el poeta como personaje en r. darío

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Resumen El artículo estudia la importancia de la figura del poeta o artista en la obra de Rubén Darío, en el contexto del culto al yo heredado por los modernistas del roman- ticismo. Considera el papel del yo –el personaje más importante de los cuentos de Darío– y la relación entre la poesía y los demás artes, y por último examina la impor- tancia en la obra dariana de Victor Hugo –poeta genio, el elegido de Dios– y Paul Verlaine –poeta maldito, encarnación del decadentismo finisecular. Abstract The article studies the importance of the poet or artist as characters in the works of Rubén Darío, in the context of the cult of the individual inherited by the Modernists from the Romantics. It considers the role of the narrator – the central character in Darío's short stories – and the relation between poetry and the other arts, and exami- nes the importance in his works of Victor Hugo – the poet-genius, chosen by God – and Paul Verlaine - the poet-bohemian, incarnation of fin-de-siècle decadentism. Aunque sin confundirse con ninguno de ellos, el autor se expresa a tra- vés de sus propios personajes. Mijail Bajtin lo explicó de forma certera 1 . Cada época, cada movimiento artístico, cada género literario, crea su pro- Anales de Literatura Hispanoamericana ISSN: 0210-4547 2001, 30: 183-204 183 1 M. Bajtin (1979). Estética de la creación verbal. Madrid. Siglo XXI. 1982. El poeta como personaje y como motivo poético en la obra de Rubén Darío PACO MANCEBO PERALES Universidad Complutense de Madrid

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  • Resumen

    El artculo estudia la importancia de la figura del poeta o artista en la obra deRubn Daro, en el contexto del culto al yo heredado por los modernistas del roman-ticismo. Considera el papel del yo el personaje ms importante de los cuentos deDaro y la relacin entre la poesa y los dems artes, y por ltimo examina la impor-tancia en la obra dariana de Victor Hugo poeta genio, el elegido de Dios y PaulVerlaine poeta maldito, encarnacin del decadentismo finisecular.

    Abstract

    The article studies the importance of the poet or artist as characters in the worksof Rubn Daro, in the context of the cult of the individual inherited by the Modernistsfrom the Romantics. It considers the role of the narrator the central character inDaro's short stories and the relation between poetry and the other arts, and exami-nes the importance in his works of Victor Hugo the poet-genius, chosen by God and Paul Verlaine - the poet-bohemian, incarnation of fin-de-sicle decadentism.

    Aunque sin confundirse con ninguno de ellos, el autor se expresa a tra-vs de sus propios personajes. Mijail Bajtin lo explic de forma certera1.Cada poca, cada movimiento artstico, cada gnero literario, crea su pro-

    Anales de Literatura Hispanoamericana ISSN: 0210-45472001, 30: 183-204

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    1 M. Bajtin (1979). Esttica de la creacin verbal. Madrid. Siglo XXI. 1982.

    El poeta como personaje y como motivo poticoen la obra de Rubn Daro

    PACO MANCEBO PERALESUniversidad Complutense de Madrid

  • pia galera de dramatis personae a la cual recurre de forma preferente. Enlos movimientos estticos del fin de siglo, la mujer y el artista ocupan unprotagonismo desmesurado hasta alcanzar la categora de arquetipos. Poe-tas, escultores, pintores, msicos, cantantes, actores y actrices, bailarinas,e incluso artistas de circo, pueblan versos y prosas salidos de plumas moder-nistas.

    Pese al esfuerzo de sntesis abarcadora presente en las novelas moder-nistas, ser en los cuentos, crnicas y poemas de Rubn Daro donde encon-tremos la visin ms profunda, elaborada y rica, en su fragmentacin, dela figura del artista finisecular dentro del mbito hispanoamericano. Su eto-peya del poeta va ms all del retrato del hroe modernista que hallamosen las tres novelas cannicas del movimiento. No es el intelectual precla-ro, pero inmaduro y desengaado de la poltica, y atrapado entre lazos feme-ninos contrapuestos que Mart presenta en su Juan Jerez. Tampoco se corres-ponde con ese Jos Fernndez decadentista que ha sucumbido al pesimismoy renunciado a todo lo que se aparte de su ideal e inalcanzable Helena. Nitampoco Daro ve al poeta como alguien constreido y decepcionado porel ambiente provinciano en el que est condenado a vivir, tal y como leocurre al escultor Alberto Soria, que slo cosecha fracasos cuando regre-sa a Venezuela despus de triunfar en Pars2. El nmada y cosmopolita nica-ragense no se plantea las tiranas de una patria a la que no regresara sinopara morir.

    Si nos ceimos al relato breve, multitud de oficios creativos desempe-an tambin los personajes de los cuentos del mexicano Manuel GutirrezNjera; en Cuento ureo (1899), de Daz Rodrguez, el nico que es capaz

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    2 J. Jerez, J. Fernndez y A. Soria son, respectivamente, los protagonistas de las nove-las de Jos Mart, Amistad funesta (1885); Jos Asuncin Silva (1865-1896), De sobremesa(1925), y Manuel Daz Rodrguez, dolos rotos (1901). Interesantes aproximaciones a la nove-la modernista pueden verse en el captulo El arte y el artista en algunas novelas modernis-tas, del libro de Alien W. Phillips, Temas del modernismo hispnico y otros estudios. Madrid.Gredos. 1974, pgs. 261-293, y en Anbal Gonzlez, La novela modernista hispanoamerica-na. Madrid. Gredos. 1987. Tambin debe ser tenido en cuenta el meritorio trabajo de M. D.Muoz Reoyo, Los personajes en la narrativa modernista hispanoamericana. Madrid. Edi-torial de la Universidad Complutense de Madrid. Coleccin Tesis Doctorales, 1991; espe-cialmente, el captulo titulado El artista (pgs. 281-297), se centra en la figura del artistabohemio y traza el origen de este personaje literario en la obra de Catulle Mends, Baude-laire, Rimbaud y Mallarm. Junto a algunos relatos de Gutirrez Njera y Amado Nervo, pres-ta detenida atencin a varios cuentos de Rubn Daro.

  • de reconocer a la divina Psiquis es un poeta bohemio mitad mendigo, mitadtrovero que vive retirado en una alta pea; Rojo plido, del mismo autor,traza la siguiente semblanza del poeta modernista:

    En el seno del mismo hombre se haban encontrado de repente,uno frente a otro, dos seres distintos, de ideales opuestos: de unlado el artista orgulloso que habita cumbres [...], el artista que noacepta cadenas, lazos ni tiranas, que ve en la mujer tentacin yesclavitud, no toma de ella sino lo que puede convertir en frase her-mosa o verso harmoniossimo, ni tiene ms querida que la gloria[...], el artista que anda siempre tras lo original, en persecucin dela belleza oculta, de la forma rara, y vive en los dolores y alegras,hondos y nobles, del que crea; del otro el hombre vulgar que se con-tenta con placeres fciles y no aspira sino a hacerse de un puestoen el banquete y a que sea abundante su racin de pan y amor3.

