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  • El principio (1968-1988: aos

    de rebelda)Francisco Prez Arce

    Ibarra

  • Francisco Prez Arce IbarraEnero 2012

    sta es una publicacin de la Fraccin Parlamentaria del Partido de la Revolucin Democrtica en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y Para Leer en Libertad A.C.

    brigadaparaleerenlibertad@gmail.comwww.brigadaparaleerenlibertad.com

    Cuidado de la edicin: Alicia Rodrguez.Formacin y diseo de portada: Daniela Campero.

  • Mi agradecimiento a:

    Tania Hernndez, Lilia Venegas, Mara Eugenia del Valle,

    Emma Yannes, Beatriz Novaro, Leticia Reina, Fritz Glockner,

    Sal Escobar, Sergio Hernndez, Carlos Melesio, Nicols Prez

    Arce Novaro, Francisco Prez Arce Novaro, Carlos San Juan y

    Paco Ignacio Taibo II. Todos ellos leyeron el manuscrito de El

    Principio e hicieron comentarios que me resultaron tiles y,

    ms importante que eso, estimulantes.

    Francisco Prez Arce Ibarra

    Para:

    Edmundo Martn del Campo,

    Carlos Armendriz,

    Den Prieto,

    Efran Caldern Lara

    y Misael Nez Acosta

    En memoria

    Men fight and lose the battle,

    and the thing that they fought for

    comes about in spite of their defeat,

    and when it comes

    turns out not to be what they meant,

    and other men have to fight

    for what they meant

    under another name.

  • [Unos hombres pelean y pierden la batalla,

    y la cosa por la que pelearon

    llega a pesar de su derrota,

    y cuando llega

    resulta no ser lo que pensaban,

    y otros hombres tienen que pelear

    por aquello que pensaban

    bajo otro nombre.]

    William Morris

    Recuerdo, recordemos

    hasta que la justicia

    se siente entre nosotros.

    Del poema de Rosario Castellanos

    Memorial de Tlatelolco

  • Francisco Prez Arce

    9

    Prlogo

    Veinte aos fueron El principio del final de un rgimen. En estas dos dcadas (1968-1988) el rgimen fue de-rrotado culturalmente por una sociedad que sala de su letargo. Pero las batallas que dieron sus sectores de van-guardia no fueron suficientes para destruirlo de golpe. Lo sacudieron, lo evidenciaron, pero fue slo El principio de una cada que se dio como en cmara lenta en todo el final del siglo. Si el rgimen naci en 1929 podemos decir que lleg a su plenitud en los aos sesenta. Las Olimpia-das Mxico 68 iban a representar su cspide, su apogeo, su consagracin mundial, su meta cumplida: la entrada de Mxico a la modernidad ante la vista del mundo. El pas mostrara una economa industrial en desarrollo. Un crecimiento slido. Una clase media urbana satisfecha y con estilos de consumo copiados de Estados Unidos. Una identidad nacional fundada en una historia milenaria pero apoyada en su culminacin de bronce, la revolucin institucionalizada, y en un sistema de educacin pblica universal con libros de texto obligatorios y gratuitos. El rostro orgulloso que el pas mostrara al mundo inclua un grandioso Museo de Antropologa y una moderna, funcional y hermosa Ciudad Universitaria cuyo estadio sera sede de las fiestas de inauguracin y clausura y que entonces adopt el nombre de Estadio Mxico 68. Pero el rostro que se mostr fue otro: el de un rgimen desptico que realiz una represin sangrienta

  • 10

    El principiocontra un movimiento estudiantil el 2 de octubre, pre-cisamente una semana antes de la inauguracin de los Juegos. La prensa, sometida monolticamente al rgimen, call la magnitud y el horror de Tlatelolco. A pesar del rgido control de los medios algo se col por la fisura, como el memorable cartn de uno de los padres de la caricatura poltica en Mxico, Abel Quezada, que public una mancha negra y la pregunta azorada: por qu? Pasaron las olimpiadas y sigui la vida: decenas de estudiantes en la crcel y un movimiento estudiantil enclaustrado en sus escuelas, y una rabia contenida. Una clase poltica que quera que todo quedara en el olvi-do. Una frase acab pasando por encima del silencio de la prensa y derrotando al discurso oficial, una frase que acab venciendo al rgimen: 2 de octubre no se olvida. Toda la oposicin, toda la inconformidad polti-ca no tena cauce para expresarse en un rgimen cuya piedra de toque haba sido autoridad y su contraparte disciplina. La inolvidable represin del movimiento es-tudiantil del 68, como las represiones violentas inmedia-tamente anteriores contra el movimiento de los mdicos en el 65 y contra otros contingentes estudiantiles en al-gunos estados de la repblica, se haban realizado bajo la divisa de la defensa del principio de autoridad. Pero la mayor de todas las represiones, el mayor crimen del Estado, fue el de Tlatelolco el 2 de octubre del 68. De esas jornadas surgiran numerosos cuadros de la oposicin de izquierda en todas sus vertientes obre-ra, campesina, guerrillera, intelectual, artstica. Y no slo hay una influencia debido a los cuadros que se trasladan

  • 11

    Francisco Prez Arce a otros mbitos sino otra ms general que vea sobre la sociedad en su conjunto. Un discurso crtico que arraiga en la mentalidad de amplios grupos que cambian su ac-titud ante las instituciones del Estado. Por eso es posible identificar a ese movimiento como el principio del prin-cipio. Luego siguieron otros movimientos sociales que tambin sacudieron a Mxico.

    En primera persona

    Estuve ah. Cmo decirlo? Fui parte de estas historias. El 2 de octubre tuve miedo y corr junto con otros que tambin lo tenan. En la universidad el mimegrafo se haba converti-do en un artefacto de uso cotidiano. Era nuestro y alcan-zamos a sacarlo cuando estaban entrando los tanques por Avenida Universidad. Me enamor en los salones, en los pasillos y en los jar-dines de ese territorio libre que era la Ciudad Universitaria. Sent que tartamudeaba a las puertas de la refinera de Azcapotzalco, subido en una barda, intentando con-vencer a los obreros de no s bien qu cosa, de que tena-mos razn o de que ramos los buenos en esa batalla. Aprend de maestros universitarios que dejaron de usar corbata y nos hicieron leer libros que no siempre en-tend pero que de cualquier manera me abrieron un con-tinente nuevo, una manera distinta de ver el mundo. Vi a Los Halcones en San Cosme el diez de junio, y corr y me escond cuando o los balazos.

  • 12

    El principio Camin en la carretera en caravanas campesinas que peleaban un pedazo de tierra cincuenta aos despus de la revolucin, cuando la reforma agraria se haba con-vertido en adorno de discursos de funcionarios. No sufr como campesino; vi sus manos duras y sus pueblos aisla-dos, y entend que quiz nunca entendera. Estuve en las guardias de muchas huelgas largas y fras, y en mtines calientes frente a fbricas calladas, y tena dudas y me preocupaba el futuro de las familias de los obreros si no obtenamos el triunfo o al menos en-contrbamos una salida aceptable. Junto con amigos en-traables cargu una cmara y un proyector de cine para exhibir pelculas ejemplares. Estuve con los despedidos en las barandillas de la Junta de Conciliacin y Arbitraje acompaando trmites interminables. Escrib, escribimos, imprimimos, repartimos peri-dicos y boletines de lucha popular para difundir las causas del pueblo. No quise ser guerrillero (no discuto las razones porque ahora no tiene sentido), pero otros lo hicieron, amigos y amigas mas a los que de pronto, inesperada-mente, encontr en la pantalla de la televisin, presenta-dos como detenidos por su participacin en acciones ar-madas, o an peor, vi su nombre en listas de muertos en combate o desaparecidos. Camin no s cuantas veces de la Normal a la Secre-tara de Educacin Pblica, con los maestros de Oaxaca, de Chiapas, de Morelos, de Guerrero, de Hidalgo y del valle de Mxico, y recorr los plantones que inauguraban una mane-ra de protesta. Presenci ms de un desalojo violento.

  • 13

    Francisco Prez Arce Redact no s cuntos volantes, no s cuntos des-plegados en los peridicos, no s cuntos discursos. De al-gunos me sent orgulloso aunque no llevaban mi firma. Pre-senci huelgas de hambre; nunca particip en una. Recuerdo todo esto para decir (para decirme a m mismo) que s de lo que escribo cuando escribo sobre lo que pas en esos veinte aos. Este libro, sin embargo, no est escrito en primera persona. No es un testimonio per-sonal. Ha pasado bastante tiempo para tomar distancia, para hacer preguntas sobre lo que pas y por qu pas, para superar la visin necesariamente limitada del testigo. Pero no ha pasado tiempo suficiente para olvidar esta-dos de nimo y sentimientos entraables. No pretendo ser imparcial. Tal cosa no creo que exista cuando se habla de historia, y menos an de historia contempornea.

    En cascada

    En la primera parte de este libro hablo del movimiento del 68, sus causas y sus secuelas. En la segunda hago un re-corrido rpido por algunos movimientos que se siguieron como en cascada: la insurgencia obrera de 1970 a 1975; el movimiento magisterial de 1979 a 1981; las guerrillas rurales y urbanas, que alcanzaron su mayor fuerza entre 1972 y 1974; el movimiento urbano popular, cuyo apogeo sigui a los terremotos de 1985. Todos los sectores, todas las clases oprimidas o marginadas saltaron a escena en su momento, sin coor-dinacin y con intensidades diferentes, tejiendo contagios que acabaron por alcanzar a la sociedad entera.

  • 14

    El principio Las dos dcadas en su conjunto fueron el principio del fin del rgimen. El rgimen de los gobiernos de la re-volucin mexicana ya no daba para ms, haba dejado de satisfacer las expectativas de los principales sectores de la sociedad y en particular a la clase media. Fue perdiendo el consenso a grandes pasos y eso estuvo a la vista en las sorprendentes elecciones federales del 6 de julio de 1988. Sorprendentes? S, lo fueron en ese momento. Aun-que vistos en perspectiva aquellos veinte aos, ante la suma de agravios y las experiencias acumuladas, quiz no lo sean tanto.

