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EL PARAGUAY INDEPENDIENTE Y LAS CORRIENTES MIGRATORIAS En la época de la independencia, a parte los españoles residentes en el territorio, vivían y estaban afincados muy pocos extranjeros. La política aislacionista del Dr. Francia cerró a marcha martillo las fronteras patrias y ese aislamiento absoluto se prolongó hasta su muerte en 1840. Con el establecimiento del Gobierno de Carlos Antonio López, el Paraguay con abundante disponibilidad de fondos se abrió poco a poco a la sociedad de Naciones iniciándose tímidos contactos que fueron consolidándose en la medida en que se afianzaba el poder de López ingresando al país al desarrollo universal aunque con bases profundamente arcaicas y limitadas por la venta directa del Estado de los productos de la tierra. No debía nada a nadie, y poco a poco se constituyó en un país prácticamente autoabastecido. Así lentamente comenzó una modernización otorgándole formalmente al país una nueva fisionomía por lo que es imposible olvidar el aporte de los primeros profesionales y técnicos europeos al progreso social, material, cultural, intelectual y artístico al Paraguay de la época. Un auténtico país en desarrollo progresista, con una población homogénea y un Estado con fuerte disponibilidad financiera. Factor insoslayable fue el viaje de Francisco Solano López y comitiva a la vieja Europa a mediado de la década del 50 del Siglo XIX, produciéndose un contacto directo por ese medio de la elite gobernante con un universo desconocido, con vasto desarrollo industrial, cultural y civilizador. Fruto de este viaje fueron inmediatamente después el incremento de los adelantos materiales técnicos e edilicios, una incipiente industria nacional, ferrocarril, buques a vapor, el telégrafo y otros adelantos. Se produjo el establecimiento de la Colonia Nueva Burdeos a una hora de vapor en el Chaco Paraguayo (Villa Hayes) cerca de Asunción, formada por inmigrantes franceses que desgraciadamente terminó en el fracaso. 1

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EL PARAGUAY INDEPENDIENTE Y LAS CORRIENTES MIGRATORIAS

En la época de la independencia, a parte los españoles residentes en el territorio, vivían y estaban afincados muy pocos extranjeros. La política aislacionista del Dr. Francia cerró a marcha martillo las fronteras patrias y ese aislamiento absoluto se prolongó hasta su muerte en 1840.

Con el establecimiento del Gobierno de Carlos Antonio López, el Paraguay con abundante disponibilidad de fondos se abrió poco a poco a la sociedad de Naciones iniciándose tímidos contactos que fueron consolidándose en la medida en que se afianzaba el poder de López ingresando al país al desarrollo universal aunque con bases profundamente arcaicas y limitadas por la venta directa del Estado de los productos de la tierra. No debía nada a nadie, y poco a poco se constituyó en un país prácticamente autoabastecido.

Así lentamente comenzó una modernización otorgándole formalmente al país una nueva fisionomía por lo que es imposible olvidar el aporte de los primeros profesionales y técnicos europeos al progreso social, material, cultural, intelectual y artístico al Paraguay de la época. Un auténtico país en desarrollo progresista, con una población homogénea y un Estado con fuerte disponibilidad financiera.

Factor insoslayable fue el viaje de Francisco Solano López y comitiva a la vieja Europa a mediado de la década del 50 del Siglo XIX, produciéndose un contacto directo por ese medio de la elite gobernante con un universo desconocido, con vasto desarrollo industrial, cultural y civilizador.

Fruto de este viaje fueron inmediatamente después el incremento de los adelantos materiales técnicos e edilicios, una incipiente industria nacional, ferrocarril, buques a vapor, el telégrafo y otros adelantos. Se produjo el establecimiento de la Colonia Nueva Burdeos a una hora de vapor en el Chaco Paraguayo (Villa Hayes) cerca de Asunción, formada por inmigrantes franceses que desgraciadamente terminó en el fracaso.

El tiempo del Primer López, fue un tiempo de construcción, desarrollo y modernidad en amplios niveles de la vida nacional, aunque el gobierno siguiera siendo una autocracia familiar. El tiempo de Solano López vio truncado el progreso por la desafortunada guerra de la Triple Alianza que asoló y dejó en ruinas a la Nación y redujo sensiblemente la población paraguaya a la miseria, la pobreza, el infortunio, en difícil sobrevivencia con una ocupación extranjera y un gobierno apadrinado por los triunfadores.

La Nación aún en llamas comenzó débilmente a latir bosquejando un nuevo país lentamente con penurias y sufrimientos, sin un Estado que rigiera firmemente los destinos del país altamente inestable sin instituciones seguras, pero donde un grupo de hombres impuso su fe en la reconstrucción del país.

Esta situación de un territorio sin población justificaba con creces la necesidad de inmigrantes; aún cuando no existieran condiciones internas necesarias para la venida de extranjeros se contaba ya con nuevas bases legales mínimas como la Constitución de 1870, la libertad de comercio que implementó el Gobierno Provisorio (1869), con la libertad de introducir ganado y libertad para la extracción de yerbas.

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En 1877 se funda “La Sociedad Agrícola y de Aclimatación del Paraguay”, con el objeto de estudiar las cuestiones relacionadas con el desarrollo de la agricultura, haber conocer al Paraguay en el extranjero y atraer por este medio la inmigración. La Sociedad editó un boletín: “El Agrónomo” sobre el cultivo de la caña de azúcar, la alfalfa.

Los fundadores de la Sociedad tuvieron la idea de buscar como alternativa para lograr una mejora de la situación interna del país, la inmigración para lo cual pensaron en canalizar sus esfuerzos en una institución encargada de fomentar la venida de extranjeros, esencialmente agricultores, de costumbres sencillas, criados en las labores de la chacra y que viniesen con el propósito de establecerse en el País.

Los Gobiernos sucesivos fomentaban estas inmigraciones en cualesquiera clases de tierras –públicas o privadas- las tierras destinadas a la colonización serían dividas en 3 grandes fracciones, una reservada para la ubicación del pueblo, otra para los cultivos, y la tercera para uso común de los Colonos.

Con estos objetivos se creó la DIRECCIÓN GENERAL DE INMIGRACIÓN Y COLONIZACIÓN; cada familia que deseaba venir a establecerse debía justificar su buena conducta, laboriosidad y conocimiento sobre agricultura.