    Rafael Barrett en La visita (Cuentos breves, 1911) nos presenta a unpoeta que recibe en su casa a la Muerte; otras veces y esto es algo quehace Daro muy a menudo, la aparicin del poeta es tangencial pero muysignificativa. Por ejemplo en el relato El ngel cado, del mexicano Ama-do Nervo, unos nios encuentran un ngel pero ningn adulto puede ver-lo, slo un poeta que divagaba por aquellos contornos, asombrado, claven ellos los ojos y sonriendo beatamente los sigui durante buen espaciode tiempo con la mirada... Despus se alej pensativo....

    Rubn Daro no es una excepcin dentro de esta tendencia sino todo locontrario, en sus cuentos la reflexin acerca del arte y del artista alcanzaniveles obsesivos y se manifiesta tanto en los argumentos como en smbo-los y personajes tales como msicos, escultores, poetas vagabundos, Orfeo,Apolo, el cisne, la rosa, el pescador...4

    De los 87 cuentos recopilados por Mayra Hernndez5, encontramos artis-tas en 45 de ellos (51,7%). En 38 relatos se trata de poetas, en 14, de otras

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    3 En Cuentos de color (1899). Esta personalidad bifronte del artista, descrita por DazRodrguez, deberemos tenerla muy en cuenta al abordar la figura de Rubn Daro.

    4 Vid. L. R Scarano. El binomio modernista poeta-poesa en los cuentos de Rubn Daroen Anales de Literatura Hispanoamericana, Universidad Complutense de Madrid, nm. 18,1989, pgs. 279-292 (pg. 279).

    5 Rubn Daro. Cuentos completos. Ed. de Mayra Hernndez. La Habana. Arte y Lite-ratura. 1990.

  • profesiones artsticas; en 7 cuentos aparecen juntos poetas y cultores deotras artes: Se hablaba con el entusiasmo de artistas de buena pasta, trasuna buena comida. ramos todos artistas, quien ms quien menos (Laninfa 1887, el subrayado es nuestro).

    Pero debemos recordar que cuando el nicaragense habla de pintores,escultores o msicos, est slo utilizando sinnimos de poeta. As, por ejem-plo, el soberbio escultor, aunque pobre como una rata, de Arte y hie-lo (1888). Con l comparte profesin Recaredo, protagonista de La muer-te de la emperatriz de la China (1889); o el pintor Palanteau, de Rojo(1892), artista genial, claro exponente de que el talento y la locura estnltimamente ligados; y tambin es pintor lvaro Blanco, cuyo seudni-mo da ttulo a Can (1895). Y no slo eso sino que, aparte de la obrapotica y de los incontables artculos que Daro dedica a todo tipo de artis-tas, el protagonista de la tentativa de novela El oro de Mallorca (1913),ser su lter ego el clebre msico Benjamn Itaspes6.

    La presencia insistente de poetas o artistas en los relatos de Daro seve incrementada si tomamos en consideracin el uso de la primera perso-na (46% de los relatos). La preferencia por esta voz narrativa da pie a dife-rentes interpretaciones. Constituye un claro sntoma de egolatra (no exen-ta de tormento) por parte de alguien que desde la infancia se saba genial.El tpico del culto al yo de los romnticos fue adoptado sin reservas porlos modernistas de igual manera que el individualismo, como expresin delchoque con la realidad por parte de aquellos que se sentan dotados de unasensibilidad superior a la media7.

    De esa colisin surge otro de los grandes tpicos de la poca, la eva-sin de la realidad. Daro no cree en torres de marfil pero s trata de eva-dirse por tres vas distintas: sus viajes constantes (emplea el adjetivo erran-

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    6 Las tres incursiones de Daro en la novela fueron: Emelina (1887), El hombre de oro(1897) y El oro de Mallorca (1913). Las tres giran en torno al eje temtico del arte, el artis-ta y el dinero. Vid. D. Phillipps-Lpez, Rubn Daro y la novela en C. Cuevas Garca (ed.),Rubn Daro y el arte de la prosa. Ensayo, retratos y alegoras. (Actas del XI Congreso deLiteratura Espaola Contempornea. Universidad de Mlaga, noviembre de 1997), Mlaga,Publicaciones del Congreso de Literatura Espaola Contempornea, 1998, pgs. 211-225.

    7 Interesantes reflexiones sobre los temas de la egolatra, el individualismo y la subje-tividad en Daro y en el cuento modernista pueden encontrarse en Iber H. Verdugo, Estudiopreliminar en Rubn Daro, Cuentos. Seleccin, Buenos Aires, Kapelusz, 1971, y en J. O.Jimnez y A. R. de la Campra. Antologa crtica de la prosa modernista hispanoamericana.Nueva York. Eliseo Torres. 1976.

  • te en el ttulo de uno de sus ltimos poemarios), el culto a Baco y la bs-queda del placer en el amor y el erotismo.

    El yo annimo protagonista puede ser considerado como el personajems importante de los cuentos de Daro. Lo encontramos en multitud derelatos a lo largo de toda su produccin (no menos de 20), desde Mis pri-meros versos (1886) hasta Huitzilopoxtli (1914). Dos circunstancias vienena reforzar la identificacin del propio Rubn Daro con el narrador ocultobajo la primera persona: por un lado, muchos de estos pronombres perso-nales pertenecen a poetas (La ninfa, Carta del pas azul, En la bata-lla de las flores, El ltimo prlogo, etc.), por otro, viven ancdotas que,a travs de diversos testimonios, son conocidas como autobiogrficas (Palo-mas blancas y garzas morenas, Mi ta Rosa...). Segn avanzamos en lalectura de los cuentos nos vamos habituando a una voz narrativa como lade La pesca (1896) que comienza con un rotundo: Yo haba visto a mispies la destrozada cabeza de ciervo en que las cuerdas amadas haban sabi-do decir mis sueos armoniosos y mis dulces esperanzas, a los vientos erran-tes [los subrayados son nuestros].

    Subjetividad romntica o puro egocentrismo, el poeta no se preocupademasiado por desmentir esa identificacin entre autor real y autor impl-cito en la que, por inercia, tiende a incurrir el lector pese a las adverten-cias de Bajtin. Es un rasgo caracterstico del cuento modernista el hechode que los personajes sean, repetidamente, proyecciones muy diversas delyo narrador8.

    Cabe la posibilidad de que la presencia del propio Daro dentro de susficciones no sea tanto un rasgo romntico como un exponente marcada-mente irnico. As ha sido apuntado con relacin a los cuentos de Azul9;sin embargo, y pese a la importancia indudable de la irona en los textosde Rubn, no podemos olvidar que l mismo reivindicaba su propia iden-tidad tras la mscara del autor implcito; se tratara, en todo caso, de unaautoirona creciente con el paso de los aos: Melanclico y sombro, / all

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    8 Enrique Pupo Walker. Notas sobre los rasgos formales del cuento modernista en Ana-les de Literatura Hispanoamericana, Universidad Complutense de Madrid, nm. 1, 1972, pgs.469-480 (pg. 479).