    I. LA LEVADURA

    (EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

    DE 1968 A 1971)

    NUEVE SEMANAS Y MEDIA

    Llamar a 1968 el 68 nos recuerda que es un ao muy importante, que es un referente comn para todos o al menos para muchos mexicanos de la segunda mitad del siglo XX. Da cuenta de la asociacin inevitable de un ao con ciertos acontecimientos trascendentes. Lo nombra-mos as por lo que sucedi en slo nueve semanas y me-dia. La densidad de ese ao procede de un movimiento social que sacudi al pas y que mucho tiempo despus an era llamado El Movimiento (as, sin apellidos), que fue de masas, estudiantil y juvenil; que tuvo dimensin nacional, desafi a un gobierno estable y someti a crtica toda una cultura poltica. Fue, al mismo tiempo, el enfren-tamiento con una estructura autoritaria (aceptada hasta

  • 15

    Francisco Prez Arce entonces de manera pasiva por una sociedad creciente-mente urbana y ms o menos satisfecha) y la crtica de las prcticas polticas del sistema. El movimiento reivindicaba una tica que acab siendo aceptada por amplias capas de la sociedad. Fue el lenguaje llano contra la simulacin. La ciudad de Mxico presenci el fenmeno indito de la comunicacin fluida de los estudiantes rebeldes con el resto de la sociedad (a travs de dos formas novedosas: las brigadas, que eran pequeos grupos que realizaban mtines relmpago, y las pintas en muros y camiones) para contrarrestar la ce-rrazn casi absoluta de la prensa, la radio y la televisin. Con Daz Ordaz el rgimen haba llegado a su pun-to ms alto de autoritarismo. (Si, como afirma Cioran, cada siglo tiene su Edad Media, el 68 es uno de los mo-mentos medievales de la Era del PRI, Carlos Monsivis.) Segn la lgica personal del presidente, compar-tida por la clase poltica, el crecimiento econmico del pas (que haba creado una clase media urbana y una clase obrera industrial) justificaba, y aun exiga, una poltica de mano dura. El discurso dazordacista se origina en la cer-teza de que en el contexto de logros materiales los movi-mientos opositores no pueden tener una causa legtima y, en consecuencia, son enemigos del inters nacional. En ese aspecto la poltica no haba cambiado entre el sexenio de Lpez Mateos (1958-64) y el de Daz Ordaz (1964-70). En lo fundamental era su continuacin: una po-ltica de dos manos, represin con la derecha y concesin graciosa con la izquierda. Los movimientos ferrocarrilero,

  • 16

    El principiomagisterial y de telegrafistas; el asesinato de Rubn Jarami-llo y su familia; la intolerancia hacia el movimiento cvico en San Luis Potos; el encarcelamiento de dirigentes polticos o intelectuales comunistas fueron acciones del gobierno de Lpez Mateos, siendo Daz Ordaz su secretario de Gober-nacin. La lnea se repiti frente a los movimientos desata-dos en 1965, 66 y 67, mdico y estudiantiles.1 La constante fue la mano dura: someter cualquier intento de salirse del control monoltico ejercido desde el gobierno, su partido y sus sectores. Son los aos dorados del corporativismo y del presidencialismo. Es posible escribe Julio Scherer que el huevo de la serpiente que tanto hemos visto crecer desde entonces haya sido incubado en el periodo del presidente Lpez Mateos.2

    1. En la dcada de los sesenta se puede hablar de una insurgencia estudiantil, como lo han sealado Gilberto Guevara (1988 pp. 24 y ss.), Salvador Martnez Della Rocca (1986, pp. 104 y ss.) y Gilberto Balam (1969, pp. 24 y ss.). Se refieren a una lista larga de conflictos universitarios en varios estados de la Repblica: 1962, La Universidad de Puebla por Reforma Universitaria, en violenta confrontacin con grupos fascistas. En 1963, conflicto en la Universidad San Nicols de Hidalgo, en Michoacn, que concluye con el derrocamiento del rector Eli de Gortari. En 1964 el movimiento poblano concluye con la cada del gobernador general Nava Castillo. En 65 estalla el movimiento mdico, que se asocia con las Facultades de Medicina. En 1966 la Universidad de Sinaloa lucha por su autonoma. En 1966 en Durango, el movimiento universitario reclama la explotacin irracional de los recursos minerales del Cerro del Mercado. En 1966 estalla el movimiento en la unam que termina con la renuncia del rector Ignacio Chvez. En ese mismo ao el movimiento michoacano pide la destitucin del gobernador Agustn Arriaga Rivera, concluye con la ocupacin militar de edificios de la Universidad. En 1967, huelga en la Universidad de Sonora que es reprimida por un grupo paramilitar llamado la ola verde, y el ejrcito ocupa instalaciones universitarias. Los universitarios tamaulipecos inician su lucha por la autonoma con una marcha de Ciudad Mante a la capital del estado y con una huelga de hambre. En ese mismo ao la Escuela de Agricultura Hermanos Escobar de Chihuahua lucha por su sobrevivencia y su incorporacin al Estado, se desarrollaron importantes huelgas de apoyo en todo el pas, destacadamente en Chapingo y en el Instituto Politcnico Nacional.2. Julio Scherer Garca, (1986).

  • 17

    Francisco Prez Arce

    As empez

    El movimiento estudiantil tuvo su origen aparente en un pleito callejero entre estudiantes de escuelas vecinas, las Vocacionales 2 y 5 del IPN, y la Preparatoria Isaac Ocho-terena, incorporada a la UNAM. El escenario: La Ciudadela, plaza cntrica de tradicin histrica. Pandillas muy cono-cidas en la zona organizaban pequeas escaramuzas des-de haca aos sin que la autoridad actuara seriamente para detenerlas. Seguramente hubo muchas peleas como esa en otros barrios sin que pasaran de ser episodios locales rutinarios. En esta ocasin los granaderos agredieron con saa a los adolescentes, persiguindolos incluso dentro de las escuelas. Golpearon a cuanto estudiante se cruz en su camino. Con ello despertaron la protesta de todos los es-tudiantes del Politcnico (la segunda institucin educativa ms grande del pas, emblemtica, adems, por su origen cardenista). La invasin de las escuelas politcnicas recordaba un viejo agravio: El 23 de septiembre de 1956 escribieron en su bole-tn de prensa fuimos mancillados al invadir las tropas, nues-tra Mxima Casa de Estudios... Hoy, 23 de julio del presente ao, en punto de las 10 horas, nuevamente nuestro Instituto Politcnico Nacional fue vctima de una ofensa al agredir, y cu-brirse de gloria el H. Cuerpo de Granaderos, al estudiantado de la escuela Vocacional nmero cinco, culminando con dicha agresin hasta el grado de introducirse a la Casa de Estudios.33. El Universal, 25 de julio (subrayado en el original).

  • 18

    El principio As empez todo. La Federacin Nacional de Estu-diantes Tcnicos (FNET),4 convoc a una manifestacin el 26 de julio, misma fecha en la que otros estudiantes, ma-yoritariamente de las escuelas del ala de humanidades de la UNAM, y las poco influyentes organizaciones de izquierda, realizaban su marcha anual de apoyo a la revolucin cubana. La primera deba terminar en el Casco de Santo To-ms, en la plaza de El Carrilln, pero al calor de la protesta decidieron desviar la marcha hacia el Zcalo. Llegaron has-ta San Juan de Letrn y marcharon por 5 de Mayo. A unas cuadras de ah, en la calle de Palma, los esperaba la polica para impedirles llegar al Zcalo. Los granaderos no se limi-taron a detenerla, la agredieron con gran violencia. Los nuevos excesos de la polica se dieron contra quienes protestaban por los excesos de la polica. A unas cuadras de ah estudiantes y militantes de izquierda corea-ban festivamente consignas pro cubanas (Fidel, Fidel, qu tiene Fidel/ que los americanos no pueden con l, o bien Con la OEA o sin la OEA/ ya ganamos la pelea). Nada que ver, aparentemente, con la otra marcha, salvo que eran es-tudiantes y jvenes y que en el momento de mayor cercana estuvieron a una cuadra de distancia, y que muy pronto los granaderos se convertiran en sus enemigos comunes. La manifestacin pro cubana y antiimperialista ha-ca un recorrido del Salto del Agua al Hemiciclo a Jurez, la 4. FNET: organizacin oficialista reconocida por las autoridades y claramente vinculada al pri. El gobierno trat de negociar con ella. Escribe Corona del Rosal, jefe del Departamento del D.F.: La Federacin Nacional de Estudiantes Tcnicos era el nico grupo organizado que deseaba la terminacin de los desrdenes; por esa razn, solicit dialogar con funcionarios del gobierno. Ninguna otra agrupacin hizo gestiones semejantes. Los lderes de la fnet mostraron sinceridad y buena fe y, al trmino de la reunin, manifestaron su conformidad y firmaron un convenio. Corona del Rosal (1995, p. 210).

  • 19

    Francisco Prez Arce ruta inclua un tramo de San Juan de Letrn de sur a norte, hasta llegar a la Alameda y ah viraba a la izquierda. La de los politcnicos cruz San Juan de Letrn y tomaron 5 de Mayo para dirigirse al Zcalo, al que no pudieron llegar porque antes fueron agredidos. Seran las siete de la noche cuando los ecos de esa represin llegaron a la otra marcha cuyos participantes, desconcertados, no actuaron unitariamente: muchos, con cierto desasosiego, se fueron a sus casas, otros quisieron ver qu pasaba y se convirtieron en testigos o pro-tagonistas de los enfrentamientos de esa noche. Aun entonces la cosa no tena por qu pasar a ma-yores (no era la primera manifestacin reprimida), pero las batallas se prolongaron los das siguientes en el centro de la ciudad, en las calles aledaas a las Preparatorias uno, dos y tres. Los estudiantes se vieron acosados y cercados por policas furibundos y se defendieron con ms rabia que conviccin ideolgica. El gobierno decidi acabar la protes-ta contra los excesos policiacos ahogndola desde su inicio, y apelando a la frmula macartista de culpar a los agita-dores (probablemente extranjeros) y al Partido Comunista, financiados por el mtico oro de Mosc. Esa misma noche, agentes de la polica poltica entraron a las oficinas del Par-tido Comunista Mexicano y la imprenta de su peridico, La Voz Mxico; decomisaron material impreso y detuvieron a varias personas. El gobierno no se dio cuenta de que enfrentaba un movimiento de otra naturaleza. Las acciones de los es-tudiantes que defendan sus escuelas y combatan en las calles contra los granaderos no se haban gestado en una politizacin previa, no surgan como resultado de una in-

