El poder curativo de la naturaleza

RBA INTEGRAL

EVA M. SELHUBALAN C. LOGAN

EL PODER CURATIVO DE LANATURALEZA

La naturaleza como fuente de salud, vitalidad y bienestar

Traducción de Glòria Bohigas

NOTA IMPORTANTE: en ocasiones, las opiniones sostenidas en «Los libros de Integral» pueden diferir delas de la medicina oficialmente aceptada. La intención es facilitar información y presentar alternativas,hoy disponibles, que ayuden al lector a valorar y decidir responsablemente sobre su propia salud y, encaso de enfermedad, a establecer un diálogo con su médico o especialista. Este libro no pretende, enningún caso, ser un sustituto de la consulta médica personal. Aunque se considera que los consejos e

informaciones son exactas y ciertas en el momento de su publicación, ni los autores ni el editor puedenaceptar ninguna responsabilidad legal por cualquier error u omisión que se haya podido producir.

Título original inglés: Your brain on nature

© Eva M. Selhub y Alan C. Logan, 2012Todos los derechos reservados. Traducción publicada con licencia del editor original: John Wiley & Sons, Inc.

© de la traducción: Glòria Bohigas Arnau, 2012© de esta edición: RBA Libros S.A., 2012Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona

rbalibros.com

Primera edición: marzo de 2013

REF.: RPRA118ISBN: 978-84-1554-168-4

DEPÓSITO LEGAL: B.4324-2013

Queda rigurosamente prohibida, sin autorización por escrito del editor, cualquier forma de reproducción,distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidaspor la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan

fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).Todos los derechos reservados.

Dedicamos este libro a Woodsy Owl y a todas las personas que han trabajado sindescanso para preservar la naturaleza, manteniendo el equilibrio entre la

necesaria protección del medio y la posibilidad de acceder e interactuar con él, yponiendo de manifiesto su importancia para la salud.

Contenido

Introducción

BENEFICIOS DE LA NATURALEZA PARA EL CEREBRO: DE LA INTUICIÓN DE LA ANTIGÜEDADA LA RESONANCIA MAGNÉTICA

La biofilia: una conexión esencial de la humanidad con la naturalezaLa naturaleza: el abandono de una antigua herramienta terapéuticaLa naturaleza y la fisiología del estrésEl shinrin-yoku: un baño de bosquePlantas, dolor y enfermedadZonas verdes cerca de casa: salvavidas y amortiguadores del estrésNaturaleza y resonancia magnéticaEl pasado y el futuro

FRENTE A LA PANTALLA Y DE ESPALDAS A LA NATURALEZA: ¿SOMOS FELICES?Falsas promesasProgramados para estar informadosProblemas cotidianos y fisiología del estrésLa cultura de la pantalla y el distanciamiento de la naturalezaUna encrucijada: ¿qué perdemos y qué podemos ganar?

NATURALEZA Y COGNICIÓN: ¿QUÉ BENEFICIOS APORTA EL CONTACTO CON EL MEDIONATURAL?

El descubrimiento de la fatiga de atención dirigidaTeoría de recuperación de la atenciónPor qué es importante la restauración cognitivaPlantas de interior y cogniciónEl futuro de la naturaleza y la cognición

HAY ALGO EN EL AIRE: ELEMENTOS ESPECÍFICOS DE LA NATURALEZA PARA EL CEREBROLos aromas de la naturalezaLas plantas como aspiradorFalta de luz natural y exceso de luz artificialIones negativosAguaLos sonidos de la naturaleza

EL EJERCICIO EN LA NATURALEZA VALE EL DOBLE

Los efectos cognitivos del ejercicioEjercicio y salud mental¿De qué forma el ejercicio promueve la salud cerebral?Los beneficios están en la menteLa práctica sistemática incrementa los beneficios cerebrales del ejercicioEl ejercicio al aire libre posee más beneficios que la cinta estática

EL REINO ANIMAL: EL ÚLTIMO BALUARTE DE LA NATURALEZALlevarlos a pasear: los beneficios físicos de cuidar a un animal domésticoLos animales y el tratamiento de las enfermedades mentalesInteracción con animales y rendimiento cognitivoLos animales y la empatíaLos animales cambian nuestra visión del mundoPájaros de mal agüeroEl futuro ya está aquí

INTERVENCIONES PRÁCTICAS: TERAPIAS DE HORTICULTURA Y EN ZONAS VÍRGENESBeneficios históricos de la jardinería para la salud mentalDe la anécdota a la investigación científicaJardinería, actividad física y hormona del estrésLa tierra, las bacterias beneficiosas y el cerebroJardinería y cogniciónLa jardinería cambia el cerebro para toda la vidaTerapia de aventura y en zonas vírgenesUna mayor dosis de medicina forestal¿Cuál es la eficacia de las zonas vírgenes?Jardinería y entorno natural: el individuo, la comunidad, el planeta

LOS NUTRIENTES NATURALES: LA NUTRIECOPSICOLOGÍATodo forma parte de una dieta equilibradaNutrientes naturales esencialesA favor o en contra nuestra: cambiar el cerebro a través de la comidaPautas alimentarias, depresión y cogniciónVolver a la naturaleza: dieta tradicional o mediterráneaSuplementos dietéticos y el cerebroNutriecopsicología

VIS MEDICATRIX NATURAE: EL PODER CURATIVO DE LA NATURALEZA Y LA ECOTERAPIAEcopsicología: ¿por qué hemos tardado tanto?Sesiones de psicoterapia al aire libreRecetas de vitamina G: bosque, no fármacosÁrboles de plástico y pantallas de plasma: ¿comunión con la naturaleza?

El problema del ocio y la identificación con la naturalezaCiudades del futuro: vis medicatrix naturae para todosDistanciarse de la blogosfera para entrar en la atmósfera

APÉNDICERecursos en internetCitasAutoresOrganizaciones de medicina natural y holísticaTerapias

Introducción

La relación de la humanidad con la naturaleza —una experiencia fascinante basadatanto en el temor como en la atracción— se ha desarrollado a lo largo de más de dosmillones de años. En el transcurso de su evolución, nuestros antepasados lograronentender el paisaje natural, y consiguieron optimizar su capacidad para afianzar losfactores que preservaban la vida y minimizar los que suponían una amenaza. Surespeto hacia la naturaleza se apoyaba en un equilibrio entre la evidencia de quepodía morder, picar, envenenar, mutilar y matar, y el reconocimiento y el temorreverencial ante lo que era capaz de ofrecerles para preservar la salud mental ycorporal.

A lo largo de los siglos, y en todas las culturas, los filósofos, poetas,escritores y partidarios de la vida al aire libre han ensalzado el poder rejuvenecedory estimulante de la naturaleza. Pero, ¿qué han dicho los científicos? ¿Hasta qué puntoesta relación milenaria con el medio natural ha quedado impresa en nuestrasneuronas, y en qué medida la inmersión en la naturaleza produce efectos beneficiososo perjudiciales para el individuo?

Ha sido precisamente ahora, en una era dominada por la ciencia y latecnología, cuando los científicos han empezado a prestar atención a las cuestionesrelacionadas con los aspectos médicos de la naturaleza. Lo que empezó en los añossetenta del siglo pasado como un goteo de ensayos científicos, ha desembocado en unformidable corpus de investigación, y es curioso que en los últimos tres años sehayan publicado los hallazgos más asombrosos. Los investigadores científicos estánexaminando el papel que desempeña la naturaleza en la salud mental en un momentoen que los seres humanos nos hallamos más distanciados que nunca del medionatural, y en un contexto medioambiental cada vez más dominado por la máquina.Hace mucho tiempo que los seres humanos hemos demostrado una gran capacidadpara usar la tecnología con el objetivo de conquistar, controlar y adaptarnos alentorno natural. Nuestros primeros antepasados usaban el fuego y fabricabanherramientas para tallar y cazar, confeccionaban su propia ropa y excavaban suscuevas. Desde entonces la tecnología y el dominio del hombre sobre el medio naturalhan avanzado a un ritmo sorprendente. Hace un siglo, los escritores se referían conpreocupación a la intrusión de la tecnología en la cotidianeidad, y recurrían a laimagen de una máquina en el jardín, una máquina que era capaz de cambiarradicalmente nuestro entorno natural. Hoy en día, la máquina no solo se haapoderado del jardín sino que existe el temor legítimo de que vaya a ser la causa desu destrucción.

Esta cuestión debería ser motivo de gran preocupación: los entornos naturales

son sumamente beneficiosos para la salud. Con los avances de la neurociencia, a unritmo vertiginoso, los investigadores han descubierto aspectos funcionales de laintrincada anatomía y fisiología del cerebro humano, lo que permite obtener unaimagen mucho más clara de los factores medioambientales que influyen en la saludmental y cognitiva. Hasta el momento, los resultados indican que hemos subestimadopor completo la manera en que el cerebro humano recibe la influencia del entornofísico y, en particular, del agua, la vegetación y los animales. (Y a eso nos referimoscuando hablamos de la naturaleza: el entorno no edificado y no sintético: vistas,sonidos, aromas, ríos, océanos, plantas, animales y luz en una forma lo más cercanaposible a aquella de la que evolucionaron.)

Sin duda, la tecnología ha contribuido a la evolución y diseminación global denuestra especie, y, como tal, no ha recibido críticas significativas ni ha sido elblanco de ataques públicos. Pero, actualmente, el fácil acceso y la exposiciónprolongada a todo tipo de artilugios nos ha distanciado de la naturaleza, y lo quehemos perdido en el camino podría ser mucho más perjudicial que lo que hemosganado. Es preciso diferenciar los dispositivos de uso personal — televisión,teléfonos inteligentes, tabletas y PC— de una larga lista de tecnología mucho másútil, desde los equipos médicos que salvan vidas hasta los frigoríficos que conservannuestros alimentos. Aunque no somos contrarios a la tecnología (ni luditas), yentendemos que esta ha incrementado de forma inconmensurable la seguridad y lacomodidad de la vida contemporánea, somos muy críticos con el tiempo quepasamos frente a cualquier tipo de pantalla. La falta de contacto con la naturalezaestá promovida, al menos en parte, por la atracción que sentimos hacia elinfoentretenimiento que nos ofrecen las pantallas comerciales: la atracción por lapantalla y los videojuegos, la llamada videofilia, es enorme.

El distanciamiento de la naturaleza, en especial en los primeros años de lavida, parece que elimina una capa de protección contra el estrés psicológico y laoportunidad de regeneración cognitiva. Una investigación realizada en Japón sugiere,asimismo, que la falta de contacto con el medio natural puede tener efectos decisivosen el sistema inmunitario. A grandes rasgos, nuestro alejamiento de la naturaleza seasocia a una menor empatía y atracción hacia el entorno natural, así como a un menorinterés por las iniciativas medioambientales y ecológicas. La sostenibilidad delplaneta no depende solo de reciclar y ser buenos ciudadanos, sino de mantener, enúltima instancia, nuestra íntima relación con la naturaleza. Los estudios científicosdemuestran que para ser verdaderamente ecologistas debemos establecer un contactosignificativo con la naturaleza.

Este libro ofrece a los lectores la oportunidad de entender el impacto de lanaturaleza en las personas y en la sociedad, y propone fórmulas para reincorporar lanaturaleza a nuestras vidas. Presentamos investigaciones que demuestran que laexposición al medio natural se asocia a un descenso de la presión arterial y a unmenor nivel de cortisol — hormona del estrés—, y de otros marcadores objetivos deestrés. Y que el contacto con la naturaleza también es responsable de un aumento dela actividad en la rama del sistema nervioso que permite mantener un estado

corporal de descanso o relajación tras un esfuerzo (el sistema nerviosoparasimpático).

Presentamos varias maneras para ayudar al lector o a la lectora a reconectarcon la naturaleza:

• Practicar shinrin-yoku (una técnica japonesa cuyo nombre significa literalmente«baño de bosque» y que consiste en pasear por el bosque con todos los sentidosalerta). En los últimos años se han publicado numerosos estudios científicossobre el shinrin-yoku, que demuestran que incluso los bosques urbanosprovocan el efecto de un tónico mental.

• Tener plantas en el lugar de trabajo para mejorar la atención.• Usar aceites esenciales derivados de la naturaleza, que ayudan a mantenerse

alerta o a tomar un descanso reparador.• Practicar ejercicio al aire libre, que ha demostrado ser muy beneficioso para el

cuerpo y la mente.• Tener un animal doméstico (en especial un perro o gato). La asociación entre

hacerse cargo de un animal de compañía y la salud física y mental es evidente,ya que puede disminuir los niveles de hormona del estrés y mejorar otrosindicadores fisiológicos relacionados.

• Volver a conectar la mente con la tierra practicando la jardinería y yendo deexcursión a lugares remotos. Las terapias de horticultura y en zonas vírgenes sonintervenciones efectivas para los problemas de salud mental.

• Seguir una dieta mediterránea y con productos integrales le permitirá consumirlos mismos alimentos que los seres humanos han consumido a lo largo de suevolución.

Por último, examinamos tanto las raíces históricas como las actualesoportunidades para el cambio que ofrecen la ecopsicología y la ecopsiquiatría. Losprofesionales de la salud que trabajan bajo la denominación general de «ecoterapia»están formando a otros facultativos, al público y a líderes influyentes sobre laimportancia de la interacción con la naturaleza para la salud personal y universal.Estamos convencidos de que los ecoterapeutas serán una fuerza impulsora delcambio global.

Este libro no es un manual de psicología popular al uso, y en algunas ocasionesel análisis es algo profundo. (Hemos examinado miles de fuentes, tanto históricascomo contemporáneas, y nuestra detallada lista de referencias bibliográficas puedeconsultarse en línea en www.yourbrainonnature.com.) Aunque nuestra intención esque el texto sea lo más sencillo y legible posible, es necesario dotar de ciertaprofundidad a nuestras discusiones, para poder demostrar que apagar las máquinas ysalir al aire libre tendrá repercusiones a largo plazo para los seres humanos y para lasupervivencia del planeta en general. Nuestro exhaustivo análisis con perspectivahistórica permite entender los mecanismos por los que el contacto con la naturalezarepercute en la salud personal, comunitaria y global.

La colaboración entre un médico con una formación convencional y unnaturópata es poco frecuente; es de esperar que nuestra distinta procedencia yformación ofrezcan una perspectiva única e inclusiva. La atención que los médicoshan dedicado a estos aspectos es excepcional, pero la aplicación del poderterapéutico de la naturaleza (vis medicatrix naturae, en latín) debería ser aceptadapor todos los profesionales de la salud, tanto por los convencionales como por losque practican una medicina alternativa. A medida que las ciudades se expanden entodo el mundo, aumenta la importancia de los espacios verdes para la salud de laspersonas. Esperemos que este libro sirva de modelo para un debate y para tomardecisiones en un momento de gran auge de los aparatos electrónicos. Pese alinevitable crecimiento de los centros urbanos, somos optimistas ante el futuro, unfuturo brillante que implicará más vegetación y más espacios verdes.

¡A su salud!Eva M. SelhubAlan C. Logan

El poder curativo de la naturaleza

Beneficios de la naturaleza para el cerebro: de la intuición de laantigüedad a la resonancia magnética

El hombre es un animal que vive al aire libre. Trabaja con ahínco sentado frente a una mesa, y habla delibros de contabilidad, salones y galerías de arte, pero ese tesón es una herencia directa de susantepasados, cuyo parentesco desprecia y de los que ha heredado y desaprovechado su vitalidad. Elhombre es lo que es como consecuencia de siglos y siglos de contacto directo con la naturaleza.

Doctor James H. McBride, Journal of the American Medical Association, 1902

De niños, ambos crecimos en hogares en los que se fomentaba el contacto con lanaturaleza. Los recuerdos que conservamos de nuestra infancia corroboran que eltiempo que pasamos al aire libre estaba repleto de curiosidad, fascinación ydescubrimiento, además de tranquilidad, alegría y felicidad. La fragancia de lospinos y las flores; el murmullo de los riachuelos y los saltos de agua; el embate delas olas al romper sobre la arena; la visión de las luciérnagas y otras interesantescriaturas captaban toda nuestra atención. Con el paso de los años, lasresponsabilidades y ocupaciones de la edad adulta nos quitaron tiempo parapermanecer en contacto con la naturaleza. El reconocimiento y el recuerdo inmediatode sus beneficios quedaron eclipsados por nuestros esfuerzos por medrar en unmundo dominado por la tecnología. Los agentes estresantes, las ansiedadespersonales y las abrumadoras exigencias de la vida contemporánea nos hanpermitido recuperar finalmente los aspectos medicinales de la naturaleza medianteuna investigación sobre la validez científica de estos recuerdos infantiles.

La pauta de nuestra estrecha relación con el medio natural durante la infancia yel posterior distanciamiento en la edad adulta refleja en cierta forma la evolución dela civilización occidental: a medida que la sociedad ha ido evolucionando, noshemos distanciado de la naturaleza, y hemos dado mayor importancia a las tareastecnológicas y a nuestras propias creaciones. Sin embargo, las crecientes evidenciascientíficas ponen de manifiesto que, al alejarnos del medio natural, no solo noshemos distanciado de las preocupaciones medioambientales sino que nosarriesgamos a perder el contacto con una de las herramientas más esenciales para lasalud mental: la naturaleza. Ambos tenemos la suerte de tener recuerdos infantiles enlos que la naturaleza ocupa un lugar preponderante. Estas experiencias nos hanpermitido reconocer y apreciar el valor y la importancia de la protecciónmedioambiental. Sin embargo, ¿qué ocurriría si no tuviéramos estos recuerdos? ¿Quéocurriría si nuestras experiencias infantiles y nuestra relación con el medio natural sebasaran exclusivamente en imágenes pixeladas extraídas de una pantalla?Negándonos la posibilidad de interactuar con la naturaleza, corremos el riesgo de

ignorar una parte vital de nuestra herencia, una realidad que, irónicamente, gracias alos avances en tecnología médica, ahora podemos ver con mayor claridad.

LA BIOFILIA: UNA CONEXIÓN ESENCIAL DE LA HUMANIDAD CON LANATURALEZAA lo largo de la historia, el contacto del hombre con la naturaleza ha dejado unahuella indeleble, una fuerza que nos impulsa a sentir afinidad por todos los seresvivos (tanto plantas como animales). Nuestra conexión con la naturaleza está ennuestro ADN: esta sería la esencia de la hipótesis de la biofilia. La «biofilia» fuedefinida por primera vez en los diccionarios médicos de la primera década del sigloXX como «el instinto de supervivencia» o «el impulso instintivo a permanecer vivo».En 1980, Edward O. Wilson, biólogo de Harvard, señaló que la biofilia era una«afiliación emocional innata de los seres humanos respecto a otros organismosvivos». Wilson no consideraba que la afiliación del hombre con la naturaleza sederivara de la experiencia individual o de una idea romántica, ni tampoco laentendía como un subproducto de la atracción de los norteamericanos por lo natural.Más bien pensaba que era un hilo común a todas las culturas, un fenómeno que hasido confirmado por varios grupos de científicos que han determinado que lapreferencia por ciertos aspectos de la naturaleza es un elemento cultural universal:paisajes con árboles (aunque no demasiado compactos), vistas que ofrecen unabuena panorámica o cierto grado de vigilancia sobre el terreno, la presencia de aguadulce y la diversidad de plantas y animales.

Wilson extendió su definición de «biofilia» al plano emocional, porqueconsideraba que la naturaleza ejercía una influencia única en la mente humana y quepodía afectar a aquellos aspectos de los que se ocupan los profesionalesespecializados en salud mental: la cognición y el comportamiento. El amplio puntode vista de Wilson sigue coincidiendo, en buena parte, con la definición original de«biofilia», porque estas reacciones cognitivas y actitudinales innatas al medionatural garantizan la supervivencia: nos acercan al agua, a la nutrición y a lavivienda adecuada, y nos ayudan a escapar de los depredadores. Se ha demostrado,por ejemplo, que nacemos con una predisposición a sentir miedo de los reptiles y lasarañas, aunque nunca hayamos estado en su presencia. Algunos estudiosexperimentales han demostrado que la respuesta fisiológica al estrés se desencadenaincluso cuando el individuo no es consciente del peligro. Los investigadores utilizaningeniosas técnicas de ocultación para enseñar imágenes de estímulospotencialmente amenazadores (como una araña) de forma muy rápida (solo 30milisegundos) junto con imágenes neutras, de modo que el sujeto examinado nopercibe conscientemente el estímulo amenazante. Se observa una marcada respuestaal estrés ante estos estímulos, y se han realizado estudios que indican que este temor«ancestral» está muy arraigado y es más resistente que amenazas modernas como lasarmas u objetos neutros como las setas o las flores.

Científicos de la Universidad de California, en Santa Bárbara, han identificado

otros elementos que corroboran la hipótesis de la biofilia. Para ello pidieron a unaserie de individuos que detectaran los cambios realizados en fotografías de animalesy en imágenes de vehículos y objetos inanimados. Podríamos suponer que laexposición diaria al tránsito rodado nos ha preparado para discernir mejor imágenesde vehículos que de animales, ya que estos representan una mayor amenaza para lavida contemporánea. Sin embargo, al parecer, la capacidad para observarvisualmente a los animales —una habilidad esencial para el cazador-recolector—sigue vigente en el adulto acostumbrado a vivir frente a la pantalla, una realidad queno sirve de mucho cuando se intenta, a la vez, andar y enviar un mensaje de texto enuna zona metropolitana. Esto es lo que Wilson propuso respecto a la biofilia: elcontacto con la naturaleza ha modelado el cerebro humano, y, como tal, lo haequipado para una visión determinada, una visión que «persiste de generación engeneración, atrofiada y manifestada de forma irregular en los nuevos entornosartificiales en los que la tecnología ha catapultado a la humanidad». Puede habercierta atrofia en nuestro mundo de hoy, pero la respuesta biofílica sigue estandoahí… aunque esté infravalorada.

En 2010, un grupo de psicólogos de la Universidad de Virginia pusieron derelieve lo innatas que son las respuestas del ser humano ante la naturaleza: los reciénnacidos muestran signos de temor cuando se les expone a amenazas naturales paralas que nunca han sido preparados culturalmente. Cabe destacar que la exposiciónsubliminal a las arañas desencadena una actividad en la amígdala cerebral (dosestructuras cerebrales en forma de almendra repetidamente asociadas al miedo).Aunque estos temores pueden amplificarse mediante el aprendizaje social (y quizáviendo películas como Aracnofobia a una edad demasiado temprana), la deteccióncerebral de antiguas amenazas de origen natural parece que está escrita en nuestrocódigo genético. Aunque la afiliación de la humanidad con la naturaleza puedeamplificarse a través del aprendizaje social y el romanticismo, la naturaleza pareceactivar nuestro cerebro tal como activaba el de nuestros antepasados. Por ejemplo,en varios estudios se ha demostrado que los sujetos prefieren contemplar paisajesnaturales antes que vistas urbanas o con edificios, incluso cuando puedenvisualizarlas en tan solo una décima de segundo; de hecho, cuanto más rápida es lapresentación de imágenes de la naturaleza en otros entornos, mayor preferenciamuestran los sujetos por los paisajes naturales en comparación con las imágenes conlugares con edificaciones.

LA NATURALEZA: EL ABANDONO DE UNA ANTIGUA HERRAMIENTATERAPÉUTICAHace mucho tiempo que los médicos de distintas tradiciones, desde la medicinaayurveda del subcontinente índico hasta la medicina tradicional china, abogan por laexposición a la naturaleza como herramienta terapéutica. En estos sistemas sanitariosse considera que los elementos naturales —montañas, árboles, plantas y cursos deagua en entornos naturales— están llenos de energía, una fuerza vital que puede

transferirse a las personas para la promoción de la salud. Cuando los seres humanosiniciaron la transición de la vida rural a las civilizaciones urbanas, se hizo hincapiéen los beneficios medicinales de la naturaleza. Por ejemplo, los registros de losprimeros filósofos y terapeutas romanos, como Cornelio Celso, revelan que pasearpor el jardín, tener habitaciones bien iluminadas, permanecer cerca del agua yrealizar otras actividades en contacto con la naturaleza eran elementos importantesde los planes estandarizados para promover la salud mental y el descanso.

La noción de naturaleza virgen como reconstituyente mental ganó popularidaden la Norteamérica de mediados a finales del siglo XIX. También en este caso losprincipales impulsos fueron la rápida expansión de las ciudades y la idea de que laRevolución industrial, con fábricas mal iluminadas y ventiladas y viviendasatestadas, contribuía a propagar las enfermedades mentales. En la década de 1800,escritores como Henry David Thoreau y el naturalista John Muir manifestaron supreocupación por la vida urbana y otorgaron a la naturaleza un papel esencial para lasalud y el bienestar. Para Thoreau la naturaleza era un tónico calmante y un impulsorde creatividad, un lugar «donde mis nervios recuperan el equilibrio, y mis sentidos ymi mente desempeñan su función». Muir observó que «las personas cansadas,nerviosas y demasiado civilizadas» podían experimentar una especie de «despertar»al entrar en contacto con la naturaleza. En la ponencia pronunciada en el congresoanual de la Asociación Americana de Medicina en 1898, el doctor Frederic S.Thomas vinculó el alto índice de trastornos mentales con el estrés de la civilizaciónmoderna. La estimulación excesiva, el ruido, el humo y el mal olor actuaban, segúnél, sobre una predisposición heredada. Frederick Law Olmsted, arquitecto paisajistay figura clave en el desarrollo de los parques nacionales estadounidenses, estabaconvencido de que los parques tenían un impacto beneficioso en la salud mental. Ensu informe federal sobre el estatus del Parque Nacional Yosemite, de 1865, afirma:«Si analizamos el efecto que producen en la mente los paisajes bellos, yconsideramos la íntima relación de la mente con el sistema nervioso y con toda laeconomía física, así como el proceso de acción-reacción que tiene lugarconstantemente entre las condiciones mentales y corporales, se entiendeperfectamente la regeneración que supone contemplar estos paisajes». Este informeseñala que la inmersión en la naturaleza promueve la salud, el vigor y la inteligencia,y que «no solo es un placer en el presente sino que incrementa la capacidad para lafelicidad futura y los medios para garantizarla». Aunque no se proponía como unremedio para las enfermedades mentales, el contacto con la naturaleza se describíacomo un medio para reducir «la excitabilidad mental y nerviosa, el mal humor, lamelancolía o la irascibilidad», principales factores que debilitan el funcionamientomental óptimo.

A medida que las ciudades norteamericanas se fueron expandiendo, losmédicos empezaron a aconsejar el contacto con la naturaleza como un medio parareducir el estrés y mejorar el estado mental. Esta práctica no se basaba en evidenciascientíficas, sino que rescataba las recomendaciones intuitivas de los médicos delpasado. Sin embargo, las investigaciones de la época vinculaban la ansiedad y la

depresión al estrés de la vida urbana moderna, por lo que parecía plausible que lamejor receta fuera alejarse de estas presiones. Empezó a surgir una prósperaindustria de balnearios y centros de salud, siempre ubicados en entornos naturales.El mismo nombre de estos sanatorios, que se anunciaban en un gran número derevistas médicas de finales del siglo XIX, sugería un retorno a la naturaleza. Lospropietarios de estos establecimientos, y los médicos que trabajaban en ellos,ofrecían servicios para tratar leves trastornos mentales y curar la afección causadapor agotamiento y estrés que tan de moda se puso en la época: la neurastenia.Prácticamente todos los anuncios alardeaban de bellos paisajes, bosques de pinos ypaseos idílicos, refiriéndose incluso al «carácter ondulado y heterogéneo» delterreno. Estos establecimientos reclutaban al público entre los urbanitasacomodados, que se dejaban seducir por la exuberante vegetación del entorno. Losque no tenían tanto dinero, encontraban su remanso de paz en los recién creadosparques metropolitanos, como el Central Park de Nueva York, diseñado porOlmsted, quien defendía que estos paisajes urbanos debían promover la relajaciónmental del usuario.

A principios de la primera década del siglo XX, la mayor parte de la profesiónmédica acogió con interés —y algunos sectores, incluso con entusiasmo— la idea deque el retiro en la naturaleza producía efectos beneficiosos para la salud. Todoparecía indicar que podía tener un efecto medicinal y actuar como un tónico para lasmentes obligadas a enfrentarse a un mundo cada vez más complejo. Además derecetar estancias en entornos naturales, los médicos advirtieron que el estilo de vidasedentario y de puertas para adentro entraba en contradicción con el género humano.Tanto los diseñadores de parques urbanos como los médicos teorizaban que lanaturaleza estaba en nuestros genes, que había ayudado a modelarnos y que sidecidíamos darle la espalda nos expondríamos a un serio peligro. La Revoluciónindustrial estaba cambiando el mundo a un ritmo vertiginoso, y los terapeutas comoJames McBride (cuya cita abría este capítulo) intentaban llamar la atención sobre lacreciente desconexión con la naturaleza.

Una serie de cambios culturales, económicos y científicos puso fin al auge delos sanatorios. Aunque existía cierto grado de aceptación entre la profesión médica,y pocos hubieran contradicho la idea de que el hombre «es un animal que vive al airelibre» —como James McBride había informado a sus colegas—, el mensaje estabaperdiendo peso. La base científica para la existencia de estos centros de reposo eramuy limitada. Cuando el péndulo cultural osciló para dar mayor importancia a lavalidación científica, los supuestos beneficios de estas instituciones — ejercicio,dietas con alimentos integrales, sol, aire libre, hidroterapia, inmersión en lanaturaleza— para curar afecciones nerviosas quedaron ocultos bajo una maraña deespecialidades pseudocientíficas y remedios para la calvicie. En pocas palabras, losmédicos y científicos empezaron a distanciarse de la vaga idea de que el contactocon la naturaleza era en una fuerza vital en sí misma. A medida que el automóvil y laexpansión urbana fueron cobrando importancia, los anuncios a media página de todotipo de sanatorios dieron paso a noticias que proclamaban las bondades del

meprobamato (o de Miltown, su primera versión sintetizada y comercializada) y deotras sustancias químicas para tratar la ansiedad y combatir el estrés de la vidamoderna. Algunos de estos sanatorios, hoy abandonados, permanecen ocultos bajouna maraña de árboles y arbustos como recuerdos evocadores del pasado, de untiempo en que la receta que más se extendía eran unos días de reposo en estrechocontacto con la naturaleza.

LA NATURALEZA Y LA FISIOLOGÍA DEL ESTRÉSLa idea de que los paisajes naturales pueden influir en el bienestar psicológico y enla fisiología del estrés no pudo verificarse hasta que Roger S. Ulrich decidióprestarle atención en 1979. Unos años antes, cuando cursaba el doctorado engeografía, había detectado que los residentes de Ann Arbor (Michigan) solían evitarla autopista para tomar una ruta más lenta y larga hacia el principal centro comercialde la ciudad simplemente porque la consideraban más pintoresca. Sacrificabantiempo y dinero en gasolina para tomar un camino más largo, y Ulrich se propusoaveriguar el porqué de esta decisión sin lógica aparente. Deseaba investigar más afondo la cuestión y examinar las variables psicológicas que pudieran explicar hastaqué punto la estética de los paisajes naturales podía afectar al comportamientohumano.

Ulrich se propuso analizar la influencia de los paisajes en la mente de un grupode estudiantes estresados. Después de realizar un examen de una hora en un aula sinventanas, 46 estudiantes se ofrecieron voluntarios para contestar unos testpsicológicos y luego visionar unas cincuenta diapositivas. Tras responder elcuestionario, los estudiantes se dividieron en dos grupos: el primero visionódiapositivas de entornos naturales sin edificios, y el segundo, edificios urbanos(comerciales e industriales) sin grafitis ni basura en las inmediaciones. En ningunade las diapositivas había imágenes de personas o animales. El test psicológicodemostró que, aunque todos los estudiantes estaban algo estresados y cansadosdespués de realizar un examen de una hora, su estado mental y actitud general, trasmirar uno u otro tipo de paisaje, divergía de forma asombrosa. Los paisajesnaturales ejercieron un efecto altamente positivo, ya que los integrantes de este grupopresentaron sentimientos de afecto, alegría, amistad y euforia. No ocurrió lo mismocon los estudiantes que contemplaron paisajes urbanos. Estos lograron avivar deforma significativa una emoción en los estudiantes estresados: la tristeza. Lospaisajes naturales tendieron a disminuir los sentimientos de ira y agresividad,mientras que los paisajes urbanos los incrementaron. Dada la capacidad del estréspara empeorar la salud, y la capacidad de la actitud mental positiva para mitigarlo ypromover la salud, los resultados de este estudio tuvieron una gran repercusión. Aunasí, debían validarse científicamente; en concreto, los marcadores de la respuestacorporal al estrés ayudarían a reafirmar la importancia de la naturaleza.

Ulrich, esperanzado, pasó de los cuestionarios subjetivos iniciales a examinarmás detalladamente la forma en que los paisajes naturales influían en la fisiología

del estrés e incluso en la actividad cerebral. Realizó un experimento parecido conadultos sanos no estresados, aunque en este caso utilizando un electroencefalograma(EEG) para medir la actividad cerebral. Como era de esperar, el equipo deinvestigación descubrió que contemplar paisajes naturales se asociaba a una mayoramplitud de ondas alfa, lo que a su vez se vinculaba a una producción más elevadade serotonina. La serotonina es una sustancia química que opera en el sistemanervioso. Prácticamente todos los fármacos antidepresivos actúan reforzando ladisponibilidad de serotonina para la comunicación celular nerviosa, de ahí quereciba el sobrenombre de «hormona de la felicidad». Cuando disminuye nuestronivel de excitación y nos invade la calma, como en el caso de la meditación, seobserva una mayor actividad de ondas alfa. Por otro lado, la ansiedad se asocia auna menor amplitud de ondas alfa y a una mayor actividad de ondas beta.

Ulrich prosiguió su estudio con otra investigación a fin de confirmar lacapacidad de los paisajes naturales para influir en la fisiología del estrés a través demediciones del corazón, la piel y los músculos, como el tiempo de tránsito del pulsoy electrocardiograma (ECG), conductancia de la piel (transpiración como respuestaal estrés) y tensión muscular mediante electromiografía (EMG). Unos 120estudiantes de grado vieron un vídeo estresante (titulado It Didn’t Have to Happen),relacionado con las trágicas consecuencias de cometer errores en el lugar de trabajo.Inmediatamente después de este documental de 10 minutos de duración, vieron otrovídeo de 10 minutos con imágenes urbanas (tiendas y comercios, con o sin tráfico yaglomeraciones de gente) o bien con paisajes naturales (árboles, vegetación, con osin agua). Las mediciones objetivas demostraron que los estudiantes que visionaronpaisajes naturales se recuperaron de forma más rápida y completa del estrés causadopor el vídeo anterior. La naturaleza actuó como una especie de Valium visual, alfomentar pensamientos positivos y mitigar la ira y la agresividad que suelenproducirse tras un episodio de estrés. Para muchos de los participantes, los paisajesnaturales no solo compensaron los efectos del vídeo estresante, sino que mejoraronlos indicadores de actitud mental positiva en comparación con la puntuaciónobtenida antes del test.

Otro trabajo de Ulrich y su equipo demostró que los paisajes naturalesreducían los marcadores fisiológicos del estrés en 872 donantes de sangre. En esteestudio, realizado durante un período de tres meses, se examinaron los marcadorescorporales de los donantes que esperaban entrar en la consulta sentados en una sala.La única variable que se manipuló fue la programación de la televisión que colgabade la pared: unos días la televisión estaba apagada, otros mostraba escenas urbanas,y el resto, escenas de paisajes naturales. La presión sanguínea y el ritmo cardíacollegaron al nivel más bajo con la televisión apagada. En otras palabras, lasuposición de que más televisión y más programas —noticias, telenovelas, debates— ayudan a los pacientes a sobrellevar pacientemente la espera, no es más que unafarsa. Sin embargo, si por alguna razón la televisión tiene que estar encendida, valela pena mirar programas que traten sobre el medio natural, los cuales se asociaron auna mayor disminución del estrés que la programación habitual.

El pionero trabajo de Ulrich mediante test objetivos ha sido avalado porrecientes investigaciones de equipos internacionales:

• Adultos de edad avanzada, residentes en un centro geriátrico de Texas,presentaron un menor nivel de cortisol tras realizar las mismas actividadesmentales (mirar libros de fotos y realizar observaciones sobre el entorno) en unjardín al aire libre que en un aula interior.

• Según una investigación de la Universidad Estatal de Kansas, la presencia deplantas en una sala —especialmente plantas con flores— puede acelerar larecuperación del estrés después de ver un vídeo sentimental, y lograr que lasondas beta recobren su actividad normal.

• Un grupo de Taiwán ha llegado a la conclusión de que las imágenes que muestranaspectos de la naturaleza —riachuelos, valles, terrazas, huertos, bosques,granjas y cursos de agua— ejercen un efecto terapéutico, según los marcadoresobjetivos hallados en EEG, EMG y conductancia de la piel. Por ejemplo, lasimágenes de granjas rurales generan una mayor actividad de ondas alfa,especialmente en el hemisferio derecho del cerebro, vinculado a la creatividad.Las imágenes de bosques y agua promueven la actividad de ondas alfa ydisminuyen el ritmo cardíaco. Por el contrario, las vistas urbanas se asocian aun incremento de la tensión muscular.

• Investigadores japoneses han evaluado los marcadores de estrés fisiológico en119 adultos que se dedicaron a trasplantar plantas sin flor de una maceta a otra.En comparación con los adultos que simplemente llenaron las macetas de tierra,los individuos que trabajaron con plantas presentaron una mayor producción deondas alfa inmediatamente después de realizar esta tarea; también presentaronuna menor tensión muscular, según los valores del EMG, así como unareducción objetiva de fatiga.

• Investigadores japoneses también han confirmado mediante ECG la asociaciónentre menor ritmo cardíaco y visualización de imágenes que muestren aspectosde la naturaleza durante un período de 20 minutos. Un estudio de pacientes conenfermedades mentales, realizado en 2004, demostró que la presencia de plantasverdes (ficus) disminuía la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, además deamplificar la actividad de ondas alfa.

Estos estudios constituyen un gran paso adelante en la evaluación científica delos beneficios de la naturaleza para la actividad cerebral. Sin embargo, no son nimucho menos suficientes para convencernos de que la naturaleza ejerce sobrenosotros una influencia que ni siquiera llegamos a comprender. Por un lado, pareceasombroso que el simple hecho de contemplar imágenes que muestren aspectos de lanaturaleza pueda tener un efecto tan profundo en la fisiología del estrés y en el estadode ánimo, pero siguen sin conocerse exactamente cuáles son los efectos desumergirnos de verdad en la naturaleza, atravesándola con nuestros pasos yrespirando a través de ella. Pero esa idea adquiere nitidez cuando añadimos a este

panorama las numerosas investigaciones realizadas por los miembros de la SociedadJaponesa de Medicina Forestal.

EL SHINRIN-YOKU: UN BAÑO DE BOSQUE

No es solo por su belleza que el bosque deja huella en nuestros corazones, sino por algo más sutil: esacalidad del aire, esas emanaciones de los árboles, que renuevan y transforman admirablemente al espíritucansado.

Robert Louis Stevenson

Entre las múltiples razones que se esgrimen para preservar lo que queda de la masaforestal, destacan los aspectos mentales. La idea de que los bosques ocupan un lugarespecial en el ámbito de la salud pública, incluyendo la capacidad para animar a losque se sienten alicaídos, no es nueva. En las primeras revistas médicas de EstadosUnidos, profesionales como Franklin B. Hough escribieron que los bosques «poseenuna influencia alegre y tranquilizadora sobre la mente, especialmente en aquellaspersonas que están sometidas a un trabajo mental agotador». En distintos artículos seafirma que los bosques son el paisaje perfecto para cultivar lo que se llamanexperiencias trascendentales, es decir, momentos inolvidables de felicidad extrema yde sintonización con el exterior, que son percibidos como muy importantes por elindividuo.

En 1982 la Agencia Forestal del Gobierno japonés estrenó su plan de shinrin-yoku. En japonés shinrin significa «bosque», y yoku, aunque tiene variossignificados, se refiere en este caso a «baño, ducha o exposición». Másampliamente, se define como «captar la atmósfera del bosque con todos lossentidos». El programa se estableció para fomentar el contacto con la naturaleza,zambullir literalmente el cuerpo y la mente en los espacios verdes, y sacar provechode los bosques de titularidad pública como medio para promover la salud. Un 64%del territorio japonés está ocupado por masa forestal, por lo que hay muchasoportunidades de huir de las grandes metrópolis que salpican su paisaje.

Sin duda, hace siglos que los japoneses aprecian el valor terapéutico de lanaturaleza, especialmente de sus antiguos bosques, aunque el término shinrin-yoku escontemporáneo. Se originó, en realidad, como concepto de marketing, y fue acuñadopor Tomohide Akiyama en 1982 cuando ocupó el cargo de director de la AgenciaForestal de Japón. El plan inicial de shinrin-yoku, diseñado hace treinta años, sebasaba en la simple idea de que estar en contacto con la naturaleza, especialmente enlos exuberantes bosques japoneses, era beneficioso para el cuerpo y la mente. Estocambió en 1990, cuando un equipo de la radiotelevisión pública japonesa (NHK)rodó un reportaje sobre el doctor Yoshifumi Mi yazaki, de la Universidad de Chiba,mientras este realizaba un pequeño estudio en el hermoso bosque de Yakushima. Eraun estudio de shinrin-yoku y la NHK no quería perdérselo. Se escogió Yakushimaporque era la región donde se encontraban los mejores bosques de Japón, con cedros

de más de mil años. Miyazaki llegó a la conclusión de que cierto nivel de actividadfísica (40 minutos andando) en el bosque de cedros, equivalente al ejerciciorealizado en el interior del laboratorio, se asociaba a una mejora del estado deánimo y a una mayor sensación de vigor. No era una idea nueva, pero en este casolas explicaciones subjetivas estaban respaldadas por indicadores objetivos: unadisminución de los niveles de la hormona del estrés (cortisol) en los individuos queanduvieron por el bosque en comparación con los que lo hicieron en el laboratorio.Era el primer indicio de que un paseo por el bosque podía ser muy distinto que unpaseo en otro entorno.

Desde entonces, los investigadores universitarios y gubernamentales hanrealizado estudios conjuntos para evaluar los marcadores fisiológicos de losindividuos que pasean por el bosque. El equipo de investigación del Centro de SaludMedioambiental y Servicios Externos de la Universidad de Chiba ha recopiladodatos psicológicos y fisiológicos de unos 500 adultos que practican shinrin-yoku, yun grupo de Kioto ha publicado una investigación en la que han participado otros500 adultos. Estos estudios han confirmado que pasar un tiempo en un entornoforestal puede reducir el estrés psicológico, los síntomas depresivos y la hostilidad,a la vez que mejora el sueño e incrementa tanto el vigor como la sensación devitalidad. Estos cambios subjetivos se corresponden con los resultados objetivosobservados en casi una docena de estudios de 24 bosques: una disminución decortisol, presión arterial y pulsaciones. Además, estos estudios han hallado unamayor variabilidad del ritmo cardíaco (VRC), lo cual es un buen indicador, ya quesignifica que el sistema circulatorio responde bien al estrés y puede detectar undominio de la rama «tranquilizante» del sistema nervioso: el sistema nerviosoparasimpático.

La cantidad justa de árbolesLa investigación ha demostrado que las emociones ligadas al placer y a la felicidad aumentan cuando hay unamayor densidad de árboles en un entorno determinado, incluso en la ciudad. Cuanto más grandes y densos sean losárboles, mayor será la belleza panorámica del lugar… hasta cierto punto. Si los árboles están demasiado juntos —siun sendero es demasiado estrecho u oscuro—, su visión resulta angustiante y puede acrecentar la sensación demiedo.

Por otro lado, forrar las paredes con madera es una idea algo excesiva.Investigadores japoneses han demostrado que la cantidad justa de madera en la paredy el suelo de un interior está entre el 30 y el 40% de su superficie. Este porcentajeposee el mayor índice de relajación y se vincula a un descenso de los marcadoresfisiológicos del estrés (presión arterial y pulso). Si se panela de madera toda unahabitación, como muchos sótanos estadounidenses de los años setenta, losmarcadores de estrés pueden elevarse.

Para reafirmar sus resultados, en muchos de estos estudios, se han llevado acabo mediciones objetivas en entornos urbanos como medio de comparación. En este

caso, los investigadores controlaron la actividad física, la hora del día, latemperatura, la media de horas de luz solar, entre otros factores. En otras palabras,no estaban inclinando la balanza a su favor registrando indicadores objetivos enmedios urbanos lluviosos y fríos y comparándolos con el sol y la calidez de losbosques. Concretamente, en uno de estos estudios, los investigadores llegaronincluso a incorporar un instrumento capaz de medir la actividad cerebral en losentornos urbanos y forestales en los que se realizaba la investigación. Laespectrometría resuelta en el tiempo permite conocer el uso de oxígeno en el cerebroa través del reflejo de una luz infrarroja en los glóbulos rojos. Los investigadoresjaponeses hallaron que 20 minutos de shinrin-yoku (en comparación con 20 minutosde paseo en un entorno urbano) alteraba el flujo sanguíneo cerebral de una formaparecida al estado de relajación. Más concretamente, la hemoglobina total (que seencuentra en los glóbulos rojos) era menor en la zona de la corteza prefrontalmientras el individuo estaba en el bosque. Los niveles de hemoglobina seincrementan en esta zona cuando se anticipa una amenaza (estrés) y tras un períodode intenso trabajo físico y mental: realizar ecuaciones complejas o exámenes en elordenador, jugar a videojuegos, hacer ejercicio hasta cansarse. Por lo tanto,esencialmente, una disminución de estos niveles significa que el cerebro está enestado de reposo mientras se encuentra en el bosque. Aunque se sabe que losfármacos sedantes o ansiolíticos también reducen la actividad en esta regióncerebral, pueden tener una influencia perjudicial en la cognición. (En el próximocapítulo analizaremos cómo la influencia curativa de la naturaleza puede incrementarlas capacidades cognitivas.)

Las hormonas del estrés pueden poner en peligro las defensas inmunológicas;en concreto, las actividades de la primera línea de defensa, como la función antiviralde las células NK (natural killer), quedan suprimidas por las hormonas del estrés.Dado que los baños de bosque pueden reducir la producción de cortisol y mejorar elestado de ánimo, no es sorprendente que también afecten a los marcadores delsistema inmunitario. Quig Li y sus colegas de la Facultad Nipona de Medicina handemostrado que los baños de bosque (tanto una excursión de un día como un par dehoras diarias durante un período de tres días) ejercen una influencia duradera en losmarcadores inmunes en comparación con las excursiones en suelo urbano. Enconcreto, se halló un incremento significativo del número de células NK, un aumentode la actividad funcional de estas células antivirales y una mayor cantidad deproteínas anticancerígenas intracelulares. Estos cambios mantuvieron un nivelsignificativo incluso una semana después de la excursión. La mejora delfuncionamiento del sistema inmune se asoció a una disminución del nivel de hormonadel estrés presente en la orina cuando se está en contacto con la naturaleza. Encambio, no se observó ninguno de estos cambios en los itinerarios turísticosrealizados en la ciudad. Como se ha mencionado anteriormente, la reducción delestrés tiene mucho que ver con la mejora del sistema inmunitario. Sin embargo, lassustancias naturales que segregan los árboles de hoja perenne, que reciben ladenominación común de fitoncidas, también se han asociado a una mejora de la

actividad de las defensas. El doctor Li ha medido la cantidad de fitoncidas en el airedurante sus estudios, correlacionándola con la mejora del funcionamiento del sistemainmunitario. Es un hallazgo interesante en el contexto de las investigacionesrealizadas hace más de un siglo sobre la prescripción de aire puro y paseos por elbosque para el tratamiento de la tuberculosis. Desde mediados hasta finales de ladécada de 1800, los médicos Peter Detweiler y Hermann Brehmer fundaron una seriede sanatorios en los pinares de Alemania, tal como hizo Edward Trudeau en losbosques de Adirondack, en el estado de Nueva York. Todos ellos documentaron losbeneficios del aire puro y, pese a las expectativas iniciales, los resultados parecíanmejorar cuando aumentaba la humedad. Entre los médicos de la época se dijo quelos pinos segregaban un bálsamo curativo, y actualmente, en un giro inesperado delos estudios de shinrin-yoku, se ha descubierto un remedio desconocido hasta elmomento.

El shinrin-yoku goza actualmente de buena salud y el término ha quedadofijado para siempre en el léxico japonés. En la actualidad existen 44 zonas que hanrecibido la calificación de «áreas de terapia forestal». Estos espacios, además deser investigados por su eficacia para combatir los síntomas del estrés, soncatalogados según otros criterios —como accesibilidad, alojamiento (si están lejos),referencias culturales, áreas de interés histórico, alimentación variada y comodidad— por un equipo de expertos pertenecientes al comité ejecutivo del Centro deTerapia Forestal de Japón. El profesor Miyazaki de la Universidad de Chiba, quedesempeñó un importante papel para que el shinrin-yoku pasara de ser un conceptode marketing a convertirse en una creíble intervención médica preventiva, sigueinvestigando y actualmente está estudiando los efectos fisiológicos del contacto conlos principales parques urbanos de Tokio.

PLANTAS, DOLOR Y ENFERMEDADEn el marco de sus amplias investigaciones sobre fisiología, Ulrich publicó unestudio de referencia en la prestigiosa revista Science en 1984. A partir de los datosrecopilados en un hospital suburbano de Pensilvania, entre 1972 y 1981, Ulrichrealizó un estudio muy específico con adultos a los que se les había extirpado lavesícula biliar (colecistectomía), y cuyo único rasgo diferencial era la habitaciónque ocuparon durante el postoperatorio. Las habitaciones de un ala del hospitaltenían ventanas con vistas a un pequeño bosque, mientras que las del otro extremoestaban orientadas a una pared de ladrillos. Los resultados fueron asombrosos: losque tenían vista al exterior necesitaron menos días de hospitalización y tuvieronmenos problemas posquirúrgicos. También necesitaron analgésicos menos potentes(aspirina, en vez de narcóticos). Finalmente, además, las enfermeras hicieron menosobservaciones negativas en su historial. ¿No es una de las mayores aspiraciones decualquier paciente salir del hospital sin la frase «paciente difícil» escrita en suhistorial médico?

Ulrich, que actualmente está jubilado como profesor de la Universidad A&M

de Texas y vive en Suecia, ha revelado recientemente que su propia experiencia lellevó a investigar el efecto de las vistas de las habitaciones de hospital. Al estarobligado a guardar cama durante la infancia debido a una enfermedad renal, Ulrichrecuerda que el hecho de poder ver árboles y vegetación fue un factor importantepara su estado emocional. Sus observaciones científicas han sido ratificadasposteriormente en varias ocasiones. Por ejemplo, un reciente estudio sobreenfermedades cardiopulmonares (publicado en Clinical Rehabilitation, en 2011) hademostrado que los pacientes que tenían una vista panorámica de la naturalezapresentaban un mejor estado de salud.

Desde las primeras observaciones de Ulrich, se han realizado otros estudiosque confirman que la mera presencia de flores y plantas en una habitación de hospitalpuede marcar la diferencia. En concreto, en una serie de pacientes que se estabanrecuperando de una apendectomía y que fueron asignados al azar a una habitacióncon una docena de macetas con plantas, el uso de analgésicos fue significativamentemenor que en los que ocupaban habitaciones sin plantas; además, presentaron unamenor presión arterial y ritmo cardíaco, y tuvieron una menor percepción del dolor.Por otro lado, los que tenían plantas en la habitación presentaron un mayor nivel deenergía, pensamientos más positivos y menor nivel de ansiedad.

Puesto que la simple visión de la naturaleza o de unas pocas plantas puedeinfluir en nuestros valores subjetivos y objetivos de estrés, y quizás ayudarnos a salirantes del hospital, parece plausible que la naturaleza pueda mantenernos alejados dela enfermería. El primer indicio de que esto pudiera ser cierto se halla en un informedel arquitecto Ernest Moore de 1981. Al repasar el registro anual de enfermedadesde la prisión estatal del Sur de Michigan, Moore observó que existía una flagrantediferencia en la demanda de los servicios de salud en función de la situación de lacelda. Concretamente, los reclusos que ocupaban celdas orientadas a un paisaje debosques y campos verdes habían visitado con menos frecuencia la enfermería que losque residían en las celdas del ala interior, con vistas a un patio de hormigón. Peroexisten también otros datos que confirman este hallazgo:

• Un estudio realizado en Noruega demuestra que tener una planta en la oficina, otenerla al alcance de la vista desde el puesto de trabajo, disminuyesignificativamente el riesgo de baja por enfermedad. En 2010 un estudio de laUniversidad de Tecnología de Sídney (Australia) llegaba a la conclusión de quelos niveles de ira, ansiedad, pensamientos depresivos y fatiga se redujeron a lolargo de un período de tres meses en un sorprendente 40%, mientras que el nivelde estrés decreció en un 50%. Por otro lado, los participantes que no contaroncon la intermediación de una planta para mitigar la tensión emocional, indicaronque sus niveles de estrés se habían incrementado en más de un 20% en eltranscurso del estudio.

• Poner plantas en la unidad de radiología de un hospital redujo la baja temporalpor enfermedad en un 60%.

• Un estudio publicado en 2008 en el Journal of the Japanese Society for

Horticultural Science demostró que ajardinar las aulas de secundaria conplantas durante un período de cuatro meses redujo las visitas a la enfermería delos alumnos que ocuparon estas aulas.

ZONAS VERDES CERCA DE CASA: SALVAVIDAS Y AMORTIGUADORESDEL ESTRÉSLas proyecciones a largo plazo indican que, en menos de veinte años, el 75% de lapoblación mundial vivirá en un entorno urbano. La capacidad potencial de un únicofactor para poner freno a los problemas cotidianos y a la cascada hormonal delestrés tendrá una enorme trascendencia para nosotros y para las futuras generaciones.Mientras que interesantes e innovadores estudios confirman que contemplar paisajesnaturales reduce los síntomas fisiológicos del estrés, se están realizandoinvestigaciones que demuestran que la facilidad de acceso a una zona verde tambiénactúa como una especie de amortiguador. En concreto, se ha confirmado que laspersonas que en un radio de 3 km disponen de un espacio verde de dimensionesconsiderables (según la base de datos de la National Land Cover Classification),tienen menos tendencia a experimentar el impacto negativo del estrés sobre la salud.Entre los que habían sufrido episodios estresantes de carácter vital (pérdidas deseres queridos, problemas económicos, rupturas personales, problemas legales,etc.), el hecho de tener un denso espacio verde a un radio de 1 km de su hogar seasoció a menos problemas de salud, en comparación con los que vivían cerca de unazona verde de menor tamaño.

Un estudio realizado en 2003 en el que participaron 337 niños demostró que laproximidad a la naturaleza disminuía el impacto psicológico de los episodiosestresantes. En este caso, los niños y niñas, de una edad media de 9 años, procedíande cinco pequeños municipios del estado de Nueva York. Nadie es inmune al estrésy al infortunio, pero cuando los problemas empiezan a acumularse a una edadtemprana, sientan un precedente para la ansiedad y los pensamientos depresivos enetapas posteriores de la vida. Como hemos señalado más arriba, la actividad de laamígdala cerebral, órgano que desencadena los circuitos del miedo en el cerebro, seaplaca gracias al contacto con la naturaleza y se activa contemplando paisajesurbanos. En los niños que han crecido con una acumulación de factores estresantes—grandes pérdidas, violencia, abusos, intimidación, asistencia social—, laamígdala tiene un tamaño significativamente mayor, lo que se asocia a una tendencia,a largo plazo, hacia la negatividad y el riesgo cerebral. Esto no significa que lanaturaleza pueda anular por sí sola todo el daño que ya está hecho; sin embargo, si laproximidad a una zona verde puede reducir aunque solo sea una mínima parte de lacarga que ha de soportar la amígdala, ofreciendo cierto respiro a la cascada delestrés —y las investigaciones así lo han confirmado—, entonces médicos einvestigadores deberían dar prioridad al estudio de la naturaleza como agenteterapéutico.

Dado que el espacio verde es un amortiguador del estrés, y hay tantos aspectos

de la salud e incluso de la longevidad influidos negativamente por este trastorno, sededuce que la vegetación promueve la salud, la vitalidad y la longevidad. Un estudioen el que participaron más de 11 000 adultos de Dinamarca indicó que quienesvivían a más de 1 km de una zona verde (bosques, parques, playas y lagos) tenían un42% más de posibilidades de experimentar estrés y obtenían las peores valoracionesen los indicadores de salud general, vitalidad, salud mental y dolor corporal. Losque solo disponían de un 10% de espacio verde a 1 km de su casa, tenían mayorriesgo de padecer depresión (25%) y mayor riesgo de presentar trastornos deansiedad (30%) que los que se situaban en el percentil superior. Son hallazgos hastacierto punto sorprendentes. Por otro lado, cuando investigadores de los Países Bajosexaminaron los historiales médicos de 195 médicos de cabecera, hallaron que elíndice anual de prevalencia de 15 de las 24 enfermedades más comunes era inferioren los pacientes que tenían una gran zona verde a un radio de 1 km de su hogar.

En efecto, los cuatro estudios siguientes demuestran que la vegetación seasocia a una menor mortalidad:

• Investigadores de la Facultad Nipona de Medicina (Japón) compararon elporcentaje de zona forestal en todas las prefecturas con los índices demortalidad por cáncer suministrados por el Ministerio de Sanidad. Inclusodespués de ajustar los indicadores por hábito tabáquico y estatussocioeconómico, la mayor cobertura forestal ofrecía un efecto protectorsignificativo contra varios tipos de cáncer: pulmón, mama, útero, próstata, riñóny colon.

• En un estudio de la Universidad de Florida Oeste, se examinaron los datosrecopilados durante un período de cinco años relativos a la mortalidad poraccidente cerebrovascular y hallaron que las zonas verdes (medidas mediantetecnología de satélite) ofrecían una protección significativa, mientras que laszonas con menor vegetación se asociaban a un riesgo muy elevado demortalidad por esta causa.

• En un gran estudio realizado en residentes de Shanghái, los barrios con unamayor proporción de parques, jardines y otras zonas verdes se asociaron a unmenor riesgo de mortalidad.

• Investigadores de la Universidad de Glasgow (Escocia) compararon una base dedatos de usos del suelo con los registros de mortalidad. Como en el caso delestudio de Shanghái, hallaron una asociación similar entre el hecho de vivir enzonas con mayor vegetación y un menor índice de mortalidad.

Como en el gran estudio realizado en Japón, los investigadores escocesescontrolaron las diferencias socioeconómicas, ya que un mayor acceso a los espaciosverdes entre las personas acomodadas puede ser un marcador subsidiario de otrasventajas sanitarias (mayor acceso a centros asistenciales, mejor nutrición, menornivel de estrés acumulado, menos cortisol, etc.). Por extraño que parezca, el espacioverde demostró ser un gran ecualizador, ya que, a un nivel significativo, fue capaz de

salvar las enormes distancias en recursos sanitarios de que disfrutan las clases altasy los que intentan sobrevivir en el extremo inferior del espectro económico. Sehallaron muy pocas diferencias en los índices de mortalidad de las personas conmenos ingresos y mayor nivel de vegetación residencial y las personas acomodadas.Sin embargo, cuando la pobreza se asocia a un entorno más urbano que natural, ladistancia con respecto a las familias ricas se amplifica. Los investigadores llegarona la conclusión de que los espacios verdes eran una variable independiente capaz desalvar miles de vidas al año en comunidades de bajos ingresos.

Las zonas verdes podrían ser un mero marcador subsidiario de otros factoresde promoción de la salud, ya que brindan la posibilidad de realizar actividadesfísicas y de establecer relaciones sociales. Un estudio demostró que las personas quevivían en barrios con mayor número de zonas verdes tenían el triple de posibilidadesque las demás de realizar alguna actividad física. Aun así, cuando los investigadoreseliminaron la actividad física y el apoyo social de la ecuación, la asociación entreáreas de vegetación y salud mental positiva se mantuvo. Simplemente, estar encontacto con la naturaleza durante breves períodos, o incluso tan solo tenerla antenuestros ojos, puede reducir la cascada de la hormona del estrés y mejorar nuestrosistema inmunitario.

NATURALEZA Y RESONANCIA MAGNÉTICAAunque todas las investigaciones citadas resultan prometedoras, sería másconcluyente poder verificar que, debajo de nuestro cráneo, las neuronas se activande forma distinta cuando el cerebro se ve afectado por la naturaleza. Un primer pasoen esa dirección es saber que, en general, las diapositivas de campos y bosquespromueven una sensación de tranquilidad en adultos sanos, y que se suele asignar unmayor nivel de percepción de peligro con las fotografías de entornos urbanos. Sinembargo, podría aducirse que los sujetos que afirman estar de mejor humor alcontemplar paisajes naturales o pasear por el bosque lo que hacen, simplemente, esmarcar las casillas «correctas» para satisfacer las expectativas del encuestador.¿Realmente el cerebro actúa de forma distinta cuando está inmerso —por lo menosinmerso con la vista, si no con el resto de los sentidos— en un entorno natural? Elobjetivo final de estos ensayos es introducirse en el cerebro, es decir, visualizar suactividad cuando está en contacto con la naturaleza.