    9 J. P. Brownlow, La irona esttica de Rubn Daro: humor y discrepancia en los cuen-tos de Azul en Revista Iberoamericana, Pittsburgh, vol. 55, nums. 146-147, 1989. En sucomentario sobre El rey burgus se apoya en el estudio de B. Segall, The Function ofIrony in El rey burgus. Hispania, California, nm. 49, 2, mayo 1966.

  • va. Sabis quin es? / Od, si lo ignoris, pues: / el vate Rubn Daro(Ingratitud).

    A diferencia de lo que opinan J. P. Brownlow y Brenda Segall, no nosparece que el contraste irnico entre el mundo espiritual del poeta y el mun-do material del burgus constituya una traicin completa (Brownlow, pg.384) de la propia visin de Daro al respecto. Ms bien expresa un con-flicto que aflije a toda su generacin y que atormentar al nicaragensedurante toda su vida. Ciertamente, El rey burgus es, como han obser-vado la mayora de sus comentadores, una clara alegora existencial queejemplifica el conflicto entre el artista y su mecenas capitalista de menteobtusa. De los doce cuentos incluidos en la edicin definitiva de Azul (Gua-temala, 1890), el tpico poeta / mundo est presente, de forma explcita oimplcita, en una proporcin abrumadora, superior al 80%.

    El conflicto interior de Daro tiene que ver con la cuestin de si su men-talidad era realmente burguesa o no. Si su famosa afirmacin, trillada dearrogancia, yo detesto la vida y el tiempo en que me toc nacer es sin-cera o simplemente corresponde a una pose, una postura falaz ante el pbli-co lector, como denunci Max Henrquez Urea10. Aunque paradjico, escomprensible que Daro rechazara las injusticias y el materialismo de supoca pero envidiara la vida placentera de las clases acomodadas. Comoanticipo de lo que veremos ms adelante, podemos observar al poeta deMetapa reflejado en el espejo de su admirado Verlaine. En el artculo Lavida de Verlaine. Realidad y leyenda resea el libro de M. Edmond Le-pelletier sobre la vida y la obra del poeta simbolista. En esa biografa RubnDaro descubre que Verlaine, como l mismo quizs, era un hombre de ideasburguesas.

    Mucho pesar a los adoradores de la soucoupe el saber que Ver-laine era un hombre de ideas burguesas, que si vivi la vida debohemia fue forzado por las durezas de la suerte, por las capri-chosas circunstancias que amontona la casualidad, esto es, de todasmaneras, la ley del destino, para hacerle torcer su direccin y cam-biar la tranquilidad de una existencia que hubiese sido honesta-mente apacible, por las tormentas pasionales y las noches borras-

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    10 La cita pertenece a Palabras liminares. Prosas profanas y otros poemas (1896, 1901).Max Henrquez Urea. Breve historia del modernismo. Mxico. Fondo de Cultura Econmi-ca. 1954, pgs. 95-96.

  • cosas a que conducen los desatados instintos y las ponzoas de lavoluntad (pg. 719)11.

    Una vez ms parece estar hablando de s mismo. La irona est presenteen toda la obra de Daro y justifica sus continuas y aparentes contradic-ciones. Su visin burlesca y a veces sarcstica del poeta sobrepasa los lmi-tes de Azul; la encontramos a lo largo de toda su produccin en prosa, des-de uno de sus primeros relatos Mis primeros versos (1886), hastaEl ltimo prlogo (1913) y en otros muchos, escritos entre ambas fechas.

    Volviendo a la fusin de diversas artes en la figura del poeta, observa-mos que la mezcla de literatura y pintura es evidente ya en los cuentos deAzul y obedece a una motivacin tanto temtica como formal: En Chile(1887) lleva el subttulo de En busca de cuadros y comienza: Sin pin-celes, sin paleta, sin papel, sin lpiz, Ricardo, poeta lrico incorregible [...].El propio Daro nos da testimonio del experimentalismo que encierra esterelato. En Historia de mis libros (1912) nos dice que se trata de ensayosde color y de dibujo que no tenan antecedentes en nuestra prosa. La inten-cin de Daro era enriquecer la prosa castellana, alzarla a cumbres no alcan-zadas ni siquiera en los Siglos de Oro y para ello se propuso hacer del tex-to literario una obra de arte total que englobara elementos de todas las artes.Tambin en Historia de mis libros, al comentar El velo de la reina Mab(1887), escribe: Ms que en ninguna de mis tentativas, en sta perseguel ritmo y la sonoridad verbales, la transposicin musical, hasta entonceses un hecho reconocido desconocida en la prosa castellana.

    Llama la atencin el inters del nicaragense por los escultores. El moti-vo radica en que la escultura es la ms plstica de las artes y Daro, porinflujo parnasiano, pretenda ante todo dotar su literatura de plasticidad12.Jos Mart tambin enfoc la renovacin de las letras hispnicas desde elmismo ngulo. Amo las sonoridades difciles, el verso escultrico, vibran-te como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como unalengua de lava13.

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    11 En Obras completas. Madrid. Afrodisio Aguado. 1955, vol. II, pgs. 716-724.12 Diego Martnez Torrn, Los cuentos de Rubn Daro en VV.AA., Modernismo His-

    pnico. Primeras jornadas, Madrid, Instituto de Cooperacin Iberoamericana, 1988, pgs.355-370.

    13 J. Mart, Mis versos en Versos libres (1882). Citado por R. Gulln (ed.), El modernismovisto por los modernistas, Barcelona, Guadarrama, 1980, pg. 181. (El subrayado es nuestro).

  • Como es natural, los problemas del poeta en un mundo materialistay capitalista no son muy distintos de los que puedan tener otros artistas.As queda de manifiesto en El velo de la reina Mab, donde el hada delos sueos escucha la tertulia que mantienen un escultor, un pintor, unmsico y un poeta. En este poema en prosa, inspirado por el des-lumbramiento shakespeareano14, las quejas de unos y otros sirven paratodos ellos, independientemente de la musa a la que estn consagrados.Pongamos por caso las tristes palabras del escultor al compararse conFidias:

    Siento el martirio de mi pequeez. Porque pasaron los tiemposgloriosos. Porque tiemblo ante las miradas de hoy. Porque contem-plo el ideal inmenso y las fuerzas exhaustas. Porque, a medida quecincelo el bloque, me ataraza el desaliento.

    El pintor padece por la prostitucin a la que debe someter a sus pince-les para poder subsistir:

    Ah, pero siempre el terrible desencanto! El porvenir! Venderuna Cleopatra en dos pesetas para poder almorzar!

    Y yo, que podra en el estremecimiento de mi inspiracin tra-zar el gran cuadro que tengo aqu dentro!...