  • 20

    El principiofluencia ideolgica. Era un movimiento defensivo. El go-bierno actu con la mano dura que tena bien entrenada, y cometi un error crucial (un pecado que habra de costarle muchsimo) al involucrar al ejrcito. Las acciones policiacas en el centro de la ciudad pro-vocaron la entrada al conflicto de tres escuelas preparatorias de la UNAM (la uno, la dos y la tres), las nicas que perma-necan en el antiguo barrio universitario. Los granaderos se vieron impotentes. Los estudiantes tomaron camiones, los cruzaron en bocacalles y les prendieron fuego para impedir el trnsito de los vehculos policiacos. El centro fue un cam-po de batalla. Los policas no pudieron controlar la situacin. A las cero horas del da 30 de julio, un batalln del ejrcito sali del campo militar nmero uno. Segn la cr-nica del da siguiente del peridico El Da, la tropa inici la marcha a las preparatorias con bayoneta calada... Los estu-diantes se vieron obligados a parapetarse en los planteles.... Para desalojar a los estudiantes que se haban per-trechado en el histrico edificio de la Preparatoria uno y tres (edificio histrico del antiguo Colegio de San Ildefonso, sede de la Escuela Nacional Preparatoria que en los aos de los gobiernos revolucionarios ofreci en los patios a los grandes del muralismo mexicano), el ejrcito dispar una bazuca contra una joya, el magnfico portn tallado en madera. Hubo heridos y muertos. An visto a la distancia de varias dcadas, cuesta trabajo explicarse que el ejrcito haya utilizado un arma de ese calibre contra la puerta de una escuela en la que se resguardaban adolescentes desar-mados. Este hecho extendi la rabia contra la brutalidad del gobierno, su polica y, ahora tambin, su ejrcito.

  • 21

    Francisco Prez Arce La versin del ejrcito fue distinta:

    Con la presencia de las tropas en la Preparatoria nmero 3, el grupo de estudiantes se movi en su interior, unos bajando de la azotea y otros de los corredores, hacia la puerta que da salida a la calle Justo Sierra; como la puerta la tenan cerrada los propios estudiantes, al sentir la presencia de las tropas volaron la citada puerta, segn informes con bombas molotov y algunos cartuchos de dinamita.

    En otro documento al respecto informan: IV.- Se les exhort a abrir la puerta, incluso se apunt con el Bazooka, un pelotn de Paracaidistas al paso veloz y con una viga trat de forzar la entrada, en dicho momento se escuch una fuerte detonacin resultando heridos los CC. Solds. Paracs. JESS GARCA VARGAS Y JOAQUN NAVA BERNAL, con la fuerza de la explosin cediendo dicha puerta.5

    Otro batalln se dirigi a la Vocacional cinco: Los estu-diantes se negaban a salir del plantel, entonces el ejrcito

    les dio un plazo de cinco minutos para que desalojaran el lu-gar y si no las tropas entraran por la fuerza. En ese momento los muchachos se pusieron de pie en la azotea, donde se encontraban, y cantaron el Himno Nacional, despus lanzaron porras al presidente Daz Ordaz y al ejrcito y finalmente trataron de lanzar vivas a la Universidad, pero ya el plazo venca y la tropa entr a la escuela.6

    Se est formando un movimiento

    El bazucazo del 30 de julio se convirti en el acontecimiento clave, el hecho simblico que viol la autonoma universitaria.5. La primera cita corresponde al parte de la subjefatura del Estado Mayor de la Secretara de la Defensa Nacional, y la segunda al parte del Batalln de Fusileros Paracaidistas del mismo 30 de julio. Ambos publicados en Scherer y Monsivis: Parte de Guerra II, p. 117 y 89.6. Exclsior, 1 de agosto.

  • 22

    El principio Pregunta Monsivis:

    Por qu surgen con tal celeridad en 1968 las comunidades de enseanza superior: universitaria, politcnica, normalista, del Colegio de Mxico, de los estudiantes de teatro del INBA, das an-tes slo conglomerados sin unidad posible? El primero de agosto la respuesta es unvoca: se viol la autonoma universitaria, se vio-laron los recintos del IPN. Hoy, esta justificacin se desvanece un tanto en los recuerdos y los anlisis, pero entonces impulsa las nuevas actitudes y consolida los espacios de libertad de expresin y reunin. La autonoma universitaria en 1968 retiene y acrecienta su podero movilizador... Al ser entonces los residuos de cultura jurdica la nica y ltima zona de la fe en la democracia, resulta inevitable centrar el debate en torno a la violacin de la Autono-ma. Se ha vulnerado la esencia de la UNAM su extraterritoria-lidad y esto es inadmisible, porque en el pas prista la UNAM garantiza lo excepcional del conocimiento y de los derechos de la

    crtica... lo que ordena o encauza la protesta es un argumento: la violacin de la Autonoma.7

    El prrafo lo explica bien, aunque no subraya lo sufi-ciente el otro extremo del eje, el que se refiere al movimiento politcnico. Un eje que atraviesa la ciudad, la Avenida Insur-gentes de norte a sur, de Zacatenco a Ciudad Universitaria, es tambin un eje poltico. La violacin a la autonoma fue un impulso determinante. Pero das ms tarde se ver que el conjunto de estudiantes politcnicos suman otros agravios y tienen un impulso propio. En efecto, la violacin de la autonoma fue una de las causas principales del movimiento. El detonador fue la violencia desmedida de la polica y el ejrcito. A la vista de todos artera y sin justificacin alguna. Algo fundamental 7. Monsivis y Scherer (2002), p. 79. (Los subrayados son de FPAI.)

  • 23

    Francisco Prez Arce que permiti la expansin del movimiento fue la actitud del rector de la UNAM, Javier Barros Sierra. El 30 de julio, en una ceremonia en la explanada de CU, iza la bandera a media asta y lee un clebre y brevsimo mensaje: Hoy es un da de luto para la Universidad, la autonoma est amenazada gravemente... y termina con este prrafo:

    La Universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensa-miento, de reunin, de expresin y la ms cara: nuestra autonoma. Viva la UNAM! Viva la autonoma universitaria!

    El primero de agosto, Barros Sierra encabeza una manifestacin que parte de la explanada de Rectora, sale del campus y recorre unos dos kilmetros sobre la avenida de los Insurgentes, hasta la avenida Flix Cuevas. Unos me-tros ms al norte, en el Parque Hundido, esperaba el ejrci-to para asegurar que no se alargara el recorrido. En su mensaje al inicio de la marcha, el rector dijo:

    Necesitamos demostrar al pueblo de Mxico que somos una comunidad responsable, que merecemos la autonoma, pero no slo ser la defensa de la autonoma la bandera nuestra en esta expresin pblica; ser tambin la demanda, la exigencia por la li-bertad de nuestros compaeros presos, la cesacin de represiones. Ser tambin para nosotros un motivo de satisfaccin y orgullo que estudiantes y maestros del Instituto Politcnico Nacional, codo con codo, como hermanos nuestros, nos acompaen en esta manifes-tacin. Bienvenidos. Sin nimos de exagerar, podemos decir que se juegan en esta jornada no slo los destinos de la Universidad y el Politcnico, sino las causas ms importantes, ms entraables para el pueblo de Mxico. En la medida en que sepamos demostrar que podemos actuar con energa, pero siempre dentro del marco de la ley, tantas veces violada, pero no por nosotros, afianzaremos no

  • 24

    El principio

    slo la autonoma y las libertades de nuestras casas de estu-dios superiores, sino que contribuiremos fundamentalmente a las causas libertarias de Mxico.8

    Con su actitud, el ingeniero Javier Barros Sierra abri anchas puertas al movimiento, le dio legitimidad a sus cau-sas, en contraste con el discurso oficial que se aferraba a la teora de la conjura contra Mxico.9

    El Consejo Nacional de Huelga y los seis puntos

    El movimiento se extendi rpidamente, pero tambin se organiz rpidamente. El 30 de julio representantes del Politcnico se reunieron en un Comit Coordinador, y ah decidieron convocar a todas las escuelas que se encon-traban en huelga. El viernes 2 de agosto se llev a cabo una junta de coordinacin de la que surgira el Consejo Nacional de Huelga CNH) en el auditorio de la Escuela de Fsica y Matemticas en Zacatenco. El Consejo adopt una forma de organizacin que le dara gran reconocimiento y legitimidad; parta de la 8. Ver, Ramn Ramrez, tomo i, p. 179.9. La teora de la conjura fue la versin favorita del gobierno. En ocasiones expuesta de forma grotesca. Corona del Rosal, entonces jefe del Departamento del Distrito Federal (DDF), da por cierta la versin del libro KGB, The Secret Work of Sovietic Secret Agents, publicado por Readers Digest Press en 1974, que explica: Despus de los desrdenes iniciales de julio, slo una fraccin diminuta de los muchos miles de rijosos estaba formada por comunistas; numerosos estudiantes nunca haban odo ni sabido de la existencia del KGB. Sin embargo, usualmente, la violencia la iniciaban las llamadas brigadas de choque; grupos disciplinados de entre 15 y 30 hombres que con frecuencia incluan a matones pagados. Muchas de esas brigadas estaban organizadas y financiadas por miembros del Partido, de la Juventud Comunista, o por jvenes dirigidos por el kgb, a travs del Instituto de Intercambio Cultural Mexicano-Ruso. Los comunistas constituan solamente una pequea minora del Consejo Nacional de Huelga, formado por 200 miembros. Sin embargo, ocho de los lderes ms vigorosos, eficaces e intransigentes en los disturbios eran agentes del KGB. Citado por: Alfonso Corona del Rosal, (1995).

