el partido radical y las nociones que conformaron su ideología
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Curso: Historia de las Ideas Políticas en Chile
Profesores: Vasco Castillo
Alumna: Ignacia Velasco
Entrega: 16/12/2015
El Partido Radical y las nociones que conformaron su ideología en
la década de 1930
“Por su posición media entre las clases más egoístas, y las más desvalidas, a mi juicio es el
Partido Radical el llamado a salvar la sociedad chilena de las tremendas convulsiones que
agitan a la sociedad europea. Proveer a las necesidades de los desvalidos es remover la
causa del descontento, es acabar con el socialismo revolucionario, es hacer política
científicamente conservadora (…). La política no es el arte de establecer el libre cambio, es
el arte de satisfacer necesidades sociales (Letelier,1986, P.144)”.
Esta frase dicha en el año 1896 por un joven radical llamado Valentín Letelier en su texto
“Los Pobres”, ayuda perfectamente a reflejar una característica que el Partido Radical
mantendrá con los años, y, sobre todo, que se hará notar mucho más en la época de 1930.
Tal sería el éxito de ciertas consignas del partido, que solo 9 años después de que comience
ese periodo de tiempo, 3 de sus militantes tendrían el honor de ponerse la banda
presidencial.
La idea de ser un partido bisagra entre ricos y pobres, y como no, el planteamiento de lo
fundamental que es tomar en consideración al pobre y satisfacer sus necesidades básicas,
han compuesto a lo largo de los años parte importante de la ideología de los radicales. Si
bien podemos observar que este concepto puede ser asociado a otras épocas distintas en las
que se originó, siempre hay que tener en consideración su función política social, lo que
según Reihnart Koselleck (2009) quiere decir que los conceptos lejos de entenderse por su
significado lingüístico, deben ser en este caso comprendidos desde su significado histórico.
Entonces, partimos de la base de que tanto el término de partido bisagra, como la
consideración por los pobres son fenómenos que se repiten, pero evolucionan y
complejizan su significado gracias al avance de la historia.
En base a las consignas expuestas, esta monografía tiene como foco principal una
exploración de los conceptos sociales primordiales que ayudan a entender parte de la
ideología del Partido Radical en el periodo comprendido entre 1934 y 1939. Aludiendo de
vez en cuando, a algunas fuentes quizás más lejanas, con el objetivo de realizar
comparaciones entre la época estudiada y los orígenes del partido.
Como expliqué anteriormente, es fundamental comprender las ideologías tomando en
consideración el contexto en el que éstas fueron concebidas, por eso primero haré un breve
resumen del momento histórico que nuestro país está viviendo alrededor de la década de
1930.
Con la nación inmersa en una época que se caracterizó principalmente por ser un periodo
de pugnas políticas en Chile, los inicios de los años 30 parecen ser periodo histórico en
donde poco a poco comienza a reducirse la inestabilidad política del momento. Desde 1925
tras la decadencia de la república parlamentaria y la instauración de una nueva constitución
que tuvo dificultades para funcionar debido a los constantes cambios políticos en el país,
las cosas comienzan a adquirir mayor calma al final de los años 32. En este año, se produjo
un golpe de Estado al presidente de ese entonces, Juan Esteban Montero. Tras la renuncia
forzosa del mandatario, el país vivió durante 100 días bajo la utópica República Socialista.
Ese mismo año, frente al descontento de esa forzosa instauración y las malas condiciones
económicas y sociales que venía arrastrando hace un tiempo el país, las elecciones
presidenciales de octubre dieron por triunfador a Arturo Alessandri. Según explica Simon
Collier (1998) en su libro, “Historia de Chile 1808-1994”: “El mayor logro de Alessandri
en la década de 1930 fue restaurar la estabilidad, acentuando las bases para cuatro décadas
de creciente democracia. Sus métodos fueron duros pero efectivos” (p.202). Sin embargo,
cabe mencionar que en este sentido el Partido Radical no estaba de acuerdo con el estilo de
política dura que intento imponer Alessandri. De hecho, en un inicio, se encontraba en una
coalición, trabajando en conjunto con los otros partidos, pero al no aprobar ciertas medidas
del presidente, decidieron dar unos pasos al costado.
Entrando más de lleno en el contexto social del país, podemos comenzar a revisar la
principal fuente de éste análisis. Según consigna Pedro Aguirre Cerda, presidente del PR
que posteriormente asumiría la presidencia de Chile, las cifras de mortalidad y de
enfermedades como la tuberculosis, el tifus exantemático y la pulmonía reflejaban el estado
de miseria en el que las clases sociales más bajas estaban viviendo en ese tiempo. Las
condiciones de hacinamiento y la falta de higiene de los lugares donde habitaban los menos
afortunados son reiteradamente descritos por el autor.