    Y el msico, cuyo dolo es Wagner, el compositor favorito de los sim-bolistas, refleja fielmente las opiniones del autor: Mis ideales brillan enmedio de mis audacias de inspirado. Yo tengo la percepcin del filsofoque oye la msica de los astros.

    Se ha convertido ya en un tpico la afirmacin de que el escritor moder-nista rechaza el mundo dominante y se refugia en otro creado por l15. Yanos hemos referido a esa supuesta torre de marfil que ha propiciado paralos modernistas multitud de reproches no siempre justificados. Fingido osincero, no ocultan su desprecio por el mundo en que les haba tocado viviry, herederos de una larga tradicin, que viene del romanticismo y pasa porel simbolismo, los modernistas se plantean la cuestin de la funcin po-tica.

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    14 Segn confiesa Daro en Historia de mis libros (1914).15 Ricardo Szmetan, El escritor frente a la sociedad en algunos cuentos de Rubn Daro

    en Revista Iberoamericana, Pittsburgh, vol. 55, nms. 146-147, 1989, pgs. 415-423.

  • Inmerso en una concepcin espiritualista y trascendentalista delmundo el modernismo va a trasladar progresivamente al arte las fun-ciones de conocimiento y revelacin del universo, atribuyndole enmuchos casos el carcter de religin. Este culto a la belleza ynueva mitologa del arte nace del papel hegemnico que la refle-xin potica adopta en el marco del texto propiamente dicho. Y aspodemos verificar en el modernismo la continuacin de este proce-so de autoconcienciacin de la poesa, caracterstico de la lrica moder-na. Hans Hinterhuser ha definido este fenmeno del fin de siglocomo una oposicin y reemplazo del logos (positivismo) por el mito(hegemona de la poesa y del conocimiento simblico)16.

    Daro no nos presenta al poeta encerrado en ninguna torre de marfilsino que lo convierte en una torre divina. En el poema Torres de Dios!Poetas! (Cantos de vida y esperanza, 1905) da fe de la trascendencia dela poesa y de la concepcin del poeta como ser inmortal, el cual, graciasa su arte, se convierte en rompeolas de las eternidades. Los poetas sonlos que ms se acercan a la inmortalidad de Dios, segn la tradicin delmito rfico-pitagrico, son los intermediarios entre la divinidad y los hom-bres. El vnculo de Daro con el romanticismo, con Nietzsche y con otrasfilosofas irracionalistas como el trascendentalismo, fue repetidamente acep-tado por el propio poeta17.

    Los alejandrinos de Cyrano en Espaa, dedicados a la comedia deRostand, tambin en Cantos, inciden en la sacralizacin de la poesa, lasuperioridad del poeta y la trascendencia de su misin, la cual es contem-plada como un sacrificio ineludible a niveles que superan la realidad coti-diana18.

    Hemos saltado momentneamente de la produccin en prosa a la obrapotica; Daro tambin lo haca, sin grandes dificultades. En los primerosaos del siglo ya slo escriba cuentos espordicamente, pero los temas que

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    16 L. R. Scarano, Perspectiva, fimdamentos y alcances de la cuestin de la funcin de lapoesa en la obra de Rubn Daro en Anales de Literatura Hispanoamericana, UniversidadComplutense de Madrid, nm. 16, 1987, pgs. 323-338 (pgs. 329-330, los subrayados sonnuestros).

    17 A. Acereda. Rubn Daro, poeta trgico. (Una nueva visin). Barcelona. Teide. 1992(pg. 109).

    18 L. R. Scarano, La concepcin metapotica de Daro en Cantos de vida y esperanzaen Revista de Estudios Hispnicos, Universidad de Puerto Rico, nm. 12, 1985, pgs. 147-167 (pg. 161).

  • le interesan siguen siendo los mismos. El del poeta y la poesa es toda unaobsesin durante toda la vida del nicaragense. Han sido muchos los cr-ticos que se han ocupado de este tema. Desde el estudio clsico de PedroSalinas, referido a la poesa19, hasta los de aquellos que se han fijado espe-cialmente en la produccin cuentstca. Entre estos ltimos mereceran dete-nida atencin los de Raimundo Lida, Iber H. Verdugo y Laura R. Scarano20.

    Utilizaremos como bculo el impecable estudio de R. Lida21. En el cap-tulo titulado Poeta y mundo (pgs. 24-34), fija dos perspectivas diver-gentes desde las cuales el personaje del poeta cabra decir del artista, engeneral es tratado en los cuentos del nicaragense: una pesimista y otraoptimista. En la primera el poeta es un vagabond triomphant, segn el tpi-co del romanticismo, un genio a quien el mundo condena a soledad o mar-tirio, alguien para quien nacer bajo la estrella del genio es nacer desdi-chado (pg. 25). Desde la otra perspectiva, el poeta es un hroe, un profeta,un elegido de Dios. Tambin esta visin tiene ascendencia romntica y,para Daro, desde su primera juventud, su mximo representante ser Vc-tor Hugo, como Paul Verlaine lo sera de la anterior. Apolo y Pan. Podradecirse que son estos dos poetas franceses (junto a Mends) los que msadmir el de Metapa a lo largo de toda su vida.

    Simplificando mucho podemos reducir la visin que Daro transmitedel poeta, en su obra de creacin, a dos lneas bsicas. Por un lado noshabla de alguien dotado de una espiritualidad superior que choca con unmundo dominado por el positivismo materialista. Como hemos visto, elconflicto de este poeta, o artista, se nos presenta con una cierta irona; un

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    19 Pedro Salinas. La poesa de Rubn Daro. Buenos Aires. Losada. 1948 (cap. XI: Elarte, la poesa y el poeta, pgs. 255-281).

    20 I. H. Verdugo, op. cit., pgs. 21-24, sostiene que, dentro del tema de la situacin delpoeta en el mundo y en la sociedad, los cuentos pueden ser agrupados segn la visin queimpera en ellos de la literatura. Las posibilidades son: literatura al gusto de la poca; litera-tura de refinamiento expresivo; literatura de revalorizacin de la idealidad y espiritualidad;literatura del desquite, resentimiento y amargura del poeta desdeado; literatura de recrude-cimiento de actitudes romnticas en la concepcin de la vida y en la conducta existencial.

    Por su parte, L. R. Scarano, op. cit. (1989), pg. 280, considera que la funcin y senti-dos del arte en los cuentos puede organizarse en unos pocos ncleos relevantes, que coinci-den notablemente con los desarrollados en la metapoesa dariana. Esos ncleos son los siguien-tes: el poeta y la sociedad; el poeta y el ideal; poesa, naturaleza y cosmos; poesa y trascendencia.

    21 Raimundo Lida, Los cuentos de Rubn Daro. Estudio preliminar en Rubn Daro,Cuentos completos, ed. de Ernesto Meja Snchez, Mxico, Fondo de Cultura Econmica,Coleccin Popular, 1988, pgs. 7-67.

