el paradero 12

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El Paradero Folletín literario virtual, alimentado por escritos literarios, libros recomendados y textos sobre promoción de lectura de promotores de lectura y usuarios del programa Paradero Pa- ralibros Paraparques de Bogotá, realizado en el marco del convenio 00056 de 2014 entre la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte, y Fundalectura Edición 012 del 27 de marzo de 2014 CULTURA, RECREACIÓN Y DEPORTE-Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte Jirones de memoria Hoy en el número 12 de nuestro Paradero queremos compartir dos fragmentos del trabajo de investigación “Jirones de Memoria” desarrollado por promotores de lectura del programa Puestos de Lectura en Plazas de Mercado, programa que lamentablemente no continuó en funcionamiento, pero que dejó importantes impactos no sólo para los beneficiarios del pro- yecto, sino en general para Bogotá. De este proceso investigativo desarrollado en las plazas de mercado, les presentamos los dos primeros apartados que dan un contexto conceptual a lo que se desarrolló en el resto del documento. E n muchos ámbitos de la sociedad se habla de la historia como un proceso en el que ciertos grupos sociales re- cogen los acontecimientos “oficiales” de una determinada época, y los dejan plas- mados en escritos que se convertirán luego en los referentes conceptuales, los cuales serán transmitidos de generación en gene- ración como la “verdad” legítima de un pue- blo. Esto es lo que coloquialmente se refiere a que la historia la cuentan los vencedores y no los vencidos. Precisamente esta idea es la que por años ha determinado que la historia esté ligada La Memoria social Paula Romero Antigua promotora de lectura Puesto de lectura de la Plaza de Mercado Restrepo

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Hoy en el número 12 de nuestro Paradero queremos compartir dos fragmentos del trabajo de investigación “Jirones de Memoria” desarrollado por promotores de lectura del programa Puestos de Lectura en Plazas de Mercado, programa que lamentablemente no continuó en funcionamiento, pero que dejó importantes impactos no sólo para los beneficiarios del proyecto, sino en general para Bogotá. De este proceso investigativo desarrollado en las plazas de mercado, les presentamos los dos primeros apartados que dan un contexto conceptual a lo que se desarrolló en el resto del documento.

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El ParaderoFolletín literario virtual, alimentado por escritos literarios, libros recomendados y textos

sobre promoción de lectura de promotores de lectura y usuarios del programa Paradero Pa-ralibros Paraparques de Bogotá, realizado en el marco del convenio 00056 de 2014 entre

la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte, y Fundalectura

Edición 012 del 27 de marzo de 2014

CULTURA, RECREACIÓN Y DEPORTE-Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte

Jirones de memoriaHoy en el número 12 de nuestro Paradero queremos compartir dos fragmentos del trabajo de investigación “Jirones de Memoria” desarrollado por promotores de lectura del programa Puestos de Lectura en Plazas de Mercado, programa que lamentablemente no continuó en funcionamiento, pero que dejó importantes impactos no sólo para los beneficiarios del pro-yecto, sino en general para Bogotá. De este proceso investigativo desarrollado en las plazas de mercado, les presentamos los dos primeros apartados que dan un contexto conceptual a lo que se desarrolló en el resto del documento.

En muchos ámbitos de la sociedad se habla de la historia como un proceso en el que ciertos grupos sociales re-cogen los acontecimientos “oficiales”

de una determinada época, y los dejan plas-mados en escritos que se convertirán luego en los referentes conceptuales, los cuales serán transmitidos de generación en gene-ración como la “verdad” legítima de un pue-blo. Esto es lo que coloquialmente se refiere a que la historia la cuentan los vencedores y no los vencidos.

Precisamente esta idea es la que por años ha determinado que la historia esté ligada

La Memoria social Paula Romero

Antigua promotora de lectura Puesto de lectura de la Plaza de Mercado Restrepo

también a quien detenta el poder en una comunidad. Quien controla el pasado con-trola también la identidad y le será más fácil mantener su dominio sobre los otros. Esto lo han estudiado muchos investigadores como Alfonso Torres Carrillo en Colombia o el teó-rico francés Michel De Certeau en su libro La Escritura de la Historia. En esta medida, siempre existirá tensión entre el dominado y el dominador por contar al futuro su versión de cada contexto.