Por eso no es de extrañarse, que a partir de este fenómeno que los historiadores llaman
Cuestión Social, el Partido Radical se encuentra en una posición en la que le interesa
encontrar resolución de aquellos problemas que afectan a los pobres. El pensamiento
radical, plantea que se deben mejorar las condiciones de vida básica para los empleados, a
partir del aporte de un Estado de Compromiso Social. Así se puede ver en “Una carta y un
Discurso Político del Presidente del Partido Radical Don Pedro Aguirre Cerda”: “El factor
hombre desempeña un papel preponderante. Y si no lo atendemos debidamente, poco a
poco irá disminuyendo la energía protectora del país y la tuberculosis, la pulmonía, el tifus
y estas graves secuelas irán llevándose anualmente los componentes más necesarios del
factor trabajo (1934, p.11)”.
Este punto sirve como eje principal para entender cómo funcionaba en esa época la
ideología social de los radicales. Se observa que, en varias ocasiones, se le da mucha
importancia a la clase trabajadora, que a la larga funciona como la base humana para
mantener y mejorar el bien material del país. El texto expone la idea de que hay que
resguardar el porvenir de todos los trabajadores porque sin duda, eso llevará al país a un
bienestar general mayor. Esta consigna es reiterada en varas ocasiones, por ejemplo al
contextualizar lo que sucede con las inversiones en el país, que provocan que, “Solo un
capital quede sin beneficio directo alguno – el capital humano- que es indispensable
compensar con salud, (alimento, techo y abrigo). Y la mejora de ese capital humano
redundará también en un provecho efectivo de la riqueza pública: un joven sano, con
habilidad productora, mejorará la industria y la agricultura del país, y tendrá posibilidad de
constituir un hogar” (1934, p.9).
En esta misma línea, otros autores radicales del periodo, postulan nociones muy similares a
la expuesta arriba. Por dar solo un ejemplo se puede leer La Doctrina Radical: Programa de
Gobierno, escrita por Héctor Arancibia Laso en el año 1937. Arancibia ha sido considerado
como uno de los miembros destacados del partido, ya que en adición a su militancia de ser
fue Ministro del Interior, Senador, Embajador de países como México e Italia, y un
reconocido masón y bombero.
Esta fuente también comparte otras nociones imperantes para los militantes del partido
como la transparencia electoral, la importancia de que todos tuvieran educación, el
laicismo, la necesidad de progreso, pero sobre todo una crítica a cuando los gobiernos se
valen de sus intereses y poseen más poder del que corresponde. Esta idea, si bien no será
tratada con profundidad, alude a la petición de evitar la excesiva burocratización del
Estado, además de cuidar de los abusos que estos funcionarios puedan cometer.
En lo que se refiere al ámbito más propio de lo social, Arancibia (1937) manifiesta un
punto de vista que concuerda con el pensamiento radical del periodo que estamos
estudiando. “Para que el esfuerzo de esta reconstrucción no sea estéril ni perdido”- dice
aludiendo a los problemas resueltos luego de la época de inestabilidad del país y más
específicamente a la situación de los obreros, “es indispensable que las condiciones
higiénicas de su ambiente sean plena garantía de que se aprovechará en al máximum la obra
realizada, pero no es esto todo. Paralelamente a esta labor hay que preocuparse de darle la
educación y cultura necesarias para que pueda no solo aprovechar para sí mismo aquellas
condiciones, sino también proyectar su redentora influencia hacia las generaciones futuras.
Sin hombres fuertes no hay Nación ni Estado y sin hombres cultos no hay República ni
Democracia.” (p,8).
Además de esta idea social que se repite durante toda su línea argumentativa, llama la
atención la precisión con los que varios escritos radicales de estos tiempos hacen un uso
muy adecuado de las cifras y alusiones a otros autores. Se observa una tendencia a tratar los
temas con ejemplificación y referencias que reflejan el carácter intelectual que tienen las
reflexiones de este partido. Así también lo hizo Pedro Aguirre Cerda en los primeros
párrafos del escrito ya citado, donde aterriza sus argumentos en base a datos muy
específicos de enfermedades y mortalidad.
Esta costumbre de complementar los puntos de vistas con muchas cifras y explicaciones
bastante racionales es una tendencia que se repite en varios textos y por lo tanto no debe ser
ignorada. A juicio personal considero que hay una cultura dentro del partido que constituye
parte de una de las piezas fundamentales para comprender la ideología de los radicales.