  • claro ejemplo nos lo ofrece el relato En la batalla de las flores (1893),donde nada menos que el dios Apolo ha emigrado a Amrica y dice al narra-dor: Me resolv a no hacer un solo verso, y en efecto: soy ya rico, y estan-ciero; es el problema de la supervivencia que acuci a Rubn hasta sumuerte. El antagonista de esta figura lo encontramos en el burgus-mece-nas y en el mal poeta, como es el caso del muchacho protagonista de Misprimeros versos (1886) o del emperador Nern, cuyos dctilos y pirri-quios son despreciados incluso por su pantera Febea (1891), que da ttu-lo al relato.

    Por otra parte, tenemos una visin ms grandilocuente o trascendentalen la que el poeta cumple una funcin mesinica. El relato fundamentalpara comprender esta otra perspectiva me parece que es La pesca (1896)del mismo ao que Prosas profanas. Sea cuento o poema en prosa,este breve texto explicita claramente la relacin del poeta con Dios. Rela-cin expuesta con ms transparencia todava en innumerables poemas escri-tos a lo largo de toda la vida del poeta. Para los modernistas, como ya hemosvisto, el poeta ser siempre un elegido. Entre los muchos smbolos em-pleados (Orfeo, el cisne, el ruiseor, Coln, Don Quijote, etc.) es el de Cris-to el ms elevado de todos. El papel mesinico y redentor del poeta quedaenunciado abiertamente en los versos de Cantos de vida y esperanza (1905).En el poema XI (Mientras tenis, oh negros corazones) se dirige a lospoetas, aludiendo, en el segundo serventesio, al misterio de la transubs-tanciacin:

    Para ti, pensador meditabundo,plido de sentirte tan divino,es ms hostil la parte agria del mundo.Pero tu carne es pan, tu sangre es vino.

    Por si quedara alguna duda, en Melancola, incluido tambin enCantos, incide de nuevo en la comparacin entre Cristo y el poeta, a pro-psito ahora de la pasin. Se trata de un soneto en alejandrinos que lle-va una dedicatoria a un pintor, el venezolano Domingo Bolvar: [...] lapoesa / es la camisa frrea de mil puntas cruentas / que llevo sobre elalma. Las espinas sangrientas / dejan caer las gotas de mi melancola.La concepcin mesinica del poeta pudo recibirla Daro de los trascen-dentalistas norteamericanos R. W. Emerson y W. Whitman, hacia los quenunca ocult su admiracin. El primero, en su ensayo El Poeta, haba

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  • definido a los porta-liras como los representantes del verdadero hombrecompleto22.

    Volviendo al alegrico texto de La pesca, hemos de recordar algu-nas de las interpretaciones que han sido propuestas. Para R. Lida, es uncontrafacta a lo divino de El velo de la reina Mab; otros lo consideranuna versin profana y potica del pasaje evanglico de la pesca milagrosa(San Lucas, 5, 1-11; San Mateo, 8, 25)23; en clave an ms metafsica, Lapesca debe ser ledo en clave rfico-pitagrica, porque ya desde los cris-tianos de Roma se dio una asimilacin de Orfeo con Cristo, como pesca-dor de almas o pastor24. En mi opinin, Daro pudo recoger el motivo delpescador del famoso cuadro de Puvis de Chavannes El pescador pobre (1881);este decorador oficial de la Francia de su tiempo cre en ese lienzo todoun icono para los simbolistas. Pintores como Gauguin, Seurat y Maillolrealizaron copias de la tela. Gauguin encontr en ella el concepto que habaquerido expresar cuando invent la palabra saintaise, como juego de pala-bras con los sonidos en francs de santificacin y sntesis. Aunque emple-an el mismo smbolo, las escenas que presentan el pintor francs y el poe-ta de Metapa son muy diferentes. El pescador del lienzo aparece en unaactitud de oracin sumisa y recogida, con su barca amarrada a la orilla deun ro tan tranquilo que ms parece un espejo irreal, uno de sus celestesy cristalinos ros de oro25; el pescador de Daro increpa a los dioses conviolencia despus de que la tempestad haya destrozado su lira, su barca ysu red. Por otra parte, el sentido del texto no deja lugar a dudas si leemosversos donde dice astros. La falta de pesca equivale a la falta de ins-piracin y sta viene de la fe en el Salvador:

    Y era l.Oh! exclam, no me queda ms que la muerte?

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    22 J. M. Oviedo. Historia de la Literatura Hispanoamericana. Vol. II. Del romanticis-mo al modernismo. Madrid. Alianza. 1997, pg. 244.

    23 As lo seala L. R. Scarano (1989), op. cit.24 A. Acereda, op. cit., pg. 110.25 En la necrolgica Puvis de Chavannes (1898), Obras completas, Madrid, Afrodisio

    Aguado, 1955, pgs. 921-926. A propsito de este cuadro aade Daro: Nunca olvidar cmovi florecer [...] delante de su poema de melanclica luz y generoso simbolismo, el PauvrePcheur, una concepcin que me hubiese sido despertada por San Francisco de Ass y conti-nuada por la elocuencia doctoral de Lon Bloy, la significacin el mundo de lo absoluto, dela pobreza perfumada por la dileccin de Jesucristo.

  • Poeta de poca fe me dijo, echa las redes al mar.El cielo se aclar, brillaron las luminosas constelaciones; las

    olas se llenaron de astros danzantes y fugaces.Ech las redes en las aguas llenas de astros, y oh prodigio!,

    nunca salieron ms cargadas. Era una fiesta saltante de estrellas; ladivina pedrera viva, se agitaba alrededor de mis brazos gozosos.

    En este caso, la pesca de planetas es una clara alusin a la msicacsmica de los astros en movimiento de la tradicin pitagrica. Este vie-jo motivo potico explica y refuerza el vnculo que, no slo Daro sinootros muchos modernistas, establecen entre msicos y poetas. l mismo,en su artculo, citado en nota, sobre Puvis de Chavannes, relaciona la pin-tura de ste con la msica de Wagner. Es bien conocida por la crtica lagran influencia que tuvo sobre Daro el libro de Edouard Shur, Les GrandsInitis, esquisse de l'histoire secrte des religions (Pars, 1889), en el cualdescubri los principios fundamentales del sistema esotrico de Pitgo-ras y su enunciacin del universo26. La inmersin en el pensamiento reli-gioso del poeta de Metapa nos obliga a una breve digresin. AndersonImbert explica que la presencia de Cristo en la obra de Daro no suponeninguna contradiccin con su aficin por el esoterismo y otras creenciasheterodoxas.