En 1899 el médico Juan Breña afirmó que los beneficios calmantes, yvigorizantes, de los bosques para la salud mental «se deben a un mecanismo que nopuede ser explicado por ningún dogma de la ciencia médica… [y] seguirá siendoincomprensible hasta que no tengamos la clarividencia necesaria para descifrar losfenómenos más ocultos de la vida física». En la época de Breña, los sanatorios enplena naturaleza estaban destinados a desaparecer si no encontraban la necesariavalidación científica. Al cabo de poco más de un siglo, una serie de investigadorescalifornianos aportarían una gran dosis de clarividencia gracias a la resonanciamagnética funcional (RMf), una sofisticada técnica de diagnóstico por la imagen. Sus

investigaciones demostraron que las vistas más bonitas (paisajes naturalesestéticamente agradables, perspectivas de la costa) activan un área específica delcerebro, la parte anterior de la circunvolución del parahipocampo, en la que hay unagran abundancia de receptores opiáceos. Estos receptores están conectados con lascélulas cerebrales del sistema de recompensa de la dopamina, y, como tal, tienen elpotencial de desencadenar sensaciones de bienestar y activar la motivaciónrequerida para una modificación positiva de la conducta.

Fue un hallazgo increíble, que puso de manifiesto que la naturaleza es comouna gotita de morfina para el cerebro. Aunque se les conoce principalmente por sucapacidad para inhibir el dolor, los receptores opiáceos son responsables de muchasotras funciones. Cuando se activan, la respuesta es extraordinaria: las personassuelen sentirse menos estresadas, tienen tendencia a establecer vínculos emocionalesy dejan de regodearse en recuerdos negativos, centrándose más bien en lo positivo.Se ha observado que las personas con depresión poseen una menor actividadcerebral en la circunvolución.

En otros estudios, realizados por estos mismos investigadores y por otrosequipos, se ha confirmado que, en comparación con los paisajes naturales (bosques,cursos de agua, montañas, vegetación), las imágenes de interiores (oficina, cocina,pasillo) generan una mayor actividad en una región específica del cerebroinvolucrada en el procesamiento de imágenes de entornos. En 2011 se descubrió queesta región, el parahipocampo, también se activa cuando se muestran multitudes decualquier tipo: cines, centros comerciales al aire libre, supermercados vistos desdefuera, ascensores, túneles, embotellamientos de tráfico, estaciones de tren, metrosurbanos, autobuses, puentes y torres. En definitiva, la región cerebral encargada deprocesar la información que proporcionan las imágenes de entornos responde conexcesiva estimulación y activación ante imágenes de entornos no naturales. El mayoresfuerzo que se precisa para hacer funcionar el cerebro en el mundo urbano actualpuede traducirse en fatiga mental. Este mayor esfuerzo cerebral requerido paraprocesar el espacio en entornos interiores, y en exteriores creados por el hombre, esmás pronunciado en personas con tendencia a la ansiedad.

Expediente de la doctora SelhubJenna, una chica de 29 años, se sentía agobiada y angustiada por el trabajo; no hacía ninguna pausa, en un esfuerzopor centrarse en el flujo de datos y cifras que se deslizaban por su pantalla, e intentando cuadrar los números de lamultinacional para la que trabajaba. Lo peor era que cometía errores, errores garrafales que preocupaban a susjefes y que la obligaron a pasar por un período de prueba. El estrés no la dejaba dormir y le causaba cefaleas, y sedio cuenta de que las cifras de la pantalla empezaban a transformarse en una masa amorfa y confusa. Era incapazde concentrarse. Tras varias visitas, me contó que se pasaba como mínimo de 12 a 14 horas al día delante de lapantalla, sin contar el uso de su teléfono inteligente y ordenador personal. El único momento en que estaba al airelibre era durante el trayecto que recorría en coche de su casa a la oficina, y viceversa. Era evidente que, entreotras cosas, hacía tiempo que no estaba en contacto con la naturaleza.

Le aconsejé que paseara por lo menos 10 minutos al día y tomara conciencia de lo que estaba haciendo, queapreciara la naturaleza y colocara una imagen de su paisaje favorito al lado de su ordenador. Le recomendé queapartara la vista del ordenador cada cuarto de hora y dedicara unos minutos a contemplar la fotografía.

A medida que fueron pasando los días, Jenna vio como mejoraba su concentración, desaparecía el dolor de cabezay disminuía su nivel de estrés. Además, se dio cuenta de que esta no era la profesión que más le convenía.

Investigadores coreanos han realizado resonancias magnéticas del cerebro conla intención de averiguar de qué modo las imágenes urbanas y de paisajes naturalesactivan determinadas regiones cerebrales. En dos investigaciones independientes,evaluaron las pautas de activación mental mediante RMf mientras los participantesen el estudio contemplaban paisajes naturales (bosques, montañas) o urbanos. En elprimer estudio, la visión de entornos urbanos generó una mayor actividad en laamígdala y en el polo temporal anterior. Se sabe que la amígdala es la región másprimitiva del cerebro; ha formado parte del ser humano durante toda su evoluciónjunto con la naturaleza, y, tal como se ha descrito antes, es la que mostró mayoractividad en niños a los que se les enseñaron imágenes de arañas. Se activa enrespuesta a situaciones de peligro, como catástrofes medioambientales, así como aestímulos adversos y circunstancias que requieren un juicio temerario. La actividadexcesiva de la amígdala se ha asociado a la impulsividad y la ansiedad. Además, elestrés crónico y la presencia de hormona del estrés (cortisol) pueden favorecer suactividad. Cuando presenta un estado hiperactivo, tendemos a priorizarselectivamente el recuerdo de acontecimientos y experiencias de cariz negativo, loque se traduce en un círculo vicioso: el mundo parece más amenazante y depresivo, ynuestros recuerdos dominantes así lo corroboran. En otras palabras, cuando laamígdala se activa de forma habitual, se aceleran los circuitos cerebrales del miedoy se cortocircuitan las áreas capaces de mitigar su actividad. Lo bueno es que, con eltiempo, podemos recuperar el control tomando conciencia de nuestros procesosmentales y situándonos en entornos que ponen a cero el marcador de la amígdala.Con un cambio consciente a favor de una actitud mental más positiva, que déprioridad a las emociones positivas y no a las negativas (más alegría, satisfacción,vitalidad, interés y amor; menos ira, resentimiento, culpabilidad, miedo, vergüenza ymelancolía), podemos tomar las riendas de la amígdala. Y aquí es donde lanaturaleza desempeña un papel de primer orden.

En ese primer estudio, los investigadores coreanos observaron que lasimágenes de entornos urbanos también afectaban al polo temporal anterior, que seasocia a respuestas emocionales negativas como la ira y la depresión. De formanotable, las imágenes de la naturaleza generaron una mayor actividad en dos centroscerebrales: el cingulado anterior y la ínsula. El incremento de actividad en ambasregiones se asocia a estabilidad emocional y a una actitud mental positiva, mientrasque una actividad inferior a la normal se ha vinculado al déficit de atención. Laactividad de la ínsula se asocia al amor. Las imágenes urbanas no modificaron laactividad del cingulado anterior ni de la ínsula.

El segundo estudio con RMf arrojó resultados muy parecidos. El diseño era elmismo: los participantes contemplaban un paisaje rural o urbano durante dosminutos, seguidos de una pausa de treinta segundos. Para minimizar la influencia de

la distracción en los sujetos (es decir, para evitar que estuvieran pensando en lo queiban a cenar o en el importe de la factura de televisión por cable), las fotografías sepresentaban de forma bastante rápida: cada segundo y medio se les enseñaba unanueva foto. No se trataba de un ejercicio de evaluación contemplativa de una obra dearte, sino de adentrarse en las regiones más primitivas del cerebro para ver cómoreaccionaban. También en este caso, los investigadores observaron una notableactividad de la amígdala cuando los participantes contemplaban imágenes urbanas.Por el contrario, las imágenes de la naturaleza promovieron una mayor actividad delos ganglios basales, una zona que se activa en respuesta a la contemplación de unrostro feliz o ante un buen recuerdo. Curiosamente, las imágenes de la naturalezatambién activaron las zonas cerebrales que rigen la adicción y la recompensa, lo queindica que, si nos lo proponemos, aún hay esperanza de que la naturaleza puedatriunfar sobre la pantalla.

Actualmente existen proyectos de investigación en varias universidades paraestudiar el funcionamiento del cerebro mediante imágenes, algunos de los cualestambién incorporarán test psicológicos para determinar de qué forma lacontemplación de la naturaleza y de entornos urbanos interactúa con la actitud mentaly el respeto por el medio ambiente.

La última investigación realizada con RMf ha demostrado que las imágenes depaisajes rurales activan las regiones cerebrales asociadas a las emociones positivasy la felicidad, mientras que las imágenes urbanas generan una mayor actividad entres zonas clave relacionadas con la ansiedad y la estimulación. De hecho, lospaisajes urbanos causaron un aumento de la actividad de una zona que es sabido quereacciona en estados de ira. Estos primeros indicadores de la influencia de lanaturaleza sobre el cerebro, en una sofisticada máquina de diagnóstico por laimagen, concuerdan con las incipientes neuroimágenes que han conseguidopsicólogos y neurocientíficos que han trabajado en colaboración en el ámbito de lapsicología positiva. Estos investigadores están intentando identificar el llamado«cerebro feliz», es decir, aquellas regiones cerebrales que se activan cuando somosfelices en nuestra vida cotidiana.

La amígdala urbanaDécadas de investigaciones han demostrado que vivir en una gran ciudad tiene importantes consecuencias para lasalud mental: el riesgo de padecer ansiedad y/o depresión es un 40% más alto en una ciudad que en el campo.Utilizando sofisticados aparatos de diagnóstico por la imagen, investigadores coreanos han demostrado que losadultos sanos que contemplan imágenes de entornos urbanos presentan una mayor actividad de la amígdala, unincremento que no se dio cuando los mismos participantes visionaron paisajes de la naturaleza. En 2011 un estudioalemán utilizó RMf para investigar los efectos de estresar deliberadamente a los sujetos que participaron en elexperimento. Demostraron que los urbanitas, o las personas que hacía mucho tiempo que vivían en una ciudad,eran más propensos a incrementar la actividad de la amígdala cuando percibían que estaban siendo estresados porotros seres humanos. En situaciones similares, un entorno que se percibe sistemáticamente como una amenazapuede sumarse a otros factores de riesgo de enfermedad mental.

EL PASADO Y EL FUTURODeteniéndonos un momento para revisar lo que hemos tratado hasta el momento eneste capítulo, queda claro que nuestros antepasados estaban en lo cierto y que elboom de los sanatorios, con todas sus grandilocuentes promesas, no era una ideaerrónea. Si las investigaciones y estudios citados en este capítulo se consideran deforma aislada, puede que a los críticos les resulte fácil desestimar algunas de susconclusiones, pero vistos en su conjunto empieza a emerger en toda su magnitud lainfluencia de la naturaleza. (Sobre todo cuando los estudios de grandes poblacionesque indican un efecto amortiguador del estrés se suman a otras investigaciones queutilizan evaluaciones subjetivas y objetivas del estado de ánimo y el estrés, ycuando, estos, a su vez, se añaden a datos hospitalarios y estudios funcionales delcerebro realizados con técnicas de diagnóstico por la imagen.) Y cuando a todo ellose le yuxtaponen los numerosos estudios de shinrin-yoku realizados en Japón, conmás de mil participantes, es imposible negar que la naturaleza tiene consecuenciaspara la salud y la psicología humanas.

El cerebro está absolutamente influido por la naturaleza, y ya no cabe calificara los filósofos y poetas de meros soñadores románticos. Los resultados de lasinvestigaciones científicas que se han presentado en este capítulo deberían servirnosde aviso. La mortalidad de los individuos, de los pueblos e incluso del propioplaneta depende del reconocimiento y la aceptación de que la naturaleza es parte denosotros. La percepción del estrés, el estado mental, la inmunidad, la felicidad y laresilencia están influidos químicamente por el sistema nervioso y su respuesta alentorno natural.

Frente a la pantalla y de espaldas a la naturaleza: ¿somos felices?

La naturaleza es la materia prima a partir de la cual el hombre ha moldeado el artefacto que conocemoscomo civilización […] El hombre moderno y superficial, que hace tiempo que ha olvidado su conexión conla tierra, asume que ya ha descubierto lo más importante.

Profesor Aldo Leopold, 1948

Sin duda, la tecnología ha servido para que el animal humano llegue hasta el últimorincón del planeta. Las herramientas nos han sido enormemente útiles, y del mismomodo que hemos evolucionado con la naturaleza aprendiendo a procurarnos sustentoy refugio en el entorno natural, también lo hemos hecho junto a nuestras herramientasy tecnologías. La convicción de que somos capaces de tener una vida mejor gracias anuestros aparatos y dispositivos está muy arraigada. Los aparatos contemporáneos— teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores portátiles y otros dispositivosprovistos de pantalla— nos proporcionan una información potencialmente valiosa;por lo tanto, en muchos sentidos, son una extensión de las herramientas con las quehemos convivido a lo largo de nuestra evolución, y nos resulta fácil creer que eltiempo que pasamos ante la pantalla es un tiempo bien empleado.

Nos han vendido todos estos aparatos con la promesa de que nos facilitarían lavida, de que nos sentiríamos más felices durante los momentos de ocio, másempáticos gracias a una mejor conectividad, y más inteligentes debido al accesoinstantáneo a una multitud de datos. Sin embargo, en nuestro flamante mundotecnológico, tenemos mayor predisposición que nunca al estrés, la depresión y ladistracción, y menos tendencia a aprovechar los beneficios de los entornos naturales.No estamos en contra de la tecnología y no vamos a recomendarle que deje a un ladotodos sus aparatos y no vuelva a pisar una tienda de informática en su vida… novamos a animarle a ponerse en contra de las máquinas. Al fin y al cabo, apreciamoshumildemente el valor de nuestros propios artilugios y estamos convencidos de quelos teléfonos inteligentes pueden ayudarnos a poner orden a nuestra vida enmomentos de caos.

La conectividad que ofrece internet aporta incontables beneficios, puedeproporcionarnos comodidad y convertirse en un mecanismo de cambio positivo paradistintos grupos de apoyo y organizaciones comunitarias. Ambos usamos latecnología que tenemos a nuestro alcance y somos conscientes de su contribución a lamejora de la asistencia sanitaria y la calidad de vida. Tanto en el ámbito profesionalcomo en el ámbito personal confiamos en nuestros ordenadores, usamos aparatosinalámbricos y reproductores mp3 y entramos de vez en cuando en Facebook… y porlo menos uno de los dos ha enviado alguna vez un tuit. Sin embargo, somos

escépticos ante la idea prevaleciente en la cultura occidental de que la tecnología yuna mayor inmersión en la información promuevan automáticamente el bienestar y lafelicidad. Por desgracia, la mayoría de nosotros parece que participemos en unacarrera contrarreloj para estar al día y disfrutar del último juguete electrónico. Aunasí, cada vez está más claro que depender de los aparatos tecnológicos paraconseguir un futuro más brillante —un futuro que nunca llega— se está cobrando susprimeras víctimas.

FALSAS PROMESASHa transcurrido casi medio siglo desde que prácticamente cualquier tienda deinformática prometía que los ordenadores iban a crear una gran clase socialexclusivamente dedicada al ocio. Todos los expertos de la llamada «revolucióncibernética» estaban exultantes: los ordenadores —aseguraban los futuristas—serían la panacea para todos los males individuales, sociales y globales. La semanalaboral a jornada completa iba a reducirse a veinte horas, y viviríamos en unaespecie de utopía. Un reportaje de Time Magazine de 1965 explicaba que «con eltiempo, gracias al ordenador, el hombre recuperará el concepto helenista de ocio, enque los griegos tenían tiempo para cultivar la mente y mejorar su entorno, mientraslos esclavos hacían todo el trabajo. En este helenismo moderno, los esclavos seránlos ordenadores». En una edición de Saturday Review de 1967 se aseguraba que«los esclavos cibernéticos diseñados gracias a la creatividad de un hombresuperior» florecerán en la edad de oro del ocio.

Pero no ha sucedido tal como se había previsto. De hecho, ha ocurrido másbien lo contrario, ya que podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que nos hemosconvertido en esclavos de nuestras pantallas. Utilizamos la pantalla para consumirunas doce horas de información al día a través de la televisión, internet, mensajes detexto, música y videojuegos. Investigadores que desde 1980 analizan el consumo deinformación han detectado un aumento masivo de la misma y no solo en el lugar detrabajo: el consumo de información sin relación con el trabajo se ha incrementado un350%. En 1999 el uso de ordenador considerado «problemático» —la clase de usoasociado a la ansiedad y la depresión— alcanzaba una media de 27 horas a lasemana. En 2012 hemos sobrepasado de largo esta cifra y podemos acumular 27horas en tan solo unos días. Nos sumergimos en la información de forma muysuperficial y estamos dejando de lado otras actividades para centrarnosexclusivamente en nuestras pantallas.

Y aunque no dependamos totalmente de las máquinas, somos prácticamenteincapaces de aprovechar nuestro tiempo de ocio para nuestro beneficio. Y, pordesgracia, seguimos soñando que gracias al microchip acabaremos trabajando soloveinte horas a la semana. Nadie predijo que los ordenadores y los aparatosinalámbricos difuminarían las fronteras entre el espacio doméstico y el ámbitolaboral. Encender el ordenador para ver si se han recibido e-mails relacionados conel trabajo después de cenar, durante el fin de semana y en vacaciones es algo

habitual e incluso esperado: el 75% de los trabajadores de 18 a 44 años compruebansu correo electrónico cuando están de vacaciones. Y el impulso es magnético: casi el40% afirma que revisa el correo de forma frecuente o compulsiva cuando no estátrabajando. Mientras, los analistas de marketing nos tientan con el señuelo de que elúltimo artilugio va a ser el definitivo, el aparato que resolverá todos nuestrosproblemas. No importa que cada año toneladas de aparatos electrónicos pasen aconsiderarse obsoletos y dejen de usarse, aunque quizás esto debería hacernospensar que, en realidad, el aparato del año pasado no era el definitivo.

La cultura de la pantalla no ha proporcionado un mundo mejor para losindividuos ni tampoco, hasta el momento, para la sociedad. A los que piensen locontrario les costará explicar la moderna epidemia del estrés, el elevado índice deenfermedades mentales, trastornos de aprendizaje y comportamiento durante lainfancia, los problemas relacionados con el sueño, la disminución del coeficiente deinteligencia y la infelicidad generalizada en zonas con tanta presencia deaplicaciones informáticas. El principio «más pantallas en más sitios» no promuevela salud. El marketing sigue vendiendo la idea de que el camino hacia la felicidadestá repleto de redes sociales y pantallas, pantallas grandes para colgar en la pared ypantallas pequeñas para llevar en el bolsillo. Sin embargo, a la vista de la realidadsocial, en que cada vez hay menos empatía y miles de camiones transportantoneladas de Prozac a la metrópolis más cercana, está claro que no es así. Existe unagran distancia entre el optimismo de la ciberutopía de los años sesenta y la situaciónactual. Un análisis más detallado de la salud mental y cognitiva de losnorteamericanos revela la falsedad de las promesas de la revolución tecnológica.

Estrés, depresión y ansiedadLa felicidad sigue siendo difícil de alcanzar. Buena prueba de ello son los más de2000 libros con la palabra «felicidad» en el título que pueden adquirirse en lasección de salud de amazon.com (un 75% de todos los libros que llevan la palabra«felicidad» en el título se han publicado después del año 2000). La felicidad podríadefinirse como el hecho de sentirse generalmente satisfecho con la vida y tener másemociones positivas que negativas (más alegría, satisfacción, vitalidad, interés yamor; menos ira, resentimiento, culpabilidad, miedo, vergüenza y tristeza). TantoCanadá como Estados Unidos están experimentando una tendencia a la baja en estacategoría de satisfacción vital.

Expediente de la doctora SelhubJanet, de 43 años, soltera y con el deseo de encontrar el amor y la felicidad, era consciente de que tenía unaadicción. Con antecedentes de ansiedad y estrés postraumático debido a un trauma infantil, se había limitado acentrarse en su trabajo y a realizar compras por internet. Su adicción a las compras por internet se inició de formainocente. Una noche en que no podía conciliar el sueño entró en la superautopista de la información para que sumente dejara de dar vueltas. Luego se dio cuenta de que cada vez que encontraba una ganga y pulsaba en el botónde «comprar», experimentaba una especie de euforia. El problema es que después ya no pudo parar. En vez desalir y conocer gente, prefería quedarse en casa con su centro comercial en pantalla. Lo que la indujo a buscar

ayuda no fue la soledad sino los problemas de dinero.

Se trataba de un caso complicado para el que no cabía una solución simple, pero era importante buscar la manerade que Jane se alejara del ordenador y encontrara otras formas de tranquilizarse. Cuando le pregunté cuál era sulugar favorito en la naturaleza, me contestó: «La playa. Me encanta el agua».Así que le di dos consejos: 1) durante10 minutos al día tenía que realizar visualizaciones guiadas en entornos cerca del agua, en el mar o la playa,especialmente por la noche, que era cuando más le costaba estar tranquila; 2) ir efectivamente a la playa o el mar.

Al cabo de un mes, Janet empezó a sentirse más fuerte, lo que le sirvió de motivación para seguir por ese camino.Pero también se dio cuenta de que para recuperarse completamente necesitaba ayuda, y se unió a un grupo desoporte donde supuso que haría amigos que, en parte, la ayudarían a aliviar su soledad.

En una Encuesta mundial Gallup realizada en 151 países, los estadounidensesse describieron a sí mismos como personas tristes (68 países presentaron un menornivel de tristeza) y enfadadas (74 países presentaron un menor nivel de irapercibida). Si combinamos estos dos factores con la epidemia del estrés, con elmayor índice de enfermedades relacionadas con la salud mental y con el gran númerode personas que se sitúan justo por debajo del límite de la depresión, es evidenteque la sociedad norteamericana no rebosa felicidad. De hecho, las investigacionesindican que menos del 20% de la población podría afirmar que se siente feliz.

En efecto, en vez de considerarse felices, la percepción de estrés entre losadultos sanos es más elevada que nunca, lo que debiera ser motivo de granpreocupación, ya que el estrés es un inductor de mala salud física y mental. Losnorteamericanos afirman tener un elevado nivel de estrés y depresión: el 44% indicaque tiene más estrés ahora que hace cinco años. Año tras año, la Asociación deSalud Mental de Canadá informa de un mayor estrés entre la población canadiense.Y los norteamericanos son un pueblo especialmente estresado, ya que ocupan elquinto puesto entre 151 países.

La posibilidad de padecer un trastorno mental es mucho más alta hoy que hacetan solo unas décadas. La evaluación de algunos test de personalidad que se utilizanen Estados Unidos desde 1938 indica que, en 2007, se había quintuplicado el númerode estudiantes que presentaban una puntuación al límite de la psicopatología. Uno decada dos norteamericanos puede llegar a reunir en algún momento los indicadorespotenciales para padecer un trastorno de salud mental; la depresión es especialmentegalopante. Pensemos que un adulto joven que viva actualmente en Norteamérica tieneuna posibilidad entre cuatro de sufrir depresión, en comparación con lo que sucedíahace dos generaciones, cuando había una posibilidad entre diez.

Los trastornos mentales diagnosticables, especialmente la ansiedad y ladepresión, tienen lugar, en general, en una línea continua. En un extremo está eladulto feliz y satisfecho, que mayoritariamente tiene pensamientos y emocionespositivas. No es un individuo inmune a los pensamientos negativos y estresantes —nadie lo es—, pero la balanza se inclina preferentemente hacia las emocionespositivas. Al otro extremo está la persona que sufre ansiedad y depresión, poseepensamientos negativos y es especialmente sensible a las causas del estrés. En

realidad, cada vez hay más personas que se sitúan al límite del diagnóstico dedepresión o ansiedad. Aproximadamente el 30% de los usuarios de centros deasistencia primaria forman parte de este grupo, independientemente del motivoprincipal que les lleva a visitar al médico. Hallarse en este punto de la líneacontinua no es conveniente, ya que conlleva una peor calidad de vida y afecta a laactitud mental.

En el mismo momento en que escribimos estas páginas, enormes camiones de18 ruedas transportan fármacos psicotrópicos por las autopistas interestatalesestadounidenses y las autovías provinciales canadienses con el objetivo de ayudar alos norteamericanos a enfrentarse a las consecuencias de la vida moderna: 12toneladas anuales de los cuatro principales ansiolíticos, 38 toneladas del fármacomás popular para el TDAH, 7 toneladas de somníferos y 150 toneladas deantidepresivos. En 2009 los médicos norteamericanos extendieron 400 millones derecetas de psicótropos, cuatro veces más que hace dos décadas, y suficientes paraprescribir una fórmula magistral a todo hombre, mujer y niño de Estados Unidos yCanadá. El uso de estos fármacos y los diagnósticos de enfermedad mental hallegado a su máximo histórico.

Disminución cognitivaA lo largo del siglo XX se produjo un incremento continuado —de tres a cinco puntoscada década— en el coeficiente de inteligencia (CI) de los países desarrollados.Este efecto, llamado efecto Flynn (por James Flynn, el primer investigador que lodetectó), fue atribuido a varios factores, como la mejora de la alimentación, laeducación, la sanidad y ciertos factores sociales. Los factores que no han tenido nadaque ver son, entre otros, los llamados juegos de entrenamiento mental, losvideojuegos, las aplicaciones para teléfono inteligente y otras dudosas maquinitasdigitales. Se dispararon todas las alarmas cuando los investigadores detectaron unestancamiento del CI y, aún peor, la inversión del efecto Flynn. Amplios estudios dedistintos países informaron del descenso del CI a partir de los años noventa (enconsonancia con el inicio de la obsesión por lo digital), de modo que entre 1998 y2004 se había borrado de un plumazo una década de aumentos continuados. Inclusoel propio doctor Flynn informó de esta regresión: su estudio de 2009 indica que losadolescentes británicos habían experimentado un descenso del CI desde su puntoálgido en los años ochenta. El acto de enviar mensajes de texto y comprobar e-mailssupone un descenso de diez puntos. Aunque sean temporales, las interrupciones deeste tipo también minan la creatividad y nos llevan a un callejón sin salida. Porejemplo, una única pausa para enviar o recibir un e-mail cuesta al trabajador unainterrupción media de 24 minutos en la tarea que está realizando. Y en el transcursode un período de estudio de 40 minutos, un simple intercambio de mensajes de texto(de menos de tres minutos de duración) disminuye la memorización de palabras a lamitad. Vivimos en una época de distracción: los índices de TDAH en niños y adultosse salen de las tablas.

Aunque en un momento dado pensamos que los avances tecnológicos nosharían más inteligentes, las pruebas demuestran todo lo contrario. Consideremos que:

• Sin llegar a reconocer formalmente que la serie no logró crear ningún genio, lacompañía Disney ha ofrecido el reembolso íntegro a cualquier persona quehubiera adquirido el DVD Baby Einstein entre 2004 y 2009.

• Los investigadores han demostrado que cuando los padres dan una consola, unosmandos y videojuegos aptos para todos los públicos a escolares de 6 a 9 años,su rendimiento académico baja en picado.

• El psicólogo cognitivo Alain Lieury ha demostrado que los videojuegos deestimulación mental producen, en realidad, un descenso en los test dememorización.

• Una investigación realizada en casi doscientos adultos ha demostrado queenseñar a personas mayores a utilizar el ordenador y a navegar por internet nomejora ningún aspecto de su funcionamiento cognitivo.

Descenso de la empatíaLa era digital tenía que acercarnos a la superautopista de la información y ser elmedio para crear una mayor conectividad: más amigos en más lugares. Ha cumplidoesta promesa, aunque quizá no lo ha hecho como se esperaba. Los pioneros noprevieron la sobrecarga de información y la manera en que la información de escasovalor puede soterrar la información de calidad. Se suponía que las redes socialesiban a ayudarnos a establecer relaciones entre nosotros. Sin embargo, a pesar de lasgrandes posibilidades de conexión mediante una gran cantidad de artilugios, noparece que la conectividad se haya traducido en un mundo más bondadoso ysolidario, por lo menos en Norteamérica. Los niveles de preocupación empática —lacapacidad para mostrar una respuesta emocional ante la desgracia del prójimo— hancaído un 49% desde 1980. El hecho de mirar las cosas con perspectiva, es decir, lacomprensión intelectual de las circunstancias situacionales e individuales de losdemás, ha disminuido un 34%.

Los usuarios frecuentes de internet tienen un menor nivel de inteligenciaemocional, que es un indicador de cómo cada uno utiliza sus emociones pararesolver problemas. La inteligencia emocional se basa en la capacidad para usarseñales verbales y no verbales para monitorizar el estado emocional de los demás.Esto refuerza la cooperación y la comprensión en entornos laborales y sociales, y ala larga supone una mayor resilencia al estrés y una ventaja para establecerinteracciones en el mundo real. En consonancia con una menor inteligenciaemocional, los estudios electrofisiológicos de la actividad cerebral han determinadoque los usuarios frecuentes de internet presentan alteraciones en la forma de percibiry procesar el rostro humano. En las interacciones humanas, la empatía se basa amenudo en la percepción de incluso los más pequeños signos faciales que indicandolor y preocupación.

La investigación no deja lugar a dudas: cuando no prestamos atención aimportantes indicadores sociales por culpa de la sobrecarga ambiental, existe, endefinitiva, una menor probabilidad de empatía y preocupación social. La sobrecargaambiental puede eliminar por completo la percepción consciente de que alguiennecesita nuestra ayuda. La fatiga cognitiva debilita la capacidad de interpretar lossutiles signos de la necesidad, y las exigencias de los demás pueden quedarcompletamente relegadas si ponen en peligro la finalización de cualquier multitarea.Nuestra obsesión por la tecnología y nuestra incapacidad para apartarnos de lapantalla suele ir en detrimento de los que nos rodean. Por ejemplo, alguien queconsulta continuamente su teléfono móvil (enviando o leyendo mensajes por unatransitada calle de la ciudad) no tiene la misma capacidad de preocuparse ointeresarse por los que pasan a su lado. Esto da como resultado una menorpercepción del entorno y puede provocar el enfado del resto de los peatones. Hay unbuen número de ejemplos científicos de ello, y tanto da si el entorno es una localidadrelativamente pequeña o una gran área metropolitana: una acumulación de inputsmedioambientales en el cerebro disminuye el comportamiento altruista.

Las distracciones y la sobrecarga de información en entornos laboralesdisminuyen la probabilidad de hacer favores a los demás. La sobrecarga ambientalfavorece la impulsividad y da como resultado menos tiempo dedicado a lacontemplación, la interpretación y la reserva de juicio. De hecho, una gransobrecarga ambiental incrementa la insensibilidad y los juicios rápidos de losdemás. Los juicios realizados en presencia de sobrecarga ambiental se considerandotados de mayor convicción (certeza) y, sin embargo, también es más probable queestén basados en generalizaciones e información inadecuada. La inmersión en lanaturaleza, como veremos, es lo contrario. Restablece el funcionamiento del cerebro,salvaguarda el estrés de la sobrecarga ambiental, ofrece oportunidades para lacontemplación y nos hace más altruistas.

Junto al notable descenso en la preocupación por la infelicidad del prójimo, seha producido un incremento equivalente en los resultados relativos alensimismamiento y el narcisismo. Estudios recientes han documentado un aumentosignificativo del narcisismo entre adultos jóvenes. En 2009 un 89% más deestudiantes respondieron casi todas las preguntas de personalidad de formanarcisista, en comparación con los test realizados en 1994. Curiosamente, losparticipantes que obtuvieron una mayor puntuación narcisista en los test depersonalidad son los que entraban en Facebook con mayor frecuencia, tenían máscontactos en las redes sociales y pasaban más tiempo en cada visita.

Cualquier transformación de la empatía en narcisismo tiene enormesconsecuencias para la sociedad y para el medio ambiente. La empatía es uningrediente esencial para el comportamiento y la justicia social, mientras que loscostes derivados del narcisismo —explotación, manipulación, agresión, relacionessuperficiales y pérdida de intimidad emocional— recaen en sus víctimas. Elnarcisismo también se asocia a correr riesgos indebidos y a la impulsividad, sintener en cuenta las consecuencias posteriores. Los estudios sugieren que el

narcisismo colectivo relega los objetivos éticos y dilapida los recursos, además defomentar una política según la cual el afán de lucro es lo primero. En un estudiorealizado por un equipo de psicólogos dirigidos por W. Keith Campbell, laspersonas narcisistas tenían más posibilidades de cortar los árboles de un hipotéticobosque con intenciones lucrativas, obviando así los beneficios y la sostenibilidad alargo plazo. Los narcisistas no son amantes de la naturaleza.

Longevidad y saludObviamente, la tecnología médica ha tenido una influencia muy positiva en elalargamiento de la vida, especialmente en la mortalidad infantil y prenatal, así comoen períodos posteriores. Sin embargo, no podemos confundir la tecnología y losavances médicos con los artilugios y las pantallas que tenemos actualmente a nuestroalcance, los aparatos que se engloban bajo el término de «tecnológicos». Cuandoestamos estresados y despistados, muchas veces nos sentamos frente a la pantallacon la esperanza de encontrar una solución a nuestro problema. Pero la pantallamagnética quizá solo sirve para incrementar nuestro riesgo de morir. El críticocultural Neil Postman así lo afirma en el título de su clásico libro Divertirse hastamorir (Ediciones de la Tempestad, 2001). Y en la actualidad, unos treinta años mástarde, las investigaciones han demostrado que la pantalla, con su ilimitada capacidadpara proporcionar trivialidades, distracciones superficiales y entretenimiento,contribuye a la mortalidad temprana. En efecto, Postman estaba en lo cierto.

En un estudio de 2011 realizado en más de 4500 adultos a lo largo de variosaños, el tiempo total de pantalla se asoció a un mayor riesgo de muerte. Y no era unriesgo menor, ya que aumentaba en un 52% en comparación con las personas quepasaban menos tiempo frente a cualquier artilugio dotado de pantalla.Sorprendentemente, el hecho de hacer deporte no se consideró un factordeterminante. Entre los que pasaban más tiempo frente a la pantalla, el hecho derealizar alguna actividad física reducía el riesgo de morir por cualquier causa en tansolo un 4 por ciento (¡con un 48% más de riesgo de morir!). Investigadoresaustralianos han establecido que el tiempo que una persona dedica a ver la televisióna lo largo de su vida es, en sí mismo, un factor que reduce la esperanza de vida, unriesgo de mortalidad comparable a la obesidad y a la inactividad física. Cabedestacar que cuando se colocan sistemas que restringen el acceso a ordenadores ytelevisores (lo que ahorra unas dos horas de tiempo de pantalla al día), el resultadoes una reducción del índice de masa corporal y de la ingesta de calorías en niños conobesidad.

Miedo a la libertad de movimientosVarios estudios científicos demuestran que el miedo de los padres es uno de los principales motivos por los que losniños pasan más tiempo jugando en casa y frente a la pantalla. Cuando el bombardeo de noticias que les llegan através de la televisión, el ordenador o el teléfono inteligente, con su dieta estable de crímenes y tragedias, se infiltraen su corteza visual, los padres perciben el mundo como un lugar aterrador. En consecuencia, parece que lo másseguro es quedarse en casa. La neoyorquina Lenore Skenazy, autora del best-seller Free-Range Kids, ha iniciado

una campaña contra esta desproporcionada percepción del riesgo de que los niños estén fuera de casa,magnificada por los medios de comunicación. Por desgracia, una vida de reclusión ante la pantalla no es enabsoluto sana, porque facilita la depresión, la ansiedad y el riesgo de trastornos psicológicos en etapas posteriores.

La excesiva estimulación genera fatiga de forma inmediata, por lo que ejercepresión en el cerebro y reduce indirectamente la cantidad y la calidad del sueño. Lasventas de bebidas energéticas con cafeína, un negocio de 9000 millones de dólaresen Estados Unidos, deberían bastar para comprender que no nos sobra energía. Elconsumo de cafeína entre adolescentes se ha duplicado desde 1989. Para conocerestadísticas más concretas podemos recurrir al último gran estudio sobre el estrés enNorteamérica: el 41% de los adultos norteamericanos se sienten cansados. Elagotamiento es un problema de enormes proporciones, y las bebidas energéticas sonsolo un remedio temporal.

PROGRAMADOS PARA ESTAR INFORMADOS¿Por qué no podemos evitar el exceso de información y usarla con moderación, aunsiendo conscientes de que nos afecta mental y físicamente? En realidad es muysimple: a un nivel superficial, la captación de información sienta muy bien, y laculpa de ello la tiene la dopamina. Resulta que estamos programados para anhelar lainformación… en mayúsculas. Para asegurar nuestra supervivencia, el cerebro liberadopamina en sus circuitos a fin de recompensarnos por encontrar elementosesenciales, como comida y agua. Nuevos estudios demuestran que el cerebro tambiénusa dopamina para premiar la búsqueda de información. Parece lógico; al fin y alcabo, la información puede salvar vidas. Sin embargo, hay un lado oscuro en elsistema de recompensa de la dopamina en el cerebro: puede saturar otros circuitosde control y aumentar la importancia de un tipo de recompensa a expensas de otra.Los alimentos muy calóricos, el alcohol y las drogas adictivas son ejemplos de lasclases de recompensa que pueden cobrar mayor importancia e invadir los sistemasde control del cerebro. Necesitamos comida para subsistir, pero la excesiva cantidadde calorías que proporciona el hecho de tomar productos azucarados puede ser muyperjudicial si se ven superados los controles del equilibrio.

La información, independientemente de su calidad, parece hoy una clase dealimento delicioso por su capacidad para activar las neuronas de recompensa de ladopamina. Una vez se pone en marcha este sistema, se refuerza a su vez la búsquedade información. En un mar de información instantánea y datos triviales, lasrecompensas son numerosas y están preparadas para activar el sistema degratificación del cerebro. Esto explica por qué cuesta tanto apartar los ojos de lapantalla y hacer una pausa. Es bastante simple: un mensaje entrante o un e-mail porabrir es como un pequeño regalo envuelto con un lazo; lleva nuestro nombre y podríaproporcionarnos información valiosa. Y las últimas noticias sobre las actividadesextracurriculares de un atleta profesional o la boda de una estrella de Hollywood soncomo un pequeño bol de delicioso helado con chocolate caliente… y por eso lo

leemos. Sin embargo, nunca hay solamente un e-mail, un mensaje o un artículo paraleer; hay centenares de ellos cada día. La época en que los vídeos virales animabanla red ha desaparecido; ahora hay miles de vídeos de este tipo cada día. Noencontramos solo el escándalo de una estrella en concreto, sino el de centenares, yhay miles de blogs que informan de ellos, cada uno con numerosos comentarios delectores para que los leamos.

Esta comunidad global que nosotros mismos hemos creado ofrece demasiadosregalitos envueltos con un lazo. Estamos saturados de información e intentamos contodas nuestras fuerzas separar la información que tiene cierta importancia de la quees el equivalente de la comida basura. La información tipo comida rápida soloofrece un bienestar temporal en forma de bombeo de dopamina en los centros derecompensa del cerebro. Thoreau no conocía el poderoso efecto de la dopamina,pero sabía que la gente se siente atraída por la información de calidad dudosa. EnWalden escribe: «Tenemos mucha prisa por construir un telégrafo magnético deMaine a Texas; pero quizá Maine y Texas no tienen nada importante que decirse[…], estamos impacientes por abrir un túnel bajo el Atlántico y que el Viejo Mundoesté unas semanas más cerca del Nuevo; pero quizá la primera noticia que irrumpiráen el gran oído americano será que la princesa Adelaida tiene la tos ferina».

Aunque no existe aún un diagnóstico oficial, «adicción a internet» y «adiccióna los aparatos digitales» son expresiones cada vez más utilizadas por la comunidadmédica. Actualmente, el 42% de los norteamericanos tiene claro que no «podríavivir sin teléfono móvil», y más de la mitad de los adultos afirma que tanto elloscomo sus hijos pasan demasiado tiempo conectados a internet. Aunque lasestimaciones varían, parece que un 10% de la población es declaradamente adicta ainternet. La razón más obvia para no poder desconectar y apagar un aparato es eltemor a perderse algo. En realidad, ya nos estamos perdiendo algo: dormir,relacionarnos cara a cara, dedicar un tiempo a la contemplación, hacer ejercicio yestar en contacto con la naturaleza, por poner solo algunos ejemplos. Pero por lomenos ahora tenemos un culpable creíble a quien atribuir nuestra adicción: «¡Ladopamina me obliga a hacerlo!».

PROBLEMAS COTIDIANOS Y FISIOLOGÍA DEL ESTRÉS

Si me preguntaran cuál es el factor más importante para la longevidad, diría que es evitar laspreocupaciones, el estrés y la tensión. Y si no me lo preguntaran, diría lo mismo.

George F. Burns

Expediente de la doctora SelhubFred acudió a mi consulta buscando ayuda para gestionar el estrés. No fue idea suya sino de su mujer. Le habíaamenazado con divorciarse de él si no buscaba ayuda. Durante la primera visita de una hora, Fred comprobó susmensajes entrantes unas cinco veces y respondió dos de las cuatro llamadas que recibió en su teléfono, después dedecirme: «No le importa, ¿verdad? Es importante».

Por lo que pude deducir de su relato, Fred, que tenía un trabajo «importante», pasaba 12 horas al día trabajando,inclusive en el trayecto diario de una hora para ir de casa a la oficina y viceversa, lo que le dejaba muy pocotiempo para hacer ejercicio, cuidarse o no hacer nada.

Le pregunté: «¿Qué piensa que habría hecho en esta consulta hace veinte años cuando no existían ni teléfonosinteligentes ni e-mails?». Se quedó pensativo durante un minuto antes de responder: «Probablemente, prestaratención y aprender a relajarme».

Luego le expliqué las consecuencias de un sistema de respuesta al estrés excesivamente activo, que no tieneposibilidades de detenerse para hacer una pausa, descansar o relajarse: depresión y ansiedad, enfermedadescardíacas e hipertensión, trastornos inflamatorios, problemas musculoesqueléticos, pérdida de memoria, problemasinmunes (mayor susceptibilidad a las infecciones)… «¿Sigo?», le pregunté.

Se ha escrito mucho sobre la influencia del estrés en la salud. Al principio, lainvestigación se centró en la conexión entre los principales factores de estrés —cambios de vida importantes, grandes pérdidas y traumas— y los efectos negativossobre la salud física y mental. Recientemente, los investigadores han examinadodetalladamente las propiedades erosivas del estrés crónico de baja intensidad. Comolas olas que desgastan lentamente la línea de la costa, el flujo constante de pequeñosfactores estresantes puede cobrarse un importante peaje en la salud y el bienestar. Eltráfico, el ruido, las broncas en casa o en el trabajo, los altercados con los vecinos,el contacto con hechos incívicos y las trifulcas con los departamentos de atención alconsumidor son solo algunos ejemplos de lo que los psicólogos denominan«problemas cotidianos». Estos conflictos se definen técnicamente como «hechos,pensamientos o situaciones que generan sentimientos negativos como aburrimiento,agitación, ansiedad, frustración, preocupación o una sensación general de irritación»,y suelen percibirse como impedimentos para llegar al objetivo deseado. Teniendo encuenta esta definición, es fácil entender que la era digital ha añadido una nuevadimensión al problema: una persona que nos impide el paso porque está consultandosus mensajes de móvil en la calle puede hacernos llegar tarde a una reunión, oalguien que habla por el móvil a nuestro lado puede distraernos mientras intentamosacabar un informe. Este tipo de intrusión, como otras intromisiones modernas, dacuenta de una media de cincuenta breves episodios de estrés cada día en los adultosnorteamericanos.

Estos problemas cotidianos no son en absoluto inocuos. Están empezando aconsiderarse mejores predictores del inicio y la recurrencia de la depresión que losfactores de estrés de carácter vital. La respuesta emocional a un conflicto de estetipo desencadena una cascada fisiológica de estrés, incluyendo un aumento de laproducción de cortisol. Los adultos sanos con estrés laboral presentan altos nivelesde cortisol, igual que los adultos que sufren ansiedad y depresión. En general, lostrabajadores que tienen demasiados compromisos laborales y problemas de tiempopara cumplir sus exigencias laborales, y que posponen sus momentos de ocio debidoal exceso de trabajo, presentan niveles significativamente más altos de cortisol quesus colegas no estresados. También se ha observado la asociación entre ira y un alto

nivel de cortisol entre empleados. Aunque el cortisol posee ciertas ventajas para lasalud a corto plazo durante una crisis legítima (por ejemplo, para el sistema inmune),los aumentos a largo plazo debidos a la excesiva carga ambiental resultan altamentedestructivos. En concreto, los incrementos crónicos de cortisol se asocian a un ciclode inflamación y estrés oxidativo de baja intensidad que puede dañar las células. Eltándem nocivo de inflamación crónica y estrés oxidativo se ha asociadoprácticamente a cualquier enfermedad crónica, del acné a la ulcera. Y lo que es peor,el aumento de cortisol, la inflamación y el estrés oxidativo, que hasta hace poco sepensaba que eran una mera consecuencia de la ansiedad y la depresión, parece quedesempeñan un papel causal para amplificar los trastornos del estado de ánimo.Toda esta cascada de emociones puede atacar directamente las células nerviosas ydisminuir la disponibilidad de los neurotransmisores que regulan el humor.

El estrés activa una cascada de substancias químicas nocivas para la salud quepueden cambiar completamente nuestra forma de ver las cosas. El cortisol,administrado a adultos sanos, disminuye el nivel normal de estimulación cerebral alcontemplar la imagen de un rostro alegre. Cuando se induce un estado depresivo enadultos sanos, el mundo resulta un lugar más problemático, tanto en lo físico (lapercepción de dolor se amplifica) como en lo emocional. Cuando, en un entornoexperimental se eleva deliberadamente el contenido de substancias inflamatorias enadultos sanos, se producen cambios en la actitud mental, como una mayor sensaciónde ansiedad, pensamientos depresivos y embotamiento cognitivo.

Por otro lado, los problemas cotidianos nos distancian de un estilo de vidasaludable. Por ejemplo, se asocian a un mayor consumo de tentempiés calóricos yazucarados y a un incremento simultáneo de la posibilidad de saltarse las comidas yevitar la ingesta de verduras. Baste decir que bajo la influencia de este tipo deconflictos no solemos ir a comprar brócoli o acelgas. También se ha observado quelos que informan de una mayor incidencia de problemas cotidianos suelen realizarmenos actividad física. Esto se refleja en un reciente estudio sobre el estrés («Stressin America»), en el que un 40% de los encuestados afirmaron que se enfrentaban alestrés encendiendo la televisión, y un 35% que encendían otra pantalla (ordenador,videojuego) para sentirse bien. Este hallazgo no debería sorprendernos porquecuando estamos estresados necesitamos más que nunca el chute de dopamina.Sofisticados estudios de diagnóstico por la imagen han demostrado que el estréspuede causar cambios en la actividad cerebral que amplifican el deseo voraz derecuperar el objeto de nuestro deseo.

Lo que realmente necesita el cerebro ante los problemas cotidianos es unadescarga de emociones positivas. Del mismo modo que los conflictos cotidianospueden desencadenar una cascada de estrés, las alegrías diarias puedeninterrumpirlo. El aumento de experiencias felices y edificantes se asocia de formaindependiente a una reducción de la inflamación. «Independiente» es la palabraclave: significa que podemos lograr que las emociones positivas funcionen inclusoante los conflictos cotidianos. Dicho de otro modo, la inducción de emocionespositivas puede debilitar este tipo de problemas. En efecto, los investigadores han

demostrado que cuando se trata de confrontaciones directas, la ausencia deemociones positivas (en comparación con la presencia de emociones negativas) es loque mejor predice la mala salud e incluso la mortalidad.

Nuestros pájaros de mal agüero

Una vez caí en un pozo en el que se había depositado metano y casi perdí la vida. Cuanto más me adentrabaen el invisible veneno, menos encontraba la manera de salir de él. Esto es lo que les ocurre a los que seafanan, pierden el tiempo o se disipan en ciudades abarrotadas, en los sumideros del comercio o del placer.

John Muir

La era de la pantalla es relativamente nueva y el impacto a largo plazo de la excesiva exposición a la informaciónsolo ha sido documentado en los últimos tiempos. Están empezando a realizarse estudios sobre los individuos que sehallan inmersos en la cultura de la pantalla —cuya vida en internet es un mal augurio de lo que le espera a lasociedad en su conjunto—, y los resultados no presagian nada bueno ni para ellos, ni para nadie. Estos estudios hanexaminado lo que ocurre cuando jóvenes y adultos física y mentalmente sanos registran el tiempo que pasan enpantalla y se les hace un seguimiento durante un tiempo. En una investigación de seguimiento realizada durante unperíodo de dos a siete años, el consumo de televisión, videojuegos y ordenador al inicio del estudio se asoció a unmayor riesgo de experimentar depresión, ansiedad (especialmente fobia social), dificultades psicológicas y menoshoras de sueño.

Si en un estudio de siete años de duración, realizado en un grupo de 4100 adolescentes sanos, el consumo depantalla predice depresión al entrar en la madurez, seguramente deberíamos replantearnos de nuevo lo que estáocurriendo. La investigación demuestra sin lugar a dudas que la exposición a videojuegos violentos predice unincremento de la agresividad y una menor empatía. Ahora que sabemos que la inmersión en cualquier tipo devideojuego predice ansiedad y depresión, ha llegado el momento de sentarnos y abordar el problema.

LA CULTURA DE LA PANTALLA Y EL DISTANCIAMIENTO DE LANATURALEZA

Si las generaciones futuras han de recordarnos con gratitud y no con desprecio, debemos dejarles unavisión del mundo tal como fue en sus comienzos, y no solo como lo dejamos tras nuestro paso.

Lyndon Johnson

Lyndon Johnson, presidente de Estados Unidos, hizo este comentario al firmar la Leyde protección de zonas vírgenes en 1964, presuponiendo que los milagros de latecnología no disminuirían el deseo de estar en contacto con la naturaleza. Sinembargo, en 1964, incluso los mejores futuristas no hubieran podido predecir hastaqué punto la pantalla modificaría nuestro cerebro y nuestra relación con los demás ycon el mundo natural. Los investigadores han sugerido que, en un mundo repleto desimulaciones de pantalla e hiperrealidad, la naturaleza quizá no es lo suficientementeestimulante y puede parecer aburrida. En efecto, hay signos preocupantes de que la

naturaleza está perdiendo su atractivo y de que está menguando el deseo decontemplar sus maravillas. Las pantallas de LED, las consolas de videojuegos y lasllamadas man caves (habitaciones destinadas exclusivamente al ocio de loshombres) son demasiado atractivas para remplazarlas por los bosques.

Un reciente estudio publicado en las Actas de la Academia Nacional deCiencias indica que el tiempo de ocio dedicado a la naturaleza ha disminuido en un50% en las últimas cuatro décadas. El aumento del tiempo de pantalla diariocoincide con un amplio distanciamiento de la naturaleza. Según Oliver Pergams,científico de la Universidad de Illinois, y su colega Patricia Zaradic, nuestrasociedad parece «apartarse de forma generalizada del ocio basado en actividades enla naturaleza». Estos investigadores han identificado las pantallas y el ocio enespacios cerrados —cine en casa y en salas comerciales, uso de ordenadores,tiempo dedicado a ver la televisión y a los videojuegos— como variables asociadasa la disminución de visitas a los parques nacionales.

Aunque es difícil demostrar que las pantallas han sido el factor determinanteen la disminución de las visitas a los parques nacionales, estatales y provinciales, eldía solo tiene 24 horas y dado que el uso diario de entretenimientos multimedia se haincrementado de forma exponencial, sigue siendo un argumento viable. Hoy en día,inexplicablemente, los niños y adolescentes pasan 7 horas y 38 minutos al díaconsumiendo productos multimedia fuera del horario escolar. En 1998, cuando lasvisitas a los parques nacionales empezaron su actual tendencia a la baja, con unacontracción de hasta el 25%, el tiempo medio que se dedicaba a los videojuegos y anavegar por internet era prácticamente nulo. En 1999 los niños de 8 a 18 añospasaban 26 minutos al día jugando a videojuegos y 27 minutos ante el ordenadorfuera del horario escolar; actualmente, estas cifras llegan a 1 hora y 13 minutos y 1hora y 20 minutos, respectivamente, con 42 minutos adicionales de televisión diariaen comparación con 1999. Las visitas a los parques estatales de Estados Unidostambién se han reducido en las últimas dos décadas. El punto álgido se registró en1990, el mismo año en que se llevó a cabo el Campeonato Mundial de Nintendo entreinta ciudades americanas, avivando las llamas de la cultura de vídeo portátil ydoméstico. Según Parks Canada, entre 2004 y 2009 las visitas a los parquesnacionales y áreas de interés histórico canadienses experimentaron una caída del 6por ciento. El estado de Minnesota, conocido por ser uno de los que ofrece mayoresactividades recreativas al aire libre, ha experimentado un brusco descenso de laentrada a sus instalaciones desde 1996. El uso de la célebre Boundary Waters CanoeArea (BWCA), con un millón de acres de vegetación y más de mil lagos yriachuelos, ha disminuido casi en un 30% desde 1996. ¿Podría estar relacionado conel hecho de que está fuera del mundo tecnológico y, por lo menos en el momento deescribir este libro, sigue siendo una de las pocas regiones de Norteamérica quecarece de torre de comunicaciones para telefonía móvil?

El auge de la cultura de la pantalla se ha producido paralelamente al declivedel contacto consciente con la naturaleza. Los beneficios de la naturaleza estánsiendo enmascarados por la poderosa atracción que ejerce el sistema de recompensa

de la dopamina y el vértice de la información. Se trata, en efecto, de una pérdidapersonal: cada vez somos menos conscientes de los efectos rejuvenecedores quetiene la naturaleza sobre nuestra mente, así como de su capacidad de restauracióncognitiva. También de una pérdida medioambiental: el distanciamiento colectivo vaen detrimento de la conservación. Aunque se habla mucho de la conciencia y elrespeto por el medio ambiente, cuando se trata de ser ecológico en el verdaderosentido de la palabra, nuestra sociedad está perdiendo el norte. Los aparatosequipados con pantalla nos están alejando de la naturaleza y de todos sus beneficios.No es posible cultivar una verdadera preocupación y empatía por la naturaleza siestamos completamente distanciados de ella. La verdadera conectividad en cualquierrelación, sea interpersonal o con elementos de la naturaleza, sirve para reforzar laempatía y la preocupación. En general, defendemos lo que conocemos y lo quehemos experimentado en persona. Sin embargo, en este momento, cuando másiniciativas de conservación necesitamos, cuando es preciso reducir más que nuncanuestro estrés, damos la espalda a la naturaleza.

UNA ENCRUCIJADA: ¿QUÉ PERDEMOS Y QUÉ PODEMOS GANAR?

Fui a los bosques porque deseaba vivir con conocimiento de causa, para enfrentarme solamente a loshechos esenciales de la vida, y ver si podía vivir aprendiendo lo que tenían que enseñarme, y no descubrir,en el momento de mi muerte, que no había vivido.

Henry David Thoreau

Se ha dicho que el retiro de Thoreau y su inmersión en la naturaleza significóregresar a la encrucijada en la que los seres humanos habían tomado un caminoerróneo en su búsqueda mal entendida de sabiduría y felicidad. Obviamente estaencrucijada no existe en ningún atlas, y en la era de la alta tecnología cualquierintento de volver a la naturaleza para buscarla sería tan inútil como querer localizarla fuente de la juventud de Juan Ponce de León. Más allá de las ideas románticasacerca de la vida en el bosque, podemos aprender muchas cosas de lo que habíaantes en esta encrucijada. Podemos examinar las evidencias antropológicas y lascaracterísticas de las comunidades de cazadores-recolectores para obtenerinformación sobre cómo era el cerebro cuando estaba en contacto con la naturaleza.Los estudios multiculturales indican, en efecto, que el estilo de vida tradicionalprotege contra la depresión, mientras que el grado de modernización se asocia a unmayor índice de trastorno depresivo.

Evidentemente, no es preciso volver al estilo de vida del cazador-recolector nivivir en la cabaña de Thoreau para evitar las pantallas y las urbes, sino más bienentender los beneficios de lo que estamos perdiendo. En las páginas siguientesexploraremos los estudios científicos disponibles y compartiremos experienciasclínicas directas que dejan suficientemente claro que la naturaleza no puede ni debeolvidarse. Más que los relatos poéticos y románticos sobre la naturaleza, es la

ciencia lo que en la actualidad nos revela las desventajas que comporta el hecho deque el péndulo tecnológico nos obligue a alejarnos excesivamente del mundo natural.Es cada vez más obvio que nos estamos acercando a un importante cruce de caminosen nuestra evolución: se divisa a lo lejos la señal amarilla de prudencia y debemostomar una decisión. ¿Qué nos aconseja nuestro GPS social? ¿Hemos de replantearlotodo de nuevo? ¿Aprenderemos a buscar el equilibrio entre tecnología y naturaleza oseguiremos dependiendo de la máquina? No es necesario volver a la encrucijada deThoreau; hemos de ser conscientes del dilema que tenemos ante nuestros ojos.

Para apreciar plenamente la nueva encrucijada en la que nos encontramos,consideremos un estudio de 2009 publicado en Personality and Social PsychologyBulletin. Investigadores de la Universidad de Rochester examinaron los efectos de lainmersión en la naturaleza para las aspiraciones de las personas. Existen dos tiposde aspiraciones vitales, las intrínsecas y las extrínsecas, pero ambas pueden influirsignificativamente en las decisiones, los juicios, las percepciones y la orientacióngeneral de la vida. Las aspiraciones extrínsecas se centran en bienes como la fama,el dinero y la imagen. Las aspiraciones intrínsecas son las que sustentan necesidadespsicológicas básicas, como el crecimiento personal, la comunidad y la intimidad. Enresumen, las aspiraciones intrínsecas comportan valores que podrían calificarse deprosociales. En este estudio los participantes visualizaron cuatro fotografías depaisajes naturales (y, separadamente, imágenes de ciudades creadas por el hombre) yse les pidió que se imaginaran en estos entornos (pensando en los sonidos, olores,colores y texturas potenciales de cada uno) durante unos ocho minutos. Luego,tuvieron que responder a una serie de preguntas diseñadas para evaluar hasta quépunto estaban psicológicamente inmersos en el entorno, así como el efecto que estoproducía en sus aspiraciones y capacidad de altruismo. Contemplar los paisajesurbanos predijo un mayor índice de aspiraciones extrínsecas; parece que la visión dela urbe desencadena el deseo de tener dinero, poder y fama: se da prioridad al yo.Los que contemplaron paisajes urbanos fueron menos propensos a compartir susrecursos con los demás. Este hallazgo no debería sorprendernos. Quizá contemplarpaisajes urbanos provoca pensamientos de dinero, fama y fortuna porque afecta anuestro aprendizaje cultural; quizá nos han enseñado a percibir la ciudad como unentorno en el que todo hombre y toda mujer pueden hacerse a sí mismos. En cambio,los que contemplaron imágenes de la naturaleza sintiéndose verdaderamenteinmersos en ella atribuyeron un mayor valor a sus aspiraciones intrínsecas. Dehecho, estas imágenes produjeron un cambio de actitud, de forma que losparticipantes estuvieron más preocupados por objetivos prosociales que antes, y másinclinados a compartir recursos con los demás.

Luego los investigadores dejaron a un lado las fotografías. En esta ocasión, ungrupo independiente de 75 jóvenes adultos tuvo que responder un test sobre susaspiraciones y explicar cómo distribuiría cierta cantidad de dinero. El test se realizóen dos salas idénticas entre sí, salvo que en una de ellas había dos plantas en sendasmacetas, una de ellas sobre una mesa rinconera, y la otra sobre la mesa donde serellenaban los cuestionarios. Aunque parezca increíble, la presencia de plantas

produjo un aumento significativo de las aspiraciones intrínsecas. Además, lapresencia de vegetación natural supuso una mayor puntuación en los sentimientosasociados a la naturaleza, así como una mayor generosidad, en comparación con losque hicieron los mismos test en la sala sin plantas. Es algo más difícil de explicarque el simple aprendizaje cultural; indica que está en juego algo más profundo, algoque se está subestimando en la tecnocultura actual: la pérdida de dos millones deaños de evolución en contacto con la naturaleza puede estar dañando la verdaderaconexión con los demás y con el planeta.

En el contexto de todo el tiempo que hemos pasado en contacto con lanaturaleza a lo largo de nuestra evolución, la tecnología moderna ha provocadorápidos cambios medioambientales. A medida que grupos de científicos redoblan susesfuerzos para determinar cómo la cultura de la pantalla está cambiando nuestrocerebro, y otros grupos independientes examinan la influencia de la naturaleza, estácada vez más claro que no se trata de dos discusiones distintas. Muchas veces, lainmersión en el mundo digital se considera de forma aislada, sin tener en cuenta loque perdemos como consecuencia de nuestro distanciamiento del entorno natural.Los investigadores se centran básicamente en cómo internet o los aparatos conpantalla han cambiado algunos aspectos del procesamiento de la información o lacomunicación interpersonal. Sin embargo, un constructo contextual igualmenteimportante se refiere a cómo internet/la pantalla y el alejamiento de la naturaleza secombinan entre sí para alterar la sinergia del cerebro y el comportamiento humanos.La ciencia moderna revalida las ideas de Thoreau, quien defendía que «nuncatenemos bastante naturaleza» y que en la naturaleza «está la preservación delmundo». La hipótesis de la biofilia de Wilson parece correcta y, sin embargo, loshumanos estamos alejándonos cada vez más de la naturaleza. En los restantescapítulos quedará cada vez más claro que amplios aspectos de la naturaleza, asícomo algunos de sus elementos específicos, pueden influir en el cerebro humano y enlos aspectos de salud especialmente dirigidos por el cerebro.

