas,yponermásinterésen la geografía, la historia, el cálculo y lagramática. De esta manera a la edad de seisaños abandoné una magnífica carrera depintor. Había quedado desilusionado por elfracasodemis dibujos número1 y número2.Las personas mayores nunca puedencomprenderalgoporsísolasyesmuyaburrido

  • para losniñostenerquedarlesunayotravezexplicaciones.

    Tuve, pues, que elegir otro oficio y aprendíapilotearaviones.Hevoladounpocoportodoelmundoylageografía,enefecto,mehaservidode mucho; al primer vistazo podía distinguirperfectamente la China de Arizona. Esto esmuyútil,sobretodosisepierdeunodurantelanoche.

    A lo largo de mi vida he tenido multitud decontactos con multitud de gente seria. Vivímuchoconpersonasmayoresylasheconocidomuy de cerca; pero esto no ha mejoradodemasiadomiopiniónsobreellas.

    Cuandomeheencontradoconalguienquemeparecía un poco lúcido, lo he sometido a laexperiencia de mi dibujo número 1 que heconservado siempre. Quería saber siverdaderamente era un ser comprensivo. Einvariablementeme contestaban siempre: "Esun sombrero".Meabsteníadehablarlesde laserpiente boa, de la selva virgen y de lasestrellas. Poniéndomea su altura, les hablabadelbridge,delgolf,depolíticaydecorbatas.Y

  • mi interlocutor se quedaba muy contento deconoceraunhombretanrazonable.

    II

    Viví así, solo, nadie con quien poder hablarverdaderamente,hasta cuandohace seis añostuveunaaveríaeneldesiertodeSahara.Algose había estropeado en el motor. Como nollevaba conmigo ni mecánico ni pasajeroalguno, me dispuse a realizar, yo solo, unareparacióndifícil. Eraparamíunacuestióndevida o muerte, pues apenas tenía agua debeberparaochodías.

    La primera nocheme dormí sobre la arena, aunasmilmillasdedistanciadel lugarhabitadomás próximo. Estaba más aislado que unnáufrago en una balsa en medio del océano.Imagínense, pues, mi sorpresa cuando alamanecer me despertó una extraña vocecitaquedecía:

    —¡Porfavor...píntameuncordero!

    —¿Eh?

    —¡Píntameuncordero!

  • Mepuseenpiedeunsaltocomoheridoporelrayo.Mefrotélosojos.Miréamialrededor.Viaunextraordinariomuchachitoquememirabagravemente. Ahí tienen el mejor retrato quemástardelogréhacerdeél,aunquemidibujo,ciertamente es menos encantador que elmodelo.Peronoesmía laculpa.Laspersonasmayores me desanimaron de mi carrera depintor a la edad de seis años y no habíaaprendido a dibujar otra cosa que boascerradasyboasabiertas.

  • Miré, pues, aquella aparición con los ojosredondos de admiración. No hay que olvidarque me encontraba a unas mil millas dedistancia del lugar habitado más próximo. Yahora bien, el muchachito no me parecía niperdido, ni muerto de cansancio, de hambre,de sed o de miedo. No tenía en absoluto laaparienciadeunniñoperdidoeneldesierto,amilmillas dedistancia del lugar habitadomáspróximo. Cuando logré, por fin, articularpalabra,ledije:

    —Pero…¿quéhacestúporaquí?

    Y él respondió entonces, suavemente, comoalgomuyimportante:

    —¡Porfavor…píntameuncordero!

    Cuando el misterio es demasiadoimpresionante, es imposible desobedecer. Porabsurdoqueaquellomepareciera,amilmillasde distancia de todo lugar habitado y enpeligro de muerte, saqué de mi bolsillo unahojadepapelyunaplumafuente.Recordéqueyo había estudiado especialmente geografía,historia, cálculo y gramática y le dije al

  • muchachito (ya un poco malhumorado), quenosabíadibujar.

    —¡No importa—me respondió—, píntameuncordero!

    Comonuncahabíadibujadouncordero,rehícepara él uno de los dos únicos dibujos que yoera capaz de realizar: el de la serpiente boacerrada. Y quedé estupefacto cuando oí deciralhombrecito:

    — ¡No, no! Yo no quiero un elefante en unaserpiente. La serpiente es muy peligrosa y elelefante ocupa mucho sitio. En mi tierra estodo muy pequeño. Necesito un cordero.Píntameuncordero.

    Dibujéuncordero.Lomiróatentamenteydijo:

  • —¡No! Este está ya muy enfermo. Haz otro.Volvíadibujar.

    Miamigosonriódulcemente,conindulgencia.

    —¿Ves?Estonoesuncordero,esuncarnero.TieneCuernos…Rehícenuevamentemidibujo:fuerechazadoigualquelosanteriores.

  • —Este es demasiado viejo.Quieroun corderoquevivamuchotiempo.

    Faltoyadepacienciaydeseosodecomenzaradesmontar el motor, garrapateé rápidamenteestedibujo,seloenseñé,yleagregué:

    —Esta es la caja. El cordero que quieres estáadentro.Congransorpresamíaelrostrodemijovenjuezseiluminó:

    —¡Así es como yo lo quería! ¿Crees que seanecesariomuchahierbaparaestecordero?

    —¿Porqué?

    —Porque enmi tierra es todo tan pequeño…Seinclinóhaciaeldibujoyexclamó:

  • —¡Bueno,notanpequeño…!Estádormido…Yasífuecomoconocíalprincipito.

    III

    Mecostómuchotiempocomprenderdedóndevenía. El principito, que me hacía muchaspreguntas, jamás parecía oír las mías. Fueronpalabras pronunciadas al azar, las que poco apocomerevelarontodo.Así,cuandodistinguióporvezprimeramiavión(nodibujarémiavión,por tratarse de un dibujo demasiadocomplicadoparamí)mepreguntó:

    —¿Quécosaesesa?—Esonoesunacosa.Esovuela. Es un avión, mi avión. Me sentíaorgulloso al decirle que volaba. El entoncesgritó:

    —¡Cómo! ¿Has caído del cielo? —Sí —le dijemodestamente.—¡Ah,quecurioso!

    Yelprincipitolanzóunagraciosacarcajadaquemeirritómucho.Megustaquemisdesgraciassetomenenserio.Yañadió:

    —Entonces ¿tú también vienes del cielo? ¿Dequé planeta eres tú? Divisé una luz en elmisterio de su presencia y le preguntébruscamente:

  • —¿Tuvienes,pues,deotroplaneta?

    Pero no me respondió; movía lentamente lacabezamirandodetenidamentemiavión.

    —Es cierto, que, encima de eso, no puedesvenirdemuylejos…

    Y se hundió en un ensueño durante largotiempo. Luego sacando de su bolsillo micordero se abismó en la contemplación de sutesoro.

    Imagínense cómo me intrigó estasemiconfidencia sobre los otros planetas. Meesforcé,pues,ensaberalgomás:

    —¿Dedóndevienes,muchachito?¿Dóndeestá"tucasa"?¿Dóndequieresllevartemicordero?Después de meditar silenciosamente merespondió:

    —Lobuenodelacajaquemehasdadoesqueporlanocheleservirádecasa.—Sinduda.Ysieresbuenotedaré tambiénunacuerdayunaestacaparaatarloduranteeldía.

    Estaproposiciónparecióchocaralprincipito.

    —¿Atarlo?¡Quéideamásrara!—Sinoloatas,seiráquiénsabedóndeyseperderá…

  • Miamigosoltóunanuevacarcajada.

    —¿Y dónde quieres que vaya? —No sé, acualquier parte. Derecho camino adelante…Entonceselprincipitoseñalócongravedad:

    —¡Noimporta,estanpequeñamitierra!

    Yagregó,quizás,conunpocodemelancolía:

    —Derecho, camino adelante… no se puede irmuylejos.

    IV

    De esta manera supe una segunda cosa muyimportante: su planeta de origen era apenasmásgrandequeunacasa.

    Estonopodíaasombrarmemucho. Sabíamuybienqueapartede losgrandesplanetascomolaTierra,Júpiter,Marte,Venus,aloscualesseles hadadonombre, existenotros centenaresde ellos tan pequeños a veces, que es difícildistinguirlos aun con la ayuda del telescopio.Cuando un astrónomo descubre uno de estosplanetas, le da por nombre un número. Lellama,porejemplo,"elasteroide3251".

    Tengo poderosas razones para creer que elplaneta del cual venía el principito era el

  • asteroide B 612. Este asteroide ha sido vistosólounavezconeltelescopioen1909,porunastrónomoturco.

    Esteastrónomohizounagrandemostracióndesu descubrimiento en un congresoInternacional de Astronomía. Pero nadie lecreyó a causa de su manera de vestir. Laspersonasmayores son así. Felizmente para lareputación del asteroide B 612, un dictadorturco impuso a su pueblo, bajo pena demuerte, el vestido a la europea. Entonces elastrónomo volvió a dar cuenta de sudescubrimientoen1920ycomo lucíaun trajemuy elegante, todo el mundo aceptó sudemostración.

    Sileshecontadodetodosestosdetallessobreel asteroide B 612 y hasta les he confiado sunúmero, es por consideración a las personasmayores. A los mayores les gustan las cifras.Cuandoseleshabladeunnuevoamigo,jamáspreguntansobre loesencialdelmismo.Nuncase les ocurre preguntar: "¿Qué tono tiene suvoz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gustacoleccionar mariposas?" Pero en cambiopreguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos

  • hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana supadre?" Solamente con estos detalles creenconocerle. Si les decimos a las personasmayores: "He visto una casa preciosa deladrillo rosa, con geranios en las ventanas ypalomas en el tejado", jamás llegarán aimaginarse cómo es esa casa. Es precisodecirles: "He visto una casa que vale cienmilpesos". Entonces exclaman entusiasmados:"¡Oh,quépreciosaes!"

    De tal manera, si les decimos: "La prueba dequeelprincipitohaexistidoestáenqueeraunmuchachito encantador, que reía y quería uncordero.Quererun corderoespruebadequeseexiste", laspersonasmayoresseencogerándehombrosynosdiránquesomosunosniños.Perosilesdecimos:"elplanetadedondeveníaelprincipitoeraelasteroideB612",quedaránconvencidasynosepreocuparándehacermáspreguntas.Sonasí.Nohayporquéguardarlesrencor. Los niños deben ser muy indulgentesconlaspersonasmayores.

    Pero nosotros, que sabemos comprender lavida, nos burlamos tranquilamente de losnúmeros. A mí me habría gustado más

  • comenzar esta historia a la manera de loscuentosdehadas.Mehabríagustadodecir:

    "Era una vez un principito que habitaba unplanetaapenasmásgrandequeélyqueteníanecesidad de un amigo…" Para aquellos quecomprendenlavida,estohubieraparecidomásreal.