  • 25

    Francisco Prez Arce clula natural del movimiento: las asambleas generales de las escuelas en huelga. El Consejo se formara con delega-dos electos en cada una de las asambleas. Esto le dio desde el principio una representatividad indiscutible, y al mismo tiempo hizo de las asambleas las plataformas para la or-ganizacin y debate, y un espacio de participacin para to-dos los estudiantes. El CNH lleg a reunir a representantes de 77 escuelas, incluyendo a las universidades Autnoma de Puebla, Autnoma de Chihuahua, Autnoma de Nuevo Len, Tecnolgico de Monterrey, Universidad Michoacana de San Nicols Hidalgo y la Universidad de Morelos.10 El 4 de agosto aparece su primer pronunciamiento pblico. En un desplegado publicado en Exclsior (firmado como Comisin Organizadora de la Manifestacin y los co-mits de huelga de cada una de las escuelas) se formulan los seis puntos del pliego petitorio y se convoca a una manifes-tacin para el 5 de agosto que saldra de Zacatenco para di-rigirse a la plaza del Carrilln en el Casco de Santo Toms.11 Si la manifestacin del rector dio la dimensin universitaria, la del 5 de agosto dio la dimensin politcnica. A la marcha del 5 de agosto no se le ha reconocido la importancia que tuvo. Puede decirse que fue la que le dio forma al movimiento, afirm la unidad y le otorg autori-dad legtima al CNH como direccin y como vocero de un movimiento que ya era enorme. As lo ve Gilberto Guevara:

    Los verdaderos triunfos del 5 de agosto... fueron de autocon-sumo. El acto casi no repercuti en el pas. En cambio desarroll

    10. Una lista completa de las escuelas representadas, producto del trabajo de Adriana Corona, puede verse en Ral Jardn (2003).11. Ver Ral lvarez Garn (2002), pp. 285 y ss.

  • 26

    El principio

    en los manifestantes una autoimagen: de ese acto surgi el mo-vimiento con identidad propia. El Carrilln fue una fiesta triunfal: porras, gritos, cantos. Algaraba sin precedente. El bullicio se detu-vo cuando un orador pidi a la asamblea ah reunida un minuto de silencio por las vctimas de la represin. Luego, espontneamente, la multitud se solt a cantar el himno nacional.12

    Las demandas del movimiento no proponan la transformacin radical de la sociedad pero s tocaban el filo autoritario del rgimen. Los famosos seis puntos del pliego petitorio que unific a los universitarios del pas no aten-taban contra el gobierno ni negaban su estatuto jurdico, tampoco contra el sistema econmico que haba sido fun-cional en las dos dcadas de la post guerra.

    Los seis puntos:131.Libertad a los presos polticos.2.Destitucin de los generales Luis Cueto Ramrez y Ral Men-diolea, as como del teniente coronel Armando Fras.3.Extincin del Cuerpo de Granaderos, instrumento directo de la represin, y no creacin de cuerpos semejantes.4.Derogacin de los artculos 145 y 145 bis del Cdigo Penal Fe-deral (delito de Disolucin Social), instrumentos jurdicos de la agresin.5.Indemnizacin a las familias de los muertos y a los heridos que fueron vctimas de la agresin desde el viernes 26 de julio en adelante.6.Deslinde de responsabilidades de los actos de represin y van-dalismo por parte de las autoridades a travs de policas, grana-deros y ejrcito.

    12. Gilberto Guevara (2004), p. 122.13. Ver Ramn Ramrez (1969), tomo i, p. 190.

  • 27

    Francisco Prez Arce El movimiento peda la libertad de los presos pol-ticos (el gobierno no reconoca su existencia). Esta era una demanda tradicional de la izquierda. Cuando se hablaba de presos polticos se hablaba de los presos del movimien-to ferrocarrilero acusados del delito de disolucin social. Por eso se incluy la demanda de la derogacin de los ar-tculos que lo tipificaban en el Cdigo Penal que se haban decretado en las condiciones extraordinarias de la segunda guerra mundial y eran claramente anticonstitucionales.14 Art. 145, que establece el delito de disolucin social:

    Se aplicar prisin de dos a doce aos y multa de mil a diez mil pesos, al extranjero o nacional mexicano que en forma hablada o escrita, o por cualquier otro medio realice propaganda poltica entre extranjeros o entre nacionales mexicanos, difundiendo ideas, programas o normas de accin de cualquier gobierno extranjero que perturben el orden pblico o afecten la soberana del Estado mexicano... Se perturba el orden pblico cuando los actos determi-nados en el prrafo anterior, tienden a producir rebelin, sedicin, asonada o motn.15

    Los mismos diputados pristas acabaron derogan-do dichos artculos un ao despus. Se demandaba tambin que se deslindaran respon-sabilidades por los muertos y heridos durante la represin de los das anteriores, ejercida contra manifestaciones 14. En los aos 1958 y 1959 se desarroll un fuerte movimiento sindical en ferrocarriles. De las luchas salariales exitosas se pas a la batalla por la democracia sindical y la representacin legtima. El principal dirigente era Demetrio Vallejo Martnez. La huelga de marzo de 1959 fue reprimida violentamente, con la intervencin del ejrcito. Hubo varios miles de despedidos y encarcelaron a 300 dirigentes, entre ellos al secretario general Demetrio Vallejo.15. Bajo la presidencia de Miguel Alemn se incorpor en el Cdigo Penal el artculo 145 bis: Para los efectos legales solamente se consideran como de carcter poltico los delitos consignados en este ttulo, con excepcin de los previstos en los artculos 136 y 140.

  • 28

    El principioque haban sido convocadas precisamente para protestar por la brutalidad policiaca. Se exiga que desapareciera el cuerpo de granaderos, es decir el instrumento de la repre-sin, y se destituyera a dos jefes policiacos. Los puntos 2, 3, 5 y 6 eran demandas que surgan naturalmente de los acontecimientos recientes. Como puede verse, ninguna demanda atentaba con-tra el sistema. Nada, aparentemente, de fondo. Las formas, sin embargo, eran subversivas, no ilegales pero subversivas.

    Dilogo pblico o nada

    El movimiento tiene ya personalidad y amplitud y levan-ta un pliego de demandas. Exiga adems que cualquier negociacin se hiciera pblicamente. Se levantaban seis demandas y una condicin: el dilogo pblico. La frase venci y convenci: esta exigencia es un triunfo moral del movimiento, y su rechazo por parte del gobierno le qui-taba puntos a ste. Lo que el movimiento pona en duda era la honradez del gobierno. (Y en eso haba un acuerdo nacional unnime: el gobierno no era honrado, no lo haba sido por lo menos desde el sexenio alemanista.) Por eso no fue tomada en serio la melodramtica frase de Daz Ordaz cuando ofreci su mano tendida: Una mano est tendida, la de un hombre que a tra-vs de la pequea historia de su vida, ha demostrado que sabe ser leal. Los mexicanos dirn si esa mano se queda tendida en el aire o bien esa mano, de acuerdo con la tra-dicin del mexicano, con la verdadera tradicin del verda-dero, genuino, del autntico mexicano, se ve acompaada

  • 29

    Francisco Prez Arce por millones de manos que, entre todas, quieran restable-cer la paz y la tranquilidad de las conciencias...16 El movimiento respondi con certeza punzante: a la mano tendida, la prueba de la parafina.17 El dilogo tena que ser pblico porque la poltica mexicana se haca en secreto; a puerta cerrada se corrom-pa a los dirigentes o se les amenazaba o las dos cosas al mismo tiempo. Por la misma razn el movimiento evit tener un dirigente principal o un grupo pequeo de dirigentes.18 (Se neg la lgica del comit central, tan cara para la izquierda leninista, y se acudi a una forma democrtica de represen-tacin directa.) El Consejo Nacional de Huelga fue una direc-cin colectiva numerosa. Sus discusiones largas y tediosas, a veces polarizadas. Su conduccin era difcil pero finalmente sus decisiones eran respetadas. Como dije antes, su legiti-midad era indiscutible dentro del movimiento, y su prestigio creciente en la sociedad. El dilogo pblico como condicin y la direccin constituida por representantes directos de las asambleas de las escuelas anulaban toda posibilidad de negociar a la usanza del rgimen. Al exigir el dilogo pblico se pona en evidencia al rgimen. El movimiento no descu-bri ningn secreto, simplemente hizo evidente lo que la sociedad saba (la falta de transparencia), y no slo saba sino que, silenciosamente, toleraba.16. El Da, 1 de agosto.17. Prueba de la parafina, recurso tcnico para detectar si se ha disparado un arma de fuego.18. Se quejaba Corona del Rosal: La agitacin no cesaba y el movimiento creca sin que las autoridades pudieran conocer los nombres de sus dirigentes. Alfonso Corona del Rosal (1995), p. 212.

  • 30

    El principioLa cocina del movimiento

    El gobierno descalific al movimiento no por lo que de-mandaba, sino por el atrevimiento de un montn de j-venes que ponan en duda la legitimidad de un gobierno heredero de la revolucin, paternal, desarrollista y patriota. El desafo slo poda explicarse como algo perverso o ex-terno, o perverso y externo. Y se fue el discurso reiterado de la descalificacin, desde denunciarlo como maquinacin de la CIA en inters de las oscuras causas del imperialismo (versin del Partido Popular Socialista, y su lder histri-co Vicente Lombardo Toledano: en su manifiesto del 6 de agosto, seala al MURO,19 el FBI y la CIA como las fuer-zas en la sombra del movimiento), hasta la ms socorrida como maniobra comunista al servicio de intereses inconfe-sables y, por supuesto, extranjeros. Otra versin fue manejada durante todo el tiempo del movimiento: la de que se trataba de una confabulacin de polticos en la lucha por la candidatura presidencial. Se habl del inters de muchas personalidades por promo-ver al Dr. Martnez Manautou como representante de la tendencia progresista dentro del rgimen, y ms insisten-temente en la intervencin directa de Carlos Madrazo,20 quien promova la creacin de un nuevo partido, Patria Nueva, que representara a los demcratas y reivindicaba los valores de la revolucin mexicana. La escritora Elena 19.MURO: Movimiento Universitario de Renovadora Orientacin. Organizacin de ultraderecha auspiciada por grupos clericales para intervenir en la vida de las universidades con grupos de choque. Para su origen e historia, ver lvaro Delgado (2005).20. Carlos Madrazo fue presidente del PRI y haba intentando democratizarlo. El presidente de la repblica lo destituy y se convirti en un opositor al partido oficial.