Según la historiadora Ana Tironi, en su texto titulado “La Ideología del Partido Radical
chileno en los años 30”, esta tendencia a argumentar a través de datos racionales, surge de
los orígenes sumamente pragmáticos del pensamiento de los radicales, que consideraban la
razón y el conocimiento como base fundamental para alcanzar un progreso sostenido en el
tiempo.
De esto también deriva que el Partido Radical ha sido caracterizado como una institución
que toma decisiones políticas en base a conceptos racionales, y no solo entran en la clásica
pugna política de exacerbar distintas ideologías para intentar despolemizar conceptos
fundamentales. En esta línea, la autora es tajante al reconocer al Partido Radical como un
ente que se mantuvo mucho más fiel a sus principios partidistas y no se vendía tan fácil si
se trataba de obtener alguna ventaja de poder en la esfera política de nuestro país. Y, en el
caso de que decidieran que algún principio iba a sufrir algún tipo de modificación, siempre
lo hacían empleando una explicación bastante racional y argumentada al respecto.
Pese a que Letelier es un radical que representa parte de la ideología del partido antes del
periodo que aquí estoy analizando, sus palabras reflejan bien la noción racional y científica
que acabo de explicar. Al compararse frente a la actitud de liberales y conservadores que se
ciñen a una sola visión respecto a conceptos fundamentales como la libertad y la autoridad,
el joven radical compara: “(…) nosotros, que obedecemos a un criterio científico
amoldamos nuestras doctrinas a la realidad y nuestra política a las necesidades del pueblo.
Si amamos la libertad, no la amamos por lo que es en sí misma, la amamos en cuanto puede
servirnos para desarrollar las potencias del espíritu”. Si aceptamos la autoridad, no la
aceptamos por lo que es en sí misma; la aceptamos en cuanto puede servirnos para
desarrollar la cultura¨ (1893, p.15, Ellos i Nosotros o sea Los Liberales y Los Autoritarios).
Considero que esta tendencia también está muy presente en los textos hasta el momento
analizados. Esta argumentación es propia desde los inicios del Partido Radical, tal como lo
expresa Tironi (1985), “El origen social de sus componentes influye en los principios que el
radicalismo chileno sustenta. Desde temprano confluyen el ideario clásico liberal, con
ciertas tendencias positivistas, que luego se desarrollarían expresadas en la fe, en la razón,
en la ciencia y el progreso de la humanidad. Pero junto a la doctrina, adquirieron cuerpo,
dentro del espíritu radical en formación, una escala de valores mesocrática en donde la
inteligencia y el estudio se hallaban por encima de la tradición y los privilegios de sangre
(p.14)”.
Esta práctica de valorar la inteligencia por sobre tradiciones e intereses particulares de otro
tipo, despliega otro de los aspectos fundamentales para comprender la ideología radical: la
educación. La misma historiadora confirma que desde sus orígenes el Partido Radical
siempre estuvo a favor de una educación laica y gratuita.
El diagnóstico de lo necesaria que es la educación en la sociedad chilena, se muestra con
recurrencia en el texto de Aguirre Cerda. Su análisis acerca de los pobres que no cuentan
con una educación digna, evidencia aún más la importancia que éste tópico tiene para los
radicales. “La clase modesta, urgida por la pobreza, retira a su hijo de la escuela antes que
cumpla la obligación escolar, porque carece de recursos para vestirlo y necesita de su ayuda
para hacerlo trabajar.(…)¿Qué será del país a corto plazo si no hacemos un sacrificio por
educar a esos niños y ponerlos en aptitud de conservar su salud y ganarse la vida? (1934,
P.12).
Esta concepción de la importancia de un modelo educativo relevante, recae en la idea de
que el progreso del país está comprometido si es que no se logra hacer que la educación
llegue a todas las clases sociales. Aguirre Cerda, también insiste en que, a través de la
cobertura de las necesidades básicas de los pobres, inmediatamente mejora su rendimiento
y sus condiciones para acceder a un mejor nivel educacional. Nuevamente volvemos al
punto inicial acerca de la noción de los radicales sobre la importancia de intentar mejorar o
hacer menos miserable a aquel que vive en desgracia.
El nivel de compromiso con esta consigna se verá expresado años después en una
convención que el Partido Radical celebró el año 1939 en La Serena. Ahí, en su declaración
de principios se expresa que “en las circunstancias actuales del país, la educación pública
debe ser considerada en el primer plano de las exigencias nacionales, y que, sobre todo, la
alfabetización y la capacitación de las masas populares para la vida económica y cívica, no
admite ya postergaciones (p.6)”.