    Porquenomegustaquemilibroseatomadoala ligera. Siento tanta pena al contar estosrecuerdos.Haceyaseisañosquemiamigosefueconsucordero.Ysiintentodescribirloaquíessóloconelfindenoolvidarlo.Esmuytristeolvidar a un amigo. No todos han tenido unamigo. Y yo puedo llegar a ser como laspersonas mayores, que sólo se interesan porlas cifras. Para evitar esto he comprado unacajade lápicesdecolores. ¡Esmuyduro,amiedad,ponerseaaprenderadibujar,cuandoentodalavidanosehahechootratentativaquela de una boa abierta y una boa cerrada a laedadde

    seisaños!Ciertamentequeyotratarédehacerretratos lo más parecido posibles, pero noestoymuysegurode lograrlo.Unosaldrábieny otro no tiene parecido alguno. En las

  • proporciones me equivoco también un poco.Aquíelprincipitoesdemasiadograndeyalláesdemasiado pequeño. Dudo también sobre elcolordesutraje.Titubeosobreestoylootroyunasvecessalebienyotrasmal.Esposible,enfin, que me equivoque sobre ciertos detallesmuy importantes. Pero habrá queperdonármelo ya que mi amigo no me dabanunca muchas explicaciones. Me creíasemejanteasímismoyyo,desgraciadamente,no sé ver un cordero a través de una caja. Esposiblequeyoseaunpococomolaspersonasmayores.Hedebidoenvejecer.

    V

    Cada día yo aprendía algo nuevo sobre elplaneta, sobre lapartiday sobreel viaje. Estoveníasuavementealazardelasreflexiones.Deesta manera tuve conocimiento al tercer día,deldramadelosbaobabs.

    Fue también gracias al cordero y comopreocupadoporunaprofundaduda,cuandoelprincipitomepreguntó:

    —¿Es verdad que los corderos se comen losarbustos?

  • —Sí,escierto.

    —¡Ah,quécontestoestoy!

    Nocomprendíporquéeratanimportanteparaél que los corderos se comieran los arbustos.Peroelprincipitoañadió:

    —EntoncessecomentambiénlosBaobabs.

    Le hice comprender al principito que losbaobabs no son arbustos, sino árboles tangrandes como iglesias y que incluso si llevaseconsigotodounrebañodeelefantes,elrebañonolograríaacabarconunsolobaobab.

    Esta idea del rebaño de elefantes hizo reír alprincipito.

    —Habría que poner los elefantes unos sobreotros…Yluegoañadiójuiciosamente:

    —Los baobabs, antes de crecer, son muypequeñitos.

    —Es cierto. Pero ¿por qué quieres que tuscorderoscomanlosbaobabs?

    Me contestó: "¡Bueno! ¡Vamos!" como sihablaradeunaevidencia.Mefuenecesarioungranesfuerzodeinteligenciaparacomprenderpormímismoesteproblema.

  • En efecto, en el planeta del principito había,comoen todos los planetas, hierbas buenas yhierbas malas. Por consiguiente, de buenassemillassalíanbuenashierbasydelassemillasmalas, hierbas malas. Pero las semillas soninvisibles; duermen en el secreto de la tierra,hasta que un buen día una de ellas tiene lafantasía de despertarse. Entonces se alargaextendiendohaciaelsol,primerotímidamente,unaencantadora ramita inofensiva. Si se tratade una ramita de rábano o de rosal, se lapuededejarquecrezcacomoquiera.Perosisetratadeunamalahierba,esprecisoarrancarlainmediatamente en cuanto uno ha sabidoreconocerla. Enelplanetadelprincipitohabíasemillas terribles… como las semillas delbaobab.El suelodelplanetaestá infestadodeellas.Siunbaobabnosearrancaatiempo,nohay manera de desembarazarse de él mástarde; cubre todo el planeta y lo perfora consus raíces. Y si el planeta es demasiadopequeño y los baobabs son numerosos, lohacenestallar.

    "Es una cuestión de disciplina, me decía mástardeelprincipito.Cuandopor lamañanauno

  • termina de arreglarse, hay que hacercuidadosamente la limpieza del planeta. Hayque dedicarse regularmente a arrancar losbaobabs,cuandoselesdistinguedelosrosales,a los cuales se parecen mucho cuando sonpequeñitos.Esun trabajomuy fastidiosoperomuyfácil".

    Y un día me aconsejó que me dedicara arealizar un hermoso dibujo, que hicieracomprenderalosniñosdelatierraestasideas."Si alguna vez viajan, me decía, esto podráservirlesmucho.Avecesnohayinconvenienteendejarparamástardeeltrabajoquesehadehacer;pero tratándosedebaobabs, el retrasoes siempreuna catástrofe. Yohe conocidounplaneta, habitado por un perezoso quedescuidótresarbustos…"

    Siguiendolasindicacionesdelprincipito,dibujédichoplaneta.Aunquenomegustaelpapeldemoralista, el peligro de los baobabs es tandesconocido y los peligros que puede correrquien llegue a perderse en un asteroide sontan grandes, que no vacilo en hacer unaexcepción y exclamar: "¡Niños, atención a losbaobabs!" Y sólo con el fin de advertir a mis

  • amigos de estos peligros a que se exponendesdehaceyatiemposinsaberlo,esporloquetrabajé y puse tanto empeño en realizar estedibujo.Lalecciónqueconélpodíadar,valíalapena.Esmuyposiblequealguienmepregunteporquénohayeneste librootrosdibujostangrandiosos como el dibujo de los baobabs. Larespuesta es muy sencilla: he tratado dehacerlos,peronolohelogrado.Cuandodibujélos baobabs estaba animado por unsentimientodeurgencia.

    VI

    ¡Ah, principito, cómo he ido comprendiendolentamente tu vida melancólica! Durantemucho tiempo tu única distracción fue lasuavidad de las puestas de sol. Este nuevodetallelosupealcuartodía,cuandomedijiste:

    —Megustanmucho laspuestasdesol;vamosaverunapuestadesol…

    —Tendremosqueesperar…

    —¿Esperarqué?

    —Queelsolseponga.

  • Parecistemuysorprendidoprimero,ydespuéstereístedetimismo.Ymedijiste:

    —Siempremecreoqueestoyenmitierra.

    En efecto, como todo elmundo sabe, cuandoesmediodía en EstadosUnidos, en Francia seestá poniendo el sol. Sería suficiente podertrasladarseaFranciaenunminutoparaasistira la puesta del sol, pero desgraciadamenteFranciaestádemasiadolejos.Encambio,sobretupequeñoplanetatebastabaarrastrarlasillaalgunos pasos para presenciar el crepúsculocadavezquelodeseabas…

    —¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tresveces!Yunpocomástardeañadiste:

    —¿Sabes? Cuando uno está verdaderamentetristelegustaverlaspuestasdesol.

    —El día que la viste cuarenta y tres vecesestabasmuy triste¿verdad?Peroelprincipitonorespondió.

    VII

    Al quinto día y también en relación con elcordero,mefuereveladoesteotrosecretodela vida del principito. Me preguntó

  • bruscamenteysinpreámbulo,comoresultadode un problema largamente meditado ensilencio:

    —Si un cordero se come los arbustos, secomerátambiénlasflores¿no?

    —Uncorderosecometodoloqueencuentra.

    —¿Ytambiénlasfloresquetienenespinas?

    —Sí;tambiénlasfloresquetienenespinas.

    —Entonces,¿paraquélesirvenlasespinas?

    Confieso que no lo sabía. Estaba yo muyocupado tratando de destornillar un pernodemasiado apretado del motor; la averíacomenzaba a parecerme cosa grave y lacircunstanciadequeseestuvieraagotandomiprovisióndeagua,mehacíatemerlopeor.

    —¿Paraquésirvenlasespinas?

    El principito no permitía nunca que se dejarasin respuesta una pregunta formulada por él.Irritado por la resistencia que me oponía elperno, le respondí lo primero que se meocurrió:

    —Las espinas no sirven para nada; son puramaldaddelasflores.

  • —¡Oh!

    Y después de un silencio, me dijo con unaespeciederencor:

    —¡No te creo! Las flores son débiles. Soningenuas.Sedefiendencomopueden.Secreenterriblesconsusespinas…

    No le respondí nada; en aquel momento meestabadiciendoamímismo:"Siestepernomeresiste un poco más, lo haré saltar de unmartillazo". El principito me interrumpió denuevomispensamientos:

    —¿Túcreesquelasflores…?

    —¡No, no creo nada! Te he respondidocualquier cosa para que te calles. Tengo queocuparmedecosasserias.

    Memiróestupefacto.

    —¡Decosasserias!

    Me miraba con mi martillo en la mano, losdedos llenos de grasa e inclinado sobre algoqueleparecíamuyfeo.

    —¡Hablascomolaspersonasmayores!

    Me avergonzó un poco. Pero él, implacable,añadió:

  • —¡Loconfundestodo…todolomezclas…!

    Estaba verdaderamente irritado; sacudía lacabeza, agitando al viento sus cabellosdorados.

    —Conozco un planeta donde vive un señormuycolorado,quenuncahaolidouna flor,nihamiradounaestrellayquejamáshaqueridoanadie.Entodasuvidanohahechomásquesumas.Ytodoeldíaselopasarepitiendocomotú: "¡Yo soy un hombre serio, yo soy unhombre serio!"… Al parecer esto le llena deorgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es unhongo!

    —¿Unqué?

    —Unhongo.

    Elprincipitoestabapálidodecólera.

    —Hace millones de años que las flores tieneespinas y hace tambiénmillones de años queloscorderos,apesarde lasespinas,secomenlas flores. ¿Es que no es cosa seria averiguarporquélasflorespierdeneltiempofabricandounasespinasqueno lessirvenparanada?¿Esquenoesimportantelaguerradeloscorderosy las flores? ¿No es esto más serio e

  • importantequelassumasdeunseñorgordoycolorado? Y si yo sé de una flor única en elmundo y queno existe enningunapartemásqueenmiplaneta;siyoséqueunbuendíauncorderillopuedeaniquilarlasindarsecuentadeello,¿esqueestonoesimportante?

    Elprincipitoenrojecióydespuéscontinuó:

    —Sialguienamaaunaflordelaquesóloexisteunejemplarenmillonesymillonesdeestrellas,basta que las mire para ser dichoso. Puededecir satisfecho: "Mi flor está allí, en algunaparte…"¡Perosielcorderoselacome,paraéles como si de pronto todas las estrellas seapagaran!¡Yestonoesimportante!

    No pudo decir más y estalló bruscamente ensollozos.

    La noche había caído. Yo había soltado lasherramientas y ya no importaban nada elmartillo,elperno,lasedylamuerte.¡Habíaenunaestrella,enunplaneta,elmío,laTierra,unprincipito a quien consolar! Lo tomé en misbrazos y lo mecí diciéndole: "la flor que túquieresnocorrepeligro…tedibujaréunbozalpara tu cordero y una armadura para la

  • flor…te…". No sabía qué decirle, cómoconsolarle y hacer que tuviera nuevamenteconfianza en mí; me sentía torpe. ¡Es tanmisteriosoelpaísdelaslágrimas!