  • 31

    Francisco Prez Arce Garro, entre otros, estaba convencida de que todo se haba tratado de una provocacin armada por el propio gobier-no (y ms especficamente por el secretario de Goberna-cin Luis Echeverra) para atribursela a Madrazo y tener una coartada para destruir su proyecto. Y no slo Elena Garro estaba absolutamente convencida de eso y tambin Madrazo lo crea. Y seguramente hubo quien en efecto quiso, desde el gobierno, aprovechar el movimiento para atacar a Madrazo. As lo sugieren al menos las declaracio-nes (seguramente inducidas y magnificadas en la prensa) de un dirigente del CNH digno de toda sospecha, Scrates Campos Lemus, que en conferencia de prensa desde el Campo Militar nmero uno, en donde estaba detenido, el 5 de octubre revel que Madrazo y sus correligionarios (Elena Garro incluida) haban financiado al movimiento e incluso les haban proporcionado armas.21 En el movimiento haba estudiantes y maestros co-munistas de diferentes afiliaciones: leninistas, maostas, trotskistas, guevaristas. Haba tambin los que no eran mar-xistas, pero s de izquierda, democrticos (o como se prefera 21.Esta versin est ampliamente documentada en Patricia Rosas Loptegui (2005). De ah esta cita. Dice Elena Garro: Un da, en 1968, fui con mi sobrino Paco a ver a Madrazo a su despacho, en Miguel Laurent, y nos topamos con una manifestacin, de las primeras, la que encabez el rector. Vimos que haba muchos coches sin placas. Carlos sali antes de que yo subiera a su despacho. Le pregunt: Carlitos qu es lo que est pasando? Mire, me dijo, es un complot con muchos vasos comunicantes, tenga usted mucho cuidado; no firme nada, no escriba nada, no se meta en nada porque si nos metemos los madracistas vamos a ser los chivos expiatorios. (p. 332). La declaracin de Scrates Campos Lemus tal como apareci en Exclsior el 6 de octubre de 1968: Lo instalan sus guardianes dentro de un gran escritorio circular. Y empieza. Voz grave. Aparentemente seguro de s mismo, la principal cabeza del CNH, seala: Humberto Romero, Madrazo, Braulio Maldonado, Elena Garro, Eduardo Gorostiza... son las gentes extraas que se apoderaron del movimiento...El Universal reportaba el mismo 6 de octubre: La conjura al descubierto. Un estudiante descorre el velo; suenan los nombres de Carlos Madrazo, Humberto Romero, Braulio Maldonado, etctera, como instigadores.

  • 32

    El principiodecir: progresistas), vinculados a organizaciones cristianas o al no tan lejano Movimiento de Liberacin Nacional, y desde luego simpatizantes de la revolucin cubana. Era un movimiento de masas muy amplio que re-coga malestares diversos vinculados a luchas reivindi-cativas reprimidas como las de los ferrocarrileros y los maestros una dcada antes; el movimiento cvico navista en San Luis Potos, los movimientos estudiantiles de Mi-choacn, Tabasco y Sonora, de las escuelas de agricultura en Chapingo y Chihuahua;22 de asesinatos impunes como el de Rubn Jaramillo y su familia; de la guerrilla masacra-da en Madera, en la sierra de Chihuahua; de la resistencia cvica convertida en guerrilla rural encabezada por Genaro Vzquez en Guerrero. Todos esos factores, inconexos entre s, estaban en la cocina del movimiento del 68. Pero tena adems un ingrediente de nimo internacional: la irrupcin de los j-venes en la historia, con sus expresiones libertarias, sus crticas a la vida burguesa y la sociedad de consumo, sus batallas por la igualdad entre las razas, particularmente contra la discriminacin de los negros en Estados Unidos, por la liberacin femenina y la libertad sexual. Y de mane-ra omnipresente, contra la guerra de Viet Nam. El movimiento estudiantil despertaba amplia sim-pata en la sociedad mexicana. Exista una crtica com-22.Entre mayo y julio (de 1967) tuvo lugar el nico movimiento de carcter nacional que ocurri en el perodo previo a 1968: la huelga nacional de apoyo a los estudiantes de la escuela superior de agricultura Hermanos Escobar, de Ciudad Jurez, Chihuahua, que protestaban contra el rgimen de abusos impuesto por los propietarios de esa institucin privada y pedan la federalizacin de la escuela. Este conflicto suscit uno de los ms impresionantes movimientos de solidaridad estudiantil, pues, del 8 de mayo al 15 de julio, la huelga nacional alcanz a incorporar a 70 mil estudiantes de todo el pas... Gilberto Guevara (1988), p. 34.

  • 33

    Francisco Prez Arce partida y silenciosa. La simpata era por un movimiento rebelde, fogoso y fresco, con la fuerza y la alegra de ma-sas juveniles con buenas dosis de desenfado e inexpe-riencia, una fuerte carga de irreverencia y una imagina-cin desatada. En pocos das el movimiento se hizo fama pblica de inteligente, arrojado y generoso (como hroe colectivo de una novela pica).

    En el corazn de una naranja

    Elena Poniatowska escribi: Vienen con la loca alegra que se siente al caminar juntos en esta calle, nuestra calle, rumbo al Zcalo, nuestro Zcalo; aqu vienen; 5 de agosto, 13 de agosto, 27 de agosto, 13 de septiem-bre, el padre Jess Prez ech a vuelo las campanas de catedral para recibirlos, toda la Plaza de la Constitucin est iluminada; constelada con millares de cempazchitl, millares de veladoras; los muchachos estn en el corazn de una naranja, son el esta-llido ms alto del fuego de artificio, no que Mxico era triste? Yo lo veo alegre, qu loca alegra; suben por Cinco de Mayo, Jurez, cuntos aplausos, la Reforma, se les unen trescientas mil perso-nas que nadie acarrea, Melchor Ocampo, Las Lomas, se remontan a la sierra, los bosques, las montaas. M-xi-co, Li-ber-tad, M-xi-co, Li-ber-tad...23

    El movimiento no reclamaba el poder para s. No se peda la renuncia del presidente (como lo hicieron los tzotziles, tojolabales, tzeltales y choles del Ejrcito Zapa-tista de Liberacin Nacional tantos aos despus), ni se le declar la guerra al ejrcito federal. Era un movimiento pacifista, que recurra a las armas de la razn y no a la 23. Elena Poniatowska (1971), p.14.

  • 34

    El principiorazn de las armas. Los socialistas del movimiento no hablaban de instaurar el socialismo. Qu diablos queran los estudiantes? Que se les cumplie-ran los seis puntos? Y luego? Regresar a clases y tan contentos? Es difcil definir con precisin programtica qu quie-re un movimiento de masas de esa magnitud; en su cocina se mueven ideas y proyectos contradictorios. Hay movimientos de masas que no quieren sino tierra o pan o paz o salario o justicia o derechos, y su objetivo central est claro. Este movimiento haba encontrado que poda mani-festarse, poda tomar la palabra y expresar una crtica que el conjunto de la sociedad haba callado durante mucho tiem-po contra un Estado que por aos haba sido autoritario, demagogo, corrupto y represor. Lo que el movimiento logr en su corto verano (nueve semanas y media), fue quitarle la mscara al gobierno, al estilo del traje del emperador, des-nudarlo ante sus propios engendros, las clases medias ur-banas; el episodio ms elocuente en este sentido fue el mitin de desagravio de la bandera, al que fueron acarreados miles de burcratas, que, avergonzados, rechazaron su lamentable papel de borregos y acabaron siendo reprimidos. Diez aos despus Elena Poniatowska reflexionaba:

    Los estudiantes nunca llegaron a comunicarse realmente con los obreros, nunca encontraron el lenguaje ni lo compartieron porque para la mayora de ellos el problema de los obreros es slo un problema libresco que pueden sentir, pero que no conocen.24

    La escritora tiene razn en el sentido de que la co-municacin no tuvo consecuencias inmediatas, es decir los 24. Elena Poniatowska (1980), p. 63.

  • 35

    Francisco Prez Arce obreros no se sumaron al movimiento, no lo hicieron suyo. Fueron excepcionales los contingentes populares que par-ticiparon (destacadamente el del pueblo de Topilejo, o el contingente de ferrocarrileros que llegaba a sumarse al mitin de Tlatelolco precisamente minutos antes del ataque artero, o los petroleros25 que acudieron a varias manifestaciones), pero no la tiene en otro sentido pues los estudiantes recibie-ron cotidianamente testimonios de simpata y apoyo moral. Esa simpata por el diablo, por los rebeldes, por los romn-ticos, por los justicieros desinteresados y por los mrtires tendra consecuencias meses y aos despus.

    Caramba y zamba la cosa

    Antes de convertirse en tragedia, el 68 tambin fue una fies-ta. Cito a Armando Bartra:

    En la prctica reivindic tambin la subversin de la vida cotidiana, la liberacin de los modos y las costumbres, las revo-luciones ntimas pero trascendentes, la utopa de todos los das, el milenio chiquito. Y es que, entre otras cosas, el 68 fue una fies-ta, una catrtica jaquerie juvenil que ayud a liberar espiritual-mente a toda una generacin de mexicanos.26

    25.En el relato nete pueblo agachn, de Gerardo de La Torre (1973), se cuenta la participacin de un grupo de petroleros a lo largo del movimiento. Es uno de los pocos testimonios directos (el autor era trabajador de Pemex) que dan cuenta del efecto del movimiento estudiantil en el mundo obrero. El mismo autor escribi la estupenda novela Muertes de Aurora (1991), en la que el centro del relato es un grupo de petroleros de la refinera de Azcapotzalco, seccin 35 del sindicato petrolero, en los meses del movimiento del 68, con referencias a la problemtica sindical y ecos de la lucha petrolera del 59 en el llamado movimiento de Los Chimales. Esta novela es una fuente indispensable para entender la actitud de los obreros ante el movimiento estudiantil.26. Armando Bartra (1998).

  • 36

    El principio Paco Ignacio Taibo II lo describe de esta manera:

    El movimiento estudiantil fue muchas cosas al mismo tiem-po: un desenmascaramiento del Estado mexicano, rey desnudo ante los millares de estudiantes; fue escuelas tomadas y creacin de un espacio comunal libertario basado en la asamblea; fue de-bate familiar en millares de hogares, fue crisis de las tradiciona-les formas de desinformar a la patria y encuentro del volante, la voz viva y el rumor salvador como alternativas a la prensa y a la tele controladas...27

    Los estudiantes del movimiento muy pronto estu-vieron seguros de que vivan un periodo indito, extraor-dinario, trascendente. Ello fomentaba su alegra. Sus cantos eran ms de vida que de guerra. Disfrutaban su superiori-dad moral, la justeza de su causa y su juventud. Se saban hermosos y romnticos. Se identificaban con los jvenes y estudiantes del mundo, y se apreciaban a s mismos. Sin falsa modestia podan cantar su propio elogio:

    Que vivan los estudiantes porque son la levadura

    del pan que saldr del horno con toda su sabrosura.Violeta Parra

    Estaban dispuestos a transformar al mundo pero disfrutndolo, descubriendo la nueva libertad sexual, la libe-racin femenina, la igualdad entre razas, despreocupndose de viejos tabes, desafiando a la moral conservadora de la clase media de la que casi todos provenan.28 Comprendien-27. Paco Ignacio Taibo II (1991).28. Citando a Pablo Latap y Gerardo Estrada, Sergio Zermeo escribe: de acuerdo con la ocupacin del jefe de familia, el 76% del alumnado de la unam proceda (en 1968) de sectores ocupacionales medios y slo el 17.52% eran hijos de obreros o campesinos... Otra fuente nos indica que el 91% de los estudiantes de la unam puede ser situado dentro del 15% ms rico de la poblacin (...) Los alumnos del Politcnico proceden de capas

  • 37

    Francisco Prez Arce do el cristianismo, en el que muchos abrevaron, de un modo distinto, apoyndose en la flamante corriente de la teologa de la liberacin, de los cristianos para el socialismo.