En junio de 1881, por ley fue creado el DEPARTAMENTO GENERAL DE INMIGRACIÓN, reorganizado a partir de la antigua oficina y con innumerables beneficios consiguiente para los inmigrantes.

En 1885, también por Ley, se dejo sin efecto el beneficio de alimentación que tenían los inmigrantes por la Ley anterior.

Al país no sólo llegaron colonos, sino también inmigrantes independientes gozando de menos beneficios. Para llevar a cabo toda esta empresa, el Gobierno creó un FONDO GENERAL DE INMIGRACIÓN en 1892, al cual se destinaron 400.000 pesos fuertes para el fomento de la inmigración.

El Banco del Paraguay y Río de la Plata tenía una sección para la colonización, y el, Banco Nacional del Paraguay también un departamento de colonización y obras de utilidad públicas encargado de administrar la oficina de inmigración.

En octubre de 1903, se dictó una Ley de migración en la que se redujeron los privilegios concebidos con anterioridad. Poco después, la Ley de “Colonización y Granjas” de junio de 1904 completó una revisión de las leyes de inmigración.

Durante todo el tiempo, y en especial desde fines del siglo XIX los gobernantes reconocieron la necesidad de una propaganda eficaz para atraer extranjeros. El Paraguay tenía leyes de inmigración casi ideales para el tipo individualista y el refugiado político religioso o social. Era buen pasto para la colonización y expansión personal.

La agricultura del Paraguay y la explotación boscosa necesitaban y requerían un desesperado ingreso de obreros para el desarrollo del país ya que muchos emigraron a las Provincias vecinas de Argentina y Brasil.

Entre los años 1880 y 1904 según el Anuario Monte Domeq (1915) se fundaron las siguientes colonias:

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Colonia Barthe, a 80 km de Hohenau, con puerto sobre el Río Paraguay;

Colonia Cosme, a 3 leguas de la Estación Maciel, en el departamento de Caazapá, de organización colectivista;

Colonia Gabotto, situada en el departamento de Villa Franca;

Colonia Hohenau, de 4 leguas cuadradas sobre el Río Paraná;

Colonia Herrera Vega, situada cerca de la ciudad de Encarnación y Posadas, República Argentina;

Colonia Ricardo Lavalle, a una hora de Encarnación;

Colonia Villa Grass, en el departamento de Itapé, a orillas del Río Paraguay entre arroyo Ytororó, y la zanja Bareiro;

Colonia 25 de noviembre, situada a 8 leguas de Villarica

Esta referencia es notoriamente incompleta pero de las colonias faltantes se hablará en cada una de las corrientes migratorias que confluyeron en el Paraguay de ese entonces.

Ahora bien, ¿Por qué se produjo ese flujo migratorio desde mediados del Siglo XIX e incrementado después del mismo ¿Y¿ Por qué el Paraguay?

Indudablemente las condiciones sociales, económicas, políticas y hasta religiosas del siglo XIX fueron produciendo, con la revolución industrial, un cambio de la antigua sociedad, la emergencia de la clase obrera, la crisis del vetusto sistema y régimen de la tierra, las necesidades de expansión de una subcultura del desarraigo campesino como resultante social de la migración interna y la fisura de las estructuras sociales, consecuentemente el afán de independencia del círculo de la tierra donde muy pocos propietarios, el deseo de progreso basado en el propio trabajo, sumado a un nuevo ideario social, a las ideas y esperanzas en un nuevo mundo para construir en América alentaron indudablemente el destino migratorio de campesinos europeos en este gran impulso del Siglo XIX, algunos pocos venían tras la ilusión de asentar un nuevo tipo de sociedad con normas de convivencia distintas en estos lejanos parajes.

El clima político inestable de una sociedad en transición, la emergencia de nuevas estructuras sociales, las nuevas ideas, el reverdecimiento de la solidaridad, la visión de la tierra propia, la asfixia religiosa producto del fanatismo, el sentir y sentimiento utópico y las esperanzas de nuevos proyectos fuera de la estructura europea en donde pudieran ser artífices de su propio destino contribuyeron como factores concomitantes para esa inmigración hacia una tierra abierta a las promesas futuras a la nueva vida y a la esperanza de un futuro mejor forjado en el trabajo personal hacia que América fuera la meta ideal en donde se volverían realidad los sueños y esperanzas de un limitado horizonte individual.

En el caso paraguayo, un inconsciente colectivo cultivado prontamente por mitos y leyendas desde la época de los jesuitas, la naturaleza generosa y la alabada buena disposición de sus habitantes, sumadas a una visión casi idílica de la región, además de buenísimas condiciones legales para el establecimiento de colonias, impulsadas la mayoría de las veces por la iniciativa

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privada en búsqueda de mejores oportunidades o de ideales ideológicos o religiosos buscaron su destino en el corazón de América del Sur, ajustándose a la situación de la época pese a las condiciones legales para el establecimiento de colonias, impulsadas la mayoría de las veces por la iniciativa privada en búsqueda de mejores oportunidades o de ideales ideológicos o religiosos buscaron su destino en el corazón de América del sur, ajustándose a la situación de la época pese a las condiciones limitadas del gobierno, a la inestabilidad política, a la falta de estructuras, al atraso socioeconómico y cultural, a la soledad y falta de vías de comunicación y diversas otras condiciones adversas en esos días tempraneros de una reconstrucción nacional con avances y atrasos. Pese a ello sumaron sus esfuerzos, su tecnología más avanzada y su cultura ancestral permitiendo así que una nueva sabia enriquezca la sociedad en formación y desarrollo preservando sin embargo los rasgos culturales de cada grupo en una diferenciación igualitaria que proyectaba una sociedad pluricultural pero uniforme en la amalgama de sus componentes.

POLITICA DE INMIGRACIÓN Y DESARROLLO ECONÓMICO REGIONAL

Por Efraín Enríquez Gamón

Hoy día está en boga la frase “explosión demográfica” que surgió, al parecer, como una expresión relacionada con los movimientos crecientes de población que en ciertos países constituyen fenómenos sociales profundos y con derivaciones substancialmente económicas y culturales. El viejo principio de Thomas Roberto Malthus, del crecimiento de la población en relación más que proporcional al crecimiento de los medios de subsistencia, traía nuevamente a colación la necesidad de revisar las condiciones en que surgiera y se planteaba el fenómeno para buscar establecer una política demográfica que tienda a corregir los efectos que esa “explosión demográfica” pudiera provocar.