    VIII

    Aprendíbienprontoaconocermejorestaflor.Siempre había habido en el planeta delprincipito flores muy simples adornadas conuna sola fila depétalos que apenasocupabansitio y anadiemolestaban.Aparecíanentre lahierba una mañana y por la tarde seextinguían. Pero aquella había germinado undía de una semilla llegada de quién sabedónde, y el principito había vigiladocuidadosamente desde el primer día aquellaramita tan diferente de las que él conocía.Podía ser una nueva especie de Baobab. Peroelarbustocesóprontodecrecerycomenzóaechar su flor. El principito observó elcrecimiento de un enorme capullo y tenía leconvencimiento de que habría de salir de allíuna aparición milagrosa; pero la flor noacababadeprepararsubellezaalabrigodesuenvoltura verde. Elegía con cuidado suscolores,sevestíalentamenteyseajustabauno

  • a uno sus pétalos. No quería salir ya ajadacomolasamapolas;queríaaparecerentodoelesplendordesubelleza.¡Ah,eramuycoquetaaquella flor!Sumisteriosapreparacióndurabadías y días. Hasta que una mañana,precisamente al salir el sol se mostróespléndida.

    La flor, que había trabajado con tantaprecisión,dijobostezando:

    —¡Ah, perdóname… apenas acabo dedespertarme… estoy toda despeinada…! Elprincipitonopudocontenersuadmiración:

    —¡Quéhermosaeres!

    —¿Verdad?—respondió dulcemente la flor—.He nacido al mismo tiempo que el sol. Elprincipitoadivinóexactamentequeellanoeramuy modesta ciertamente, pero ¡era tanconmovedora!

    —Meparece que ya es hora de desayunar—añadió la flor —; si tuvieras la bondad depensarunpocoenmí...

    Y el principito, muy confuso, habiendo ido abuscarunaregadera la rocióabundantementeconaguafresca.

  • Yasí,ellalohabíaatormentadoconsuvanidadun poco sombría. Un día, por ejemplo,hablando de sus cuatro espinas, dijo alprincipito:

    —¡Yapuedenvenirlostigres,consusgarras!

    —No hay tigres en mi planeta —observó elprincipito— y, además, los tigres no comenhierba.

    —Yo nos soy una hierba —respondiódulcementelaflor.

    —Perdóname...

    —Notemoalostigres,perotengomiedoalascorrientesdeaire.¿Notendrásunbiombo?

    "Miedo a las corrientes de aire no es unasuerteparaunaplanta—pensóelprincipito—.Estafloresdemasiadocomplicada…"

    —Porlanochemecubrirásconunfanal…hacemucho frío en tu tierra. No se está muy agusto;alládedondeyovengo…

    La flor se interrumpió; había llegado allí enforma de semilla y no era posible queconociera otros mundos. Humillada porhaberse dejado sorprender inventando una

  • mentira tan ingenua, tosió dos o tres vecesparaatraerselasimpatíadelprincipito.

    —¿Yelbiombo?

    —Iba a buscarlo, pero como no dejabas dehablarme… Insistió en su tos para darle almenosremordimientos.

    De esta manera el principito, a pesar de labuena voluntad de su amor, había llegado adudardeella.Habíatomadoenseriopalabrassinimportanciaysesentíadesgraciado.

    "Yonodebíahacerlecaso—meconfesóundíaelprincipito—nuncahayquehacercasoa lasflores, basta con mirarlas y olerlas. Mi florembalsamaba el planeta, pero yo no sabíagozar con eso… Aquella historia de garra ytigres que tanto me molestó, hubiera debidoenternecerme".

    Ymecontótodavía:

    “¡No supe comprender nada entonces! Debíjuzgarlaporsusactosynoporsuspalabras.¡Laflor perfumaba e iluminaba mi vida y jamásdebí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternuraque ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan

  • contradictorias las flores! Pero yo erademasiadojovenparasaberamarla".

    IX

    Creo que el principito aprovechó lamigraciónde una bandada de pájaros silvestres para suevasión. La mañana de la partida, puso enorden el planeta. Deshollinó cuidadosamentesusvolcanesenactividad,de loscualesposeíados, que le eran muy útiles para calentar eldesayuno todas las mañanas. Tenía, además,un volcán extinguido. Deshollinó también elvolcánextinguido,pues,comoéldecía,nuncase sabe lo que puede ocurrir. Si los volcanesestán bien deshollinados, arden suserupciones, lenta y regularmente. Laserupciones volcánicas son como el fuego denuestras chimeneas. Es evidente que ennuestraTierranohayposibilidaddedeshollinarlos volcanes; los hombres somos demasiadopequeños.Poresonosdantantosdisgustos.

    El principito arrancó también con un poco demelancolía los últimos brotes de baobabs.Creía que no iba a volver nunca. Pero todosaquellostrabajosleparecieronaquellamañanaextremadamente dulces. Y cuando regó por

  • última vez la flor y se dispuso a ponerla alabrigodelfanal,sintióganasdellorar.

    —Adiós—ledijoalaflor.Estanorespondió.

    —Adiós—repitióelprincipito.

    La flor tosió, pero no porque estuvieraresfriada.

    —He sido una tonta—le dijo al fin la flor—.Perdóname.Procuraserfeliz.

    Se sorprendió por la ausencia de reproches yquedó desconcertado, con el fanal en el aire,no comprendiendo esta tranquilamansedumbre.

    —Sí, yo te quiero —le dijo la flor—, ha sidoculpamíaquetúnolosepas;peroesonotieneimportancia.Y túhas sido tan tontocomoyo.Trata de ser feliz. . . Y suelta de una vez esefanal;yanoloquiero.

    —Peroelviento...

    —No estoy tan resfriada como para... El airefrescodelanochemeharábien.Soyunaflor.

    —Ylosanimales...

    —Será necesario que soporte dos o tresorugas, si quiero conocer las mariposas; creo

  • quesonmuyhermosas.Sino¿quiénvendráavisitarme?Túestarásmuylejos.Encuantoalasfieras,nolastemo:yotengomisgarras.

    Y le mostraba ingenuamente sus cuatroespinas.Luegoañadió:

    —Y no prolongues más tu despedida. Puestoquehasdecididopartir,vetedeunavez.Laflorno quería que la viese llorar: era tanorgullosa...

    X

    Se encontraba en la región de los asteroides325, 326, 327, 328, 329 y 330. Para ocuparseen algo e instruirse al mismo tiempo decidióvisitarlos.

    Elprimeroestabahabitadoporun rey. El rey,vestido de púrpura y armiño, estaba sentadosobre un trono muy sencillo y, sin embargo,majestuoso.

    —¡Ah, —exclamó el rey al divisar alprincipito—, aquí tenemos un súbdito! Elprincipitosepreguntó:

    "¿Cómoesposiblequemereconozcasinuncamehavisto?"

  • Ignorabaqueparalosreyeselmundoestámuysimplificado.Todosloshombressonsúbditos.

    —Aproxímateparaque te veamejor—ledijoelrey,queestabaorgullosodeserporfinelreydealguien.Elprincipitobuscódondesentarse,peroelplanetaestabaocupadototalmenteporelmagníficomantodearmiño.Sequedó,pues,depie,perocomoestabacansado,bostezó.

    —Laetiquetanopermitebostezarenpresenciadelrey—ledijoelmonarca—.Teloprohíbo.

    —No he podido evitarlo —respondió elprincipito muy confuso—, he hecho un viajemuylargoyapenashedormido...

    —Entonces —le dijo el rey— te ordeno quebosteces. Hace años que no veo bostezar anadie.

    Losbostezossonparamíalgocurioso.¡Vamos,bostezaotravez,teloordeno!

    —Me da vergüenza... ya no tengo ganas... —dijoelprincipitoenrojeciendo.

    —¡Hum, hum! —respondió el rey—. ¡Bueno!Te ordeno tan pronto que bosteces y que nobosteces...

  • Tartamudeabaunpocoyparecíavejado,puesel rey daba gran importancia a que suautoridad fuese respetada. Era un monarcaabsoluto, pero como era muy bueno, dabasiempreórdenesrazonables.

    Siyoordenara—decíafrecuentemente—,siyoordenaraaungeneralquesetransformaraenavemarina y el general nome obedeciese, laculpanoseríadelgeneral,sinomía".

    —¿Puedo sentarme?—preguntó tímidamenteelprincipito.

    —Te ordeno sentarte—le respondió el rey—,recogiendomajestuosamente un faldón de sumantodearmiño.

    Elprincipitoestabasorprendido.Aquelplanetaera tan pequeño que no se explicaba sobrequiénpodríareinaraquelrey.

    —Señor —le dijo—, perdóneme si lepregunto...

    —Teordenoquemepreguntes—seapresuróadecirelrey.

    —Señor...¿sobrequéejercesupoder?

  • —Sobre todo —contestó el rey con graningenuidad.

    —¿Sobretodo?

    Elrey,conungestosencillo,señalósuplaneta,losotrosplanetasylasestrellas.

    —¿Sobre todo eso? —volvió a preguntar elprincipito.

    —Sobretodoeso...—respondióelrey.

    Noerasólounmonarcaabsoluto,era,además,unmonarcauniversal.

    —¿Ylasestrellasleobedecen?

    —¡Naturalmente! —le dijo el rey—. Yobedecen en seguida, pues yo no tolero laindisciplina.

    Un poder semejante dejó maravillado alprincipito. Si él disfrutara de un poder de talnaturaleza,hubiesepodidoasistirenelmismodía,noacuarentaytres,sinoasetentaydos,acien,o inclusoadoscientaspuestasdesol,sintenernecesidaddearrastrarsusilla.Ycomosesentía un poco triste al recordar su pequeñoplanetaabandonado,seatrevióasolicitarunagraciaalrey:

  • —Me gustaría ver una puesta de sol... Demeesegusto...Ordénelealsolqueseponga...

    —Siyo ledieraaungeneral laordendevolardeflorenflorcomounamariposa,odeescribiruna tragedia, o de transformarse en avemarina y el general no ejecutase la ordenrecibida¿dequiénseríalaculpa,míaodeél?

    —Laculpaseríadeusted—ledijoelprincipitoconfirmeza.

    —Exactamente.Sólohayquepediracadauno,lo que cadaunopuededar—continuóel rey.La autoridad se apoya antes que nada en larazón. Si ordenas a tu pueblo que se tire almar, el pueblo hará la revolución. Yo tengoderecho a exigir obediencia, porque misórdenessonrazonables.

    —¿Entonces mi puesta de sol? —recordó elprincipito,quejamásolvidabasupreguntaunavezquelahabíaformulado.

    —Tendrás tu puesta de sol. La exigiré. Pero,según me dicta mi ciencia gobernante,esperaréquelascondicionesseanfavorables.

    —¿Ycuándoseráeso?

  • —¡Ejem, ejem! —le respondió el rey,consultando previamente un enormecalendario—,¡ejem,ejem!seráhacia...hacia...seráhacialassietecuarenta.Yaveráscómosemeobedece.