    Principio de autoridad

    El presidente Daz Ordaz ya haba mostrado que poda estar dispuesto a hacer concesiones a un movimiento por deman-das econmicas; pero deban ser unilaterales. As actu con el movimiento mdico.29 Aunque limitadas, otorg mejoras salariales y laborales pero siempre de manera unilateral y no como resultado de una negociacin bilateral. Reconocer a la otra parte doblegaba el principio de autoridad y era, por tanto, contrario al presidencialismo. Ante el movimiento del 68 no iba a actuar de otro modo. Las demandas no eran imposibles, pero el solo hecho de plantearse la negociacin bilateral, de t a t, era tomado por el presidente como una derrota. Asumi un lenguaje duro y apost al principio de autoridad, y al hacerlo sacrific la legitimidad del sistema, hasta entonces reconocida por el grueso de la sociedad. Ga-briel Zaid lo formula de este modo:

    Al asumir el principio de autoridad como un principio de impunidad, segn el cual es deshonroso reconocer pblicamente y castigar los atropellos de un subordinado, Daz Ordaz puso todo el honor de la Presidencia en legitimar algo ilegtimo, y el deshonor fue total, en vez de limitado.30

    con ingresos relativamente ms bajos... pero sin dejar de situarse dentro del 20% ms favorecido de la poblacin... Sergio Zermeo (1978), pp. 48 y 4929. Ver Ricardo Pozas (1993).30. Gabriel Zaid (1987), p. 19.

  • 38

    El principio La mecnica del presidencialismo acab desle-gitimando al presidencialismo. En esta lgica subyace la concepcin de sbdito/monarca; bajo el presidencialismo siempre se entendi as la relacin entre gobernante y go-bernados. El presidente como ltima instancia por encima de la ley, capaz de resolver peticiones o conceder gracia, como padre severo y bondadoso, no puede tratar a sus go-bernados como ciudadanos sino como sbditos. El movi-miento del 68 empieza a romper esta relacin, es el primer paso hacia la ciudadanizacin de la cultura poltica.

    El apogeo del movimiento

    El punto ms alto del movimiento est marcado por dos ma-nifestaciones, la del 27 de agosto y la del 13 de septiembre. Son los das de las batallas ganadas. La primera es la fiesta, el canto, la alegra de haberse convertido en un gran movi-miento, de haber subvertido la vida cotidiana, de sentir que se ha ganado la simpata de la sociedad. Es la fiesta de la victoria moral, que se confirma el da despus con el fracaso estrepitoso del mitin del desagravio de la bandera. La del 27 fue la manifestacin ms grande y la ms festiva y ruidosa. Haba 82 nuevos presos polticos, pero el movimiento segua creciendo. La V de la victoria se haba convertido en smbolo, y los seis puntos eran citados y apo-yados en los lugares ms insospechados. El Zcalo se llen. Inesperadamente los estudiantes decidieron quedarse en esa plaza y esperar ah el informe presidencial del prime-ro de septiembre y obligar al dilogo pblico. (Fue el primer plantn, aunque todava no se llamaba as al hecho de que

  • 39

    Francisco Prez Arce un contingente se instale en lugar pblico durante das y no-ches.) La plancha de concreto se convirti en la continuacin del campus. Las fogatas, los jorongos y las canciones evo-caban las escenas cinematogrficas de la revolucin mexi-cana. Pero la fiesta no dur mucho. A las dos de la maana se abrieron las puertas de Palacio y salieron los tanques del ejrcito; aparecieron tambin por las calles laterales. Los sol-dados de infantera avanzaron expulsando a los inesperados ocupantes del Zcalo que, para sorpresa de todos, se reti-raban cantando un emocionante himno nacional. Fue una operacin en cmara lenta. Los estudiantes salieron en una desordenada manifestacin por las calles que conducen a la Alameda y de ah cada quien se fue como pudo a su casa o a alguna de las escuelas en huelga. La noche del 27 alguien haba izado una bandera rojinegra en el asta monumental del Zcalo. En la madru-gada del 28 los trabajadores de limpia hicieron su trabajo y dejaron un zcalo limpio y arriaron, como era lgico, la bandera de huelga. Pero horas despus ah estaba otra vez ondeando la bandera rojinegra. A alguien en el gobierno se le ocurri la inefable idea de aprovechar la ocasin para organizar un acto de desagravio de la bandera mexicana. Desagravio a la patria. Desatar la indignacin del pueblo contra los enemigos de Mxico. Rpidamente movieron el aparato de gobierno y organizaron un mitin para ese mis-mo da, convocaron (obligaron, llevaron) a los burcratas a manifestarse repudiando la ofensa hecha a la patria. Pero los estudiantes, que andaban por todas partes, llegaron al acto de desagravio, se metieron en medio, repartieron vo-lantes, y los empleados de gobierno se sintieron avergon-

  • 40

    El principiozados y empezaron a corear lo que era verdad: que haban sido llevados ah como borregos; gritaron, protestaron, se autodesagraviaron, y entonces al gobierno convocante no se le ocurri mejor cosa que reprimir a los acarreados. Otra vez el ejrcito ocup la plancha del Zcalo. El primero de septiembre el presidente dedic la parte medular de su informe de gobierno a condenar al movimiento. El presidente adopta el papel de hroe incom-prendido (La injuria no me ofende; la calumnia no me llega, el odio no ha nacido en m...), culpa a intereses extranjeros de ser los promotores de los desrdenes que slo buscan desprestigiar a Mxico y boicotear los Juegos Olmpicos; demuestra el espritu antipatriota de los estudiantes sea-lando que reproducen las leyendas y las imgenes usadas en otros pases. Y en efecto, el movimiento levant consignas del mayo francs; imgenes de hroes latinoamericanos como el Che y Camilo Torres; conos del movimiento negro de Estados Unidos como Martin Luther King, Angela Davis, los panteras negras; personajes que representan la lucha anti-imperialista y de liberacin nacional como Ho Chi Minh al frente del pueblo heroico de Viet Nam; el novedoso Marcu-se, y los clsicos del marxismo Marx, Engels y Lenin, pero tambin Mao Tse Tung, Trotsky y Rosa Luxemburgo. El espectro era amplio. Cada brigada, cada grupo, cada estudiante con una cubeta de pintura y una brocha, escribe lo que quiere, venga de donde venga, exalta al hroe que mejor represente su estado de nimo. En esos das los estudiantes viven la libertad no slo en el campus sino en las calles. El movimiento canta canciones de muchos orge-

  • 41

    Francisco Prez Arce nes: Juditn Reyes, Daniel Viglietti, Vctor Jara, Carlos Pue-bla, Mercedes Sosa; en otra pista, a Pete Seeger, Bob Dylan, Joan Baez... Las canciones de la guerra civil espaola y los corridos de la revolucin mexicana comparten las veladas. Tambin ensayan con escaso xito cantos en otros idiomas (La Marsellesa, Bella ciao). Los intentos de cantar la Internacional naufragan a la segunda estrofa porque nadie se la sabe, pero la primera se entona con entusiasmo. Arri-ba los pobres del mundo/ En pie los esclavos sin pan... En los momentos difciles, cuando los estudiantes en-frentan la represin, cantan el himno nacional; se todos se lo saben y es como bofetada al ejrcito. Era como decirles: noso-tros representamos el verdadero espritu nacional, ustedes no. Todo eso expresa el movimiento en agosto. Es sin duda internacionalista, hay una enorme influencia de los movimientos estudiantiles europeos y estadounidense, se reactiva la influencia de la revolucin cubana, se destaca la dimensin latinoamericana, se identifica con las luchas de liberacin nacional recientes y en curso. La influencia del mayo francs es evidente. Se lea con avidez la crnica de Carlos Fuentes Pars, la revolucin de mayo,31 publicado originalmente en el suplemento de la revista Siempre! y difundido despus ampliamente en for-ma de folleto. De ah estas frases tomadas de los muros de Pars, las ms repetidas y emblemticas, que encontraran eco en los muros de la ciudad de Mxico.

    Prohibido prohibir

    La imaginacin al poder

    31. Carlos Fuentes (2005).

  • 42

    El principioSeamos realistas: pidamos lo imposible

    Cuanto ms hago la revolucin,

    ms ganas tengo de hacer el amor;

    cuanto ms hago el amor,

    ms ganas tengo de hacer la revolucin.

    Che Guevara: Qu importa dnde nos sorprenda la muerte.

    Shakespeare: Hay mtodo en nuestra locura.

    Rimbaud: Hay que cambiar la vida.