    Despus de 1895 Daro sigui escribiendo pginas mechadas deteosofa, aunque combinndola con la cristiana aceptacin de loslmites de la humana vida. Las menciones de Cristo, cada vez msfrecuentes, no significan necesariamente que Daro se aparte de lostesofos, pues para estos Sr Peledan, por ejemplo Cristo erauno de los grandes iniciados, como Orfeo o Pitgoras. Segn AimieBessant a quien Daro tambin ley en cada poca surge unGran Iniciador que nos inicia en el conocimiento de la Verdad: Her-mes, Trimegistos, Zoroastro, Orfeo, Buda, Moiss, Cristo27.

    La aproximacin de Daro al cristianismo comenz como una bsque-da de consuelo y de apoyo que lo liberaran de su angustia vital; pero, a la

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    26 Carolyn Tamburo. Aspectos olvidados del pitagorismo rubendariano en Mester, Uni-versity of California, 1981, vol. 10, nms. 1-2, pgs. 21-32 (pg. 21).

    27 Enrique Anderson Imbert. La originalidad de Rubn Daro. Buenos Aires. Centro Edi-tor de Amrica Latina. 1967, pg. 206.

  • larga, la religin termin siendo para Daro ms una fuente de conflictointerior que un consuelo28.

    El poeta se siente un ser elegido, superior al resto de los hombres. Haymuchas alusiones que inciden en esta idea dispersas por todo el corpus cuen-tstico de Daro. La potica inspirada por esta creencia se plasma en Vozde lejos (1896); en este relato dialogado se nos cuenta la vida de dos ele-gidos divinos artistas ambos: Santa Judith de Arimatea, danzarina desatnica beldad, y San Flix Romano, que tocaba instrumentos msi-cos y frecuentaba a poetas de renombre; al final un desconocido poetatoma la palabra para decir: Yo digo la palabra que encarna mi pensamientoy mi sentimiento. La doy al mundo como Dios me la da. No busco que elPblico me entienda. Quiero hablar para las orejas de los elegidos. El pue-blo se junta con los aristos. A ellos mi ser, la msica intencional de milengua.

    Este poeta es el nico capaz de recibir la revelacin de la verdad y poreso encuentra su antagonista en el tipo del sabio, del cientfico, del posi-tivismo prepotente. Una verdad no accesible a todos, sino slo a unos pocosprivilegiados. De ah el aristocraticismo de Daro y su rechazo al dem-crata Walt Whitman29, no en trminos polticos sino artsticos. Para Sali-nas, el poeta nicaragense se alinea en la corriente esttica del siglo XIXque reacciona contra el positivismo y contra la chabacanera y avulgara-miento melodramtico (pg. 261). As se explica que

    el aristocratismo de Daro fue tanto o ms que una manera de sernatural, una posicin tctica, que haba que tomar, por exigencia delas circunstancias en que se hallaba la poesa en su juventud, paracontrarrestar la marea de ramplonera30.

    En cuanto a la filosofa, el desprecio que Daro manifiesta hacia losfilsofos es ms fingido que verdadero e ir atenundose con los aos, alir viendo en ellos a seres atormentados y preocupados, como l, por el mis-

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    28 Vid. A. Acereda, op. cit., captulo III: La tragedia religiosa (pgs. 83-116), y PedroBarreda Toms, Elementos religiosos en la poesa de Rubn Daro en Homenaje a RubnDaro, ed. de Anbal Snchez Reulet, Los ngeles, Universidad de California, 1970 (pgs.139-148).

    29 En Palabras liminares, Prosas profanas y otros poemas (1896, 1901).30 P. Salinas, op. cit., pg. 263.

  • terio de la naturaleza humana. Respecto a la ciencia se muestra mucho msescptico, un smbolo recurrente ser el de caro. El poeta no tiene ningu-na duda sobre la condicin de inferioridad de sta frente al arte, el cualgoza del privilegio de la inmortalidad:

    La actividad humana no se ejercita por medio de la ciencia y delos conocimientos actuales, sino en el vencimiento del tiempo y delespacio. Yo he dicho: Es el Arte el que vence el espacio y el tiem-po. He meditado ante el problema de la existencia y he procuradoir hacia la ms alta idealidad31.

    Dado que la figura del poeta, dentro de la caudalosa produccin enverso de Daro, resulta inabarcable en la breve extensin de estas pgi-nas, fijaremos nuestra atencin en dos referentes fundamentales para nues-tro poeta, no slo en el plano artstico sino incluso en el personal. Entrelas docenas de poemas que dedic a multitud de artistas de todas las po-cas y de ambas orillas del Atlntico, no podan faltar unos versos de home-naje a estas dos figuras preferidas suyas. Si bien es cierto que la calidadliteraria de las dos composiciones que comentaremos no es muy sobre-saliente, nos servirn para mostrar el modo de pensar del nicaragense entorno a estos personajes que, al ser utilizados como un espejo, nos ofre-cen tambin un retrato certero del propio Daro. Nos estamos refiriendo,como es natural, a Vctor Hugo y a Paul Verlaine. Los dioses Apolo y Panen el Olimpo particular de Rubn. Para l, dos verdaderos smbolos mito-lgicos32.

    Daro conoci los libros del romntico francs a los quince aos, en ElSalvador, por mediacin de Francisco Gavidia, que le descubri tambin,en su lengua original, a algunos poetas parnasianos. Tres aos ms tarde,en Epstolas y poemas. Primeras notas (1885), vea la luz un largo poemaen estrofas alejandrinas de seis versos, con acento agudo en el tercero y enel sexto, titulado Vctor Hugo y la Tumba.

    El tema de la inmortalidad del artista genial se organiza aqu en tornoa un dilogo entre el espritu del poeta, recin fallecido, y la Tumba queha de recibirlo pero que contemplando al coloso gigante, dijo: Espera! /

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    31 Dilucidaciones, prlogo a El canto errante (1907).32 Arturo Marasso. Rubn Daro y su creacin potica. Buenos Aires. Kapelusz. 1954,

    pg. 387.

  • ignoro si t puedes entrar en mi regin. Para asegurarse, interroga a diver-sos elementos de la creacin los astros, los vientos, el ocano, los vol-canes y la humanidad. En cada respuesta queda clara la grandeza delpoeta: [...] al pronunciar el nombre / de aquel Genio encarnado en el cuer-po de un hombre, / un estremecimiento la altura recorri. Explica a con-tinuacin, valindose de varios smbolos, la transcendencia inigualable dela funcin proftica que desarrolla el artista genial. Dicen los astros:

    [...] Oh Tumba honda y siniestra!se que as camina, con la lira en la diestra,la armona en los labios, la fe en el corazn,se ha vertido el nfora del bien y de la vidacon que cura sus lceras la Humanidad cada:ese profeta es guila, es alondra y es len.