Sin embargo, más que establecer una simple relación entre cantidad de habitantes y de alimentos disponibles para la subsistencia de la población, en ciertos países es más razonable comparar cantidad de habitantes con recursos existentes, porque son estos recursos –reales y potenciales- los que dimensionan el problema y sus posibles soluciones. Y en este sentido, la política demográfica no consiste solamente en buscar las normas y los procedimientos que permitan influir en el proceso de crecimiento y aumento y de la población para “planificar” la familia, como dicen los sociólogos modernos, sino más bien el planteamiento se dirige a esta cuestión fundamental: formar una población cultural y técnicamente apta para que sea capaz de descubrir y utilizar los recursos de la naturaleza y de la ciencia con el fin de mejorar el bienestar del hombre.

Empero, mirando otro aspecto del problema, también es verdad que la regla no constituye precisamente el hecho de la existencia de una población determinada, cultural y de la existencia de una población determinada, cultural y técnicamente apta, en un área geográfica condicionada por los recursos naturales. Esta es, apenas, una condición. Pues, si fuéramos a hablar en términos económicos, de dimensión del mercado, por ejemplo, tendríamos que analizar substancialmente dos elementos. El primero, que estaría dado por la capacidad de consumo de la población. Es decir, analizar si los niveles de ingreso de un país permiten que se adicionen en la oferta cantidades cada vez mayores de mercaderías que serían absorbidas por la demanda hecha por los consumidores.

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El segundo elemento sería el siguiente: como la propensión a consumir tiene un límite, la elasticidad de la oferta estará en función de la cantidad de consumidores existentes. Estos casos podrían ser los más notables, pero no son los únicos.

Es de rigor hacer este planteamiento porque generalmente los problemas que exigen soluciones en el campo social o cultural tienen causales económicos o políticos, o inversamente.

Viéndolo en una perspectiva histórica, hoy comprobamos que las teorías elaboradas conforme al principio malthusiano, no imaginaron obviamente la revisión formal de la propia ley del rendimiento no proporcional, referido especialmente a la agricultura como principal fuente de abastecimiento de la alimentación humana; la aplicación y empleo de la química agrícola; de la forma de utilización de los medios de subsistencia dedicando una parte de esos medios para producir o aumentar los mismos medios u otros similares; de las técnicas creadas y perfeccionadas y del incremento de los medios de subsistencia por efecto de la productividad. En estos y otros casos, además se dejó de considerar aquella característica, aquel atributo exclusivamente humano que hace que el hombre sea un ser todo de anhelos variados e infinitos de vivir.

El profesor Ives Lacoste afirma que el aspecto demográfico y el aspecto económico del problema del subdesarrollo no pueden separarse, pero se hace patente que el crecimiento demográfico no puede ser considerado como la causa primera del subdesarrollo. El aumento de la población “no plantea un problema grave, y la multiplicación excesiva de los individuos sólo apareció (históricamente) a causa del estancamiento económico. El hecho fundamental del subdesarrollo es el estancamiento económico, a pesar de las necesidades considerables y de la no utilización de grandes fuerzas productivas, debido a la limitación del ingreso distribuido a la mayoría de la población, así como a la esterilización de importantes fuerzas de trabajo, impuestas por condiciones económicas y sociales que desempeñan el papel de freno…”

Y ésta, en verdad, es la disyuntiva. Y sabemos ya, además, que la pobreza de las naciones no obedece a causas naturales;, la pobreza o riqueza de un país –en términos de desarrollo o subdesarrollo- depende de la forma como está organizado y dirigido y de la escala de valores que tienen cada uno de sus habitantes. No escapa, sin embargo, a nuestro análisis el hecho de que la carencia de ciertos recursos naturales agudizarían las dificultades económicas prevalecientes; como el caso, por ejemplo, de aquellos países que no gozan de los dones que regala la naturaleza y que se caracterizan por sus desiertos y aridez, montañas, clima, ubicación geográfica, ausencia de recursos naturales, etc. Todo esto es cierto. Pero, por otra parte podemos observar que, a la inversa los problemas se plantean de manera diferente. En la India, verbigracia, es sabido que las prácticas religiosas inhiben a la población el consumo de ganado vacuno y sin embargo una inmensa masa humana padece hambre, con lo cual se evidencia que, en parte, la subalimentación es consecuencia de la forma de organización social y cultural prevaleciente. En otros lugares, como en la región Noreste del Brasil, la subalimentación crónica y el “hambre oculta” de que habla Josué de Castro, no son el resultado de creencias y prácticas religiosas, sino de la hacinación y de la sobreexplotación de la tierra, es decir, que todo esto es consecuencia directa de la organización económica, política, social y cultural del Brasil que, paradójicamente, teniendo en cuenta una extensión territorial de cerca de nueve millones de kilómetros cuadrados, con recursos naturales casi ilimitados, sólo es objeto de explotación una quinta parte de su área geográfica con un gran margen de población viviendo al nivel de precaria subsistencia.

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TERIA DE LAS CORRIENTES MIGRATORIAS

Quizás fuera necesario comentar brevemente algunas teorías vigentes en el campo del pensamiento acerca del fenómeno demográfico, que no viene a ser ora cosa que un tratamiento conceptual e histórico del propio ser humano en su triple proceso vital de nacimiento, vida y muerte, y los esfuerzos, las vicisitudes y logros que caracterizan su supervivencia frente a y en la naturaleza y los fenómenos que le son propios en su existencia terrena.

Existe toda una ciencia demográfica que estudia ya sea cómo se incrementa o se multiplica la especie humana; cómo se desplaza en las regiones del orbe; los progresos culturales que ha obtenido a través del tiempo, y fundamentalmente, la forma y las condiciones en que ha tenido que procurarse sus medios de subsistencia.