    Elprincipitobostezó. Lamentaba supuestadesolfrustradayademásseestabaaburriendoyaun

    poco.

    —Yanotengonadaquehaceraquí—ledijoalrey—.Mevoy.

    —Nopartas—lerespondióelreyquesesentíamuy orgulloso de tener un súbdito—, no tevayas

    ytehagoministro.

    —¿Ministrodequé?

    —¡De...dejusticia!

    —¡Perosiaquínohaynadieaquienjuzgar!

    —Eso no se sabe—le dijo el rey—.Nunca herecorrido todomi reino. Estoymuy viejo y elcaminar me cansa. Y como no hay sitio paraunacarroza...

  • —¡Oh! Pero yo ya he visto. . . —dijo elprincipitoqueseinclinóparaecharunaojeadaal otro lado del planeta—. Allá abajo no haynadietampoco..

    —Te juzgarás a ti mismo —le respondió elrey—. Es lo más difícil. Es mucho más difíciljuzgarse a símismo, que juzgar a los otros. Siconsigues juzgarte rectamenteesqueeresunverdaderosabio.

    —Yopuedojuzgarmeamímismoencualquierparteynotengonecesidaddeviviraquí.

    —¡Ejem, ejem! Creo —dijo el rey— que enalgunapartedelplanetaviveunaratavieja;yola oigo por la noche. Tu podrás juzgar a estarata vieja. La condenarás amuerte de vez encuando. Su vida dependería de tu justicia y laindultarás en cada juicio para conservarla, yaquenohaymásqueuna.

    —Amínomegustacondenaramuerteanadie—dijo el principito—. Creo que me voy amarchar.

    —No—dijoelrey.

  • Peroelprincipito,quehabiendo terminadoyasus preparativos no quiso disgustar al viejomonarca,dijo:

    —Si Vuestra Majestad deseara ser obedecidopuntualmente, podría dar una ordenrazonable. Podría ordenarme, por ejemplo,partir antesdeunminuto.Mepareceque lascondicionessonfavorables...

    Comoelreynorespondieranada,elprincipitovacilóprimeroyconunsuspiroemprendióla

    marcha.

    —¡Te nombromi embajador!—se apresuró agritar el rey. Tenía un aspecto de granautoridad. "Las personas mayores son muyextrañas", sedecíaelprincipitoparasímismoduranteelviaje.

    XI

    El segundo planeta estaba habitado por unvanidoso:

    —¡Ah! ¡Ah! ¡Un admirador viene a visitarme!—Gritó el vanidoso al divisar a lo lejos alprincipito.Para losvanidosos todos losdemáshombressonadmiradores.

  • —¡Buenos días! —dijo el principito—. ¡Quésombrerotanrarotiene!

    —Es para saludar a los que me aclaman —respondió el vanidoso. Desgraciadamentenuncapasanadieporaquí.

    —¿Ah, sí? —preguntó sin comprender elprincipito.

    —Golpea tus manos una contra otra —leaconsejóelvanidoso.

    El principito aplaudió y el vanidoso le saludómodestamentelevantandoelsombrero.

    "Estoparecemásdivertidoquelavisitaalrey",se dijo para sí el principito, que continuóaplaudiendo mientras el vanidoso volvía asaludarlequitándoseelsombrero.

    Aloscincominutoselprincipitosecansóconlamonotoníadeaqueljuego.

    —¿Quéhayquehacerparaqueelsombrerosecaiga? —preguntó el principito. Pero elvanidosonoleoyó.Losvanidosossólooyenlasalabanzas.

    —¿Túmeadmirasmucho,verdad?—preguntóelvanidosoalprincipito.

  • —¿Quésignificaadmirar?

    —Admirar significa reconocer que yo soy elhombremásbello,elmejorvestido,elmásricoyelmásinteligentedelplaneta.

    —¡Sitúestássoloentuplaneta!

    —¡Hazme ese favor, admírame de todasmaneras!

    —¡Bueno! Te admiro —dijo el principitoencogiéndose de hombros—, pero ¿para quétesirve?Yelprincipitosemarchó.

    "Decididamente, las personas mayores sonmuy extrañas", se decía para sí el principitodurantesuviaje.

    XII

    El tercer planeta estaba habitado por unbebedor. Fue una visita muy corta, pueshundióalprincipitoenunagranmelancolía.

    —¿Quéhacesahí?—preguntóalbebedorqueestabasentadoensilencioanteunsinnúmerodebotellasvacíasyotrastantasbotellasllenas.

    —¡Bebo! —respondió el bebedor con tonolúgubre.

  • —¿Por qué bebes? —volvió a preguntar elprincipito.

    —Paraolvidar.

    —¿Paraolvidarqué?—inquirióelprincipitoyacompadecido.

    —Paraolvidarquesientovergüenza—confesóelbebedorbajandolacabeza.

    —¿Vergüenza de qué? —se informó elprincipitodeseosodeayudarle.

    —¡Vergüenza de beber! —concluyó elbebedor, que se encerró nueva ydefinitivamenteenelsilencio.

    Yelprincipito,perplejo,semarchó.

    "No hay la menor duda de que las personasmayoressonmuyextrañas",seguíadiciéndoseparasíelprincipitodurantesuviaje.

    XIII

    El cuarto planeta estaba ocupado por unhombre de negocios. Este hombre estaba tanabstraídoquenisiquieralevantólacabezaalallegadadelprincipito.

    —¡Buenosdías!—ledijoéste—.Su cigarro sehaapagado.

  • —Tresydos cinco.Cincoy sietedoce.Doceytres quince. ¡Buenos días! Quince y sieteveintidós.Veintidósyseisveintiocho.Notengotiempodeencenderlo.Veintiochoytrestreintay uno. ¡Uf! Esto suma quinientos unmillonesseiscientos veintidós mil setecientos treinta yuno.

    —¿Quinientosmillonesdequé?

    —¿Eh?¿Estásahítodavía?Quinientosmillonesde...yanosé...¡Hetrabajadotanto!¡Yosoyunhombreserioynomeentretengoentonterías!Dosycincosiete...

    —¿Quinientos millones de qué? —volvió apreguntar el principito, que nunca en su vidahabía renunciadoaunapreguntaunavezquelahabíaformulado.

    Elhombredenegocioslevantólacabeza:

    —Desde hace cincuenta y cuatro años quehabito este planeta, sólo me han molestadotresveces.Laprimera,haceveintidósaños,fuepor un abejorro que había caído aquí deDiossabedónde.Hacíaunruido insoportableymehizo cometer cuatro errores en una suma. Lasegunda vez por una crisis de reumatismo,

  • hace once años. Yo no hago ningún ejercicio,pues no tengo tiempo de callejear. Soy unhombreserio.Ylaterceravez...¡laterceravezesésta!Decía,pues,quinientosunmillones...

    —¿Millonesdequé?

    El hombre de negocios comprendió que noteníaningunaesperanzadeque lodejaranenpaz.

    —Millones de esas pequeñas cosas quealgunasvecessevenenelcielo.

    —¿Moscas?

    —¡No,cositasquebrillan!

    —¿Abejas?

    —No. Unas cositas doradas que hacendesvariara losholgazanes.¡Yosoyunhombreserioynotengotiempodedesvariar!

    —¡Ah!¿Estrellas?

    —Esoes.Estrellas.

    —¿Y qué haces tú con quinientosmillones deestrellas?

  • —Quinientosunmillones seiscientosveintidósmil setecientos treinta y uno. Yo soy unhombreserioyexacto.

    —¿Yquéhacesconesasestrellas?—¿Quequéhagoconellas?

    —Sí.

    —Nada.Lasposeo.

    —¿Quelasestrellassontuyas?

    —Sí.

    —Yohevistounreyque...

    —Los reyesnoposeennada... Reinan. Esmuydiferente.

    —¿Ydequétesirveposeerlasestrellas?

    —Mesirveparaserrico.

    —¿Ydequétesirveserrico?

    —Me sirve para comprar más estrellas sialguienlasdescubre.

    "Este, se dijo a sí mismo el principito, razonapoco más o menos como mi borracho". Noobstantelesiguiópreguntando:

    —¿Ycómoesposibleposeerestrellas?

  • —¿De quién son las estrellas? —contestópunzanteelhombredenegocios.

    —Nosé...Denadie.

    —Entonces son mías, puesto que he sido elprimeroaquienselehaocurridolaidea.

    —¿Yesobasta?

    —Naturalmente.Siteencuentrasundiamanteque nadie reclama, el diamante es tuyo. Siencontrarasuna islaqueanadiepertenece, laisla es tuya. Si eres el primero en tener unaidea y la haces patentar, nadie puedeaprovecharla: es tuya. Las estrellas son mías,puestoquenadie,antesqueyo,hapensadoenposeerlas.

    —Eso es verdad—dijo el principito— ¿y quéhacesconellas?

    —Lasadministro.Lascuentoylasrecuentounayotravez—contestóelhombredenegocios—.

    Esalgodifícil.¡Peroyosoyunhombreserio!

    Elprincipitonoquedódeltodosatisfecho.

    —Si yo tengo una bufanda, puedo ponérmelaalcuelloyllevármela.Sisoydueñodeunaflor,

  • puedo cortarla y llevármela también. ¡Pero túnopuedesllevartelasestrellas!

    —Peropuedocolocarlasenunbanco.

    —¿Quéquieredecireso?

    —Quiere decir que escribo en un papel elnúmero de estrellas que tengo y guardo bajollaveenuncajónesepapel.

    —¿Yesoestodo?

    —¡Essuficiente!

    "Es divertido", pensó el principito. "Es inclusobastantepoético.Peronoesmuyserio".

    El principito tenía sobre las cosas serias ideasmuy diferentes de las ideas de las personasmayores.

    —Yo—dijoaún—tengounafloralaqueriegotodos los días; poseo tres volcanes a los quedeshollino todas las semanas, pues tambiénme ocupo del que está extinguido; nunca sesabe lo que puede ocurrir. Es útil, pues, paramis volcanes y parami flor que yo las posea.Perotú,túnoeresnadaútilparalasestrellas...

  • El hombredenegocios abrió la boca, peronoencontró respuesta. El principito abandonóaquelplaneta.

    "Las personas mayores, decididamente, sonextraordinarias", se decía a sí mismo consencillezduranteelviaje.

    XIV

    El quinto planeta eramuy curioso. Era elmáspequeñodetodos,puesapenascabíanenélunfarolyelfaroleroquelohabitaba.Elprincipitonolograbaexplicarseparaquéserviríanallí,enelcielo,enunplanetasincasasysinpoblaciónunfarolyunfarolero.Sinembargo,sedijoasímismo:

    "Estehombre,quizás,esabsurdo.Sinembargo,es menos absurdo que el rey, el vanidoso, elhombredenegocios y el bebedor. Su trabajo,al menos, tiene sentido. Cuando enciende sufarol,es igualquesihicieranacerunaestrellamásounaflorycuandoloapagahacedormirala flor o a la estrella. Es una ocupación muybonita y por ser bonita es verdaderamenteútil".