    El joven Daro tiene ya claro cul es el modelo que quiere seguir y nopuede situar sus expectativas en un lugar ms elevado: Hugo es el nuevoMesas que trae luz infinita, / con el nuevo declogo para la Humanidad.La Tumba escucha tales elogios del poeta muerto que, como sospechaba,slo puede hacerse cargo de su cadver; el espritu del Genio tiene unlugar reservado en el coro celestial de los poetas eternos,

    Y en grupo sacrosanto, Job, Eschylo y Homero,Tcito, Juan y Pablo, Juvenal el severo,Alighieri, Cervantes y Rabelais, en la luzincreada envueltos, todos los Genios que pasaron,fijos en Vctor Hugo, de sbito se alzaron;y sobre todos ellos se vea a Jess.

    Francia y toda la Tierra han quedado desconsoladas ante la prdida deeste profeta cuyo sucesor, dice Daro quizs pensando en s mismo, serenviado por Dios. Tenemos as al poeta genio, elegido de Dios, profetadel derecho y arcngel de la ley, un autntico mesas de la armona, admi-rado en el cielo y en la tierra por las potencias animadas e inanimadas yreverenciado incluso por la nada, la muerte, la Tumba.

    Para Daro, segn manifest en Los raros, todos los poetas de su siglodescendan de Hugo. Ya en sus poemas de adolescencia estn en germenlos diversos aspectos de su futuro lirismo, aparece la fisonoma de sus pri-meros maestros, la supremaca de Hugo [...], su primera obsesin literaria

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  • y al que citar, estudiar y elogiar continuamente en el transcurso de suvida33. De las palabras de P. Salinas podemos inferir que Daro toma deHugo su imagen exterior del poeta ideal (ese carcter pblico del poeta,que tiene la vida vuelta al exterior, dice Salinas), tanto de la obra comode la biografa del romntico francs.

    En casi todos los libros de Hugo se pueden espigar estas califi-caciones sublimes y sublimantes del poeta. Poetas sagrados, subli-mes. Poetas tocados por la mano de Dios. Poetas profundos aquienes carga Dios con una vasta frente...34

    Cantos de vida y esperanza (1905) es en mi opinin el libro donde conmayor claridad e insistencia expone Daro su concepcin mesinica del Artey del poeta en particular. Son numerosos y sobradamente conocidos lospoemas que a este tema consagr en este volumen. Algunos, como Torresde Dios! Poetas! y Cyrano en Espaa, ya los hemos citado ms arri-ba. Podramos alargar la lista hasta hacerla interminable con los smbolosy personajes que aparecen en los versos de este poemario y que inciden enla idea de que

    el Arte puro como Cristo exclama:Ego sum lux et veritas et vita!

    (Yo soy aquel que ayer...)

    * * *

    Si el ideal de juventud para Daro fue Vctor Hugo, los tiempos y lavida lo encaminaran hacia otro elegido de las musas, pero de un carctermuy diferente, Paul Verlaine, reido con la gloria. La realidad le empuja-ra hacia ste, el deseo hacia aqul; realidad y deseo, usurpando las pala-bras de otro gran poeta. La admiracin por Hugo y Verlaine no es incom-patible. Ya los parnasianos, en su rechazo del romanticismo sentimentaloide,al estilo de Lamartine por ejemplo, haban mostrado su respeto y admira-

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    33 Arturo Marasso, op. cit., pg. 374.34 Pedro Salinas, op. cit., pg. 275.

  • cin por Hugo, en especial por sus Orientales. Como afirma Arturo Maras-so, aunque no haba nacido Rubn para ser verleniano. Consigue acer-carse al poeta con el anlisis de lo ambiguo y el descoyuntamiento del ale-jandrino, con lo indeciso que encuentra en sus versos ms ntimamente msticosy dolorosos (pg. 387).

    En su anecdtica y apresurada autobiografa (La vida de Rubn Daroescrita por l mismo, 1915), nos ha dejado testimonio superficial de la nocheen que conoci a Verlaine durante su primer viaje a Pars, en 1893:

    Uno de mis grandes deseos era poder hablar con Verlaine. Cier-ta noche en el caf DHarcourt, encontramos al Fauno, rodeado deequvocos aclitos.

    Estaba igual al simulacro en que ha perpetuado su figura el artemaravilloso de Carrire. Se conoca que haba bebido harto. Res-ponda de cuando en cuando, a las preguntas que le hacan sus acom-paantes, golpeando intermitentemente el mrmol de la mesa. Nosacercamos con Sawa, me present: Poeta americano, admirador,etc.. Yo murmur en mal francs toda la devocin que me fue posi-ble, conclu con la palabra gloria... Quin sabe qu habra pasadoesta tarde al desventurado maestro; el caso es que, volvindose am, y sin cesar de golpear la mesa, me dijo en voz baja y pectoral:La gloire!... La gloire!... M... M... encore!. Cre prudente reti-rarme y esperar para verle de nuevo en una ocasin ms propicia.Esto no lo pude lograr nunca, porque las noches que volv a encon-trarle, se hallaba ms o menos en el mismo estado; aquello, en ver-dad, era triste, doloroso, grotesco y trgico. Pobre, Pauvre Lelian!Priez pour le pauvre Gaspard!....

    Es el relato de una conmocin. El Rubn todava inmaduro, el joveningenuo deslumbrado por la gloria, se da de bruces con un escptico dela misma. La compasin que ya casi al final de sus das manifiesta Daropor el poeta al cual considera como un maestro insuperable, indica que nun-ca fue capaz de comprender la esencia del espritu bohemio y siempre car-g con un lastre de aristocraticismo burgus. Tenemos otra prueba escritacasi dos dcadas antes.

    En 1896, con motivo de la muerte del poeta francs, compuso un Res-ponso (Prosas profanas, 1896, 1901). Igual que para cantar a Hugo, recu-rre al alejandrino, agrupado en estrofas de seis versos (AAbCCb), si bienel tercero y el sexto son eneaslabos con rima aguda. La esttica del poe-

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  • ma no ha resistido el paso del tiempo y hoy resulta muy decepcionante por-que se nos presenta como un cmulo vacuo de smbolos y figuras mitol-gicas, como si se tratara de un cuadro a la moda griega de Jean-LonGrome. El tono de esta elega no deja entrever la autntica veneracin delautor por el homenajeado, salvo al principio de la primera estrofa cuandolo llama Padre y maestro mgico, lirforo celeste y Pnida! Pan tmismo! [...].