Naturaleza y cognición: ¿qué beneficios aporta el contacto con el medionatural?

Dudo que los estimulantes artificiales favorezcan el desarrollo de la mente o el cuerpo. Quizás incrementenla energía para realizar una tarea determinada, pero es una posibilidad derivada del sistema, no propia delmismo, por lo que la energía queda reducida y postrada. Así pues, en vez de incrementar sus reservas deenergía, las reducen.

William W. Mitchell, editor, Massachusetts Teacher, 1852

A finales de 2008, internet hervía con vehementes titulares: los neurocientíficoshabían descubierto que Google «nos hacía más inteligentes» y «mejoraba elfuncionamiento mental». Pero no era exactamente así. Lo que habían demostrado eraque los adultos con mayor historial de uso —comparados con los que se iniciaban enla red— presentaban una mayor estimulación en varias regiones cerebrales mientrasrealizaban una búsqueda en internet. Contrariamente a lo que declaraba lapropaganda mediática, la estimulación cerebral no va asociada necesariamente a lainteligencia. Cualquier individuo adicto a internet o a las drogas, también presentauna mayor intensidad en la señal cerebral en presencia de pistas, incluso remotas,relacionadas con el objeto de su adicción… y eso no significa que sea másinteligente.

Por desgracia, la cultura popular percibe la estimulación como sinónimo deatención e inteligencia. En consecuencia, seguimos una dieta estable para lograr unamayor estimulación a base de bebidas energéticas, videojuegos, cafeína, azúcar… endefinitiva, más de todo. Sin duda, la excitación y la estimulación cerebral enrespuesta a los cambios mentales, especialmente ante un material nuevo, es un mediopara contribuir al desarrollo y a la protección de nuestras células nerviosas… hastacierto punto. No hay un argumento que, en nuestra opinión, pueda sustentar lafilosofía «o lo usas o lo pierdes» con relación a la capacidad cognitiva, aunquereconocemos que la excitación y la estimulación refuerzan el rendimiento cognitivo.Sin embargo, también existe otra cara de la moneda respecto a la capacidadcerebral, más allá de los puzles y los juegos, que es igualmente importante y suelepasar desapercibida.

Cuando se aborda el tema de la estimulación cerebral casi nunca se tiene encuenta el verdadero coste de la fatiga de inhibición para la vida real. La inhibiciónes una función esencial para la regulación del cerebro; es como el director deorquestra de la función cognitiva, que aparta de las distracciones las reservas deenergía del cerebro y las dirige hacia importantes tareas de atención. En el mundomoderno, invadido por multitud de distracciones, los sistemas de filtración necesitan

trabajar a destajo para mantener a raya la influencia del exceso de información. Porejemplo, en el mundo basado en la pantalla, el cerebro debe esforzarse mucho paraeliminar las características de las páginas web que resultan irrelevantes para lainformación que se está buscando: barras de herramientas, pop-ups, anuncios,enlaces a artículos a derecha e izquierda del texto principal.

Además de tener que esforzarse cada vez más para evitar las distracciones, elcerebro moderno ha de enfrentarse a un número creciente de decisiones rutinarias, acausa del mayor número de elecciones de consumo que tiene ante sí. La abrumadoracantidad de elecciones que se despliegan ante nosotros en la sociedadcontemporánea nos obliga a gastar una tremenda cantidad de energía para llegar a loscircuitos de la función ejecutiva. Estas zonas están relacionadas con la planificación,el pensamiento abstracto, la creatividad y la llamada flexibilidad cognitiva, y aúnmás importante, son los centros involucrados en el autocontrol. Como microcosmosde la elección, pensemos que en 1976 había unos 9000 productos distintos en lasestanterías de los supermercados norteamericanos; mientras que actualmente hay másde 40 000 en un supermercado de tamaño normal. Consideremos también los más decien canales disponibles en la televisión por cable; ante ese panorama el problemaes saber qué debemos mirar. Algunos estudios científicos demuestran que utilizamosmás energía mental cuando nos enfrentamos a múltiples opciones, y que el desgastede energía es más pronunciado en las regiones cerebrales que controlan nuestrosimpulsos insanos, por lo que el autocontrol disminuye (por ejemplo, comerexcesivamente, gastar demasiado dinero y librarse a un comportamiento impulsivo yarriesgado). Pagamos un peaje muy caro por la mayor demanda de inhibición en elcerebro, que a la larga redundará en una mayor fatiga de inhibición. Los científicosse refieren a esta condición como «fatiga de atención dirigida».

EL DESCUBRIMIENTO DE LA FATIGA DE ATENCIÓN DIRIGIDAWilliam James, psicólogo de Harvard, a finales de la primera década del siglo XIXse preguntaba en un artículo por qué tantos oficinistas experimentaban fatiga mental,y diferenciaba entre dos formas de atención: la que exigía un esfuerzo sostenido(atención voluntaria), y la que generaba un proceso no deliberado (atencióninvoluntaria) en el que se daba cierto grado de interés o estimulación. La atenciónvoluntaria puede considerarse una forma de voluntarismo mental —sería como alzarla mano y decidir voluntariamente realizar un trabajo en el que se tiene que prestaratención a las tareas cognitivas—, como, por ejemplo, extraer varios datos de unarchivo Excel antes de la pausa del desayuno de media mañana. Con la atencióninvoluntaria no existe voluntarismo, ni debe alzarse la mano para decir «Vale, loharé», ni establecer un acuerdo explícito; no se trata en absoluto de un trabajo,simplemente se produce sin esfuerzo.

James se dio cuenta de que los oficinistas, obligados a combinar detallesminuciosos e interacciones monótonas, tenían que enfrentarse continuamente a laingente tarea de intentar mantener la atención voluntaria. En su opinión, la atención

voluntaria prolongada se cobra un peaje en forma de lo que él denominaba«incómoda sensación de agobio». En resumen, los períodos prolongados de atenciónexigen un tremendo esfuerzo. Intentar regresar a un estado de atención voluntaria con«impulsos de esfuerzo» era para James un problema en sí mismo. «En todos lossentidos, la dependencia respecto a este tipo de atención es un método inútil, queprovoca mal carácter y desgaste nervioso, además de resultados imperfectos»,escribió el psicólogo. Por otro lado, los que se excedían en el ámbito cognitivo erancapaces de sacar provecho de una mayor inmersión en la modalidad de atencióninvoluntaria; hacían observaciones interesantes y continuas entre pensamientos o,según la denominación de James, seguían una pauta mental que «una vez iniciada,desarrollaba todo tipo de consecuencias fascinantes». La protección contra la fatigacognitiva estaba sustentada por la fascinación, y era más fácil realizar cualquiertarea con energía si el tema era interesante. Los genios, tal como James llamaba a laspersonas con capacidades cognitivas, recurrían a la atención pasiva o involuntaria,de forma que el esfuerzo cognitivo acababa por no constituir un esfuerzo.

El trabajo de James fue ampliado el por algunos de sus contemporáneos,quienes se refirieron a la fatiga mental inducida por períodos prolongados deatención voluntaria. El psicólogo Edward Thorndike, alumno de James, señaló queno era el trabajo administrativo o el álgebra en la escuela lo que causaba fatigamental per se, sino el elevado coste energético que suponía «inhibir la tendencia apensar en otra cosa». En otras palabras, la fatiga mental se amplificaba al activaraquellas regiones del cerebro necesarias para poner freno a las distracciones. Seríacomo conducir un coche y a la vez ejercer cierta presión sobre el pedal del freno…no parece una acción demasiado eficiente. Por un lado, cuando estamos inmersos enun entorno en que los estímulos (objetos) nos parecen atractivos, «los pensamientosse despliegan sin ninguna sensación de esfuerzo por nuestra parte», según Thorndike.Pero si la tarea (o los estímulos) que tenemos entre manos «es atractiva yabsorbente, la fatiga disminuye».

Los contemporáneos de James entendieron que, cuando las distracciones seacumulan, aumenta la cantidad de esfuerzo requerido para mantener la atención en latarea que estamos realizando, y lo mismo ocurre con la fatiga mental. En particular,pensaban que la promoción de la atención voluntaria, una forma de atención a la quedenominaban acertadamente «primitiva», tenía una importancia especial para laspersonas que presentaban trastornos mentales. Max E. Witte, psiquiatra de Iowa,propuso que «debería promoverse el trabajo en la granja y el jardín para conseguirla mejora de estos pacientes» porque mejora la atención «de tipo involuntario». Ensu opinión, inclinar la balanza hacia la atención involuntaria «disminuye losdesórdenes y la carga sobre el individuo». Como director del principal hospital desalud mental de Iowa, Witte afirmó en 1899 que, cuando se trata de promover laatención involuntaria a través de actividades, «la gran mayoría solo lo consiguencavando en la tierra». Witte documentó que sus propias observaciones de miles depacientes demostraban que el contacto físico con la naturaleza posee un efectoprofundamente beneficioso para los procesos mentales, un beneficio que en general

pasa desapercibido y no se atribuye al contacto con la naturaleza. Estas centenariasinvestigaciones ofrecen claras razones para explicar por qué el cerebro hace horasextras mientras está «en Google», y allanaron el camino para entender de qué formala atención involuntaria influye en el cerebro cognitivo cuando se está en contactocon la naturaleza. Sin embargo, en un mundo exclusivamente orientado a la ciencia ya las pruebas científicas, estos estudios fueron meramente observacionales yanecdóticos. Fue necesario que transcurriera casi un siglo para que los científicosempezaran a intentar conectar los hallazgos de James y la idea de que cavar en latierra podía ofrecer una ventaja cognitiva.

TEORÍA DE RECUPERACIÓN DE LA ATENCIÓNEn 1977 el psicólogo Stephen Kaplan desarrolló la teoría de James y sus colegas, yestableció la hipótesis de trabajo de que la naturaleza, en sí misma, podía ofreceruna restauración cognitiva gracias a su capacidad para suprimir la carga de cualquieresfuerzo inhibitorio requerido en el mundo moderno. Kaplan postuló que losentornos naturales son entornos fascinantes y, como tales, atraen la atencióninvoluntaria sin necesidad de gastar una energía en el cerebro que de lo contrariohubiera causado fatiga cognitiva. La naturaleza posee la capacidad de promover unasensación de claridad cognitiva cuando no hay confusión. Este tipo de atenciónmental ha sido muy útil al ser humano durante millones de años. Como observóKaplan, encontrarse en un estado de fatiga mental, absorto en sus pensamientos,hubiera sido fatal para el hombre de la sabana africana. La fascinación que ejercenlos entornos naturales ha asegurado nuestra supervivencia promoviendo la claridadmental sin necesidad de un gran aporte de energía. Sin embargo, en la sociedadmoderna, la mayor parte de nuestras experiencias tienen una fascinación intrínsecaprácticamente nula y, como dijo Kaplan, «lo interesante ha dejado de importar». Enotras palabras, las infotoxinas actuales (la información de calidad dudosa) nos atraenbajo el disfraz del interés, pero al no ser importantes y ser incapaces de mantener lafascinación, tienden a absorber nuestra energía.

Aunque la fatiga de atención dirigida es un estado temporal, que puederecomponerse con un lapso ininterrumpido de reposo y distracción, la supervivenciaen la selva urbana contemporánea exige una buena dosis de atención voluntaria, porlo que necesitamos apoyarnos en accesorios como la cafeína, las bebidasenergéticas, los suplementos, los fármacos y las diversiones. Kaplan formuló lahipótesis de que la fatiga mental causada por aplicar los frenos en el cerebro cuandose acelera debido a las exigencias del mundo moderno, podía remediarse en contactocon entornos medioambientales que resultan involuntariamente fascinantes y atraensin esfuerzo a la población. Según Kaplan: «Si se demostrara que la naturaleza tieneesta propiedad, entonces la popularidad de los entornos naturales para recuperarsede la sobrecarga ambiental y el estrés tendría mucho sentido». La verdadera bebidaenergética cognitiva podría ser un baño de bosque.

Kaplan formalizó estos conceptos bajo la denominación de «teoría de

recuperación de la atención» (TRA), y propuso cuatro componentes principales paraeste entorno:

1. Distanciamiento: aunque el distanciamiento puede verse como unabandono de la rutina en el sentido físico o geográfico, no tiene por quéser un alejamiento físico de la fuente de atención involuntaria.Distanciarse puede ser tan simple como replantearse el entorno presente ocambiar la orientación del campo visual, puede significar simplementecerrar los ojos y visualizar un paisaje o apartar la vista de un archivoExcel y contemplar la naturaleza por la ventana.

2. Fascinación: a los seres humanos nos fascina el mundo natural. De lasmariquitas y los ciempiés a los troncos flotantes y los cantos rodados en elcauce de un río, de las dunas de arena a los bancos de nieve, de losbonsáis a las secuoyas gigantes… todo es capaz de mantener nuestraatención. Lo que distingue la TRA es la experiencia de fascinación«blanda» (por ejemplo, contemplar una puesta de sol) como medio derestauración cognitiva versus la fascinación «dura» (por ejemplo, asistir aun partido de la liga nacional de futbol). Aunque ambos pueden serfascinantes y capaces de mantener la atención involuntaria, uno de ellos,la puesta de sol, ofrece mayores oportunidades de reparación cognitiva.

3. Alcance: el entorno ha de poseer la profundidad suficiente para involucrarla mente a un nivel significativo. En el contexto de la TRA, una únicamaceta no será suficiente, mientras que un campo de flores o un bosqueofrecen un mayor alcance. Sin embargo, incluso las pequeñas zonasverdes urbanas pueden ser suficientes si se utilizan técnicas de diseñopara magnificar la extensión del paisaje (como en los jardines japoneses).Por su parte, las imágenes fotográficas de paisajes naturales puedenproporcionar el alcance visual adecuado.

4. Compatibilidad: el entorno natural ofrece un medio para satisfacer lasactividades e intenciones individuales prácticamente sin esfuerzo. Lamayoría de los entornos naturales cumplen el criterio de compatibilidadporque en general satisfacen las expectativas de los visitantes. Desde unabreve pausa en un pequeño parque urbano hasta la participación enactividades recreativas de mayor envergadura, los seres humanos nosuelen quedar insatisfechos del resultado cuando están en un entornonatural.

Según Kaplan, podríamos llegar a negar el dilema moderno sobre la fatiga deatención dirigida si sacáramos provecho de lo que nos ofrece la naturaleza. Puestoque la mayor parte de los entornos naturales nos parecen fascinantes y sitúan nuestramente a años luz de la asfixia de los archivos Excel, de las presentaciones de PowerPoint y de las innumerables actividades que exigen atención voluntaria, la inmersión

en la naturaleza puede actuar como un estimulante cerebral de bajo coste. Desde queKaplan propuso esta teoría, se han realizado una serie de estudios que corroboranlos beneficios cognitivos de la recuperación de la atención mediante el contacto conentornos naturales. En un estudio de 2005, los investigadores provocaron fatigamental pidiendo a los participantes que realizaran una tarea de gran exigenciacognitiva, para la que se requería atención voluntaria. Cuando los individuos estabanmentalmente fatigados, los investigadores les mostraban unas fotografías quepreviamente habían sido valoradas por su potencial de restauración. La mitad delgrupo contempló imágenes que tenían un alto potencial restaurativo; imágenes que,por supuesto, eran de bosques, agua, montañas, playas, etc. La otra mitad del grupocontempló imágenes de bajo potencial restaurativo, como calles con mucho tránsito,zonas industriales, urbanizaciones y fábricas. Tras ver unas 25 fotografías durante 5minutos, los sujetos reemprendían la tarea que estaban realizando durante otros 5minutos. El grupo que contempló imágenes de la naturaleza obtuvo mejoresresultados que el que contempló imágenes urbanas, y mostró una mayor sensibilidadpara detectar el objetivo solicitado, un tiempo de reacción más rápido y un mayornúmero de respuestas correctas. El mismo equipo de investigación ha corroboradorecientemente la mejora del tiempo de reacción (una vez provocada fatiga mental yrealizar un test cognitivo), después de contemplar imágenes de la naturaleza con unnivel alto de fascinación. La contemplación de imágenes de la naturaleza también seha asociado a una mejora de la memoria global, en comparación con las imágenes deconstrucciones urbanas.

El bosque urbano como estimulante cerebralEn un estudio de 2011, investigadores de Seúl (Corea del Sur), una ciudad que tiene la suerte de contar con unainmensa red de parques urbanos, realizaron un experimento para evaluar los efectos cognitivos de un paseo por unbosque de pinos comparándolo con un paseo por las calles del centro de la ciudad. Los sujetos respondieron a untest cognitivo y de estado de ánimo antes de iniciar un paseo de 50 minutos. Tras la caminata, los participantesrespondieron a otro cuestionario. En una fecha posterior, los grupos se alternaron: los que habían paseado por laciudad lo hicieron por el bosque, y viceversa. Los resultados demostraron la mejoría esperada en el estado deánimo de las personas que pasearon por el bosque, y además revelaron que la mejora de las puntuacionescognitivas solo se produjo después de que los participantes hubieran paseado por el bosque.

Otra confirmación de la TRA original procede de un elegante estudiopublicado en Psychological Science en 2008. Los investigadores provocaron fatigamental en los sujetos del estudio mediante una serie de juegos mentales diseñadospara ejercer presión sobre la atención voluntaria. Inmediatamente después de pasar35 minutos respondiendo a un test cognitivo experimental, se pidió a losparticipantes del estudio que dieran un paseo por un frondoso parque o bien por lascalles de la ciudad. Tras el paseo, se repitieron los test cognitivos y, una vez más,los resultados mostraron una diferencia significativa a favor de los que habían estadoen contacto con la naturaleza. En una parte independiente de este mismo estudio, losinvestigadores confirmaron que contemplar imágenes de la naturaleza mejoró los

resultados relacionados con la atención ejecutiva, que involucra la gestión de lamemoria a corto plazo y es esencial para minimizar la interferencia de losacontecimientos que se producen a nuestro alrededor cuando estamos realizando unatarea determinada. En este estudio, los sujetos experimentaron una recuperacióncognitiva sin que se detectaran cambios en su estado de ánimo. En otras palabras, nopodemos desdeñar los beneficios mentales que ofrece la naturaleza, ni considerarlosun mero producto de una disminución de la ansiedad y de una actitud más positiva.Este hallazgo apunta a una renovación cognitiva directa a través del contacto con lanaturaleza. Sugiere que más allá de los beneficios que aporta para el estado deánimo, la naturaleza también es capaz de permitirnos conducir sin necesidad deaplicar los frenos en el aspecto cognitivo. La naturaleza, sin desgastar lasalmohadillas de los frenos de la inhibición (la fascinación y la demanda creciente deenergía inhibitoria), minimiza la fatiga de atención dirigida. Esto, por supuesto, nosignifica que la TRA no sea importante para los que padecen ansiedad, depresión yaltos niveles de estrés diario… seguro que lo es, especialmente porque larestauración cognitiva es un factor importante para mantener el estrés a raya. Habráquien paseará por un parque urbano y no notará necesariamente ningún cambio dehumor, pero seguro que estará mejor equipado o equipada para enfrentarse acualquier problema cognitivo.

POR QUÉ ES IMPORTANTE LA RESTAURACIÓN COGNITIVAEn el mundo urbano, donde el trabajo ha dejado de ser una tarea física sin asistenciatecnológica, el éxito depende muchas veces de la atención voluntaria que prestamosa tareas de gran exigencia cognitiva. Al buscar información pertinente endocumentos, archivos, páginas web, textos, tuits y sms, y a la vez impedir que seabran anuncios, barras de herramientas, y vídeos irrelevantes colgados en YouTube,estamos de nuevo conduciendo con un pie en el acelerador y otro en el freno. Lafatiga cognitiva aparece de inmediato. Da lo mismo si trabajamos en un cubículoempresarial con la vista puesta en nuestro próximo ascenso o si estudiamos parahacer realidad todo nuestro potencial; si queremos sobresalir en algo, no debemosdejarnos arrastrar por la fatiga mental.

Si el cerebro mentalmente fatigado no se recupera de forma adecuada, losresultados no serán óptimos. En los últimos años, varios estudios han demostradoque la fatiga mental disminuye nuestra capacidad para ignorar informaciónirrelevante, magnifica lo que no es importante y nos hace más proclives a lasdistracciones. Los sujetos mentalmente fatigados cometen más errores pero sonincapaces de reconocer fallos que detectarían fácilmente si estuvieran en unmomento óptimo de rendimiento mental. Además, la fatiga mental disminuye lahabilidad para planificar de antemano, para ser flexibles con nuestros pensamientosy para tener visión de los detalles, es decir, para el llamado «procesamiento local».Podemos ver la casa, pero no vemos los ladrillos y el mortero. En un estado defatiga mental, las personas tienen pensamientos y actitudes como si llevaran piloto

automático, pero si algo se sale de la norma, se encontrarán en un aprieto porqueserán menos capaces de abordar una nueva situación o información.

La fatiga mental también puede reducir la actividad física en adultos sanos. Enun estudio de 2009 publicado en el Journal of Applied Phisiology, se pidió a losparticipantes que respondieran a un test de cierta dificultad cognitiva en el ordenadory luego hicieran ejercicio en una bicicleta estática. El grupo de control, al que se lepidió que viera un documental neutro sobre el Orient Express o Ferrari (no se sabe silos vídeos incluían imágenes de la naturaleza), también hizo ejercicio en la bicicleta.Las diferencias entre ambos grupos fueron notables: el grupo mentalmente fatigadoabandonó el ejercicio de inmediato, llegó con mayor rapidez al nivel máximo deesfuerzo y tuvo una percepción del esfuerzo significativamente más elevada que elgrupo de control. En resumen, la mente fatigada genera un cuerpo cansado.Obviamente, esto ofrece una explicación de por qué es tan difícil que los adultosmentalmente estresados salgan de casa y hagan deporte.

William James describió la sensación de agobio que se generaba en asociacióncon altos niveles de demandas cognitivas voluntarias. Esta incómoda sensaciónpodría ser un mecanismo de adaptación, un signo de advertencia para hacernos saberque estamos cruzando una línea y poniendo en peligro nuestra salud. Está claro quecuando aparece el estrés tenemos muchos puntos para experimentar déficitscognitivos y un menor rendimiento intelectual. Estudios realizados en médicosresidentes con exceso de trabajo demuestran que avivar las llamas de la atencióncognitiva durante demasiado tiempo es la situación óptima para que aparezcan la iray la impulsividad. El destino final de la fatiga mental no tratada es el agotamiento, laansiedad, la depresión y la mala salud. Por la misma razón, el estrés crónico, laansiedad, la ira y la depresión hacen que un individuo sea mucho más vulnerable a lafatiga mental. Se sabe que las personas que padecen ansiedad, depresión o ambascosas, poseen déficits de atención, memoria, procesamiento de la información ycontrol ejecutivo. Todo el proceso que vincula los estados de fatiga a la ansiedad ola depresión es una vía de dos direcciones, y la zona de amortiguación entre las altasdemandas cognitivas y la sensación de agobio es mucho menor cuando el estrés escrónico.

La memoria de un adulto puede alterarse con tan solo unos días de niveleselevados de cortisol, e incluso un pequeño aumento de agentes proinflamatoriosinmunes (citoquinas) daña la memoria verbal y no verbal. La naturaleza puededisminuir el nivel de hormona del estrés y mantener a raya la inflamación, por lo quese deduce que tiene una enorme importancia para la salud cognitiva. En resumen,parece que la naturaleza puede mejorar la cognición mediante mecanismos asociadosal estado de ánimo y el estrés, así como reduciendo la atención voluntaria y lasdemandas inhibitorias. Pero a pesar de esta intervención de bajo coste, en un mundolleno de demandas cognitivas muchas personas están dando la espalda al poderrestaurador de la naturaleza y, en vez de ello, alargan la mano para coger la últimabebida energética.

Rendimiento académico y trastorno por déficit de atención

Llevad a vuestros hijos al campo. Guiadles hasta la cumbre de las montañas y a los valles. Allí osescucharán mejor y la sensación de libertad les dará fuerza para superar las dificultades.

Johann H. Pestalozzi, 1774

En un interesante estudio publicado en el Journal of Environmental Psychology en1995, un equipo de investigadores visitó las residencias universitarias de estudiantesvoluntarios. Tras colocar el cartel de «Silencio» en las puertas y descolgar losteléfonos de las habitaciones, se les pasó una serie de test neurocognitivos paravalorar objetivamente su atención. Los estudiantes tenían una edad y una formaciónacadémica uniforme, con una única diferencia en el entorno de cada residencia: lavista desde las ventanas. El primer grupo tenía un paisaje natural (árboles, lago); elsegundo grupo, una vista de edificios con algunos ingredientes naturales; y el tercero,un entorno completamente edificado (ladrillos, cubiertas inclinadas). Los que teníanante sí una vista panorámica de la naturaleza superaron a sus compañeros en losindicadores objetivos de atención. También demostraron tener una mayor percepciónsubjetiva de atención que los que tenían una vista obstruida o no natural.

En un estudio publicado en 2010, el doctor Rodney H. Matsuoka de laUniversidad de Michigan se propuso evaluar la relación entre las vistas que sepercibían desde el aula y los resultados académicos. Participaron en el estudio 101institutos públicos de secundaria de Michigan, y además de clasificar las aulas segúnel nivel y el tipo de vistas naturales, se evaluaron también las vistas desde laprincipal cafetería de cada instituto. Incluso después de ajustar los resultados porfactores socioeconómicos, tamaño del grupo y antigüedad del equipamiento escolar,entre otros aspectos, quedó demostrado que las vistas desde el aula y la cafeteríaeran factores importantes en los resultados obtenidos en exámenes estandarizados.Además, las vistas de árboles y arbustos se asociaron a un mayor índice deestudiantes que acabaron los estudios de secundaria y a una mayor posibilidad deseguir una carrera universitaria de cuatro años de duración. «Árboles» y «arbustos»son palabras clave puesto que en este caso el tipo de vegetación fue determinante:una vista de césped no mejoró el rendimiento académico. Otro estudio en el que seanalizaron 71 escuelas primarias rurales y suburbanas (con datos de más de 10 000estudiantes de quinto grado) demostró que las vistas exteriores con vegetación yseres vivos —no aparcamientos ni paredes— mejoraban los niveles de lectura,lenguaje y matemáticas. Otros estudios han corroborado que las clases al aire libre,que estuvieron de moda a principios del siglo XX, mejoran las notas de matemáticas yciencias naturales en comparación con la enseñanza en un centro escolar tradicional.

La capacidad de los paisajes y entornos naturales para influir en los resultadosneurocognitivos de los estudiantes sanos llevó a los científicos a preguntarse cuálespodrían ser sus implicaciones para aquellos que necesitaban ayuda en sus procesosde atención. En 2004, investigadores de la Universidad de Illinois causaron un gran

revuelo al asociar las actividades realizadas en la naturaleza con una reducción delos síntomas del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).Utilizando datos de 425 padres de niños con diagnóstico formal de TDAH, losinvestigadores se propusieron determinar si el entorno de unas cincuenta actividades(desde leer hasta hacer deporte) marcaba alguna diferencia en la atención.Independientemente de la edad, la presencia o ausencia de hiperactividad en el niño,el nivel económico, la localización geográfica en Estados Unidos y el hecho de viviren un entorno rural o urbano, se demostró que las actividades realizadas en contactocon la naturaleza reducían el déficit de atención. Era la segunda vez que este grupode investigadores realizaba estas asociaciones; en un estudio previo sobre unapequeña muestra (96 padres) también asociaron la vegetación en las áreas de juego asíntomas más leves de déficit de atención, y vincularon el juego en estanciasinteriores a síntomas más pronunciados.

Recientemente, se han realizado test objetivos de atención en niños con TDAHque habían pasado un tiempo en un entorno natural o bien en uno urbano. En unestudio europeo, los investigadores llevaron a cabo un test de concentración despuésde que los niños hubieran estado haciendo ejercicio de intensidad baja o moderadaen una zona boscosa o en una zona urbana edificada. Los resultados demostraron queel nivel de concentración fue superior en los niños que habían estado jugando en elbosque. Se llegó a la conclusión de que la concentración y el comportamiento semantuvieron generalmente constantes en el grupo del bosque, mientras que los quejugaron en el área edificada presentaron un nivel inferior y más variable deconcentración. Esto podría sugerir que la demanda de inhibición, el hecho de aplicarlos frenos cognitivamente cuando se está en un entorno urbano, puede menguarefectivamente los recursos de atención de los niños.

En un estudio independiente del equipo de investigación de la Universidad deIllinois, los niños con trastorno por déficit de atención (TDA) completaron una seriede problemas para incrementar la fatiga de atención dirigida antes de iniciar unpaseo guiado durante 20 minutos. De acuerdo con los métodos de estos estudios, ungrupo caminó por un frondoso parque urbano, otro paseó por una zona del centro dela ciudad, y el tercero, por un área repleta de edificios. Los investigadores seaseguraron de que los tres entornos tuvieran la misma cantidad de grafitis y basura;además, todos eran relativamente llanos, con bajos niveles de ruido ambiental ycirculación peatonal. Los paseos también se realizaron bajo las mismas condicionesatmosféricas. Al cabo de un paseo de 20 minutos en uno de los tres entornos, losniños regresaron a una tranquila estancia interior y realizaron una serie de testobjetivos para evaluar su atención y función ejecutiva. Los resultados fueronclaramente favorables al entorno natural como impulsor cognitivo: los niños quehabían paseado por el parque obtuvieron una puntuación claramente superior; lamejora de la función cognitiva equivalió a la que proporcionan los dos fármacos másvendidos para tratar el TDAH.

Ira e impulsividadLas consecuencias de la fatiga mental no son solo un problema personal que afectaúnicamente al individuo que la padece. Sobrecargar el cerebro abre la puerta a unamayor ira e impulsividad, lo que a su vez pone en marcha una cascada denegatividad en todo tipo de interacciones personales. La frustración y el agobio quese derivan de la fatiga mental predisponen a reaccionar ante cualquier cosa, y todose percibe como negativo… Y cuando un individuo está mentalmente fatigado,cualquier estímulo ambiental parece amplificar su negatividad. La persona que sepasea por la oficina o por el patio de la escuela, dispuesta a enfadarse concualquiera, no hará amigos ni influirá positivamente en los demás: la negatividadgenera negatividad. Los tentáculos del déficit de atención son alargados y puedenponer en peligro la familia, el trabajo, los estudios y básicamente cualquier relaciónsocial. Dada la importancia de las relaciones sociales para la salud y el bienestar,las consecuencias son enormes. Incluso la mera percepción de aislamiento social seasocia a una disminución del funcionamiento cognitivo.

En la sociedad contemporánea, una de las situaciones más frecuentes ypeligrosas en las que un individuo puede manifestar su energía negativa es en lacarretera. Aproximadamente una tercera parte de los norteamericanos admite que haexperimentado agresividad al volante: chillar, gesticular a los ocupantes de otrosvehículos o conducir de forma agresiva. Estos incidentes suelen ocurrir cuando hayuna gran densidad de tráfico, y son más habituales después de varias horas deconducción. Sin duda, los incidentes se ven favorecidos por el estrés, la frustración yla fatiga.

La naturaleza podría ser una vacuna para la violencia y la agresividad en lacarretera. Un estudio de 2003 demostró que la cantidad de vegetación en losmárgenes de una autopista puede ayudar a mitigar la frustración de los conductores.De nuevo, se fatigó cognitivamente a los voluntarios con problemas mentales antesde que procedieran a conducir en un simulador, en el que la única variable que semodificó fue la vegetación al lado de la calzada. Los participantes presentaron unumbral de frustración mucho más alto tras «conducir» por carreteras con vegetaciónabundante a la vista. Tras la conducción simulada, los participantes tuvieron queresponder a un problema mental complejo. Curiosamente, los que «condujeron» enlas vías con vegetación intentaron buscar la solución al problema mental durantemucho más tiempo que los que habían «conducido» por zonas edificadas. Este es elquid de la fatiga mental: aparece la frustración y el individuo abandona lo que estáhaciendo; ya no se siente motivado o motivada para lograr su objetivo. Este hallazgofue esencialmente una validación cognitiva de la menor frustración entre estosparticipantes. Una menor fatiga en la carretera se traduce en mayor agudeza mental ytolerancia hacia los demás.

La impulsividad es la tendencia a realizar una acción sin haberlo pensadoantes, y a menudo se debe a un déficit en los canales inhibitorios del cerebro. Seríacomo la escena de una película de acción de los años ochenta: un coche desciendepor una carretera de montaña llena de curvas mientras el conductor acciona

frenéticamente el pedal del freno, pero no ocurre nada… los cables están cortados.Cuando estamos fatigados mentalmente, los frenos, o centros inhibidores del cerebro,están exhaustos y no mantienen a raya la impulsividad. Cuando somos impulsivoshacemos elecciones arriesgadas y buscamos gratificaciones inmediatas sinconsiderar las recompensas y los objetivos a largo plazo. La impulsividad puedeinfluir en la elección de alimentos y en las compras (y también en el saldo de nuestratarjeta de crédito); a un extremo más peligroso, se asocia a adicción, suicidio yviolencia. La tendencia a cometer acciones impulsivas impide realizar cambiossaludables en nuestro estilo de vida, pese a tener la mejor de las intenciones.

Parece que la naturaleza puede reparar el cable de freno y ofrecer el líquidonecesario para mantener a raya la ira y la impulsividad. La investigación hademostrado que:

• visualizar imágenes con abundante vegetación (independientemente de si se tratade un entorno rural o urbano) se asocia a un mejor nivel percibido de ira;

• contemplar un entorno natural de cierta importancia desde las ventanas de unedificio de apartamentos se asocia a un mayor nivel de autocontrol (menorimpulsividad);

• contemplar un paisaje natural por la ventana ejerció un gran impacto en niñaspequeñas (con una media de 9 años): estuvieron más dispuestas a abandonargratificaciones inmediatas para lograr beneficios a largo plazo, obtuvieronmejores resultados en tareas que exigían concentración y mejores puntuacionesen la inhibición de impulsos.

Expediente de la doctora SelhubAlex, un estudiante de tercero de carrera, era un «manojo de nervios», según su madre. Al ver que la medicaciónpara tratar el TDAH empeoraba la situación, no sabía qué hacer, por lo que decidió acudir a mi consulta en buscade ayuda. Me comentó que Alex era totalmente incapaz de concentrarse y faltaba a clase, ya que pasaba la mayorparte del día durmiendo o jugando con su consola. Alex, por su parte, dijo que era «adicto» a los videojuegosporque le resultaba más fácil concentrarse en la pantalla que enfrentarse a la ansiedad que experimentaba cuandopensaba en los trabajos y deberes que tenía que hacer. En el primer y segundo año de universidad sacó buenasnotas, la mayoría notables. Pero en tercero, casi no llegaba ni al aprobado. A mí me interesaba averiguar qué habíacambiado entre segundo y tercero, ya que según Alex las asignaturas no eran necesariamente más difíciles.

Al final de segundo, ocurrieron dos cosas: rompió con su novia de toda la vida y le regalaron una Xbox para sucumpleaños. Al principio, la consola le levantó el ánimo y le permitió evadirse de sus problemas. Ya no quedabacon sus amigos e incluso dejó de salir de casa. No recordaba la última vez que se lo había pasado bien con otraspersonas y experimentaba fobia social con solo pensarlo.

Le pedí que recordara un episodio feliz en contacto con la naturaleza, no necesariamente acompañado, quizáshaciendo deporte. Sin pensárselo dos veces, respondió: «Cuando esquío o practico senderismo en la montaña».

«¿Qué te parecería que te recetara una excursión de 15 minutos diarios para empezar?», le pregunté.

Alex se puso a reír, pero luego se puso serio y estuvo de acuerdo con el plan.

Empezó con una excursión de 15 minutos diarios, y en los meses siguientes comprobó que dedicaba más tiempo alesquí y al senderismo y menos a jugar con la Xbox. Cuando la ansiedad y la sensación de agobio empezaron adisminuir, consiguió concentrarse en sus estudios. Le seguía gustando jugar con la Xbox, pero se dio cuenta de quepodía compartir esta actividad con sus amigos, lo que le ayudó a superar la fobia social.

PLANTAS DE INTERIOR Y COGNICIÓNEn los años ochenta los investigadores empezaron a acumular datos que indicabanque el afecto positivo (es decir, la forma en que uno se siente en un momentodeterminado) podía tener una influencia beneficiosa en la organización cognitiva. Enconcreto, demostraron que los breves períodos de afecto positivo (inducido pormedios simples, como un pequeño regalo, una película de humor durante cincominutos, un juego de asociación de palabras con palabras positivas o un refrigeriocon zumo de frutas y galletas) incrementaban la capacidad individual para visualizarconexiones o interrelaciones entre objetos, y fomentaban la creatividad. Un buenestado de ánimo nos permite ver los pros y los contras de una situación determinaday responder favorablemente a nuevos retos e información, mientras que la tristeza, laansiedad y la ira disminuyen nuestra capacidad para superar obstáculos.

Los primeros estudios formales que asociaban rendimiento laboral y plantas deinterior se realizaron en Japón. Dos investigaciones independientes demostraron quela presencia de macetas junto al ordenador reducía la tensión visual y la fatiga delusuario. Después de estos primeros estudios, investigadores norteamericanosinformaron que la mera presencia de plantas mejoraba la productividad y el tiempode reacción entre adultos que realizaban una tarea informática que requeríaconcentración visual, procesamiento mental y destreza manual. Inmediatamentedespués del test de ordenador, se pidió a los participantes que puntuaran el nivel deatención que habían experimentado: los que habían ocupado la oficina con unapequeña selección de plantas indicaron que habían tenido un nivel de atenciónsignificativamente mayor que sus compañeros. En un estudio parecido,investigadores de la Universidad de Illinois manipularon la sala en la que iban arealizar el ensayo: sin vegetación, con una pequeña cantidad de plantas (diez entotal), o con un exuberante entorno de veintidós plantas (casi el 20% de toda laoficina). Los participantes realizaron una serie de tareas productivas en uno de lostres entornos, tras las cuales tuvieron que responder a un cuestionario subjetivo.Aunque los participantes que ocuparon la oficina con más vegetación informaron quehabían experimentado un mayor grado de confort y atracción por el entorno, tambiénobtuvieron la productividad más baja, peor que la de las personas que ocupaban elespacio sin plantas, lo que indica que una oficina no puede transformarse en unbosque tropical (¡parece que los participantes se sentían demasiado cómodos paraponerse a trabajar!). En la oficina con vegetación moderada, se produjo un equilibrioentre estado de ánimo y rendimiento.

Una investigación más reciente subraya el valor de tener algunas plantas en elpuesto de trabajo. Aquí, los investigadores compararon una oficina sin vegetacióncon otra en la que se habían añadido solamente cuatro plantas (dos pequeñas plantas

con flores en el alféizar de la ventana, una planta de 30 cm sobre la mesa y otra depoco más de un metro en el suelo). Se pidió a los participantes que realizarancomplejos ejercicios memorísticos y de corrección. Los que ocuparon la oficina conplantas presentaron una mejora en la ejecución de tareas entre la evaluación inicial yla realizada al cabo de 10 minutos. Por otro lado, un estudio realizado en Japónasoció la presencia de una gramínea de 1,2 m con una mejora del estado de ánimo ydel nivel de ejecución de tareas entre mujeres que realizaron una actividad diseñadapara evaluar su creatividad.

Se ha demostrado, asimismo, que las plantas de interior mejoran el aprendizajesubjetivo, el comportamiento y la salud en entornos académicos, especialmente enaulas sin un número adecuado de ventanas. Y en el mismo momento en que este libroentra en imprenta, investigadores de la Universidad Tecnológica de Sídney(Australia) han confirmado que las plantas de interior en el aula pueden marcar unadiferencia significativa en los resultados académicos de los alumnos más jóvenes.Concretamente, colocaron tres plantas en la mitad de las aulas de primaria de tresescuelas del distrito de Brisbane. Participaron en el estudio más de 350 estudiantes,que realizaron exámenes académicos estandarizados antes de instalarlas yposteriormente, al cabo de seis semanas de que las plantas se colocaran en las aulasseleccionadas. Se detectaron mejoras significativas en matemáticas, ortografía yciencias en los estudiantes que ocuparon las aulas con plantas. La mejora se cifró enun 10-14%, lo que supone una diferencia significativa —los pedagogos consideranque cualquier cambio positivo de un 10%, o más, es un indicador significativo delprogreso del alumno.

Obviamente, unas cuantas macetas no van a aumentar el número de alumnossuperdotados; somos conscientes de sus limitaciones. Sin embargo, no podemosignorar el potencial cognitivo que tienen las plantas en un entorno escolar y laboralcada vez más competitivo. Según las investigaciones realizadas hasta la fecha, si lanaturaleza, incluso en forma de plantas con macetas en el lugar de trabajo, puedepromover un pequeño grado de felicidad y reducir el estrés, vale la pena investigar einvertir en ella, más allá del puro placer estético.

EL FUTURO DE LA NATURALEZA Y LA COGNICIÓNAunque la naturaleza parece beneficiar significativamente la cognición, lasconsecuencias a largo plazo para el cerebro parecen ser incluso más importantes. Elespacio verde es sin duda un buen medio para mejorar la actitud mental y reducir lacarga de estrés en nuestro organismo, y, como tal, el hecho de mantener el cerebro lomás activo posible durante el proceso de envejecimiento ejercerá beneficios a largoplazo. La depresión y el estrés de baja intensidad son una fuerza corrosiva, unaespecie de óxido que ataca las células cerebrales y acelera el ritmo normal deenvejecimiento en el cerebro. La naturaleza, por otro lado, tiene el potencial defomentar el crecimiento y la reestructuración continuada de las células cerebrales alo largo de toda la vida, y mejorar así la llamada «plasticidad cerebral».

Este es el futuro de la investigación que asocia la naturaleza a la cognición:demostrar que el tiempo que se pasa en contacto con la naturaleza puede influir en laproducción de las sustancias que se encargan de mantener la salud cognitiva a lolargo del proceso de envejecimiento. Por lo menos un estudio ya ha demostrado quepasear por el bosque (en comparación con los paseos por un entorno urbano) seasocia a un aumento significativo de un neuroesteroide, la dehidroepiandrosterona(DHEA). Se trata de un hallazgo de suma importancia, porque la DHEA disminuyecon la edad y se ha demostrado que su administración mejora el rendimientocognitivo en adultos. La DHEA favorece la producción de otras substancias —o laproducción de factor de crecimiento nervioso— y conserva la agudeza cognitivadurante el proceso de envejecimiento. Los adultos sanos con mayor nivel de factoresde crecimiento nervioso en el cerebro son más resistentes al deterioro cognitivo. Ladisminución de los niveles de DHEA en adultos se ha asociado al estilo de vidaoccidental. Puesto que el cortisol interfiere en la producción de DHEA, no essorprendente la asociación entre un menor nivel de DHEA y un mayor nivel de estrésy ansiedad a lo largo del proceso de envejecimiento.

El estrés de la vida urbana no se lleva bien con la salud cognitiva. En 2006 lagerontóloga doctora Martha Sánchez Rodríguez publicó un artículo en Life Sciencesen el que afirmaba que vivir en una ciudad era un factor de riesgo cinco veces mayorque vivir en el campo, para el deterioro cognitivo que se producía durante elproceso de envejecimiento. En concreto, cuando su equipo comparó grupos deurbanitas sanos y bien alimentados de sesenta a ochenta años con sus equivalentesrurales, encontró que los residentes rurales obtenían mejores puntuaciones en los testmentales utilizados para evaluar el desgaste cognitivo y el deterioro cognitivoclínicamente relevante durante el proceso de envejecimiento. También detectó quelos residentes urbanos presentaban un mayor nivel de marcadores de estrés oxidativoen sangre, lo que en gran medida se asociaba al deterioro cognitivo. El estrésoxidativo, tal como se ha afirmado anteriormente, es una fuerza corrosiva en elcerebro, que opera a la par con el estrés psicológico. Sigue sin saberse hasta quépunto los parques, jardines y bosques urbanos pueden ayudar a amortiguar eldeterioro cognitivo asociado a la edad. Sin embargo, hasta el momento todo indicaque la naturaleza, probablemente con mayor eficacia que los videojuegos deentrenamiento mental, puede mitigar el deterioro cognitivo en entornos urbanos.

Hay algo en el aire: elementos específicos de la naturaleza para elcerebro

La fragancia con la que uno es agasajado al adentrarse en el bosque tiene su origen, como la música, enmiles de fuentes difíciles de localizar […]. El aire vibra con una infinidad de voces que no podemosdistinguir. Así respiramos también las perfumadas violetas, la resina de los pinos y el especiado olor de losabetos, el aroma intenso y estimulante de las majestuosas ciénagas en las que habitan miles de hierbas…

John Muir

Aunque, como se ha visto en los capítulos precedentes, está claro que la naturalezaresulta beneficiosa para la actitud psicológica y la fisiología interna del estrés, loscientíficos siempre se han sentido atraídos por investigar sus efectos desde un puntode vista micro. Simplemente visualizando el efecto de los paisajes naturales en unaresonancia magnética pueden explicarse los cambios en el sentido de la vista; sinembargo, la verdadera inmersión en la naturaleza es una experiencia que puedeestimular todos los sentidos. Los científicos no se han limitado a aceptar sin más laasociación medioambiental entre la naturaleza visual y la actividad del cerebro. A lolargo de los años han intentando profundizar en esta cuestión para determinar siexisten elementos específicos de la naturaleza que influyen en las emociones y lafisiología, y han determinado que, más allá de la estética y de las percepcionesvisuales de la belleza, la naturaleza puede estimular efectivamente nuestros sentidosmediante unas variables determinadas, entre las que se encuentran las sustanciasaromáticas derivadas de las plantas, la luz y los colores naturales, varios sonidos ylas moléculas de carga negativa llamadas «iones negativos».

A medida que la población se desplaza hacia las ciudades, vale la penainvestigar con mayor detalle cómo podemos controlar algunos de los elementosnaturales más poderosos, especialmente para mitigar el estrés de la vidacontemporánea. No siempre es fácil huir de la artificialidad urbana y salir a pasearpara disfrutar de un baño de bosque. Una pequeña dosis de un elemento naturalpuede proporcionar tranquilidad inmediata cuando el estrés y la tensión van increscendo. Al intentar resolver el enigma científico de nuestra relación innata con lanaturaleza, los resultados de las investigaciones más reduccionistas están poniendode relieve nuestras múltiples conexiones con los aspectos más insignificantes delmundo natural.

LOS AROMAS DE LA NATURALEZAEn los últimos años, los científicos han realizado asombrosos descubrimientos sobre

el efecto de varios fármacos administrados por vía nasal, entre los que se cuentan lashormonas, las vacunas y los complejos que contienen una pequeña dosis de péptidos.Ahora se ha descubierto que la nariz es una vía potencial de entrada al cerebro parauna mayor variedad de sustancias de lo que se pensaba hasta el momento. Porincreíble que parezca, las sustancias administradas por vía nasal, incluyendo lasemanaciones de las plantas, son capaces de llegar al cerebro y luego introducirse enla circulación sanguínea.

La naturaleza proporciona una increíble cantidad de sustancias olfativas queparece que actúan sinérgicamente, de tal modo que equilibran la actitud mental yfacilitan la atención no forzada hacia el entorno. Es normal que apreciemos el olorde las flores, pero, aunque un árbol de una especie determinada pueda desprenderuna docena de sustancias aromáticas, el sentido del olfato no suele detectarlas. Peroque no sean detectadas por el olfato no significa que no afecten a la salud. El términoque engloba a estos agentes aromáticos es el de «fitoncidas». Algunos de estoscomponentes tienen propiedades estimulantes, mientras que otros, más bien producenun efecto sedante, por lo que participar en un baño de bosque (shinrin-yoku) nosexpone a toda la constelación de sustancias aromáticas que pueden estimular yrelajar el cerebro. Estudios experimentales han demostrado que los fitoncidas quedesprenden los árboles pueden disminuir la producción de la hormona del estrés,reducir la ansiedad e incrementar el umbral del dolor, mientras que inhalarsustancias aromáticas incrementa el sistema antioxidante de defensa en el organismo.También se ha demostrado la asociación entre un mayor nivel de fitoncidas en el airey una mejora de la función inmune. En concreto, un alto nivel de fitoncidas generauna mayor producción de proteínas anticancerígenas en la sangre, así como altosniveles de linfocitos pertenecientes al sistema inmunitario, las llamadas célulasasesinas naturales (células NK). Cuando estamos expuestos a los virus (por ejemplo,gripe, resfriado común) y otros agentes infecciosos, las células NK se encargan deprotegernos. En efecto, los adultos que presentan una mayor actividad NK se resfríancon menos frecuencia. El doctor Qing Li de la Facultad Nipona de Medicina deTokio ha llevado a cabo un estudio revolucionario. Ha demostrado que los días enque las habitaciones de hotel se vaporizaron con fitoncidas aromáticos (derivados delos cipreses Hinoki japoneses), los participantes del estudio presentaron un nivelmás bajo de hormona del estrés y una mayor actividad NK que los días de control.Las personas que viajan por negocios y los que se desplazan a otra ciudad paramantener una entrevista de trabajo o realizar una presentación pueden entender laimportancia de estos hallazgos. Además, el equipo de Li ha demostrado que unaexcursión de fin de semana dedicada al shinrin-yoku (andar 2,4 km dos veces al día)mejora la actividad de las células NK no solo durante un día o dos; en comparacióncon los que pasearon en un entorno urbano durante el fin de semana de control, laactividad NK se mantuvo elevada durante un mes. Incluso una excursión de un díapara disfrutar de un baño de bosque (en un bosque situado en una zona residencial alnorte de Tokio) mejoró la actividad NK, con diferencias significativas encomparación con las mediciones realizadas al inicio, que se prolongaron durante una

semana. Los árboles y las plantas secretan sustancias aromáticas que afectan anuestra cognición, estado mental e incluso inmunidad de un modo que en laactualidad solo estamos empezando a comprender. Aislar los aromas que favorecenel bienestar nos permite diseñar tratamientos más idóneos y adecuados al mundoreal, más allá de los participantes en un estudio. De nuevo, la ciencia corrobora algoque nuestros antepasados parece que ya sabían.

Partículas aromáticas suspendidas en el aireDurante por lo menos 4000 años los extractos de plantas aromáticas —resinasderivadas de la madera y las flores, savias, aceites— han sido sustancias apreciadasy utilizadas para una gran variedad de fines medicinales, religiosos, alimenticios yceremoniales. Los médicos de la antigua Grecia reconocieron que el aroma deciertas plantas tendía a ser estimulante, mientras que aseguraron que la inhalación deciertos aceites vegetales solía ejercer un efecto sedante. Los antiguos utilizabansustancias vegetales aromáticas con fines ceremoniales; la fragancia estimulaba lossentidos de los participantes y mejoraba su relajación y agudeza mental, de formaque vivían con más intensidad el presente.

Aunque en algún momento se haya asociado a bolas de cristal y capas negrasadornadas con medias lunas y estrellas, la aromaterapia y su aplicación a lacognición humana están siendo cada vez más respetadas por la comunidad científica.Las amplias revisiones de datos existentes sobre esta disciplina demuestran que enestudios controlados de carácter aleatorio sobre la ansiedad y la depresión, laaromaterapia fue segura y bien tolerada, y los individuos indicaron una reducciónsignificativa de los síntomas. Estudios experimentales han demostrado que el vaporde aceites vegetales incrementa la producción de ácido gamma aminobutírico(GABA), que actúa como relajante natural en el cerebro a la vez que estimula lafunción reguladora del estado de ánimo de la serotonina.

Algunos de los estudios más interesantes sobre la aromaterapia ponen derelieve la forma en que los agentes aromáticos influyen en el cerebro: algunos comoel aceite de romero y limón poseen un efecto estimulante; otros, como el aceite delavanda y rosa son más bien sedantes. Mientras que pasear por el bosque puede ser ala vez estimulante y relajante gracias a la combinación natural de aromas vegetales,la aromaterapia ofrece la oportunidad de afinar sus beneficios seleccionando losaromas vegetales más adecuados a cada uno. Por ejemplo, un estudio británico de2002 demostró que los trabajadores que ocupaban cubículos aromatizados conromero tenían mejor memoria que sus colegas que trabajaban en cubículos noaromatizados o aromatizados con lavanda. De hecho, los trabajadores de losdespachos aromatizados con lavanda presentaron una menor memoria de trabajo ypeores resultados en tareas basadas en la atención que los que ocupaban loscubículos sin aromatizar. Los trabajadores que desean subir en el escalafón haríanbien en evitar la lavanda hasta salir del trabajo, cuando pueden usarla paradesconectar.

Investigadores de la Universidad Jesuita de Wheeling han realizado numerososestudios en el ámbito de las sustancias aromáticas naturales. Han documentado quela menta mejora la ejecución física y mental. Al inhalar una pequeña cantidad dementa, los sujetos del estudio mejoraron la velocidad, la precisión y la ortografía alescribir a máquina. También mejoraron la atención y las tareas memorísticas ymostraron una menor fatiga que los individuos que inhalaron aromas de canela ojazmín, o que no inhalaron ningún aroma. El mismo equipo de investigacióndescubrió que la aromaterapia con menta y canela puede disminuir la agresividad alvolante. En este experimento, los investigadores demostraron que pasar muchashoras conduciendo provocaba un aumento de la ira, la fatiga y las percepciones deexigencia física, además de mermar la energía vital. La combinación de menta ycanela disminuyó la frustración del conductor e incrementó su estado de alerta; lamenta, por sí sola, rebajó los niveles de ansiedad relacionados con la conducciónprolongada. Curiosamente, el aroma de comida rápida y bollería, frecuentescompañeros de viaje de los norteamericanos, agravaron la frustración de losconductores e incrementaron su tendencia a conducir más deprisa.

En un estudio publicado en el International Journal of Psychophysiology en2005, los investigadores de la Universidad de Coventry (Reino Unido) hallaron queel jazmín promovía la calidad del sueño e incrementaba la atención a la mañanasiguiente. Durante el estudio realizado durante tres noches, los investigadoresexpusieron a un grupo de estudiantes a tres condiciones: aroma de jazmín, aroma delavanda o ningún aroma. En concreto, aromatizaron las habitaciones de losestudiantes con lavanda o jazmín a un nivel prácticamente indetectable para lamayoría. El jazmín, además de reducir la frecuencia de movimientos durante elsueño, permitió a los estudiantes levantarse con una menor sensación denerviosismo. Los estudiantes que ocupaban la habitación con aroma de jazmínobtuvieron mejores resultados en los test cognitivos realizados a la mañanasiguiente. (También se obtuvieron buenos resultados con lavanda, pero sin llegar aser tan óptimos como los obtenidos con jazmín.) Un estudio realizado mediantesofisticadas imágenes de resonancia magnética funcional (RMf) ha demostrado queincluso sin instrucciones específicas para evaluar la intensidad y el grado deafinidad, niveles mínimos de aroma de jazmín pueden aumentar la actividad en laszonas que rigen la atención.

La investigación demuestra que una cantidad minúscula de estas sustanciasaromáticas puede tener efectos beneficiosos para la salud. En realidad, en el caso dela aromaterapia, menos parece que es más. Por ejemplo, investigadores japoneseshan informado que un bajo nivel de aroma de jazmín puede aplacar un sistemanervioso simpático hiperactivo. Pero los participantes que manifestaron que no lesgustaba el jazmín al principio del estudio, presentaron una mayor actividad en estarama del sistema nervioso al estar expuestos a altos niveles de aroma de esta planta.

LAS PLANTAS COMO ASPIRADOR

Del mismo modo que la naturaleza está repleta de sustancias aromáticas, losproductos químicos artificiales se arremolinan a nuestro alrededor en las zonasurbanas, y contaminan la atmosfera. Y tan cierto es que la inhalación de una cantidadinsignificante de aromas vegetales puede afectar al cerebro como que puedenafectarlo productos químicos artificiales. Sin embargo, los productos químicos y losolores excesivamente desagradables poseen una influencia negativa en la saludcognitiva y emocional. La exposición a contaminantes suspendidos en el aire enentornos residenciales o laborales se ha asociado a ansiedad, depresión, autismo,agresividad, irritabilidad, dolor, fatiga, frustración, deterioro cognitivo a corto ylargo plazo, un menor altruismo y un descenso global de la actitud solícita para conlos demás. Los contaminantes ambientales pueden poner en marcha una cascada deinflamación de baja intensidad y se han asociado recientemente a diabetes tipo II,enfermedades cardiovasculares y obesidad. En este caso, solo nos referimos a lasfuentes obvias de contaminación ambiental, desde las industrias hasta el tráfico.Otros productos químicos que emiten los materiales de construcción y el contenidode los edificios, desde mobiliario hasta aparatos electrónicos, alfombras, pintura,productos de limpieza, pavimento de vinilo, falsa madera, plástico y ambientadores,también tienen consecuencias perjudiciales. Estudios recientes demuestran que elaire de los interiores urbanos contiene sustancias químicas volátiles, especialmentebenzol y formaldehído, a niveles que están por encima de las directrices establecidaspor los expertos.

Se ha demostrado que los ordenadores que tenemos en casa y en la oficinaaumentan significativamente los niveles de tolueno, 2-etil hexanol, formaldehído yestireno, entre otros productos químicos potencialmente nocivos. En un estudio de2004, investigadores de la Universidad Politécnica de Dinamarca compraron seisordenadores nuevos y los mantuvieron en funcionamiento durante quinientas horas.Tres semanas más tarde colocaron los ordenadores detrás de una mampara ypidieron a una serie de adultos sanos que realizaran tareas cognitivas situándosealeatoriamente en una de dos salas idénticas sin ser conscientes de la presencia o laausencia de media docena de ordenadores detrás de la mampara. Mientras tanto, losinvestigadores midieron la calidad del aire de la estancia manteniendo constantes latemperatura, la iluminación, la humedad, el nivel de ruido y la circulación del aire.Los resultados de los test cognitivos demostraron un menor rendimiento y un aumentode errores en los que realizaron el cuestionario en la sala en que se habían escondidolos ordenadores. La cantidad de sustancias químicas volátiles en el ambiente erasignificativamente más elevada en la habitación con ordenadores relativamentenuevos. Los resultados corroboraron los de otro estudio similar en que la malacalidad del aire, debido a una alfombra escondida que contenía fibra de poliamida,disminuyó la calidad en la ejecución de tareas de oficina en una serie de testcognitivos aleatorios.

También en este caso, las plantas pueden ser la solución, ya que actúan comouna especie de aspirador ambiental. Aunque la mayoría de la gente comprende quelas plantas y los árboles nos proporcionan el oxígeno que necesitamos, tiende a

subestimarse el papel de la naturaleza como factor de higiene. A finales de los añossesenta y principios de los setenta, los investigadores publicaron varios artículos enlos que se demostraba que ciertos árboles y algunas plantas (las petunias, porejemplo) no solo eran más resistentes frente a la polución, sino que eran capaces dereducir significativamente el nivel de contaminantes ambientales. Científicos comoPaul E. Waggoner tomaron nota del gran potencial de las plantas, y de los árboles enparticular, para purificar el aire contaminado en entornos metropolitanos. En lasdécadas siguientes se ha demostrado que tenía razón: las plantas son muy capaces demanejar sustancias medioambientales, metabolizándolas y transportándolas a zonasen que la subsiguiente acción bacteriana puede hacerlas menos nocivas.

En los años ochenta, poco tiempo después de que los científicosmedioambientales establecieran que varios árboles y plantas podían ser la solución ala contaminación, y tras haber descubierto unos 107 productos químicos volátiles enel aire del Skylab, los científicos de la NASA empezaron a interesarse por lacapacidad purificadora de las plantas. El grupo de la NASA utilizó sus propiedadespurificadoras para conseguir que los astronautas no contrajeran enfermedadesmientras vivían y trabajaban en espacios reducidos construidos con materialessintéticos. Antes de la instalación de macetas con plantas de interior, los materialescontenidos en las instalaciones en que se realizaban las pruebas emitían una grancantidad de substancias químicas volátiles, y los astronautas presentabanfrecuentemente enfermedades. Al poner plantas se eliminaron rápidamente estassustancias del aire y disminuyó la típica irritación respiratoria y ocular.

Desde los primeros informes de la NASA, numerosos estudios publicados enrevistas científicas han demostrado que varias plantas pueden provocar unareducción masiva en la cantidad de sustancias químicas volátiles en las oficinas yotros espacios cerrados. En efecto, las plantas con macetas utilizadas en variasinvestigaciones redujeron los contaminantes interiores en un 75% o más. Dado quelos urbanitas pasan el 90% de su tiempo en espacios cerrados, estos estudios tienengrandes implicaciones para la salud y el bienestar. Sin embargo, esto no significaque debamos abusar de los árboles y las plantas utilizando su capacidad deabsorción como excusa para verter más productos químicos sintéticos en el aire. Quelas plantas puedan absorber la contaminación para nuestro bien —más de 700 000toneladas al año en Estados Unidos—, no significa que tengan que hacerlo.