  • Cuando llegó al planeta saludórespetuosamentealfarolero:

    —¡Buenosdías!¿Porquéacabasdeapagar tufarol?

    —Es la consigna —respondió el farolero—.¡Buenosdías!

    —¿Yquéeslaconsigna?

    —Apagarmifarol.¡Buenasnoches!Yencendióelfarol.

    —¿Yporquéacabasdevolveraencenderlo?

    —Eslaconsigna.

    —Nolocomprendo—dijoelprincipito.

    —No hay nada que comprender —dijo elfarolero—.Laconsignaeslaconsigna.¡Buenosdías!Yapagósufarol.

    Luego se enjugó la frente con un pañuelo decuadrosrojos.

    —Mitrabajoesalgoterrible.Enotrostiemposerarazonable;apagabaelfarolporlamañanayloencendíapor latarde.Teníaelrestodeldíapara reposar y el resto de la noche paradormir.

  • —¿Yluegocambiaronlaconsigna?

    —Ese es el drama, que la consigna no hacambiado—dijo el farolero—. El planeta giracada vez más de prisa de año en año y laconsignasiguesiendolamisma.

    —¿Yentonces?—dijoelprincipito.

    —Como el planeta da ahora una vueltacompleta cada minuto, yo no tengo unsegundodereposo.Enciendoyapagounavezporminuto.

    —¡Esoesraro!¡Losdíassóloduranentutierraunminuto!

    —Esto no tiene nada de divertido —dijo elfarolero—. Hace ya un mes que tú y yoestamoshablando.

    —¿Unmes?

    —Sí, treinta minutos. ¡Treinta días! ¡Buenasnoches!Yvolvióaencendersufarol.

    Elprincipitolomiróylegustóestefaroleroquetanfielmentecumplía laconsigna.Recordólaspuestasdesolqueenotrotiempoibaabuscararrastrandosusilla.Quisoayudarleasuamigo.

  • —¿Sabes? Yo conozco un medio para quedescansescuandoquieras...

    —Yo quiero descansar siempre —dijo elfarolero.Sepuedeseralavezfielyperezoso.

    Elprincipitoprosiguió:

    —Tuplanetaestanpequeñoquepuedesdarlelavueltaentreszancadas.Notienesquehacermásquecaminarmuylentamenteparaquedarsiempre al sol. Cuando quieras descansar,caminarás... y el día durará tanto tiempocuantoquieras.

    —Con eso no adelanto gran cosa —dijo elfarolero—, loqueamímegustaen lavidaesdormir.

    —Noesunasuerte—dijoelprincipito.

    —No,noesunasuerte—replicóelfarolero—.¡Buenosdías!Yapagósufarol.

    Mientraselprincipitoproseguíasuviaje,seibadiciendo para sí: "Este sería despreciado porlos otros, por el rey, por el vanidoso, por elbebedor, por el hombre de negocios. Y, sinembargo, es el único que no me pareceridículo,quizásporqueseocupadeotracosay

  • no de sí mismo. Lanzó un suspiro de pena ycontinuódiciéndose:

    "Es el único de quien pude haberme hechoamigo.Perosuplanetaesdemasiadopequeñoynohaylugarparados..."

    Loqueelprincipitonoseatrevíaaconfesarse,era que la causa por la cual lamentaba noquedarseenestebenditoplanetasedebíaalasmil cuatrocientas cuarentapuestasde sol quepodríadisfrutarcadaveinticuatrohoras.

    XV

    El sexto planeta era diez veces más grande.Estaba habitado por un anciano que escribíagrandeslibros.

    —¡Anda, un explorador! —exclamó cuandodivisóalprincipito.

    Estesesentósobrelamesayreposóunpoco.¡Habíaviajadoyatanto!

    —¿De dónde vienes tú? —le preguntó elanciano.

    —¿Qué libroesese tangrande?—preguntóasuvezelprincipito—.¿Quéhaceustedaquí?

    —Soygeógrafo—dijoelanciano.

  • —¿Yquéesungeógrafo?

    —Esunsabioquesabedondeestánlosmares,los ríos, las ciudades, las montañas y losdesiertos.

    —Esoesmuyinteresante—dijoelprincipito—.¡Yesunverdaderooficio!

    Dirigió una mirada a su alrededor sobre elplaneta del geógrafo; nunca había visto unplanetatanmajestuoso.

    —Es muy hermoso su planeta. ¿Hay océanosaquí?

    —Nopuedosaberlo—dijoelgeógrafo.

    —¡Ah!(Elprincipitosesintiódecepcionado).¿Ymontañas?

    —Nopuedosaberlo—repitióelgeógrafo.

    —¿Yciudades,ríosydesiertos?

    —Tampocopuedosaberlo.

    —¡Peroustedesgeógrafo!

    —Exactamente —dijo el geógrafo—, pero nosoyexplorador,ni tengoexploradoresquemeinformen. El geógrafo no puede estar de acápara allá contando las ciudades, los ríos, las

  • montañas, los océanos y los desiertos; esdemasiadoimportanteparadeambularporahí.Se queda en su despacho y allí recibe a losexploradores.Lesinterrogaytomanotadesusinformes.Si los informesdealgunodeellos leparecen interesantes, manda hacer unainvestigación sobre la moralidad delexplorador.

    —¿Paraqué?

    —Un explorador que mintiera sería unacatástrofe para los libros de geografía. Ytambién lo sería un explorador que bebierademasiado.

    —¿Porqué?—preguntóelprincipito.

    —Porquelosborrachosvendobleyelgeógrafopondríadosmontañasdondesólohabríauna.

    —Conozcoaalguien—dijoelprincipito—,queseríaunmalexplorador.

    —Es posible. Cuando se está convencido deque lamoralidad del explorador es buena, sehace una investigación sobre sudescubrimiento.

    —¿Sevaaver?

  • —No, eso sería demasiado complicado. Seexige al explorador que suministre pruebas.Porejemplo,sisetratadeldescubrimientodeuna gran montaña, se le pide que traigagrandespiedras.

    Súbitamenteelgeógrafosesintióemocionado:

    —Pero... ¡tú vienes demuy lejos! ¡Tú eres unexplorador!Vasadescribirmetuplaneta.

    Yelgeógrafoabriendosuregistroafilósulápiz.Los relatos de los exploradores se escribenprimeroconlápiz.Seesperaqueelexploradorpresentesuspruebasparapasarlosatinta.

    —¿Ybien?—interrogóelgeógrafo.

    —¡Oh! Mi tierra —dijo el principito— no esinteresante,todoesmuypequeño.Tengotresvolcanes, dos en actividad y uno extinguido;peronuncasesabe...

    —No,nuncasesabe—dijoelgeógrafo.

    —Tengotambiénunaflor.

    —Delasfloresnotomamosnota.

    —¿Porqué?¡Sonlomásbonito!

    —Porquelasfloressonefímeras.

  • —¿Quésignifica"efímera"?

    —Las geografías —dijo el geógrafo— son loslibros más preciados e interesantes; nuncapasandemoda.Esmuyraroqueunamontañacambie de sitio o que un océano quede sinagua. Los geógrafos escribimos sobre cosaseternas.

    —Pero los volcanes extinguidos puedendespertarse —interrumpió el principito—.¿Quésignifica"efímera"?

    —Que losvolcanesesténonoenactividadesigual para nosotros. Lo interesante es lamontañaquenuncacambia.

    —Pero, ¿qué significa "efímera"? —repitió elprincipito que en su vida había renunciado aunapreguntaunavezformulada.

    —Significa que está amenazado de próximadesaparición.

    —¿Mi flor está amenazada de desaparecerpróximamente?

    —Indudablemente.

    "Mifloresefímera—sedijoelprincipito—ynotienemásquecuatroespinasparadefenderse

  • contraelmundo.¡Ylahedejadoallásolaenmicasa!".Porprimeravezsearrepintiódehaberdejadosuplaneta,perobienprontorecobrósuvalor.

    —¿Quémeaconsejaustedquevisiteahora?—preguntó.

    —La Tierra—le contestó el geógrafo—. Tienemuy buena reputación... Y el principito partiópensandoensuflor.

    XVI

    El séptimo planeta fue, por consiguiente, laTierra.

    ¡La Tierra no es un planeta cualquiera! Secuentan en él ciento once reyes (sin olvidar,naturalmente, los reyes negros), siete milgeógrafos, novecientos mil hombres denegocios,sietemillonesymediodeborrachos,trescientos once millones de vanidosos, esdecir, alrededor de dos mil millones depersonasmayores.

    Paradarlesuna ideade lasdimensionesde laTierrayolesdiríaqueantesdelainvencióndela electricidad había que mantener sobre elconjuntode losseiscontinentesunverdadero

  • ejército de cuatrocientos sesenta y dos milquinientosoncefaroleros.

    Vistos desde lejos, hacían un espléndidoefecto. Los movimientos de este ejércitoestaban regulados como los de un ballet deópera. Primero venía el turnode los farolerosde Nueva Zelandia y de Australia. Encendíansusfarolesyseibanadormir.Despuéstocabael turnoen ladanzaa losfarolerosdeChinaySiberia, que a su vez se perdían entrebastidores. Luego seguían los faroleros deRusiaylaIndia,despuéslosdeÁfricayEuropayfinalmente,losdeAméricadelSuryAméricadelNorte.Nunca seequivocabanen suordendeentradaenescena.Eragrandioso.

    Solamente el farolero del único farol del polonorte y su colegadel único farol del polo sur,llevabanunavidadeociosidadydescanso.Notrabajabanmásquedosvecesalaño.

    XVII

    Cuandosequiereseringenioso,sucedequesemiente un poco. No he sido muy honesto alhablardelosfarolerosycorroelriesgodedarunafalsaideadenuestroplanetaalosqueno

  • lo conocen. Los hombres ocupan muy pocolugarsobrelaTierra.Silosdosmilmillonesdehabitantesquelapueblansepusierandepieyunpocoapretados,comoenunmitin,cabríanfácilmente en una plaza de veinte millas delargo por veinte de ancho. La humanidadpodría amontonarse sobre el más pequeñoislotedelPacífico.

    Las personas mayores no les creerán,seguramente, pues siempre se imaginan queocupan mucho sitio. Se creen importantescomo losbaobabs. Lesdirán,pues,quehaganel cálculo; eso les gustará ya que adoran lascifras. Pero no es necesario que pierdan eltiempo inútilmente, puesto que tienenconfianzaenmí.

    El principito, una vez que llegó a la Tierra,quedó sorprendido de no ver a nadie. Teníamiedo de haberse equivocado de planeta,cuando un anillo de color de luna se revolvióenlaarena.

    —¡Buenasnoches!—dijoelprincipito.

    —¡Buenasnoches!—dijolaserpiente.

  • —¿Sobrequéplanetahecaído?—preguntóelprincipito.

    —Sobre la Tierra, en África —respondió laserpiente.