Sobre el primer punto, las corrientes de opinión están perfectamente trazadas. Una de ellas asegura que el primer salto brusco en el crecimiento de la población mundial ocurrió con el advenimiento de la Revolución Industrial, siglo XVI. El proceso de cambios tecnológicos y culturales dio impulso a un crecimiento económico sin precedentes y, por lo mismo, un incremento inusitado de la población europea, por entonces el centro gravitacional del mundo. (No debe olvidarse que el fenómeno de la revolución industrial tuvo su epicentro en Inglaterra). Al respecto, Kingsley Davis observa que a partir de ese momento histórico, con su secuela de acontecimientos, “… por primera vez pudo considerarse toda la población del mundo como una sola entidad que respondía en diversos grados a un solo proceso dinámico; por primera vez se hizo posible la movilización de masas humanas a través de grandes océanos; por primera vez empezó a manifestarse un nuevo tipo de equilibrio entre nacimientos y muertes menos destructivo que el que prevalecía anteriormente, y, por último, también por primera vez las artes del acopio de datos demográficos adquirieron suficiente exactitud para rendir una estimación razonable del total de los habitantes de la tierra…”

Exagerando la hipótesis de un permanente crecimiento poblacional, algunos autores imaginaron una aceleración cuantitativa tal que en el futuro –de esto hace más de 200 años- tendríamos un mundo colmena, con una espantosa pobreza. Tal la tesis de Malthus, por ejemplo, que hemos comentado anteriormente. (2)

Sin embargo, el factor económico y el factor cultural invalidaron esta tesis, aunque tal vez algunos pueblos, como la India, sean la excepción de la regla. Por una parte, está demostrado que en aquellos países en que el crecimiento industrial ha sido considerable o rápido, en esa misma proporción disminuyó el ritmo de la natalidad. En segundo lugar, parece ser que a partir de un punto, el coeficiente de crecimiento de la población se acerca a un punto de equilibrio en que más bien el resultado es la estabilidad.

Rebatiendo la “falacia racial” implícita en ciertas corrientes de pensamiento del mundo occidental y tomando en consideración la asimilación probable de la difusión de la cultura, Davis afirma, en la obra citada, lo siguiente: “…El caso del Japón ilustra acerca de esto, puesto que ha ido más lejos que cualquier otro pueblo, oriental en la utilización y asimilación de la cultura occidental y, por ese camino, en el incremento de su poder; pero, como consecuencia, su natalidad también ha empezado a decaer, de tal modo que, aún cuando el número de sus habitantes crezca muy rápidamente durante un tiempo, al final se aproximará también a la condición de población estacionaria…”

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Estos pensamientos fueron esbozados en 1945; y, veinte cinco años después, la tesis se ha cumplido. De las fuentes estadísticas que poseemos, hallamos que en 1947 la tasa de natalidad de la población era de 3.43% y en 1957 ascendía sólo al 1.75% (Este era entre otros, el resultado de la Ley de Protección Eugenésica adoptada en 1948). Claro que, aunado a los factores biológicos y sociológicos, en el Japón existe una fuerte tendencia y una práctica generalizada de planificar la economía y también la población. Pero de todos modos, volvemos al planteamiento original, pues, en última instancia, más que método y procedimiento político de trabajo, la planificación es substancialmente resultado de la cultura.

Los anteriores planteamientos son válidos, de manera general, en los países industrializados. En los países de desarrollo económico intermedio, y en los países subdesarrollados, las facetas del fenómeno poblacional adquieren matices diferentes.

Por regla general, en los países pobres, el desarrollo económico como el crecimiento de la población se realiza a un ritmo comparativamente lento el primero, y ligeramente en condiciones más dinámicas que el segundo. Países como México, Argentina y Brasil han demostrado un crecimiento demográfico bastante espectacular. Pero en el caso de Argentina, por ejemplo, dos fueron los factores que estimularon este crecimiento: a) la inmigración masiva (alemanes, italianos, españoles y polacos); y, b) la infraestructura para el desarrollo económico, especialmente la cimentación de una base industrial. Algunas veces se quiere añadir un tercer factor, que consiste en las condiciones geográficas mismas del país, sus costas marítimas y el clima, que constituyen condiciones y situaciones favorables para la readaptación de los individuos europeos. En el caso de México, la población creció a ritmos sorprendentes desde el momento en que una revolución popular de trascendencia y dimensión profunda aniquiló las viejas estructuras con características medievales y fueron ellas substituidas con las instancias de una política que rompió para siempre la rigidez de un sistema que obstaculizaba por todos los “poros” la capilaridad social y las masas fueron incorporadas como fuerzas motrices de un Estado Moderno.

El caso del Brasil evidencia también un sorprendente crecimiento de población a tal punto que, en un cuarto de siglo, a partir de 1940, ha duplicado su población. A este crecimiento ayudó bastante la corriente inmigratoria (portugueses, españoles, italianos y japoneses). Empero, considerando su extensión geográfica, existe en el Brasil una bajísima densidad demográfica, alrededor de 9 personas por kilómetro cuadrado.

Históricamente, el movimiento poblacional de América Latina se ha caracterizado por los siguientes fenómenos:

1. En primer lugar, existe este hecho dramático: en el período de la conquista, la población nativa fue gradual y sistemáticamente diezmada por los arcabuces y las epidemias introducidas por los conquistadores. En México y en el Perú, por ejemplo, el aniquilamiento de la población indígena adquirió perfiles de masacre colectiva. Bartolomé de las Casas –para no citar sino a uno de los testigos de estos sucesos-, informa que la sífilis introducida por los españoles ocasionó en la Nueva España (hoy México), más muertes que la espada de Hernán Cortés y sus acólitos. En su Historia de las Indias, que incluye el estudio titulado Brevísima relación de la destrucción de las Indias, presentado como un alegato histórico a Carlos V en año 1542, aseguraba que habían perecido de 15 a 20 millones de indios a partir de la era inaugural de la conquista. (3). En el Paraguay, según Bertoni, la población de los guaraníes, o el grupo cultural guaraní, comprendía alrededor de 5 millones de personas. (Esta cantidad comprende,

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sin embargo, a los grupos que habitaban un espacio geográfico mucho más extendido que ocupa el Paraguay de nuestros días). En 1796, Félix de Azara asienta que la población censada del Paraguay era tan sólo alrededor de 100 mil personas, aunque los indios selvícolas o no “civilizados” eran estimados en 100 mil personas más. El hecho irrebatible y concreto es, con todo, que 300 años después de haber puesto Cristóbal Colón sus pies en América, la población del sub-continente era inferior o posiblemente igual a la cantidad habida en el período precolombino.