Y tiene mucho sentido que no admita postergaciones, ya que otro de los puntos importantes
a los que hacen alusión constantemente los radicales se relaciona con las juventudes. En
esta línea, la típica frase “Los niños son el futuro” cobra mucho sentido para los militantes
de esa época. En varios escritos persiste la visión de que son los hijos los que van a lograr
sacar a sus padres de la pobreza, por eso el Partido Radical pone tanto énfasis en mejorar la
situación del pueblo y entregarles una buena educación. Básicamente buscan proyectar el
progreso de la sociedad en las generaciones futuras.
La importancia de las nuevas generaciones para lograr mayor avance social en el país
también se ve reflejada en escrito de Héctor Arancibia Laso, ya que dedica un extracto para
hablar de la importancia de la juventud. “No es gobernante que merezca el nombre de tal, ni
político que pueda aspirar al respeto de sus conciudadanos, aquel que no tiene como
preocupación preferente el porvenir de la juventud de su país, porque ella es la reserva de la
colectividad que le asegurará su supervivencia” (1937, p.8). Un tema a destacar, es que en
la continuación del texto, Arancibia compara al radicalismo con la juventud, manifestando
que estos se confunden por el carácter renovador que ambos tienen. Según el radical, ambos
le dan fuerza a la sociedad para que pueda prosperar de la mejor forma. Una posición que
se relaciona con la auto percepción que los radicales tienen de su rol en la sociedad, como
también la consigna Arancibia (1937), al decir que “Nos nos reunimos para defender un
interés pequeño ni para buscar el predominio de nuestra tendencia, por muy legítima que
sea; queremos algo más grande, queremos la salvación de la República al amparo de la
solidaridad social (p.16)”:
Por lo que hemos visto hasta ahora, cuando hablamos de la ideología del Partido Radical en
esta época, es indispensable tener en consideración su gran importancia por la educación
(que se desprende su visión centrada en la inteligencia y no privilegios, en el uso de la
razón como instrumento de progreso), y un evidente interés por mejorar las condiciones de
las clases más desvalidas.
Hay una noción en la que pareciera que los textos escogidos ponen menos énfasis respecto
a una postura fija. Pienso que esto se ve reflejado sobre todo cuando los radicales se
involucran en reflexiones relacionadas con el ámbito económico. Por ejemplo, en la
Convención Radical de 1839, el texto afirma que reconoce “la exigencia de una cuestión
social contenida especialmente en las relaciones entre el capital y el trabajo, y la conceptúa
como un problema inicuo, consecuencia del régimen capitalista en uso” (p.12). Este
extracto se encuentra dentro de los principios que se relacionan directamente con la
economía y el trabajo.
Esto no está expuesto con la misma claridad que las otras consignas adoptadas en este
periodo, si bien en la misma convención hablan de la necesidad de sustituir el principio de
la libre competencia por uno de cooperación, la idea no se desarrolla lo suficiente para
lograr una comprensión tan profunda como pasa con los otros casos. Lo que sí se resalta, es
el hecho de que los trabajadores deberían estar protegidos por el Estado, a través de la
legislación adecuada. También repasan el tema de la colectividad y expropiación de
industrias y fundos, lo que sugiere un acercamiento al socialismo en ese periodo. Fuera de
esas consignas, considero que la postura del Partido Radical es enfrentar lo económico
siempre desde el punto de vista de las políticas sociales.
A la larga, la mayoría de las ideas expuestas me hacen sugerir que el Partido Radical en ese
tiempo tenía gran parte de su ideología relacionada a temas de alta importancia social
debido a su contenido de denuncia y búsqueda a la solución de los problemas de los pobres.
Este conjunto de ideas evidentemente mantiene el principio de que los radicales funcionan
como bisagra política, porque por un lado, parte de sus orígenes liberales se mantienen en
su ideología, lo que les permite calzar en algunas nociones con esa facción. Por otro, su
argumentación racional, hace que no se contrapongan completamente a ideas de carácter
más conservador.
Prueba de esto deben ser los dichos de Pedro Aguirre Cerda en relación a las posibles
agitaciones de la clase obrera. “Nadie puede pretender igualdad de hombres y riquezas ni
ello constituye la democracia, pero demos oportunidad para que se puedan manifestar las
aptitudes morales e intelectuales del pueblo en forma en que les sea fácil incorporarse a la
clase media. Quitemos del obrero la idea marxista de que las clases sociales no pueden
compenetrarse, que el proletariado está condenado a una creciente proletarización”
(P.14,15). Considero que esta frase es una gran muestra de racionalidad, ya que sin la
intención de descalificar otra ideología, lo que intentan hacer es encontrar un método para
convencer a los obreros de que esa no es la mejor vía.