    —¡Ah!¿YnohaynadiesobrelaTierra?

    —Esto es el desierto. En los desiertos no haynadie. La Tierra es muy grande —dijo laserpiente.Elprincipitosesentóenunapiedrayelevólosojosalcielo.

    —Yomepregunto—dijo—silasestrellasestánencendidas para que cada cual pueda un díaencontrar la suya. Mira mi planeta; estáprecisamente encima de nosotros... Pero...¡quélejosestá!

    —Es muy bella —dijo la serpiente—. ¿Y quévienestúahaceraquí?

    —Tengo problemas con una flor —dijo elprincipito.

    —¡Ah!

    Ysecallaron.

    —¿Dóndeestán loshombres?—prosiguióporfin el principito. Se está un poco solo en eldesierto...

  • —Tambiénseestá solodonde loshombres—afirmólaserpiente.

    Elprincipitolamirólargoratoy ledijo:—Eresunbichoraro,delgadocomoundedo...

    —Pero soy más poderoso que el dedo de unrey—le interrumpió la serpiente. El principitosonrió:

    —Nome pareces muy poderoso... ni siquieratienespatas...nitansiquierapuedesviajar...

    —Puedollevartemáslejosqueunnavío—dijolaserpiente.

    Se enroscó alrededor del tobillo del principitocomounbrazaletedeoro.

    —Alqueyo toco, lehagovolvera la tierradedondesalió.Perotúerespuroyvienesdeunaestrella...

    Elprincipitonorespondió.

    —Medaslástima,tandébilsobreestatierradegranito.Sialgúndíaechasmuchodemenostuplaneta,puedoayudarte.Puedo...

    —¡Oh! —dijo el principito—. Te hecomprendido. Pero ¿por qué hablas conenigmas?

  • —Yolosresuelvotodos—dijolaserpiente.Ysecallaron.

    XVIII

    Elprincipitoatravesóeldesiertoenelquesóloencontró una flor de tres pétalos, una flor denada.

    —¡Buenosdías!—dijoelprincipito.

    —¡Buenosdías!—dijolaflor.

    —¿Dónde están los hombres? —preguntócortésmenteelprincipito.Laflor,undía,habíavistopasarunacaravana.

    —¿Los hombres? No existen más que seis osiete,meparece.Loshevistohaceyaañosy

    nuncasesabedóndeencontrarlos.Elvientolospasea.Lesfaltanlasraíces.Estolesmolesta.

    —Adiós—dijoelprincipito.

    —Adiós—dijolaflor.

    XIX

    El principito escaló hasta la cima de una altamontaña. Las únicas montañas que él habíaconocidoeranlostresvolcanesquelellegabana la rodilla. El volcán extinguido lo utilizaba

  • como taburete. "Desde unamontaña tan altacomo ésta, se había dicho, podré ver todo elplaneta y a todos los hombres..." Pero noalcanzóavermásquealgunaspuntasderocas.

    —¡Buenos días! —exclamó el principito alacaso.

    —¡Buenosdías!¡Buenosdías!¡Buenosdías!—respondióeleco.

    —¿Quiénerestú?—preguntóelprincipito.

    —¿Quiéneres tú?... ¿Quiéneres tú?... ¿Quiénerestú?...—contestóeleco.

    —Sed mis amigos, estoy solo —dijo elprincipito.

    —Estoy solo... estoy solo... estoy solo... —repitióeleco.

    "¡Qué planetamás raro!—pensó entonces elprincipito—,esseco,puntiagudoysalado.Yloshombres carecen de imaginación; no hacenmásquerepetirloqueselesdice...Enmitierrateníaunaflor:hablabasiemprelaprimera..."

    XX

    Pero sucedió que el principito, habiendoatravesado arenas, rocas y nieves, descubrió

  • finalmente un camino. Y los caminos llevansiemprealamoradadeloshombres.

    —¡Buenosdías!—dijo.

    Eraunjardíncuajadoderosas.

    —¡Buenosdías!—dijeranlasrosas.

    Elprincipitolasmiró.¡Todasseparecíantantoasuflor!

    —¿Quiénes son ustedes? —les preguntóestupefacto.

    —Somoslasrosas—respondieronéstas.

    —¡Ah!—exclamóelprincipito.

    Y se sintió muy desgraciado. Su flor le habíadichoqueeralaúnicadesuespecieentodoeluniverso. ¡Y ahora tenía ante sus ojosmásdecincomiltodassemejantes,enunsolojardín!

    Siellaviesetodoesto,sedecíaelprincipito,sesentiría vejada, tosería muchísimo y simularíamorirparaescaparalridículo.Yyotendríaquefingirle cuidados, pues sería capaz de dejarsemorir verdaderamente para humillarme a mítambién..."

    Yluegocontinuódiciéndose:"Mecreíaricoconunaflorúnicayresultaquenotengomásque

  • unarosaordinaria.Esoymistresvolcanesqueapenas me llegan a la rodilla y uno de loscuales acaso esté extinguido para siempre.Realmente no soy un gran príncipe... " Yechándosesobrelahierba,elprincipitolloró.

    XXI

    Entoncesaparecióelzorro:

    —¡Buenosdías!—dijoelzorro.

    —¡Buenos días! —respondió cortésmente elprincipitoquesevolvióperonovionada.

    —Estoyaquí,bajoelmanzano—dijolavoz.

    —¿Quién eres tú?—preguntó el principito—.¡Québonitoeres!

    —Soyunzorro—dijoelzorro.

    —Ven a jugar conmigo —le propuso elprincipito—,¡estoytantriste!

    —Nopuedojugarcontigo—dijoelzorro—,noestoydomesticado.

    —¡Ah,perdón!—dijoelprincipito.

    Perodespuésdeunabrevereflexión,añadió:

    —¿Quésignifica"domesticar"?

  • —Tú no eres de aquí —dijo el zorro— ¿québuscas?

    —Busco a los hombres —le respondió elprincipito—.¿Quésignifica"domesticar"?

    —Los hombres —dijo el zorro— tienenescopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Perotambién crían gallinas. Es lo único que lesinteresa.¿Túbuscasgallinas?

    —No —dijo el principito—. Busco amigos.¿Qué significa "domesticar"? —volvió apreguntarelprincipito.

    —Es una cosa ya olvidada —dijo el zorro—,significa"crearvínculos..."

    —¿Crearvínculos?

    —Efectivamente,verás—dijoelzorro—.Túnoeres paramí todavíamás que unmuchachitoigual a otros cien mil muchachitos y no tenecesito para nada. Tampoco tú tienesnecesidad demí y no soy para timás que unzorro entre otros cien mil zorros semejantes.Perositúmedomesticas,entoncestendremosnecesidad el uno del otro. Tú serás para míúnicoenelmundo,yoseréparatiúnicoenelmundo...

  • —Comienzo a comprender —dijo elprincipito—.Hayunaflor...creoqueellamehadomesticado...

    —Esposible—concedióelzorro—,enlaTierraseventodotipodecosas.

    —¡Oh, no es en la Tierra! —exclamó elprincipito.Elzorroparecióintrigado:

    —¿Enotroplaneta?

    —Sí.

    —¿Haycazadoreseneseplaneta?

    —No.

    —¡Quéinteresante!¿Ygallinas?

    —No.

    —Nada es perfecto —suspiró el zorro. Ydespuésvolviendoasuidea:

    —Mividaesmuymonótona.Cazogallinasyloshombresme cazan amí. Todas las gallinas separecen y todos los hombres son iguales; porconsiguiente me aburro un poco. Si tú medomesticas, mi vida estará llena de sol.Conoceréel rumordeunospasosdiferentesatodos los demás. Los otros pasos me hacenesconderbajo la tierra; los tuyosme llamarán

  • fuera de la madriguera como una música. Yademás, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos detrigo?Yonocomopanyporlotantoeltrigoesparamíalgoinútil.Loscamposdetrigonomerecuerdannadayesomeponetriste.¡Perotútienes los cabellos dorados y será algomaravilloso cuandome domestiques! El trigo,queesdoradotambién,seráunrecuerdodeti.Yamaréelruidodelvientoeneltrigo.

    El zorro se calló y miró un buen rato alprincipito:

    —Porfavor...domestícame—ledijo.

    —Bien quisiera —le respondió el principitopero no tengo mucho tiempo. He de buscaramigosyconocermuchascosas.

    —Sólo se conocen bien las cosas que sedomestican—dijo el zorro—. Los hombres yanotienentiempodeconocernada.Locomprantodo hecho en las tiendas. Y como no haytiendasdondevendanamigos,loshombresnotienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo,domestícame!

    —¿Quédebohacer?—preguntóelprincipito.

  • —Debestenermuchapaciencia—respondióelzorro—.Te sentarásalprincipiounpoco lejosde mí, así, en el suelo; yo te miraré con elrabillo del ojo y tú no me dirás nada. Ellenguaje es fuentedemalos entendidos. Perocadadíapodrássentarteunpocomáscerca...

    Elprincipitovolvióaldíasiguiente.

    —Hubiera sido mejor —dijo el zorro— quevinieras a la misma hora. Si vienes, porejemplo,alascuatrodelatarde;desdelastresyo empezaría a ser dichoso. Cuanto másavance la hora, más feliz me sentiré. A lascuatro me sentiré agitado e inquieto,descubriréasíloquevalelafelicidad.Perositúvienes a cualquier hora, nunca sabré cuándoprepararmicorazón...Losritossonnecesarios.

    —¿Quéesunrito?—inquirióelprincipito.

    —Es también algo demasiado olvidado —dijoel zorro—. Es lo que hace que un día no separezcaaotrodíayqueunahoraseadiferentea otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hayun rito. Los jueves bailan con las muchachasdel pueblo. Los jueves entonces son díasmaravillosos en los que puedo ir de paseo

  • hasta la viña. Si los cazadores no bailaran endía fijo, todos los días se parecerían y yo notendríavacaciones.

    De esta manera el principito domesticó alzorro. Y cuando se fue acercando el día de lapartida:

    —¡Ah!—dijoelzorro—,lloraré.

    —Tuyaes la culpa—ledijo el principito—, yono quería hacerte daño, pero tú has queridoquetedomestique...

    —Ciertamente—dijoelzorro.

    —¡Yvasallorar!,—dijoélprincipito.

    —¡Seguro!

    —Noganasnada.

    —Gano—dijoelzorro—heganadoacausadelcolordeltrigo.Yluegoañadió:

    —Vete a ver las rosas; comprenderás que latuyaesúnicaenelmundo.Volverásadecirmeadiósyyoteregalaréunsecreto.

    Elprincipitosefueaverlasrosasalasquedijo:

    —No son nada, ni en nada se parecen a mirosa.Nadielashadomesticadoniustedeshan

  • domesticado a nadie. Son como el zorro eraantes, que en nada se diferenciaba de otroscien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo yahoraesúnicoenelmundo.