Depresión, un mundo gris e inodoroCuando se pregunta a los pacientes con depresión cuál es su color favorito, en general optan, como la mayoría deadultos sanos, por el azul tirando a claro. Sin embargo, tras examinar 38 opciones de color, las personas condepresión tienen más probabilidades de asociar su estado de ánimo a tres tonalidades de gris. En comparación conlos adultos sanos, el doble de personas con depresión hace corresponder su estado de ánimo con un color. A lospacientes deprimidos les gusta el azul pero identifican su sufrimiento con el gris.

Un estudio publicado en 2010 en Biological Psychiatry explica la causa: los pacientes con depresión tienendificultades para discernir el contraste entre blanco y negro: las cosas se ven literalmente más grises, y cuanto másgrave es la depresión, más difícil resulta percibir el contraste. Por otro lado, las investigaciones demuestran que los

pacientes con depresión tienen bulbos olfatorios (responsables del olfato) más pequeños y una menor capacidadpara detectar fragancias en el aire, por lo que está claro que perciben el mundo de otra manera. Otros estudios hanasociado el deterioro en el procesamiento olfativo, y otra información sensorial, a la ansiedad y el TDAH. Estoshallazgos ponen de relieve la necesidad de realizar una terapia natural adicional para tratar la depresión. Enrealidad, las personas que padecen depresión tienen una mayor necesidad de inmersión en factores relacionadoscon la naturaleza: luz natural, colores y fragancias aromáticas.

FALTA DE LUZ NATURAL Y EXCESO DE LUZ ARTIFICIALEl tiempo lo es todo y en el caso de la relación del hombre con los aspectos novisuales de la luz, es aún más cierto. La luz es mucho más que un simple instrumentopara la vista. Al llegar a la retina, se ponen en marcha una serie de sucesosbiofísicos sin relación con la visión. La interacción entre la luz ambiental y lascélulas fotosensibles de la retina es primordial y puede afectar al sueño, lavigilancia, el estado de ánimo y la ejecución cognitiva. Durante unos dos millones deaños los seres humanos han disfrutado de un suministro estable de luz natural porparte del sol, y la transición de la luz del día a la oscuridad de la noche era laprincipal señal ambiental para el ciclo cerebral de 24 horas de vigilia y sueño.

La luz natural en el espectro visible mejora el rendimiento cognitivo durante eldía, y el repliegue de la luz en la transición del atardecer a la oscuridad de la nocheprovoca un declive en el rendimiento mental y un mayor deseo de irse a dormir. Eldescubrimiento de la electricidad y la invención de la bombilla nos dieron laoportunidad de alargar el día e iluminar el cielo. Permanecer despiertos hasta altashoras de la noche se convirtió en la norma y no en la excepción. Actualmente, más dela mitad de la población mundial vive bajo un cielo nocturno mucho más iluminadoque cuando es luna llena. Mientras que un 20% de la mano de obra que vive en lasciudades trabaja de noche, un porcentaje mucho mayor de personas está en casa,técnicamente en horas de descanso, desgastándose la retina frente a la pantalla. Losmonitores de ordenador y las televisiones de plasma pueden emitir una luz muybrillante; en realidad las televisiones de pantalla plana pueden ser 20 veces másbrillantes que una bombilla de 60 vatios.

En contraste con nuestras noches inundadas de luz, pasamos el día en entornosque a menudo carecen de luz natural. En efecto, el uso de iluminación artificial nosayuda a pasar el día, pero no recibimos la cantidad adecuada de luz visible que lanaturaleza nos ofrece para mejorar nuestras capacidades cognitivas y estar de mejorhumor. La iluminación artificial del típico cubículo de oficina es cien veces menorque la luz que proporciona el sol en un mediodía de invierno. Para los trabajadoresque están durante toda la jornada laboral sentados a una mesa en los cortos días deinvierno, especialmente en latitudes septentrionales, la falta de luz natural puedecontribuir a la melancolía. Resulta que nuestra forma de distribuir el tiempo es locontrario de lo que debería ser; prescindimos de nuestra ración diaria de luz natural,especialmente durante los meses de invierno, y unas horas más tarde iluminamosnuestra retina en un momento en que la oscuridad de la naturaleza nos obligaría areplegarnos en nosotros mismos.

La conexión entre oscuridad y sueño, moderada a través de la melatonina, estámuy arraigada en el ser humano. La producción de melatonina se inhibe con la luz yse incrementa con la oscuridad, aumentando desde media tarde hasta la puesta de solcuando la luz empieza a menguar. La secreción de melatonina y su nivel plasmáticoalcanzan su índice máximo entre las dos y las cuatro de la madrugada, unas veinteveces más que durante el día. Algunos estudios han demostrado que no es solo lailuminación nocturna lo que afecta negativamente a la producción de melatonina: laspantallas planas de televisores y ordenadores presumen de ser sumamente brillantes,y sus 400 a 1000 lux pueden provocar un descenso brusco en la producción normalde esta sustancia. Una simple exposición de 30 minutos a una iluminación de 400 lux,o dos horas de 300 lux, puede reducir significativamente los niveles nocturnos demelatonina. Podríamos pensar que las bombillas de 60 vatios que utilizamos paraleer, o incluso los quinqués de aceite, las velas y el fuego del hogar utilizado pornuestros antepasados, eran tan nocivos o más. Pero no. Todos ellos producen unailuminación de entre 20 y 60 lux, y tienen pocos efectos en la producción demelatonina.

La iluminación nocturna tiene graves consecuencias. Recientes estudiosexperimentales han demostrado que incluso los bajos niveles de luz durante la nochepueden reducir la plasticidad cerebral e interferir en las estructuras celulares delcerebro adulto normal. Y las consecuencias sobre la salud, en combinación con lainterrupción de la producción normal de melatonina, incluyen asociaciones coninsomnio, déficits inmunes, trastorno por déficit de atención, síndrome de intestinoirritable, fibromialgia y depresión. Los científicos están investigando activamente eluso de melatonina oral como agente terapéutico en muchos de estos trastornos.

La luz como agente terapéuticoHace siglos que los médicos defienden la exposición deliberada a la luz naturalcomo intervención terapéutica a los trastornos de salud mental. Hace 2000 años, losgalenos romanos no solo prescribían paseos terapéuticos por el jardín para aquellaspersonas aquejadas de una enfermedad mental, sino que también recomendaban quelos individuos que presentaban melancolía y problemas digestivos vivieran enespacios inundados de luz. A principios del siglo XX empezaron a acumularseinformes clínicos que asociaban una mejora de los síntomas de salud mental con laexposición a porciones de luz ultravioleta, infrarroja y visible del espectroelectromagnético. Los métodos clínicos para tratar a pacientes hospitalizadosinsistían en la instalación de ventanas orientadas al sur para maximizar la entrada deluz natural en las habitaciones. Sin embargo, a pesar de la popularización de lossolarios, las ventanas orientadas al sur y la fototerapia electromagnética, no existíauna clara explicación biológica sobre sus beneficios.

Hasta los años ochenta los investigadores no empezaron a conectar de formasistemática los bajos niveles de melatonina y la depresión. Las primerasinvestigaciones en este sentido se centraron en el uso de terapia con luz brillante en

personas que padecían trastorno afectivo estacional (TAE), especialmente sensiblesa la falta de luz natural de los cortos días de invierno. Desde que se hicieron esosprimeros estudios, se han acumulado miles de volúmenes de investigacionesinternacionales que corroboran estos hallazgos, y en 2002 un estudio realizado porun equipo australiano confirmó que la luz del sol desempeña un papel directo en laproducción de serotonina, una sustancia química que regula el estado de ánimo y quelas compañías farmacéuticas hace tiempo que intentan aumentar a través de Prozac yotros fármacos similares. En este caso, se demostró que el nivel de producción deserotonina estaba directamente relacionado con la duración diaria de la luz solar.

Ahora que los investigadores ya han establecido que la fototerapia reduce elTAE, han empezado a prestar atención a otras hipótesis, como la dosis y la longitudde onda apropiada. La radiación solar llega a la Tierra en forma de luz visible, y lasvariaciones relativamente leves en su longitud de onda dictan el color que vemos.Las últimas investigaciones sugieren que la porción azul del espectro de luz visible—la misma porción que muestra un mayor descenso relativo en invierno (encomparación con la mayor longitud de onda del rojo y el verde)— es la que ejercemayor influencia en el estado de ánimo. La iluminación artificial de las bombillastradicionales emite poca cantidad del espectro azul. Los estudios de intervenciónclínica que utilizan luz blanca azulada o luz azul (por ejemplo, goLITE BLU de mesao caja de luz portátil) sugieren que los trastornos del estado de ánimo puedenmejorar sin tener que pasar una o dos horas bajo una emisión de 2500 lux o un usointenso de 10 000 lux de los aparatos tradicionales. Por ejemplo, goLITE BLU daresultados a 1000 lux en tan solo 15 minutos de exposición durante los meses deinvierno. Los beneficios de la terapia de luz no pueden menospreciarse: los índicesde depresión se han reducido hasta en un 82%.

Dado el amplio potencial terapéutico de la melatonina oral y los beneficios deinundar nuestras células cerebrales con tan solo una ligera cantidad de serotonina,los investigadores han ido más allá del TAE para examinar otros problemasmentales y cognitivos. Recientes investigaciones han demostrado que la terapia deluz es útil para aliviar otras formas de depresión, trastornos alimentarios y ansiedad.Mientras que el TAE es relativamente raro, ya que solo afecta del 1 al 5 por cientode la población que vive en países septentrionales, es bastante habitual el cambioestacional en el estado de ánimo en la transición del otoño al invierno. Uno de cadados adultos experimenta un empeoramiento del estado de ánimo y de la actitudmental cuando se aproximan los días de invierno y se atrasa el reloj. De formasistemática, en el hemisferio correspondiente, durante los meses de invierno haymuchas más personas que teclean la palabra «depresión» en el cuadro de búsquedade Google. Analizando los datos de Google correspondientes a 54 localizacionesgeográficas durante cinco años, los investigadores hallaron que, independientementede la lengua, teclear la palabra «depresión» y pulsar el botón de búsqueda dependíade la estación del año y de la latitud. Durante el verano, los norteamericanos setomaron un respiro relativo respecto a la búsqueda de sitios web relacionados con ladepresión, mientras que precisamente en el mismo momento, los australianos volvían

a realizar un alto nivel de consultas sobre el tema. Esto pone de relieve que ladeficiencia lumínica puede ser un síndrome en sí mismo, un trastorno que afecta a unmayor porcentaje de población que el TAE. También sugiere que la terapia de luz, sise aplica en el momento adecuado y no a través de una pantalla plana de televisión alas diez de la noche, puede beneficiar a un grupo importante de personas que seencuentran al límite de cumplir los criterios para ser diagnosticados de estaafección.

La fototerapia (1000 lux) aplicada por la mañana puede mejorar elfuncionamiento cognitivo, la atención, la felicidad subjetiva, la ansiedad de bajaintensidad y el sueño en adultos sanos. Más específicamente, estudios recientes handemostrado de nuevo que la luz azul mejora ciertos aspectos cognitivos encomparación con las porciones verde, roja y violeta del espectro. Estudios con RMfhan demostrado que la porción azul del espectro puede activar zonas del cerebroasociadas a la atención y la memoria. En un estudio realizado en Gran Bretaña en2008, durante el invierno, se instaló una luz blanca enriquecida con azul en la plantade un edificio, mientras que en otra planta se instalaron tubos fluorescentes noenriquecidos con luz azul. Los cuestionarios distribuidos cuatro semanas más tardeentre cien empleados de la oficina revelaron que la luz azulada mejoró el estado deánimo, el rendimiento laboral, la atención, la irritabilidad y la fatiga al finalizar eldía. Los sujetos que ocuparon la planta enriquecida con luz azul también informaronque dormían mejor por la noche, lo que sugiere que habían eliminado la producciónde melatonina durante el día, aprovechando los beneficios de ejecución diurna sinponer en peligro el sueño (lo que no ocurre con las bebidas energéticas y el café). Adiferencia de los fluorescentes tradicionales, los que están enriquecidos con luz azulproporcionan la longitud de onda que necesitamos durante los meses de invierno, ypor suerte ya se pueden adquirir en todas partes (por ejemplo, Master TL5 ActiVivade Philips).

La iluminación utilizada en este estudio no era simplemente azul, sino todo elespectro visible de luz enriquecido con azul, por lo que también incluía la gama derojos y verdes. La luz completamente desprovista de rojo, naranja, amarillo y verdepuede afectar al funcionamiento del cerebro. Sofisticados estudios de diagnósticopor la imagen han demostrado que la exposición a la porción verde de luz visiblepuede desactivar determinadas regiones cerebrales. En 1903 la revista Medical Ageinformó que a los prisioneros rusos se les encerraba en habitaciones desprovistas delas porciones de rojo, naranja, amarillo y verde del espectro de luz visible. Era unaforma de tortura sin dolor físico. Tras un período prolongado, los prisioneros sesentían deprimidos y agotados desde el punto de vista cognitivo.

Luz azul y prevención del suicidoEn 1877, G. L. Ponza, director de un asilo mental de Alessandria (Italia), acaparó los principales titulares de laprensa internacional al informar de los primeros trabajos realizados con luces de colores y su influencia en suspacientes. Según Canada Lancet, «los resultados obtenidos con el uso de luces de color azul y rojo han sidoextraordinarios; el azul posee propiedades tranquilizantes y lleva a los pacientes a un estado de calma, mientras que

el rojo incita a la violencia». En concreto, se dijo que la luz azul producía efectos más profundos en las personascon niveles más elevados de agitación mental.

Al cabo de 125 años, en 2009, ejecutivos de una empresa ferroviaria del este de Japón instalaron lámparas LEDpor valor de 200 000 dólares en determinadas estaciones de tren de Tokio, en un intento por evitar el número desuicidios. Aunque ninguna investigación científica indica que la luz azul puede reducir los suicidios, estudioscontemporáneos sugieren que tiene efectos inmediatos en la comunicación de las células cerebrales, incluyendo lasque están implicadas en el miedo y la actitud relacionada con el miedo. La investigación demuestra que laspersonas que intentan suicidarse de forma violenta siguen procesos nocivos de toma de decisiones en el cerebro.La luz azul mejora temporalmente la cognición y aumenta la respuesta a los estímulos emocionales, y los estudiosde diagnóstico por la imagen indican que puede ser un revulsivo para todo el sistema. Para una personadesesperada y al borde del abismo, los cambios funcionales a que puede inducir la luz azul en el cerebro soncomparables al papel desempeñado por el desfibrilador en la reanimación del corazón durante una parada cardíaca.

Por qué necesitamos ventanasA pesar de los espectaculares avances en la terapia con luz artificial, no podemossubestimar un simple dispositivo para el que no se necesita electricidad: lasventanas. En efecto, las ventanas no solo ofrecen acceso visual al mundo exteriorsino que constituyen la entrada para el suministro terapéutico de luz solar. Amediados de primera década del siglo XIX quedó claro que el hecho de tenerventanas en las aulas, especialmente ventanas orientadas al sur, desempeñaba unimportante papel en la aceleración de los progresos académicos. En un artículopublicado en el Journal of Education for Ontario de 1869, el director de unaescuela, Newton Bateman, afirmó que «es un error habitual la falta de atención a losprincipios generales de la óptica al suministrar y distribuir la luz en edificiosescolares». Incluso con la introducción masiva de la iluminación artificial, la luznatural de las ventanas seguía siendo un factor importante en el entorno escolar, yhasta los años cincuenta del siglo XX, las escuelas aprovechaban en gran medida lailuminación solar. Sin embargo, a finales de los años sesenta y en los setenta, lacuestión se invirtió por culpa de la idea errónea y engañosa de que las ventanasderrochaban energía. Los rascacielos se taparon, las casas se llenaron de lámparasfluorescentes y los diseños cambiaron radicalmente. Los edificios sin ventanas seconvirtieron en la última tendencia.

Aunque el cristal vuelve a estar de moda, la escasa luz natural en muchos deestos equipamientos escolares sigue siendo una realidad, y el efecto nocivo persiste.Si queremos que nuestros hijos saquen buenas notas en el colegio, es necesario quetengan vistas a la naturaleza y que haya un punto de acceso para que el sol penetre enel edificio. En los últimos años se ha demostrado que las ventanas mejoran laconcentración de los alumnos, especialmente en los meses de invierno, cuando estánmenos expuestos a la luz natural. Una investigación realizada en 21 000 estudiantesde tres zonas geográficas (Seattle, en Washington; Fort Collins, en Colorado; yOrange County, en California) ha demostrado que los estudiantes que ocupaban aulascon grandes ventanales progresaban un 15% más rápido en matemáticas, y un 23%más rápido en lectura, que los estudiantes que ocupaban aulas con pocas ventanas.

La oficina es otro entorno en que las ventanas tienen una gran importancia. Seha demostrado que las personas que trabajan en espacios subterráneos y sin ventanasson más ansiosas y hostiles y están más deprimidas que las que ocupan oficinas conventanas. La felicidad se define como un estado en el que predominan lospensamientos positivos, y las personas que trabajan en espacios sin ventanas son másproclives a tener pensamientos negativos durante un día normal de trabajo. Siempreque se puedan controlar los reflejos y la temperatura, las ventanas son un recursomuy apreciado por los empleados; el hecho de subir en el escalafón y ocupar unaoficina con ventana significa mayor retribución económica, más responsabilidad ymucha más iluminación natural. Las investigaciones realizadas indican que losempleados cuyo lugar de trabajo está más cerca de la ventana se sienten mássatisfechos que los que ocupan el centro de la planta. El hecho de aumentar el nivelde luz natural en los puestos de trabajo se ha asociado a una mayor productividad enuna gran variedad de sectores industriales. Por supuesto, las ventanas facilitan lasvistas, ya sea de ladrillos o de espacios verdes. Las personas que trabajan en unaoficina prefieren una ventana de pequeñas dimensiones con una vista agradable queuna ventana grande con una vista no tan bonita, aunque siempre es preferible tenerventana. Si bien es obvio que contemplar la naturaleza mejora el estado de ánimo yel rendimiento cognitivo de los empleados, el hecho de dejar entrar el sol en uninterior se asocia a una mayor satisfacción laboral, bienestar e intención depermanecer en la empresa. Curiosamente, estos últimos descubrimientos van másallá de la iluminación per se. En otras palabras, no tienen nada que ver con laluminosidad; lo verdaderamente importante es dejar entrar la luz del sol.

En entornos sanitarios, las ventanas son la conexión con el mundo exterior. Ensus manuales de enfermería, Florence Nightingale se refiere a menudo a losbeneficios de la luz natural y al aire fresco que aportan las ventanas. En su opinión,tendría que haber como máximo dos camas por ventana, y los pacientes deberíanestar en una posición lo más elevada posible para poder ver el exterior. Y escribe:«Las persianas o contraventanas siempre pueden amortiguar la luminosidad de unasala en la que entre la luz natural; pero la tristeza de una sala oscura esirremediable». Además, los pacientes deberían «poder mirar por la ventana desde sucama, para ver el cielo y la luz del sol». Estudios de 1996 y 2001 han demostradoque los altos niveles de luz solar pueden acelerar la recuperación y reducir los díasde estancia hospitalaria en pacientes con depresión o trastorno bipolar. En pacientesque se estaban recuperando tras sufrir un infarto, los que ocuparon habitaciones conabundancia de luz natural tuvieron mayores posibilidades de curarse con más rapidezy, sorprendentemente, hubo una diferencia del 7 por ciento en las tasas de mortalidada favor de las habitaciones bien iluminadas. Además, en otro hallazgo fortuito, sedescubrió que los pacientes sometidos a una operación de columna vertebral vieronreducido en el período postoperatorio tanto el estrés como el nivel de dolor, con un22% menos de medicación, frente a los pacientes postoperatorios que ocupaban lassalas del otro extremo del hospital: el ala con un 46% menos de luz natural.

Los beneficios de las ventanas no son exclusivos de las habitaciones

reservadas a pacientes ingresados: dos estudios han documentado que incluso unaspequeñas ventanas en la unidad de cuidados intensivos se asociaba a menosdesvaríos, alucinaciones y despersonalización postquirúrgica. Tanto los pacientescomo el personal médico sitúan las ventanas en los primeros lugares en la lista deelementos que desean que tenga el edificio; por supuesto, la vista es también unaparte importante de la ecuación. Ha pasado mucho tiempo desde el consejo deFlorence Nightingale, y actualmente las disposiciones gubernamentales establecen laobligatoriedad de disponer de ventanas al lado de la cama para estanciashospitalarias de más de un día. En efecto, actualmente las habitaciones espaciosascon grandes ventanales y vistas de la naturaleza son un punto del que suele jactarseel marketing hospitalario.

IONES NEGATIVOSLos iones negativos son moléculas cargadas que no podemos percibir, ver, oler odegustar. La cantidad de moléculas que inhalamos depende del entorno que nosrodea. Los iones negativos abundan en los bosques y cerca de los cursos de agua.Los iones negativos suspendidos en el aire —moléculas con una carga negativaadicional a causa de la acción de disociación de la naturaleza— son también otroaspecto desconocido y subestimado de los entornos naturales. Recientemente se haasociado la abundancia regional de iones negativos en el aire con la mejora de lasalud humana y una mayor longevidad. Pero los iones con carga negativa,prevalentes en los entornos naturales, pueden menguar rápidamente en zonasmedioambientales contaminadas, así como en habitaciones cerradas equipadas conaire acondicionado. La cantidad de iones negativos también disminuye por culpa delos aparatos electrónicos que se tienen en casa y en la oficina, como pantallas deordenador, fotocopiadoras y televisiones. Por ejemplo, el aire en las tiendas defotocopias contiene casi cinco veces más iones positivos que el aire exterior.

Según una investigación publicada en Indoor Air en el año 2004, los ionesnegativos favorecen el sistema de defensa antioxidante, rebajan los niveles de lactatoen sangre, y mejoran el metabolismo aeróbico incrementando la circulaciónsanguínea. Para realizar un interesante estudio, publicado en el Canadian Journal ofAnesthesia en 2004, se instaló una máquina que generaba iones negativos en unhospital donde se realizaban pequeñas operaciones dermatológicas bajo anestesialocal. Sin que los pacientes tuvieran conocimiento de ello, la máquina se encendía yapagaba en semanas alternas; se controlaron la humedad, la temperatura y otrosfactores ambientales. Aparte de la anestesia local, ninguno de los 95 pacientesrecibió otra medicación. Los test psicológicos demostraron que las personas quehabían sido expuestas a iones negativos presentaban menos tensión y una reducciónmás rápida del estrés asociado a la intervención.

Además de este estudio de cirugía menor, varias investigaciones handemostrado los beneficios de los iones negativos para reducir el estrés, la depresióny la ansiedad, además de mejorar el rendimiento cognitivo. Una investigación

publicada en 2005 en el International Journal of Biometerology demuestra que lospacientes que sufren ataques de pánico experimentan menos episodios de pánico trasuna tormenta, cuando hay una gran cantidad de iones negativos. Curiosamente, laestacionalidad del TDAH, el trastorno de ansiedad generalizada, la depresión y losataques de pánico —todos empeoran en invierno— puede estar hasta cierto puntoinfluida por los bajos niveles de iones negativos que hay en el aire durante los mesesinvernales. Algunos vientos, como el Föhn de Suiza, Austria y el sur de Alemania, yel Chinook de Alberta, se han asociado a irritabilidad, migraña y depresión menor.Estos vientos secos se diferencian por la relativa inexistencia de iones negativos.Salvo después de una tormenta, los iones negativos hacen acto de presencia en díasclaros y calmados, sin un grado excesivo ni demasiado escaso de humedad. Dadoque los iones negativos llegan a su máximo nivel de madrugada, cuando sale el sol, yde nuevo a última hora de la tarde, andar en entornos naturales a estas horas del díapuede ser incluso más beneficioso para nuestro cerebro.

Jet lag, más allá de las zonas horarias¿Se ha sentido alguna vez indispuesto tras un viaje en avión? En general, se atribuye, y con razón, al jet lag; sinembargo, la cabina de la aeronave puede causar una alteración en el cerebro. La humedad es muy escasa, elcontenido de iones negativos baja en picado y los niveles de ozono pueden ser muy altos, muchas veces el doble delo que recomienda la Organización Mundial de la Salud para vuelos de ocho horas. En un vuelo simulado de cuatrohoras, un nivel de ozono de 60 a 80 partes por billón (el habitual en los vuelos comerciales) se asoció a tensiónmental y sensación de claustrofobia en comparación con un vuelo con menos de 2 partes por millón.

AGUA

La atracción fundamental por el movimiento del agua y la arena es biológica. Analizándola más a fondo laentenderemos como la base de una idea abstracta que nos conecta a la mecánica ilimitada del Universo.

Sir Geoffrey Jellicoe

Al igual que la vegetación, el agua desempeña un papel directo en el estado deánimo y la restauración cognitiva. Siempre hemos necesitado el agua potable paranuestra supervivencia y no hemos tenido ningún problema en aprovechar la riquezaalimentaria de los entornos de agua salada. Varios antropólogos han sugerido que laexpansión del tamaño del cerebro y la evolución del ser humano se debe a los ácidosgrados presentes en el pescado y el marisco.

Nuestra atracción por el agua es evidente. Tanto los niños como los adultosconsideran los entornos acuáticos como unos de sus lugares favoritos, y a menudo lasvacaciones y actividades recreativas tienen lugar cerca del agua. Las vistas del maro del río pueden hacer subir los precios de un inmueble más allá de lo habitual.Cuando un equipo de investigación de la Universidad de Plymouth (Reino Unido)pidió a cuarenta adultos que clasificaran cien imágenes de entornos verdes y con

edificios, los participantes dieron una mayor puntuación por preferencia y actitudpositiva a las fotografías con presencia de agua, independientemente del entorno(aunque, como era de esperar, los espacios verdes ocuparan mejores puestos que losentornos con edificios). Curiosamente, la atracción por el agua se produjo solo hastacierto punto: las imágenes que contenían entre el 33 y el 66% fueron las queobtuvieron la mejor puntuación. Las imágenes con una cantidad excesiva odemasiado escasa de agua se alejaron de los primeros puestos de la clasificación.

El poder curativo del agua se conoce desde que los médicos romanos y griegosutilizaban protocolos específicos para tratar varias enfermedades. Desde finales dela primera década del siglo XIX y hasta la primera mitad del siglo XX, la hidroterapiaformaba parte del tratamiento estándar para curar enfermedades mentales. En losaños veinte y treinta del siglo XX, los hospitales establecieron unidades específicasde hidroterapia especializadas en el tratamiento de la salud mental. Los médicosutilizaban la inmersión en agua tibia, baños alternos en agua fría y caliente, vapor deagua, cataplasmas frías y calientes (emplastos húmedos) y duchas con distinto gradode éxito para tratar la depresión, la ansiedad, la fatiga y el agotamiento mental. Encualquier caso, con la llegada de los psicótropos y la psicoterapia, la hidroterapiacomo tratamiento para la salud mental dejó de utilizarse a mediados del siglopasado.

Por suerte, un pequeño grupo de investigadores contemporáneos ha intentadoarrojar luz sobre algunos de los mecanismos psicológicos por los que la hidroterapiaafecta a la salud mental y la emoción. Parece que los baños en agua calienteequivalen a la meditación, por su influencia sobre el sistema nervioso central.Investigaciones objetivas han demostrado que la inmersión en agua caliente mejorael equilibrio entre las ramas del sistema nervioso que rigen el estrés y favorece laactividad de la rama parasimpática. Otros estudios han demostrado que flotar enagua tibia, la llamada terapia de flotación, reduce los niveles de hormona del estrés(cortisol), tensión muscular y ritmo cardíaco, mejorando el estado emocional.Investigaciones objetivas también han demostrado que los pacientes con trastornosde ansiedad que se sumergieron en agua tibia experimentaron una menor tensiónmuscular y mejoraron los síntomas de ansiedad en tan solo 15 minutos.

Una serie de estudios recientes, realizados en Japón, han demostrado que losbaños de agua tibia, los baños de burbujas y la aplicación de una ligera ducha porlas piernas y la espalda mientras se está en la bañera reducen los marcadoresfisiológicos del estrés y la fatiga mental, a la vez que mejoran la actitud mental y elrendimiento cognitivo. También investigadores japoneses han indicado que inclusolos baños de espuma pueden ayudar a conciliar el sueño, al mejorar la actividad dela rama parasimpática reductora del estrés. Y combinar las sustancias vegetalesaromáticas con el agua puede incrementar sus efectos. Por ejemplo, los baños depies con lavanda logran mantener la actividad parasimpática durante un tiempo másprolongado que los baños de pies sin lavanda.

LOS SONIDOS DE LA NATURALEZA

En actitud de silencio, el espíritu encuentra su camino bajo una luz más clara y lo que parece elusivo ydudoso se resuelve con claridad meridiana. Nuestra vida es una larga y ardua búsqueda en pos de laVerdad.

Mahatma Gandhi

Un lugar remoto en un entorno natural puede ser un paraíso acústico. Se puede oír elcanto de los pájaros, el murmullo del agua salpicando las rocas, el chasquido de unarama bajo el casco o la pezuña de un animal, el siseo del viento entre las hojas o lasagujas de los pinos al mecerse los árboles… Estos sonidos están a años luz de lasondas acústicas que emiten los sopladores de hojas, los aviones, los helicópteros,las máquinas, los cláxones de los automóviles y todas las ondas artificiales quegeneran contaminación acústica en entornos urbanos y suburbanos. El ruido es unaplaga, y aunque la mayoría sabemos que subir el volumen de la música queescuchamos en nuestros auriculares, o permanecer demasiado tiempo al lado de unmartillo perforador, puede dañarnos el oído, sigue sin darse importancia al estrés debaja intensidad que provoca la contaminación acústica. El ruido ambiental favorecela producción de hormona del estrés, implica una mayor carga para el sistemacardiovascular, pone en peligro el rendimiento académico y cognitivo, debilita elsistema de defensa inmune, provoca insomnio e incrementa la posibilidad de tenerpensamientos depresivos y ansiedad. En última instancia, el ruido ambiental es unproblema: ahora sabemos que la contaminación acústica puede disminuir lalongevidad.

La huella de dos millones de años de contacto del cerebro humano con lanaturaleza ha sido confirmada recientemente por estudios que corroboran quedetectamos y procesamos los sonidos derivados de la naturaleza de forma distinta ala manera en que procesamos los sonidos modernos. Podríamos suponer que lossonidos de alarma creados por el hombre —una rápida sucesión de sonidos agudosque nos incitan a actuar con urgencia— provocan una atención inmediata en elcerebro contemporáneo. Sin embargo, un estudio publicado en 2010 en el Journal ofAcoustical Society of America ha demostrado que los sonidos naturales —de unleón, un leopardo o un jaguar, por ejemplo— producen un tiempo de reacción másrápido que los tonos de alerta clásicos. Por otro lado, los sonidos naturales como elagua corriente y el piar de las aves pueden enmascarar la percepción de ruido detráfico y de obras en construcción. La introducción de sonidos naturales disminuyelas molestias causadas por los ruidos ambientales. En la oficina, los sonidosnaturales —viento, lluvia, agua, olas, pájaros— pueden encubrir el ruido de lasmáquinas. Es de esperar que se realicen otros estudios para determinar si la técnicade usar sonidos naturales es la mejor solución para poner freno a los dañinos efectosfisiológicos de la contaminación acústica. Algunos estudios han analizadoespecíficamente los sonidos de la naturaleza como medio para rebajar el estrés. En

un estudio realizado por la Universidad de Estocolmo en 2010, un grupo de adultosvoluntarios fue sometido a breves episodios de estrés mental intercalados consonidos de ruido de tráfico o sonidos naturales (agua y pájaros). Se produjo unanormalización más rápida de los marcadores fisiológicos cuando el ruido ambientalestaba compuesto por sonidos de la naturaleza. En centros hospitalarios, laexposición a sonidos naturales se ha asociado a un sueño más reparador en pacientesque habían sido sometidos a cirugía cardíaca, una reducción de la hormona del estrésdurante la cirugía, y una disminución del dolor durante la broncoscopia. El equipo deinvestigación de la Universidad de Chiba, formado por Yoshifumi Miyazaki y Lu-young Lee, expertos en shinrin-yoku, ha demostrado que el sonido de un arroyoprovoca cambios en el flujo sanguíneo cerebral que indican un estado de relajación.Los cambios en el flujo sanguíneo son completamente opuestos a lo que se observageneralmente en presencia de estrés mental o un problema cognitivo agotador.Además, los investigadores han determinado que escuchar sonidos de pájaro alcomienzo de la mañana puede elevar el ánimo y reducir el cansancio. En laspersonas que tienen dificultades para conciliar el sueño, también puede contribuir arestablecer la producción normal de melatonina, la hormona del sueño.

Los parques nacionales, los bosques y las zonas vírgenes siguen siendo nuestroprincipal bastión para refugiarnos del ruido, y los que acuden a estas áreas afirman amenudo que huir del ruido es el principal motivo de su visita. Por muy interesanteque sea el potencial de los sonidos naturales para enmascarar el ruido urbano, locontrario parece incluso más interesante: cuando una máquina ruidosa interfiere en lanaturaleza, la angustia se acrecienta. En pocas palabras, cuando las ondas acústicastecnológicas se inmiscuyen en los entornos naturales, la molestia es muy alta. Elruido derivado de las máquinas puede frustrar muchos de los atributos positivos dela naturaleza que hemos visto hasta ahora. No hay nada que dificulte más lainfluencia reparadora y vigorizante de la naturaleza que el ruido de una máquina.Aviones, tráfico, motosierras, aparatos de jardinería, lanchas a motor omotocicletas… todos reducen las percepciones positivas de los entornos naturales.En cambio, los sonidos de la naturaleza, el canto de los pájaros, el murmullo de unrío, mejoran la actitud mental positiva asociada a los entornos naturales. Por lo tanto,no podemos afirmar que las ventajas de los espacios verdes se deban exclusivamentea la vegetación per se, ya que la acústica contextual puede ser el factor causal deestos beneficios. Las ciudades son cada vez más grandes y la energía acústica escada vez mayor: algunas han duplicado sus niveles de contaminación acústica desde1990. Puesto que los árboles, especialmente los de hoja perenne, ofrecen unmagnífico aislamiento del ruido, deberíamos considerar la expansión de cinturonesverdes y bosques urbanos para limitar el problema del ruido en nuestras metrópolis.

Cambio instantáneo del humor: luz, sonido y iones negativos¿Con qué rapidez afectan a la salud mental los elementos naturales que hemos analizado hasta ahora (luz brillante,sonidos e iones negativos)? Estos componentes naturales, conocidos como recursos terapéuticos medioambientales,¿cambian el humor de inmediato? Un estudio publicado en Psychological Medicine en 2006 sugiere que utilizar

una caja de luz (10 000 lux), escuchar un CD con una melodía de cantos de pájaros o usar una máquinageneradora de iones negativos puede facilitar un cambio de humor al cabo de 15 a 30 minutos, en comparación conel uso de un placebo, que resultó ser inefectivo. Estos componentes activos de la naturaleza redujeronsignificativamente la ira, los pensamientos depresivos y el trastorno del estado de ánimo en estudiantesuniversitarios sanos, una mejora de un 41% de media en comparación con los datos obtenidos al inicio del estudio.Obviamente, estos cambios de humor contribuyen a facilitar el funcionamiento cognitivo y la creatividad. Es deesperar que se realicen otros estudios con el objetivo de examinar los resultados combinados de luz brillante, sol eiones negativos para determinar sus efectos sinérgicos.

Para saber más sobre el uso de generadores de iones negativos y cajas de luz, así como herramientas deautovaloración, visite la web del Centro de Terapéutica Medioambiental en www.cet.org.

El ejercicio en la naturaleza vale el doble

No se trata solo de andar, sino de mantenerse en sintonía con el entorno […] Cuando el movimiento de laspiernas nos resulta placentero, y el juego de los sentidos sobre los distintos artefactos y espectáculos de lanaturaleza acelera y estimula nuestro espíritu, nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos es loque debería ser: simple, directa y saludable.

John Burroughs, Pepacton, 1881

Todo indica que el ejercicio físico se utiliza, desde hace unos 4500 años, comomedio formal para mejorar la salud. Los textos de la antigua China y los consejos delos médicos más conocidos de Grecia y Roma (Galeno, Hipócrates y Celso) aludenclaramente a la importancia de la actividad física para la óptima salud mental ycorporal. A mediados de la primera década del siglo XIX se publicaron los primerostextos en los que se indicaba que un estilo de vida activo era capaz de repeler laenfermedad, observando que los sastres, que trabajaban siempre sentados enespacios cerrados, vivían menos años que los aparceros que trabajaban en granjas alaire libre. Aunque esta diferencia podría ser debida a otros muchos factores, apartede la actividad física —calidad del aire, hábitos alimentarios, exposición a la luz,vitamina D, etc.—, el estudio sugiere que el sedentarismo puede ser letal. Aprincipios del siglo XX se realizaron comparaciones parecidas entre conductores deautobús que estaban sentados todo el día y revisores que no paraban de andar, entreadministrativos del servicio de correos y carteros cuyo trabajo les obligaba arecorrer todo un barrio, y entre administrativos sedentarios y trabajadores manualesque realizaban cierta actividad física. En todos los casos, se demostró que elsedentarismo laboral era un factor de riesgo para algunas afecciones, especialmentepara las enfermedades cardiovasculares.

En los años veinte y treinta del siglo XX los médicos aconsejaban hacerejercicio físico, y más concretamente ejercicio al aire libre, como medio paramejorar la salud corporal y mental. A partir de entonces, se fue desarrollando lacultura física, y empezaron a crearse gimnasios y establecimientos deportivos en loscentros urbanos. Pero la sensación general era que la actividad física al aire libre(en los parques, por ejemplo) era más aconsejable que el ejercicio en espacioscerrados. Expertos como George L. Meylan, médico de la Universidad de Columbiay presidente de la Asociación Americana de Educación Física, manifestaron que losbeneficios del ejercicio se amplificaban cuando se realizaba en entornos naturales.

Como muchas otras ramas de la medicina específicamente dedicada al estilode vida, el ejercicio acabó siendo víctima del boom farmacológico de los añoscincuenta y sesenta del siglo pasado. Por increíble que parezca, a pesar del

entusiasmo histórico por el ejercicio y el gran número de estudios que demostrabansus beneficios, incluso en los años sesenta los expertos debatían si la actividadfísica era un factor de promoción de la salud. En el más óptimo de los casos, elejercicio era un segundo o tercer punto de discusión, muy lejos de los fármacos queocupaban la primera línea del debate. ¿A quién le importaba el ejercicio físicocuando los científicos estaban a punto de descubrir una pastilla que ayudaba amantenerse en forma? En la era de la ciencia, no había pruebas fehacientes, y elcélebre Informe Wolfenden , publicado en 1960 en Reino Unido, que analizaba eldeporte y el ejercicio físico, llegó a la conclusión de que «no hemos hallado ningunaconexión inequívoca entre el ejercicio físico y la salud». En 1963, defensores delejercicio físico, como el profesor de fisiología C. Mervyn Davies de la Escuela deHigiene y Medicina Tropical de Londres, lamentaban la falta de estudios científicosen los que basar los programas políticos. Afortunadamente, en un lapso de cuarentaaños, todo ha cambiado. Las abundantes investigaciones internacionales ofrecen hoypruebas irrefutables de que la actividad física regular es sumamente efectiva paraprevenir una gran variedad de enfermedades crónicas, como las enfermedadescardiovasculares, la obesidad, la diabetes, algunos tipos de cáncer, la depresión y laosteoporosis. En la actualidad se reconoce formalmente que el ejercicio físico es unagente terapéutico. Los científicos pueden dedicarse a examinar otros temas urgentes,como la forma de echar abajo las barreras que impiden realizar alguna actividadfísica y promover la práctica, a la vez que analizan más a fondo la forma en que laactividad física promueve la salud. Por otro lado, se está investigando si realizarejercicio físico en entornos naturales —el llamado ejercicio «verde»— ofrece algomás que andar por la ciudad o correr en la cinta en el gimnasio. Con los avances dela ciencia, los investigadores de ramas específicas de la medicina están hallandodatos concretos sobre los efectos del ejercicio físico en el cerebro. También estándemostrando que el doctor Meylan de la Universidad de Columbia estaba en locierto: hacer ejercicio al aire libre es doblemente beneficioso.

LOS EFECTOS COGNITIVOS DEL EJERCICIOLos biólogos evolucionistas nos han enseñado que el cuerpo humano está diseñadopara el movimiento: durante más de dos millones de años, nuestra apariencia únicanos permitió ganar la competición para encontrar comida. Antes de que existieran losdrive-in y los establecimientos de pizza a domicilio, el movimiento de los sereshumanos se recompensaba con comida. La gratificación mental del movimiento sigueexistiendo hoy, siempre que seamos capaces de superar los obstáculos de motivaciónpara mantenernos en forma. El ejercicio es uno de los principales tónicos cerebrales,y sus beneficios están al alcance de todos, desde la infancia hasta la tercera edad. Elejercicio mejora la función cognitiva —lo que se manifiesta, por ejemplo, en losresultados académicos, la creatividad, la capacidad perceptiva y la memoria— yactúa como un amortiguador del estrés que regula el estado de ánimo. Entre los niñosy niñas de cinco años, los que están más en forma desde el punto de vista aeróbico

son los que tienen un mayor nivel de atención, y los que tienen el mejor equilibriotambién poseen la memoria de trabajo más eficiente. ¿Qué valor de mercado tendríacualquier fármaco que pudiera mejorar la atención y la memoria de trabajo? Ambosatributos son predictores estables del éxito académico, que a su vez puede predecirhasta cierto punto cómo va a desarrollarse la vida en el futuro. Y no se trata de unamera especulación: un estudio reciente ha aportado hallazgos notables a partir dedatos derivados de 1,2 millones de hombres que participaron en una revisión médicaobligatoria en el servicio militar sueco. Los investigadores demostraron que elejercicio aeróbico a principios de la etapa adulta (en este caso, 18 años) era un buenpredictor de éxito educativo y mayor estatus socioeconómico en fases posteriores dela vida, en comparación con los adultos jóvenes que no realizaban ningún tipo deejercicio físico.

Investigaciones recientes sobre la capacidad cerebral han establecido que estase halla estrechamente relacionada con el sedentarismo de nuestra cultura. En el máscompleto estudio científico de este tipo, publicado en Medicine and Sport Scienceen 2007, en el que se investigaron los datos de 27 países desde 1958, se detectó quelos índices de capacidad aeróbica mejoraron y se mantuvieron a lo largo de los añossetenta. Pero desde entonces se ha producido un descenso continuado, con una caídaespecialmente brusca entre los niños de 6 a 19 años en las últimas dos décadas. Talcomo hemos señalado en el capítulo titulado «Frente a la pantalla y de espaldas a lanaturaleza: ¿somos felices?», el coeficiente de inteligencia (CI) de los paísesdesarrollados no solo se ha ido estancando, sino que incluso ha empezado adisminuir a medida que el deporte decae y se generaliza la cultura de la pantalla.

Los videojuegos interactivos: buenos, pero no tantoAlgunos videojuegos contemporáneos promueven la participación interactiva en competiciones deportivas oconcursos de danza. Obviamente, es un gran avance en comparación con los videojuegos de guerra en los que seecha barriga en el sofá. Los videojuegos deportivos favorecen la circulación y ayudan a quemar calorías; algunosincluso pueden considerarse un ejercicio de intensidad moderada. Pero para la restauración cognitiva derivada delejercicio físico —cargar pilas— correr parece ser el mejor entrenamiento. En un estudio que comparaba losefectos de correr al aire libre y jugar a videojuegos interactivos durante un tiempo y una intensidad similares, elgrupo que corrió mejoró la función cognitiva relacionada con el control de la atención. En concreto, después decorrer, se detectó una mejora en la capacidad de dejar de lado información poco relevante. La deducción es clara:el ejercicio en contacto con la naturaleza puede ofrecer una ventaja cognitiva en un mundo abierto a todo tipo dedistracciones.

En este caso, lo interesante es que la buena forma física es un factor de riesgomodificable: podemos hacer algo para optimizarla. Aumentar la capacidad aeróbicapuede significar una mejora de la función cognitiva tanto en personas jóvenes comoadultas, y no solo respecto a la velocidad de procesamiento de información sino enaspectos críticos de la función ejecutiva que son realmente importantes para losresultados académicos y las relaciones sociales. La actividad física, incluso ensesiones relativamente cortas, puede mejorar nuestra capacidad para filtrar

información relevante, incrementar la memoria de trabajo y ayudarnos a hacerasociaciones. El ejercicio no solo incrementa el tiempo de respuesta cognitivo, sinotambién la precisión de la respuesta. En el mundo moderno, cualquier intervenciónque mejore la capacidad para eliminar distracciones y mantenernos atentos a la tareaque estamos realizando es de gran valor. En un entorno social, la incapacidad parafiltrar información irrelevante cuando se están realizando varias tareas a la vezpresupone una mayor tendencia a hacer o a decir algo sin inhibición. Esto puedeocurrir con independencia de la edad; sin embargo, la incapacidad de inhibición yfiltrado es un rasgo característico del cerebro envejecido, especialmente si no estáamparado por factores protectores de la actividad física. A medida que el cerebroenvejece, los circuitos inhibidores se ven claramente superados y esa parece ser lacausa de que los ancianos se sientan inclinados a decir lo que realmente piensan. Lafalta de inhibición les hace no tener en cuenta las consecuencias sociales. Lacapacidad aeróbica se asocia a una mayor atención a los aspectos relevantes que setienen al alcance, a la vez que refuerza los centros de la inhibición de forma máseficiente.

Las evidencias científicas a favor del ejercicio físico, especialmente delsimple acto de andar, como protector cognitivo, están muy claras. Se han realizadoamplios estudios que demuestran que andar puede ser una de las formas másefectivas para mantener la función cognitiva cerebral. La doctora Jennifer Weuve ysus colegas de Harvard, en un estudio en el que participaron 18 000 mujeres adultas,han demostrado que andar implica una mejor función cognitiva y previene eldeterioro cognitivo. En otro estudio, el doctor Robert Abbott de la Universidad deVirginia ha llegado a una conclusión similar en un estudio realizado en 2200hombres de edad avanzada. Los hombres que andaban menos tenían por lo menos eldoble de riesgo de padecer demencia senil que los que andaban más de 3,2 km aldía. Los beneficios de andar no se limitan al cerebro de los adultos, ya que, en niñosy adolescentes, andar durante 20 minutos incrementa la resistencia al estrés y laatención cognitiva. Ir andando a la escuela se ha asociado a un mejor rendimientoacadémico en niñas que cursan la última etapa de la escuela primaria y secundaria,una conexión que se reforzó en las que hacían un trayecto de más de 15 minutos.

EJERCICIO Y SALUD MENTALLas investigaciones realizadas indican claramente que la actividad física es unagente antidepresivo y ansiolítico, demostrando que tanto el ejercicio repentinocomo el de mayor duración pueden mejorar la actitud mental, aliviar la depresión deintensidad suave o moderada, de forma tan segura como los fármacos y la terapiapsicológica, y disminuir la incidencia de la ansiedad y los ataques de pánico. Bastedecir que el ejercicio ha estado bien documentado como intervención terapéuticapara influir positivamente en el estado mental.

Cuando los problemas cotidianos de baja intensidad se acumulan y aceleranpara convertirse en un importante trastorno depresivo, la actividad física decae. El

abandono de la actividad física puede prolongar la etapa de recuperación y, sinduda, allana el camino para afecciones físicas que son dos o tres veces más elevadasen las personas que presentan depresión: enfermedades cardiovasculares, diabetestipo II y osteoartritis. Se convierte en realidad en un círculo vicioso porque locontrario también es cierto: la falta de actividad física es un síntoma de depresión.Cuando los investigadores realizaron el seguimiento de más de 10 000 jóvenes sanos(sin enfermedades mentales ni tratamiento farmacológico al inicio del estudio)durante seis años, hallaron que los que pasaban más tiempo pegados a la pantalla deltelevisor o navegando por internet tenían un 30% más de posibilidades dedesarrollar un trastorno mental en comparación con los que evitaban estasactividades. Cuando se trató de realizar un ejercicio físico, los que pertenecían alpercentil físicamente más activo tuvieron un 28% menos de posibilidades dedesarrollar un trastorno mental.

Incluso un nivel moderado de ejercicio físico (andar a paso ligero o cuidar deljardín, actividades que permiten mantener una conversación normal) se asocian a unabuena actitud psicológica. El ejercicio es un buen amortiguador del estrés, y los quehacen alguna actividad física son más resistentes a las enfermedades en momentos deestrés elevado. Se ha confirmado que el ejercicio aeróbico rebaja el impactonegativo de los problemas cotidianos sobre la salud. En 2010, investigadores de laUniversidad de California en San Francisco (UCSF) demostraron el gran potencialdel ejercicio como amortiguador del estrés y protector celular, analizando unoscomponentes celulares llamados telómeros, unos pequeños tapones al final de cadacromosoma que aíslan y protegen el material genético, parecidos a las puntas deplástico situadas en el extremo de los cordones de los zapatos. La longitud deltelómero está relacionada con la longevidad de la célula, y su acortamiento se asociaa un mayor riesgo de daño y muerte celular. Por otro lado, el acortamiento deltelómero se ha vinculado a varias enfermedades crónicas y mortalidad precoz. Elestrés crónico y un mayor nivel de estrés se han asociado a una menor longitud deltelómero, mientras que el ejercicio se ha relacionado con una mayor longitud. Laintención de los investigadores de la USCF era determinar si existía una interacciónentre estrés, ejercicio físico y longitud del telómero. Curiosamente, incluso despuésde ajustar por varios factores relacionados con el estilo de vida y el estatussocioeconómico, llegaron a la conclusión de que el ejercicio podía eliminarcompletamente la conexión entre estrés y longitud del telómero. Entre adultos que nohacían ejercicio, el estrés estaba conectado al acortamiento del telómero, mientrasque 40 minutos de actividad enérgica fueron capaces de eliminar esta asociación. Enel mundo moderno, en el que el estrés está a la orden del día, las implicaciones deeste hallazgo son enormes. Según los informes anuales de la Asociación Americanade Psicología, la percepción de estrés es más alta que nunca; una intervención quepueda bloquear su fuerza corrosiva debería pasar a ser una recomendación habitualde la clase médica.

¿DE QUÉ FORMA EL EJERCICIO PROMUEVE LA SALUD CEREBRAL?Los científicos han empezado a examinar las vías fisiológicas del ejercicio y susbeneficios en el cerebro centrándose en su capacidad para favorecer el desarrollo desustancias que producen una sensación de bienestar y reducen el dolor en el cerebro,como la serotonina y los opiáceos. Recientemente, se ha descubierto que el ejercicioinfluye decisivamente en una amplia gama de neurotransmisores que regulan elestado de ánimo. De hecho, los últimos estudios indican que el ejercicio altera laproducción de serotonina de forma parecida a los antidepresivos. Además, se havisto que incrementa la producción de factores de crecimiento nervioso que facilitanla estructura y el funcionamiento de las células cerebrales. Estos factores decrecimiento nervioso, incluyendo una sustancia de protección cerebral llamada«factor neurotrófico derivado del cerebro» (BDNF, por sus siglas en inglés), poseenun efecto antidepresivo directo. Además, el ejercicio favorece la producción desustancias que controlan la integridad y el desarrollo de los vasos sanguíneos. Enresumen, la actividad física contribuye a la circulación de la sangre en el cerebro, loque a su vez genera una mayor producción de sustancias que protegen las célulascerebrales.

Paradójicamente, aunque al principio el ejercicio activa la inflamación y elestrés oxidativo, cuando se incorpora como parte importante del estilo de vida poseeefectos antioxidantes y antiinflamatorios. En personas que no están habituadas, unairrupción súbita de actividad física puede amplificar la producción de sustanciasantiinflamatorias y acelerar la producción de radicales libres. Esto formaría partedel mantra «quien algo quiere algo le cuesta», que aparece al iniciar un protocolo deejercicios. Sin embargo, suele haber un proceso de adaptación. Con un poco detiempo y experiencia, el ejercicio físico moderado mejora el sistema de defensaantioxidante del organismo, y la buena forma física se convierte en un factor deresistencia contra la inflamación crónica de baja intensidad.

Numerosos estudios han demostrado que los marcadores sanguíneostradicionales de la inflamación crónica de baja intensidad son menores en laspersonas que presentan una buena forma física, y las intervenciones clínicas querecomiendan el ejercicio pueden hacer mella en la inflamación corporal. Incluso unpaseo de dos horas por el bosque puede reducir las sustancias asociadas a ladepresión, las enfermedades cardiovasculares y la inflamación. Los niveles de unasustancia inflamatoria clave asociada a las enfermedades crónicas, llamada proteínaC-reactiva, son tres veces y media más elevados en personas sedentarias. Algunas deestas sustancias inflamatorias pueden poner en peligro la salud mental. Cuando laspersonas físicamente activas abandonan sus ejercicios rutinarios, empiezan aexperimentar fatiga, irritabilidad, tensión y síntomas depresivos.

LOS BENEFICIOS ESTÁN EN LA MENTESin duda, existe una respuesta placebo en los beneficios que reporta la actividadfísica. La serotonina y otras sustancias reguladoras del estado de ánimo pueden

influir en la actitud, pero la secreción de estas sustancias puede activarse medianteel ejercicio o simplemente provocando un cambio de actitud mental. Por ejemplo,incitar a sentir felicidad y pensamientos positivos puede elevar los niveles deserotonina, mientras que provocar tristeza los disminuye. Las expectativas, creenciasy percepciones sobre el ejercicio pueden promover sus beneficios en últimainstancia. En un estudio de Harvard publicado en 2007 en Psychological Science,los investigadores informaron a un grupo de trabajadores de que el ejercicio queestaban realizando cumplía las directivas gubernamentales sobre actividad física.Los sujetos del otro grupo no recibieron esta información verbal y realizaron losmismos ejercicios tanto al inicio del estudio como a su conclusión.Sorprendentemente, al cabo de cuatro semanas los miembros del grupo informadopensaban que estaban más en forma que el grupo de control y, en realidad, teníanmenos presión arterial, peso, ratio cintura-cadera e índice de masa corporal. Paramuchos investigadores, este tipo de hallazgos debilitan el prestigio de la actividadfísica, y hasta cierto punto despojan al ejercicio de su credibilidad «científica».Pero, en nuestra opinión, no es así: la conexión mente-cuerpo se convierte en unrefuerzo potencial para una intervención que protege la salud física y la salud mental.

¿Realmente importa que el ejercicio sea un 50% de percepción y un 50% defisiología? En realidad, no, tal como confirma esta investigación. La percepción esla realidad del individuo. Cabe destacar que grandes estudios poblacionales handemostrado que la percepción que los adultos tienen de su salud es un predictor delongevidad tan adecuado, o a veces más, que las medidas objetivas sobre su estadode salud. Si las expectativas y las creencias nos animan a salir a la calle y movernos,bienvenidas sean. En un mundo en el que el sedentarismo es la regla y no laexcepción, lo que se necesitan son más expectativas, más creencias y percepcionespositivas respecto al ejercicio.

LA PRÁCTICA SISTEMÁTICA INCREMENTA LOS BENEFICIOSCEREBRALES DEL EJERCICIOLa actividad física, si se practica sistemáticamente, mejora el estado de ánimo,disminuye la ansiedad y ofrece una buena armadura contra los problemas cotidianosy las fuerzas corrosivas del estrés. Hay cuatro palabras en la frase anterior queacotan la idea, y en realidad son el quid de la cuestión: «si se practicasistemáticamente». Y aquí reside el problema: en general, no se practica de formasistemática. E, increíblemente, los últimos estudios realizados han dejado claro que,aunque parezca mentira, hemos sobreestimado el alcance de la actividad física ennorteamericanos de todas las edades. En dos estudios canadienses independientes,uno con adultos y otro con niños y adolescentes, los participantes llevaban unaparato con el que los investigadores podían medir con precisión y objetivamente suactividad física diaria. No eran estudios insignificantes, ya que en ellos participaroncasi 3000 adultos (de 20 a 79 años) y 1600 niños y adolescentes (de 6 a 19 años) dequince localidades canadienses y distinta procedencia socioeconómica: una muestra

representativa de la sociedad norteamericana. Los resultados no fueron demasiadoesperanzadores: solo el 15% de los adultos cumplían las recomendacionesestablecidas por la Organización Mundial de la Salud (150 minutos de actividadfísica a la semana). Solo el 7 por ciento de los niños y adolescentes cumplían lasrecomendaciones de la OMS para esta franja de edad: 60 minutos de actividad demoderada a enérgica cada día. ¿Qué podemos hacer para cambiar esta situación?¿Cómo puede ayudarnos el ejercicio en contacto con la naturaleza?

Solo el 70% de los hombres y las mujeres es capaz de seguir hasta el final untratamiento farmacológico, incluso cuando es de corta duración. Por desgracia, larealidad es incluso peor cuando se trata de un programa de ejercicio físico, ya quedos terceras partes tiran la toalla antes de tiempo. Seguramente la única forma derevertir este proceso es dejar de pensar en el ejercicio como una obligación parapasar a considerarlo una actividad placentera. Siempre hay un segmento de lapoblación al que le entusiasma hacer ejercicio: están deseando ir al gimnasio,ponerse a correr en la cinta e incluso asistir a una clase. Se trata de una minoríarelativamente poco numerosa de individuos muy motivados que suelen actuarmovidos por un factor identitario. El ejercicio se convierte en parte de ellos mismos;además de ser cocineros, abogados o ingenieros, se identifican como corredores,ciclistas, esquiadores o adictos al gimnasio. También están motivados por el orgullo,el ego y, más importante, por razones relacionadas con la promoción de la salud.Curiosamente, los «estados emocionales» inducidos por la salud, tal como losllaman los psicólogos —los sentimientos positivos y alegres, una buena actitudmental—, no son un factor determinante en la adherencia y el compromiso para hacerejercicio de las personas más motivadas.

Por otro lado, para las personas que no se sienten inclinadas a hacer ejercicio—las que tienen un peor nivel de automotivación—, las sensaciones debidas a laactividad física se convierten en el elemento fundamental cuando se trata de seguirhaciendo ejercicio aeróbico. Los pensamientos positivos, la tranquilidad, laregeneración mental y otros indicadores del cambio de actitud psicológica quegenera el ejercicio son mucho más importantes —diez veces más— para la mayoríade la población, es decir, para aquellas personas a las que les cuesta abandonar elmando a distancia y levantarse del sofá. Para la mayoría, estos cambios afectivos ode humor pueden ser una motivación dinámica, que en última instancia hace depuente entre las buenas intenciones y el cambio actitudinal. Sin embargo, el dilemapersiste. Cuando los adultos sedentarios reflexionan sobre la posibilidad deconvertir sus buenas intenciones en un cambio de actitud, tienden a pensar ennegativo. En efecto, el predominio de la negatividad puede incluso no requerirninguna reflexión. Las personas sedentarias tienen tendencia a realizar asociacionesnegativas inmediatas con términos vinculados al ejercicio: los investigadores dicen«correr», y ellos piensan en «fatiga»; los investigadores dicen «atlético», y ellospiensan en «cansancio», y así sucesivamente. Cuando alguien se siente cansado deantemano, estas asociaciones automáticas dictaminan su comportamiento y ofrecenuna atracción magnética hacia el sofá.

Aunque el ejercicio es un método conocido para mejorar la fatiga general,primero es necesario superar la actitud mental negativa. También se deben superarlos pensamientos negativos que inevitablemente se asocian a la dificultad física delas primeras sesiones; del mismo modo que los pensamientos positivos ayudan aladulto sedentario a seguir una rutina de ejercicios, el predominio de pensamientosnegativos (dolor, cansancio, agotamiento, extenuación) puede anular rápidamentecualquier buena intención. Los investigadores la califican de «respuesta nocebo» —resultados negativos derivados de expectativas negativas—, que básicamente es loopuesto a la «respuesta placebo». La clave es maximizar las emociones positivas,especialmente durante el período inicial en el que la idea sería «quien algo quiere,algo le cuesta», al pasar del sedentarismo absoluto a una actividad de moderada aenérgica. Aquí es donde el ejercicio en contacto con la naturaleza puede hacer valersu magia, maximizando los pensamientos positivos, la tranquilidad y la regeneracióncognitiva cuando más se necesitan, disminuyendo el dolor y aumentando losbeneficios.

EL EJERCICIO AL AIRE LIBRE POSEE MÁS BENEFICIOS QUE LA CINTAESTÁTICA

El gimnasio, la pista de atletismo y la piscina son equipamientos que mejoran la artificialidad de la vidacontemporánea, pero no son como las rocas, los ríos y los árboles. Los griegos sabían que el mar era paranadar y la tierra para correr.