2. En segundo lugar, la población ha sido diezmada tanto por las guerras civiles como por las guerras internacionales. Estos hechos son de sobra conocidos; solamente recordemos los casos patéticos de México, (invasión francesa en 1864; revolución 1910-1917 donde murieron más de 1 millón de personas), y Paraguay, en donde la tristemente famosa guerra de la triple alianza (1865-1870) aniquiló casi por completo a una pujante y desarrollada civilización, y la guerra con Bolivia (1932-1935), en donde perdieron la vida alrededor de 40 mil paraguayos y 60 mil bolivianos; en el primer caso, el 5% de su población total y casi el 25% de su población económicamente activa.

3. En tercer lugar, la alta tasa de mortalidad registrada y del tiempo relativamente menor de la duración media de la vida. Aunque la ciencia médica moderna se halla hoy día muy difundida para la aplicación de la medicina preventiva y de la medicina curativa, la verdad es que los núcleos campesinos (que presentan un promedio del 60% de la población de los países), carecen de atenciones médicas permanentes, desarrolladas científicamente y grandes contingentes de población no están inmunes ni protegidas del flagelo de las enfermedades crónicas y endémicas. Por otra parte, la duración media de la vida es sorprendentemente baja en nuestros países. Tomemos solamente los extremos: Argentina, con 60 años y Bolivia con 40 años, aunque en este último país, por ejemplo, la duración media de vida de los grupos que trabajan en las minas es solamente de 28 años, por efecto de la silicosis, enfermedad maligna que ataca y destroza los pulmones de los trabajadores.

4. En cuarto lugar, en algunos países el fenómeno de la emigración también subsiste. Las causas principales que originan esta emigración son, por lo general, económicas y por derivación sociales y culturales, sin olvidar los factores del drama político. Tal es el caso de los países relativamente más pobres que otros que están en etapas más avanzadas de desarrollo económico y cultural. El ejemplo de los países centroamericanos y del Caribe: los polos de atracción son los Estados Unidos de Norteamérica, México y Europa. En el caso del Paraguay, los polos son Argentina y Brasil.

EL CASO PARAGUAYO

Con el presente estudio nos proponemos, más que ahondar el problema demográfico en sus diferentes facetas, establecer los lineamientos básicos de un conjunto de medidas económicas y políticas referentes al fenómeno migratorio y su relación con el desarrollo económico y social de nuestra patria. Es decir, partiendo de premisas dadas y conocidas, establecer las pautas para movilizar la imaginación y los recursos disponibles con el objeto de desarrollar en forma sistémica y deliberada toda una política de inmigración y desarrollo económico regional, ateniéndonos a las características propias del país y como una contribución a la búsqueda de mejores panaceas que tiendan a mejorar cuantitativa y cualitativamente la vida de nuestro pueblo.

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Partiremos del siguiente principio: los datos estadísticos recogidos nos informan que: a) para el lapso 1965-1970 la población del Paraguay crece a una tasa media anual de 3.1% y esa fecha la población total alcanzará a 2.379.000 personas; b) de mantenerse esta tendencia para 1980, se tendría una población de 3.361.000 millones habitantes y en el año 2000 tendremos alrededor de 5 millones de habitantes.

A partir de este punto desarrollaremos los dos elementos que habíamos anotado más antes y que se refieren: 1) a la capacidad de consumo de la población; y 2) la extensión del mercado o cantidad de consumidores existentes.

LA CAPACIDAD DE CONSUMO DE LA POBLACIÓN

La capacidad de consumo de la población no deviene tanto de la cuantía de habitantes existentes; es consecuencia más bien de conjugar el nivel de ingreso o poder adquisitivo con la propensión a consumir de los individuos. En un país con ingreso pér-cápita anual bajo, es dudoso que se instalen empresas productivas de escalas y dimensiones económicas de significativa importancia, salvo aquellas empresas clásicas que funcionaban exclusivamente para el mercado exterior y que generalmente no son sino empresas “operativas” que utilizan al máximo la mano de obra barata, la abundante materia prima y las desmedidas exenciones fiscales que les otorga el país en donde se instalan, para elaborar productos que son destinados a proveer la demanda de los mercados internacionales o nutrir los centros industriales de la metrópolis, sede de las capitales que dieron origen a su inversión. Es común el caso de que cuando se instalan empresas que producen para el mercado local, ellas son dimensiones limitadas y, por regla general, funcionan con bajos índices de productividad o se ven obligadas a trabajar no sólo en una proporción mínima de su capacidad instalada; es obvio que así sea, pues no se puede saturar el mercado de productos que sólo tienen una demanda limitada o circunstancial.

Empero, podemos sentar la siguiente premisa: la capacidad de consumo de la población es un fenómeno esencialmente económico. Por ejemplo, es inútil pensar que la empresa A, que elabora el producto X, pueda tener éxito en la oferta que realiza si la población no tiene con qué comprar el producto. Y aún en el caso de que el nivel de consumo no estuviese saturado, la propensión a consumir no puede ser forzada sino hasta un margen relativamente pequeño. Otra vez, en este caso, el factor limitante sería el ingreso; es decir, el factor básico que determina el consumo es el ingreso, de donde se deduce, entonces, que un aumento en el consumo es posible sólo si se incrementa el ingreso.

Naturalmente que la primera conclusión derivada de estos comentarios es que los bajos niveles de ingreso de la población constituyen el freno más notable para la expansión del mercado, que equivale a decir también que la estrechez del mercado, la dimensión del mercado, son causas aglutinantes que impiden el desarrollo de las industrias y de las demás actividades productivas para cuyo funcionamiento también están esterilizadas las expresiones potenciales de la tecnología y de la cultura.

LA EXTENSIÓN DEL MERCADO O CANTIDAD DE CONSUMIDORES EXISTENTES

Si hacemos una abstracción, en el sentido de considerar a todo individuo, independientemente de su nivel de ingreso, como un consumidor potencial, podríamos aceptar que la extensión del mercado estará dado por la cantidad de consumidores existentes. Es decir, la cantidad de habitantes está dando el índice del consumo potencial.