    Las rosas se sentían molestas oyendo alprincipito,quecontinuódiciéndoles:

    —Son muy bellas, pero están vacías y nadiedaría la vida por ustedes. Cualquiera que lasvea podrá creer indudablemente quemí rosaesigualquecualquieradeustedes.Peroellasesabemás importanteque todas, porque yo lahe regado, porque ha sido a ella a la queabrigué con el fanal, porque yo le maté losgusanos (salvo dos o tres que se hicieronmariposas ) y es a ella a la que yo he oídoquejarse, alabarse y algunas veces hastacallarse.Porqueesmirosa,enfin.

    Yvolvióconelzorro.

    —Adiós—ledijo.

    —Adiós—dijo el zorro—.He aquími secreto,que no puede ser más simple : sólo con elcorazón se puede ver bien; lo esencial esinvisibleparalosojos.

  • —Loesencialesinvisibleparalosojos—repitióelprincipitoparaacordarse.

    —Loquehacemásimportanteaturosa,eseltiempoquetúhasperdidoconella.

    —Eseltiempoqueyoheperdidoconella...—repitióelprincipitopararecordarlo.

    —Loshombreshanolvidadoestaverdad—dijoel zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eresresponsable para siempre de lo que hasdomesticado.Túeresresponsabledeturosa...

    —Yosoyresponsabledemirosa...—repitióelprincipitoafinderecordarlo.

    XXII

    —¡Buenosdías!—dijoelprincipito.

    —¡Buenosdías!—respondióelguardavía.

    —¿Quéhacesaquí?—lepreguntóelprincipito.

    —Formo con los viajeros paquetes de mil ydespacho los trenes que los llevan, ya a laderecha,yaalaizquierda.

    Y un tren rápido iluminado, rugiendo comoeltrueno,hizotemblarlacasetadelguardavía.

  • —Tienen mucha prisa —dijo el principito—.¿Québuscan?

    —Nisiquieraelconductorde la locomotora losabe —dijo el guardavía. Un segundo rápidoiluminadorugióensentidoinverso.

    —¿Yavuelve?—preguntóelprincipito.

    —Nosonlosmismos—contestóelguardavía—.Esuncambio.

    —¿Nosesentíancontentosdondeestaban?

    —Nuncasesienteunocontentodondeestá—respondióelguardavía.Yrugióeltruenodeuntercerrápidoiluminado.

    —¿Van persiguiendo a los primeros vi ajeros?—preguntóelprincipito.

    —No persiguen absolutamente nada—le dijoel guardavía—; duermen o bostezan allídentro.Únicamentelosniñosaplastansunarizcontralosvidrios.

    —Únicamentelosniñossabenloquebuscan—dijo el principito. Pierden el tiempo con unamuñeca de trapo que viene a ser lo másimportanteparaellosysiselaquitan,lloran...

    —¡Quésuertetienen!—dijoelguardavía.

  • XXIII

    —¡Buenosdías!—dijoelprincipito.

    —¡Buenosdías!—respondióelcomerciante.

    Erauncomerciantedepíldorasperfeccionadasquequitan la sed. Se tomaunapor semana yyanosesientenganasdebeber.

    —¿Por qué vendes eso? —preguntó elprincipito.

    —Porque con esto se economiza muchotiempo. Según el cálculo hecho por losexpertos, se ahorran cincuenta y tresminutosporsemana.

    —¿Y qué se hace con esos cincuenta y tresminutos?

    —Loquecadaunoquiere..."

    "Siyodispusieradecincuentaytresminutos—pensó el principito— caminaría suavementehaciaunafuente..."

    XXIV

    Eraeloctavodíademiaveríaeneldesiertoyhabía escuchado la historia del comerciantebebiendo la última gota de mi provisión deagua.

  • —¡Ah—ledijealprincipito—,sonmuybonitostuscuentos,peroyonohereparadomiavión,no tengo nada para beber y seríamuy feliz sipudiera irme muy tranquilo en busca de unafuente!

    —Miamigoelzorro...,medijo...

    —Nosetrataahoradelzorro,muchachito...

    —¿Porqué?

    —Porquenosvamosamorirdesed...

    Nocomprendiómirazonamientoyreplicó:

    —Es bueno haber tenido un amigo, aún sivamos a morir. Yo estoy muy contento dehabertenidounamigozorro.

    "Es incapaz de medir el peligro —me dije —Nuncatienehambrenisedyunpocodesollebasta..."

    El principito me miró y respondió a mipensamiento:

    —Tengo sed también... vamos a buscar unpozo...

    Tuveungestodecansancio;esabsurdobuscarunpozo,alazar,enlainmensidaddeldesierto.

  • Sinembargo,nospusimosenmarcha.

    Después de dos horas de caminar en silencio,cayó la noche y las estrellas comenzaron abrillar.Yolasveíacomoensueño,puesacausadelasedteníaunpocodefiebre.Laspalabrasdelprincipitodanzabanenmimente.

    —¿Tienessed,tútambién?—lepregunté.Perono respondió a mi pregunta, diciéndomesimplemente:

    —El agua puede ser buena también para elcorazón...

    No comprendí sus palabras, pero me callé;sabíamuybienquenohabíaqueinterrogarlo.

    Elprincipitoestabacansadoysesentó;yomesenté a su lado y después de un silencio medijo:

    —Lasestrellassonhermosas,porunaflorquenoseve...

    Respondí "seguramente" ymiré sin hablar losplieguesquelaarenaformababajolaluna.

    —Eldesiertoesbello—añadióelprincipito.

    Eraverdad;siempremehagustadoeldesierto.Puedeuno sentarseenunaduna,nada se ve,

  • nada se oye y sin embargo, algo resplandeceenelsilencio...

    —Lo que más embellece al desierto—dijo elprincipito— es el pozo que oculta en algúnsitio...

    Me quedé sorprendido al comprendersúbitamente ese misterioso resplandor de laarena. Cuando yo era niño vivía en una casaantigua en la que, según la leyenda, había untesoro escondido. Sin duda que nadie supojamásdescubrirloyquizásnadielobuscó,peroparecíatodaencantadaporesetesoro.Micasaocultaba un secreto en el fondo de sucorazón...

    —Sí—le dije al principito— ya se trate de lacasa,de lasestrellasodeldesierto, loque lesembelleceesinvisible.

    —Megusta—dijoelprincipito—queestésdeacuerdoconmizorro.

    Como el principito se dormía, lo tomé enmisbrazosymepusenuevamenteencamino.Mesentíaemocionadollevandoaquelfrágiltesoro,ymeparecíaquenadamásfrágilhabíasobrelaTierra.Mirabaalaluzdelalunaaquellafrente

  • pálida, aquellos ojos cerrados, los cabellosagitadosporelvientoymedecía:"loqueveoes sólo la corteza; lo más importante esinvisible..."

    Como sus labios entreabiertos esbozaron unasonrisa,medije:"Loquemásmeemocionadeeste principito dormido es su fidelidad a unaflor,eslaimagendelarosaqueresplandeceenél como la llama de una lámpara, inclusocuando duerme... " Y lo sentí más frágil aún.Pensaba que a las lámparas hay queprotegerlas: una racha de viento puedeapagarlas...

    Continuécaminandoyalrayarelalbadescubríelpozo.

    XXV

    —Loshombres—dijoelprincipito—semetenen los rápidos pero no sabendónde vanni loque quieren. . . Entonces se agitan y danvueltas...

    Yañadió:

    —¡Novalelapena!...

  • El pozo que habíamos encontrado no separecía en nada a los pozos saharianos. Estospozossonsimplesagujerosqueseabrenenlaarena. El que teníamos ante nosotros parecíael pozo de un pueblo; pero por allí no habíaningúnpuebloymeparecíaestarsoñando.

    —¡Es extraño! —le dije al principito—. Todoestáapunto:laroldana,elbaldeylacuerda...

    Serióytocólacuerda;hizomoverlaroldana.Ylaroldanagimiócomounaviejaveletacuandoelvientohadormidomucho.

    —¿Oyes? —dijo el principito—. Hemosdespertado al pozo y canta. No quería que elprincipitohicieraelmenoresfuerzoyledije:

    —Déjameamí,esdemasiadopesadoparati.

    Lentamentesubíelcubohastaelbrocaldondelodejébienseguro.Enmisoídossonabaaúnelcantode la roldanayveía temblaral solenelaguaagitada.

    —Tengoseddeestaagua—dijoelprincipito—,damedebeber...

    ¡Comprendíentoncesloqueélhabíabuscado!

  • Levantéelbaldehastasuslabiosyelprincipitobebió con los ojos cerrados. Todo era bellocomo una fiesta. Aquella agua era algo másque un alimento. Había nacido del caminarbajo las estrellas, del canto de la roldana, delesfuerzo de mis brazos. Era como un regaloparael corazón.Cuandoyoeraniño, las lucesdel árbol deNavidad, lamúsicade lamisademedianoche, la dulzura de las sonrisas, dabansuresplandoramiregalodeNavidad.

    —Los hombres de tu tierra —dijo elprincipito— cultivan cinco mil rosas en unjardínynoencuentranloquebuscan.

    —No lo encuentran nunca —le respondí. —Ysin embargo, lo que buscan podríanencontrarloenunasola rosaoenunpocodeagua...

    —Sinduda,respondí.Yelprincipitoañadió:

    —Perolosojossonciegos.Hayquebuscarconelcorazón.

    Yo había bebido y me encontraba bien. Laarena, al alba, era color de miel, del quegozabahastasentirmedichoso.¿Porquéhabíadesentirmetriste?

  • —Esnecesarioquecumplastupromesa—dijodulcemente el principito que nuevamente sehabíasentadojuntoamí.

    —¿Quépromesa?

    —Ya sabes... el bozal para mi cordero... soyresponsabledemiflor.

    Saqué del bolsillo mis esbozos de dibujo. Elprincipitolosmiróydijoriendo:

    —Tusbaobabsparecenrepollos...

    —¡Oh! ¡Y yo que estaba tan orgulloso demisbaobabs!

    —Tu zorro tiene orejas que parecen cuernos;sondemasiadolargas.Yvolvióareír.

    —Eresinjusto,muchachito;yonosabíadibujarmásqueboascerradasyboasabiertas.

    —¡Oh,todosearreglará!—dijoelprincipito—.Losniñosentienden.Bosquejé,pues,unbozalyseloalarguéconelcorazónoprimido:

    —Tútienesproyectosqueyoignoro...

    Peronomerespondió.

  • —¿Sabes?—me dijo—.Mañana hace un añode mi caída en la Tierra... Y después de unsilencio,añadió:

    —Caímuycercadeaquí...

    El principito se sonrojó y nuevamente, sincomprenderporqué,experimentéunaextrañatristeza.Sinembargo,semeocurriópreguntar:

    —Entoncesnoteencontréporazarhaceochodías,cuandopaseabasporestos lugares,amilmillas de distancia del lugar habitado máspróximo.¿Esquevolvíasalpuntodetucaída?

    El principito enrojeció nuevamente. Y añadívacilante.

    —¿Quizásporelaniversario?