Profesor Peter J. Arnold, Instituto de Educación Física de Chelsea, 1970

El aire libre, en general, y las zonas verdes, en particular, son grandes catalizadoresde la actividad física, y numerosos estudios demuestran que vivir cerca de lanaturaleza es un importante predictor de actividad física de moderada a enérgica.Por ejemplo, la monitorización electrónica ha demostrado que los niños que jueganal aire libre hacen más actividad física que los demás (dos veces y media más), loque evidentemente previene la obesidad. Los estudios que comparan el ejercicio alaire libre y en espacios cerrados han hallado una razón clara para explicar por quélas personas que tienen acceso a un espacio verde con vegetación están máspredispuestas a hacer ejercicio: les hace sentirse mejor. En 1980 el célebrepsicólogo James Pennebaker y su colega Jean Lightner diseñaron un experimentopara el que instalaron una pista de atletismo de 1800 metros que discurría a travésdel bosque y otra de las mismas características en una zona sin bosque al aire libre.Se pidió a los participantes en el estudio, todos ellos corredores aficionados, quecorrieran a su ritmo en ambas pistas (todos los sujetos corrieron en una y otra pistaalternativamente a lo largo de un período de diez días) sin conocer la intención delestudio hasta su conclusión. Se demostró que correr por el bosque proporcionabamejores tiempos, más satisfacción, más diversión y menos frustración. Al correr porel bosque, los sujetos del estudio dejaban de centrarse en sus pensamientos internos

y los enfocaban al mundo exterior, lo que daba como resultado una menor percepcióndel cansancio y los síntomas físicos que interfieren en el ejercicio.

En 1990 el científico japonés Yoshifumi Miyazaki de la Universidad de Chibay su colega Yutaka Motohashi llevaron a cabo un detallado análisis de los cambiosde humor y las diferencias en la fisiología objetiva del estrés entre el ejerciciorealizado al aire libre o en un espacio cerrado. Realizaron su experimento en elbosque japonés de Yakushima, una joya declarada Patrimonio de la Humanidad conuna gran riqueza de árboles de hoja perenne y la mayor diversidad de plantas deJapón. Los sujetos anduvieron durante 40 minutos por el bosque y, en otra ocasión,en una cinta estática en el laboratorio. Según la declaración subjetiva queposteriormente redactaron los participantes, en comparación con la cinta, el paseopor el bosque aumentó su buen humor y energía a la vez que disminuyó la fatiga, latensión y el enfado. Los investigadores también asociaron los relatos subjetivossobre los beneficios del paseo en el bosque a una reducción de la presión arterial ydel nivel de cortisol. Miyazaki ha analizado el shinrin-yoku incluso con más ímpetuen los últimos cinco años, y junto a sus colegas Juyoung Lee y Qing Li, ha llevadoequipamiento médico portátil al lugar donde realizan sus estudios. Han demostradoen numerosos ensayos realizados en varios bosques japoneses que andar en unentorno forestal (un total de cuatro horas al día, divididas en varios segmentos)reduce la presión arterial y los niveles de hormona del estrés, a la vez queincrementa la actividad de la rama parasimpática del sistema nervioso («descansar ydigerir»). Esta última observación se deriva del uso de un aparato portátil que midela variabilidad del ritmo cardíaco (VRC), una herramienta simple pero efectiva paraexaminar la actividad del sistema nervioso en situaciones de estrés.

Hay otros estudios que confirman los hallazgos de Pennebaker y Miyazaki ydemuestran que el ejercicio al aire libre mejora el estado de ánimo y reduce elestrés:

• Un estudio realizado en adultos de mediana edad que dieron paseos de una horademostró que las caminatas en plena naturaleza mejoran la actitud mental y sonmás restauradoras desde el punto de vista cognitivo que los paseos urbanos dela misma intensidad y duración. El estudio, publicado en Health and Place, en2011, confirma que, tras los paseos, los que obtuvieron una mejoría másacusada en cuanto a la cognición y el estado de ánimo fueron los que iniciabanel experimento con el mayor nivel de estrés emocional. Los resultados sugierenque los que presentaron mayores niveles de estrés fueron los que más sebeneficiaron de la experiencia.

• En un estudio publicado en Medicine and Science in Sports and Exercise, en2011, se pidió a los participantes que caminaran a su ritmo en una cinta estáticainterior o en una pista al aire libre. Los sujetos que corrieron al aire libreescogieron un ritmo más alto, tuvieron pensamientos más positivos y se sintieronmenos cansados que los que corrieron en la cinta interior. En última instancia,esto se traduce en un individuo más feliz, menos cansado y que quema mayor

número de calorías.

Un estudio sobre corredores experimentados publicado el 1995 enPsychophysiology asoció el hecho de correr al aire libre a una disminución de lafatiga, menos pensamientos angustiantes, menos hostilidad, más pensamientospositivos y una mayor sensación general de energía.

Además de fomentar la actividad física a través de estos efectos mentalespositivos, el ejercicio al aire libre parece mejorar el rendimiento deportivo. Aprincipios de los años ochenta, científicos soviéticos examinaron los registrosobtenidos por los atletas en gimnasios cerrados y entornos al aire libre, y hallaronque en la mayoría de competiciones los resultados conseguidos en entornos al airelibre superaban a los obtenidos en espacios interiores. Sugirieron que, en este caso,los factores que hemos comentado en el capítulo anterior, especialmente sustanciasquímicas vegetales (fitoncidas), desempeñaban un papel importante. Recientemente,en un estudio de 2011, investigadores de la Universidad Estatal de Texas evaluaronlos resultados de 128 atletas durante toda la temporada. Los individuos queparticiparon en el estudio pertenecían a universidades de Texas, y las cuatrolocalidades en las que se realizaron los certámenes fueron clasificadas según lacalidad y cantidad de la vegetación.

Incluso la calidad del ejercicio mejora en contacto con la naturaleza. Se estádescubriendo que los bosques proporcionan un mejor entrenamiento que el gimnasio.Correr al aire libre ofrece un nivel de resistencia variable al corredor e, incluso conuna ligera brisa en un día en calma, el imperceptible aumento de energía que senecesita para lidiar con el viento se añade al tiempo de actividad deportiva. Correrpor el bosque —en comparación con correr en la cinta o en una pista asfaltada—también exige un esfuerzo adicional para salvar las pendientes y la vegetaciónexistentes en el terreno. Andar por un camino forestal o correr por la montañaproporciona una superficie de contacto cambiante: terreno blando, terreno duro,arena, rocas, raíces, hojas y ramas caídas, etc. Recientes investigaciones sugierenque tanto los beneficios físicos como mentales del ejercicio pueden incrementarse encontacto con superficies desiguales. Las superficies no uniformes activan numerososmúsculos de las piernas y los tobillos, que en general no se utilizan en un entornoartificial perfectamente llano. Hacer ejercicio en un terreno cambiante, ligeramenteirregular, disminuye el estrés sobre el sistema cardiovascular y mantiene una mayorcantidad de flujo sanguíneo en el cerebro.

El placer de trepar por los árboles

Arrebatar de la infancia la aventura y el placer legítimo que supone trepar por los árboles restringiríainjustamente los confines de este ámbito apreciado por la memoria y limitaría las alegrías de la vida, tantoentonces como en lo sucesivo.

Tribunal Supremo de Maine contra la compañía eléctrica del Condado de Lincoln, 1919

A casi todos los niños les gusta trepar por los árboles y es fácil ver lo felices que están cuando logran conquistar lacopa de un pino. Posiblemente el deseo de trepar está inscrito en nuestro ADN. Antes de tener escaleras, cuerdas,grúas y máquinas recolectoras, también teníamos un deseo insaciable de coger huevos, fruta, miel y otros alimentosque se encontraban en lugares elevados. A lo largo de dos millones de años de comunión con la naturaleza, lasensación de saciedad después de una comida dependía muchas veces de nuestra capacidad para trepar por losárboles. Para los niños, el placer y la felicidad suele superar el miedo, lo que sirve para mantener vivo el impulso.

Aproximadamente en la misma época en que el Tribunal Supremo de Maine estaba legislando sobre el placer detrepar por los árboles, su popularidad entre adultos alcanzó su momento más álgido, promoviéndose como unaforma de ejercicio para la mente y el cuerpo. Hoy en día, existe una nueva ola de programas supervisados paratrepar por los árboles, que incorporan modernas técnicas y dispositivos de seguridad para garantizar que el miedono prevalezca sobre la satisfacción, y cada vez son más populares.

Dado que es difícil que los jóvenes urbanos empiecen a trepar legalmente por los árboles en su localidad, estáempezando a tomar forma una intervención llamada «terapia asistida con árboles». La experiencia no solo se basaen escalar árboles, sino que incorpora una contemplación atenta de la naturaleza. La terapia asistida con árboles hasido el tema principal de varias investigaciones científicas realizadas en Japón. Los resultados demuestran quetrepar por los árboles con intención terapéutica reduce la tensión y la ansiedad a la vez que mejora la claridadmental y la sensación de vitalidad. Curiosamente, trepar por un árbol vivo se asoció a un mayor índice de vitalidady energía, y a un menor nivel de tensión y confusión cognitiva que escalar por una estructura construida con ramasartificiales.

Además, los hallazgos demuestran que la participación en programas de este tipo aumenta el respeto por el medioambiente e impulsa la participación en programas de conservación.

Para saber más sobre este tema, consulte la página web de Tree Climbers International en www.treeclimbing.com

Poner la investigación al servicio del movimiento: soluciones prácticasA Peg le horrorizaba hacer ejercicio. A los 52 años afirmaba con orgullo que nunca se había visto obligada a hacerdeporte, ya que había sido capaz de mantener su figura comiendo alimentos sanos… hasta la menopausia. Sequejaba de que en los últimos cuatro años había empezado a ganar peso, que se le había acumulado especialmenteen la barriga. Era consciente de que la única forma de adelgazarse era haciendo ejercicio, pero, probara lo queprobara, no podía mantenerse fiel a un esquema. Simplemente odiaba hacer ejercicio. Incluso contrató a unentrenador personal durante un tiempo, pero fue perdiendo interés paulatinamente.

Sabiendo que Peg vivía cerca de un lago, le sugerí que intentara pasear conscientemente durante por lo menos 30minutos al día, apreciando la belleza y la abundancia de lo que observaba en la naturaleza. De este modo, suatención se desviaría del ejercicio y se dedicaría a apreciar lo que le gustaba.

Además de perder peso, Peg fue capaz de mantener este régimen de ejercicios. De hecho, incluso encontró uncompañero de paseos con el que pudo disfrutar de la belleza de la naturaleza.

La idea de que el ejercicio es un agente medicinal para el cuerpo y la menteestá bien establecida científicamente. Sabemos que el ejercicio en contacto con lanaturaleza puede maximizar los beneficios generales de la actividad física, y ofrecerun efecto Zoloft natural, una perspectiva que está ganando apoyo gracias a diversasinvestigaciones. Sin embargo, hay un momento en que es necesario poner en práctica

los nuevos hallazgos. A no ser que realmente salgamos al aire libre, solo serán unmontón de datos. A partir de los estudios existentes, hemos recopilado las siguientesrecomendaciones con relación a la dosis y a la administración de ejercicioterapéutico en contacto con la naturaleza:

1. Autoselección. El mismo protocolo que utilizan los médicos para laprescripción inicial de fármacos antidepresivos es aplicable al ejercicio:«Empezar por el principio, seguir despacio». Cuando cada personaescoge su propio ritmo (la velocidad de la marcha, por ejemplo), es másprobable que disfrute del ejercicio y mantenga la rutina que cuando setrata de una actividad prescrita, con grandes expectativas. Está bien ir unpoco más allá de lo esperado, pero el problema es cuando la intensidaddel ejercicio se convierte en una fuente de estrés psicológico. Cuando losinvestigadores provocan estrés psicológico durante una rutina deejercicios en adultos sanos, observan un aumento notable de hormona delestrés, estrés oxidativo y sustancias inflamatorias. Considerar que elejercicio físico es una actividad obligatoria y desagradable no tieneningún sentido. Curiosamente, a muchos animales de laboratorio les gustautilizar ruedas para correr y saltar sobre ellas a voluntad. Y cuando lohacen, se producen determinados beneficios psicológicos como elaumento del BDNF que protege el cerebro. No ocurre lo mismo cuando aestos animales se les «ordena» hacer ejercicio en el momento y de laforma que los investigadores ordenen. Cuando el ejercicio voluntario seconvierte en involuntario, los beneficios cerebrales parecen disminuir,incluso en roedores.

2. Duración e intensidad estándar. Se recomienda realizar 30 minutos deactividad física de intensidad moderada al aire libre por lo menos cincodías a la semana, o un total de 75 minutos a la semana de actividadenérgica. Las actividades de intensidad moderada son las que aumentanligeramente el pulso y el ritmo cardíaco pero que no interfieren en laconversación. Si se camina a ritmo normal por un camino forestal sepuede mantener una conversación con un amigo. Si se corre, el ritmocardíaco y la respiración se aceleran, y es difícil mantener unaconversación… es la modalidad enérgica.

3. Objetivos. No es necesario correr una maratón o convertirse en untriatleta. Pasear a buen ritmo o correr a velocidad moderada al aire librepuede ser lo que el médico le haya recomendado para su cerebro.Esfuércese por incrementar el ritmo del paseo dentro de los límites que leparezcan confortables. Los expertos en beneficios del ejercicio para laactividad cerebral sugieren que lo mejor es fijar un objetivo realista de8000 pasos al día e ir aumentando hasta llegar a los 10 000. Ha de tenerseen cuenta que 10 000 pasos son 8 km, lo que puede ser un objetivodemasiado elevado para personas que padezcan depresión o ansiedad:

quizá solo llegan a una media de 2000 a 3000 pasos diarios en sintoníacon un estilo de vida sedentario. En estos casos, cualquier nivel deactividad física es un buen comienzo. El objetivo a corto plazo esprogresar de manera ascendente, pero de forma gradual. La mejora delhumor y la reducción de la ansiedad se producen con tan solo unos 20minutos de ejercicio, lo que ayuda a establecer objetivos a más largoplazo. Uno de estos objetivos puede ser llegar a la «dosis antidepresiva»de ejercicio, es decir, un nivel de mejora que está en línea con lasexpectativas de la medicación estándar y la terapia cognitiva. Para lasalud mental, el objetivo final es algo superior que las recomendacioneshabituales: pasear durante 45 minutos, o correr durante 38 minutos, cincodías a la semana. De nuevo, este objetivo puede alcanzarse de formagradual. En las personas con depresión, querer hacerlo todo demasiadorápido solo sirve para aguar los escasos chispazos de motivación.

4. Preferencias. Para aumentar la posibilidad de mantenerse fiel a una rutinade ejercicios, escoja aquellas actividades que sean un reflejo de suspreferencias. No corra si prefiere andar. Nade si este deporte le producemayor placer y le resulta menos cansado. Escoja un entorno que le guste.Puede ser un espacio verde (con mucha vegetación) o al lado del agua (unrío, lago u océano), pero tenga en cuenta que se ha demostrado que lacombinación de agua y vegetación es lo más adecuado para mejorar elestado de ánimo y la autoestima.

5. Registro. Diseñe un plan con objetivos a corto y a largo plazo, y luegoelabore un registro de sus logros, incluyendo la frecuencia, la duración ycualquier nota pertinente a las asociaciones mentales que le sugiere elejercicio y el entorno en el que lo realiza.

6. Asistencia. Para incrementar las posibilidades de éxito, incluyendo laadherencia y el placer que le proporcione su régimen de ejercicios,contrate a un entrenador, terapeuta o profesional, para que le ayude aplanificarse y a solucionar los problemas con los que se vayaencontrando. Cuando los médicos prescriben actividad física a medida,con detalles sobre las zonas próximas en las que realizar ejercicio yformas de hacerlo, la adherencia aumenta. Algunos profesionales de saludmental, o ecoterapeutas, como se les llama algunas veces, realizansesiones terapéuticas paseando con el paciente al aire libre. Analizaremoseste tema más a fondo en el último capítulo.

7. Tiempo. Sin duda, cada vez pasamos más tiempo trabajando. La pantallaroba mucho tiempo, y el espacio doméstico y el laboral a menudo seconfunden. Las personas con hijos, especialmente las madres que trabajanfuera de casa, sienten una gran presión para dedicar tiempo a la familia.¿Cómo compaginar el ejercicio con todo lo demás? Piense en el ejercicioal aire libre como una inversión. Para satisfacer las expectativascontemporáneas, debe considerar que su salud física y mental es una

prioridad. El ejercicio en contacto con la naturaleza mejora la vitalidad yel estado de ánimo, reduce la fatiga y disminuye el estrés, la tensión y laansiedad, por lo que, además de beneficiarnos a nosotros mismos, tambiénposee efectos positivos sobre las personas que están a nuestro alrededor(niños, esposa o marido, cuñados y compañeros de trabajo). En pocaspalabras, vale la pena buscar el tiempo necesario para hacer ejercicio alaire libre; aunque, en realidad, siempre hay tiempo. Se trata de establecerprioridades. Las investigaciones realizadas demuestran que las horas quese dedican al trabajo no son un factor decisivo para que los adultosrealicen una actividad física continuada.

8. ¿Solos o en compañía? El ejercicio al aire libre puede realizarse conamigos, familiares o en solitario. Hay estudios que sugieren que, enadultos sanos, el ejercicio en contacto con la naturaleza es más relajante ydisminuye más el estrés global cuando se realiza a solas. Algunas veces lainmersión y contemplación de la naturaleza es una actividad purificadora;estar solo es lo mejor para cargar pilas. Pero en otras ocasiones hacerejercicio con un amigo o ir de excursión en grupo puede amplificar losbeneficios y fomentar las relaciones sociales. Para las personas quepadecen un trastorno mental, los paseos en grupo en la naturaleza se handescrito como un bálsamo calmante para la mente. No hay ningún estigmaen un grupo que sale a dar un paseo; sin embargo, gracias al nexo comúnde entender lo que significa padecer una enfermedad mental, puede surgirun entorno curativo.

9. Atención plena. La atención plena significa existir en el presente, vivirconscientemente cada momento. No nos deja encerrarnos en nosotrosmismos y evita que nos preocupemos por el futuro o nos lamentemos porel pasado. Un acto de atención plena es examinar a conciencia las hojas,la variación de colores, los contornos y rugosidades de la corteza de losárboles, e innumerables aspectos del entorno que pueden pasarnosdesapercibidos. Hacer ejercicio al aire libre y prestar atención conscientea la naturaleza nos ofrece la oportunidad de salir de nuestra mente.

10. Bocaditos de ejercicio. Cada vez es más evidente que, para la salud, hacerejercicio en el sentido tradicional (una vez al día) puede no ser suficientepara contrarrestar el sedentarismo. En otras palabras, aunque corra 30minutos por la mañana, si se pasa el resto del día sentado en una sillafrente a la pantalla, estos 30 minutos de ejercicio se diluyen. En realidad,algunos estudios demuestran que sus beneficios quedan anulados por losaltos riesgos asociados a estar sentado durante un tiempo excesivo. Loimportante es moverse y hacerlo a menudo. Cuando necesite hacer unapausa, en vez de ir a buscar una galleta, haga un poco de ejercicio:levántese de la silla, ande durante unos minutos o realice estiramientos, ymire por la ventana para echar una ojeada a la naturaleza. Incluso un«bocadito» de actividad física, aunque sea a una dosis menor, contribuye

a mejorar la salud cerebral. Hay estudios que demuestran que losbeneficios psicológicos de hacer ejercicio al aire libre son visibles en unlapso de cinco minutos, incluso cuando se trata de una actividad física deintensidad muy moderada.

Practicar la atención plenaEn 1941 el doctor Arthur H. Ruggles, profesor y psiquiatra de Yale, y expresidente de la Asociación Americana dePsiquiatría, inició en el Hospital Butler de Providence (Rhode Island) un programa terapéutico en contacto directocon la naturaleza para pacientes con una enfermedad mental. La iniciativa combinaba paseos terapéuticos con unaorientación consciente de los pensamientos hacia el mundo natural.

Un estudio publicado por el Journal of Environmental Psychology , en 2011, valida las ideas revolucionarias deRuggles, al demostrar que los beneficios del ejercicio al aire libre se incrementan mediante una activaconsideración cognitiva del medio natural. En concreto, se pidió a los participantes de un grupo que prestaranatención plena al entorno, realizaran visualizaciones y deducciones relacionadas con la naturaleza, fueranconscientes de los sonidos, buscaran activamente la belleza y pensaran en qué cambios realizarían mientrasestuvieran paseando. El segundo grupo dio un paseo al aire libre durante el mismo intervalo de tiempo: sin embargo,no se les dijo que prestaran atención a su alrededor. Al cabo de dos semanas, los beneficios psicológicos delejercicio al aire libre, en combinación con la atención cognitiva, fueron significativamente más altos que pasear sininstrucciones guiadas, y muy superiores a no realizar ningún ejercicio, como el tercer grupo de control.

El ejercicio como estándar ecológicoEl ejercicio al aire libre ha demostrado ser muy útil. No solo permite activar lamotivación para mantenerse fiel a un programa de ejercicios, sino que incrementaespecíficamente la autoestima y los sentimientos positivos, indicadores clave paratransformar las buenas intenciones en acción y las primeras sesiones de ejercicio enactividad física regular. Combinar todos los beneficios cerebrales del ejercicio conlos beneficios mentales de la inmersión en la naturaleza —incremento cognitivo ymejora del estado de ánimo— produce un efecto multiplicador. El ejercicio encontacto con la naturaleza ha de considerarse un tónico cerebral, una intervenciónterapéutica que sirve como agente preventivo para mantener a raya el estrés y susconsecuencias, y al que se puede recurrir cuando el río psicológico baja revuelto. Enefecto, hay investigaciones que demuestran que las personas sedentarias y las quepadecen un trastorno mental son las que más se benefician del ejercicio al aire libre.La capacidad del ejercicio verde para promover pensamientos positivos y disminuirlas ideas negativas asociadas al ejercicio puede mejorar la intención y la motivaciónpara mantener el plan recomendado y seguir tomando «la medicina». Cuanto másevidente es que los sentimientos positivos facilitan la adherencia al ejercicio, pareceobvio que la respuesta al problema del cumplimiento, por lo menos hasta ciertopunto, debe ser el ejercicio al aire libre. El resultado final es una intervención debajo coste, de efecto rápido, abierta a todo el mundo y desprovista de efectossecundarios.

El reino animal: el último baluarte de la naturaleza

La tecnología de la era de la máquina ha distanciado sistemáticamente al hombre de la naturaleza, peroposiblemente un viejo amigo, el animal, puede serle útil. […] Con los animales de compañía, la mayoría denosotros recreamos inconscientemente un tiempo en el que el cielo era limpio, los espacios, abiertos, y lavida, pausada.

Boris M. Levinson, 1972

La naturaleza no solo está compuesta de plantas, árboles, rocas y agua; tambiénincluye a los animales salvajes y domésticos que conviven con nosotros. Como enotros elementos del entorno natural, la fascinación humana por los animales pareceestar escrita en el código genético. Hay estudios que demuestran que identificamosrápidamente a los animales en entornos naturales; podemos detectarlos en fraccionesde segundo. También somos más sensibles a sus cambios de posición que al de otrosobjetos (como vehículos). Incluso los niños procesan visualmente y clasifican conmayor rapidez a los animales que a los objetos inanimados. El hecho de que seamoscapaces de distinguir rápidamente a los animales no debería sorprendernos: al fin yal cabo hemos evolucionado con ellos durante los últimos dos millones de años, ypara sobrevivir debíamos determinar de inmediato si nos veían como una presa.Aunque los temíamos como causa de peligro, también nos auxiliaban como fuente dealimento e indicador del lugar donde había agua, plantas comestibles y otrosalimentos. En pocas palabras, nos era útil prestarles atención y nos convenía seramigos suyos. Durante al menos los últimos 14 000 años los seres humanos hemosestablecido un vínculo especial y una relación mutuamente beneficiosa con losperros domesticados, animales que, además de proporcionarnos protección, caza ycompañía, han hecho de guía de nuestros rebaños. Los gatos fueron domesticadoshace 10 000 años y, aunque su capacidad para guiar ovejas deja mucho que desear ycasi nunca son utilizados por las agencias de protección, se han convertido en losanimales de compañía más populares del mundo.

En los países desarrollados, la amenaza de los animales salvajes para la vidadiaria se ha reducido al mínimo, el contacto con animales que se explotan comofuente de alimentación es prácticamente inexistente y, con la aparición de productosenvasados y aguas embotelladas en los supermercados, ya no los necesitamos paraque nos guíen en el camino hacia las plantas comestibles y el agua potable. Y, sinembargo, cada vez hay más perros, gatos y una amplia gama de animales domésticosque conviven con el hombre. A pesar de nuestra inmersión en la tecnología, losanimales siguen ejerciendo una fuerte atracción en el ser humano. Además, el augede los animales domésticos en los últimos cuarenta años podría deberse, en parte, a

nuestro distanciamiento de la naturaleza, ya que son el último baluarte de contactocon el mundo natural.

Desde la introducción de los aparatos inalámbricos y con pantalla en la últimadécada, la adquisición y el cuidado de mascotas prácticamente ha duplicado su valorde mercado. En 1998 el sector estaba valorado en 23 000 millones de dólares; desdeentonces ha alcanzado la sorprendente cifra de más de 50 000 millones de dólares.En Norteamérica el número de perros ha sobrepasado el ritmo de crecimiento de lapoblación; en los años setenta había un perro por cada siete personas; ahora hay unperro por cada cuatro, y casi un animal de compañía por cada hombre, mujer y niño.Se han escrito numerosos artículos y editoriales que sugieren que el aumento en laadquisición de perros podría ser un indicio de narcisismo, ya que hay gente que,emulando a las celebridades, piensa en sus mascotas como accesorios de moda. Elincremento del gasto no solo se debe a un aumento en la tenencia de animalesdomésticos, sino que también ha habido un cambio en nuestra manera de cuidarlos:los balnearios y los hoteles, la acupuntura y los masajes, los suplementos dietéticos ylos regímenes alimenticios ya no son opciones marginales. No estamos juzgando enabsoluto esta forma de proceder: después de 14 000 años al servicio de loshumanos, quizás ha llegado el momento de que los perros reciban algo más que unhueso con una pizca de carne. Nuestra visión es más positiva, y sospechamos, comohan sospechado otros antes, que el incremento de perros se debe al impulsofundamental de estar en contacto con la naturaleza en un mundo cada vez másartificial.

Como analizamos en este capítulo, el papel de los animales de compañía parala promoción de la salud y la supervivencia humanas no se limita a los papeleshistóricos del pasado, centrados en la caza y en la capacidad de protección de losperros y el control de roedores de los gatos. Al contrario, los estudios demuestranque los animales domésticos son tan importantes para la salud como lo han sidosiempre. De hecho, con la erosión sistemática del contacto con la naturaleza, losanimales desempeñan un papel cada vez más importante para promover la salud engeneral y la salud mental en particular.

LLEVARLOS A PASEAR: LOS BENEFICIOS FÍSICOS DE CUIDAR A UNANIMAL DOMÉSTICOA mediados de los años setenta, la bióloga Erika Friedmann y sus colegasempezaron a examinar los cambios fisiológicos inducidos por los animalesdomésticos, así como los indicadores de salud de grandes grupos de dueños deanimales de compañía. Demostraron, por ejemplo, que hacerse cargo de un animalpodía minimizar el estrés en la circulación sanguínea en comparación con otrasactividades, inclusive leer. Sin embargo, lo que revolucionó a la comunidad médicafue su novedoso estudio publicado en 1980 en Public Health Reports. Para estainvestigación reclutaron pacientes que habían sido hospitalizados a causa de uninfarto o angina de pecho y realizaron un seguimiento durante un año. Los resultados

demostraron que el 28% de los individuos que no tenían animal de compañíamurieron dentro del año siguiente, mientras que en el mismo período solo fallecieronel 6 por ciento de los propietarios de mascotas. La diferencia no solo se debía a laobligación de sacar los perros a pasear; incluso al eliminar del estudio a los dueñosde perros, la protección permaneció inalterable. Estudios posteriores realizados porotros equipos de investigación han corroborado que la tenencia de animales decompañía se asocia a un menor número de visitas a los centros sanitarios, menosrecetas de fármacos y mayor cumplimiento de los tratamientos médicos.

Aunque es tentador pasar por alto estas asociaciones considerandosimplemente que, en general, los dueños de animales de compañía son personas mássanas, vale la pena señalar que los estudios han hallado actitudes asociadas a unamejora de los hábitos de salud tras adquirir una mascota. En un estudio publicado enHypertension, en 2001, adultos con un alto nivel de estrés que habían iniciado untratamiento farmacológico para tratar la hipertensión fueron asignadosaleatoriamente a uno de estos dos grupos: un grupo que solamente recibíamedicación, y otro cuyos miembros habían adquirido un perro o un gatorecientemente. Cuando los investigadores realizaron el seguimiento de todos losparticipantes al cabo de seis meses, hallaron que los dueños de perros y gatospresentaban una menor presión arterial causada por estrés cognitivo que los sujetosque solo tomaron medicación. Además, en comparación con los resultados obtenidosal principio del estudio respecto a la ejecución de tareas mentales estresantes, elgrupo que había adquirido una mascota mejoró el nivel de ejecución casi en un 20%,mientras que los resultados del grupo que solo tomó medicación permanecieroninalterables. Puesto que las enfermedades cardiovasculares y sus índices demortalidad están estrechamente relacionados con la fisiología del estrés, la actitudmental depresiva, la ansiedad y una falta de apoyo social, los investigadores hanempezado a analizar más a fondo la forma en que los animales de compañía afectanfisiológicamente.

El verdadero amigo del hombreDe todos los animales que ofrecen compañía y fascinan al ser humano, los perros sonlos que más nos obligan a levantarnos del sofá y salir a pasear. En el capítuloanterior nos hemos referido exhaustivamente a las investigaciones sobre el ejercicioy a sus beneficios para el cerebro, y a la noción emergente de que el ejercicio encontacto con la naturaleza podría considerarse el «estándar ecológico» para lapromoción de la salud humana. Desde que se sabe que el exceso de peso es un factorque predispone a padecer varios tipos de enfermedades, los médicos hanrecomendado adquirir un perro para favorecer la actividad física.

Investigaciones contemporáneas han demostrado que tener un perro incrementala actividad física de adolescentes y adultos, además de aumentar la posibilidad deque los propietarios tengan contacto con la naturaleza. Sin embargo, es obvio quetener un perro no es un inductor automático de actividad física; simplemente,

incrementa las probabilidades. Para los que sacan a pasear al perro —en vez deabrir la puerta del jardín y dejar que se apañe solo— las posibilidades de buscarconsejo para realizar una actividad deportiva de moderada a intensa se incrementade forma significativa, y, aunque parezca mentira, la probabilidad de ser obesodisminuye notablemente. (Los índices de obesidad y actividad física son similares enlos dueños de perros que no los sacan a pasear y los adultos sin perro.) Sin embargo,los beneficios de tener un perro para la salud van más allá de la actividad física porsí misma, y no podemos olvidar que los perros no son solo un elemento palpable delmundo animal sino que facilitan que sus dueños se introduzcan de lleno en el ampliocontexto de la naturaleza.

LOS ANIMALES Y EL TRATAMIENTO DE LAS ENFERMEDADES MENTALESEl uso de animales para prevenir y tratar enfermedades mentales se remonta a variossiglos atrás. La mayoría de los expertos aluden al célebre Asilo de York en ReinoUnido, inaugurado en 1796, como una de las primeras instituciones de salud mentalque promovía específicamente la interacción con animales pacíficos, no solo comodistracción sino como una forma activa de «despertar sentimientos altruistas ysociales» en los pacientes. Se diseñaban paseos terapéuticos que atravesaban variosestablos y patios donde vivían pequeños animales, como conejos y pájaros, unapráctica que facilitaba la interacción y la familiaridad con estas criaturas. Además,se animaba a los pacientes a cuidar de plantas y a hacer ejercicio en las grandesextensiones que rodeaban la finca, llamadas «terrenos al aire libre». El Asilo deYork tuvo muy buena prensa a ambos lados del Atlántico y, aunque no utilizabaanimales de forma rutinaria para tratar las enfermedades mentales, su políticacontribuyó a modificar la forma de abordar este tipo de trastornos en centrosinstitucionales, ofreciendo un claro ejemplo de que existía una alternativa a lascondiciones opresivas y de falta de libertad impuestas hasta entonces.

Casi al final de la Segunda Guerra Mundial, el ejército de Estados Unidosaceptó el valor terapéutico de los animales cuando convirtió una escuela primaria decasi 700 acres de Pawling (Nueva York) en un centro de rehabilitación paraveteranos. La mitad de estos soldados padecían ansiedad y angustia mentalrelacionada con el combate y con reacciones de estrés, que en aquel momentorecibían el nombre de «fatiga operacional». Trabajando en estrecha colaboracióncon la Cruz Roja, los líderes de la Sociedad Americana para la Prevención de laCrueldad contra los Animales y filántropos amantes de los animales iniciaron unproyecto llamado «Un perro para cada paciente». Un artículo de 1945 publicado enNewsweek resumía los beneficios de este programa para la salud mental: «Losperros han sido los artífices de un milagro de gran simplicidad y valor curativo; esextraño que no se haya pensado antes en ello […]. El período de convalecencia se hareducido enormemente». El ejército también impulsó el contacto con la naturaleza através de la jardinería y la participación en tareas agrícolas, así como mediante elcuidado activo de una gran variedad de animales. En Pawling había un letrero que

rezaba: «Por favor, pise el césped». A pesar de su éxito, este paraíso, tal como loconocían los que padecían fatiga operacional, tuvo una existencia breve, y en 1946,el mismo año en que se publicaron muchos de los reportajes que ensalzaban elproyecto, el dinero se acabó y los militares pusieron fin al experimento.

A pesar de la atención que recibió el centro durante su breve existencia, noconsiguió impulsar otras investigaciones relacionadas con los animales de compañíay la salud mental. Después de la Segunda Guerra Mundial, este tipo de trastornos securaban principalmente con pastillas milagrosas, entre las que destacaba el Miltown,un fármaco supuestamente ansiolítico para el que se extendieron miles de recetas.Posteriormente, gracias a un estudio científico, se descubrió que no era más que unplacebo que simplemente tenía unos efectos secundarios muy evidentes que parecíaque hicieran «algo».

Aunque varios equipos de científicos trabajaron con diligencia para descubrirel siguiente placebo químico, una única voz exigía otra línea de investigación. En1961 el psicólogo clínico Boris M. Levinson, en una conferencia pronunciada ante elcongreso anual de la Asociación Americana de Psicología, explicó sus experienciasterapéuticas en las que había usado un perro. La respuesta fue más bien fría y elargumento de que la presencia de un perro facilitaba el diálogo inicial fue inclusoridiculizado por algunos de sus colegas. Sin embargo, Levinson siguió investigandoy escribiendo sobre el vínculo entre el hombre y los animales. Con el paso deltiempo, el ridículo se convirtió en apoyo generalizado. Fue un proceso lento —veinte años en total—, al que ayudaron algunas entrevistas publicadas en revistas deprimera línea; pero hacia los años ochenta, Levinson pronunciaba conferencias anteun público numeroso, y, lo que es más importante, impulsó una cultura deinvestigación científica acerca de los beneficios mentales que proporcionaba elcontacto con animales. En todo este tiempo siguió pensando que, aunque la era delordenador empezaba a alejar a los seres humanos de la naturaleza, volveríamos aestar en contacto con los animales para comprender mejor al mundo natural y lograruna mayor sensación de tranquilidad interna.

Finalmente, se ha demostrado que Levinson estaba en lo cierto. Diversosestudios han corroborado el beneficio de los animales (especialmente de los perros)en pacientes con ansiedad, irritabilidad y trastornos del estado de ánimo. Se hademostrado que mejoran la actitud mental y la calidad de vida, disminuyen laagresividad y la hiperactividad y aumentan los niveles de energía. Existen muchasinvestigaciones que confirman que las relaciones sociales —amigos, familiares ycompañeros de trabajo— constituyen un amortiguador del estrés, la ansiedad y lossíntomas de depresión. Sin embargo, aunque la mayoría de los dueños de perros ygatos consideran que sus mascotas son como de la familia, los animales de compañíanunca han formado parte de la verdadera red de apoyo social para la salud mental.Según un reciente estudio publicado en el Journal of Personality and SocialPsychology, en 2011, ha llegado el momento de reconsiderarlo. El estudio informaque los animales domésticos satisfacen necesidades de conexión social, promuevenel bienestar y ofrecen una capa adicional de apoyo social superpuesta al apoyo

humano. Lo más sorprendente es que los animales de compañía fueron capaces demitigar las reacciones psicológicas negativas en un entorno en que los participantesfueron sometidos a un experimento de rechazo social. Como indicaron losinvestigadores: «Un animal de compañía es incluso más efectivo que nuestro mejoramigo» para prestar apoyo y amortiguar la negatividad característica del rechazosocial. Un estudio de 2011 realizado en 2000 adultos corrobora todo lo anterior ydemuestra que los dueños de perros o gatos eran en general más felices, y el 60% delos mismos atribuyeron el incremento de su felicidad al hecho de tener un perro.

Reforzar los vínculos a través de la cienciaPese a la existencia de informes anecdóticos que corroboran que los animales decompañía desempeñan un importante papel en la salud mental positiva, y pese a suuso en varios entornos sanitarios, la noción de terapia con animales ha permanecidolejos del radar de la medicina convencional. La investigación científica es la únicaforma de validar la intuición que apunta a los posibles beneficios mentales queproporcionarían los animales y, si se confirma, la única forma de aplicar estoshallazgos en un plano clínico.

En un inteligente experimento realizado en 1991, investigadores de laUniversidad del Estado de Nueva York pidieron a un grupo de dueños de perros querealizaran tareas cognitivas complejas en tres situaciones: solos, con un amigo allado o con su perro (situado a no a menos de 1 metro). Curiosamente, los distintosmarcadores fisiológicos de la reacción al estrés fueron menores cuando el test serealizó con el animal al lado. Además, los resultados demostraron que los individuosobtenían resultados significativamente mejores en la realización de tareascognitivamente estresantes cuando estaban cerca de su mascota, incluso cuando a susamigos se les había indicado que el experimento pretendía evaluar el apoyo social ylas reacciones al estrés. (Los perros no recibieron estas instrucciones.)

Una investigación de la Universidad Virginia Commonwealth realizada enprofesionales de la salud demostró que la interacción con un perro, durante tan solocinco minutos, provocaba una reducción significativa de hormona del estrés(cortisol). Cuando los adultos llevaron a cabo tareas cognitivas complejas, lainteracción con un perro amortiguó la habitual reacción al estrés y el aumento decortisol. Debido a la fuerza destructiva que implica tener unos niveles altos decortisol de forma crónica en un entorno estresante, debería tomarse en consideraciónuna intervención terapéutica que pueda disminuir estos niveles. Incluso el simpleacto de acariciar a un perro se ha asociado a una reducción de los marcadoresfisiológicos de la reacción al estrés y a una mejora de la función inmune.Investigaciones que utilizan sofisticados aparatos de electroencefalografía handemostrado que interactuar con perros terapéuticos provoca cambios en las ondascerebrales, similares a los inducidos por la relajación mental.

Una serie de estudios han determinado que interactuar con perros puedeprovocar un incremento en la producción de oxitocina. La oxitocina, una hormona de

naturaleza peptídica producida en el cerebro, es en muchos sentidos el elixir de lapsicología positiva. Se ha demostrado que facilita las relaciones sociales, elcomportamiento prosocial y la empatía; disminuye el estrés; mejora la actitud mental;rebaja la actividad de los centros del miedo en el cerebro; incrementa la sensaciónde seguridad, confianza y placer, y disminuye la producción de hormona del estrés.Actualmente, varios científicos de reconocida solvencia están investigando laposibilidad de crear oxitocina sintética, y examinando y patentando varios medios ymétodos para incrementar los niveles de esta sustancia. Mientras tanto, la interaccióncon animales puede elevar estos niveles tanto en las personas como en los animales:acariciar perros y animales de laboratorio ha provocado un aumento de los nivelesde oxitocina tanto en la persona como en el animal.

Esta vía de dos direcciones en la producción de oxitocina es quizá la base dela relación entre el hombre y los animales y, a causa de sus implicaciones directas enla salud social y personal, puede ofrecer las claves fisiológicas para entender porqué los animales domésticos mejoran la salud mental. También puede ayudar aexplicar por qué los perros funcionan tan bien para el apoyo psicológico. Lainvestigación ha demostrado que los psicoterapeutas están mejor consideradoscuando visitan a sus pacientes en presencia de un perro, y estos están máspredispuestos a revelar información personal cuando hay un perro cerca. Por otrolado, la administración de oxitocina incrementa la percepción de confianza en losdemás, un factor esencial para entender la relación psicoterapéutica. Recientemente,se ha confirmado que la administración de oxitocina (en comparación con placebo)hacía más positivas las discusiones entre parejas y reducía la producción dehormona del estrés después de las sesiones de resolución de conflictos.

INTERACCIÓN CON ANIMALES Y RENDIMIENTO COGNITIVOEn 1902 el doctor Clifton F. Hodge de la Universidad Clark impulsó la introducciónde pequeños animales y plantas en el aula, refiriéndose a ellos como «la llave delconocimiento». Sospechaba que la observación e interacción con los animalestendría efectos de gran alcance en el desarrollo cognitivo. Hay varios estudioscontemporáneos que validan esta premisa. Por ejemplo, en 2002, un equipo deinvestigación japonés demostró que el simple acto de cuidar de un pez de colores enla más tierna infancia parece expandir los conocimientos de biología marina, alincrementar la capacidad de estos niños para establecer analogías a partir de susexperiencias con los peces y aplicarlas a otras especies animales. El mismo equipode investigación llegó a conclusiones parecidas al estudiar a un grupo de niños yniñas de cinco años. Los niños procedían de hogares en los que había un perro, unhámster o ningún animal doméstico. También en este caso los resultados demostraronque los niños que convivían con una mascota tenían un conocimiento más amplio delmundo animal en general, y una mayor capacidad para aplicar la información queacababan de aprender sobre los perros o los hámsteres a otras especies.

Aunque sería fácil asumir que la presencia de animales puede actuar como

factor de distracción cognitivo, las investigaciones relacionadas con el rendimientomental demuestran precisamente lo contrario. En una serie de estudios reciénpublicados, la doctora Nancy Gee y sus colegas de la Universidad del Estado deNueva York han demostrado que la presencia de un perro puede minimizar erroresen las tareas cognitivas, mejorar la memoria, incrementar la adherencia ainstrucciones verbales y acelerar el ritmo de las tareas en las que interviene lacapacidad motora, sin ninguna pérdida de precisión. Y, como se ha mencionadoanteriormente, en un estudio independiente realizado por la Universidad Estatal deNueva York, cuando los adultos tuvieron que realizar tareas cognitivas complejas,obtuvieron mejores resultados en presencia de un perro que cuando estaban solos oacompañados por un amigo.

Estudios recientes han demostrado que, incluso en la más tierna infancia, losniños muestran una mayor fijación visual al observar imágenes de animales en suentorno natural que cuando contemplan imágenes de animales aislados copiadas ypegadas sobre un fondo blanco, y que sus reacciones frente a animales reales indicanun nivel mucho más alto de fascinación en comparación con el contacto con animalesde juguete. La exposición a animales domésticos durante los primeros seis meses devida conlleva cambios significativos en la manera en que los niños procesansituaciones con animales. Los niños que conviven con alguna mascota parecen estarmás fascinados por los animales y pasan más tiempo contemplando atentamenteimágenes de los mismos cuando se les presentan lejos de casa en el laboratorio.Sigue siendo un misterio cómo estas primeras experiencias con animales y lasdiferencias cognitivas que conllevan conforman el cerebro en etapas posteriores dela vida, aunque cada vez está más claro que la experiencia con animales en lainfancia supone un cerebro más empático en la edad adulta.

Como muchos otros aspectos de la naturaleza, los animales desprenden unmagnetismo inherente para los seres humanos; les prestamos atención sin quererlo, adiferencia de las tareas de la vida moderna que exigen concentración y atenciónvoluntaria. Cuando estamos en contacto con la naturaleza y sus fascinanteselementos, eliminar (inhibir) la información no pertinente exige un esfuerzo mentalmínimo. Interactuar con animales implica prestar atención voluntaria, y a la largasupone una disminución de la fatiga mental y una cierta restauración cognitiva. Lasinteracciones con animales también promueven pensamientos positivos, que a su vezpueden maximizar el rendimiento cognitivo y la creatividad. Debido a la capacidadde los animales para reducir la reactividad al estrés, y disminuir la carga decualquier obstáculo para el rendimiento cognitivo, no es sorprendente que lainteracción con animales pueda proporcionar un cerebro más inteligente.

LOS ANIMALES Y LA EMPATÍAEl potencial para la empatía está fuertemente arraigado en el cerebro humano. Sinembargo, podríamos decir que los circuitos neurológicos de la misma son comovelas que necesitan ser encendidas. En muchos casos, la experiencia es como la

cerilla que enciende el fuego de la empatía. Puesto que la empatía es la capacidadpara entender o comprender cognitiva y emocionalmente la experiencia y lasemociones de los demás, se deduce que la experiencia dicta hasta cierto punto larespuesta empática. Por ejemplo, aunque todos los adultos son capaces de expresaruna gran empatía por los niños, hay evidencias que sugieren que los padres expresanun mayor nivel de empatía que los adultos que no tienen hijos.

En la última década, se han llevado a cabo varios estudios que demuestran quetener un animal de compañía de niño (especialmente un perro) se asociapositivamente a una mayor empatía durante la infancia, además de predecir unamayor empatía en la edad adulta. Notablemente, tener una mascota en la infancia nosolo se asocia a una mayor sensibilidad hacia los peligros que puedan experimentarlos animales —como cabría esperar—, sino que también amplía las actitudesempáticas hacia los seres humanos. En 2001, la científica europea Vlasta VizekVidović evaluó a 356 estudiantes universitarios. Llegó a la conclusión de que latenencia de animales de compañía en la infancia incrementaba la posibilidad derealizar una profesión humanitaria en la edad adulta. Los estudiantes que habíantenido una mascota cuando eran pequeños también obtuvieron mejores resultados enlos test diseñados para evaluar el comportamiento prosocial, incluyendo la voluntadde sacrificarse por los demás y respetar el medio ambiente. Es preciso observar quelos niños se benefician de la exposición a los animales incluso cuando no tienen unamascota propia. Tanto las intervenciones escolares en las que se realizaron sesioneseducativas con animales, como la presencia de un perro en el aula durante tresmeses, han demostrado promover la empatía.

Cuanto más alto es el nivel de empatía de una persona, más se preocupa por elbienestar de los animales, en general. Nuestra lealtad hacia nuestros amigos losanimales parece existir desde tiempos inmemoriales: tenemos los mayores niveles depreocupación empática por los mamíferos, que son las criaturas que más se nosparecen, luego por los pájaros y por otros miembros del reino animal.(Curiosamente, hay estudios que demuestran que los mamíferos y los pájaros tambiénson capaces de mostrar empatía.) En estos momentos, se están realizando losprimeros estudios para confirmar lo que hace tiempo que reclaman miles de dueñosde perros: en virtud de sus más de 14 000 años de contacto con el hombre, los perrosparecen mostrar una verdadera empatía por los seres humanos. Con la certeza de quela empatía nos permite relacionarnos entre nosotros, la repercusión de estos estudioses que las interacciones entre hombre y animales pueden convertir el mundo en unlugar mejor. Así, en vez de manipular el teclado del ordenador o tocar la pantalla delteléfono inteligente, nosotros —y el mundo— estaríamos mejor servidos si nosdedicáramos a acariciar a nuestro perro (o pez de colores).

Amigos acuáticos

Un hombre puede estar sentado durante horas delante de un acuario y quedarse ensimismado

contemplándolo como quien contempla una hoguera o el agua que se precipita por un torrente. En este estadoaparente de apatía, todo pensamiento consciente desaparece felizmente, y, sin embargo, en estos momentosde inactividad es cuando se aprenden las verdades esenciales sobre el macrocosmos y el microcosmos.

Konrad Lorenz, Premio Nobel, 1952

A mediados de la primera década del siglo XIX, poco después de la aparición de la tecnología que los hizo posibles,la popularidad de los acuarios públicos se extendió. Las principales autoridades del momento —William R. Hughesy James Shirley Hibberd— consideraban que eran lugares ideales «como alivio y reconstituyente mental para losque vivían en lugares hacinados y para quienes el mar es solo una palabra» y una «ayuda para cultivar laamabilidad y el saber general». Aunque los peces de acuario no son probablemente los primeros que nos vienen ala mente cuando pensamos en animales de compañía, son una fuente de asombro y, al cabo de más de 150 años,siguen usándose para el restablecimiento mental. En 1979, Boris M. Levinson informó en Psychological Reportsque instalar un acuario en las consultas de los centros de salud mental podía inducir a la relajación y favorecer eldiálogo en las sesiones de psicoterapia. Tras la publicación de este informe, otros equipos de investigaciónconfirmaron su capacidad para reducir la ansiedad y mejorar los marcadores objetivos del estrés. Se demostró que,para reducir el estrés, contemplar un acuario era un mejor recurso terapéutico que la hipnosis médica o quecontemplar un póster de una catarata.

En los últimos años, la adquisición de sofisticados acuarios domésticos, especialmente por parte de hombresadultos, ha crecido de forma exponencial. Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que ha favorecido el resurgimientode los acuarios en la última década. Como escribió el escritor británico Edward Docx en un artículo de la revistaProspect, en 2011: «Algunos citan la película Buscando a Nemo (2003), de Disney, como el momento en que losacuarios volvieron a ponerse de moda […] Algunos hablan de glamur, otros de artilugio, y otros de tranquilidad ocreatividad. Hay quien especula que es porque los acuarios lo tienen todo: arte, ciencia, naturaleza».

LOS ANIMALES CAMBIAN NUESTRA VISIÓN DEL MUNDOEn el mundo anglosajón casi todo el mundo conoce la expresión beer googles, unfenómeno por el que los miembros del sexo opuesto incrementan su atractivo enproporción directa a la cantidad de alcohol que ha consumido el observador.

En 2011 un grupo de psicólogos australianos ocupó los titulares de losprincipales periódicos internacionales al confirmar que esto también era aplicable alos entornos naturales (el hábitat de los estudiantes universitarios: pubs y fiestas enel campus). Pero alterar el atractivo de los individuos y de los entornos medianteesta estratagema tiene ciertos efectos secundarios, como la asunción de riesgos y laresaca. Por suerte, los animales también pueden alterar nuestra visión del mundo sinlos efectos negativos del alcohol. Se han llevado a cabo estudios que demuestranque, cuando los animales están cerca, todo parece funcionar mejor, incluso los sereshumanos.

En 1981 el psicólogo Randall Lockwood, actual vicepresidente de la SociedadAmericana para la Prevención de la Crueldad contra los Animales, presentó losprimeros hallazgos sobre la influencia de los animales en la percepciónmedioambiental. Se pidió a adultos voluntarios que examinaran varias situacionesilustradas en las que aparecían dos o tres personas en situaciones ambiguas. Losvoluntarios contemplaron las imágenes de forma bastante rápida (un minuto o dospor imagen). También observaron un conjunto idéntico de imágenes en las que solo

se había alterado una variable: se había añadido un animal (perro, gato o pájaro) a laimagen como valor atípico. Por ejemplo, en una imagen aparece un niño al que sumadre acaba de meter en la cama. La imagen equivalente era idéntica, salvo por ungato acurrucado a los pies de la cama. Los voluntarios puntuaron más positivamentelas imágenes con animales y calificaron a los humanos que aparecían en ellas comopersonas más simpáticas, amigables, felices, confiadas y menos estresadas que lasque aparecían en situaciones sin animales. Pronto siguieron otros estudios en los quelos investigadores corroboraron que los adultos que aparecían junto a un perro decompañía eran considerados más atractivos, activos, relajados y simpáticos.Recientemente se realizó una investigación en la que estudiantes universitariosvoluntarios contemplaron varias fotografías de despachos de profesores deuniversidad, en algunos de los cuales aparecían animales de compañía. Aunque losprofesores no estaban presentes en ninguna de las imágenes, los estudiantesconsideraron que los despachos en los que había un perro pertenecían a profesoresmás amables, y las oficinas que contenían un gato eran de profesores menosestresados. En combinación, estos hallazgos demuestran que vemos a los adultos quetienen perro como personas más seguras y accesibles.

En entornos de la vida real los perros incrementan significativamente laposibilidad de que la persona que pasea al perro establezca contacto con undesconocido, y los estudios realizados demuestran que es especialmente ciertocuando se pasea al perro por una zona verde. Por lo tanto, los perros facilitan lasrelaciones sociales. Y no son solo los perros los que nos hacen parecer másamables: una muestra de 542 adultos, a los que se dio a contemplar fotografías dehombres posando primero con un gato y luego con un perro, consideró que loshombres más guapos y modernos eran los que posaban con un gato.

Utilizar animales de compañía para romper el hielo, y evitar algunas de lasbarreras que obstaculizan la comunicación social en entornos públicos, tiene sinduda algunos beneficios, que pueden maximizarse para el tratamiento de la saludmental. Como hemos mencionado, que el psicoterapeuta tenga un animal en suconsulta puede influir positivamente en el índice de confianza de los pacientespotenciales. En 2006, Margaret Schneider, psicóloga de la Universidad de Toronto,examinó este fenómeno realizando un estudio en el que 85 adultos contemplaroncintas de vídeo en las que unos psicoterapeutas describían su trabajo y susexperiencias. Tal como, probablemente, ya habrá adivinado, la variable modificadafue la presencia o ausencia de un perro, en este caso un Golden Retriever recostadopacíficamente en el suelo. Los participantes tuvieron una opinión mucho másfavorable de los psicoterapeutas cuando había un perro en la consulta, dándoles unamejor puntuación en el Cuestionario de Evaluación de Terapeutas y, concretamente,en su escala de «confianza». Los participantes en el estudio también se mostraronmás dispuestos a revelar información personal al psicoterapeuta si había un perro enla misma estancia. Dado que la actitud positiva, la confianza y la predisposición arevelar pensamientos y sentimientos personales son la base de la relaciónpsicoterapéutica, los resultados poseen amplias implicaciones. Muchas veces, las

primeras sesiones con especialistas en salud mental son la parte más difícil para lospacientes, que presentan un alto nivel de ansiedad, por lo que incluso una pequeñareducción del estrés en estas primeras fases puede arrojar grandes dividendos.

Una nota de prudenciaAunque hemos dedicado todo un capítulo a considerar que los animales domésticos pueden ser un puente pararelacionarnos con la naturaleza, también es preciso reconocer que no todo el mundo está preparado para cuidar deun animal, y que no cualquier animal puede convertirse en una mascota, un tema que queda suficientemente claroal consultar la página web de la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad contra los Animales(ASPCA) o de la Humane Society de Canadá. El ASPCA (y sus equivalentes canadienses) reconocen en sudeclaración de intenciones que la relación entre hombres y animales está fuera de toda duda, y que el cuidado y elmantenimiento de una mascota es beneficioso tanto para el hombre como para el animal. Sin embargo, para queeste beneficio mutuo pueda mantenerse, el ser humano debe contraer un serio compromiso para cumplir loscriterios de cuidado responsable.

Dejando a un lado graves problemas como los criaderos clandestinos, los animales exóticos, las peleas de perros, elhacinamiento o los animales destinados al espectáculo, entre otros, es habitual que individuos con buenasintenciones no sepan cómo actuar cuando se trata de hacerse cargo de un animal de compañía. Tener una mascotade forma responsable, incluso al nivel más básico, implica una inversión de tiempo, energía y dinero. Vistos losresultados de las investigaciones que hemos comentado en este capítulo —con beneficios relacionados con elestrés, la salud del cuerpo y la mente, y la agudeza mental—, el dueño de una mascota recuperará a la larga todasu inversión, e incluso más. Sin embargo, no sería justo que defendiéramos la adquisición de una mascota sinreconocer que, en Norteamérica, hay más de 4 millones de perros y gatos abandonados —se abandona a un animalcada ocho segundos— que viven hacinados en albergues o refugios institucionales. Por lo que debe considerar conatención el nivel de responsabilidad requerido para hacerse cargo de la mascota que elija, asegurándose de que seadecuará a su estilo de vida antes de comprarla.

PÁJAROS DE MAL AGÜEROEn la historia reciente, los animales, al igual que las plantas, han sido un tristebarómetro de la explotación y la contaminación del medio ambiente por parte del serhumano. Hay múltiples ejemplos en los que se ha descubierto que la desaparición ola mortalidad precoz de pequeños animales —anfibios, reptiles, aves, peces ymamíferos— es consecuencia de una exposición, incluso leve, a ciertoscontaminantes ambientales. Los veterinarios han detectado un incremento de lamortalidad de mascotas en ciertas regiones, y, junto con otros científicos, hanrealizado el seguimiento de la menor longevidad causada por la contaminaciónambiental. Este ámbito de investigación, conocido generalmente como «toxicologíade la fauna» (aunque incluye animales domésticos) siempre ha ido a la zaga. Laindustria introduce sustancias químicas para su aplicación generalizada (como el usode pesticidas y policloruro de bifenilo o PCB en los años veinte y treinta) y lasociedad no considera seriamente su efecto sobre la flora y la fauna hasta pasadasunas décadas. La publicación, en 1962, del libro Primavera silenciosa de RachelCarson fue, entre otras cosas, una llamada de atención sobre los efectos de lospesticidas en hombres y animales. Aunque se habían usado durante décadas antes dellibro de Carson, el proyecto lo inspiró una carta publicada en 1958 en el Boston

Herald que se refería a la desaparición de pájaros, saltamontes, abejas y otrosinsectos como resultado de la aplicación de DDT para controlar las plagas. AunquePrimavera silenciosa consiguió impulsar un movimiento a favor del medioambiente, y cambiar las leyes que establecían el uso de contaminantes ambientales,sería ingenuo pensar que el reino animal ya está a salvo. Al contrario, más de mediosiglo después de la publicación de Primavera silenciosa, productos químicos comoretardantes de llama aparecen cada vez más en los huevos de aves salvajes, mientrasque disminuye el número de anfibios, murciélagos, abejas, mariposas, escarabajos yotros insectos. Es un problema global a gran escala. En las últimas dos décadas, ladesaparición de estas criaturas, las más vulnerables del reino animal, se ha sucedidocada vez a un ritmo más rápido, lo que debería indicarnos que algo ha cambiadoradicalmente en nuestro entorno.

¿Animales atrapados en señales inalámbricas?Un factor que ha cambiado inextricablemente el entorno en el que vivimos es laintroducción masiva de aparatos inalámbricos. Pensemos que, en Estados Unidos, elnúmero de suscriptores a redes inalámbricas ha pasado de 4,3 millones en 1990 aunos 300 millones a día de hoy. Pero aún más importantes son las torres de telefoníamóvil y las antenas semiocultas que pueblan el entorno —de 4800 torres en 1990 seha pasado a la increíble cifra de más de 250 000, con un número cada vez mayor quese disemina por el territorio como dientes de león—. Durante años los científicoshan dicho que no hacía falta que nos preocupáramos: los teléfonos móviles soninocuos porque no causan daños por calor al tejido (como el cerebro) próximo a loslugares de exposición como el horno microondas. El mensaje era simple: sin calor(cambios térmicos), no hay problema. Sin embargo, este mensaje se ha derrumbadocomo un castillo de naipes. Los investigadores han demostrado que las radiacioneselectromagnéticas de las redes inalámbricas (de 900 a 1800 MHz) pueden causardaños a varias células, alterar el crecimiento de las plantas y cambiar elcomportamiento de los animales por otros medios aparte del calor (por ejemplo, pormecanismos no térmicos). Mientras los investigadores, incluyendo la comisión deexpertos de la Organización Mundial de la Salud, averiguan hasta qué punto losaparatos inalámbricos pueden afectar a la salud humana, nuestra intención no estransformar este libro en una diatriba contra la telefonía móvil. Más bien, lo que nospreocupa en el contexto actual es la influencia de las radiaciones electromagnéticasde las señales inalámbricas en las sensibles criaturas del reino animal y en el hábitatvegetal en el que residen.

A finales de la década de los cincuenta, unos años antes de que se publicaraPrimavera silenciosa, los datos que se habían recopilado empezaron a sugerir que laintroducción de ondas radiofónicas no era inocua para el crecimiento, desarrollo,salud y comportamiento de las plantas y los animales. Incluso las personas quehabían contribuido al desarrollo de la radio —como el escritor y editor HugoGernsback— afirmaron que la expansión de ondas radiofónicas terrestres tenía

graves consecuencias para la salud. Las plantas, los animales y los hombres hanevolucionado conjuntamente a lo largo de los siglos bajo la influencia constante dela gravedad y las fuerzas electromagnéticas. Refiriéndose a la aparición inminente delas redes inalámbricas, el distinguido ingeniero neoyorquino Henry L. Logan advirtióen 1973 que «la era tecnológica del siglo XX representa la primera amenaza totalpara el hombre, porque cambia las reglas de la supervivencia tal como las hemosconocido hasta el momento, alterando su entorno inmediato: los camposelectromagnéticos y electroestáticos básicos en los que está inmerso. Hasta elmomento, el hombre solo ha tenido que lidiar con los campos naturales a los que seha adaptado…».