    El presidente Daz Ordaz diagnostica en esta pre-sencia extranjera la evidencia del complot contra Mxico. El su IV informe, todas esas influencias quedan agrupadas bajo el rubro de filsofos de la destruccin (se dice que con ello aluda a Hebert Marcuse): Qu grave dao ha-cen los modernos filsofos de la destruccin que estn en contra de todo y a favor de nada! (A qu se debe el plural? Cules filsofos de la destruccin? No importa, una afirmacin as de vaga sirve para descalificar al movi-miento mexicano y a todos los movimientos juveniles del mundo). Y en consecuencia suelta la amenaza: No quisi-ramos vernos en el caso... El movimiento del 68 fue general porque no se limitaba a demandas estudiantiles, sus peticiones tenan sentido para el conjunto de la repblica. Era una crtica ra-dical al rgimen, no negaba su estatuto jurdico, propona una sociedad radicalmente diferente pero criticaba dos piezas clave del rgimen, extralegales pero inseparables del mismo: el presidencialismo sin lmites (y por lo tanto el au-toritarismo tambin sin lmites) y la impunidad derivada de la inexistencia de un estado de derecho. (Deca Daniel Coso

  • 43

    Francisco Prez Arce Villegas: No ha nacido el hombre que pueda manejar con honestidad un poder absoluto.32)

    Silencio

    13 de septiembre: Nuestro silencio ser ms elocuente que las palabras que ayer acallaron las bayonetas (Con-sejo Nacional de Huelga). El movimiento se haba visto a s mismo crecer. Haba disfrutado su mayor triunfo, la manifestacin gigante del 27 de agosto. La marcha ms grande, la ms combativa, la que recoga la experiencia de un mes de ascenso, despus de todas las otras manifestaciones: la del rector, la del Poli, la del 13, y ahora sta. En una ruta conocida y vital: del Museo de Antropologa, que es un orgullo de modernidad que festeja el orgullo de una identidad de raz milenaria, por el Paseo de La Reforma, tambin orgullosa y ancha, ideal para una marcha ceremonial de conquista, y la penetracin por la calle angosta de Francisco I. Madero, que permite que retumben los pasos en carrera desbocada (Che-Che-Che Guevara), y el Zcalo otra vez a la vista, iluminado, y las campanas a rebato de la catedral metropolitana. La ciudad es de ellos, y tambin lo es la simpata de la gente de la calle (nunca mejor dicho, de la gente en las banquetas). La plaza central del pas poblada hasta el lmite de antorchas que festejan la noche. Y luego el movimiento haba cometido su peca-do de soberbia: decidi dejar una guardia permanente en el Zcalo, citaba al presidente (es decir lo desafiaba) a 32. Citado por Julio Scherer (1986), p. 45.

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    El principioun dilogo pblico que deba realizarse ah el primero de septiembre, precisamente el da del Informe (ceremonia central del presidencialismo), a las diez de la maana. El movimiento se haba desbocado. Y ah qued la guardia de varios miles, y provocaron la nueva salida del ejrcito, esta vez para desalojarlos de la plancha. El primero de septiembre, en vez de dilogo haban odo el monlogo del presidente. En su informe contest al desafo con una amenaza franca:

    Todo tiene un lmite y no podemos permitir que se siga quebran-tando irremisiblemente el orden jurdico, como a los ojos de todos ha venido sucediendo; tenemos la ineludible obligacin de impedir la destruccin de las frmulas esenciales, a cuyo amparo convivimos y progresamos... Agotados los medios que aconseja el buen juicio y la experiencia, ejercer, siempre que sea estrictamente necesario, la facultad contenida en el artculo 89, fraccin VI, de la Constitucin General de la repblica... [Son facultades del presidente:] Disponer de la totalidad de la fuerza armada permanente, o sea del ejrcito te-rrestre, de la marina de guerra y de la fuerza area para la seguridad interior y defensa exterior de la Federacin... No quisiramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario; lo que sea nuestro deber hacer, lo haremos; hasta donde estemos obligados a llegar llegaremos.

    Por eso la incertidumbre y el temor para la nueva marcha, la siguiente en una escalera que hasta entonces ha-ba ascendido ininterrumpidamente. Y la decisin del CNH fue audaz: marchar en silencio. Para que nos oigan mejor. Un silencio total. Para demostrar la disciplina de la que somos capaces. Para negar las acusaciones que nos han hecho. Y dejarn guardados los conos no nacionales, y levantarn los

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    Francisco Prez Arce de las revoluciones y batallas propias, la de independencia, la de 1910. Las efigies de Hidalgo y Morelos, de Zapata y Villa. Era una decisin arriesgada. Poda fallar. No haba sido unnime ni mucho menos. Pero fue gustando por lo que tena de desafo, porque representara una nueva ha-zaa y original. Y empez la marcha y gust ms. De esto somos capaces. El movimiento volvi a enamorarse de s mismo y disfrut otra vez de la simpata que haba ganado de la gente de las banquetas. El movimiento fue tambin nacional y nacionalista. Nacional porque toc a todo el territorio de una o de otra manera, aunque el epicentro fue la ciudad de Mxico. Y na-cionalista porque reafirmaba el discurso de la revolucin mexicana, enarbolaba la soberana nacional frente al impe-rialismo yanqui. Ante la crtica desorbitada del gobierno y sus voceros que denunciaban el uso de smbolos extranjeros efigies del Che Guevara y banderas comunistas el movi-miento levant conos de la historia patria. (A partir de esa fecha, en el pas ha habido una conti-nua disputa por la historia. Por primera vez, un movimien-to crtico del sistema le arrebataba al rgimen un grupo de hroes, sacndolos de la galera de la historia de bronce. El gobierno ya no es el heredero nico y plenipotenciario de la revolucin mexicana. Los movimientos sociales detectan las diferencias y manifiestan sus inclinaciones. Si Zapa-ta viviera, con nosotros estuviera. O esa otra frase simple, cantada, Zapata vive/ la lucha sigue. Consignas como sa se escucharn en distintos momentos. En el 94, el movi-miento zapatista de los indios de Chiapas le quita definiti-

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    El principiovamente uno de los hroes ms populares de la revolucin: Emiliano Zapata.) Pero el movimiento, siendo nacionalista (el himno nacional se canta de manera espontnea y sale de las entra-as cuando se enfrenta a una barrera de soldados), nunca abandona su visin internacionalista: Viet Nam y Cuba y las guerrillas centro y sudamericanas estn siempre presentes. El sector estudiantil no quera nada para s mismo. Eso trastornaba la lgica de la negociacin a la que el gobier-no estaba acostumbrado. Los movimientos gremiales, sindi-cales o campesinos e incluso estudiantiles tenan demandas para su gremio o para un sector especfico de la sociedad, demandas que de una manera u otra buscaban mejorar las condiciones materiales de vida a travs de salarios, tierras, prestaciones sociales... Este movimiento estudiantil no peda nada de eso; peda justicia y legalidad. Desenmascaraba la simulacin y la impunidad. Peda la libertad para los presos polticos y, sobre todo, ejerca la libertad a sus anchas.

    Septiembre cambiante

    El 18 de septiembre el ejrcito ocup la ciudad universita-ria. El gobierno comete por segunda vez el mismo pecado. Antes fue el bazucazo (segn el ejrcito, fotografiado pero inexistente), ahora los tanques y la infantera entrando al principal campus universitario. La imagen es lamentable y recriminada de inmediato. Ni el monoltico control de la prensa logra ocultar la amplia condena. El gobierno haba adoptado un lenguaje pacifista en su discurso olmpico. El movimiento cre una grfica que

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    Francisco Prez Arce demostraba el doble lenguaje de los voceros oficiales: una paloma de la paz atravesada por una bayoneta, un tanque con los aros olmpicos como orugas. El rector Barros Sierra present su renuncia el da 23. Estos son fragmentos del texto de su renuncia:

    Sin necesidad de profundizar en la ciencia jurdica, es obvio que la autonoma ha sido violada... Me parece importante aadir que, de las ocupaciones militares de nuestros edificios y terre-nos, no recib notificacin oficial alguna, ni antes ni despus de que se efectuaron... Estoy siendo objeto de toda una campaa de ataques personales, de calumnias, de injurias y de difamacin. Es bien cierto que hasta hoy proceden de gentes menores, sin autoridad moral; pero en Mxico todos sabemos a qu dictados obedecen... En estas circunstancias, ya no le puedo servir a una universidad, sino que resulto obstculo para ella...

    El ejrcito sigue en operaciones en los barrios estudian-tiles de la ciudad. Los partes militares, ahora conocidos, dan la idea de una ciudad ocupada. Dice el ya citado parte de la subje-fatura del Estado Mayor de la Secretara de la Defensa33:

    J) Del 19 al 21-sep-68 continuaron los disturbios estudiantiles re-gistrndose algunos encuentros con la Polica.../ K) A las 0150 horas del 22-sep-68 intervinieron elementos del Ejrcito haciendo nica-mente acto de presencia, patrullando la zona estudiantil y edificios aledaos, retirndose del rea a las once horas. / L) El da 23-sep-68 continuaron los disturbios estudiantiles y en el rea del CASCO DE SANTO TOMS los alborotadores se enfrentaron a la polica atacn-dolos con armas de fuego, por lo que posteriormente se generaliz la balacera./ M) En la madrugada del da 24-sep-68 intervinieron fuerzas del Ejrcito que, en combinacin de la polica, procedieron a ocupar los edificios del IPN.

    33. Ver Julio Scherer y Carlos Monsivis (2002).

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    El principio El movimiento reaccion ante la ocupacin militar de la universidad con acciones espontneas: pintas en mu-ros y camiones, pequeos mtines en mercados y plazas pblicas, reparto de volantes en puertas de fbrica, etcte-ra. Las brigadas andaban por todas partes. Y la polica em-pez a perseguirlas. Hubo algunos detenidos, pero sobre todo corretizas. A pesar de la atmsfera represiva, los ha-bitantes de la ciudad vean cada da ms ves de la victoria y leyendas contra el ejrcito y el gobierno en muros y ca-miones. Soldados y tanques en la universidad eran imge-nes que provocaban indignacin. Al mismo tiempo se viva una atmsfera de miedo. La sociedad en general conden la accin del ejrcito. Hubo incluso algunas honrosas di-sidencias en el partido oficial y algunos periodistas que se atrevieron a romper el silencio impuesto. Al terminar septiembre y al comenzar octubre, dos hechos fueron interpretados por los dirigentes del movi-miento como un cambio en la escena: la negativa de la Junta de Gobierno a aceptar la renuncia del rector y la salida del ejrcito de CU el da 30. Abonaba a esa interpretacin el hecho de que el da primero de octubre el presidente Daz Ordaz nombr una comisin para el dilogo con el CNH integrada por Andrs Caso y Jorge de la Vega Domnguez con la instruccin de iniciar los contactos de inmediato. El CNH acept una pri-mera entrevista para la que comision a Gilberto Guevara, Luis Gonzlez de Alba y Anselmo Muoz. La primera reu-nin se llev a cabo el 2 de octubre por la maana en la casa del rector Barros Sierra.