Seguramente, este tipo de actitudes llevaron a que el Partido Radical pudiera llegar a la
expresión de poder más grande en nuestro país durante tres periodos consecutivos. Simon
Collier (1998), describe a los radicales como el partido más popular en esta época. Y sobre
la llegada a la presidencia de militantes de sus filas, añade: “Los radicales ocuparon
finalmente en 1938 el lugar que les correspondía. Entre la década de 1930 y comienzos de
la década de 1960, el partido unitariamente más importante (y en el verdadero sentido, el
más popular) fue el Partido Radical, que combinaba en un delicado equilibrio intereses a
menudo en conflicto (p.212)”.
En resumen, puedo concluir que en la época seleccionada para estudiar, la ideología del
Partido Radical estuvo construida en gran parte, por un discurso con mucho énfasis en la
construcción de un Estado que debía cumplirá la función de satisfacer las necesidades
básicas de los más desafortunados, para así contar con un capital humano que favorezca el
progreso de la sociedad. En esa misma línea, sin dudas el arma más poderosa mediante la
cual ellos consideran que las sociedades pueden mejorar es la educación, lo que queda en
evidencia con las reiteradas insistencias de que la educación primaria es un bien que debe
ser accesible, sobre todo para las nuevas generaciones que serán las encargadas del avance
social de nuestro país. Sin duda esta percepción se construyó por la prioridad que los
militantes de sus filas le dan a la racionalidad, y a no caer en el juego político de vender
ideologías de partido por poder.
Creo que una frase de Pedro Aguirre Cerda en uno de sus mensajes presidenciales, refleja
muy bien las intenciones e ideología radical que esperaban, iba a significar una mejora en
nuestro país. “Debemos cuidar al máximun la salud y educación de la madre y del niño, la
capacitación y labor de todos los componentes sociales y el amparo de la personalidad para
que del libre y honrado ejercicio de las facultades humanas, debidamente desarrolladas,
nazca un deseo común de incorporar a la civilización de todas las fuerzas nacionales, que
son las que deben movilizar la riqueza pública y hacerla servir al engrandecimiento de la
Nación y al progreso de la Humanidad dentro de nuestras posibilidades (Discurso
Presidencial 1939, p 5).
Referencias Bibliográficas
-Koselleck, R (2009). Un texto fundacional de Reinhart Koselleck. Introducción al Diccionario histórico de conceptos político-sociales básicos en lengua alemana. Anthropos, N° 223, 2009, pp. 92-105
- Aguirre, P. (1939) Mensaje de S. E. el Presidente de la república en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, Santiago: Imprenta Fiscal de la Penitenciaría
- Aguirre C, Pedro (1934) Una Carta y un Discurso Político del Presidente del Partido Radical.
- Tironi, A. (1983) La ideología del Partido Radical Chileno en los años treinta (1931-1938) Universidad Católica de Chile
- Arancibia, H. (1837). La Doctrina Radical: Programa de Gobierno. Impr. Antares.
- Collier, Simon (1998)Historia de Chile, 1808-1994. España :Cambridge University Press.
- Letelier, V. (1893). Ellos i nosotros, o sea los liberales i los autoritarios. Concepción: Imprenta de El Sur.
- Letelier Valentín. (1896). “Los pobres”.La Ley
- Partido Radical. (1839). “Declaración de principios” en Convención Nacional de La
Serena Santiago: Imprenta Gutenberg.
Bien en el número de palabras, bien en la portada. Problemas con normativa de citación. Debe proponerse como misión mejorar en este aspecto, apréndase la normativa que corresponda y aplíquela con rigor SIEMPRE. Tanto al interior del cuerpo del trabajo como en la bibliografía final (por ejemplo, los títulos de libros van en cursiva) comete errores a veces leves, a veces más gruesos.
Incorpora y utiliza dos fuentes secundarias, pero en algunas pocas ocasiones no las utiliza para fundamentar con toda la oportunidad que se esperaría, como le he observado en algunos comentarios.
Bien en la elección de fuentes primarias (es excelente, en verdad), bien en su análisis, acertado.
Muy bien expuesto el objetivo del trabajo, muy clara su hipótesis de trabajo, bien demostrada y bien concluido el trabajo. Muy buen trabajo.
Muestra bien su hipótesis de que el PR es un partido “bisagra” de la política chilena con el análisis del ideario a través de una fuente primaria muy adecuadamente elegida y muy bien examinada. Muy bien. ¡Felicitaciones!
No tiene la nota máxima por los problemas formales de citación que le he indicado y por las pocas ocasiones donde debió fundamentar con las fuentes secundarias.
NOTA: 6,8