    El principito se ruborizóuna vezmás.Aunquenunca respondía a las preguntas, su ruborsignificabaunarespuestaafirmativa.

    —¡Ah! —le dije— tengo miedo. Pero él merespondió:

    —Túdebestrabajarahora;vuelve,pues, juntoa tu máquina, que yo te espero aquí. Vuelvemañanaporlatarde.

  • Peroyonoestabatranquiloymeacordabadelzorro. Si se deja unodomesticar, se expone allorarunpoco...

    XXVI

    Al lado del pozo había una ruina de un viejomurodepiedras.Cuandovolvídemitrabajoaldía siguiente por la tarde, vi desde lejos alprincipito sentado en lo alto con las piernascolgando.Looíquehablaba.

    —¿Noteacuerdas?¡Noesaquíconexactitud!Alguien le respondió sin duda, porque élreplicó:

    —¡Sí,sí;eseldía,peronoesesteellugar!

    Proseguímimarchahaciaelmuro,peronoveíani oía a nadie. Y sin embargo, el principitoreplicódenuevo.

    —¡Claro! Ya verás dónde comienza mi huellaenlaarena.Notienesmásqueesperarme,queallíestaréyoestanoche.

    Yo estaba a veinte metros y continuaba sindistinguir nada. El principito, después de unsilencio,dijoaún:

  • —¿Tienes un buen veneno? ¿Estás segura deno hacerme sufrir mucho? Me detuve con elcorazónoprimido,siempresincomprender.

    —¡Ahora vete —dijo el principito—, quierovolverabajarme!

    Dirigí la mirada hacia el pie del muro einstintivamentediunbrinco.Unaserpientedeesas amarillas que matan a una persona enmenos de treinta segundos, se erguía endirección al principito. Echando mano albolsilloparasacarmi revólver,apretéelpaso,pero, al ruido que hice, la serpiente se dejódeslizar suavemente por la arena como unsurtidor que muere, y, sin apresurarsedemasiado,seescurrióentrelaspiedrasconunligeroruidometálico.

    Lleguéjuntoalmuroatiempoderecibirenmisbrazosamiprincipito,queestabablancocomola

    nieve.

    —¿Pero qué historia es ésta? ¿De charlatambiénconlasserpientes?

    Lequitésueternabufandadeoro,lehumedecílassienesyledidebeber,sinatrevermea

  • hacerlepreguntaalguna.Memirógravementerodeándome el cuello con sus brazos. Sentílatir su corazón, como el de un pajarillo quemuereatirosdecarabina.

    —Me alegra —dijo el principito— que hayasencontrado lo que faltaba a tu máquina. Asípodrásvolveratutierra...

    —¿Cómolosabes?

    Precisamenteveníaacomunicarleque,apesardequenoloesperaba,habíalogradoterminarmi

    trabajo.

    Norespondióamipregunta,sinoqueañadió:

    —Tambiényovuelvohoyamiplaneta...Luego,conmelancolía:

    —Esmuchomáslejos...ymásdifícil...

    Me daba cuenta de que algo extraordinariopasaba en aquellos momentos. Estreché alprincipito entre mis brazos como sí fuera unniñopequeño, ynoobstante,meparecióquedescendía en picada hacia un abismo sin quefueraposiblehacernadapararetenerlo.

    Sumirada,seria,estabaperdidaenlalejanía.

  • —Tengotucorderoylacajaparaelcordero.Ytengo también el bozal. Y sonreíamelancólicamente.

    Esperéunbuenrato.Sentíaquevolvíaaentrarencalorpocoapoco:

    —Hastenidomiedo,muchachito...

    Lo había tenido, sin duda, pero sonrió condulzura:

    —Estanochevoyatenermásmiedo...

    Mequedédenuevoheladoporunsentimientode algo irreparable. Comprendí que no podíasoportar la ideadenovolver aoírnuncamássu risa. Era para mí como una fuente en eldesierto.

    —Muchachito, quiero oír otra vez tu risa...Peroélmedijo:

    —Esta noche hará un año. Mi estrella seencontrará precisamente encima del lugardondecaíelañopasado...

    —¿No es cierto —le interrumpí— que todaesta historia de serpientes, de citas y deestrellasestansólounapesadilla?

  • Peroelprincipitonorespondióamipreguntaydijo:

    —Lomásimportantenuncaseve...

    —Indudablemente...

    —Es lomismoque la flor. Si te gustauna florquehabitaenunaestrella,esmuydulcemiraral cielo por la noche. Todas las estrellas hanflorecido.

    —Esindudable...

    —Es como el agua. La queme diste a beber,graciasa laroldanay lacuerda,eracomounamúsica¿teacuerdas?¡Québuenaera!

    —Sí,cierto...

    —Porlanochemiraráslasestrellas;micasaesdemasiado pequeña para que yo puedaseñalartedóndeseencuentra.Asíesmejor;miestrellaseráparatiunacualquieradeellas.Tegustará entonces mirar todas las estrellas.Todasellasserántusamigas.Yademás,teharéunregalo...

    Yrióunavezmás.

    —¡Ah, muchachito, muchachito, cómo megustaoírturisa!

  • —Miregaloseráéseprecisamente,serácomoelagua...

    —¿Quéquieresdecir?

    Lagentetieneestrellasquenosonlasmismas.Paralosqueviajan,lasestrellassonguías;paraotros sólo son pequeñas lucecitas. Para lossabios las estrellas son problemas. Para mihombredenegocios,eranoro.Perotodasesasestrellas se callan. Tú tendrás estrellas comonadiehatenido...

    —¿Qué quieres decir? —Cuando por lasnochesmiresalcielo,alpensarqueenunadeaquellasestrellasestoyyo riendo, serápara ticomo si todas las estrellas riesen. ¡Tú sólotendrásestrellasquesabenreír!

    Yriónuevamente.

    —Cuando te hayas consolado (siempre seconsuela uno) estarás contento de habermeconocido. Serás mi amigo y tendrás ganas dereírconmigo.Algunasvecesabrirástuventanasólo por placer y tus amigos quedaránasombradosde verte reírmirandoal cielo. Túles explicarás: "Las estrellas me hacen reír

  • siempre". Ellos te creerán loco. Y yo te habréjugadounamalapasada...

    Yserióotravez.

    —Serácomosienvezdeestrellas, tehubiesedadomultituddecascabelitosquesabenreír...Una vezmás dejó oír su risa y luego se pusoserio.

    —Estanoche¿sabes?novengas...

    —Notedejaré.

    —Pareceré enfermo... Parecerá un poco quememuero...esasí.¡Novalelapenaquevengasavereso...!

    —Notedejaré.

    Peroestabapreocupado.

    —Te digo esto por la serpiente; no debemorderte. Las serpientes son malas. A vecesmuerdenporgusto...

    —He dicho que no te dejaré. Pero algo lotranquilizó.

    —Bienesverdadquenotienenvenenoparalasegundamordedura...

  • Aquella noche no lo vi ponerse en camino.Cuandolealcancémarchabaconpasorápidoydecididoymedijosolamente:

    —¡Ah,estásahí!

    Mecogiódelamanoytodavíaseatormentó:

    —Hashechomal.Tendráspena.Pareceráqueestoy muerto, pero no es verdad. Yo mecallaba.

    —¿Comprendes? Es demasiado lejos y nopuedollevarestecuerpoquepesademasiado.Seguícallado.

    —Será como una corteza vieja que seabandona. No son nada tristes las viejascortezas... Yo me callaba. El principito perdióunpocodeánimo.Perohizounesfuerzoydijo:

    —Será agradable ¿sabes? Yo miraré tambiénlas estrellas. Todas serán pozos con roldanaherrumbrosa. Todas las estrellasme darán debeber.

    Yomecallaba.

    —¡Será tan divertido! Tú tendrás quinientosmillonesdecascabelesyyoquinientosmillonesdefuentes...

  • Elprincipitosecallótambién;estaballorando.

    —Esallí;déjameirsolo.

    Sesentóporqueteníamiedo.Dijoaún:

    —¿Sabes?...mi flor...soyresponsable... ¡yellaes tan débil y tan inocente! Sólo tiene cuatroespinas para defenderse contra todo elmundo...

    Mesenté,yanopodíamantenermeenpie.

    —Ahíestá...esoestodo...

    Vaciló todavía un instante, luego se levantó ydiounpaso.Yonopudemoverme.

    Unrelámpagoamarillocentelleóensutobillo.Quedó un instante inmóvil, sin exhalar ungrito.

    Luegocayólentamentecomocaeunárbol,sinhacerelmenorruidoacausadelaarena.

    XXVII

    Ahora hace ya seis años de esto. Jamás hecontadoestahistoriayloscompañerosquemevuelvenaversealegrandeencontrarmevivo.Estaba triste, pero yo les decía: "Es elcansancio".

  • Alcorrerdeltiempomeheconsoladounpoco,peronocompletamente.Séquehavueltoasuplaneta, pues al amanecer no encontré sucuerpo,quenoeraenrealidadtanpesado...Ymegustaporlanocheescucharalasestrellas,que suenan como quinientos millones decascabeles...

    Pero sucede algo extraordinario. Al bozal quedibujéparaelprincipito semeolvidóañadirlelacorreadecuero;nohabrápodidoatárseloalcordero.Entoncesmepregunto:

    "¿Quéhabrásucedidoensuplaneta?Quizáselcorderosehacomidolaflor..."

    Avecesmedigo:"¡Seguroqueno!Elprincipitocubre la flor con su fanal todas las noches yvigila a su cordero". Entonces me sientodichosoytodaslasestrellasríendulcemente.

    Perootrasvecespienso: "Algunaqueotravezse distrae uno y eso basta. Si una noche haolvidadoponer el fanal o el corderoha salidosin hacer ruido, durante la noche...". Yentonces los cascabeles se convierten enlágrimas...

  • Y ahí está el gran misterio. Para ustedes quequieren al principito, lo mismo que para mí,nada en el universo habrá cambiado si encualquierparte,quiensabedónde,uncorderodesconocido seha comidoono seha comidounarosa...

    Peromiren al cielo y pregúntense: el cordero¿se ha comido la flor? Y veréis cómo todocambia...

    ¡Ninguna persona mayor comprenderá jamásqueestoseaverdaderamenteimportante!

    Este es para mí el paisaje más hermoso y elmástristedelmundo.Eselmismopaisajedelapágina anterior que he dibujado una vezmáspara que lo vean bien. Fue aquí donde elprincipito apareció sobre la Tierra,desapareciendoluego.

    Examínenlo atentamente para que sepanreconocerlo, si algún día, viajando por Áfricacruzaneldesierto.Siporcasualidadpasanporallí, no se apresuren, se los ruego, ydeténganse un poco, precisamente bajo laestrella.Siunniño llegahastaustedes, siesteniño ríe y tiene cabellos de oro y nunca

  • responde a sus preguntas, adivinarán enseguida quién es. ¡Sean amables con él! Ycomuníquenme rápidamente que haregresado.¡Nomedejentantriste!

    FIN

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