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Bien, biológica e históricamente, dos han sido las formas diferentes de aumentar la población de un país:

a – el incremento natural; esto es, la relación de nacimientos registrados. En el caso de nuestro país decíamos que la tasa media anual del crecimiento de la población era del 3.1%. Es decir, si en el año A tenemos una población de 2 millones de habitantes, en el año B el incremento registrado sería de 62 mil personas más.

b- la inmigración; o sea, los movimientos o desplazamientos de población de un país a otros. En el caso de nuestro país, el movimiento de inmigración ha representado un insignificante guarismo. En efecto, si se compara datos registrados en los últimos 50 años, se tiene la siguiente relación.

Inmigrantes Registrados desde 1918 a 1968

Distribuidos por nacionalidad

Alemanes 5.585

Argentinos 6.812

Austriacos 1.003

Belgas 368

Bolivianos 124

Brasileños 2.574

Búlgaros 16

Canadienses 262

Cubanos 18

Coreanos 959

Checoeslovacos 1.042

Chilenos 212

Chinos 77

Daneses 116

Españoles 2.424

Estonianos, Letones, Lituanos 152

Finlandeses 58

Franceses 628

Griegos 34

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Holandeses 139

Japoneses 7.462

Ingleses 548

Iranios 10

Italianos 1.794

Israelíes 10

Libaneses 170

Mennonitas 8.487

Mexicanos 13

Norteamericanos 1.110

Noruegos 21

Peruanos 34

Polacos 15.226

Portugueses 12

Rumanos 321

Rusos 1.862

Suecos 36

Sirios 228

Suizos 497

Uruguayos 600

Yugoeslavos 212

Venezolanos 13

Apatriados 82

Otros americanos 98

Otros 434

TOTAL 62.194

FUENTE: División de Inmigración del Instituto de Bienestar Rural, 1969.

Tenemos, entonces, que la importancia cuantitativa percentual de los grupos inmigrantes es la siguiente:

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CANTIDAD CONTINENTE % DEL TOTAL DE

ORIGEN INMIGRANTES

32.135 Europa 52

14.210 América 23

8.498 Asia 14

54.843 89

Lo que cabría preguntar ahora es, y aún a riesgo de haber consideraciones a priori, tanto por la importancia relativa de la corriente inmigratoria como por el tiempo transcurrido a partir del asentamiento de los inmigrantes en nuestro país, si cuales han sido los resultados obtenidos mediante este movimiento poblacional y si ha existido o no una política de inmigración de alcance y profundidad adecuadas. Vamos a considerar a tres grupos, los más importantes desde el punto de vista del primer planteamiento.

a. El Grupo Menonita (4)

El primer contingente de inmigración menonita procedió del Canadá en el año 1927 y en total vinieron 1.800 personas; el segundo contingente provino de Rusia en 1930, un total de 1.500 personas y el tercer contingente en 1947, también de Rusia un total de 2.400 personas. Los menonitas fueron los primeros inmigrantes colonizadores del Chaco, aunque con anterioridad existieron otros colonizadores como los franceses que originariamente se instalaron en la localidad de Villa Hayes, en la época de Don Carlos A. López. Son los menonitas, sin embargo, los primeros auténticos colonizadores porque organizaron todo un sistema económico y social y de arraigo permanente. Las colonias menonitas están ubicadas en el lugar denominado Filadelfia, aproximadamente a una distancia de 487 kilómetros de Asunción, la capital de la República.

El aporte positivo de los menonitas, 22 años después de haber llegado el último contingente de inmigrantes, puede sintetizarse en los siguientes resultados:

1. Organizaciones cooperativas: la producción se realiza bajo un sistema de cooperativas.

2. Planeamiento de los trabajos: la actividad económica requiere la planificación previa para la aplicación de los factores de la producción

3. Innovaciones mecánicas y sociales: el proceso productivo acciona no en base a normas y costumbres rutinarias o tradicionales; la técnica agrícola se basa en la ciencia agrícola y los instrumentos mecánicos suplantan el empleo de la mano de obra bruta del hombre, común en nuestros trabajadores campesinos, en función de la productividad y del empleo racional de los recursos.

4. Sistemas de educación: organizan un sistema educativo vertical –desde la enseñanza primaria hasta la enseñanza técnica y humanística-; en este sentido, dan la siguiente lección: no se puede pedir al hombre lo que culturalmente no está a su alcance dar.

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En la actualidad, las colonias menonitas del Chaco están constituidas por 22.000 personas, incluyendo a 7.000 indios que han sido rescatados por estos inmigrantes para la vida productiva y cultural del futuro

b. El Grupo Alemán y Eslavo

Ubicados preferentemente en la zona de Itapúa, los inmigrantes alemanes y de origen eslavo (rusos, polacos, checos, etc.) la mayoría de ellos colonizaron la región en el decurso de la primera y segunda guerra mundial. Estos grupos humanos fundamentalmente se afanaron por la agricultura y se han dedicado a explotar las ubérrimas y escarlatas tierras de la región aludida, cuyas colonias llegaron a su máximo florecimiento allá por los años de 1945 y todavía hoy día, constituyen los más importantes grupos de agricultores en el sur de la República.

c. El Grupo Japonés

La inmigración asiática es un fenómeno de reciente data. Aunque el primer grupo inmigratorio de japoneses vino al país en 1935 y se estableció en la colonia denominada La Colmena, Departamento de Paraguarí. El segundo contingente importante apareció en 1955 y se asentó en la zona de Itapúa y del Alto Paraná.

La inmigración japonesa es ya el resultado de una planificada política en materia poblacional; ella se llevó a cabo mediante convenios especiales entre el Paraguay y la Corporación Pública de Servicio Migratorio del Japón; en el referido documento se estatuyen cláusulas contractuales de obligaciones y derechos y todo un programa de colonización, con modernas formas y técnicas de cultivo y de comercialización de los productos.

Podrían ser evaluados, en su perspectiva histórica, los frutos de esta corriente inmigratoria? Creo que las consideraciones más importantes pueden ser, en primer lugar, que estas corrientes inmigratorias, excepción hecha del grupo asiático, no se desplazaron por imperativo de una política de inmigración deliberadamente auspiciada y programada. La mayoría de los inmigrantes europeos se desplazaron al Paraguay aparentemente por causas de naturaleza política y por efectos de la conflagración bélica; el factor político ha sido la revolución socialista de 1917, en el caso de Rusia y, por añadidura, las dos últimas guerras mundiales.