De acuerdo con lo anterior, la historia como disciplina conlleva una serie de procesos académicos que legitiman su existencia y su transmisión, no sucediendo así con los relatos populares y, de la mano con ellos, la memoria social de las comunidades. La construcción de memoria social es, entonces, la forma en que muchas comunidades oprimidas han re-sistido al dominio de sus opresores. Recor-demos, por citar un ejemplo, al pueblo Palen-que que, a través de su resistencia cultural e identitaria, han mantenido viva su cultura y, de cierta forma, su libertad como comunidad.Torres Carrillo observa este desequilibrio en el relato del pasado común cuando explica, refiriéndose al tema, lo siguiente:

“De este modo en las historias oficiales, no solo quedaban excluidos otros sectores sociales e identidades culturales diferentes a la ‘nacional’ como los campesinos, los po-bres urbanos, las mujeres, los jóvenes, los indios y los negros; también quedaban de-meritadas otras fuentes de saber y de comu-nicación sobre el pasado colectivo, como la literatura, la tradición oral y las memorias po-pulares, por considerarlas como acientíficas, como ‘no históricas’.” 1

Cada forma de representación del pasado tiene sus mecanismos y sus narrativas, la his-toria posee la mirada desde el documento, las fuentes verificables. La memoria social, por el contrario, se sustenta en la literatura, en las artes, en la oralidad.

No se trata de enfrentar estas dos miradas. Cada una posee sus formas de representa-ción. Lo importante, desde el enfoque que plantea el presente trabajo, es darle la im-portancia a la voz preponderante de quienes han vivido las realidades de un espacio tan vital como es una plaza de mercado. Por eso es importante la legitimación de la idea que socialmente se tiene de los relatos sociales, la voz, la palabra en medio del silencio domi-nante.

1WALSH, Catherine, editora. Estudios cultura-les latinoamericanos: retos desde y sobre la región andina/ primer encuentro internacional, en Quito en junio del 2001. 2003

La memoria social como construcción colec-tiva es entonces aquello que trasciende los ámbitos oficiales, que transita por los escena-rios de diálogo comunitario, que se refugia en lo personal, en lo fragmentario, en lo subjeti-vo de quien vive una experiencia y de quien la trasmite. La memoria social es el conjunto de narrativas sumadas, adornadas, constituidas en colectivo para las generaciones futuras.Los lenguajes y las formas de que se vale una comunidad para narrar su memoria son variados, se adaptan a su territorio, a sus condiciones. Ya se mencionó el arte como forma expresiva que recrea dichos relatos, retomando el ejemplo de Palenque, piénse-se en la música y el carnaval como expresión reivindicatoria de la memoria colectiva de este pueblo.

Torres Carrillo se refiere a estos elementos de la siguiente manera:

“Así como la historia hegemónica se construye desde ‘fuentes autorizadas’ y tie-ne sus mecanismos de divulgación oficiales, la memoria colectiva se alimenta y pervive en

las tradiciones orales, lúdicas y estéticas, en los rituales colectivos, en los recuerdos indi-viduales, en los archivos de baúl, en el terri-torio, en los objetos, en las fotografías y en el propio cuerpo; se activa y actualiza en las bregas de la vida cotidiana, como en las lu-chas y movimientos sociales.” 1

Ninguna de las dos formas de recoger lo acontecido en el pasado, la historia o la me-moria social, alcanzará jamás un grado ab-soluto de verdad. No se trata entonces de perseguir conclusiones, la memoria nunca es concluyente. Pero sí es necesario ampliar el espectro sobre la mirada que se tiene de la consolidación de un espacio y más aún de una comunidad. No solo los datos recogi-dos en documentos o mencionados por las fuentes oficiales deberían legitimar la visión que será transmitida al futuro sobre cualquier contexto. Las experiencias, los relatos de vida y todo cuanto constituye la narrativa de cada quien en un lugar debe considerarse a la hora de legitimar el pasado, de contarlo, de transmitirlo.

Sobre la MemoriaNathalia Bedoya

Antigua promotora de lectura Puesto de lectura de la Plaza de Mercado Santander

“Yo recuerdo que se me olvidó entregar un libro” Kelly 27 años

En un primerísimo acercamiento al con-cepto memoria, nos encontramos con la etimología del término y junto a ella

con esas primeras acepciones que los lecto-res del puesto nos brindan. Memoria del latín Memoria que proviene del adjetivo memor (el que recuerda) y el sufijo –ia. Habla de esa memoria que se asocia al proceso de alma-cenamiento de información, que se encuen-tra en la cabeza y sirve – en palabras de los lectores- para aprender, recordar cosas que nos gustan, recordar la familia, los hermanos, el barrio, donde se nació. Memoria que ade-más de guardar información, funciona para recordar.