Los científicos solo están abordando muy superficialmente la forma en que lasplantas responden a la radiación medioambiental a través de sus propias señaleselectroquímicas, e investigaciones recientes están empezando a mostrar cómo losanimales —desde hormigas hasta tortugas marinas— utilizan las fuerzaselectromagnéticas para navegar, migrar y anidar. Hay más aspectos desconocidosque conocidos sobre la influencia de las fuerzas electromagnéticas en los animales,pero esto no ha hecho cesar la oleada de radiaciones inalámbricas en nombre delbeneficio económico y el progreso.

Si analizamos las investigaciones sobre toxicología de la fauna en las últimasdécadas, veremos que cada vez está más claro que en muchos casos es laacumulación de varios contaminantes ambientales y agentes estresantes, y no unúnico factor, lo que plantea una mayor amenaza al mundo natural. Y este podría serel verdadero problema de la contaminación electromagnética. Por ejemplo, hayestudios que han demostrado que las radiaciones electromagnéticas que emiten losaparatos inalámbricos pueden incrementar la permeabilidad de la red de vasossanguíneos alrededor del cerebro de los mamíferos (es decir, hacer más porosa labarrera hematoencefálica). ¿Qué significa esto en la práctica? Puesto que la funciónprimaria de esta barrera es mantener fuera del cerebro el material no deseado (porejemplo, los contaminantes ambientales), pensemos en lo perjudicial que debe serdañar esta barrera a través de la radiación electromagnética si un animal decualquier tipo está expuesto a pesticidas. Para prevenir el declive de población, losinsectos y otros animales han de tener plena capacidad para reproducirse, pero lasinvestigaciones han demostrado que la exposición a las radiacioneselectromagnéticas del espectro inalámbrico puede poner en peligro la reproducciónde insectos. También puede modificar los hábitos de nidificación y los ritmoscircadianos de 24 horas, y, lo que es quizá más importante, puede tener un efectonocivo para el sistema inmune.

El biólogo Alfonso Balmori ha resumido docenas de estudios sobrecontaminación electromagnética y vida animal. Su trabajo se publicó en 2009 en laprestigiosa revista evaluada por expertos Pathophysiology bajo el título «Lacontaminación electromagnética de las antenas de telefonía: efectos en la fauna».Cualquier persona, científica o no, que se preocupe por el medio ambiente y susanimales debería leer y releer este trabajo. Recientemente, en un estudio de dos

meses de duración, se ha demostrado que en entornos urbanos reales, las torres detelefonía móvil incrementan la mortalidad de los renacuajos: el 90% no llega nunca aser una rana adulta. En el momento en que este libro entra en imprenta, Marie-ClaireCammaerts y sus colegas de la Universidad Libre de Bruselas han publicado unestudio que corrobora que las radiaciones electromagnéticas inalámbricas ponen enpeligro la capacidad de las hormigas para conseguir comida utilizando señalesmedioambientales.

En Norteamérica han muerto más de un millón de murciélagos en los últimosaños, supuestamente a causa de un hongo que provoca «el síndrome de nariz blanca».Aun así, este supuesto hongo ha convivido con los murciélagos durante muchotiempo, por lo que la pregunta que debemos plantearnos es por qué mueren en masa acausa de un hongo que no es desconocido. ¿Qué es lo que no funciona en su sistemainmune? ¿Por qué están perdiendo la batalla contra este agente fúngico? Laexposición a los pesticidas de las abejas no es algo nuevo, por lo que, también eneste caso, la pregunta es: ¿por qué mueren masivamente de lo que solo parece unnivel muy bajo de acumulación de pesticidas?

La introducción masiva de radiaciones electromagnéticas no es una pruebaflagrante en la desaparición de especies animales, y los reportajes sensacionalistasdel tipo «Los teléfonos móviles son los responsables del asesinato masivo deabejas» son como los titulares al estilo de «Google nos hace más inteligentes»: noestán en línea con lo que se ha descubierto; al menos, no todavía. Sin embargo,existen suficientes estudios que demuestran que, como mínimo, las radiacioneselectromagnéticas generadas por el hombre son una fuente de estrés para losanimales y, por lo tanto, pueden ser una de las principales piezas del rompecabezas.Si añadimos la radiación electromagnética a otras fuentes de estrés ambiental, quizásun rastreador de pesticidas, o cualquier otro contaminante ambiental ampliamentereconocido, tendremos un cóctel letal. De momento, por decirlo de la forma mássimple posible, no hay ninguna prueba fehaciente de que la introducción masiva deradiaciones electromagnéticas no sea una de las causas de la pérdida debiodiversidad.

Al perseguir una tecnología basada en el beneficio económico, los sereshumanos no tenemos demasiadas buenas referencias cuando se trata de proteger elbienestar de los animales y de nuestra propia especie. Si estos estudios sobrecontaminación electromagnética y fauna tuvieran siquiera una pizca de credibilidadcientífica, tendríamos en nuestras manos una verdad más inconveniente de lo quenunca hubiéramos imaginado. Sin duda, sería difícil saber quién apagaría susaparatos inalámbricos y protestaría contra el lanzamiento de nuevos sistemas wi-fipor su interferencia en la supervivencia de ranas, pájaros y abejas, entre otrosinsectos. ¿Realmente nos importaría, aunque la variable medioambiental —o sea, elteléfono móvil— se haya convertido en un apéndice humano y en algo tan personal?¿O guardaríamos este estudio bajo llave y nos contentaríamos reciclando y utilizandotela en vez de plástico?

Los dilemas morales a los que se enfrentarían las personas más conscientes y

preocupadas por el tratamiento ético de los animales serían tremendos. Esperemos,pues, que el doctor Balmori y sus colegas no estén en lo cierto.

EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍHace casi cuarenta años, Boris M. Levinson, psicólogo clínico y experto en terapiaasistida con animales, se propuso estudiar cómo sería la relación entre hombres yanimales domésticos en el año 2000. Las predicciones de Levinson resultaron serproféticas, ya que vaticinó un boom en la adquisición de mascotas, en un mundo cadavez más tecnológico y dominado por el ordenador. En enero de 1974 dijo:«Experimentando un mayor sentimiento de enajenación que los que ya atacan nuestrasalud emocional, el hombre del futuro se verá obligado a prestar atención a lanaturaleza y al mundo animal para recuperar la sensación de unidad con un mundoque, si no, le parecerá caótico y sin sentido. […] En el año 2000 los animales decompañía se convertirán en una importante válvula de seguridad en una sociedadenferma».

El futuro que vaticinó Levinson ya está aquí. Las mascotas parece que son laválvula de seguridad que predijo este psicólogo y, en un mundo cada vez másartificial, proporcionan una sensación de unidad con la naturaleza. Levinson sabía,por sus experiencias de principios de los años sesenta, que los animales domésticospodían ser una forma de medicina psicoterapéutica. Tuvo la premonición dereconocer que, en el mundo cibernético del futuro, los seres humanos buscaríamoscon mayor frecuencia este tipo de medicina. Con una acumulación de varios estudios,hoy podemos reconocer por lo menos algunos de los valores inherentes en larelación entre el hombre y los animales. La idea de entrar en una tienda de animalesy comprar una mascota como forma de automedicación está cada vez más aceptada,incluso respaldada, por expertos de salud convencionales. La idea de que cuidar deun animal e interactuar con él es similar a recetar una combinación de ansiolíticos yantidepresivos ya no les parece tan ridícula a las personas que creen en lasevidencias científicas.

Se han realizado estudios que indican que casi el 60% de los dueños deanimales escogerían a su mascota como único compañero si vivieran en una isladesierta. Este tipo de pregunta fantasía no es una frivolidad; conecta directamentecon lo más hondo de la relación entre el hombre y los animales, y la respuesta revelalo importantes que son los animales para nuestra supervivencia y salud mental. Si lamayoría de adultos escogen la compañía de un animal, y no la de un familiar o unamigo, en una situación imaginaria de lucha por la supervivencia, empezamos a verclaro lo que significan los animales en la sociedad actual. Sin embargo, debemosconsiderar seriamente la forma en que el cuidado responsable de una mascota encajaen el contexto del bienestar global de los animales y de la biodiversidad.Recientemente, este tema se ha convertido en el centro de un debate apasionado.Situar los derechos de los animales que apreciamos en un plano superior que los desus equivalentes no domesticados es una discusión compleja que exige clarividencia

y serenidad. Por ejemplo, recientemente se han realizado estudios que sorprenden alrevelar hasta qué punto el mercado de la comida para animales está sobrecargandola captura de pequeños peces forrajeros. Los animales domésticos consumen unos5,5 millones de toneladas de peces pequeños, que también son esenciales para lasaves y los mamíferos marinos y otros peces predadores. En concreto, lainvestigación demuestra que un gato doméstico consume casi el doble de pescadoque un norteamericano a lo largo de un año. Obviamente, debemos seguiralimentando a nuestras mascotas; el mensaje es que deberíamos buscar fuentessostenibles de proteína y grasas esenciales para nuestros amigos, fuentes quepermitan que todos los miembros de la cadena alimentaria sigan creciendo ydesarrollándose.

Se están generando debates similares entre grupos de conservación de aves ypropietarios de gatos. Los defensores de los pájaros salvajes sugieren que lasuperpoblación de gatos domésticos que viven en el exterior o que son abandonadospor dueños irresponsables explica en parte la pérdida de millones de pájaros ypequeños mamíferos, y la reducción global de la biodiversidad. No es un debatenuevo. Un informe de 1916 realizado por la Comisión Estatal de Agricultura deMassachusetts calificaba al gato doméstico que deambula en libertad de «asesino dela fauna». Lo que ha cambiado en el último siglo es la urgencia y la seriedad con laque hemos de plantear estos temas. Curiosamente, Levinson también advirtió hacecuarenta años que, a partir del año 2000, «habrá un mayor interés por vivir en elpresente —en la experiencia inmediata— y menos relegación de placeres por el bienfuturo». Somos optimistas y pensamos que las terapias con mascotas se concebiránen un contexto que promueva el bien de todos los animales y de la biodiversidad delplaneta.

Intervenciones prácticas: terapias de horticultura y en zonas vírgenes

No hay actividad más saludable para la mente y el cuerpo que la jardinería en todas sus facetas, y podríaañadirse que no hay tarea que satisfaga de forma más completa el deseo innato de belleza y la estima porlo natural. Los que creemos que vale la pena cultivar la parte más elevada de la naturaleza, reconoceremosla parte estética de la jardinería como una de sus más hermosas influencias.

Editores de Scientific American, 1897

Estrechamente relacionada con la tarea de desarrollar recursos internos de juego y diversión está el papelde la acampada al aire libre para avivar la imaginación, liberar los impulsos, expandir y refinar lasemociones, y estimular las apreciaciones y las actitudes estéticas.

Hedley Dimock y Charles Hendry,Camping and Character, 1929

En el capítulo anterior nos hemos referido a algunos hallazgos de las terapiasasistidas con animales, intervenciones específicas con mascotas dirigidas a mejorarel bienestar mental y la resistencia al estrés. En este capítulo dirigiremos una miradadetallada a dos tipos de terapias naturales —la horticultura (jardinería) y lainmersión en la naturaleza virgen— examinando cómo estas terapias afectan alcerebro. Evidentemente, las terapias de horticultura e inmersión en la naturalezadeben ser dirigidas por profesionales especializados, y para la mayoría de nosotrosson una ampliación organizada del contacto familiar con la naturaleza. Aparte de lasintervenciones organizadas, hay múltiples beneficios para el cerebro cuandosimplemente se trabaja en el jardín, se toma contacto con la tierra o se va deexcursión.

BENEFICIOS HISTÓRICOS DE LA JARDINERÍA PARA LA SALUD MENTALLos seres humanos se han sentido fascinados desde tiempos inmemoriales por lacapacidad de las pequeñas semillas para desarrollarse, crecer y florecer paraconvertirse en nuestro sustento. Cuando se establecieron las técnicas de cultivo hacevarios miles de años, los antiguos egipcios, por ejemplo, empezaron a cuidar de susjardines por razones que iban más allá del cultivo de alimentos. Los que teníanrecursos plantaban ordenados jardines de flores ornamentales, arbustos y árboles porsu belleza estética, privacidad y protección de los elementos atmosféricos. Más alládel resultado final —la funcionalidad y estética de las plantas maduras—, en lamentalidad del jardinero había, y aún hay, un placer asociado al proceso: unaesperanza, reto y fascinación inherentes, además de una finalidad asociada alsustento vital.

A mediados de la primera década del siglo XIX los médicos solían promover lajardinería como relajante mental. Pensaban que el aire fresco, el ejercicio y laoportunidad de contemplación que ofrecía la jardinería disminuirían la frecuencia delas consultas médicas. Esta idea promovió el desarrollo de programas de jardineríadentro de las instituciones de salud mental. En 1843, Thomas S. Kirkbride,prestigioso médico y defensor de la jardinería de Pensilvania, fundó una instituciónmental que ofrecía a los pacientes la oportunidad de ocuparse de los jardines y lastierras de cultivo de los alrededores. El planteamiento de Kirkbride —la idea que«presuponía que el aire era para respirar y que valía la pena considerar la bellezadel paisaje en un manicomio»— formaba parte de una iniciativa más amplia paraofrecer tratamiento moral y compasivo a las personas que sufrían un trastorno de tipomental. En los años siguientes, Kirkbride se dio a conocer por establecer una seriede normas relativas al diseño y la construcción de instituciones de salud mental, queincluían la asignación específica de terrenos adyacentes para la jardinería y loscultivos. Kirkbride consideraba que los jardines eran «apéndices necesarios» y«demostraban ser cada vez más valiosos para ofrecer confort, felicidad yrestablecimiento a muchos pacientes, además de la comodidad y el beneficio quesuponía el abundante suministro de verduras y hortalizas».

A principios de la primera década del siglo XX, la jardinería se habíaconvertido en cierta medida en una actividad habitual, impulsada por los directoresde las instituciones mentales. Además del valor terapéutico de la jardinería en símisma, los pacientes de algunas instituciones construyeron invernaderos ydispusieron las plantas de forma que fueran visibles desde el interior de losedificios, denominándolas «pastos para la vista». Sin embargo, la utilidad de lajardinería como terapia para la salud mental de los soldados traumatizados por laguerra fue lo que dio paso a la horticultura terapéutica.

En 1918, al final de la Primera Guerra Mundial, el ejército estadounidensepuso en marcha una serie de programas de jardinería como tratamientocomplementario para los soldados que padecían neurosis de guerra (denominacióninicial del actual trastorno por estrés postraumático). Los consejos sobre cultivo deverduras y plantas aromáticas, así como sobre paisajismo y jardinería artística —lajardinería como terapia— pronto pasaron a ser parte del trabajo cotidiano de losespecialistas en terapia ocupacional.

En la década siguiente los programas de terapia ocupacional empezaron aofrecer asignaturas especializadas en horticultura, para preparar a los estudiantesque querían trabajar en hospitales y centros de salud mental. Y ya en 1929 el puestode «médico hospitalario especializado en horticultura» fue oficialmente catalogadocomo profesión, con vacantes de funcionarios en las oficinas de veteranos deEstados Unidos. El estallido de la Segunda Guerra Mundial generó otra grandemanda de servicios de salud mental entre el personal militar. De nuevo, loscentros de salud mental recurrieron a la horticultura como tratamiento esencial paralograr la rehabilitación. Tanto la financiación pública y privada para apoyar estainiciativa, como su éxito demostrado, ayudaron a consolidar la terapia hortícola

como especialidad con un gran potencial de crecimiento.

DE LA ANÉCDOTA A LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICAEl valor de los programas de terapia hortícola en los hospitales militares fuerecuperado por psicólogos, psiquiatras y expertos en salud mental de la sociedadcivil. En las décadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial, prestigiosospsicólogos y otros defensores de los tratamientos de salud mental siguieronexaminando los beneficios de la terapia de horticultura y promoviendo su difusión enotros medios. Sin embargo, a pesar de sus éxitos, para que una especialidad se tomeen serio en el ámbito sanitario contemporáneo debe ser sustentada porinvestigaciones científicas.

Estos estudios se iniciaron en los años setenta, cuando la doctora RachelKaplan de la Universidad de Michigan examinó las causas de la afición de losadultos a la jardinería: ¿qué les proporcionaba esta actividad? Mediante lautilización de escalas psicológicas, los resultados iniciales demostraron que laslabores de jardinería proporcionan una especie de fascinación, un factor clave de laatención involuntaria y la restauración cognitiva. Además, los sujetos dieron unapuntuación muy alta a los beneficios sensoriales que proporcionaba labrar y cultivarla tierra, así como a la oportunidad de disfrutar de la sensación de paz ytranquilidad. Los investigadores también han observado que las personas quetrabajan en el jardín poseen una mayor afinidad con la naturaleza. El contacto con lanaturaleza conlleva casi inevitablemente un mayor respeto medioambiental.

Tras estos primeros estudios científicos, se han realizado otras investigacionesque, con el transcurso del tiempo, han demostrado que los programas de horticulturapueden mejorar la motivación, la comunicación, el procesamiento del dolor, lospensamientos depresivos, la ansiedad, el sueño, las habilidades psicosociales, laautoestima, la reducción del estrés y el bienestar psicológico general. Estudiosrecientes han examinado el poder de la horticultura en personas con depresiónclínica y han demostrado que los trabajos de jardinería mejoran significativamente laactitud mental.

En 2009, investigadores de la Universidad Noruega de Ciencias de la Vidaorganizaron una intervención terapéutica de doce semanas en las que losparticipantes tenían que sembrar, germinar, plantar, colocar en una maceta, enraizar,cultivar y podar hortalizas y flores. Además de arar la tierra, los participantes, quepresentaban una depresión de moderada a severa, también realizaron laborescaracterísticas de los jardineros: pasear por el jardín, sentarse y admirar losparterres, además de contemplar la fauna, como mariposas y otros insectos. Todosindicaron que trabajaron en el jardín dos veces a la semana durante tres horas. Lossíntomas de depresión mejoraron significativamente tras la intervención. Otrasescalas psicológicas revelaron más detalles: el grado de fascinación fue lo quemejor predijo la mejora de la depresión. La fascinación ayuda a provocar uncortocircuito en el extenuante ciclo de cavilación y ensimismamiento que causa la

depresión: los pensamientos negativos que parecen sucederse en un bucle continuo.Tres meses después de finalizar el programa, los índices de depresión semantuvieron significativamente más bajos que los que tenían los pacientes antes deiniciar el estudio, lo que indica los potenciales beneficios a largo plazo de unaintervención relativamente breve y de bajo coste.

En 2010 se publicó en el Journal of Advanced Nursing un estudio de docesemanas de duración con un diseño similar. Los resultados del programa terapéuticode horticultura fueron equivalentes a la terapia conductual y al tratamiento confármacos, y mejoró significativamente los índices de depresión.

De nuevo, lo que predijo la mejora de los síntomas depresivos fue la mejorade la atención cognitiva asociada a la jardinería. Este estudio vinculó los trabajos dejardinería a una reducción del ensimismamiento, lo que corroboró la idea de que laterapia hortícola activa determinados circuitos cerebrales y evita la cavilaciónexcesiva. Basándose en este trabajo, se realizaron dos estudios publicados en 2011,uno de la Universidad Dalhousie de Canadá y otro de la Universidad de Ciencias dela Vida de Noruega, que indican que la jardinería da razón de ser y significado a lavida. Ambos factores constituyen una importante aportación al valor clínico en ladisminución de los trastornos depresivos y el estrés de otras enfermedades crónicasasociadas a un alto riesgo de depresión.

JARDINERÍA, ACTIVIDAD FÍSICA Y HORMONA DEL ESTRÉS

El jardín es salud. Pero al tener que cavar para encontrarla, hay quien prefiere seguir regodeándose en sudesgracia día tras día y año tras año. […] Sin embargo, los que están dispuestos a esforzarse pararecuperar el tono que han perdido, encontrarán que las labores de jardinería son el mejor tónico queguardan los médicos en su farmacopea.

Eben E. Rexford, 1916

En los últimos años, los investigadores también han analizado algunos de loscambios psicológicos inducidos por la jardinería. Aunque hay quien no lo consideraun ejercicio propiamente dicho, la jardinería sí que es una forma de actividad física,ya que ayuda a mantener la fortaleza muscular y la salud a lo largo del proceso deenvejecimiento. Dos estudios publicados en HortTechnology y Acta Horticulturaeen 2008 y 2004, respectivamente, han demostrado que la jardinería implica hacerbastante ejercicio. Por ejemplo, 30 minutos preparando, plantando y regando unarriate equivale metabólicamente a un partido de baloncesto de la misma duración.Obviamente, como cualquier forma de actividad física, la jardinería puede variar deintensidad. Sin embargo, para el adulto sano normal, realizar actividades típicas dejardinería a lo largo de 30 minutos se considera una actividad de intensidadmoderada, que permite cumplir los consejos generales de ejercicio físico. Es inclusomás esperanzador saber que, cuando realizamos actividades de jardinería, tendemosa hacerlo durante más de 30 minutos: datos combinados de la Encuesta sobre el uso

del tiempo en Estados Unidos y el Informe nacional sobre salud y nutricióndemuestran que el tiempo medio que dedicamos a labores de jardinería sobrepasalos 52 minutos. En comparación, las mismas encuestas indican que las personas quepasean o corren en la cinta estática lo hacen durante menos de 30 minutos.

Recientemente, se han empezado a analizar los efectos de la jardinería sobre lahormona del estrés. En un interesante estudio publicado en un número del Journal ofHealth Psychology de 2011, los investigadores indujeron estrés mental en jardinerosadultos a través de una compleja tarea cognitiva, tras la cual se pidió a losintegrantes del estudio que trabajaran en el jardín o bien leyeran una revista popular.Tal como era de esperar, la tarea mental estresante elevó los niveles de hormona delestrés y empeoró el estado de ánimo positivo en los voluntarios. No es de extrañarque la jardinería, mucho más que la lectura, consiguiera rebajar los niveles decortisol en aquellas personas que tenían buena mano con las plantas, y que losindicadores de estado de ánimo positivo fueran significativamente más altos tras laactividad en el grupo que trabajó en el jardín: cuanto más positiva era la actitudmental después de realizar los trabajos de jardinería, más bajos eran los niveles decortisol.

En un estudio alemán de 2010, denominado «Envejecer con salud y los efectosde la actividad física», los participantes ofrecieron datos en tiempo realrelacionados con lo que estaban haciendo y cómo se sentían en un momentodeterminado. Recopilar datos en tiempo real, mientras los sujetos realizan susactividades rutinarias (una técnica conocida como «evaluación ecológicamomentánea»), incrementa la confianza en los datos, porque es más fiable que lo querecuerdan los sujetos. A partir de casi 2000 mediciones en tiempo real, la jardineríase estableció como una actividad física que promueve una sensación de calma ysatisfacción a la vez que incrementa los niveles de energía.

En un artículo de 1948 publicado en Hygeia, una revista oficial de laAsociación Americana de Medicina, se afirma que «los principales beneficios de lajardinería como terapia afectan a un área casi desconocida de nuestras emociones».Se predijo que el malestar psicológico de la sociedad contemporánea reclamaríamás tiempo y recursos médicos y que, en el futuro, la jardinería se convertiría en unareceta formal y rutinaria. El autor lo contaba en un tono más bien humorístico:«Tome un terreno de unos 50 m2, una vez al día, solo para uso externo…»; y seguíadiciendo que «el paciente agradecido no iría a buscar la receta a la farmacia local,sino al solar vacío de un complejo residencial o a una parcela de medio acre». Solose ha hecho realidad parte del pronóstico: la creciente influencia del estréspsicológico en la atención médica y las limitaciones de tiempo a las que se enfrentanlos médicos del siglo XXI. Sin embargo, al cabo de medio siglo, los médicos suelenrecetar una cantidad de fármacos para no tener ansiedad durante el día y poderconciliar el sueño al llegar la noche. Las investigaciones realizadas demuestran quelas personas que presentan un mayor nivel de estrés en el día a día son las que másse benefician de las recomendaciones de estar en contacto con la naturaleza; sinembargo, sin una prescripción formal, son reacios a tomar medidas.

La predicción de Hygeia respecto a la jardinería debería ser una realidad aestas alturas. Además de ser relajante y vigorizante, promueve la salud y lafelicidad. Y, afortunadamente, hay múltiples opciones a nuestro alcance. No esnecesario ser dueño de una finca para dedicarse a sembrar y regar una pequeñaparcela: los jardines en la azotea (la llamada horticultura de altura) y los huertosurbanos permiten el acceso a los que no tienen su propio jardín. Además, muchosjardines botánicos de ciudades norteamericanas ofrecen programas supervisados dehorticultura terapéutica para grupos e individuos. Y para las personas que deseanasesoramiento formal y seguimiento por parte de un profesional de la salud, existenterapeutas expertos en este campo que pueden realizar la supervisión de lospacientes y ponerse en contacto con los médicos.

Jardines y huertos comunitarios.Cultivar la naturaleza en la ciudadHace más de cien años, a medida que las áreas metropolitanas se fueron expandiendo en Estados Unidos,empezaron a surgir jardines comunitarios en solares desocupados. Inicialmente el movimiento recibió el nombre de«jardinería en solares en desuso». En general, los propietarios de estas parcelas y las autoridades municipales nopusieron ninguna objeción, siempre que los que se ocupaban del jardín devolvieran el solar si debía venderse ourbanizarse. Organizaciones como la Vacant Lot Gardening Association de Nueva York, dirigida por el escritor yabogado Bolton Hall, llegaron a acuerdos legales con los propietarios de los solares para que pudieran utilizarlosparados y personas en una precaria situación económica. Estos jardines urbanos se convirtieron en un buensistema para «integrar la naturaleza en las ciudades», tal como lo expresó un escritor en Technical Word en 1910.

Al cabo de un siglo, los jardines comunitarios siguen estando en plena forma, y muchos siguen siendo utilizados porpersonas y familias con dificultades económicas y, por lo tanto, de salud. Se ha demostrado que el contacto con lanaturaleza a través de parques y espacios verdes acorta las desigualdades sanitarias debidas a factoressocioeconómicos. Los jardines comunitarios tienen el potencial de amplificar estos beneficios porque sus ventajasvan más allá de estar en contacto con la vegetación. De San Diego a Toronto, se han asociado a un mayor accesoa productos sanos y a una mejora de la calidad alimentaria, la actividad física, la salud mental, la cohesión social, laecología local y la sostenibilidad. Como sugieren los psicólogos Heather Okvat y Alex Zautra, los jardines y huertoscomunitarios son el camino para alcanzar una mayor resilencia individual, comunitaria y medioambiental.

LA TIERRA, LAS BACTERIAS BENEFICIOSAS Y EL CEREBRO

Con el simple ejercicio de una pequeña y prudente negligencia, la tierra nunca ha perjudicado a ningún niño,[…] es mucho más lo que nos da que lo que nos quita. Vale más el dinero que se emplea en la ropa de losniños que el que se entrega al médico, […] cada bocanada de hojas y tierra fortalece la fibra, cada instanteofrece un placer puro y sano. La tierra es el mejor amigo del niño.

Louisa Knap, editora, «The Child’s Dearest Playmate»,Ladies’ Home Journal, 1898

Pero si realmente usted ha pasado a engrosar las filas de los jardineros […] sabe lo que significa elcontacto con la tierra y con todo lo que en ella crece para la revitalización física y mental.

Richardson Wright, editor, «Why Do People Garden?»,House and Garden, 1918

Hoy en día, con la ayuda de los gestores de marketing que pretenden vendernospaños, aerosoles, geles, jabones y líquidos antibacterianos, la atemorizada sociedadoccidental ha dado crédito a la exagerada idea de que todo está «sucio». En sentidoamplio, todas las bacterias se miden por el mismo rasero y se considera que sonnocivas. Pero no es cierto. Algunas bacterias que se encuentran en la tierra yfermentan en la comida ejercen una influencia positiva en la actitud mental. Losorígenes de la conexión entre las bacterias de la tierra y la salud mental se remontana hace más de un siglo.

Elie Metchnikoff, Premio Nobel de Medicina en 1908, hizo un notabledescubrimiento que causó revuelo entre microbiólogos y científicos en general. Nosolo sugirió que la mayoría de bacterias que residían y transitaban por el tractogastrointestinal eran inofensivas sino que, de hecho, algunas podrían ser inclusobeneficiosas para la salud. En su libro La prolongación de la vida (1908) advertíade la increíble longevidad de los búlgaros y otros europeos de la época. Aislandouna bacteria que se encontraba en grandes cantidades en los alimentos fermentadosque se consumían en estas regiones — Bacillus bulgaricus, posteriormentedenominada Lactobacillus bulgaricus—, se dedicó a alimentar ratones en un entornoexperimental. Los ratones que consumieron esta bacteria vivieron significativamentemás que los ratones del grupo de control. Según Metchnikoff, estas bacteriasbeneficiosas estaban compensando la producción de toxinas producidas por otrasbacterias gastrointestinales potencialmente dañinas.

Mientras Metchinkoff centraba sus investigaciones en el envejecimiento y lalongevidad, algunos médicos pensaron que las bacterias podían ofrecer beneficiospotenciales para la salud mental. En 1910 el doctor George Porter Phillips informóque, administrada oralmente, la bacteria Lactobacillus bulgaricus mejoraba lossíntomas depresivos en adultos con melancolía. En poco tiempo, se empezaron acomercializar yogures y bebidas con Lactobacillus como reconstituyentes mentales.Lo que no se tuvo en cuenta, ni entonces ni actualmente, es que el Lactobacillusbulgaricus se halla naturalmente en la tierra, tal como indicaron los científicos de laUniversidad de Chicago en 1909, de lo que se deduce que los jardineros podíanentrar en contacto con esta bacteria al arar y cultivar el suelo. Pese al entusiasmoinicial, el interés por el Lactobacillus para la salud mental y la longevidad fuedesvaneciéndose, y hacia mediados de los años treinta estaba completamenteolvidado. Y así seguiría durante décadas.

La relación entre estado de ánimo y Lactobacillus permaneció enterrada hastaque volvió a desempolvarse en un artículo científico de 2003. Nuestros colegas de laUniversidad de Toronto y la Universidad McMaster de Canadá actualizaron la teoríasugiriendo que el Lactobacillus y su agente probiótico asociado, la Bifidobacteria,son capaces de mejorar el estado de ánimo y la cognición. El cambio que se habíaproducido en los años precedentes fue el descubrimiento de que estas bacteriaspodían reducir la inflamación y el estrés oxidativo de todo el organismo. Tal comohemos analizado en capítulos anteriores, el aumento de citoquinas puede causardepresión, ansiedad y embotamiento mental en adultos sanos. También se descubrió

que incluso niveles minúsculos de microbios en el intestino podían afectarpotencialmente al estado de ánimo debido a una comunicación directa con el sistemanervioso central a través de los nervios conectados al tracto gastrointestinal.

Otros estudios clínicos, publicados en 2009 y 2010, demostraron que, por víaoral, el Lactobacillus y la Bifidobacteria podían elevar el estado de ánimo,disminuir la ansiedad y mejorar el funcionamiento cognitivo en adultos. Recientesinvestigaciones experimentales realizadas en animales demuestran que, cuando estasbacterias se administran oralmente a animales que están sometidos a una situaciónestresante, el nivel de hormonas del estrés en el cerebro se reduce, produciendo unefecto beneficioso en los neurotransmisores que regulan el miedo y el estado deánimo en varias regiones cerebrales. Mediante mecanismos que aún están pordeterminar, las bacterias beneficiosas inhiben las enzimas encargadas dedescomponer los neurotransmisores que regulan el humor y mantienen los niveles delfactor de crecimiento nervioso que hemos visto anteriormente, el factor neurotróficoderivado del cerebro, responsable del mantenimiento sano de las células nerviosas.Además, la Bifidobacteria añadida a alimentos animales incrementa los nivelescerebrales de ácidos grasos Omega-3 y los niveles plasmáticos de triptófano. Eltriptófano es un aminoácido esencial necesario para la fabricación de serotonina enel cerebro. Nuevas investigaciones indican que otros microorganismos que viven enla tierra —como Mycobacterium vaccae— pueden mejorar la calidad de vida, ladepresión y la ansiedad cuando se administran por vía oral a pacientes con cáncer.

Aunque en la tierra hay una gran variedad de microorganismos, comoLactobacillus y Bifidobacteria, nuestro temor a la contaminación evita que latoquemos. Esto puede limitar nuestra exposición a estas bacterias, en otra formamoderna de privación de la naturaleza. Científicos internacionales han llegado a laconclusión de que la obsesión por evitar las bacterias contribuye al aumento masivode alergias, y la falta de exposición a los microbios puede alterar el equilibrio delsistema inmune. Será preciso realizar otras investigaciones, pero cada vez está másclaro que el contacto accidental y deliberado con la tierra a través de actividades dejardinería —cavar, respirar, dejar que la tierra entre en contacto con la piel— ofreceuna puerta de entrada para que las bacterias beneficiosas se introduzcan por eltabique nasal y el tracto gastrointestinal, una realidad que puede tener consecuenciasmucho más profundas para el cerebro humano. Hace ya mucho tiempo que ladiferencia entre tierra y suciedad ha dejado de ser una cuestión controvertida: latierra no debe confundirse con la suciedad porque es una forma viva de la naturaleza.

JARDINERÍA Y COGNICIÓNLa mejora de las funciones cognitivas es otro de los beneficios que proporcionan lasactividades que se realizan en el jardín. La jardinería plantea retos cognitivos queexigen memorización, habilidades visoespaciales y procedimientos ejecutivos.Utilizar estos atributos cognitivos ayuda a fijar una capa de protección contra elenvejecimiento cerebral. En un estudio publicado en el Journal of the American

Gereiatrics Society, en 1995, la jardinería se asoció a un 50% de reducción en elriesgo de padecer demencia senil. Incluso en enfermos de Alzheimer, laparticipación en un programa de terapia hortícola (dos veces a la semana durantetres meses) ha demostrado mejorar las funciones cognitivas en comparación con elgrupo de control. Puesto que la demencia puede socavar las capacidades cognitivasnecesarias para realizar trabajos de jardinería, la supervisión y formación adecuadapor parte de un terapeuta cualificado es un componente esencial del tratamiento.

Expediente de la doctora SelhubMartha, una de mis pacientes, de setenta años, me dijo: «Para mí no hay nada comparable a trabajar la tierra conmis propias manos y saber que al cabo de un tiempo disfrutaré de estos hermosos tomates rojos. Cuando estoy enel jardín, es como si el tiempo no existiera».

En el otro extremo del espectro —en la infancia— la jardinería es igualmentevaliosa para las funciones cognitivas. Hace un siglo, se crearon los programas dejardinería en las escuelas norteamericanas. Los jardines dejaron de ser un espacio dejuego diseñado para el simple entretenimiento y se incorporaron a la escuela comoherramienta educativa. Tal como dijo Herbert Hemenway, uno de los pioneros de laintroducción de la jardinería en la vida escolar, en 1906: «No solo educa la mente,el corazón y la mano, sino que es de ayuda en la aplicación práctica de la lectura, laescritura y la aritmética. La jardinería incrementa y desarrolla el poder deobservación. Hace que una persona vaya más rápido a la hora de captar ideas ytraducirlas en actos. Los niños y niñas que realizan actividades en el jardín presentanun mayor desarrollo mental, físico y moral. […] La jardinería abre una fuente deingresos, crea pasión por el sector y respeto por la propiedad privada y a menudo esel inicio de algo mejor».

Hemenway, director de una escuela de Hartford (Connecticut), no estaba solo.Hacia finales de la Primera Guerra Mundial proliferaron en Norteamérica losjardines escolares y los cursos de jardinería durante los meses de verano. El auge deestos programas estuvo impulsado por una directiva del presidente WoodrowWilson en la que se creaba la School Garden Army. Unos 4 millones de niños yniñas se dispusieron a trabajar bajo el lema «Un jardín para cada niño, cada niño enun jardín». Aunque su primera intención era cultivar alimentos en tiempos de guerra,el organismo que lideraba el proyecto, el Departamento de Educación, pronto tuvoclaro que el programa tenía un gran valor educativo. Al cabo de un año del final dela Primera Guerra Mundial, en un momento en que el programa apenas sobrevivíacon un magro presupuesto, el director de la School Garden Army, John L. Randall,justificó su continuidad, afirmando que «la jardinería admite la más ampliacorrelación con otros estudios. No hay ninguna asignatura de la que pueda extraerseun conocimiento más real de ciencia, arte y relaciones humanas que el tratar conplantas vivas y en desarrollo». Sin embargo, el programa fue desmantelado en 1921,cuando el gobierno se quedó sin fondos.

En 1948, Harold B. Tukey, respetado científico y presidente de la SociedadAmericana de Horticultura, expresó su preocupación al declarar que el arte de lahorticultura y sus valores sociales y educativos estaban siendo relegados por el augede la tecnología, y afirmó que «hay demasiadas cosas que impiden prestarleatención. Estamos tan enfrascados en las disciplinas biológicas y empresariales queolvidamos la que posiblemente será la actividad más importante en los próximosaños. […] La jardinería significa salud, estabilidad y felicidad». Tukey sostenía quela horticultura permite una mayor conexión con el aprendizaje y el desarrollohumanos porque evita el aislamiento en la educación científica. Conectar con elentorno a través de la jardinería permite a los alumnos entender las ampliasimplicaciones y el significado de sus estudios, lo que supone una mejor comprensiónde los distintos ámbitos científicos.

Hasta finales de los años sesenta, había muy pocas pruebas científicas quedemostraran que los jardines escolares mejoraran el rendimiento académico ycognitivo. En 1968, investigadores de Dearborn (Michigan) pasaron un test de 55preguntas a casi 300 estudiantes de escuelas públicas que habían sido asignados auno de estos tres grupos: alumnos que recibían formación práctica en el jardín de laescuela, alumnos que recibían formación teórica sobre jardinería en el aula yalumnos que no realizaban ningún curso práctico o teórico sobre jardinería. Losresultados de la investigación demostraron que la formación práctica mejoraba laretención y la asimilación de datos y técnicas relacionadas con los principios y lapráctica de la jardinería, en comparación con el grupo que solo recibió instrucciónteórica en el aula.

Pasarían varias décadas antes de que la jardinería en la escuela fuera el temade investigaciones más específicas, pero valió la pena esperar los resultados. En dosestudios independientes publicados en 2005 en HortTechnology, tanto un programaescolar de 14 semanas en el que se daban nociones de jardinería, como un curso dejardinería que duró todo el año académico, elevaron las notas de ciencias entre losestudiantes de primaria, confirmando así el efecto de relación científica propuestopor Tukey. Además de mejorar las calificaciones en los test estándar de ciencia, lasinvestigaciones contemporáneas también demuestran el efecto de estimulacióncerebral de los jardines escolares, especialmente en factores que favorecen laresolución de problemas. En el mundo real —y en particular en entornos académicosy laborales—, la capacidad para entender las propias acciones y sus implicaciones,y la capacidad para trabajar en equipo, son atributos esenciales para resolverproblemas, para ver las cosas desde otro ángulo y para saberlas comunicar coneficacia. Aunque académicamente lo mejor es sacar buenas notas, en el mundo reallo importante es saber aplicar, comunicar y trabajar con estos conocimientos. Se hademostrado que un curso de jardinería de un año de duración aumenta lashabilidades necesarias para la vida cotidiana, la capacidad para trabajar en grupo yel conocimiento de uno mismo cuando se compara con un grupo de control dealumnos de primaria sin formación práctica de jardinería.

LA JARDINERÍA CAMBIA EL CEREBRO PARA TODA LA VIDAHaber trabajado en el jardín en la infancia tiene implicaciones a largo plazo para elcerebro: cambia la forma en que los niños comen y lo que piensan sobre el planeta.Al analizar un programa de jardinería de un año de duración (curso académico 1996-1997), investigadores de la Universidad A&M de Texas hallaron que los alumnos deprimaria que se habían hecho cargo de las plantas de un arriate, que habían plantandoy trasplantando semillas y utilizado herramientas de jardinería, mostraban una actitudmental más positiva que los que no habían participado en el programa de jardinería.Los adultos que habían participado activamente en labores de jardinería durante suinfancia tendían a considerar a los árboles como seres vivos con valor personal yestaban más predispuestos a trabajar en el jardín. Además, cuantas más sesioneseducativas en granjas locales realizaban los alumnos de primaria durante el añoacadémico, más actitudes positivas mostraban respecto a los productos locales ymayor afinidad con las regiones en las que estaban situadas las granjas. Cualquierexperiencia que mejore la actitud de los niños hacia los alimentos locales y losentornos naturales en los que crecen es altamente satisfactoria, y los beneficiosmedioambientales y económicos pueden ser incalculables.

A esto hemos de sumarle los múltiples estudios que demuestran que lajardinería influye en los hábitos alimentarios, y en particular en la predisposición aconsumir fruta y verdura. En los últimos cinco años, los resultados de variosestudios han llegado a conclusiones similares: los niños que participan en programasde jardinería en la escuela mejoran su conocimiento y su preferencia por losalimentos saludables. De hecho, el mayor consumo de verduras y hortalizas enpersonas que trabajan en el huerto o el jardín parece ampliarse a los adultos(cincuenta años o más). Hay, sin duda, múltiples beneficios derivados del consumode productos sanos, a los que nos referiremos en el próximo capítulo.

TERAPIA DE AVENTURA Y EN ZONAS VÍRGENESLa jardinería puede considerarse una forma domesticada de acercarse a lanaturaleza; al otro extremo está el contacto con el ecosistema en su forma másindómita. Los orígenes de la terapia de aventura en Norteamérica se remontan a lasrecomendaciones del célebre médico y escritor S. Weir Mitchel. Su artículo «CampCure», publicado en la revista Lippincott’s en 1874 se convirtió en un popular libroque llevaba el mismo título. Weir sostenía que, debido al desgaste del sistemanervioso, muchos urbanitas necesitaban algo más que un paseo por el parque o unaexcursión de un día por el campo. Se refería a estas actividades como una formaincompleta o débil de remedio natural, que podía ser suficiente para algunos peroque no satisfacía las necesidades de muchos ciudadanos con problemas emocionalesy cognitivos. Más bien, la mejor recomendación era apretar el botón de arranquemental y volver a reiniciar el sistema mediante «un cambio saludable de estilo devida durante un tiempo». En general, eran un par de semanas y el cambio de estilo devida implicaba sustituir las cuatro paredes de una casa por una tienda de campaña.

El tratamiento de Weir no significaba hacer la mochila y partir rumbo a lodesconocido sin prepararse de antemano, ni era una proeza imprudente realizada ensolitario. Debía llevarse a cabo con guías experimentados, buscando momentos parala soledad y la reflexión, así como la oportunidad para establecer relacionessociales con los demás integrantes del campamento. Weir sugería que los beneficiospodían maximizarse si el interesado tomaba nota mental de las vistas, los sonidos ylos aromas que iba encontrando en el camino. Aconsejaba a cualquiera que quisieraparticipar en este tratamiento que «no llevara un diario de los acontecimientos, sinode las cosas, describiendo situaciones como “el Sol que se refleja en la doradaorilla ha tapizado el agua de una refulgente y cambiante luz anaranjada en la quecentellean las piedras moteadas de colores; la curva cóncava de cada ola que sedespliega ante nosotros es como un zafiro celestial para la mirada, reflejo del azuloscuro que se extiende a nuestros pies”». Weir prescribía la atención plena encontacto con la naturaleza.

La terapia de acampada o en zonas vírgenes (wilderness cure, tal como sedenomina en el mundo anglosajón) mantuvo su popularidad y siguió siendo unareferencia en los manuales de medicina como un posible tratamiento para lossíntomas depresivos. Sin embargo, a principios de la primera década del siglo XX,dio paso al establecimiento de sanatorios, que ofrecían una forma ligeramente másconfortable de beneficiarse de los aspectos terapéuticos de la naturaleza duranteestancias más largas.

También en la primera mitad del siglo XX, los correccionales estatales ylocales iniciaron programas de acampada para la rehabilitación de delincuentesjuveniles y adultos de bajo riesgo. En 1935, California fue el primer estado queestableció legalmente un programa formal de este tipo para jóvenes delincuentes.Hacia 1960, proliferaron en varios estados los programas de rehabilitación queincluían una acampada en plena naturaleza. (A base de tiempo y experiencia, lasautoridades fueron capaces de realizar una selección para determinar qué individuospodían permanecer en un entorno con escasas medidas de seguridad.) Los gestoresde estos programas informaron del éxito de estas iniciativas en distintos ámbitos; enese entorno se realizaban actividades de conservación de la naturaleza que ofrecíana los participantes razón de ser y sentido a sus vidas, mejoraban su capacidad paratrabajar en equipo, así como su iniciativa y autoconfianza. Aunque fuera de formaanecdótica, quedó claro que la experiencia al aire libre era una medida preventivapara ayudar a jóvenes en situación de riesgo a no infringir la ley.

A principios de los años sesenta, Outward Bound y otros grupos iniciaronprogramas de formación y capacitación en espacios naturales destinados al públicoen general. En los círculos psiquiátricos, pronto se volvió a debatir la convenienciade la terapia en zonas vírgenes para promover la salud mental. En 1967 el psiquiatraRobert C. Martin del Hospital Estatal de Salud Mental de Stockton (California)marchó con diez colegas y 74 pacientes a acampar al lago Alpine de Sierra Nevada.Martin y sus colegas escribieron acerca de sus experiencias y sobre los cambiospositivos de humor, motivación, interacción social y comportamiento de sus

pacientes. También se refirieron a los profundos cambios observados en el personalsanitario especializado en salud mental: «De todos los beneficios derivados de laacampada —señala Martin—, el más permanente y significativo fue el cambio depercepción de los pacientes por parte del personal […]. También ellos secomportaron de forma distinta fuera del marco hospitalario, con una mayorpredisposición a interactuar con los demás de tú a tú y no como trataría un médico asu paciente. Este fue, quizás, el mayor provecho de toda la experiencia». Laobservación de Martin acierta de lleno en el origen del incipiente movimiento de laecoterapia (ecopsiquiatría, ecopsicología), que subraya la importancia de realizarsesiones individuales y colectivas de psicoterapia en entornos naturales y al airelibre. (Analizaremos esta cuestión detalladamente más adelante.)

En 1975, Outward Bound modificó algunos de sus programas para adecuarse alas necesidades de los pacientes con enfermedades mentales y muchos de ellos sevincularon a los programas clínicos de los principales hospitales y centroscomunitarios de salud mental. El proyecto de Outward Bound implicaba ponermucho cuidado en seleccionar lo más objetivamente posible a los pacientes quemejor podían adaptarse a este tipo de expediciones. Además, las travesías solíandurar solo unos días y no las dos o cuatro semanas de sus programas estándar.Siguieron publicándose resultados favorables en varias revistas médicas ypsicológicas, y existía la percepción general de que las excursiones y acampadas alaire libre eran una forma de medicina complementaria; no eran el tratamientoprincipal, sino una alternativa que podía mejorar la posibilidad de éxito clínico.Comentando una fructífera excursión de cuatro días, un grupo de psicólogos delCentro de Salud Mental del Condado de Rockland (Nueva York) señalaron en 1984:«Este programa se diseñó para combinarse con el plan de tratamiento preexistente[…], pero es fácil que degenere y se convierta en una actividad puramenterecreativa. Es necesario planificar cuidadosamente la expedición y dotarla depersonal adecuado antes de partir; además, mientras se realiza, debe haber unavigilancia y comunicación constante entre los profesionales para garantizar losmáximos beneficios terapéuticos y que sea una aventura divertida y segura».

Las excursiones al aire libre como recurso terapéutico son un asunto muy serio,e implican mucho trabajo previo para garantizar el éxito. A pesar de las dificultades,este tipo de intervenciones como forma de medicina complementaria para eltratamiento de la salud mental posee un impresionante registro de adherencia: entrelos pacientes con formas graves de salud mental, el cumplimiento terapéutico llega al97%, y el índice de abandono es prácticamente inexistente. Los programas quepriorizan el contacto con la naturaleza no son como los preparados farmacéuticos,pero sería difícil encontrar otra intervención psicoterapéutica, con o sin fármacos,con índices de cumplimiento de más del 90%.

Expediente de la doctora SelhubAdam tenía 17 años. Su madre estaba preocupada porque tomaba drogas y sacaba malas notas en el instituto.Había intentado que lo visitara un psicoterapeuta, pero no se dejaba ayudar. Estaba cansada y no podía aguantar

más, después de atravesar un horrible período de tres años en que había estado inmersa en una batalla legal dedivorcio. El padre de Adam era de poca ayuda y, además, también tenía problemas de adicción. Ella temía queAdam pudiera cometer un delito y fuera encerrado en un correccional. Le sugerí que buscara programas derehabilitación al aire libre para jóvenes, donde Adam empezara a respetarse a sí mismo y a la naturaleza. En estetipo de centros, Adam aprendería a sobrevivir y a escuchar, y ante todo aumentaría su autoestima y tendría mayorrespeto por los demás y por el mundo que lo rodeaba.

Aquel verano Adam asistió a regañadientes a un programa de acampada al aire libre. Como era de esperar, volviósiendo otro… se había hecho un hombre. Era responsable y tenía ganas de volver a la escuela. Deseaba cambiar.

UNA MAYOR DOSIS DE MEDICINA FORESTAL

A los millones de personas que trabajan en tiendas, fábricas y oficinas hemos de proporcionarles zonasrecreativas al aire libre en las que puedan relajarse de la espantosa tensión nerviosa y mental que les hatocado vivir, y por eso regresamos a la calma y la inspiración de nuestros bosques, antítesis de la vidaurbana moderna, y buscamos la diversión y el ocio que en su momento todo americano tuvo el privilegio debuscar y encontrar.

Ottomar van Norden, Journal of the New York State Forestry Association, 1916

En general, las investigaciones respecto a los cambios fisiológicos y psicológicosinducidos por el shinrin-yoku (contemplación y/o actividad física en el bosque) secentran en marcos temporales de tan solo unas horas o medio día. Para S. WeirMitchel, médico especializado en terapias de acampada, una hora en un parqueurbano podría considerarse «un remedio en su forma más diluida». En los últimosaños, investigadores coreanos han analizado los efectos de una dosis superior de loque se denomina «medicina forestal» (la mayoría de investigadores veteranos deshinrin-yoku han adoptado este nombre; véase www.inform.org).

Won Sop Shin, licenciado y doctor en ciencias forestales por la Universidadde Toronto, es actualmente uno de los principales expertos en medicina forestal delmundo. En una serie de estudios, el doctor Shin y sus colegas coreanos hallaron quelos programas de acampada de cinco días de duración (algunos con prácticascomplejas como escalada en la roca y largas excursiones, además de actividades engrupo) eran efectivos para mejorar la depresión en estudiantes universitarios sanos yen adultos con adicción al alcohol. En colaboración con una serie de médicos, handiseñado un programa de nueve días que se inicia con una simple experiencia en uncampamento. Del tercer al sexto día se realizan varios tipos de actividades deaventura, y para concluir el programa, del séptimo al noveno día se ofrece una partede introspección con meditación y psicoterapia en el entorno forestal. En un estudiocontrolado, publicado en 2011 en Environmental Health and Preventive Medicine ,la reducción de los síntomas depresivos después de una intervención de nueve díasalcanzó un significativo 64%. Cabe señalar que una reducción del 50% o más en losíndices de depresión se considera el criterio de referencia en ensayos con fármacos.Esta combinación sistemática de ocio, desafíos y psicoterapia en contacto con la

naturaleza podría ser el tratamiento de elección en el futuro, una versión actualizaday refinada de la terapia de acampada.

¿CUÁL ES LA EFICACIA DE LAS ZONAS VÍRGENES?Lógicamente, somos unos grandes defensores de la naturaleza y de los tratamientosque se basan en el contacto con el medio, pero también somos los primeros enadmitir que es fácil desprestigiar estos estudios por sus fallos metodológicos. En laliteratura científica hay casi tantas publicaciones que critican la falta de un diseñoriguroso en este tipo de estudios como investigaciones relativas a los programas derehabilitación basados en el contacto con la naturaleza. Es de esperar que loscientíficos sigan aplicando diseños creativos que permitan un mayor reconocimientodel verdadero valor de estas experiencias. Pero la solución dista mucho de sersimple: la terapia de aventura no es un fármaco que contiene una simple estructuraquímica comparable al placebo en los pacientes con depresión. Es muy difícil queexista un verdadero grupo de control, en intervenciones en las que participan tantasvariables, que dé cuenta del éxito terapéutico tras la participación en el programa.Dejando a un lado los debates relacionados con la presentación de evidencias,prácticamente todo el mundo está de acuerdo con la idea de que el contacto con lanaturaleza promueve emociones positivas y ofrece una oportunidad para alejar de lamente los síntomas internos, el sufrimiento por el pasado y la ansiedad por el futuro.La naturaleza ofrece un entorno ideal para la atención plena y para mantener la mentearraigada en el presente. Teóricamente, incluso si la felicidad que sienten lospacientes solo fuera transitoria, unos instantes pasajeros serían suficientes para teneruna situación de ventaja, ya que permiten que las personas deprimidas comprendanque la felicidad es posible, que está a su alcance.

Aunque será preciso realizar otras muchas investigaciones antes de que lacomunidad científica pueda determinar de qué forma la medicina forestal y lasterapias de aventura y en contacto con la naturaleza promueven la salud mental, losestudios publicados hasta el momento demuestran que su valor reside en sucapacidad para restaurar y rejuvenecer el cerebro. La teoría de recuperación de laatención, del doctor Stephen Kaplan, afirma que los entornos naturales restablecen lasalud gracias a varios factores: alejarse del medio habitual (a menos que la aventurase realice al lado de casa, este punto debería cumplirse sin problemas), fascinación,extensión o inmensidad del entorno natural y capacidad para satisfacer los objetivosy las expectativas de cada uno. En concreto, los beneficios psicológicos puedenmaximizarse cuando el entorno natural provoca fascinación y activa la mente. Cuantomás cerca esté una terapia de aventura de los criterios de la teoría de Kaplan,mejores serán los resultados.

Por muy importante que sea la dinámica de grupo en los programas en contactocon la naturaleza, parece razonable intuir que la soledad, la reflexión y lacontemplación son también aspectos esenciales. En la Ley de protección de zonasvírgenes de 1964, el Congreso estadounidense exigió específicamente que se

designaran reservas naturales, entre otras cosas, para «ofrecer oportunidades dedisfrutar de la soledad y un tipo de entretenimiento primitivo e ilimitado». Lasoledad ha sido injustamente desprestigiada en la vida moderna, asociada a menudoal desamparo y al aislamiento social, y a algo que, en última instancia, deberíarehuirse. En nuestro mundo lleno de aparatos inútiles, en el que muchas veces nosvemos obligados a estar conectados e informados, la soledad se ha convertido en unasensación incómoda, y en nuestra cultura nos han enseñado a evitarla. Sin embargo,la soledad en plena naturaleza es justamente lo que el médico debería recetar. Losestudios realizados hasta el momento indican que estar a solas en un territorio virgen—la elección personal que nos lleva a buscar la soledad en un entorno natural—ofrece una mayor capacidad posterior para alejarse de las estructuras y los entornossociales agobiantes. Pero, sin duda, la soledad se sirve mejor en pequeñas raciones.Los editores de una edición de 1865 de Current Literature lo explican a laperfección en un artículo titulado: «La utilidad de la soledad: regeneración a travésde la reflexión», donde afirman: «Si la soledad se considera bajo un punto de vistaglobal, se verá que solo tiene valor real como estimulante. No tomamos quinina conla intención de vivir el resto de nuestros días siendo esclavos de esta medicina, ytampoco ningún hombre se retiraría a vivir en una cueva con el propósito deconvertirla en su residencia permanente».

Sin duda, los beneficios de las intervenciones en la naturaleza virgen puedenadscribirse a muchos de los factores analizados hasta el momento en este libro.Experimentar vistas estéticamente agradables, sonidos naturales (o la ausencia deruidos), fragancias aromáticas, iones negativos invisibles, luz natural y oscuridad, yanimales puede incrementar los efectos beneficiosos de la actividad física y los retosasociados a la resilencia inherentes a estos programas.

Una nota de prudenciaUn factor esencial de la aventura en plena naturaleza como forma de terapia natural es el factor operativo. Existeuna gran diferencia entre los campamentos dirigidos por emprendedores bien intencionados y amantes del aire librey los que están estructurados y dotados de personal con un alto nivel de formación. La influencia rejuvenecedorade la naturaleza puede ser rápidamente destruida por la incompatibilidad entre el cliente y el charlatán que se ocultatras el velo de las imágenes de marketing. Incluso S. Weir Mitchell recurría a consejos profesionales en susrecetas. Pero casi un siglo y medio más tarde, estos programas siguen estando poco reglamentados, y losllamativos folletos, páginas web y eslóganes no siempre equivalen a un programa saludable y seguro. Menos de lamitad de los estados y provincias de Norteamérica conceden licencias para homologar a agencias y guías deaventura. Incluso cuando se dan licencias, su validez es dudosa, ya que solo algunas jurisdicciones exigenformación en primeros auxilios como condición para la homologación. Independientemente de cuál sea su intenciónal contratar una experiencia de este tipo, ya sea para la reconstitución mental o como tratamiento complementariode un trastorno de salud mental, el cliente debe ser cauteloso: no tenga en cuenta las sugerentes imágenes queaparecen en los folletos y sitios web, sino la formación, la experiencia y la titulación de los operadores.

JARDINERÍA Y ENTORNO NATURAL: EL INDIVIDUO, LA COMUNIDAD, ELPLANETATrabajar en el jardín o pasar un tiempo en contacto con la naturaleza virgen ofrece

beneficios al individuo, a su comunidad y, en última instancia, al planeta. Estasactividades promueven la autoconciencia, el estado de ánimo positivo y lacreatividad, disminuyen el estrés y mejoran la cognición. Un cerebro recuperado yrenovado desde el punto de vista cognitivo está bien imprimado para la empatía; uncerebro agotado, abrumado y que ejecuta varias tareas a la vez está empáticamentedesarmado. Cuando se realizan en grupo, estas actividades crean un lazo y unasensación de colectivo entre los participantes. Los grupos que trabajanconjuntamente en un jardín mejoran la apariencia externa de su vecindario yfortalecen sus vínculos, mientras que las experiencias de aventura en contacto con lanaturaleza también enseñan la importancia de sacrificarse por el bien del grupo. Enefecto, el hecho de desarrollar un sentido de comunidad es un buen predictor de lasatisfacción global de este tipo de experiencias. Todas estas fuentes anticipan uncambio, o por lo menos un refuerzo, de los conocimientos sobre el entorno y de lasactitudes de respeto por el medio. Los programas al aire libre, la jardinería y elcontacto con la naturaleza virgen promueven la empatía por el planeta.

Los nutrientes naturales: la nutriecopsicología

Los antiguos atenienses se fueron haciendo sabios y fuertes intelectualmente gracias a la simple dieta queles proporcionaba el mar Mediterráneo, las montañas de Grecia y los suaves pastos de su tierra natal. […]Los esquimales se alimentan con la grasa de las focas y las morsas, y mantienen una actitud serena […].Los habitantes de las soleadas regiones meridionales subsisten a base de naranjas, frutos del árbol del pan,bananas, peces de río y de mar; y sabemos que desarrollan leves trastornos mentales.

Doctor Selden H. Talcott, Nueva York, 1888

Durante más de un siglo, los médicos norteamericanos han tomado buena nota decómo la nutrición influye en la cognición y la fatiga cerebral, mejora la actitudmental a corto plazo y es un factor de protección contra la depresión y la ansiedad alargo plazo. En concreto, los primeros investigadores se propusieron encontrar ladieta más apropiada para contrarrestar el agotamiento mental del trabajoadministrativo. Hacia finales de la primera década del siglo XIX, el pescado era elalimento más citado por sus beneficios para el cerebro. En su célebre libro Foods de1873 el prestigioso médico británico Edward Smith afirmaba que «el valor delpescado para de la dieta es […] especialmente adecuado para las personas querealizan un trabajo intelectual, o las que padecen ansiedad o estrés». En 1897 larevista Woman’s Medical Journal promovía el consumo de manzanas, ciruelas,tomates, almendras y nueces como alimentos esenciales para la función cognitiva y elsustento del cerebro y del sistema nervioso. En la promoción de los cerealesintegrales también tuvieron algo que ver los intereses comerciales, con anunciospublicitarios que los consideraban un «alimento adecuado para el cerebro y loscentros nerviosos». Colectivamente, se promocionaron los aspectos esenciales de loque hoy llamados dieta mediterránea: cereales integrales, pescado y marisco,semillas y frutos secos, fruta y verduras.

Un siglo antes de nuestras actuales batallas a campo abierto en internet —elruido de sables verbal entre los que preconizan la dieta vegetariana y susadversarios, defensores de la dieta carnívora del Paleolítico—, los expertos no seponían de acuerdo respecto a la alimentación más beneficiosa para el cerebro. LadyPaget Walburga, íntima amiga de la reina Victoria de Inglaterra, defendía unaalimentación exclusivamente basada en plantas para lograr una mayor claridadmental, advirtiendo que la carne «entorpece y materializa nuestras facultadessuperiores». Otros lo veían de otro modo, sugiriendo que la carne animal eranecesaria para el óptimo funcionamiento mental. Los editores de Scientific Americande 1871 se situaban en un término medio, afirmando que «es sabido que algunosalimentos están especialmente adaptados para mantener el cerebro en un estado de

actividad saludable, […] el pescado, la fruta, las verduras y hortalizas, la leche yvarios tipos de alimentos farináceos, el pan integral y la harina de avena son losprincipales. Sin embargo, hay constituciones que parece que pueden subsistir a basede una dieta estrictamente vegetariana». No obstante, todos estaban de acuerdo enque la alimentación tenía que estar lo más próxima a la naturaleza posible (es decir,sin procesar), sin cantidades excesivas y sin los azúcares procesados cada vez máscomunes.