    Y, sobre todo, en los dos versos finales: una cruz que se eleve cubrien-do el horizonte, / y un resplandor sobre la cruz!, en los cuales este nue-vo dios Pan aparece cristianizado, no tanto en el sentido religioso como enel de mesas inmolado de acuerdo con la interpretacin simblica que, segnvenimos recalcando, Daro otorga a la figura del bardo, el cual alcanza sumxima gloria al culminar su sacrificio personal en el Calvario. Jaime Con-cha advierte claramente esta fusin de smbolos paganos y cristianos: ElResponso a Verlaine instaura una relacin de coexistencia entre el simb-lico laurel y el resplandor de la cruz35. Adems del galardn de los lau-reles, como ya hemos comentado ms arriba, Daro vea tambin una cami-sa frrea de mil puntas cruentas que el poeta deba soportar como Cristopadeci su corona de espinas. La imagen de la gloria y la pasin se fundi-rn en Cantos de vida y esperanza:

    y el laurel y la espina entremezcladossobre la frente triste,

    (En la muerte de Rafael Nez)

    De la obra de Verlaine, qu decir? l ha sido el ms grande de lospoetas de este siglo, escribi Daro en Los raros (1905). Adems de lasmotivaciones artsticas, el inters por Verlaine hay que enmarcarlo en elgusto finisecular por la esttica decadentista y, por ende, en una atraccinhacia personajes malditos de todo tipo. Recordemos el libro en prosa delmaestro francs, Los poetas malditos. En los relatos del nicaragense apa-recen repetidamente, entre otros muchos antihroes, dos nombres paradig-mticos: Longinos y Judas. El primero fue el soldado que hiri con su lan-za el costado de Cristo crucificado y dio origen a la leyenda del judo errante.El cuento Palimpsesto (1893) comienza con la escena de ese crimen y

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    35 Jaime Concha. Rubn Daro. Madrid. Ediciones Jcar. 1975, pg. 104.

  • el personaje reaparece en Cuento de Noche Buena (1893) convertido enfraile. Al apstol traidor lo encontramos en Voz de lejos (1896) reco-mendando contricin al vicioso msico San Flix Romano. En Primave-ra apolnea (1911), el poeta protagonista, nada menos que el dios Apoloemigrado a Argentina, explica su atraccin por este tipo de seres atormen-tados:

    Consagrme caballero de la rebelda, pero sintiendo siempre lasdificultades de todo tiempo. Llegu a comprender las fatalidades dela injusticia, y mi simpata fue a los grandes cados, Satn, Can,Judas.

    En el artculo que dedic en Los raros al maestro del simbolismo, noquiere detenerse en las miserias de la nebulosa leyenda que rodea al poe-ta francs e, igual que hace en el Responso, se centra en la comparacincon el dios Pan, con los faunos y los stiros.

    Su cuerpo era la lira del pecado. Era un eterno prisionero deldeseo. Al andar, hubiera podido buscarse en su huella, lo hendidodel pie. Se extraa uno no ver sobre su frente los dos cuernecillos,puesto que en sus ojos podan verse an pasar las visiones de lasblancas ninfas, y en sus labios, antiguos conocidos de la flauta, solaaparecer el rictus del egipn.

    Indirectamente esta metfora nos sirve para mostrar cmo, y hasta qupunto, Daro se identifica con su mentor. Lo evidencia en el poema LaCartuja, escrito hacia el final de sus das, en uno de sus cada vez ms fre-cuentes momentos de contricin, y publicado junto al Canto a la Argenti-na y otros poemas (1914). Se autodefine ah como fauno, stiro y fieldiscpulo de Baco; confiesa su hedonismo y parece definitivamente deste-rrado el cantor del placer de las Prosas profanas.

    De acuerdo a su ideario simbolista, Daro considera que las personifi-caciones clsicas de la lujuria y la sensualidad han vivido encarnadas enpoetas como Verlaine y l mismo. Ambos compartieron tambin la tiranaletal del alcohol. Va de escape frente a la insoportable realidad y, en par-te, pose personal marcada por la moda. La imagen anormal y extravagan-te que los artistas ofrecen durante el fin de siglo surge no slo del ambien-te en el que se desenvuelven sino tambin de una imposicin de su propia

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  • ideologa. Del rechazo del medio social se deriva la subversin de la mora-lidad y de las costumbres burguesas como forma de marcar distancias yencuadrarse en las filas de la modernidad ms transgresora, ya se llamemodernismo o, poco despus, vanguardia36.

    El catlogo de artistas objeto de escndalo en aquella poca de moraltan estricta como hipcrita sera interminable. No pocos dieron con sus hue-sos en crceles y frenopticos. Desde scar Wilde, ese poeta maldito, [...]ese admirable infeliz37, en la Inglaterra victoriana, hasta un estrafalarioValle-Incln, compaero de inenarrables tenidas culinarias, de ambrosasy sobre todo de nctares38, en aquella Espaa provinciana, deprimida yesperpntica.

    El alcoholismo supuso para Daro un autntico infierno en la tierra y ter-min llevndolo a la tumba. No faltan los testimonios de los terribles deli-rios que padeci39. Recordando la figura de E. A. Poe reconoce y reniega dela negra aureola de hermosura un tanto macabra que la bohemia otorga alvicio, en este caso, como en otros, como en el de Musset, como en el deVerlaine, por ejemplo, el vicio es malignamente ocasional, es el complementode la fatal desventura. El genio original, libre del alcohol, u otro variativosemejante, se desenvolvera siempre, siendo en esa virtud, sus floraciones,libres de oscuridades y trgicas miserias40. Quizs estaba pensando en loshorrores del alcoholismo al escribir uno de sus ltimos poemas:

    Mis ojos espantos han visto,tal ha sido mi triste suerte;cual la de mi Seor Jesucristo,mi alma est triste hasta la muerte41.

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    36 Vid. Juan Carlos Rodrguez y lvaro Salvador. Introduccin al estudio de la litera-tura hispanoamericana. Madrid. Akal, 1994 (2. ed.), pg. 206.

    37 De Purificaciones de la Piedad, artculo necrolgico del 8 de diciembre de 1900incluido en Peregrinaciones (1901).

    38 Del captulo LI de La vida de Rubn Daro escrita por l mismo (1915). El dramatur-go gallego fue uno de los mejores amigos espaoles del nicaragense; a l le dedic, entre otroshonores, un soneto en El canto errante (1907) y una Balada laudatoria publicada en 1912.

    39 Entre otros, el de Arturo Capdevila. Rubn Daro. Madrid. Espasa-Calpe. 1946, pgs.140-144; y los recogidos por A. Correa Ramn, Pasajes de alcohol y bohemia en RubnDaro, a travs de los libros de memorias de Melchor Almagro, Rafael Cansinos-Assns yFelipe Sassone en C. Cuevas Garca (ed.), op. cit., pgs. 283-292.

    40 En El arte en silencio, Los raros (1896).41 De Divagaciones en Las ltimas Noticias, Santiago de Chile, 8-II-1916.

  • Daro es a un tiempo el poeta del ideal y del humano cieno, comoapunta Octavio Paz42. Los msicos, pintores, escultores y poetas, reales eimaginarios, y ese yo, misterioso y constante como una sombra, que pue-blan las pginas que salieron de la pluma del genio de Metapa, represen-tan todo lo que l mismo quiso ser y lo que fue. Apolo y Pan, deseo y rea-lidad, con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo43.

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    42 Octavio Paz, El caracol y la sirena, Cuadrivio, Mxico, Joaqun Mortiz, 1965, pgs.38-39.

    43 De Yo soy aquel que ayer no ms deca, Cantos de vida y esperanza (1905).