En segundo lugar, con la incorporación de estos inmigrantes al andamiaje poblacional paraguayo se introdujeron importantes elementos de valor económico, sociológico y cultural aunque sus manifestaciones, por fuerza de las circunstancias y el radio de acción de sus actividades productivas, son de limitada dimensión. En este sentido, si bien es cierto que estos colonos agricultores amalgamaron nuevas técnicas y modalidades diferentes de cultivo y de relaciones sociales, la verdad es que, el “efecto demostración” sobre los campesinos nativos no propició nuevas motivaciones, en el campo de las formas y de ejemplo, es común que se vea este cuadro de “confrontación”: el agricultor de origen ruso, polaco, alemán, utiliza el caballo como fuerza de tracción para arar la tierra; el agricultor nativo sigue utilizando el buey; el inmigrante utiliza la carroza o “carro polaco”, de cuatro ruedas tiradas por bueyes. Aparentemente una relación como esta, burdamente presentada, no nos dice nada acerca del planteamiento que estamos haciendo; sin embargo, no dejando de ser un factor sociológico y cultural –ya que depende del grado de cultura que posee un individuo para medir sus manifestaciones- es un factor económico fundamental porque nos está demostrando las

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condiciones en que se realizan los procesos de producción y la escala de valores económicos de los cuadros productivos.

Naturalmente que no se trata aquí de hacer comparaciones entre individuos o grupos humanos. Es de sobra conocido que los pueblos eslavos, franceses o alemanes tienen a su favor el disfrute de dos mil años de civilización y de cultura y los paraguayos apenas una experiencia relativamente corta.

Tal vez sería oportuno decir que nosotros no aceptamos la existencia de razas superiores o inferiores; simplemente hay razas culturizadas y no culturizadas; en este sentido lo escala de valores está en función de la oportunidad que tiene el ser humano de utilizar los bienes y los beneficios de la cultura como a los mejores elementos de su liberación y de su dignidad.

ALTERNATIVAS PARA PROGRAMAR UNA POLÍTICA DE INMIGRACION Y AUMENTO POBLACIONAL

Con los elementos analizados tal vez ya se pueda disponer del marco general que posibilite enunciar las alternativas para programar en el futuro una política de inmigración y aumento poblacional. Sin embargo, la concepción del aumento poblacional también se analiza en función de las relaciones económicas de capacidad de ingreso de la población y extensión del mercado, tal como se plantean en páginas anteriores.

Política Inducida para Incremento Demográfico y Aumento Poblacional de Orden Social y Sanitario.

a) Reducción de la mortalidad mediante un buen programa de asistencia médica, especialmente al sector campesino y a los grupos familiares de bajos ingresos. Medicina preventiva y curativa. Por ejemplo, ejercer una acción combinada por intermedio de un programa deliberadamente elaborado entre el Ministerio de Salud Pública, el Instituto de Previsión Social y los Servicios Sanitarios del Ejército.

La acción sanitaria tendiente a disminuir la mortalidad y mejorar las condiciones físicas de los individuos debe asimismo concatenarse a un cuidadoso y bien estructurado sistema de educación alimenticia y dietética de nuestro pueblo que, la más de las veces no por carencia sino por ignorancia, no posee la cultura alimentaria necesaria para aprovechar los recursos existentes y al alcance de sus manos como las frutas, las legumbres, los cereales etc.

Con igual carácter es menester aplicar y difundir la enseñanza elemental y media, eliminar el analfabetismo y orientar las motivaciones intrínsecas de los campesinos porque, en países como el nuestro, más que detener el incremento de la población lo que se debe hacer es procurar el aceleramiento del desarrollo de la cultura.

b) Subsidios especiales a las familias numerosas. Establecer incentivos económicos y oportunidades de educación para aquellas familias integradas por muchos hijos, con especiales estímulos pecuniarios por cada carga familiar, similar a las modalidades que adoptan los sistemas de seguridad social y otorgar becas de estudio a los hijos que optan por proseguir una carrera técnica, de arte o de oficio.

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c) Cuidado de la maternidad y de la infancia. En este aspecto deben operar instrumentos legales e instituciones especializadas de protección a las madres en períodos de gestación y a la infancia.

De Orden Poblacional y Político

a) Ley de Inmigración. Promulgar una nueva Ley de Inmigración que contemple los mecanismos de promoción deliberada para la atracción de extranjeros al país y establecer por este medio, toda una política de aumento poblacional. Pero, en este sentido, se debe conjugar muy bien los propósitos económicos con los demográficos. Vale la pena recordar, en esta parte, la experiencia obtenida años atrás cuando por efecto del Decreto-Ley Nº 39 de fecha 5 de Noviembre de 1952 se envió a Europa una misión especial de Inmigración con el objeto de atraer inmigrantes al país. En esa oportunidad se suscribieron en total 16 convenios con Italia y España y vinieron al país alrededor de 270 familias españoles y un número no especificado de italianos; sin embargo, los inmigrantes no fueron seleccionados de acuerdo a ciertas normas y requisitos necesarios en estos casos, y así, como resultado de nuestra inexperiencia en materia de política inmigratoria, llegaron como agricultores y especialistas agrotécnicos sólo una pequeña proporción de la cantidad aludida; y en cambio la mayoría de ellos eran solamente “cantores”, “refraneros”, “músicos” y algunos que otros “toreros”. Esto no es una crítica del hecho acaecido; es una reflexión acerca de la seriedad que debe imprimirse a la política de inmigración y la necesidad de conjugar muy bien los factores y efectos económicos, sociales y culturales de la inmigración.

b) Restricciones a la emigración. Estas restricciones no deben tener sólo un carácter jurídico, deben consistir en medidas fundamentales de carácter económico y social de tal modo que no haya en los habitantes locales atractivos, ni necesidad para emigrar.