A Leonard Hill, un prestigioso médico de principios de la primera década delsiglo XIX, le preocupaba que la falta de contacto con la naturaleza y la inactividadfísica entre los oficinistas urbanos se agravara por «la indulgencia en laalimentación, es decir, con las golosinas que están al alcance de todos». Hill y unpuñado de médicos y científicos detectaron un cambio que no llegaría a demostrarsepor completo hasta nuestra época: a medida que los países se desarrollan y losresidentes rurales migran a los centros urbanos, la transición va acompañada de unamayor necesidad de comodidad, lo que conlleva un incremento del consumo dealimentos procesados, azúcar, grasas animales y comidas con bajo nivel denutrientes que se preparan fuera de casa. Cuando los refrescos embotellados y lasgolosinas pasaron a formar parte de la alimentación convencional, algunos miembrosde la comunidad médica izaron una bandera roja para advertir de las consecuenciasdel consumo de azúcar, alimentos procesados y aditivos alimentarios. Los editoresd e Medical Standard de 1922 adoptaron una línea especialmente dura, en la quebásicamente opinaban que lo que no nos beneficiaba iba en contra nuestra:

En temas tan importantes como la alimentación, nada debería darse por sentado. […] Cada vez quedejamos que nosotros o nuestros hijos sucumban al deseo de consumir golosinas, refrescos o bollería,introducimos en nuestra vida elementos que corrompen y socavan nuestra existencia […] dejándonostentar por alimentos desnaturalizados, desvitalizados y desmoralizados. En otras palabras, un alimento no esapto para el consume humano cuando su composición, a través de cualquier tratamiento artificial, se havuelto hostil a la vida fisiológica y es incompatible con el proceso creativo de la naturaleza humana. Porquela comida que no es creativa es destructiva […]. El ámbito que, más que cualquier otro, nos ofrece hoymayor oportunidad para ganar o perder, caer o levantarnos respecto a nuestro destino, es la dieta.

Los editores de Medical Standard eran conscientes, sin duda, del cambio quese estaba produciendo, pero no podían ni soñar hacia dónde nos dirigíamos y hastaqué punto las bebidas y alimentos desnaturalizados y desvitalizados estaríanpresentes en el mundo tecnológico contemporáneo.

TODO FORMA PARTE DE UNA DIETA EQUILIBRADALa noción de alimentos para el cerebro, al menos en su forma integral, cayó endesgracia hacia mediados del siglo XX, desterrada en un purgatorio pseudocientíficohasta los años ochenta. Aparte de la preocupación por el déficit de vitaminas yminerales, algunos médicos y científicos se tomaron en serio las ideas que aúnquedaban sobre la comida como mediadora de la salud cognitiva y mental. De hecho,los científicos convencieron al público norteamericano de que los estimulantes,

carbohidratos procesados, refrescos, golosinas y otros productos procesadostecnológicamente eran la respuesta a la fatiga mental. Valga como ejemplo un titularde 1944: «Los expendedores de comida contienen alimentos sanos: los caramelos ylos refrescos obtienen clasificación científica por parte de la AAAS». La AAAS(siglas que corresponden a la denominación inglesa de la Asociación Americanapara el Avance Científico) y algunos de sus miembros llegaron a la conclusión en sucongreso anual de que «los alimentos azucarados, que en general se toman en formade refresco o golosina, mantienen la eficiencia cerebral». Siempre que un alimento obebida fuera capaz de aumentar el nivel de azúcar en el cerebro, podía considerarseque influía en la función cerebral.

Las compañías farmacéuticas americanas, algunas de las cuales tambiénestaban en el sector de los refrescos, presentaron evidencias científicas queindicaban que las bebidas gaseosas tenían propiedades antimicrobianas y podíanmejorar la inmunidad y prevenir los síntomas depresivos. Los medios decomunicación también se subieron al tren, con titulares como «Los refrescos generanoptimismo» y «Beneficios de los refrescos». Si los refrescos prevenían la depresión,¿quién necesitaba pescado, manzanas, almendras y cereales integrales, cuando loscaramelos y los estimulantes podían alimentar el cerebro?

Por supuesto, aún había alimentos considerados sanos que se comparaban conuna lista cada vez más larga de comestibles y bebidas sin valor nutritivo. Esta granlista de productos, cada vez más separados de la naturaleza, podía consumirse comoparte de una proverbial «dieta equilibrada». Por el camino se había perdido la ideade que en el ámbito de la alimentación lo que no nos beneficiaba iba en contranuestra. Según la publicidad, la comida basura proporcionaba energía al cerebro, ylos círculos dietéticos desestimaron su carga nociva, considerándola benignasiempre que se consumiera junto con «algo sano». Tanto daba que los individuos quedefendían una dieta equilibrada fueran más difíciles de encontrar que el Yeti. Loscientíficos aseguraban que no teníamos que preocuparnos por los colorantes, losconservantes químicos y los ingredientes artificiales de los alimentos procesados;cualquier reacción era producto de nuestra imaginación.

Pasar de los alimentos integrales a equiparar los dulces con las manzanas(como en el famoso anuncio de Baby Ruth en 1940) fue el inicio de una nueva era enque la falta de contacto con la naturaleza tuvo consecuencias que solo ahoraempezamos a vislumbrar. Hemos dado la espalda a los alimentos naturales que nosayudaron a subsistir a lo largo de nuestra evolución. A medida que nos distanciamosde cualquier forma de naturaleza, incluyendo el régimen alimenticio, pagamos un altoprecio en forma de inflamación de baja intensidad. Esta inflamación latente, tal comola denominan algunos investigadores, es un subproducto de los cambios de dieta y deestilo de vida que han tenido lugar en el último siglo, y tiene importantesconsecuencias para la salud cerebral. También nuestros hábitos alimentarios tienenconsecuencias para el medio ambiente y para la industria agropecuaria. Acontinuación examinaremos con más detalle estas consecuencias dando un mensajede esperanza: si logramos reconectar con la naturaleza, volviendo a los productos

integrales e inclinándonos por la dieta mediterránea y por algunos aspectos de laalimentación que seguían nuestros antepasados del Paleolítico, los beneficios para lasalud individual y planetaria serán inmensos. Ha llegado el momento de recuperarlos alimentos que van a nuestro favor y no en contra de nosotros.

NUTRIENTES NATURALES ESENCIALESLas implicaciones cerebrales de la nutrición de calidad en el contexto de lapsicología positiva, la salud mental, la cognición, la ecología y la sostenibilidad sonahora científicamente convincentes, pero siguen estando subestimadas. Las grandestransformaciones de los últimos cincuenta años han cambiado obviamente nuestraforma de comer y de beber: la alimentación moderna está compuesta por excesos ydeficiencias. Aún estamos lejos del consumo de alimentos beneficiosos para elcerebro: pescado, cereales integrales, fruta, verdura, semillas y frutos secos. Desdeluego, no hay falta de alternativas cuando se trata de proporcionar calorías comocombustible para el cerebro… solo que no es tan fácil. A pesar de la gran cantidadde elecciones que nos ofrece la tecnología, a pesar de navegar por un mar decalorías baratas y de fácil consumo, en muchos sentidos estamos mal alimentados. Larelativa malnutrición se presenta en forma de déficits de grasas esenciales, fibra yfitonutrientes antiinflamatorios y antioxidantes procedentes de frutas, verduras yfrutos secos.

Grasas esencialesLos ácidos grasos Omega-3 y Omega-6 son esenciales para la salud y elfuncionamiento del cerebro. Estos grupos se conocen como grasas esenciales porqueno podemos producirlos por nosotros mismos y han de obtenerse a través de laingesta alimentaria. Los ácidos grasos Omega-3 se encuentran en relativa abundanciaen el pescado, el marisco, los huevos de corral, la carne de animales salvajes o quepastan al aire libre, las semillas de lino, las nueces, el aceite de Chia, la verdolaga,y hasta cierto punto en otras bayas, frutos secos y semillas. El ácido linoleico,principal ácido graso Omega-6, se encuentra en abundancia en el azafrán, el girasol,el aceite de soja y el de maíz. En nuestro pasado como cazadores-recolectoresteníamos una ratio de ingesta Omega-6/Omega-3 próximo a 1:1. Era un consumo quefacilitaba el desarrollo y el funcionamiento óptimo del cerebro y que, según losregistros antropológicos, hemos mantenido de forma bastante consistente hastadécadas recientes. Sin embargo, la introducción de aceites vegetales baratos y muyprocesados ricos en Omega-6 y los cambios en la crianza de animales han hechodecantar esta ratio evolutiva. Hoy en día, se cifra por lo menos en diez a veintepartes de Omega-6 por una parte de Omega-3, una proporción a todas lucesinaceptable, muy alejada de la ratio ideal 1:1 recomendada en 1999 por unacomisión internacional de expertos en lípidos en el Journal of the American Collegeof Nutrition.

La elevada proporción de Omega-6 viene dada por el hecho de que nuestro

consumo de aceites vegetales se ha triplicado desde principios de los años sesenta.Ahora consumimos 4,5 kg de aceite de soja por año y persona, en comparación conlos casi 6 kg que consumíamos hace solo cincuenta años. Por otro lado, el consumomedio de dos ácidos grasos Omega-3 —ácido eicosapentaenoico ydocosahexaenoico (AEP y ADH, respectivamente)— es solo de 130 mg al día enNorteamérica. Este nivel significa 500 mg menos que las recomendacionesestablecidas por la comisión de expertos antes mencionada, y 800 mg menos que los1000 mg recomendados por la Asociación Americana de Cardiología para laspersonas que padecen enfermedades cardíacas. Los aceites vegetales procesadosestán presentes en alimentos precocinados y fritos, snacks y aderezos de ensaladas; ysi se añade aceite a cualquier comida hay muchas posibilidades de que sea aceiteOmega-6 rico en ácido linoleico. Los animales, incluidos los peces, que tienen laposibilidad de alimentarse, cazar y picotear, buscar comida o nadar sin inhibiciones,tienen acceso a los ácidos grasos Omega-3 que están presentes en pastos, insectos,algas y otras fuentes naturales; pero las carnes y huevos de animales que vivenconfinados, y el pescado de piscifactoría, tienen mayores niveles de Omega-6 de loque sería habitual, a causa de la alimentación con granos. A no ser que seamosvegetarianos, somos lo que comen nuestros alimentos.

Innumerables estudios internacionales han demostrado que, por muyimportantes que sean los ácidos grasos Omega-6, cuando se cruza una línea y se caeen el exceso, pueden influir en la producción de sustancias inflamatorias. Incluso unaproducción mínima de las sustancias inflamatorias que forman parte del sistemainmune (citoquinas) puede poner en peligro la actitud mental. La depresión y laansiedad se caracterizan por una excesiva producción de sustanciasantiinflamatorias. El exceso de ácidos grasos Omega-6, especialmente en presenciade una falta relativa de ácidos grasos Omega-3, puede desempeñar un importantepapel en una serie de trastornos neurológicos y psiquiátricos. Por otro lado, se haconfirmado que los ácidos grasos Omega-3 poseen un impacto antiinflamatorio en elorganismo y son beneficiosos para una serie de enfermedades neurológicas y de laconducta. Dado que las grasas alimenticias influyen en la estructura y elfuncionamiento de las células cerebrales, el predominio de Omega-6 y la faltarelativa de Omega-3, tal como analizamos a continuación, tiene consecuencias parala salud mental y cognitiva.

Cereales integrales y azúcar

Es sabido que demasiado azúcar provoca caries, pero ¿también puede provocar «deterioro cerebral»?Estudios recientes sugieren que sí.

Doctora Janet Jankowiak, editorial de Neurology, 2004

Últimamente, se habla mucho de si un producto contiene o no «cereales integrales», y

con razón. Los cereales integrales, ricos en fibra, se asocian a sustancias quedisminuyen la inflamación, además de ser una gran fuente de antioxidantes. Está biendocumentada la conexión entre una dieta rica en cereales integrales y un menorriesgo de padecer diabetes, enfermedades cardiovasculares y obesidad. Desde quela etiqueta «elaborado con cereales integrales» invade cualquier producto,incluyendo los cereales azucarados que suelen llevar impreso un personaje dedibujos animados en el paquete, se diría que nos hemos dejado tentar por este tipo deproductos. Desgraciadamente, no es cierto. Aunque obtengamos una buena parte denuestra ingesta calórica diaria en forma de cereales —representan casi un 25% delaporte energético—, tan solo un minúsculo 3,5 por ciento se consume en forma decereales integrales. Eso significa que un 96,5% del consumo de cereales adopta laforma de cereales refinados.

Cuando la harina se refina, se pierden los nutrientes beneficiosos para elcerebro (vitaminas B, selenio, zinc). Un nivel insuficiente de cada uno de estosnutrientes se ha asociado a depresión. Como consecuencia de esto, en una especie dejuego fraudulento, algunos fabricantes introducen cereales integrales en el pan, labollería y los cereales refinados, entre otros alimentos, para poder etiquetar elenvase con el membrete de «producto integral». Cuando este cliché decora elpaquete, todo hace pensar que el contenido forma parte de una dieta equilibrada. Elconsumidor percibe que el alimento es un producto sano, rico en fibra y bajo en

azúcar. Por desgracia este logo no significa nada desde el punto de vista nutricional.Pensemos, por ejemplo, en las barras de cereales: un simple pellizco de harinaintegral «justifica» el sello de producto integral, y la imagen desvirtúa la realidad,ya que una pequeña ración contiene más de 15 g de azúcar y tan solo un único gramode fibra. Según la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, uncomestible puede denominarse integral si el 51% de su peso está compuesto porcereales integrales. Esto no debe confundirse con la etiqueta «contiene cerealesintegrales», que podría indicar un contenido de pocas moléculas por miligramo. Másallá de las estrategias publicitarias, vemos que el consumo diario de fibra llega tansolo a 13 g de media, un 33% menos que las dietas tradicionales de hace un siglo.Las actuales recomendaciones de los grupos dietéticos norteamericanos van de 21 a28 g al día.

Si algo no nos falta es azúcar. El consumo global de azúcar refinado se haincrementado por ocho en los últimos doscientos años. El azúcar añadido, que notiene nada que ver con el que se encuentra de forma natural en los alimentos,representa hoy el 16% de nuestra ingesta diaria de calorías. Como punto dereferencia para esta absurda cifra, pensemos que la Asociación Americana deCardiología recomienda que, como máximo, el 5 por ciento de energía diaria seasuministrada por azúcar añadido. El consumo anual de jarabe de maíz enriquecidocon fructosa, que suele añadirse a muchas bebidas, pasó de 450 g en 1970 a más de27,2 kg por persona a finales de los años noventa.

Los azúcares simples ofrecen un estímulo cerebral pasajero, pero losbeneficios son a corto plazo y no están exentos de consecuencias. Poco después de lasubida de azúcar, desciende la glucosa en sangre y el cerebro no sabe qué le ocurre:las calorías exentas de nutrientes se convierten en una promesa vacía que no puedesatisfacerse. Por otro lado, los cereales integrales ricos en fibra se descomponenlentamente, no aumentan los niveles de insulina y ofrecen un suministro de energía ynutrientes esenciales más continuado. Con aumentos repentinos de insulina, nuestrascélulas se vuelven cada vez menos sensibles a la hormona y necesitamos un mayornivel de insulina para guiar el azúcar hacia nuestras células. Acostumbrarse aconcatenar alimentos con azúcar añadido como combustible para el cerebro puedellegar a provocar la tríada de resistencia a la insulina: enfermedad cardiovascular,diabetes y obesidad abdominal. La falta de fibra y un mayor nivel plasmático deinsulina se asocia a inflamación y un mayor riesgo de deterioro cognitivo ydepresión.

Frutas, verduras y sustancias fitoquímicasLa historia de las frutas y las verduras es incluso más triste que la debacle de losproductos integrales y las grasas esenciales. Cuatro productos alimenticiosrepresentan la mitad del consumo global de verduras entre los adultosestadounidenses: las patatas (la mayoría congeladas y fritas), la lechuga iceberg, lascebollas y los tomates. A pesar de los esfuerzos por fomentar un mayor consumo de

frutas y verduras por parte del gobierno y de los grupos privados dedicados a laformación en nutrición, seguimos evitando los productos del huerto. Si eliminamoslas patatas de la ecuación, solo el 29% de los adultos y el 13% de los niñosconsumen cinco raciones de frutas o verduras al día. Dado que no cumplimos lasrecomendaciones de ingerir de siete a diez raciones de frutas y verduras diarias, nodebería sorprendernos que estemos a mucha distancia de cumplir las pautas estándardel Departamento de Agricultura de Estados Unidos que recomiendan consumircinco grupos de colores alimenticios al día (rojo, verde, naranja/amarillo,morado/azul y blanco, sin contar la patata).

Los expertos y educadores en nutrición defienden el consumo de distintosalimentos vegetales de colores, por su contenido en unas sustancias naturalesllamadas fitoquímicas. En productos integrales sin procesar, estas sustanciasmicroquímicas son las que dan a las plantas su color, gusto y textura característicos,y aportan agentes antioxidantes y antiinflamatorios esenciales. Estas sustancias setraducen en el color rojo y morado intenso de las uvas, los arándanos, las cerezas yla remolacha; el verde de las espinacas y la coliflor; el naranja de las zanahorias y lacalabaza; el blanco de los rábanos y las raíces; y el amarillo del maíz. Podemossacar el máximo provecho de las propiedades saludables de estas sustanciasconsumiendo toda la gama de vegetales de colores. Por desgracia, el estudio másexhaustivo de este tipo, publicado en 2006 en el Journal of the American DieteticAssociation, demostró que la media de raciones diarias de verduras de color verdeoscuro, naranja intenso y amarillo era muy baja, solo una ración y media. Y en unestudio publicado en el Journal of Cancer Education en 2007, realizado en más de1600 padres y madres, ni uno solo consumía los cinco principales grupos de coloresla mayoría de los días (es decir, más de tres días y medio a la semana), y solo el40% de los padres y madres, y el 26% de los niños, consumían los cinco principalesgrupos de colores a lo largo de toda la semana.

A FAVOR O EN CONTRA NUESTRA: CAMBIAR EL CEREBRO A TRAVÉS DELA COMIDA

Es sorprendente y a la vez sobrecogedor pensar que la intervención dietética en un individuo o en unapoblación puede reducir el índice de trastornos psiquiátricos. Hay interesantes consecuencias para eltratamiento clínico, la salud pública y la investigación.

Doctora Marlene P. Freeman, Facultad de Medicina de Harvard,editorial de American Journal of Psychiatry, 2010

Los científicos siguen identificando los complejos mecanismos por los cuales losalimentos pueden beneficiar o perjudicar a las células cerebrales. La finalidad deestos trabajos es, en realidad, precisar la capacidad que tienen los alimentos y lasbebidas para promover o evitar el estrés oxidativo y la inflamación. Como hemoscomentado más arriba, cuando aumentan las sustancias inflamatorias, aunque sea a

niveles bajos, en adultos sanos y equilibrados, el resultado final suele desembocaren síntomas depresivos, ansiedad y embotamiento mental. Los trastornos de saludmental y el deterioro cognitivo se asocian a una inflamación de baja intensidad, o, talcomo lo denominan los investigadores, neuroinflamación. El estrés oxidativotambién constituye el nexo común de varios trastornos neurológicos y emocionales.La producción de radicales libres (estrés oxidativo) es una consecuencia del uso deoxígeno en la vida cotidiana y suele mantenerse bajo control mediante elaboradoscircuitos antioxidantes en el organismo. La falta de suficientes antioxidantes puedeprovocar estrés oxidativo y alterar la estructura y la función de las células nerviosas.

La inflamación y el estrés oxidativo no se excluyen mutuamente, sino queactúan en un círculo vicioso: el estrés oxidativo promueve la inflamación yviceversa. La presencia constante de inflamación y estrés oxidativo sobrecarga laprotección cerebral y los sistemas de reparación. Por ejemplo, el BDNF (el factorde crecimiento nervioso que contribuye al crecimiento y a la supervivencia de lascélulas nerviosas) disminuye a causa de la neuroinflamación. A la larga, el ciclo deestrés oxidativo e inflamación provoca cambios pequeños pero significativos en laestructura de las células nerviosas. El estrés oxidativo también parece que acelera ladescomposición de los neurotransmisores que regulan el estado de ánimo como laserotonina y la dopamina.

Para resumir, la inflamación y el estrés oxidativo pueden influir en el cerebrode dos maneras: cambiando la estructura de las células cerebrales y alterando laaccesibilidad de las sustancias que conectan las células nerviosas y facilitan sucomunicación. Los cambios estructurales afectan a la forma en que losneurotransmisores «encajan» en los receptores de las células nerviosas —pensemosen los neurotransmisores como si se tratara de una llave que se inserta en unacerradura—. Si la llave no entra suavemente, la comunicación de nervio a nerviopuede verse ligeramente afectada, lo que acabará manifestándose en un cambio deestado de ánimo o actitud. Una menor accesibilidad de los neurotransmisorestambién puede influir negativamente en el humor y la cognición.

Los científicos están desarrollando fármacos para la salud mental y variasformas de demencia basándose en la capacidad de estos para reducir laneuroinflamación. Los fármacos antidepresivos y ansiolíticos pueden frenar laneuroinflamación porque tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Sinembargo, hay otras maneras, hasta el momento infravaloradas, de respaldar laestructura y el funcionamiento de las células nerviosas a través de la alimentación.Las sustancias fitoquímicas, abundantes en las frutas y verduras de colores, sonfuertes agentes antioxidantes y antiinflamatorios. Recientemente, se ha demostradoque amortiguan la neuroinflamación y previenen la descomposición rápida de lassustancias que regulan el estado de ánimo en el cerebro. Las grasas Omega-3, loscereales ricos en fibra, las raíces y las legumbres también pueden cambiar el rumbode la neuroinflamación. Los componentes alimenticios que nos benefician influyen enel funcionamiento y la activación de los neurotransmisores que regulan el estado deánimo. Dado que la inflamación y el estrés oxidativo pueden controlarse hasta cierto

punto mediante la dieta, y que los nutrientes alimenticios regulan todo el sistemaantioxidante de defensa, podemos mejorar el funcionamiento de nuestro cerebromanteniendo a raya estas dos fuerzas con alimentos antiinflamatorios y antioxidantes.

De la misma forma que una gran variedad de alimentos pueden mantener a rayala inflamación y el estrés oxidativo, un grupo incluso más amplio de alimentos conbajo nivel de nutrientes puede promover estas fuerzas corrosivas para el cerebro. Enuna importante revisión científica publicada en Obesity Research en 2009, loscientíficos australianos Garry Egger y John Dixon observaron que los alimentos queincrementan la inflamación «suelen ser alimentos o bebidas que han sidomodificados y procesados o a los que se les ha añadido algún valor, y que segúnnuestra hipótesis reaccionan ante el sistema inmune como si fueran “invasores”». Porejemplo, las dietas ricas en azúcar pueden desencadenar una inflamación crónicacomo reacción. Una lata de refresco es un ejemplo de un producto rico en azúcares ybajo en nutrientes: un estudio reciente ha demostrado que el nivel de jarabe de maízenriquecido con fructosa que se halla en una lata de poco más de 225 g puedeincrementar el estrés oxidativo y disminuir los niveles de antioxidantes en la sangrehasta casi cuatro horas después del consumo.

Otros componentes de la típica dieta occidental, incluyendo el exceso decarbohidratos refinados, grasas animales y aceites vegetales, también perjudica lasalud de las células cerebrales. Por ejemplo, las grasas saturadas y la carneprocedente de ganado de corral se han asociado a la inflamación de baja intensidaden seres humanos. Y por muy importantes que sean los ácidos Omega-6, numerosaspublicaciones internacionales demuestran que cuando se consumen en exceso puedenprovocar inflamación y estrés oxidativo. En efecto, la dieta occidental resultaatractiva para el cerebro; algunos científicos, incluyendo un equipo del Instituto deInvestigación Scripps que publicó un artículo en Nature Neuroscience en 2010, handemostrado recientemente que la mezcla de dulzor, grasa y sal puede incluso seradictiva. El resultado será una fuerza corrosiva e influencia nociva en lacomunicación de las células nerviosas.

Grasas beneficiosas

El aceite de hígado de bacalao es de gran valor porque en estos casos es más un producto comestible queuna medicina. […] El importante lugar que ocupan las grasas en los análisis químicos cuantitativos delsistema nervioso explica la utilidad de su papel dietético en casos de melancolía.

Doctor Theodore H. Kellogg,«Dietetics in Mental Diseases», 1887

Desde las primeras observaciones del psiquiatra neoyorquino Theodore H. Kellogg hasta la actualidad hemos idoentendiendo de forma cada vez más sofisticada cómo afectan las grasas a las células nerviosas. El revestimientode las células nerviosas, que es conocido científicamente como «membrana neuronal», contiene una bicapa lipídicaque puede ser dura e inflexible cuando carece de suficientes ácidos grasos Omega-3. La falta de Omega-3 se ha

asociado a cambios en la fisiología cerebral y en la estructura de las células nerviosas que se corresponden con loscambios observados en la depresión. Un exceso de grasas saturadas y colesterol alimentario, en combinación conel actual consumo excesivo de Omega-6, también puede alterar la estructura de la bicapa lipídica en la membrananeuronal. Incluso mínimas alteraciones en su estructura pueden traducirse en una peor señalización entre célulasnerviosas. Según las susceptibilidades genéticas y los factores estresantes, esto puede manifestarse en un mayorriesgo de padecer síntomas depresivos y ansiedad.

Cuando los ácidos grasos Omega-3 se incorporan a la membrana neuronal, facilitan la señalización óptima en elseno de cada célula nerviosa y entre células. Los ácidos grasos Omega-3 disminuyen el estrés oxidativo y lainflamación asociados a trastornos neurológicos y psiquiátricos. Además, pueden promover la producción del factorneurotrófico derivado del cerebro (BDNF). Este factor de crecimiento nervioso desempeña un importante papel enel crecimiento, la integridad y la supervivencia de las células nerviosas a lo largo de toda la vida. Los actualessuplementos de aceite de pescado y el aceite de hígado de bacalao propuesto por Kellogg son ricos en ácidosgrasos Omega-3. Recientes estudios controlados utilizando aceite de pescado han demostrado su utilidad paraalgunos de los casos más difíciles de depresión — depresión resistente al tratamiento— y también para mejorar laactitud mental de adultos sanos.

PAUTAS ALIMENTARIAS, DEPRESIÓN Y COGNICIÓNEn una serie de estudios iniciados a principios de los años noventa, el doctor JosephHibbeln del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos observó la relación entreun mayor consumo de pescado y marisco y menores índices relativos de depresión,trastorno afectivo estacional, trastorno bipolar y depresión postparto. Otrosinvestigadores del Reino Unido han demostrado que el aumento del consumo anualde azúcar produce un mayor índice de depresión. En especial, los altos niveles deconsumo de refrescos se han asociado a depresión, estrés psicológicos e ideassuicidas; tras controlar varios factores socioeconómicos y de estilo de vida, losinvestigadores han demostrado que consumir más de un litro de refrescos al día seasocia a un 60% más de riesgo de padecer depresión.

Estos primeros estudios prepararon el terreno para llevar a caboinvestigaciones más detalladas sobre la asociación entre depresión y cognición. Enlos años transcurridos desde entonces, una serie creciente de estudios han vinculadolas pautas alimentarias al estado de ánimo. Los resultados han demostrado casi entodos los casos que las dietas con alimentos integrales y naturales protegen contra ladepresión. Tanto si la población del estudio eran funcionarios británicos, mujeressanas de Baltimore (Maryland), pacientes de atención primaria de Rochester(Minnesota), mujeres embarazadas de Creta (Grecia) o adultos escogidos al azar demesas electorales australianas, los resultados fueron uniformes: el consumo de carneprocesada, alimentos fritos, azúcar, cereales refinados y productos lácteos ricos engrasa se asociaron a depresión, mientras que una mayor ingesta de pescado, fruta,verdura y cereales integrales se vinculó a una menor aparición de síntomasdepresivos. Los alimentos procesados y la adherencia a la dieta occidentalincrementan la posibilidad de padecer ansiedad y depresión en un 30%, mientras queseguir una dieta tradicional con alimentos de calidad reduce la posibilidad en unporcentaje similar.

En el estudio de Baltimore, las mujeres que experimentaban síntomas

depresivos tenían un 54% más de posibilidades de ser consumidoras asiduas decomida rápida. En el estudio de la Clínica Mayo de Rochester, las personas queconsumían de dos a cuatro raciones de frutas y verduras al día tenían un 41% menosde posibilidades de experimentar angustia mental que las que solo consumían unaración o menos, y el consumo de frutas y verduras ofreció una mayor proteccióncontra la ansiedad que el ejercicio enérgico. Cuando los investigadores evaluaronlas pautas dietéticas de más de 500 mujeres durante el embarazo, llegaron a laconclusión de que una mayor adherencia a la dieta tradicional compuesta porpescado, aceite de oliva, legumbres, frutas, verduras, productos lácteos y frutossecos equivalía a una reducción del 50% en el riesgo de depresión postparto (encomparación con las mujeres que seguían una dieta occidental).

Cuatro estudios españoles se han sumado recientemente a las evidenciasexistentes, en este caso mediante evaluaciones prospectivas realizadas en loshistoriales clínicos y las pautas alimenticias de un gran número de adultos a los quese hizo un seguimiento durante varios años. No se trataba de estudios menores, yaque cada uno de estos estudios investigó a más de 10 000 adultos jóvenes durante unperíodo de cuatro a seis años. Los primeros estudios demostraron que el seguimientode una dieta mediterránea parecía ofrecer una buena protección contra la depresión;una mayor adherencia a la dieta disminuía el riesgo de depresión clínica en un 30%.Los investigadores también informaron que la mayor ingesta de grasas transformadasimplicaba una mayor posibilidad de depresión, un aumento del riesgo del 42% entrelos que presentaban un mayor consumo de este tipo de ácidos grasos. Puesto que lasgrasas transformadas son de elaboración humana —intentos sintéticos de nutrición—los resultados encajan a la perfección con la hipótesis del «invasor» de Egger yDixon. En otro estudio español realizado sobre 11 000 adultos durante cuatro años,el hecho de seguir una dieta mediterránea fue un buen predictor de vitalidadindividual (véase el recuadro «En busca de la vitalidad» a continuación).Recientemente, el mismo equipo de investigación ha informado que, tras realizar elseguimiento de un grupo de jóvenes sanos durante seis años, los resultados handemostrado que una mayor adherencia a una dieta a base de comida rápidaincrementaba el riesgo de padecer depresión en un 36%, y que la ingesta global deproductos precocinados comerciales —madalenas, donuts, bollería en general— seasociaba a un mayor riesgo de depresión.

Se ha llegado a conclusiones parecidas en el ámbito cognitivo. Una serie deestudios realizados en un gran número de personas en Norteamérica y Europa handemostrado que la dieta mediterránea se asocia a una mayor protección contra eldeterioro cognitivo en ancianos. Investigadores británicos recopilaron datos sobre laalimentación de madres y canguros de niños de 3 años y luego realizaron suseguimiento al cabo de cinco años y medio, administrando cuestionarios a los niños,que entonces tenían ocho años y medio, para conocer su coeficiente de inteligencia(CI). Los niños que habían consumido más alimentos preparados ricos en grasas yazúcares tenían un CI menor que los niños que consumían mayor cantidad depescado, verdura, fruta, hortalizas y cereales. El consumo habitual de azúcar y la

ingesta elevada de grasas saturadas también se ha asociado a una menor capacidadcognitiva en adultos sanos.

Debido a que la inflamación de baja intensidad, incluso en adultos jóvenes quepresentan un buen estado de salud, se asocia a un CI más bajo y a una menorcapacidad cognitiva, las asociaciones entre dieta proinflamatoria con déficit denutrientes y pérdida de capacidades cognitivas no debería sorprendernos.

Expediente de la doctora SelhubMargaret estaba preocupada por su hijo Jake. Con 10 años de edad, le costaba concentrarse. Parecía ansioso y amenudo deprimido. Le diagnosticaron TDAH y le recomendaron un tratamiento farmacológico, pero Margaret noestaba convencida. Acudió a mi consulta para saber si había otras alternativas. Hablamos de la posibilidad de quepasara más tiempo al aire libre, corriendo, haciendo deporte o realizando actividades creativas. También le sugeríun cambio de dieta. Como a la mayoría de los niños, a Jake le gustaba la comida basura. Además, al ser muymelindroso con lo que comía, solo desayunaba panqueques o bocadillos de manteca de cacahuete y mermelada, yse alimentaba casi exclusivamente de macarrones con queso. Luego hablamos de la importancia del aceite depescado Omega-3 para el desarrollo y el equilibrio del cerebro, y de los minerales y vitaminas que aportaban loscereales, las frutas y las verduras, especialmente las de hoja verde. Además, comentamos los efectos negativos delazúcar refinado sobre el cerebro, especialmente para el estado de ánimo y el TDAH.

Aun sabiendo que no sería fácil, Margaret consiguió que Jake fuera abandonado paulatinamente los alimentosprocesados y los azúcares refinados, eligiendo manteca de almendra en vez de cacahuete y azúcares naturalescomo el jarabe de agave. También intentó que consumiera mayor cantidad de verduras y hortalizas. La actitud y elestado de ánimo de Jake mejoraron de forma notable, aunque aún tenía espacio para avanzar. Y cuando consumíauna cantidad excesiva de azúcar, la diferencia era palpable.

En busca de la vitalidadSi bien se habla mucho de la felicidad en nuestros días, la vitalidad es un recurso infravalorado. La vitalidad, talcomo la definen los psicólogos, es una fuerza emocional ante las oposiciones internas y externas. Se caracterizapor vivir la vida como una aventura, con pasión y energía, y por sentirse vivo, activo y entusiasmado. La vitalidadha sido considerada un excelente marcador del bienestar físico y psicológico. Entre los obstáculos que impiden lavitalidad están los sospechosos habituales: el estrés y la vida sedentaria. Entre los impulsores de la vitalidad están labuena forma física, la participación atenta en distintas actividades y la conexión con la naturaleza en sentido físico(tiempo que se pasa en contacto con la naturaleza) y en sentido nutricional (seguir una dieta sana). La adherenciaa una dieta con menos alimentos procesados y/o el consumo de productos integrales se ha asociado a una mayorvitalidad.

VOLVER A LA NATURALEZA: DIETA TRADICIONAL O MEDITERRÁNEAAunque se han realizado estudios poblacionales que ofrecen información interesantesobre las personas que siguen una dieta sana durante un largo período de tiempo,desde una perspectiva científica se necesitan otros detalles que solo pueden ofrecerlos llamados estudios de intervención. Concretamente, ¿qué ocurre cuando pasamosde una dieta occidental rica en alimentos procesados y volvemos a entrar en contactocon la naturaleza siguiendo una dieta mediterránea? Hasta el momento, las respuestasson un buen indicio para la cognición y la salud mental. Seguir una dieta más naturalreduce los marcadores de inflamación en la sangre, reduce la curva de insulina y

aumenta los niveles de antioxidantes. Además de los beneficios fisiológicosdirectos, cuando los adultos sanos adoptan la dieta mediterránea reducen el consumode comida rápida en más de un 50%.

Los beneficios cerebrales de un simple cambio a corto plazo a una dietamediterránea fueron evaluados en un reciente estudio publicado en 2011 en la revistaAppetite. Durante un período de diez días, se demostró que una dieta rica en frutas,verduras, pescado azul, productos lácteos desnatados, frutos secos, semillas ycereales integrales (sin azúcar refinado y harina procesada, bebidas gaseosas, carneroja y alimentos preenvasados y procesados) mejora la energía mental y la sensaciónde alerta y satisfacción. El grupo que siguió una dieta natural también mejoródeterminados aspectos cognitivos en comparación con el grupo que siguió una dietaoccidental.

Por el nombre de esta dieta, podría pensarse que se trata de una alimentacióncompuesta por productos exclusivamente procedentes del Mediterráneo que sondifíciles de obtener en según qué países, pero no es del todo exacto. Preferimosllamarla «dieta tradicional» porque, en general, los principios esenciales de laalimentación mediterránea pueden reproducirse a nivel regional. El pescado y elmarisco ricos en Omega-3 pueden obtenerse a través de la pesca salvaje americana ycanadiense; actualmente en Norteamérica se cultivan olivos y se produce aceite,uvas, tomates y cereales integrales. Las dietas tradicionales de base local, sinproductos modificados ni preenvasados, lo más cerca posible de la naturaleza,pueden devolvernos a una época en la que estábamos conectados con la naturalezadesde el punto de vista nutricional.

SUPLEMENTOS DIETÉTICOS Y EL CEREBROLa sustitución de productos enteros por integrales ha de ir acompañada de lareintroducción de nutrientes naturales en forma de suplementos dietéticos —existenmás de 30 000 tipos de suplementos y van en aumento—. Los médicos estánempezando a aceptar algunos de estos suplementos dietéticos. Un estudio recientemuestra que el 72% de los cardiólogos, el 66% de los dermatólogos y el 91% de losortopedas recomiendan suplementos a sus pacientes. En la actualidad, el 60% denorteamericanos toma algún tipo de suplemento vitamínico y un 20% consumehierbas medicinales. Las investigaciones recientes sobre algunos de estossuplementos —ácidos grasos Omega-3, varias vitaminas y minerales, y agentesvegetales antioxidantes y antiinflamatorios envasados— están llegando aconclusiones esperanzadoras en el ámbito de la salud mental y cognitiva.

Videojuegos y exceso de caloríasPor cada hora diaria de videojuego, se duplica el riesgo de padecer obesidad. Además de ser una actividadsedentaria, investigadores canadienses han identificado una vía propia de los videojuegos hacia la obesidad. En unestudio publicado en 2011 en el American Journal of Clinical Nutrition, investigadores de Ottawa (Ontario)indicaron que jugar a videojuegos durante una hora dos veces al día incrementa la ingesta calórica. Los usuarios devideojuegos consumieron 163 calorías adicionales más allá de cualquier compensación por el gasto energético. El

mayor consumo de alimentos tuvo lugar independientemente de cualquier sensación particular de apetito. En otroestudio publicado el mismo año en el Journal of the American Dietetic Association, investigadores de la Facultadde Medicina de Dartmouth demostraron que no solo se come más mientras se está frente a la pantalla sino que nosuele escogerse nada parecido al brócoli o la coliflor, ya que los productos salados y con mucho azúcar ocupan losprimeros lugares de la lista.

Suplementos y depresiónEstudios controlados han demostrado que una dosis diaria entre 1 y 2 g de ácidoeicosapentaenoico (AEP), un ácido graso Omega-3, puede mejorar el estado deánimo en adultos sanos, así como en personas que presentan resistencia altratamiento contra la depresión, que son los casos más difíciles. El AEP, añadido aProzac, mejora los resultados de Prozac más placebo en un 30%. Los suplementos deaceite de pescado también han demostrado ser útiles para los síntomas depresivos, ylos trastornos de aprendizaje y cognición en niños. También se han documentadohallazgos similares respecto al ácido fólico y el zinc: cuando estos nutrientes seañaden a la medicación antidepresiva estándar, los resultados son mucho mejoresque cuando se toma medicación más placebo. Docenas de estudios han demostradoque un nivel bajo de zinc, selenio y vitaminas B, especialmente folato y B12, seasocia a síntomas depresivos. En efecto, los bajos niveles de folato o B12 predicenunos malos resultados en las intervenciones de salud mental. Los pacientes tratadoscon Prozac que tenían bajos niveles plasmáticos de folato presentaron una tasa dereincidencia del 43% en comparación con el 3 por ciento de los que tenían un nivelmás alto de folato antes de iniciar el tratamiento farmacológico.

Nuestro estilo de vida bajo techo, privados de sol y sin contacto con lanaturaleza, contribuye a la falta de vitamina D, lo que afecta a los neurotransmisoresque regulan el estado de ánimo. Los bajos niveles de vitamina D se asocian a unmayor riesgo de padecer trastornos depresivos y alteraciones de los ciclos normalesdel reloj corporal. En un estudio a doble ciego controlado con placebo, losinvestigadores demostraron que una dosis diaria de 400 a 800 UI (unidadesinternacionales) de vitamina D mejoraba el estado de ánimo durante los meses deinvierno. La vitamina D influyó significativamente en aspectos relacionados con lasemociones positivas, incluyendo ámbitos relacionados con la atención, elentusiasmo, la motivación y la alerta. Estudios controlados han llegado a laconclusión de que los suplementos de cromo resultan útiles para varios síntomas dela depresión, especialmente para la necesidad de consumir carbohidratos. La falta demagnesio, un mineral que se obtiene de las verduras de hoja verde, también se havinculado a la depresión. Cuando se trata de buscar una simple fórmulamultivitamínica que afecte al humor y a la cognición en adultos sanos, lasinvestigaciones indican que la gente que no suele tomar estos complejos, quepertenece al espectro socioeconómico más bajo, serían los que más se beneficiaríande su uso. Y también se han realizado estudios controlados que sugieren que lossuplementos de vitaminas y minerales mejoran la fatiga, el humor y la funcióncognitiva en adultos sanos que han de enfrentarse a altas exigencias cognitivas.

Suplementos integralesEn cuanto a los suplementos derivados de productos integrales (por ejemplo,alimentos o componentes alimentarios en polvo, sin agua), la mayor parte deinvestigaciones sigue estando en fase experimental. Varios estudios internacionalesdemuestran que algunos productos dietéticos, de las manzanas a la cúrcuma, puedeninfluir positivamente en la conducta de varias pautas de estrés crónico, depresión yansiedad en animales. Se han realizado estudios en humanos que demuestran que losantioxidantes presentes en el cacao —componentes esenciales de la bebida dechocolate que se ha consumido durante más de 3000 años— pueden mejorar lamemoria, el tiempo de reacción y otros aspectos cognitivos. Otros estudios hanseñalado que los componentes antioxidantes del te verde, otra bebida con siglos deantigüedad asociada a la protección frente a la depresión y el deterioro cognitivo,mejoran el estado de ánimo en comparación con cápsulas de placebo. Otrospequeños estudios realizados en humanos sugieren una mejora de la cognición y elhumor mediante zumo de manzana o uva ricos en antioxidantes. Es más difícilencontrar estudios que examinen los suplementos integrales, aunque se han realizadoalgunas investigaciones. Por ejemplo, en un estudio publicado en 2004 en elCanadian Journal of Dietetic Practice and Research, una mezcla de 24 ingredientesvegetales —té verde, cereales, bayas, uvas y algas— de un producto de la firmaGenuine Health llamado Greens+ mejoró la energía y la vitalidad en comparacióncon placebo en mujeres adultas sanas. Y recientemente, se ha visto que losantioxidantes derivados del melón (en el producto Calm+Joy, también de GenuineHealth) mejoran la calidad de vida, la actitud mental, la función cognitiva, lairritabilidad y la percepción de estrés. Los melones franceses de los que se extrajoeste suplemento son especialmente resistentes a la putrefacción gracias a su altocontenido en superóxido dismutasa (SOD). Curiosamente, el SOD es la mismaenzima antioxidante que funciona en nuestras defensas a la que se exige un granesfuerzo bajo estrés psicológico y trastornos mentales. Lo que estamos aprendiendode estos estudios sobre los componentes individuales y las mezclas integrales enpolvo es que los suplementos dietéticos tienen una gran importancia para la saludmental y la cognición.

Una prueba fehaciente de los beneficios de los productos integrales es que loscomponentes de la dieta natural, administrada en forma de suplementos dietéticos,ofrecen mayor beneficio mental que el placebo. En este momento, no necesitamosmás estudios animales que demuestren que los suplementos de cúrcuma mejoran ladepresión en animales, que el resveratrol presente en la uva reduce elenvejecimiento cerebral en ratones o que los arándanos revierten los déficitscognitivos en ratas de laboratorio. Hace ya más de una década que nos hemosdedicado a este tipo de investigación reduccionista y sus resultados, aunqueinteresantes, se utilizan a menudo para deducir que existe un alimento para el cerebroo una sustancia natural que puede salvarnos de nosotros mismos. Las influencias dela nutrición sobre el cerebro son extremadamente complejas, y los protectoresnutritivos están resultando ser más potentes que la suma de las partes. Cada vez está

más claro, como se predijo en la década de 1800, que existe una amplia gama dealimentos que afectan al cerebro y que estos componentes dietéticos actúanconjuntamente de forma orquestada. Es necesario transferir el tiempo y los recursosde investigación a estudios de intervención clínica sobre alimentos integrales o, porlo menos, sobre suplementos integrales. Los estudios que se han realizado hasta elmomento en humanos nos advierten claramente de que algo va mal en nuestrasactuales pautas alimentarias.

Luchar contra el delito mediante la alimentaciónPeter C. Remondino, vicepresidente de la Sociedad Médica de California, estaba convencido de que el delitoestaba influido, hasta cierto punto, por una dieta inadecuada. Antes de que existieran Oprah, el doctor Oz y más de900 libros en amazon.com sobre el tema, este médico norteamericano escribió extensamente sobre las propiedadesdel clima y la dieta mediterránea sobre la salud. En 1891, un siglo antes de que se descubriera que el aceite deoliva podía disminuir la ansiedad y promover el comportamiento prosocial, escribió: «No tengo ninguna duda de quesi el Estado hiciera el experimento […], la compra de unos cuantos galones de aceite de oliva rebajaría la tensiónde las prisiones de Folsom y San Quintín, además de disminuir el número de pacientes recluidos en los manicomiosde Stockton y Napa».

Un siglo más tarde, investigadores de la Universidad de Oxford examinaron los efectos de un suplemento diario deun complejo multivitamínico y aceite de pescado o dos placebos en el comportamiento de 231 delincuentes adultos.Tras unos cuatro meses, se produjo una reducción del 37% en las infracciones graves del grupo activo (encomparación con una reducción del 10% en el grupo al que se le administró placebo). Un reciente estudio holandésrealizado sobre 221 delincuentes adultos ha corroborado esencialmente estos hallazgos: una combinación demultivitaminas y aceite de pescado (800 mg de AEP/ADH) redujo las infracciones en un 34%, mientras que elplacebo supuso un incremento del 14%.

El doctor Joseph Hibbeln del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos ha informado que en los países enque se consume mayor cantidad de ácidos grasos Omega-3 hay un menor índice de homicidios. Su estudio deseguimiento demostró que, en los países occidentales, el índice de homicidios se incrementaba en proporción a laintroducción masiva de ácido linoleico. Análisis de sangre han revelado un menor nivel de ácidos grasos Omega-3en delincuentes violentos, mientras que en un estudio de más de 3000 jóvenes urbanos de sexo masculino, unareducida ingesta de Omega-3 resultó ser un buen predictor de actitud hostil. Los bajos niveles de Omega-3 tambiénse han asociado específicamente a suicidios violentos.

Y luego está el azúcar. Según datos del British Cohort Study, en un estudio en el que participaron 17 000 personas,los investigadores examinaron la ingesta total de azúcares (por ejemplo, golosinas y caramelos) en niños y niñas dediez años. Unos años más tarde, los niños (ahora adultos de 34 años) que habían consumido más caramelos teníanmayores posibilidades de haber sido condenados por delito violento. Los investigadores controlaron numerosasvariables, incluyendo el nivel económico familiar, el tipo de custodia parental y nivel de educación de los hijos, pero,aun así, el efecto se mantuvo.

NUTRIECOPSICOLOGÍA

Nuestra energía y nuestro bienestar, físico y mental, dependen en gran parte de la composición y la calidadde la alimentación. La mayor parte de los alimentos que consumimos, excepto el pescado y otros animalesque habitan en el océano y los ríos, se extrae de la tierra, ya sea en forma de cereales, fruta o verdura, oen forma de carne y leche de animales que, a su vez, subsisten gracias al reino vegetal. El hombre tiene la

obligación de conocer y amar la naturaleza.Asociación Nacional de Educación de Estados Unidos, 1951

La ecopsicología es una disciplina emergente que considera la salud del individuoen el contexto de la salud del planeta, asumiendo que ambas son inseparables. Lanutrición representa un componente esencial en este campo. Hay varias razones porlas que la ecopsicología podría redefinirse como nutriecopsicología:

• Las emociones positivas fomentan el respeto por el medio ambiente y las pautasnutricionales pueden influir en las emociones.

• La nutrición puede influir en algunos aspectos de la ecopsicología incluso antesdel nacimiento. Los alimentos que se consumen durante el embarazo y lalactancia pueden establecer pautas alimentarias y de preferencia del gusto paratoda la vida, incluyendo una inclinación por la dieta tradicional local. En 2010,un estudio más bien intranquilizador demostró que la inflamación de bajaintensidad causada por la dieta occidental podía tener consecuencias de largoalcance para nuestros hijos. Las dietas ricas en grasas transformadas y grasassaturadas, durante el embarazo y la lactancia, se asocian a un aumento desustancias proinflamatorias y cambios de comportamiento en la infancia y enetapas posteriores. En otras palabras, quizás estamos trayendo al mundo bebésque ya llevan incorporada su propia inflamación de baja intensidad, mayoransiedad y problemas cognitivos. Estamos empezando a darnos cuenta de quelos efectos pueden durar hasta la madurez.

• El impacto medioambiental directo de la dieta occidental, con todas sus técnicasde procesamiento, adición de azúcar, calentamiento y cría de animales, es comouna cosechadora que hubiera perdido el control. La dieta mediterránea y lasversiones locales de la dieta natural con predominio de frutas y verduras handemostrado ser mucho más respetuosas con el medio. En 2011 la Comisión deTrabajo sobre Medio Ambiente fue noticia al poner en marcha la campaña«Lunes sin carne», en la que se hacía hincapié en que dejar de comer carne unsolo día a la semana equivalía a dejar de conducir 7,6 millones de coches por lacarretera.

• La sobrecarga tecnológica, el distanciamiento de la naturaleza y la nutrición noestán aislados entre sí. Se ha demostrado que pasar tanto tiempo delante de lapantalla incrementa el consumo de bebidas y alimentos calóricos y bajos ennutrientes. La pan talla es un señuelo magnético que nos aleja del espacio verde.Tanto en el sentido físico como mental, nos distancia de la naturaleza y actúacomo instigadora de la obesidad.

• El estado de salud del personal sanitario —los individuos que mantienen laestructura del paradigma persona-planeta saludable— influye en su capacidadpara prestar un servicio de calidad. Un estudio de 2011 informa que unaalimentación inadecuada en el lugar de trabajo ejerce una influencia negativa en

el estado de salud y el rendimiento profesional del personal médico. Está claroque estos hallazgos indican que la nutrición es un factor que puede facilitar oinhibir la prestación de cualquier tipo de servicio, incluyendo la salud mental.

El salmón de piscifactoría, el sushi y el medio ambienteHemos pregonado los beneficios de los ácidos grasos Omega-3 derivados del pescado para la salud del cerebro,quizás ofreciendo una amplia justificación para consumir sushi de salmón. Pero un estudio publicado en las Actasde la Academia Nacional de Ciencias, en 2009, demuestra que las piscifactorías consumen el 88% de todo elaceite de pescado y carne de pescado que se produce, y que se necesitan casi 5 kg de especies endémicas (porejemplo, anchoas) como cebo para obtener 1 kg de salmón de piscifactoría que luego se convierte en sushi.Aunque el salmón de piscifactoría posee un nivel de Omega-3 comparable al del salmón salvaje, también contieneuna mayor cantidad de Omega-6, grasa que consumimos en exceso. Es una cuestión importante en el ámbito de lanutriecopsicología: disminuir la ingesta global de Omega-6 para conseguir rebajar el consumo hasta niveles deprincipios del siglo xx ayudaría a incrementar los niveles de Omega-3 sin ejercer presión sobre las reservas depeces. Además, hay una preocupación creciente por las toxinas medioambientales, el PCB, que generan laspiscifactorías. El salmón salvaje en lata de Canadá y Alaska puede ser una mejor opción, siempre que siga siendosostenible.Para más información, visite: www.seachoice.org.

El alto coste de la dieta occidentalSi se analiza estrictamente desde un punto de vista económico, la dieta occidental esbarata. En Estados Unidos, un individuo puede comprar 1500 calorías por unos 5dólares en restaurantes o establecimientos de comida rápida. Pensando solo en sufunción como fuente de energía calórica, el coste de una bolsa de patatas fritas es un80% menor que el de una zanahoria cruda. Se incita a los norteamericanos,especialmente a los que forman parte de la categoría socioeconómica que no puedepermitirse tener la «póliza de seguros» que representan los suplementos dietéticos, acomer de forma más saludable, pero se espera que paguen más por hacerlo. Lasenfermedades crónicas, especialmente la salud mental, pueden agotar los recursoseconómicos y de energía física, y lograr que los alimentos calóricos cómodos ybaratos parezcan incluso más atractivos, creando así un círculo vicioso.

Dejando a un lado el tema económico, estamos pagando un preciomedioambiental incalculable al confinar animales e intentar criarlos rápidamente conalimentos ajenos a su dieta natural, mientras que, a la vez, extraemos los nutrientesde la comida y luego volvemos a introducirlos al intentar aderezar comestiblesexcesivamente procesados. Los cereales azucarados son un buen ejemplo dealimento procesado que se elabora para parecer atractivo mediante la adición de uncomplejo multivitamínico.

El hecho de que ahora se escriban más artículos sobre la popularidad y elaumento del consumo de alimentos orgánicos puede dar la impresión errónea de queson productos cada vez más comunes en los supermercados norteamericanos. Nadamás lejos de la realidad. Aunque los productos orgánicos han crecido enpopularidad, especialmente entre las clases altas, el 96% de las ventas decomestibles sigue siendo de alimentos no orgánicos. Antes de que podamos ni tan

solo imaginar que se generalizan, por lo menos en un sentido legítimo, es necesariocorregir la disparidad de precios. El alto precio de la comida orgánica actúa, engeneral, como fuerza disuasoria. También debemos corregir la desconexión entre elconsumidor y la industria agropecuaria. La comida basura es una especie de Magode Oz entre bastidores, feliz de mantener el statu quo de la dieta occidental, contodas sus consecuencias medioambientales, ante un público ignorante. A pesar de laexistencia de varios documentales de divulgación como We Feed the World y Food,Inc., las investigaciones demuestran que el público no sabe, o no quiere saber, loque ocurre entre bastidores.

Comer bien en beneficio de nuestro cerebro… y del planetaAunque la situación pueda parecer poco prometedora, debería prevalecer unasensación de optimismo. Las soluciones a estos problemas son complejas, pero elcontacto con la naturaleza y una mayor conexión con los alimentos naturales de ladieta —productos integrales— parece que provocan un cortocircuito en la trampa dela comodidad. Siendo optimistas, solo para un 50% de las personas que compranalimentos, el gusto, la frescura, los aspectos de salud, la seguridad alimentaria y lanaturaleza orgánica tienen prioridad frente a la comodidad y la facilidad de uso.Además, un informe realizado por investigadores de la Universidad McGill ypublicado en 2011 en Appetite indica que el ansia por consumir alimentosartificiales y de sabor agradable puede disminuir mirando imágenes de paisajesnaturales o estando en contacto con la naturaleza. Tomarse un descanso para pasarunos días al aire libre sin estar pegado a la pantalla, quizás incluso dedicar unosminutos a contemplar un paisaje por la ventana o interactuar con un animal, puedenayudar a romper este ciclo.

Están cobrando cada vez más protagonismo los mercadillos agrícolas y loshuertos y jardines escolares, que ayudan a reducir la separación entre usuario,agricultura y producto comestible. En cientos de campus universitariosnorteamericanos, los proyectos de alimentación sostenible están influyendo en lamentalidad de miles de jóvenes. Como señala la doctora Peggy Bartlett, antropólogade la Universidad Emory en Altanta (Georgia), estas iniciativas son un vivero paraun cambio de mayor envergadura. El catering sostenible, compuesto por alimentosnaturales, locales y de temporada siempre que sea posible, es una práctica que seestá consolidando. Las grandes empresas están empezando a darse cuenta de quemeter un carrito lleno de donuts en una reunión no es compatible con la agendasostenible y ecológica que se supone que defienden esas mismas compañías.

Otro gran incentivo ha sido el I Congreso de Agricultura Sana, Nutrición Sanay Gente Sana, realizado en 2010, que ha recabado apoyo y atención internacionalgracias a la colaboración y representación de científicos de muchos países. Lafinalidad de este congreso era explicar que la ecología, la psicología, la nutrición, elsuministro de alimentos y el urbanismo forman parte de un todo. En palabras delcomité organizador: «Al promover la agricultura sana, la nutrición sana, la gente

sana, en realidad estamos promoviendo un único modelo integrado, […] no tresconceptos u objetivos independientes, sino partes integrales de una totalidad queapoya y sostiene una sociedad y un medio ambiente saludable».

Se están dando pasos positivos para desmantelar las relaciones entregobiernos, empresas dietéticas profesionales y aquellas compañías que seinfluencian unas a otras y promueven un tóxico medioambiental al que llamamosdieta occidental. Entre estos grupos abundan los conflictos de intereses, aunque loscientíficos que defienden la alimentación racional los consideran cada vez másintolerables. Miembros destacados de la Asociación Americana de Dietistas hanfundado su propio colectivo —el Hunger and Environmental Nutrition PracticeGroup—, en el que se distancian de la comida rápida. Se está produciendo unaofensiva, que en cierto sentido recuerda a la primera época de la resistencia contrael tabaco. Hace tan solo unas décadas, cuando aún fumaba la mitad de losnorteamericanos adultos, reducir el consumo de tabaco parecía una tarea de saludpública prácticamente imposible. Aunque la prevalencia del hábito tabáquico siguesiendo demasiado alta, es un 50 % más baja de lo era en aquel momento, lo queconfirma que el cambio es posible en un período de tiempo relativamente corto.Cuando las personas se involucran personalmente en el desarrollo y la producciónde unos pocos comestibles de cosecha propia, empiezan a apreciar lo natural y sonmás proclives a poner en duda las operaciones que hay detrás del sectoragroalimentario. Se está abriendo un resquicio, y un segmento cada vez mayor deconsumidores está empezando a ver que detrás no hay ningún mago; hay humo yespejos, actores y gente que tira de los hilos, gira los focos y hace funcionar lo queconocemos como dieta occidental. Mientras no finalice el espectáculo, las personasy el planeta tendrán que sobrellevar una inflamación de baja intensidad. La nutriciónes una especie de pivote entre la ecología y la psicología, un salvoconductopotencial que puede hacernos salir de este mal paso o llevarnos a un peligrosocallejón sin salida. Hacer entender que nuestra elección alimentaria tiene un granimpacto sobre la ecología y la psicología, junto con un mayor contacto ypreocupación por la naturaleza, puede ayudar a extinguir la llamarada de inflamaciónque agrava nuestro malestar y el de nuestro planeta.

Vis medicatrix naturae: el poder curativo de la naturaleza y la ecoterapia

¿Qué es lo que quiero decir esta noche al referirme al poder curativo de la naturaleza? Me refiero a cómola naturaleza vela por nuestras mentes, más o menos afectadas por las prisas y el barullo de la civilización,y nos ayuda a estabilizar y enriquecer nuestra vida. El primer punto es que el hombre y la naturaleza hanestablecido una relación profunda y de gran alcance que no podemos ignorar sin salir perdiendo. […]Habría menos «psicopatología de la vida cotidiana» si mantuviéramos nuestros vínculos. […] Nosalejaríamos de la poderosa vis medicatrix si dejáramos de asombrarnos por la grandeza de un cieloestrellado, el misterio de las montañas, la eterna metamorfosis del mar, el vuelo de un águila, el brote deuna pequeña flor, la mirada de un perro.

Profesor J. Arthur Thomson, «Vis medicatrix naturae»,discurso inaugural del Congreso de la Asociación Británica de Medicina, 1914

Las observaciones y discusiones sobre el poder curativo de la naturaleza —en latín,vis medicatrix naturae— se remontan a Hipócrates y a su idea de que «la naturalezaes el médico de las enfermedades». Existen innumerables interpretaciones sobre elsignificado de vis medicatrix naturae, y los debates quedan empañados por lascomplejas definiciones del término «naturaleza». Aunque muchos reconocen que lavis medicatrix naturae puede amplificarse mediante factores externos, se hadefinido casi siempre como una respuesta terapéutica interna escrita en nuestroADN. Pensemos, por ejemplo, en cómo se regenera un corte en la piel. Nosdecantamos por la interpretación alternativa y más literal del profesor J. ArthurThompson: el poder curativo de la naturaleza se asocia a la inmersión consciente yal contacto con los segmentos naturales de nuestro mundo. En nuestro texto tambiéndefinimos la naturaleza como el entorno no edificado, no artificial, con vistas,sonidos, aromas, plantas, animales y agentes medicinales desconocidos. Y si, comosupuso Hipócrates, la naturaleza es, en efecto, el médico de las enfermedades,debería preocuparnos que se sienta indispuesta y esté agotada, como les ocurre amuchos profesionales al servicio de la salud. Según las evidencias, nuestro médico—el planeta, el mundo natural— no se encuentra bien: muestra signos de desgaste yapatía.