Un día fui al parque y fui el único que comí helado de limón” Brayan 9 años.

Y entonces, pareciese que se da otro paso en la conceptualización de la memoria, pues aparece aquí el recuerdo, ese que se cita con verbos y tiempos en pasado. Aquel recuerdo que desfigura la relación de la memoria como simple ejercitación mental -con ejercicios psicotécnicos por ejemplo- para pasar a la anécdota que luego de ser un mero ejercicio individual, pasa a convertirse en un encade-namiento de palabras e imágenes colectivas, además, porque puede ser que un mismo acontecimiento haya sido vivido por dos per-sonas, mas su percepciones sean distintas. Y es allí en ese tejido de vivencias, un tanto in-consciente, que puede aparecer la creación literaria o artística.

Al proponer un trabajo de escritura con un Binomio fantástico , en donde las palabras

eran Memoria y Plaza, evidenciamos esa po-sibilidad de creación literaria, como en el si-guiente texto:

“Un día Nico era un matón de los rojos le gané a los blancos el rey me felicitó me fui a la torre me regalaron muchos más del ejército blanco y lo intenté memorizar muy bien mi jugada me faltaba un caballo blan-co y después vine con honor y el rey me cité en la plaza del reino y me nombro sir. Nicolás el capitán de su ejército rojo. FIN” Nicolás 5 años.

Allí Nicolás, por ejemplo, más que ser cons-ciente del uso de las dos palabras, utilizó su memoria en este caso, del ajedrez que él ve

jugar constantemente en el puesto de lec-tura. Una memoria que recuerda, relaciona eventos y crea literariamente.

Ahora bien, la memoria también da pie a re-cordar y hacer conscientes del contexto es-pacial en el que se está. Varias relaciones entre la Memoria-Plaza, tuvieron que ver con la funcionalidad del espacio, la plaza donde se compran frutas, donde mamá compra el alimento y de paso algún juego favorito. Me-moria y espacio.

“La memoria sirve para recordar los sitios favoritos como la plaza y también su lado favorito y la plaza como la biblioteca (…)” Brayan 9 años.

“Es pensar algo y no olvidarlo mi mamá des-de que yegamos aquí me gustó mucho me gusta es lugar como recordar muchísimas cosas con la memoria un dia fui a la plaza bi muchas cosas lindas y elegantes fui a com-prar un elado rico y un fugo de seresa me compraron una balaca nueva con estrellas moradas (…)” Karen Daniela 8 años.

“yo bengo a la plaza a la biblioteca y tanbien mi memoria me alluda a pensar mis juegos favoritos mis animales favoritos son la jirafa el elefantes” Valentina 6 años.

Y con el recuerdo y la ficción, viene la anécdo-ta como otro elemento clave para la concep-tualización de la memoria en estos espacios de lectura: la historia. Y es que, hacer memo-ria también es darle chance a la historia de un lugar, a la reflexión sobre los cambios, la con-ciencia del lugar y la transmisión de un cono-cimiento, de una conciencia histórica en este caso de la plaza de mercado, la emergencia de éstas en el país, las condiciones sociales del barrio de aquel entonces y la pregunta por el hoy, los cambios, desgastes y dinámi-cas económicas, que entre otras cosas, van en camino de acabar las plazas de mercado. A continuación dos textos, uno sobre lo vivido en el lugar y otro que deja entrever la impor-tancia de la memoria en la plaza.

“LA PLAZA SIN TEJAS”Donde estaba el basurero, eso en un tiempo, había puras palomas y jugábamos escondi-das y siempre no la pasábamos ahí. Yo me la pasaba en la plaza ayudando haciendo man-dados” José David 19 años.

“En un lejano país existía una plaza habitada por personas muy amables y generosas que les gustaba conversar y leer muchos libros, también disfrutaban recordar viejas historias y para ello utilizaban su memoria porque era muy importante para aquellos que llegaban de otros países a escucharlos” Kelly 27 años.

De modo que hacer memoria de la memo-ria en estos espacios no convencionales de lectura, en voz de los mismos lectores y visi-tantes del lugar podría arrojarnos a tres cate-gorías de reflexión sobre la memoria: la me-moria y el espacio, la memoria histórica y la creación literaria/ artística desde la memoria.