  • 49

    Francisco Prez Arce El CNH haba convocado a una concentracin en la plaza de Tlatelolco para el mismo da 2 en la tarde, de donde saldra una marcha hacia el Casco de Santo Toms. La situacin era complicada por varios factores. En pri-mer lugar, el movimiento haba sido muy intenso (durante dos meses realiz grandes manifestaciones, se extendi a prcticamente todas las escuelas de educacin superior del pas y sufri persecuciones policiacas, la intervencin del ejrcito y encarcelamientos) y por ello mismo sufra cierto desgaste y abrigaba dudas sobre un desenlace favorable. En segundo lugar, se acercaban las fechas olmpicas (la inau-guracin sera el 12 de octubre) y ello aumentaba la presin contra el gobierno. El inicio de las plticas con los comisionados del pre-sidente se poda leer como la urgencia del gobierno de en-contrar una salida rpida, incluso bajo la forma de una tre-gua o medidas que atenuaran la confrontacin y dibujaran un escenario de distensin para la gran fiesta olmpica. Desde el punto de vista del movimiento, las circuns-tancias parecan permitir una estrategia concentrada en un punto: la libertad de los presos polticos (de hecho en el mis-mo mitin de Tlatelolco se anunciara el inicio de una huelga de hambre en varias crceles del pas) y quiz abrir una va rpida que permitiera obtener la satisfaccin de esa deman-da as fuera parcialmente. El mismo da 2 en la maana, la direccin del movi-miento valor la situacin tomando en cuenta esos elemen-tos. La reunin tuvo un tono moderadamente optimista. Se avizoraba una salida. Decidi, entre otras cosas, suspender

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    El principiola marcha de esa tarde y limitar el acto al mitin en la plaza. El gobierno deba interpretar esta actitud como un mensaje de distensin. A la llegada a la plaza, los manifestantes vieron al ejr-cito desplegado en calles aledaas. De todos modos se con-centraron alrededor de 10 mil personas. El mitin se desarrollaba en un ambiente de fiesta escribe Ral lvarez Garn. Despus de dos semanas, la angustia y la incertidumbre producidas por la represin empezaban a disminuir y de nuevo se abran perspectivas claras para el futuro. En ese mitin se comprobara nuestra fortaleza, nuestro buen estado de nimo; ah se hara el re-cuerdo de los que faltaban... y de los nuevos refuerzos que llegaban. Era un mitin como cualquier otro de los muchos que habamos hecho. Informes, anlisis, directivas y orien-taciones del Consejo. Estaba por terminar su intervencin el compaero Vega, de Ingeniera Textil del IPN, cuando se notaron movimientos de tropas...34

    Y entonces empez el infierno inesperado...

    Ha ocurrido algo que se recordar siempre

    El 2 de octubre el gobierno acab con el movimiento, pero al mismo tiempo lo hizo inolvidable. Obtuvo el triunfo de las armas frente a un movimiento desarma-do, pero sufri una derrota moral en un terreno en el que l estaba desarmado. Muchas personas murieron en la plaza. Nunca sabremos con precisin cuntas. La mayora de los testimonios hablan de cientos. El presi-34. Ral lvarez (2002).

  • 51

    Francisco Prez Arce dente Daz Ordaz quiso restarle importancia hablando de veinte o treinta, como si disminuyendo el nmero disminuyera el horror. Para los estudiantes el 2 de octubre acab siendo una dolorosa victoria cultural. O mejor dicho, sell una vic-toria que haban obtenido en nueve semanas y media de manifestaciones, discursos e imgenes. As lo vio, desde el edificio Chihuahua, Gilberto Guevara Niebla: Los soldados, los soldados!

    Volv la vista y observ en el fondo, sobre el puente de Santa Mara la Redonda, una columna de soldados perfectamente ordenada, los ri-fles al pecho, avanzando en direccin a nosotros... Corrimos en medio de un ruido estruendoso tratando de bajar por las escaleras, pero no avanzamos mucho pues en sentido contrario su-ban individuos armados, con un guante blanco en la mano izquierda, que obligaban a retroceder a la gente. Regresamos por la escalera a toda velo-cidad. El tumulto era indescriptible: la gente corra y gritaba sin detenerse. Llegamos al departamento de la novia de Flix Gamundi, en el quinto piso, y tocamos en la puerta los que tocbamos ramos como veinte pi-diendo a gritos que nos dejaran entrar. Pero la puerta no se abra. Vayan a otro departamento! nos contestaban... Insistimos... Nos abrieron y entramos. Para entonces, la balacera se haba ge-neralizado y se escuchaban detonaciones muy cerca del departamento en el que estbamos. Yo corr hacia la ventana y me asom. En el centro de la plaza yaca una seora de edad mayor, aparentemente herida, que estiraba la mano tratando de alcanzar a una nia que estaba de pie a unos metros de distancia y, alrededor cientos de personas en el suelo, tiradas, inmviles. Volte a la izquierda y comprob que desde muchas ventanas del edificio asomaban brazos con armas de fuego de distinto tipo: pistolas, rifles y ametralladoras; volv la vista a la derecha y observ

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    El principio

    una escena semejante. Mi sorpresa era mayscula. Sern las columnas de Scrates?, me pregunt... ...advert que muchos delegados al CNH estaban ah reunidos: ade-ms de Flix Gamundi estaban Eduardo Valle, Pablo Gmez, Anselmo Muoz, David Vega..., ramos no menos de veinte delegados reunidos en esas extraas y espantosas circunstancias. De pronto se escuch una detonacin formidable: sentimos que el edificio se sacuda por el impac-to... (despus supe que se trat del can de un tanque que dispar con la intencin precisa de impactar cerca del departamento en el que nos encontrbamos). ...los soldados se haban apoderado ya de las escaleras y de los pa-sillos y suban golpeando gente... Se poda advertir (por los gritos) que estaban desalojando, uno a uno, los departamentos... Sbitamente, los soldados llegaron a nuestra puerta y la golpearon con la culata de un rifle: Abran! Abran, hijos de la chingada!...

    As fueron detenidos algunos de los dirigentes del CNH ese 2 de octubre en el edificio Chihuahua. Abajo, en la plaza y en los edificios de alrededor el drama era similar, o an peor, la muerte se extenda, absurda. Lo sucedido en el edificio Chihuahua est narrado en escritos de tres dirigentes del CNH que se encontraban ah (Gilberto Guevara Niebla, Ral lvarez Garn y Luis Gonzlez de Alba), y coinciden en lo fundamental. De estos, el primero en publicarse fue la novela Los das y los aos, de Gonzlez de Alba, aparecido en febrero de 1971, apenas terminado el gobierno de Daz Ordaz. Transcribo algunos fragmentos:

    De uno de los helicpteros cay una bengala verde que sigui ardiendo en el suelo. Alrededor de la bengala, como si hubiera sido una piedra en el agua, se cre una ola que retroceda hacia los extre-mos de la plaza. Cay otra bengala, sta era roja... Algo ms suceda all abajo que nosotros no podamos ver... La multitud intent esca-

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    Francisco Prez Arce

    par por el costado derecho de la plaza y nuevamente fue rechazada. En el centro de la plaza, las distintas corrientes ya haban producido algunos cados que se levantaban desconcertados... Desde el edificio Chihuahua veamos la plaza convulsionada... Entre las voces y gritos empezaron a escucharse claramente los disparos: venan de la par-te posterior del Chihuahua. Se acercan por abajo!, pens. Al mirar frente a m, a lo lejos, hacia el fondo de la plaza, vi que el puente de acceso estaba ocupado por el ejrcito a todo lo largo. Estbamos totalmente cercados y desde los cuatro extremos los soldados avan-zaban a bayoneta calada.35

    Haba una enorme confusin en la plaza y en el aire. Era un caos. No slo los estudiantes estaban confundidos. El batalln Olimpia era un cuerpo especial del ejrcito; ese da sus miembros actuaron vestidos de civil y para identifi-carse llevaban un guante blanco o un pauelo blanco en la mano. Su misin era tomar el edificio Chihuahua y detener a los dirigentes. Tomaron el edificio. Y estando en la terraza notaron que los soldados disparaban sobre ellos y gritaban desesperados: Somos el batalln Olimpia! Incluso orga-nizaron un grito a coro conminando a algunos de los estu-diantes detenidos, tirados en el suelo del tercer piso, a que gritaran con ellos para que se oyera ms fuerte: Batalln Olimpia! Obviamente estaban confundidos. Tambin estaban confundidos los soldados que avanzaban sobre la plancha. Disparan sin saber a quin. En algunas imgenes se puede apreciar que apuntan hacia arriba, presumiblemente sobre francotiradores apostados en varios edificios, entre otros en el Chihuahua.35. Luis Gonzlez de Alba (1971), p. 84. Este mismo autor dice que vio a miembros del batalln Olimpia disparar hacia la plaza.

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    El principio Quiz los nicos que no estaban confundidos eran los francotiradores: miembros del ejrcito (Estado Mayor Presidencial) y de la polica poltica (Direccin Federal de Seguridad) que haban ocupado sus posiciones desde antes que empezara el mitin, y que fueron los primeros en abrir fuego disparando contra la multitud y contra los soldados. Confundidos y aterrados, los asistentes al mitin corran hacia un lado y hacia otro, buscando las orillas de la plaza, entrando a los edificios en busca de proteccin, oyendo una balacera nunca antes imaginada, continua, de disparos y rfagas, y ms tarde de caonazos. Media hora? Una hora? La duracin es imprecisa, pero todos los testi-monios coinciden en que hubo luego una especie de calma que fue interrumpida por balaceras espordicas. En total fueron ms de dos horas. En la plaza se viva el horror. Hay miles de testimonios. Gonzlez de Alba recoge el de una estudiante amiga suya:

    El suelo estaba empapado de sangre. Cuando el fuego era ms intenso y no se poda ni levantar la cabeza nos cubramos con los cuerpos de los muertos; la plaza es completamente lisa, te imagi-nas?... Yo levant la cabeza y vi, como si fuera un fantasma, a una nia que se acercaba despacio y con los ojos muy abiertos, llevaba una bolsa de pan que apretaba entre las manos, seguro en su casa la haban mandado al pan y de regreso se detuvo en la plaza; la llam, ven trate al suelo!, agchate! Pero sigui caminando entre los cuerpos cados, sin soltar la bolsa y con los ojos abiertos y secos, las balas le zumbaban sobre la cabeza, creo que ni siquiera me oy.

    Hubo confusin, gritos, pnico. La gente corra tratando de escapar de la trampa. Transcribo unos

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    Francisco Prez Arce prrafos de mi novela Hotel Balmori36 que provienen de mi experiencia personal:

    Cmo es c