Sobre este particular, y a guisa de ejemplo, voy a desarrollar una hipótesis, partiendo de esta premisa: el funcionamiento de la hidroeléctrica del Acaray. Es de conocimiento público que parte de la energía eléctrica generada por nuestra moderna planta sería exportada a dos países vecinos: Brasil y Argentina. En el caso de este último país, el extendido de los cables transportadores de electricidad se hará cruzando el río Paraná a la altura de Puerto Presidente Franco hasta el sector argentino que comienza a partir de la desembocadura del río Iguazú. De este punto, por territorio argentino, el tendido de los cables tendrá como último destino la ciudad de Posadas, capital de la provincia de Misiones, ubicada exactamente sobre la margen izquierda del río Paraná, frente a la ciudad de Encarnación. Bien, supongamos que Argentina asfalte el camino de Posadas a Iguazú y que para utilizar la fuerza motriz generada por el Acaray programe a su vez la instalación de fábricas y la promoción de diversas actividades en la región. Esta circunstancia podría provocar una demanda masiva de mano de obra paraguaya, y naturalmente la emigración tendría su justificación en causas económicas de gran atracción y lo más probable es que, en este caso, además de la exportación de energía, también exista una exportación de brazos y de familias enteras.

Si la hipótesis se cumple, la forma de contrarrestarla sería que, a su vez, nuestro país tenga un programa semejante, para cuya acción los organismos responsables dispondrían de los programas pertinentes y adecuados.

En resumen, pues, se debe tratar de evitar la emigración, no importa las causas que la originan y poseer la suficiente imaginación y sabiduría política para cortar de raíces las fuerzas que la provocan.

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c. Desplazamientos migratorios o movimientos demográficos internos. En nuestro análisis anterior se ha significado que la sub-ocupación y ocupación disfrazada es una característica de la forma como opera la organización económica prevaleciente. Es común que, especialmente en los sectores rurales, donde por lo general se encuentra el mayor porcentaje de la población activa, la ocupación disfrazada sea un fenómeno consubstancial al sistema económico. En los países subdesarrollados –decíamos- calculando el número de mano de obra que requiere la agricultura para obtener determinada producción, hay por lo menos un exceso de 25 a 40 por ciento de hombres. Es decir, sería imposible retirar de las labores agrícolas de 25 a 40 hombres de cada 100, sin que merme la producción de ese sector, porque la productividad de este conjunto es igual a cero.

Para utilizar este porcentaje de personas improductivas o mal utilizadas, una bien programada política de desarrollo económico regional, podría perseguir, entre otros propósitos, lo siguiente:

1- Organizar núcleos de producción y consumo, mediante el sistema de cooperativas, y desplazar hacia esos centros de trabajo a la población que está inactiva o que tiene una ocupación disfrazada. Estos movimientos demográficos internos no se deben hacer, empero, en forma coactiva; el atractivo para la migración interna serán los programas a ejecutarse y mediante los cuales el campesino o personas de otros sectores, puedan encontrar una oportunidad para mejorar sus niveles de vida material y de cultura y una razón poderosa para no emigrar a otros países.

2- Descongestionar la concentración demográfica existente en ciertas áreas; por ejemplo, la que existe en la capital y en la zona central o departamento central del país, y paralelamente buscar las causas que originan la concentración de la población en áreas determinadas. El marcado aumento de la población en los centros urbanos, como en el caso de la capital, trae aparejado un sin número de problemas que se relacionan con el empleo, la salud, la educación, la vivienda etc. En todo tiempo, sin embargo, las ciudades se han constituidos en centros gravitacionales en donde se presume que existen mejores condiciones de vida y de mayores oportunidades para la educación.

En este caso cabe asimismo la necesidad de descentralizar hacia el interior del país las instituciones de cultura que funcionan en Asunción. Siendo nuestro país eminentemente agropecuario, por qué no ubicar, por ejemplo, los institutos agrotécnicos en Encarnación, Paraguarí, Concepción? Necesitamos formar especialistas tales como ingenieros forestales, químicos, médicos y asistentes rurales y en otras artes y oficios, en función de las necesidades de nuestro desarrollo y para evitar que desde los cuatro puntos cardinales de la república, nuestros jóvenes tengan que trasladarse necesariamente a la capital en donde están los centros de enseñanza que su capacitación requiere.

3- Unificar la política desarrollada por los organismos institucionales. Por ejemplo, hacer que los programas a cargo de instituciones tales como el Ministerio de Agricultura y Ganadería, el Instituto de Bienestar Rural, el Crédito Agrícola de Habilitación, el Banco Nacional de Fomento, la Comisión de Administración “Puerto Presidente Stroessner” etc. Tengan objetivos concretos y coordinados en torno a los problemas básicos siguientes:

- Formación y consolidación de colonias- Financiación del desarrollo agrícola mediante una política selectiva de créditos y la

asignación prioritaria de los recursos;

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- Crear “polos” de desarrollo regional, atendiendo a las características geográficas y la existencia de los recursos a explotarse con propósitos políticos y sociales;

- Combatir la dispersión demográfica; es decir, la formación de comunidades aisladas y dispersas a cuyas áreas es difícil hacer llegar por las vías disponibles los beneficios de los transportes, los elementos educativos y sanitarios y en donde se torna imposible la aplicación de métodos tecnológicos para la producción y distribución de los bienes económicos.

Es decir, con este conjunto de medidas lo que se trata es de crear las condiciones mínimas para desarrollar una política que tienda a establecer la ocupación plena en función de tareas científicamente planificadas

Dentro de este bosquejo de ideas, tal vez fuera necesario hacer algunas reflexiones finales acerca de la composición generacional de la población del país. Las estadísticas nos muestran un elevado porcentaje de gente joven y un creciente aumento de la población infantil. Podríamos decir que, en cierto sentido, somos un país del futuro. En el Paraguay las generaciones han sido un tanto discontinuas y los procesos históricos –a través de las guerras- han sacrificado generaciones enteras. La guerra del Chaco, por ejemplo, nos arrebató la generación intermedia que hoy necesitamos para zanjar la distancia que existe entre la gente mayor de 60 años y la gente que frisa los 40. Generalmente una discontinuidad generacional acarrea problemas sociales y políticos porque se rompe de hecho una ligazón del proceso biológico y por esa misma causa se tienen escalas de valores distintos, que equivale a decir, manera diferente de apreciar y de entender los problemas presentes y futuros.

La mayor riqueza de una nación es su población y la sabiduría de la política de los gobiernos, en este sentido, consistirá en crear las condiciones adecuadas para su desarrollo, su formación cultural y su aprovechamiento a los fines variados e infinitos de una vida con dignidad y con dimensión histórica; este es nuestro criterio y el propósito del presente estudio.

Guaranía, Revista Paraguaya de Cultura, número 3, año I, julio-setiembre 1969, Asunción-Py

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