La ecopsiquiatría y la ecopsicología están estudiando la conexión entre mentey desintegración medioambiental, y dan soluciones. Colectivamente, losinvestigadores y especialistas clínicos en salud mental reconocen la completainterdependencia entre la salud de los humanos y la del planeta. Los médicos y otrosprofesionales de la salud mental están empezando a utilizar la ecoterapia, unadenominación general que engloba la aplicación práctica de un enfoque bimodal a lasalud cerebral. En una cara de la moneda está la interacción consciente con lanaturaleza; en la otra está el compromiso con la naturaleza a través del respeto y la

comprensión del medio ambiente.La ecoterapia exige atención plena, no simplemente fingir una vuelta a la

naturaleza sin esfuerzo consciente. Aunque el contacto con el medio puede tenerefectos antidepresivos y ansiolíticos parecidos a algunos fármacos psicotrópicos, esesencial reconocer que no se puede abusar de la naturaleza ni menospreciarla, y quelos seres humanos solo podremos aprovechar sus beneficios si realmente nosimporta y la respetamos. En el sentido ecoterapéutico, la conciencia medioambientalva más allá de reciclar latas y llevar bolsas ecológicas. Aunque ya se han hechoimportantes contribuciones, es necesario realizar aportaciones de mayor calado si sedesea dar continuidad a la vis medicatrix naturae. No se trata de tomar unas cuantasfotos de las Montañas Rocosas con un móvil «ecológico» metido en una funda debambú y luego ir en coche hasta Las Vegas. Como afirma el doctor Robert MichaelPyle, experto en estudios medioambientales, «si la gente siente que descarga suresponsabilidad ecologista utilizando dos días seguidos las sábanas de un hotel decinco estrellas, el efecto global será contraproducente».

Estar en contacto con la naturaleza ejerce un efecto medicinal, pero podemosmaximizar sus beneficios a través de la interacción consciente. Lo bueno es que elverdadero contacto con la naturaleza —apagar los aparatos electrónicos y estableceruna relación plena y emocionalmente rejuvenecedora con la naturaleza— aumenta elrespeto y la preocupación por el medio ambiente. Las prescripcionesecoterapéuticas, como el ejercicio al aire libre, retroalimentan la concienciamedioambiental y la salud global del medio en un bucle beneficioso para todos.

Tal como analizamos a continuación, la experiencia de un buen médico puedemaximizarse gracias a la influencia medioambiental directa de la vis medicatrixnaturae. Está cada vez más claro que la naturaleza puede ser el entorno ideal paramejorar los resultados de las sesiones psicoterapéuticas de salud mental. En esteúltimo capítulo, cerramos el círculo de la discusión sobre tecnología iniciada en elprimer capítulo, atravesando las aguas turbulentas de la naturaleza virtual, cuyapremisa estructural es que el microchip, los árboles de plástico y más pantallas sonuna solución ecológica a la falta de contacto con el medio.

ECOPSICOLOGÍA: ¿POR QUÉ HEMOS TARDADO TANTO?Rebuscando en los archivos de la historia de la medicina norteamericana,encontramos numerosas citas de prestigiosos médicos y científicos que podríaninterpretarse como un continuado y amplio reconocimiento de que el contacto con lanaturaleza posee propiedades medicinales. También podrían interpretarse como unaaceptación generalizada de que el distanciamiento de la naturaleza —es decir, ladestrucción de lo natural y la introducción de lo sintético— tuvo consecuencias parala salud mental.

En 1875 el médico Franklin B. Hough pronunció una conferencia ante laAsociación Americana de Salud Pública en la que afirmaba que tanto laconservación de los bosques primitivos como el cultivo de nuevos bosques iba en

beneficio de la salud pública por la «alegre y tranquilizadora influencia que ejercensobre la mente, especialmente en personas convalecientes de una enfermedad oagotadas por un trabajo intelectual». En su ponencia «Vis medicatrix naturae» de1914, Thomson afirmaba que «en un período de la evolución más bien urbano,echamos en falta el contacto con la naturaleza, sobre todo, quizá, durante la infancia,porque sigue siendo cierto que lo que el niño observa pasa a formar parte de supersonalidad durante un día, un año o largos ciclos de tiempo». Al cabo de un año,el psiquiatra neoyorquino Albert W. Ferris presentó una ponencia en el congresoanual de la Asociación Americana de Psicología Médica donde señalaba que elEstado debía esforzarse por conservar la zona de Saratoga Springs: «Arroyossilvestres, bancos de helechos, límpidos estanques, extensiones de arena, sombríashondonadas y parajes soleados se combinan para ofrecer un interesante y variadopaisaje, logrando que el paciente irritable e infeliz mejore su estado de ánimo y pasea sentirse tranquilo y contento, con ganas de vivir».

El doctor Lester K. Ade, director general de las escuelas públicas dePensilvania, estaba preocupado por dos cuestiones: las dosis subóptimas denaturaleza que recibían los niños y el problema de la destrucción medioambiental.En 1937 escribió: «Muchos de los recursos naturales para el tiempo de ocio comobosques, ríos y prados han sufrido cierta destrucción, contaminación y congestión aconsecuencia de la evolución de la industria moderna. […] El estrés de la vidacontemporánea ha llevado a jóvenes y adultos a crear diversiones artificiales. Lapráctica generalización de estas formas de diversión artificial es el resultado de doscircunstancias; en primer lugar, la inaccesibilidad de las actividades de ocio enplena naturaleza; y en segundo lugar, el afán de lucro de los que ofrecen formascomerciales de entretenimiento».

Durante buena parte del siglo XX, médicos, educadores y científicos sededicaron a debatir sobre temas relacionados con la conservación, la tecnología, lasformas enlatadas de diversión, el contacto cada vez más escaso con la naturaleza, eldantesco futuro de alejamiento total de la naturaleza por parte de los jóvenes, y lasconsecuencias generales para la salud mental. Sin embargo, al no contar con ladebida credibilidad científica, seguían siendo tan solo discusiones, y en el momentoen que la psiquiatría y la psicología se convirtieron en profesiones científicamentelegítimas, el concepto de vis medicatrix naturae, por lo menos en su contextoecológico y natural, se olvidó con rapidez. Las disciplinas que se basaban en lacredibilidad científica prefirieron relegar esta idea y echarla al cubo de la basura dela historia. Uno de los padres fundadores de la psicología norteamericana, elprofesor Edward Thorndike de la Universidad de Columbia, no tenía tiempo parapronunciar ninguna conferencia sobre los vínculos emocionales con los habitantes nohumanos del mundo natural, refiriéndose al amor por las plantas como «una idolatríairrazonable y engañosa» y declarando con firmeza que los animales «no estaban enabsoluto influidos por los sentimientos que podíamos profesarles». Se burlaba de losmédicos que se denominaban naturalistas, y señalaba que «analizabanpsicológicamente a los animales como un amante a su amada». Thorndike, que

ejerció una gran influencia en varias generaciones de psicólogos, afirmó: «El niñoque colecciona polillas, roba huevos a los pájaros, mete a un desventurado cangrejoen su mochila y observa fascinado sus inútiles esfuerzos por liberarse o desmiembraa sus animales de juguete para luego volverlos a montar, está más cerca de la víacientífica que el noble fruto del estudio sentimental de la naturaleza, que ama a losgusanos y cuida de sus queridas plantas».

Con escasas excepciones, tras las afirmaciones de Thorndike, se sucedierondécadas de silencio respecto a la importancia de nuestra conexión emocional con lasplantas y con los animales en el contexto de una salud mental positiva y la idea deque unas y otros se sienten afectados por los sentimientos que les profesamos. Lossentimientos que albergamos por las plantas y los animales determinan su destino,que a su vez influye en el nuestro. Pasarían muchos años antes de que psicólogos ypsiquiatras empezaran a ponerse de acuerdo en la idea de que la naturaleza poseeefectos medicinales y que el camino para la salvación científica del planeta podríaestar en el niño o la niña que enderezaba el cangrejo patas arriba de Thorndikemostrando empatía por su lucha. Entre los primeros psiquiatras que hicieron oír suvoz, los más destacados fueron los estadounidenses J. Berkeley Gordon y KarlMenninger y el canadiense William C. Gibson. Sus comentarios son dignos demención porque fueron realizados en un momento en que las compañíasfarmacéuticas se estaban convirtiendo en el faro que guiaba la práctica de lapsiquiatría. El discurso ecologista se consideraba poco científico y estaba lejos deocupar una posición preminente en las discusiones que mantenían las organizacionespsicológicas y psiquiátricas.

En un volumen de 1952, titulado The Psychiatric Values of Wilderness ,Gordon capta el carácter esencialmente bidireccional de la ecoterapia: un mediorentable de inmersión en la naturaleza como medicina preventiva para la saludmental, junto con un reconocimiento de la propia vulnerabilidad de la naturaleza:«Es mucho más placentero, y mucho más barato, prevenir estos trastornos [de saludmental] e incluso curarlos en sus primeras fases recuperando la paz y la tranquilidadde los árboles, los lagos y los ríos, las montañas de nuestras reservas naturales, queesperar a que se desarrollen las verdaderas enfermedades mentales. […] Hemossido cortos de miras y malgastadores pensando que nuestros recursos naturales eraninagotables. ¡Pero no lo son!».

Menninger escribió en varias ocasiones sobre la influencia del medio ambienteen la salud mental, y en 1959 presentó su trabajo al Congreso de Estados Unidos conmotivo del debate sobre la Ley de protección de zonas vírgenes. Según Menninger:«Otra necesidad psicológica es mantener el contacto con la naturaleza no humana. Lamanera más simple es quizás a través de los animales domésticos, […] además delas instalaciones algo artificiales pero agradables de parques accesibles y bienmantenidos: árboles, flores, arbustos, césped, lagos y riachuelos. En mi opinión,hemos de añadir que la proximidad a grandes zonas agrícolas, tierras incultivables oáreas casi vírgenes es esencial para la salud mental de niños y adultos». Examinandola falta de planificación y sus efectos, afirmó: «Parte de este fracaso se debe a una

falta de visión por parte de nuestros predecesores. No vieron que sería precisomultiplicar por diez los parques nacionales que tenemos ahora. Esperaron hasta hoypara establecer zonas vírgenes y reservas naturales […], no fueron capaces deconstruir ni la décima parte de parques urbanos de los que necesitamos. Olvidaronque la privacidad era tan importante como el contacto social para cada individuo».

En 1965, William C. Gibson, psiquiatra y profesor de ciencias neurológicas dela Universidad de British Columbia, presentó una conferencia titulada «La naturalezavirgen: una necesidad psiquiátrica», en que ponía de relieve la necesidad deconservar el medio y crear parques nacionales: «Como psiquiatra no tengo la menorduda de sus valores médicos positivos. Los parques de Londres fueron llamados ensu día “los pulmones de la ciudad”. Hoy deberíamos proclamar a los cuatro vientosque los parques de América son los mejores guardianes de la salud mental quetenemos a nuestro alcance».

Finalmente, a principios de los años setenta, un pequeño grupo de psicólogos ypsiquiatras empezaron a prestar atención a la ecopsiquiatría y ecopsicologíamodernas. El primer taller de ecopsiquiatría se llevó a cabo en el congreso anual dela Asociación Americana de Psiquiatría de 1974. Se promovía la asistencia bajo lasiguiente descripción: «El crecimiento demográfico, la contaminación y los recursosambientales inadecuados afectan a la calidad de vida, la salud mental y la naturalezade las interacciones humanas. Se debatirán los conocimientos disponibles sobre lostrastornos psiquiátricos causados por la interferencia humana en la gestión planetaria—la ecología—, así como los métodos ecopsiquiátricos para investigar la etiologíade la psicopatología en los factores medioambientales».

¿Trastornos psiquiátricos causados por la interferencia de los seres humanosen la gestión planetaria? ¡Por lo menos estábamos llegando a alguna conclusión! Eldoctor Aristide H. Esser, psiquiatra de Nueva Jersey, organizador de este y otrossimposios sobre ecopsiquiatría que seguirían al Congreso sobre Salud Mental,definía así este trabajo: «El ecopsiquiatra atiende la sintomatología psiquiátricadebida a incidentes en la relación del hombre con el medio. En esta tarea debemosutilizar enfoques multidisciplinares para reordenar la mente y ordenar el medio».

Aproximadamente en la misma época, psicólogos europeos acuñaron eltérmino «ecopsicología», describiéndola como la disciplina que estudiaba lasinteracciones entre salud mental, problemas ecológicos y esfuerzos incipientes haciala conservación. Además, décadas antes de que aparecieran internet y los teléfonosinteligentes, los ecopsicólogos alemanes Lenelis Kruse y Carl Graumann predijeronque «la omnipresencia de los ordenadores y la invasión de nuevos medios» crearíaun terreno fértil para la sobrecarga informativa, y una atracción magnética haciafuentes de entretenimiento basadas en el uso de la pantalla. Estos ecopsicólogoseuropeos se adelantaron a los acontecimientos. Según ellos, toda la sobrecargatecnológica y las presiones ambientales tendrían una gran relevancia para la saludmental y en la psicología como profesión. Estaban en lo cierto, y a medida que elconcepto de ecopsicología se extendió entre los psicólogos norteamericanos en losaños ochenta, se fue avivando el fuego del interés profesional. De forma lenta pero

segura, se generalizaron los textos y conferencias sobre ecopsicología y ecoterapia.Aun así, el concepto no se impuso de la noche a la mañana y hasta 2009 no sepublicaría la primera revista evaluada por expertos sobre el tema, Ecopsychology. Amenudo se ha dicho que, en el campo de la ciencia, una disciplina no existe si notiene una revista institucionalizada.

Nos encontramos, pues, en la minoría de edad de un movimiento, unaoperación aún en ciernes que debería haber recibido apoyo profesional masivo ygeneralizado hace décadas. Los expertos en salud mental no solo se centran en lapsicopatología, sino que, de forma más amplia, son guías profesionales para la saludmental positiva y guardianes de la medicina preventiva. Las enseñanzas de lapsiquiatría y la psicología son poderosos apéndices de la salud pública y planetaria;nos importan a todos. Indirectamente, poseen una gran influencia en la prácticacotidiana y en los consejos sobre estilo de vida que proporcionan los profesionalesque están en primera línea de fuego, especialmente los médicos de cabecera. Lainflamación de baja intensidad de un entorno natural enfermo se traduce eninflamación de baja intensidad en seres humanos: se acepta de forma generalizadaque los canarios de las minas de carbón postindustriales están experimentando altosíndices de obesidad, estrés y salud mental. Garry Egger, experto australiano enmedicina preventiva, ha señalado que hemos dedicado tiempo y recursos a la nobletarea de resucitar al canario, sin tener en cuenta la necesidad de limpiar el pozo deextracción.

La cuestión candente es: ¿por qué hemos tardado tanto? Las citas que hemosincluido hasta aquí ilustran que los primeros defensores de la interrelación entregestión medioambiental y salud mental eran elocuentes pero moderados. Podríanesgrimirse algunas razones para esta pérdida de tiempo: motivos políticos yfinancieros, excesiva confianza en la tecnología, planteamientos científicosreduccionistas, fidelidad a las compañías farmacéuticas, la percepción de que laciencia y la empatía son cosas distintas, la fidelidad a los intereses comerciales conafán de lucro que orientan la sobrecarga informativa, y la idea de que la clave de lafelicidad reside en las pantallas y los medios artificiales de entretenimiento. Estasmismas fuerzas siguen estando en juego actualmente, quizá con más intensidad quenunca. Los recientes avances en el campo de la ecopsicología son esperanzadores,pero sería ingenuo pensar que todo está controlado y que no existe el riesgo devolver a la complacencia profesional y personal. Suponemos que los psiquiatraspasan un tiempo realizando psicoterapia con sus pacientes, pero la investigacióndemuestra que se ha producido un gran descenso de este tipo de sesiones en la últimadécada. Además, el reciente interés por la ecopsicología podría dar la impresión deque un ejército de psicólogos especializados en consumo —los que enseñan a lasempresas cómo conseguir que sus clientes compren alimentos artificiales, productosquímicos y contenedores llenos de artículos que probablemente no necesitan— hancerrado el negocio.

Utilizar la naturaleza como una Venus atrapamoscas para el comercioDel mismo modo que hoy existen psicólogos y científicos del comportamiento que trabajan de forma conscientepara conservar la naturaleza y mejorar el paradigma de la salud entre el ser humano y el planeta, hay quienes venotras oportunidades en la forma en que la naturaleza ejerce su influencia en el cerebro. Los psicólogos reciben amenudo atractivas sumas de dinero para alinear las estrategias de marketing con el objetivo de maximizar elconsumo. Los centros comerciales provocan depresión: numerosos estudios que comparan los índices de depresióny los usos del suelo han indicado que más allá del entorno edificado per se, el porcentaje de establecimientoscomerciales incrementa la probabilidad de depresión. Los aparcamientos son un marcador indirecto del uso delsuelo para fines comerciales, y su incremento está relacionado con el aislamiento social. En el lado positivo, lapresencia de zonas verdes mitiga la relación negativa entre suelo comercial y depresión.

A primera vista, tiene cierto sentido diseñar centros comerciales con vegetación y zonas verdes. A los expertos enmarketing no les gusta la idea de perder ventas porque los consumidores no están de humor, y durante años hanutilizado innumerables trucos ambientales para incrementar el consumo vinculado al estado de ánimo: iluminación,aromas, músicas, colores, etc.

En 2007 el doctor Renate Buber de la Facultad de Economía y Administración de Empresas de la Universidad deViena descubrió lo que podría ser el lado oscuro del llamado «diseño evolutivo», que es el que introduce elementosnaturales en la planificación de cualquier establecimiento comercial: agua, plantas y animales. En principio, parecealgo bueno. Pero ¿qué ocurre cuando uno de esos establecimientos está situado al lado de un restaurante decomida rápida? Buber y sus colegas examinaron las pautas de consumo de un centro comercial durante 56 días,manipulando las variables evolutivas (agua, plantas y animales artificiales). Los elementos naturales consiguieron loque desearía cualquier especialista en marketing: ralentizaron el paso de los compradores, les hicieron quedarsemás rato en una zona determinada, y, lo que es más importante, incrementaron de forma significativa las ventas delrestaurante de comida rápida. En estos momentos se están llevando a cabo varios estudios para evaluar el efectoque causan el agua y las plantas virtuales en la promoción del consumo. Mientras tanto, los consumidores deberíanser conscientes de lo que puede haber detrás, o al lado, de estos paisajes artificiales.

SESIONES DE PSICOTERAPIA AL AIRE LIBREEl mensaje de la ecopsicología respecto a la interconexión de la humanidad con lanaturaleza ha llevado a algunos profesionales especializados en salud mental aprescribir terapias en contacto con la naturaleza, así como a realizar sesiones al airelibre: en un jardín frente a la consulta, o en parques especialmente diseñados,arboretos, jardines botánicos y parques urbanos. Desde los años cincuenta se handescrito los beneficios de realizar sesiones grupales de psicoterapia en contacto conla naturaleza —en muchos casos como parte de una terapia de acampada— yactualmente este enfoque se utiliza para la orientación psicológica individual.

En un estudio publicado en Psychiatry Investigation en 2009, losinvestigadores dieron cuenta de un tratamiento de un mes de duración que llevaron acabo 63 pacientes con depresión de moderada a severa. Los pacientes realizaban unaterapia cognitiva y actitudinal una vez por semana en un centro hospitalario o en unazona al aire libre (un arboreto), con un tercer grupo de control que seguía unaatención ambulatoria estándar. Los síntomas depresivos se redujeron de forma mássignificativa en el grupo tratado en el arboreto, y la probabilidad de remisióncompleta fue relativamente más alta —del 20 al 30% más elevada que la que sueleobservarse con un tratamiento exclusivamente farmacológico—. Además, los

individuos que siguieron una terapia en un entorno natural presentaron una mayorreducción en los marcadores fisiológicos de estrés, incluyendo una disminución decortisol y mejoras en la variabilidad del ritmo cardíaco, un marcador perteneciente ala rama parasimpática del sistema nervioso («descansar y digerir»). Losinvestigadores llegaron a la conclusión de que la psicoterapia no puede realizarse encualquier entorno, ya que este se acaba convirtiendo en parte de la terapia. Losresultados dan credibilidad a la vis medicatrix naturae y apoyan las demandas delos ecoterapeutas que ya realizan sesiones de psicoterapia en entornos naturales.

Si la climatología lo permite, las sesiones que se realizan en el medio naturalofrecen otros beneficios, además de regular el estado de ánimo y mejorar lacognición. Reducir el estrés permite incrementar la función cognitiva y, por otrolado, la capacidad directa de los entornos naturales para reducir la fatiga atencionalmaximiza lo que puede ofrecer el terapeuta con cierta experiencia. Los pacientestambién pueden beneficiarse de la actividad física, por ejemplo cuando la sesión serealiza andando. La naturaleza puede ofrecer oportunidades para practicar lameditación, la atención plena y otras técnicas mente-cuerpo antes, durante o despuésde la sesión. Además, algunos individuos agradecen no tener que entrar en unedificio cuyos rótulos de señalización corroboren que en efecto acuden a la consultade un profesional experto en salud mental. Hacer terapia al aire libre, en plenanaturaleza, como si se estuviera dando un paseo o conversando con un amigo, no esuna panacea que haga olvidar el estigma que pesa sobre la salud mental y quemuchas veces se convierte en el principal obstáculo para acceder al tratamiento. Sinembargo, debido a los niveles asombrosamente bajos en el uso de servicios de saludmental entre las personas que más los necesitan, incrementar siquiera un ápice sucomodidad puede marcar una gran diferencia.

RECETAS DE VITAMINA G: BOSQUE, NO FÁRMACOSDurante los últimos cuarenta años, los diccionarios de nutrición han catalogadoformalmente la vitamina G como una denominación obsoleta de la riboflavina ovitamina B12. Sin embargo, en 2006, el científico holandés doctor Peter P.Groenewegen, especialista en temas sanitarios, y sus colegas reinventaron la«vitamina G» como una referencia que hoy se ha generalizado para definir lainfluencia medicinal de los espacios verdes. Los médicos de asistencia primaria,psiquiatras y otros profesionales de salud mental están empezando a extender recetasformales de vitamina G, con una cantidad específica de ejercicio y tiempo encontacto con la naturaleza, jardines, arboretos y bosques. La práctica de la medicinaha demostrado que, en realidad, los adultos estresados necesitan que el médico lesextienda esta receta: las personas que presentan estrés son las que más se beneficiande la vitamina G, y, aun así, son las que tienen menos posibilidades de acercarse auna zona verde, a no ser que se lo haya recomendado el médico.

Los médicos competentes dan consejos más específicos: pasear, ir deexcursión, trabajar en el jardín y buscar momentos para la soledad y la

contemplación en plena naturaleza. La vitamina G suele recetarse junto arecomendaciones para practicar la atención plena, ya que los beneficios de estar encontacto con la naturaleza se maximizan si la persona está presente en el verdaderosentido de la palabra: pasear por el parque sin dejar de consultar el teléfono puedecausar un déficit de vitamina G.

ÁRBOLES DE PLÁSTICO Y PANTALLAS DE PLASMA: ¿COMUNIÓN CON LANATURALEZA?En los años setenta se dijo que los árboles de plástico podían ser un remedioeconómico para conservar la naturaleza. Aunque eran incapaces de purificar el airede forma proactiva, podían lograr que la gente se sintiera más satisfecha, actuarcomo una especie de tranquilizante social y, a la vez, suavizar la presión económicaque suponía mantener zonas verdaderamente naturales. En 1973 el urbanistanorteamericano Martin H. Krieger afirmó en la prestigiosa revista Science que latecnología podía aplicarse perfectamente a la fabricación de parques artificiales, yseñaló que «se pueden hacer muchas cosas con los árboles de plástico,especialmente ofrecen la posibilidad de dar a mucha gente la impresión de que estáen contacto con la naturaleza». La industria de los plásticos podía satisfacer estademanda, entusiasmada con instalar jardines de bambú de plástico y enormessecuoyas de PVC en los centros urbanos. Al fin y al cabo, quien había propuesto laidea era un importante urbanista, y no solo hablaba de decorar los escaparates de lastiendas, sino de utilizar plástico a gran escala. Como era de esperar, los ecologistasno estuvieron de acuerdo; en particular, el doctor Hugh H. Iltis, que respondió quetodo el mundo debía leer el artículo de Krieger, aunque solo fuera para «podervislumbrar el futuro de pesadilla que la tecnología está tramando para el hombre y lanaturaleza. […] ¿Qué ocurrirá si, mucho después de que la naturaleza haya sidodesintegrada en el triturador de basura del fregadero tecnológico, se descubre queexiste una necesidad genética indispensable para muchos de estos componentesnaturales?».

Las fuertes críticas de los naturalistas y de los científicos ecologistas no hanpodido frenar la fascinación por las carcasas de plástico y los chips de silicio comouna forma de mantenernos contentos, arropados estos por una versión conciliadorade la conservación medioambiental. La lógica que subyace tras la idea de alejar a lagente de la naturaleza dándoles plástico y naturaleza virtual como forma de protegerel medio ambiente es una mera fantasía. La falacia de este argumento se pone enevidencia en numerosas investigaciones que demuestran que el contacto con lanaturaleza es el mejor estímulo para fomentar el respeto y la preocupación por elmedio ambiente. Lo mismo ocurre cuando se celebra que se hayan reducido elnúmero de visitas a los parques nacionales y estatales, otra conclusión engañosa deque cuanta menos gente visite estos lugares más se conservará la naturaleza. ¡Quéabsurdo! Una verdadera razón para alegrarse sería que hubiera cada vez másvisitantes en los parques nacionales, o incluso, mejor aún, en los bosques urbanos y

en las zonas verdes, con la cantidad justa de «percepción», el término que AldoLeopold usaba para definir la atención plena. Este afirmaba: «La característica másrelevante de la percepción es que no implica ni el consumo ni la disolución deningún recurso. El descenso en picado del halcón, por ejemplo, puede percibirsecomo el drama de la evolución. […] Promover la percepción es la única parteverdaderamente creativa de la ingeniería recreativa».

Obviamente, no necesitamos más gente viajando a largas distancias, solo paradestrozar el terreno, y ciertamente no necesitamos turistas ruidosos que eleven losniveles de hormona del estrés de los animales cuando pasan volando en avión paratomar una fotografía como trofeo. Pero sí que necesitamos más gente que establezcaun contacto consciente con la naturaleza. Algunas de las iniciativas más relevantescon relación a la conservación de la naturaleza norteamericana las han llevado acabo personas que han actuado movidas por su experiencia personal en áreasnaturales de ámbito local y nacional. Si los parques nacionales experimentaran unaumento masivo de visitas, como ocurrió en los años cincuenta, nuestraresponsabilidad sería gestionarlos adecuadamente, motivar y educar al público, yhacer todo lo que estuviera en nuestras manos para cultivar una conexión consciente.Es muy importante que las visitas se utilicen como un trampolín para aumentar laconciencia sobre la importancia de los tesoros locales. No es tan difícil: estamosbien preparados para establecer y apoyar un equilibrio adecuado en el contacto y laconservación de la naturaleza local y nacional. La respuesta es no cortar las alas alcontacto con la naturaleza colocando el cartel metafórico de «No pisar el césped».La solución tampoco es dar un mejor uso a los salvapantallas o construir más áreasde picnic bajo unas torres de telefonía móvil disfrazadas de pinos. El doctor RobertMichael Pyle dice al respecto: «¿Qué importancia tiene la extinción del cóndor o elalbatros para un niño que nunca ha visto un gorrión? El contacto superficial con lanaturaleza lleva a soluciones superficiales de conservación». Un siglo y medio antes,en 1848, Henry David Thoreau lo dijo de otro modo: «¡Menudo misterio! ¡Piénseseen nuestra existencia en la naturaleza —ser diariamente testigos de la materia, entraren contacto con ella—, las rocas, los árboles, el viento en nuestras mejillas! ¡Lasólida tierra! ¡El mundo real! ¡El sentido común! ¡Contacto! ¡Contacto!».

Desde que los niños pasan buena parte de su tiempo navegando por internet, ycasi el cien por cien de las escuelas norteamericanas lo utilizan con fines educativos,sería fácil presumir que la falta de contacto con la naturaleza podría compensarseaprovechando este acceso para aumentar el respeto y el interés por la conservación yla biodiversidad. Hasta el momento no ha sido así. Al realizar estudios sobre losconocimientos que tienen los niños sobre temas relacionados con la conservación yla protección animal, los investigadores han señalado que los contenidos que puedenencontrarse en Google están formando un sesgo en su mentalidad, ya que se inclinanmás bien por los animales exóticos (el oso panda, por ejemplo) y no por aspectosrelacionados con la biodiversidad local. Se han perdido conocimientos y la voluntadde proteger a una amplia variedad de especies que existen en nuestro patio o jardíntrasero, las especies con las que los niños deberían tener contacto. Esto es

preocupante porque el ser humano tiene mucha más influencia sobre la biodiversidadlocal que sobre animales exóticos cuyo hábitat está en otros continentes. Losdepartamentos de educación no pueden quedarse de brazos cruzados y dejar queinternet sea la que dicte los aspectos esenciales de la formación medioambiental. Talcomo concluyen los investigadores de un estudio publicado en 2011 en PLoS ONE:«Nuestro estudio simplemente se suma al llamamiento para obligar a nuestros hijos asalir al aire libre y alejarse de las pantallas». Un estudio que evalúa los efectos de lanaturaleza virtual en las actitudes respecto a la conservación medioambiental indicaque la presentación selectiva de imágenes de la naturaleza en la publicidadcomercial, y las experiencias simuladas de contacto con la naturaleza en las queaparecen paisajes considerados muy hermosos (el equivalente del oso panda, porejemplo), hacen disminuir el apoyo a la adquisición y preservación de áreasnaturales locales. Pero la realidad virtual no es la realidad; en efecto, se ha descritomás acertadamente como hiperrealidad, y quizás es aquí donde reside el problema.Su brillantez, glamour y belleza se maximizan, por lo que solo dan la talla el osopanda y el lago Louise, y el resto no aguanta la comparación. Lo local no solo ocupael asiento trasero, sino que es echado a patadas del coche.

El problema no es la eficacia de la naturaleza virtual para la salud mental, sinomás bien sus consecuencias imprevistas… y con la tecnología siempre hayconsecuencias imprevistas. Como ocurre con los árboles de plástico, es difícildesestimar las repercusiones medioambientales directas que supone utilizar aparatoscon pantalla como sucedáneos de lo natural; al fin y al cabo, este tipo de aparatosconsume energía e incluye componentes que han de ser extraídos en explotacionesmineras. Pensemos que los teléfonos inteligentes consumen tres veces y media másenergía que los teléfonos estándar. En el plano individual, la aportación del teléfonomóvil puede parecer insignificante —el equivalente a conducir un vehículo algunashoras más al año— hasta que caemos en la cuenta de que hay unos 5000 millones enuso. Aunque parezca increíble, la huella de la tecnología de lainformación/comunicación es equivalente a la de los viajes aéreos. Se estima que, ano ser que algo cambie, tendremos que construir unas doscientas centrales nuclearesmás en los próximos quince o veinte años solo para satisfacer las necesidadesenergéticas de nuestras maquinitas.

No cabe duda de que la naturaleza simulada puede tener efectos medicinales y,aunque estos no sean tan potentes como los que proporciona la naturaleza en suforma real, existen evidencias científicas que apoyan la presencia aislada de estoscomponentes. Es evidente que algunos de los estudios citados en capítulos anterioresdemostraban una reducción del estrés y una mejora de la función cognitiva despuésde contemplar fotografías o videos de paisajes y entornos naturales. Sabemos que lascajas de luz, los simuladores de amanecer, los aparatos acústicos con sonidos degrillos y pájaros, los generadores de iones negativos y la aromaterapia son soloalgunos ejemplos de naturaleza artificial con potencial terapéutico. En efecto, se hademostrado que pasear por un bosque virtual reduce el estrés, aunque eninvestigaciones presenciales de tipo dual, el contacto con la verdadera naturaleza

parece tener ventajas para mejorar la energía, la vitalidad y la recuperación mental.La naturaleza real mejora el estado de ánimo y las ideas positivas, implica unamayor reflexión y aumenta la capacidad para solucionar problemas vitales.

En un estudio publicado en 2008 en el Journal of Environmental Psychology,noventa jóvenes adultos, asignados aleatoriamente a uno de tres grupos, realizaronuna serie de tareas cognitivas complejas durante 30 minutos. Solo se cambió unaimportante variable ambiental en cada grupo: una vista a un paisaje natural a travésde la ventana; la misma vista, excepto que en este caso aparecía en una pantalla deplasma de alta definición del mismo tamaño que la ventana colgada en la pared; ouna pared blanca. El nivel de iluminación se mantuvo constante para cada grupo. Sedio a cada grupo un período de espera de cinco minutos antes y después de realizarlas tareas cognitivas, durante los cuales los participantes podían contemplarlibremente el paisaje. La vista del paisaje atrajo la atención de los participantesdurante un intervalo de tiempo más largo que la vista presentada en la pantalla deplasma, y los marcadores de estés mostraron una mayor recuperación en el grupo quecontempló el paisaje natural en la ventana. La pantalla de plasma dio mejoresresultados que la pared blanca, pero no tan buenos como la observación de lanaturaleza a través de una fina lámina de cristal.

Aparte de los problemas medioambientales, la asimilación tecnológica de lanaturaleza podría estar estableciendo una adaptación en el ser humano,especialmente en los jóvenes, que no es del todo saludable. A medida que lasjóvenes generaciones crecen y se desarrollan junto a una naturaleza de plástico yplasma, pueden olvidar cómo era, lo que quizá tenga enormes repercusiones tantopara la conservación medioambiental como para la reducción del estrés. Además, sialgunos aspectos concretos de la naturaleza artificial —imágenes fotográficas, ionesnegativos generados por una máquina, o aromaterapia administrada con unvaporizador— pueden tener estos efectos medicinales, ¿cuáles serán lasconsecuencias de perder amplios aspectos de la naturaleza tal como se conocía hacegeneraciones? En realidad, las generaciones más jóvenes han establecido un nuevocriterio de referencia para el medio ambiente, y la falta de una norma comparativa apartir de la experiencia de «cómo era» allana el terreno para lo que el doctor PeterH. Kahn, experto en interacción entre tecnología, naturaleza y ser humano de laUniversidad de Washington, llama «amnesia medioambiental generacional». Lanaturaleza virtual acaba pareciendo normal. Puede ayudarnos efectivamente hastacierto punto, y junto a una falta de conocimiento de «cómo era» puede ocultar lagravedad de los problemas medioambientales. Si empezamos a llevar la naturalezavirtual a los lugares donde la tecnología puede llevarla, debemos considerar susconsecuencias masivas. Kahn y sus colegas lo exponen mejor: «Por ejemplo, siintentamos explicar lo que nos estamos perdiendo, como seres humanos, en nuestrarelación plena con la naturaleza, es posible que una persona bien intencionada pongalos ojos en blanco y responda: ”No creo que nos estemos perdiendo nada”. Ya esbastante difícil plantear problemas medioambientales como el cambio climáticocuando se tiene conciencia de estos problemas, pero aún es más difícil cuando la

gente los desconoce por completo».Científicos bien intencionados, con la ayuda de programas militares y

espaciales, están trabajando con ahínco para desarrollar experiencias de naturalezavirtual de última generación. Sin duda, serán capaces de replicar lo más fielmenteposible cualquier aspecto dinámico de la naturaleza —sonidos, aromas, clima,nubes, etc.—. Aunque trabajan exhaustivamente en tecnología para crear naturalezavirtual, otros científicos son conscientes del dilema que podría plantearse. Por unlado, sería ideal para personas ancianas, hospitalizadas, traumatizadas, aisladas (porejemplo, en el espacio, en el mar o en el Ártico) y otros usos selectivos. Por el otro,puede hacer que la gente sea menos consciente de los problemas medioambientales ypase menos tiempo al aire libre y en contacto con la naturaleza. Tal como confirmanlos distintos estudios realizados, diríamos que el amplio uso de aparatos denaturaleza virtual — hiperrealidad— puede causar un gran daño social y planetariode consecuencias imprevistas.

Biodiversidad para la salud cerebralHace un siglo, el psiquiatra neoyorquino Albert W. Ferris opinaba que la influencia terapéutica de la naturalezasobre la mente residía en su diversidad. En un artículo publicado en 1916 en la revista Modern Hospital,manifestaba que a menudo las personas se ven afectadas por detalles ambientales de los que no son conscientes.Refiriéndose a las zonas verdes de hospitales y sanatorios, instaba a los paisajistas a incluir una gran variedad deplantas, mantener las características propias del terreno (rocas y viñedos) y evitar lo que denominaba «deformidadde la uniformidad». Recientemente, el profesor Richard A. Fuller y sus colegas de la Universidad de Sheffield hanhallado una asociación positiva entre los beneficios para la salud mental de quince zonas verdes urbanas y la mayorriqueza de plantas y especies de pájaros. La biodiversidad se consideró una variable significativa en la capacidadde estos entornos naturales para influir en la salud mental.

En el año 2011 investigadores de la Universidad Charles Sturt de Albury (Australia) corroboraron estos resultadosasociando el bienestar en los distritos urbanos a la variedad de especies y a la abundancia de pájaros y vegetaciónlocal, incluso después de controlar una serie de variables. Sin duda, será necesario realizar otras investigacionespara poder ratificar que la falta de biodiversidad provoca cambios directos en la actitud mental. Sin embargo, hastael momento los estudios realizados confirman que existe una conexión innata con la naturaleza y ayudan aestablecer prioridades en el ámbito de la conservación. Estos hallazgos indican que es necesario situar lapreservación de la fauna y la flora de los entornos urbanos y suburbanos en el mismo plano que las de los parquesnacionales y zonas vírgenes. Las secuoyas y los osos panda merecen nuestra atención, pero los arbustos y pájaroslocales, incluso los insectos, tienen tanta o más importancia para la salud de los seres humanos y el planeta.

EL PROBLEMA DEL OCIO Y LA IDENTIFICACIÓN CON LA NATURALEZACuando se pregunta a los expertos en salud mental cómo puede reducirse el estrés,muchos ofrecen soluciones relacionadas con el ocio, siendo el ejercicio el principalejemplo. El tiempo libre puede ser beneficioso o nocivo para nuestra salud enmuchos aspectos. Lo que hacemos cuando no nos dedicamos a cumplir con nuestrasobligaciones laborales, académicas y familiares es de vital importancia, tal comoreconoció en los años sesenta la Asociación Americana de Psiquiatría al establecerel Comité de Tiempo Libre y sus Usos. El presidente de este comité, el doctorAlexander Reid Martin, advirtió que los expertos en salud mental se verían

obligados a atender a una población cada vez más consagrada al ocio, con grannecesidad de orientación en el uso adecuado del tiempo libre. Martin definió el ociocomo un estado mental: la capacidad de jugar, asombrarse, maravillarse, prestaratención, reflexionar, meditar, contemplar, escuchar y relajarse. En realidad, lo queestaba describiendo es lo que hoy conocemos como mindfulness o «atención plena».El tiempo libre no significa no hacer nada; el ocio debe ser tan restaurador como elsueño. Martin sugirió que muchas personas trabajaban a destajo para no tener queenfrentarse al ocio de forma consciente. Es posible que algunas actividades de ociosean beneficiosas para la salud física, pero solo son actos mecánicos si no serealizan en el estado mental adecuado. Mucho antes de que las pantallas extendieransu potente radio de acción, a Martin ya le preocupaba la forma en que sedesperdiciaba el tiempo libre y no predecía un futuro brillante para las personas queeran incapaces de aprovechar su tiempo libre, conjeturando que «existirían comorobots estériles, alienados de la vida y de ellos mismos, viviendo a través de losdemás y tan insensibilizados que buscarían compulsivamente la estimulaciónexcesiva a través de lo extremo, lo escabroso, lo estrafalario y lo macabro».

Vista la popularidad que tienen los videojuegos violentos como actividadrecreativa, es fácil argumentar que el mundo que había presagiado Martin ya estáaquí. Una investigación publicada en Psychosomatic Medicine en 2009 demuestraque dedicar el tiempo libre a hacer vida social, relajarse a solas, compenetrarse conla naturaleza, participar en actividades deportivas y visitar a otras personas seasocia a un estado de ánimo positivo y a un nivel más bajo de hormona del estrés.Dos estudios recientes han demostrado claramente que la pantalla es la antítesis delas actividades recreativas que promueven la salud. En concreto, los investigadoreshan confirmado que independientemente de la actividad y la función física, el uso depantallas durante el tiempo libre se asocia a un menor bienestar mental y a un mayornivel de trastornos psicológicos tanto en niños como en adultos.

Vitamina G extrafuerte: el factor de atención plena

El ciberespacio es un gran elemento de distracción. […] Acosa incluso al que pasea por territorio virgen ydesvía la atención del aquí y el ahora. Como el agua que da vida, se insinúa de forma servil en los resquiciosde la realidad y erosiona lo que promete cultivar.

Profesor Albert Borgmann

La atención plena es la práctica de estar arraigado a las experiencias del presente, permaneciendo en el aquí y elahora sin preocuparse por el futuro ni lamentarse por el pasado. La atención plena implica dejar de juzgar y evitarlo que suele activar la respuesta del estrés. La observación imparcial favorece la aceptación, la autorreflexión yuna mayor capacidad para gestionar dificultades sin rechazo. La atención plena también promueve la conexión conla naturaleza, un ingrediente esencial para profundizar en los problemas medioambientales.

En un libro de texto de 1942, John H. Stokes, dermatólogo y profesor de la Universidad de Pensilvania, da consejos

a los estudiantes de medicina y a sus padres, y recomienda: «Uno debe prestar atención a las cosas que le llevan[al paciente] fuera de sí. Por ejemplo, pasear al aire libre […], contemplar el viento, las nubes, la hierba y losárboles, o si se vive en la ciudad, el mejor método es la propia vida». Así es como se define la vitamina Gextrafuerte: la atención plena en el detalle de las hojas, la corteza de los árboles, la actividad de los insectos, elmovimiento del agua.

El concepto de atención plena no es nuevo, y sus valores han sido debatidos durante siglos por distintas tradiciones,aunque solo en los últimos tiempos la comunidad científica ha considerado su potencial para la promoción de lasalud. Por ejemplo, una investigación canadiense publicada en 2011 demostró que, en más de 450 estudiantesuniversitarios, la atención plena se vinculó de forma altamente significativa a la conexión entre naturaleza ybienestar psicológico. La importancia de las investigaciones acerca de los beneficios de la atención plena para lasalud mental ha avanzado a pasos agigantados; sin embargo, su punto fuerte es la capacidad para eliminar lospensamientos negativos de la ecuación cognitiva. La vitamina G —estar simplemente en contacto con la naturaleza— puede promover los pensamientos positivos. El resultado final de esta combinación —minimizar lo negativo ymaximizar lo positivo mediante experiencias de atención plena en contacto con la naturaleza— es mayor que lasuma de las partes. Por lo tanto, hacer ejercicio en contacto con la naturaleza y prestando atención plena deberíaconsiderarse ¡vitamina G triple acción!

La solución al problema del ocio puede consistir en pequeñas dosis devitamina G. Para multiplicar los beneficios de esta vitamina en el contexto de unplaneta sostenible, y a la vez promover el respeto y la preocupación por el medioambiente, es preciso cultivar cierta identificación con la naturaleza durante el tiempolibre. No tenemos por qué convertirnos en los John Muir, Henry David Thoreau oGilean Douglas de nuestra época; sin embargo, si lográramos apartarnos por untiempo de la pantalla y relacionarnos con la naturaleza, y conectar con la tierra, losbeneficios para nosotros y para el planeta serían múltiples.

En un estudio publicado en 2009 en el Journal of Health Psychology realizadoen 550 hombres y mujeres que vivían en la ciudad, el contacto con la naturaleza seasoció a un mayor bienestar psicológico, una mayor vitalidad y, algo que es muyimportante, un mayor sentido vital. Las personas que obtienen una puntuación másalta en las escalas que miden el sentido vital se sienten más realizadas y satisfechas,perciben que su vida tiene sentido y no se consideran aisladas socialmente. Elsentido de la vida es un indicador de conexión social, no de conexión a las redessociales. Cuanto más conectada se siente una persona con la naturaleza, mássensación tiene de involucrarse en algo que va más allá de sí misma.

La psicóloga canadiense Elizabeth K. Nisbet, experta en la relación delindividuo con la naturaleza y la salud mental, ha documentado que la fuerte conexiónentre naturaleza y bienestar personal está presente en amplios sectores de lapoblación, desde ejecutivos del sector privado y altos funcionarios del gobiernohasta estudiantes universitarios. Además, en un estudio publicado en 2011 enPsychological Science, un equipo de investigadores de la Universidad de Carletondirigido por la profesora Nisbet demostró que el contacto con la naturaleza puedemejorar el estado de ánimo, lo que a su vez promueve una sensación de conectividadcon el medio. Los investigadores reclutaron a voluntarios que pensaban que iban aparticipar en un estudio para evaluar las características del campus universitario. En

realidad, lo que estaban estudiando eran los efectos psicológicos de tomar distintositinerarios: uno a través de edificios y túneles, y otro al aire libre recorriendo variaszonas, para llegar a destinos concretos en el campus y sus alrededores. Como era deesperar, andar 15 minutos por una zona verde se asoció a una actitud mental máspositiva tras el paseo. El hallazgo más importante —algo que ha interesado a losexpertos en ecoterapia desde hace años— fue que los individuos eran incapaces depredecir por adelantado si tomar una ruta u otra podía influir en su estado de ánimo.La falta de anticipación de los beneficios derivados de la naturaleza urbana podríaexplicar por qué se evitan los espacios verdes. Aunque la falta de conexión con lanaturaleza puede estar encubriendo sus beneficios, hay razones para el optimismo:esencialmente, los investigadores demostraron que pasear por un entorno naturalmejoraba el estado de ánimo, y la mejora del humor por esta causa parecíaincrementar la interrelación con el medio. El ciclo que relaciona la felicidadindividual con la felicidad del planeta puede mantenerse alimentando ciertaidentificación con la naturaleza. Un individuo puede tener varias identidades, sujetastodas ellas a cambios en el tiempo; sin embargo, los valores personales asociados ala identidad tienen profundas implicaciones para la salud. Por ejemplo, los adultosque empiezan a verse como personas sanas buscarán más información sobre lacalidad nutricional de los alimentos, consumirán más frutas y verduras, ypromoverán unos hábitos más saludables en sus hijos. Las personas deben conocerlos beneficios psicológicos de la naturaleza: la educación y las recetas de vitaminaG ayudarán a facilitar este proceso. Dada la relación positiva entre identificacióncon el entorno y actitudes ecológicas/conservacionistas, el contacto con lanaturaleza, como sugieren Nisbet y su colega el doctor John Zelenski, puede abrir unfeliz camino hacia la sostenibilidad.

¿Está conectado con la naturaleza?Los investigadores utilizan una serie de test psicológicos para evaluar hasta qué punto un individuo está conectadocon la naturaleza. Por ejemplo, existen la escala de conexión con la naturaleza, la escala de relación con lanaturaleza y la escala de conectividad con la naturaleza. Estas escalas se basan en el grado de acuerdo quesuscitan frases como las siguientes:

• Tengo la sensación de formar un todo con la naturaleza.• Disfruto estando al aire libre.• Me siento personalmente vinculado/a a elementos del mundo natural, como las plantas y los animales.• Mi relación con la naturaleza es una parte importante de mi identidad.• Mi conexión con los animales, las plantas y la Tierra influye en mi estilo de vida.• Mi bienestar está vinculado al bienestar del medio natural.• Mis acciones pueden influir en la salud de la naturaleza.• Mi identidad y la naturaleza forman parte de un círculo continuo.• La flora y la fauna necesitan protección.• Acostumbro a estar al aire libre en contacto con la naturaleza.• Me gusta pasar el tiempo libre en zonas apartadas.

Los investigadores han demostrado que el grado de acuerdo con este tipo de preguntas puede predecir la

preocupación por el medio ambiente y las acciones que se emprenderán para preservar la naturaleza.

Los beneficios del voluntariado ambientalLos expertos en salud mental recomiendan realizar trabajos de voluntariado como una forma de reducir el estrés yno sucumbir al engaño de la vida sedentaria frente a la pantalla. Aunque no está claro que todos los tipos devoluntariado sean igualmente beneficiosos, sabemos que el voluntariado ambiental se asocia a la salud física ymental positiva. La participación voluntaria en tareas de conservación del medio ofrece la oportunidad de recibiruna mayor dosis de vitamina G, favorece la identificación con la naturaleza y amplía las redes sociales. Un estudiopublicado en 2011 en el Journal of Environmental Psychology demostró que estar al aire libre en plenanaturaleza incrementa la vitalidad más allá de los conocidos beneficios de la actividad física y la interacción social.

CIUDADES DEL FUTURO: VIS MEDICATRIX NATURAE PARA TODOS

Quiero instruirme. Los campos y los árboles nada me enseñan, y solo en la ciudad puedo sacar partido delroce con los demás hombres.

Sócrates, Fedro, 360 a. C.

Las ciudades son unos maravillosos polos de inspiración, educación, arte, comercio,cultura, arquitectura, tecnología y cohesión social. Los seres humanos somoscriaturas increíblemente sociales, por lo que es natural que los núcleos urbanos sedesarrollen y prosperen. En las próximas décadas, la transición del campo a laciudad llegará a su punto más álgido, ya que el 90% de los norteamericanos y el70% de la población mundial vive en un entorno urbano. Sin embargo, estainevitable tendencia está encendiendo todas las alarmas. En comparación con elcrecimiento rural, se ha demostrado que el desarrollo urbano provoca desforestacióny un mayor consumo de carnes procesadas y otros alimentos desprovistos denutrientes. Es muy poco eficiente transportar mercancías a ciudades alejadas de loscentros de producción, pero procesar alimentos para comodidad de los que viven enla metrópolis forma parte de la llamada eficiencia urbana. Por supuesto, tambiénpreocupa el hacinamiento y la falta de espacios donde poder contemplar lanaturaleza y recuperarse mentalmente. Las investigaciones citadas en este librodeberían inspirar a líderes políticos, urbanistas y profesionales de la salud paratomar la delantera. En particular, deberían reflexionar seriamente acerca de losúltimos hallazgos sobre los efectos de la biodiversidad urbana y el contacto con laszonas verdes para la salud mental, así como su capacidad para influir en la conexióncon la naturaleza. Pero no podemos asumir que esto vaya a suceder. En setiembre de2011, Scientific American dedicó un número monográfico al futuro de lasprincipales ciudades del mundo, en el que no se mencionaba en ningún momento laimportancia de las zonas verdes y los bosques para la salud mental y la justiciasocial en las urbes en expansión, lo que indica que aún nos queda mucho camino porrecorrer. Colectivamente, es necesario garantizar que los dirigentes políticos, los

urbanistas y los centros de salud mental entiendan las implicaciones del déficitgeneralizado de vitamina G para la salud pública. Han de entender que, por muymaravillosas e impresionantes que sean nuestras ciudades, y con el debido respetohacia Sócrates, los campos y los árboles pueden enseñarnos muchas cosas.

El acceso a parques y zonas verdes reduce las desigualdades sanitariascausadas por factores socioeconómicos. Las escuelas urbanas situadas en distritossocialmente desfavorecidos no están rodeadas de bosques, sino de zonasindustriales, tiendas de artículos variados y restaurantes de comida rápida, elllamado «espacio gris» (presente 5,5 veces más en las zonas pobres que en lasacomodadas). Los escolares que más lo necesitan no acceden a alimentos sanos nitienen ante sí paisajes verdes. Las ciudades no solo necesitan parques y entornosnaturales para fomentar la actividad física. En palabras del profesor J. ArthurThompson, toda la ciudadanía, independientemente de su estatus socioeconómico,debería tener derecho a utilizar la vis medicatrix naturae para «cuidar de su mente».Al fin y al cabo, su influencia en la psicología positiva aumentará el interés por laconservación y la sostenibilidad del medio, en comparación con los mensajesnegativos que desautorizan al individuo y le hacen despreocuparse de su entorno.

Se prevé que hacia 2020 los trastornos mentales, especialmente la depresión,serán un problema sanitario de primer orden y, en este sentido, las ciudades no sonni mucho menos la panacea. En efecto, los índices de depresión, ansiedad yesquizofrenia son mucho más altos entre los residentes urbanos que entre sushomólogos rurales. Esto nos lleva al quid de la cuestión, la razón por la que hemosescrito este libro: «no hay salud sin salud mental». Todo nuestro argumento, todo loque hemos incluido en este libro sobre la conexión (y la desconexión actual) entrenaturaleza y salud cerebral se resume en esta frase. Aunque sea una consigna oficialde la Organización Mundial de la Salud y del Real Colegio de Psiquiatras de ReinoUnido, no es un mero eslogan. La salud mental positiva está cada vez más presenteen la mayoría de estudios médicos contemporáneos. Los trastornos mentales afectana una gran cantidad de enfermedades, tanto transmisibles como no transmisibles.Cuando la depresión y la ansiedad se mezclan con otros trastornos, sirven paraexacerbar la situación, además de limitar las posibilidades de que el paciente busqueayuda y siga un estilo de vida saludable. La ansiedad y la depresión aceleran elenvejecimiento; incluso excluyendo el suicido, se ha demostrado que la depresiónincrementa el riesgo de mortalidad prematura.

La tecnología —por lo menos en este momento en que las pantallas, losaparatos y las aplicaciones se combinan entre sí para mayor distracción del usuario— no ha servido para restar velocidad a esta tendencia. El hecho de tener un mayoracceso a una amplia oferta de cafeterías en las que poder relajarse y hacer vidasocial no ayuda, ni ayudará, a disminuir la creciente oleada de trastornospsicológicos. Necesitamos soluciones innovadoras en forma de variablespreventivas, y la vitamina G ha demostrado ser el mejor nutriente mental paraprevenir estas enfermedades. Recordemos que ahora mismo hay un camioneroencaramándose a la cabina de su remolque, y habrá muchos más en el futuro,

dispuestos a distribuir un elixir farmacéutico a una población cada vez más ansiosa,deprimida y alejada de la naturaleza. En este sentido, parece casi irrelevante quevayan a fletar su pesada carga de Prozac en un camión que gaste menos gasolina. Losfuturistas tienen todo el derecho a soñar con ciudades más brillantes repletas deavances tecnológicos, con pantallas y escáneres de códigos de barras por doquier,comida rápida servida a un ritmo cada vez más rápido, y parques temáticos en losque la gente solo se sienta impulsada por la eficiencia cada vez mayor de la llamadaciberconectividad. Sin embargo, ignorando la relación con la tierra, la falta decontacto con la naturaleza, la salud mental y su asociación con las zonas verdes, eloptimismo tecnocrático puede quedar aplastado bajo sus rocas artificiales de resina.

DISTANCIARSE DE LA BLOGOSFERA PARA ENTRAR EN LA ATMÓSFERAAunque no podamos saber exactamente cuál sería la opinión de John Muir sobre lainfotoxicidad, parece evidente que privilegiaba los hechos sobre las palabras:«Ninguna composición basada en las palabras logrará que un alma llegue a conocerestas montañas». Aun así, con la cantidad justa de concienciación y planificaciónpreventiva, vemos que el vaso sigue estando más que lleno. Al finalizar este libro,cerrando el círculo en muchos aspectos, nos sentimos llenos de optimismo. Aunqueel magnetismo de las pantallas y las infotoxinas seguirá existiendo como potentecorriente subterránea, la investigación científica está empezando a esclarecer eldoble problema de la sobrecarga de información y la falta de contacto con lanaturaleza. Recientemente se han publicado algunos interesantes estudios sobre eltiempo que pasamos frente a la pantalla, la naturaleza como remedio terapéutico ylas implicaciones de ambos aspectos. En cuanto a la concienciación medioambiental,los líderes políticos y los planificadores y proveedores de servicios sanitarios sonlos que han de dar los avisos pertinentes: ¡cuidado con la corriente de fondo cuandose trata de tecnología! También podemos ofrecer protección en forma de vitamina G.Tenemos la esperanza de estar en pleno proceso de cambio, ya que cada vez haymayor interés por la vitamina G gracias a los estudios realizados en varias ramas dela medicina. El trabajo aislado de unos pocos científicos preocupados por larelación entre el hombre y la naturaleza ha dado paso al interés colectivo de losproveedores de servicios sanitarios que están en primera línea. Para persuadir acentros sanitarios, planificadores y políticos, necesitamos algo más que las palabrasde Thoreau. Vivimos en la era de la ciencia; por lo tanto, hemos de ofrecer pruebascientíficas de que la naturaleza es un agente medicinal; y eso es lo que estáocurriendo ahora. Sospechamos que los investigadores han tomado un nuevo caminopara evaluar científicamente la vitamina G, y pronto se publicarán un gran número deestudios sobre sus dosis efectivas y las repercusiones de su carencia.

Nuestro optimismo se hace extensible al futuro de las ciudades. Además de seragradables a la vista, el número creciente de árboles y plantas en las azoteasfavorece la biodiversidad y actúa en beneficio del medio ambiente. Los jardines yhuertos comunitarios son una tendencia en aumento que ayuda a mantener el vínculo

con la tierra. Sin embargo, ni las azoteas ni los jardines comunitarios son parques enlos que se pueda pasear. Para tener ciudades más verdes y ecológicas, necesitamosparques con vegetación densa y abundante biodiversidad. Si se plantan más árboles yse diseñan más boques y parques urbanos, las ciudades impulsarán la creatividad ytendrán un efecto positivo en la salud de sus habitantes. No es casualidad que lasciudades más felices del planeta sean las que tienen un cinturón verde a su alrededor.Se ha dicho que los parques nacionales fueron «una de las buenas ideas deAmérica». Ahora hemos de ser capaces de imaginar el día en que la expansión debosques, espacios naturales y cinturones verdes en nuestras ciudades será «la mejoridea» de Norteamérica.

En 1968 el doctor Edward Stainbrook, director del Departamento dePsiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de California Meridional,afirmó:

Que nuestros sentidos estén en contacto frecuente con la tierra y con su carácter tranquilizador eimperecedero es un factor de seguridad psicológica de considerable importancia. […] Solo cuando elhombre sea capaz de reprocesar de forma confiada, segura y dichosa su propia naturaleza y la naturalezade lo que llamamos «el mundo», podrá dirigir inteligentemente el rumbo de su propio destino. Allí es dondele han llevado los paulatinos cambios de la naturaleza. Solo podremos seguir nuestro camino si nosmantenemos al lado de la naturaleza y con los pies firmemente asentados en el suelo. De lo contrario, noslimitaremos a ir detrás del materialismo y la tecnología, siguiéndola como al flautista de Hamelín, hasta eldesesperado límite de una existencia cada vez más artificial y sintética.

Uno se pregunta: si los urbanistas tecnócratas de hoy en día tuvieran queplanificar las ciudades de Nueva York o Vancouver partiendo de cero, ¿volverían adedicar un terreno tan valioso a Central Park o Stanley Park? Esperemos que sí. Lassegundas oportunidades escasean, y la experiencia demuestra que los gruposecológicos y la ciudadanía que se preocupa por el medio ambiente deben esforzarsemucho para remediar una planificación urbanística que no tiene en cuenta el espacioverde. Stainbrook era optimista, como nosotros, y pensaba que los seres humanosprosperarían con la expansión de las ciudades, siempre que se cumplieran algunoscriterios relacionados con el contacto con la tierra a través de una mayorimplantación de zonas verdes en las metrópolis, algo sumamente importante en estemomento de la historia de la humanidad. Llegamos al final de este libro con suspalabras y concluimos con sus palabras y una pregunta propia: ¿ya ha tomado hoy sudosis de vitamina G?

Apéndice

RECURSOS EN INTERNETCITASPuede consultarse una lista detallada, capítulo por capítulo, de las obras citadas eneste libro en: www.yourbrainonnature.com.

AUTORESEva M. Selhub, doctora en medicinawww.drselhub.com

Alan C. Logan, doctor en naturopatíawww.drlogan.comwww.vitaminG.com

ORGANIZACIONES DE MEDICINA NATURAL Y HOLÍSTICAAsociación de pediatría naturalhttp://pedinatur.com/

Organización colegial naturopáticahttp://www.naturopatiafenaco.com/

Sociedad española de medicina homeopáticahttp://www.semh.org/

Horticultura y agroecologíahttp://felixmaocho.wordpress.com/indice-de-horticultura/

http://www.mariano-bueno.com/?cat=3

http://joseppamies.wordpress.com/category/horticultura/

http://www.agroecologia.net/

www.maderasnobles.net

NutriciónAgencia española de seguridad alimentaria y nutriciónhttp://www.aesan.msc.es/

Canal de seguridad alimentariahttp://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/

Legislación europeahttp://europa.eu/legislation_summaries/food_safety/index_es.htm

Sociedad española de dietética y ciencias de la alimentaciónhttp://www.nutricion.org/

Sociedad española de nutriciónhttp://www.sennutricion.org

TERAPIASAsociación española de hortoterapiahttp://hortoterapia.org/Hortoterapia/

Sociedad europea de ecopsicologíahttp://www.ecopsychology.net/ees_espanol.html